Adentro, la prosa del hotel: gente de todas trazas, un claro predominio de edades avanzadas, señoras que peinan canas y tejen sweaters y calcetas con gruesos estambres de lana, que miran de soslayo y se cruzan miradas y forman cuadriláteros de bridge o de canasta. Un ambiente suave de hospitalidad escandinava. Y a esperar otra vez el milagro, la hechicería, la magia del invierno boreal que es gran experto en todas las transformaciones del agua suspendida en los aires y que vuela y que baja hecha estrellas de nieve y polvillo de escarcha... Rättvik, Suecia, 1951. la música de un piano y las parejas que danzan mientras parte un trineo hacia la “Fuente Constelada”. Luego, un silencio cóncavo y unas luces lejanas. 1939-1965 123