INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA LITERATURA: ALGUNOS

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INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA LITERATURA:
ALGUNOS CONCEPTOS Y TERMINOLOGÍA BÁSICA
CARLOS GONZÁLEZ SANZ
Este tema, considerado como unidad 0 y vinculado a la evaluación inicial,
contiene algunos conceptos fundamentales sobre la literatura y su estudio, así
como terminología básica. No se trata, propiamente, de contenidos para
estudiar (no serán objeto de pregunta en ninguna prueba de examen). No
obstante, sí resulta imprescindible conocer y manejar apropiadamente tales
conceptos y terminología (ten en cuenta que la precisión y la corrección en la
expresión escrita son tomadas muy en cuenta, junto con la madurez
demostrada al analizar textos y expresar opiniones sobre ellos, en la
evaluación). Por otra parte, supone una necesaria reflexión a la hora de
abordar el estudio de la Historia de la Literatura y comentar textos literarios.
¿QUÉ ES LA LITERATURA?
Habitualmente suele considerarse a la literatura como el tipo de arte que usa
la palabra como materia e instrumento de expresión. También se entiende
como literatura el conjunto de las obras literarias de una nación o lengua
(hay que entender expresiones como "literatura inglesa" con el sentido de
literatura en lengua inglesa y no de Inglaterra); de una época ("literatura del
Siglo de Oro") o, incluso, de un género ("literatura fantástica").
Sin embargo, la Teoría de la Literatura, que estudia desde una perspectiva
puramente teórica el discurso literario, no ha dado aún con una definición
totalmente satisfactoria de literatura debido a su complejidad, que se explica
por las peculiaridades del lenguaje literario (en el que se produce un uso
anómalo del lenguaje y los elementos del acto de comunicación adquieren una
complejidad extraordinaria); por el hecho de que las formas literarias (figuras,
procedimientos, etc.) pueden ser utilizadas también en otros tipos de lenguaje
o discurso (no hay manera, por tanto, de establecer leyes aplicables a la
literatura) y por tratarse, ante todo, de un hecho social, de manera que en cada
época y en cada cultura se han establecido límites distintos para lo que se ha
considerado literario.
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Ello ha llevado a la Teoría de la Literatura a considerar que su objeto de
estudio no es, propiamente, la literatura (que resulta inabordable e
inabarcable), sino la "literariedad", es decir, las condiciones que
establecen los límites entre lo que se considera literario y lo que no se
considera literario. Por nuestra parte, podemos abordar el estudio de la
literatura teniendo presentes, en su conjunto, los diversos acercamientos y
concepciones de la literatura derivadas de las diferentes ciencias que la
estudian y de las sucesivas escuelas y teorías que han tratado de entender la
literariedad.
Para empezar a concretar esta, merece la pena recordar que el término
literatura se deriva del latín litterae (de littera —'letra', 'escrito'—), que hace
referencia a la acumulación de saberes para escribir y leer de modo
correcto. Grosso modo, podemos decir pues que el término literatura designó
en la antigüedad a las letras o la escritura en su conjunto, algo, por otra parte,
bastante lógico si tenemos presente que en épocas pretéritas fueron mayoría
las personas iletradas o analfabetas y que, derivado de esto, al ser minoritario
el uso de la escritura, esta se caracterizó por utilizarse para temas elevados y
siempre con una cuidada factura. De esta concepción inicial se deriva también
la expresión bellas letras, que limitaría la literatura a los escritos con una
intención estética o con una forma especialmente cuidada, tanto en lo
gramatical, como en lo retórico y lo poético.
No obstante, la idea de literatura como escritura deja fuera al amplio
campo de la llamada literatura oral, que ha existido en todo tiempo, incluso
antes del nacimiento de la escritura. Conviene por ello, acudir, en el inicio de
nuestro recorrido, a la concepción de la literatura en la Poética de
Aristóteles, donde es entendida fundamentalmente como "el arte de la
palabra" y no, exclusivamente, como escritura. Se trata, además, del primer
acercamiento teórico a lo literario y tuvo (y sigue teniendo) una importancia
fundamental para entender lo que se ha considerado como literatura en nuestra
cultura, especialmente desde el siglo XVI al XVIII, donde muchas de las ideas
de Aristóteles configuraron la llamada preceptiva literaria, o reglas que deben
seguirse para crear obras literarias.
Aristóteles, en su Poética (de la que solo nos ha llegado uno de los dos libros
que la componían) utiliza para definir los principales géneros literarios el
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término poiesis (del que deriva el castellano poesía), que debe entenderse,
tal como lo concibe Platón en El banquete, como "la causa que convierte
cualquier cosa que consideremos de no-ser a ser", o dicho de otro modo,
como convertir pensamientos en materia o, simplemente, como 'creación' u
'obra'. Desde este punto de vista, la literatura (o poesía en toda la extensión del
término) no es tanto fruto de la escritura como del proceso creativo, eso sí,
mediante el uso de la palabra. Este proceso, de acuerdo con Aristóteles, es
fruto de la mímesis, concepto estético que define el fin esencial del arte
como imitación de la naturaleza (entendida como mundo material). No debe
confundirse, por otra parte, mímesis con representación pues la obra artística,
aunque haga uso de técnicas de representación, no pretende ser un
equivalente al original.
Más adelante, se entrará en la concepción de los géneros literarios con más
detalle, pero, de momento, a la vista de lo expuesto, podría decirse que en la
antigüedad clásica se concibió la literatura como una de las artes, la que hace
uso de la palabra, con una intención estética, como materia y medio de
expresión, con lo que conlleva esto de dominio y de perfección en lo gramatical
y lo retórico.
Tal concepción de la literatura se mantuvo vigente en gran medida hasta el
siglo XIX, en el que la revolución romántica, que coincide en el tiempo con el
origen de nuestra sociedad contemporánea, pondrá en tela de juicio la
preceptiva clásica, dando origen a la llamada literatura de la modernidad.
Desde ese momento, y en particular, desde los inicios del siglo XX, con las
diversas teorías literarias (que nacerán de los estudios modernos de lingüística)
surgen nuevas concepciones de la literatura, o, mejor dicho, de la literariedad,
que tienen en común la idea de que el lenguaje literario se distingue del
resto de lenguajes o discursos por el uso anómalo de la lengua.
Resumiendo mucho y en esencia, cabe destacar las siguientes corrientes de la
Teoría de la Literatura, todas, como se decía antes, aprovechables para
nuestros fines, aunque ninguna logre una definición totalmente satisfactoria de
la literariedad:
 La estilística pone el acento en las razones que llevan al autor de la
obra literaria a seleccionar expresiones particulares en su uso del
lenguaje; se centra, por tanto, en el emisor de la obra literaria, como
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si la anomalía a la que se aludía antes fuera producto de su
particular biografía. Nos aporta, por tanto, la idea de que resulta
necesario conocer la vida de un autor para poder comprender y estudiar
su obra.
 El formalismo ruso y el estructuralismo ponen el acento en el propio
texto (es decir, en el mensaje), tratando de encontrar en sus
peculiaridades la anomalía que caracteriza a la literariedad. Su
aportación más importante es la del lingüista Roman Jakobson, que
considera que la literariedad es producto de la presencia de la
función poética o estética del lenguaje. Grosso modo, podemos
entender a partir de esta idea que en la literatura la forma se impone
al contenido o bien que forma y contenido son igualmente
importantes
y
contribuyen
solidariamente
a
la
intención
comunicativa del emisor del discurso estético. Esta corriente tiene
una importancia fundamental pues nos proporciona los instrumentos y
conceptos básicos para el análisis del lenguaje literario junto con la
antigua retórica.
 La estética de la recepción, por su parte, hace hincapié en el lector (o
receptor), considerando que la obra literaria no es solo el resultado
de la creación por parte del autor, sino también de la lectura (de ahí
que una obra pueda evolucionar en el tiempo al ser leída en cada época
de manera distinta). Por otra parte, también estudia la manera en que la
idea que el autor tiene de sus potenciales lectores (el lector implícito)
influye en su creación (pues todo autor espera satisfacer las
expectativas de estos). Además, esta escuela introduce en la Teoría
literaria los conceptos de horizonte de expectativas y horizonte de
experiencias, que determinan la experiencia lectora. De esta estética
resultan muy aprovechables la idea de que la obra literaria deja de
pertenecer a su autor en el momento en que es publicada y la
necesidad de conocer el momento histórico en el que se creó una obra
para poder comprenderla (hay que ponerse en la piel de los lectores de
esa época) ya que, en definitiva, desde este punto de vista, la literatura
es una institución social o, dicho de otro modo, es literatura aquello
que una sociedad determinada considera como tal.
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 La pragmática de la comunicación trata de superar y englobar a las
anteriores teorías al contemplar la obra literaria como un acto de habla
en su conjunto, sin dar especial relevancia a uno solo de sus elementos
e incidiendo en su dimensión comunicativa (especialmente ligada al
contexto). Esta escuela trata de definir así lo literario a partir del valor de
verdad que se da a lo escrito y concluye que el acto de comunicación
literario se caracteriza por no tener fuerza ilocutiva o, dicho de otro
modo, porque en él queda en suspenso el valor de verdad.
 Actualmente los teóricos de la literatura vuelven sus ojos a la antigua
retórica, disciplina que nació y se desarrolló en Grecia y Roma y que
era entendida como el arte de expresarse de la manera adecuada
para lograr la persuasión del auditorio o los lectores. Aunque la
retórica se usa en todo tipo de lenguajes, sus recursos o figuras han sido
siempre y siguen siendo imprescindibles para el análisis del lenguaje
literario, en el que adquieren especial importancia.
Ciencias que estudian la literatura
Además de lo dicho hasta aquí, el estudio de la literatura (la llamada Ciencia
de la Literatura) puede afrontarse desde tres ciencias o puntos de vista
distintos:
 La Historia de la Literatura (que es la perspectiva dominante en
nuestra materia) estudia autores, obras y movimientos estéticos en su
contexto histórico. Relacionada con ella está la Literatura Comparada,
que trata de establecer la difusión y evolución de temas y técnicas
literarias comparando las obras de diferentes autores, épocas y
movimientos estéticos. También interesa en esta última perspectiva la
intertextualidad (concepto desarrollado principalmente por Bajtín) y que
se entiende como la relación que un texto mantiene con otros (ningún
creador parte de 0 y es inevitable que sus obras sean tributarias de
otras, sobre todo, de aquellas que forman parte de sus lecturas).
 La Teoría de la Literatura o Teoría literaria, que estudia, como se ha
visto, la literariedad y que tiene una estrecha relación con disciplinas
anteriores como la poética, la retórica, la estética y la hermenéutica.
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 La crítica literaria, que consiste, propiamente, en el análisis y
valoración razonada de una o varias obras literarias y que, por tanto,
tiene una estrecha relación con la Teoría de la Literatura, al aplicar sus
instrumentos y proporcionarle, al mismo tiempo, nuevas ideas y métodos
de análisis e interpretación.
Además de estas ciencias, para el caso particular de la literatura de
tradición oral, se ha desarrollado, dentro de los estudios del Folklore, la
llamada Etnopoética, que estudia las manifestaciones verbales de este,
destacando su carácter estético y estableciendo sus diferentes géneros y
subgéneros en cada cultura.
LOS GÉNEROS LITERARIOS
Anteriormente vimos cómo la primera gran obra teórica para el estudio de la
literatura (dejando a parte las aportaciones que Platón hizo entre otras obras
en El Banquete y La República) fue la Poética de Aristóteles, en la que este,
además de definir la literatura como una de las artes (ligada al concepto de
mímesis), sienta las bases de la teoría de los géneros literarios, que serían
los grupos o categorías en que podemos clasificar las obras literarias
según aspectos como su temática, su tono, la forma de expresión, etc. Estos
interesan tanto al autor como al lector pues establecen modelos que facilitan
la creación literaria y satisfacen las expectativas de sus receptores.
Aristóteles definió los géneros literarios a partir del modo, el medio y el
objeto de imitación. Respecto a los modos de imitación, diferencia dos: la
forma activa, propia del teatro, en el que únicamente intervienen los
personajes; y la forma narrativa, en la que pueden señalarse dos
variedades según si el poeta narra personalmente, o lo hacen sus
personajes. Respecto al medio de imitación (ritmo, lenguaje y armonía) se
diferencian por usarlos de manera distinta. Por último, en cuanto al objeto
de imitación, los géneros se distinguen por hacer a los hombres mejores,
peores o iguales. Grosso modo, de sus propuestas surgen los tres grandes
géneros literarios, definidos como tipos de poesía o creación literaria:
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 Poesía épica, que tiene carácter narrativo y un tono elevado pues se
dedica a contar las hazañas de héroes o pueblos, sirviendo pues de
modelo de conducta.
 Poesía lírica (así llamada por su carácter musical —ligada al uso de la
lira—) es la forma poética que expresa un sentimiento intenso o una
profunda reflexión, en ambos casos como manifestaciones de la
experiencia del yo y con la finalidad de conmover a lectores u oyentes.
 Poesía dramática, que, frente a la épica, presenta a los personajes
"imitados" como operantes y actuantes. En ella se distinguen:
o
la tragedia (que, como demostró Nietzsche, tiene un origen
religioso) que es imitación de una acción esforzada y que
mediante temor y compasión lleva a cabo la purgación de tales
afecciones (catarsis).
o la comedia, a la que se dedicaba, al parecer, el segundo libro,
perdido, de la Poética, pero que, según interpreta Escohotado, se
entendería como la imitación de personajes y acciones
ridículas o grotescas, teniendo, por tanto, un carácter crítico, al
poner en evidencia aspectos mejorables de nuestra sociedad.
Cabe señalar, además de lo dicho, que en el estudio de la tragedia (al que se
dedica en gran medida el primer libro de la Poética) se sientan las bases de la
regla de las tres unidades, que tuvo especial importancia en la preceptiva
literaria, sobre todo en el siglo XVIII. Según esta regla, la obra teatral debe
presentar unidad de tiempo (su tiempo interno debe ser de unas 24 horas),
unidad de acción (solo debe existir una trama, repartida en tres actos) y
unidad de espacio (todo debe suceder en un único lugar y, por tanto, en un
solo escenario). Lógicamente, tomar al pie de la letra estos preceptos lleva a
un tipo de teatro, como ya observó Lope de Vega en su Arte nuevo de hacer
comedias, alejado de los gustos del público.
Por otra parte, merece la pena destacar que en la época clásica (y durante
gran parte de la historia de la literatura) la forma de expresión en todos los
géneros (e incluso en la Historia y la Ciencia) fue el verso, seguramente porque
este facilita la memorización (en épocas donde la oralidad dominaba sobre la
escritura) y porque su carácter rítmico da un tono más elevado a la obra.
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Huelga decir que prosa y verso no son sino formas de expresión y que, aunque
hoy en día sea así en grandes rasgos, no deben concebirse como
equivalentes, respectivamente, de narrativa y poesía.
En cualquier caso, la teoría de los géneros se desarrolló (y en buena medida
se simplificó dando lugar a una taxonomía) a partir de los estudios de la
retórica clásica, que son los que definitivamente establecieron la clasificación
de géneros y subgéneros literarios (de estos últimos se nombran solo los
más importantes) vigente hasta hoy en día, en que presenta a grandes rasgos
cuatro grandes géneros con las siguientes características:
 Narrativa (que englobaría a la antigua épica), definida por el hecho de
contar una historia (independientemente de su tono o temática) y en la
que los subgéneros principales serían la novela y el cuento, que hemos
de diferenciar no solo por su mayor o menor extensión sino por el
carácter totalmente abierto de la novela frente al cuento, donde los
elementos narrativos se desarrollan mínimamente y todo gira en torno a
la intriga y, sobre todo, al final que la resuelve. A su vez, en ambos
casos pueden establecerse subgéneros definidos por la temática
como novela negra, cuento de terror, ciencia ficción, novela sentimental,
novela histórica, etc.
 Poesía (la antigua poesía lírica), único género en el que hoy en día se
mantiene el uso del verso pues el elemento rítmico o musical ayuda a su
fin, que sería conmover al lector u oyente haciéndole compartir las
emociones expresadas por el autor. Entre sus subgéneros existen
algunos definidos por el tipo de emoción (oda, elegía, sátira...) y otros en
los que la forma métrica tiene aún gran importancia (romance, soneto,
etc.).
No
obstante,
estos
últimos
deben
ser
considerados
fundamentalmente como tipos de estrofa o poema. Cabe destacar que
desde el siglo XIX la métrica, aunque se mantenga el uso del verso, ha
perdido importancia frente al contenido, siendo hoy frecuente el uso del
verso libre e incluso del poema en prosa.
 Teatro (la antigua poesía dramática), caracterizado, obviamente, por ser
escrito para ser representado en un escenario (por lo que se trata de
un género en el que el texto en sí es solo una parte de la obra y lo
literario se mezcla con otras artes como la danza, la música, la pintura
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—escenografía—, etc.). Aunque sigue hablándose fundamentalmente de
tres grandes subgéneros, tragedia, comedia y drama, en la actualidad
se tiende a la mezcla de géneros (iniciada por el drama) y a que cada
vez tenga menor importancia el texto y el dramaturgo y cobren mayor
relevancia la representación y la escenografía (hoy en día muchas obras
son creadas colectivamente por las compañías teatrales como "montajes
escénicos").
 El género didáctico, que estaría en los límites de la literatura pues su
fin principal es la enseñanza (dominan en él lo expositivo y lo
argumentativo). Entre sus subgéneros estuvieron en un pasado reciente
el diálogo (usado sobre todo en Filosofía) o la fábula literaria. Hoy en
día, sin embargo, se reducen casi en exclusiva al ensayo. Aunque en
épocas pasadas se consideraban literarias todas las obras de este tipo
(incluyendo incluso las de científicos como Newton) y, sobre todo en el
siglo XVIII, fue considerado como uno de los principales géneros
literarios, se tiende hoy a considerar que los ensayos tienen carácter
literario solo cuando presentan un lenguaje especialmente cuidado y con
un claro componente estético, algo que, en todo caso, se da en el
campo de las humanidades y nunca ya en el científico, donde dominan
la exposición, la impersonalidad y el lenguaje técnico-científico.
Actualmente, muchos teóricos de la literatura hablan de la desaparición de los
géneros, que sería un producto, precisamente, de la evolución de estos en la
literatura de la modernidad (el período en el que se centra nuestra materia). En
él veremos que el Romanticismo criticó y desechó la preceptiva literaria y
empezó a entender los géneros como categorías abstractas (y no como una
mera taxonomía), hablando de lo lírico o lo dramático en vez de pensar en
poesía lírica o teatro. Esto y el desarrollo de la novela moderna como una
especie de género de géneros (capaz de englobar a todos los demás) ha ido
borrando los límites entre lo lírico, lo épico, lo dramático y lo didáctico, e incluso
entre diferentes artes como el cine y la literatura (se dan así fenómenos como
el poema en prosa, el drama —como fusión de comedia y tragedia—, la mezcla
de discursos y subgéneros temáticos, etc.).
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POESÍA E HISTORIA
De la Poética de Aristóteles se deriva también un tema de interés sobre los
fines que distinguen a la poesía o literatura y a la historia. Para Aristóteles, esta
debe tratar de lo que ha sucedido (por tanto, de lo verídico), mientras que la
literatura trataría de lo que podría suceder (por tanto, de lo verosímil).
Junto a estos términos, cabe destacar otros que debemos usar con precisión:
 Lo ficticio o la ficción son en principio sinónimos de lo verosímil, pues,
como puede observarse, el término se deriva del verbo fingir (por tanto,
imitar). Pero la ficción engloba y rebasa a la verosimilitud, pues la obra
literaria puede crear otros mundos distintos al real.
 Lo fantástico o la fantasía: derivado de lo anterior, podemos observar
que la ficción en ocasiones hace uso de elementos imaginarios que
pueden ser irreales o sobrenaturales. En este último caso, si en la trama
participa lo mágico y lo imposible se hace posible, podemos usar
también el término maravilloso.
 Lo histórico (cuando hacemos uso del adjetivo para referirnos a novela
o drama históricos) no debe confundirse con la historia. Diríamos que
una novela es histórica cuando desarrolla una ficción en un contexto
histórico y hablaríamos de historia novelada cuando se nos presentan
hechos realmente históricos o verídicos mediante las técnicas de la
narrativa.
 La ciencia ficción, especula con acontecimientos que se considera que
podrían llegar a suceder (y así ha sido en muchas ocasiones)
fundamentando su verosimilitud en los campos de las ciencias físicas,
naturales o sociales.
 Las distopías imaginan sociedades ficticias indeseables, advirtiendo,
generalmente, sobre la deriva de nuestra sociedad hacia ese mundo
posible, que deberíamos tratar de evitar.
 El realismo, en literatura, busca la verosimilitud más absoluta tratando
de imitar la realidad de la manera más fiel posible. Interesa darse cuenta
de que por ello siempre adquiere un carácter crítico pues nos muestra
cómo es nuestro mundo con todos sus aspectos negativos, aunque el
autor o el narrador sean totalmente objetivos y no nos ofrezcan su
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opinión. Frente al realismo, la literatura fantástica propone una evasión
de la realidad y tiene, por tanto, un carácter idealista.
LA NARRATOLOGÍA
Dado que en nuestra materia tienen un peso muy importante las obras
narrativas,
interesa
repasar
algunos
conceptos
fundamentales
de
la
narratología, que es la ciencia que estudia específicamente estas obras y que,
además, ha influido notablemente en la narrativa contemporánea (tanto literaria
como cinematográfica).
Para empezar, resulta necesario diferencia en toda narración tres planos
íntimamente relacionados, pero que debemos separar si queremos comprender
en profundidad el sentido y las técnicas utilizadas en una novela o cuento:
 La narración, que sería el propio acto de narrar y, por tanto, la obra en
su conjunto.
 La historia, que sería el conjunto de los hechos que se cuentan
dispuestos en orden lineal cronológico, sin ninguna alteración ni omisión.
 El relato, que sería la disposición de tales hechos que nos ofrece el
narrador (puede omitir hechos de la historia, volver atrás en el tiempo o
adelantar acontecimientos futuros, resume en ocasiones la historia o, al
contrario, se detiene con descripciones ampliando su duración, etc.).
De las relaciones entre historia y relato, tanto en lo relativo al tiempo de la
historia con respecto al del relato, como en relación con el ritmo con el que es
relatada la historia, surgen las llamadas anacronías entre las que interesa
distinguir sobre todo:
 Analepsis o flashback: supone una vuelta al pasado de la historia
respecto de la línea temporal básica del discurso.
 Prolepsis: el movimiento contrario al anterior, se trataría, por tanto, de
un relato prospectivo, que adelanta hechos futuros.
 Escena: en la que, generalmente mediante el diálogo, coinciden el
tiempo de la historia con el tiempo del relato.
 Elipsis: u omisión de hechos de la historia.
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 Sumario o resumen: lo más habitual pues el relato tiende a contar
resumidamente la historia, seleccionando solo los hechos significativos.
 Ralentí: que se da, generalmente, cuando se usa la descripción o se
producen digresiones, haciendo que el tiempo del relato sea mayor que
el de la historia.
Otro elemento fundamental en la narración, como es sabido, es el narrador,
que, ante todo, incluso en los casos en que resulte difícil establecer la
separación, debe distinguirse del autor, pues es, en todo caso, la voz
narrativa que emite el relato (el autor, por su parte, es el emisor de la obra en
tanto que persona real de carne y hueso). Frente a este, como receptor de su
relato, tenemos al narratario, llamado así cuando se trata de un personaje al
que de manera explícita se dirige el narrador (si no se da este caso, se
confunde con el llamado lector implícito).
Los distintos tipos de narrador son fundamentales para entender la perspectiva
o el punto de vista desde el que se narra. Hay muchas clasificaciones que
inciden en diversas características de este. La más común es la que lo
caracteriza por la persona gramatical, existiendo narradores en primera,
segunda o tercera persona, tendiendo el narrador en primera persona a la
subjetividad, mientras que el narrador en tercera persona es, por regla general
más objetivo (el narrador en segunda persona es una posibilidad muy
infrecuente, usada, sobre todo, en obras contemporáneas de carácter
experimental).
Pero también el narrador puede clasificarse por su punto de vista, en el sentido
de qué es lo que conoce y, por tanto, nos puede contar de la historia. Así, cabe
distinguir entre narradores protagonistas o narradores personajes, para la
primera persona, y, para el caso de la tercera, entre narradores testigos
(que simplemente pueden contarnos lo que ven) o narradores omniscientes,
que parecen un reflejo del autor pues controlan todos los aspectos de la
narración y pueden contarnos todo lo que sienten y piensan los personajes, así
como los hechos ocultos que estos protagonizan (y que no han podido ser
vistos por nadie).
Otra posible clasificación es la establecida por Gerard Genette, que distingue
entre narradores:
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 Heterodiegéticos (en 3ª persona), que cuentan la historia de otro.
 Homodiegéticos (en 1ª persona), que cuentan su propia historia, bien
como protagonistas (autodiegéticos), bien como personajes testigo.
 Extradiegéticos, que cuentan la historia desde fuera de esta, pudiendo
haber tomado parte (homodiegéticos) o no (heterodiegéticos) en ella.
 Intradiegéticos, que cuentan la historia desde dentro de ella, es decir,
en primer nivel, tomen (homodiegéticos) o no (heterodiegéticos) parte en
ella.
Por último, interesa distinguir las diversas formas de citar discursos ajenos
en una narración. Entre ellas hay que destacar:
 Estilo directo: las palabras de un personaje, entre comillas o mediante
el uso del guión, se citan literalmente.
 Estilo indirecto: las palabras de un personaje son relatadas por el
narrador.
 Estilo indirecto libre: como en el anterior, son palabras contadas por el
narrador, pero este imita el tono o usa incluso algunas de las
expresiones del personaje.
 Monólogo interior: técnica que intenta plasmar el flujo del pensamiento
del protagonista mostrándonos su mundo interior y cómo siente o
percibe el mundo real.
TÓPICOS Y FIGURAS LITERARIAS
Para terminar, interesa recordar que el escritor, como cualquier otro artista,
hace uso de técnicas y procedimientos propios de su arte. Estos, en el caso
que nos ocupa, fueron perfectamente definidos desde antiguo por la retórica y
pueden ser:
 temas recurrentes que se han venido desarrollando a lo largo de
distintas épocas históricas (los tópicos) y que suelen conocerse
mediante expresiones latinas (p. ej. Collige virgo rosas);
 técnicas o recursos que afectan a los diversos planos del lenguaje
(fónico, morfosintáctico o semántico) y que conocemos como figuras
retóricas o recursos literarios (p. ej. anáfora, quiasmo, metáfora, etc.).
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No hay espacio en este resumen para introducir, dada su extensión, un listado
de tópicos y recursos literarios, pero resulta conveniente conocer los más
frecuentes para poder analizar en profundidad las obras literarias objeto de
estudio (para ello se incorporarán al apartado de apuntes y recursos de la web
de nuestro departamento sendos resúmenes de estos elementos).
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