VICARIA DE PASTORAL Secretariado de Pastoral Social

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VICARIA DE PASTORAL
Secretariado de Pastoral Social
Los fundamentos de la Pastoral Social
recopilados por Monseñor Jorge Palencia
El objetivo de la Pastoral Social de la Iglesia no es sólo intelectual o cognitivo, sino eminentemente
práctico y personal. Debería cambiar nuestras vidas y ayudarnos a asumir nuestras propias
responsabilidades con respecto al bien común, a la persona humana, tanto como individuo, y como
sociedad, especialmente por lo que tiene que ver con esa mayoría que está en necesidad. Los fundamentos
de la Pastoral Social, los encontramos en la Doctrina Social de la Iglesia en tres elementos:
1.2.3.4.-
su definición ¿ qué es la Doctrina Social de la Iglesia?
su naturaleza o el contenido de la enseñanza social católica,
fundamentos de Pastoral Social: el mandamiento de Jesús de amar, la dignidad de la
persona humana, el bien común, la subsidiariedad y la solidaridad.
líneas de acción.
1.- ¿Qué es la Doctrina Social de la Iglesia?
“La Doctrina Social es de la Iglesia porque la Iglesia es el sujeto que la elabora, la difunde y la enseña.
No es una prerrogativa de un componente del cuerpo eclesial, sino de toda la comunidad: es expresión de la
manera en que la Iglesia comprende la sociedad y se relaciona con sus estructuras y cambios. Toda la comunidad
eclesial sacerdotes, religiosos y laicos contribuye a constituir la doctrina social, según la diversidad de sus tareas,
carismas y ministerios en su seno. Las múltiples y multiformes contribuciones son expresiones del sobrenatural
sentido de la fe de todo el Pueblo son asumidas, interpretadas y unificadas por el Magisterio, que promulga la
enseñanza social como doctrina de la Iglesia.”(Cfr. Compendio Doctrina Social de la Iglesia No. 79).
La Doctrina Social Católica se enfrenta seriamente con las realidades y estructuras existentes, y los
desafíos de la humanidad para buscar soluciones a las situaciones sociales, políticas y económicas, que
atentan en contra de la dignidad humana, de manera que se cree un sano grado de tensión entre las
realidades temporales que encontramos y el ideal del Evangelio.
La Doctrina Social Católica pertenece al marco de la teología y especialmente de la teología moral.
Según las palabras del magisterio, es la formulación exacta de los resultados de la cuidadosa meditación de
las complejas realidades de la existencia humana en sociedad, y en un contexto internacional, a la luz de la
fe y de la tradición viva de la Iglesia. Es un conjunto de principios, criterios y directrices de acción, con el
objeto de interpretar las realidades sociales, culturales, económicas y políticas, determinando su
conformidad o inconformidad con las enseñanzas del Evangelio sobre la persona humana y su vocación
terrenal y trascendente. La Doctrina Social Católica no es una utopía, en el sentido de un proyecto social
imposible de alcanzar.
2.- Naturaleza y contenido de la Enseñanza social católica.
“ Con su enseñanza social, la Iglesia quiere anunciar y actualizar el Evangelio en la compleja
red de las relaciones sociales. No se trata simplemente de alcanzar al hombre en la sociedad el hombre
como destinatario del anuncio evangélico, sino de fecundar y fermentar la sociedad misma con el
Evangelio. La sociedad, y con ella la política, la economía, el trabajo, el derecho, la cultura no
constituyen un ámbito meramente secular y mundano, y por ello marginal y extraño al mensaje y a la
economía de la salvación. La sociedad, en efecto, con todo lo que en ella se realiza, atañe al hombre. Es
esa la sociedad de los hombres, que son el camino primero y fundamental de la Iglesia”.(Compendio
Doctrina Social de la Iglesia No. 62)
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El contenido de la doctrina social se expresa en tres niveles:
a).- Principios y valores fundamentales. La Doctrina Social de la Iglesia adquiere sus principios
básicos de la teología y la filosofía, con ayuda de las ciencias humanas y sociales que la
complementan. Estos principios incluyen la dignidad de la persona humana, el bien común, la
solidaridad, la participación, la propiedad privada, y el destino universal de los bienes. Los valores
fundamentales incluyen la verdad, la libertad, la justicia, la caridad y la paz.
b).- Criterios de juicio: para valorar los sistemas económicos, instituciones, organizaciones, etc.,
utilizando para ello el análisis de la realidad. Ejemplos: valoración de la Iglesia acerca del
liberalismo, el racismo, la globalización, los salarios justos, etc…
c).- Líneas de acción: brinda opiniones contingentes sobre acontecimientos históricos. Esto no es
una deducción lógica y necesaria que surja de los principios, sino el resultado de la experiencia
pastoral de la Iglesia y de la percepción de la realidad; la opción preferencial por el pobre, la
defensa de la vida humana, el diálogo, y el respeto por la autonomía legítima de las realidades
políticas, económicas y sociales.
3.-
Fundamentos de la Pastoral Social.
El primer fundamento de la enseñanza social católica es el mandamiento proclamado por Jesús de
amar: Ama a Dios sobre todas las cosas y ama a tu prójimo como te amas a ti mismo. Éste es el
fundamento de toda la moral cristiana y, por lo mismo, de la doctrina social de la Iglesia que es
parte de esta moral. Jesús decía que el doble mandamiento del amor no es sólo el primero y más
importante de todos los mandamientos, sino también el resumen o compendio de todas las leyes de
Dios y del mensaje de los profetas. La doctrina social de la Iglesia proporciona por tanto una
respuesta a la pregunta: ¿Cómo debo amar a Dios y a mi prójimo dentro de mi contexto político,
económico y social? Debe impregnar nuestra vida entera y conformar nuestras acciones y nuestro
ambiente según el Evangelio. Éste es un principio muy importante para superar la tendencia a ver la
economía y la política como algo totalmente separado de la moral, cuando de hecho es
precisamente allí donde un cristiano hace que su fe influya en los asuntos temporales. El
Mandamiento del amor es por lo tanto, el fundamento general de la doctrina social de la Iglesia.
Unidos a este primer fundamento existen los cuatro principios específicos sobre los que se apoya el
edificio entero de la Doctrina Social de la Iglesia: la dignidad de la persona humana, el bien común,
la subsidiariedad y la solidaridad.
1).- La dignidad de la persona humana: El primer principio especifico es el de la dignidad de la
persona humana, que proporciona el fundamento para los derechos humanos. Para pensar
correctamente sobre la sociedad, la política, la economía y la cultura uno debe primero entender
qué es el ser humano y cuál es su verdadero bien. Cada persona, creada a imagen y semejanza de
Dios, tiene una dignidad inalienable y, por tanto, debe ser tratada siempre como un fin y no sólo
como un medio. Cuando Jesús, usando la imagen del buen pastor, hablaba de la oveja perdida, nos
enseñaba lo que Dios piensa del valor de la persona humana individual. El pastor deja a las 99 en el
aprisco para buscar a la perdida. Dios no piensa en los seres humanos en masa, o en porcentajes,
sino como individuos. Cada uno es precioso para él, irreemplazable.
En su carta encíclica Centessimus Annus, el Papa Juan Pablo II subrayaba la centralidad de este
principio: “... toda la doctrina social de la Iglesia, es la correcta concepción de la persona
humana y de su valor único, porque el hombre… en la tierra es la sola criatura que Dios ha
querido por sí misma. En él ha impreso su imagen y semejanza, confiriéndole una dignidad
incomparable” ( Centessimus Annus, No. 11 ).
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De ahí que la Iglesia no piense primero en términos de naciones, partidos políticos, tribus o grupos
étnicos, sino más bien en la persona individual. La Iglesia, como Cristo, defiende la dignidad de
cada individuo. Comprende la importancia del estado y de la sociedad en términos de servicio a las
personas y a las familias, en vez de en sentido contrario. El estado, en particular, tiene el deber de
proteger los derechos de las personas, derechos que no son concedidos por el estado mismo sino
por el Creador.
2.- El bien común. El segundo principio específico de la doctrina social de la Iglesia es el principio
del bien común. El Concilio Vaticano II lo define como “el conjunto de condiciones de la vida
social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más
fácil de la propia perfección” ( Gaudium et Spes 26 y 74; y el Catecismo de la Iglesia Católica, 1906 ).
El hombre, creado a imagen de Dios que es comunión trinitaria de Personas, alcanza su perfección
no en el aislamiento de los demás, sino dentro de comunidades y a través del don de sí mismo que
hace posible la comunión. El egoísmo que nos impulsa a buscar nuestro propio bien en detrimento
de los demás se supera por un compromiso con el bien común.
El bien común no es exclusivamente mío o tuyo, y no es la suma de los bienes de los individuos,
sino que crea más bien un nuevo sujeto “nosotros” en el que cada uno descubre su propio bien en
comunión con los demás. Por ello, el bien común no pertenece a una entidad abstracta como el
estado, sino a las personas como individuos llamados a la comunión.
3.- Principio de Subsidiariedad. El tercer principio específico de la Doctrina Social es el principio
de subsidiariedad. Fue formulado por primera vez bajo este nombre por el Papa Pío XI en su carta
encíclica de 1931 “Quadragesimo Anno”. Este principio nos enseña que las decisiones de la
sociedad se deben tomar en el nivel más bajo posible, por tanto al nivel más cercano a los afectados
por la decisión. Este principio se formuló cuando el mundo estaba amenazado por los sistemas
totalitarios con sus doctrinas basadas en la subordinación del individuo a la colectividad. Nos invita
a buscar soluciones para los problemas sociales en el sector privado antes que pedir al estado que
interfiera. Incluso antes de la encíclica de Pío XI, el Papa León XIII mismo insistía “sobre los
necesarios límites de la intervención del Estado y sobre su carácter instrumental, ya que el
individuo, la familia y la sociedad son anteriores a él y el Estado mismo existe para tutelar los
derechos de aquél y de éstas, y no para sofocarlos” (Centessimus Annus, 11).
4.- Principio de Solidaridad: el cuarto principio especifico en que fundamenta la Doctrina Social
de la Iglesia fue formulado recientemente por Juan Pablo II en su carta encíclica “Sollicitudo Rei
Socialis” (1987). Este principio es el llamado principio de la solidaridad. Al hacer frente a la
globalización, a la creciente interdependencia de las personas y los pueblos, debemos tener en
mente que la familia humana es una. La solidaridad nos invita a incrementar nuestra sensibilidad
hacia los demás, especialmente hacia quienes sufren.
Pero el Santo Padre añade que la solidaridad no es simplemente un sentimiento, sino una virtud
real, que nos permite asumir nuestras responsabilidades de unos con otros: “no es un sentimiento
superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas, al contrario, es la determinación
firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno,
para que todos seamos verdaderamente responsables de todos”. (Sollicitudo Rei Socialis 38).
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4.-
Líneas de Acción.
“La doctrina social es parte integrante del ministerio de evangelización de la Iglesia. Todo lo que
atañe a la comunidad de los hombres situaciones y problemas relacionados con la justicia, la libertad, el
desarrollo, las relaciones entre los pueblos, la paz, no es ajeno a la evangelización; ésta no sería
completa si no tuviese en cuenta la mutua conexión que se presenta constantemente entre el Evangelio
y la vida concreta, personal y social del hombre. Entre evangelización y promoción humana existen
vínculos profundos: vínculos de orden antropológico, lazos de orden teológico, y vínculos de orden
eminentemente evangélico como es el de la caridad: en efecto, ¿cómo proclamar el mandamiento nuevo
sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero. el auténtico crecimiento del
hombre?”.(Compendio Doctrina Social de la Iglesia No. 66)
La Iglesia Diocesana debe aplicar la Enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia, especialmente
en las siguientes áreas del trabajo ministerial y apostólico:
1.Leer y tener un conocimiento bueno y preciso de las enseñanzas sociales de la Iglesia, para
ser capaces de exponerlas con seguridad y claridad, y cerciorarnos de que enseñamos en nombre de la
Iglesia lo que efectivamente enseña la Iglesia, no nuestras propias opiniones personales.
2.Humildad, para no tener que saltar de principios generales a juicios concretos definitivos,
especialmente cuando se expresan de manera categórica y absoluta. No debemos ir más allá de los límites
de nuestro propio conocimiento y competencia específica.
3.Realismo en la determinación de la condición humana, reconociendo el pecado pero
dejando sitio para la acción de la gracia de Dios. En medio de nuestro compromiso por el desarrollo
humano, nunca perder de vista que la vocación del hombre es sobre todo la de ser santo y gozar de Dios
eternamente.
4.Concentrarnos primero en nuestras propias vidas y en nuestras responsabilidades
personales, sociales, económicas y políticas, evitando la tentación de usar la Doctrina Social de la Iglesia
como un medio para juzgar.
5.Los laicos son evangelizadores del mundo, son los verdaderos expertos en sus campos de
competencia y tienen la vocación específica de transformar las realidades temporales según el Evangelio,
respondiendo siempre y por encima de todo a su llamado a la santidad.
5.- Hacia un Ministerio integrado en la Iglesia Diocesana de una Pastoral Socio - Caritativa
1.- El Ministerio integrado en la Iglesia Diocesana: La referencia eclesial de la Pastoral Socio Caritativa ha de ser su realización en la Iglesia diocesana. Es en cada Diócesis, en comunión con el obispo
y pastor, donde Pastoral Socio - Caritativa encuentra su lugar dentro de la Iglesia, actuando como un
elemento dinámico e integrador en la pastoral de conjunto.
Por ello, la Pastoral Socio - Caritativa no es en la Diócesis una organización carismática optativa
que, desde fuera, se pone a su servicio; ni una sucursal de una organización supradiocesana. Es, más bien,
un ministerio pastoral con el cual, el obispo promueve y garantiza autorizadamente la responsabilidad de
su Iglesia diocesana en la promoción, armonización y actualización de una dimensión irrenunciable de la
Iglesia que preside: la Acción Socio - caritativa, como parte esencial de la acción evangelizadora junto al
Ministerio de la Palabra – la Catequesis y la Acción Litúrgica.
La Iglesia existe para evangelizar y la evangelización define su misión e identidad más profunda.
La evangelización es, a un tiempo, contenido del Evangelio y motivo de credibilidad y testimonio, en tanto
en cuanto configura el modo de vida del testigo.
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El amor a los mas necesitados a los que son menos, es ante todo, mensaje y contenido esencial del
Evangelio. Antes y más que imperativo moral es Evangelio, buena noticia, motivo de alegría; porque es el
anuncio del amor que abraza, acoge y libera. Después y sólo por eso, es exigencia. Jesús anunció y realizó
este Evangelio.
2.- Dimensión evangelizadora de la Pastoral Socio-Caritativa: El Testimonio.
La acción socio caritativa de la Iglesia expresa con sus hechos los signos del Reino de Dios: el
trabajo por la justicia, la solidaridad con los últimos, la acogida incondicional. A través de este testimonio,
a veces sin palabras ni textos escritos constituye ya de por sí una proclamación silenciosa, pero muy clara y
eficaz, de la Buena Nueva .
El testimonio que reclama la evangelización, cuando se confronta con la situación de nuestro
mundo, es la opción preferencial por los pobres, que ha quedado consagrada plenamente en las palabras
del mismo Juan Pablo II: “ La Iglesia en todo el mundo... quiere ser la Iglesia de los pobres... quiere
extraer toda la verdad contenida en las Bienaventuranzas de Cristo y sobre todo en esta primera:
“Bienaventurados los pobres de espíritu...” Quiere enseñar la verdad y quiere ponerla en práctica, igual
que Jesús vino a hacer y a enseñar... los pobres merecen una atención preferencial, cualquiera que sea
la situación moral o personal en que se encuentren. Hechos a imagen y semejanza de Dios para ser sus
hijos, esta imagen está ensombrecida y aún escarnecida. Por eso, Dios toma su defensa y los ama. Es así
como los pobres son los primeros destinatarios de la misión y su evangelización es por excelencia señal
y prueba de la misión de Jesús.” (Juan Pablo II, Redemptoris missio, 60)
3.- La Pastoral Socio - Caritativa dentro de la Pastoral de Conjunto
De la misma forma que la inculturación del Evangelio exige renovarse en el ardor y la manera de
anunciar a Jesucristo a los hombres de nuestro tiempo, así debemos adoptar los caminos y métodos más
apropiados para hacer presente el amor de Dios en el panorama actual de la pobreza y de los pobres. Es la
hora de una nueva ‘imaginación de la caridad’, que promueva no tanto y no sólo la eficacia de las
ayudas prestadas, sino la capacidad de hacerse cercanos y solidarios con quien sufre, para que el gesto
de ayuda sea sentido no como limosna humillante, sino como un compartir fraterno. (Juan Pablo II.
Novo millennio ineunte No.50). Individualmente, y desde nuestras comunidades parroquiales e instituciones,
estamos llamados a desarrollar la “diakonía”, como ayuda, solidaridad, compartir fraterno, comunión. La
imaginación de la caridad supone ver a los pobres en la luz del misterio de Cristo y de su misión.
“Con su doctrina social la Iglesia se propone ayudar al hombre en el camino de la salvación: se
trata de su fin primordial y único. Esta misión configura el derecho y el deber de la Iglesia a elaborar
una doctrina social propia y a renovar con ella la sociedad y sus estructuras, mediante las
responsabilidades y las tareas que esta doctrina suscita.
Al don de la salvación, el hombre debe corresponder no sólo con una adhesión parcial, abstracta
o de palabra, sino con toda su vida, según todas las relaciones que la connotan, en modo de no
abandonar nada a un ámbito profano y mundano, irrelevante o extraño a la salvación.
Por esto la doctrina social no es para la Iglesia un privilegio, una digresión, una ventaja o una
injerencia: es su derecho a evangelizar el ámbito social, es decir, a hacer resonar la palabra liberadora
del Evangelio en el complejo mundo de la producción, del trabajo, de la empresa, de las finanzas, del
comercio, de la política, de la jurisprudencia, de la cultura, de las comunicaciones sociales, en el que el
hombre vive.” (Compendio Doctrina Social de la Iglesia No. 69 y 70)
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