DÍA DEL SEÑOR 22 C Amor gratuito

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DÍA DEL SEÑOR 22 C
Amor gratuito
Canto
Yo siento, Señor, que tú me amas,
yo siento, Señor, que te puedo amar.
Háblame, Señor, que tu siervo escucha,
háblame, ¿qué quieres de mí?
Señor, tú has sido grande para mí,
en el desierto de mi vida, háblame.
Yo quiero estar dispuesto a todo,
toma mi ser, mi corazón es para ti.
Por eso canto tus maravillas,
por eso canto tu amor.
Te alabo, Jesús, por tu grandeza,
mil gracias te doy por tu gran amor.
Heme aquí, Señor, para acompañarte,
heme aquí, ¿qué quieres de mí?
Oración
Tu nos quieres, Padre, por puro amor que no espera nada a cambio.
Nos cuesta reconocerlo y dejarnos querer.
Enséñanos, Padre, el sentido de la gratuidad
y del amor sincero que no espera respuesta.
El corazón soberbio se retrae, se reserva.
El corazón humilde se abre, se brinda, se sacrifica.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Eclesiástico 3, 17-18. 20. 28-29
HIJO, actúa con humildad en tus quehaceres,
y te querrán más que al hombre generoso.
Cuanto más grande seas, más debes humillarte,
y así alcanzarás el favor del Señor.
"Muchos son los altivos e ilustres,
pero él revela sus secretos a los mansos".
Porque grande es el poder del Señor
y es glorificado por los humildes.
La desgracia del orgulloso no tiene remedio,
pues la planta del mal ha echado en él sus raíces.
Un corazón prudente medita los proverbios,
un oído atento es el deseo del sabio.
Palabra de Dios
Salmo responsorial Sal 67, 4-5ac. 6-7ab. 10-11 (B)
Tu bondad, oh, Dios, preparó una casa para los pobres.
Los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad a su nombre;
su nombre es el Señor.
Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece.
Derramaste en tu heredad, oh, Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh, Dios, preparó para los pobres.
Dios se ha ido revelando siempre más asequible,
hasta que en Jesús nos mostró su verdadero rostro.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18-19.22-24a
HERMANOS:
No os habéis acercado a un fuego tangible y encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de
la trompeta; ni al estruendo de las palabras, oído el cual, ellos rogaron que no continuase hablando.
Vosotros, os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a las miríadas de
ángeles, a la asamblea festiva de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos; a las almas
de los justos que han llegado a la perfección, y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.
Palabra de Dios
Oración- reflexión
No nos hemos acercado al dios de los ejércitos,
el guerrero, el dios de la tormenta, el terrible.
Nos hemos acercado al Dios del abrazo y del banquete,
el Dios del arco iris y la brisa.
Nos hemos acercado a Dios.
No nos hemos acercado al dios de la espada,
el justiciero, el dios del monte, el inaccesible.
Nos hemos acercado al Dios hospitalario, acogedor,
el Dios que invita y se ofrece.
Nos hemos acercado a Dios.
No nos hemos acercado al dios vengativo,
el implacable, el dios rencoroso, el resentido.
Nos hemos acercado al Dios que se apiada
y nos perdona, el Dios que se compadece y nos reconcilia.
Nos hemos acercado a Dios.
No nos hemos acercado al dios cruel,
que se complace en el mal, el sufrimiento, la muerte.
Nos hemos acercado al Dios clemente y misericordioso
que comprende y se hace cargo.
Nos hemos acercado a Dios.
J. Suárez
Aleluya, aleluya, aleluya. Mt 11, 29ab
Tomad mi yugo sobre vosotros -dice el Señor-,
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 1.7-14
UN sábado, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola:
"Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro
de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro y te diga: "Cédele el puesto a este".
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te
convidó, te diga:
"Amigo, sube más arriba".
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido".
Y dijo al que lo había invitado:
"Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a
los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no
pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos".
Palabra del Señor
Jesús habla sobre la propia importancia y la superioridad. La calidad de cada uno no debe ser afirmada
por él mismo, sino reconocida por el anfitrión. Lo que sucede en el plano humano, sucede también en el
divino. Renunciar a la ambición de honores es condición para entrar en el reino de Dios.
El creído, el orgulloso, el que se desvive por los primeros puestos, no sabe amar.
Jesús pronuncia una bienaventuranza para el amor gratuito y la generosidad.
EL AMOR GRATUITO
Vivimos en una sociedad en donde prácticamente todo se compra y se paga. El trabajo, los servicios, la
enseñanza, el deporte, el ocio.
Nuestra sociedad produce con frecuencia un tipo de hombre egoísta, insolidario, consumista, de
corazón pequeño y horizonte estrecho, incapaz de amar con auténtica generosidad.
Es difícil en nuestra sociedad ver gestos verdaderamente desinteresados y gratuitos. Con frecuencia,
hasta la amistad y el amor aparecen directa o indirectamente mediatizados por el interés y el egoísmo.
Por eso resulta duro a nuestros oídos escuchar la invitación desconcertante de Jesús: "Cuando des
una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos
ricos; porque corresponderán invitándote y quedarás pagado. Cuando des una comida, invita a los
pobres".
Jesús no critica la amistad, las relaciones familiares ni el amor gozosamente correspondido. Pero nos
invita a reflexionar sobre la verdad última de nuestra conducta.
Amar al que nos ama, ser amable con el que lo es con nosotros, puede ser todavía el comportamiento
normal de un hombre egoísta en donde el propio interés sigue siendo el criterio principal de nuestras
preferencias y nuestra predilección.
Sería una equivocación creer que uno sabe amar de verdad y con generosidad por el simple hecho de
vivir en armonía y saber desenvolverse con facilidad en el círculo de sus amistades y en las relaciones
familiares. También el hombre egoísta "ama" mucho a quienes le aman mucho.
Jesús pensaba en una sociedad en la que cada uno se sintiera servidor de los más necesitados. Una
sociedad muy distinta de la actual, en la que los hombres aprendiéramos a amar no a quien mejor
nos paga sino a quien más nos necesita.
Es bueno preguntarnos con sinceridad qué buscamos cuando nos acercamos a los demás. ¿Buscamos
dar o buscamos recibir? Sólo ama el que es capaz de comprender aquellas palabras de Jesús: "Hay más
felicidad en dar que en recibir."
J. A. Pagola
Como interrogante para vivir este evangelio del domingo, puede que me sorprenda a mí mismo
descubriendo el trato que doy a la gente rica o importante y el que doy a la gente pobre.
Otra cuestión sería analizar la valoración que transmitimos a las nuevas generaciones acerca del
elitismo, del ser alguien en la vida y de la dura carrera por alcanzar el mejor puesto. Cuestionar qué
pretendemos en la educación de los hijos y qué significa, a la luz del evangelio, "busco lo mejor para
ellos..."
Oración de los fieles
Oremos al Señor nuestro, que abre sus puertas a los desvalidos.
-PREPÁRANOS TU MESA, SEÑOR.
-Para que la iglesia sea pobre, servidora, humilde, y así aparezca a los ojos del mundo.
-Para que todos los que ejercen cargos de responsabilidad trabajen sin descanso por la promoción de los
que están en los últimos puestos de la sociedad.
-Para que desaparezcan las diferencias injustas y logremos una mayor nivelación social.
-Para que nos amemos unos a otros con obras y de verdad, sin exigir nada en cambio.
Concédenos imitar a Jesús en su actitud de servicio. P. J. N. S.
Canto ofertorio
Haz de mí, Señor,
un instrumento de tu paz.
Donde haya odio
que yo ponga el amor.
Donde haya ofensa
que yo ponga el perdón.
Donde haya duda
que yo ponga fe.
Donde haya tinieblas
que yo ponga luz.
Canto de comunión
Dale de beber a los que tienen sed.
Dale pan a los que lloran por comer.
Comparte tu tiempo, lo que tienes y tu fe.
Se un buen ser humano y lo que hagas hazlo bien.
Dale a los enfermos esperanza y paz.
Dale apoyo a los que están sin libertad.
Lleva compañía al que vive en soledad.
Llévale consuelo al que ha perdido un familiar.
Es el privilegio de dar,
es sentirse realizado,
caminar con Dios al lado;
es el privilegio de dar,
Es la esencia de la vida.
La mayor alegría,
dar de lo que tienes
sin buscar compensación;
lo que hagas que te lo pague Dios.
Dale a tu enemigo reconciliación.
Dale a todo el que te ofenda, tu perdón.
Dale a tu pareja sin medida el corazón.
Da y también recibe el regalo del amor.
Oración
Padre: has de oír este decir
que se me abre en los labios como flor.
Te llamaré Padre,
porque la palabra me sabe a más amor.
Tuyo me sé,
pues me miré en mi carne
prendido tu fulgor.
Me has de ayudar a caminar,
sin deshojar mi rosa de esplendor.
Por cuanto soy gracias te doy:
por el milagro de vivir.
Y por el ver la tarde arder,
por el encantamiento de existir.
Y para ir, Padre, hacia ti,
dame tu mano suave y tu amistad.
Pues te diré:
solo no sé ir rectamente
hacia tu claridad.
Tras el vivir, dame el dormir
con los que aquí anudaste a mi querer.
Dame, Señor, hondo soñar.
¡Hogar dentro de ti nos has de hacer! Amén.
Canto final
Madre, óyeme,
mi plegaria es un grito en la noche;
Madre, mírame,
en la noche de mi juventud.
Madre, sálvame,
mil peligros acechan mi vida.
Madre, lléname,
de esperanza, de amor y de fe.
Madre, mírame,
en la sombra no encuentro el camino.
Madre, llévame,
que a tu lado feliz cantaré:
la, la, la, la, la, la, la, la, la, la, la...
Madre, una flor,
una flor, con espinas es bella.
Madre, un amor,
un amor que ha empezado a nacer.
Madre, sonreír,
sonreír, aunque llore en el alma.
Madre, construir,
caminar, aunque vuelva a caer.
Madre, sólo soy,
el anhelo y la carne que lucha:
Madre, tuyo soy,
en tus manos me vengo a poner
la, la, la, la, la, la, la, la, la, la, la…
Paseo María Agustín, 8. Zaragoza
www.parroquiadelcarmen.es
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