Historias paralelas

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opinión
Carlos Martínez Macías
Hugo Chávez guarda cuatro frustraciones en su vida:
Quiso ser sacerdote, pero apenas alcanzó a ser monaguillo; quiso
hacer carrera castrense, pero apenas
llegó a teniente coronel; quiso ser
beisbolista, pero a lo más que llegó
fue a participar en un partido entre
Venezuela y Cuba con Fidel Castro
como testigo y quiso ser escritor,
pero apenas escribió algunos cuentos y obras de teatro.
Pero como consuelo a sus frustraciones, Hugo Chávez, un joven
humilde del llano venezolano, cumple ya casi ocho años como presidente de su país, se ha reelegido en una
ocasión y trabaja en un ambicioso
proyecto para seguir en el poder al
menos hasta el año 2030.
Hugo Chávez saltó a la fama
mundial el cuatro de febrero de
1992, cuando encabezó a un grupo
de militares afines a él en un intento
de golpe de estado contra el presidente Carlos Andrés Pérez.
Las cifras oficiales mencionaron
14 muertos, pero datos extraoficiales
señalan que en realidad habrían fallecido 50 personas en el fallido intento golpista.
Venezuela estaba en una situación caótica. La economía marchaba
a la deriva y las presiones del Fondo
Monetario Institucional, al imponer
el modelo neoliberal en el manejo
del gobierno abría profundas divisiones entre la población.
La crisis tuvo su peor momento el 27 de febrero de 1989, cuando
en Caracas y poblaciones aledañas,
miles de venezolanos agobiados por
la falta de dinero, saquearon comercios y protestaron ruidosamente en
las calles de la capital.
El ejército tuvo que salir a patrullar la ciudad y restablecer el orden
en un acto de dureza conocido como
“El caracazo” que fue el mejor pretexto para que el grupo de militares
lanzara el golpe de estado.
Junto con otros militares, Hugo
Chávez permaneció en la prisión de
Yare en reclusión preventiva esperando su sentencia.
Sin embargo, el expresidente
Rafael Caldera, en sus aspiraciones
políticas, terminó por valerse de
Chávez para derribar al presidente
Carlos Andrés Pérez y volver a ser
elegido para un nuevo período.
En medio de acusaciones contra
el presidente venezolano, en cierta
forma Caldera justificó el intento
golpista de Chávez, aunque en realidad estaba construyendo su propio
camino.
El dos de mayo de 1993 y en me-
2 de enero de 2006 |
sin pedir audiencia
“El periodismo es una profesión amarga, pero de muy dulces recuerdos”.
Renato Leduc.
Historias paralelas
(segunda parte)
dio de acusaciones de corrupción,
Carlos Andrés Pérez es removido
del cargo y Caldera llega al poder
para el ejercicio de 1994 a 1998.
Como una muestra de gratitud,
el mandatario venezolano que aprovechó el fallido golpe de estado literalmente para golpear a Pérez, termina por ordenar la amnistía de los
militares golpistas incluido Chávez.
Fue precisamente Caldera el que
abrió las puertas para el ascenso del
teniente coronel.
No solamente por la amnistía,
sino que el veterano expresidente
rompió con el partido tradicional
venezolano COPEI que había gobernado 35 años seguidos. Fundó un
nuevo partido y ganó las elecciones.
Chávez haría lo mismo. Tan
pronto se vio libre, formó el partido
MVR (Movimiento Venezolano Revolucionario), que en realidad fue legalizar al grupo militar que lo había
empujado al golpe de estado.
De esta forma, seis años después
del fallido golpe de estado, Hugo
Chávez, con un arrastre popular
merced a los discursos dirigidos a la
gente pobre y una evidente elocuencia, ganaría las elecciones en 1998.
Con un porcentaje del 56 por
ciento de los votos, el más alto en 40
años, Chávez ganaría las elecciones
y en 1999 solicitó inmediatamente
poderes especiales para poner orden en la economía.
En abril de ese mismo año, lanza
un referéndum para impulsar una
nueva constitución y para agosto
había conseguido el respaldo para
obtener poderes especiales como
presidente para disolver los órganos
del estado, lo que efectivamente realiza al disolver al sistema judicial y
al parlamento.
Siete años después de su intento
de golpe de estado, repite su historia
golpista esta vez desde dentro del
propio gobierno.
Con todo el poder en sus manos,
Hugo Chávez, presidente de Venezuela FOTO: milenio
Chávez lanzó un nuevo referéndum
donde estrenó las reformas a la
Constitución que había impulsado
y que consistían en que el pueblo
podría revocar el mandato del presidente.
El resultado fue abrumador: 60
por ciento de los venezolanos lo ratificaba en el cargo.
Las reformas además impulsadas por Chávez, atacaron los latifundios y comenzó además fuertes
enfrentamientos contra los propietarios de medios de comunicación,
especialmente la televisión.
Chávez entendió además que el
petróleo, la mayor de las riquezas de
Venezuela, era también la mejor estrategia para sus afanes de convertirse en el Simón Bolívar del nuevo
siglo.
Por ello comenzó a enfrentar a
la poderosa compañía venezolana
del petróleo con despidos masivos y
sembró las bases para las revueltas
que paralizarían al país.
Paros, protestas y un sentimiento de malestar entre sectores
afectados directamente por las
políticas populistas de Chávez,
prepararon el terreno para que el
teniente coronel, el golpista, enfrentara un intento similar de golpe de estado.
El 11 de abril de 2002 una multitudinaria marcha de protesta terminó con un enfrentamiento a balazos
entre opositores y chavistas.
El saldo fue de 19 muertos y al
menos 100 heridos. Entre los agresores, fueron señalados francotiradores del equipo del presidente
Chávez.
El 12 de abril fue revelada la
supuesta renuncia del presidente
quien fue detenido y recluido en
una prisión.
Pero el presidente de la federación de empresarios, uno de los sectores más agredidos por el gobierno
chavista, Pedro Carmona, tomaría
posesión provisional del cargo y lo
haría con el pie izquierdo.
Por encima de la constitución,
Carmona se atribuyó poderes especiales y disolvió entre otros al parlamento y al Tribunal Supremo de
Justicia.
Entonces hasta quienes fueron
sus aliados en el golpe de estado
contra Chávez le dieron la espalda.
Un grupo de fieles militares realizaría el rescate del presidente y lo
regresaría al palacio para retomar el
poder.
Desde entonces, las relaciones
tensas con la oposición no han terminado.
En 2004, nuevamente los grupos
opositores a Chávez recabaron firmas para un referéndum revocatorio (el segundo contra el presidente)
y nuevamente salió airoso con el 58
por ciento del respaldo contra el 41
por ciento que pedía su salida.
De cualquier forma, está claro
que la polarización de la vida política y social en Venezuela está a flor
de piel.
Por si fuera poco, Hugo Chávez
ha mantenido fuertes enfrentamientos con otros presidentes, como en
su momento con José María Aznar
en España, con los mandatarios de
Ecuador y Colombia y recientemente con el presidente Vicente Fox.
Su gobierno, abiertamente
declarado ya de izquierda, ha
sostenido fuertes disputas con
la oligarquía de derecha que gobernaba Venezuela. Uno de los
más fuertes enfrentamientos fue
al ordenar la expropiación de latifundios por ser supuestamente
tierras improductivas.
Pero Chávez no es tonto. Para
curarse en salud de lo que un día él
encabezó y lo que en otra ocasión
padeció, al ejército le creó un programa a la medida: un mecanismo
asistencial donde la milicia se entretiene ayudando en asuntos de salud,
educación y pobreza.
Y en medio de este panorama
que he descrito, algunos de los más
fervientes chavistas ya anuncian
que podrían impulsarse reformas
constitucionales que permitan modificar los mandatos.
Todo para que el teniente coronel retirado, el monaguillo y frustrado sacerdote, pueda continuar con
su labor de extender su revolución
“bolivariana” por toda América Latina hasta el año 2030.n
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