Un paseo por la ciudad moderna. Acerca de algunas crónicas sobre cine de João do Rio Laura L. Utrera UNR [email protected] Resumen: Este trabajo mostrará una línea de investigación que se propone analizar en algunas de las crónicas de João do Rio publicadas en A alma encantadora das ruas (1908) y Cinematógrafo (Crônicas Cariocas) (1909), un concepto de cine como intersticio en el que se concretan una serie de experiencias: las de una práctica, las de un gusto, las de la técnica, las de ciertas formas de mirar-narrar-ser mirado y las de un contexto urbano, sociocultural. Estas crónicas representan el proceso en que el cronista configura su propia mirada -intervenida por la imagen, una mirada de, por y desde el cine-, a través de un paseo por la ciudad moderna y permite la restitución de un espacio-tiempo, de un ámbito, de una atmósfera sociocultural que se direcciona hacia la idea de poder pensar una historia del cine como práctica 1 Un paseo por la ciudad moderna. Acerca de algunas crónicas sobre cine de João do Rio El interés de los escritores de principios de siglo veinte por el cine en América Latina se inició a la par de las primeras proyecciones de la llamada “maravilla técnica” (cf. Urbina). Es la historia de la sorpresa continua a la que el ojo y el cuerpo parecen no estar preparados y que toma caminos diversos en las lecturas-escrituras producidas al borde de intereses bien diferenciados que negocian cambios epistemológicos, políticas culturales y estéticas del cuerpo. Por una parte, la celebración del nacimiento de un arte moderno va de la mano del hallazgo de un pretexto técnico a la hora de componer una crónica, un relato: cine como recurso imaginario; provocando, la emergencia de una nueva metodología invadida por el giro audiovisual. Surgen así, nuevos modos de pensar los conceptos acerca del sueño, del artificio, de la magia, de lo real, de la afectación, de la técnica, de la belleza, de los lenguajes, de los espacios, de las geografías, de las relaciones sociales y de la ceremonia. Dicha sensibilidad se corresponde con las transformaciones del espacio urbano: desde la re-planificación de calles y avenidas, la construcción de casas y edificios públicos hasta la intervención de los medios de transporte, los medios gráficos y de comunicación masivos así como también, los cambios en las conductas sociales (nuevas pautas de conducta y políticas del cuerpo). Todos estos movimientos responden al planeamiento estratégico e integral de la ciudad nueva y moderna –cambios arquitectónicos ocurridos en las ciudades de Rio de Janeiro y Buenos Aires, durante el último decenio del siglo XIX y los primeros treinta años del XX-. Dentro de este grupo podemos reconocer a Martín Luis Guzmán (Fósforo), Alfonso Reyes, Horacio Quiroga, João do Rio, José Monteiro Lobato, Roberto Arlt, Mário de Andrade, Jorge Luis Borges, Raúl González Tuñón, Nicolás Olivari, César Vallejo, entre otros artistas). Por otra parte, el desencanto arrasador frente a un lenguaje torpe que se vertebra en el avance feroz de una industria cinematográfica instrumentada por el capitalismo –me refiero, sobre todo, al impacto, del star system americano-, y, en consecuencia, el descrédito y desconfianza por parte de algunos intelectuales en todo aquello que tenga un dejo de cultura de masas y que se leyó como la desilusión ante la pérdida de la integridad, vale decir, representó una verdadera amenaza que preanunciaba la pérdida del carácter de pertenencia a determinado lugar de clase asumido por este grupo: un desgaste de ese lugar que le permitía al hombre de ideas legislar sobre la especificidad de los bienes simbólicos. Como la fotografía, el cine representa un signo 2 de alteridad porque ambas son zonas despreciadas por la versión elitista de la cultura letrada. Y que, por cierto, era consecuencia también del consumo popular de las revistas ilustradas de difusión masiva y de los folletines sentimentales que adelantan cómo la idea de escritura y de lectura se iba modificando. En algunos de los textos producidos en este borde emerge la urgencia por relatar y trasferir algo de lo real, de la realidad vista y acontecida a la página en blanco, vale decir, estos escritores–periodistas emprenden la batalla entre lo unidimensional y lo pluridimensional con recursos modernos; pienso, concretamente, en las crónicas de viaje, de cine, de teatro y en la imposición fotográfica que justifica cierta impronta “objetiva” o de integración -entre la imagen y el texto-; en la utilización del cable de noticia como material de trabajo para la trama de la nota; como también, pienso en el giro argumental y el estilo de algunas ficciones. Vale decir, este “mercado de la escritura” (cf. Rama) fue pensado a la par de las expectativas de un público lector no especializado que desea leer y ver y que aporta un conjunto de fórmulas a través de las cuales la producción cultural encontrará tonos que atienden tanto a formas discursivas cuanto a prácticas, “tramas institucionales e informales animadas muchas veces por iniciativas propias” como las que encuentra Beatriz Sarlo en los folletines sentimentales argentinos que configuran el complejo entramado de El imperio de los sentimientos. En otros sectores, en cambio, el cine representaba un signo problemático debido a que las proyecciones llegan a masas analfabetas que encuentran en ese cine un dispositivo que las entretiene y que las educa o consideran el fenómeno cinematográfico como provocación ante las polémicas del idioma y la estatización de coyunturas políticas, en las que el nuevo arte se convierte en un bastión privilegiado de ansiedades contrahegemónicas, étnicas y nacionalistas. Estas tensiones representan diferentes negociaciones ante el avance de la modernidad que aspira a representar, en cuanto a lo que le compete al cine como arte, dos actitudes bien diferenciadas: admiración y resistencia. Dichos intereses pueden recuperarse en los numerosos textos que se han producido a propósito del cine y en los que incluso sus aportes sobre teoría, como los que resultan de las reseñas de José C. Mariátegui, Francisco Ichazo, Olympio Guilherme, Horacio Quiroga pueden ser pensados a la par de los enfoques de teóricos europeos sobre cine, como los de Rudolph Arnheim, Walter Benjamin, Siegfried Kracauer, André Bazin, entre otros. En las reseñas latinoamericanas, es posible rastrear tanto las singulares condiciones en las que se produjeron como la particular naturaleza del objeto crítico indagado y que, por cierto, en los albores del siglo veinte, aún no estaba definido como arte. La naturaleza de las intervenciones de estos artistas obedecen 3 a las formas privilegiadas de participación pública, algunos eran periodistas, cronistas de matutinos que le contaban a la gente lo que veían en los cines, lo que experimentaban en las calles. Estas crónicas cinematográficas encuentran puntos de contacto entre las prácticas específicas de estos artistas –concretamente, el condicionamiento oculto que emerge cuando frente a la búsqueda de una definición para el cine como arte se recurre a signos conocidos: el teatro, las políticas narrativas en boga, las ideologías del relato literario, las técnicas narrativas en el arte de contar, etc.-. Por lo que muchos de ellos desconocen los límites disciplinares en la construcción teórica de un nuevo lenguaje estético, lo que equivale a decir que los textos producidos en este marco contribuyeron a la discusión imperante en el debate social y político de sus países. Tomando como punto de partida estas tensiones me propongo a lo largo de una investigación que está en sus inicios estudiar las crónicas de cine de João do Rio como espacio intersticial en el que se concretan una serie de experiencias: la de una práctica (ir al cine, recorrer caminando y/o en taxi la ciudad de Rio de Janeiro, escribir), la de un gusto (por el cine, por la crónica), la de una técnica (periodista-escritorperiodista), la de las de formas de mirar-narrar-ser mirado (poética de la ventana) y la de un contexto urbano y sociocultural en permanente movimiento (idea de ciudad moderna). Estas crónicas representan el proceso en que el cronista configura su propia mirada A través de un paseo por la ciudad moderna Do Rio restituye un espacio-tiempo, un ámbito, una atmósfera sociocultural que se direcciona hacia la idea de poder pensar una historia del cine como práctica. No se trata de ver solamente en ellas una forma de crítica de cine, o mejor, no se trata de recomponer a través de su enunciación cuán específicas pueden resultar a fines teóricos, sino articular un discurso crítico y combinar diversas historias materiales y discusiones sobre el lugar del cine como discurso, del cine como “cine como documento de lo social” (Cf. Saítta, 2008). Se trata de observar en el recorrido de un sujeto que reconoce y se reconoce las marcas que permitan restituir una historia como práctica social, vale decir, articular “la construcción discursiva del mundo social con la construcción social de los discursos” (cf. Chartier, 1992). La producción de do Rio resultó de los influjos del proceso de modernización e intervención urbanística dada en la ciudad de Rio de Janeiro a cargo del alcalde Pereira Passos. Dicha influencia se registra en las crónicas a través de un tono “de videncia urbana” que asume una posición ante la escritura muy particular, lo que me permite pensarlo a do Rio en la tradición de los artistas que narran articulando un estilo visual y un notable laconismo fotográfico. Do Rio fue periodista-escritorperiodista y utilizó la crónica como “narrativas urgidas por relatar y transferir algo de lo 4 real en esforzadas batallas contra la opacidad irreductible del lenguaje” (cf. Bernabé, 2006). Si bien sus textos han sido leídos como perteneciente al decadentismo brasileño y ciertamente, el traje del flâneur baudeleriano le sienta muy bien, lo cierto es que las crónicas de Do Rio muestran y adelantan una idea de presente que acusa la mirada de un obervador moderno en la que emerge un concepto de cine como alcance de lo Real, sobre todo cuando en sus crónicas crea una imagen de la sociedad brasileño cual janela. Do Rio se impulsa hacia una voluntad de orden integradora de la fragmentación moderna que puede entenderse como lo que Julio Ramos (1989) denomina “Retórica del paseo”, vale decir, como aquella “narrativización de los segmentos aislados del periódico y de la ciudad que a menudo se representa en función de un sujeto que al caminar la ciudad traza un itinerario -un discurso- en el discurrir del paseo”. En nuestra investigación, articularemos esa idea con lo que ocurre en el marco de la reformulación del espacio urbano y de la intervención conceptual de la arquitectura moderna. Se sabe que en el nuevo planeamiento urbano impuesto por la modernidad una de las modificaciones más notables fue la de instalar aberturas-ventanas en las edificaciones o, la de construir nuevos edificios y casas con grandes ventanas. Ellas serán el motivo de escritura para Do Rio: “O carioca vive à janela (…). Já em tempos tive vontade de escrever um livro notável sobre o “lugar da janela na civilização carioca, e então passeei a cidade com a preocupação da janela”. Entonces: Este recurso de janela-ventana se tensiona en idea, la cual entiendo como abertura que implica tanto una relación directa, un nuevo régimen visual con LO REAL entre el interior y el exterior de una construcción –la teoría del movimiento moderno en arquitectura instala a las ventanas como el único recurso técnico que posee el interior para enterarse del afuera, que posee el exterior para espiar hacia adentro así como habilita, en el caso de Do Rio, a narrar la vida intramuros a través de la ventana. Estas aberturas revelan los cambios morfológicos que su innovación introduce en un concepto de arquitectura: en Rio de Janeiro dichos cambios formaron parte de una planificación que dicta la idea de modos de mirar-espiar; de ser mirado-espiado, de ver para adentro y desde afuera: “Pela manha, ao acordar, escribe Do Rio, o dono da casa, a senhora, os filhos (…) só tem uma vontade: a janela”. La ventana es el medio desde el cual se accede a un mundo pero también es la fuga del mundo sin salirse del él. La ventana marca el punto en que se toca lo propio y lo ajeno y el modo de acceso a la circulación de la calle sin exponerse a sus peligrosos. Estos términos permiten filtrar la idea de ventana como traducción simbólica de la crónica (Raúl Antelo, 2010) y de la pantalla de cine. Esta idea, aplicada al cine, funciona como analogía de la pantalla como concepto, metonimia simbólica de la “ventana al infinito” 5 que inventaron los Lumière y que en las investigaciones de Noël Burch se define como el tragaluz al infinito. Bibliografía Gral.: • Bernabé, Mónica. “Prólogo” a Idea Crónica. María Sonia Cristoff (comp.). Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2006. • Benjamin, Walter. Estética y política. Buenos Aires, Las cuarenta, 2009. • Borge, Jason. Avances de Hollywood. Crítica cinematográfica en Latinoamérica, 1915- 1945. Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2007. • Chartier, Roger. El mundo como representación. Historia cultural entre práctica y representación. Gedisa editorial, Barcelona, 1992. • Martín-Barbero, Jesús. Oficio de cartógrafo. Travesías latinoamericanas de la comunicación en la cultura. Santiago, FCE, 2002. • Montaldo, Graciela. Zonas ciegas. Populismos y experimentos culturales en Argentina. Buenos Aires, FCE, 2010. • Rosset, Clément. 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