Original Cambios en la memoria asociados al envejecimiento

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Gerlátrlka 2006; 22(5):179-185
Original
Cambios en la memoria asociados al envejecimiento
Memory changes related to old age
S. Blasco Bataller, J. C. Meléndez Moral
Resumen
Abstract
En el presente trabajo analizamos los principales
cambios que se producen en la memoria en función de la edad, centrándonos en la etapa del
envejecimiento. Así, plantearemos cuales son los
principales cambios que se producen en cada uno
de los diferentes almacenes de la memoria,
observando que del mismo modo que en algunos
casos se produce un decremento de su
rendimiento, otros aspectos quedan preservados
aunque aumente la edad. Por último también
mencionaremos algunas pautas para la estimulación de la memoria con la edad, pues como capacidad que es, es susceptible de aprendizaje.
In this project we shall analyse the main changes
that take place in memory related to age, focusing
on the ageing stage. Therefore we shall deak with
the different ways in which memory is stored,
noticing, in some cases, that in spite of a decline
in performance, other aspects are preserved even
with an increase in age. Lastly we shall also
mention some norms on memory simulation linked
with age, as on memory stimulation linked with
age, as it is an hability capable of being leamt.
Key words: Ageing. Memory. Change.
Palabras clave: Envejecimiento. Memoria. Cambio.
DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA EVOLUTIVA y DE LA
EDUCACIÓN
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
UNlVERSITAT DE VALENCIA. VALENCIA (ESPAÑA)
Introducción
A lo largo de nuestro desarrollo, las personas, podemos experimentar episodios en los que nuestra
memoria parece no funcionar de una forma tan eficaz
como lo puede hacer normalmente, produciéndose
pequeños olvidos a los cuales generalmente no
damos importancia y a los que atribuimos explicaciones tan sencillas como la acumulación de trabajo, tener mil cosas en la cabeza, etc. Pero, cuando
nos adentramos en la edad adulta y nos encaminamos hacia la vejez, el sentido de estos sucesos
suele cambiar, existiendo una tendencia a atribuirlo a
la edad.
Si bien, el aumento de la edad produce una serie
de declives naturales en muchas funciones, sólo en
la vejez la memoria se convierte en un aspecto destacado por convertirse en una elemento de juicio, así,
mientras que en la juventud, estos fallos de memoria
se entienden como algo circunstancial, ajeno a la
persona y por tanto irrelevante, en los ancianos
21
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S. Blasco Bataller y J. C. Meléndez Moral: Cambios en la memoria asociados al envejecimiento
se consideran como algo interno, intrínseco y estable
(1). Esto, puede resultar algo caro, ya que si las
personas mayores prescinden de actividades mentales estimulantes e enriquecedoras, bien por la idea
de que tienen poca memoria, bien por la falta de
refuerzos, el abandono puede producir por sí mismo
un declive acelerado.
En este trabajo pretendemos analizar cuales son
los principales cambios que se producen en la memoria según nos adentramos en la etapa del envejecimiento; cambios, para los que existen múltiples
causas como la genética, el grado de educación adquirido, el nivel de actividad física desarrollada, el
entrenamiento profesional, el entorno estimular, el
estado de salud física y psíquica, las pérdidas sensoriales (2) o los aspectos biográficos y de personalidad (3), o como los propios cambios de carácter involutivo que se producen en el sistema nervioso a
partir de los 60 ó 70 años y que van aumentando con
el transcurso del tiempo, incrementándose a partir de
los 75-80 años (4). Así, analizaremos la memoria
desde un punto de vista lineal, siguiendo los cambios
que se producen en los distintos almacenes que se
plantean desde la perspectiva del procesamiento de
la información.
Tal y como veremos, parece ser que
independientemente de la variabilidad existente en la
población mayor respecto al rendimiento en las
diferentes tareas cognitivas, algunas de estas tareas
en las que se ve involucrada la memoria, sufren
cambios orientados hacia la disminución del
rendimiento, entendiéndose esta disminución como la
obtención
de
puntuaciones
significativamente
menores que los jóvenes. Quizás, lo que debemos
clarificar es qué es lo que se entiende por la
obtención de puntuaciones significativamente más
bajas.
Hay un envejecer sano y otro patológico, pero los
límites entre ambos no son claros. El envejecer patológico no permite a la persona llegar con pleno uso
de sus facultades a la edad avanzada, pero el
envejecer sano tampoco, pues en muchos casos se
presentan anormalidades en diversas habilidades
cognitivas y mentales y en algunos casos también en
habilidades funcionales. Por ejemplo, el enfermo
de Alzheimer, presenta alteraciones cognitivas en la
memoria, atención, funciones ejecutivas y velocidad
de procesamiento de la información, pero también el
anciano sano presenta alteraciones de este tipo, por
lo que establecer la línea de corte entre el sano y el
enfermo es de gran dificultad (4).
Tomando como instrumento de medida la escala
GDS (Global Deterioration Scale o Escala de Deterioro Global) (5) para las demencias, se puede observar como en el nivel 2 (disminución cognitiva muy
leve), la persona puede quejarse de que su memoria
no es como antes, y presentar quejas subjetivas de
defectos de déficit de memoria en aspectos tales
como olvidar los lugares donde ha dejado objetos o
olvidar
nombres
previamente
muy
conoci22
dos. Así, incluso teniendo en cuenta que al realizar
tareas cognitivas los resultados serán inferiores a los
de las personas más jóvenes, se indica que este nivel
es el normal para las personas de cierta edad.
De esta manera, nos encontramos en una situación en la que el deterioro leve se convierte en lo
normal, así, se hace necesario determinar los cambios reales y en que partes del proceso se producen
para posteriormente poder desarrollar intervenciones
de cara a preservar el máximo tiempo las funciones
cognitivas con el mayor rendimiento posible.
Memoria y envejecimiento
Respecto al concepto de memoria, el uso de un
único término puede indicar que la memoria es un
sistema unitario, aunque complejo, pero obviamente,
esta no es solo un sistema, sino muchos. Este
planteamiento viene dado porque los sistemas varían
en duración de almacenamiento, desde fracciones de
segundo hasta una vida entera; y en capacidad de
almacenamiento, desde pequeños almacenes
momentáneos al sistema de memoria a largo plazo, el
cual parece exceder largamente en capacidad y
flexibilidad al mayor ordenador disponible. Así, la
memoria, queda conceptualizada como un sistema
donde se recogen las experiencias y la información
que recordamos y como un proceso de retención de
las experiencias aprendidas, estando involucrada en
todas las actividades mentales que desarrollamos (6).
De esta manera, partimos de que la memoria es un
sistema funcional complejo, activo por su carácter,
que se despliega en el tiempo en una serie de
escalones sucesivos y que se organiza en diferentes
niveles. Y en lo que no parece haber ningún tipo de
dudas es en que el envejecimiento va acompañado
de cambios en este sistema que se asocian con el
deterioro.
Para entender cómo funciona la memoria seguiremos el planteamiento establecido por Perlmutter y
Hall (7), en el cual distinguen entre lo que denominan
capacidades y contenidos. Las capacidades son
concebidas como las estructuras y procesos,
mientras que los contenidos aluden al conocimiento o
información almacenada. Así, en las estructuras
encontramos la memoria sensorial, la primaria (MCP),
la secundaria (MLP) y la terciaria, de las cuales, tal y
como veremos, no todas evolucionan en el mismo
sentido. Por otra parte, en los contenidos,
encontramos la memoria procedural y la declarativa,
subdividida en episódica y semántica, dentro de las
cuales parece que pueden existir tanto declives como
incrementos. De esta manera, el deterioro no está
presente en todos los tipos de memoria, por ejemplo
no existen diferencias de edad en las tareas que no
precisen un gasto sustancial de recursos cognitivos
(8).
Centrándonos en las estructuras, el primer alma-
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cén que encontramos es la memoria sensorial. Este,
es el almacén que tiene la duración más breve (entre
0,5 y 2 segundos), y corresponde a la retención
inmediata de los efectos sensoriales producidos por
una estimulación y que, incluso, se puede borrar
antes de que la persona tenga conciencia de su
contenido. La función esencial de los registros
sensoriales consiste en permitir que el estímulo inicial se prolongue el mayor tiempo posible, con el fin
de asegurar el tratamiento de la información. Dentro
de ella se diferencia básicamente la memoria icónica, para el sistema visual y la ecoica para el sistema
auditivo.
La diferencia más importante que se establece en
la memoria sensorial con la edad es un aumento del
tiempo requerido para transferir la información desde
este primer sistema a la memoria primaria y secundaria, así como el resultado de la posible influencia de deficiencias visuales sobre la ejecución
mnésica.
El siguiente almacén de información es la memoria primaria o memoria a corto plazo (MCP). Este, es
un sistema de recepción temporal con capacidad
limitada que mantiene la información en la conciencia durante unos segundos (15 a 30 sg.) tras el
aprendizaje.
Una hipótesis sobre el déficit en este tipo de memoria, es la incapacidad de separar los estímulos no
deseados de los deseados, es decir, debido a ciertos
cambios fisiológicos que se producen en la parte del
cerebro que favorece la atención, los pensamientos
irrelevantes para la tarea importunan, y dejan menos
espacio o energía en la memoria de trabajo para
procesar lo que deseamos recordar y memorizar (1).
Por otra parte, las diferencias entre jóvenes y ancianos se manifiestan claramente cuando las tareas
exigen mayor atención, flexibilidad mental y procesos de reorganización del material (9). Así, encontramos problemas en el registro y procesamiento de
la información, pero además la recuperación muestra un empeoramiento, ya que se vuelve más lenta,
de manera que los mayores cometerán significativamente más errores que los jóvenes cuando realicen
este tipo de tareas. Por otra parte, parece importante indicar que estas diferencias se pueden ver disminuidas si los estímulos presentados son familiares.
En este sentido, el déficit asociado a la edad en
los recursos de procesamiento de la memoria puede
paliarse mediante "apoyos ambientales" (10). Es
tos son apoyos que se le dan a la persona mayor
para que el esfuerzo de procesamiento sea menor y
así rindan mejor en la tarea, por ejemplo, en una
encuesta con respuestas alternativas presentadas
por escrito (apoyo ambiental elevado) o presentadas
auditivamente (bajo apoyo), el rendimiento del
anciano sería mejor en el primer caso.
En resumen podemos decir que los resultados
pueden mejorar en las tareas de memoria a corto
plazo siempre y cuando el material sea significativo
así como su organización y el desarrollo de estrategias mediacionales y, además, se dé en contexto
adecuado. Mientras que la adquisición de información en medios no familiares y/o con condiciones de
estrés y situaciones exigentes harán que el individuo
decremente sus resultados (3).
Dentro de la memoria a corto plazo, Baddeley (11)
definió un subsistema que denominó como memoria
de trabajo y que tiene tres funciones básicas. En
primer lugar permite el almacenamiento y procesamiento simultaneo de la información, lo cual exige,
por un lado, mantener activos en un estado accesible los contenidos mentales y, por otro lado,
transformar los contenidos a través de las operaciones mentales. Además tiene una función de supervisión, lo cual supone tutelar y controlar las operaciones y acciones mentales. Por último tiene una
función de coordinación, que pueden suponer tres
cosas: coordinar la información de diferentes fuentes, coordinar operaciones mentales sucesivas en
una secuencia y, coordinar los elementos en estructuras.
Los ancianos muestran un particular impedimento
en las operaciones de memoria de trabajo que requieren realizar (12):
· Una coordinación del procesamiento cognitivo
en tareas de procesamiento mental complejo, así
como la realización de simples operaciones mentales aritméticas.
· La supresión de las estrategias de recuerdo habituales y la producción de secuencias alfabéticas no
familiares.
· Una actualización eficiente en la memoria de
ciertos elementos de la prueba, particularmente
cuando el sujeto se encuentra sometido a una presión de tiempo.
Según parece, las dificultades de integración de la
información de los ancianos vienen dadas por el
enlentecimiento de la memoria de trabajo (13). Este
déficit se ha relacionado además con el deterioro de
los lóbulos frontales (13).
La siguiente estructura que encontramos es la
memoria secundaria o memoria a largo plazo (MLP),
a la cual y a través de la investigación se han
atribuido la mayor parte de diferencias debidas a la
edad (14).
La memoria a largo plazo tiene capacidad ilimitada, y en ella se encuentran almacenados todos
nuestros conocimientos, recuerdos, habilidades e
incluso la información sobre el funcionamiento de los
procesos cognitivos. Este sistema no sólo mantiene
de forma permanente la información, sino que
también interviene activamente en todo el proceso
de recuerdo.
Una ejecución pobre en tareas de memoria secundaria podría ser debida a diferentes factores, tales como fallos en la codificación o asimilación del
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material que se está aprendiendo, problemas para
mantener almacenada la información codificada,
inaccesibilidad al material que ha sido codificado y
almacenado o un déficit en los procesos de interacción entre codificación y recuperación (9).
Parece ser que el deterioro cognitivo del envejecimiento se pone de manifiesto tanto en el proceso
de aprendizaje, como en el de almacenamiento y el
de recuerdo, pero depende bastante del tipo de tarea. Por ejemplo, en tareas de condicionamiento
clásico o de condicionamiento operante, el rendimiento en ancianos se ve disminuido, pero en tareas
como el aprendizaje de un instrumento musical o una
lección de historia, si se les proporciona mayor
tiempo no hay diferencias con los jóvenes (2).
En cuanto a la codificación, es importante el proceso de atención llevado a cabo por el sujeto, pues
cuando la información es tratada profundamente deja
una huella mnésica que permanece durante más
tiempo. Para el tratamiento profundo de la información es necesario focalizar la atención, salvo
cuando el estímulo es muy conocido o sobreviene de
forma inesperada.
Se ha observado que el recuerdo difiere entre jóvenes y ancianos cuando la tarea requiere un procesamiento elevado, siendo superior en jóvenes;
mientras que si la tarea no requiere de tal no hay
apenas diferencias. Esto sugiere que la explicación
que más peso tendría en cuanto al déficit de memoria
en ancianos sería la de un fallo en el proceso de
almacenamiento (en la atención dirigida a los estímulos), pues si fuera en la inaccesibilidad, en el
mantenimiento de la información almacenada o en
los procesos de interacción entre codificación y recuperación (como anteriormente se ha mencionado)
no se produciría tal diferencia. Además la información
una vez depositada en el almacén a largo plazo se
mantiene tan eficientemente en personas jóvenes
como en ancianas (9).
En cuanto a los fallos en la recuperación se observa que son más en las tareas de recuerdo libre,
pues en tareas de reconocimiento o en tareas de
recuperación con señales o indicios mejoran su ejecución, haciéndose menor la diferencia existente
entre jóvenes y ancianos.
En cuanto a la interacción entre codificación y recuperación se ha hipotetizado que los mayores presentan un déficit en la organización espontánea del
material que se les presenta pero que, si se les proporcionan estrategias como instrucciones acerca de
cómo organizar la información, mejoran en su ejecución. No obstante en los ancianos persisten estos
déficits para las listas organizadas, posiblemente
porque codifican menos ítems que los jóvenes por
categoría y no porque sean peores codificando información de orden superior.
En cuanto a la memoria terciaria, muchas personas mayores evocan recuerdos que han permanecido
en la memoria desde su infancia; suelen ser he24
chos o eventos que marcaron su vida. A pesar de los
esfuerzos realizados en investigación, la metodología científica empleada ha sido incapaz de verificar y controlar las fases de adquisición y codificación de los recuerdos autobiográficos y, por tanto,
los resultados tienen poca consistencia (15).
Craik y cols. (13), indican varios motivos de porqué los ancianos recuerdan mejor los sucesos lejanos que los recientes:
· Que los eventos remotos normalmente están
cargados de una mayor valencia emocional que los
cotidianos.
· Que los eventos remotos son seleccionados por
el sujeto (y no por el evaluador).
· Que no están siendo recuperados desde el momento en que ocurrieron, sino desde la última vez
que fueron evocados o repasados.
Así los recuerdos mejor conservados serían los
más importantes para el sujeto y los dotados de mayor carga emocional (16).
Siguiendo con el planteamiento anteriormente indicado de Perlmutter y Hall (7), y por lo que se refiere a los contenidos, la memoria puede dividirse en
memoria procedural o implícita y memoria declarativa o explícita, la cual a su vez se divide en episódica
y semántica. Parece ser que la memoria procedural
o implícita no sufre deterioro (ni si quiera el daño
cerebral suele afectarla) mientras que en la
declarativa o explícita si existen cambios (13, 17,
18).
La memoria procedural no necesita ningún acto
intencional ni para su adquisición ni para su recuerdo, pero su establecimiento no es inmediato, sino
progresivo, mediante la repetición de sus elementos.
Este tipo de memoria se referiría a las habilidades
que se han practicado mucho, convirtiéndose en
automáticas, de forma que las recordamos sin
necesidad de reflexionar ni de pensar de forma
consciente. Pueden ser de tipo cognitivo, como leer
o involucrar un componente motor, como ir en bicicleta, conducir, tocar un instrumento o escribir a
maquina. Este tipo de memoria no se ve deteriorada
por la edad, siendo tan eficientes en este tipo de
actividades las personas mayores como las jóvenes.
La memoria declarativa se refiere a nuestro conocimiento sobre el mundo, almacenándose en ella
dos tipos de contenidos: episódicos y semánticos.
Puede adquirirse con una sola experiencia e inducirse su recuerdo intencionadamente o mediante el
contacto con algún estímulo evocador.
La memoria episódica almacena hechos y acontecimientos que nos han ocurrido a lo largo de la vida, movilizándose de forma consciente y recuperando eventos vinculados a un tiempo y un lugar. Es
decir, implica el recuerdo de hechos concretos y se
refiere a recuerdos que forman parte de la experiencia personal y que son activamente recuperados utilizando información contextual sobre cuándo y có-
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mo se ha dado un determinado acontecimiento. Por
ejemplo, cuando nos preguntamos ¿dónde hemos
dejado las llaves? o ¿cómo ocurrieron aquellos hechos?, necesitamos reconstruir el contexto donde se
dio la experiencia original para contestar a la pregunta.
Referente a este tipo de memoria, al reducir el
soporte ambiental, y por lo tanto incrementar el grado
de procesamiento intencional requerido por la tarea,
los grupos de personas mayores rinden más
pobremente que los más jóvenes, es decir, les cuesta
más retener y recordar sucesos a las personas
mayores cuando la información o el material a
recordar no tiene significado para ellos, no resulta
familiar, y se requiere mayor esfuerzo para codificar y
recuperar dicha información.
En este sentido, hemos de tener en cuenta que,
además, las personas mayores codifican menos datos contextuales (19), de forma que no pueden recordar tantos datos sobre el contexto en el que se
produce el acontecimiento como los jóvenes, a no ser
que este les sea familiar. Siendo así, la diferencia
entre jóvenes y ancianos disminuye por requerir
menor procesamiento intencional.
La memoria semántica constituye un conocimiento
objetivo que ha sido acumulado y organizado, a lo
largo de la vida, más conceptual mente que contextualmente. Este tipo de memoria recupera hechos
y conceptos sin hacer referencia explícita al contexto
en el que fueron registrados inicialmente. Se moviliza
de forma inconsciente y evoca conceptos, símbolos,
palabras, etc., que son necesarios para el lenguaje.
Este tipo de memoria, está bastante preservada
durante la edad adulta avanzada (20) y se postula
que, en el caso de haber diferencias atribuibles a la
edad, éstas sería más probable que fueran debidas
al modo en el cual se organiza este tipo de memoria
(21 ).
Sin embargo, según estudios recientes pueden
existir disminuciones relacionadas con la edad en
algunas tareas relacionadas con este tipo de memoria: vocabulario, fluidez y encontrar palabras en el
discurso espontáneo (9). No se conoce cual es la
fuente de deterioro que provoca estos efectos, pero
se hipotetiza que más que estar en la estructura o en
el contenido de la memoria semántica, se encuentra
en el detrimento de algunos procesos semánticos
debidos al envejecimiento.
Las diferencias entre memoria episódica y semántica son más pronunciadas cuando las características contextuales son codificadas con independencia del contenido (20).
Conclusiones
El deterioro cognitivo es algo normal con el paso
de los años, siempre y cuando éste no sobrepase los
límites de lo patológico. Aunque estos límites es-
tán formados por líneas confusas en las que es muy
complicado establecer un punto de corte concreto
que diferencie lo sano de lo patológico, nosotros hemos pretendido hacer un estudio del envejecimiento
considerado normal, centrándonos en el aspecto de
la memoria.
Así pues hemos concluido que un anciano sin demencia, ante todo, tendrá una velocidad de procesamiento menor que un joven, lo cual influirá en aspectos como la recuperación de la información o en
la asimilación del material presentado por primera
vez; por otra parte la atención y la concentración
también se ven disminuidas con el aumento de la
edad, lo cual afecta de nuevo a la asimilación de información novedosa y también a la memoria en general. Aunque diferenciando tipos de memoria, cabe
decir que en el envejecimiento normal no se ven deteriorados ni el recuerdo de los sucesos lejanos, ni el
conocimiento del mundo acumulado a lo largo de su
historia, ni las habilidades que se han practicado
mucho.
Un 70% de la población se muestra de acuerdo
con que a partir de los 65 años de edad se producen
deterioros en la memoria, pero también un 69%
afirma que se pueden aprender cosas nuevas, no
viendo dicho déficit como irreversible (14, 22). Por lo
tanto, uno de los problemas catalogados como más
conflictivo y para el que no se encuentra fácil solución
es el de los problemas de memoria, pues
correspondería con una combinación entre esta mayor tasa de olvidos en las actividades diarias y una
mayor preocupación por los fracasos de memoria.
Los olvidos, a su vez, crean un sentimiento de pérdida de control sobre el propio comportamiento (23),
así como una inmediata atribución a la edad, y esto
de nuevo recae en una peor ejecución mnésica.
Todos estos aspectos que influyen negativamente
en las capacidades cognitivas del anciano pueden
verse en muchos casos paliados por estrategias tales
como apoyos ambientales o presentación de
estímulos familiares o relevantes para el sujeto.
En definitiva, las personas sin demencia ni ningún
trastorno orgánico mejorarían sus habilidades con
programas de estimulación y el aprendizaje de diferentes estrategias (24).
En algunos estudios se dice que no sirve cualquier
acción que se haga con el anciano, pues se habla de
un entrenamiento y no de un entretenimiento (25).
Así pues, con estos programas se intentará facilitar
la recuperación de una habilidad perdida hasta una
ejecución similar a la que se tenía con anterioridad
(contrario a los programas de entrenamiento a
personas con demencia, que se trabaja con lo que
todavía se puede hacer y no con lo que se ha
perdido). Entonces se trata de generar habilidades y
crear estrategias de una forma multimodal para la
posterior generalización de los efectos. Por lo tanto,
un programa bien diseñado consta con material
asequible
al
grupo,
pero
personal
en25
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S. Blasco Bataller y J. C. Meléndez Moral: Cambios en la memoria asociados al envejecimiento
cuanto que va orientado a las habilidades deficitarias
de la persona y consta de una duración media de
unas 10 a 15 sesiones de una hora (25).
Estos programas, además tienen un valor añadido
a la consiguiente estimulación de habilidades ya deterioradas. Con ellos estamos ayudando a que el anciano se relacione con otras personas de su misma
edad, fomentando así no solo sus relaciones sociales, sino también su autoestima. Algunos autores
postulan que tal vez ese incremento en el estado de
ánimo sea el causante del aumento del rendimiento
en tareas de memoria. Aunque sin dejar de afirmar
que dicho incremento del estado de ánimo puede ser
debido a efectos paralelos del entrenamiento (24).
En la misma línea, cabe decir que otros autores
plantean que a veces tales problemas cognitivos
vienen provocados por problemas de tristeza y
depresión que padecen algunas personas de esta
edad. La idea de la muerte, el evidente deterioro en
las capacidades físicas incluso en algunos casos
intelectuales o las posibles evaluaciones negativas
de la vida, hace que los mayores se entristezcan
tanto que no fomenten una vida activa, lo cual a su
vez provoca el deterioro mental y físico,
cumpliéndose así la profecía autocumplida en sus
capacidades. Así pues parece que la creencia que
se tiene sobre las propias capacidades memorísticas
está relacionada con la eficacia de la misma (26, 27).
Así pues, tal creencia puede estar determinada por
los estereotipos acerca de la edad avanzada, la
autoestima, la motivación por recordar o algún
estado emocional como la depresión.
Partiendo de que está comprobado que en un envejecimiento activo las capacidades no disminuyen
de forma tan drástica, se hace necesario crear programas de intervención que tengan como objetivo
fomentar esa actividad, favoreciendo la calidad de
vida en la última etapa de la vida, y alejándonos del
modelo que sólo se centra en la cantidad de vida.
Para finalizar este trabajo, cabe recordar que un
envejecimiento satisfactorio supone un estado de
salud con características positivas, identificables a
través de un espectro de medidas de salud y que va
más allá de lo funcional y cognitiva, teniendo en
consideración el bienestar psicológico y subjetivo del
individuo.
CORRESPONDENCIA:
Dr. J. C. Meléndez Moral
Departamento de Psicología
Evolutiva y de la Educación
Facultad de Psicología Universitat
de Valencia
Av. Blasco Ibáñez, 21 E-46010
Valencia [email protected]
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