México, Allende y el Computador

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El Clarí-n de Chile
México, Allende y el Computador
autor Eduardo Contreras
2008-09-11 23:38:22
México, 10 de septiembre de 2008. Estoy de vuelta en esta gran ciudad con ocasión de un seminario de estudios sobre
los 70 años de la Confederación de Trabajadores de América Latina, la CTAL, fundada en 1938 por Vicente Lombardo
Toledano y a la que tanto contribuyeron compatriotas y compañeros nuestros como Salvador Ocampo, Juan Vargas
Puebla y César Godoy Urrutia. Habrá ocasión de hablar de este importante encuentro internacional. Hoy quiero
referirme al par de noticias de nuestro paÃ-s más comentadas en medios de prensa mexicanos.
Una es la revelación del prestigioso médico forense, Luis Ravanal, quien puso en duda la versión de que el Presidente
de la República Salvador Allende se suicidó durante el golpe militar del 11 de septiembre de 1973 y que recomienda un
nuevo análisis para establecer con precisión la causa de su deceso. La otra es la ridÃ-cula maniobra del senador
pinochetista Alberto Espina, que pretende sacar ganancias polÃ-ticas para la derecha criolla a costas de esa suerte de
computador mágico del lÃ-der de las FARC Raúl Reyes. Es decir, ese cuento para boludos inventado especialmente
para el narcotraficante Alvaro Uribe por los sectores mafiosos enquistados en la Interpol.
En cuanto al primer asunto, debo recordar que, como narré en un pequeño libro escrito a propósito del desafuero a
Pinochet, cuando junto a Gladys MarÃ-n y los abogados Cavieres, Alvarez, Urquieta, Vargas y Espinoza, interpusimos la
querella contra Pinochet, la idea original era que dicha acción penal fuera en primer lugar por el magnicidio del
Presidente Allende, sobre cuya causa de muerte hay tantas dudas. Nos sigue pareciendo horroroso que a estas alturas
ningún tribunal haya decretado investigar las causas precisas de la muerte de un Presidente de la República. Incluso en
la hipótesis que se disparó él mismo, nada explica el origen de otras huellas de disparos, ni sabemos si sobre él
dispararon también los militares y, en fin, cual impacto es el que finalmente ocasionó su deceso.
El hecho de que al final nuestra querella no haya podido partir con el magnicidio, no fue responsabilidad de Gladys ni de
los abogados. Y sigue penando el sentido del parte del oficial Palacios a Pinochet aquel mediodÃ-a del 11 de
septiembre del 73  “Misión cumplida, Moneda tomada, presidente muerto…― ¿Hay algo más claro?
El doctor Ravanal es un profesional de prestigio, ha aclarado otros delitos, su denuncia es cientÃ-ficamente seria y aquÃlo que cabe es investigar ese hecho histórico que no puede darse por cerrado; no al menos con los antecedentes de
que hasta ahora se dispone y entiendo que hacia allá apuntan ahora mis colegas Celedón y Coll. Es de toda justicia,
más a la luz de estos nuevos antecedentes, que se aclare legalmente la muerte de Allende.
En cuanto a las paranoicas “revelaciones― de Espina, que nunca tuvo la misma locuacidad para denunciar los crÃ-menes
de Pinochet, su lÃ-der, cualquier persona con 2 dedos de frente se da cuenta que sólo boludos muy boludos, o
mentirosos o conspiradores de a chaucha, se podrÃ-an tragar las mentiras de la Interpol.
Sin fuentes de energÃ-a, sin conexión en la jungla, bombardeado en la selva, mojado por la tormenta tropical, golpeado
y arrastrado, sin embargo del viejo computador los reaccionarios sacan “denuncias― como quien saca conejos desde el
fondo de una vieja chistera. AllÃ- habrÃ-a pruebas contra los compañeros Tellier y Carmona, contra un joven chileno que
visitó a Reyes, contra mi amigo el periodista Hugo Guzmán, allÃ- se probarÃ-a la “conexión mapuche―, etc, etc.
Sólo falta que digan que en el destartalado computador mágico hay pruebas del por qué perdimos con Brasil y
ganamos a Colombia.
Hay que ser muy imbéciles para prestarse al juego Uribe – Interpol. Y muy inmorales para hablar contra el  “terrorismoâ
no!, pero para estos curiosos “antiterroristas― del tipo Espina, que apoyaron a una dictadura culpable de terrorismo de
Estado, todo vale. Lo malo es que no faltarán imbéciles e inmorales que les hagan caso. En México al menos nadie
parece creerle a la frenética derecha chilena.
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