Inti: Revista de literatura hispánica Volume 1 | Number 31 1990 a vocación de la escritura en El amor en los tiempos del cólera Bernard Schulz-Cruz Citas recomendadas Schulz-Cruz, Bernard (Primavera 1990) "a vocación de la escritura en El amor en los tiempos del cólera," Inti: Revista de literatura hispánica: No. 31, Article 4. Available at: http://digitalcommons.providence.edu/inti/vol1/iss31/4 This Estudio is brought to you for free and open access by DigitalCommons@Providence. It has been accepted for inclusion in Inti: Revista de literatura hispánica by an authorized administrator of DigitalCommons@Providence. For more information, please contact [email protected]. Article 4 LA VOCACION DE LA ESCRITURA EN EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL COLERA BERNARD SCHULZ-CRUZ University of British Columbia En 1967, al conmemorarse un siglo de la aparición de María, cumbre del romanticismo hispanoamericano, irrumpe una obra que poco o nada tiene que ver con este movimiento, Cien años de soledad que, como toda la narrativa de García Márquez, se ubicaría en la antípoda del romanticismo. Sin embargo, la literatura no se desprende de la nada, y el autor en El amor en los tiempos del cólera (ATC) establece claramente la relación entre la tradición literaria y la sensibilidad estética contemporánea que luego de una 'alquimia' de generaciones de escritores, incluyendo los románticos, logra que la escritura continúe desarrollándose. S e puede decir que (ATC) es la historia de un amor alcanzado, perdido y vuelto a alcanzar; la narración se establece a partir de la vejez de los protagonistas que sobreviven a sus propias calamidades y que logran adapt a r s e a las nuevas condiciones sin volver la vista al pasado. Pero no es sólo eso, también e s un recuento de la práctica de escribir. Florentino, el héore de la novela, persevera en la escritura del mismo modo con que persevera en la conquista de su enamorada. Es a través de una carta que Florentino declara su amor a Fermina, y será por el mismo medio que finalmente obtendrá su amor medio siglo más tarde. Su afán por escribir mantiene la dinámica del texto; a medida que él escribe sus misivas la novela progresa. Fermina y Juvenal se hacen cómplices de este juego porque también escriben y leen. Los atributos d e los personajes y su quehacer en torno a la escritura son mediatizados por el narrador, que interviene para ironizar o establecer su punto de vista, siempre solidario con la literatura. ATC plantea que el escritor debe persistir en su vocación de escribir si se quiere alcanzar el dominio sobre su arte. La escritura se hace presente como 22 INTI N ° 31 alquimia q u e revela y transforma realidades. Es el amor d e Fermina el q u e r e p r e s e n t a la piedra filosofal a alcanzar, el eterno femenino, q u e permite reflexionar sobre u n a escritura q u e m u c h a s v e c e s s e h a c e esquiva y s e c r e t a . Esta reflexión s e d a a través d e la parodia y d e las o b s e r v a c i o n e s irónicas q u e van m á s allá d e la palabra escrita, a b a r c a n d o la comunicación en sí, objetivo último d e la escritura. ATC encierra t e m á t i c a m e n t e todo lo q u e s e relacione con la palabra. No podría s e r d e otra m a n e r a porque aun c u a n d o el texto e n t r e g a u n a c u e n t a d e la historia d e la literatura y d e cómo s e desarrolla el acto d e escribir. Del mismo modo, s e o b s e r v a n los cambios d e estilo, las m o d a s , los usos, los c e r t á m e n e s literarios, para concluir con q u e sólo si s e p e r s e v e r a en el oficio d e escribir s e alcanza la quimera dorada, "la diosa coronada," no ya a d o l e s c e n t e y e s p o n t á n e a , sino m a d u r a y r e p o s a d a , en u n a síntesis q u e nos muestra a la muerte bien g a n a d a en la metáfora del viaje feliz, c o m o corolario d e la vida, y por ende, d e la labor incansable d e escribir. Es posible establecer un verdadero catálogo d e la escritura en el q u e s e d e s t a c a n periódicos, revistas, c u a d e r n o s , novelas, crónicas, novelas radiales, certificados d e nacimiento y defunción, crónica roja y amarilla, escritura automática, diccionarios, Academia d e la Lengua, etc. Pero s e r á n f u n d a m e n talmente las cartas, t e l e g r a m a s y lecturas q u e s e describen en la novela las q u e darán la tónica y e s t a b l e c e r á n la comunicación entre los p e r s o n a j e s . Las revistas y los periódicos viejos (p. 14) son e x p r e s i o n e s escritas q u e s e encuentran en la c a s a del viejo Saint-Amour. Los periódicos, como en otras novelas d e García Márquez, e s t á n p r e s e n t e s para entregar la información, para hacer s a b e r a los d e m á s , a través d e la palabra, d e lo q u e le ha ocurrido a un hombre q u e no d e s e a b a ser anciano. La noticia d e la muerte d e Saint-Amour saldrá en la p r e n s a , pero la palabra q u e s e divulga e s falsa porque Saint-Amour s e ha suicidado y Juvenal ha tergiversado la verdad: "ordenó decir a los periódicos q u e el fotógrafo había muerto d e muerte natural" (p. 17). La ficción nos m u e s t r a u n a realidad q u e g e n e r a su propia ficción. No s e niega la muerte de Saint-Amour, pero s e la transforma; s e le quita la dimensión trágica y s e le a ñ a d e u n a nueva q u e d e s p o j a al muerto d e su pathos. Las c a r t a s a p a r e c e n c o n s t a n t e m e n t e y son u n a extensión d e los pers o n a j e s . A través d e ellas e s posible e n t e r a r s e d e las intenciones, verbalizadas o no, y d e lo q u e ha ocurrido u ocurre en un momento determinado. Es necesario aclarar q u e en e s t a obra hay u n a gran diferencia con la novela epistolar; e s m á s , s e parodia e s t e tipo d e género. Gran número d e las c a r t a s q u e a p a r e c e n son r e s u m i d a s por el narrador q u e d a c u e n t a del contenido d e ellas, m u c h a s v e c e s sin dar a c c e s o a las mismas. Siguiendo el orden d e la narración, la primera carta q u e a p a r e c e en el texto e s la d e Saint-Amour dirigida a Juvenal. La misiva s e halla entre varios p a p e l e s en el escritorio y, a d e m á s , e s t á protegida en un sobre con "sellos d e lacre" (p. 19). La carta tiene "once pliegos escritos por a m b o s lados con u n a caligrafía servicial" (p. 19). El lector n u n c a s e e n t e r a del contenido BERNARD SCHULZ-CRUZ 23 d e la carta, incluso el p e r s o n a j e p a r e c e contestar a su curiosidad diciendo: "Nada d e particular... Son s u s útimas instrucciones" (p. 19). De e s t e modo la función d e la escritura s e vuelve secretísima (los sellos d e lacre, la extensión y el misterio d e su contenido), ubicando la palabra en un lugar s a g r a d o . Seguid a m e n t e a la lectura d e la carta, Juvenal e n c u e n t r a u n a "libreta d e c u e n t a s ... d o n d e e s t a b a n las claves para abrir la caja fuerte" (p. 20). La idea d e q u e el signo e s s e c r e t o s e confirma ya q u e para tener a c c e s o a la c a j a s e d e b e a c c e d e r al código; d e la misma m a n e r a , el lector d e b e r á descifrar los signos linguísticos a lo largo d e la novela. La lectura d e la carta p o s t u m a retiene a Juvenal q u e pierde su misa, pero no sólo porque e s t á haciendo la caridad sino porque ha o c u p a d o su tiempo leyendo los o n c e pliegos, con la convicción d e q u e "Dios entiende" (p. 20); d e s p u é s d e todo, e s en la escritura q u e s e manifiesta la creación y el m u n d o divino. Antes d e suicidarse Saint-Amour ha dispuesto d e un m o m e n t o p a r a escribir su carta c o m o un h o m e n a j e a quien considera "el hombre m á s respetable" (p. 30); el médico sólo entiende el gesto, pero la escritura s e le e s c a p a , no le ofrece tranquilidad, al contrario, e s "un manantial d e revelaciones indeseables" (p. 26) q u e sólo le h a c e p e n s a r q u e su amigo ha d e j a d o "los delirios d e un d e s a h u c i a d o " (p. 26). Así, la escritura reveladora p a s a desapercibida para el médico que, como lector, no p u e d e identificarse con la filosofía q u e postula el refugiado antillano. La carta p o s t u m a d e j a d a por Saint-Amour no ha sido la única q u e Juvenal ha recibido en su vida. C u a n d o joven, y hallándose en París, recibe u n a copia d e la carta p o s t u m a d e su padre. En los veinte pliegos q u e la constituyen s e revela la existencia d e su progenitor y d e la gratitud d e é s t e hacia la vida. La misiva e s c o m o un libro s a c r o en q u e la escritura d a c u e n t a d e la existencia llevada pero sin reproches a la inminencia d e la muerte: entonces se rindió a la verdad. De un golpe se le reveló a fondo la imagen del hombre al que había conocido antes que a otro ninguno, que lo había criado e instruido y había dormido y fornicado treinta y dos años con su madre... nunca antes de esa carta se le había mostrado tal como era en cuerpo y alma... (pp. 170-71). Pero si la escritura sirve para revelar la experiencia vital, también p u e d e e n g a ñ a r . C u a n d o la religiosa Franca d e la Luz intercede por Juvenal ante Fermina, le dice a é s t a q u e "la c a u s a d e la expulsión sería borrada no sólo d e las a c t a s sino d e la memoria d e la comunidad, y esto le permitiría terminar los estudios y obtener el diploma d e Bachiller en Letras" (p. 189). El c h a n t a j e o b e d e c e al control q u e la monja ejerce sobre la palabra escrita, e n un d o c u m e n t o q u e e s susceptible d e s e r c a m b i a d o con un acto d e la voluntad del poder. La dicotomía q u e s e e s t a b l e c e entre la falta y "el diploma d e Bachiller en Letras" e s elocuente; s e obtiene un diploma en Letras siempre y c u a n d o s e 24 INTI N° 31 cumpla con su mandato. Pero las implicaciones apuntan, también, a una temática que e s un leitmotiv en la obra de García Márquez: la falsificación de la Historia escrita. Del mismo modo, como una de las funciones de la escritura e s la de preservar el pasado, también lo es la de preservar el recuerdo que s e vuelve frágil con el tiempo. Por eso es que "la erosión de la memoria... se compensaba con notas escritas... en papelitos sueltos" (pp. 15-16). Ante la insuficiencia para recordar, Juvenal trata de mantener cierta dignidad, y a través de la escritura intenta crearse una memoria de papel (p. 68). Al acto de la escritura le es consustancial el acto de la lectura. No s e puede concebir uno sin el otro. Lo que se escribe es para ser leído. El acto de la comunicación, con un emisor y un receptor, debe completarse con los extremos que s e unen: escribir y leer. Por eso en ATC, mientras el narrador envía su mensaje al lector por medio del signo linguístico que establece la comunicación, el relato introduce lectores ficticios, como el médico que lee libros importados. La existencia del escritor depende de que se le lea. En e s e sentido, la mención de la biblioteca como "santuario" (p. 37) e s muy explícita; por eso el cuerpo de Juvenal será velado sobre su escritorio (p. 77). Además, la introducción de títulos de libros recuerda constantemente la función de la palabra escrita: ser leída. De allí que en un momento Juvenal lea L'ile des pingouins de Anatole France (p. 350), y que s e mencione, previo a la muerte del médico, que leía La incógnita del hombre, de Alexis Carrel; y La historia de San Michele, de Alex Munthe (p. 69). Estas referencias apuntan a revelar una de las preocupaciones del Dr. Urbino: la condición humana a un nivel filosófico, de análisis reflexivo. También, Juvenal ha llegado a ser alumno del médico Adrien Proust, ante lo cual el narrador s e apresura a establecer la conexión literaria: "padre del grande novelista" (p. 172); la adjetivación "grande" no es gratuita, porque a lo largo de toda la novela los indicios relacionados a la literatura serán recurrentes, y el narrador se encargará de enfatizarlos. Por su lado, Florentino también lee, pero a diferencia de Juvenal, excribe cartas y versos a su enamorada Fermina. En Florentino s e encuentran escritura y lectura. El cumple un rol diferente al de su rival en amores con respecto a la palabra escrita; para él pasa a ser una tarea permanente, d e s d e que su madre le comprara "los libros ilustrados de los autores nórdicos" (p. 116), a c a s o un guiño a Borges. El narrador, que pareciera mantener distancia, interviene para afirmar que éstos "se vendían como cuentos para niños, pero que en realidad eran los más crueles y perversos que podían leerse a cualquier edad" (p. 116), mientras aclara con ironía que Florentino "los recitaba de memoria a los cinco años" (p. 116). El gusto por la lectura que se desarrolla en Florentino e s condición sine qua non para escribir. Tiene una colección llamada "Biblioteca Popular" de ochenta volúmenes (p. 108) que continuará creciendo, con lo que la lectura s e hace verdaderamente un "vicio insaciable" (p. 116). Como escritor él no debe BERNARD SCHULZ-CRUZ 25 hacer excepción; por eso lee "desde Homero hasta el menos meritorio de los poetas locales" (p. 117). Pero luego deberá elegir, ya que la literatura le ofrece más de un camino. Al inclinarse por los versos entronca con la tradición de la poesía de amor, que lo coloca en el centro de su actividad febril de escribir cartas a su querida Fermina. Sus lecturas van más allá de la poesía romántica, pasando por los "folletines de lágrimas" (p. 117), así como por "otras prosas aún más profanas" (p. 117), obvia alusión a Prosas profanas de Rubén Darío. También, llega a saber "de memoria la poesía castellana... del Siglo de Oro" (p. 117). Otras de sus lecturas son los "veinte tomos del Tesoro de la juventud, el catálogo completo de los clásicos Garnier Hnos., traducidos, y las obras más fáciles que publicaba don Vicente Blasco Ibañez en la colección Prometeo" (pp. 117-18). Esta proliferación de lecturas no sólo se debe a que esté enamorado; desde pequeño le ha gustado leer, y sin duda su enamorada es una buena excusa para continuar haciéndolo. La relación entre escribir y leer queda establecida gracias a su enamoramiento que lo motiva a ambas acciones incansablemente. Dentro de este contexto, y como parte de las relaciones intertextuales, a modo de catálogo hay homenajes a obras y escritores, como en el caso de las camelias que Florentino le regala a Fermina (p. 156), alusión a La dama de las camelias de Alexandre Dumas 'hijo'. Del mismo modo, al reproducirse la inscripción "Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate" (p. 168) que aparece en la Divina comedia se saluda a Dante, poeta de Florencia que al igual que Florentino (observamos la connotación del nombre) escribe inspirado por el amor de una adolescente. La imagen de San Juan Evangelista (p. 251) y los encuentros de los enamorados en el "parque de los Evangelios" (p. 323) refieren a la escritura del Nuevo testamento. El refugio del faro pareciera ser una referencia a Virginia Wolf y a su novela To the Lighthouse. También, cuando Juvenal se duerme en el coche, escucha c a m p a n a d a s en el sueño que constituyen, en su estado onírico, un homenaje a Ernest Hemingway; por eso dice, refiriéndose a la muerte de un general, "era por él que doblaban las campanas" (p. 182). En el momento en que Florentino ve a Fermina en un restaurante: "Alicia había vuelto a atravesar el espejo" (p. 333), se simboliza a Lewis Carrol. Además, cuando se dice "torcerle el cuello al cisne empedernido" (p. 247) se reconoce obviamente a González Martínez Los senderos ocultos; y en los veinticinco cuadernos con listas de mujeres a Don Juan Tenorio de Zorrilla (p. 226). S e mencionan también adaptaciones llevadas de la literatura a otros medios: la ópera Los cuentos de Hoffman (p. 239), basada en historias fantásticas de E.T.A. Hoffman; y las películas Sin novedad en el frente, adaptada de la novela de Erich María Remarque, y Cabiria, con libreto de Gabriel D'Annunzio. En el siglo pasado Europa, y en particular Francia, ocupaban un lugar preponderante como modelo cultural para Latinoamérica. Esto se refleja en Juvenal, para quien París e s practicamente el centro del mundo. García 26 INTI N° 31 Márquez le da forma de ficción a la fascinación real que generaciones de escritores sintieron por lo francés. De allí que el médico se suscriba a Le Figaro y a Revue des Deux Mondes, y reciba libros de Anatole France, Pierre Loti, Remy de Gourmont, y Paul Bourget, aunque no de Emile Zola por considerarlo "insoportable" (p. 238); algo parecido a la opinión de García Márquez sobre el naturalismo y el realismo social. La visión de Victor Hugo y la de Oscar Wilde le ha dejado recuerdos imperecederos (p. 240). Su librero le envía "por correo las novedades más seductoras del católogo de Ricordi" (p. 238). En ATC s e expresa esta ligazón entre Europa y Latinoamérica porque significa, por un lado, la excesiva dependencia de la literatura foránea, y por otro, la probreza de la cultura local. S e entra en el juego de la lectura sin inocencia, a sabiendas de que es ficción. No e s de extrañar entonces que la tan preservada virginidad de Florentino desaparezca "una noche que interrumpió la lectura más temprano que de costumbre" (p. 212). La desconocida que lo precipita a la primera experiencia sexual tiene tanto de ficción como la lectura que acaba de interrumpir: "cuerpo sin edad de una mujer desnuda en las tinieblas... y dejó de existir en la oscuridad" (p. 212). Al tratar de darle algún sentido a este episodio, el narrador dice que el asalto a Florentino "podía entenderse como... un plan elaborado con todo su tiempo y hasta en sus pormenores minuciosos" (p. 212). La escritura, la novela para ser tan efectiva como la atrevida desconocida, no puede ser "locura súbita del tedio" (p. 212) sino "un plan elaborado" (p. 212). La relación de Florentino con la mujer corresponde a la recuperación del elemento femenino a través del cual el escritor se acerca al ser andrógino, resume en sí a toda la humanidad. De este modo, la ascensión hacia el ideal femenino, Fermina, s e hace a costa de las conquistas que le entregan algo del ánima de que habla Jung. Si Flaubert para reafirmar la estrecha relación entre escritor y creación, entre lo masculino y lo femenino, puede exclamar "Emma Bovary c'est moi"; del mismo modo, las seiscientas veintidós mujeres en la vida de Florentino, más "las incontables aventuras fugaces que no merecieron siquiera una nota de caridad" (p. 226), reafirman el acto de escribir, cada mujer es un nombre, una palabra que se suma al libro del escritor. El compendio Ellas (p. 226), que Florentino comienza con la relación de sus amores con la viuda de Nazaret, e s un "cuaderno cifrado" (p. 226) — otra referencia a la escritura codificada - que da cuenta de estos encuentros entre escritura y escritor; lo que concuerda con lo que el propio García Márquez afirma al llamar a la novela "un enigma cifrado." Las mujeres hacen que las palabras s e continúen en el catálogo, de la misma manera que Fermina hace que su enamorado escriba durante toda su vida. La primera carta que Florentino le escribe a su a m a d a no p a s a de ser "una esquela simple escrita por ambos lados con su preciosa letra de escribano" (p. 90); sin embargo, antes de poder enviarla le agrega más y más páginas "convirtiéndose en diccionario de requiebros, inspirados en los libros que había BERNARD SCHULZ-CRUZ 27 aprendido d e memoria d e tanto leerlos" (p. 90), llegando a conformar " s e s e n t a pliegos escritos por a m b o s lados" (p. 91). La pasión q u e la bella a d o l e s c e n t e h a d e s a t a d o en Florentino libera su inspiración, q u e no e s suficiente p a r a crear un equivalente a la b u e n a obra literaria. Su madre, Tránsito Ariza, lo c o n v e n c e d e q u e no e n t r e g u e "el mamotreto lírico" (p. 91) porque e s preciso dar otros p a s o s previos. El aprendizaje del amor va unido a la práctica d e la escritura; luego d e varios m e s e s d e e s p e r a el galán le pide a la joven q u e le reciba la carta. Esta ya había a u m e n t a d o a s e t e n t a folios q u e s e s a b í a d e memoria d e tanto leerlos (p. 96), pero la sencillez s e impone, por lo q u e la misiva s e limita a s e r "media e s q u e l a sobria" (p. 96). En e s t a declaración d e a m o r v e m o s c ó m o s e cumple u n a premisa b á s i c a d e la escritura, la abundancia d e p a l a b r a s no a s e g u r a u n a b u e n a obra. El escritor d e b e limitarse a decir lo q u e tiene q u e decir, su prosa d e b e d e p u r a r s e ; en el c a s o d e Florentino su m e n s a j e e s sucinto porque no c a b e n m á s p a l a b r a s para expresar a Fermina "su fidelidad a t o d a p r u e b a y su amor para siempre" (p, 96). Luego d e su primera carta, Florentino e s p e r a la a n h e l a d a r e s p u e s t a leyendo "versos y folletines d e lágrimas" (p. 101) q u e forman parte tanto d e su educación literaria c o m o d e su educación sentimental Referente a e s t a última, Víctor Flores dice: En la novela, el amor s e entiende como un acto de libertad al cual s e llega de la noche a la mañana... e s también el relato de aprendizaje: el amor como culminación de la vida entera, que no clausura y limita, sino que sigue abierta a la imaginación y a decisión... (Flores, p. 203) no un se la De la misma manera, s e p u e d e inferir q u e ia escritura como expresión artística d e b e r á sufrir m u c h a s penalidades p a r a llegar a s e r r e c o m p e n s a d a . Florentino escribirá y leerá incansablemente, y a s í va a lograr, al final d e s u s días, escribir c a r t a s q u e van a diferir mucho d e la primera q u e decidiera enviar a Fermina. En la primera misiva s e o b s e r v a la a p r e h e n s i ó n con q u e Fermina s e e n f r e n t a al m e n s a j e d e amor: volvía a leer la carta tratando de descubrir un código secreto, una fórmula mágica escondida en alguna de las trescientas catorce letras de sus cincuenta y ocho palabras, con la esperanza de que dijeran más de lo que decían. (p. 105) El signo s e vincula a un abanico d e significados q u e y a c e n sumergidos bajo el m e n s a j e primario; pero e s t a carta no tiene significados ocultos, e s explícita y d e b e s e r c o n t e s t a d a . Y así c o m i e n z a el diálogo entre los e n a m o r a dos. La tía Escolástica (el nombre no e s u n a coincidencia) decide dejar el m e n s a j e d e su sobrina para Florentino oculto entre las p á g i n a s d e un "breviario e m p a s t a d o en piel d e lagartija" (p. 106), en el cual s e halla "un sobre d e papel 28 INTI N ° 31 lino con viñetas d o r a d a s " (p. 106). El narrador no e s insensible a la textura d e los libros ricamente e m p a s t a d o s . Por otro lado, el breviario adquiere dimens i o n e s mitológicas ya q u e e s un libro d e oraciones, y connota la lectura s a g r a d a . Sin e m b a r g o , como en la mayor parte d e las c a r t a s q u e los e n a m o r a d o s van a escribirse, el lector n u n c a s e entera del contenido d e la r e s p u e s t a d e Fermina. Los m e n s a j e s mutuos s e intercambian diariamente (p. 107) y s e transforman en un verdadero juego. Florentino y Fermina participan d e e s t a dinámica lúdica q u e idealiza su propia realidad al estilo del romanticismo, c o n c e d i e n d o gran importancia al entorno; por eso, e l e m e n t o s del paisaje y d e la arquitectura sirven d e cómplices d e s u s intercambios: "a los bautisterios d e las iglesias, los h u e c o s d e los árboles, las grietas d e las fortalezas coloniales en ruinas. A v e c e s encontraban las c a r t a s e m p a p a d a s d e lluvia, sucias d e lodo, d e s g a r r a d a s por la adversidad... (p. 108). La labor d e Florentino e s descrita c o m o u n a labor a r d u a q u e d e b e s e r realizada con perseverancia, por e s o escribe t o d a s las n o c h e s , "sin piedad p a r a consigno mismo, e n v e n e n á n d o s e letra por letra... s u s c a r t a s iban h a c i é n d o s e m á s e x t e n s a s y lunáticas cuanto m á s s e e s f o r z a b a por imitar a s u s p o e t a s preferidos (p. 108). El espacio vital para escribir no e s n a d a m á s q u e un cuarto d e hotel (p. 116) o u n a b o d e g a (p. 113) en la q u e él t r a b a j a h a s t a la m a d r u g a d a . La imitación, como en los clásicos, forma parte del aprendizaje del q u e escribe. Florentino copia sin a m b a g e s "parrafadas e n t e r a s sin cocinar d e los románticos e s p a ñ o l e s " (p. 117). No basta, entonces, con las lecturas y el d e s e o d e la originalidad, u n a b u e n a parte d e acercamiento a los m a e s t r o s s e h a c e necesaria. Florentino escribe con delirio, e n cambio su e n a m o r a d a c a r e c e d e la misma dedicación q u e le permita corresponder d e la misma m a n e r a y s e limita a escribir "medio folio del c u a d e r n o escolar" (p. 109) a hurtadillas d e su padre. Ella no tiene la práctica ni la sensibilidad d e su e n a m o r a d o , por e s o s u s escritos eludían cualquier escollo sentimental y s e reducían a contar incidentes de su vida cotidiana con el estilo servicial de un diario de navegación... eran cartas de distracción, destinadas a mantener las brasas vivas pero sin poner la mano en el fuego, mientras que Florentino s e incineraba en cada línea. (p. 109) A tal punto la escritura llega a s e r u n a o b s e s i ó n preciosista, q u e el e n a m o r a d o , siguiendo una vieja tradición medieval, "le m a n d a b a v e r s o s d e miniaturistas g r a b a d o s con la punta d e un alfiler en los pétalos d e las camelias" (p. 109). En ATC s e defiende la n e c e s i d a d d e embellecer la escritura, siempre y c u a n d o h a y a utilidad al hacerlo, e n e s t e c a s o las miniaturas intentan conseguir a la e n a m o r a d a . P a r a h o m e n a j e a r a su a m a d a Florentino c o m p o n e un valse q u e "tenía el nombre con q u e conocía a Fermina Daza en su corazón: La Diosa Coronada" (p. 110). Esta función adánica del escritor, d e nombrar las c o s a s , d e larga tradición, e v o c a a Emerson c u a n d o dice "we cannot look at works of art but they BERNARD SCHULZ-CRUZ 29 t e a c h u s how near man is to creating... (the poet) is a true r e c o m m e n c e r , or Adam in the g a r d e n again" (Camurati, p. 27). A d e m á s , el protagonista sigue u n a tradición ya establecida por Rodó: "El arte expiatorio del sacerdote, la invención del poeta... manifestaciones d e u n a misma f u e r z a sagrada;" (Rodó, p. 918) y renovada por Darío: "Y la primera ley, creador: crear" (Darío, p. 60). El escritor c o m o fundador d e un mundo a s u m e u n a dignidad q u e va m á s allá del ridículo d e un hombre q u e d e e s p a l d a al tiempo llega a hacer el amor con su anciana e n a m o r a d a tras medio siglo d e e s p e r a . Por d o s años, d e s d e q u e c o m e n z a r a , s e mantiene la c o r r e s p o n d e n c i a d e Florentino y Fermina hasta q u e él le propone matrimonio (p. 111). C o m o ella no contesta le envía una camelia blanca con el ultimátum: "o a h o r a o nunca" (p. 112). Estos arrebatos p a s i o n a l e s s e p a r e c e n , d e alguna m a n e r a , a los del héroe romántico d e Larra q u e "se plantea e n términos d e todo o nada" (Navas Ruiz, p. 54). La a d o l e s c e n t e le r e s p o n d e con u n a e s c u e t a línea q u e llena d e felicidad a Florentino (p. 112) pero q u e a s o m b r a al lector por su candidez. Luego q u e Fermina a c e p t a c a s a r s e con Florentino la c o r r e s p o n d e n c i a d e ellos c a m b i a d e tono, volviéndose m á s familiar (p. 115). La certidumbre d e h a b e r a l c a n z a d o el objeto a m a d o disminuye el frenesí d e los primeros d o s años, pero mantiene la ocupación principal d e escribirse. C u a n d o el padre d e Fermina, Lorenzo Daza, d e s c u b r e los "paquetes d e tres a ñ o s d e cartas" (p. 122), la primera e t a p a d e correspondencia termina porque Fermina partirá d e viaje y los e n a m o r a d o s tendrán q u e crear u n a estrategia q u e les permita continuar c o m u n i c á n d o s e . Antes d e alejarse ella le escribe "una breve carta d e adiós en u n a hoja a r r a n c a d a del cuadernillo d e papel higiénico" (p. 128). El narrador h a c e ver q u e si bien anteriormente la textura del papel (breviario, miniaturas) no era un lujo ajeno a la escritura, c u a n d o s e trata d e entregar el m e n s a j e vital, no importa el medio en q u e s e realice; por e s o el papel higiénico lleva la f u e r z a d e las p a l a b r a s d e Fermina en su "breve carta d e adiós" (p. 128). H e m o s m e n c i o n a d o q u e la escritura e s un codificación q u e s e h a c e p r e s e n t e en la novela a t r a v é s d e c á b a l a s q u e e s necesario descifrar. Los t e l e g r a m a s , con s u s m e n s a j e s criptográficos, s e s u m a n a e s t a b l e c e r el contenido secreto, a s e r revelado, q u e e s la escritura. El m o r s e e s un m e n s a j e codificado y luego descodificado. Florentino, al hacer d e m e n s a j e r o c u a n d o lleva el t e l e g r a m a a Lorenzo Daza, s e p o n e al servicio d e la escritura. A partir d e e s e momento s e e n a m o r a r á d e Fermina y escribirá c a r t a s d e amor. La comunicación, objetivo d e la escritura, s e codifica y descodifica en el telégrafo. A través del alfabeto m o r s e e s posible romper la barrera d e la distancia para restablecer la correspondencia. D e s d e el telégrafo Florentino continúa con su labor d e comunicador y en la b ú s q u e d a d e su felicidad, solidarizan con él los telegrafistas y las primas d e Fermina. La escritura s e a d a p t a a las circunstancias, y al mismo tiempo las interpreta. Es posible ver, e n t o n c e s , cómo la "correspondencia telegráfica... dejó d e ser un concierto d e intenciones y p r o m e s a s ilusorias, y s e volvió 30 INTI N ° 31 metódica y práctica, y m á s intensa q u e nunca" (p. 135). S e deja ver la permeabilidad al cambio en las intenciones y estilos dentro d e la literatura. La obra d e García Márquez e s t a b l e c e q u e la escritura c o r r e s p o n d e a u n a necesidad, no e s arbitraria ni f u e r a d e la realidad. Al igual q u e la novela romántica, la novela d e a v e n t u r a s s e t r a n s p a r e n t a en el relato del "galeón sumergido" (p. 136) q u e Florentino le narra a su e n a m o r a d a . El quiere rescatar el tesoro f o n d e a d o , con la p r e s u n t a a y u d a d e uno d e los niños "sobre los c u a l e s s e habían contado t a n t a s crónicas d e viaje en E s t a d o s Unidos y Europa" (p. 137). La e m p r e s a d e r e s c a t a el barco sumergido g e n e r a la fábula q u e le permite a Euclides, el joven buzo, inventar a c e r c a d e lo q u e hay en el fondo del mar. El narrador enfatiza el viejo arte d e contar c u a n d o repite cinco v e c e s en el mismo párafo q u e Euclides "contó" (p. 142). Esta fábula e s recopilada por Florentino y c o n t a d a a Fermina en su correspondencia. La leyenda s e vuelve escritura a través d e la labor del escritor. La crónica d e viaje y la aventura, el relato o b s e s i o n a d o por u n a quimera a p a r e c e t r a n s p a r e n t a n d o cierto g é n e r o literario, d e s a p a r e c i d o y renacido e n la historia literaria. Fermina c o n o c e la historia del galeón hundido porque e s t a p e r t e n e c e al folklore, y no le d a importancia (p. 143); no obstante, reconoce que, del modo en q u e la historia le ha sido dicha por Florentino, c o r r e s p o n d e a u n o d e "sus e x c e s o s poéticos" (p. 143) y lo celebra "como uno d e los mejor logrados" (p. 143). Pero ella s e t e m e q u e haya "perdido el juicio" (p. 143). C u a n d o los relatos s e h a c e n "más fantásticos" (p. 143). Esto e s u n a clara alusión a lo real maravilloso, internándose en el subconsciente; en el escritor existe la posibilidad d e recrear las viejas historias, y a u n q u e Florentino c r e e q u e c u e n t a algo verosímil, el lector s a b e q u e e s u n a ficción. El "Portal d e los Escribanos" a p a r e c e ante Fermina c o m o "lugar d e perdición, vedado... a señoritas d e c e n t e s " (p. 153). El lugar e s percibido e r r a d a m e n t e ; el narrador defiende la reputación d e los e s c r i b a n o s explicando q u e "mercachifles... ofrecían por d e b a j o del mostrador c u a n t o s artificios equívoc o s llegaban d e contrabando en los b a r c o s d e Europa, d e s d e postales o b s c e nas" (p. 154). El narrador dignifica la imagen d e los escribanos, q u i e n e s a p a r e c e n c o m o p e r s o n a s dignas; confirmándose la nobleza d e la ocupación d e escribir: calígrafos taciturnos de chalecos de paño y medias mangas postizas, que escribían por encargo toda clase de documentos a precios de pobre: memoriales de agravio o de súplica, alegatos jurídicos, tarjetas de congratulación o de duelo, esquelas de amor en cualquiera de sus e d a d e s . (p. 154) Los escribanos, alegoría d e los escritores, s e p r e o c u p a n d e las a c t i v a d a d e s h u m a n a s , d e la vida y d e la muerte, y por s u p u e s t o , del amor. Así c o m o los escritores tienen diversas p r e o c u p a c i o n e s q u e expresar en la escritura, también BERNARD SCHULZ-CRUZ 31 existen diversos estilos d e la misma p a r a e x p r e s a r un m e n s a j e . Esto s e ve reflejado c u a n d o Fermina s e admira d e un papelero que estaba haciendo demostraciones de tintas mágicas de escribir, tintas rojas con el clima de la sangre, tintas con visos tristes para recados fúnebres, tintas fosforescentes para leer en la oscuridad, tintas invisibles que s e revelaban con el resplandor de la lumbre. (p. 154) Fermina no recibe s o l a m e n t e c a r t a s d e Florentino. Luego d e romper su compromiso con su e n a m o r a d o s e halla a c o s a d a por Juvenal. Este le ha escrito u n a misiva "breve y pulcra" (p. 184) y en la q u e le pide q u e le permita visitarla (p. 185). Su nota c a r e c e d e la d e s e n f r e n a d a pasión d e Florentino, por el contrario, e s sencilla y seria (p. 185). Juvenal persiste en lograr la atención d e Fermina y le escribe tres cartas m á s , con su letra d e médico c o m o "garabatos crípticos" (p. 185). S u m a d o a esto, Fermina no sólo recibe c a r t a s d e amor sino a n ó n i m o s en los q u e la "escritura era tan pueril" (p. 186) y en d o n d e "el texto mismo s e reveló c o m o un anónimo infame" (p. 186). S e h a visto q u e a lo largo d e la novela el narrador e s t a b l e c e comentarios positivos y críticos sobre la escritura y los escritores; en e s e contexto, el anónimo desprestigia y no a s u m e responsabilidad, por tanto s e c o n d e n a su existencia. Dentro d e un mundo d e escribanos, d e escritores d e c a r t a s d e amor, d e telegrafistas q u e envían m e n s a j e s vitales, d e p e r s o n a s q u e escriben y q u e s e juegan la vida en ello, no hay lugar para los irresponsables anónimos. C u a n d o Fermina recibe c a r t a s d e d e s c o n o c i d o s el narrador, a la s a z ó n transformado en paladín d e los escritores, dice q u e eran "tan pérfidas c o m o la primera" (p. 186). Florentino consigue trabajar c o m o escribiente en la firma d e su tío León XII porque, s e g ú n Lotario, "era un consumidor incansable d e literatura al por mayor, a u n q u e no tanto d e la b u e n a c o m o d e la peor" (p. 246) El narrador s e e n c a r g a d e aclarar esto d e inmediato: "El tío León XII no le hizo c a s o a la precisión sobre la mala c l a s e d e lecturas del sobrino" (p. 246). En verdad, Florentino — al igual q u e García Martínez — lee tanto a los b u e n o s escritores c o m o a los malos. Sin embargo, el escritor e s t á tan comprometido con su hacer q u e la poética o c u p a todo el sistema d e la escritura, a p o d e r á n d o s e d e las c a r t a s comerciales y d e los d o c u m e n t o s ; así Florentino escribe cualquier cosa con tanta pasión, que hasta los documentos oficiales parecían de amor. Los manifiestos de embarque le salían rimados por mucho que s e esforzara en evitarlo, y las cartas comerciales de rutina tenían un aliento lírico que le restaba autoridad, (p. 246) También, él trata d e a p r e n d e r "la simpleza terrestre d e la p r o s a mercantil" (p. 247), pero no lo logra porque s e halla impregnado d e su vocación d e escribano en el "Portal" cumpliendo una labor apostólica d e ayudar a los " e n a m o r a d o s 32 INTI N° 31 implumes a escribir sus esquelas perfumadas" (p. 247). En la novela s e estima que los poetas son seres excepcionales por eso el narrador nos dice que Florentino: "demostró con su vida... que no había nadie con más sentido práctico, ni picapedreros más empecinados ni gerentes más lúcidos y peligrosos que los poetas" (p. 248). Florentino conserva el "cuaderno en el que su padre escribía versos de amor" (p. 249); en este hay una caligrafía "idéntica a la suya" y "una sentencia que él creía suya, y que su padre había escrito en un cuaderno mucho antes de que él naciera" (p. 249). Este pasaje e s revelador porque implica que la originalidad total no existe, que los escritores son mutuos deudores, tanto de las ideas como de la creación en general. Se deja ver entonces que las palabras s e vierten de generación en generación y los escritores las usan sin que a veces sean conscientes del proceso que genera una determinada frase. El escritor se perfila como una persona generosa. Su dedicación e s tal que tiene suficiente amor para brindar a los demás; por eso se lo regala a los enamorados, "escribiendo para ellos cartas de amor gratuitas en el Portal de los Escribanos" (p. 251). La labor del escritor es dar generosamente lo que mejor s a b e hacer: escribir. Por eso "reanimaba a los desvalidos con cartas enloquecedoras" (p. 252). También e s solidario ante la desgracia ajena, aunque poco efectivo ante los negocios humanos "porque con lo único que lograba convencer a alguien era con cartas de amor" (p. 252), las que "Para reclamar el pago de una pensión" (p. 252) ante el gobierno son totalmente inútiles. Utilidad e inutilidad del escritor s e transparentan en ATC. Los cambios estéticos corresponden a períodos que el escritor debe enfrentar. La sensibilidad social evoluciona entre una época y otra. La estética anticuada aparece reflejada en una prolepsis externa en la que el narrador dice que los estudiantes de la Escuela de Bellas Artes — representando a la Vanguardia — queman el retrato de Juvenal como "símbolo de una estética y unos tiempos aborrecidos" (p. 76). Esta reflexión ubica a las viejas tradiciones artísticas en un pasado cultural distanciado por la distancia que separa al mundo de Juvenal de las convenciones futuras. La escritura, como todo el arte, debe cambiar y adaptarse a las nuevas circunstancias sociales. Las modas literarias unidas a la sensibildad estética de cada época hacen que el escritor s e a más que nada un hombre de su tiempo. Florentino llega a escribir un "Secretario de los Enamorados" (p. 253) en el que sé encuentran las más variadas situaciones que una pareja de enamorados pudiera enfrentar. Este compendio de "unas mil cartas" (p. 253) resume de alguna manera la obra joven de Florentino. Ningún impresor de la ciudad se arriesga a publicar su libro (p. 253), situación más que usual entre los escritores noveles. Sumado esto a la convicción de que si con el tiempo fuera posible publicar, la evidencia triste de que "las cartas de amor habían pasado de moda" (p. 253) será un factor que el escritor debe sopesar. Los "Juegos Florales," certámenes literarios que promocionan a los aspirantes a consagrarse como poetas, no le dan a Florentino el triunfo BERNARD SCHULZ-CRUZ 33 anhelado. En ellos la ironía y la sátira juegan un papel preponderante c u a n d o un chino obtiene el galardón "la Orquídea d e Oro" ante la indignación general y la s o r p r e s a d e Florentino y d e S a r a Noriega, u n a poetisa a m a r g a d a por los resultados (pp. 283-88). Pero si la parodia s e explora al máximo, también s e h a c e lo mismo con la escritura y las p a r a d o j a s q u e crea. Por ejemplo, en el episodio e n q u e u n a d e las t a n t a s a m a n t e s d e Florentino, Olimpia Zuleta, r e g r e s a a su c a s a luego d e h a c e r el amor con el escritor, quien le ha pintado "un letrero en el vientre: Esta c u c a e s mía" (p. 317); c u a n d o ella s e desviste frente al marido, e s t e d e s c u b r e q u e ella le ha sido infiel y la mata. Tiempo d e s p u é s Florentino encuentra su t u m b a con "el nombre y la f e c h a escritos con el d e d o e n el c e m e n t o f r e s c o d e la cripta" (p. 318). La escritura a m o r o s a y festiva del a m a n t e sobre el s e x o d e S a r a s e vuelve "una burla sangrienta del e s p o s o " (p. 318). Lo cómico y lo trágico indican los d o s extremos d e u n a poética q u e s e c o m p r o m e t e con los sentimientos m á s o p u e s t o s del ser humano. S e ha visto q u e las c a r t a s d e Fermina e s t á n limitadas al contrapunto originado por el pretendiente; el transcurso d e m á s d e medio siglo d e s p u é s d e la primera carta d e amor no cambia e s t a situación. Ella le envía u n a misiva en q u e le e x p r e s a su indignación a Florentino porque le ha reiterado su amor luego d e la muerte d e Juvenal (p. 82). Pero su m e n s a j e e s recibido m á s q u e bien por el ya anciano escritor d e c a r t a s d e amor: "la carta por sí misma le d a b a la oportunidad y le reconocía el d e r e c h o d e contestarla" (p. 422). Esta vez la pluma q u e a c o s t u m b r a b a u s a r e s r e e m p l a z a d a por la máquina d e escribir. El transcurso d e los a ñ o s significa un cambio sustancial en el medio para producir la escritura, la tecnología s e impone y con ella una n u e v a sensibilidad artística, explicitada c u a n d o Florentino le pregunta a Leona Casiani: " ¿ C ó m o te sentirías si recibieras u n a carta d e amor escrita en e s t e trasto?" (p. 423). Una vez m á s , el sempiterno e n a m o r a d o escribe cartas para su "diosa coronada" pero en esta oportunidad, paralelo al cambio d e la pluma a la máquina, su r e s p u e s t a "no tenía ni el tono, ni el estilo, ni el soplo retórico d e los primeros a ñ o s del amor, y su a r g u m e n t o era... racional y bien medido" (p. 424). La propia Fermina s e s o r p r e n d e y h a s t a s e disculpa cuando, a su vez, le c o n t e s t a q u e no dispone "de medios d e escritura m á s a v a n z a d o s q u e la pluma d e acero" (p. 424. Una a c e r t a d a evolución en Florentino lo ubica en el centro d e la producción literaria actualizada y madura. El escritor p r e p a r a u n a estrategia para reconquistar a su e n a m o r a d a a través d e las palabras. Es sin duda, la estrategia q u e un escritor, d a d o los cambios e n la sensibilidad artística d e la sociedad, d e b e observar para q u e su producción consiga el objetivo e s p e r a d o : "todo tenía q u e ser diferente para sucitar n u e v a s curiosidades, n u e v a s intrigas, n u e v a s e s p e r a n z a s " (p. 425). El narrador a través de los ojos d e "la diosa coronada" n o s dice q u e las c a r t a s del anciano Florentino son meditaciones sobre la vida, el amor, la vejez, la muerte: ideas que habían pasado muchas veces aleteando como pájaros nocturnos 34 INTI N ° 31 sobre su cabeza, pero que se le desbarataban en un reguero de plumas cuando trataba de atraparlas. Allí estaban, nítidas, simples... con una clarividencia que no correspondía a las esquelas febriles de su juventud ni a su conducta sombría de toda la vida. Eran más bien las palabras del hombre que a la tía Escolástica le pareció inspirado por el Espíritu Santo... (p. 433-34) Esta reflexión q u e s e h a c e Fermina e s la escritura misma. De hecho, e s la propia novela, ATC la q u e s e r e s u m e magistralmente. El párrafo sintetiza d e m a n e r a elocuente todo el motivo del texto y d e las p a l a b r a s e n c a r n a d a s e n un escritor q u e ha m a d u r a d o . En e s t e c o n s t a n t e escribir s e f u n d a la novela ATC. En ella García Márquez o f r e c e al lector u n a c o n s t a n t e reflexión a c e r c a d e los sentimientos h u m a n o s , pero e s t a actitud s e convierte en reflexión sobre la literatura y el lenguaje q u e la g e n e r a . Florentino a l c a n z a la a n h e l a d a "diosa coronada" luego d e h a b e r s e dedicado por entero a la vocación de escritor. Y a u n q u e el p a r a d i g m a e s válido para cualquier e m p r e s a q u e el s e r h u m a n o d e s e e intentar, e s f u n d a m e n t a l c u a n d o s e trata d e escribir. La novela p r e s e n t a no sólo la educación sentimental del p e r s o n a j e , sino su propia vocación d e escritor c o m o metáfora d e la existencia. La novela privilegia la comunicación h u m a n a a través d e las palabras. Amor, escritura y lectura s e confabulan para darle sentido a un ser h u m a n o q u e b u s c a la unidad perdida, y d e e s t a manera, s e h a c e posible el "ir y venir del carajo" (p. 502) del barco, del amor, d e la escritura: "Toda la vida" (p. 503). OBRAS CITADAS Camurati, Mireya. Poesía y poética de Vicente Huidobro. Buenos Aires: García Cambeiro, 1980. Darío, Rubén. Páginas escogidas. Ed. Ricardo Gullón. Madrid: Cátedra, 1979. Flores Olea, Víctor. "El amor en los tiempos del cólera: El libro de una educación sentimental". Cuadernos americanos 1 (1986): 202-08. García Márquez, Gabriel. El amor en los tiempos del cólera. Barcelona: Bruguera, 1985. Navas Ruiz, Ricardo. El Romanticismo español. Madrid: Cátedra, 1982. Rodó, José Enrique. Motivos de Proteo. Obras completas. Ed. Emir Rodríguez Monegal. Madrid: Aguilar, 1957.