Más Allá de la Historia Escrita: Introducción al Pasado más Antiguo de Pereira y la Región del Cauca Medio Carlos Eduardo López Castaño Martha Cecilia Cano Echeverri1 Facultad de Ciencias Ambientales Universidad Tecnológica de Pereira Nuestro orígenes milenarios Este artículo presenta un panorama de la primera historia de la actual Pereira, -la cual debe interpretarse en escala regional-, a partir de los vestigios dejados por los seres humanos que llegaron primero a estos lugares antes vacíos. La presencia humana deriva en un lento proceso de “territorialización”, es decir, la humanización del paisaje a partir de la presencia y huellas culturales. Los diversos datos que soportan estas narrativas del pasado, provienen de recientes hallazgos de la arqueología y diferentes subdisciplinas científicas complementarias, tales como la paleobotánica, la geomorfología y otros campos. Actualmente el conocimiento de las grandes líneas de los sucesos de nuestro pasado, son mucho mejores que lo conocido por la pasada generación de estudiosos del tema. Se puede esperar que nuestros sucesores, utilizando nuevas tecnologías, podrán basarse en nuevos datos, metodologías e interpretaciones, lo cual les permitirá alcanzar mayor profundidad para explicar los procesos de ocupación y cambios culturales históricos. Las evidencias materiales encontradas por varios investigadores, comprueban secuencias y registros culturales milenarios, los cuales pueden considerarse entre los más destacados y completos del norte de Suramérica. Actualmente sabemos que la región del Cauca Medio, localizada en el centro occidente de Colombia, muestra a través del tiempo, una serie de evidencias arqueológicas y paleo-ambientales que sustentan una larga y variada historia cultural durante al menos 10.200 años. Entre los elevados picos cordilleranos y las tierras cálidas aledañas al río Cauca, los primeros exploradores y ocupantes de estas tierras fueron grupos cuya subsistencia se basaba en la cacería, pesca y la recolección generalizada de frutos y raíces. Las evidencias arqueológicas también indican que estos primeros ocupantes ya habían comenzado un proceso de “domesticación de plantas”, siendo portadores de saberes 1 Docentes investigadores, Laboratorio de Ecología Histórica y Patrimonio Cultural, Grupo Gestión en Cultura y Educación Ambiental, Universidad Tecnológica de Pereira. 1 relacionados con su selección, cuidado y dispersión. Estas prácticas de manejo de plantas comestibles, medicinales y utilitarias, se destacan entre las más antiguas en América, lo cual demuestra la importancia de estos procesos de ocupación “temprana” y usos de estos territorios ecuatoriales, desde los albores del periodo conocido como Holoceno (hace 10.000 años), época paralela al cambio climático relacionado con un mayor calentamiento de la tierra, tras las épocas dominadas por las frías glaciaciones a escala global. Plantadores Precerámicos A este periodo cultural inicial se le ha conocido también como “Precerámico” o de “Cazadores-Recolectores-Plantadores”, predominando una alta movilidad enmarcada en un tipo de organización social simple de grupos pequeños (menos de 100 individuos por aldea). Estos colonizadores tempranos, comenzaron a abrir claros en los densos bosques de montaña para establecer campamentos estacionales, seleccionando, sembrando y cosechando frutos, así como raíces, rizomas y tubérculos. Las evidencias materiales producto de esas lejanas épocas, consisten en varios conjuntos de instrumentos en piedra, tallados o modificados, o simplemente transformados y usados, los cuales subyacen bajo un metro de espesor en suelos formados por cenizas volcánicas. En distintos puntos del actual municipio de Pereira, -así como en Manizales, Villa María, Chinchiná, Palestina, Santa Rosa, Marsella y Salento-, se han encontrado sitios arqueológicos con instrumentos en piedra y otras evidencias, las cuales sugieren ocupaciones semi-continuas, entre el décimo y el cuarto milenio antes del presente. Hace unos 3000 años, se notan variaciones en el registro, materializadas en la aparición de la cerámica, así como de distintos instrumentos en piedra con nuevas características tecnológicas, tanto en su fabricación como su uso. En general, los primeros pobladores encontraron adecuadas condiciones climáticas, muy buena oferta de aguas y suelos, siendo una adecuada plataforma biofísica, donde se desarrolló una larga y exitosa historia humana. La movilidad estuvo vinculada con las distintas ofertas ambientales –representadas en condiciones climáticas y productos como frutos y fauna- propias de las tierras más altas (hasta el páramo más arriba de 3000 msnm) y las cálidas y más secas tierras bajas, asociadas al valle del río Cauca y sus terrazas aledañas (1000 a 900 msnm). Posiblemente las exploraciones y migraciones, estuvieron ligadas a cambios ambientales mayores, (considerados en largas escalas temporales, al menos decenales), 2 vinculados con fenómenos clímáticos, como el conocido fenómeno del Niño, o cambios aún mayores como la transición de los periodos Pleistoceno al Holoceno. Los volcanes han jugado también un papel preponderante en la historia natural y cultural de esta zona. En la escala de tiempo de larga duración, las erupciones mayores en el pasado generaron marcados impactos en el paisaje regional. La caída de cenizas volcánicas y otros productos volcánicos, así como flujos de lodos y avalanchas a lo largo de los valles, se ha repetido en los últimos milenios, particularmente con fuertes explosiones del sistema “Cerro Bravo-Cerro Machín” que incluye a los hoy más visibles y conocidos volcanes Ruiz y Tolima. Estos fenómenos naturales incidieron en los procesos de poblamiento y despoblamiento de vastas zonas e incluso pudieron ser letales para algunas poblaciones. Los Pobladores Sedentarios Investigaciones por realizar deberán demostrar con mayor detalle, los lugares escogidos para mantener asentamientos mayores o más prolongados, así como los sitios de poblados marginales o viviendas dispersas. Lo que es evidente, es la selección de los pobladores por instalarse en sitios con morfología plana u ondulada, con buen control estratégico del entorno, con fuentes cercanas de agua y con buenos suelos para el cultivo de plantas. Hace unos 3000 años antes del presente, el sedentarismo fue aumentando progresivamente en la medida en que el cultivo del número de plantas fue mayor, así como el aumento demográfico. En épocas tardías del proceso, se hace evidente la intervención de cimas de colinas o escalonamientos naturales, para construir terrazas artificiales, en general relacionadas con rituales colectivos o como sitios de vivienda. El registro arqueológico en las capas de suelos más superficiales (10 a 40 cm de profundidad), muestra una alta cantidad de fragmentos cerámicos dispersos a escala regional, relacionada con rasgos de un mayor sedentarismo, y bases en piedra (metates) que demuestran el advenimiento de nuevos cultivos como el maíz y el fríjol. En este nuevo periodo, denominado “agro-alfarero” y conocido como “Clásico Regional”, se nota un cambio en la organización social, reflejado en la cultura material y en las prácticas rituales, lo cual denota surgimiento de especialistas y una mayor distribución de los oficios. Centenares de generaciones han habitado continuamente este territorio, transmitiendo saberes y percepciones sobre el entorno, de padres a hijos, de boca en boca, al acumular experiencias vitales, al enseñar con sus acciones, al perpetuar sus relaciones sociales, así como sus prácticas de subsistencia y economía. 3 Desafortunadamente muy pocas de estas tradiciones sobrevivieron a la trágica ruptura producida por la llegada de los conquistadores españoles hacia 1540. La introducción de enfermedades, armas, pólvora, caballos, así como los desplazamientos, la esclavitud y genocidios, -e incluso los cambios de paisajes representados en nuevos cultivos y fauna-, rompieron con milenios de desarrollo cultural autóctono. Perduraron en los suelos tan sólo algunos elementos de su cultura material, tales como instrumentos en piedra, vasijas cerámicas, orfebrería, así como evidencias inmuebles de las estructuras funerarias y aterrazamientos en el paisaje; además, poco a poco se revela su patrimonio inmaterial, a partir de las interpretaciones en el uso de los recursos naturales. Debemos rescatar parte de su legado, representado en las dimensiones estética y simbólica, en sus diseños y productos auténticos y originales. De acuerdo a los estudios adelantados por los investigadores del Museo del Oro, se nota una diferencia entre la coherencia y unidad de los conjuntos cerámicos y orfebres atribuídos al periodo Clásico regional (ocupantes durante los primeros siglos de nuestra era) y los posteriores pobladores Quimbayas, habitantes hacia el siglo XVI. En ambos casos se destacan altos niveles tecnológicos y formales. El conjunto temprano o Clásico se destaca por una cerámica más elaborada y en la orfebrería, la preferencia y dominio de la fundición a la cera perdida con el uso de diferentes aleaciones y la elaboración de piezas de mayor tamaño, con volumen, de formas humanas realistas, geométricas o inspiradas en vegetales. De otra parte, el conjunto Tardío se caracteriza por una cerámica más burda, y en la orfebrería por un énfasis en el trabajo del martillado y en la producción de piezas planas, de formas geométricas simples, decoradas con diseños repujados en su mayoría también sencillos. Se debe enfatizar el alto grado de desarrollo material, representado en la alfarería y la orfebrería. Es un hecho cierto que la orfebrería del periodo Clásico de la región está considerada entre los más altos desarrollos en este oficio, alcanzados a escala global, antes del desarrollo industrial. Además de las evidencias arqueológicas, se cuenta con algunos documentos escritos durante los siglos XVI y XVII, los cuales brindan aspectos de denominaciones de lugares (toponimia) o nombres de caciques, consideraciones sobre cambios demográficos y algunas descripciones de aspectos de la vida cotidiana de estos pobladores. Estos estudios son de interés del campo de la “etnohistoria”, disciplina que se encarga de volver a mirar las crónicas escritas por los primeros conquistadores europeos e indaga en los archivos, buscando un nuevo contexto interpretativo a estos documentos escritos. 4 Como lo demostró el investigador Juan Friede en sus escritos para conmemorar el centenario de Pereira, muy pocos de los indígenas autóctonos de esta región sobrevivieron a la ocupación española y al nuevo orden impuesto. La reducción demográfica indígena fue acelerada durante los siglos XVI y XVII, hasta el punto que se presentó una desocupación de extensas zonas de este territorio a finales del siglo XVIII. Algunos de sus descendientes se instalaron en zonas cordilleranas marginales por su acceso más difícil, particularmente hacia los sectores montañosos de Quinchía y Riosucio. Desafortunadamente, en gran parte de la región, se perdió la supervivencia y continuidad de los pobladores originales. No obstante, se requieren nuevos estudios en esta dirección, con miras a rescatar y poner en valor la herencia indígena. Sobre el tema de los nombres con que se conocían los grupos que habitaban estas tierras se presentan dificultades, particularmente sí se reconoce que fueron los españoles quienes en sus escritos consignaron nombres de caciques, de “provincias” o grupos, que escucharon a su llegada a mediados del siglo XVI. Se generalizaron algunos nombres, desconociendo sus propias denominaciones, proyectándolos en el tiempo o en el espacio. Desafortunadamente se extinguieron las lenguas nativas, quedando de ese patrimonio inmaterial, solamente la toponimia de algunos sitios geográficos y nombres de poblaciones que aún se conservan, tales como Consotá, Chinchiná, Quinchía, Apía, Quindos, Quimbaya, etc. Por consiguiente, no es posible conocer los verdaderos nombres de los grupos específicos que vivieron en cada localidad que hoy puede ser determinada como sitio arqueológico. En ese sentido los investigadores, los denominan con nombres genéricos, tales como cazadores-recolectores, horticultores, cacicazgos, términos con implicaciones cronológicas y socio-culturales. Repensando Nuestras Raíces Prehispánicas Los conquistadores españoles aprovecharon los mismos espacios ya poblados, para la fundación de pueblos y el establecimiento de nuevas prácticas productivas materializadas en las haciendas, estando sus intereses primordiales ligados a la explotación aurífera, la ganadería y el desarrollo de procesos agrícolas a partir de su experiencia europea, actividades que fueron cambiando progresivamente los paisajes de la región. No obstante, fueron los movimientos migratorios y colonizaciones a partir de la segunda mitad del siglo XIX -y particularmente durante el siglo XX-, cuando se hacen visibles transformaciones del paisaje a consecuencia de nuevas demandas sobre el espacio, con procesos de migraciones internas y la apertura al comercio internacional. Se 5 notan nuevas “colonizaciones del paisaje”, se dan las circunstancias globales de la modernización de estos territorios. Ya a comienzos del siglo XX, cultivos foráneos (africano) como el café o la caña de azúcar, comenzaron a generar importantes cambios e impactos paisajísticos, al establecer las nuevas dinámicas económicas y socioculturales hoy visibles a escala regional. A partir de esta breve exposición, es claro que las reflexiones contemporáneas de los investigadores dedicados a esta región han aportado principalmente en esclarecer las problemáticas relacionadas con el poblamiento inicial, los orígenes y dispersión del uso de plantas, la antigüedad y desarrollo de nuevos aspectos tecnológicos como la cerámica la orfebrería, las características de los cambios socioculturales a través de tiempo y el desarrollo de los cacicazgos. Si se asume que cada generación representa alrededor de 25 años, el periodo de tiempo considerado de 10.000 años, alcanza al menos unas 400 generaciones humanas; mientras que desde la conquista española al territorio (Cartago la Antigua), solo lo habrían ocupado 19 generaciones y desde la época de Pereira tan solo 6 generaciones en 150 años. Tan sólo contamos con datos escritos desde 1540 para conocer descripciones de esta región, pero la arqueología y las disciplinas auxiliares nos permiten conocer el milenario panorama descrito. La gran riqueza de este territorio, es que aún viven diversos pueblos indígenas y afrodescendientes, quienes mantienen hasta hoy día sus lenguas, costumbres, cosmovisiones y sus organizaciones socioculturales. Hoy se reconoce la necesidad de buscar nuevas opciones de desarrollo, optimizando el uso adecuado de los ricos paisajes y variados potenciales culturales, particularmente el arqueológico e histórico. Este aspecto ha sido incorporado como uno de los atributos excepcionales en la inclusión del Paisaje Cultural Cafetero Colombiano como Patrimonio de la Humanidad. Los conjuntos de objetos antiguos encontrados y sus contextos espaciales, su análisis y las narrativas histórico-ambientales de esta región, requieren vincularse a planes de manejo arqueológico, identificando, replanteando y proyectando valores históricos, simbólicos y estéticos de sociedades del pasado, y dando lineamientos para la adecuada gestión patrimonial. Valorando la milenaria tradición de uso de plantas, la alta calidad de la orfebrería y cerámica, así como los bellos entornos paisajísticos, se requiere programar un turismo planeado y sostenible, que debe incorporarse en la construcción del discurso territorial y ambiental, plasmándose en acciones educativas, de planeación y desarrollo a nivel local, valorando lo propio y haciendo contrapeso al impacto de la modernidad y globalización. 6 Agradecemos a las colegas Luz Marina Mora González y Carmen Elisa Henao Jiménez por sus aportes en distintos niveles para nuestras investigaciones, resultados y discusiones. REFERENCIAS CITADAS ACEITUNO, F.J. & N. LOAIZA. Una aproximación ecológica al poblamiento del Cauca Medio entre el Pleistoceno Final y el Holoceno Medio. En: Cambios Ambientales en Perspectiva Histórica. Vol.2. Ecología Histórica y Cultura Ambiental. C. López, M. Cano y D. Rodríguez (Comps.) 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