Antonio Machado Patrimonio de la Humanidad

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ANTONIO
MACHADO
PATRIMONIO DE LA
HUMANIDAD
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
F A literatura
Antonio Machado
DE LO LOCAL A LO
UNIVERSAL
Para comprender la obra de Antonio Machado es importante partir
del influjo decisivo de su etapa de
Soria, de la que surge Campos de
Castilla, obra maestra de la Literatura Universal, que es al mismo
tiempo una obra soriana. El pri-
mero de mayo de 1907, fecha tan
emblemática para la primavera y
para la reivindicación social, Machado toma posesión de su cátedra
de Francés en Soria y el paisaje
que se abre ante sus ojos le deslumbra. De este descubrimiento
surgió un poema definitivo, “Orillas
del Duero”, que ya está incluido
incluso en la edición de noviembre
de ese mismo año de “Soledades,
galerías y otros poemas”. Como
señala Manuel Alvar, es en ese
momento cuando vira en redondo
la obra machadiana. Todos los
cambios que descubriremos en sus
versos se iniciarán y arraigarán
para siempre en una fecha definitiva soriana, en su encuentro por
primera vez de Soria, mayo de
Manuel Núñez Encabo
1907, calificando desde el primer
momento a Soria “como hermosa
tierra de España”. Una fecha también universal en que a la poesía
española le nacieron nuevos temas
y nuevos modos poéticos: “también
entonces se mudó el destino de
nuestra poesía”. A partir de “Orillas
del Duero” abandona Machado la
torre de marfil de la lírica intimista
y se inunda de unos paisajes que
rebosan las más profundas sensaciones humanas ya que junto al
paisaje late la vida de las personas.
El descubrimiento de la tierra de
Soria fue al mismo tiempo el descubrimiento de Castilla y de la realidad de España: “son tierras que
tienen alma”, por eso a propósito
de la tierra de Alvar González escribe “mis romances miran a lo
elemental humano, al Campo de
Castilla”. La grandiosidad de la poesía de Campos de Castilla es que
se convierte también en una poesía
visual llena de colores con imágenes y matices cromáticos del paisaje, anteriores a Joaquín Sorolla
y otros pintores. En el prólogo a la
edición de Campos de Castilla, de
1917, escribe (refiriéndose a la
edición de 1912): “Cinco años en
la tierra de Soria hoy para mi sagrada. Allí me casé, allí perdí a mi
esposa a quien adoraba, orientaron
mis ojos y mi corazón hacia lo
esencial castellano”. Machado añade también que ya en Soria “era
otra mi ideología” y afirma contundentemente: “el simple amor a
la naturaleza es muy superior infinitamente al arte”. Machado es
sin duda el gran poeta lírico de
Castilla y a partir de él puede afirmarse, como decía Azorín, otro
admirador de Castilla, que “a Castilla la ha hecho la literatura” .
Campos de Castilla está también
vinculado al recuerdo de Leonor,
ya que el Centenario de Campos
de Castilla coincide también con
la muerte de Leonor el 1 de agosto
Antonio Machado y Leonor el día de su boda, el
30 de julio de 1909
A N T O N I O M A C H A D O P AT R I M O N I O D E L A H U M A N I D A D
F A literatura
El claustro de arcos entrelazados de San Juan de Duero; el instituto Antonio Machado donde el poeta daba clases de francés; y la escultura de Machado y
Leonor, en la ciudad de Soria. Fotografía: Andrés Campos
de 1912. Tuvo tiempo sin embargo
Machado a que su obra llegase a
las manos de Leonor en momentos
de gran dolor y la leve esperanza
que se desprende de su impresionante poema: “A un olmo seco”
fechado en mayo de 1912. Siete
días después de dejar a Leonor,
Machado abandona Soria. Ha pensado en suicidarse. Se salva por el
reconocimiento a su obra según
confiesa a Unamuno. Como escribió a Juan Ramón Jiménez: “Cuando
perdí a mi mujer pensé pegarme
un tiro. El éxito de mi libro me
salvó y no por vanidad”. El amor
de Leonor y el éxito de Campos de
Castilla, íntimamente ligados, se
convierten así en la clave esencial
de la vida y obra de Antonio Machado. Ya un año antes de morir
respondiendo a un periodista indicó: “Soy hombre extraordinariamente sensible al lugar en que
vivo. Allá en el año 1907 fui destinado como Catedrático a Soria.
Soria es un lugar rico en tradiciones
poéticas. Allí nace el Duero que
tanto papel juega en nuestra historia. Allí se produjo el monumento
literario del Poema del Cid… y viví
y sentí aquel ambiente con toda
intensidad. Subí a Urbión al nacimiento del Duero. Hice excursiones
a Salas… allí se reveló el perenne
hechizo de la obra poética de Gonzalo de Berceo: “su verso es dulce
y grave: monótonas hileras de chopos invernales en donde nada brilla: renglones como surcos en pardas sementeras y lejos las montañas azules de Castilla”. Fue en
Soria donde comprobó que “esa
maestra de castellanía nos invita
a ser lo que somos y nada más”
(…). hay un breve aforismo castellano, “yo lo oí en Soria por primera
vez, que dice así: nadie es más
que nadie”.
Su ausencia de Soria y el contacto
con su Andalucía natal, en lugar
de alejarle de los Campos de Castilla propiciará una continúa nostalgia y recuerdo que dan lugar
según denominación de Pedro Cerezo a “Los Poemas del Retorno”,
que configuran la más alta cumbre
de la poesía lírica española y una
estremecedora elegía de amor a
Leonor. De ese modo el primer
libro fue ampliándose notablemente asegurando la pervivencia
de Campos de Castilla más allá de
“Campos de Castilla”.
La línea divisoria entre poemas
castellanos escritos desde Soria y
poemas también castellanos escritos desde la lejanía sólo física de
Baeza la marca el poema Recuerdos fechado en el tren en Abril de
1913 camino de Baeza en un entrañable adiós a la tierra soriana:
¡Adiós tierra de Soria; Adiós el alto
[llano
cercado de colinas y crestas militares,
alcores y roquedas del yermo
[castellano,
fantasmas de robledo y sombras de
[encinares!
En la desesperanza y en la melancolía
de tu recurso, Soria, mi corazón se
[abreva.
Tierra de alma, toda, hacía la tierra
[mía,
por los floridos valles, mi corazón te
[lleva.
Este adiós supone sin embargo al
mismo tiempo una presencia permanente de Leonor y del paisaje
castellano en toda su nueva etapa
de Baeza.
En el 75 aniversario de la muerte
del poeta, que se conmemora en
este año de 2014, conviene recordar, desde Campos de Castilla como
señala Oreste Macrí, el Machado
símbolo de la épica humana de un
poeta, intelectual comprometido
con España y con su pueblo desde
la épica más heroica que le llevó al
destierro y a la muerte, en una última etapa de su vida llena de penalidades que se inicia al comienzo
de la Guerra el 18 de julio. El poeta,
fiel republicano, prestó su apoyo al
Gobierno agredido por su carácter
Manuel Núñez Encabo
democrático elegido por las urnas,
tal como explícitamente señaló
Machado, colaborando como intelectual comprometido a través de
sus escritos, escribiendo en El Sol,
Madrid y en Cuadernos de la casa de
la cultura, de cuyo patronato es
presidente. El 17 de octubre de
1936 publica en el semanario
Ayuda la elegía a Federico García
Lorca, asesinado en agosto: “El crimen fue en Granada”. Preocupados
por la seguridad del poeta, Alberti
y León Felipe le aconsejan que se
traslade de Madrid a Valencia con
su familia. Año y medio viven en
Rocafort, un pueblecito cercano a
la capital. El poeta tiene buen
ánimo pero la salud muy resentida.
Desde Valencia Antonio Machado
escribe asiduamente en Hora de España lo que será el tomo segundo
de Juan de Mairena y numerosos artículos para otras revistas y periódicos. Colabora también en el Servicio Español de Información y
publica su último libro, La guerra,
con ilustraciones de José Machado.
En 1937 ante las juventudes socialistas unificadas pronuncia el discurso del 1 de mayo y otro en la
clausura del II Congreso internacional de escritores que organizó en
Madrid y Valencia la Alianza de Intelectuales Antifascistas.
A comienzos de marzo de 1938 se
trasladan a Barcelona el poeta, su
madre y José con María, su esposa,
y sus sobrinas. Allí sigue colaborando con prosa y verso en las mismas publicaciones y escribe asiduamente en La Vanguardia de
Barcelona y en periódicos de Soria
y Madrid. Contribuye también, para
ser radiados, con otros trabajos
consagrados a la buena causa para
la República. Prologa además la
edición de La Corte de los Milagros
de Valle Inclán. Ante el avance de
las tropas franquistas comienza en
Barcelona el éxodo de la población.
Antonio Machado y su familia son
evacuados por la Universidad de
Barcelona el día 22 de enero de
1939 junto con otros intelectuales
como Carles Riba, Corpus Barga,
Tomás Navarro Tomás… iniciando
una penosísima travesía hasta llegar a Collioure, pequeño puerto
francés del Mediterráneo tan próximo a España. Durante el penosísimo camino el poeta tiene que
abandonar su equipaje y así se perdieron los papeles que llevaba.
A su llegada a Collioure se dirige al
pequeño hotel de Buñol-Quintana.
Corpus Barga lleva a la madre doña
Ana en brazos, mientras que José
ayuda a Antonio, que apenas puede
andar. Al final llegan al hotel y son
recibidos por madame Quintana.
Este va a ser el último refugio del
poeta y de su madre. Antes de un
mes ambos habrán muerto de tantas penalidades. Los dos terminaron acostados en una pequeña
habitación, una cama junto a la
otra. En dos días agonizó el hijo al
lado de la madre, él consciente, ella
sin apercibirse de nada. Murió el
gran poeta el 22 de febrero a las
tres y media de la tarde. Tres días
después moría ella. El día 23 enterraron al poeta rodeado de exiliados españoles y de la población de
Collioure y de otras muchas personas llegadas al pueblecito mediterráneo. Las autoridades españolas
en el exilio y las francesas también
estaban presentes. El féretro, cubierto por la bandera republicana,
lo llevaban a hombro españoles,
entre ellos varios oficiales. En el
gabán del poeta encontró su hermano José sus últimos versos,
“Estos días azules y este sol de la
infancia”. “Y cuando llegue el día de
mi último viaje / y esté al partir la
nave que nunca ha de tornar, / me
encontraréis a bordo, ligero de
equipaje, / casi desnudo, como los
hijos de la mar”.
Estatua de Antonio Machado en la Calle San Pablo de Baeza. Fotografía: Juan José Ballesteros
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poeta ruso premio Nobel de Literatura de 1987 declaró que «considera a Machado uno de los mayores poetas de nuestro siglo y al
mismo tiempo porque constituye
el símbolo de la dignidad humana», y Pablo Neruda escribió
que «Machado se ha convertido
en lo sagrado de nuestra época,
en el grande y venerable árbol de
la poesía española a cuya sombra
canta, combate y se desangra la
libertad humana». En el mismo
sentido se expresa, por ejemplo,
Juan Ramón Jiménez. La Fundación Antonio Machado se muestra
orgullosa de su impulso a este reconocimiento universal de la
UNESCO y de toda nuestra larga
trayectoria por recuperar y mantener viva de manera permanente
la antorcha machadiana, siempre
desde nuestra independencia de
intereses partidistas y de poderes
económicos.
Paco Ibáñez cantando en el cementerio de Collioure junto a la tumba de Antonio Machado. 2009.
Fotografía: Raymond Roig
F A literatura
La madre y el poeta están enterrados en el pequeño
cementerio marino de Collioure, que ha sido y sigue
siendo centro de peregrinación de todos los amantes
de la libertad y de la poesía. Las obras del poeta
están presentes y traducidas a las principales lenguas del mundo.
El humanismo universal de Machado desde Soria
junto con el sublime esplendor de sus poemas, principalmente Campos de Castilla, y el ejemplo heroico
de su ética configuran el Machado integral que debe
siempre ponerse de manifiesto para no mutilar a
veces intencionadamente las mil vertientes de un
poeta, pensador y persona universal que debe seguir
siendo ejemplo y lección. Estas singulares características fueron el motivo de ser declarado en 1989
por la UNESCO a instancias de la Fundación Antonio
Machado, poeta de valor universal, con motivo del
50 aniversario de su muerte. Es un documento histórico todavía poco conocido que reproducimos al
final de este artículo y que coloca a Antonio Machado en la cima de la literatura universal y como
ejemplo de la dignidad humana. La UNESCO, en su
reconocimiento, recoge el sentir ya expresado anteriormente desde diversos testimonios literarios del
ámbito internacional, por ejemplo Joseph Brodsky,
Manuel Núñez Encabo
F A literatura
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