CON OJOS DE NIÑA

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CON OJOS DE NIÑA
Por Arlina Cantú
Usado con permiso
Texto clave: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley”. Salmo 119:18
Lectura básica: Isaías 40:28-31
De pronto se sintió muy sola. La vida de mi hermana mayor empezó a entristecerse. Pareció que en
pocos años se le vinieron encima todas las enfermedades posibles que la fueron obligando a
quedarse más tiempo sin salir de su casa. Añadido a todo eso, empezó a fallarle la vista hasta no
percibir ya ni luz ni sombras.
Dios le ha bendecido con un servicio médico particular como beneficio de su trabajo; empero, ella
se empeñó en solicitar una cirugía que no podían autorizarle. Y se quedó en ese empeño durante
años, hasta que el mayor de nuestros hermanos decidió tomar cartas en el asunto.
Algunas veces, las circunstancias por las que atravesamos en la vida nos hacen “enfriarnos”
espiritualmente; en otras, nos llevan a “enojarnos” con Dios porque nos parece que no merecemos
lo que nos sucede.
Dice el Profeta Isaías: “palpamos la pared como ciegos, …tropezamos a mediodía como de noche;
…gemimos lastimeramente como palomas” y eso era visible en la vida de mi hermana.
Bendito sea Dios por los beneficios que reporta el afamado equipo de médicos cubanos que vienen
a México a curar de manera gratuita. Y bendito sea también el Señor por los contactos que le ha
permitido tener a nuestro hermano, que en tres días logró lo que mi hermana no había conseguido
en tres años.
Al tercer día de que consultó a los médicos, sanó de su primer ojo, y en dos semanas recuperó su
vista completa. A partir de entonces mira la vida con ojos de niña. Cuenta que cada objeto, cada
lugar y cada persona que ahora puede ver de nuevo, son motivo para que su corazón le dé gracias a
Dios a cada instante. Sonríe de verdad y su cara se ilumina como una niña con juguete nuevo.
Ella es creyente en Jesucristo y se cumple la palabra de Jesús que dice: “De los que me diste, no
perdí ninguno”. Porque si el Señor no hubiera tenido misericordia, es posible que su tristeza y su
depresión la hubieran apartado por una temporada de la comunión con el Señor. Ahora nos
gozamos cada día, ahora sin duda buscará la forma de ofrendarle su vida al Señor y vivir para
siempre cerca de la cruz.
OREMOS: Te rogamos, oh Dios, por nuestros hermanos que padecen enfermedades físicas o
espirituales para que los sanes para tu gloria. Amén.
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