INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA LITERATURA: ALGUNOS CONCEPTOS Y TERMINOLOGÍA BÁSICA CARLOS GONZÁLEZ SANZ Este tema, considerado como unidad 0 y vinculado a la evaluación inicial, contiene algunos conceptos fundamentales sobre la literatura y su estudio, así como terminología básica. No se trata, propiamente, de contenidos para estudiar (no serán objeto de pregunta en ninguna prueba de examen). No obstante, sí resulta imprescindible conocer y manejar apropiadamente tales conceptos y terminología (ten en cuenta que la precisión y la corrección en la expresión escrita son tomadas muy en cuenta, junto con la madurez demostrada al analizar textos y expresar opiniones sobre ellos, en la evaluación). Por otra parte, supone una necesaria reflexión a la hora de abordar el estudio de la Historia de la Literatura y comentar textos literarios. ¿QUÉ ES LA LITERATURA? Habitualmente suele considerarse a la literatura como el tipo de arte que usa la palabra como materia e instrumento de expresión. También se entiende como literatura el conjunto de las obras literarias de una nación o lengua (hay que entender expresiones como "literatura inglesa" con el sentido de literatura en lengua inglesa y no de Inglaterra); de una época ("literatura del Siglo de Oro") o, incluso, de un género ("literatura fantástica"). Sin embargo, la Teoría de la Literatura, que estudia desde una perspectiva puramente teórica el discurso literario, no ha dado aún con una definición totalmente satisfactoria de literatura debido a su complejidad, que se explica por las peculiaridades del lenguaje literario (en el que se produce un uso anómalo del lenguaje y los elementos del acto de comunicación adquieren una complejidad extraordinaria); por el hecho de que las formas literarias (figuras, procedimientos, etc.) pueden ser utilizadas también en otros tipos de lenguaje o discurso (no hay manera, por tanto, de establecer leyes aplicables a la literatura) y por tratarse, ante todo, de un hecho social, de manera que en cada época y en cada cultura se han establecido límites distintos para lo que se ha considerado literario. 1 Ello ha llevado a la Teoría de la Literatura a considerar que su objeto de estudio no es, propiamente, la literatura (que resulta inabordable e inabarcable), sino la "literariedad", es decir, las condiciones que establecen los límites entre lo que se considera literario y lo que no se considera literario. Por nuestra parte, podemos abordar el estudio de la literatura teniendo presentes, en su conjunto, los diversos acercamientos y concepciones de la literatura derivadas de las diferentes ciencias que la estudian y de las sucesivas escuelas y teorías que han tratado de entender la literariedad. Para empezar a concretar esta, merece la pena recordar que el término literatura se deriva del latín litterae (de littera —'letra', 'escrito'—), que hace referencia a la acumulación de saberes para escribir y leer de modo correcto. Grosso modo, podemos decir pues que el término literatura designó en la antigüedad a las letras o la escritura en su conjunto, algo, por otra parte, bastante lógico si tenemos presente que en épocas pretéritas fueron mayoría las personas iletradas o analfabetas y que, derivado de esto, al ser minoritario el uso de la escritura, esta se caracterizó por utilizarse para temas elevados y siempre con una cuidada factura. De esta concepción inicial se deriva también la expresión bellas letras, que limitaría la literatura a los escritos con una intención estética o con una forma especialmente cuidada, tanto en lo gramatical, como en lo retórico y lo poético. No obstante, la idea de literatura como escritura deja fuera al amplio campo de la llamada literatura oral, que ha existido en todo tiempo, incluso antes del nacimiento de la escritura. Conviene por ello, acudir, en el inicio de nuestro recorrido, a la concepción de la literatura en la Poética de Aristóteles, donde es entendida fundamentalmente como "el arte de la palabra" y no, exclusivamente, como escritura. Se trata, además, del primer acercamiento teórico a lo literario y tuvo (y sigue teniendo) una importancia fundamental para entender lo que se ha considerado como literatura en nuestra cultura, especialmente desde el siglo XVI al XVIII, donde muchas de las ideas de Aristóteles configuraron la llamada preceptiva literaria, o reglas que deben seguirse para crear obras literarias. Aristóteles, en su Poética (de la que solo nos ha llegado uno de los dos libros que la componían) utiliza para definir los principales géneros literarios el 2 término poiesis (del que deriva el castellano poesía), que debe entenderse, tal como lo concibe Platón en El banquete, como "la causa que convierte cualquier cosa que consideremos de no-ser a ser", o dicho de otro modo, como convertir pensamientos en materia o, simplemente, como 'creación' u 'obra'. Desde este punto de vista, la literatura (o poesía en toda la extensión del término) no es tanto fruto de la escritura como del proceso creativo, eso sí, mediante el uso de la palabra. Este proceso, de acuerdo con Aristóteles, es fruto de la mímesis, concepto estético que define el fin esencial del arte como imitación de la naturaleza (entendida como mundo material). No debe confundirse, por otra parte, mímesis con representación pues la obra artística, aunque haga uso de técnicas de representación, no pretende ser un equivalente al original. Más adelante, se entrará en la concepción de los géneros literarios con más detalle, pero, de momento, a la vista de lo expuesto, podría decirse que en la antigüedad clásica se concibió la literatura como una de las artes, la que hace uso de la palabra, con una intención estética, como materia y medio de expresión, con lo que conlleva esto de dominio y de perfección en lo gramatical y lo retórico. Tal concepción de la literatura se mantuvo vigente en gran medida hasta el siglo XIX, en el que la revolución romántica, que coincide en el tiempo con el origen de nuestra sociedad contemporánea, pondrá en tela de juicio la preceptiva clásica, dando origen a la llamada literatura de la modernidad. Desde ese momento, y en particular, desde los inicios del siglo XX, con las diversas teorías literarias (que nacerán de los estudios modernos de lingüística) surgen nuevas concepciones de la literatura, o, mejor dicho, de la literariedad, que tienen en común la idea de que el lenguaje literario se distingue del resto de lenguajes o discursos por el uso anómalo de la lengua. Resumiendo mucho y en esencia, cabe destacar las siguientes corrientes de la Teoría de la Literatura, todas, como se decía antes, aprovechables para nuestros fines, aunque ninguna logre una definición totalmente satisfactoria de la literariedad: La estilística pone el acento en las razones que llevan al autor de la obra literaria a seleccionar expresiones particulares en su uso del lenguaje; se centra, por tanto, en el emisor de la obra literaria, como 3 si la anomalía a la que se aludía antes fuera producto de su particular biografía. Nos aporta, por tanto, la idea de que resulta necesario conocer la vida de un autor para poder comprender y estudiar su obra. El formalismo ruso y el estructuralismo ponen el acento en el propio texto (es decir, en el mensaje), tratando de encontrar en sus peculiaridades la anomalía que caracteriza a la literariedad. Su aportación más importante es la del lingüista Roman Jakobson, que considera que la literariedad es producto de la presencia de la función poética o estética del lenguaje. Grosso modo, podemos entender a partir de esta idea que en la literatura la forma se impone al contenido o bien que forma y contenido son igualmente importantes y contribuyen solidariamente a la intención comunicativa del emisor del discurso estético. Esta corriente tiene una importancia fundamental pues nos proporciona los instrumentos y conceptos básicos para el análisis del lenguaje literario junto con la antigua retórica. La estética de la recepción, por su parte, hace hincapié en el lector (o receptor), considerando que la obra literaria no es solo el resultado de la creación por parte del autor, sino también de la lectura (de ahí que una obra pueda evolucionar en el tiempo al ser leída en cada época de manera distinta). Por otra parte, también estudia la manera en que la idea que el autor tiene de sus potenciales lectores (el lector implícito) influye en su creación (pues todo autor espera satisfacer las expectativas de estos). Además, esta escuela introduce en la Teoría literaria los conceptos de horizonte de expectativas y horizonte de experiencias, que determinan la experiencia lectora. De esta estética resultan muy aprovechables la idea de que la obra literaria deja de pertenecer a su autor en el momento en que es publicada y la necesidad de conocer el momento histórico en el que se creó una obra para poder comprenderla (hay que ponerse en la piel de los lectores de esa época) ya que, en definitiva, desde este punto de vista, la literatura es una institución social o, dicho de otro modo, es literatura aquello que una sociedad determinada considera como tal. 4 La pragmática de la comunicación trata de superar y englobar a las anteriores teorías al contemplar la obra literaria como un acto de habla en su conjunto, sin dar especial relevancia a uno solo de sus elementos e incidiendo en su dimensión comunicativa (especialmente ligada al contexto). Esta escuela trata de definir así lo literario a partir del valor de verdad que se da a lo escrito y concluye que el acto de comunicación literario se caracteriza por no tener fuerza ilocutiva o, dicho de otro modo, porque en él queda en suspenso el valor de verdad. Actualmente los teóricos de la literatura vuelven sus ojos a la antigua retórica, disciplina que nació y se desarrolló en Grecia y Roma y que era entendida como el arte de expresarse de la manera adecuada para lograr la persuasión del auditorio o los lectores. Aunque la retórica se usa en todo tipo de lenguajes, sus recursos o figuras han sido siempre y siguen siendo imprescindibles para el análisis del lenguaje literario, en el que adquieren especial importancia. Ciencias que estudian la literatura Además de lo dicho hasta aquí, el estudio de la literatura (la llamada Ciencia de la Literatura) puede afrontarse desde tres ciencias o puntos de vista distintos: La Historia de la Literatura (que es la perspectiva dominante en nuestra materia) estudia autores, obras y movimientos estéticos en su contexto histórico. Relacionada con ella está la Literatura Comparada, que trata de establecer la difusión y evolución de temas y técnicas literarias comparando las obras de diferentes autores, épocas y movimientos estéticos. También interesa en esta última perspectiva la intertextualidad (concepto desarrollado principalmente por Bajtín) y que se entiende como la relación que un texto mantiene con otros (ningún creador parte de 0 y es inevitable que sus obras sean tributarias de otras, sobre todo, de aquellas que forman parte de sus lecturas). La Teoría de la Literatura o Teoría literaria, que estudia, como se ha visto, la literariedad y que tiene una estrecha relación con disciplinas anteriores como la poética, la retórica, la estética y la hermenéutica. 5 La crítica literaria, que consiste, propiamente, en el análisis y valoración razonada de una o varias obras literarias y que, por tanto, tiene una estrecha relación con la Teoría de la Literatura, al aplicar sus instrumentos y proporcionarle, al mismo tiempo, nuevas ideas y métodos de análisis e interpretación. Además de estas ciencias, para el caso particular de la literatura de tradición oral, se ha desarrollado, dentro de los estudios del Folklore, la llamada Etnopoética, que estudia las manifestaciones verbales de este, destacando su carácter estético y estableciendo sus diferentes géneros y subgéneros en cada cultura. LOS GÉNEROS LITERARIOS Anteriormente vimos cómo la primera gran obra teórica para el estudio de la literatura (dejando a parte las aportaciones que Platón hizo entre otras obras en El Banquete y La República) fue la Poética de Aristóteles, en la que este, además de definir la literatura como una de las artes (ligada al concepto de mímesis), sienta las bases de la teoría de los géneros literarios, que serían los grupos o categorías en que podemos clasificar las obras literarias según aspectos como su temática, su tono, la forma de expresión, etc. Estos interesan tanto al autor como al lector pues establecen modelos que facilitan la creación literaria y satisfacen las expectativas de sus receptores. Aristóteles definió los géneros literarios a partir del modo, el medio y el objeto de imitación. Respecto a los modos de imitación, diferencia dos: la forma activa, propia del teatro, en el que únicamente intervienen los personajes; y la forma narrativa, en la que pueden señalarse dos variedades según si el poeta narra personalmente, o lo hacen sus personajes. Respecto al medio de imitación (ritmo, lenguaje y armonía) se diferencian por usarlos de manera distinta. Por último, en cuanto al objeto de imitación, los géneros se distinguen por hacer a los hombres mejores, peores o iguales. Grosso modo, de sus propuestas surgen los tres grandes géneros literarios, definidos como tipos de poesía o creación literaria: 6 Poesía épica, que tiene carácter narrativo y un tono elevado pues se dedica a contar las hazañas de héroes o pueblos, sirviendo pues de modelo de conducta. Poesía lírica (así llamada por su carácter musical —ligada al uso de la lira—) es la forma poética que expresa un sentimiento intenso o una profunda reflexión, en ambos casos como manifestaciones de la experiencia del yo y con la finalidad de conmover a lectores u oyentes. Poesía dramática, que, frente a la épica, presenta a los personajes "imitados" como operantes y actuantes. En ella se distinguen: o la tragedia (que, como demostró Nietzsche, tiene un origen religioso) que es imitación de una acción esforzada y que mediante temor y compasión lleva a cabo la purgación de tales afecciones (catarsis). o la comedia, a la que se dedicaba, al parecer, el segundo libro, perdido, de la Poética, pero que, según interpreta Escohotado, se entendería como la imitación de personajes y acciones ridículas o grotescas, teniendo, por tanto, un carácter crítico, al poner en evidencia aspectos mejorables de nuestra sociedad. Cabe señalar, además de lo dicho, que en el estudio de la tragedia (al que se dedica en gran medida el primer libro de la Poética) se sientan las bases de la regla de las tres unidades, que tuvo especial importancia en la preceptiva literaria, sobre todo en el siglo XVIII. Según esta regla, la obra teatral debe presentar unidad de tiempo (su tiempo interno debe ser de unas 24 horas), unidad de acción (solo debe existir una trama, repartida en tres actos) y unidad de espacio (todo debe suceder en un único lugar y, por tanto, en un solo escenario). Lógicamente, tomar al pie de la letra estos preceptos lleva a un tipo de teatro, como ya observó Lope de Vega en su Arte nuevo de hacer comedias, alejado de los gustos del público. Por otra parte, merece la pena destacar que en la época clásica (y durante gran parte de la historia de la literatura) la forma de expresión en todos los géneros (e incluso en la Historia y la Ciencia) fue el verso, seguramente porque este facilita la memorización (en épocas donde la oralidad dominaba sobre la escritura) y porque su carácter rítmico da un tono más elevado a la obra. 7 Huelga decir que prosa y verso no son sino formas de expresión y que, aunque hoy en día sea así en grandes rasgos, no deben concebirse como equivalentes, respectivamente, de narrativa y poesía. En cualquier caso, la teoría de los géneros se desarrolló (y en buena medida se simplificó dando lugar a una taxonomía) a partir de los estudios de la retórica clásica, que son los que definitivamente establecieron la clasificación de géneros y subgéneros literarios (de estos últimos se nombran solo los más importantes) vigente hasta hoy en día, en que presenta a grandes rasgos cuatro grandes géneros con las siguientes características: Narrativa (que englobaría a la antigua épica), definida por el hecho de contar una historia (independientemente de su tono o temática) y en la que los subgéneros principales serían la novela y el cuento, que hemos de diferenciar no solo por su mayor o menor extensión sino por el carácter totalmente abierto de la novela frente al cuento, donde los elementos narrativos se desarrollan mínimamente y todo gira en torno a la intriga y, sobre todo, al final que la resuelve. A su vez, en ambos casos pueden establecerse subgéneros definidos por la temática como novela negra, cuento de terror, ciencia ficción, novela sentimental, novela histórica, etc. Poesía (la antigua poesía lírica), único género en el que hoy en día se mantiene el uso del verso pues el elemento rítmico o musical ayuda a su fin, que sería conmover al lector u oyente haciéndole compartir las emociones expresadas por el autor. Entre sus subgéneros existen algunos definidos por el tipo de emoción (oda, elegía, sátira...) y otros en los que la forma métrica tiene aún gran importancia (romance, soneto, etc.). No obstante, estos últimos deben ser considerados fundamentalmente como tipos de estrofa o poema. Cabe destacar que desde el siglo XIX la métrica, aunque se mantenga el uso del verso, ha perdido importancia frente al contenido, siendo hoy frecuente el uso del verso libre e incluso del poema en prosa. Teatro (la antigua poesía dramática), caracterizado, obviamente, por ser escrito para ser representado en un escenario (por lo que se trata de un género en el que el texto en sí es solo una parte de la obra y lo literario se mezcla con otras artes como la danza, la música, la pintura 8 —escenografía—, etc.). Aunque sigue hablándose fundamentalmente de tres grandes subgéneros, tragedia, comedia y drama, en la actualidad se tiende a la mezcla de géneros (iniciada por el drama) y a que cada vez tenga menor importancia el texto y el dramaturgo y cobren mayor relevancia la representación y la escenografía (hoy en día muchas obras son creadas colectivamente por las compañías teatrales como "montajes escénicos"). El género didáctico, que estaría en los límites de la literatura pues su fin principal es la enseñanza (dominan en él lo expositivo y lo argumentativo). Entre sus subgéneros estuvieron en un pasado reciente el diálogo (usado sobre todo en Filosofía) o la fábula literaria. Hoy en día, sin embargo, se reducen casi en exclusiva al ensayo. Aunque en épocas pasadas se consideraban literarias todas las obras de este tipo (incluyendo incluso las de científicos como Newton) y, sobre todo en el siglo XVIII, fue considerado como uno de los principales géneros literarios, se tiende hoy a considerar que los ensayos tienen carácter literario solo cuando presentan un lenguaje especialmente cuidado y con un claro componente estético, algo que, en todo caso, se da en el campo de las humanidades y nunca ya en el científico, donde dominan la exposición, la impersonalidad y el lenguaje técnico-científico. Actualmente, muchos teóricos de la literatura hablan de la desaparición de los géneros, que sería un producto, precisamente, de la evolución de estos en la literatura de la modernidad (el período en el que se centra nuestra materia). En él veremos que el Romanticismo criticó y desechó la preceptiva literaria y empezó a entender los géneros como categorías abstractas (y no como una mera taxonomía), hablando de lo lírico o lo dramático en vez de pensar en poesía lírica o teatro. Esto y el desarrollo de la novela moderna como una especie de género de géneros (capaz de englobar a todos los demás) ha ido borrando los límites entre lo lírico, lo épico, lo dramático y lo didáctico, e incluso entre diferentes artes como el cine y la literatura (se dan así fenómenos como el poema en prosa, el drama —como fusión de comedia y tragedia—, la mezcla de discursos y subgéneros temáticos, etc.). 9 POESÍA E HISTORIA De la Poética de Aristóteles se deriva también un tema de interés sobre los fines que distinguen a la poesía o literatura y a la historia. Para Aristóteles, esta debe tratar de lo que ha sucedido (por tanto, de lo verídico), mientras que la literatura trataría de lo que podría suceder (por tanto, de lo verosímil). Junto a estos términos, cabe destacar otros que debemos usar con precisión: Lo ficticio o la ficción son en principio sinónimos de lo verosímil, pues, como puede observarse, el término se deriva del verbo fingir (por tanto, imitar). Pero la ficción engloba y rebasa a la verosimilitud, pues la obra literaria puede crear otros mundos distintos al real. Lo fantástico o la fantasía: derivado de lo anterior, podemos observar que la ficción en ocasiones hace uso de elementos imaginarios que pueden ser irreales o sobrenaturales. En este último caso, si en la trama participa lo mágico y lo imposible se hace posible, podemos usar también el término maravilloso. Lo histórico (cuando hacemos uso del adjetivo para referirnos a novela o drama históricos) no debe confundirse con la historia. Diríamos que una novela es histórica cuando desarrolla una ficción en un contexto histórico y hablaríamos de historia novelada cuando se nos presentan hechos realmente históricos o verídicos mediante las técnicas de la narrativa. La ciencia ficción, especula con acontecimientos que se considera que podrían llegar a suceder (y así ha sido en muchas ocasiones) fundamentando su verosimilitud en los campos de las ciencias físicas, naturales o sociales. Las distopías imaginan sociedades ficticias indeseables, advirtiendo, generalmente, sobre la deriva de nuestra sociedad hacia ese mundo posible, que deberíamos tratar de evitar. El realismo, en literatura, busca la verosimilitud más absoluta tratando de imitar la realidad de la manera más fiel posible. Interesa darse cuenta de que por ello siempre adquiere un carácter crítico pues nos muestra cómo es nuestro mundo con todos sus aspectos negativos, aunque el autor o el narrador sean totalmente objetivos y no nos ofrezcan su 10 opinión. Frente al realismo, la literatura fantástica propone una evasión de la realidad y tiene, por tanto, un carácter idealista. LA NARRATOLOGÍA Dado que en nuestra materia tienen un peso muy importante las obras narrativas, interesa repasar algunos conceptos fundamentales de la narratología, que es la ciencia que estudia específicamente estas obras y que, además, ha influido notablemente en la narrativa contemporánea (tanto literaria como cinematográfica). Para empezar, resulta necesario diferencia en toda narración tres planos íntimamente relacionados, pero que debemos separar si queremos comprender en profundidad el sentido y las técnicas utilizadas en una novela o cuento: La narración, que sería el propio acto de narrar y, por tanto, la obra en su conjunto. La historia, que sería el conjunto de los hechos que se cuentan dispuestos en orden lineal cronológico, sin ninguna alteración ni omisión. El relato, que sería la disposición de tales hechos que nos ofrece el narrador (puede omitir hechos de la historia, volver atrás en el tiempo o adelantar acontecimientos futuros, resume en ocasiones la historia o, al contrario, se detiene con descripciones ampliando su duración, etc.). De las relaciones entre historia y relato, tanto en lo relativo al tiempo de la historia con respecto al del relato, como en relación con el ritmo con el que es relatada la historia, surgen las llamadas anacronías entre las que interesa distinguir sobre todo: Analepsis o flashback: supone una vuelta al pasado de la historia respecto de la línea temporal básica del discurso. Prolepsis: el movimiento contrario al anterior, se trataría, por tanto, de un relato prospectivo, que adelanta hechos futuros. Escena: en la que, generalmente mediante el diálogo, coinciden el tiempo de la historia con el tiempo del relato. Elipsis: u omisión de hechos de la historia. 11 Sumario o resumen: lo más habitual pues el relato tiende a contar resumidamente la historia, seleccionando solo los hechos significativos. Ralentí: que se da, generalmente, cuando se usa la descripción o se producen digresiones, haciendo que el tiempo del relato sea mayor que el de la historia. Otro elemento fundamental en la narración, como es sabido, es el narrador, que, ante todo, incluso en los casos en que resulte difícil establecer la separación, debe distinguirse del autor, pues es, en todo caso, la voz narrativa que emite el relato (el autor, por su parte, es el emisor de la obra en tanto que persona real de carne y hueso). Frente a este, como receptor de su relato, tenemos al narratario, llamado así cuando se trata de un personaje al que de manera explícita se dirige el narrador (si no se da este caso, se confunde con el llamado lector implícito). Los distintos tipos de narrador son fundamentales para entender la perspectiva o el punto de vista desde el que se narra. Hay muchas clasificaciones que inciden en diversas características de este. La más común es la que lo caracteriza por la persona gramatical, existiendo narradores en primera, segunda o tercera persona, tendiendo el narrador en primera persona a la subjetividad, mientras que el narrador en tercera persona es, por regla general más objetivo (el narrador en segunda persona es una posibilidad muy infrecuente, usada, sobre todo, en obras contemporáneas de carácter experimental). Pero también el narrador puede clasificarse por su punto de vista, en el sentido de qué es lo que conoce y, por tanto, nos puede contar de la historia. Así, cabe distinguir entre narradores protagonistas o narradores personajes, para la primera persona, y, para el caso de la tercera, entre narradores testigos (que simplemente pueden contarnos lo que ven) o narradores omniscientes, que parecen un reflejo del autor pues controlan todos los aspectos de la narración y pueden contarnos todo lo que sienten y piensan los personajes, así como los hechos ocultos que estos protagonizan (y que no han podido ser vistos por nadie). Otra posible clasificación es la establecida por Gerard Genette, que distingue entre narradores: 12 Heterodiegéticos (en 3ª persona), que cuentan la historia de otro. Homodiegéticos (en 1ª persona), que cuentan su propia historia, bien como protagonistas (autodiegéticos), bien como personajes testigo. Extradiegéticos, que cuentan la historia desde fuera de esta, pudiendo haber tomado parte (homodiegéticos) o no (heterodiegéticos) en ella. Intradiegéticos, que cuentan la historia desde dentro de ella, es decir, en primer nivel, tomen (homodiegéticos) o no (heterodiegéticos) parte en ella. Por último, interesa distinguir las diversas formas de citar discursos ajenos en una narración. Entre ellas hay que destacar: Estilo directo: las palabras de un personaje, entre comillas o mediante el uso del guión, se citan literalmente. Estilo indirecto: las palabras de un personaje son relatadas por el narrador. Estilo indirecto libre: como en el anterior, son palabras contadas por el narrador, pero este imita el tono o usa incluso algunas de las expresiones del personaje. Monólogo interior: técnica que intenta plasmar el flujo del pensamiento del protagonista mostrándonos su mundo interior y cómo siente o percibe el mundo real. TÓPICOS Y FIGURAS LITERARIAS Para terminar, interesa recordar que el escritor, como cualquier otro artista, hace uso de técnicas y procedimientos propios de su arte. Estos, en el caso que nos ocupa, fueron perfectamente definidos desde antiguo por la retórica y pueden ser: temas recurrentes que se han venido desarrollando a lo largo de distintas épocas históricas (los tópicos) y que suelen conocerse mediante expresiones latinas (p. ej. Collige virgo rosas); técnicas o recursos que afectan a los diversos planos del lenguaje (fónico, morfosintáctico o semántico) y que conocemos como figuras retóricas o recursos literarios (p. ej. anáfora, quiasmo, metáfora, etc.). 13 No hay espacio en este resumen para introducir, dada su extensión, un listado de tópicos y recursos literarios, pero resulta conveniente conocer los más frecuentes para poder analizar en profundidad las obras literarias objeto de estudio (para ello se incorporarán al apartado de apuntes y recursos de la web de nuestro departamento sendos resúmenes de estos elementos). 14