Clemente de Alejandría

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Clemente de Alejandría
Escrito por B. Savir
Tito Flavio Clemente es conocido como al Padre de la Iglesia. Nació posiblemente en Atenas
-aunque otros piensan que en Alejandría- sobre el año 150 y murió -parece ser- en Alejandría
por el año 215. Era de familia pagana y fue educado en el paganismo, pero desde muy joven
se convirtió al cristianismo. Era culto y viajó por el sur de Italia, Siria y Palestina durante largos
años para profundizar en sus conocimientos religiosos y buscar los mejores maestros
cristianos; el más querido para él fue Panteno, jefe de la importante escuela catequética de
Alejandría, quien le atrajo de tal manera que Clemente se asentó en esta ciudad y desarrolló su
actividad doctrinal y literaria, perteneciendo a dicha escuela catequética, donde fue discípulo,
socio y asistente de su gran maestro Panteno y posteriormente, le sucedió como director de la
escuela de catecúmenos. Alejandría era la segunda ciudad del imperio romano y centro de la
cultura helenista.
En Alejandría perteneció al cuerpo presbiteral de la Iglesia y dirigió la escuela catequética.
Posteriormente abandonó ciudad en el 202, para huir de la persecución de Septimio Severo,
refugiándose en Capadocia con su discípulo Alejandro, que posteriormente sería obispo de
Jerusalén. Durante su destierro de casi una década, ejerció su ministerio con gran celo. Murió
poco antes del año 215, sin haber podido regresar a Egipto. En el período en que Clemente
trabajó y escribió, se estaba atenuando, por un lado, aquel sentimiento de espera de un
próximo final de los tiempos (que había dominado a la cristiandad en los años precedentes) y
por otro lado los Padres estaban empeñados en la polémica contra los gnósticos, quienes
sostenían la posibilidad de un conocimiento puramente racional y filosófico de las cosas
divinas, lo que impulsaba a otros cristianos, por su parte, al reivindicar con intransigencia los
derechos de la fe como único instrumento de conocimiento e incorpora la filosofía en la doctrina
cristiana, labor que ha sido llamada “la más audaz empresa literaria de la historia de la Iglesia”.
Clemente fue el primer sabio cristiano, conocedor profundo de la Sagrada Escritura y de las
obras cristianas anteriores a él, e incluso de la literatura profana. Clemente, merece el título de
pionero de la ciencia eclesiástica y en sus obras demuestra tener gran erudición y conocedor
de la filosofía, la poesía, la arqueología, la mitología y la literatura tanto cristiana primitiva como
pagana, conocimiento de la Biblia y de todas las obras post-apostólicas y heréticas. Él percibía
que la Iglesia tenía que plantearse escudriñar y refutar la filosofía y literatura pagana para
cumplir debidamente su misión y deber evangelizador de las naciones, estando a la altura de
los otros pensamientos y sus debates tenían que ser científicos y bien fundamentados.
Sus escritos
Clemente escribió una especie de introducción al cristianismo dividida en tres partes:
Proteptico a los Griegos, el Pedagogo y Stromata (o sea Las alfombras): en él plantea el
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problema de las relaciones entre la fe y la filosofía, y niega, contra los cristianos intransigentes,
que la sabiduría natural de los antiguos griegos estuviese totalmente alejada de la verdad. Los
paganos tuvieron en los filósofos a sus profetas y en la filosofía una primera forma imperfecta
del conocimiento de Dios. Pero este tesoro de sabiduría no es rechazado; sólo, a la luz de la fe,
es preciso discernir la verdad de los errores. Con Clemente de Alejandría toma forma de actitud
filosófica que dominará después todo el pensamiento cristiano medieval, según el cual la
filosofía será “doncella de la teología”.
El Pedagogo es uno de los libros más interesantes de la antigüedad cristiana y en él se
plasma como un retrato admirable del mundo pagano y del mundo cristiano de la época. El
mundo y más el mundo pecador, necesita un pedagogo divino que le dome, moralice, eduque,
instruya, eleve... y ese Pedagogo sólo puede ser y es Cristo. Él no admite diversa moral o
diversa educación espiritual humana entre hombre y mujeres. Todos y todas, niños ante Dios,
deben acudir a ese Maestro, capaz de dirigirnos acertada y eficazmente al fin de nuestros
divinos destinos.
El Protréptico o Exhortación a los Griegos es una invitación a la conversión para que
abandonen la inutilidad y necedad de la idolatría de las creencias paganas y llevarlos a aceptar
la única religión verdadera de la Iglesia. Promete una vida que lleva a la satisfacción de los
más profundo anhelos humanos, como es la redención e inmortalidad. Clemente da a su
escrito un tono polémico de convención soberana y una tranquilidad de certeza de la función
educadora del Logos, estimulando hacia un ideal elevado y tras el estudio de la filosofía de los
distintos autores antiguos conducirlos a la única verdadera filosofía, la religión cristiana.
Los Stromata o Tapices El nombre de Tapices, es semejante a otros muy en boga por
aquel entonces. Era el título preferido de los filósofos y que les permitía tratar las más
variedades cuestiones sin ajustarse a un orden y podían pasar de un tema a otro sin un orden
determinado. Stromata comprende ocho libros, en los que se estudian principalmente las
relaciones de la religión cristiana con la ciencia secular, de la fe cristiana con la filosofía griega.
La respuesta de Clemente es que la filosofía es un don de Dios y fue concedida a los griegos
por la divina Providencia y a los judíos como Ley.
Hay otros muchos libros escritos por Clemente; pero de ellos únicamente conocemos el título
o algún comentario de Eusebio en la Historia eclesiástica; pero siguiendo nuestro objetivo,
pasamos a los vestigios eucarísticos.
La Eucaristía
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Aunque son abundantes los escritos de Clemente de Alejandría, sin embargo, no escribe
directamente sobre la Eucaristía en cuanto a tema central. Es testigo de la práctica litúrgica de
“eucaristizar”, según una norma fija de la Iglesia, el pan y la mezcla de vino y agua, pero no el
agua sola, como lo hacían los herejes encartitos. Hay un pasaje en los que parece dar a
entender en no creía en los sacrificios:(1)
“Nosotros, con razón, no ofrecemos sacrificios a Dios: Él no necesita de nada, siendo el que
da a los hombres todas las cosas. Mas glorificamos al que se dio a sí mismo en sacrificio por
nosotros. Nos sacrificamos a nosotros mismos... Puesto que Dios se complace solamente en
nuestra salvación ”.
Sacado de contexto, puede parecer que Clemente no cree en la Eucaristía como sacrificio de
la Nueva Alianza; pero, no es así, pues el pasaje citado se refiere a los paganos, como dice
seguidamente:
“Por consiguiente, con razón, nosotros no ofrecemos sacrificios al que no está sometido a los
placeres, toda vez que los vapores del humo se quedan muy bajos, muy por debajo de las
nubes más espesas. La Divinidad no tiene necesidad de nada, ni se deleita en los placeres, ni
en el lucro, ni en el dinero; posee todo en plenitud y suministra de todo a los que han recibido el
ser y son indigentes. Y no se equivoca a Dios ni con sacrificios u ofrendas, ni tampoco con
gloria y honores. No se deja conmover por tales cosas. Se manifiesta solamente a los hombres
de bien, que jamás hicieron traición a la justicia, ni bajo el miedo de las amenazas ni bajo la
promesa de importantes regalos ”.(2)
Los sacrificios sangrientos de los paganos no correspondían al concepto cristiano de Dios.
Clemente está de acuerdo con los apologistas griegos, que rechazaban los sacrificios cruentos.
Conoce, sin embargo, el sacrificio de la Iglesia:
“El sacrificio de la Iglesia es la palabra que exhalan como incienso las almas santas cuando al
tiempo del sacrificio el alma entera se abre a Dios ”(3)
Continúa pareciendo que Clemente no reconoce el sacrificio eucarístico de la Iglesia; pero en
todo momento sigue haciendo referencia a los sacrificios paganos y quiere resaltar la diferencia
con el verdadero sacrificio agradable a Dios, pues el carácter espiritual no excluye la oblación
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simbólica de ciertos dones, como tiene lugar en la liturgia. Clemente censura las ofrendas de
los herejes de usar únicamente agua en el sacrificio, y dice:
“Al hablar aquí de Escritura de pan y agua, no se refiere más que a los herejes, que usan pan
y agua en oblación, contra lo que prescribe el canon de la Iglesia. Porque hay quien celebra la
Eucaristía con sólo agua ”.(4)
Vemos que conoce las materias para la consagración: pan, vino y agua, poniéndose en contra
de quienes usaban pan y agua. También, lo que prescribe la Iglesia en su canon para la
celebración de la Eucaristía, y recalca:
“Melquisedec, rey de Salem, sacerdote de Dios altísimo, que dio pan y vino, suministrando
alimento consagrado como tipo de la Eucaristía ”.(5)
Reconoce que la Eucaristía es un sacrificio y un alimento para los creyentes:
“Comed mi carne -dice Él- y bebed mi sangre (lo. 6, 53). Estos son los alimentos apropiados
que nos suministra el Señor: ofrece su carne y vierte su sangre, y nada falta para el crecimiento
de los hijos. iOh misterio increíble! Nos manda despojamos de nuestra vieja y carnal corrupción
y renunciar al alimento viejo, recibiendo, en cambio, otro régimen, el de Cristo. Le recibimos a
Él mismo, en cuanto esto es posible, para introducido dentro de nosotros y así abrazar a
nuestro Salvador, para que podamos de esta manera corregir las pasiones de nuestra carne.
Pero tú no quieres entenderlo así, sino quizás de una manera más general. Escucha también
esta otra manera de interpretar: la carne, para nosotros, representa de manera figurada al
Espíritu Santo; porque la carne es obra suya. Por sangre tendremos el Verbo, porque, como
sangre abundante, el Verbo ha sido vertido en la vida; y la unión de ambos es el Señor, el
alimento de los niños, el Señor que es Espíritu y Verbo. (6)
Pero el pasaje más importante, lo tenemos a continuación:
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“La sangre del Señor es doble: una, carnal, por la cual fuimos redimidos de la corrupción; la
otra, espiritual, con la que fuimos ungidos. Y beber la sangre de Jesús es hacerse partícipe de
la incorruptibilidad del Señor. El Espíritu es la fuerza del Verbo, como la sangre lo es de la
carne.
Por analogía, el vino se mezcla con agua, y el Espíritu, con el hombre. Y lo primero, la mezcla
de vino y agua, alimenta para la fe; lo segundo, el Espíritu, conduce a la inmortalidad. Y la
mezcla de ambos, de la bebida y del Verbo, se llama Eucaristía, don laudable y excelente, que
santifica en cuerpo y alma a los que lo reciben con fe ”.(7)
Vemos cómo hace distinción clara ente la sangre humana y la eucarística de Jesucristo. A
ésta la llama una mezcla de la bebida y del Logos y esta recepción de su sangre -Eucaristíasantifica el cuerpo y el alma del hombre.
1. Stromata 7,3.
2. Stromata 7,3, 14-15.
3. Ibi. 7,6,32.
4. Ibi. 1,19,96.
5. Ibi. 4,25.
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6. Paed. 1,6,42,3-43,2.
7. Pedagogo, 2,2,19,4-20,1.
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