Detrás del árbol, la gente

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detrás del árbol, la gente
experiencias y aprendizajes del
proyecto desarrollo agroforestal en
comunidades rurales del noroeste argentino
Salta, Argentina, diciembre de 1997
(Copyright) Proyecto Desarrollo Agroforestal en
Comunidades Rurales del Noroeste Argentino
Casilla de Correo 559
(4400) Salta, Argentina
Tel/Fax: (087) 210-434
e-mail: [email protected]
Edición: Proyecto Desarrollo Agroforestal en
Comunidades Rurales del Noroeste Argentino
Fundación para el Desarrollo Agroforestal de las Comunidades
Rurales del Noroeste Argentino
Producción y Diseño: Gustavo Daniel Flores
llustraciones: Omar Raúl Dominguez
Este libro ha sido publicado con el apoyo financiero de la
Deutsche Gesellschaft fur Technische Zusammenarbeit
(GmbH) (Sociedad Alemana de Cooperación Técnica).
Salta, Argentina - Diciembre de 1997
Detrás del árbol, la gente
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Indice
Presentación: Detrás del árbol, la gente, la vida, un Proyecto, muchos aprendizajes
El Proyecto.
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Capítulo 1
Detrás del árbol, la gente, el monte, la chacra.
1. El extensionista apurado, pero nunca se va antes del mate y el cigarrillo
Agustín Arenas - Raquel Rut Saravia
2. Cachi: con los árboles ¡ni regalados!
Alfredo Pais
3. Los Baldes: Y esta vez tampoco tendremos nuestra bomba de agua
Chris van Dam
4. La Esperanza: ¿Volverían a regar los arbolitos? ¡¡Ni locos!!
Cristina Camardelli
5. Yavi Chico: Forestar el antigal, un sueño imposible
Alfredo Pais
6. Campo Durán: Detrás de las mascaras estaba el monte
Sandro Sassatelli
7. La secretaria ejecutiva y la oveja enferma
Máximo Ezcurra
8. Tobantirenda: ¿Cómo medir el éxito de las experiencias participativas?
Diana Carolina Sánchez
9. La Algarrobeada, procesos tradicionales e intervención externa
Raquel Rut Saravia
10. Puna: los animales desbloquearon el árbol-y nuestrarelaciones
Liliana Martínez
Capítulo 2
Detrás del Proyecto: su gente y las instituciones
11. De empleado público a agente de campo en la Puna
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Ramón Páez
12. Los Baldes: informes y bombas de agua
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Raquel Saravia
13. Recorridos, tropiezos y aprendizajes en salidas a terreno
51
Sergio Reyes
14. Fondo de Plantaciones Agroforestales, un instrumento de contratiempos
57
Jan Correa
15. Puna: la oveja David y la vacuna Goliat
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Ramón Páez - Liliana Martínez - Máximo Ezcurra
16. Contrapartes en Morillo: los roles y los intereses
Cristina Camardelli
17. Ventajas y desventajas de los docentes golondrinas
Adriana Malvicino de Márquez
18. Alfarito: de promotor agroforestal a comisionado municipal
Liliana Martínez - Chris Van Dam
19. No se dio para El Chañar, se dio para Pluma ¡PERO SE DIO!
Cristina Camardelli - Stella Bianchi
20. El programa Municipio y Medio Ambiente. Los logros del MyMA 3 en Jujuy y su contracara
Liliana Martínez
21. Sostenibilidad institucional, ¿dónde estás?.
Chris van Dam
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Capítulo 3
Detrás del árbol; necesidades vitales, políticas, propuestas.
22. Racionalidad y urgencias: desventuras de una iguana.
Agustín Arenas - Raquel Rut Saravia
23. Los Baldes: por una casa de ladrillos abandonaron su monte
Raquel Rut Saravia
24. UPPASOR: "Ustedes quieren que siempre seamos pobres"
Sandro Sassatelli
25. ¿Qué quisieran las mujeres de la Puna?
Liliana Martínez
26. Revista Desarrollo Agroforestal y Comunidad Campesina
Chris van Dam
27. Haciendo Lobby para concertar políticas: desde Salta también se puede.
Chris van Dam
28. Talleres de silvicultura social: ¡Se puede trabajar con el Estado!.
Alfredo Pais
29. La propuesta técnica: entre el catálogo y el recetario
Jan Correa
Capítulo 4
Entre el Proyecto y la gente: conocimientos, técnicas y desafíos económicos
30. Siembra de esporal: la curiosidad mata la ignorancia
Ramón Páez
31. Puna: «todos los molinos que vi estaban parados…»
Ramón Páez - Máximo Ezcurra
32. Abonos verdes: condiciones y peligros del éxito
Jan Correa
33. Propuesta técnica en la Puna: un cerramiento en Suripujio
Diana Carolina Sánchez - Ramón Páez
34. Del tren al vivero: los arbolitos que se quedan en la Puna
Liliana Martínez
35. Invernaderos horti-forestales en la Puna
Liliana Martínez
36. Capiazuti: el vivero de los chiriguanos
Sandro Sassatelli - Chris van Dam
37. La experiencia de comercialización de bateas en Los Toldos.
Diego Rodriguez Laguens - Fernando Sepliarsky
38. Carbón en Pluma de Pato: mi mama me mima.
Raquel Rut Saravia
39. Desarrollando un producto forestal no maderero: la Goma Brea
Chris van Dam
40. La caracterización económica y técnica de los sistemas de producción campesinos del
NOA
Miguel Díaz G., Jan Correa, Miriam Barbera
Capitulo 5
Entre el Proyecto y la gente: la capacitación y la educación …
41. Hablemos de la gente. El hombre del camino a Formosa.
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Alfredo Pais
42. Aprendizajes en capacitación …
140
Sergio Reyes
43. Erase una vez el Programa de Educación Forestal (PEF).
44. Seclantás: tiempos. impactos y visibilidad en Educación
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Adriana Malvicino de Márquez
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45. Inticancha: ¿para qué cuidar tanto el invernadero?
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Adriana Malvicino de Márquez
46. Yacuy: un libro de lectura diferente…
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Adriana López Figueroa
47. Los Blancos: compromisos para un espacio verde. 148
Adriana Malvicino de Márquez
48. Suripujio: la importancia de registrar las experiencias …
150
Adriana López Figueroa
49. Capacitación docente en Aguaray: mi prueba de fuego con el juego
152
Adriana López Figueroa
50. Gira a Paraguay y Misiones: de campesino a campesino.
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Sandro Sassatelli
Capítulo 6
Entre el Proyecto y la gente: ¿ellos lo hacen a su manera?
51. Suripujio 1993: descubriendo las reglas de juego.
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Liliana Martínez
52. Tirando el rotafolio por el suelo.
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Agustín Arenas - Raquel Rut Saravia
53. Educación Bilingüe Intercultural en Yacuy: Desde las raíces…
Hna. María Luisa Mil
54. Experiencia con promotores y representantes en la Puna…
Liliana Martínez - Ramón Páez - Máximo Ezcurra
55. Ser promotor campesino en API.
Sabino Gregorio
56. Conflictos entre los promotores y su comunidad.
Diana Carolina Sánchez
57. Los guaraníes lo hacen a su manera…
Sandro Sassatelli
Personas que participaron del Proyecto
Cronología del Proyecto
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Epílogo del partero.
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Pierre de Zutter
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Presentación
Detrás del árbol, la gente, la vida,
un Proyecto, muchos aprendizajes...
1992. Arranca sus actividades el Proyecto de Desarrollo Agroforestal en Comunidades Rurales
del Noroeste Argentino.
1997. Luego de casi seis años de trabajo (dos «fases» y un pedacito de la tercera) y muchos
vaivenes, en momentos de cerrar un ciclo y con muchas incertidumbres sobre el futuro de nuestro
marco institucional (¿terminará o no la «tercera fase»?), hacemos un alto en el camino para recoger
nuestros pasos y cargar nuestros aprendizajes y nuestras preguntas a fin de continuar la ruta.
Este no es un libro-balance sobre logros y fallas del Proyecto Agroforestal. Tampoco es una
evaluación de sus resultados, cumplimientos e incumplimientos. Tampoco es un intento de manual de
lo que habría que hacer, a la luz de nuestras experiencias. Tampoco es un estudio sobre la realidad
regional, sobre las comunidades rurales del Noroeste Argentino.
Es decir que no es un libro para enseñar, convencer o proponer. Es un libro para compartir las
vivencias, las experiencias, los aprendizajes de estos seis años de prácticas, de recorridos múltiples,
de tropiezos y encontronazos, de hallazgos y alegrías. Es un libro para los colegas que como nosotros
intentan aprender a trabajar mejor con las comunidades, de pequeños productores, de campesinos, de
aborígenes, y con el ambiente natural que nos cobija y alimenta a todos.
Este libro es ante todo un testimonio y una mirada, muchas miradas y muchos testimonios. Es
testimonio porque es obra de los propios actores que, dentro de estos seis años de Proyecto, bregaron
por llevar adelante los objetivos y compromisos a favor de un desarrollo agroforestal en las
comunidades. Es una mirada, y el testimonio de una mirada, que se enriqueció a lo largo de esos años
para descubrir y entender esa realidad en la cual y con la cual se trabaja, para descubrirse y
entenderse a sí mismo como Proyecto, como profesionales, como personas que actúan en
«desarrollo».
Este libro es ante todo un testimonio y una mirada, muchas miradas y muchos testimonios
Detrás de los hechos y las obras, la gente y sus aprendizajes...
Existe pues una opción clara en la forma y el fondo de este libro. No estamos - y creemos que
nadie está en este momento - en condiciones de ofrecer un panorama ni una guía clara de qué es o
puede ser el desarrollo agroforestal en la región. Entonces, no hemos querido forzar nuestras
conclusiones para formular conocimientos y pautas generales, escondernos detrás de los hechos y las
obras para armar un discurso artificial.
Hemos preferido asumir que este Proyecto ha sido una gran oportunidad de aprendizaje para
todos los que estuvimos involucrados en él, directa o indirectamente; que los avances y
descubrimientos son valiosos pero aún muy incompletos; que falta mucho camino por recorrer.
Hemos decidido abrir el juego en el sentido de convocar a que todos los interesados nos
vayamos enriqueciendo mutuamente en la búsqueda de mejores prácticas, mejores realizaciones,
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rnejores conocimientos... Para eso hemos escogido compartir lo nuestro para así invitar a otros a
compartir, a reflexionar juntos, a aprender juntos, a hacer juntos.
Este libro
De ahí que este libro, a diferencia de lo que se suele publicar en estos temas, no busca
esconder la subjetividad de sus autores sino que la afirma para estimular mejor el debate, la reflexión
critica; no busca construir el discurso y usar la realidad y la práctica como ilustraciones del mismo sino
partir de la experiencia y la vivencia, contándolas con sus anécdotas y sus sentimientos para mirarlas
mejor, aprender de ellas, al menos tratar de formular «qué creemos poder aprender de ellas».
Es lo que algunos llaman la «capitalización de experiencias», es decir transformar la experiencia
en conocimiento compartible (ver el Epílogo).
Las páginas de este libro están formadas por más de 50 textos diferentes, preparados entre
octubre y sobre todo noviembre de 1997, por cerca de 15 diferentes actores-autores del Proyecto.
No trabajamos de acuerdo a un guión preestablecido sino de acuerdo a lo que a cada uno le
parecía útil, importante, de acuerdo a lo que cada uno pensaba haber descubierto o aprendido en estos
años, de acuerdo a... las ganas de compartir.
Los contenidos son por tanto subjetivos e incompletos. No lo dicen todo ni lo pretenden. El libro
en conjunto preserva estas características: sólo hemos agregado un mínimo de informaciones (sobre el
Proyecto, las zonas y ciertas actividades) para facilitar la comprensión de las experiencias y los
aprendizajes.
Es lo que algunos llaman la «capitalización de experiencias», es decir transformar la
experiencia en conocimiento compartible
¿Cómo agrupar estos aportes variados a la hora de la publicación?
Para escapar a un tratamiento «temático» que nos hubiese obligado a completar o redondear los
aportes a fin de presentar cierta coherencia formal, hemos optado por seguir el recorrido de nuestros
descubrimientos y esfuerzos. En dos direcciones.
Por un lado hemos intentado aprender a mirar. A mirar detrás de las apariencias, los prejuicios,
los preconceptos. Los tres primeros capítulos ilustran ese aprender a mirar detrás del árbol que nos
inspiraba y detrás de la institucionalidad de Proyecto que nos reunía.
Por otro lado hemos intentado aprender a trabajar. Pero, más allá de nuestras especialidades
profesionales y de nuestras tareas específicas, la gran característica de nuestra labor fue el trabajar
con otros, entre diversos actores. Los tres últimos capítulos recogen nuestras experiencias de todo tipo
para aprender a trabajar entre el Proyecto y la gente.
Evidentemente, por la variedad de temas y aprendizajes que puede tocar cada texto individual,
toda agrupación es forzada. Estos capítulos no pueden por tanto «estudiarse» como bloques
homogéneos. Pero eso mismo puede ser una ayuda para siempre ir más allá del aspecto central y ver
sus relaciones con los demás.
Detrás del árbol: la gente, el monte, la chacra...
La entrada del Proyecto Agroforestal era el árbol, su incorporación en los sistemas productivos
de la gente. La primera gran gama de aprendizajes que se fueron dando corresponden a este
Detrás del árbol, la gente
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descubrimiento esencial: detrás del árbol está la gente y si no se sabe mirar, escuchar, atender y
entender a la gente, no hay árbol ni metodología que valgan.
Aprender a mirar a la gente es descubrir que el mate puede ser tan o más importante que la
reunión; que existen lugares y momentos en que el árbol no moviliza a casi nadie; que las prioridades
de la gente no pasan necesariamente por el árbol; que esfuerzos desmesurados de forestación pueden
perjudicar otras necesidades.
Aprender a mirar a la gente es descubrir asimismo que el árbol y sus producciones nunca están
solos, que detrás del árbol está el monte, está la chacra, está el conjunto del sistema de vida, con las
actividades que se articulan, con las urgencias que apremian, con las lógicas que se cruzan.
Aprender a mirar detrás del árbol tampoco es olvidarse de él. Desde la gente, desde el monte o
la chacra o los animales, vuelve el árbol inserto en las estrategias y gustos de los productores.
La entrada del Proyecto Agroforestal era el árbol, su incorporación en los sistemas
productivos de la gente.
Detrás del Proyecto: su gente y las instituciones...
Un Proyecto es una institución, con sus objetivos, sus metas, sus normas, sus relaciones. Pero
también es importante aprender a mirar detrás del Proyecto y encontrarse con su gente, es decir con
nosotros mismos, nuestros hábitos, nuestras dificultades, nuestros temores, nuestros potenciales.
Aprender a mirarnos detrás del Proyecto es descubrir que hemos de ser creativos para
replantear desde los horarios hasta los informes; para superar el temor a los formularios y
transformarlos en herramientas de aprendizaje, negociación y rigor; para asumir la solidaridad y
vacunarse de la indiferencia...
Aprender a mirarnos es también aprender a mirar nuestras instituciones y las vecinas. Es
descubrir y precisar roles e intereses para afianzar la colaboración; es adecuarse a las normas y
entrever sus posibilidades; es superar las barreras entre sectores y mundos y aprovechar las
oportunidades; es jugar con los marcos, los plazos, las estructuras, los presupuestos para propiciar la
continuidad de emprendimientos y actores y la sostenibilidad de los avances...
Detrás del árbol: necesidades vitales, políticas, propuestas...
El árbol es el punto de entrada y el punto de unión para los esfuerzos del Proyecto, pero es
necesario aprender a mirar detrás del árbol y del Proyecto, aún detrás del monte y de la chacra, para
descubrir escenarios donde actuar para hacer viables los objetivos.
Aprender a mirar detrás del árbol es también aprender a ver más allá de la «conciencia», forestal
y ambiental, para descubrir las necesidades vitales y entender sus presiones; para comprender que los
plazos agroforestales rivalizan con la inmediatez de la supervivencia; para asimilar que la sociedad en
general condena la pobreza y que ésta tiene sus rigores...
pero es necesario aprender a mirar detrás del árbol y del Proyecto, aún detrás
del monte y de la chacra, para descubrir escenarios donde actuar para hacer viables los objetivos.
Descubrir escenarios donde actuar y aprender a moverse en ellos es una tarea exigente en
desafíos. Es saber convocar y conjugar fuerzas en el gran escenario nacional e internacional para
valorizar tanto el desarrollo agroforestal como las comunidades. Es saber aprovechar oportunidades y
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brechas y consolidar políticas e instrumentos legales. Es aprender a preparar y potenciar otros actores
que los ya conocidos. Es profundizar y ordenar los conocimientos y propuestas técnicas escapando a
la facilidad y falsedad del recetario.
Entre el Proyecto y la gente: conocimientos, técnicas y desafíos económicos...
Si era importante aprender a mirar y mirarse, también lo era aprender a trabajar juntos, entre el
Proyecto y sus socios por un lado, entre la gente y sus organizaciones por el otro. Más allá de la
simpatía, del compromiso, la relación requería aportes en contenidos. Aprender a trabajar era pues
profundizar y mejorar una serie de conocimientos, técnicas y desafíos económicos.
Aprender a trabajar juntos exigía ante todo una actitud, donde la curiosidad experimentadora y
observadora superara el conformismo y la ignorancia, los saberes librescos y ajenos, los recelos y los
entusiasmos apresurados.
Requería el aporte de nuestras mediciones a sus decisiones, la búsqueda de alternativas
cercanas y apropiadas, el estímulo y apoyo a sus capacidades y relaciones.
Significaba avanzar más allá de nuestro acento en lo productivo y recorrer los caminos de la
comercialización para descubrir tanto las interacciones e interdependencias de su economía como las
reglas, potenciales y limitaciones de los mercados.
Entre el Proyecto y la gente: la capacitación y la educación...
Entre Proyectos y gentes suele estrecharse la relación alrededor de las demandas y ofertas de
capacitación y de educación. Aprender a trabajar juntos implicaba recorrer las diversas vías del
conocimiento, de la innovación, de las capacidades.
Aprender a trabajar juntos entrañaba la revisión de enfoques, metodologías e instrumentos. Y
devolvía a que la clave es la gente y está en la gente. Que hablando de la gente se pueden entender
los profesionales. Que la escucha y el diálogo son las bases para desarrollar capacidades.
Era también permear los circuitos usuales y formales; era intentar la "educación forestal» en
escuelas y comunidades; era relacionar el aula, el invernadero y la comunidad; era estimular la
iniciativa docente y los potenciales pedagógicos del registro, del libro propio, del juego...
Era aprender a aprovechar y a fomentar los intercambios directos de campesino a campesino,
hasta los que nos conducían más allá de las fronteras y más adentro de la vivencia agroforestal
campesina.
Aprender a trabajar juntos entrañaba la revisión de
enfoques, metodologías e instrumentos
Entre el Proyecto y la gente: los roles y las reglas...
Juntos no significa necesariamente revueltos. Aprender a trabajar juntos era también
esencialmente aprender a ubicar roles y definir reglas de juego entre las partes.
Aprender a trabajar juntos era descubrir que las reglas no se imponen sino que se negocian y
que para ello es necesario entender la cultura del otro para comprender sus reacciones y sus
lenguajes. Era comprobar que se puede ser diferente y al mismo tiempo estimular al otro en sus raíces
y en sus roles.
Era multiplicar las instancias y los roles entre comunidades, representantes, promotores,
Proyecto, acompañando los procesos de apropiación y redefinición que se dan en la innovación
organizativa o técnica, propiciando la negociación y el aprendizaje entre los involucrados. Era
mantenerse atento a las superposiciones y a las confusiones.
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Era también descubrir que «ellos lo hacen a su manera» y que el acompañamiento no sólo
puede ser enriquecedor para nosotros y para ellos sino que nos puede reunir entre agentes de terreno.
Detrás de estas páginas...
Detrás de las páginas de este libro están todos nuestros sueños y nuestras dudas. También toda
nuestra voluntad de avanzar y contribuir compartiendo.
Como Proyecto y como actores de estos seis años, somos conscientes de lo mucho que se ha
recorrido, pero también de que el producto de nuestras experiencias y aprendizajes, tal como se
expresa aquí, difiere de lo usual.
Existe para ello una razón esencial. Tal como lo fuimos descubriendo, las condiciones
nacionales y regionales no se prestaban a una labor de difusión masiva; fuimos percibiendo que
existían ciertos requerimientos previos que atender: en cuanto a la perception que se tiene de las
comunidades rurales del Noroeste, en cuanto a la información y las técnicas sobre sistemas
agropecuarios (y específicamente lo agroforestal) de la región, en cuanto a las políticas y las
instituciones... De ahí que fuimos un Proyecto de aprendizaje a través de la acción.
Detrás de estas páginas, en el estilo de estas páginas, con su disfrute de los éxitos, su
cuestionamiento de las deficiencias, sus lecciones y preguntas de la experiencia, está una invitación a
unir esfuerzos para seguir construyendo el saber y las artes de un trabajo fructífero en favor de las
comunidades rurales y de su medio ambiente, en favor de mejorar sus recursos y sus potenciales.
Preparar estos textos fue para nosotros una oportunidad excepcional de confrontaciones de todo
tipo: entre nosotros y nuestras diversas profesiones y sensibilidades; entre nuestras expectativas
iniciales y nuestras convicciones actuales; entre nuestras prácticas y el saber que traíamos. Ahí estuvo
la riqueza de este proceso.
Esperamos que el lector pueda a su vez disfrutar y reflexionar, confrontando nuestras vivencias y
aprendizajes con sus propias vivencias y aprendizajes. Para ello, no necesita encerrarse en el hilo (ni
fortuito ni demasiado "racional") de estas páginas; puede abrir el libro por donde más le motive y
seguirlo como más le convenga. ¡Ojalá nuestros textos le incentiven a levantar la vista de este papel y
ponerse a soñar y confrontar sus propias experiencias! ¡Ojalá su mirada, interior y exterior, se vea
enriquecida por el testimonio de nuestros descubrimientos de otras formas de mirar y de hacer juntos!
¡Ojalá su mirada, interior y exterior, se vea
enriquecida por el testimonio de nuestros
descubrimientos de otras formas de mirar y de
hacer juntos!
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El Proyecto
El Proyecto Desarrollo Agroforestal en Comunidades Rurales del Noroeste Argentino, con la
asistencia técnica de la Sociedad Alemana de Cooperación Técnica (GTZ), nace formalmente en
marzo de 1992, como continuidad de una pequeña experiencia que cuatro provincias del Noroeste
(Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja) habían tenido durante 1990 y 1991 asociadas a un proyecto
regional, el Proyecto Desarrollo Forestal Participativo de los Andes, ejecutado por la FAO con
financiamiento de Holanda.
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El Proyecto, desde sus inicios, en su planteamiento partía de tres problemas-eje:
por un lado la situación de pobreza de miles de familias campesinas, indígenas y de pequeños
agricultores, a lo largo y a lo ancho de Salta y de Jujuy;
por otro lado la situación generalizada de degradación ambiental, expresada, en la tala
indiscriminada de los bosques, en el sobrepastoreo, en el desmonte masivo para ampliar la
frontera agropecuaria, en el mal manejo de los suelos y el agua, situación que impacta con
especial fuerza a las economías campesinas y a las comunidades aborígenes, en una suerte de
espiral de pobreza, cuyaúnica salida parece ser la migración;
finalmente, la carencia de instituciones y de programas -públicos o privados- que pudieran dar
respuesta a estos problemas.
De allí que la finalidad (la formulación ha cambiado ligeramente a lo largo de las tres fases del
Proyecto) haya sido lograr que «las comunidades rurales implementen sistemas agrosilvopastoriles con criterios de sostenibilidad (ambientales, económicos, sociales) en un marco
Institucional adecuado».
Desde un comienzo, el Proyecto se propuso trabajar en un área piloto o demostrativa en las
cinco grandes áreas agroecológicas de Salta y de Jujuy afectadas por esta problemática:
en la Puna jujeña, elegimos el área situada al este de La Quiaca, luego ampliada a algunas
comunidades situadas al sureste.
- en las Yungas, nos concentramos en la zona de Los Toldos, fronteriza con Bolivia
- en la zona de Transición, trabajamos con comunidades criollas y aborígenes (guaraníes) situadas a
orillas de la ruta 34, entre Tartagal y Salvador Mazza, departamento de San Martín
en el Chaco salteño, elegimos tres comunidades wichi y puesteros criollos cercanos a Morillo,
sobre la ruta 81, para luego también trabajar con otras comunidades wichi sobre el Pilcomayo.
Ambas áreas en el departamento Rivadavia.
- finalmente, en los Valles Calchaquíes salteños, elegimos comunidades de Cachi y Seclantás.
Aunque de los Valles nos retiraríamos en 1995, luego seguiríamos apoyando el trabajo de una
ONG en otra zona de valles interandinos, en la Quebrada de Humahuaca, en Jujuy.
Detrás del árbol, la gente
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En el transcurso de estos seis años, el Proyecto promovió actividades en forma directa con 46
comunidades campesinas e indígenas y 16 puesteros criollos1. En forma indirecta, a través del
Programa Municipio y Medio Ambiente, se acompañaron proyectos en 20 municipios de Salta (que
beneficiaban a cerca de 62 comunidades) y a 15 municipios y comisiones municipales de Jujuy (con
una población objetivo de 81 comunidades).
El Programa de Educación Forestal fue promovido en cerca de 35 escuelas rurales en las cinco
zonas de trabajo.
Los ejes de trabajo
Los principales ejes de trabajo en estos años, en forma resumida, han sido los siguientes:
la búsqueda de un marco institucional que garantizara la continuidad del Proyecto una vez que
se retirara la cooperación técnica alemana. Para ello, el Proyecto contribuyó a la creación de
una fundación, la Fundación para el Desarrollo Agroforestal en Comunidades Rurales del
Noroeste Argentino y desarrolló una estrategia de fortalecimiento de algunas instituciones con
las cuales compartió el trabajo en terreno (véase ficha de capitalización: “Sostenibilidad
Institucional, ¿dónde estás?”)
en esa misma línea de pensamiento, con el objeto de crear las condiciones marco para un
programa de silvicultura social y desarrollo rural, nos propusimos contribuir al debate de las
políticas nacionales, aprovechando el espacio que nos brindaba el Régimen de Promoción
Forestal de la Secretaria de Agricultura. Organizamos dos talleres con especialistas de todo el
país, y escribimos una propuesta de Ley que fue llevada por un grupo de diputados nacionales
1
Ocho comunidades en la Puna y cuatro en la Quebrada, en la provincia de Jujuy; en el chaco, tres comunidades
wichis de la zona de Morillo y siete de las 32 comunidades de la Asociación Lhaka Honhat, en la zona del
Pilcotnayo, además de los 16 puesteros criollos. Finalmente seis parajes de Los Toldos y en la zona de TartagalAguaray, doce comunidades guaraníes y seis comunidades criollas.
Detrás del árbol, la gente
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al Congreso de la Nación.
siempre en el orden institucional, privilegiamos el trabajo con los municipios, creando el
programa Municipio y Medio Ambiente, con la finalidad de fortalecer la capacidad de los
municipios rurales en la elaboración de políticas y la gestión de programas de desarrollo. Los
logros y dificultades de este programa están reflejados en la ficha de capitalización “Los logros
del MyMA 3 en Jujuy y su contracara*.
también quisimos trabajar con otra institución que tiene una especial presencia en las áreas
rurales, la escuela primaria. Durante los primeros cuatro años, junto con los Ministerios de
Educación de Salta y Jujuy, promovimos el Programa de Educación Forestal (PEF), que
integraba la formación docente con actividades curriculares, proyectos escolares ambientales y
la producción de materiales didácticos. Las dificultades propias del sistema educativo nos
llevaron a cerrar el PEF a fines de 1995. Varias fichas de capitalización dan cuenta de esta
experiencia.
otra actividad que fue ganando importancia a medida que transcurría el Proyecto, fue el
acompañamiento a las organizaciones de base, campesinas e indígenas. Acompañamiento en
sus reuniones, en sus esfuerzos de organización y en la búsqueda de respuestas técnicas a
sus problemas productivos y de manejo de recursos naturales.
pero probablemente el eje de trabajo más importante del Proyecto fue la experimentación y
validación de prácticas agrosilvopastoriles en cada una de las cinco zonas agroecológicas.
Estas propuestas técnicas, al inicio fueron básicamente propuestas «forestales» (introducción
de especies, técnicas de propagación, producción en viveros/ invernaderos, establecimiento de
plantaciones o del componente arbóreo de las prácticas) pero luego, a partir de un mejor
conocimiento de los sistemas de producción campesinos y de cuestionar nuestro mandato
institucional que actuaba como una «camisa de fuerza», se fueron incorporando otros
componentes del sistema buscando superar las principales limitaciones actuales de los
sistemas productivos desde la óptica de la conservación y manejo de los recursos naturales,
suelo,agua, vegetación (véase las siguientes fichas de capitalización «La propuesta técnica:
entre el catálogo y el recetario» y «El FPA, un instrumento de contratiempos»).
probablemente el eje de trabajo más importante del
Proyecto fue la experimentación y validación de
prácticas agrosilvopastoriles
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paralelamente, en este ultimo año, se hicieron grandes esfuerzos en caracterizar los sistemas
productivos y medir sus principales variables económicas. A partir de entrevistas en
profundidad a familias campesinas y aborígenes representativas de cada zona, se logra
entender la racionalidad y las restricciones económicas y agroecológicas existentes en cada
caso, lo que permite diseñar y evaluar las propuestas técnicas que permitan resolver estas
restricciones así como delinear las estrategias de extensión, tomando en cuenta también los
objetivos que tiene para sí el propio productor. Este análisis debe servir ahora para, a través de
un proceso de simulación informática, evaluar los impactos que produce la introducción de
diversas prácticas agroforestales y otras propuestas técnicas.
también en los últimos años, se iniciaron algunas experiencias de manejo y aprovechamiento
del bosque nativo, especialmente en Transición (comunidad guaraní de Yacuy) y chaco
(comunidad wichi de Los Baldes y comunidades wichi asociadas a Lhaka Honhat). Se
promovieron algunas experiencias de transformación y comercialización de productos del
monte, artesanías, carbón y goma brea.
otro eje importante del Proyecto ha sido la formación y capacitación de recursos humanos
-técnicos, extensionistas, docentes, estudiantes avanzados, promotores y dirigentes
Detrás del árbol, la gente
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-
campesinos - a través de una oferta muy diversificada de cursos y talleres, y con el apoyo de
consultores argentinos y latinoamericanos.
finalmente el Proyecto se propuso generar una corriente de opinión acerca de la compleja
trama del desarrollo rural, el manejo de los recursos naturales y la pobreza, principalmente a
través de una revista, Desarrollo Agroforestal y Comunidad Campesina, pero también a través
de una serie de otras publicaciones y cartillas.
Las propuestas técnicas
En cada una de las cinco áreas, se promovió una estrategia de intervención adecuada a las
condiciones climáticas y a las características socio-económicas y culturales de la población:
En la Puna, la aridez y las bajas temperaturas entre otros factores son fuertes condicionantes de
la actividad productiva. El Proyecto ha ensayado técnicas de propagación de una serie de especies
arbóreas y arbustivas, tanto nativas como exóticas introducidas, para ser incorporadas en distintas
partes de los sistemas productivos como cortinas, leña, forraje, y protección de cursos de agua. Para la
propagación de plantines se diseñaron invernaderos adaptados a las costumbres y posibilidades de la
población, que también sirven para la producción de hortalizas para el autoconsumo todo el año. Dado
que los productores de la Puna son principalmente ganaderos, también se puso en marcha un
programa de botiquines sanitarios comunitarios, y una serie de experiencias tendientes a mejorar la
calidad y cantidad de forraje disponible para los animales, a través de modificaciones en el manejo de
la vegetación nativa y la optimización de los recursos hídricos en sistemas de forrajes implantados. El
agua es vista en toda la Puna como un recurso fundamental, por este motivo se han implementado
pequeñas obras de captación y canalización de agua, pozos y bombas solares tanto para el riego como
para el consumo animal.
En las Yungas, los sistemas productivos son muy diversificados, los campesinos manejan una
gran diversidad de cultivos y animales en distintos pisos agroecológicos. El relieve de las fincas es muy
quebrado, y los suelos poco profundos y pobres. Las propuestas se han centrado en la sistematización
predial, con técnicas de conservación de suelos y agua y la introducción del uso de abonos verdes y
cultivos de cobertura.
A su vez la propuesta más difundida ha sido la plantación de montes frutales diversificados,
destinados tanto al autoconsumo como a la venta, complementándose esta práctica con pequeños
sistemas de riego. Se apoya esta actividad con la experimentación de nuevas variedades introducidas
en colecciones frutales. Además, se han introducido las prácticas de plantación de cortinas y macizos
de especies forestales tanto nativas como exóticas.
En la zona de Transición, los campesinos tradicionalmente realizan cultivos diversificados,
principalmente para el autoconsumo y algunos para la venta, en pequeñas superficies desmontadas.
También plantan algunos frutales subtropicales, como cítricos, mangos y paltos. La estrategia técnica
consiste en la sistematización de los suelos, el uso de abonos verdes y cultivos de cobertura con lo que
se busca mantener la capacidad productiva del suelo, aumentar el rendimiento de los cultivos y
diversificar las posibilidades productivas. Con tal fin se están evaluando numerosas especies en
parcelas experimentales.
Se han establecido sistemas agroforestales diversificados con componentes frutales, forestales y
cultivos anuales con el fin de tener otros productos de renta. Se ha promovido el establecimiento de
cortinas rompevientos multiusos con especies forestales, además de pequeñas forestaciones y el
Detrás del árbol, la gente
14
enriquecimiento con especies nativas para revalorizar las pequeñas áreas todavía con cobertura
boscosa.
También se han desarrollado pautas para un manejo sostenible de superficies de monte nativo y
el aprovechamiento de productos forestales no madereros.
En el Chaco las comunidades aborígenes y los puesteros criollos comparten un mismo espacio
altamente degradado en una situación de extrema pobreza. Las actividades del Proyecto apuntaron a
recuperar el ambiente mediante la plantación y/o manejo de renovales de árboles y arbustos nativos,
con el objeto de recuperar el recurso monte.
En los puestos de los ganaderos criollos se promueve el desarrollo de sistemas silvopastoriles,
manejando especies introducidas o nativas de gramíneas ya sea en desarbustados o recuperando
sitios altamente degradados (peladales).
En las comunidades aborígenes se buscó fortalecer el manejo del monte nativo tanto para el
aprovechamiento de los productos forestales madereros como no madereros, buscando alternativas
que mejoren la dieta familiar (siembra de maíz y cucurbitáceas) o que permitan generar ingresos
monetarios por la venta de productos tales como la goma brea o el carbón.
Con ambos grupos se llevan a cabo experiencias que tienen como objetivo lograr mejorar la
producción de la agricultura en cercos, para lo cual se está experimentando el uso de maquinaria
apropiada y de especies que se adapten a las marginales condiciones climáticas.
En los Valles, al disponer los campesinos de muy poca tierra y ser la vegetación nativa cada vez
más escasa, los productores, con la cooperación del Proyecto, fueron incorporando especies forestales
para mejorar el sistema productivo. Se realizaron experiencias con cortinas forestales, plantaciones
para defensas de ríos y arroyos, bosques energéticos e introducción de especies frutales en terrenos
sistematizados.
A modo de cierre...
Escribiendo estas páginas, aún planea la incertidumbre sobre la continuidad del Proyecto,
decisión que será tomada en Alemania en las próximas semanas. Este final «a toda orquesta» nos ha
restado el tiempo y la posibilidad de una capitalización más institucional, más sistemática.
Posiblemente muchos de los que han compartido con nosotros estos seis años hubiesen tenido mucho
para decir y contar. A todos ellos les pedimos disculpas.
Finalmente, queremos agradecer al Ministerio de Cooperación Económica de Alemania (BMZ) y
a la Sociedad Alemana de Cooperación Técnica (GTZ) por su valioso apoyo económico. También a los
organismos nacionales, a la Secretaria de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación (SAGPyA), al
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) y muy especialmente a la Secretaria de Desarrollo
Social de la Nación (SDS), quienes confiaron en el Proyecto y en las instituciones de la Fundación y
apoyaron generosamente muchas de nuestras iniciativas y programas.
Para los pequeños productores y familias aborígenes, no tenemos palabras... Sólo
decirles que seguiremos acompañándoles en sus luchas por la tierra, en sus esfuerzos por
organizarse y construir un mundo mejor para sus hijos
Salta, diciembre de 1997
Detrás del árbol, la gente
15
Capítulo 1
Detrás del árbol:
la gente, el monte, la chacra…
Detrás del árbol, la gente
16
1. El extensionista apurado...
pero nunca se va antes del mate y el cigarrillo
Agustín Arenas - Raquel Rut Saravia
En la Comunidad Wichi de Los Baldes, Morillo, se puso mucho empeño en el trabajo con
aborígenes.
En Los Baldes existe un Centro Vecinal, con Comisión Directiva, Presidente y todo eso que a
nosotros nos gusta mucho y a lo que llamamos una comunidad organizada. Además tienen su
Lenguaraz, tan útil cuando se trabaja en Comunidades con otro idioma materno. Y como si esto fuera
poco cuentan con un local de uso múltiple donde se realizan las reuniones... una situación perfecta...
Sin embargo en esta Comunidad estuvimos bastante tiempo con problemas de comunicación:
las reuniones formales, abiertas a la participación de todos los presentes no tenían mucha
trascendencia; pasábamos mañanas enteras con charlas y explicaciones que muchas veces se
desviaban del temario principal y requerían de gran esfuerzo para retornar al tema de la reunión. Las
respuestas no salían de SI y NO y los más aventurados llegaban a comentar: «nos parece bien» o
«esto es interesante»,
Anduvimos así bastante tiempo. A veces creíamos dejar las cosas muy claras cómo acordar
propuestas u organizar actividades; esta percepción duraba hasta la siguiente reunión, en la que nos
dábamos cuenta que poco o nada de lo «acordado» se había realizado. Así se iban sumando
decepciones a nuestro trabajo como extensionistas.
El tiempo fue pasando y la confianza fue creciendo; fuimos notando cómo, antes de subirnos a
nuestro vehículo para regresar al pueblo, alguien tenía algo para contarnos y que este algo muchas
veces tenía que ver con información valiosa para la realización de nuestro trabajo.
De esta forma descubrimos que la verdadera reunión participativa comenzaba fuera del Salón
Comunitario, lejos de la imaginaria mesa redonda donde todos nos veíamos las caras, típica de
nuestras costumbres. Comenzaba en el compartir un cigarrillo, unos mates, en pequeños grupos o de a
uno; decían: «yo tengo este pensamiento» y así explicaban sus acuerdos y desacuerdos con los temas
de reunión o planteaban temas de su real interés.
Qué aprendimos
Institucionalizamos en nuestro "Manual del Extensionista» el momento para compartir cigarrillos
y mates, antes y después de La Reunión; un tiempo para visitar a la gente en sus casas; un tiempo
para compartir. Esto mejoró mucho nuestro conocimiento de sus intereses y su forma de percibir las
cosas.
Aprendimos que las decisiones sin duda no se toman en el momento de tocar los temas, que lo
que en otras zonas se resuelve en tres horas aquí debíamos esperar sus propios mecanismos de
consulta y consenso: por lo menos dos reuniones (quince días).
Los Wichi de Los Baldes decidieron confiar en nosotros, no creemos que haya sido por lo
bonitos o simpáticos, creemos que para ellos es una cuestión de cómo «sienten» al otro, de cómo lo
«ven».
Institucionalizamos, en nuestro « Manual del Extensionista », el momento para
compartir cigarrillos y mates, antes y después de La Reunión; un tiempo para visitar a la gente
en sus casas; un tiempo para compartir.
Detrás del árbol, la gente
17
2. Cachi: con los árboles ¡ni regalados!
Alfredo Pais
Desde que iniciamos las actividades del Proyecto en las distintas zonas hemos tenido serias
dificultades con nuestra propuesta técnica. Uno de los casos más claros de esta situación ocurrió en
Cachi.
Cachi es un hermoso pueblo de los Valles Calchaquíes en la provincia de Salta. En medio de
una geografía de montañas y con ríos y arroyos que serpentean entre las piedras, se encuentran
dispersos una gran cantidad de pequeños productores. Estos basan su economía de subsistencia en
una variada gama de cultivos para el autoconsumo con otros destinados casi exclusivamente para el
mercado como el pimiento para pimentón, poroto pallar, cebolla y tomate entre otros.
Se trata de productores que poseen pequeñas parcelas (una o dos hectáreas) en distintas
formas de tenencia: algunos son propietarios, otros medieros y arrenderos. Trabajan con herramientas
manuales, salvo en la etapa de labranza de los suelos en que alquilan algún tractor para la primera
arada y luego realizan las labores con animales de tiro.
Cinthia, una joven licenciada en recursos naturales, era nuestra extensionista del lugar. Tenía un
gran entusiasmo por trabajar y aprender del mismo. Apenas llegó, con la colaboración de Raúl,
responsable técnico del Proyecto, trabajó con pequeños viveros comunitarios.
Al poco tiempo en estos viveros surgieron problemas: la gente no cumplía con los compromisos
establecidos. Casi siempre los dueños de las parcelas quedaban a cargo de estos viveros: lo que
pretendía ser un emprendimiento conjunto pasaba a ser un esfuerzo individual.
Un caso típico era el de don Juan Albornoz: comenzó a trabajar con un grupo, pero cuando llegó
el tiempo de las actividades los otros integrantes empezaron a fallar; de pronto don Juan se encontró
trabajando solo en su parcela manteniendo plantines que se suponía iban a ser para todo el grupo. Don
Juan siguió adelante porque le gustaba mucho la tarea y aprendía de ella: así fue que llegó a tener un
buen número de plantines de colle, casuarinas, molle y otras especies. Sin embargo sus compañeros ni
siquiera las venían a buscar para plantarlas en sus parcelas.
Algo similar pasaba con otros grupos: ¡había que cambiar de estrategia! Se decidió realizar un
vivero zonal en un campo de la Asociación de Pequeños Productores de Cachi. Para realizar las
actividades se firmaron acuerdos entre nuestro Proyecto, la Asociación y la Municipalidad de Cachi.
Cada uno tenía una responsabilidad definida: el Proyecto ponía la asistencia técnica y la provisión de
algunos insumos; la Asociación cedía el terreno y apoyaría con mano de obra cuando fuera necesario;
la municipalidad cooperaba con mano de obra, camión y maquinaria cuando fuera necesario.
En poco tiempo se montó un lindo vivero, con buena cantidad de plantas. La cuestión ahora era
trabajar con los grupos de productores para establecer los sistemas agroforestales.
Cinthia y Raúl elaboraron lindas cartillas y con el apoyo de dibujantes confeccionaron didácticos
rotafolios explicando las características de los distintos sistemas.
Las reuniones se sucedían, Cinthia comenzaba a desmoralizarse porque veía que la gente iba
perdiendo el interés. Lo peor de todo es que desde la sede apurábamos con las propuestas de
plantación y actividades por grupo...
Llego la época de plantación y muy pocos fueron los que incorporaron árboles a su sistema
productivo; el único gran entusiasta era don Juan Albornoz que febrilmente le iba dando lugar a los
plantines del vivero grupal en distintos rincones de su parcela.
¿Qué pasaba con los otros? Sencillamente que la gente no veía la utilidad del árbol, sus
parcelas eran muy pequeñas; más lo consideraban un estorbo que un insumo necesario; incluso
muchas de las especies que había en el vivero o eran desconocidas para ellos o simplemente no las
consideraban útiles.
Detrás del árbol, la gente
18
Así pasaron prácticamente dos temporadas sin poder revertir esta situación, en todo caso
empeoraba con el paso del tiempo. La gente no aceptaba la propuesta y nosotros no éramos capaces
de encontrar alternativas. La gente no respondía a las reuniones de planificación por lo tanto el
extensionista era quien marcaba el ritmo.
Cuando se aproximaba la nueva temporada de plantación, el Programa Social Agropecuario nos
propuso promover emprendimientos productivos con la gente con la que trabajaba Cinthia. Algunos
productores se entusiasmaron con la propuesta y así surgió la idea de introducir frutales de calidad. De
alguna manera esto le volvió el entusiasmo a Cinthia: se programaron plantaciones de frutales con
árboles forestales como cortinas.
Los frutales llegaron, se plantaron. Cinthia aprendía junto a los productores los rudimentos del
manejo del monte frutal. Sin embargo, de los forestales, nada...
Nuevamente la cruda realidad demostraba que los productores no incorporaban los forestales y
en el vivero abundaban plantas; muy pocos llevaban algunas para ponerlas alrededor de la casa, casi
nadie venía a proponer el establecimiento de algún sistema combinado en su parcela.
Esta situación no se logró revertir hasta la partida de Cinthia. Luego otra extensionista, Fabiana,
entró por un corto tiempo, contratada por el Municipio. Tampoco cambió la cosa.
Hoy, el vivero cubierto de malezas en el campo de la Asociación es todavía un mudo testigo de
un intento equivocado más en las intervenciones del desarrollo rural.
La visión de lo comunitario no
se puede aplicar en cualquier
situación. Los productores de
Cachi tienen una economía
parcelaria basada en el trabajo
familial.
La propuesta basada
en incorporar el árbol
era muy forzada; el
campesino no percibía
a la misma como una
necesidad sentida
La mayoría de las
propuestas no estaban
instaladas en el terreno,
provenían de modelos
extraídos de la bibliografía o
de experiencias de otros
lugares
Qué aprendimos
• La visión de lo comunitario no se puede aplicar en cualquier situación. Los productores de Cachi
tienen una economía parcelaria basada en el trabajo familiar, Nuestra propuesta implicaba salir de
la parcela, dejar de hacer las tareas necesarias para la subsistencia y concurrir a otras de cuya
utilidad el productor no estaba muy convencido.
• La propuesta basada en la incorporación del árbol era muy forzada; el campesino no percibía a la
misma como una necesidad sentida. Seguramente se sumaba tímidamente a las primeras
reuniones para ver qué provecho podía sacar del Proyecto.
• La mayoría de las propuestas no estaban instaladas en el terreno, provenían de modelos extraídos
de la bibliografía o de experiencias de otros lugares. Esto significaba una enorme dificultad tanto
para los técnicos como para los productores. Se hablaba de un objeto de conocimiento
prácticamente desconocido en muchos de sus componentes.
• El productor lograba percibir claramente que los técnicos desconocían muchos aspectos de la
propuesta por no haberla desarrollado en el terreno; éste era un elemento que agregaba
incertidumbre e inseguridad.
• La falta de conocimiento del sistema productivo del campesino de Cachi fue uno de los motivos
principales para no encontrar alternativas adecuadas a las necesidades de los productores.
• En la medida que se les da a los productores la oportunidad de expresar sus necesidades, se
suman rápidamente a las propuestas de trabajo. Esto quedó claramente ejemplificado cuando ellos
mismos presentaron al financiamiento del Programa Social Agropecuario pequeños proyectos de
montes frutales.
Detrás del árbol, la gente
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3. Los Baldes: Y esta vez tampoco tendremos nuestra
bomba de agua
Chris van Dam
Agosto de 1993. Promediaba la primera misión de evaluación. Estábamos en el chaco salteño,
ese lugar que pareciera olvidado y librado a su propia suerte, a las aves y a los hombres de rapiña. En
medio de los peladares, los cardones y algún algarrobo que alguien se olvidó de talar, subsisten los
criollos, con su ganadito, y los wichi, de la caza y recolección.
La idea era visitar la comunidad de Los Baldes, donde el Proyecto trabajaba desde hacía un año.
Los wichi nos esperaban, sentados en sus bancos de madera. En segundo plano las mujeres seguirían
en silencio la conversación.
El jefe de la misión alemana, ceremonioso y afable, agradeció la presencia de la comunidad,
explicó las razones de la evaluación y la conversación se fue animando. Seducido por esta
horizontalidad en el diálogo, nuestro hombre decidió dar un paso. Hizo un pequeño alegato sobre las
bondades de la participación y lo participativo. Manos a la obra: consultó a la comunidad de Los Baldes
sobre el rumbo que el Proyecto debiera seguir en su segunda fase y, más específicamente, qué apoyo
por parte del Proyecto requería la comunidad.
Los wichi se miraron entre sí y se inició el conciliábulo. En «idioma», lógicamente. Mientras los
aborígenes discutían con fervor, nosotros esperábamos ansiosos, conjeturando distintas posibilidades
de respuesta. Por fin, después de unos 20 minutos, Sato, el cacique, tomó la palabra. Parecía que iba
a dictar sentencia.
Inició el alegato con una introducción sobre la falta de agua en la comunidad, tanto para
consumo humano como para los animales y los pequeños cercos donde siembran zapallo y sandía.
Necesitaban una bomba de agua, con un motorcito, fue la evidente conclusión.
Entre los miembros del Proyecto y de la misión de evaluación se hizo un gran silencio. Un
silencio de desilusión, de incomodidad. No era la respuesta esperada, deseada, querida. El jefe de la
misión tomó la palabra y se encargó de explicar la naturaleza de un proyecto de cooperación técnica (lo
que excluía la compra de bienes e insumos) y de un proyecto agroforestal (el tema agua no estaba
contemplado), recomendándoles que dirijan su pedido a la oficina o programa competente en la
materia.
La respuesta, en boca de Sato, fue lapidaria: “Ustedes, los proyectos, son todos iguales.
Siempre vienen, nos visitan, y nos preguntan qué queremos. Y cuando nosotros les decimos lo que
necesitamos, la respuesta siempre es la misma: 'eso no podemos hacer'. ¿Para qué nos preguntan si
ya tienen la respuesta?”
¿Para qué nos preguntan si ya tienen la respuesta?”
Detrás del árbol, la gente
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Qué aprendimos
Esta es una simple anécdota de un proceso de varios años de desencuentros con la comunidad
de Los Baldes. Siempre quisimos estar abiertos a un proceso conjunto (proyecto - comunidad) para
identificar actividades que, enmarcadas en nuestro «mandato» institucional (a partir de la recuperación
y manejo de los recursos naturales, contribuir a mejorar las condiciones de vida de la población),
fueran relevantes para la gente. Sin embargo ese proceso fue frustrante porque se topó con muchos
obstáculos:
•
Nuestro desconocimiento del mundo wichi, de su cosmovisión, de sus formas de relacionamiento
con el mundo blanco, nos llevaron a problemas permanentes de «comunicación», y a sentir que
nuestro «instrumental metodológico» no servía en este contexto cultural.
•
La historia del relacionamiento de los wichi con el mundo blanco está signada por la presencia de
las iglesias católica y anglicana -que lograron diversas «obras» repartiendo bolsones de comida- y
de los políticos en tiempos electorales. A ello se agrega lo que Volker von Bremen denomina
«formas modernas de caza y recolección», por el cual han ido adaptando a su relación con las
instituciones su tradicional relación con la naturaleza. En este contexto, ya no importa demasiado
qué «ofrecen» las instituciones, mientras venga acompañado del subsidio en alimentos.
•
Las rígideces propias de los proyectos, en los cuales se marcan taxativamente productos a
alcanzar, áreas temáticas, tiempos, responsabilidades. En este contexto, la participación (de las
comunidades, de los técnicos, etc.) sólo puede tener lugar dentro de márgenes más o menos
estrechos. Sería más apropiado desterrar el vocablo participación, para hablar de negociación y de
una relación contractual entre proyecto y comunidad. Lo cual, en un contexto de tal distancia
cultural entre el mundo wichi y su sociedad envolvente, no deja tampoco de ser una imposición de
las reglas de juego.
Seria más apropiado desterrar el vocablo participación, para hablar de
negociación y de una relación contractual entre proyecto y comunidad
Detrás del árbol, la gente
21
4. La Esperanza: ¿Volverían a regar los arbolitos?
¡¡Ni locos!!
Cristina Camardelli
En el mes de agosto de este año visitamos el puesto La Esperanza, para conocer la marcha de
las prácticas silvopastoriles instaladas con apoyo del Fondo de Promoción Agroforestal (FPA) que el
Proyecto otorgó en el área agroecológica del Chaco Salteño.
En este puesto está uno de los primeros FPA instalados, con un cerco que tres hermanos de
apellido Arenas realizaron conjuntamente.
El cerco tiene una superficie aproximada de 2 hectáreas y en él se realizó un desbajerado
(desarbustado), se sembró pasto búfalo y se plantaron leucaenas y algarrobos; además, al poco tiempo
de la clausura, comenzaron a aparecer en gran cantidad otras especies de pastos nativos.
De nuestra aproximación al puesto y a sus dueños
Me voy a detener en los detalles de cómo llegamos al puesto y como fuimos recibidas porque es
muy interesante.
Como dije antes, el objetivo de esta visita era evaluar el estado del cerramiento que ya va a
cumplir tres años desde su instalación. Queríamos efectuar algunos registros, conocer el manejo del
pastizal y particularmente conversar con los productores para saber su opinión de las prácticas, es
decir qué opinan ellos del desbajerado, de la siembra de pasto, de la plantación de árboles, de las
especies seleccionadas, etc.
Les explicamos todo esto a los hermanos Arenas y noté en un primer momento que había algo
de desconfianza hacia nosotras; luego de un rato de conversación conseguimos establecer una buena
relación, por lo menos desde mi punto de vista.
Recorrimos juntos el cerco; nos contaron que durante todo el primer invierno regaron cada 15
días los arbolitos transplantados. Esto resultó un esfuerzo tremendo que absorbió gran cantidad de
horas de un durísimo trabajo.
Observamos que el efecto riego sobre los algarrobos no parece ser muy importante; que el
efecto riego sobre las leucaenas sin duda permitió que sobrevivan más plantas que en otros lados
donde no se regó, pero aún así la mortandad fue alta y la producción de forrajimasa muy baja.
Nos llamó mucho la atención la gran cantidad de pasto sin usar que tenían en ese momento en
el cerco, ¡justo en la época de peor bache forrajero en la zona, cuando todos sus vecinos mueren por
un poco de reservas!
Preguntamos para cuándo pensaban hacer entrar los animales; nos contaron que desde el año
1995 nunca habían hecho pastar el cerco y por un buen tiempo más no pensaban hacerlo.
Por supuesto que les preguntamos a que se debía esta particular estrategia de manejo; ellos nos
explicaron con una lógica irrebatible que, después del esfuerzo que les significó regar los algarrobos y
las leucaenas en el primer año, no estaban dispuestos a arriesgarse a que los animales se los
comieran en un santiamén.
...al poco tiempo de la clausura,
comenzaron a aparecer en gran cantidad otras especies de pastos nativos
Detrás del árbol, la gente
22
nos explicaron con una lógica irrebatible que, después del esfuerzo que les
significó regar los algarrobos y las leucaenas en el primer año, no estaban
dispuestos a arriesgarse a que los animales se los comieran en un santiamén
Aquí teníamos preguntas para hacerles: ¿Por qué regaron, qué los motivó? ¿Los técnicos se lo
recomendaron?
Y también teníamos preguntas para hacernos: ¿El ganado vacuno podría dañar los árboles
jóvenes? ¿Conocemos los técnicos las relaciones animal - pasto - árbol?
Madurando ideas después de la visita, comprendí algunas de sus motivaciones y algunos de sus
miedos; entendí que nada ocurre por casualidad, todo está encadenado y en este caso empezó así:
El gran esfuerzo de regar los lleva a anteponer el bienestar de los arbolitos a las necesidades de
pasto para suplementar a sus animales en el bache forrajero.
Esta fue una de las primeras experiencias silvopastoriles instaladas con apoyo del Proyecto; el
énfasis en ese momento se ponía en el componente árbol del sistema. Si bien nunca se les recomendó
regar, generó una excesiva atención a los mismos.
Además por ese entonces no teníamos muy claras las estrategias de manejo, tampoco
sabíamos a ciencia cierta cuánto daño podrían causar los vacunos a los arbolitos, cuando se les
permitiera entrar a pastorear el cerco.
Hoy, sí, estamos en condiciones de contestar esta pregunta (ver recuadro), a partir de la
experiencia acumulada en estos años.
Por otro lado, estos productores no participaron en las reuniones de capacitación e intercambio
que se organizaron en los últimos años en la zona. Además (y en parte por este mismo motivo), no
tuvieron un acompañamiento técnico constante y la práctica no se constituyó en lo que nosotros
llamamos «experimentación con productores»; esta experiencia era de ellos solos, aunque el dinero
hubiera sido prestado por el Proyecto (de esto creo que surgió la desconfianza que noté en un
principio).
…significa que no quieren trabajar el triple cuando las cosas se pueden hacer sencillamente
Si bien los productores sabían que éstas eran propuestas experimentales,
necesitaban que les brindáramos algún grado de seguridad respecto a cómo se comportarían los
componentes del sistema
Qué aprendimos
Cuando les preguntamos a los hermanos si desearían repetir la experiencia tal cual la instalaron
en el año 1995, los tres respondieron a coro: ¡¡NI LOCOS!!
Detrás del árbol, la gente
23
¿Qué significaba esto? ¿Que los campesinos no quieren ampliar su superficie clausurada?
¿Que no ven las ventajas de tener un área con pasto y árboles que le asegure alimento a sus animales
en las épocas críticas?
No. Solamente significa que no quieren trabajar el triple cuando las cosas se pueden hacer
sencillamente. Por lo tanto, con toda sabiduría, han planificado para la próxima estación de lluvias
cercar directamente un duraznillal contiguo al cerco viejo, en donde los animales por la alta presión de
pastoreo han producido un «desbajerado natural»; allí sembrarán al voleo algo de pasto, y dejarán que
los pastos, árboles y arbustos nativos se regeneren. ¡Y sencillamente tendrán éxito!
Además aquí encontré, quizás, la principal causa por la cual la propuesta de «plantar arbolitos»,
que originalmente el Proyecto impulsó con gran énfasis en la zona, no fue adoptada por los
productores.
Les pedíamos que planten, en un cerco, árboles que crecen muy despacio (y que fuera del
cerco existen y por lo tanto no son indispensables) junto con pasto que crece muy rápido (y que fuera
del cerco no existe y que por lo tanto sí es indispensable). Si bien los productores sabían que éstas
eran propuestas experimentales, necesitaban que les brindáramos algún grado de seguridad respecto
a cómo se comportarían los componentes del sistema. Y esto, en ese momento, no se hizo.
Algunas reflexiones sobre estrategias de manejo de sistemas silvopastoriles
en los primeros años de su instalación
Unas de las prácticas que el Proyecto Agroforestal fomenta en el Chaco Salteño es mejorar los
sistemas silvopastoriles propios de la ganadería de la región, mediante el enriquecimiento del monte nativo, la
recuperación de peladales u otros sitios altamente degradados.
En los primeros años de trabajo, se recomendaba casi exclusivamente la plantación de dos especies
arbóreas: algarrobo y leucaena, sembrando al mismo tiempo pasturas tropicales.
Con el correr de la experiencia, se hizo notorio que los productores no se apropiaban de las prácticas
tal como estaban planteadas. Esto es, siembra de las especies en bolsines en vivero y transplante en la
primera estación de lluvia al sitio definitivo.
Esta falta de apropiación era justificable: la práctica requería un esfuerzo muy grande en las primeras
etapas y en leucaenas, por más cuidados que se les brindaran, las fallas de prendimiento eran muy altas. Los
algarrobos, por su parte, presentaban bajos porcentajes de fallas pero no demostraban un crecimiento
equivalente al crecimiento de los renovales de algarrobos nativos.
Por otro lado, el pasto se implantaba con gran éxito y estaba disponible para su aprovechamiento
dentro del mismo año de la plantación, lo que tentaba a los productores a hacer entrar el ganado a pastar,
pero al mismo tiempo despertaba temor por el daño que éste pudiera causar a los árboles jóvenes.
Los técnicos sabíamos que el ganado vacuno tiene preferencia por el pasto y eso lleva a que, cuando
tiene abundante forraje herbáceo a su disposición, no daña de manera importante los árboles, salvo mal
manejo de la cargo. Pero esto teníamos que experimentarlo con los productores para que ellos mismos lo
comprobaran y perdieran sus temores.
Se organizaron reuniones de intercambio de experiencias entre productores y técnicos, realizamos
visitas de observación y seguimiento. Se discutieron y planificaron con los productores distintas formas de
manejo de los sistemas silvopastoriles instalados.
Así fue posible diseñar algunas estrategias de manejo del pastizal, acordes a los distintos objetivos de
producción, que permiten aprovechar la gran cantidad de pasto disponible que estos sistemas aportan a partir
de los primeros años de su siembra.
También readecuamos el manejo del componente forestal. Hoy en día ya no ponemos énfasis en la
plantación de especies arbóreas o arbustivas sino en el manejo de los renovales de las especies nativas, salvo
en el caso que se estén recuperando sitios altamente degradados en donde no se registra la presencia de
especies de interés.
Si bien tres años son pocos para sacar conclusiones o brindar «recetas» de manejo, hoy podemos
decir que los productores que se involucraron en esta experiencia, usan estratégicamente los recursos
forrajeros que les brindan sus cercos, sin miedo a las pérdidas, respetando los tiempos y las pautas propias de
un pastoreo planificado.
Detrás del árbol, la gente
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5. Yavi Chico: Forestar el antigal,
un sueño imposible
Alfredo Pais
Yavi Chico es una especie de oasis en la puna jujeña. Es un vallecito protegido por imponentes
montañas. Esto le permite tener un clima mucho más benigno que otros lugares a los 3500 msnm. Sus
pobladores realizan cultivos de subsistencia aprovechando las aguas de deshielo que bajan de los
picos de las montañas. También crían algunos animales, ovinos y caprinos. Pero lo que le da el
aspecto distintivo es la presencia de árboles, sobre todo churquis (Prosopisferox) que crecen en
bosquecitos.
Máximo y Liliana, los extensionistas de la zona de Puna, venían realizando algunas actividades
con la comunidad: algún viverito para producir hortalizas y forestales, pequeñas plantaciones de
árboles en algunas parcelas y un trabajo con los niños de la escuela del lugar.
La comunidad se encontraba muy motivada, empujada en gran parte por el entusiasmo de Arturo
un auténtico líder natural. Este entusiasmo los llevó a emprender un nuevo desafío: instalar una
forestación con diversas especies en un antigal que se encuentra al frente de la comunidad. Una de las
finalidades era que esta forestación sirviera como referencia de cuáles eran las especies más
convenientes para la zona.
Junto con Chris y Raúl fuimos guiados por nuestros extensionistas para conocer la experiencia.
Hubo que subir el cerro por una senda bastante inestable. El esfuerzo se sentía en mis piernas poco
acostumbradas a estos avatares y el ritmo del corazón me anunciaba que el aire comenzaba a
escasear. Al fin llegamos a una especie de meseta donde se había realizado recientemente la
forestación.
Cuando recuperé el aire pude observar algunos colles, eucaliptos, pinos y otras especies en
evidente estado de estrés hídrico. Realmente me impresionó el enorme esfuerzo de esta gente para
realizar semejante obra pero, a pesar de la falta de oxigeno, alcancé a preguntarme si era válido
semejante sacrificio. Sobre todo teniendo en cuenta que el agua había que subirla desde el pie del
cerro y la comunidad lo hacía acarreando pequeños bidones de plástico (en esta actividad, además de
los hombres participaban las mujeres y los niños). Por otra parte era muy dudosa la sobrevivencia de
algunas especies ante la ocurrencia segura de rigurosas heladas. Sin embargo la idea era
experimentar...
La bajada fue aún más difícil que la subida, creo que al final bajé gateando los últimos metros.
Cuando me pude sentar a la orilla del arroyo volví a observar el punto donde habíamos estado y
nuevamente me pregunté si valía la pena tanto esfuerzo de la gente.
No siempre lo que propone la comunidad con la cual trabajamos es lo
bueno y conveniente. El rol del técnico es ayudar a reflexionar...
Detrás del árbol, la gente
25
Qué aprendimos
La comunidad eligió aquel lugar para forestar porque, al ser un espacio sin dueño, se prestaba
para el trabajo comunitario. Otro motivo era que las parcelas campesinas son demasiado pequeñas y
como el cerro no servía para agricultura lo destinaron a forestar. También estaba al frente de ellos y
posiblemente soñaban con una estética distinta que la que hoy se podía observar, es decir transformar
un cerro totalmente pelado en una hermosa arboleda.
No siempre lo que propone la comunidad con la cual trabajamos es lo bueno y conveniente. El
rol del técnico es ayudar a reflexionar antes de la toma de las decisiones. Si nosotros conocemos los
riesgos que se corren es nuestro deber expresarlos claramente
No es conveniente generar actividades que implican un enorme esfuerzo en una población que
para subsistir realiza cotidianamente grandes sacrificios.
Tenemos que tener cierta seguridad que nuestra experiencia va a poder progresar, sino
corremos el riesgo de desmoralizar a la comunidad por el hecho de haberlo apoyado en una obra que
era impracticable.
No es conveniente generar actividades que
implican un enorme esfuerzo en una población
que para subsistir realiza cotidianamente grandes
sacrificios
Detrás del árbol, la gente
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6. Campo Durán:
detrás de las máscaras estaba el monte
Sandro Sassatelli
Estábamos muy preocupados porque, en el diagnóstico participativo con la comunidad "Chané"
de artesanos mascareros, surgía que el palo borracho (materia prima para la fabricación de máscaras)
ya no se encontraba en las cercanías de la comunidad.
Los artesanos caminan de 4 a 7 kilómetros en el monte para conseguir árboles adecuados para
sus artesanías, deben tumbar, trocear, tallar rudimentariamente varias máscaras y luego cargarlas
hasta la comunidad para terminar el tallado, secado y pintado. Este proceso lleva a los mascareros a
alejarse cada vez más.
Dos problemas resaltaban claramente: el agotamiento en la zona de la materia prima y el gran
esfuerzo de los artesanos para seguir con la actividad.
La solución era muy sencilla: realizar un vivero comunitario de palo borracho para reforestar
parcelas cercanas a la comunidad.
Pero los esfuerzos por organizar el grupo que trabajaría en el vivero fueron vanos. Los artesanos
nunca estaban en la comunidad: o habían salido al monte o estaban haciendo changas en las
empresas de la zona. ¡Una solución tan adecuada al problema y nadie que se hiciera cargo! No
entendíamos semejante desinterés.
Evidentemente, en el diagnóstico algo andaba mal... Pensando en otra manera de relacionarme
con la comunidad, propuse a uno de los grupos con los que tenía más confianza acompañarlo en
algunas salidas al monte para registrar fotográficamente todo el proceso de fabricación de las
máscaras.
Llegué temprano a la comunidad el día acordado y lo primero que me llamó la atención era la
euforia de los artesanos en los preparativos para salir al monte, con las herramientas para artesanía,
machete, rifle o pistola y un grupo de perros. Ya en el monte, lo segundo que me llamó la atención fue
descubrir que la fabricación de artesanías era sólo una de las actividades del día: durante el viaje se
cazan animales, se recolectan frutos, tubérculos, miel, toda una serie de productos para el
autoconsumo.
El panorama se empezaba a aclarar: el monte no es sólo para "producir" artesanías, es parte de
la estrategia de vida de estos artesanos. Una estrategia que incluye aprovechar las changas en las
empresas (que pagan poco, pero en efectivo cada 15 días), lo que justifica dejar todo lo demás
mientras dure la changa.
El monte no es sólo para
Debemos los técnicos desconfiar de
"producir" artesanías, es parte de
las cosas obvias de nuestros
la estrategia de vida de estos
diagnósticos y tratar de ver desde la
artesanos
lógica de las comunidades
Qué aprendimos
Los diagnósticos no siempre nos muestran detalles importantes de la realidad de las
comunidades. Es necesario compartir momentos con las comunidades más allá de las instancias
formales de nuestro trabajo.
Debemos los técnicos desconfiar de las cosas obvias de nuestros diagnósticos y tratar de ver
desde la lógica de las comunidades.
El vivero y la forestación con palo borracho son muy útiles para la comunidad de artesanos, pero
hoy no son una necesidad sentida, porque aún hay monte para recorrer y donde desarrollar su
compleja estrategia de vida,
La necesidad de la comunidad de Campo Durán es de monte y no sólo de la materia prima para
las artesanías.
Detrás del árbol, la gente
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7. La secretaria ejecutiva y la oveja enferma
Máximo Ezcurra
Hacía un tiempo que las autocapacitaciones habían dejado de hacerse en Salta, la ciudad que
era sede del Proyecto Agroforestal y nucleaba a cinco zonas. Comenzar a hacerlas en las subsedes
era una movida más y un intento de darle más sentido y dinamismo a las autocapacitaciones. Además
estas reuniones ya no incorporarían sólo a todos los técnicos sino también a los administrativos, al
menos uno por vez.
La primera fue en Morillo, el Chaco, y allí partimos todos incluida Lely, una de las secretarias:
dos días encerrados en un gran salón discutiendo, reflexionando y programando temas técnicos y
operativos fueron suficiente soporífero como para que Lely valorizara mucho más el puesto que
ocupaba en el proyecto.
Llegó el turno de la Puna, mi región, y a pesar del cansancio de fin de año esperábamos a la
comitiva con mucha ansiedad, para poder mostrar y reflexionar nuestro trabajo.
Aquella vez fue Esther la que iría por parte de los administrativos. Esther era una especie de
secretaria ejecutiva, eficiente y obsesiva, pero en esencia una muy buena persona.
Ya en la Puna, nos encontrábamos atravesando los tolares para llegar a las comunidades donde
los campesinos estaban haciendo crecer los arbolitos que desde semilla habíamos hecho juntos.
No recuerdo demasiado aquel viaje. Lo que sí no puedo olvidar es la visita a lo de Simona Borja,
adonde llegamos con tres coches de los que bajamos una infinidad de técnicos.
Después de esperar un rato la vimos llegar y no sé si la habíamos terminado de saludar todos,
cuando ella empezó a manifestar una necesidad concreta, como nunca antes yo la había escuchado:
se le estaban muriendo y enfermando las ovejas de una en una, no sabía por qué, tampoco sabía
cómo detenerlo.
Nosotros, todos expertos agroforestales, recibimos su diagnóstico como una ciencia oculta y
luego de consolarla un poco, sugerimos que intentara pedir ayuda en la agencia de extensión del
pueblo.
Ya habiéndonos sincerado con nuestra incapacidad de ofrecerle una ayuda concreta, sugerimos
ir a ver sus arbolitos. Simona, como una señora de la alta sociedad, guardó sus lágrimas y nos
acompañó a su rastrojo, donde tenía plantados muchos arbolitos; nos conversó del tema y estoica
aceptó consejos y sugerencias del grupo de expertos que la visitábamos. Nos vio subir a las
camionetas, se despidió atentamente, y mientras nosotros ya viajábamos cómodamente de vuelta al
pueblo, ella corría de vuelta con sus ovejitas para acompañarlas y mimarlas, que era lo único que podía
hacer para que se detuviera la muerte.
Esa misma noche le pregunté a Esther qué impresión se estaba llevando de la visita a campo.
Ella, tan natural como una madre que sabe darle el pecho a su hijo, me dijo:
-Me pareció una locura. La mujer pedía ayuda, se le morían las pocas ovejas que tenía, y todos
no podían dejar de pensar en los arbolitos.
…andamos tan complicados, tan cargados de exigencias
propias y ajenas, con tantos ejes para analizar, que lo
simple se hace invisible...
Qué aprendimos
A veces un trabajo resulta tan simple como es para una madre saber cuándo le tiene que dar el
pecho a su hijo. El problema es que andamos tan complicados, tan cargados de exigencias propias y
ajenas, con tantos ejes para analizar, que lo simple se hace invisible.
¡Qué importante es tener en cuenta las miradas diferentes!
Detrás del árbol, la gente
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8. Tobantirenda: ¿Cómo medir el éxito de las
experiencias participativas?
Diana Carolina Sánchez
Fui convocada al Proyecto para hacer la evaluación técnica de las experiencias y obtener
números en relación a la producción en parcelas agroforestales.
El trabajo se ordenaba de la siguiente manera: propuesta técnica de producción y confección de
un croquis de la parcela, ejecución de la propuesta y medición de los resultados de la producción.
Febrero de 1997. Con Marcela nos íbamos a Tobantirenda para ver una parcela de pasto vetiver:
teníamos el croquis de la parcela y un simulacro de muestreo sobre ese esquema original. Y nos dimos
un frentazo a la realidad. Primera impresión: algo anda mal, o éste no es el esquema o ésta no es la
parcela: nada concordaba. Paso siguiente: ¡al diablo el esquema! Obviamente no teníamos "buenas"
noticias para informar.
Conversando con el productor, entendimos qué pasaba. En la parcela agroforestal el pasto
vetiver crecía como sostén en el borde de una curva de nivel; se esperaba medir su producción de
biomasa para un eventual uso como forraje. Pero al productor le hizo falta un techo media sombra para
el chiquero y... cortó la cantidad de pasto necesaria para hacerlo. Pero esto ocurría muy lejos de
nuestra oficina.
¿Qué hacer? En el esquema no estaba planificado el destino del pasto vetiver para la
construcción de medias sombras para los chanchos; no estaba escrito entre los justificativos para la
compra del pasto. ¡Por lo tanto esto podría haberse tornado como el fracaso de la experiencia!
Pero resulta que no todo el pasto había sido cortado, y de la faja de la curva de 100 metros y
aceitando los mecanismos adaptativos, pudimos tomar muestras lineales para cortar y estimar la
producción de biomasa cortada a 10 cm del suelo lo que nos condujo a obtener los resultados que
necesitábamos (un promedio de 920 kilos en 100 metros lineales -50 plantas-).
No se puede pretender que en la
planificación se tengan en cuenta
todas las posibilidades. Se
necesita ser flexibles a la hora de
evaluar
Qué aprendimos
Esto, comentado hasta aquí jocosamente, me llevó o reflexionar sobre varias cuestiones: ¿Qué
propuestas llevamos a los productores? ¿Qué parte de éstas aceptan los productores? ¿Qué forma de
evaluar debemos emplear? ¿Qué es "el éxito" en las experiencias? ¿Con qué criterios decir que algo
se logró o no se logró?
Intentando ordenar ideas, creo que no se puede pretender que en la planificación se tengan en
cuenta todas las posibilidades. Se necesita ser flexibles a la hora de evaluar.
El éxito de las experiencias participativas va más allá de los kilos/hectárea que se obtengan de
la cosecha. Tal vez debamos tener en cuenta las dificultades que se presentan en el camino, la
capacidad de tomar decisiones cambiando el rumbo de un sistema o una experiencia productiva, la
participación y tantas otras posibilidades que deben ser vistas no como fracasos, sino como la
oportunidad de hacer las cosas mejor en el futuro.
Está en nosotros conciliar la evaluación de factores mensurables y dimensionales, con los
imprevistos, los cambios que surgen en el camino, y lograr una caracterización integral del sistema.
A nivel de los organismos que financian proyectos de desarrollo, hay que valorar la calidad de la
asistencia técnica ajustando los sistemas de evaluación de manera de considerar todos los aspectos
que afectan a las propuestas técnicas y que no siempre pueden expresarse en formularios ajustados.
¡Y esto seria todo un éxito!
Detrás del árbol, la gente
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9. La Algarrobeada, procesos tradicionales
e intervención externa∗
Raquel Rut Saravia
Proceso tradicional
Las comunidades wichi (cazadores-pescadores-recolectores) tradicionalmente aprovechan el
fruto del algarrobo como alimento.
La algarroba se encuentra disponible entre noviembre y diciembre y junto al Chañar son los
primeros frutos que ofrece el monte chaqueño.
De la variada oferta de frutos existente en primavera-verano el Chañar (Geoffroea decorticans),
la algarroba (Prosopis spp) y el mistol (zlzyphus mistol) son los que la gente actualmente continúa
aprovechando, habiéndose perdido o disminuido el hábito de consumo de otros.
De un diagnóstico realizado en la comunidad wichi Kalehi (Los Baldes) surgió que esta actividad
es propia de las mujeres, las que realizan la recolección y el transporte de la algarroba, mientras los
hombres «campean» en busca de animales para cazar.
La época de la algarrobeada es la más esperada del año, ya que el monte comienza a dar
comida.
La algarroba recolectada es consumida en forma directa, o mediante preparados como la añapa,
el patay y la aloja, harina combinada con mistol (bolanchao). Si la cosecha fue buena y hay suficientes
bolsas, los hombres preparan una troja (depósito aéreo) para almacenarla por uno o dos meses.
Que la cosecha sea buena depende de varios factores, como las heladas tardías que afectan las
flores produciéndose pocos frutos, o que éstos sean dañados por las lluvias tempranas ya sea cuando
están madurando en el árbol o cuando ya maduros, en el suelo, llueve.
La capacidad de recolección de las mujeres también es variada (de 1 a 3 bolsas por jornada)
dependiendo de lo concentrado del recurso y de la distancia a recorrer. Por lo general la mujer
concurre con los hijos, y casi siempre va cargando al más pequeño.
El transporte es realizado atando la bolsa a la cabeza, por lo que generalmente no se junta más
de lo que se puede cargar, de acuerdo a los viajes y a la distancia.
En la época de recolección los factores climáticos también hacen dura la tarea ya que las altas
temperaturas (35/459C), la humedad y los mosquitos no crean las condiciones ideales para la actividad.
Cuando entrojan la algarroba, ésta se conserva por 1ó 2 meses, ya sea porque es consumida o
se deteriora a causa de los insectos o de la humedad.
Intervención externa
Para poder aumentar el volumen de algarroba recolectado se consideró que el «cuello de
botella» era el tipo de transporte, por lo que se buscó una alternativa para que éste no sea realizado
por las mujeres.

originalmente publicado en la revista Desarrollo Agroforestal y Comunidad Campesina, Año 3, Nro. 14 (diciembre
de 1994)
Detrás del árbol, la gente
30
La búsqueda de alternativas con la comunidad llevó a la incorporación de una zorra (carro tirado
por mula) que sería conducida por los hombres. De esta forma las mujeres sólo tendrían que dedicarse
a la recolección de los frutos.
La zorra y el mulo fueron dados a la comunidad con un compromiso de pago en bolsas de
algarroba.
Del análisis de la técnica de almacenamiento surgió la necesidad de:
1) entrojar la algarroba lo más seca posible y
2) evitar la entrada de humedad y de insectos a la troja para garantizar que la comunidad disponga de
frutos en los meses más críticos (julio a octubre).
Para esto se propuso la utilización de plásticos negros para el secado al sol y bolsas plásticas
para reforzar las trojas convencionales.
Además se creyó conveniente, ya que Los Baldes es una comunidad relativamente organizada,
plantear la realización de una troja comunitaria para ser abierta después de julio, procurando no sólo
alimento sino también un bien de venta como forraje para los animales de los criollos.
Al explicarse los distintos tipos de trojas que se podrían construir, la comunidad optó por la de
adobe (2m x 2m x 2m) con techo de chapa, tubos cribados, bolsa plástica y la aplicación de fosfuro
cada 15 días.
Una propuesta de trabajo similar se hizo a otra comunidad Wichi (El Chañar).
En la primavera de 1992 no pudieron realizarse las actividades planificadas, ya que las lluvias
tempranas estropearon los frutos.
Para la primavera de 1993, en cambio, se localizaron algarrobales «cargados» (con mucho fruto)
y se organizó la algarrobeada.
La localización de estos algarrobales, realizada por los hombres mientras campeaban, permitiría
el movimiento de la comunidad en su conjunto, optimizando así el uso de la zorra.
En la comunidad de Los Baldes participamos
de la algarrobeada, jugando, a mi entender,
un rol motivador
La construcción de las trojas familiares no es
«preocupación» de la gente hasta que se ha
recolectado suficiente cantidad
El compromiso de pago de la zorra y el mulo
fue cumplido por ambas comunidades
Las comunidades respondieron de distinta manera
En Los Baldes se concurrió masivamente al algarrobal Los Tobas, y allí la gente se juntó por
grupos de familia. Las mujeres, en medio día recolectaron el doble que en una jornada complete; la
zorra volvió ese día con 17 bolsas y regresó al siguiente para transportar las bolsas que habían sido
dejadas sobre encatrados en el monte.
En el secado, algunas familias utilizaron el plástico negro. Sólo 5 de las 20 familias construyeron
trojas y de éstas sólo 2 utilizaron el plástico negro.
Después de ir a Los Tobas llovió y se siguió recolectando un poco en los alrededores de la
comunidad.
Algunos vendieron parte de la algarroba a $ 2 la bolsa a los criollos de la zona.
La troja comunitaria no pudo ser llenada.
Detrás del árbol, la gente
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En la otra comunidad, El Chañar, si bien se había localizado un algarrobal cargado, la gente no
concurrió en forma masiva y la lluvia echó a perder los frutos.
Evaluación de la experiencia
•
•
•
•
•
•
Para evaluar los resultados, tendrían que hacerse algunas consideraciones:
En la comunidad de Los Baldes participamos de la algarrobeada, jugando, a mi entender, un rol
motivador, cosa que no pudo realizarse en la comunidad de El Chañar.
La comunidad de Los Baldes, desde 1992, hizo uso de la zorra para diversas actividades,
capacitándose varios de sus miembros en su manejo. En El Chañar esto no sucedió por conflictos
entre grupos de familia.
En ambas comunidades, si bien «participaron» del seguimiento fenológico de varios algarrobales,
el interés sólo se puso de manifiesto al momento de la maduración.
La construcción de las trojas familiares no es «preocupación» de la gente hasta que se ha
recolectado suficiente cantidad.
El compromiso de pago de la zorra y el mulo, fue cumplido por ambas comunidades. En el caso de
Los Baldes fueron los hombres los que realizaron la recolección para el pago.
En la mayoría de los casos, el plástico negro para el secado fue utilizado para satisfacer una
necesidad más sentida: protegerse de la lluvia.
A modo de conclusión
En condiciones por debajo de las de subsistencia y luego de un proceso por el cual se fueron
dejando de lado actividades tradicionales, la intervención externa, como motivadora y agente de
revalorización, puede tener un papel importante.
Este papel se acentúa si las modificaciones a lo tradicional tienen como objetivo, además de un
valor cuantitativo (recolectar más, guardar por más tiempo), mejorar las condiciones de las actividades
de los protagonistas, en este caso las mujeres.
La incorporación de elementos nuevos que suponen un grado de habilidad o capacitación para
su utilización, de existir conflictos entre los grupos familiares, puede llevar a acentuar éstos o generar
un desinterés sobre ese elemento.
Los elementos que suponen una innovación para mejorar el proceso tradicional, pero que aún no
han sido probados, pueden ser destinados a cubrir otras necesidades.
Este año, con la comunidad de Los Baldes esperamos la época de la algarrobeada con otras
expectativas: no sólo reiterar la cosecha realizada, sino también que los hombres participen para llenar
la troja comunitaria, la que se abriría en julio de 1995. Con El Chañar, realizar una primera experiencia
similar a Los Baldes.
En la mayoría de los casos, el plástico negro para el secado
fue utilizado para satisfacer una necesidad más sentida:
protegerse de la lluvia
La incorporación de elementos nuevos que suponen un grado
de habilidad o capacitación para su utilización, de existir
conflictos entre los grupos familiares, puede llevar a acentuar
estos o generar un desinterés sobre ese elemento
Detrás del árbol, la gente
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10. Puna: los animales desbloquearon el árbol
y nuestras relaciones
Liliana Martínez
Al principio, cuando llegamos a la Puna, la propuesta era introducir el árbol a sus sistemas
productivos. Estábamos convencidos de que era bueno para la gente y por lo tanto les tenía que
interesar. Esta seguridad, estas anteojeras, venían también de la respuesta que daba la gente: llegaba
a las reuniones, estaba, iba haciendo algunas cosas. Con el tiempo nos dimos cuenta que esa
respuesta tenía más que ver con la relación con nosotros: éramos casi los únicos visitantes fuera de
épocas electorales; se iban estableciendo afectos...
Con el tiempo nos fuimos también enterando que la gente veía al árbol sobre todo como un
adorno, «para la vista», que como parte de su sistema productivo, y que el recurso energético, que
tanto nos preocupaba, estaba más bien en lo arbustivo. Esto nos hizo pensar en la necesidad de dar un
giro a la propuesta técnica.
No obstante, sentíamos que algo no encajaba, que la propuesta del Proyecto habría de
complementarse con otras instituciones encargadas de otros temas a fin de intentar, en la
coordinación, un trabajo más integral. Esto no ocurría. Pasaron dos años y seguíamos nosotros solos
con una partecita del sistema, precisamente una partecita que no era la priorizada por la gente.
En mayo de 1995, en vistas de empezar a trabajar ahora desde una ONG (Asociación para la
Promoción Integral - API) y de los encuentros que veníamos haciendo entre comunidades, surgió la
idea de reunir a las comunidades para definir, entre todas, si había algo en común, que fuera
necesidad compartida y que pudiéramos encarar en forma conjunta. Durante toda una jornada en Yavi
se fueron planteando los problemas, priorizando y buscando soluciones.
Al principio fue muy difícil que ya no nos vieran como una institución especializada, volcada a un
tema específico y con dinero para financiar eso. Todo era pedidos puntuales. Pero luego la reunión fue
independizándose de nosotros y se definió empezar a trabajar en la producción ganadera: dentro de
ella lo que más les preocupaba era que «los animales se morían y no sabían por qué».
Dos meses más tarde se dio el primer taller de sanidad animal para los representantes y se
planteó la posibilidad de hacer un proyecto con todas las comunidades (eran ocho: Lecho, Casti, Yavi
Chico, Suripujio, La Redonda, Puesto del Marqués, San José, Portillo), el Proyecto Agroforestal y API.
Para eso se hicieron varias reuniones. Al llegar a fin de año, el proyecto ya estaba presentado y
contemplaba entre otras cosas la compra de botiquines comunitarios de sanidad animal.
La propuesta era que cada comunidad definiera el monto que estaba dispuesta a poner (a
«apostar») y el Proyecto ponía la misma cantidad, duplicando este monto inicial: se pensaba que así no
era algo regalado y esto garantizaría la continuidad. Se acordó realizar un segundo taller en enero (de
1996) en La Redonda, básicamente para definir los medicamentos a comprar y los lugares posibles
para estas compras.
Cuando llegamos en enero a La Redonda, la sorpresa no fue solamente de que cada
representante llevaba el dinero recaudado para la compra, sino que aparecieron representantes de dos
comunidades nuevas (El Tolar y Chalguamayoc) que se habían enterado de este proyecto por distintas
vías, habían recolectado dinero y venían a solicitar su incorporación.
A partir de empezar a trabajar en algo que a ellos realmente les
interesaba, la problemática de sus animales, actuó como eje
movilizador, y se desbloqueó la propuesta del árbol
Detrás del árbol, la gente
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Era como un sueño que se cumplía: la gente se apropiaba de la propuesta, cambiando la actitud
(tomando la iniciativa, sin tener que estar nosotros empujando). Empezaba a transformarse la relación,
la dinámica de trabajo. Fue como encontrar una pista para seguir creyendo en nuestras utopías.
Luego de empezar a transitar por estos nuevos caminos, ya sin hablar insistentemente del árbol,
sino del ganado, del agua, de la organización, etc., algunas comunidades, empezando esta campaña
97/98, siguen plantando arbolitos en sus casas o en cerramientos comunitarios para embellecer el
lugar. Aprovechan la producción (que también continúa) de los viveros iniciados esos primeros años
(en Yavi, Pumahuasi, La Redonda).
Qué aprendimos
Que a partir de empezar a trabajar en algo que a ellos realmente les interesaba, la problemática
de sus animales, actuó como eje movilizador, y se desbloqueó la propuesta del árbol (que ya no era un
paquete impuesto) y fue tomada desde donde les interesó. Ahora el bloqueo quedó para nosotros: no
sabemos o no nos atrevemos a tocar el tema del «árbol».
Cayó de alguna manera el mito de que, como eran campesinos, pobres, no se les podía «pedir»
nada, mucho menos que aportaran dinero, aunque esto significara una mejora en la producción y por
ende mayores ingresos. Es que no se les había preguntado si querían invertir y en qué.
Comentario: Un desbloqueo similar ocurrió con una propuesta de pequeños créditos (Fondo rotatorio)
que ofrecía el Proyecto Agroforestal desde 1994. En esos dos primeros años no fue prácticamente
utilizado el monto disponible para la Puna. Luego, poco a poco, fue creciendo la demanda del mismo
para construir invernaderos, comprar reproductores y mejorar el rebaño. Quizás porque ahora estaba
«permitido» hablar de otros temas. 0 porque, al empezar a solucionar esto que era tan preocupante, la
salud de los animales, se podía empezar a pensar en otras cosas.
Cayó de alguna manera el mito de que, como eran campesinos,
pobres, no se les podía «pedir» nada, mucho menos que
aportaran dinero
Detrás del árbol, la gente
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Capítulo 2
Detrás del Proyecto:
su gente y las instituciones...
Detrás del árbol, la gente
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11. De empleado público a agente de campo en la Puna...
Ramón Páez
Comenzar a trabajar como extensionista en la Puna, con características muy complejas que son
propias del mundo campesino andino, es un desafío constante...
Por mi experiencia como maestro rural, en una comunidad de similares condiciones a aquellas
donde intervenía el Proyecto y por el hecho de haber vivido y trabajado varios años en esta comunidad,
yo pensaba que la actividad de extensionista sería algo fácil. Siempre creí que, para trabajar con la
gente, no hacía falta nada más que recursos financieros y una movilidad, y que las familias, al ser
beneficiarias, eran capaces de llevar adelante la propuesta; más aún sabiendo que esto intentaba
mejorar su actual condición de vida.
Comencé elaborando un cronograma de visita a las comunidades. No medí el tiempo ni el
espacio que disponían los campesinos; en primer lugar jugaba mi horario, mis días disponibles, es
decir un hábito estrechamente ligado a mi condición de empleado público, hábito al que no estaba por
el momento dispuesto a renunciar.
Pronto me di cuenta que esta actitud entorpecía el trabajo con la gente. Aquello que en otro
momento me había planteado como una acción simple, ahora se me complicaba; la asistencia de los
campesinos a las reuniones era cada vez más reducida. Esto obedecía a que la hora y día que a mí me
convenían para las reuniones y las prácticas no eran apropiadas por las múltiples actividades
cotidianas de la gente.
Tuve que reflexionar y cambiar de estrategia, con el objeto de mejorar la calidad del servicio.
Qué aprendimos
El extensionista debe adecuarse a la dinámica campesina, respetando sus pautas tradicionales,
culturales y sociales.
Se debe tener una buena dosis de voluntad para aceptar los cambios y asumir los compromisos.
Establecer una buena relación con la comunidad nos permite mejorar nuestra estrategia de
intervención.
Es importante buscar el punto de equilibrio al estado pendular que genera este tipo de trabajo:
no deprimirse por los fracasos ni sentirse satisfecho por los logros. La constante siempre será buscar
juntos la alternativa para un desarrollo sostenible en lo social y en lo económico.
Para trabajar con la gente se debe también establecer límites. No se trata de dedicar todo el
tiempo; el extensionista debe poder realizar su vida particular, sin descuidar el vínculo familiar.
Para eso es importante buscar el equilibrio, tener capacidad de negociación, ya que todo es
posible a través de la interrelación comunidad-extensionista.
Buscar el punto de
equilibrio al estado
pendular que
genera este tipo de
trabajo: no
deprimirse por los
fracasos ni sentirse
satisfecho por los
logros
Para trabajar con la gente
se debe también
establecer límites. No se
trata de dedicar todo el
tiempo; el extensionista
debe poder realizar su
vida particular, sin
descuidar el vínculo
familiar
Detrás del árbol, la gente
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12. Los Baldes:
informes y bombas de agua
Raquel Saravia
Estábamos en plena época de seco, época en la que hay mucho que
hacer en la planificación y preparación para la época de lluvia.
Llegamos a los Baldes después de una hora para hacer treinta y cinco kilómetros, salimos muy
temprano con la fresca para que el camino no sea tan pesado y poder aprovechar la mañana para
trabajar.
Cuando llegamos a la comunidad, no estaban los hombres para la reunión. Preguntamos: se
encontraban reparando la bomba de agua de la escuela.
Nos fuimos para allá.
El día pasó levantando caños, enderezando varillas, destrabando la «sopapa» para luego
rearmar la bomba y tener esa sensación de felicidad de ver salir el agua, clara, fresca.
Ese día no hablamos de cercos, viveros y cultivos.
Qué aprendimos
No tendríamos qué poner en nuestro informe mensual que describe día a día qué hacemos. ¿O
tendríamos que poner: «Compartimos con la comunidad el trabajo de poner la bomba en
funcionamiento, era su actividad del día.»?
La importancia de ser capaz de ver la integralidad desde la parte y de no negar las realidades y
prioridades de la gente.
Las actividades extra planificación deben quedar reflejadas en los informes de actividades. Son
relevantes y deben ser conocidas por los otros miembros del equipo del Proyecto.
Ese día no hablamos de cercos, viveros y cultivos
Detrás del árbol, la gente
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13. Recorridos, tropiezos y aprendizajes
en salidas a terreno
Sergio Reyes
Acto I: Cachi 1990, antecedentes de relacionamiento
Invierno de 1990. Nélida, una ingeniera agrónoma del proyecto Desarrollo Forestal Participativo
en los Andes que sabe de mi interés por trabajar en desarrollo y me conoce como «dibujante», me
invita a participar de una capacitación en producción de árboles por estacas, la misma se desarrollará
en la comunidad de Finca Palermo (Departamento Cachi, en los Valles Calchaquíes, a 200 kilómetros
de la ciudad).
Mi rol en esta capacitación consiste en realizar una serie de láminas que expliquen los pasos a
seguir en la instalación de viveros y cómo producir árboles por estacas.
Aún puedo recordar la excitación y la ansiedad que me provocó la espera minutos antes de
emprender el viaje; fue maravilloso desde todos los puntos de vista: la llegada a la comunidad casi al
anochecer, la mañana siguiente, los colores, las formas, la presentación, la reunión y la libertad con la
que me adueñé del rol de capacitador. Desplegué «mis láminas» y comencé a enseñar mis
conocimientos respecto a viveros y reproducción de álamos por estacas. Podría decirse que fue toda
una «clase magistral».
Al día siguiente Clemente Lera y su familia, anfitriones del lugar donde siempre se realizaban las
reuniones grupales (y con quien tendré una muy buena relación desde que lo conocí), nos llevó a
recorrer su «lote», mostrándonos las parcelas, los animales, etc. En el recorrido pude ver algunas filas
de álamos entre las pircas y las acequias. En mi apreciación parecían tener por lo menos tres años en
el lugar. Pregunté cómo los habían conseguido... «Nosotros mismos los producimos, para cortinas,
para obtener tirantes y maderas y la forma de 'hacerlos' es cortando varejones 'lindos y derechos' de
dos o tres metros antes que comiencen a brotar los árboles; se entierran en el lugar elegido, al costado
de las acequias -para lo cual dio una serie de justificaciones-, se riegan y listo.»
Posteriormente a esta capacitación, terminé incorporándome al trabajo en Finca Palermo con el
equipo técnico de terreno.
Mi experiencia de «relacionamiento» con la gente fue maravillosa y tomó forma alrededor de las
largas conversaciones que teníamos con los Clemente. En una oportunidad descubrimos que la
persona a laque yo frecuentemente iba a comprar hortalizas y especies en el mercado de la ciudad, era
pariente de esta familia. A partir de este descubrimiento me convertí en el «nexo» natural de encargos
de los Clemente y la ciudad; permanentemente llevaba y traía mensajes, cajones de mercaderías,
verduras, repuestos...
Así pasó un año y fue mi tiempo de partir de Finca Palermo y de este proyecto. Estoy seguro que
el intercambio de experiencias y el aprendizaje fueron mutuos, y -por qué no- la negociación.
Por mi parte me traje lo mío. Experiencias en torno a lo productivo, pues conocí el lote de los
Clemente y el entorno que los rodeaba. Pude entender diferentes aspectos de los sistemas
agropecuarios, la diversidad campesina desde sus actividades, sus comidas, su casa, el pozo de
crianza de truchas, las corridas al cerro para marcar y señalar los animales, las formas de pago de los
arriendos, los intermediarios llegando a comprar los productos campesinos, las tensiones respecto al
uso del agua entre los vecinos, las tensiones respecto al administrador-figura política del gobierno que
de alguna manera reemplazaba a la familia a la cual se le había expropiado la finca- También me traje
una infinita cantidad de imágenes: la entrada a Finca Palermo escoltado de gigantes cardones, uno al
lado del otro; los callejones marcados por tapiales y casi siempre recorridos por el viento empujando al
rebaño.
Volví por casualidad a Finca Palermo en la primavera del 97. No encontré a los Clemente, una
de las tantas familias que, se dice, fueron traídas a estos pagos desde Bolivia. No encontré los viveros.
Detrás del árbol, la gente
38
El gobierno distribuyó las tierras nuevamente; ahora cada campesino vive en un «barrio», todos
concentrados en pequeños terrenos de 10 x 25 metros; tienen luz; están cerca de la escuela y de la
vieja sala o castillo, hoy una especie de edificio público, antes morada del señor. Ahora cada mañana
los campesinos se levantan temprano para ir a sus cercos disperses en distintos lugares. No pregunté
por el Proyecto pero me supuse que nadie se acordaba de él.
En las relaciones están de por medio la negociación permanente en términos
afectivos o materiales. Siempre las partes tienen una imagen personal pero
también institucional y por supuesto social de la persona que está enfrente.
Reflexiones
Sobre la capacitación... A pesar de esta contundente experiencia tuve que pasar varias
capacitaciones hasta entender que, en lo personal, no conocía la realidad del lugar en toda su
complejidad. Mi escasa presencia en terreno y mis limitaciones técnicas no me dejaron ver esta
realidad con la mirada justa, con la mirada del productor. Esto me hubiera permitido partir desde lo que
se tiene para ir hacia lo que falta.
La capacitación fue como llevar el aula al campo pero esto limitó lo más importante en términos
de participación: lograr que la gente decida sobre los contenidos, que ellos mismos pongan sobre la
mesa sus conocimientos y experiencias como aportes claves al tema tratado.
El día que regresé, después de casi 7 años, fue verdaderamente decepcionante; una y otra vez
me pregunté: ¿Qué dejó aquel proyecto? ¿Qué quedó?
Sobre el relacionamiento... Aprendí que no se puede basar todas las acciones y actividades
solamente sobre relaciones personales. Estas existen de hecho y es algo bueno; pero en términos de
trabajos grupales no aseguran fortalecimiento, crecimiento, ni apropiación de propuestas a nivel grupal.
También aprendí que en las relaciones están de por medio la negociación permanente en
términos afectivos o materiales, Siempre las partes tienen una imagen personal pero también
institucional y por supuesto social de la persona que está enfrente.
Tal vez los Clemente en aquella oportunidad, por un año, solucionaron su problema de
comunicación y transporte de bultos pequeños. Además, nunca antes un ingeniero había trabajado con
ellos: nos acribillaban con preguntas respecto a plagas y enfermedades del pimiento; compartían con
nosotros preocupaciones, respecto a la falta de agua, a la falta de seguridad en la tenencia de la tierra,
que sólo supimos consolar.
Nadie puede negar el esfuerzo material y el compromiso con que se trabajó en este proyecto
pero lo cierto es que cuando volví en el 97 me di cuenta que no fue suficiente.
Acto II: 1994, Cachi: el trauma de los formularios
Después de muchas idas y venidas decidí volver a trabajar activamente en desarrollo. Me
incorporé al proyecto Desarrollo Agroforestal - GTZ. Tenía que desempeñarme como integrante del
equipo de extensión, sirviendo de apoyo al extensionista que estaba en Cachi, con lo cual debía viajar
cada diez o quince días a terreno.
Pero al comenzar mis actividades, me tocó ir a un evento de autocapacitación, haciendo un viaje
de tres días a Morillo, subsede del Proyecto en la región chaqueña. Me costó la decisión de participar
ahí porque estaba lleno de miedos e inseguridades.
Entre los temas discutidos en Morillo, tocó el turno a los Fondos de Plantaciones Agroforestales
(FPA)..., que después se llamaron Fondos de Promoción Agroforestal...
No recuerdo con exactitud los grandes debates alrededor de esto -o tal vez sí-, pero sí me
quedan todavía muy presentes las discusiones respecto a tiempos y plazos para realizarlos, cantidad
de hojas, cuadros, presupuestos, compromisos asumidos, firmas, etc., etc., todo por hacer... El solo
recuerdo ya me abruma de nuevo.
Finalmente regresé a Cachi...
Detrás del árbol, la gente
39
Debo confesar que nunca me atreví a ejercer un protagonismo en el equipo de trabajo de Cachi;
contuve las ganas; sólo me limitaba a dar puntos de vista. El nivel de inseguridades e insatisfacciones
crecía. ¿Porque hacía tanto tiempo que no estaba en terreno trabajando con campesinos? ¿Era el
marco institucional? ¿Se podía lograrlo viajando cada 10 ó 15 días? ¿Era el equipo de terreno? ¿Qué
pasaba?
Lo que sé es que todo intento fue malo y la carga crecía. Sentía que me movía dentro de una
gran pecera y digo 'gran' por lo grande y digo 'pecera' por los límites que veía en todas las direcciones.
¿Dónde estaban los límites?
Creo ahora identificar claramente uno de ellos: los FPA. Reconozco que una herramienta es sólo
una herramienta; el tema pasa por el cómo, el cuándo se usa la misma. Pero el quién la usa es clave
en determinado proceso. Lo cierto es que los FPA terminaron siendo el eje de acción de Cachi. Tal vez
esto no tenía por qué ser del todo malo pero, junto a la gran ansiedad del equipo, con el peso que fue
adquiriendo esta bendita herramienta terminó convirtiéndose en una gran tempestad.
Los plazos (fijados quizás con criterios válidos) y los formularios limitaron la verdadera
participación. Aunque rescato que los productores supieron negociar: a cambio de machetes, palas,
alambres, postes, aceptaron las propuestas técnicas que ofrecíamos.
Los campesinos siempre tenían una respuesta a nuestros interrogantes sobre los avances...
«No tuvimos tiempo.» «No hay agua suficiente para hacer las plantaciones.» Etc. La ansiedad
aumentaba. En este ir y venir de no tener los resultados esperados y sobre todo de no tener una
institución contraparte, el Proyecto decide retirarse de los valles. Nos retiramos.
¿Quién me llamó a entrar en la finca del campesino queriendo a través de un
formulario reordenar las parcelas, diseñar bosquecitos para leña, cortinas
forestales, además de organizar grupos campesinos para conjuntamente llevar
adelante la propuesta?
Reflexiones
Creo que mi inexperiencia, las ansiedades, el encuentro de lo desconocido, las lógicas
diferentes, la incapacidad de escuchar, la preocupación de obtener resultados no me permitieron ver
más allá del arbolito o de la práctica agro-forestal o de los FPA.
Pasó un tiempo para entender lo intuido, pero aún así la lucha fue permanente, a nivel personal
como institucional. Me perdí en el árbol sin llegar a entender que detrás de todo esto está la gente, con
sus necesidades.
Quise entrar desde el resultado, es decir: ¿cuántas prácticas se pueden hacer?; ¿cuántos
árboles necesitamos para ello?, etc.
Llegué al campo para entrar en la vida campesina pero, ¿quién me llamó a entrar en la finca del
campesino queriendo a través de un formulario reordenar las parcelas, diseñar bosquecitos para leña,
cortinas forestales, además de organizar grupos campesinos para conjuntamente llevar adelante la
propuesta?
Los campesinos se mueven en base a necesidades (también nosotros), por el agua, los bajos
rendimientos, etc. ¡Ah! También algunas herramientas, pero no era lo más necesario, no alcanzaba
para una negociación equilibrada, las valoraciones eran diferentes.
ACTO III: 1997: una oportunidad trae a la otra...
Después de Cachi, aterricé en la oficina. Me dediqué a un sinnúmero de actividades,
especialmente de capacitación.
La sede del proyecto siempre se vio desde afuera como un lugar de cierta complejidad. Si me
desdoblo hacia adentro, puedo mirarla en toda su magnitud, cada personaje en su lugar, muchísimo
trabajo entrando y saliendo, todos con la actividad programada, nadie quiere perder su tiempo.
Las reuniones semanales de equipo me permitían estar al tanto de lo que ocurría en el Proyecto
a nivel de actividades como así también a nivel de emociones. Sentía verdaderamente que estas
Detrás del árbol, la gente
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reuniones eran como el gran escenario general del entusiasmo, las tensiones, el optimismo, las
angustias, las esperas, las incertidumbres; dónde se es espectador y actor al mismo tiempo.
Primavera del 95: mis actividades se sucedían unas a otras. Me encontraba coordinando un
curso de Extensión Rural pero la casualidad quiso que Sandro (el extensionista de Aguaray, una de las
subsedes del proyecto, a 400 kilómetros de la sede) esté ausente cuando había que acompañar un
encuentro con comunidades guaraníes; el Proyecto era una de las instituciones que apoyaban este
evento, junto al Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (ENDEPA).
Alguien del proyecto debía estar. Yo estaba harto de mi monotonía y ésta era mi oportunidad de
volver a trabajar con una comunidad, volver a terreno después de haber decantado experiencias
pasadas.
SEIS horas de viaje en la noche... ¡Qué lejos estaban las emociones del primer viaje a campo en
1990! OCHO horas de la mañana, hora de inicio de las actividades según la programación: asistirían
diferentes representantes de las comunidades, representantes de la Asamblea del Pueblo Guaraní de
Bolivia - renombrada organización guaraní- y por supuesto los representantes de las instituciones que
acompañan este proceso organizativo.
9.30 de la mañana. Recién había un número considerable como para comenzar; no conocía a
nadie; los invitados de Bolivia no habían llegado. Por suerte llegó Maria Luisa, representante de
ENDEPA; todavía recuerdo la tranquilidad de su mirada: nada parecía anormal. Nos presentamos; me
presentó a los que estaban; uno de los guaraníes invitó a todos a pasar al comedor a tomarnos un
mate cocido previa oración. Luego la reunión tomó los carriles que la gente quiso (sin dejar de lado los
objetivos para lo cual se había convocado este encuentro). Mi rol usual de coordinador, controlador,
animador no tenía cabida en una reunión donde todos se escuchaban serenamente, respetuosamente.
Hacía tanto tiempo que no tenía esa sensación del compartir. La reunión se realizó en idioma
guaraní y en español; tuvo momentos de exposición de problemas, posibilidades de solución; no tuve
otra que dedicarme a escuchar.
1997. A partir de esta experiencia me incorporé al equipo de terreno de Aguaray. Hoy me dedico
a escuchar y dialogar con la gente y con el equipo. Por supuesto, las propuestas y las actividades
cambiaron en relación al árbol, hoy siento que dejé atrás el árbol y, por qué no, el bosque... y
finalmente encontré a la gente.
Los representantes de las comunidades se reúnen, intentan resolver sus problemas, puedo ver
diferentes instancias de organización; nos comentan de sus decisiones a veces y otras no; demandan
reuniones de comités en los cuales ellos quieren discutir el proyecto, las actividades; plantean
claramente sus necesidades, negocian posibilidades.
Mi rol usual de coordinador, controlador, animador no tenía cabida
en una reunión donde todos se escuchaban serenamente,
respetuosamente.
Reflexiones
Me costó algún tiempo, y supongo que queda mucho por venir, pero hoy fundamentalmente me
siento más sereno en mi trabajo con comunidades.
Hoy formo parte de una ONG, intentamos articular nuestro trabajo a partir del compartir con las
comunidades sus necesidades y en función de ello negociar las propuestas.
Apoyamos la organización guaraní con sus múltiples potenciales y falencias; intentamos
reflexionar juntos las contradicciones, pero respetando sus decisiones. Lo importante es acercar la
posibilidad de comparar y en este juego surgen nuevas decisiones.
Aunque a veces cuesta entender que la organización debe ser lo que ellos quieren que sea y no
lo que uno quisiera que fuese.
Creo que ellos tienen claro cuál es nuestra oferta. Sin embargo siempre piden más, y está bien,
es lógico que así sea... Después de todo me parece claro que además de nuestras personas ellos ven
al técnico, a la institución que nunca se acercó antes.
Detrás del árbol, la gente
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14. Fondo de Plantaciones Agroforestales:
un instrumento de contratiempos
Jan Correa
Pocas cosas han creado tanto conflicto en nuestro Proyecto como el Fondo de Plantaciones
Agroforestales (FPA): Discusiones fuertes entre técnicos de apoyo y extensionistas, entre los mismos
técnicos, problemas administrativos y conflictos con el coordinador, roces y diferencias con las
instituciones contrapartes con quienes compartimos el trabajo. Con este tema es cuando más he tenido
la sensación de estar perdiendo tiempo con una montaña de papeles y con una serie de problemas
administrativos interminables. También es un tema queme cuesta plasmar en una ficha de
capitalización: me cuesta agarrarlo, sintetizarlo, tener claro de dónde interpretarlo.
Tal vez sea porque, con el FPA, la experiencia ha sido muy heterogénea y contradictoria, y tal
vez porque es una historia que aún continua en una nueva etapa, - cuyos resultados probablemente
quedaran inconclusos si se produce el cierre del Proyecto.
El Proyecto inventó el FPA en 1994, como un instrumento de prefinanciación de aquellas
plantaciones que las comunidades presentarían como «proyectos» al Régimen de Promoción Forestal
(RPF) de la SAGPyA. Luego, se convertiría en un instrumento de intervención, para homogeneizar y
establecer las reglas para el trabajo con las comunidades y promover el establecimiento de
experiencias (agro) forestales. El Fondo otorgaba y otorga subsidies a los campesinos para cubrir
inversiones específicas, que tienen que estar presentadas y evaluadas en la forma de proyectos. Siguió
a una primera etapa del Proyecto en la cual no habían reglas claras sobre qué financiar, quedando en
gran medida al criterio de los extensionistas y técnicos y a los tiempos de cada comunidad.
Pocas cosas han creado tanto conflicto en nuestro
Proyecto como el Fondo de Plantaciones Agroforestales
(FPA)
Rescato tres motivos claves que condujeron a la creación el FPA:
1. Una frustración por la lentitud con que se establecían experiencias concretas en el campo. El
Proyecto necesitaba resultados, quería establecer mayores incentives, y promover la participación.
2. No se quería perder la oportunidad de aprovechar el Régimen de Promoción Forestal (RPF)
de la Nación, que por primera vez incluía pequeños productores: el FPA fue ideado como puente para
cubrir el tiempo hasta el pago que haría la SAGPyA a los 18 meses de establecida la plantación.
3. Adherimos a la idea de que, para sumarse al desarrollo y aprovechar lo que les ofrecen
diversos programas de crédito y fomento, los campesinos tienen que poder elaborar proyectos propios,
y llenar los correspondientes formularios.
Así empezó el FPA, con toda una serie de normas y reglas, más unos formularios bastante
extensos que fueron elaborados luego de revisar formularios de varios programas considerados
exitosos de otros países.
Y así empezó esta experiencia difícil de analizar. Por un lado se lograron implementar en todas
las zonas una buena cantidad de prácticas, la mayoría de ellas dominadas por el componente forestal,
acorde con las líneas técnicas y el mandato del Proyecto. Marcó un momento de gran aceleración del
trabajo en el campo, acompañado por la satisfacción de que por fin se estaban estableciendo
plantaciones.
Por otro lado, a pesar de que la mayoría de las propuestas eran forestales, falló el intento de
vincular el FPA al Régimen de Promoción Forestal de la SAGPyA. Ni los campesinos ni las propuestas
técnicas cumplían con las exigencias del régimen.
Pero quizás la consecuencia más grande fue en el cambio en la relación entre el Proyecto
(especialmente los extensionistas) y las comunidades o grupos de productores. Lo que fue diseñado
como un instrumento de apoyo, rebotó. Llegó a ser casi un fin en sí mismo, dominando en gran medida
el trabajo con la gente. Para los extensionistas, ahora era objetivo principal lograr la cuota de
Detrás del árbol, la gente
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experiencias planificada para su zona, llenar los formularios y cumplir con las exigencias y los tiempos
impuestos. Indiscutiblemente, en muchos lugares el afán de hacer cosas y producir resultados no
respetaba los procesos, aquellos procesos que nosotros mismos destacábamos como importantes.
Discutimos largamente sobre el FPA: los formularios, los tiempos, las propuestas, reglas y
objetivos. ¿Qué servia y qué no? ¿Cómo tendríamos que mejorar el instrumento? En 1995 y luego a
principios de 1996 se concretó la segunda y tercera versión modificada. El FPA empezaba a ser más
flexible con respecto a muchas cosas: los tiempos, los montos, las superficies y las exigencias sobre
los productores. Pero por otro lado, era más exigente con respecto el contenido técnico, la
planificación, el seguimiento y continuidad de la experiencia, la capacitación.
Aparentemente, todos estábamos de acuerdo: el Fondo no podía ser un fin en sí mismo, tenía
que apoyar un trabajo de experimentación participativa con la gente; integrarse a un trabajo de
acompañamiento, capacitación, seguimiento y evaluación participativa.
Coincidió este momento de cambio en el FPA con el cambio en el enfoque técnico del Proyecto.
Ahora el objetivo del FPA era fomentar experiencias innovadoras y propuestas sistémicas más que
prácticas aisladas. Era lógico requerir mayor detalle técnico: teníamos que tener claro qué estábamos
experimentando, qué se quería lograr, qué había que medir, y en qué se preveía una necesidad de
capacitación. Teníamos que poder precisar y mejorar el aporte técnico. También había demanda en
muchas zonas por masificar experiencias ya instaladas y conocidas por la gente; decidimos que el FPA
no era un instrumento para ese fin.
Pero los tiempos y modalidades institucionales del Proyecto ya eran otros. Las instituciones
contrapartes en cada zona tenían financiamiento propio para subsidiar trabajo con la gente, y pagaban
ellas mismas a los extensionistas. Otros intereses y objetivos entraban en juego, y el financiamiento
nacional (ahora básicamente de la Secretaría de Desarrollo Social, y en forma de «Proyectos») impuso
otros tiempos y exigencias.
El Fondo no podía ser un fin en sí mismo, tenía
que apoyar un trabajo de experimentación
participativa con la gente; integrarse a un
trabajo de acompañamiento, capacitación,
seguimiento y evaluación participativa
Creo que este nuevo contexto institucional fue el que provocó otras dificultades alrededor del
FPA, y ya no por el instrumento en sí. La experiencia de uso del FPA empezó a desarrollar
características propias en cada zona. En La Puna y Aguaray, compartíamos los objetivos y utilidad del
instrumento: había un buen acuerdo al respecto de su integración a un trabajo de extensión con las
comunidades. Discutimos y nos pusimos de acuerdo con respecto al enfoque y las prioridades
técnicas. Por supuesto había dificultades con los tiempos, el llenado de formularios y el cumplimiento
de las responsabilidades por todas las partes.
En Los Toldos y Morillo se complicó la situación. En Los Toldos directamente no había interés
por parte de los técnicos en realizar un trabajo de experimentación con los campesinos, y el FPA como
instrumento fue rechazado. Hicimos el intento de compatibilizar el uso del instrumento a un trabajo
masivo con 120 familias, lo que no hizo más que comprobar que el instrumento no servía para este fin.
En Morillo se cumplió rigurosamente con todo el llenado de formularios, sin realizar el trabajo de
participación de la gente, ni promover experiencias innovadoras. Es más, el FPA se convirtió en un
mero trámite burocrático.
Así llegamos a la última etapa del instrumento, la etapa actual, inconclusa. Respondiendo al
nuevo contexto institucional, se descentralizó el FPA. Cada zona tiene lo suyo, propio. Los objetivos,
utilidad, tiempos y formas de presentación y evaluación de cada FPA zonal son acordados entre las
instituciones involucradas en un comité zonal de gestión. El instrumento se volvió tan flexible que casi
dejó de ser un instrumento: muy pocas reglas pero sí un acuerdo sobre objetivos, criterios y principios.
También con un buen acuerdo con respecto al catálogo de las propuestas técnicas a ser
experimentadas.
Detrás del árbol, la gente
43
Veo que son dos los problemas más recurrentes que caracterizan el uso del Fondo a través de
los años: el estar trabajando a contratiempo y, relacionado con éste, el acordar reglas y normas y luego
sistemáticamente no respetarlas.
Muchas veces lo que más contribuye al
mejoramiento del sistema de producción no son
prácticas nuevas, sino pequeños cambios en
los manejos, en la utilización de recursos o
espacios
Los contratiempos han sido muchos y variados. Por un lado, pocas veces se llegó a desarrollar
y presentar un proyecto con tiempo suficiente para evaluar, recomendar cambios y luego iniciar el
trabajo. El ejemplo extremo de esto fueron los FPAs que involucraban la compra de plantas frutales
provenientes de otras zonas del país: había que confirmar la compra por lo menos seis meses antes de
la fecha de plantación, implicando que el trabajo de planificación y elaboración de la propuesta se
tendría que realizar de un año para el otro. Hasta la fecha ha sido imposible que los técnicos y
campesinos logren esto.
Por otro lado, los tiempos de la comunicación, evaluación y recomendaciones de cambio de los
FPAs: los atrasos se acumulaban, y las fechas en el campo crearon una situación de «patear hacia
adelante, después arreglamos».
Por último, los contratiempos del contexto: cada vez que modificamos el FPA en respuesta a la
experiencia de campo, el contexto cambiaba nuevamente.
Las reglas. Las reglas y normas fueron acordadas, con buenas intenciones; reflejaban el cómo
queríamos que fueran las cosas. Pero la realidad siempre fue otra. Un atraso se juntaba a otro, y esto a
un cambio en el contexto, a un nuevo actor, y..., dejar a un lado las reglas era fácil ya que éramos
todos juez y parte, todo quedaba siempre «entre casa». Un sentimiento o justificación común era que
todos queríamos que la gente fuera beneficiada, que se establecieran experiencias, y esto se tornaba
prioridad sobre el cumplimiento.
En algún momento en esta historia de contratiempos, cambiamos el nombre del FPA. Ahora era
el Fondo de PROMOCION Agroforestal, y éste no era un simple cambio semántico. Reflejaba el
cambio en la estrategia técnica del Proyecto: el acercamiento al enfoque de trabajo desde el sistema
productivo y sus restricciones; El haber aprendido que muchas veces lo que más contribuye al
mejoramiento del sistema de producción no son prácticas nuevas, sino pequeños cambios en los
manejos, en la utilización de recursos o espacios.
Qué aprendimos
Aquellos instrumentos de intervención que otorgan subsidios son un arma de doble filo, y hay
que manejarlos con mucho cuidado. No deben nunca desplazar un trabajo participativo con la gente,
Por muy bueno que sea un instrumento, herramienta o metodología, en su uso no hay ninguna
garantía de éxito. Al contrario, es la estrategia general de extensión, de trabajo con la gente que, si es
manejada con sensibilidad y creatividad, puede crear las condiciones para la utilización exitosa de un
instrumento,
El ejercicio de tener que cumplir con las exigencias de un instrumento sirve para evidenciar
debilidades en un trabajo de extensión o un desconocimiento de una propuesta técnica. Esto ha sido el
caso con el FPA: obliga a pasar por procesos participativos y tener claridad con respecto a la
propuesta técnica. Frente a las dificultades que surgieron, algunos técnicos lo aprovechaban como un
aprendizaje, servía para reflexionar sobre las debilidades, y buscar cómo mejorar el trabajo. Sin
embargo, para otros la culpa la tenía el instrumento.
Detrás del árbol, la gente
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Es fundamental que todos los integrantes de un equipo técnico, especialmente si es interinstitucional, compartan, o por lo menos entiendan, el enfoque, el marco y los objetivos de un
instrumento, además de dominar los detalles de su uso.
Es muy fácil que se confunda un instrumento con los formularios, cuando son dos cosas muy
distintas.
Los tiempos, siempre los tiempos. Parece que poder darle el tiempo necesario a cada cosa, y
hacer las cosas en el momento oportuno, es un arte que no dominamos en el Proyecto. Sospecho que
en realidad es parte de un síndrome típico de la mayoría de los proyectos de desarrollo; nos
encontramos presionando o forzando los tiempos, o atrasados, corriendo detrás de los tiempos, las
estaciones o fechas de cierre. A esto no veo solución. Los distintos tiempos y objetivos de los
diferentes actores: campesinos, técnicos, instituciones, proyectos, financieras y sectores políticos,
simplemente no son compatibles.
Hay un hecho innegable: Con el uso del FPA, se ha logrado establecer numerosas y muy
buenas experiencias, de gran impacto dentro de las comunidades en todas las zonas. A pesar de todos
los problemas, ha sido un éxito. Ha servido para que seamos más exigentes, que el aporte técnico sea
mejor. Pero me queda la duda, ¿Cuán importante fue el instrumento en todo esto?
He dicho que se produjo una situación de no respetar los procesos. Pero acá hay una paradoja:
los campesinos son prácticos, concretos; tienen que ver y vivenciar para creer. El hecho de tener un
instrumento para fomentar la instalación de tantas experiencias nuevas ha servido para iniciar muchos
procesos. Estas experiencias tienen un enorme poder catalítico, han inducido muchos procesos de
cambio. Llego a dos conclusiones:
1. Entre actividades concretas y procesos hay un fuerte vínculo y retro-alimentación, y tenemos
que aprender cómo potenciar y encontrar el equilibrio entre ambos.
2. Con propuestas técnicas que involucran componentes, principios y conceptos nuevos y
desconocidos por los campesinos, los procesos más participativos empiezan una vez que se ha
iniciado la experiencia, y no en la etapa de diseño y planificación inicial.
Los tiempos, siempre los tiempos. Los
distintos tiempos de los diferentes
actores: campesinos, técnicos,
instituciones, proyectos, financieras y
sectores políticos, simplemente no son
compatibles.
Detrás del árbol, la gente
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15. Puna: la oveja David y la vacuna Goliat
Ramón Páez – Liliana Martínez – Máximo Ezcurra
Ya nuestro trabajo con las ocho comunidades de la Puna había dado un giro a partir de haber
empezado a buscar financiación para un proyecto de producción ganadera. Si bien no estaba aún el
dinero, hicimos la primera compra de los botiquines de sanidad animal. El entusiasmo de la gente ¡y el
nuestro al ver cómo cambiaban las actitudes, cómo aumentaba la participación! hicieron que el llamado
de Sabino, esa noche del 30 de marzo de 1996 de Semana Santa, fuera como un balde de agua fría
para todos.
Ocurría que, luego de una práctica de vacunación en tres comunidades, las ovejas habían
empezado a morir de a cientos. La gente no sabía qué hacer, estaban desesperados, y las culpas
recaían sobre Sabino.
Inmediatamente fuimos para allá. La verdad que la escena era patética: los animales tirados,
agonizando; al contraste del atardecer se veían como piedras blancas entre las tolas. La gente, con
ayuda de familiares y vecinos, se pasaba toda la noche con ellas, haciéndoles masaje en las
extremidades, lavándolos, ayudándoles a pararse y a caminar. Se les estaba muriendo su principal
fuente de ingresos, su cajita de ahorro, parte de su vida. Sabíamos que, pese a que para todos estaba
la batalla perdida, no podíamos abandonarlos en este momento tan crucial.
A partir de ese momento, empezamos a recorrer un camino arduo. Primero se buscó apoyo en
las instituciones nacionales y provinciales que creíamos que podían ayudar, o a las que les
correspondía (alguna con asiento en la zona). Las respuestas que encontramos fueron de desaliento: o
atribuírselo al estado sanitario de los animales, o a una mala aplicación del vacunador; pero ninguna
con la intención de acompañarnos o solucionar el problema de la gente. Estábamos solos.
Así es que API y el Proyecto Agroforestal, junto con la gente, enviamos muestras de la vacuna a
un laboratorio privado de Río Cuarto y al laboratorio del INTA de Bariloche. Sin dejar de insistir en la
obtención de un apoyo concreto de parte del Servicio Nacional de Sanidad Animal (SENASA). También
el proveedor de Río Cuarto desde allá se hacía cargo de la situación, tratando de ayudar. Mientras
tanto nuestro abogado establecía contacto con los damnificados para poder representarlos en las
negociaciones.
Al poco tiempo se recibieron los primeros llamados de representantes del laboratorio a quien
correspondían las vacunas. Y casi al mismo tiempo recibíamos los primeros resultados de los análisis
efectuados en Río Cuarto y Bariloche, donde se demostraba que las vacunas estaban alteradas (de las
mismas se aislaron Bacillus sp. y Clostridium Novyi vivos, cuando deberían estar inactivados).
Los próximos pasos fueron las negociaciones con los representantes del laboratorio, exigiendo
que se reconozcan los daños ocasionados. A los tres meses ocurrió un hecho histórico: pequeños
productores olvidados en la Puna reciben una indemnización de $ 21.000 por los 500 animales muertos
y otros tantos afectados neurológicamente.
Qué aprendimos
La importancia de pelear por lo que creemos justo, aunque para la mayoría sea una causa
perdida antes de empezar.
Lo importante de haber acompañado a la gente en mementos tan difíciles contribuyó a que se
consolidara la confianza mutua.
Al principio pensamos que nuestro trabajo allí se había acabado. ¿Cómo levantar esta
situación? Pero el hecho de haber encarado (y resuelto) el problema permitió que se restablecieran las
relaciones con las comunidades y hoy no sólo continúan funcionando los botiquines sino que se sigue
usando la vacuna. Aunque a veces haciendo la prueba biológica previamente (vacunar tres o cuatro
animales primero, y luego de unos días, al resto).
Detrás del árbol, la gente
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16. Contrapartes en Morillo:
los roles y los intereses
Cristina Camardelli
Como técnico del Proyecto Desarrollo Agroforestal, mi función es la de asesoramiento y apoyo a
las contrapartes en temas relacionados con manejo ganadero en sistemas silvopastoriles. En tal
sentido soy responsable del trabajo en la zona agroecológica del Chaco Salteño, región
eminentemente ganadera.
Desde hace casi tres años viajo periódicamente a Morillo, localidad del Departamento Rivadavia
e invariablemente a mi regreso alguien me pregunta: « ¿Cómo te fue?»
Ayer precisamente, me hicieron la pregunta a lo que yo contesté: «¡Muy bien!» En ese momento,
no sé qué mecanismo activó mi memoria y me puse a reflexionar acerca de cómo fue variando esta
contestación a lo largo de los años.
Recordé que, cuando recién comencé, volvía encantada. En esa época solamente trabajaba con
la comunidad aborigen de El Chañar. Todavía no teníamos contrapartes en esta zona, por lo tanto la
relación con la comunidad era directa.
Por cierto, siempre se presentaban algunos problemas, pero ellos se debían en general a
nuestro desconocimiento de su mundo.
Más tarde, debido a una reorganización del Proyecto, comenzamos a trabajar con la Escuela
Agrotécnica como contraparte.
Voy a tratar de explicar qué significa «trabajar» en este contexto. Como mi función es apoyo
técnico, se supone que tengo que apoyar con mi modesto saber a técnicos, extensionistas y
promotores para que ellos a su vez «extiendan» el conocimiento a los productores y comunidades
rurales.
En otras palabras, en cada visita yo tenía que realizar reuniones con ellos, llevarles bibliografía,
analizarla, discutirla, visitar con ellos los puestos, organizar capacitaciones conjuntas con los
productores, elaborar proyectos, planificar acciones, etc., etc.; en definitiva lograr que ellos adquieran
las herramientas técnicas y desarrollen las actitudes y aptitudes que les permitan acompañar a la gente
en la mejora de sus prácticas.
Recuerdo que, en aquella época, mis sentimientos variaban de un extremo a otro: un viaje volvía
contenta, tres o más volvía furiosa.
Esto último se debía a que yo llegaba a la Escuela y los demás ya se habían ido o estaban a
punto de salir; no porque huyeran ante mi presencia, sino sencillamente porque otras cosas más
importantes se les cruzaban en el camino.
Yo veía que el interés se centraba en las actividades relacionadas con los alumnos. Por ejemplo:
los técnicos sólo manifestaban interés en las capacitaciones formales, o sea aquellas que le
aseguraran puntajes acreditados por el Ministerio; los ritmos de trabajo los imponía el calendario
académico; incluso hasta el mismo extensionista se distraía en actividades propias de la educación. En
resumen, las actividades de la escuela hacia adentro se anteponían a cualquier planificación puertas
afuera que realizáramos.
Un día, en lugar de ir a la Escuela a
buscar alguien con quien trabajar, me
fui a visitar un puesto, luego otro,
después otros...
.
Me parecía que esto se contradecía con los objetivos de desarrollo que compartíamos con esta
contraparte. Además esto llevaba a que los fondos de financiación, que la Escuela maneja con
Detrás del árbol, la gente
47
prolijidad absoluta, sólo se tradujeran lentamente en instrumento de experimentación y masificación de
las prácticas agroforestales y sistemas silvopastoriles innovadores.
Analizando hoy estos estados de ánimo post-viajes, me doy cuenta que desde hace un buen
tiempo esto cambió... Mi trabajo se incrementó a tal punto que ya no me alcanzan los días en que estoy
en la zona para hacer las visitas. Y si a mi regreso alguien me pregunta: «¿Cómo te fue?», mi
respuesta invariablemente será: «Fabuloso».
¿Qué ocurrió? Un día, en lugar de ir a la Escuela a buscar alguien con quien trabajar, me fui a
visitar un puesto, luego otro, después otros. Comencé a relacionarme directamente con los criollos
como lo había hecho con los Wichi.
Ahora la gente me consulta, se organizan reuniones de capacitación, planificamos sus prácticas,
discutimos sus experiencias, salimos de visita a otros puestos, o a veces sencillamente nos sentamos a
soñar, mate en mano, sobre su futuro. Y yo satisfecha, orgullosa, feliz de poder ayudarlos, aunque sea
un poquitito, a construir ese futuro.
Pero... mi sueño tiene un límite, el que me impone la realidad: yo no soy su extensionista, ése no
es mi rol aunque me encante.
Los que quedan cerca de ellos cuando yo vuelvo a la ciudad, o los que se quedarán con ellos
cuando yo ya no vuelva más a la zona (porque el proyecto algún día se acabará), son los
extensionistas, los promotores, los técnicos de la Escuela. Aquellos con los que no hallé el camino para
profundizar en el aprendizaje de lo que necesitan saber y tener para cumplir con su propio rol de
promotores del desarrollo.
Qué aprendimos
Sin duda, no se pueden planificar acciones conjuntas cuando los adores no tienen los mismos
intereses. Aunque la Escuela desea trabajar en el desarrollo de las comunidades pobres de la zona, su
legítimo y prioritario rol es el de la formación de sus alumnos. Lo que también es otra forma de
promover el desarrollo.
Cada cual tiene su rol; el mío no es hacer extensión, yo no puedo acompañar suficientemente a
la gente, ése es el rol de los técnicos en zona.
Es necesario que nuestras relaciones con la gente y con las instituciones se establezcan en
base a intereses compartidos, tanto en el discurso como en la práctica
No se pueden planificar acciones conjuntas
cuando los actores no tienen los mismos intereses
Detrás del árbol, la gente
48
17. Ventajas y desventajas de los docentes golondrinas
Adriana Malvicino de Márquez
El sistema educativo salteño no prevé la permanencia del docente rural en zona. Las
designaciones se efectúan anualmente por cuadro de puntaje. Existe en las escuelas rurales casi un 90
% de personal interino (figura legal que le implica designación anual). Esto provoca movilidad del
personal docente cada inicio de año lectivo.
En estas condiciones era muy complejo para el Proyecto de Educación Forestal (PEF) poder dar
continuidad a los proyectos aprobados: se realizaba sólo durante el año, moría durante el receso y
luego iniciábamos el ciclo lectivo con personal nuevo en las escuelas.
Siempre debíamos comenzar la capacitación en el área específicamente técnica, ya que los
docentes no sabían ni preparar la tierra. Empezar de cero. ¿Retroceder?
En este sentido, cada año marcaba en mí, que nada podía tener continuidad ¿Cómo avanzar en
las propuestas si había que repetir todo?
No sé si desazón sea la palabra exacta, pero este tipo de acontecimientos estaba fuera de
nuestro control y sobre ellos nada podíamos hacer, nos superaba en frustración.
La idea era fortificar, profundizar, ampliar, y eso se hacía difícil con la sensación de un imposible.
Un día recibimos una carta de un maestro rural de la localidad de Iruya (fuera del área de
influencia del PEF) donde nos comentaba que había participado con el Proyecto Agroforestal en una
escuela de los Valles y había llevado la propuesta de trabajo a su nuevo domicilio laboral.
La carta venía acompañada de preguntas sobre el nombre de semillas a los fines de que lo
ayudáramos a conocer los árboles de la zona donde ahora se desempeñaba. Estaba forestando el
predio de la escuela.
Qué aprendimos
El mensaje educativo desconoce fronteras, si lo que se trabaja involucra comprometidamente a
la persona.
El principio de replicabilidad es posible de ver en educación.
Algunas de las estructuras del sistema educativo facilitan y otras obstaculizan el trabajo de
propuestas innovadoras en el área rural.
Cada año marcaba
en mí, que nada
podía tener
continuidad ¿Cómo
avanzar en las
propuestas si había
que repetir todo?
Existe en
las escuelas
rurales casi
un 90 % de
personal
interino
Detrás del árbol, la gente
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18. Alfarito: de promotor agroforestal
a comisionado municipal
Liliana Martínez – Chris Van Dam
26 de octubre de 1997. En las elecciones municipales, Doroteo Alfaro, “promotor agroforestal”
como “él se autotitula, gana cómodamente las elecciones municipales en su pueblo de Yavi y es
reelecto como vocal. Sobre 650 votos, se alza con más de 300. Ahora será el nuevo Comisionado
Municipal de esta pequeña localidad del altiplano jujeño, situado a cinco kilómetros de la frontera con
Bolivia y a quince de La Quiaca, donde se concentra la actividad comercial de la puna.
“Alfarito”, como cariñosamente lo llamamos, es parte de la historia del Proyecto. En 1993 el
Proyecto, en su etapa más “forestal”, había decidido aprovechar el antiguo vivero de Yavi –alguna vez
apoyado por la Dirección de Recursos Naturales de la Provincia de Jujuy- para producir los plantines
forestales que requeriría nuestro trabajo en las comunidades de la zona. Pronto se convertiría también
en un centro de experimentación (nuevas especies de altura, técnicas de viverización, diferentes
modelos de invernaderos). Doña Dominga, la flamante Comisionada Municipal de ese entonces, luego
de haber firmado el correspondiente convenio con el Proyecto, con muy buen criterio designó al
flamante vocal, Doroteo Alfaro, para que se ocupara del tema. También nombró a dos empleados del
municipio, Nicasio y Esteban, como viveristas.
Poco tiempo después se inicia el Programa Municipio y Medio Ambiente. Alfarito, ni lento ni
perezoso, con la ayuda de los extensionistas Liliana y Máximo, presenta un proyecto para hacer
pequeñas plantaciones “energéticas” en las comunidades del municipio: la falta de vegetación, luego
de leña, es junto al agua uno de los recursos más escasos.
Recibida la plata, Doroteo nos da una clase magistral de gestión: compra el alambre de los
cercos en Bolivia, los postes en la capital jujeña, consigue gratis el flete y logra así importantes ahorros.
Terminadas las plantaciones y con más de $ 2500 no gastados, pregunta tímidamente si puede hacer
un reservorio de agua en una comunidad. A falta de uno, hace un segundo en otra comunidad. Como
aún seguía sobrando un fondito, acuerda con la Escuela Monotécnica hacer una plantación
experimental de churquis (Prosopis Ferox).
Tres de los cuatro vocales –entre ellos
Alfarito- no han abandonado la chacra. Han
logrado combinar su situación de campesinos
y su vocación política
Envalentonado por los logros, en 1995 presenta un nuevo proyecto al Programa Municipio y
Medio Ambiente: esta vez la formulación será en consulta con las comunidades, ya no con los
extensionistas. Y el eje será el agua, pequeñas obras: reservorios, canalizaciones para aumentar la
superficie bajo riego, defensas de las riberas de los ríos.
Meses después, cuando Liliana y Máximo dejan la zona, Alfarito asume la supervisión del vivero
municipal. Reacio hasta ese entonces en vender las plantas, ahora entiende que para sobrevivir y
pagar los insumos (renovación del plástico de los invernaderos, bolsines, semillas) necesita ingresos.
Las comunidades seguirán teniendo gratuitamente las plantas, no así los municipios vecinos que
empiezan a comprar del vivero de Yavi.
En 1996, Alfarito, quien hasta entonces había sido muy celoso de su rol, decide abrir el juego y
con sus tres colegas vocales, Eustaquio Bulegio, Roberta Armella y Camilo Tintilay, forma un equipo de
trabajo. Ahora cada uno se hará cargo de la formulación, tramitación y supervisión de un proyecto en
una o más comunidades. Así, esta vez presentan 6 proyectos al Programa Municipio y Medio
Ambiente, para 6 comunidades campesinas del ejido municipal. La tarea de promoción es cada vez
más intensa. Las antiguas actitudes proselitistas y paternalistas van dando lugar a una mayor exigencia
y negociación con la comunidad.
Detrás del árbol, la gente
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También van creciendo en cuanto a cintura política: cuando el poderoso intendente de La Quiaca
decide imponer sus “programas de desarrollo” a sus vecinos más pobres (recordemos que Yavi está a
sólo 15 kilómetros de La Quiaca), en jugada maestra simulan hacerlos suyos sin dejar de impulsar sus
propias iniciativas. Para las elecciones de 1997, los cuatro vocales se enrolan en cuatro corrientes
diferentes (sub-lemas) del partido gobernante.
Finalmente vale la pena reproducir un reciente diálogo de Doroteo Alfaro con una funcionaria de
la GTZ que visitaba la zona. Preocupada por la sostenibilidad de las acciones emprendidas por el
Proyecto, ésta le preguntó a Alfarito: “Después del año 2000, cuando la GTZ retire su asistencia del
Proyecto, ¿qué será de ustedes?” Con su lógica campesina y su picardía, Alfarito le contestó:
“Esperaremos que vengan otros”. Después, preocupado por su impertinencia, moderó su respuesta:
“Seguiremos trabajando, tal vez más despacio, tal vez con menos recursos, pero en la misma línea”.
Más adelante la misma funcionaria preguntó: “Todas estas obras realizadas con el programa
MyMA, ¿en qué han mejorado la calidad de vida de la gente?” Alfarito se tomó un respiro, se hizo un
silencio y luego dijo: “Ahora en San José, con la represa, el agua se acumula de noche. Se acabaron
los tiempos en que debíamos salir de noche con nuestra linterna a regar nuestros campos, con todos
los problemas de salud que teníamos por el intense frió." Y Roberto Armella agregó: “Ahora tenemos
más agua para regar nuestras parcelas, producimos más y comemos mejor.”
Tres de los cuatro vocales –entre ellos Alfarito- no han abandonado la chacra. Han logrado
combinar su situación de campesinos y su vocación política.
Qué aprendimos
Que la política no necesariamente es incompatible con un trabajo de promoción. En la Puna,
además de Alfaro y su equipo, tenemos varios ejemplos de promotores campesinos que van
afianzando su “carrera” política a partir de su trabajo de base. Ello sólo ocurre en los municipios más
chicos, los comisionados municipales.
Que los campesinos tienen en general una gran capacidad de gestión, innata, posiblemente
como resultado de su gran habilidad para manejar eficientemente una economía compleja y de
escasos recursos.
A cinco años de su inicio, el vivero de Yavi sigue funcionando –en los últimos dos años sin
asistencia técnica externa-, abasteciendo la zona de plantines forestales, en un claro ejemplo de
sostenibilidad (a pesar del “subsidio” que implica que los dos viveristas son pagados por el municipio).
La gran capacidad de inter-relacionarse que tienen los campesinos en función de su proyecto
político y social y con una gran variedad de instituciones: con las instituciones de apoyo, como API y el
Proyecto (y otras de las cuales también reciben apoyo), con las comunidades de su ejido, con el
gobierno provincial (del cual consiguieron una camioneta, por ejemplo) con su propio partido político
(con el cual deben renovar lazos en vísperas de cada elección).
Los campesinos tienen en general una gran
La gran capacidad de intercapacidad de gestión, innata, posiblemente como
relacionarse que tienen los
resultado de su gran habilidad para manejar
campesinos en función de
eficientemente una economía compleja y de
su proyecto político y social
escasos recursos
Comentarios sobre los municipios de Yavi y Tumbaya por Marcelo Ibarra y Javier Yudi en un
informe reciente (1997)
(En estos municipios rurales) “el sistema político local no tiene tal vez el grado de autonomía y distanciamiento
de las relaciones comunitarias como pasa en otros casos. La sociedad política o el espacio político local tienen
mayor proximidad con la población rural, con algún tipo de representación de esta población al interior del
municipio... Las autoridades tienen en muchos casos origen rural... Lo cual hace más factible un
involucramiento del municipio en cuestiones referidas al desarrollo de las comunidades rurales. El avance en
este tipo de políticas depende más de la capacidad técnica del municipio que con aspectos de la cultura
política, como ocurre en otros lados. Aquí el estado municipal ha adoptado, en cierto modo, la función de
gestor de demandas sociales.”
Detrás del árbol, la gente
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19. No se dio para El Chañar, se dio para Pluma
¡PERO SE DIO!
Cristina Camardelli – Stella Bianchi
En el año 1996 la Universidad Nacional organizó un concurso de Experiencias de Extensión. El
ganador recibía el apoyo económico para llevar a cabo su propuesta.
Prestamente, y como voluntad es lo que nos sobra, decidimos presentarnos junto con varias
otras cátedras de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Salta.
Ideamos un proyecto de experimentación – adaptativa, para llevar a cabo con la comunidad
aborigen de El Chañar, comunidad con la que ya veníamos trabajando.
El proyecto consistía en instalar y manejar una pequeña infraestructura de riego para la
producción en cercos familiares con un fuerte componente de capacitación.
La propuesta debía llevar varios avales, entre ellos el de la propia comunidad y el del Municipio.
Los formularios que se debían presentar no eran cosa sencilla de entender ni de completar; por
otro lado sospechábamos que las posibilidades de ganar el concurso con una propuesta dirigida a una
comunidad pobre eran remotas (¡¡¡años de conocimiento del sistema universitario!!!).
Debido a todos estos antecedentes, a que además teníamos poco tiempo pues los plazos se
vencían, y para no crear demasiadas expectativas ni ansiedades, los papeles los llenamos nosotras
solas. Le contamos a la comunidad lo que habíamos hecho y cómo lo habíamos hecho; le aclaramos
que era un concurso y que como tal habían posibilidades de ganar pero muchas más de perder.
La comunidad dio su aval y, atentamente, le dejamos una copia de las planillas: en general eran
inentendibles. ¡Lo único que tenían clarito era el presupuesto!
Por otro lado el intendente del Municipio también dio su aval y a él también le dejamos una copia
de las famosas planillas.
Al poco tiempo el cacique Don Arias, como es de rutina, fue a pedir subsidios a las magras arcas
de la intendencia. Allí los funcionarios se sentaron con él a analizar el presupuesto del proyecto cuya
copia tenían y le pidieron a Don Arias que tenga paciencia, que el municipio por ahora no los ayudaría
pero que pronto recibirían el dinero de la «Universidad».
Pasó el tiempo. Como era de esperar no ganamos el concurso. Sí, nos ganamos el recelo de la
comunidad: creo que hasta el día de la fecha están convencidos que nos quedamos con el dinero, aún
cuando desde la Universidad amablemente, pero después de un montón de tiempo, nos mandó un
papelito avisándonos que nos faltaron unos pocos puntos para ganar el bendito concurso.
Creo que hasta el día de
la fecha están
convencidos que nos
quedamos con el dinero
Acá no terminó la cuestión. A los pocos meses, y para nuestro beneplácito, un joven integrante
del Equipo Técnico Municipal nos pidió autorización para armar sobre la base de nuestro proyecto una
nueva propuesta para llevar a cabo en la comunidad aborigen de Pluma de Pato, por supuesto con
ciertas modificaciones.
El técnico se tomó todo el tiempo que hizo falta para trabajar el preproyecto (que nosotras
mismas revisamos) con la comunidad, hasta que logró que la gente se apropiara del mismo.
Detrás del árbol, la gente
52
Se presentó a un organismo de financiación (por supuesto ya no a la Universidad), el que aprobó
y financió el proyecto. Hoy trabajamos junto al técnico en esta comunidad aborigen, en la puesta en
marcha de las actividades de campo y en la capacitación de la gente.
Qué aprendimos
Con los wichi, hay más posibilidades de evitar fricciones en las relaciones si las propuestas
surgen de la propia comunidad y son conversadas con ellos, dándoles todo el tiempo que sea
necesario para que maduren la idea, obligando a que aparezcan los recelos, las dudas, las
confrontaciones entre ellos y con nosotros. Hubiera sido preferible trabajar esos horribles papeles entre
todos aún a riesgo de no cumplir con los plazos estipulados.
Esta experiencia nos sirvió para reafirmar que una estrategia de desarrollo para estas
comunidades pobres pasa también por apoyarlos en la preparación de proyectos y propuestas que les
permitan relacionarse con la sociedad y sus organismos de financiación.
En las relaciones que establecemos con cualquier otra institución, en particular aquellas
involucradas con el desarrollo rural, cada actor tiene una lógica, una racionalidad y ciertas reglas de
juego, y debemos atenernos a ellas en la medida que no las podamos cambiar.
Hubiera sido preferible
trabajar esos horribles
papeles entre todos
aún a riesgo de no
cumplir con los plazos
estipulados
Detrás del árbol, la gente
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20. El programa Municipio y Medio Ambiente Los logros
del MyMA 3 en Jujuy y su contracara
Liliana Martínez
El Programa Municipio y Medio Ambiente generó una gran demanda de parte
de muchos municipios pequeños. Hoy ya está culminando el MyMA 3 mientras siguen las gestiones de
la cuarta etapa.
Después de todos estos años el equipo del Programa MyMA de Jujuy hace un balance con miras
a un mejor desarrollo de las próximas acciones.
En cuanto a los logros de esta tercera etapa que termina, podemos decir que:
1. Hay 44 proyectos municipales en ejecución, que benefician a 56 comunidades rurales a través
de la instalación de prácticas agroforestales u obras de infraestructura que mejoran y conservan el
sistema productivo.
2. Las obras están en un 90 % ejecutadas y las rendiciones de cuentas hechas.
3. Dependiendo de los casos, las comunidades o grupos han participado, más o menos, desde la
identificación del problema hasta la ejecución de la solución, pasando por la formulación del proyecto,
planificación de actividades, manejo del dinero, etc. En muchos de estos proyectos también
participaron representantes del Municipio, en función de resolver problemas planteados como
necesidades sentidas por las comunidades.
4. Se inician procesos de diálogo para construir una relación diferente entre las comunidades y
los municipios, para resolver problemas concretos a través de la cogestión y coejecución de estos
proyectos. Sentando un precedente de una forma diferente de relacionarse.
5. Con la intención de superar algunas de las falencias de las anteriores etapas, como elemento
de la estrategia se incorporó el trabajo con promotores, además de la asistencia técnica que se seguía
brindando desde el programa
6. Hoy podemos decir que algunas de estas debilidades se han ido revirtiendo.
Fundamentalmente la participación y el compromiso de las comunidades. Para lo cual, el rol de los
promotores fue muy importante.
7. El papel de los promotores también fue importante para intensificar el seguimiento y apoyo,
que consideramos indispensable para lograr un mayor involucramiento tanto de las comunidades como
de los municipios.
8. En este sentido, también vimos necesario concentrar las actividades, en función de los
recursos humanos, identificando tres zonas donde priorizamos los Municipios que venían trabajando y
empezamos a incorporar a los más cercanos a éstos1, distribuyéndonos las responsabilidades de
manera que hubiera un técnico y un promotor por zona2, como mínimo.
Estas zonas son: "Puna norte": Municipios de Yavi, Pumahuasi, Puesto del Marqués, Abra Pampa, Santa Catalina,
Cieneguillas, El Cóndor; Quebrada: Humahuaca, Purmamarca, Tumbaya; "Puna sur": Purmamarca, Barrancas y Susques
2
En la "Puna norte": Manuel Vilte (al principio por el Foro de intendentes, luego afectado desde la Comisión municipal de
Puesto del Marqués), Ramón Páez (del Proyecto Agroforestal - GTZ) y eventualmente Liliana Martínez (por el Proyecto
Agroforestal - GTZ). En la "Puna sur": Clemente Flores (por el Foro de Intendentes). Finalmente aquí no hubo técnico de
apoyo). En la Quebrada: Julio Llanes (en un principio por el Foro de Intendentes) y Liliana Martínez (por el Proyecto
Agroforestal - GTZ).
En junio de 1997 estos promotores fueron contratados por la Fundación Agroforestal a través del Programa Trabajar (del
MTSS), incrementándose a seisel número de promotores
1
Detrás del árbol, la gente
54
9. Paulatinamente se fue consolidando un equipo de trabajo de técnicos y promotores, a través
de reuniones mensuales de dos días, donde se iban compartiendo los logros y dificultades del trabajo a
campo, reflexionando, planificando, etc.
10. Se realizaron talleres de capacitación y reflexión para representantes de las comunidades en
temas tales como planificación, organización, viveros forestales, plantación, aprovechamiento hídrico,
etc. Los mismos se realizaron en Yavi y El Moreno
11. Se realizaron viajes de intercambio de experiencias a Bolivia. Uno para campesinos y otro
para autoridades municipales. Los primeros visitaron experiencias de proyectos agroforestales y de
desarrollo rural; los segundos proyectos de desarrollo local y manejo de recursos naturales, en el
marco de la nueva Ley de Participación Popular boliviana.
12. Se formó un comité para la gestión del programa con representantes de todos los actores
intervinientes (técnicos, promotores del programa y municipales, comisionados o vocales).
No podemos quitarle importancia...
a nuestra falta de conocimiento de
la dinámica municipal, que por
cierto es compleja
La contracara
Si bien, luego de un año y medio, hay muchos logros, también son varias las dificultades, y para
muchas hoy no tenemos aún respuestas.
- Muchas veces el activismo de hacer y hacer, generado por la propia ansiedad (producto de
distintos ritmos), por la presión de tener resultados “visibles” y de gastar los fondos dentro de los plazos
impuestos, va en contra de generar espacios de reflexión sobre la práctica, de discusión de la
estrategia y de acompañar más como facilitadores en estos procesos, tanto a los municipios como a las
comunidades.
Si evaluamos cómo se llegaron a concretar estos proyectos, creemos que nos falta mucho aún
para que este Programa Municipio: Medio Ambiente sea realmente una herramienta que contribuya al
desarrollo local, que fortalezca la organización comunitaria y el vínculo, municipio-comunidad. Una de
las preguntas que deberíamos respondernos es: ¿Qué queda después del programa, además de las
obras?
- En cuanto a la participación de las comunidades, hubieron algunos inconvenientes, tales como:
El auge de los programas de promoción del empleo se cruzó con nuestra propuesta de que la
comunidad beneficiada hiciera su aporte a través de la mano de obra, de modo de asegurar el
protagonismo (el compromiso, la viabilidad) dentro del Proyecto.
Siendo las comunidades puneñas, campesinas semiproletarizadas, que desde hace décadas
han incluido como una componente más en la estrategia familiar el salario temporal, estos empleos
reemplazan a los que buscan al migrar. Pero que hoy, a partir de la crisis laboral que se vive en el país
y la mecanización de las minas y los ingenios, escasean.
Como contrapartida a este beneficio, es que en la mayoría de los casos, se transformó en una
obra de la municipalidad con un capataz que asume la dirección. Afectando totalmente la organización
lograda hasta ese momento, dejando de ser algo comunitario como se había planteado en un inicio, y
pasando a ser algo de un grupo (los que perciben el salario, que en general están vinculados por
cuestiones partidarias).
Llegan las propuestas de “arriba” y aquí se administran y distribuyen, sin pensar que ésta
también puede ser una herramienta (necesaria por cierto) que fortalezca la organización. Pudiendo
discutir con cada comunidad el uso e implementación de este programa, en función de la problemática
acordada en conjunto.
Detrás del árbol, la gente
55
- La promoción no tuvo el mismo impacto con los municipios como con las comunidades.
Probablemente esta menor respuesta y apoyo desde los Municipios a los promotores, sea una de las
razones por las que estos últimos se fueron volcando poco a poco más hacia el trabajo con las
comunidades, recurriendo al comisionado municipal sólo para cosas puntuales, sin involucrarlo en el
proceso. Pero sin duda no podemos quitarle importancia, en esto, a nuestra falta de conocimiento de la
dinámica municipal, que por cierto es compleja, y a la falta de una estrategia para la misma. Nuestro
“campo conocido”, o por lo menos ahí donde es mayor nuestras experiencia, es el trabajo comunitario.
Así y todo, creemos que se iniciaron un montón de procesos en torno a esto que recién
empiezan: la construcción del rol del promotor, su relación con los municipios, con el resto de las
instituciones y con las comunidades.
- Una de las situaciones calificada como fortaleza en un inicio era trabajar con pequeños
municipios (la mayoría son Comisiones Municipales), donde las autoridades electas son campesinos o
miembros de esas pequeñas poblaciones, empapados en la problemática del pequeño productor y con
mayores posibilidades de comprometerse en una propuesta de desarrollo rural. Sin embargo, existen
otros elementos de la realidad que no tuvimos en cuenta en el análisis, tal como la fuerza con la que
atrae, envuelve y avasalla el sistema político y burocrático en el que ingresan al momento de asumir
sus nuevas funciones, para lo cual no siempre están preparados. Así es que finalmente el Municipio
termina siendo muchas veces un mero administrador de programas y fondos nacionales y provinciales,
sumándose ala corriente asistencialista. Pareciera que se acerca más a una oficina de “caridad”, donde
la gente va individualmente a pedir cosas que necesita, pensiones, empleos, etc., y ellos tratan de
responder con la mejor voluntad.
Nuestro desafío más grande fue
intentar que los municipios dejaran
de pensar sólo en el cordón cuneta
para ubicarse en la problemática
rural del pequeño productor
¿Cómo compatibilizar esto con una propuesta de organización y autogestión?
A esta dificultad de no estar plenamente preparados para el manejo municipal y mucho menos
contar con ese apoyo a posteriori, podemos sumarle la inexistencia de espacios de reflexión que
permitan buscar un modelo propio adecuado a la realidad local. La discusión y definición de propuestas
de desarrollo local, desde los propios actores (comisionados, vocales, comunidades), podría llevar a
acercarse un poco a la tan mentada descentralización, que hoy apenas ocurre en lo administrativo y
burocrático.
En este contexto, estos fondos del MyMA son visualizados desde el ámbito municipal, como uno
más que viene “de arriba” para hacer obras, sin apropiarse de la propuesta del programa. Que por otro
lado no fue construida con ellos, por lo tanto no hubieron espacios de reflexión y concertación como
para empezar aunque sea a «hablar el mismo idioma”, a partir de explicitar objetivos e intereses
diferentes,
Nuestro desafío más grande fue intentar que los municipios dejaran de pensar sólo en el cordón
cuneta para ubicarse en la problemática rural del pequeño productor, y a menudo se terminó
“plantando árboles, haciendo viveros, invernaderos, etc.” como si fueran cordones; cunetas, con la
misma filosofía.
En cuanto a la gestión del programa, a medida que se consolidaba el equipo de trabajo de
técnicos y promotores, el mismo fue asumiendo poco a poco el programa, perdiendo protagonismo la
representación institucional tanto de los municipios como de la provincia.
Con la intención de revertir esa situación se convocó a un taller de reflexión de comisionados y
vocales (en julio de 1997), donde se asumió esta realidad y se propusieron mecanismos para
mejorarla. Sin embargo, esto aún no se puede concretar.
Detrás del árbol, la gente
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Quizás sea más fácil que otros gestionen, decidan, armen y desarmen, en lugar de uno, si en el
fondo la intención es captar recursos. ¿Existirá realmente un interés de los gobiernos provinciales y
locales de generar cambios profundos (estructurales, de relaciones)?
- Otra dificultad que tuvimos en el trabajo a campo fue la escasez de recursos humanos ya que
las instituciones no cumplieron su compromiso inicial. Esta situación fue agudizada por la gran cantidad
de proyectos aprobados, el desfase entre los tiempos institucionales y del trabajo, y el no haber podido
evaluar desde un inicio nuestras propias debilidades y fortalezas. Todo ello nos condujo, a medida que
pasaba el tiempo, a roles que se iban alejando de la reflexión, la crítica y la profundización de los
procesos.
¿Existirá realmente un
interés de los gobiernos
provinciales y locales de
generar cambios
profundos (estructurales,
de relaciones)?
Aportes y manejo de fondos
Con la idea de promover la integración Municipio-comunidad, se intentó hacer conjuntamente la
identificación de los problemas, la búsqueda de las soluciones, la formulación de los proyectitos e incluso el
manejo de los fondos. Al entregar el dinero se firmaba un convenio con representación de las tres partes (la
comunidad, el Municipio, y el programa), haciendo así a todos responsables de sus compromisos.
En la formulación de los proyectos se pactaron los aportes de cada parte. En general, los de la
comunidad eran la mono de obra necesaria y materiales del lugar; los del municipio, la disponibilidad de
vehículo para el transporte de materiales y áridos; y al programa, se le solicitaba la compra de materiales que
no son del lugar.
Pero una vez entregado el dinero:
Hubieron Municipios que compartieron el manejo de los fondos y compras con las comunidades, en los
tiempos estipulados. Incluso haciendo seguimiento del avance de los trabajos y coordinando constantemente a
través de promotores municipales. Esta minoría de casos en los que el compromiso fue creciente coincide con
quienes hace más tiempo se viene trabajando y, por distintas razones particulares, recibieron más apoyo y
asesoramiento.
En otros casos delegaron en las comunidades las responsabilidades asumidas, desligándose casi por
completo de todo.
Por último, en muchos casos los Municipios transformaron la responsabilidad de la compra y traslado
de los materiales en un trámite a cumplir sin compromiso. Esto repercutía en el trabajo con las comunidades
que avanzaban en las responsabilidades asumidas pero los materiales tardaron meses en llegar, produciendo
el consecuente desánimo en la gente. Repercutió también en el equipo de trabajo, ya que la rendición de
cuentas pasaba a ser un eje central en el seguimiento, tergiversándose el sentido de las visitas.
Detrás del árbol, la gente
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El Programa Municipio y Medio Ambiente en pocas palabras...
Municipio y Medio Ambiente es un Programa de desarrollo rural en las provincias de Salta y Jujuy que
tiene como finalidad contribuir a mejorar la calidad de vida de los pequeños productores y comunidades
aborígenes y fortalecer la capacidad de los municipios en la elaboración de políticas y la gestión de programas
de desarrollo,
Objetivos
• Fomentar el vínculo del Municipio con sus comunidades rurales
• Contribuir a mejorar las condiciones de vida de la familia campesina o aborigen.
• Contribuir a la conservación, el uso y aprovechamiento de los recursos naturales renovables.
• Facilitar la participación, la organización y la capacitación de los campesinos
• Fortalecer la capacidad de los municipios rurales en la elaboración de políticas y en la gestión de
programas de desarrollo ambiental y agroforestal con pequeños productores.
Qué tipo de proyectos financia el Programa MyMA
El Programa Municipio y Medio Ambiente financia proyectos que contribuyan a mejorar la calidad de
vida del productor rural a través de acciones tendientes a superar un problema ambiental que esté afectando
de alguna manera la producción agrícola o ganadera tradicional.
La mayoría de los proyectos presentados, aprobados y en ejecución han tenido como finalidad:
• El establecimiento de plantaciones forestales y agroforestales para provisión de leña, madera y frutos, y
otras prácticas agroforestales que mejoren los actuales sistemas productivos campesinos.
• La instalación de obras de conservación de suelos y agua, instalación de plantaciones forestales como
defensas de ríos, arroyos, recuperación de áreas inundables, o cualquier otro fin que conserve y mejore la
infraestructura productiva.
• El establecimiento de prácticas silvopastoriles como la instalación de cerramientos para plantaciones de
especies forrajeras y recuperación de las pasturas.
• El manejo y la recuperación del monte nativo, tendiente a un mejor aprovechamiento del mismo por parte
de las comunidades rurales.
Detrás del árbol, la gente
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21. Sostenibilidad institucional, ¿dónde estás?
Chris van Dam
De 1989 a fines de 1991, como parte del Proyecto Desarrollo Forestal Participativo en los Andes
(FAO/Holanda), tímidamente habíamos empezado a trabajar con algunas comunidades, en aquellos
años no solo en Salta y Jujuy, sino también en Catamarca y La Rioja. Las «contrapartes» habían sido
las Secretarias de Asuntos Agrarios de los estados provinciales y nuestra experiencia poco feliz: eran
los años del achicamiento del Estado –los primeros expulsados habían sido los técnicos de terreno- los
mejores profesionales empezaban a emigrar al sector privado, los que quedaban tenían la autoestima
baja, sin posibilidades materiales para salir al campo. Y sobre todo, no había políticas, ni de las buenas
ni de las malas.
Por ello, al iniciarse el Proyecto con la asistencia técnica de la GTZ, quisimos apartarnos del
modelo tradicional de cooperación técnica, y convocar a una amplia gama de instituciones, publicas y
privadas, aquellas que intuíamos podían tener un interés manifiesto o potencial en los objetivos que
nos habíamos propuesto.
Estos seis años han sido una búsqueda permanente de generar una nueva institucionalidad, con
una palabra clave como «norte», la sostenibilidad de nuestro trabajo, enmarcado en dos grandes
objetivos, contribuir a mejorar las condiciones de vida de la población campesina y de las comunidades
indígenas, y empezar a revertir el proceso de degradación que afecta sus sistemas de producción.
Para analizar nuestra experiencia, debemos distinguir tres tipos de actores:
•
las instituciones contraparte en terreno, aquellas que han sido nuestros «socios» en el trabajo
concrete con las comunidades.
•
la construcción interinstitucional que ayudamos a generar, que fue primero un Consejo Asesor
Interinstitucional (CAI), que, al adquirir personería jurídica, se convirtió en una fundación, la
Fundación para el Desarrollo Agroforestal en Comunidades Rurales del Noroeste Argentino.
•
las demás experiencias de articulación interinstitucional:
* El Programa de Educación Forestal, que intentamos promover junto con los Ministerios de
Educación provinciales
* El Programa Municipio y Medio Ambiente, emprendido con los gobiernos locales
* Las redes de instituciones interesadas en el desarrollo rural en un ecosistema en particular: la
Red Agroforestal Chaco, la Red Yungas, la Red Puna
* Las ONGs que contribuimos a formar, la Asociación para el Desarrollo (ADE) en Aguaray, en
menor medida la Asociación para la Promoción Integral (API) en la Puna y Quebrada.
A. Nuestros socios en terreno
En los primeros dos años (1992-1993) el Proyecto, al iniciar sus actividades en campo, busco
relacionarse con todo tipo de instituciones. La idea era poder permear con nuestras ideas, o nuestras
declaraciones de principios, ya que no teníamos mucho más para ofrecer, a quienes tenían alguna
relación con los sectores pobres, ONGs, Escuelas Agrotécnicas, grupos de Iglesia, organizaciones
campesinas, municipios, centros de investigación, etc. Cuando existía la posibilidad, generábamos
Detrás del árbol, la gente
59
pequeñas acciones en forma conjunta. Buscábamos «interesados». Así, en esos primeros años,
llegamos a discutir posibilidades de trabajo con cerca de 25 instituciones. La experiencia no siempre
fue positiva: en un contexto con poca o nula trayectoria de coordinación interinstitucional, muchos
desconfiaban de nuestros propósitos, otros se sentían invadidos. Algunos nos miraban como una
entidad financiera a la cual podían acudir en busca de fondos para sus proyectos. Y así los conflictos,
se producían sin que pudiéramos la mayoría de las veces entender su origen.
Sin embargo, esta primera etapa no dejo de ser funcional: nos permitió conocer y luego definir
quienes serían nuestros socios de allí en más, en cada zona. A partir de 1994, en una segunda etapa,
elegimos una o dos instituciones en cada área con las cuales emprendemos un camino común: en el
Chaco Salteño, en Morillo, primero fue la Escuela Agrotécnica «Justo Pastor Santa Cruz», luego se
agregaría el Equipo Técnico Municipal (ahora Fundación Rivadavia), y en la zona del Pilcomayo, a
partir de 1996, la Asociación Lhaka Honhat, que agrupa a 35 comunidades wichi. En las Yungas, en la
localidad de Los Toldos, nuestro socio fue el Laboratorio de Investigaciones Ecológicas de las Yungas
(LlEY, que depende de la Universidad Nacional de Tucumán) y luego, al momento de su creación, el
Programa Municipal de Desarrollo Agropecuario (PROMUDEA). En la Puna, recién con la creación de
API, en mayo de 1995, encontramos nuestro socio. Luego se agregarían varias organizaciones
campesinas, la Asociación de Pequeños Productores de Yavi y mucho más recientemente la
Asociación de Pequeños Agricultores de Abra Pampa. En la zona de Transición, en el área de TartagalAguaray, empezamos a trabajar con la Unión de Pequeños Productores de San Martín, Oran y
Rivadavia (UPPASOR), luego con la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG), con el Equipo Nacional de
la Pastoral Aborigen (ENDEPA) y finalmente con ADE, que es creada por miembros del propio
Proyecto. En los Valles Calchaquíes, luego de un intento fallido de trabajar con los Municipios de Cachi
y Seclantás, el Proyecto se retira en 1995.
La sostenibilidad del Proyecto está
asegurada, especialmente en algunas
de las instituciones de terreno. Pero
más aún por este increíble grupo
humano que se ha ido formando a lo
largo de estos años
En una tercera etapa, que se inicia en 1995, empezamos a pensar en la necesidad de ir
fortaleciendo nuestros socios en terreno, transfiriéndoles progresivamente la ejecución de las
actividades en terreno, preparándonos todos a un cierre del Proyecto, que todos presentimos aunque
no sabemos cuando. Un hecho acelera este proceso: la exigencia de la GTZ de que a mediados de
1995 nuestros extensionistas fueran pagado por estas instituciones.
En este proceso de fortalecimiento, utilizamos varias «herramientas»:
a. en primer lugar la formulación en forma conjunta de un proyecto zonal, para el cual
gestionaríamos financiamiento ante alguna institución de la Nación (la gran mayoría fueron financiados
por la Secretaria de Desarrollo Social). La idea era que nuestro socio tuviera una experiencia de
“administración de proyectos» y los recursos para promover las acciones de desarrollo planeadas.
b. en segundo lugar, a través de «reuniones de estrategia» como las denominamos, donde
reflexionábamos juntos sobre la problemática campesina, analizando críticamente nuestras actividades,
identificando caminos a seguir. En algunos casos, pusimos en marcha «comités de gestión» entre
ambas instituciones (en el caso de la Puna y Quebrada, incluso con la participación de representantes
de las organizaciones campesinas) cuya tarea era justamente la gestión de estos proyectos zonales.
c. en tercer lugar a través de la formación de los técnicos de la institución zonal, organizando
giras de intercambio de experiencias a países vecinos, financiando su participación en cursos y
talleres, promoviendo cursos ad-hoc sobre temas de su interés.
d. finalmente, facilitando la venida de consultores (argentinos y de otros países
latinoamericanos) sobre temas específicos.
Detrás del árbol, la gente
60
B. El Consejo Asesor Interinstitucional y la Fundación.
Después de la frustrada experiencia del Proyecto FAO/Holanda con los estados provinciales,
teníamos claro que nuestra contraparte debía ser pluri-institucional. Durante el primer año, fuimos
interesando a varias instituciones en este esquema (por lo demás abstracto y teórico, nadie de
nosotros había tenido una experiencia similar) hasta que, en noviembre de 1992, se crea el Consejo
Asesor Interinstitucional, el CAI. En nuestro pensamiento, el CAI debía ser un órgano consultivo del
Proyecto en sus inicios, pero con la firme intención que se fuera apropiando del mismo.
El CAI debía además ser representativo de la diversidad de instituciones con las cuales
trabajaba y trabajaría el Proyecto. Por ello, al conformarse, sus miembros participarían «en nombre»
del tipo de instituciones a las cuales se suponía representaban. Salvo los dos representantes por
ambos gobiernos provinciales, Salta y Jujuy, los otros siete miembros representaban a su «gremio»:
. la Universidad de Salta, a las universidades
. Fundapaz, a las ONGs
. UPPASOR, a las organizaciones campesinas
. el Consejo de Educación de Salta, al sector educativo
. el Municipio de Seclantás, a los municipios
. el LIEY, a los centres de investigación
. las comunidades de Los Baldes y El Chañar, a las comunidades aborígenes.
La relación entre
Es importante crear
el CAI y el
espacios donde los
Proyecto era una
posibles
relación
desacuerdos o
asimétrica,
conflictos puedan
desigual
ser discutidos
El CAI se reunía mes a mes, durante unas cinco o seis horas en la sede del Proyecto. Las
reuniones siempre se iniciaban más tarde que la hora convenida, invariablemente con dos o más
ausentes. Las discusiones y el intercambio de información giraban en torno a los temas más diversos,
pero el CAI era muy poco operativo. Las actividades que se acordaban raramente se realizaban. Las
instancias de mayor participación y actividad del CAI se generaban en torno a la venida de funcionarios
de la central de la GTZ, misiones de evaluación, o ejercicios ZOPP.
La relación entre el CAI y el Proyecto era una relación asimétrica, desigual: el Proyecto tenía el
control de los recursos (humanos, materiales, financieros), pero los miembros del CAI no parecían
demasiado preocupados por esta situación o por lo menos no lo expresaban. Parecíamos una gran
familia.
Pero en realidad, estas relaciones desiguales nacían de las mismas reglas de juego de la
cooperación técnica. Si bien en teoría, los proyectos son el resultado de un acuerdo entre dos partes
«equivalentes», los instrumentos de evaluación y de planificación son generados por una de las partes
y a la postre las decisiones más fundamentales (por ejemplo la orientación del Proyecto, sus productos,
los recursos que deben ser aportados por ambos, la decisión de continuar o finalizar el Proyecto) están
en manos de una de las partes.
Una segunda etapa se inicia a partir de 1995. Presionados por la GTZ que exige una cierta
formalización de su existencia, el CAI decide que la forma jurídica más apropiada es la de una
Fundación. Luego de darse un estatuto, como lo exige la ley, en noviembre de 1995, con cuatro
miembros fundadores (API, UPPASOR, Municipio de Seclantás y el Foro de Municipios de Jujuy), la
Fundación para el Desarrollo Agroforestal en Comunidades Rurales del Noroeste Argentino recibe su
personería jurídica. Muy pronto se integrarían el LIEY y el INTA, luego la UNSa, la Fundación
Calchaquí –en reemplazo del Municipio de Seclantás- y finalmente ADE. Ocho miembros.
Detrás del árbol, la gente
61
Los gobiernos provinciales no forman parte de la Fundación. Ya en los primeros años del CAI
habían mostrado poco interés en esta forma de coordinación horizontal. Y en los años siguientes, a
pesar de la insistencia del Proyecto y del CAI y luego de la Fundación, nunca logramos que
participaran activamente. Las razones hay que buscarlas en su débiles estructuras, sin presupuesto ni
recursos humanos calificados, pero sobre todo en el poco o ningún interés político por los sectores
pobres con los cuales trabajamos y por el desarrollo rural.
Varias de las instituciones de la Fundación son hoy nuestros socios en terreno (API, LIEY, ADE,
UPPASOR). Con otras dos, hemos logrado también formas específicas de trabajo en común:
• con la Universidad Nacional de Salta (UNSa) la cual crecientemente va asignado docentes al
Proyecto, con una interesante repercusión en términos de ir vinculando docencia, investigación y
extensión. Hoy cinco docentes forman parte de nuestro equipo técnico. También se generan
pasantías de alumnos en zonas del proyecto mientras que algunos investigadores nos apoyan en
aspectos técnicos.
• con el INTA, a quien se le propone ser ejecutor del Proyecto SAPyA/Banco Mundial en la zona de
Aguaray.
C. Otras formas de generación de institucionalidad.
El Programa de Educación Forestal y el Programa Municipio y Medio Ambiente han sido objeto
de varias fichas de capitalización en este libro.
En cuanto a las Redes, salvo la Red Yungas, que desaparece en 1994, tanto la Red Agroforestal
Chaco (que nuclea a un grupo interesante de ONGs, Universidades y organismos públicos del gran
chaco argentino) y la Red Puna, más reciente pero más activa (que reúne a ONGs y organizaciones
campesinas por igual) han sido espacios muy ricos de intercambio y de crecimiento. En ambos casos,
nos ha ayudado mucho el compartir desde el inicio una visión común de la problemática, plasmado en
documentos elaborados colectivamente: «Chaco, ¿fin de la historia o desarrollo alternativo?» y «Puna,
olvido y promesa».
A modo de balance
A pesar de las dificultades, nuestra experiencia de interinstitucionalidad ha sido un permanente
aprendizaje, aunque muchas de las lecciones aún no hayan sido procesadas. La sostenibilidad del
Proyecto esta asegurada, especialmente en algunas de las instituciones de terreno con enormes
potencialidades y una relación estrecha con los campesinos y con las comunidades aborígenes. Pero
más aún, la continuidad del Proyecto esta garantizado por este increíble grupo humano que se ha ido
formando a lo largo de estos años en un sinnúmero de aspectos del desarrollo rural (experimentación
de propuestas técnicas, acompañamiento de la organización, formulación, gestión y ejecución de
proyectos, etc.).
Qué aprendimos
1. Un proyecto colectivo, interinstitucional, requiere que sus miembros comprometan parte de
sus recursos (humanos, materiales, económicos), aunque estos sean escasos. Y que lo comprometan
en tanto instituciones, no en tanto personas individualmente interesada.
Detrás del árbol, la gente
62
2. El haber buscado insistente y ansiosamente, en la primera etapa, establecer acuerdos de
trabajo con otras instituciones fue negativo. Genero desconfianza, malos entendidos, conflictos
innecesarios. Como en la relación amorosa, hay una etapa de conocimiento previo necesaria, donde
ambos se tantean, se ponen a prueba, van descubriendo los intereses, objetivos y necesidades del
otro, Es importante sobre todo compartir visiones similares de la problemática, y explicitar lo que cada
uno busca en el otro. Y eso solo el tiempo lo permite.
3. En otra etapa, ya establecida la relación e iniciado el trabajo conjunto, es importante crear
espacios donde los posibles desacuerdos o conflictos puedan ser discutidos. En nuestro caso, los
comités de gestión jugaron también ese papel. También descubrimos que, aunque a veces parezca
burocrático, los debates y los acuerdos logrados deben quedar por escrito. Muchas veces, solo cuando
esta en el papel, descubrimos que lo acordado tenía sentidos distintos para una u otra institución.
Permite también volver sobre lo acordado mucho tiempo después.
4. Como proyecto de cooperación técnica, hemos tenido muchas dificultades en que se
entendiera la verdadera naturaleza de nuestra función. En general, se pasaba por alto los objetivos que
el Proyecto tenía y se nos percibía como una entidad con importantes fondos a quien se podía acudir
cuando se tenía un proyecto vagamente «forestal» que debiera interesarnos. El manejar recursos
financieros de cierta cuantía (especialmente en los primeros años, cuando prácticamente no había
financiamiento para acciones de desarrollo rural) acrecentaba esa percepción. El manejo austero de
esos fondos fue desdibujando en parte este problema, pero no al punto de resolverlo.
5. La idea de un espacio donde un grupo de instituciones tan heterogéneas como las que
formaron el CAI y hoy forman la Fundación, se encuentran, debaten y acuerdan acciones conjuntas
siempre fue muy atractiva. Sin embargo, en ausencia de un proyecto político compartido (y debatido y
de una visión común sobre el desarrollo rural, y en un contexto de precariedad financiera de sus
instituciones, estas construcciones interinstitucionales corren el peligro de ser visualizadas como
instancias «a partir de la cual logro ciertos beneficios» y no tanto como un espacio común a construir.
En ausencia de un proyecto político compartido (y debatido) y de
una visión común sobre el desarrollo rural estas construcciones
interinstitucionales corren el peligro de ser visualizadas como
instancias «a partir de la cual logro ciertos beneficios» y no tanto
como un espacio común a construir
6. En esta construcción interinstitucional, pusimos la carreta antes que los bueyes. En los
primeros años, hubiera sido preferible concentrar nuestros esfuerzos en las instituciones de terreno,
para solo después, con estas, haber imaginado este espacio interinstitucional. La ausencia de
intereses compartidos y de un trabajo conjunto a terreno con muchas de las instituciones que formaban
el CAI, llevó a que éstas lo sintieran como un mecanismo con poco sentido (que lo era), desvirtuaran
su papel o finalmente desertaran. Por el contrario hoy en la Fundación, sus protagonistas son aquellas
instituciones que comparten estrechamente un trabajo con el Proyecto.
Estas mismas reflexiones fueron hechas al analizar nuestro trabajo con una organización
campesina, UPPASOR. En lugar de haber entablado una relación con la dirigencia central, distanciada
de sus filiales, la estrategia debiera haber sido promover y fortalecer las varias filiales, y luego, en
forma natural, se hubiera planteado la necesidad de trabajar con la central.
7. Tengo la sensación de que el hecho que algunas de las decisiones más fundamentales del
CAI/Fundación hayan sido tomados a raíz de «requerimientos» de la GTZ y no como fruto de la
madurez institucional, tiene/tendrá algún efecto sobre su dinámica interna y sobre su futuro. Pero no se
bien aún en que sentido.
Detrás del árbol, la gente
63
Aportes financieros a las instituciones contraparte del proyecto
Fecha
1994.02
Institución
Proyecto Agroforestal Dirección de
Recursos Naturales Foro de
Municipios
Comunidades de Cachi
Proyecto Agroforestal Dirección de
Recursos Naturales Foro de
Intendentes
Proyecto Agroforestal Dirección de
Recursos Naturales Foro de
Intendentes
Proyecto Agroforestal Dirección de
Recursos Naturales Municipios
UPPASOR
Monto
180.000
1995.08
Escuela Agrotécnica “Justo Pastor
Santa Cruz” (Morillo)
10.000
1996.03
Laboratorio de Investigaciones
Ecológicas de las Yungas (LIEY)
Escuela Agrotécnica “Justo Pastor
Santa Cruz” (Morillo)
50.000
Desarrollo agroforestal en Los Toldos
80.000
1996.09
Fundación para el Desarrollo
Agroforestal
180.000
1996.09
Asociación para la Promoción Integral
(API)
Asociación Lhaka Honhat
104.000
Laboratorio de Investigaciones
Ecológicas de las Yungas (LIEY)
Fundación para el Desarrollo
Agroforestal
Asociación para la Promoción Integral
75.000
Municipios de Tumbaya y Humahuaca
API Cooperativa Punha Asoc. de
Pequeños Productores de Abra
Pampa MyMA-Fundación
Asociación de Pequeños Agricultores
de Abra Pampa
Asociación para el Desarrollo
80.000
Promoción de actividades productivas
y manejo y aprovechamiento del
bosque nativo en comunidades criollas
y aborígenes
Programa Municipio y Medio Ambiente
(IIIa etapa) en las provincias de Salta y
Jujuy
Desarrollo rural y agroforestal en
comunidades de Quebrada y Puna
Manejo y aprovechamiento del bosque
nativo en comunidades wichi
(Pilcomayo)
Desarrollo agroforestal en Los Toldos
(2a etapa)
Programa de Promotores Comunitarios (32)
Desarrollo Rural y Agroforestal en
Comunidades de Quebrada y Puna (2ª
etapa)
Programa de Desarrollo de Comunidades Aborígenes (PRODECA)
Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria (INTA) (en acuerdo con
la Fundación)
700.000
1994.09
1995.02
1995.03
1995.06
1995.08
1996.04
1996.10
1997.06
1997.06
1997.09
1997.09
1997.09
1997.11
1997.11
25.000
80.000
52.800
136.200
80.000
80.000
44.800
78.000
Proyecto
Programa Municipio y Medio Ambiente
(la etapa) en los provincias de Salta y
Jujuy
Establecimiento de montes frutales
Programa Municipio y Medio Ambiente
(IIa etapa) en las provincias de Salta y
Jujuy
Programa de Promoción de Empleo en
el marco del MyMA
Entidad Financiera
Secretaria de Agricultura,
Ganadería y Pesca de la
Nación
Programa Social Agropecuario
Secretaria de Desarrollo
Social
Programa de Promoción de Empleo en
el marco del MyMA
Fortalecimiento de la Organización a
través de actividades productivas y
prácticas agroforestales
Mejoramiento de la infraestructura
productiva de la escuela
Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social de la Nación
Secretaria de Desarrollo
Social
7.000
Desarrollo productivo y capacitación
70.000
Desarrollo Agroforestal con comunidades guaraníes en Aguaray
Programa Conservación de los RR NN
con Pequeños Prod. a través de la
promoción de sistemas agroforestales
(Aguaray)
Detrás del árbol, la gente
64
Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social de la Nación
Plan Social de la Educación
(Ministerio de Educación de la
Nación)
Secretaria de Desarrollo
Social
Secretaria de Desarrollo
Social
Secretaria de Desarrollo
Social
Secretaria de Desarrollo
Social
Instituto Nacional de Asuntos
Indígenas
Secretaria de Desarrollo
Social de la Nación
Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social de la Nación
Secretaria de Desarrollo
Social de la Nación
Instituto Nacional de Asuntos
Indígenas (INA1)
Programa de Iniciativas
Comunitarias (SDS)
Instituto Nacional de Asuntos
Indígenas (INAI)
Programa Banco Mundial,
Secretaria de Agricultura,
Ganadería, Pesca y Alimentación de la Nación
Capítulo 3
Detrás del árbol:
necesidades vitales, políticas, propuestas...
Detrás del árbol, la gente
65
22. Racionalidad y urgencias:
desventuras de una iguana
Agustín Arenas – Raquel Rut Saravia
Recuerdo que era un día de noviembre, esos en los que el calor no te deja respirar, estábamos
en la comunidad de los Baldes sentados debajo de un mistol, esperando que nos busquen para ir a
algarrobear.
Mientras esperábamos, charlábamos sobre todo un poco. Por la época del año comenzamos a
hablar sobre la iguana colorada... «que cada vez hay menos,», «antes en un día con un buen perro
podías volver con cuatro o cinco, ahora podés volver sin nada.», «Recursos la prohibió así que no tiene
precio; ahora no vale la pena vender el cuero.»
Comencé a preguntar por qué creían que Recursos la había prohibido.
- Dicen que ya no hay mucho y que si seguimos cazando van a desaparecer.
- ¿Porqué creen ellos que hay cada vez menos?
- Porque en la época en que tenía buen precio se cazó mucho, todo el mundo cazaba; también
se cazaban animales chicos hasta que le pusieron medida al cuero.»
- A veces se cazan hembras con huevos y se mata a la madre y a los hijos.
Entonces seguí preguntándoles qué se podría hacer para que vuelva la iguana.
-Cuidar de no cazar hembras, respetar las medidas, hacer lugares donde no se cacen y se
lleven hembras con huevos...
Ese lugar tenía que ser de tal y cual modo porque la iguana come esto y aquello, etc., etc.
Realmente impresionaba lo que conocían de la iguana y como tenían una serie de criterios para
«manejar las poblaciones».
Llegó la camioneta y partimos para Los Tobas. En el camino vimos una iguana, paramos y la
cazaron; era una hembra chica, la cueriaron, repartieron la carne y seguimos camino...
Qué aprendimos
Pudimos ver con nuestros propios ojos que todo el conocimiento que tienen y sus ideas y
voluntades sobre un tema están supeditadas al sobrevivir día a día.
Poco puede «concientizarse» a quienes ya saben; más bien tendríamos que hablar de
«revalorizar sus conocimientos» y ayudar a que existan condiciones para que sean puestas en
práctica.
Pudimos ver con nuestros propios ojos
que todo el conocimiento que tienen y sus
ideas y voluntades sobre un tema están
supeditadas al sobrevivir día a día.
Detrás del árbol, la gente
66
23. Los Baldes:
por una casa de ladrillos abandonaron su monte...
Raquel Rut Saravia
Desde 1994, la comunidad de Los Baldes tiene una autorización para realizar aprovechamiento
del Monte Nativo. No es mucho en cuanto a superficie, sólo 49 hectáreas, pero significa para todos un
gran desafío: de trabajar como peones en obrajes para terceros, tenemos la oportunidad de hacer un
manejo racional y que la comunidad sea la propia administradora de sus recursos naturales.
A esta autorización se llegó luego de que ellos solicitaran al Proyecto que les ayude a conseguir
guías para extracciones forestales:
«Es la actividad que nos da de comer en el invierno».
La época de invierno y seca es la más dura en el Chaco salteño. El monte no da comida, ya sea
por su propia dinámica o por el estado de degradación en el que se encuentra. Esta es la época en que
los wichi se trasladan a los ríos a pescar o salen a trabajar en las zonas agrícolas.
Para esta época políticos e instituciones de apoyo prefieren otorgar anualmente subsidies para
que la gente sobreviva. De esta forma un ciclo de «mendicidad» se ha institucionalizado. De alguna
forma se trata de dependencia.
En cuanto a las guías, son también historia conocida: en varias oportunidades los wichi habían
conseguido algunas, a través de gestiones políticas; pero luego éstas eran vendidas a obrajeros para
atender necesidades inmediatas... y al final los wichi habían terminado trabajando para ellos bajo su
histórica explotación.
Nuestra propuesta era distinta. El desafío, desde lo técnico y organizativo, era encontrar
alternativas para permanecer en sus tierras... Ellos ya tenían la preadjudicación de las tierras; la
Dirección de Recursos Naturales los consideraba como propietarios; el permiso de aprovechamiento se
conseguiría dentro de su propiedad y luego de «ver» cuánto se podía sacar y de «qué cosas», para
asegurar que sus hijos y nietos puedan seguir viviendo de ese monte.
La propuesta tampoco era muy complicada: un aprovechamiento forestal que les permita salir a
mercados no locales con productos de calidad y marca diferenciada (leña picada, carbón), y al
mercado local con postes y rollos; el aprovechamiento de productos forestales no madereros, como la
goma brea; llegar con trojas de distintos productos de los cercos y de frutos silvestres. En resumen
ingreso de dinero y reservas de alimentos...
El proceso fue muy interesante para todos, desde definir el lugar hasta hacer los inventarios,
fijando los criterios para el aprovechamiento, acordando los criterios para la organización...
Después de alejarme del Proyecto a fines de 1994, regresé a trabajar en 1996. Mi primera labor
en la zona de Morillo era acompañar la ejecución del aprovechamiento de Monte Nativo que se había
conseguido.
Grande fue mi sorpresa cuando vi que algo «tan sentido» por la comunidad estaba totalmente
paralizado; además lo de la goma de brea había sido dejado en suspenso... ¿Las razones? La gente se
encontraba trabajando en un plan de mejoramiento de viviendas por el cual recibían mercadería;
pensaban terminar antes de que comenzara la época de lluvias...
En octubre de este año 1997 (12 meses después de lo previsto) se terminaron e inauguraron las
viviendas. Las que, no está demás decir, son un símbolo de desarrollo para la zona: ladrillos y techo de
chapas
Esta posibilidad de realizar actividades de
aprovechamiento forestal en la época de invierno y
sequía, ¿habrá correspondido realmente a una
«necesidad sentida»o sólo habrá sido para atender
el discurso que nosotros teníamos?
Detrás del árbol, la gente
67
Qué aprendimos
- En esta oportunidad como en otras, he visto a la gente optar por actividades puntuales que
significan abandonar sus estrategias productivas a favor de obras que luego sólo perduran como
«símbolos» de desarrollo y no necesariamente tienen la funcionalidad que ellos requieren y piden.
- ¿Será por una necesidad de siempre conseguir algo del otro que viene de afuera?
- ¿Será que asumen que siempre ha de venir alguien más para continuar apoyándolos?
- ¿Será que el relacionamiento de las comunidades siempre se da en términos presentes, como
si no hubiera historia?
- Al terminar el Proyecto, ¿alguien retomará esa autorización de aprovechamiento y el plan de
manejo de las 45 hectáreas?
- Esta posibilidad de realizar actividades de aprovechamiento forestal en la época de invierno y
sequía, ¿habrá correspondido realmente a una «necesidad sentida» o sólo habrá sido para atender el
discurso que nosotros teníamos?
- Sólo sé que fue la única actividad en la cual la comunidad no pidió «subsidio» para ninguna de
las tareas hasta llegar a realizar el pedido de autorización.
- En cuanto a las políticas nacionales que sólo se interesan en bajar los «índices de
Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) » y a las instituciones ejecutoras que sólo se preocupan por
cumplir con los organismos de financiamiento, ¿no podrían pensar en todo lo que desarticulan dentro
de las comunidades supuestamente beneficiarias con su estilo de intervención?
En cuanto a las políticas nacionales que sólo se
interesan en bajar los índices NBI ¿no podrían
pensar en todo lo que desarticulan dentro de las
comunidades supuestamente beneficiarias con su
estilo de intervención?
Detrás del árbol, la gente
68
24. UPPASOR:
"Ustedes quieren que siempre seamos pobres"
Sandro Sassatelli
1995: Estábamos discutiendo con dirigentes de la Unión de Pequeños Productores de San
Martín, Orán y Rivadavia (UPPASOR) sobre el proyecto que ellos pensaban presentar: dos millones de
pesos para desmontar 30.000 hectáreas y realizar monocultivo de algodón y soja. Cuando les dije que
eso no era adecuado para una organización de pequeños productores, fue muy duro para mi escuchar
el presidente, muy enojado, lanzarme: "ustedes quieren que siempre seamos pobres, porque viven de
la pobreza". Semejante golpe bajo, después de tres años de apoyar a la organización y compartir
tantas cosas, se merece un análisis buscando entender qué pasó.
En el año 1993 comenzamos a trabajar con esta organización campesina, que venía de
experimentar un largo proceso de lucha por los derechos sobre la tierra, estaba por elegir nuevas
autoridades y pensaban comenzar una etapa tomando como eje de trabajo mejorar las condiciones de
producción de sus filiales.
La llegada del Proyecto Agroforestal fue justo lo que se necesitaba, apoyo técnico y financiero
para mejorar los sistemas productivos. Una estrategia clara de extensión con diagnósticos
participativos, capacitación en la acción, intercambio de experiencia con otros campesinos,
evaluaciones colectivas y respeto a las pautas culturales.
En el terreno las cosas funcionaban bastante bien, los sistemas agroforestales no
entusiasmaban demasiado a los productores, pero discutíamos sobre conservación de suelo, mejorar
la producción de frutales (que era una demanda concreta de la organización). Rápidamente
comenzamos la instalación de viveros comunitarios tanto para producir frutales como forestales para
prácticas como cortinas rompeviento, macizos y defensas de ríos y quebradas.
Desde nuestra visión del Desarrollo, un aspecto clave del mismo es que las organizaciones
campesinas «deben tener poder de negociación...», la clave para ello es una dirigencia campesina
fuerte, bien preparada y autogestionaria.
Aprovechando que la dirigencia de UPPASOR estaba recién elegida, era un buen momento para
hacer un apoyo en el relacionamiento con organismos nacionales e internacionales de financiamiento,
a la vez que los capacitábamos en organización, gestión, formulación de proyectos, administración, etc.
En el año 1995 la UPPASOR consiguió con acompañamiento del Proyecto un subsidio de la
Secretaría de Desarrollo Social de la Nación de $ 80.000 para instalar experiencias productivas en las
filiales. La organización decidió en asamblea convertir el subsidio en un fondo rotatorio interno. El
monto se le entregaba a los grupos de productores previa presentación de un proyecto, éste era
evaluado y aprobado por un comité mixto entre el proyecto y la organización. Mediante un acta el grupo
se comprometía a devolver los fondos cuando su proyecto comenzara a generar ingresos.
Desde el Proyecto nos pareció la oportunidad de trabajar no sólo la experimentación de sistemas
agroforestales, también el tema de gestión desde la práctica concreta. Por supuesto surgieron muchos
inconvenientes con algunos grupos en el manejo de los fondos y en el cumplimiento de los
Detrás del árbol, la gente
69
cronogramas de actividades, lo cual complicaba la tarea de los dirigentes a la hora de hacer las
rendiciones al estado. Entonces el presidente de la organización volcó su malestar hacia los grupos de
productores y hacia el Proyecto al que culpaba de un mal asesoramiento.
Sus conclusiones de la experiencia fueron: por tan poca plata no valía la pena tanto esfuerzo
organizativo; los campesinos no saben manejar préstamos por lo cual hubiera sido mejor entregar los
materiales y no el dinero a los grupos; esa comisión no estaba para esas cosas; era hora de dar el gran
salto y producir como los grandes productores de la zona. "Ya es hora de dejar de ser pequeños."
Hoy seguimos trabajando con los grupos campesinos de UPPASOR" aunque estamos
distanciados de algunos dirigentes.
Qué aprendimos
Trabajamos rápido y eficientemente, pero no supimos ver los procesos que se desarrollaban en
la cúpula de dirigentes campesinos.
Superamos la ingenuidad de pensar que en tres años se puede concretar un proceso de
desarrollo rural campesino.
Algunos dirigentes del UPPASOR no se sienten pequeños productores, sino que aspiran a pasar
a ser medianos o grandes productores; esto está provocando cada vez un mayor alejamiento de sus
bases.
Los extensionistas y los dirigentes pasan, los campesinos son los que quedan. Con ellos hay
que seguir trabajando, aprendiendo y construyendo juntos.
En su momento esta dirigencia nos fue funcional al objetivo del proyecto de mostrar una
organización campesina sentada en la mesa de discusión.
Es la clase de experiencias que aún se necesita madurar para entender cada vez mejor y evitar
juzgar.
No supimos ver los procesos
que se desarrollaban en la
cúpula de dirigentes
campesinos.
Detrás del árbol, la gente
Los extensionistas y los
dirigentes pasan, los
campesinos son los que
quedan. Con ellos hay que
seguir trabajando, aprendiendo
y construyendo juntos.
70
25. ¿Qué quisieran las mujeres de la Puna?
Liliana Martínez
Algunas de las preguntas de guía que usamos para hacer entrevistas a algunas mujeres en la
Puna, dispararon muchas reflexiones sobre nuestro trabajo, y más que eso creo que me
desestructuraron.
¿Cómo se imagina su vida dentro de diez años?
Las respuestas eran: «Viviendo en el pueblo», o llevadas por sus hijos o parientes a la ciudad, o
como dijo una señora «pudiendo comprar la carne en el mercado».
¿Qué es lo que más desea en la vida para su hija mujer?
La mayoría querría no tener hijos, y algunas hasta incluso no tener marido.
Hicimos entrevistas porque, si bien con el tiempo el trabajo con las comunidades de la puna
había cambiado y se aproximaba mejor a las necesidades planteadas por la gente, estábamos lejos
aún de hacerlo en forma integral. Posiblemente por muchas cosas, entre ellas el desconocimiento, las
urgencias, el poco tiempo para reflexionar, etc.
Había una necesidad de comenzar a indagar más sobre la realidad, en otros espacios, en otros
tiempos, que no fueran las clásicas reuniones y talleres de la comunidad.
Para eso elaboramos una guía para entrevistar en un principio a las mujeres: ellas están
involucradas en todas las propuestas (directa o indirectamente); sin embargo poco conocemos de sus
sentires, pensares, saberes, necesidades.
Con Daniela hicimos estas entrevistas a mujeres de distintas edades, en diferentes situaciones,
de tres comunidades.
Nuestra idea era empezar a contar con más elementos para el análisis, para mejorar el trabajo, e
incluso iniciarlo en otras áreas. Lo que ocurrió fue mucho más que eso. Se me abrió todo un mundo
con el que me vinculaba pero que desconocía. Y, seguramente, nuestros preconceptos y nuestras
categorías tan distintas hicieron que se nos sigan escapando muchas cosas.
Qué aprendimos
No creo que se pueda hacer una generalización a partir de estas respuestas de las mujeres;
más bien habría que tomarlas como un llamado de atención, para que nos abran nuevas puertas y
sigamos profundizando y replanteándonos algunas cosas.
¿Qué espacios generamos en el trabajo con la gente para que realmente se expresen todos los
intereses en juego? ¿Dónde y cuándo se concertan las distintas visiones de desarrollo, de la vida, y el
hacia dónde vamos?
¿En qué parte de los proyectos están estos deseos de las mujeres? ¿En qué queda la
sustentabilidad de nuestras propuestas frente a tales deseos?
¿Cómo diferenciar entre las necesidades sentidas y las que surgen como mera imagen de las
soluciones que nosotros podemos dar o las que nacen del discurso dominante en la sociedad?
¿Cómo diferenciar entre las
necesidades sentidas y las
que surgen como mera
imagen de las soluciones
que nosotros podemos dar o
las que nacen del discurso
dominante en la sociedad?
¿Qué espacios generamos
en el trabajo con la gente
para que realmente se
expresen todos los
intereses en juego?
Detrás del árbol, la gente
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26. Revista
Desarrollo Agroforestal y Comunidad Campesina
Chris van Dam
Al iniciarse el Proyecto sentíamos que habían muchas experiencias interesantes en el país,
experiencias vinculadas a procesos sociales, al trabajo con pequeños productores y comunidades
aborígenes, experiencias agroforestales, etc. que no se conocían, y que había mucha gente que tenía
algo para decir con respecto a la problemática ambiental y social. Y que no tenía donde escribir, donde
difundir y debatir sus ideas.
Así nace la revista, primero concebida como un modesto boletín. Al principio nos costó mucho
que la gente vinculada a estos temas se pusiera a escribir, y a escribir en forma amena, no académica,
dirigiéndose a un público amplio de técnicos, políticos, extensionistas, docentes, dirigentes de
organizaciones de base. Tal vez porque estaban acostumbrados a papers, a artículos científicos, a
informes de investigación y nosotros queríamos algo más fluido, generar opinión, intercambio de ideas,
debates, etc. En las primeras épocas (1993 y 1994) en las que teníamos poco "material" para el
siguiente número, salíamos a "perseguir" autores. Hoy, la situación es completamente distinta, tenemos
corresponsales en el interior y en varios países de America Latina (no todos muy activos), nos sobra
material, lo que nos ha permitido ser mucho más exigentes.
Como tal la revista tiene un pequeño presupuesto y no tenemos publicidad, lo que nos permite
manejarnos con gran libertad y criticidad cuando es necesario. El comité editorial esta formado por los
mismos profesionales que trabajan en el Proyecto.
La revista tiene varias secciones: el editorial -que empezó escribiéndose en tapa y contratapa
para ahorrar espacio y quedó como sello propio- luego cinco o seis artículos, siempre cortos, pensando
en personas que no tienen demasiado tiempo para leer, o les llega mucho material.
Tenemos muchas referencias del uso de la revista como material didáctico en cátedras de
sociología, extensión, silvicultura, antropología, ya que la revista abarca un amplio abanico de temas.
Ello nos ha valido algunas críticas, de quienes quisieran que fuéramos más específicos (solo temas
forestales, o solo temas de desarrollo) y nosotros nos resistimos porque creemos que esta temática, es
esencialmente multidisciplinaria, aunque nuestro enfoque central sean los recursos naturales, los
pequeños productores y lo agroforestal.
Otra característica saliente de la revista ha sido su diseño grafico y las ilustraciones y viñetas
que acompañan los textos. Para ello hemos contado con dos notables plásticos salteños, Gustavo
Flores y Omar Domínguez
Hoy, a fines de 1997, estamos en la edición 32 (se editan 6numeros al año). Hasta el numero 29,
cuando la revista se distribuía gratuitamente, tenía una tirada de 2000 ejemplares, de los cuales
600son impresos con un gramaje menor para ser enviados al exterior. De los 2000, 900 se distribuían
en Argentina, y 600 al exterior, básicamente en América Latina.
Desde inicios de 1997, y con el propósito de garantizar la continuidad de la revista, hemos
querido asegurar su autofinanciamiento a través de suscripciones. Después de 6 meses los resultados
aún son magros. Contamos con solo 350 suscripciones pagas y una multitud de pedidos para seguir
recibiéndola gratuitamente.
Aunque al escribir estas páginas el futuro de la revista es incierto, pensamos que esta aventura
editorial valió la pena. Ojalá pueda continuar o alguien la retome en un futuro cercano.
Detrás del árbol, la gente
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27. Haciendo lobby para concertar políticas:
desde Salta también se puede…
Chris van Dam
En 1992, desde Buenos Aires la Dirección Nacional Forestal lanzó un ambicioso Régimen de
Desarrollo Forestal para todo el país que por primera vez incluía un programa específico de fomento a
la reforestación dirigido a pequeños productores, a campesinos. Y no era poca cosa, US$ 5 millones al
año... ¡No lo podíamos creer! El Proyecto recién se iniciaba y teníamos muchas otras actividades
previstas, pero no podíamos dejar pasar esta oportunidad. De alguna forma teníamos que acompañar e
intervenir en esa iniciativa y lograr que las comunidades con las cuales empezábamos a trabajar
pudieran beneficiarse de este Régimen.
Una lectura más atenta de las normas y formularios venidos de la capital nos fueron alertando
sobre varias trabas y dificultades: el subsidio se pagaba recién a los 18 meses de establecida la
plantación, las pérdidas no podían exceder un 7%, se requería que los campesinos tuvieran títulos de
propiedad, la documentación a presentar era tal que sólo podían hacerlo con un apoyo profesional
especializado.
Decididos a poner a prueba el régimen para pequeños productores, junto con comunidades de
las diferentes zonas, en 1993 presentamos ocho planes. Seríamos los únicos en hacerlo en las
provincias de Jujuy, Salta y Tucumán. Algunos de los planes fueron rechazados por problemas en los
títulos de propiedad. Los demás nunca fueron pagados: las pérdidas excederían el 7%.
Sin embargo, la experiencia fue positiva para nosotros en varios otros sentidos:
a. Al enterarnos del nuevo Régimen -y de un programa asociado de Desarrollo Forestal Regional
orientado a financiar pequeños proyectos de extensión, desarrollo e investigación con un fondo de US$
2 millones- le propusimos a la Dirección Forestal desarrollar tres talleres en Formulación de Proyectos
de Silvicultura Social y Desarrollo Agroforestal, para funcionarios y técnicos de las 23 provincias del
país. La propuesta fue aceptada, los talleres se hicieron y más de la mitad de los proyectos aprobados
por el fondo fueron elaborados por participantes de esos talleres.
b. En 1994, con la idea de contribuir a mejorar el régimen, organizamos un taller sobre Políticas
de Promoción Forestal para Pequeños Productores con especialistas de todo el país. Fruto de ese
taller publicamos un documento que circuló a nivel nacional. En 1995, convocamos nuevamente a otro
grupo de especialistas, así como a un grupo de expertos de Chile y Paraguay, países donde existían
importantes iniciativas en este campo. Esta vez la tarea fue elaborar una propuesta de Ley de
Promoción Forestal para Pequeños Productores y Comunidades Aborígenes, propuesta que luego
sería retomada por un grupo de diputados nacionales y presentada en el Congreso de la Nación.
c. El hecho de que las comunidades recién podían acceder al financiamiento 18 meses después
de establecidas sus plantaciones nos llevó a crear un instrumento de pre-financiación, que
denominamos Fondo de Promoción Agroforestal (FPA). La idea era también poner a prueba una
herramienta alternativa de política de promoción forestal para sectores campesinos. Año tras año
fuimos perfeccionando este instrumento, hasta transformarlo en la base de nuestra relación contractual
con las comunidades para la experimentación y validación de prácticas agroforestales y silvopastoriles
innovadoras.
Un proyecto o experiencia regional,
localizada en una zona marginal y
periférica, puede sin embargo tener
cierto impacto en las políticas
nacionales
Detrás del árbol, la gente
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Han pasado dos años y nuestro proyecto de Ley sigue en el Congreso, sin ser tratado. Por el
contrario, otra ley forestal ha sido aprobada este año, dirigida a crear las condiciones de estabilidad
para los grandes inversores en el sector. En cuanto a programas, la Secretaria de Agricultura,
Ganadería, Alimentación y Pesca de la Nación (SAGPyA) inició un Programa de Desarrollo Forestal,
con un componente de asistencia técnica para Pequeños Productores (por cerca de US$ 7 millones) en
cinco zonas del país -dos de ellas en la provincia de Salta- y lanzó un nuevo Régimen de Desarrollo
Regional Forestal por tres años (US$ 1 millón anual) que financia proyectos de extensión, desarrollo e
investigación de organismos públicos y privados (ONGs) hasta US$ 70.000 por proyecto y por año.
Qué aprendimos
1. Este proceso nos demostró que un proyecto o experiencia regional, localizada en una zona
marginal y periférica, puede sin embargo tener cierto impacto en las políticas nacionales. Requiere
generar una corriente de opinión (en nuestro caso, facilitada por nuestra Revista «Desarrollo
Agroforestal y Comunidad Campesina», una acción de lobby con los decisores, y vincularse a otros
actores e instituciones en el país con preocupaciones similares. Pero exige también tener una
experiencia de terreno, propia y concreta, que permita reflexionar sobre los instrumentos de política y
«dar contenido» al trabajo de lobby.
2. Para que tengan verdadero impacto, las políticas dirigidas a sectores pobres rurales requieren
un largo proceso de ida y vuelta, de ensayo y error, y de diálogo con los protagonistas. Los proyectos y
las ONGs pueden tener un papel importante en este proceso de validación de políticas, facilitando la
comunicación y la negociación entre el Estado y los campesinos.
3. En ese sentido hemos aprendido que, como entidades intermedias (ONGs, proyectos,
instituciones de apoyo, de promoción o como las queramos llamar, no debemos limitarnos a ser
«ejecutores» o «instrumentadores» de las políticas y los programas del Estado, sino que hemos de
promover el encuentro entre el Estado y el campesinado (o las comunidades indígenas ya que el
Estado en general no tiene espacios ni ámbitos de diálogo con estos sectores, menos aún de trabajo
en conjunto.
4. En el caso de comunidades campesinas e indígenas, las políticas forestales seguirán sin
tener impacto alguno si sólo se conciben a sí mismas como una política de incentivos. Las políticas
también deben prever:
• acciones de acompañamiento (extensión, asistencia técnica) a las comunidades;
• contar con un mínimo de propuestas técnicas probadas y confiables, así como prever
financiamiento para la innovación y la experimentación con participación de los propios
campesinos;
• la formación y capacitación de técnicos y extensionistas;
• mecanismos sencillos y ágiles de tramitación de proyectos (con formularios simplificados), de
envío de fondos y rendición, de monitoreo y evaluación.
Para que tengan
verdadero impacto, las
políticas dirigidas a
sectores pobres rurales
requieren un largo
proceso de ida y
vuelta, de ensayo y
error, y de diálogo con
los protagonistas
Los proyectos y las
ONGs pueden tener un
papel importante en
este proceso de
validación de políticas,
facilitándola
comunicación y la
negociación entre el
Estado y los
campesinos
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28. Talleres de silvicultura social:
¡Se puede trabajar con el Estado!
Alfredo Pais
A mediados del año 1992, la Secretaría de Agricultura de la Nación anunciaba el lanzamiento del
régimen de promoción forestal. Como en otras épocas se trataba de un subsidio dirigido a productores
empresariales; sin embargo este año, por primera vez, se destinaba una parte de los fondos para un
Programa de Desarrollo con pequeños productores. Este programa tenía como objetivo principal crear
una base en el sistema productivo de los pequeños productores para incentivar la forestación en el
sector.
Cuando en el Proyecto nos enteramos de esta buena nueva, advertimos inmediatamente que la
gran dificultad para el éxito de este programa radicaba en que los técnicos de las oficinas forestales de
las Provincias tenían poco conocimiento de las particularidades productivas de los campesinos.
Muchos entendían como pequeño productor aquel que hiciera una o dos hectáreas de forestación, y en
este rango podía quedar incluido un profesional o un empresario
Nos decidimos a hacerle una propuesta a los funcionarios de agricultura de la nación: realizar
varios talleres por región con los técnicos de organismos oficiales y no gubernamentales. En los
mismos propusimos reflexionar conjuntamente sobre la lógica productiva de los pequeños productores
y el sentido del árbol en sus sistemas productivos. Al final del taller, por grupos, propusimos elaborar
pequeños proyectos de desarrollo con metodologías participativas.
Firmamos el convenio con la Nación y realizamos tres talleres: uno en Alem, provincia de
Misiones, para la gente del noreste; otro en San Martín de Los Andes para la gente del sur; y otro en
Cachi, provincia de Salta, para los técnicos del noroeste.
En cada encuentro confirmamos que los técnicos de los organismos oficiales tenían muy poca
idea de los productores chicos de su región, pretendían que forestaran con la misma finalidad industrial
que el empresario. Aquí fue importante el aporte de los técnicos de organizaciones no
gubernamentales, más acostumbrados a convivir con los campesinos: ellos les contaban los variados
usos que hacían del árbol, para la vivienda, como forraje del ganado, como cercos vivos, como frutales,
como fuente de madera, leña... En fin demostraban que en ese mundo el árbol no era sólo madera.
En cada uno de los talleres se fue produciendo un proceso de interés creciente para trabajar con
un sector hasta entonces desconocido. Cada quien volvió a sus pagos con un bagaje importante de
ideas motivadoras y con muchas preguntas para resolver con sus compañeros en su zona de trabajo.
Muchos entendían como pequeño productor aquel que
hiciera una o dos hectáreas de forestación, y en este rango
podía quedar incluido un profesional o un empresario
Para nosotros, no fue fácil trabajar cinco días en cada lugar con algunas personas que no
estaban acostumbradas a trabajar con metodologías participativas. Sutilmente teníamos que obviar las
jerarquías para proponer un trabajo más horizontal. Era difícil para algunos reconocer que también se
podía aprender, y mucho, del compañero que estaba participando al lado; muchos esperaban que el
profesor, osea nosotros, fuéramos los que manejáramos las conferencias.
En cada uno de los lugares fue importante la visita que hicimos a proyectos concretos con
pequeños productores. En Alem visitamos a campesinos que forestaban aprovechando el subsidio de
la nación pero también trabajaban otros elementos del sistema con el apoyo del gobierno provincial y
del INTA. En San Martín de los Andes conocimos un proyecto con grupos aborígenes mapuches, que
Detrás del árbol, la gente
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también forestaban con pinos en un área de reserva, con el apoyo del estado provincial y del INTA. Por
ultimo en Cachi visitamos a miembros de la Asociación de Pequeños Productores, que estaban
comenzando tareas de forestación con fines de uso múltiple, con el apoyo de nuestro Proyecto.
Fue muy rico el debate y la reflexión después de cada visita. En ese momento todos los
participantes empezábamos a hablar el mismo idioma; el viaje a campo había servido para soltar
algunas ataduras y también para fortalecer el ambiente de amistad.
Si bien el esfuerzo fue grande para nosotros, mayor aún fue la alegría cuando nos enteramos
que gran parte de los proyectos aprobados por el Programa de Desarrollo Forestal habían sido
elaborados por los técnicos participantes. Era una forma de ampliar nuestras propuestas de trabajos
con los pequeños productores tomando como eje al árbol.
Qué aprendimos
Los profesionales universitarios que ocupan puestos en los organismos del estado dedicados a
la forestación y conservación de los recursos naturales en la mayoría de los casos desconocen la
existencia y más aún el funcionamiento de los sistemas productivos de los pequeños productores,
campesinos y comunidades indígenas. Esta es una de las principales causas por las que los beneficios
que pretenden dirigir los gobiernos hacia el sector nunca llegan ose deforman en su aplicación.
Los motivos de este desconocimiento y desinterés son básicamente dos: por un lado la
Universidad no incluye dentro de sus curricula el estudio de los sectores de subsistencia; por otra parte
las oficinas de gobierno dirigen la. mayor parte de sus esfuerzos al segmento de mediano y grandes
productores.
Así para acceder a los subsidies forestales dirigidos a pequeños productores los funcionarios
elaboran complicados formularios donde se exige un cúmulo de documentación que es imposible que
el pequeño productor la pueda cumplimentar.
Muchos de estos técnicos y profesionales se involucran con gran entusiasmo en el trabajo con
pequeños productores una vez que tienen la oportunidad de conocer y compartir con otros que ya
tienen la experiencia.
En estos talleres aprendimos la importancia de la visita guiada a experiencias concretas de
terreno. Esta fue muy provechosa y oportuna. Los dos primeros días los participantes habían revisado
los conceptos teóricos sobre la lógica productiva del pequeño productor y la función del árbol en sus
sistemas, las visitas sirvieron para reconocer en el terreno muchos de estos aspectos. Luego fue
posible continuar dos días más con entusiasmo y en un clima mucho más distendido y solidario.
También rescatamos la importancia de coordinar estos talleres sin depender de la institución que
otorgaba el subsidio; esto de alguna manera permitió una mirada externa, crítica e independiente. Al
final de los mismos hicimos sugerencias a la Secretaría de Agricultura de la Nación a fin de adecuar el
programa a la realidad del pequeño productor.
Así para acceder a los subsidios
La Universidad
forestales dirigidos a pequeños
no incluye dentro
productores, los funcionarios
de sus curricula elaboran complicados formularios
el estudio de los
donde se exige un cúmulo de
sectores de
documentación que es imposible
subsistencia
que el pequeño productor la
pueda cumplimentar
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29. La propuesta técnica:
entre el catálogo y el recetario
Jan Correa
"Eso va a salir en El Catálogo" había llegado a ser un comentario frecuente en nuestras
reuniones de equipo, que siempre era seguido por una saludable risa general. Y la risa tenía su motivo.
«El Catálogo». Así habíamos bautizado el documento que tenía que presentar en forma
ordenada y sistemática toda la información y las propuestas técnicas del Proyecto. Un documento
interno de trabajo, dirigido a los técnicos, distinto para cada una de las 5 zonas agroecológicas, que
sirviera como marco técnico para las experiencias a promover con las distintas comunidades.
Pero El Catálogo tenía un parto difícil, no quería salir. Y había llegado a ser una especie de
misteriosa Caja de Pandora en la cual metíamos todo lo relacionado con la experiencia técnica, y que
en algún momento íbamos a tener que animarnos a abrir, ordenar, y darle forma coherente y útil para
los técnicos.
El Catálogo: La idea surgió por primera vez en una reunión de autocapacitación a principios de
1996. Estábamos preocupados: el Proyecto ya tenía tres años de trabajo en terreno, y había muy, pero
muy poco escrito sobre las propuestas técnicas. En cada una de las zonas habían numerosas
experiencias, con una gran diversidad de propuestas implementadas, de las cuales sentíamos que se
estaba perdiendo un valioso aprendizaje. También, habían muchas propuestas fracasadas, perdidas,
errores de los cuales teníamos que aprender.
Con El Catálogo, no queríamos producir modelos ni recetas
a ser masificados. Ocurre frecuentemente que, con el paso
de los años, la experimentación y participación iniciales se
terminan dedicando a producir modelos y recetas, que luego
se transforman en manuales. Y esto conduce a la
transferencia mecánica
Todos sentíamos que lo técnico se nos iba de las manos, que teníamos que ponernos de
acuerdo con un marco técnico: en cada zona se estaban diversificando aún más las propuestas y se
había dejado atrás el eje "incorporación del arbolito", reemplazándolo por un enfoque más sistémico.
En la Puna, por ejemplo, aparecían siembra de pastes, temas de agua, y de sanidad animal. En las
Yungas, huertos frutales, coberturas, y sistematización del suelo. En la Selva de transición, abonos
verdes y coberturas, cítricos, cultivos anuales, bancos forrajeros. En el Chaco, temas de agua,
pasturas, cultivos anuales.
A su vez, veíamos que habían errores técnicos que se repetían, que el registro y comunicación
de las experiencias no era adecuado, especialmente donde y cuando se incorporaban técnicos nuevos.
Ya nos encontrábamos en una etapa de una demanda creciente por parte de los campesinos de
participar en actividades en el marco de proyectos con financiación nacional: eso nos exigía por un lado
mayor precisión y detalle técnico en propuestas aptas para ser difundidas (con la incertidumbre sobre
su aptitud), y por otro lado, encontrar un equilibrio entre éstas y la experimentación de otras propuestas
que surgieran con las comunidades según el nuevo enfoque.
En concrete, se decidió que solamente propuestas incluidas en El Catálogo iban a recibir el
apoyo financiero del Proyecto. Y a mí me encargaron elaborar El Catálogo. Pequeño desafío con tantas
propuestas diversificadas desde la Puna hasta la Selva y el Chaco.
Masticaba mucho el tema, lo charlaba y discutía extensamente con mis colegas. Y pasaron los
meses. Meses llenos de actividades. Más actividades. Demasiadas actividades. Más dos misiones de
evaluación de Alemania, que entre otras cosas, criticaban mucho nuestras propuestas técnicas.
Hicimos talleres técnicos en cada zona; fueron pocos, pero nuestro activismo no nos permitía
más. No es fácil que todos los técnicos de una zona dejen el trabajo de campo por varios días, todos
juntos al mismo tiempo. En estos talleres tomábamos las propuestas una por una, y la
Detrás del árbol, la gente
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desmenuzábamos: para cada componente de la propuesta nos preguntábamos ¿con qué información
cierta contamos? ¿qué nos falta? ¿cuáles son los objetivos? ¿qué tendría que producir, cuánto y
cuándo? ¿qué manejos proponemos? ¿qué trabajo y costo implica? ¿es realista? ¿qué relación tiene
con los otros componentes? ¿en qué podemos mejorar la propuesta? ¿qué parece que no funciona?
¿qué fundamentación tiene la propuesta? etc., etc.
Estos talleres resultaron ser extremadamente productivos y útiles para todos los técnicos
involucrados. Aclarábamos muchas dudas, afinamos muchos detalles. Pudimos determinar las
variables importantes que había que seguir y registrar para apoyar la validación y poder hablar con los
campesinos con números concretos. Ayudó enormemente el trabajo técnico con la gente. Sobre todo,
nos dimos cuenta de cuán poca información concreta disponíamos.
La capacidad de innovar, de experimentar, de
recrear permanentemente es fundamental para la
estrategia campesina, -y para los técnicos que
trabajan con ellos
Y con el tiempo, la imagen de El Catálogo empezaba a tomar forma: qué necesitábamos, qué
información entraba, y cómo tendría que ser presentada.
Nuestro proyecto tiene el propósito de experimentar con la gente, probar cosas nuevas, fomentar la
innovación, de participar con los campesinos e ir construyendo juntos su desarrollo, en base a experiencias
concretas, evaluación, reflexión y organización.
Con El Catálogo, no queríamos producir modelos ni recetas a ser masificados. Ocurre
frecuentemente que, con el paso de los años, la experimentación y participación iniciales se terminan
dedicando a producir modelos y recetas, que luego se transforman en manuales. Y esto conduce a la
transferencia mecánica. Yo personalmente no quería que llegásemos a esto, y esta postura fue
compartida por muchos colegas.
Creo que la capacidad de innovar, de experimentar, de recrear permanentemente es
fundamental para la estrategia campesina, -y para los técnicos que trabajan con ellos-. Más que poder
replicar un modelo o seguir exitosamente una receta, es importante poder diseñar la propuesta propia,
y saber modificarla y adaptarla según las circunstancias, necesidades y oportunidades que se
presentan. (Digo esto con la certeza que me ha dado la experiencia de ser agricultor, de haber vivido
por años como campesino.)
Entonces, la información tiene que ser manejada y organizada en función de los principios, los
criterios, los parámetros y los límites.
Finalmente, aprovechando un alivio en la presión de trabajo durante los primeros meses del año,
empezó a parir esa Caja de Pandora. Los documentos que salían no seguían ningún modelo sino, para
cada propuesta general: su fundamentación y sugerencias sobre el lugar y el momento aptos para
incorporarla dentro del sistema productivo; los objetivos; un listado de posibles componentes; criterios
generales para el diseño e implementación de una experiencia y la combinación de los componentes;
también los criterios específicos para cada componente; los detalles técnicos que veíamos como claves
sobre especies y manejos; y la información económica básica con que contábamos.
Por supuesto, El Catálogo está incompleto, hay propuestas que no hemos tocado, es un primer
borrador, un documento de trabajo que tenemos que trabajar.
Por lo general, la reacción de los técnicos ha sido favorable. Sienten que esta forma de
presentar la información nos sirve, como un tipo de guía flexible; sintetiza lo que sabemos y lo que
hemos aprendido; y da el marco para elaborar propuestas con la gente y profundizar nuestro
conocimiento.
Qué aprendimos
Los técnicos tienden a crear modelos, a querer recetas. Nuestra formación y el mundo en donde
vivimos nos preparan y condicionan para eso. Cuesta, pero no es imposible cambiar. Desde la
Detrás del árbol, la gente
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experiencia de terreno, desde el contacto con las comunidades y la reflexión e intercambio entre
técnicos, se hace posible superar este precondicionamiento y realizar este cambio fundamental.
Trabajar en función de principios, criterios y parámetros es mil veces más exigente que replicar
modelos y seguir recetas. Nos obliga a dominar más información, y en una forma distinta, a desarrollar
capacidades de observación e interpretación, y a saber adaptar según las condiciones específicas del
lugar y del momento, tal como sabe quien tenga experiencia propia en el campo. Esto, sí, nos acerca
mucho al enfoque campesino.
Lo que va en contra de la calidad técnica, no es tanto la diversidad de información que uno
tenga que manejar, sino el activismo.
La ausencia de información técnica adecuada para trabajar con los campesinos en el NOA es
gravísima. Desde el principio nos encontramos elaborando propuestas sin contar con una base de
información previa, y esto aumenta mucho los riesgos que se comparten con la gente.
Los tiempos, prioridades y exigencias de los programas nacionales que llegaron a financiar el
trabajo de campo, no se adecuan a un trabajo de experimentación participativa, al lento proceso de
transformación, de cambio en una lógica y estrategia de vida. Tampoco se adecuan a las exigencias de
los evaluadores alemanes quienes querían ver miles de hectáreas forestadas.
Acá creo que había una falta de claridad y estrategia de negociación por parte del proyecto y las
instituciones contrapartes. Nos encontrábamos todavía en un momento de crear las condiciones
básicas. Las presiones y tentaciones para ampliar y cumplir con las exigencias no dejaron espacio
suficiente para el proceso.
Los técnicos tienden a crear
modelos, a querer recetas.
Nuestra formación y el
mundo en donde vivimos
nos preparan y condicionan
para eso
Trabajar en función de
principios, criterios y
parámetros es mil veces
más exigente que
replicar modelos y seguir
recetas
Detrás del árbol, la gente
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Capítulo 4
Entre el Proyecto y la gente:
conocimientos, técnicas y desafíos económicos
Detrás del árbol, la gente
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30. Siembra de esporal:
la curiosidad mata la ignorancia
Ramón Páez
Desde hace un tiempo rondaba en mi cabeza el porqué de la introducción del pasto llorón,
especie exótica para la Puna jujeña, siendo que el esporal tiene el mismo o mayor valor nutritivo que
esta especie.
Es evidente que se quiere aumentar la oferta forrajera; empecé a preguntarme si existían
experiencias de reproducción del esporal (Penisettun chilensis). Los comentarios de técnicos de la
zona afirmaban que era complicado, que sólo era posible a través de los estolones y la cosecha de
éstos era imposible.
Mi condición inquieta, curiosa, me movió a experimentar la siembra de esporal, con semilla
recién cosechada en una parcela de Lucio Martínez en Casti. Nos trasladamos hasta el vivero de Yavi
a realizar la siembra; antes me habían sugerido algunos tratamientos para la ruptura de la dormancia
de la semilla, pero sin hacer estos tratamientos decidí sembrar; hice un cuadro de un metro cuadrado
para el almácigo, dentro del invernadero donde actualmente producimos plantines forestales.
Al ser tan liviana la semilla no pude cuantificar su peso en gramos. Realizamos la siembra un día
catorce de abril y a los siete días aproximadamente comenzaron las primeras emergencias.
Nicasio y Esteban, los viveristas de Yavi, hicieron a los treinta días los primeros repiques de las
plantitas a bolsines. Hubo un buen porcentaje de prendimiento: muy pocas fallaron. De este metro
cuadrado de almácigo se lograron tener aproximadamente cuatrocientas plantas.
A partir de octubre se empezó a justificarlas o aclimatarlas fuera del invernadero. En este verano,
con la primera lluvia, las plantaremos en los bordes de las zanjas de infiltración en curva de nivel de la
parcela de don Santiago Flores en Suripujio.
La intención de esta implantación es estabilizar los bordes de la zanja con los estolones del
esporal y, por ende, aumentar la oferta forrajera de esta especie nativa.
Qué aprendimos
Debemos promover la experimentación local para
generar nuevos conocimientos acerca de la producción de las especies nativas.
Detrás del árbol, la gente
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31. Puna: «todos los molinos que vi estaban parados...»
Ramón Páez - Máximo Ezcurra
El horizonte en la llanura pampeana se interrumpe a cada kilómetro con el fierraje y el tanque de
chapa de los molinos que dan de beber a las vaquitas ajenas.
Esa es la imagen que se fortaleció en los distintos centres de estudios de técnicas agronómicas
y veterinarias de distintas partes del país donde estudiamos los técnicos del equipo de API.
Algunas de las similitudes que tienen la pampa y la puna son la escasez de cursos de agua
capaces de proveerla sin necesidad de hacer perforaciones; otra por supuesto son las llanuras.
Pero, por suerte, al llegar a la puna uno se encuentra con las 2000 hectáreas de la Experimental
de Altura que el INTA tiene en Miraflores: completamente alambrada y apotrerada, además de tenerlos
correspondientes molino, tanques y bebederos cada cuatro potreros, como corresponde.
No es el único sitio donde puede uno encontrarse con molinos en la puna; obviamente no con la
frecuencia de la pampa, pero sí uno cada tanto. En la región el agua es la principal limitante, no sólo
para cultivar sino también para que tomen agua los animales.
Así es que, cuando pudimos presentar un proyecto y la gente manifestaba que ésta es su
principal demanda, no dudamos que la alternativa eran los molinos.
Se consultó, se hizo un análisis técnico y se cerró la propuesta considerando los fuertes vientos
para que la estructura pudiera resistir: ya sabíamos qué molinos íbamos a instalar en cuatro
comunidades de la puna.
Por un instante pudimos sentir el tiempo
detenido, esperando que fuera un solo instante,
esperando que la rueda de metal volviera a
arrancar
El momento fue llegando y empezamos a estar más atentos al tema; uno de nosotros fue quien,
al pasar, una vez comentó:
- Che, todos los molinos que vi hasta ahora estaban parados.
No se dio importancia a esto y seguimos haciendo los trámites e interiorizándonos en las partes
y en el traslado de los molinos.
Verdad es que en los siguientes veinte días, cada uno de nosotros se cruzó con dos, cuatro o
más molinos. Y no pudo dejar de observar que estaban parados.
Por un instante pudimos sentir el tiempo detenido, esperando que fuera un solo instante,
esperando que la rueda de metal volviera a arrancar. El tiempo sólo retomaba su marcha cuando cada
uno, después de pasar cerca de un molino, lograba por fin distraerse y pensar en otra cosa.
-Che, ¡estaban todos parados!
Esta vez el peso del comentario fue tan denso como estar frente a una pared de donde cuelgan
quince relojes y que los quince se detuvieran a la misma exacta hora, en el mismo exacto instante, las
cuatro menos cuarto.
A partir de ahí y luego de una charla intensa, nuestros tiempos se aceleraron: todos salimos
corriendo a profundizar en la investigación de qué pasaba con los relojes, es decir con los molinos de la
Detrás del árbol, la gente
82
puna. Y comenzamos a encontrarnos, con una pila de inconvenientes que no habíamos supuesto. ¡El
molino no era una propuesta adecuada para los pequeños productores de la puna!
Inmediatamente consultamos un técnico que, después de un estudio, nos permitió contar con
otra alternativa: las bombas con paneles solares.
Aquí comenzó todo de vuelta, los presupuestos, los detalles técnicos, las profundidades de las
napas. Pero esta vez llevamos a una reflexión más profunda el análisis técnico de la propuesta.
Qué aprendimos
Hacer una observación más detallada de lo que hay en la zona.
Es difícil romper las estructuras técnicas con que nos formamos.
Es importante no errar con la propuesta técnica: posiblemente, en dos o cuatro años más, la
gente se hubiera tenido que volver a enfrentar con resolver su problema de agua.
Para los técnicos que trabajamos en desarrollo, muchas veces la dificultad de encontrar una
alternativa técnica, en una media «no viable» y para productores «no viables», nos lleva a
contentarnos con el asistencialismo a modo de… propuesta técnica.
Molinos a viento para extracción de agua
La investigación demostraba molinos fuera de servicio por deficiencia técnica (derrumbe de pozos,
rotura de varilla de bombeo, caída de los cilindros de bombeo) y desconocimiento de los productores para
repararlo.
Pocos recursos de los productores para afrontar los gastos de perforación de los pozos, de instalación
de los molinos y de reparación en caso de rotura.
Reducido caudal de las napas freáticas más superficiales.
Inexistencia de máquinas de perforación en la zona.
Bomba de agua a energía solar
Bajo costo del complejo de bombeo (bombas, paneles y batería).
Aprovechamiento de una fuente energética existente como la radiación solar.
Facilidad en la instalación, mantenimiento y conservación.
Posibilidad de traslado de la unidad de bombeo a otros pozos.
Para los técnicos que trabajamos en desarrollo,
muchas veces la dificultad de encontrar una
alternativa técnica, en un medio «no viable» y
para productores «no viables», nos lleva a
contentarnos con el asistencialismo a modo de...
propuesta técnica
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32. Abonos verdes: condiciones y peligros del éxito
Jan Correa
Agosto de 1997. Este año la sequía invernal continuaba sin dar ni un respiro. Calor. Calor tórrido.
Ya hacía 5 meses que no caía ni una gota de lluvia, no había helado, y el sol pegaba fuerte todos los
días. Se veía todo seco. Calor.
Un grupo de técnicos del Proyecto estábamos en Aguaray realizando un recorrido de fincas
campesinas, junto al consultor Ademir Calegari, para evaluar los trabajos que veníamos realizando con
Abonos Verdes y Cultivos de Cobertura (AVCC), y planificar las actividades para la campaña que
empezaba.
Los días eran largos, intensivos, de mucho intercambio y aprendizaje, y el entusiasmo de Ademir
nos contagiaba a todos. Veíamos que habían logros interesantes, que íbamos bien, pero que había
mucho, -más bien muchísimo- por hacer.
En las visitas a las fincas, el verdor del colchón de lab-lab (Dolichos purpureum) llamaba mucho
la atención, y fue el motivo de frecuentes comentarios por parte de los campesinos. Es que, en esta
zona tórrida, calurosa, en este año particularmente seco, ver algo que no solamente se mantuviera
verde sino que estuviera en plena brotación y floración después de tanta sequía era, más que
llamativo, increíble.
En la parcela de Angel, decidimos averiguar más: metidos en medio de la cobertura, despejamos
el suelo y empezamos a excavar...Meter la pala era fácil: el suelo estaba suelto, grumoso, y
sorpresivamente: ¡HUMEDO! «Parece que hubiera llovido la semana pasada» le dije a Angel,
exagerando un poco. Angel no decía mucho, pero observaba todo. Para él, como para todos los
campesinos de la zona, cavar un pozo en agosto generalmente no es una actividad grata: la tierra se
pone dura como cemento, y requiere de muchas ganas, (y una barreta), para hacer un hoyo.
Exactamente eso nos tocó comprobar, excavando otro hoyo en una parte de la parcela sin cobertura.
Allí el suelo estaba convertido en piedra, seco como polvo muerto. No es por nada que la gente espera
unas cuantas lluvias buenas para recién iniciar sus siembras. Para volver a sentir que el suelo tiene
vida...
Poder trabajar con los
campesinos con propuestas
que tengan un impacto
notable en el corto plazo es
clave, aún cuando se tenga la
vista puesta en cambios para
el mediano y largo plazo
Teníamos que llegar a tocar
más de cerca los problemas
del «aquí y ahora» de los
sistemas productivos
Situaciones similares a ésta se reproducían en todas las fincas que visitábamos. Y allí,
excavando hoyos bajo el sol, me encontré pensando en cuán rápidamente se había pasado el tiempo
desde ese día de diciembre de 1995 en que, con 48°C, iniciamos el trabajo con AVCC en la zona con
la siembra de una parcela de ensayo. Un trabajo que tuvo su inicio después de muchos
cuestionamientos técnicos y discusiones. La experiencia de campo estaba demostrando que el
Proyecto no iba a lograr mucho si seguía cerrado en la postura de la "incorporación del árbol» como
solución para la gente. Teníamos que llegar a tocar más de cerca los problemas del «aquí y ahora» de
los sistemas productivos.
Ahora, ¡cuánto se ha cambiado el trabajo en la zona! En menos de 2 años, las propuestas con
AVCC han llegado a dominar todas las otras propuestas: adonde uno vaya, los campesinos preguntan
dónde pueden conseguir semillas, si un técnico no les puede asesorar en como recuperar un suelo
agotado, o combatir una maleza.
Detrás del árbol, la gente
84
Y en los técnicos también se dio ese cambio. Desde el desconocimiento -y hasta escepticismoinicial, se ha llegado ahora al entusiasmo y al buen dominio de los principios de uso de los AVCC.
Me alegra ver que tanto los campesinos como los técnicos están empezando a ver la tierra de
otra manera: que cubierta y protegida del sol responde de otra manera. Y lo están viendo y viviendo
encarne propia, parados encima de un colchón verde con las manos en una tierra suelta y húmeda, en
mitad de una sequía.
Pero recién hemos empezado, y nos queda mucho por hacer. Hemos comprobado que existen
muchas especies de AVCC que crecen muy bien en la zona, pero, por ahora, para la mayoría de los
campesinos, su interés en coberturas no va más allá de poder tapar con algo verde un potrero que ya
se ha vuelto improductivo para ellos, para tener la posibilidad de dejarlo en descanso menos años.
Viene la etapa de mayor desafío, de la integración y los detalles. Encontrar propuestas que
integren el uso de los AVCC en los distintos nichos de los sistemas: con cultivos, en rotaciones, con
frutales, forestales, animales... en los sistemas agroforestales que veníamos promoviendo desde el
principio. Y los detalles: los manejos nuevos, los problemas nuevos, los manejos de los tiempos y los
espacios, las herramientas nuevas o las viejas que hay que modificar, qué hacer en un año seco o en
uno lluvioso, las posibilidades nuevas que se van abriendo.
Qué aprendimos
Poder trabajar con los campesinos con propuestas que tengan un impacto notable en el corto
plazo es clave, aún cuando se tenga la vista puesta en cambios para el mediano y largo plazo. A su
vez, es importante que estas experiencias nuevas puedan cambiar su concepción de cómo funcionan
las cosas en la naturaleza y en sus fincas, y qué cosas son posibles de hacer.
Es mucho lo que se habla sobre la importancia de una visión sistémica e integral. Sin embargo
creo que, para que esta visión tenga valor, hay que poder traducirla en acciones concretas cotidianas
que tengan sentido en sí mismas, y que además vayan armando el sistema. Para mí, la incorporación
de los AVCC es un excelente ejemplo de esto. Usados con creatividad y practicidad, pueden tener un
fuerte impacto sobre las inter-relaciones dentro del sistema productivo; crean y mejoran los vínculos
entre otros componentes, tanto en el espacio como en el tiempo. (Reducen el trabajo al mismo tiempo
de aumentar la humedad en el suelo y de abrir nichos para otros cultivos; controlan las malezas entre
frutales al mismo tiempo de producir forraje para una diversificación animal.) Además de tener sentido
en sí mismo, resultan ser una excelente vía de entrada a una diversificación e incorporación de otras
propuestas a la finca campesina.
Lo que hace al éxito de una propuesta no son los conceptos o afirmaciones generales, es la
habilidad en encontrar año tras año respuestas a los pequeños detalles.
Nosotros, los técnicos, tenemos que saber meter las manos en la tierra, e interpretar lo que allí
sucede desde los intereses y perspectivas de los campesinos.
Los campesinos han visto algo nuevo que les impresiona y, en casi todos los casos, quieren
copiar lo que han visto (barbecho con lab-lab). El peligro con esto es que crece una demanda para
reproducir "esa propuesta", lo que puede ocasionar series problemas (de orden técnico, fitosanitario,
etc.). Al mismo tiempo, "esa propuesta" tiende entonces a impedir experimentar con ellos otras
alternativas de probable mayor utilidad para ellos. Por eso la importancia de acompañamiento,
capacitación y evaluación conjuntas.
Lo que hace al éxito de una propuesta no son los
conceptos o afirmaciones generales, es la
habilidad en encontrar año tras año respuestas a
los pequeños detalles
Detrás del árbol, la gente
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33- Propuesta técnica en la Puna:
un cerramiento en Suripujio
Diana Carolina Sánchez - Ramón Páez
Una de las propuestas técnicas impulsadas en la Puna (Suripujio, Provincia de Jujuy) fue el
cerramiento de superficies de una hectárea y la siembra de pasto llorón en curvas de nivel: el pasto
para ser usado como forraje y las curvas de nivel para mejorar el aprovechamiento del escaso recurso
agua. Entre las curvas de nivel se mantuvieron fajas del tolar natural, por lo que el 50 % de la superficie
quedó sembrada con pasto llorón.
Esta propuesta tiene la característica de haber sido muy bien aceptada por los productores.
Pudo deberse al principio a que, con el alambrado de su campo, adquirían una mejora perdurable en el
tiempo. Pero hoy podemos decir que el productor ya percibió además el beneficio de incrementar la
oferta forrajera.
Con la propuesta se obtuvo lo siguiente:
1. Se logró recuperar las pasturas nativas dentro del cerramiento. Al eliminarse la presión del
ganado y de la fauna silvestre (vicuñas) durante todo el año, rebrotaron los pastos, aumentó la
biodiversidad y la producción de biomasa forrajera.
2. En cuanto a la pastura sembrada, se obtuvieron para 1997 los siguientes resultados de las
mediciones en cerramientos de dos productores:
• Para el primero: 790 Kg/Ha/Año de pasto llorón para forraje.
• Para el segundo: 420 Kg/Ha/Año de pasto llorón para forraje
Las diferencias se explican por la distancia de cada cerramiento a una fuente natural de agua
(un ciénego pequeño) que hay en el centro de la meseta de Suripujio.
3. En cuanto a las formas de aprovechamiento del cerramiento cuando el pasto alcanzó su
máximo desarrollo, cada uno tuvo su propia práctica.
Uno cortó el pasto llorón para henificar y comentó en una reunión con numerosos productores
(que participan o no de la experiencia) que es la mejor manera de aprovechar el pasto íntegramente; lo
suministró a su rodeo de ovejas; permitió el ingreso controlado al cerramiento para que consuman la
pastura natural.
Otro dejó el pasto llorón en pie para que el ganado lo consumiera dentro del cerramiento, junto a
la pastura natural desarrollada.
4. En ambos casos, se produjo una modificación del sistema de rotación del rodeo, que
originalmente consistía en trasladar el ganado desde las zonas más bajas cercanas a las viviendas
hacia ciénegos alejados. Los animales eran arriados alternativamente por distintos miembros de la
familia.
Para el futuro queda evaluar la incidencia de la nueva situación que se plantea, al liberarse
mano de obra durante un período del año y al brindar así nuevas oportunidades laborales.
Entre las curvas de nivel se
mantuvieron fajas del tolar
natural, por lo que el 50 %de la
superficie quedó sembrada con
pasto llorón
Detrás del árbol, la gente
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34. Del tren al vivero:
los arbolitos que se quedan en la Puna
Liliana Martínez
Cuenta la gente que desde hace varias décadas traían arbolitos (Olmos siberianos) en el tren y
los repartían. Sin embargo, algunos técnicos de la provincia están disconformes con los «pocos» que
hay en relación a la cantidad que llevaron. Según ellos es debido a que la gente no los cuidó lo
suficiente. Pero es gracias a eso que hoy se pueden ver olmos, diseminados por toda la puna.
Hoy la gente ya no tiene que esperar que le traigan el arbolito desde San Salvador de Jujuy: los
adquiere en viveros en la Puna, incluso pagándolos si es necesario1. Hay por lo menos seis viveros
(Yavi, La Redonda, Pumahuasi, Humahuaca, El Moreno, Puesto del Marqués), de los cuales los cinco
primeros fueron en un inicio apoyados y promovidos por el Proyecto (en la mayoría de los casos a
través del Programa Municipio y Medio Ambiente -MyMA-). Recibieron capacitación, asesoramiento y
seguimiento. Hoy siguen funcionando solos, apropiándose de la propuesta técnica para la producción
de plantines con invernadero.
Al principio probábamos en terreno todas las especies que llegaban a nuestras manos2, pero al
momento de la plantación o del primer frío vinieron los primeros fracasos. Con lo que empezaron
nuestros cuestionamientos en cuanto a la participación de la gente en esta experimentación. Entonces,
aquello que mayor margen de duda presentaba, se comenzó a hacer dentro del vivero de Yavi (que
tiene una hectárea), y en otros en menor medida, usándolos también como espacios de demostración y
capacitación.
Con el tiempo nos pusimos más estrictos en la preselección de especies para ensayar,
identificando zonas en el mundo similares a ésta (que hay muy pocas). Este proceso es muy largo y
costoso (de identificación de especies, conseguir semilla, probar en este esquema de producción y
luego que funcione en el campo). Por esto hay especies que aún hoy están en las primeras etapas de
experimentación.
Poco a poco se empezaron a recomendar técnicas de propagación, especies adecuadas,
manejo de la producción, todo en la medida en que iban dando buenos resultados.
Vale aclarar que cuando llegamos a la Puna era escasa la información forestal de la zona.
Contábamos con las plantaciones de olmos, algún trabajo hecho desde la Universidad Nacional de
Jujuy (UNJu) y sobre todo documentación de proyectos en el altiplano de Bolivia y Perú. Pero las
condiciones en la parte argentina no son exactamente iguales (son menores las precipitaciones; al ser
menor la latitud, a igual altitud las temperaturas son menores), por lo que debíamos hacer todo un
trabajo de validación de aquello.
Hoy la gente ya no tiene que esperar
Hoy siguen funcionando
que le traigan el arbolito desde San
solos, apropiándose de la
Salvador de Jujuy: los adquiere en
propuesta técnica para la
viveros en la Puna, incluso
producción de plantines con
pagándolos si es necesario
invernadero
Un hecho ocurrido el mes pasado en la reunión de una comunidad (Lecho): nos plantearon que quieren plantar árboles y
preguntaron si el Proyecto los podía financiar 50 árboles para todos, a través del FPA. Se les dijo que no. Luego nos
enteramos, en el Municipio de Yavi, que ellos solos fueron al vivero y compraron 120.
El vivero de Yavi vendió este año (1997) casi 2500 árboles a un promedio de $0,25 cada uno: al Municipio de Abra Pampa,
al Municipio del Cóndor, al Municipio de Santa Catalina y a comunidades del ejido municipal de Yavi que las compran
individual o colectivamente.
2
Especies que se probaron y no anduvieron: Capulí (Prunus capulí), Mutuy (Cassia), Tara, Eucaliptus globulus, E.
camaldulensis, E. tereticornis, E. cinerea,E. viminalis (de éste hubo casos aislados en que sobrevivieron hasta el día de hoy
en Yavi Chico), Pinus radiata, Robinia pseudoacacia (con ésta más bien hay muchos problemas post plantación, pero hay
por lo menos cuatro ejemplares adultos identificados en La Quiaca y Yavi).
1
Detrás del árbol, la gente
87
35. Invernaderos horti-forestales en la Puna
Liliana Martínez
En un principio nuestra propuesta era introducir el árbol a los sistemas productivo, y para esto
debíamos producirlos. Por otro lado la gente quería invernaderos para producir verduras. En este punto
confluimos ambas partes y se empezaron a construir viveros, con invernaderos, donde en general se
producían ambas cosas (verduras y arbolitos).
En cuanto a producir arbolitos dentro del invernadero, tenía un gran atractivo: poder acelerar los
tiempos, tan lentos en la Puna. Pero el inconveniente era la adaptación luego de sacarlos de ahí
adentro.
Son muchas las ventajas de contar con arbolitos producidos en la Puna. Por ejemplo:
- Ya se encuentran completamente adaptados a las condiciones climáticas, de las que todos
conocemos sus adversidades, con lo que disminuyen los riesgos de mortandad.
- Brinda mayores posibilidades de acceso al ser menores las distancias
-Encontramos mayor variedad de especies con su adaptación validada al medio de la puna;
además del Olmo (Ulmus siberiano), tenemos:
Colle (Buddleia coreacea); Queñua (Polylepis incana); Tamarisco (Tamarix sp.); Churqui
(Prosopis ferox); Ciprés (Cupressus sp.); Synamon (Eleagnus angustifolia); Álamos (Populus sp.);
Sauces (Salix sp.). Estos dos últimos para los vallecitos más protegidos como Yavi, Yavi Chico, Casti,
Lecho, etc.
Para cada una de estas especies se fueron conociendo y mejorando las técnicas de
propagación, las condiciones y fechas de siembra, el manejo dentro y fuera del invernadero, y
ajustando los tiempos hasta la plantación.
Con las especies que se empezaban a recomendar, se ajustaron las distintas fechas de siembra
dentro del invernadero para cada una de éstas, de manera de obtener plantas de 30 a 40 cm al
momento de la plantación (noviembre-diciembre). De esta manera se empieza a hacer almácigos en
enero-febrero hasta junio (según la especie).
Se fue definiendo una etapa de rustificación en vivero, comprendida entre que se sacan del
invernadero hasta que se llevan a plantación definitiva, permitiendo así una adaptación adecuada al
ambiente de la puna (de gran amplitud térmica, fuertes vientos, muy bajas temperaturas mínimas,
pocas precipitaciones, muy baja humedad relativa). La misma duró entre 3 a 5 semanas (según el
mes).
Con el tiempo, una vez que se contaba con arbolitos, la gente empezó a plantear la necesidad
de plantas de mayor tamaño para disminuir el daño ocasionado por los animales (además que es más
alentador verlos más grandecitos). Se comenzaron entonces a criar, en los viveros o en lugares protegidos, las especies de hoja caduca, para luego llevar las plantas a lugar definitivo, a los dos o tres años
en julio-agosto. En el mismo lugar de la plantación definitiva, que quedaría con distancias entre plantas
de 3 x 3 metros, se podría aprovechar más el espacio los primeros años intercalando en el medio,
hasta 1 x 0,5 metro.
Producir arbolitos dentro del invernadero,
tenía un gran atractivo: poder acelerar los
tiempos, tan lentos en la Puna. Pero el
inconveniente era la adaptación luego de
sacarlos de ahí adentro
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36. Capiazuti: el vivero de los chiriguanos
Sandro Sassatelli - Chris van Dam
Ha llegado el gran día. Hoy se inicia la Expo Aguaray, un gran acontecimiento para el pueblo.
Los chiriguanos de la comunidad Capiazuti se sienten especialmente orgullosos: es la única comunidad
indígena que ha sido invitada a presentar su experiencia productiva, su vivero forestal y frutal, que
muchos conocen por estar a la vera de la ruta 34.
En grandes letras, un cartel pintado anuncia "Administración y Ventas". Al pie, trescientas
plantas traídas del vivero esperan ser vendidas. El stand se completa con una exposición fotográfica y
textos alusivos que intentan mostrar cuatro años de caminar juntos en esta pequeña empresa.
Todo nació en el Paraguay. Invitados por el Proyecto a conocer las experiencias agroforestales
de las organizaciones campesinas, José Castro se convence de la necesidad de, tan pronto vuelva a
Capiazuti, entusiasmar a sus vecinos de la necesidad de enriquecer el poco bosque nativo que aún
tienen y, a la vez, ir probando algunas prácticas que combinan la citricultura, la forestación y algunos
cultivos tradicionales: maíz, mandioca y maní.
Pero necesitan plantas y en la zona nadie tiene. José consigue un terrenito contiguo al huerto
escolar y con materiales del lugar hace los primeros canteros y tinglados de paja. El Proyecto le
entrega la semilla, algunos bolsines y, por supuesto, la asistencia técnica.
La gran incógnita era Las ventas no han sido
si los chiriguanos, sin
muchas hasta ahora,
ninguna experiencia
aunque permite que
forestal, serían
las cinco familias vivan
capaces de manejar su
de las plantas
vivero y producir
producidas durante los
plantas de calidad
meses de verano
Un año más tarde, Ruperto Romero y Roberto García -que vienen trabajando junto a José en el
vivero- vuelven al Paraguay en la segunda gira de intercambio de experiencias. Ahora tienen mucho
más para preguntar cuando recorren los viveros de sus hermanos paraguayos y, a la vuelta, mucho
para contar.
En 1995, con el apoyo del Programa Municipio y Medio Ambiente, el vivero toma color y
presencia: cerco de alambre, pequeño deposito para materiales, canteros más grandes y bien cavados,
quincho para repique, media sombra, etc.
Sin embargo, la gran incógnita sobre la cual tenían especiales dudas los entendidos en la
materia era si los chiriguanos, sin ninguna experiencia forestal, serían capaces de manejar su vivero y
producir plantas de calidad. La experiencia demostró, en una campaña solamente, que sobre este
punto eran excelentes alumnos. Entusiasmo, dedicación, trabajo en grupo permitieron rápidamente
pasar a la producción citrícola con el apoyo de técnicos del INTA.
Las primeras plantas, tal como habían pensado, fueron para sus propias prácticas agroforestales
y de manejo del bosque. Pero aquí no había ninguna transacción monetaria. Y quienes trabajaban en
el vivero necesitaban un ingreso que reemplazara las changas que tradicionalmente hacen cuando no
se dedican a su parcela. ¿Y si el vivero produjera para vender? La idea cuajó rápidamente,
especialmente porque una gran demanda de plantas vendría de la mano del Proyecto SAPyA/Banco
Mundial que debía empezar en 1995.1
1
Se trata del Proyecto de Conservación de la Naturaleza a través del Apoyo a Pequeños Productores, que a Salta es
ejecutado por el INTA con el apoyo de la Fundación para el Desarrollo Agroforestal en Comunidades Rurales. El proyecto
finalmente se esta iniciando ahora, noviembre de 1997. Es interesante destacar que la Unidad Técnica en Buenos Aires
inicialmente había descartado como posibles beneficiarios a las comunidades aborígenes. Esta limitación fue desechada
cuando recorrieron la zona y visitaron tanto el vivero de Capiazuti como las parcelas agroforestales instaladas por estas
comunidades
Detrás del árbol, la gente
89
Sin embargo, ¿de qué vivirían mientras las plantas estuvieran en producción? Por esos días, el
Gobierno había lanzado un nuevo programa de empleo, el PROAS, que administraban los municipios.
Sueldo mínimo, por tres meses, renovables. Parecía una buena solución...
Demostró ser un craso error. No sólo porque, después de los tres meses iniciales, el gobierno
por problemas en su burocracia dejó de pagarles, sino además porque marcó un quiebre en cuanto al
aporte de trabajo comunitario al vivero. "Si algunos reciben sueldo, ¡que trabajen ellos!'", decían con
mucha razón quienes no habían logrado beneficiarse del PROAS.
Desde 1995, el vivero sigue como emprendimiento de cinco miembros de la comunidad. Las
ventas no han sido muchas hasta ahora, aunque permite que las cinco familias vivan de las plantas
producidas durante los meses de verano. Los "clientes" son medianos y grandes productores de la
zona, y el propio municipio cuando decidió forestar y parquizar algunos parajes rurales. Los chiriguanos
suelen esperar pacientemente que algún comprador aparezca, resistiéndose a salir de su comunidad a
ofrecer activamente su producción.
Durante el invierno, los "socios" de esta pequeña empresa siguen haciendo changas y se
organizan para mantener el vivero.
En este largo aprendizaje, el Proyecto también les brindó apoyo en temas administrativos, de
organización y contabilidad. En estos aspectos también pasaron exitosamente la prueba.
Las esperanzas para una consolidación del pequeño vivero como empresa siguen cifradas en
los varios proyectos agroforestales que se están iniciando en la zona, especialmente el de la
SAPyA/Banco Mundial.
Un vivero comunitario, para
que sea sostenible, debe ser
visto como vivero comercial,
como microemprendimiento
Los programas de empleo mínimo
invariablemente afectan el trabajo
comunitario y las relaciones de
reciprocidad y solidaridad
Qué aprendimos
Los guaraníes tienen una gran capacidad para producir plantas y manejar el vivero. Ello tal vez
se explique por su experiencia de jornaleros en las fincas agrícolas de la zona y en la producción
hortícola, pero también por su tradición como agricultores y su íntima relación con la selva.
Por el contrario, tienen una gran dificultad en su relación con el mercado y se resisten a
comercializar fuera del ámbito de la comunidad. Probablemente ello esté vinculado a una baja
autoestima.
Un vivero comunitario, para que sea sostenible, debe ser visto como vivero comercial, como
microemprendimiento. Aunque en un primer momento la motivación para establecer un vivero pueden
ser las necesidades de la propia comunidad, su continuidad requiere de ciertas condiciones de
organización, de recursos humanos formados y remunerados, de insumos materiales, que sólo pueden
darse si el vivero genera ingresos.
Un proceso como éste necesita muchísimo apoyo externo: no se trata sólo de algunos insumos
y de una capacitación en aspectos técnicos. Requiere de un acompañamiento durante varios años,
especialmente en aspectos de gestión, organización y comercialización.
Aunque, en lo inmediato, los programas de empleo mínimo parecen dar respuesta a
necesidades sentidas de la gente, invariablemente afectan el trabajo comunitario y las relaciones de
reciprocidad y solidaridad, cuando éstas existen.
Detrás del árbol, la gente
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37. La experiencia de comercialización de bateas
en Los Toldos1
Diego Rodríguez Laguens - Fernando Sepliarsky
En la provincia de Salta, dentro de la región de las Yungas, se encuentra el municipio de Los
Toldos, tal vez uno de los más aislados y menos conocidos, con acceso sólo por rutas bolivianas, y a
unos treinta kilómetros del parque nacional Baritú.
Allí rodeadas de un paisaje único, en pleno bosque montano, viven unas cuatrocientas familias
campesinas, dedicadas en su gran mayoría a la agricultura y a la ganadería de subsistencia.
Entre las múltiples actividades realizadas por los campesinos, está la de confección de bateas,
cucharones y otros objetos de madera, realizados manualmente, y que sirven para que la familia
cuente con recipientes para el uso diario. Algunas veces, las artesanías son canjeadas entre quienes
las fabrican o vendidas a los turistas de paso por la comunidad.
En Los Toldos, las bateas de madera son utilizadas en la vida cotidiana; las más chicas se usan
para amasar el pan, como platos, bandejas, etc., y las más grandes como recipientes de agua para la
higiene personal, bañeras o para lavar ropa.
Tradicionalmente los artesanos las fabrican para venderlas a los visitantes ocasionales en las
épocas de fiesta, o para intercambiar con otros miembros de su comunidad. No obstante desde hace
algunos meses, apoyados por el Proyecto Agroforestal, han comenzado a entregar bateas para ser
comercializadas, principalmente en la ciudad de Salta, donde han encontrado un mercado ávido por
este tipo de productos.
La obtención de la madera
La madera empleada para la fabricación de las bateas proviene de los restos del
aprovechamiento del monte del cedro (Cedrela sp.), que en la zona tiene la particularidad de ser
tableada con motosierra en una operación denominada «rayado». Como producto se obtienen tablas
de dos o tres pulgadas de espesor por unos treinta centímetros de ancho y unos tres metros de largo.
Toda troza menor a esta medida, o que presenta defectos importantes, como rajaduras o una
proporción indeseable de albura es abandonada en el monte debido a que el acarreo se hace a pulso.
En las pausas del trabajo mientras se calienta la comida, los motosierristas labran estos restos de
madera, dándoles forma a las futuras bateas y alivianándolas, para poder transportarlas fácilmente a la
casa.
La fabricación de las
bateas proviene de los
restos del
aprovechamiento del
monte del cedro
(Cedrela sp.)
Mejorar la producción y
comercialización, que es
generalmente el cuello de
botella en las actividades de
las pequeñas industrias
campesinas
Aprovechando los residuos
Usar residuos de madera como materia prima tiene una gran importancia, ya que por una parte
se aprovecha íntegramente cada árbol cortado, evitando la tala de nuevos ejemplares, y además la
utilización de residuos implica obtener la madera a bajo costo.
Cada pieza desechada recibe, con el tallado, un valor que la transforma en un objeto útil y
decorativo.
1
Originalmente publicado en la revista Desarrollo Agroforestal y Comunidad Campesina, Año 3, Nro. 10 (abril-mayo de
1994)
Detrás del árbol, la gente
91
¿Cómo se fabrican?
El primer paso luego de la elección de la tabla, es la marcación, que se hace con un compás de
punta para las curvas, aprovechando lo mejor posible la madera útil. Según la creatividad de cada
artesano, tenemos diferentes estilos y diseños típicos.
Todavía en el monte, y con azuelas y gubias fabricadas por algún herrero del lugar, se comienza
a cavar la madera dándole la forma y haciéndola transportable. En el caso de las piezas de menor
tamaño destinadas a platos o a fuentes pequeñas, se marcan tres o cuatro juntas en una tabla y se
mantienen unidas, para poder efectuar un desbaste más cómodo.
Semiterminadas, son llevadas a la casa, donde se hacen los últimos retoques con herramientas
y lija.
La madera de cedro
Proviene de la especie Cedrela lilloi, que crece en la zona alta de la selva montana y en el
bosque montano, de la región conocida como las Yungas.
Es una madera perfumada y de color rojizo, de las más nobles que crecen en las selvas y
bosques montanos del Noroeste argentino. Se seca rápidamente y no produce grietas o rajaduras. Los
artesanos distinguen dos variedades, de acuerdo a la madera: una más clara (blanco rosáceo) y que
tiene mayor crecimiento y otra de color rojo más intenso con anillos de crecimiento más pequeños.
Los usos de las bateas en la ciudad
Lejos de Los Toldos, los usos de estos recipientes varían respecto de los originales, pero
siempre manteniéndose entre lo útil y lo decorativo. Son empleados como paneras, puentes, hueveras,
platos, pizzeras, y hasta como maceteros. En la ciudad de Salta, algunas mujeres se dedican a
pintarlos con flores y motivos campestres.
Producción y comercialización
El Proyecto de Desarrollo Agroforestal está apoyando la iniciativa de mejorar la producción y
comercialización, y que es generalmente el cuello de botella en las actividades de las pequeñas
industrias campesinas.
Así se estudiaron las posibilidades de ubicación en la ciudad y para ello los artesanos elaboraron
un muestrario de las piezas, que se ofrecieron en comercios de algunas ciudades como Salta, Santiago
del Estero, Santa Fé, e incluso se enviaron varias a Alemania. Hoy en día el comprador más importante
es una cooperativa que funciona en el Mercado Artesanal de Salta, donde las piezas quedan en
consignación. Actualmente los artesanos tramitan en el municipio un lugar de exposición para poder
comercializar en Los Toldos, de manera de poder aprovechar el escaso turismo que hay actualmente
en la zona.
La lejanía de Los Toldos con respecto a los centres de consumo y la dificultad del transporte
hacen que actualmente sea el Proyecto el que se encargue de llevar los productos a Salta.
El futuro
Poco a poco se fortalece la confianza del grupo y cada vez es mayor el tiempo que dedican a
esta actividad que representa un ingreso monetario importante, a la vez que se adapta a las técnicas
de producción de la zona y valoriza el trabajo creativo.
Es importante, a partir de la estabilización de la producción, conocer mejor cuales son los
diseños y tamaños que tienen más salida, e inclusive comenzar a estudiar la posibilidad de elaboración
y venta de nuevos objetos.
Es importante conocer mejor
cuáles son los diseños y
tamaños que tienen más salida
Detrás del árbol, la gente
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38. Carbón en Pluma de Pato: mi mama me mima
Raquel Rut Saravia
La comunidad wichi de Pluma de Pato recibe el acompañamiento de la Fundación Rivadavia
(Equipo Técnico Municipal) y nosotros cooperamos con el Equipo.
En esta comunidad la producción de carbón a granel constituye su estrategia de vida durante el
invierno y meses de sequía. Demás está decir que el precio que se les paga por kilo es muy bajo en
relación al trabajo que significa su producción, pero como siempre «es lo único que hay para hacer».
La propuesta que elaboramos con el Equipo Técnico en 1997 no era nada del otro mundo: al
proceso de elaboración de carbón debían agregarse dos actividades, impresión de bolsas mediante
xilografía y fraccionamiento del carbón en bolsas de 3 kilos. Nosotros nos comprometíamos a buscar
los mercados, y realizar la primera etapa de comercialización hasta que ellos tuvieran las
capacitaciones necesarias para su propia administración. «
Por supuesto el precio se duplicaba y en la construcción del costo para el mercado había una
cantidad destinada a poder cubrir los gastos de comercialización.
La primera experiencia fue exitosa: produjeron el carbón, realizamos una capacitación en
xilografía, las bolsas se imprimieron con su marca identificatoria (CARBÓN IFWALA), se fraccionó la
producción; la llevamos a Salta y logramos que una cadena de supermercados la acepte en sus
góndolas.
Nos hicieron un pedido mínimo semanal de reposición.
Se reiteró el proceso en la comunidad. Nuestro ensayo con el carbón fraccionado es una
experiencia nueva y no se puede asegurarlos resultados. Mientras tanto, siguen produciendo carbón a
granel y vendiéndolo por el mismo precio al intermediario, puesto en la comunidad.
Pero ahora el técnico de apoyo nos hizo llegar las quejas de los carboneros: «al carbón hay que
traerlo de muy lejos, queremos el apoyo de tractor de la municipalidad»; «/a impresión de las bolsas es
lenta, queremos bolsas impresas en Salta»...
Creemos que es cuestión de paciencia, por un lado: muchos de ellos son artesanos, algunos
hacen marcos para cuadros tallados; la xilografía resulta comparativamente sencilla y les da la
posibilidad de independizarse en este proceso... Por otro lado, para venderle al intermediario el
esfuerzo por traer el carbón es el mismo. Así que la no es nueva...
Algo ha de suceder para que surjan estas quejas…
Qué aprendimos
La sensación es muchas veces la misma: al ser equipo de acompañamiento o de cooperación
nos piden siempre más, aún en cuestiones en las que caminan perfectamente solos. Es parte de su
práctica de continuamente ponernos a prueba para ver cuánto estamos con ellos y dónde están los
límites.
A la vez hay que reconocer que nosotros intentamos ayudarles a independizarse en la
comercialización del carbón pero que el camionero que viene todos los meses a comprar a granel
brinda también otros servicios: trae mercadería y ropa que vende o deja como adelanto de pago; a
veces compra artesanías y miel; ayuda a transportar enfermos graves y a enfrentar diversas
emergencias.
Todo eso hace pensar que, en una relación de acompañamiento y cooperación como la del
Proyecto, no se puede ser tan lineal y tan cerrado sobre un producto, más aún cuando los procesos de
comercialización siempre dejan un margen de dudas sobre quien se queda con los beneficios.
Es parte de su práctica de continuamente
ponernos a prueba para ver cuánto estamos
con ellos y dónde están los límites
Detrás del árbol, la gente
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39. Desarrollando un producto forestal no maderero:
la Goma Brea
Chris van Dam
No encontrábamos nuestro especialista. El Proyecto tenía previsto la
contratación de un asesor en transformación y comercialización de productos forestales, pero el
hombre con el perfil adecuado no surgía por ningún lado. Nuestras exigencias eran muchas: que fuera
conocedor de los posibles productos, de los procesos tecnológicos para transformarlos; con capacidad
para promover y acompañar microemprendimientos en áreas rurales - es decir con experiencia en
organización y gestión -: por supuesto, que tuviera todas las condiciones personales de un buen
extensionista. Y, de ser posible, que tuviera varios años de experiencia en algo similar... Los meses
pasaban y nuestro prócer no aparecía. Y no aparecería.
Resignados, decidimos contratar una persona que tuviera algunas de las características
buscadas, y que ésta se fuera formando.
Por dónde empezar fue una pregunta rápidamente contestada. Las ideas fluían a borbotones, en
cada conversación aparecían propuestas, unas más entusiasmantes que las otras: objetos torneados a
partir de las maderas semi-duras del chaco (algarrobo, palo santo, guayacán), mieles silvestres con
fines medicinales, artesanías en chaguar y palo santo, harina de algarroba, arrope de chañar, loros
habladores, pieles de iguana, etc. En todo queríamos meternos. Cada producto parecía ofrecer algún
filón comercial que, bien aprovechado, nos ayudaría en nuestros esfuerzos de "doble propósito":
conservar y recuperar el degradado monte chaqueño y ayudar a que sus habitantes mejoraran sus
condiciones de vida.
Las actividades se iniciaron en varias frentes simultáneamente (objetos torneados, arropes,
artesanías) pero no avanzábamos. Lo aprenderíamos después: cada producto requería muchísima
energía y acompañamiento y, como nunca, el famoso dicho "el que mucho abarca, poco aprieta"
demostraba ser de una gran sabiduría.
El programa se interrumpió a los pocos meses cuando nuestro hombre en la materia, a raíz de la
muerte de Diego Rodríguez Laguens, dejó el proyecto.
Otro producto había llamado nuestra atención desde el principio: la goma brea. El árbol de la
brea (Cercidium australe) es un árbol del chaco que se encuentra desde el norte de Córdoba hasta
Bolivia. Produce una exudación o resina que tiene a grosso modo las mismas propiedades que la goma
arábiga, es decir un sinnúmero de aplicaciones en la industria minera, gráfica, textil, farmacéutica, pero
especialmente en la industria alimenticia como espesante y emulsionante.
La brea, al no tener ningún uso maderero, se encuentra en cantidades significativas en el chaco.
Su carácter de especie pionera y colonizadora hace que además sea especialmente apta para la
recuperación de áreas muy degradadas, los famosos "peladares" del chaco. La goma brea, al ser una
exudación, sólo requiere (luego de los cortes iniciales con hacha) ser recolectada cada 15 días.
Permite así ser una actividad "productiva" que engarza perfectamente con el carácter recolectorcazador de las comunidades wichi con las cuales trabajamos.
Así, tímidamente entre 1993 y 1995, con más fuerza en 1996 y sobre todo en 1997, empezamos
a retomar nuestra idea de experimentar con la transformación y comercialización de algún producto
forestal no maderero y, por todas las condiciones antes anotadas, elegimos la goma brea.
Nuestra primera inquietud, lógicamente, era el mercado. El principal obstáculo, sabíamos, era
que la goma brea no había sido incorporada al Código Alimentario Nacional, por lo tanto, la industria
Detrás del árbol, la gente
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alimenticia, al menos legalmente, no podía comprarla. Al poco tiempo, conseguimos datos de algunos
intermediarios de Buenos Aires y Zárate, con los cuales hicimos arreglos de palabra. Así empezamos a
trabajar con dos comunidades wichi (Los Baldes y Misión el Chañar) sobre la recolección de goma
brea.
Muy pronto supimos en carne propia lo que es lidiar con estos intermediarios informales, como
les debe ocurrir tantas veces a las comunidades campesinas en su relación con el mercado:
• El compromiso de comprarnos cierto volumen mes a mes se fue evaporando luego de la primera
venta: la vieja técnica de que el productor produzca y acopie para luego, necesitado de vender,
negociar con él a un precio menor.
• La discusión, una vez enviado el producto, sobre la calidad del mismo (cantidad de insolubles,
humedad, etc.), también como una forma de negociar un menor precio.
• La disminución progresiva de los precios pagados (de $ 2.2 por kilo a $ 1.6) corno consecuencia de
menores precios pagados por los consumidores finales, al decir de los intermediarios.
Esta disminución en los precios trajo un gran malestar en las comunidades wichi (a quienes
trasladábamos las oscilaciones en el precio) porque, al no entender las reglas del sacrosanto mercado,
pensaban que el Proyecto (o alguno de sus técnicos) se quedaba con la diferencia.
Poco a poco nos fuimos dando cuenta que, efectivamente, la goma brea era un proyecto en sí
mismo y tuvimos que ponernos a trabajar sobre diversos aspectos.
El desarrollo de cada producto requiere atender múltiples aspectos
Actividades en torno a la goma brea
Producción de goma
En primer lugar, junto con los wichi hicimos un relevamiento de los breales que había en las
zonas que normalmente recorrían. Luego trabajamos sobre el marcado de árboles en edad de producir,
técnicas de corte, recolección y secado de goma brea.
También con el apoyo de algunos recolectores wichi, empezamos a relevar información sobre
productividad de goma brea.
Acopio y compra en campo
Al inicio, la compra de goma brea se hacía en forma individual: el extensionista pesaba la goma
que había recolectado cada familia wichi y el pago era en el momento. En un segundo momento, en
cada comunidad se organizaron para el acopio, eligiendo a uno de ellos para esa función. El Proyecto
adelantaba un pequeño fondo al acopiador que se ocupaba de pesar y pagar a cada recolector, y luego
de acopiar la goma y hacer la rendición al extensionista. Por esa labor, recibía $ 0.10 por kg. de goma.
Finalmente, cuando empezamos a trabajar con las comunidades wichi del Pilcomayo (en convenio con
la Asociación Lhaka Honhat), logramos fijar cupos por comunidad y no adelantar más fondo alguno: la
goma brea se paga al acopiador de cada comunidad al momento de la entrega.
Finalmente pudimos comprobar que las comunidades wichi están en condiciones de, cuando sea
necesario, producir volumen, que es otra de las exigencias del mercado: durante dos meses
consecutivos, produjeron más de una tonelada/mes.
Detrás del árbol, la gente
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Silvicultura
A pesar de la abundancia de breales en el país, no faltaron voces clamando por la explotación
de la goma brea que llevaría a su pronta extinción como especie.1
De todas maneras, especialmente con el objeto de recuperar áreas degradadas y de asegurar la
disponibilidad de breales cerca de los asentamientos wichi, hicimos algunos ensayos sobre producción
de breas en viveros, plantación de breales y regeneración natural.
Comercialización y apertura de nuevos mercados
La comercialización fue nuestro cuello de botella. Entre 1993 y 1996 sólo se hicieron algunas
ventas aisladas a intermediarios de Buenos Aires. En el segundo semestre de 1997, a partir de la
información brindada por un especialista en la materia, entramos en contacto con una empresa minera
que utiliza la goma en el proceso electrolítico para la separación de metales, empresa a la que antes
abastecían nuestros compradores-intermediarios. Sin embargo éste sigue siendo un mercado reducido
e inestable (hay muchos otros oferentes de goma brea, que compran a recolectores de otras
provincias).
Por ello, la estrategia en 1997 ha sido intentar destrabar la incorporación de la goma brea como
aditivo en el Código Alimentario Nacional, que nos abriría el inmenso mercado que hoy ocupa la goma
arábiga. En ese sentido, a pesar de que en varias zonas del país la goma brea es utilizada
tradicionalmente por sus habitantes (se la llama "el caramelo del pobre" por su carácter dulzón) y por
los animales (cabras), en Buenos Aires se insiste para que se hagan los estudios de toxicidad crónica,
ensayos costosos por cierto, para demostrar la inocuidad del producto (la goma ya pasó exitosamente
las pruebas de toxicidad aguda).
En ese esfuerzo, el Proyecto hizo un primer intento de reunir a algunos de los integrantes del
Comité del Código Alimentario (encargado de aprobar toda nueva sustancia), con los intermediarios y
algunos especialistas. Sin embargo, hoy por hoy, nadie está dispuesto a financiar los estudios faltantes
(cuyo costo se estima en US$ 200.000).
Por otro lado, también se está conduciendo una encuesta sobre los usos tradicionales de la
goma brea por distintas poblaciones y sus posibles consecuencias en el estado sanitario.
Procesamiento y aplicaciones tecnológicas de la goma brea
La goma arábiga se comercializa en "lágrimas" (como se la recolecta del árbol) y en polvo, luego
de un proceso de purificación, secado y molienda. El valor de la goma en polvo es más del doble de la
goma en lágrima.
A través de un convenio con el Instituto Nacional de Investigaciones Químicas (INIQUI) de la
Universidad Nacional de Salta, se logró un proceso muy sencillo para transformar en polvo la goma
brea, proceso que deberían poder hacer los propios wichi en su comunidad, con lo cual lograrían darle
mucho mayor valor a su producción. Sin embargo, por el momento, el proceso sólo se ha hecho en
laboratorio.
Para mostrar lo absurdo del planteo, basta recordar que si un árbol produce anualmente un promedio de 3.15 kgs. de
goma, para producir la cantidad de goma arábiga que hoy importa la Argentina (alrededor deUS$ 3 millones, es decir
estimativamente 1000 toneladas), se requieren 318.000 árboles en producción, lo que equivale a 318 hectáreas de
breales...
Estos datos también permiten inferir la importancia económica que tendría la goma brea para las poblaciones wichi. Cada
árbol de brea produce una renta anual de US$ 3, lo que equivale al precio que se paga en zona por un poste de quebracho
labrado. Ello en puros términos económicos, sin tomar en cuenta el esfuerzo y la energía que requiere talar y labrar un
quebracho en comparación a la simple recolección de la exudación de la brea, una variable muy importante en el caso de
poblaciones con grados de desnutrición tan severa como los wichi.
También en términos económicos, si consideramos que cada recolector puede perfectamente realizar los cortes y la
recolección de la goma de un mínimo de 400 árboles en forma permanente, podemos imaginar el impacto en términos de
ingreso y empleo que significaría la posibilidad de reemplazar la goma arábiga por goma brea, asegurando una renta
mensual de US$ 600 para familias que hoy no llegan a un ingreso mensual de $ 40.
1
Detrás del árbol, la gente
96
A través del mismo convenio, el INIQUI está investigando las aplicaciones de la goma brea en
diversos productos e industrias alimenticios.
Finalmente, desde otra cátedra de la UNSa, se están realizando ensayos sobre la importancia
nutricional de la goma brea para animales, como aditivo forrajero.
El paso más difícil es lograr pasar de una etapa donde la
institución de apoyo garantiza el desarrollo del producto y su
comercialización, a la etapa en la cual es asumido en forma
autónoma por los propios productores
Qué aprendimos
En primer lugar, que no existen los "especialistas" para conducir o iniciar programas tan
complejos como la comercialización de Productos Forestales No Madereros. Lo importante es que
tengan mucha iniciativa y creatividad, las cualidades de un buen extensionista y el sentido de lo
comercial.
En segundo lugar, no se puede promover los productos forestales (madereros o no madereros)
en general. Deben priorizarse uno o dos productos (a partir de su probable impacto económico,
ambiental y social para las comunidades con las cuales se trabaja y de las características del bosque
nativo en cuestión). El desarrollo de cada producto requiere atender múltiples aspectos, desde la
búsqueda de nichos de mercado, la organización de la producción, acopio y comercialización, la
presentación del producto (el packaging, cuando el producto lo requiere), los procesos tecnológicos
para el procesamiento del producto, aspectos impositivos y legales (en algunos casos también
bromatológicos) y todo aquello vinculado al manejo del recurso.
Tres son las condiciones esenciales para poder "competir" en el mercado: asegurar un producto
de calidad; asegurar volúmenes significativos y con cierta continuidad en el abastecimiento; una
estructura de costos que permita su comercialización en condiciones de no subsidio (por la
organización de apoyo).
Debemos tratar desde el principio de "operar" comercialmente en condiciones tales que
aseguremos la sostenibilidad de la experiencia. En términos de precios, significa dejar un margen
importante en el proceso de "intermediación" para absorber las fluctuaciones en los precios, las
pérdidas (en el transporte, por disminución de humedad, por descarte del producto que no reúne los
requisitos de calidad, etc.), y los costos de control de calidad, asistencia técnica y organización para el
acopio.
El paso más difícil es lograr pasar de una etapa donde la institución de apoyo garantiza el
desarrollo del producto y su comercialización, a la etapa en la cual es asumido en forma autónoma por
los propios productores. En el caso de la goma brea no se ha logrado ese paso por las características
del mercado para esta goma (en Buenos Aires, a 1800 kms de distancia de la zona de producción y
por ser un mercado difícil y restringido), y por la falta de tradición empresarial y de relación con el
mercado de las comunidades wichi.
En el rol de intermediario, el Proyecto no pudo romper con la imagen de "patrón" frente a las
comunidades wichi. Ello tiene efectos muy perjudiciales en la relación con las comunidades, en ésta y
otras actividades que uno promueve con ellos. Una forma de mitigar esta percepción es hacer que todo
el proceso de comercialización sea lo más transparente posible y, cuando se puede, promover un
espacio de encuentro directo entre productores y consumidores finales.
Detrás del árbol, la gente
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40. La caracterización económica y técnica de los
sistemas de producción campesinos del NOA
Miguel Díaz G., Jan Correa, Miriam Barbera
Hace un par de años, a raíz de una reunión de expertos en desarrollo rural y forestal organizada
por el Proyecto Agroforestal en Posta de Lozano, para aportar a la reforma del Régimen de Promoción
Forestal (RPF) de la Nación, visitamos Aguaray. Allí vimos las cosas que el Proyecto hacía con los
campesinos en sus fincas. Todas interesantes y actuales.
Al recorrer los predios surgió la pregunta acerca de qué tanto tenían que ver con los objetivos,
metas y necesidades sentidas de los productores; ¿cómo se relacionaban las prácticas agroforestales
con los ingresos, con la calidad de vida y la sostenibilidad de los productores?; ¿cuánto sabíamos de la
estructura, función y estrangulamientos de los sistemas de producción locales y el lugar de lo
agroforestal en ellos?
Al igual que muchos otros proyectos que Miguel había visitado en Chile y en otras latitudes, aquí
los técnicos y extensionistas estaban muy ocupados haciendo cosas como para detenerse a reflexionar
sobre la pertinencia y el sentido de las intervenciones. Así fue que el Proyecto le pidió a Miguel que le
ayudase al desarrollo de una metodología de caracterización y evaluación económica que sirviese para
enseñar a buscar respuestas y no a dar las respuestas. Una metodología posible de ser aplicada a
cada uno de los predios, con las condiciones de un extensionista de terreno, sin un gran equipamiento,
algo sencillo pero útil. Algo para no expertos. Una capacidad que quedara instalada localmente. ¿Cómo
se puede pensar en la sostenibilidad sino se instalan capacidades localmente?
Así es como se inició este trabajo. En un primer Taller en Salta diseñamos un formulario de
encuesta para caracterización de sistemas que fuera aplicable a la diversidad de productores de la
Puna, las Yungas, el Chaco y las zonas de Transición. Luego el equipo local lo validó con un productor
por zona. Lo reformulamos y después lo aplicamos a un número variable de productores por cada
zona. En total 36.
En Chile a Miguel le había tocado desarrollar este enfoque de trabajo por casi 10 años, en el
GIA, junto a varios investigadores (Julio Berdegué de RIMISP entre otros). Entre taller y taller fue
entregando los elementos teóricos de los sistemas de producción campesinos y algunas técnicas de
análisis. Pero lo más importante es que en el grupo fuimos definiendo las variables más explicativas de
la condición económica, social y técnica de los sistemas de cada zona del NOA. Fuimos además
procesando la información que se obtenía de las encuestas, del croquis predial y de los diálogos con
los productores.
Nos fuimos capacitando y produciendo una valiosa información. En el camino fuimos también
analizando cuan cerca estaban las intervenciones del proyecto de los «estrangulamientos» del sistema
y de los objetivos de los productores. Fuimos delineando a su vez las políticas de apoyo y de investigación más pertinentes para el desarrollo de los sistemas y las zonas campesinas analizadas.
¿Cómo se relacionaban
las prácticas
agroforestales con los
ingresos, con la calidad
de vida y la
sostenibilidad de los
productores?
También analizando cuán
cerca estaban las
intervenciones del
proyecto de los del
sistema y de los objetivos
de los productores
Detrás del árbol, la gente
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Qué aprendimos
Aprendimos que conocer sobre objetivos, metas y estrangulamientos de los sistemas de
producción de los productores de una zona es clave para desarrollar una buena estrategia de
intervención para el desarrollo. Si no se conoce se puede estar eternamente «orillando».
Aprendimos que es más barato dedicar un poquito de tiempo (solo un poco entre la vorágine),
para ser más efectivos y claros en el trabajo. Pero para ello se necesita saber como, el "knowhow» que
le dicen.
Aprendimos que el sistema de producción es una gran caja con cajitas más pequeñas en su
interior: los subsistemas, los rubros, y que todo tiene sentido si es acorde con los objetivos del
productor.
Aprendimos que las intervenciones agroforestales u de otra naturaleza tienen más sentido
mientras más cerca estén de los objetivos del productor.
Aprendimos que en la sincronía del sistema de producción (es decir como se maneja el tiempo en él)
podemos hacer intervenciones que tienen que ver con el ahora, otras con el mañana y otras con el futuro.
Aprendimos que en muchas áreas del sistema de producción tenemos solo conocimientos precarios y
que si queremos ser más efectivos debemos conocer más sobre estas cajas negras.
Medimos el grado de pobreza de los productores (son muy pobres US$ 2500 a 3000 al año por familia).
Sabemos como son sus estrategias de supervivencia: el salario extrapredial es clave. Ahora sabemos que la
mujer es más importante de lo que inicialmente se pensaba, entre otras cosas.
Aprendimos también que ahora podemos replicar, como analizar económicamente estos sistemas entre
muchos otros técnicos y extensionistas.
NOTA: Estrangulamiento a los sistemas hace referencia a las restricciones que impiden que un rubro, subsistema,
y/o microregión exprese su máximo potencial productivo y económico.
Aprendimos que en la sincronía del
sistema de producción (es decir como
se maneja el tiempo en él)podemos
hacer intervenciones que tienen que
ver con el ahora, otras con el mañana
y otras con el futuro
Detrás del árbol, la gente
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Capítulo 5
Entre el Proyecto y la gente:
la capacitación y la educación
Detrás del árbol, la gente
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41. Hablemos de la gente...
El hombre del camino a Formosa
Alfredo Pais
Una mañana de setiembre de 1994, partimos con Sergio rumbo a la ciudad de
Formosa, invitados por la Facultad de Ciencias Forestales a dictar un curso de extensión. El viaje era
largo; cuando estábamos a la altura de Saénz Peña, en la provincia del Chaco, ya habíamos
conversado de todo un poco; parece que los dos consideramos oportuno guardar un poco de silencio.
Sin embargo pensé que venía bien subir al hombre que nos estaba haciendo dedo al costado de la
ruta.
El señor era un hombre joven, nos contó que se dirigía a Corrientes respondiendo a una citación
de la justicia. Parece que, hace algún tiempo, había tenido una discusión fuerte con otro muchacho de
la zona. La cosa venía de hace tiempo y él no quería enfrentarse, pero este hombre lo perseguía y
acosaba. ¿Cuáles eran los motivos? No recuerdo bien, pero parece que se mezclaban problemas de
mujeres con disputas de liderazgo de pueblo. La cosa terminó mal; al salir de un picadito de fútbol el
perseguidor provocó a nuestro compañero de viaje y, luego de una corta pelea, nos cuenta que ambos
sacaron sus cuchillos y el provocador cayo herido de muerte. A partir de ahí siguió una historia de
policías y abogados.
También nos contó que él siempre trabajó desde pequeño en el monte, volteando árboles,
haciendo de peón en las chacras, de albañil. Ahora estaba sin trabajo, pero seguía esperanzado en
encontrar algo para sobrevivir. Su mayor preocupación eran sus hijos. En un momento dijo que si tenía
que robar para que sus hijos coman, llegado el momento lo haría.
Mientras nuestro particular acompañante continuaba su relato yo lo observaba por el espejo
retrovisor; me llamaba la atención la facilidad que tenía para contar su historia; le ponía mucha pasión y
a pesar de lo difícil de su situación se mostraba con cierta tranquilidad y seguro de sí mismo. El no se
sentía un asesino, las circunstancias de una vida dura lo llevaron a este callejón sin salida e iba a
pelear para demostrar su inocencia.
Cuando bajó en Resistencia nos saludó con gran afecto; los kilómetros restantes hasta Formosa
sirvieron para comentar con Sergio la historia tan particular de nuestro nuevo amigo.
Al otro día comenzaba el curso de extensión, los participantes eran unas 30 personas entre
docentes y alumnos de la carrera de Ingeniería Forestal; estaban a la expectativa, me observaban con
sus caras llenas de interrogantes y expectativas, inquietos por empezar a conocer de qué se trataba
esto de la extensión. Empecé con una técnica de presentación y ahí nos dimos cuenta que íbamos a
trabajar con gente que conocía poco y nada del desarrollo.
Si bien tenía planificado otra actividad, no sé por qué se me presentó en la cabeza la historia del
joven Chaqueño y con lujo de detalles se la conté a los participantes del curso. Me di cuenta que el
relato los cautivaba tanto como a mí me había ocurrido en el viaje. En la medida que avanzaba en el
relato me fui emocionando, mi discurso era ahora encendido y llegué al final del relato con los ojos
húmedos y la voz quebrada.
Detrás del árbol, la gente
101
Luego, un poco más tranquilo, les dije que esta historia seguramente con algunas variantes es la
de miles de campesinos jóvenes de nuestra región. Que la gente de la cual vamos a hablar en estos
días tiene estos problemas cotidianos: la pobreza, la búsqueda incesante de trabajo, la violencia que se
desata inexplicablemente, la carga permanente de culpabilidad ante la policía y los abogados. Les
quise conmover con una historia tal como me la habían contado; parece que lo logré porque ellos
también estaban emocionados. Ahora sí estábamos en condiciones de empezar a trabajar con un
grupo motivado a desentrañar como eran los campesinos del Chaco formoseño, conocer sus
problemas y cuál era el rol de los extensionistas en este trabajo con gente.
Qué aprendimos
La importancia de hablar con alguien del lugar previo a trabajar en un taller en que se va a
hablar justamente del problema de esa gente
La enorme motivación que produce en el ambiente universitario el relato detallado de la vida de
una persona que está en relación al ambiente que se estudia y trabaja.
Esta pequeña historia de vida me sirvió durante todo el curso para volver a la referencia: tenía
tantos ingredientes y reflejaba tan bien la vida del hombre del campo que me facilitaba muchas
explicaciones.
El trabajo de enseñanza - aprendizaje se da mucho en la esfera de lo emocional; esta historia
me había conmovido y eso me permitió tener la fuerza suficiente para reflejar a los participantes la
importancia de intentar resolver los problemas de injusticia e iniquidad que encontramos en el campo
de aquella región.
El relato de la historia permitió de entrada lograr un ambiente de intimidad y de ruptura de
prejuicios. Ahora la gente había roto la postura típica del cursante formal para disponerse a
intercambiar experiencias muy personales sobre el trabajo con gente.
El trabajo de enseñanza
- aprendizaje se da
mucho en la esfera de lo
emocional
El relato permitió de entrada lograr un
ambiente de intimidad y de ruptura de
prejuicios. Ahora la gente había roto la
postura típica del cursante formal para
disponerse a intercambiar experiencias
muy personales sobre el trabajo con gente
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42. Aprendizajes en capacitación
Sergio Reyes
Estuve revisando mis cuadernos de notas, informes, etc. Me sorprendió ver el amarillado que
van tomando las hojas; sin embargo allí estaban los momentos, capacitaciones, talleres, encuentros,
giras de campesinos, reuniones de planificación, esbozo de proyectos, dibujos, líneas y garabatos...
¡por suerte!
1995, junio. Tres días de capacitación en Yavi, puna de Jujuy (altiplano). Cada mañana el
invierno dejaba hasta casi el medio día su cristal de hielo en la acequia, lugar donde haríamos las
prácticas en la mañana del segundo día.
Asistieron promotores y campesinos de 18 comunidades, todas con proyectitos en ejecución,
situaciones parecidas y otras no tan o para nada parecidas.
Los técnicos partícipes de esta capacitación éramos cinco. Nos proponíamos dar a conocer
técnicas de propagación de plantas, algunos aspectos de promoción a fin de mejorar el trabajo de los
campesinos y promotores en terreno; enseñar a utilizar la unidad de aprendizaje (herramienta clave en
una capacitación a fin de determinar objetivos, recursos, responsables, etc.); armar la planificación de
actividades para la próxima primavera que se aproximaba.
Para ello habíamos previsto técnicas de presentación, diagnósticos generales respecto al tipo de
proyecto, fecha de inicio, actividades realizadas a la fecha y a realizar próximamente, número de
personas que participan del proyecto, producciones, formas de organización para realizar los trabajos
en los proyectos, (¡uf!¡permítanme respirar un momento!). Estaba previsto realizar en una mañana
prácticas de almácigos, preparación de sustratos, estacas, manejo y ratificación de plantines y mostrar
un invernadero adecuado para la puna.
¿La metodología a trabajar? Por supuesto participativa: trabajos grupales, plenarios, reflexión,
priorización de problemas y soluciones…
Hicimos todo. Sólo nos faltó tiempo para enseñar la unidad de aprendizaje.
Saber desde dónde se
mira, desde dónde se
está parado, desde
donde se actúa como
técnicos, y lograr
explicitarlo
Qué aprendimos
A pesar de dedicarme a reflexionar respecto a las formas más adecuadas para encarar las
capacitaciones, intentando garantizar sobre todo un verdadero aprehender, una verdadera
capitalización de los temas, tuvieron que pasar muchas capacitaciones para entender algunas cosas
como:
•
Así como en las capacitaciones los técnicos decimos y decimos cosas, los campesinos también
nos las dicen, sea en el mismo momento de la capacitación, o con el tiempo en terreno.
•
Apuntar a objetivos que permitan a la gente conocer la realidad en la que se actúa, diagnosticarla,
reflexionarla, en presente, pasado y futuro, es decir entendida como un proceso.
•
Entender la importancia de trabajar la realidad con la gente. Esa realidad en la que se
desenvuelven o no. Y esto hay que trabajarlo con todos los integrantes de las comunidades, con
los ancianos, jóvenes, niños, mujeres.
Detrás del árbol, la gente
103
•
Saber desde dónde se mira, desde dónde se está parado, desde donde se actúa como técnicos, y
lograr explicitarlo.
•
Canalizar de la mejor manera la voluntad, inquietudes, motivaciones, los consensos y decisiones
de las asambleas.
No creo en la capacitación aislada del proceso organizativo; se debe coordinar con las
organizaciones de base, con el grupo o con las familias de trabajo, para elegir en un marco concreto
las instancias y los temas de capacitación que potencien las habilidades de los distintos integrantes de
las comunidades, los que, en el contexto en que se mueven, probablemente encuentren diferentes
márgenes para desplegar todas sus potencialidades.
Para ello el equipo debe intentar buscar verdaderos espacios o canales que permitan bajar a las
comunidades pero, ¡ojo!, no hacer de éstos los pilares de la difusión de una propuesta.
En síntesis creo que aprendí que la capacitación es la posibilidad que nos brindamos,
campesinos y técnicos, de comparar, contrastar. No sólo interesa poner prácticas, probarlas, armar la
mejor colección, etc. Interesa el proceso por el cual se decidió incorporar estas prácticas, medirlas,
tocarlas, olerlas y, porqué no, saborearlas en términos materiales y emocionales; en todo caso buscar
el placer de apreciar las diferencias.
La capacitación debe surgir como una invitación a jugar
La capacitación es la
posibilidad que nos
brindamos, campesinos y
técnicos, de comparar,
contrastar
Detrás del árbol, la gente
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43. Erase una vez el
Programa de Educación
Forestal (PEF)
Corría abril de 1992 y el Proyecto de Desarrollo Agroforestal en Comunidades Rurales del
Noroeste argentino había iniciado recientemente sus actividades. La idea de incorporar el
componente «educación» resulta atrapante, incuestionable, necesaria, ¿viable?
Había que ponerle nombre y formar un equipo de coordinación para esto que se gestaba: se
llamó Programa de Educación Forestal (PEF). Al nombre lo intentamos cambiar una vez en 1995, por
algo que lo identificara más con experiencias educativas diferentes, asociadas a la propuesta
agroforestal. En vano. En cambio, el equipo de coordinación ¡cambio tantas veces! ¿Por qué? Porque
las designaciones de sus integrantes siempre dependían de las autoridades del gobierno escolar.
Esta discontinuidad acompañó siempre a la trayectoria del equipo coordinador, que se renovó
parcialmente todos los años hasta diciembre de 1995, fecha en que ya no se renovó más, ni reanudó
su labor; directamente desapareció...
El paso corto y ligero no sólo caracterizó a los conductores. A los maestros también los
cambiaban casi todos los años en las escuelas.
Igual destino corrieron los mensajes que se daban desde la propuesta: Los primeros años se
puso énfasis en la preparación técnica de los docentes y se inició la reflexión acerca de los aspectos
relacionales docente-alumnos. Esto se complementó con una estrategia que mostraba al Proyecto en
general y al PEF en particular como una alternativa innovadora y diferente que permitía a las
escuelas reposicionarse tanto a los ojos de la comunidad como a los del sistema educativo al cual
pertenecen.
Esto generó gran demanda de las escuelas de las cuatro zonas incluidas en el PEF: Chaco,
Valles. Puna y Selva de Transición.
Más rápido que los arbolitos, creció el número de escuelas... entonces el PEF tuvo que tomar
distancia para ver mejor la relación entre la cantidad y la calidad.
Desde el marco legal, en 1993 se aprobó la Ley Federal de Educación con un mensaje
eminentemente transformador como denominador común. En este escenario se vio además que
todavía había mucho por hacer: acciones y cuestiones a repensar, otras a concluir, y otras nuevas
por empezar. Así el PEF se abocó a generar espacios de reflexión, entre los integrantes del equipo
en sede y con los docentes, en la búsqueda de criterios para seleccionar las líneas de acción y acotar
el grupo meta.
Durante 1995, se trabajó con los docentes en capacitación para realizar una propuesta de
contenidos (curricular) que tenga en cuenta los problemas e intereses propios de cada comunidad.
También se intentaron alcanzar acuerdos interinstitucionales para afianzar la propuesta de trabajo.
No alcanzaron seis meses de trabajo para consolidar estos propósitos, sólo se iniciaron. Los
funcionarios políticos de turno no se apropiaron la necesidad de destinar personal de su dependencia
para este Programa. El PEF llegaba a su fin en diciembre de 1995,
Detrás del árbol, la gente
105
44. Seclantás:
tiempos, impactos y visibilidad en Educación
Adriana Malvicino de Márquez
Un día, en setiembre de 1997, dos años después de que terminara el PEF, mientras tramitaba
asuntos administrativos de mi escuela primaria en el Ministerio de Educación de la Provincia de Salta,
funcionarios gubernamentales me comentaron entre los pasillos, que la Escuela de Seclantás continúa
trabajando con sus propuestas de huerta e invernadero.
Tiene muy lindas actividades áulicas y hoy no precisan asesoramiento técnico para fortalecer
esa área ni tampoco explicarles lo que implica llevar ese trabajo al aula. Se acercaron a las autoridades
a los fines de solicitar financiamiento, para darle continuidad a lo que iniciaron con el Proyecto
Agroforestal, y no lo obtuvieron. De todos modos continúan trabajando en la propuesta. Y no es el
único caso.
Qué aprendimos
El Proyecto siempre demandaba al PEF poder ver resultados en términos de calidad desde la
eficiencia y la eficacia. Sosteníamos que el PEF no era un programa que permitiera visualizar los
resultados esperados y que sólo reproducía en las escuelas una actividad iniciada con el campesino.
Nunca logramos encontrar los puntos en común a fin de explicitar claramente que en educación
los resultados no son inmediatos, sino que se los puede apreciar a largo plazo. No pudimos ser claras
al manifestar que la educación es un proceso que involucra personas; que se obtiene un bien que es
servicio; que como todo servicio depende casi necesariamente de algo o alguien para su existencia; y
que es bastante difícil permitirse el lujo de apreciar resultados inmediatos (una tecnología gestional).
La inmediatez del impacto fue algo que siempre se demandó y no podía palparse. Pero en
alguna medida hoy podemos decir que, en esta ocasión y en muchas otras, la propuesta de
maduración del PEF dio sus frutos desde los plazos esperados. Así siempre los pensamos y
planteamos quienes éramos responsables directas del programa, fruto de nuestro desempeño en el
sistema educativo.
Una gran satisfacción nos produce el saber que, aún sin nosotras, las instituciones continúan
trabajando en la propuesta que les acercamos.
Tanto la sostenibilidad como la paciencia se construyen cooperativamente.
En educación, ¿sólo son válidos los indicadores cuantificables? Es necesario incluir la
interpretación de indicadores cualitativos.
En educación los
resultados no son
inmediatos, sino que se
los puede apreciar a largo
plazo
Detrás del árbol, la gente
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45. Inticancha: ¿para qué cuidar tanto el invernadero?
Adriana Malvicino de Márquez
Ese día de setiembre de 1995, después de recorrer muchas otras escuelas de la zona, llegamos
a Inticancha. Como todas las escuelas de campo, ésta se destaca del resto de las construcciones del
caserío. Los maestros nos muestran las comodidades e incomodidades con las que cuentan, las
instalaciones y sus producciones.
A esa hora ya no estaban los chicos, habían vuelto a sus hogares; estaban solamente 2 ó 3
personas de la comunidad tratando de culminar la construcción del invernadero andino, empezada
hacía bastante tiempo; atrasada porque la disponibilidad del tiempo de los colaboradores se ajusta a
los tiempos que les demanda el trabajo que les sirve de sustento.
De fuera el invernadero luce imponente y los que lo construyen ultiman detalles. Tanto lo que se
produce dentro como su aspecto exterior (de construcción sólida) demuestran que los fondos provistos
desde el Proyecto Agroforestal, a través del PEF, han sido bien invertidos.
El docente comenta que la función de los niños en el mismo era de regar y cuidar los cultivos.
¿Y qué pasaba en el aula?
Sí, se trabaja con el invernadero durante las clases, comentó el docente. Los niños para
Matemáticas calcularon las distancias que debían existir entre los surcos. Además ya compramos con
el dinero del Proyecto el juego de laboratorio químico para trabajar con las producciones del
invernadero.
¿Cómo?
No, todavía no planificamos. No tenemos tiempo. Trabajar en el invernadero es ahora tarea de
unos pocos, porque los padres casi ya no colaboran, sólo somos dos los que estamos aquí en la
escuela.
Qué aprendimos
Los docentes se apropian de las propuestas que devienen de los técnicos, demostrando como
en este caso la eficiencia de producción desde el invernadero. La capacitación técnica tuvo recepción
inmediata y transferible.
Para lograr que el niño se apropie de sus aprendizajes, debe participar activamente de él,
involucrándose. ¿Sólo regando y cuidando la producción lo logrará? Difícilmente.
La escuela abierta a la comunidad se cierra con el solo hecho de creer que la participación pasa
por el servicio material que deben prestar los padres.
No todos los docentes se apropian de los mensajes de la misma forma. El docente necesitaba
un apoyo y acompañamiento a los fines de realizar transferencias al aula. En las innovaciones lo
esporádico no es conveniente si se busca el afianzamiento o la solidez en la misma.
No basta estar convencido de la claridad en la transmisión de los mensajes, hay que saber
someterlos a pruebas para certificarlos. Los mensajes no son unidireccionales, responden a múltiples
decodificaciones.
¿Cómo revertir la práctica docente a corto plazo?
La escuela abierta a la
comunidad se cierra
con el solo hecho de
creer que la
participación pasa por
el servicio material que
deben prestar los
padres
Los mensajes no son
unidireccionales,
responden a múltiples
decodificaciones
Detrás del árbol, la gente
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46. Yacuy: un libro de lectura diferente
Adriana López Figueroa
El PEF incluía entre sus acciones la capacitación docente en servicio desde las diferentes áreas
del conocimiento que son objeto de enseñanza en la Enseñanza General Básica (EGB)
De allí que llevó personas idóneas en las diferentes áreas para capacitar, atendiendo a la
realidad de los docentes de las escuelas pertenecientes al programa.
Así, en una oportunidad, fueron dos especialistas del área Lengua para trabajar alfabetización
desde el bilingüismo y la Lic. Adriana Malvicino de Márquez (responsable del PEF) capacitó en el
abordaje de las ciencias sociales.
En la escuela de Yacuy (Selva de Transición) hay una docente -monja llamada María Luisa que
trabajaba en ese momento con alumnos de 69 grado (1995).
Cuando las escuelas presentaban sus propuestas, fue una grata sorpresa el saber que la
acercada por la escuela de Yacuy era realizar un libro de lectura, donde se refleje la cultura aborigen
del lugar.
¡Qué bellos trabajos habían realizado los alumnos!
Cada página del folleto había sido fruto de un intense trabajo. Los niños recurrieron a sus
abuelos para que éstos les contaran sobre las costumbres que consideraban importantes de explicar.
Cada alumno llevó los testimonies al aula e incluso algún abuelo; entre todos decidieron cómo, en
pequeños textos, expresar lo que les contaron y ellos vivían.
Por ejemplo, una de las páginas, mostraba la imagen de la gente mayor de la comunidad
aborigen sentada en círculo alrededor de una fogata; destacaba la figura del miembro de mayor edad,
sin un lugar determinado pero sí destacado. El texto que acompañaba la imagen hablaba acerca de
cómo se definían las cuestiones importantes o trascendentes para la comunidad en general.
Lo importante era ver la sencillez del lenguaje al expresar la idea y esas imágenes que, lejos de
ilustrar o acompañar, reforzaban lo escrito con lecturas semánticas.
Desgraciadamente, sólo lograron imprimir un folleto a modo de presentación. No pudimos
continuar la propuesta: el PEF había dejado de existir.
Los niños
La escuela abierta a
La participación y el
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recurrieron a
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lo escrito
Qué aprendimos:
La intervención de la comunidad en los procesos de aprendizaje es significativa en la medida
que estos procesos resulten relevantes para ella...
La escuela abierta a la participación genera el compromiso si se trata de alcanzar producciones
concretas y útiles para la comunidad toda.
Se propicia un aprendizaje compartido entre los miembros de la comunidad educativa al
otorgarles un espacio a la generación adulta en los procesos educativos.
La participación y el compromiso de los niños se logran cuando éstos pueden otorgar significado
(sentido, utilidad, funcionalidad) a los contenidos escolares a partir del reconocimiento de su
cotidianeidad.
La producción para el libro trabajó con actividades escolares importantes, de alto contenido
pedagógico y de alto impacto.
Detrás del árbol, la gente
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47. Los Blancos: compromisos para un espacio verde
Adriana Malvicino de Márquez
La escuela de Los Blancos está cerca a Morillo, en el Chaco Seco salteño.
Era la única escuela que trabajaba con el proyecto en esa zona.
Cuando la visitamos se encontraba en la etapa de «concientización ambiental», a los fines de
lograr el compromiso de la comunidad en la propuesta de forestación del lugar.
En esta etapa los niños habían llevado a sus hogares una tarjeta de invitación y compromiso a
sus padres. La misma consistía en insistir en la importancia del árbol, debido a que en el lugar había un
fuerte proceso de degradación; también incluía una pequeña acta -compromiso para que se
inscribieran a fin de determinar cuál sería su rol en la propuesta y en qué tiempos lo efectuarían.
Esta tarjeta nació debido a dos factores considerados determinantes para darle continuidad al
proyecto. El primero era que los padres de los niños trabajan casi todo el día y era muy difícil poder
reunirlos a todos en la institución. El segundo se sustentaba en que la mayoría de los docentes de las
instituciones no pertenecen a la zona por lo que, durante el receso, el acompañamiento de quienes
gestaron la propuesta sería nulo.
Entre los compromisos no sólo estaban los de las familias organizadas por cuadras, sino que,
además, las instituciones del lugar (iglesia, despensas) se harían cargo de espacios que no cuentan
con viviendas a su alrededor (entrada y salida del poblado, predio para lugar de recreación, etc.)
De pronto nos manifestaron: Como es muy poco el tiempo que tenemos para estar con ustedes,
decidimos visitar la Escuela Agrotécnica de Morillo y solicitarle acompañamiento técnico y venta de los
productos que necesitábamos.
Qué aprendimos
Cuando las alternativas responden a las expectativas de la comunidad, ésta actúa
comprometida responsablemente.
El fin de la educación tiene por bien la formación del individuo, y éste es compartido cuando
trabaja con propuestas abiertas a la comunidad.
Las propuestas se gestan y sostienen desde el acompañamiento comprometido de todos
cuando las mismas son fuente de decisiones compartidas.
La comunidad se inserta en la actividad escolar cuando su función no es sólo la de otorgarle un
servicio, sino que ella misma obtiene beneficios o ve frutos.
La organización interinstitucional es posible si los intereses son comunes.
La ausencia o presencia del ente financiador no determina la continuidad de la propuesta,
cuando la misma no fue impuesta.
Detrás del árbol, la gente
109
48. Suripujio: la importancia de registrar las experiencias
Adriana López Figueroa
Durante las jornadas de capacitación siempre proveímos a las escuelas de
material bibliográfico de lectura. Esta bibliografía no sólo acompañaba los contenidos de la
capacitación, sino además atendía la demanda de diferentes áreas requeridas por las escuelas
involucradas.
Entre los materiales entregados circulaban lecturas básicas de producción de medios de
comunicación (historietas, radio, videos, etc.). Como este tipo de lecturas nunca fue objeto de nuestra
capacitación, conservaban un estilo del tipo manual de instrucciones. Sin embargo no sabíamos cual
era la utilidad que se le otorgaba.
En setiembre de 1995, en nuestra recorrida por la zona (no más de 3 por año, en función de la
cantidad de personas del PEF y las distancias), visitamos la escuela de Suripujio (en la Puna jujeña) y
llegamos a la hora de almorzar.
No recuerdo cuál fue el menú, pero si recuerdo que los niños nos hicieron saber que las
verduras utilizadas eran de su huerta.
Después de almorzar salimos a recorrer la extraordinaria huerta. Desde lo técnico muy bien
cuidada y lograda, ya que la producción alcanzada era la esperada y de muy buena calidad. La huerta
estaba construida con una sólida estructura edilicia y entre todos la conservaban.
Pero... desde lo educativo, ¿qué pasaba?
¡Qué gratificante! Los niños y docentes nos mostraron:
•
Pegados en las paredes de las aulas del Io ciclo: los pictogramas (método natural italiano de lectoescritura). No eran los pictogramas convencionales del método. Se habían ensenado algunas
palabras bases con los nombres de las verduras producidas en la huerta.
•
Todos habían participado en una charla sobre la importancia de la producción y sus beneficios; la
charla había sido filmada.
•
Realizaron una obra de teatro a partir de lo charlado, también estaba filmada.
•
Los docentes estaban leyendo acerca de la compaginación del video a los fines de producir un
video educativo con lo que ellos registraron. Lo que tenían formaría parte del historial de la
escuela.
Qué aprendimos
La sustentabilidad es posible de lograr si uno se apropia de la propuesta y trabaja
cooperativamente en ella.
Ellos manejaron los tiempos y los espacios que el PEF podía otorgarles y los aprovecharon muy
bien.
Es posible unir lo técnico con lo educativo, aunque esto demande mayores tiempos de
producción.
El compromiso es responsabilidad de todos.
Es muy importante registrar aquello que para nosotros es innovador.
Detrás del árbol, la gente
110
49. Capacitación docente en Aguaray:
mi prueba de fuego con el juego
Adriana López Figueroa
Mi incorporación al proyecto tenía como misión enseñar a los docentes involucrados en el
programa PEF a diseñar proyectos escolares ambientales para que sean presentados, aprobados y
financiados.
Recuerdo que fue mi primera experiencia de capacitación a colegas: si bien pertenecían a otra
localidad de la provincia, eran profesionales que trabajaban en el nivel educativo del cual yo provenía.
Ese día llegué a Aguaray a las 6.00 horas. Nunca había estado allí. Nos fue a buscar Sandro (el
extensionista), nos presentamos. Nunca nos habíamos visto. Yo iba acompañada con un profesor del
área de las Ciencias Naturales, muy conocido en la provincia, y con el cual había tenido la oportunidad
de realizar, como participante, cursos de capacitación. Era algo fantástico como él planteaba la
dinámica durante las jornadas de trabajo.
Durante la mañana asistí a la primera sesión, a cargo del docente invitado. Allí veía cómo todos
reían y participaban activamente. Era el clima perfecto para producir: un día sábado de descanso
dedicado al trabajo y sin beneficios económicos.
No fueron nervios lo que sentí al darme cuenta que me tocaba mantener el clima de trabajo
durante la tarde. Fue mucho más: ¡Debía trabajar de las 14.00 a las 18,00; hacía un calor terrible; los
docentes estaban desde las 8,00, permanecerían allí para almorzar y continuarían trabajando conmigo!
Creo que Sandro percibió el pánico que sentía y estuvo apoyándome desde el principio.
Mi propuesta utilizaba como estrategia la actividad lúdica, pero con el fin de llevarlos a
reflexionar, seleccionar, producir, pensar. No sólo iban a jugar y explorar sus conocimientos previos
sino que debían manifestar y llegar a elaborar un proyecto que sería evaluado por ellos mismos.
¿Cómo sostener el clima generado si nuestras personalidades (la del docente de Ciencias y la
mía) eran diferentes? Yo creía en la posibilidad de producir en el juego, sino no la hubiera elegido
como estrategia, pero consideraba fundamental permitir los espacios para evaluar las mismas. No
sabía si los participantes estaban acostumbrados a ello. Pero ¡debía hacerlo! Mi formación profesional
me lo exigía, mi objetivo de trabajo era ése ya que la historia escolar nos habla de un docente
poseedor del conocimiento y como tal difícilmente susceptible de errores o falencias en su formación.
¿Qué han entonces para marcar esos inconvenientes?
Aun hoy no recuerdo cómo inicié la jornada. Lo que sí sé es que terminaron el trabajo tal como lo
había imaginado: en los proyectos que elaboraron, teníamos que reajustar muchas cosas, obvias para
quien conoce la realidad. Diseñé unas tarjetas que les permitieran evaluar sus propuestas y, en el
momento de la lectura de los análisis, se generó un clima menos distendido de intercambio.
Cuando finalice la jornada alguien me dijo: «¿Sabe, profesora? Los docentes no estamos
acostumbrados a ser evaluados, reaccionamos peor que los niños, porque por lo menos ellos la
efectúan y reniegan pero nosotros nos negamos a ella. Hoy aprendimos algo importante: que no todo
lo que uno hace es perfecto, sino perfectible.»
¿Sabe, profesora? Los docentes no estamos
acostumbrados a ser evaluados. Y reaccionamos
peor que los niños
Detrás del árbol, la gente
111
¡Cuál fue mi alegría, con el tiempo claro, de saber que nuestro trabajo de capacitación sobre
proyectos había permitido a las escuelas de las diferentes zonas del proyecto ganar otro tipo de
concursos útiles para la institución! A modo de ejemplo menciono el Plan Social Educativo: la escuela
de Sansana Sur, en la Puna, ganó el equipamiento para la sala de proyecciones, la que se utiliza como
sala que nuclea a la comunidad educativa en reuniones formativas - informativas para analizar
problemáticas ambientales.
Qué aprendimos
Como corolario diré que al retornar a la ciudad de Salta estaba casi afónica, y el médico me
diagnosticó que era fruto de un estado nervioso, que no era biológico.
No salí totalmente conforme con lo que había obtenido. Como formadora de formadores, me
había dado cuenta que muchos espacios se estaban perdiendo desde la formación. Esos espacios,
destinados a la confrontación desde la reflexión y el análisis, en realidad no lo eran tanto. Las
apreciaciones se dejaban de lado; sólo se rescataban en la medida que tocaran el contenido
específico, el tema de abordaje de la clase del día. ¿Será por cuestiones de tiempos y presupuesto?
Comprendí que la preocupación por el contenido en sí mismo me había llevado a priorizar, como
criterios de evaluación de mis alumnos, la apropiación del contenido. "Apropiación" entendida como el
dominio del lenguaje técnico con el que se manifestaban las relaciones y conclusiones.
Pero, ¿"apropiarse" podía reducirse a encontrar sinónimos académicos para lo mismo? ¿Hasta
qué punto podía estar convencida que bastara con reemplazar la palabra "producción" por "elaboración
personal"?
Me di cuenta que si bien era importante buscar un mejor manejo del lenguaje, la explicación
tenía que sustentarse en lo teórico y en lo práctico, y este enriquecimiento mutuo demandaba mayores
tiempos, por ejemplo para salir, estar en el medio, entenderlo, interpretarlo, por lo tanto buscar
información; por ejemplo para la auto – evaluación y la evaluación compartida. ¡No servía propiciar una
perfecta teoría desde el escritorio!
Esta experiencia, una prueba de fuego para mí, me ayudó a revisar y concretar muchas
reflexiones anteriores: no quedarme con la sola literatura; aprovechar, en mi labor de formación de
docentes, mi propio ejercicio docente; generar espacios para conocer la realidad, el contexto laboral y
social en que mis alumnos habrán de trabajar luego.
Ese día, los docentes realizaron un ejercicio al cual siempre se negaban (la evaluación
compartida). Pero, con mis alumnos del Terciario, yo formadora no creaba espacios para generar este
tipo de propuestas. Claro, revalorizaba el contenido en sí mismo: había que completar los programas.
Sin embargo, ¿basta con que tengan capacidad teórica?
Los preconceptos nos
acompañan, es sólo cuestión
de no dejar que ocupen
lugares importantes
La teoría complementaba y
fundamentaba la acción. Jugaron,
hicieron, produjeron
Hoy, otra es la historia.
•
El trabajo en terreno es mucho más útil que la sola propuesta bibliográfica.
•
Cada nueva instancia de trabajo es un desafío digno de ser vivido con intensidad.
•
Las teorías no son válidas si uno no las valida.
•
Los preconceptos nos acompañan, es sólo cuestión de no dejar que ocupen lugares importantes.
Detrás del árbol, la gente
112
•
Lejos de ser el texto la panacea, la experiencia es imprescindible.
•
El conocimiento del que uno se apropia es fácilmente transferible.
•
Todos podemos y debemos revisar nuestras prácticas.
•
En todo lugar siempre hay alguien para acompañarnos y apoyarnos.
El juego, sus potenciales y sus evaluaciones
El uso del juego como estrategia de conocimiento figura como uno de los tantos conocimientos
aprendidos durante mi formación. Pero ese uso se reducía a tomarlo como parte de la actividad con
el fin de integrar al grupo, despertar o sostener un clima ameno, o bien como presentación de un
contenido determinado.
Durante 10 años participé en capacitaciones docentes; allí pude darme cuenta que desde su
inconsciente todo docente desea ser tratado como niño; y como a todo niño le gusta jugar. Es
probable que sea cuestión de identidad con el grupo de edad con el cual trabaja. O bien porque
entiende que el juego es relajante, distractor de su "agobiante" tarea. Agobiante por los tiempos que
le demanda la actividad de enseñar.
Siempre reflexioné sobre los mementos de juego en las capacitaciones y me di cuenta que
eran múltiples las utilidades asignadas y sin embargo sólo momentáneas. ¿Por qué no jugar en todos
y cada uno de los momentos de la capacitación? No lo sabía desde los hechos, pero mis planteos
teóricos hacían del juego una estrategia de aprendizaje, no una simple técnica.
Ese día no lo dudé, fui a la capacitación casi convencida de que mis planteos no debían estar
tan lejos de la realidad. Sino, ¿cómo entender a Froebel desde sus aportes al Nivel Inicial?
La búsqueda del tesoro, juego conocido por todos, fue el elegido en esa oportunidad. En cada
etapa o estación los docentes eran puestos frente a situaciones que les permitían analizar, tomar
decisiones, definir y/o realizar acciones puntuales (entrevistas, fundamentaciones, etc.). Cada equipo
estaba formado por miembros con funciones específicas (observadores, investigadores, evaluadores,
protagonistas) quienes debían interactuar permanentemente.
Además del incentivo por descubrir el tesoro estaba el hecho mismo de competir. Y competir
para cualquiera es un desafío, un poner a prueba algo.
Podía pasar que la ansiedad por ganar llevara al equipo a elegir por elegir la acción a realizar.
Pero cada equivocación les demandaba un trabajo mayor, volver a efectuar todos los procesos
cognitivos allí solicitados. De modo que a medida que avanzaban en las estaciones eran mayores los
tiempos que se tomaban para efectuar los pasos del proyecto.
La idea fue mostrarles cómo, al terminar, tenían en sus manos un proyecto áulico de trabajo y
al mismo tiempo la implicancia y definición de cada etapa de un proyecto. El proceso se había vivido
y sirvió. El tesoro era la obtención de un producto terminado, desde su formulación hasta su
evaluación. ¿Bajar la teoría dada en el curso? Ya no era una tarea a llevar a la casa, ya lo habían
hecho. La teoría complementaba y fundamentaba la acción. Jugaron, hicieron, produjeron.
Detrás del árbol, la gente
113
50. Gira a Paraguay y Misiones: de campesino a
campesino
Sandro Sassatelli
En el primer año del Proyecto en Aguaray (1993/94), sólo logramos la adopción de algunas
acciones que incluían el árbol como un complemento de la agricultura, principalmente en su función de
protección del ambiente (cortinas rompeviento, macizos energéticos y defensas de ríos y quebradas).
Lejos estábamos de nuestro objetivo de instalar prácticas agroforestales que mejoren el sistema
productivo campesino.
Dos años más tarde (1995/96), muchos productores discutían con los técnicos y diseñaban
sistemas agroforestales compartiendo la experimentación de los mismos con el Proyecto.
En un principio nuestro
Hoy, en 1997, ya existen en la
Proyecto "Agroforestal" tenía
zona muchas prácticas
muy poco de "agro" y mucho de
agroforestales instaladas en
"forestal", pero en el campo los
fincas campesinas, el inicio de un
campesinos se empecinaban
camino de experimentación
en hacer poca forestación y
compartida entre campesinos y
mucha agricultura
técnicos
¿Por qué? ¿Cómo fue?
En un principio nuestro Proyecto "Agroforestal" tenía muy poco de "agro" y mucho de "forestal",
pero en el campo los campesinos se empecinaban en hacer poca forestación y mucha agricultura.
Para los técnicos las ventajas de un sistema sobre otro eran muy claras: la agroforestería
diversifica la producción; utiliza racionalmente' los recursos naturales; aprovecha mejor la poca
superficie de que dispone el productor; recicla nutrientes de unos cultivos a otros; etc.
Los técnicos multiplicábamos talleres, jornadas, folletos, afiches y charlas para difundir los
sistemas agroforestales, la importancia del árbol en la vida campesina (como si ellos no la conocieran)
y las ventajas de los sistemas productivos diversificados contrapuestos a las prácticas del monocultivo
mecanizado imperante en la zona. Pero lo que para nosotros parecía claro, no lo era tanto para los
campesinos...
Muchas hipótesis trataban de explicar la poca aceptación de lo agroforestal: algunos decían que
estamos en un ambiente donde todavía queda selva y que por ello el árbol no es valorado; otros que
los árboles crecen lento y el campesino no puede esperar tanto para obtener beneficio de su trabajo;
otros esgrimían el viejo argumento de que los campesinos se resisten a los cambios.
En el tercer año de proyecto se dio la posibilidad de organizar un viaje de intercambio entre
campesinos: llevamos 30 productores a Paraguay donde pudimos visitar fincas con sistemas
agroforestales que tenían 10 años de instalados, con todos sus componentes en plena producción,
suelos con marcadas pendientes donde no se veían ni rastros de erosión, venta de productos durante
todo el año. Mucho esfuerzo familiar pero con excelentes resultados.
Los propios campesinos paraguayos explicaron a los compañeros argentinos las ventajas de
esos sistemas diversificados y el rol que cumplían los árboles en cada uno de ellos. También
intercambiaron sus experiencias de lucha, sus sufrimientos y discutieron sobre la situación de los
sectores campesinos en los respectivos países.
En el viaje de regreso ya muchos discutían que tipo de sistema convenía a nuestra zona, cómo
modificarían los sistemas visitados para adecuarlos a su finca, evaluaban ventajas e inconvenientes de
su adopción.
De regreso en la zona, las reuniones entre técnicos y campesinos comenzaron a ser distintas:
los campesinos hablaban animadamente sobre lo visto en Paraguay y nos hacían sugerencias para
Detrás del árbol, la gente
114
experimentar esos sistemas productivos, cómo adaptarlos a sus condiciones. Pudimos retomar
aquellos viejos afiches y recrear esas charlas que no causaban efectos en aquel momento pero que
ahora servían como base de discusión para las nuevas ideas.
Hoy, en 1997, ya existen en la zona muchas prácticas agroforestales instaladas en fincas
campesinas, que son el inicio de un camino de experimentación compartida entre campesinos y
técnicos.
Qué aprendimos
Que el mejor aprendizaje se da entre pares; que la experiencia desarrollada por alguien con los
mismos problemas se valora mucho más que las láminas y las palabras bonitas de los técnicos.
Que el pequeño productor necesita ciertas seguridades para cambiar profundamente su sistema
productivo. Esa seguridad no se la puede dar un técnico que no produce esos sistemas en una finca,
sino sólo en teoría, pero, sí, sus pares que ya los han experimentado y tienen resultados para mostrar.
Los campesinos demostraron que no son ciertos la mayoría de los argumentos que niegan su
voluntad de cambio y hablan de su poco interés por las cuestiones de largo plazo. Estos pequeños
productores están adoptando sistemás agroforestales, están incorporando el árbol a su sistema
productivo como un componente que les dará beneficios económicos a ellos pero sobre todo a sus
hijos.
Cultivos mezclados, productos todo el año, ¡y sin tractor! ¡¡¡Qué sorpresa!!!
La gran diversidad de las fincas campesinas visitadas en el Paraguay fue muy impactante para
los campesinos de nuestra región. Ellos sólo trabajan en monocultivo o con combinaciones muy
simples de especies agrícolas (maíz, poroto y zapallo). Por otra parte, la estacionalidad de las lluvias
sólo permite realizar cultivos agrícolas estivales; durante el invierno las parcelas quedan
abandonadas y los campesinos salen a changuear. Al regresar a la actividad agrícola en la
primavera, lleva mucho esfuerzo volver a habilitar las parcelas para las nuevas siembras.
Allí, en Paraguay, encontraban en una misma parcela especies forestales maderables
entremezcladas con frutales, pastos para corte, huertas y cultivos anuales. Las parcelas estaban
sistematizadas y las curvas de nivel eran una práctica habitual de lucha contra la erosión hídrica
(problema grave en nuestra región).
El sistema se les presentaba como tan complejo a nuestros campesinos que tardaban un buen
rato recorriendo la finca y conversando con los compañeros paraguayos para entender las
combinaciones y su lógica de funcionamiento. Más aún era la sorpresa al ver que no existía tractor y
todas las labores eran hechas con herramientas de tracción animal, y eso no era motivo de queja
para los productores paraguayos; por el contrario estaban orgullosos de no depender ya de
maquinaria contratada que arruinaba sus suelos y llenaba la finca de malezas traídas de otras partes.
Quedaban atónitos cuando el productor contaba la cantidad de productos que salían de la
finca logrando ventas durante todo el año. Pero ello obliga a las familias a que todos tengan ciertas
tareas que cumplir cada día del año.
El viaje por el Paraguay y Misiones fue una valiosa experiencia para nuestros campesinos, no
sólo por ver sistemas agroforestales funcionando, sino también por el intercambio personal con
familias y organizaciones campesinas con otras estrategias para enfrentar problemáticas similares.
Los campesinos demostraron que no son
ciertos la mayoría de los argumentos que
El mejor
niegan su voluntad de cambio y hablan
aprendizaje se da
de
su poco interés por las cuestiones de
entre pares
largo plazo
Detrás del árbol, la gente
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Capítulo 6
Entre el Proyecto y la gente:
¿ellos hacen a su manera...?
Detrás del árbol, la gente
116
51. Suripujio 1993: descubriendo las reglas de juego...
Liliana Martínez
Hacía dos o tres meses que habíamos llegado a la Puna y una de las primeras comunidades en
que venía trabajando el Proyecto era Suripujio, donde empezamos a hacer reuniones para definir que
íbamos a hacer juntos (por supuesto que alrededor del árbol). Ellos ya tenían la idea de hacer un
invernadero para producir plantines y verduras, Entonces comenzamos con eso: elegir el lugar donde
construir, el modelo de invernadero, planificar las actividades. Y así se fue construyendo con el aporte
de todos.
Hasta que llegó el día de la techada, que fue hermoso, en un clima de fiesta. Fueron todas las
familias, trabajando todo el día, con asado y vino de por medio. Para el cerco, los postes eran
aportados por el grupo de mujeres (a quienes les había sobrado de un cerramiento de pasto llorón
hecho años atrás), mientras nosotros traíamos el alambre. De noche terminamos de poner el
alambrado. Tarde, ya con algunas copas de más, cargamos en el auto el rollo de alambre que no había
sido usado, pensando que podría ser utilizado en otra comunidad o en otra oportunidad.
Ahí se produjo, en esa jornada hasta ese momento apacible, un profundo quiebre: algunos
miembros de la comunidad nos arrebataron el alambre de las manos. En ese forcejeo grotesco, nos
decían que era de ellos, que venía para la comunidad, que lo teníamos que dejar y que ellos verían
cómo usarlo, etc.
En ese momento lo sentimos como una "traición". No entendíamos por qué esa actitud. En
nuestro criterio, no parecía bueno regalar, así porque sí, los materiales que habían sobrado, más
cuando podían ser utilizados en otros lados. Pero en el fondo no sabíamos si nuestro planteo era
correcto. ¿Y si el alambre les pertenecía? ¿Acaso el Proyecto no se hacía en su nombre?
Qué aprendimos
Primero que todo: siempre heredamos historias anteriores de la intervención de otras
instituciones, y éste era el caso. La gente estaba acostumbrada a que le regalen, ala política
asistencialista. Por otro lado, creo lo que más nos costó admitir fue la desconfianza que manifestaron
en ese momento hacia nosotros, como si nos lleváramos las cosas a casa con otros fines. Al fin de
cuentas, no sería la primera vez que alguien se aprovecha de su silencio, de su aparente sumisión.
Segundo: la relación del técnico (institución) con la comunidad se va construyendo y
estableciendo desde el primer momento, en cada pequeña acción, en todos los espacios, no sólo en
las reuniones. Hay que ser muy cauteloso y autocrítico en esto para no caer en validar (sin querer)
relaciones de poder que de hecho preexisten,
Tercero: es necesario generar constantemente espacios de discusión y negociación con la
comunidad, para dar oportunidad de explicitar los intereses y los preconceptos que existen, subyacen y
de repente "explotan" en una situación así.
Cuarto: a pesar de lo importante que es establecer relaciones de afecto con la comunidad,
debemos lograr cierto equilibrio, sin comprometernos excesivamente, ya que, a pesar de la aparente
horizontalidad que implica una relación afectiva, existen intereses propios y se establecen relaciones
de poder que no podemos desconocer.
Hay que ser muy cauteloso y
Siempre heredamos historias
autocrítico para no caer en
anteriores de la intervención de
validar (sin querer) relaciones
otras instituciones
de poder que de hecho
preexisten
Detrás del árbol, la gente
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52. Tirando el rotafolio por el suelo
Agustín Arenas - Raquel Rut Saravia
La técnica del rotafolio fue una herencia de los Proyectos andinos de la FAO. Nuestro Proyecto
comenzó a realizar rotafolios para la presentación de propuestas técnicas a las comunidades, así se
realizaron rotafolios de viveros, sistemas agroforestales, hasta que un buen día se nos ocurrió realizar
uno para una capacitación en aprovechamiento de goma brea. Estaba dirigida a un grupo de
comunidades wichi del Chaco Salteño.
Así que, una mañana como tantas otras, llegamos a la comunidad, rollo de papel en mano.
Desplegamos el papelógrafo y comenzamos nuestra capacitación.
Las miradas de los participantes se dirigían exactamente a cualquier parte menos a las láminas
que estábamos presentando y por más que tratáramos de hacer uso de nuestras mejores capacidades
actorales no lográbamos atraer su atención.
Un viento chaqueño tiró nuestras láminas al piso y, al demorar en levantarlas, vimos como, sí,
ahora miraban con atención los dibujos... Con una mirada cómplice dejamos las láminas allí donde
estaban y reanudamos la capacitación ¡manejando los papeles en el suelo!
De regreso comentábamos lo tontos que habíamos sido, recordando como desde las primeras
reuniones ellos nos habían enseñado a mirar en la tierra, dibujando con una rama su comunidad, sus
cercos y recorridos; y como un pie puede servir para señalar.
Un viento chaqueño tiró nuestras láminas al piso
y, al demoraren levantarlas, vimos como, sí,
ahora miraban con atención los dibujos...
Qué aprendimos
Muchas veces llegamos a las comunidades con paquetes de técnicas participativas y de
capacitación y podemos no darnos cuenta que éstas no son las apropiadas para el grupo con el que
trabajamos. Si prestamos atención, las técnicas para la participación y la capacitación no formal toman
sentido a partir de las lógicas y costumbres de la propia población.
No hay recetas: tiene que haber criterio. Y este criterio nos tiene que permitir en tender sus
códigos y señales; señales como esas miradas «perdidas» que nos decían que el rotafolio, como
estaba, no era una herramienta apropiada.
Detrás del árbol, la gente
118
53. Educación Bilingüe Intercultural en Yacuy:
Desde las raíces
Hna. María Luisa Jalil
Hace 8 años que me desempeño como maestra de 6° y 7° grado, trabajando en las áreas de
Lengua y Ciencias Sociales, en una escuela primaria de una comunidad de indígenas guaraníes.
En el comienzo de mi experiencia me encontré con un mundo totalmente desconocido, lo que
me llevó a estudiar la cultura del grupo. También busqué un trato cercano, que me permitiera una
relación de mayor calidad con la comunidad y especialmente con mis alumnos y alumnas. Estos, y
hago memoria del primer grupo, eran muy callados, tenían una actitud sumisa, de respeto exagerado.
Los paseos, las salidas fuera del aula no bastaban para una relación más directa y de mayor confianza.
Debo aclarar que ellos hablan muy poco el castellano y en lo cotidiano sólo el guaraní. Me
acusaba permanentemente de no saberlo, de lo mucho que me costaba aprenderlo, del poco tiempo
que le podía dedicar.
Con este primer grupo, a pesar de las barreras culturales que teníamos para comunicarnos,
logramos que llegaran a evaluarme en algunos aspectos y a proponer algunas cosas.
Ustedes, ¿a qué grupo étnico pertenecen? Sentí
que en la sala se había provocado un silencio
duro, tieso.
Me quedó fuertemente grabada una reacción que provoqué durante una clase en que pretendía
que conocieran los distintos grupos étnicos que hay en la provincia.
Pregunté con cierta picardía:
Ustedes, ¿a qué grupo étnico pertenecen?
Sentí que en la sala se había provocado un silencio duro, tieso. Entendí que una pared se había
levantado. Todos me miraban y algunos, ante mi mirada interrogante, bajaban los ojos. Comprendí,
como ya hacía tiempo lo intuía, que había un fuerte complejo por ser indígenas o, como aquí se los
llama, aborígenes. No dejé de presionar sobre el tema y, para provocar más reacción, les dije:
Ustedes, ¿son blancos como yo?
El líder del grupo, César Soria, hijo de un importante dirigente, alzó la cabeza, golpeó sobre su
banco, y dijo:
Nosotros somos guaraníes.
En ese momento se distendió la clase y pudimos continuar.
Hoy, a ocho años de esa promoción de 7° grado, continuo trabajando con chicos y chicas del
mismo ciclo. Si bien conozco más la comunidad y ellos me conocen más, no hablo guaraní, salvo
algunas cosas. Algo más entiendo. Es verdad que puedo comprender mejor otros códigos de
comunicación y eso me permite una mayor y mejor relación con el grupo. La confianza ha crecido,
también la comunicación.
Este año me encontré con un grupo de jovencitos de 6° grado que me han sorprendido por su
alegría, por su capacidad creativa, por las ideas y actividades que permanentemente proponen. A la
vez, no dejan de aceptar las actividades que indico. Tienen una espontánea expresión de su identidad.
Con gran soltura hablan en su idioma, incluso cuando están lejos de su entorno cultural, tal como hace
Detrás del árbol, la gente
119
poco lo pudimos comprobar en un viaje que hicimos a la ciudad de Salta. Curiosamente, también son
más capaces de comprender y expresarse en castellano, de observar y confrontar aspectos de su
cultura con la cultura envolvente.
Días pasados, pedí a uno de los promotores de la zona, un joven guaraní de esta misma
comunidad, que me ayudara a desarrollar con los chicos el tema de los recursos naturales de la
comunidad. Antes de empezar, él les preguntó si preferían que hablara en castellano. Uno de los
chicos pegó un grito diciendo: "¡Hablá en nuestro "inglés" no más!" A lo que todos asintieron riendo.
Entendí la ironía y el orgullo que había detrás de esta respuesta. ¿Cómo se explican estos
cambios?
Estos chicos han sido alfabetizados en lengua materna, por jóvenes guaraníes que trabajan
como auxiliares bilingües en el primer ciclo (1° a 3° grado). Durante estos años también se procura
llevar al aula contenidos culturales propios del grupo.
El proyecto de Educación Bilingüe e Intercultural es muy limitado en la escuela y débil. Hay
mucho aún por hacer y en múltiples aspectos. De todas maneras ya hemos empezado a ver los frutos.
Qué aprendimos
Que para trabajar en una comunidad indígena, con cierto grado de bilingüismo, no es
indispensable hablar su idioma pero es indispensable aceptar que se está ante otra cultura.
Que la alfabetización en lengua materna permite un mejor aprendizaje del castellano.
Que, si bien tener educación bilingüe y alternativa sólo en el primer ciclo (1° a 3° grado) es
todavía limitado y subsiste el riesgo de "castellanizar", de todas formas tiene aspectos positivos:
muchos de los aspectos de la identidad guaraní, ya trabajados, quedan revalorizados y acuñados al
llegar a 6° grado.
Que sólo maestros que pertenecen al mismo grupo cultural pueden facilitar la alfabetización en
guaraní y la mayoría de los aprendizajes.
Que una educación bilingüe e intercultural permite lograr jóvenes con mayor autoestima, libres y
capaces de generar espacios de auto aprendizaje, abiertos a su propia cultura y a la envolvente.
Que, como docente, todo esto me permite asumir un rol claro de facilitadora de los aprendizajes
más que de transmisora de contenidos.
Que, como docente y en otros roles que me competen, debo aportar todo lo que pueda para
garantizar que nuestras comunidades indígenas tengan una educación bilingüe e intercultural.
La
alfabetización
en lengua
materna permite
un mejor
aprendizaje del
castellano
Una educación bilingüe e
intercultural permite lograr
jóvenes con mayor autoestima,
libres y capaces de generar
espacios de auto aprendizaje,
abiertos a su propia cultura y a
la envolvente
Detrás del árbol, la gente
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54. Experiencia con promotores y representantes
en la Puna
Liliana Martínez - Ramón Páez - Máximo Ezcurra
En 1995, luego de dos años de trabajo en la Puna, junto a un grupo de ocho comunidades con
las cuales trabajábamos, decidimos pensar en una organización intercomunal.
Nosotros, como institución de apoyo, teníamos algunas ideas, pero también teníamos claro que
en temas de organización no habían recetas, y que la propuesta se iría construyendo con ellos, que
ellos irían marcando su propio rumbo.|
La primera idea entonces fue proponerles que cada comunidad eligiera a sus representantes dos por comunidad - y que éstos se reunieran periódicamente, constituyendo una red intercomunitaria.
De allí que las reuniones se llamaran luego "reunión de representantes".La idea era generar un espacio
colectivo, solidario, de toma de decisiones, respetando las diferencias. Un espacio de capacitación. Un
espacio autónomo y autogestionario desde el cual se pudiera, el día de mañana, negociar en
condiciones de menor desigualdad, con otros sectores de la sociedad.
¿Pero cómo lograr que asumieran esto?
En los dos años de reuniones mensuales de representantes de estas ocho comunidades, se
fueron dando algunos procesos de apropiación, de consolidación, participación, sin adquirir aún una
dinámica propia. Salvo con temas muy puntuales, que por momentos son la única motivación
(aparentemente) real de las reuniones, como es el caso de los botiquines comunitarios de sanidad
animal.
Teníamos claro que en temas
de organización no habían
recetas, y que la propuesta se
iría construyendo con ellos
No pueden
dejar de
vernos
como sus
jefes
En general, el representante ha sido elegido por su comunidad para administrar el botiquín, de
allí que en las reuniones, la capacitación también haya girado en torno a ello. A partir de la decisión de
realizar compras conjuntas de medicamentos, entre todos compararon distintos precios y seleccionaron
proveedores; luego se designaron responsables de las compras, en forma rotativa (armado del pedido,
envío del fax, recepción de la mercadería, distribución entre las distintas comunidades, calcular y
prorratear los gastos, juntar y enviar el dinero). Nuestro rol como técnicos era el de acompañarlos. Con
el tiempo dejamos de intervenir totalmente en estas compras.
Desde nuestra perspectiva, en esta organización intercomunal no se ha llegado -como
decíamos- a una dinámica propia porque aún no seda un flujo de información, de inquietudes y de
propuestas, ni entre los representantes en estas reuniones, ni en el marco de las reuniones que los
mismos tienen en su propia comunidad. La discontinuidad entre las personas que acuden a representar
a cada comunidad puede ser un factor que explique estos problemas en la dinámica.
A nosotros nos parece a veces que, por eso, falla el sistema de representación. Pero sin
embargo, cuando se hicieron actividades de reflexión en torno a este sistema, los representantes
consideraron que si son «representantes» y que cumplen correctamente su función.
Sin embargo, ciertas actitudes dejan quizás entrever potencialidades:
•
Invariablemente, cuando una comunidad empieza a "faltar" a las reuniones, las demás se
empiezan a preocupar, pero siempre proponen "darle una oportunidad más".
Detrás del árbol, la gente
121
•
Se organizaron para que las reuniones puedan hacerse en forma equitativa: se va rotando de
"comunidad-anfitriona" (la cual prepare la comida), debiendo contribuir cada representante con dos
pesos. El transporte es pagado por la institución de apoyo, aunque muchos vienen con su propia
bicicleta.
Por otro lado el proyecto cuenta con promotores, pagados con un sueldo mínimo en el marco
de los programas del Ministerio de Trabajo u otros. El rol del promotor es generar el interés de la
comunidad y de los representantes, especialmente en torno a la organización; animar a la comunidad
para que ésta asuma sus responsabilidades.
La idea es que no se constituya ni busque reemplazar a los dirigentes de la comunidad, ya que si
esto sucediera, no aportaría al crecimiento de la organización. Sin embargo, pese a que esto es motivo
de permanente reflexión en las reuniones con los promotores, cuando ellos cuentan su experiencia, se
ve que a menudo asumen tareas de la comunidad (o de los representantes).
Esta confusión de roles también es ocasionada por el sueldo que reciben los promotores. Ocurre
que la comunidad considera que él es quien debe hacer las cosas, "para eso le pagan" dicen algunos.
Probablemente eso se debe a que no hayamos sido suficientemente explícitos en las comunidades con
nuestra propuesta de trabajar con promotores.
El hecho de que cobren un salario por su trabajo genera también una relación de dependencia
con nosotros, los técnicos, que interfiere en la relación horizontal que pretendemos tener como equipo
de trabajo. Pese a que con el tiempo ha ido creciendo la confianza y el diálogo, que compartimos
errores y dificultades, no pueden dejar de vernos como sus jefes. El gran desafío es construir otro tipo
de relación.
¿Puede el promotor
Es muy difícil romper con los
disociar su doble rol
esquemas paternalistas que
de promotor y
todos tenemos de alguna
dirigente, ser
manera, y que forman parte de
comunidad y
la mayoría de las intervenciones
proyecto al mismo
institucionales y políticas
tiempo?
Qué aprendimos
Evidentemente no hemos generado suficientes espacios de reflexión y concertación con las
comunidades sobre el rol del representante y esta red intercomunitaria.
¿Puede el promotor disociar su doble rol de promotor y dirigente (en algunos casos), ser
comunidad y proyecto al mismo tiempo? Esta contradicción dificulta la tarea de promotor en el
acompañamiento y frena el fortalecimiento de la figura del representante, generándose disputas de
poder, sin encontrar a veces formas de actuar complementarias.
Es muy difícil romper con los esquemas paternalistas que todos tenemos de alguna manera, y
que forman parte de la mayoría de las intervenciones institucionales y políticas. En los promotores, al
ser gente de las comunidades, se suma el haber vivido recibiendo tradicionalmente el asistencialismo
de otros como forma de relacionamiento.
El rol del promotor no se construye sólo entre técnicos y promotores. De hecho la comunidad
tiene su propia visión de las cosas, que queda explícita cuando al promotor lo «manda a hacer cosas
en su lugar" sin que haya habido previamente un espacio de discusión.
En este relacionamiento con tos promotores, vemos muy importante, tanto para su rol como para
su formación, ser parte continua del equipo de trabajo, vale decir integrarlos a todos los espacios de
discusión del proyecto.
Detrás del árbol, la gente
122
55. Ser promotor campesino en API
Sabino Gregorio
Cuando comencé a trabajar como promotor de la institución API, me designaron las
comunidades de Casti, Suripujio y Chalguamayoc como área de trabajo. Pensaba que mi trabajo
consistía en ser empleado de la institución y lo único que tenía que hacer era cumplir con las órdenes
de los técnicos, ellos eran mis jefes.
Yo, para quedar bien con ellos, tomaba la responsabilidad como empleado: mis funciones como
promotor debían ser asistir a la comunidad vacunando las ovejas, llamas, vacas y gestionar otras
cosas; buscar material; acarrear piedras; buscar el camión para trasladar todo lo que haga falta para la
instalación de las bombas de agua; y cualquier otra actividad que se gestara dentro de la comunidad.
Haciendo todo estas cosas, pensaba que le hacía un bien a la comunidad y estaba rindiendo en
mi trabajo como promotor.
Pasaba lo mismo cuando tenía que reunirme con ellos para tratar diferentes puntos que hacían a
la dinámica del proyecto: era Yo quien convocaba y lo hacía visitando casa por casa para que
concurrieran a la reunión.
Qué aprendimos
Que las actividades que realizaba yo perjudicaban, no le daban lugar a la gente
para que sea protagonista de las acciones
Que mi función es de acompañar, motivar, inducir a la comunidad a la
organización y que entre ellos se designen roles y funciones internas y ejecuten
actividades que contribuyan al mejoramiento de su vivir armónico.
Que tengo que ser un facilitador de las experiencias, no un ejecutor de actividades.
Que las reuniones con el equipo técnico ayudan a reflexionar y planificar mejor
nuestro trabajo.
Pensaba que mi trabajo consistía en cumplir con las órdenes
de los técnicos, ellos eran mis jefes
Detrás del árbol, la gente
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56. Conflictos entre los promotores y su comunidad
Diana Carolina Sánchez
En diversas oportunidades pude apreciar que desplazándonos en la camioneta con promotores
del Proyecto en la zona de Aguaray, éstos saludaban a miembros de su comunidad que no participan
de las propuestas productivas con el proyecto, pero no eran correspondidos. Era evidente el rechazo a
la actitud amable del saludo.
Otra vez viví una situación entre un promotor joven y un productor viejo que participa de las
propuestas técnicas del proyecto en Tobantirenda. En medio de una conversación de aspectos
productivos, el productor viejo dijo al promotor joven: «...pero, ¡qué sabés vos!», expresión que me
resultó sumamente comprensible. Desde un punto de vista práctico, con una ventaja vital de 40 años
trabajando la tierra, debe costar recibir de buen grado las sugerencias de alguien joven de la
comunidad sin experiencias vividas.
He notado que ser promotor es un orgullo para ese ser humano (tal vez antes de la existencia
del Proyecto era un orgullo obtener el producto de la tierra y después del proyecto... ¿qué...?). Hay
razones para esto: es el único elegido en su comunidad para acceder a información, capacitación,
contacto con gente que viene de distantes lugares y le cuenta realidades que anhela conocer; además
de recibir un salario por ello. Como en el reloj de arena, el promotor viene a estar en la zona delgada
comunicando los dos mundos: el de los técnicos y el de los productores. Y esto no deja de generar
conflictos en lo personal y en su relación con la comunidad.
Qué aprendimos
Tuve siempre la impresión que el trabajo de promotor entraba en competencia con el trabajo y
rol social original de éste en su comunidad, Y esto no sólo se refiere al tiempo que se deja de invertir
en la parcela de cultivo para hacer visitas a productores, para recibir capacitaciones y reuniones con
miembros del proyecto. Creo que va más allá.
¿No podría verse perjudicada la concepción futura del trabajo de la tierra en ese promotor, en su
entorno familiar más cercano y en su comunidad? ¿No podría alterarse irreversiblemente la escala de
valores de ese ser humano, más allá de los cambios que se proponía la intervención? A propósito de
los cambios que se propone la intervención, ¿serán éstos los que logren el desarrollo armónico de la
comunidad, o acentuarán relaciones de poder que provoquen más desigualdad y marginalidad?
Posiblemente, mientras el proyecto está en marcha, haya una contención que puede ayudar a
soportar los roces dentro de la comunidad o que justifican o compensan éstos con los beneficios que el
proyecto le ofrece. Pero cuando esa fuente de contención no esté... ¿qué le quedará a ese ser humano
en su lugar?
Como en el reloj de arena, el promotor viene a estar en la zona delgada,
comunicando los dos mundos: el de los técnicos y el de los productores. Y esto no deja de
generar conflictos en lo personal y en su relación con la comunidad
Detrás del árbol, la gente
124
57. Los guaraníes lo hacen a su manera
Sandro Sassatelli
En mayo de 1995 los compañeros de ENDEPA (Equipo Nacional de Pastoral Aborigen) me
invitan a participar de un taller para dirigentes guaraníes sobre los derechos indígenas en la Nueva
Constitución Nacional. A pesar de que el tema no nos interesaba demasiado en ese momento, ya que
nosotros, desde el Proyecto Agroforestal -GTZ, trabajábamos fundamentalmente aspectos productivos
y de recursos naturales, me pareció interesante ir para conocer un poco más sobre la cultura de los
pueblos guaraníes y la forma de trabajo de otra institución de apoyo.
A partir de ese evento, comenzamos a reunirnos con María Luisa (representante de ENDEPA en
la zona) a fin de intercambiar ideas sobre el trabajo de apoyo al pueblo guaraní; en cada encuentro
descubríamos nuevos motivos para iniciar una labor conjunta. El trabajo interinstitucional era sin dudas
la manera más adecuada para el apoyo a las organizaciones indígenas.
Los dirigentes indígenas también pensaban lo mismo y tomaron con mucha alegría la propuesta
de ambas instituciones de apoyar su demanda: una gran asamblea que juntaría dirigentes guaraníes
de Bolivia, Paraguay y Argentina, para fortalecerse con las experiencias de los guaraníes de los tres
países.
Este evento tan importante a mí me quitaba el sueño; me pasaba día y noche pensando cómo
organizar los momentos de la asamblea y qué dinámicas proponer para que se aprovechara al máximo
el tiempo y los recursos.
Mi inexperiencia me llenaba de inseguridad y ansiedad. Tanto me preocupaba que todo saliera
bien que, en las reuniones con María Luisa previas a la asamblea, yo proponía hacer la planificación
del evento hora por hora, con dinámicas de motivación, de diagnóstico, etc.
Mi insistencia con el tema colmó la eterna paciencia de la hermanita que me dijo: "Calmate con
eso de planificar, dejalos que ellos lo hacen a su manera." En ese momento no me di cuenta de la gran
enseñanza que había en esa frase; dejé mi insistencia pero no pude calmarme.
Llegó el gran día, los caciques nos recibieron con mucha cordialidad y nos invitaron a sentarnos
en un costadito para que escucharamos dos días (20 horas de debates) de asamblea en idioma
guaraní. Con respecto a la organización del evento la asamblea eligió a tres jóvenes dirigentes,
representantes de cada pueblo presente (chané, chiriguano y tapiete), que manejaron la asamblea en
forma natural, dando participación a todos, coordinando los debates y llegando a la toma de decisiones
por consenso.
Las organizaciones de apoyo participamos sólo cuando se nos requería. Todo salió bien, se
tomaron grandes decisiones sin necesidad de dinámicas ni actividades pautadas.
Si le proponemos a las
Escuchar y
comunidades que trabajen con
aprender
son los
sentido solidario, organizados y con
primeros pasos del
espíritu democrático, las
trabajo en
instituciones de apoyo debemos ser
Desarrollo
coherentes con lo que promovemos
Qué aprendimos
Los pueblos indígenas tienen sus propias formas de organización y participación.
Escuchar y aprender son los primeros pasos del trabajo en Desarrollo.
Entendí que el apoyo institucional es acompañar los procesos y no dirigirlos.
Detrás del árbol, la gente
125
El trabajo interinstitucional nos enriquece a todos al compartir el camino del desarrollo junto a las
organizaciones de base.
Todo salió bien, se tomaron
grandes decisiones sin necesidad de dinámicas ni
actividades pautadas
"Y ellos nos juntaron..."
El trabajo interinstitucional en desarrollo no es fácil en el contexto del norte argentino: celos
institucionales, soberbias intelectuales y a veces un sentido de propiedad sobre territorios o, peor
aún, sobre comunidades, hacen que sean muy pocas las experiencias exitosas de verdadera
coordinación y colaboración interinstitucionales.
Nosotros hemos encontrado algunas explicaciones de nuestra experiencia positiva en este
campo:
•
Reconocíamos que teníamos dinámicas distintas de trabajo, pero que eran perfectamente
complementarias; mientras ENDEPA se movía desde el acompañamiento, acatando los tiempos
de las comunidades pero sin actividades ni objetivos concretos, el Proyecto Agroforestal lo hacía
desde el activismo y cierta presión sobre las comunidades para cumplir las metas acordadas.
•
Sentíamos que la mezcla de ambos estilos de trabajo podría potenciar el trabajo de ambas
instituciones.
•
Los agentes de ambas instituciones trabajábamos muy solos en terreno, y sentíamos la
necesidad de poder confrontarnos con un equipo.
•
También compartíamos la idea de que, si les proponemos a las comunidades que trabajen con
sentido solidario, organizados y con espíritu democrático, las instituciones de apoyo debemos ser
coherentes con lo que promovemos.
Pero sin duda el motivo más importante de nuestro encuentro como instituciones, es el
compromiso asumido con el pueblo guaraní, un pueblo que a su manera sabe valorar el esfuerzo de
un acompañamiento serio, comprender los errores y compartir los éxitos y fracasos en el camino.
Detrás del árbol, la gente
126
Personas que participaron del Proyecto
Equipo sede
Coordinación:
Chris van Dam
Extensión:
Alfredo Pais, Sergio Reyes
Contraparte de la Provincia de
Salta:
Norma Navarro
Silvicultura y Manejo:
Jan Correa, Raúl Díaz, Raquel
Saravia
Contraparte de la Universidad
Nacional de Salta
Adriana Ortín, Cristina Cammardelli,
Marcela Calzon, Miriam Barbera,
Carolina Sánchez.
Educación:
Pablo Frere, Carlos Muller
Contraparte del Ministerio de
Educación de Salta:
Clelia Guzmán, Graciela Kedinger
de Costas, Adriana Malvicino,
Adriana López Figueroa
Programa Municipio y Medio
Ambiente:
Liliana Martínez, Roberta Lasso,
Roberto Vásquez
Extensionistas
Puna:
Ramón Paez, Liliana Martínez,
Máximo Ezcurra, Alexandra Bruce
Chaco:
Raquel Saravia, Agustín Arenas,
Carlos Soraide
Transición:
Sandro Sassatelli, Gustavo Cortez,
Maria Grazia Senillani
Valles:
Cinthia Karlsson, Fabiana Brizzio
Yungas:
Diego Rodríguez Laguens, José
Minetti, Diego Ramilo
Publicaciones:
Gustavo Flores, Omar
Domínguez, Marcelo Ríos, Mario
Llaó, Juan José Dacal, Ernesto
Alvarez.
Personal Administrativo
Asistente Administrativa:
Ester Fleming de Cornejo.
Secretarias:
Matilde Fernández, Silvina
Balcarce, Lidia Sosa de Luna,
Adriana Zuccaro.
Ordenanza: Rodolfo Choque.
Miembros del Consejo Asesor Interinstitucional Fundación para el Desarrollo Agroforestal en
Comunidades Rurales del Noroeste Argentino
MunicipiodeSeclantas-Fundación
Calchaqui:
Gloria Abán
Universidad Nacional de Salta:
Stella Pérez de Bianchi
UPPASOR:
Suleyman Suárez,
Rosamela Ortiz
Comunidades Aborígenes:
Daniel Giron,
José Arias
Gobierno de Jujuy:
Eduardo Santos,
Enrique Ottonello
Gobierno de Salta:
Alberto Medina,
Sergio Delgado
Consejo de Educación de
Salta:
Magela Rionda INTA: Gonzalo
Bravo, María Elena Toncovich API:
Carlos Redin LIEY: Alejandro
Brown
Foro de Municipios de Jujuy:
Rubén Daza,
Hugo Mamani
ADE: Sandro Sassatelli
Otros técnicos de las
instituciones contraparte que
participaron:
Escuela Agrotécnica:
Raúl Rodríguez,
Roberto Villa,
Graciela González
ETM:
Rene Omar Torres (Cuinto),
Federico Abila
Detrás del árbol, la gente
API: Liliana Martínez, Diego
Rostagno, Máximo Ezcurra,
Mariana de la Sala
LIEY:
Diego Ramilo, Alfredo Grau, Ana
Levi, Daniela Rode, José Minetti
PROMUDEA:
Esteban González Bonorino
Asociación Lhaka Honhat
Cristóbal Wallies, Zulema
Chorolque
Gobierno de la Provincia de
Salta:
Benjamín Amaya,; Heraldo
Sangari, Juan Freire
Gobierno de la Provincia de
Jujuy:
Faustino Soriano, Nelly Vargas
127
Consultores
Ula Karlin, Rubén Coirini,
Gustavo Zapata, Arnulfo
Fretes, Mario Tapia, Rolando
Pinto, Eduardo Bermúdez,
Ademir Calegari, Horacio
Ruiz, Raúl Lloveta, Humberto
Valverde, Pierre de Zutter,
Grimaldo Rengifo, José Maria
Tarima, Marcos Pérez
Centeno, Ana Cristina
Betancourt, Reinhert Melzer,
José Barría, Eduardo
Bermúdez, Alberto Daguero,
Eduardo Bellavilla, Roberta
Neumann, Carlos Yañez,
Carlos Aguirre, Pastor
Arenas, Jorge Padovan,
Martin Rapp, Virgilio Núñez,
Fernando Sepliarsky,
Guillermo Baudino, Alberto
Peña, Miguel Díaz Gacitua,
Héctor Paoli, José Baba,
Guillermo Neimann, Martin
Alcalde, Raúl Rolle, Marcelo
Perondi, Bibiana Marton,
Ricardo Bima, Marcelo
Ibarra, Javier Judi.
Promotores
Jujuy:
Clemente Flores, Manuel Vilte, Sabino
Gregorio, Lucio Martínez, Zenón Lamas,
Roberto Cruz, Aldo Soto, Cesar Valdiviezo,
Julio Velásquez, Julio Lanes, Feliciano Vilte
Salta:
Juan Alemán, Santos Justo Alemán, Luis
Segovia Cabezas, Paulina Coca, Miguel
Gareca, Rogelio Pérez, Lucia Ramírez,
Raymundo Vargas, Sixto Vargas, Santos
Alemán, Roberto Beites, Alfonso Camacho,
Tomas Gallardo, Segundo Martin, Ramón
Martínez, Luis Mojica, Rosamela Ortiz,
Angel Soria, Pedro Felix Vega, Pablo
Costello, Berta Reales, Ramona Cruz,
Marcela Guerra, Adolfo Chauque
Pasantes:
Maximiliano Santos, Markus Grulke, Franz
Keller,Angela Losert, Rosa Gambarte,
Mariela Terán
y alumnos avanzados de la Universidad
Nacional de Salta, Universidad Nacional de
Buenos Aires y Universidad Nacional de
Santiago del Estero.
Detrás del árbol, la gente
Corresponsales de la Revista
Gustavo Soto (Córdoba), Rubén
Astorquizaga (Chubut), Victor R.
Pérez (Formosa), Pablo Laclau
(Neuquén),Carlos Reboratti (Bs.
As.), Marta Scarone (La Pampa),
Rubén de Dios (Sgo. del Estero),
María Angélica Kees (Chaco),
Antonio Dalmasso (Mendoza),
Roberto J. Cametti (Misiones),
Pablo Rodríguez (San Juan),
Gonzalo Flores (Bolivia),Mario
Tapia (CONDESAN), Arnulfo
Fretes (Paraguay), Susana
Benedetti Ruiz (Chile), Florencia
Montagnini (C.Rica), Nazaré
Imbiriba (POEMA,
Brasil),Antonio Belli (Nicaragua),
Eduardo Fernández (Estados
Unidos),María Quinteros
(CEDIME - Ecuador).
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Epílogo del partero
22 de noviembre de 1997. 11 de la mañana. Es nuestro último día; el libro tiene que estar
terminado esta noche. Me toca hacer el epílogo sobre el enfoque y metodología de capitalización de
experiencias que hemos empleado. Pero sé que me costaría demasiado entrar a descripciones frías
después de la riqueza calurosa de estos días intensos.
- Chris, ¿me regalas el epílogo?
- Bueno. Está sorprendido, no entiende demasiado pero los apuros son tantos que prefiere
dejarme hacer lo que quiera.
¿La capitalización?
Lunes 1ro de setiembre, en Francia. Recibo un mensaje electrónico de Chris: «En pocas
palabras, quisiéramos tenerte una semana aquí en Salta para que nos ayudaras a sistematizar nuestra
experiencia de trabajo de los últimos cinco años.»
Contesto que lo mío es otra cosa...
Lo que apoyo generalmente no es «sistematización de experiencias» sino lo que llamamos
«capitalización de experiencias». No es ningún juego de palabras sino lo siguiente: la capitalización es
el momento en que se trata de ver qué se ha aprendido de la experiencia, sin obsesionarse en ser
objetivo ni exhaustivo, sino en rescatar todo lo que parece valioso y útil; la sistematización más bien se
dedica a ordenar en forma de sistema un tema, un método, una propuesta de acción, etc. En mi
opinión la capitalización es un momento previo a la sistematización; y la sistematización no ha de
limitarse a la experiencia en sí sino usar también otras fuentes que ayuden a tener un «ordenamiento
sistémico» útil para el usuario.
Si te interesa un apoyo en «capitalización» (por los modelos existentes de «sistematización» es
importante no crear confusión porque sino la gente se siente frustrada... hasta que descubra las
bellezas de la capitalización), podemos ver la cosa.
4 de setiembre, la respuesta: «Hoy tuvimos reunión de equipo y, después de cavilar sobre la
capitalización y la sistematización, seguimos interesados en que vengas.»
Lunes 20 de octubre. Anoche llegué de Paraguay (los colegas están felices de que les deje en
paz una semana). Iniciamos un taller de cinco días. La aventura completa: no se sabe a ciencia cierta
quién vendrá; muchos desistieron, por eso se hace en la ciudad misma; los ánimos están entre
cargados y abatidos luego de las últimas noticias sobre el devenir institucional del Proyecto (¿seguirá?
¿no seguirá? ¿qué seguirá?); ¡ni hablar de forzar nada, de encerrarse en un programa o en una meta!
Las expectativas son tan variadas como los participantes y sus ámbitos de trabajo.
Un primer día sobre la capitalización, las voces del terreno, los saberes de la
práctica; sobre los secretos de una ficha sencilla, de máximo dos páginas, dónde contar qué anécdota,
vivencia o hecho han impactado y qué aprendizajes se pueden sacar de ahí. Un ejercicio de contar y
reflexionar oralmente una experiencia. Luego una tarea para culminar el día: hacer lo mismo por escrito
en una ficha.
Martes. Seguimos girando entre 8 y 12 participantes, con muchas interrupciones, entradas y
salidas. Cinco propuestas de fichas nos esperan. Nos pasamos casi todo el día debatiéndolas. Bueno
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no tanto la ficha sino la experiencia y sus lecciones. Una anécdota sencilla es pretexto al gran baile:
tocamos de todo. Profundizamos.
Miércoles. Gustó el debate. Al final lo que muchos apetecen es la oportunidad de volver a
debatir, a intercambiar, a ubicarse en la realidad local y en la globalidad mundial y sus embrollos.
Seleccionamos cuatro-cinco ejes y entramos a la discusión con sus múltiples ejemplos y preguntas.
Bueno, resulta que mi trabajo es sobre todo de animador de reflexiones... Está bien si sirve. Al final de
la sesión quedamos en una nueva tarea nocturna: preparar ya no una simple ficha sino un punteo y
argumentación de alguna temática-experiencia del trabajo.
Jueves. Los cuatro punteos preparados nos sirven de motivación para seguir examinando la
experiencia y retomar los aspectos que ayer nos habían quedado en el tintero. Todo muy interesante.
Al mismo tiempo se van cristalizando las ganas de un «algo más», a pesar de que ya superamos
difícilmente los ocho participantes al mismo tiempo.
Viernes. Debatimos nuestro último tema pendiente, el MyMA. Explico un poco de «gestión de la
información. Luego entramos a la negociación de las ganas: las cosas no pueden quedar así; son
muchas las dudas y las búsquedas inconclusas pero también son innumerables los aprendizajes, sobre
la realidad, sobre cómo trabajar, sobre lo agroforestal en las economías del noroeste rural. Crecen las
ganas de entrar a producir y compartir. Pero los ánimos han sido duramente golpeados y cuesta
lanzarse. Siento venir el pedido de apoyo. Intento esquivar pero al mismo tiempo empecé a
comprometerme con esa gente, sus potenciales. Quizás valga la pena. Quizás pueda volver
nuevamente de Paraguay. Pero máximo diez días.
Últimas negociaciones el sábado, camino del Aeropuerto: ellos van a medir cómo están
verdaderamente las ganas dentro de una semana; yo averiguaré mis posibilidades de modificar
itinerario.
Vuelvo el jueves 13 de noviembre. En Salta me esperan las noticias sobre el programa: nos
instalaremos en Posta de Lozano, cerca de Jujuy, y la gente vendrá por turno, de acuerdo a su
disponibilidad para que les ayude a producir; no se sabe aún lo que saldrá, en qué forma se difundirá,
pero hay una motivación creciente.
Viernes 14 de noviembre en Posta de Lozano. Acabamos de llegar. Instalamos tres
computadoras (pronto serán cuatro...). Dejamos todo listo y comenzamos con las fichas que preparó
Sandro. Es un privilegiado: llegó el primero y se le puede brindar toda la disponibilidad del mundo. El
ambiente se presta: el agua que corre y bulle, los pájaros que nos salpican de colores y cantos, la
tranquilidad propicia a la concentración. Sandro retoma sus fichas y comienza una nueva. Preparo una
primera lista de los textos que tenemos. Chris ya deja aflorar ansiedad ante los plazos (tenemos
exactamente nueve días para que se escriba y se dé forma a lo que sea: tiene que estar terminado el
sábado 22) y quisiera saber cómo vamos a hacer.
No lo sé y no volveré a saberlo hasta el viernes 21. Hablo de esta misma semana y ya se me
confunden los recuerdos. Ha sido tal la vorágine. El domingo estuvimos ocho para cenar. El martes
almorzamos tres. El miércoles cenamos diez. Qué sé yo...
Me dedico a mi labor de partero: leer y escuchar; comentar, estimular,
sugerir una vuelta, una ampliación, un título; confrontar con otras experiencias para ayudar a
profundizar; confiar y dar confianza; tomar los escritos como se agarra al recién nacido, limpiarlo,
vestirlo y talquearlo para poderlo entregar a la madre que lo agarrará con emoción y mirará si está
completo, si no se lo han cambiado, si tiene sus diez deditos, si se parece o no al padre...
Es el momento más hermoso del trabajo: estar disponible para atender los procesos personales,
para ayudar la gente a crecer, a descubrir dentro de sí misma grandes riquezas de reflexiones, de
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estilos, a superar los bloqueos de la escritura, de la subjetividad, los temores al juicio ajeno y al «no
podré hacerlo», a gozarse de antemano ante las emociones y las sorpresas del futuro lector...
Me fijé hasta el jueves para priorizar esos procesos. Nos quedarán dos días para la labor global.
Miércoles en la noche: para aliviar a Chris de sus angustias intento un primer esbozo de lo que podría
ser el producto final. Pero aún no lo siento y la cosa se nota.
Viernes en la mañana. Nos hemos quedado los dos. Hago las últimas limpiezas y ediciones
mientras me empapo de las ideas y las vivencias para sentir los rumbos. Espero dar el salto esta tarde.
Cuatro de la tarde. ¡Llegan tres nuevas fichas! Me ponen nervioso porque ya siento los plazos
encima. Es una locura... La tensión y el agotamiento ya no dejan sesos para más labores que las
mecánicas...pero hasta las diez y media, y sin terminar.
Esta mañana comencé a las cinco. Miré las listas de todo lo que teníamos y me entró una gran
serenidad. ¡Ya está ganado! Poco importa que queden por escribir la introducción y el epílogo, por
completar algunas informaciones indispensables para entender los aportes, por revisar y agrupar las
fichas dispersas, por juntar los capítulos y armarlos.
Sin mayor presión debatimos cómo vamos a estructurar todo. Pasamos más de tres horas en
eso. Me toca el primer borrador de la introducción.
Son las primeras frases que escribo. Hasta ahora me mantuve en
abstinencia total para no perder mi disponibilidad a los procesos de otros y a sus aportes para el libro:
¡si, será un libro, se lo merece! Empiezo a avanzar con facilidad, nutrido y dopado por los textos que
tengo a mano, por las imágenes de sus autores, por la emoción del éxito en el gran desafío de
demostrarles a ellos mismos y a todos que, con un mínimo de condiciones (materiales pero sobre todo
de ambiente, de gente, de vida), los propios actores pueden volverse autores de sus conocimientos y
compartirlos en forma amena, para colegas y amigos.
- Chris, ¿me regalas el epilogo?
¿Para qué discursear? Tengo ganas de compartir mi alegría. La mejor explicación de la
capitalización es lo que acabamos de vivir y prefiero contarlo como tal. La mejor demostración de su
utilidad está en estas páginas: que el lector aprecie. Y si alguno no aprecia, siempre quedará el
extraordinario resultado de ese grupo humano que se dio con fuerza y seriedad a la tarea, que se
descubrió a sí mismo en muchos de sus potenciales escondidos o frenados, que se fortaleció en
confianzas y en capacidades y en reflexiones, que ofreció en la dispersión de estos días aquí mayor
imagen de equipo de lo que había sentido en octubre en Salta, mayor fuerza vital y compromiso para
seguir en la brecha de lo que podría dejar suponer este final de un año tenso, agotador, lleno de
actividades por culminar y de emprendimientos por confirmar.
Lector, si me gusta apoyar capitalizaciones de experiencias es por el placer y la utilidad que
siento que puedes hallar en ellas, por el gozo de ver cómo crecen los propios autores a medida que
pulen su estima, sus ideas y sus vivencias, por el orgullo de contribuir a que las bellezas y riquezas del
terreno, de la práctica, de la realidad, no se pierdan, no se olviden, y más bien tomen asiento a la mesa
del conocimiento para compartir con las otras fuentes del saber y para mejorar nuestras vidas a todos.
Pierre de Zutter
Posta de Lozano, 22 de noviembre de 1997, 17:52
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