la fotografía aérea en la revolución de asturias de octubre de 1934

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LA FOTOGRAFÍA AÉREA EN LA REVOLUCIÓN DE ASTURIAS DE
OCTUBRE DE 1934. MATERIALES DE UNA EXPOSICIÓN
Felipe Fernández García
Departamento de Geografía
UNIVERSIDAD DE OVIEDO
Desde el mismo nacimiento de la fotografía se planteó la posibilidad de obtener
imágenes desde el aire, enlazando así con una tradición representada por las vistas
aéreas (o falsas vistas aéreas) dibujadas o pintadas. De entre los pioneros en este intento
destaca por encima de todos un personaje, Félix Tournachon “Nadar”, escritor,
dibujante, caricaturista y, fotógrafo, que cuenta con el honor de haber sido el primero en
obtener una fotografía desde globo (valle del Briève, 1858), aunque realmente la
primera fotografía que se conserva es del americano James Wallace Blake (Boston
desde el globo cautivo Queen of the Air, el 13 de octubre de 1860; con el concurso de
Samuel W. King).
Esa inicial relación de la fotografía aérea con lo artístico queda claramente puesta de
manifiesto por la condición profesional de Nadar, o por el formatote la foto de Boston,
oval, a manera de los retratos de personajes. Sin embargo, esta visión “inocente” desde
el aire, que caracterizará en buena medida a la fotografía aérea de la segunda mitad del
siglo XIX, pronto se verá acompañada de una mirada más “fría”, la relacionada con las
aplicaciones militares (y en menor medida con las cartográficas civiles), que a la postre
acabará siendo la dominante.
En efecto, la visión aérea acabará proporcionando a los ejércitos un herramienta básica
para el reconocimiento de las posiciones enemigas y para analizar los efectos de sus
propios ataques, lo cual acelerará las investigaciones y los éxitos. De tal forma que
resulta difícil separar la historia de la fotografía aérea de la historia de la guerra.
Es el propio Nadar el que en 1958, en su Brevet d’invention, avanza las posibles
aplicaciones de la fotografía aérea: “levantar fotográficamente los planos topográficos,
estratégicos, catastrales…”; la utilidad catastral está desde un principio en la mente de
Nadar: “Un buen aerostato cautivo y un buen aparato fotográfico […]. Mi globo […]
capta, de una sola vez, una superficie de un millón de metros cuadrados”. Unas
previsiones cargadas de ingenuidad, por simple desconocimiento de las dificultades
técnicas que implicaba su realización (de hecho tardará casi un siglo en generalizarse la
realización de cartografía a partir de fotografías aéreas).
Y es también Nadar el que, por lo que conocemos, intenta por vez primera obtener fotos
aéreas con fines militares durante la guerra franco-piamontesa (pero fracasó en sus intentos
debido a que el hidrógeno sulfurado que salía del globo estropeaba la capa de colidón de la placa
sensible). Sin embargo, será en la Guerra de Secesión americana, en 1862, cuando Lowe
logre las primeras fotos de guerra desde un globo (Richmond). Más tarde, en 1870 el
propio Nadar tomaría fotografías para la elaboración de cartografía militar durante el
sitio de París.
Durante esta primera etapa de la historia de la fotografía, la posibilidad de obtener
imágenes desde globos estuvo muy limitada por las características de los aparatos
fotográficos (muy voluminosos, muy pesados, requerían largas exposiciones… todo lo
cual suponía un inconveniente por lo limitado del espacio de las barquillas de los globos
y por la escasa estabilidad de los aerostatos; limitaciones, en el caso del volumen y el peso, que
también sirven para explicar la tardanza en la incorporación de la fotografía para tomar imágenes de las
grandes expediciones y viajes, y la perduración, como en el caso de los globos, del recurso del dibujo).
Esta situación cambiaría a partir de 1871 cuando Maddox lograba poner a punto apunto
las primeras emulsiones de gelatinobromuro de plata (placas secas) que presentaban la
particularidad de permitir el aplazamiento del revelado de la imagen latente, lo cual
aligeraba muy notablemente el peso y el tamaño de los aparatos fotográficos.
Esta innovación en el campo de la fotografía coincide con otra no menos importante en
el de la navegación aérea: la generalización del uso de globos libres en sustitución de
los globos y cometas cautivos empleados mayoritariamente hasta entonces. Esto
permitirá que la fotografía aérea como “ilustración” cobre en los años finales del XIX
un cierto protagonismo, asociada sobre todo a eventos como las Exposiciones
Universales
Sin embargo, serán las aplicaciones militares las que finalmente se impongan. Las
ventajas estratégicas que se derivaban de su utilización propiciaron que pronto los
principales ejércitos fueran dotándose progresivamente de un servicio de aerostación
(Francia en 1877, Inglaterra en 1879, Rusia, Alemania y España en 1884 e Italia en
1885) que utilizarían en sus campañas para la observación directa, el levantamiento de
croquis o la obtención de fotografías. A partir de entonces, la observación fotográfica
desde globos estará presente en los principales conflictos bélicos.
Desde la primera década del siglo XX la fotografía desde avión irá desplazando
progresivamente a la obtenida desde globos, al tiempo que la vertiente militar pasaba a
dominar de manera clara. Desde este momento quedaban sentadas las bases para que la
fotografía aérea, cada vez más desprovista de su ingenuidad inicial, se convirtiera en un
eficaz instrumento bélico, como la Primera Guerra mundial se encargaría de demostrar.
El conflicto determinó las tres funciones de la aerofotografía: 1) la interpretación, es
decir la naturaleza e importancia de la actividad y los elementos de la organización del
enemigo visibles en la fotografía; 2) el análisis, el traslado al mapa de toda la
información útil relativa a la enemigo; 3) la utilización de la información, el traslado de
la misma al Estado Mayor para determinar las intenciones del enemigo.
Terminada la Guerra, con los progresos derivados de la misma, la fotografía aérea se
orientó en los años 20 a la realización de mapas, sobre todo en las zonas del mundo
carentes de cartografía.
A pesar de que durante los años 30 los servicios de aviación militar de los diferentes
países continuaron sus tareas de entrenamiento, todo parece indicar que fueron
principalmente Alemania, Italia y Japón quienes mantuvieron el interés por las técnicas
de reconocimiento y de aerofotografía, realizando misiones de este tipo respectivamente
en la Guerra Civil española y en la guerra chino-japonesa. Ni británicos ni
estadounidenses destinaron recursos económicos o humanos para prepararse en el
terreno de la fotografía aérea y en el reconocimiento aéreo a larga distancia, lo que los
situaría a este respecto en una posición de desventaja en la fase inicial de la Segunda
Guerra mundial.
A pesar de que comúnmente se tiende a afirmar que fue en la Segunda Guerra mundial
cuando se perfeccionan definitivamente las técnicas fotográficas aplicadas a la guerra,
no es menos cierto que ya en la Guerra Civil española la fotografía aérea pasó a ser un
instrumento directamente implicado en el ataque. El teniente fotógrafo Victorio Muñoz
publicaba en julio de 1938 en la revista Aeronáutica un artículo titulado “La fotografía
aérea en nuestra guerra. Información del enemigo y control de la propia actividad”
donde explicaba el papel determinante jugado por el reconocimiento fotográfico en el
conflicto español.
Del mismo modo, durante la Revolución de Octubre del 34, tal y como muestran las
siguientes imágenes provenientes de los fondos del Ejército del Aire, la fotografía aérea
fue utilizada como instrumento de reconocimiento y desempeñó un papel fundamental
en las operaciones militares gubernamentales.
Telegramas correspondientes a los primeros momentos de la revuelta
Vista vertical de Oviedo obtenida el día 8 de octubre de 1934. La incomunicación de las
tropas sitiadas en los cuarteles de Oviedo y la consecuente falta de noticias en el exterior sobre
la dimensión real de la revuelta en la ciudad obligaron a realizar de forma inmediata un vuelo de
reconocimiento con aviones procedentes de la Base Aérea de León.
Ejército del Aire. Archivo del CECAF.
Partes de operaciones del día 8 de octubre de 1934
Vista vertical de Oviedo obtenida el día 8 de octubre de 1934 y esquema de interpretación
de la misma. Buena parte de las fotografías aéreas tomadas durante los sucesos de octubre de
1934 en Asturias serían utilizadas en los años posteriores como material para las prácticas de
fotointerpretación de los alumnos de la Academia Básica del Aire de la Virgen del Camino en
León.
Ejército del Aire. Archivo de La Virgen del Camino.
Estereograma simple construido a partir de las fotos verticales de Oviedo obtenidas el día
8 de octubre de 1934
Ejército del Aire. Archivo de La Virgen del Camino.
Parte de operaciones del día 9 de octubre de 1934
Parte de operaciones y órdenes del día 10 de octubre de 1934
Vista del puerto local de Gijón y de su entorno urbano inmediato obtenida el día 10 de
octubre de 1934 y esquema de interpretación de la misma. Ejemplo de ejercicio de
fotointerpretación de fotografías aéreas oblicuas con fines militares.
Ejército del Aire. Archivo de La Virgen del Camino.
Mieres, 10 de octubre de 1934. Las fotografías, tomada con motivo de los bombardeos de la
villa, nos ofrecen una idea de cuál era el estado del crecimiento urbano al finalizar el primer
tercio del siglo XX.
Ejército del Aire. Archivo del CECAF.
Orden de operaciones del día 11 de octubre de 1934
Oviedo, 11 y 13 de octubre de 1934. Vista del Cuartel de Pelayo durante los sucesos de
octubre de 1934. A ambos lados de la carretera que conducía a Gijón se distinguen el Cuartel y
la Fábrica de Armas (derecha).
Ejército del Aire. Archivo de La Virgen del Camino.
Partes fechados el día 12 de octubre de 1934
Oviedo, 12 de octubre de 1934. En la imagen, tomada con motivo del bombardeo de las
instalaciones ferroviarias, se observa la barrera física que representaban las estaciones y las vías
del tren. Al otro lado de la misma, en la falda del Naranco, habían ido apareciendo las naves
alineadas a lo largo de la calle Almacenes Industriales así como el área residencial para clases
modestas, representado por la Gran Ciudad del Naranco y por la Colonia Astur, que data de
comienzos de los años treinta.
Ejército del Aire. Archivo del CECAF.
Oviedo, 12 de octubre de 1934. En la parte inferior de la imagen de arriba se puede observar el
monasterio de Las Salesas (detalle en la imagen inferior), construido de 1882 a 1887 entre las
calles General Elorza y Caveda-Nueve de Mayo, con la iglesia y parte de la huerta. En el centro,
las columnas de humo provenientes del incendios de edificios de la calle de Uría; a su izquierda
el Teatro Campoamor, el Cuartel de Santa Clara y el mercado del Progreso
Ejército del Aire. Archivo del CECAF.
Oviedo, 12 y 13 de octubre de 1934. La fotografía superior muestra el Cuartel de Santa Clara,
ocupando el edificio del convento desamortizado del mismo nombre (actualmente acoge las
dependencias de la Agencia Tributaria); el teatro Campoamor, con la cubierta destruida, y el
mercado de hierro del Progreso (en cuyo solar se levanta actualmente el edificio de La Jirafa),
emplazados sobre la zona donde se localizaba la huerta del convento.
La imagen inferior se centra principalmente en el edificio del Hospicio (actual Hotel
Reconquista). Una buena parte del sector meridional del barrio de Uría estaba ocupada
inicialmente por el Hospicio y por su huerta, habiéndose levantado el edificio entre 1751 y 1777
con el fin de atender las necesidades de toda la región. En la imagen aún se puede reconocer el
espacio que ocupaba la huerta, enmarcado por las calles de Uría, Independencia, Asturias y Gil
de Jaz, si bien ya se había llevado a efecto el trazado de las calles en su interior, la delimitación
de las parcelas, e incluso la construcción de edificios en algunas de ellas.
Ejército del Aire. Archivo de La Virgen del Camino.
Órdenes correspondientes al día 13 de octubre de 1934
Oviedo, 13 de octubre de 1934. Vista del Cuartel de Pelayo tomada desde el norte mostrando
la fachada principal del edificio, la Fábrica de Armas se insinúa en el ángulo superior izquierdo..
Ejército del Aire. Archivo de La Virgen del Camino.
Oviedo, 20 de octubre de 1934. En la imagen, obtenida al término de la revolución, son
visibles algunas de las destrucciones provocadas por los bombardeos y por los incendios. En el
ángulo inferior derecho se aprecian los daños producidos en las construcciones de la calle San
Francisco y en el edificio de la Universidad.
Ejército del Aire. Archivo del CECAF.
Oviedo, 20 de octubre de 1934. En primer término la calle Uría, en la que se pueden observar
los destrozos en el caserío; en segundo plano se reconoce la Iglesia de San Juan, a su derecha el
convento de Las Salesas y en el ángulo superior izquierdo los Almacenes Industriales.
Ejército del Aire. Archivo del CECAF.
Oviedo, 20 de octubre de 1934. En la imagen son visibles los efectos de los ataques sufridos
por la Fábrica de Armas, particularmente reconocibles en la techumbre. Al fondo, el edificio del
Cuartel de Pelayo.
Ejército del Aire. Archivo del CECAF.
Oviedo, 20 de octubre de 1934. La imagen, además de para constatar los efectos de la lucha
sobre algunos sectores del caserío, sirve también para mostrar que la expansión que había
experimentado la ciudad hacia el este, en torno a las carreteras que conducían a Santander y a
Gijón, era aún muy limitada. Entre los elementos más significativos de este sector se pueden
reconocer la Fábrica de Armas, el Cuartel de Pelayo o el Hospital Psiquiátrico; en el espacio
que queda entre ellos se distingue el perímetro murado
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