asta regia - Hemeroteca Digital

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VÑOI.
JEREZ DE LA FRONTERA.
PRECIOS DE SUSCRICION.
En Jerez, llevado á. domicilio, por un mes 8 rs
Trimestre. , , , 14 <
Número suelto. . . 2 «
NOM.
ASTA REGIA
SEMANARIO
21
PRECIOS DE SUSCRICION.
En la provincia y en la
Península, un mes 6 rs
Semestre. . .
34 «
Numero suelto, , . 2 «
D£ CIENCIAS. LETRAS. ARTES É INTERESES LOCALES.
Dirección y Administración, plaza de Eguilaz, número 17.
JUNIO 14 DE 1880.
Horas de redacción, de
de la tarde.
é. A
BlREgiORA; jÜAROJLINA DE ^OTO Y jÜORRO.
EL ALMA EN PENA.
CUENTO
SH BREVES CAPÍTULOS Y
TODOS MUY
BUENOS.
(CONTINUACIÓN.)
CAPÍTULO V.
Cervantes! El que se lamentaba de que su siglo
lo mató (le hambre, lo dejaba salir de su casa
con ella.
Ya se vé; á la obra faltaba el nombre. Conocía el nombre, pero no el talento.
CAPÍTULO VL
DE COMO EL ALMA SE ENJUENTRA EN UN
DE COMO UN ADORADOR DE ESTA ALMA, NO C0N0CI5
TAMPOCO EL ALMA QUE ADORA.
Pasó i casa del poeta, teólogo, arquitecto y
•farmacéutico. Veíanse en las paredes grabados
en ricas molduras con aventuras del Quijote,
I'inturas con escenas de las novelas y bustos y
a'egorlas de Cervantes por doquiera. }' en primorosa estantería todas las ediciones de sus
obras, encuadernadas lujoslsimamente. «Aquí
sí, que estoy en mi centro,» dijo el alma, ¡PoLrccita!
Salió el buen señor; Cervantes se presentó
Como cervantina. Lfiyóle la novela minntras el
D. Camilo Apalátegui y Macharnudo lo miraba
con aire altanero y pasaba la vista por las
uñas de una y otra mano, espantaba las moscas
y mosquitos y se entretenía en verse la hechura
y los moños de sus zspatos.
No le dfjó concluir. «La empresa de V. es
temerarii, titánica, le dijo. No tiene V. su genio, ¿cómo es posible? Vamos, vamos; no sea V.
niño: dediqúese V. á otras cosas. Los que sabemos de memoria las obras de aquel grande hombre, los que hemos alcanzado á comprender
basta los instantes en que dio bostezos ó se esperezó al escribir sus libros, no podemos agradarnos de estos juguetes pretenciosos como el
de V., que serán muy buenos, pero muy distantes del nümf^n inmortal de todas las edades.»
No quiso comprar un libro á Cervantes su
admirador; ¡un cervantista que no conocía á
PURGATORIO.
Al despedirse le dio el cervantista un billete
> un programa de la solemne función que se iba
i celebrar dentro de cinco cuartos de horas en
la Academia Dulcineista.
En él se anunciaba la lectura de diez y nueve discursos y cuarenta y siete poesías en elogio del grande hombre.
Asombróse éste, no comprendiendo cómo y
porqué y sobre todo, qué se se podía escribir
do sus libros y per.^ouas en cantidad tan enorme, capaz de poner terror al de más paciencia.
Y ya había empezado á escamarse con los cervantistas.
En alas do la curiosidad llegó á las puertas de
la Academia Dulcineista guiado por un chico, y
después pjr los s)nes de una banda de música
que tocaba el petaco con variaciones de Suppé.
El salón estaba lleno de señoras y señoritas y
niños y pollos y pocos hombres formales, y en
una plataforma hasta unos treinta señores de tiV
das edades y cataduras, y ninguna de estas buena, por aquello de que la sabiduría del hombre
luce en su rostro, y en los rostros no habia vestigios de ella.
Comenióel acto por el discurso del Presilent»,
un señor muy gordo. Catedrático de la Escuela
de Veterinaria, el cual pretendió convencer al auditorio de qutt Corvantes para gloria de España
pose.vó la ciencia de albeitar, según se demostraba en sU4 obras.
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