El holocausto de Dresden

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El holocausto de
Dresden: la masacre
de civiles alemanes
Richard Hardwood
El holocausto de Dresden:
la masacre de civiles alemanes
Richard Hardwood
Índice
El holocausto de Dresden: la masacre de civiles alemanes...............................................1
Notas.................................................................................................................................7
El holocausto de Dresden:
la masacre de civiles alemanes
Uno de los mitos más difundidos acerca de las campañas de bombardeos llevadas a
cabo durante la Segunda Guerra Mundial es el de que fueron los alemanes quienes
comenzaron con el bombardeo de ciudades indefensas. De hecho fue la Royal Air Force (1)
la que, deliberadamente, comenzó esta forma de guerra aérea y el Blitzkrieg (2) de la
Luftwaffe (3) sólo constituyó una respuesta a este ataque. Al discutir el bombardeo de
ciudades hay que tener en claro la diferencia existente entre el bombardeo táctico (4) y el
bombardeo estratégico. (5) Una ciudad es atacada con bombardeo táctico, ya sea desde
el aire o mediante la artillería, para cubrir o facilitar el ataque de las tropas. El
bombardeo estratégico de un sitio cualquiera no tiene otra razón que la de destruir la
mayor cantidad posible de edificios y matar a la mayor cantidad posible de personas. A
los alemanes, después de la guerra, se los enjuició alegándose que habían matado a
judíos civiles. Sin embargo los británicos no fueron enjuiciados por asesinar
deliberadamente a civiles alemanes durante sus raids de bombardeos aéreos sobre
objetivos civiles tales como Dresden.
Durante la guerra, aproximadamente 537.000 civiles alemanes resultaron muertos por
el bombardeo aliado. En Gran Bretaña se estima que perecieron 60.000 civiles a causa
del bombardeo alemán. Sesenta y un ciudades alemanas, que contaban con una
población total de 25 millones de habitantes, resultaron totalmente destruidas.
En Gran Bretaña, la destrucción a gran escala se limitó a las partes céntricas de
Londres, a Coventry y a Plymouth. La decisión británica de provocar estas muertes
al azar (descripta por el experto militar e historiador Capitán B.H Liddel Hart como
“el método más bárbaro de guerra que haya conocido el mundo desde las invasiones
mongoles”) fue mantenida en secreto. J.M. Spaight, un ex-secretario principal del
ministerio del Aire británico, escribe: “Temimos darle a nuestra decisión del 11 de
mayo de 1940 la publicidad que se merecía porque teníamos dudas acerca del efecto
psicológico que ocasionaría la distorsión propagandística de la verdad en cuanto a que
habíamos sido nosotros los que iniciamos la ofensiva de los bombardeos estratégicos.
Nuestro temor, con toda seguridad, fue un error. La decisión fue espléndida.”
Esa noche, dieciocho aviones bombarderos Ffiitley atacaron estaciones de ferrocarril
en Alemania. El día 15, noventa y nueve aviones se enviaron a bombardear la zona del
Ruhr. Más raids se hicieron contra la zona de Hamburgo, Bremen, otra vez el Ruhr y
Frankfort. En junio, el comando de bombardeos (6) estaba preparando un explosivo
especial para incendiar las cosechas y los bosques de los alemanes. Durante ese mes, los
alemanes se abstuvieron de responder en forma idéntica.
Finalmente, reaccionaron en un intento de detener a los bombardeos mediante un
ataque a los aeropuertos británicos, para impedir el despegue de los aviones de la
RAF. Pero para Churchill - el verdadero promotor de la novedad estratégica - esta
respuesta no fue suficiente. Quería que los alemanes fuesen provocados a bombardear
ciudades inglesas a fin de que la población británica terminase odiando realmente a un
enemigo que, hasta entonces, parecía relativamente lejano. El 25 de agosto, ochenta y
un bombarderos fueron enviados en lo que sería la primera de una serie de ataques
nocturnos sobre Berlín. No fue sino hasta el 7 de septiembre (tres meses después del
ataque británico) que la Luftwaffe replicó de un modo similar con un ataque sobre
Londres. Algunas semanas más tarde, los alemanes tomaron la iniciativa y propusieron
una tregua en los bombardeos; aún a pesar de que, en ese momento, la Luftwaffe todavía
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tenía una superioridad enorme en poder de bombardeo. Pero los británicos no quisieron
una tregua. Bombarderos más pesados ya estaban en producción para la RAF y la
campaña contra Alemania fue en aumento.
Por su parte, los ataques alemanes contra Inglaterra fueron mermando durante la
primavera de 1941 y prácticamente cesaron cuando la Luftwaffe fue transferida al frente
del este. Por lo que se pudo apreciar, los alemanes estaban más interesados en combatir
y destruir a los bolcheviques que en masacrar a civiles británicos. Los alemanes,
efectivamente, realizaron ataques de represalia sobre ciudades históricas británicas tales
como Coventry y Plymouth, a modo de venganza por los ataques incendiarios de la
RAF sobre Rostock, Lübeck y Colonia durante la primavera de 1942. Pero, fuera de
estos ataques aislados, hubo poco bombardeo estratégico sobre Inglaterra hasta que
aparecieron las primeras bombas teleguiadas (las famosas bombas V) en 1944. A pesar
de que los ingleses originalmente habían previsto destruir el poderío industrial del
enemigo mediante ataques a objetivos específicos, pronto descubrieron que esos
objetivos eran difíciles o imposibles de atacar durante la noche. El paso de bombardear
accidentalmente blancos civiles a bombardear deliberadamente civiles indefensos, fue
rápido de dar. En septiembre de 1943 los capitanes de los bombarderos llevaban la
instrucción de atacar a cualquier objetivo de una zona urbanizada, en el supuesto caso
de que no consiguiesen hallar el blanco especificado. Cuando se atacó a Manntieim, en
diciembre de 1943,1as órdenes eran “concentrarse sobre el centro de la ciudad.” El
primer ministro Winston Churchill propuso fervorosamente bombardear personas por el
sólo hecho de ser personas. En julio de 1941, de acuerdo a los historiadores oficiales de
la RAF, Churchill era un “entusiasta... del bombardeo masivo de ciudades alemanas” y
en agosto repetidamente urgió la toma de medidas al respecto. En enero de 1941,
cuando las instalaciones petroleras fueron designadas blanco principal, Churchill
lamentó que las plantas en cuestión estuviesen, en su mayoría, lejos de los centros
poblados.
Para el verano de 1941 el bombardeo británico era, efectivamente, indiscriminado.
Solamente la tercera parte de los aviones se hallan registrados como habiendo dejado
caer sus bombas en un radio de 5 millas (7) del blanco. Lo ilustra el ejemplo del 1 de
octubre de 1941 cuando, a pesar de que los blancos específicos eran Karlsruhe y
Stuttgart, los aviones del comando de bombardeos fueron identificados volando sobre
veintisiete ciudades alemanas diferentes. En julio, los bombarderos recibieron la orden
de realizar “ataques masivos, concentrados y continuos sobre áreas industriales y
barrios obreros.” El ministro del Aire, Sir Archibald Sinclair, expresó estar
“completamente de acuerdo” con otro miembro del parlamento quien había urgido a
“bombardear barrios obreros... matando en nombre del Señor.” Anthony Eden,
secretario de Relaciones Exteriores, sugirió que se atacasen principalmente los pueblos
escasamente defendidos con población inferior a los 150.000 habitantes para lograr
mayores efectos psicológicos.
El comando de bombardeos asumió su nueva vocación de exterminio masivo desde el
aire con una serie de ataques gigantescos en los que se emplearon nuevas técnicas
incendiarias. Para ensayarlas, se eligió a la histórica ciudad de Lübeck. A pesar de que
era “un sitio relativamente sin importancia, constituía uno de los lugares más
inflamables de Alemania”, escribieron los historiadores oficiales de la RAF. Gran parte
de la ciudad fue arrasada por el fuego la noche del 28 de marzo, incluyendo a la catedral
y a numerosos edificios históricos, la ciudad prendió fuego como una caja de fósforos
en virtud de sus callejuelas estrechas y su gran cantidad de edificios de madera. La
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ciudad gemela de Lübeck - Rostock - corrió la misma suerte pocas semanas más tarde.
Exactamente igual que Lübeck, de acuerdo a los historiadores oficiales, Rostock
“era inflamable porque tenía muchos edificios medievales y también, al igual que
Lübeck, estaba escasamente defendida.” En una serie de cuatro ataques nocturnos, el
60 % de la ciudad fue destruida por el fuego. Las ciudades mencionadas estaban tan
escasamente defendidas que los bombarderos volaron a apenas 2.000 pies (8) de altura.
El 30 de mayo se lanzó el primer ataque de mil bombarderos. El objetivo fue
Colonia. Otra vez se creó una gigantesca tormenta de fuego que pudo ser vista a
240 kilómetros de distancia. Casi 2 kilómetros cuadrados del centro de la ciudad
quedaron reducidos a cenizas. A lo largo de 1943, 1a campaña de destrucción se
intensificó. Los ataques se dirigieron a las ciudades del área del Ruhr: Düsseldorf,
Essen, Duisburg y nuevamente Colonia. Con la excepción de las instalaciones de la
Krupp en Essen, los ataques estaban dirigidos directamente al centro de las ciudades
porque esta parte era la que ardería más fácilmente. La destrucción de las fábricas,
según el Mariscal del Aire Harris, “podía considerarse como un premio
adicional.” Durante el mes de julio, Hamburgo fue consistentemente bombardeada por
cuatro días consecutivos: los norteamericanos de día y los ingleses de noche, la
tecnología había progresado tanto que cuatrocientos aviones, en quince minutos, podían
ya lanzar tantas bombas como los mil aviones habían lanzado sobre Colonia en una
hora. Para empeorar aún más las cosas, Hamburgo estaba sufriendo una extraordinaria
ola de calor, a causa de la cual hasta las temperaturas nocturnas pasaban los 32 °C. El
resultado fue que las bombas incendiarias levantaron un gigantesco tifón de fuego que
destruyó 16 kilómetros cuadrados de la parte más densamente poblada de la
ciudad. Murieron más de 48.000 personas, el 60 % de las cuales eran mujeres.
Berlín recibió el mismo tratamiento desde noviembre de 1943 hasta 1944. Durante la
primavera de 1944 los ataques menguaron ya que los bombarderos fueron empleados
para apoyar la invasión aliada a Normandía. Sin embargo, también aquí su puntería dejó
bastante que desear. Los bombarderos aliados dejaron el centro de Caen reducido a
escombros y mataron a muchos civiles; pero los pocos soldados alemanes que se
hallaban en la ciudadela salieron ilesos. Más tarde se destruyó a Le Havre, mucho
después de que los alemanes se retiraran de la ciudad. Después de que la RAF anunció
el bombardeo de un depósito de petróleo en un pueblo holandés, se descubrió que el
supuesto depósito había sido un tanque de agua y los supuestos alemanes nada más que
unos huérfanos holandeses. Posteriormente, durante el transcurso de la guerra, la
United States Air Force (9) llegaría hasta a bombardear por error a Basilea, Zúrich y
Schaffhausen (dos veces), todas ciudades de la Suiza neutral. Pero el ejemplo más
destructivo de este bombardeo del terror - como lo han descrito los historiadores de la
RAF - estaba aún por venir. En febrero de 1944 se decidió el bombardeo de Dresden
(en Alemania oriental), una hermosa ciudad barroca cuya población normal de 500.000
de personas había crecido con varios cientos de miles de refugiados que huían del
avance soviético. De hecho, los rusos ya estaban a apenas 100 kilómetros de la ciudad
completamente indefensa.
Sir Robert Saundby, vicecomandante del comando de bombardeos, no pudo creer lo
que veían sus ojos cuando llegó la orden de bombardearla. Tan alterado estaba, que
solicitó la confirmación al ministerio del Aire. Su mensaje fue enviado a Churchill,
quien se hallaba en Yalta. Ansioso por impresionar a los soviéticos, Churchill respondió
confirmando que se bombardease a Dresden en la primera oportunidad que
se presentase. La RAF atacó en la noche del 13 de febrero, con un plan cuidadosamente
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elaborado que preveía la creación de un huracán de fuego igual al que, por pura
casualidad, había devastado a Hamburgo. El área del blanco, constituido por el centro
de la ciudad, fue primero marcada con bombas indicadoras.
La primera de estas indicadoras cayó sobre el mayor complejo hospitalario de Sajonia
- desde una altura de menos de 800 pies. (10) Tras ello siguió un ataque masivo que
alfombró toda el área dejando la ciudad en llamas. El segundo ataque mayormente con
bombas incendiarias de termita, se programó para tres horas más tarde de modo tal que
los bomberos (que arribarían también de otras ciudades para apagar el fuego) resultasen
víctimas del ataque. No hubo ninguna oposición en absoluto. Ningún caza alemán y
ningún fuego antiaéreo. La ciudad era un pato sentado. La tormenta de fuego pudo ser
vista a 300 kilómetros de distancia.
Al día siguiente, mil trescientos cincuenta Flying Fortress de la USAF atacaron la
ciudad durante el día, a pesar de que las llamas aún estaban ardiendo. Los cazas escoltas
tenían instrucción de descender al nivel de los tejados y barrer blancos de oportunidad.
Abrieron fuego sobre masas de gente que atestaban las rutas fuera de Dresden y sobre
casi cualquier cosa visible. La costa del río, repleta ya de cadáveres, a la cual muchos
sobrevivientes habían llegado huyendo de las llamas, constituyó un blanco especial. Un
grupo de niños, del famoso coro de la Iglesia de Kreuzkirche, fue masacrado en la calle
del zoológico. Prisioneros de guerra británicos, que habían sido puestos en libertad ya
que sus campos de internación estaban ardiendo, fueron ametrallados también. Uno de
los aviones voló tan bajo en su afán de masacrar a los sobrevivientes que chocó contra
un vagón de ferrocarril y explotó. A pesar de las condiciones de visibilidad diurna, un
grupo de bombardeo perdió su ruta y propinó, por error, un bastante duro ataque a
Praga. El hecho fue un drama especialmente agudo para el navegante de uno de los
aviones quien había nacido y crecido en la ciudad y que había huido a Norteamérica
para escapar de la invasión alemana.
El ataque simultáneo a la cercana Chemnitz fue menos exitoso. La mayoría de las
bombas cayó sobre Hof y Sonnenberg por error. Varios aviones atacaron a Cheb, en
Checoslovaquia, a Plauen y a Magdeburg. A la noche del mismo día, las tripulaciones
británicas que habían tenido sólo seis horas de sueño después del ataque a Dresden,
recibieron instrucciones de realizar otro ataque a Chemnitz. A las tripulaciones del
Grupo Nro. 1 se les informó que: “Esta noche vuestro blanco será Chemnitz. Iremos allá
a atacar a los refugiados que se están concentrando, especialmente después del ataque
de anoche contra Dresden.”
Esa noche, 730.000 bombas incendiarias fueron arrojadas sobre Chemnitz pero con un
resultado sensiblemente inferior al holocausto de Dresden. En su vuelo de regreso, los
aviadores de la RAF pudieron ver las llamas de Dresden que continuaba ardiendo. En
realidad, la ciudad ardió durante siete días y ocho noches, de acuerdo al diario de un
prisionero de guerra inglés que se hallaba allí. Durante varios días después del ataque,
Dresden se mantuvo cubierta por una niebla de humo y hollín.
Una constante lluvia de cenizas, húmedas y negras, cayó sobre la campiña
circundante. Prisioneros de guerra ingleses en el Stalag IV B a 40 kilómetros de la
ciudad, resultaron cubiertos con partículas de vestimenta carbonizada y papel calcinado
durante tres días. De toda la provincia partieron inmediatamente convoyes
transportando provisiones. En la ciudad los esperaban escenas increíblemente
macabras. Dos trenes, repletos de niños evacuados, habían recibido impactos
directos. Los cuerpos de los pequeños se hallaban apilados, en montículos, en el patio
de la estación. 600 refugiados, que habían buscado cobertura en el sótano abovedado de
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la estación, resultaron muertos. 100 de ellos murieron quemados vivos por las bombas
incendiarias y el resto pereció asfixiado por las emanaciones y el humo. De los
diecinueve hospitales más importantes de Dresden, dieciséis resultaron dañados y tres
totalmente destruidos. En la escuela de Vitzhum, que estaba siendo usada como hospital
de emergencia, sólo 200 de los 500 pacientes resultaron evacuados a tiempo. Los 300
sin evacuar murieron en sus lechos. En la maternidad de Johannstadt resultaron muertas
200 personas, pero sufrieron tantas y tan horribles mutilaciones que sólo 138 pudieron
ser identificadas.
Durante varios días después del ataque, las calles quedaron cubiertas de cadáveres.
La prioridad número uno consistió en desenterrar los sótanos de las casas
derrumbadas ya que muchas personas se habían refugiado en ellos. Algunas de ellas
todavía estaban vivas. Pero cuando un sótano fue abierto, el soldado rumano que había
estado cavando se negó á bajar. Más tarde, un oficial descendió por las escaleras y
encontró que los últimos peldaños estaban un tanto resbaladizos. De hecho, todo el piso
del sótano se hallaba cubierto por una capa de entre 25 y 30 centímetros de espesor,
hecha de una mezcla de sangre, carne y huesos. Una pequeña bomba explosiva de alto
poder había cruzado limpiamente los cuatro pisos del edificio para terminar explotando
en el sótano. El oficial mencionado sólo pudo dar la orden de que se cubriese todo con
cal clorada y se dejase secar. La estimación de las personas muertas en aquel lugar fijó
en 200 la cantidad probable de víctimas. Las cuadrillas de rescate hallaron también
docenas de personas dentro de los tanques de agua de emergencia que habían sido
construidos en las principales plazas de la ciudad. La gente se había tirado dentro de
esos tanques en su desesperación por apagar el fuego de sus ropas y, en el pánico, no
había podido salir de nuevo. Todos murieron ahogados.
La Lindenau Platz se hallaba cubierta de cadáveres. Cientos de cuerpos desnudos
(gente que se había arrancado la ropa ardiendo) se hallaban esparcidos alrededor de un
refugio de espera de tranvías. En la Seidnitzer P1atz, 200 personas estaban sentadas
exactamente en la misma posición en la que habían estado durante la noche del
ataque. Sólo que estaban muertas. Los animales se escaparon del zoológico de la ciudad
y de un circo estable. Llamas, (11) leones y caballos deambulaban por las calles. Los
cuervos se comían los cadáveres de caballos de circo muertos sobre la costa del río.
Muchas de las víctimas estaban tan achicharradas y carbonizadas que, literalmente,
hubo que despegarlas del asfalto derretido y palear sus restos. Muchos cuerpos se
habían achicharrado a menos de la mitad de su tamaño normal. Este tipo de restos tuvo
que ser metido dentro de bolsas de papel traídas de una fábrica de cemento de las
cercanías.
La tarea de contar, identificar y sepultar a las víctimas de un holocausto de estas
dimensiones resultó espantosa. Se creó toda una oficina pública especial para tratar de
dominar la situación. Pero, al final, sólo se pudieron hacer estimaciones acerca del
número total de muertos ya que la identificación terminó por demorar los trabajos de
sepultura con el consiguiente peligro de epidemias. Los cadáveres terminaron siendo
apilados en las calles de la ciudad, o al lado de las vías del ferrocarril, y carros tirados
por caballos los transportaron hasta enormes tumbas masivas abiertas fuera de la
ciudad. Sin embargo, la tarea resultó ser de tal magnitud que camiones policiales
tuvieron que ser llamados de lugares tan distantes como Berlín para dar abasto. Después
de semanas enteras aún no se había conseguido terminar. El hedor de carne putrefacta
invadió a ciudad. Ratas increíblemente enormes podían verse merodeando por
las ruinas, sus cuerpos manchados con cal seca. En un momento dado, las autoridades se
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vieron forzadas a cremar los cuerpos en plena calle. La zona alrededor del Altmarkt fue
acordonada y grandes piras funerarias se construyeron utilizando vigas y ladrillos de
edificios derrumbados para hacer las hornallas. 9.000 cadáveres fueron cremados de
esta forma.
Siete u ocho grandes recipientes conteniendo alianzas, mayormente de oro, habían
sido dispuestos para facilitar las tareas de identificación. Los anillos, con un valor
aproximado de cerca de 1 millón de libras esterlinas, cayeron en las manos del ejército
rojo que los secuestró como botín de guerra cuando los soviéticos invadieron Dresden,
el 8 de mayo. Los 300 empleados públicos que trabajaban en la oficina de identificación
fueron despedidos cuando los soviéticos se hicieron cargo de la administración
pública. Durante el interrogatorio al jefe de la oficina en cuestión, el comandante
soviético insistió en que las fuerzas aéreas anglo-norteamericanas no podían constituir
un arma de guerra tan eficaz. A raíz de esta opinión suya, se rehusó a aceptar la
estimación de 135.000 muertos, hecha por las autoridades alemanas, y, con total
parsimonia, procedió a tachar el primer dígito de esa cifra.
No obstante, el ataque a Dresden ha entrado en la Historia como el bombardeo más
atroz que jamás haya sido llevado a cabo. De acuerdo a las estadísticas oficiales, el
ataque con bombas incendiarias a Tokio mató solamente a 84.000 personas y la bomba
atómica de Hiroshima a sólo 71.000. Posiblemente fue la horrenda magnitud de esta
masacre lo que inhibió a los aliados de enjuiciar a los alemanes por haber organizado el
Blitz sobre Londres. El doble criterio involucrado en una acusación así, habría sido
simplemente demasiado obvio. Sin embargo no les pareció así a los soviéticos quienes,
en Núremberg, demandaron que se acusase a Göring de haber cometido ese crimen. El
argumento soviético decía: “Los ataques alemanes fueron la obra de criminales de
guerra nazis quienes hicieron llover la muerte sobre trabajadores inocentes y sobre sus
mujeres e hijos. Los ataques aliados, por el contrario, fueron llevados a cabo por las
fuerzas vengadoras de la democracia a los efecto de hacer salir a las bestias fascistas
de sus madrigueras y erradicar al imperialismo y al nazismo.”
A modo de irónico epílogo a esta sangrienta historia, hace algunos años atrás se supo
que un miembro del Grupo Sionista 62, Gerry Gable, invadió el domicilio del autor de
un libro sobre Dresden (David Irving) a fin de determinar si el mencionado autor era
- o no - un nazi secreto. Gerry Gable trabaja ahora como investigador para el programa
de fin de semana London Programme de la televisión londinense.
Muchos de los datos citados aquí han sido tomados de este muy bien documentado
libro: The destruction of Dresden (La destrucción de Dresden) publicado por
William Kimber, en 1963, en Londres.
-6-
Notas
(1)
Del inglés: Real Fuerza Aérea. Abreviada en su idioma original como RAF, es la
rama aérea de las Fuerzas Armadas Británicas. (Nota de la EDITORIAL KAMERAD)
(2)
Del alemán: guerra relámpago. Nombre popular para una táctica militar de ataque que
implica un bombardeo inicial, seguido del uso de fuerzas móviles atacando con
velocidad y sorpresa para impedir que el enemigo pueda llevar a cabo una defensa
coherente.
(3)
Del alemán: arma aérea. Supo ser la fuerza aérea alemana en la época
nacionalsocialista. (Nota de la EDITORIAL KAMERAD)
(4)
En inglés: bombardment. (Nota del traductor)
(5)
En inglés: bombing. (Nota del traductor)
(6)
En inglés: bomber commando. (Nota del traductor)
(7)
Aproximadamente unos 8 kilómetros. (Nota de la EDITORIAL KAMERAD)
(8)
Aproximadamente unos 600 metros. (Nota de la EDITORIAL KAMERAD)
(9)
Del inglés: Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Abreviada en su idioma original
como USAF. (Nota de la EDITORIAL KAMERAD)
(10)
Aproximadamente unos 240 metros. (Nota de la EDITORIAL KAMERAD)
(11)
Es decir, los animales de ese nombre. (Nota del traductor)
-7-
“Abrieron fuego sobre masas de
gente que atestaban las rutas fuera
de Dresden y sobre casi cualquier
cosa visible. La costa del río, repleta
ya de cadáveres, a la cual muchos
sobrevivientes habían llegado
huyendo de las llamas, constituyó un
blanco especial. Un grupo de niños,
del famoso coro de la Iglesia de
Kreuzkirche, fue masacrado en la
calle del zoológico.”
(Richard Harwood)
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