CARLOS ALBERTO JIMÉNEZ V. Magister Comunicación y Educación PHD Profesor Titular Universidad Libre Seccional Pereira JUEGOS HOMEOSTÁTICOS “El juego brusco con volteretas, parece funcionar en los niños según principios homeostáticos” (Panksepp) Este tipo de juegos persigue recuperar el equilibrio químico que debe existir entre el sistema nervioso, endocrino e inmunológico, el cual evolutivamente comienza su proceso de autorregulación desde el ambiente intrauterino (Ver libro: La Inteligencia Lúdica). El déficit de atención y la hiperactividad, y muchos problemas del lenguaje, son desencadenados por acontecimientos externos, especialmente en las primeras fases de desarrollo embrionario y en la etapa sensorio motora de 0 a 2 años. En ambos casos existen alteraciones de la química cerebral y corporal ya que los neuropéptidos segregados (moléculas de la emoción), no sólo son producidos por el cerebro humano, sino por todas las células que invaden la corporalidad humana. Cabe, mencionar que el niño intrauterino es un ser que oye, percibe, siente, juega, se ríe, memoriza y aprende, mediante un proceso condicionado por un “buen útero”; en caso contrario se origina un desequilibrio psíquico y bioquímico que conduce fácilmente a la enfermedad. Las volteretas y los saltos En los primeros procesos intrauterinos a las once semanas el embrión se ríe, se levanta dentro del útero, se chupa el dedo, puede caminar, bostezar, se frota los ojos, se estira y patalea, no por razones psicológicas precisas, sino porque juega con su ritmo y con su cuerpo. En síntesis, el niño intrauterino da volteretas y saltos dentro del ambiente intrauterino, al igual que todas las especies mamíferas (perros, delfines, elefantes, etc). Desde las perspectivas teóricas anteriores, los juegos que producen equilibrio en los niños y aquellos que estimulan un movimiento similar al que tuvo el niño intrauterino en el vientre materno son fundamentales para recuperar el equilibrio mental y biológico de las moléculas de la emoción. (Ver gráficos). Este tipo de juegos, aunque tengan poco movimiento les permitirá a los diagnosticados con el síndrome de déficit de atención con o sin hiperactividad, la secreción de acetilcolina. Josef Zehentbauer, resume así lo expresado: “Este aumento del acetilcolina puede favorecer el sistema nervioso vegetativo, (es decir, el que abastece a todos los órganos internos), y volver a producir una homeóstasis, en caso de que esta concentración se hubiera perdido con anterioridad. Por desgracia, el acetilcolina, altamente concentrada debido a la actividad muscular, no puede penetrar en nuestro cerebro: la barrera hematoencefálica impide que la acetilcolina, activada por el movimiento, facilite nuestros pensamientos. (1995:111). También las evidencias desde las neurociencias nos plantean que este tipo de prácticas también producen un alto nivel de serotonina, un neurotransmisor que se encarga básicamente del equilibrio interno (homeóstasis), y de la calma marina (tranquilidad). Además de lo anterior es un regulador del sueño. En consecuencia, el terapeuta o el docente dentro del proceso del diagnóstico o del tratamiento del ADD/ADHD, debe evaluar cuáles son las habilidades del pensamiento o cuáles son los estilos de pensamiento del niño (ver: Apéndice). Los principios homeostáticos, como un conjunto de fenómenos de autorregulación, conducentes al mantenimiento de una constancia en la composición y propiedades del medio interno de un organismo, se deben recuperar a través de los juegos cotidianos que utilizan las volteretas y los giros del cuerpo del niño cuando juegan. De igual forma todos los juegos que impliquen balance y equilibrio, utilizando pelotas grandes, balancines, columpios, burros, barras de equilibrio, juegos con colchoneta y saltarines son de mucha importancia para los niños diagnosticados con problemas del desarrollo y de la conducta. También la utilización de hamacas, sillas mecedoras, pueden también ser de mucha ayuda, ya que estos procesos producen mucha serotonina. Este neurotransmisor tranquiliza el sistema límbico y el tálamo, actuando de esta forma como antidepresivo y antiagresivo. Es así, como de esta forma se desvanece la impulsividad, la hiperactividad y la intranquilidad, que tienen estos niños. Recordemos que la serotonina es un neurotransmisor que se encarga del equilibrio interno y de la tranquilidad, además es un regulador del sueño. Para Panksepp (1998): “Es un hecho notable que todos los mamíferos jóvenes (incluidos los humanos) parecen necesitar el juego, y en cierta cantidad. Cualquiera que sea el propósito biológico, el juego (y en especial el juego brusco con volteretas), parece funcionar en los niños según principios homeostáticos similares a los que regulan las funciones básicas como el sueño” CARLOS ALBERTO JIMENEZ V. www.ludicacolombia.com www.ludica.com.co www.youtube.com/conexionludica www.worldtv.com/conexionludica [email protected]