CONSUMO DE TÓXICOS COMO FACTOR PRECIPITANTE Y

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CONSUMO DE TÓXICOS COMO FACTOR PRECIPITANTE Y
MANTENEDOR DE UN TRASTORNO DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA.
JA Gómez del Barrio; P Garcia Pelayo; A García Saiz; I. Portilla Calva; E. Fernández Cobo; S.
Rodríguez Saturio; Catalina Pérez Palomares.
Hospital de día para los Trastornos de la conducta alimentaria
Hospital de Sierrallana
Torrelavega
Cantabria
PALABRAS CLAVE: Trastorno de la conducta alimentaria, Consumo de tóxicos, Speed, Cocaína,
Extasis.
RESUMEN:
En el manejo de los Trastornos de la conducta alimentaria es suficientemente conocido el papel del
consuno de tóxicos comórbido a la propia patología alimentaria y generalmente en el contexto
psicopatológico de la impulsividad. Además el consumo de dichas sustancias se inicia cada vez a
edad más temprana. En la génesis de los TCA se sabe que los factores genéticos o heredables
llegan a constituir la mayor parte de la vulnerabilidad para el desarrollo de la enfermedad sobre los
que inciden otros factores ambientales tales como la hiperactividad, la presión social y del grupo de
iguales para provocar la conducta necesaria de dieta y a partir de ahí desencadenar el trastorno.
En nuestra experiencia clínica constatamos cada vez más casos de pacientes que inician
conductas de dieta o restricción alimentaria precipitado por los efectos anorexígenos de sustancias
tales como speed, anfetaminas o cocaína. Algunos de ellos continúan posteriormente utilizando
dicho consumo como medida de control o compensadora sobre la posible ganancia de peso. Se
presentan dos casos clínicos discutiendo las posibles implicaciones terapeúticas y preventivas que
de ello pudieran derivarse revisando la literatura existente al respecto.
En los últimos años han aumentado tanto el consumo como los problemas asociados a las drogas.
Así, la prevalencia de consumo de cocaína entre los estudiantes de 14-18 años pasó de 2,6% en
1996 a 6,0% en 2002 y el número de tratados por primera vez en la vida de 932 en 1992 a 1.892
en 1996 y 5.977 en 2001. Por su parte, la proporción de urgencias hospitalarias por reacción aguda
a drogas en que se menciona cocaína pasó de 26,1% en 1996 a 44,4% en 2001, y la proporción de
muertes por reacción aguda a drogas en que se detecta sólo cocaína de menos de 1% en
1983-1989 a 8,3% en 2001. El número de tratamientos por abuso o dependencia de éxtasis pasó
de 226 en 1996 a 335 en 2001, y el de anfetaminas de 319 en 1996 a 255 en 2001, mientras que la
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proporción de urgencias por reacción aguda a drogas en que se menciona éxtasis pasó de 1,6% en
1996 a 5,2% en 2001, y la proporción en que se menciona anfetaminas de 3,1% en 1996 a 4,6% en
2001.1
El efecto de drogas como la cocaína o la metanfetamina (popularmente denominada "speed"),
producen hiperactividad simpática, taquicardias que pueden desembocar en arritmias, hipertensión
y ocasionalmente convulsiones e hipertermia así como posible neurotoxicidad 2 Otros efectos son
la mayor capacidad de resistencia frente al cansancio, hiperactividad, belicosidad y confusión. Los
síntomas de abstinencia consisten en fatiga, disforia, alteraciones del sueño, anhedonia y anorexia
seguida en algunos casos por ingesta o apetito voraz3.
Paralelamente se ha incrementado el consumo de sustancias adelgazantes, laxantes y diuréticos4.
Los riesgos de dicho consumo están empezando a ser alarmantes lo que sumado a la morbilidad
inherente que presentan los trastornos de la conducta alimentaria constituye un problema de alta
relevancia en el panorama sanitario actual5. Encontrándonos con jóvenes que vomitan, se purgan
y consumen sustancias adelgazantes sin control médico además del consumo habitual de tóxicos
de predominio en el fin de semana.
El resultado es que cada vez es más frecuente en la práctica clínica encontrarse con trastornos de
la conducta alimentaria heterogéneos en su presentación clínica y evolutivamente más complejos
debido entre otras a las distintas modalidades de presentación y comorbilidad frecuente con otros
trastornos psiquiátricos 6,7, siendo los más relevantes los trastornos de personalidad y el consumo
de sustancias8.
Tradicionalmente se ha considerado este último asociado a pacientes con un perfil purgativo
(anorexia purgativa y bulimia purgativa) y a trastornos de personalidad tipo límite o la
impulsividad9. Evidentemente se conoce desde hace tiempo la asociación entre el consumo de
drogas y problemas alimentarios llegando incluso a hipotetizarse una vía o teoría común respecto a
la etiopatogenia de ambos trastornos10, 11. Aunque no todos los autores consideran que los
trastornos de alimentación tienen más probabilidad de asociación con abuso de sustancias sino la
misma morbilidad que otros trastornos tales como la depresión12.
En este artículo únicamente queremos destacar una vez más la interrelación habitual entre el
consumo de drogas y los trastornos de alimentación y los riesgos y necesidades de atención que
de ello se derivan13.
Presentamos además la utilización por parte de los pacientes del consumo de drogas de síntesis
(principalmente metanfetamina y cocaína) como medio par mantener su peso bajo o facilitar sus
conductas restrictivas y las consecuencias tanto psicológicas como fisiológicas derivadas de ello.
Además uno de los casos describe como el consumo de dichas drogas precipitó el trastorno
alimentario.
Casos clínicos
Caso 1
Paciente de 20 años, la mayor de dos hermanas. Describe su infancia como dura, con un padre
alcohólico, agresivo y con maltrato a su madre hasta que les abandonó mientras ellas eran aún
muy pequeñas. Su madre tuvo que trabajar desde entonces pasando muchas horas fuera de casa
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dejándoles al cuidado de la abuela materna. La educación recibida fue permisiva cediendo
generalmente a sus caprichos y demandas. Sus hábitos de alimentación estaban basados en
alimentos ricos en carbohidratos y grasas generalmente de la denominada "comida basura". Los
estudios se quedaron en el nivel básico, sin apenas otra actividad que estar en casa viendo la
televisión.
Desde pequeña estuvo en tratamiento psicológico, primero por alteraciones conductuales leves en
el colegio y luego por trastorno obsesivo compulsivo que requirió tratamiento farmacológico y
psicológico durante años con buena respuesta. A los 19 años es derivada a la unidad de trastornos
de la conducta alimentaria por cuadro compatible con bulimia nerviosa. La paciente presenta
episodios típicos de atracón seguidos de vómitos y otras conductas purgativas como abuso de
laxantes y restricción alimentaria con un patrón alimentario muy descontrolado. La paciente
comenzó a perder peso progresivamente, previamente tenía un índice de masa corporal dentro de
la normalidad, siendo ingresada en el hospital de día. Al principio la paciente mejoró rápidamente
pero al poco tiempo comenzó a perder mucho peso durante los fines de semana y su actitud se
convirtió cada vez más hostil y su llegada los lunes al hospital toda una odisea con una apatia total,
hipersomnia, disforia, y falta de colaboración.
Posteriormente referió episodios bulímicos vespertinos mejorando según avanzaba la semana.
Poco después la paciente confesó el consumo de "speed" y "coca" los fines de semana. Comentó
que venía consumiendo hacía tiempo todos los fines de semana, y todo ello previo a comenzar con
el trastorno de la conducta alimentaria. Después de confrontarle con su conducta y riesgos, la
paciente refirió continuar el consumo como medio para adelgazar o evitar aumentar peso ya que le
hacía estar muy activa y no tener hambre pasándose casi todo el fin de semana sin comer y sin
parar, de "fiesta". Entendía el efecto rebote que le provocaba la abstinencia a la droga y hacía
propósito de enmienda de martes a jueves pero el viernes ya tenía en la cabeza la salida del
"finde". Finalmente la paciente fue remitida para ingreso 24 horas ante la dificultad de manejo.
Caso 2
Paciente de 23 años, soltera, hija única, residente en domicilio familiar. Trabaja como empleada en
un supermercado. Sin antecedentes relevantes familiares o personales. De carácter abierto aunque
reservado, tiende a sentirse fácilmente herida y necesita agradar a los demás. Su madre,
condescendiente y su padre crítico, es con quién suele discutir.
Inició la sintomatología alimentaria a los 16 años más o menos, comenzando por hacer dietas para
mejorar su imagen corporal así como su autoestima crónicamente baja y sensible. Después de
algún tiempo comenzaron los atracones seguidos de provocación de vómito y posteriormente la
utilización de otros métodos de purga o control. Entre otros, laxantes, diuréticos, fármacos
adelgazantes de farmacia como el fucus, cáscara sagrada, chitosán, te verde y finalmente y por
"casualidad" descubre que el "speed", el cuál había empezado a probar los fines de semana, le
permite mantenerse en forma y no necesitar otro tipo de purgas salvo excepciones. Finalmente en
un momento de la terapia reconoce su utilización y las dificultades que tiene para dejar su consumo
admitiendo al mismo tiempo que dicho consumo no sólo no le ayuda sino que le perjudica ya que le
produce tras el cese de su ingesta cuadros de rebote con ansiedad, atracones y hambre voraz
además de los otros síntomas típicos tales como hipersomnia, apatía, disforia y anhedonia. Ingresa
voluntariamente en el hospital de día, se trata este tema y la paciente logra recuperarse.
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Discusión
En ambos casos se podría decir que el consumo de tóxicos no fue un factor necesario para el
desarrollo de la enfermedad pero sin duda si constituyeron en ambos casos un factor de mal
pronóstico y mayor morbilidad14. En ambos casos su consumo aumentó el riesgo de problemas
físicos potenciales ya de antemano altos en el trastorno de alimentación así como el deterioro en
su funcionamiento tanto social como interpersonal.
En cuanto a constituir o no un factor precipitante en el primer caso se maneja la hipótesis de que el
consumo continuado de estimulantes fue previo al inicio de la enfermedad y que pudo actuar como
precipitante en un sujeto predispuesto tanto por factores biológicos (TOC e impulsividad) como
ambientales. Posteriormente la paciente lo utilizó como justificación negando la adicción y ambos
trastornos, el abuso de drogas y el alimentario se retroalimentaron.
En el segundo caso sin embargo la utilización del consumo de estimulantes acaeció temporalmente
con posterioridad al inicio del trastorno alimentario y utilizado como factor mantenedor o
compensador y en este caso sin constituirse en una adicción sino un consumo perjudicial.
Muchos autores consideran prioritario tratar el problema de drogadicción antes que el alimentario15
mientras otros opinan que al mismo tiempo16, 17 pero que hacer cuando el paciente utiliza la
droga como un medio más para compensar su ingesta o reducir su peso?
Generalmente el consumo se oculta y sólo algunos pacientes son conscientes de la utilización casi
simbiótica de ambos trastornos de tal manera que uno justifica al otro.
Evidentemente estamos acostumbrados a ver pacientes con grave comorbilidad y con el tiempo
con conductas de abuso de alcohol y drogas pero sigue siendo poco estudiado el papel de los
tóxicos en el inicio de la enfermedad en una franja de edad en la que el consumo de nuevas
sustancias cada vez es mayor.
Citas
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