Relatoría - Centro de Estudios Políticos y Constitucionales

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Jornada conmemorativa de los 250 años de la publicación “Del tratado de los delitos y las
penas” de Cesare Beccaria
(Por Pablo Castaño, estudiante del Máster Universitario en Derecho Constitucional del CEPC,
2014)
La jornada fue inaugurada por Benigno Pendás, director del CEPC, Pedro González-Trevijano,
magistrado del TC, y Luis Arroyo Zapatero, Rector honorario de la Universidad de Castilla-La
Mancha. Los tres autores destacaron la importancia del legado de Cesare Beccaria en nuestro
actual ordenamiento constitucional, en preceptos como el artículo 25 de la Constitución Española,
que establece la orientación de las penas a la resocialización. Además, el director del CEPC y Luis
Arroyo advirtieron contra el actual cuestionamiento del orden constitucional por posturas políticas
que Pendás calificó de “populistas”.
Conferencia Mario Pisani, (Universidad de Milán): “Beccaria, el personaje y la obra”
El profesor italiano expuso testimonios de autores de la época, que alaban al joven Beccaria como
matemático, poeta y filósofo, antes incluso de que escribiese su gran obra De los delitos y las
penas en 1764, a la edad de 25 años. Alguno de sus rasgos más destacados fueron la audacia y
la propensión a la esperanza, lo que le llevó a escribir una obra que Pisani define como
“patrimonio de la cultura europea y de la Humanidad”. El enorme número de traducciones de su
obra atestigua, para el profesor, que la misión de Beccaria fue cumplida. El principio de legalidad
penal, la prohibición de los castigos crueles y degradantes y otros principios formulados por el
autor se plasman hoy en día en Tratados Internacionales y Constituciones de todo el mundo.
Mesa Redonda Mari Paz Alonso Romero, (Universidad de Salamanca): “El ambiente de los
juristas ilustrados en la recepción de Beccaria”
A finales del siglo XVIII en España, hurtos de cualquier entidad eran castigados con la pena de
muerte, bastando el testimonio del propietario y otra persona para considerar probado el delito. En
ese contexto de vigencia de las normas penales del Antiguo Régimen, la Pragmática de Felipe V,
puesta en vigor por Carlos III en 1764, fue el primer intento normativo de avanzar hacia un
Derecho penal moderno y humanista. En la corte del Rey Ilustrado había un ambiente crítico que
condujo a intentos de racionalización de las leyes penales; llegó a discutirse la elaboración de un
Código Criminal. La crítica de las normas del Antiguo Régimen también era patente entre
abogados y académicos de la Universidad de Salamanca.
Marta Lorente, (Universidad Autónoma de Madrid): “Beccaria y el primer Código Penal español”
La intervención de Lorente se centró en cuestionar algunos tópicos que comparte la mayoría de
constitucionalistas acerca de la influencia de la obra de Beccaria en el ordenamiento jurídico
español. La profesora señaló la necesidad de abandonar cualquier tentación teleológica según la
cual habría un tendencia universal a la humanización del sistema penal, para centrarse en
contextualizar las evoluciones del Derecho en el momento histórico concreto en que se producen.
Partiendo de esta premisa, Lorente explicó cómo rasgos fundamentales de la obra de Beccaria
fueron rechazados por los constituyentes de Cádiz de 1812, aunque se aceptasen elementos
concretos como la abolición del tormento. Los juristas españoles rechazaron el racionalismo de
Cesare Beccaria porque contradecía la fundamentación de las normas en la religión y la historia.
En 1822 se promulgó el primer Código Penal español pero siguieron vigentes múltiples normas
canónicas y tradicionales, lo que impide hablar de una aplicación real de la legalidad penal en ese
periodo. La profesora Marta Lorente explicó que las Cortes de Cádiz tenían una visión historicista
del Derecho, frente al contractualismo de Beccaria.
Luis Arroyo Zapatero, (Universidad Castilla- la Mancha): “Beccaria, su traducción y la pena de
muerte en España
Uno de los principales elementos de De los delitos y las penas de Beccaria era el rechazo de la
pena de muerte. Este punto fue causa de conflicto entre liberales como Campones y Jovellanos y
la Inquisición. Según la institución religiosa, la pena capital había sido creada por Dios en el
Antiguo Testamento, por lo que negarla era una blasfemia. La censura inquisitorial determinó que
solo pudiesen acceder al libro ciertos personajes privilegiados como Jovellanos.
Sergio García Ramírez, (Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM): “Beccaria en América”
El antiguo presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos se planteó ciertas
preguntas para evaluar si se han cumplido en nuestros países las prescripciones beccarianas:
¿Se retrajo el orden penal a su dimensión inevitable? ¿Fue abolida la pena de muerte?
¿Desapareció la tortura? ¿Funciona la prevención del delito? ¿Sirve la pena a sus fines?
¿Prevalece la igualdad en los procesos? ¿Cesó la impunidad? La conclusión fue que si bien el
legado de Beccaria palpita en la política criminal y en las instituciones internacionales
latinoamericanas, de la ley a la realidad hay un trecho. Así, señaló el uso excesivo de la prisión
preventiva en América Latina, las medidas de amnistía para autores de graves violaciones de
Derechos Humanos y el régimen de acuerdos en materia penal, criticado por autores como Alcalá
Zamora y Ferrajoli. Finalmente, García Ramírez advirtió sobre las tentaciones de muchos Estados
de volver al Estado policial, poniendo en entredicho el Estado de Derecho.
Gonzalo Quintero Olivares (Universidad Rovira i Virgili): “Actualidad de Cesare Beccaria”
El penalista Quintero Olivares encuadró a Beccaria dentro de los defensores del Derecho penal
mínimo y lamentó que el actual Derecho penal español camine en la dirección contraria: una
creciente exacerbación de las penas. Puso el siguiente ejemplo: si se aprueba el actual proyecto
de reforma del Código Penal, una encadenación de delitos contra la propiedad por valor de menos
de 1500 euros puede implicar una pena de 6 años de prisión, lo que es desproporcionado. Por
otro lado, el profesor celebró el internacionalismo en materia penal, que se ve amenazado por el
recurso de los Estados a supuestas tradiciones jurídicas nacionales para justificar medidas
excesivamente represivas, como algunos elementos del sistema español de cálculo de penas.
Víctor Moreno Catena, (Universidad Carlos III): “Beccaria y la reforma del proceso penal hoy”
La presunción de inocencia fue uno de los principales conceptos introducidos por De los delitos y
las penas y Moreno Catena parte de este principio para explicar la evolución del proceso penal
inquisitorial al acusatorio. Este último es el modelo moderno de investigación penal, que busca la
verdad garantizando los derechos de la persona acusada, frente al sistema inquisitivo, que
recurría a la tortura para averiguar los hechos relevantes para el proceso. De acuerdo con el
profesor, sigue presente la tradición inquisidora en los procesos penales europeos. “Corren malos
tiempos para las garantías desde el 11 de septiembre”, lamentó el profesor, ante el retroceso de
Estados Unidos y otros países en el ámbito de los derechos de los detenidos y los reos, con
ejemplos como la prisión ilegal de Guantánamo. Frente a estas derivas represivas, Moreno
Catena afirmó que la justicia social y la solidaridad son la mejor forma de prevenir la delincuencia.
Adán Nieto Martín, (Universidad Castilla- la Mancha): “Beccaria y el Derecho penal de la
globalización”
El principio Nulla poena sene lege exige que toda norma penal tenga rango de ley, algo
cuestionado por la actual internacionalización del Derecho penal. Este fenómeno hace que las
principales tendencias de la actual política criminal (cada vez más punitiva) sean decididas en
ámbitos distintos del Parlamento. Los Estados que quieren ampliar su sistema penal buscan la
organización internacional más favorable a sus tesis para legitimar su política, lejos del escrutinio
democrático. Para el autor, estas prácticas suponen una traición de los principios ilustrados y
contractualistas beccarianos, ya que violan el principio de reserva de ley en materia penal. El
sentido de este principio es facilitar la accountability de los legisladores en un ámbito tan
relacionado con los Derechos Fundamentales como el Derecho penal.
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