Especies, espacios y riesgos Especies, espacios y riesgos Monitoreo para la conservación de la biodiversidad Irene Pisanty y Margarita Caso (Compiladoras) Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales Instituto Nacional de Ecología Comisión para la Cooperación Ambiental Unidos para la Conservación Primera edición: octubre de 2006 D.R. © Instituto Nacional de Ecología (INE-Semarnat) Periférico sur 5000, col. Insurgentes Cuicuilco, C.P. 04530. México, D.F. www.ine.gob.mx.os Coordinación editorial, diseño de interiores y tipografía: Raúl Marcó del Pont Lalli Diseño de la portada: Álvaro Figueroa Foto de la portada: Claudio Contreras Corrección de estilo: Irene Pisanty con el apoyo de Alejandra Domínguez Versión para internet: Susana Escobar Maravillas ISBN: 968-817-792-X Impreso y hecho en México Índice Presentación Adrián Fernández Bremauntz 11 Introducción Hans Herrmann 15 1 La Ciencia ciudadana como herramienta para el monitoreo de la biodiversidad Paul E. Allen y Caren B. Cooper 17 2 Programa norteamericano de monitoreo de la mariposa Monarca Karen S. Oberhauser 33 3 La región ecológica como marco geográfico en el monitoreo de espacios Gerardo Bocco 59 4 El uso de la percepción remota y de los sistemas de información geográfica para el monitoreo ambiental Diego Fabián Lozano García y Ma. del Consuelo Hori Ochoa 65 5 Programa para detección de puntos de calor mediante técnicas de percepción remota Raúl Jiménez, Isabel Cruz, Michael Schmith, Rainer Ressl, Silke Ressl, Gerardo López y Enrique Muñoz 85 6 Utilidad de un marco ecoregional en el manejo de áreas continentales de conservación David A. Gauthier 91 7 Consideraciones y métodos para el establecimiento de programas de monitoreo marino Mark A. Zacharias 113 8 Introducción a una metodología para evaluar la efectividad 135 de la gestión de las áreas marinas protegidas Robert S. Pomeroy, Lani M. Watson, John E. Parks y Gonzalo A. Cid 9 Técnicas de monitoreo para el manejo de especies invasoras Jenny A. Ericson 159 10 Los derrames de petróleo en el ambiente marino Alfonso V. Botello, Susana Villanueva F. y Leonardo García Hernández 173 11 Los reportes del estado del ambiente con base en indicadores ambientales: un puente entre la política pública y la ciencia Jane Barr 181 12 Indicadores ambientales y retos conceptuales para operar políticas públicas Cuauhtémoc León 195 13 Indicadores biofísicos en sedimentos acuáticos Ma. Luisa Machain Castillo y Ana Carolina Ruiz Fernández 205 14 A modo de conclusión: monitoreo para la sustentabilidad Irene Pisanty y Margarita Caso 221 Agradecimientos 235 Los autores 237 Encarte a color Entre las páginas 80 y 81 Presentación 11 P resentación D urante la segunda mitad del siglo XX, mientras la ecología se consolidaba como una disciplina científica moderna y compleja, las actividades humanas como la urbanización, la deforestación y la quema de combustibles fósiles fueron cambiando la faz de la Tierra a un ritmo y en una dirección completamente inéditas. La disrupción antropogénica del mundo natural entró en una dimensión sin precedentes en la historia humana y en la natural. Quedó así planteada la necesidad de generar un nuevo universo de conocimiento que demanda la incorporación de los fenómenos ecológicos, complejos como son, a los aún más complejos procesos sociales de los que derivó la problemática ambiental contemporánea. Documentar variables naturales y conformar cuerpos de datos con diferentes grados de complejidad, que van desde el nivel genético hasta la dimensión planetaria, es complicado no sólo desde el punto de vista metodológico, sino desde la concepción misma que permite asumir esta interrelación como constante y determinante. Actualmente, debido a los profundos y acelerados cambios que estamos ocasionando en los ecosistemas, hemos tenido que reconocer y apreciar la importancia de la evaluación, la cuantificación y el monitoreo de una serie de parámetros del entorno físico y biológico que nos permiten observar tendencias y detectar y, en su caso, prevenir o resolver problemas ambientales. Nuestras habilidades de mo11 12 A. Fernández nitoreo son aún limitadas en la mayoría de los casos, y aún es necesario elaborar indicadores y métodos de análisis para muchos aspectos. En muchas ocasiones, aun cuando se cuenta con técnicas de medición y de evaluación precisas, debemos crear nuevas medidas o nuevos indicadores que se ajusten a las limitaciones económicas o temporales con las que se topa cotidianamente cualquier esfuerzo relacionado con la atención a los problemas ambientales. Con frecuencia resulta muy difícil concentrar en un sólo indicador el resultado del monitoreo de procesos ecológicos, sociales y económicos a modo de contar con algo que se aproxime a ser un indicador de sustentabilidad. A pesar de estas limitaciones y retos, cada vez hay mayor sensibilización y reconocimiento por parte de quienes diseñan políticas públicas y toman decisiones, de la importancia y de la urgencia de contar con programas específicos de monitoreo que proporcionen datos confiables y comparables sobre parámetros ambientales. A este reconocimiento ha contribuido sin duda la actuación de grupos sociales interesados por el medio ambiente y de quienes desde el sector académico coadyuvan al análisis y a la solución de los problemas ambientales. En este volumen presentamos el trabajo del Primer taller de conservación de la biodiversidad de América del Norte: especies, espacios y riesgos, realizado en abril de 2004 en La Primavera, Zapopan (Jalisco) con la finalidad de analizar los métodos de monitoreo para diferentes niveles ecológicos, incluidos el poblacional y ecosistémico, que son útiles y necesarios para la conservación de la extraordinaria diversidad de América del Norte y de los múltiples servicios ambientales que las especies y los ecosistemas de esta región nos brindan. Igualmente, se revisan algunos métodos de monitoreo de las amenazas que enfrenta la biodiversidad específica y ecosistémica de esta región. Este taller es el resultado de la convicción de que no podemos aspirar a la resolución de nuestros problemas ambientales regionales, nacionales o locales sin apoyarnos en el conocimiento científico de los parámetros que los caracterizan y de los procesos que subyacen. El monitoreo es una parte medular de este conocimiento, y si bien no es sinónimo de resolución de la problemática ambiental, sí es una condición sin la cual ésta simplemente no es viable. Una segunda convicción de la cual derivó este ejercicio, que congregó a más de 100 personas, es que la cooperación es el cauce indicado para enfocar los problemas regionales. La región norteamericana tiene una larga historia de colaboración ambiental entre los tres países que la conforman, que se ha consolidado y fortalecido a través de los Presentación 13 diez años de logros de la Comisión de Cooperación Ambiental (CCA). El Instituto Nacional de Ecología (INE) celebra haber tenido la oportunidad de realizar este Taller y esta publicación de manera conjunta con la CCA. El INE cumple con su mandato a través de cuatro rubros: la investigación, la colaboración, la difusión y la capacitación. Con ello, contribuye a poner el conocimiento científico al servicio de la toma de decisiones orientadas hacia el desarrollo sustentable. Este taller, enfocado al fortalecimiento de capacidades de monitoreo, nos permitió poner en contacto a personas involucradas con los problemas ambientales desde los ámbitos social, gubernamental y académico, actualizar sus conocimientos, discutir sobre temas específicos y generales alrededor del monitoreo, y realizar un importante intercambio de ideas y experiencias a través de las mesas de trabajo. La intervención de expertos de primer nivel de los tres países de América del Norte permitió poner al día los conocimientos de los asistentes, entre los que se encontraban miembros de gobiernos locales, estatales y federales, y de organizaciones sociales, dándoles acceso a lo más reciente y actualizado de las metodologías, los conceptos y la problemática práctica y teórica del monitoreo a diferentes niveles y con diferentes enfoques y objetivos. Además, fue el espacio idóneo para la conformación de una red de asesores y de “monitoreadores” que, esperamos, habrá de dar frutos a corto, mediano y largo plazo. El Instituto Nacional de Ecología ha impulsado la cooperación entre los múltiples actores involucrados en la protección y conservación de la naturaleza y de los recursos naturales y en la búsqueda de lo que genéricamente llamamos sustentabilidad. Muchos son los logros que en este sentido se han alcanzado en las últimas décadas, pero muchos más son los retos que hay que enfrentar. Por ello, el fortalecimiento de las capacidades a nivel nacional es una meta prioritaria, y nos complace haber contribuido a ella a través de este ejercicio, sin duda enriquecedor para todas las partes involucradas. Adrián Fernández Bremauntz Presidente del Instituto Nacional de Ecología Introducción 15 I ntroducción L a Comisión para la Cooperación Ambiental (CCA) nace del Acuerdo de Cooperación Ambiental de América del Norte, uno de los convenios paralelos del Tratado de Libre Comercio de esta región que entró en vigor en 1994. La Comisión atiende asuntos ambientales de preocupación común, contribuye a prevenir posibles conflictos ambientales derivados de la relación comercial y promueve la aplicación efectiva de la legislación ambiental. El Acuerdo complementa las disposiciones ambientales del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC). A lo largo de sus diez años de vida, la CCA ha promovido, desde un nicho único, acciones de cooperación entre México, Estados Unidos y Canadá, y se ha transformado en un motor para la cooperación ambiental a nivel regional, generando acciones benéficas para la región como un todo y para cada una de sus partes. Desde sus inicios, la CCA ha puesto un fuerte énfasis en la protección y conservación de la espectacular biodiversidad específica y ecosistémica de América del Norte, y ha impulsado importantes iniciativas para entender la problemática de especies y ecosistemas característicos, que por una u otra causa resultan prioritarios o cuya atención regional es urgente. A fin de fortalecer sus acciones en este sentido, el Consejo de Ministros conformó, en 2001, el Grupo de Trabajo de Conservación de la Biodiversidad de América del Norte (Biodiversity Conservation Working Group, BCWG), en el que participan funcionarios de diferentes dependencias de los tres gobiernos. 15 16 Hans Herrmann El Grupo de trabajo para la conservación de la biodiversidad de América del Norte desarrolló la Estrategia de cooperación para la conservación de la biodiversidad, e identificó, de acuerdo con los principios establecidos en la declaración de Puebla del Consejo de Ministros de la CCA, como una línea de acción el fortalecimiento de capacidades y el entrenamiento a través de la realización de talleres trinacionales en los cuales se tiene contemplado abordar la problemática común, definir retos y oportunidades, elaborar recomendaciones y acordar líneas de trabajo conjunto. Adicionalmente, estos talleres representan foros dinámicos para el intercambio de experiencias entre los participantes. Los talleres trinacionales son herramientas y espacios fundamentales que servirán para fortalecer el trabajo cotidiano que se lleva a cabo en cada país y contribuirán para estrechar los lazos de comunicación y cooperación entre especialistas y expertos de los tres países. En esta ocasión, se identificó como prioritario fortalecer las capacidades y habilidades del personal técnico a cargo de los programas de conservación en Canadá, los Estados Unidos y México en temas vinculados con el monitoreo de espacios, especies y riesgos. Hans Herrmann Comisión para la Cooperación Ambiental Ciencia ciudadana 1 17 La Ciencia ciudadana como herramienta para el monitoreo de la biodiversidad Paul E. Allen y Caren B. Cooper La Ciencia ciudadana como herramienta para el monitoreo El monitoreo para evaluar tendencias espacio-temporales de la diversidad biológica se ha vuelto cada vez más importante conforme se expande la población humana y el uso de los recursos. La mayor parte del monitoreo es efectuada por agencias gubernamentales cuyo encargo es el manejo de los recursos naturales y por organizaciones no gubernamentales (ONG) que tengan por misión la conservación de la biodiversidad (vgr. Partners in Flight). Ciencia ciudadana es un punto de reunión por medio del cual los voluntarios participan en proyectos de investigación, a menudo a través de la recolección de datos sobre una variedad de escalas temporales y espaciales. Opera sobre el principio de que los entusiastas de la naturaleza, de todas las edades y niveles de aptitud, pueden aportar contribuciones importantes y confiables. Puede ser estructurada para cubrir un rango de objetivos que no compitan los unos con los otros, desde la educación pública informal (vgr. el énfasis sobre el “ciudadano”) hasta la investigación guiada por una hipótesis (por ejemplo, el énfasis sobre la “ciencia”). Como herramienta para recolectar datos de biodiversidad, es una manera particularmente poderosa para monitorear sobre escalas geográficas y temporales amplias. El uso de Ciencia ciudadana para el monitoreo de la biodiversidad alberga el potencial de cambiar las 17 18 P. Allen y C. Cooper actitudes del público hacia la ciencia, el medio ambiente y la conservación, puesto que la participación activa en un programa de monitoreo es una experiencia educativa informal. Ciencia ciudadana permite que el monitoreo sea integrado en investigaciones impulsadas a partir de hipótesis, fomentando una comprensión y apreciación del método científico y de la naturaleza de la investigación científica (Bonney y Dhondt 1997, Trumbull et al. 2000, Evans et al. 2003, Bonney 2004, Krasny y Bonney, 2005, Brossard et al. 2005, Trumbull et al. en prensa). Una experiencia como esta puede también promover la conciencia ambiental y el interés en la administración responsable de los sistemas biológicos. En este capítulo nos enfocamos en el monitoreo de las especies de aves, pero la herramienta que describimos puede ser usada para todo tipo de monitoreo de la biodiversidad. Componentes clave del monitoreo en Ciencia ciudadana Los objetivos de los proyectos de Ciencia ciudadana varían, pero es siempre una herramienta flexible que puede ser adaptada a varios propósitos y ambientes operativos (tabla 1). El Laboratorio de Ornitología de Cornell (CLO por sus siglas en inglés) tiene varios proyectos exitosos con este enfoque (tabla 2). Un análisis de sus características puede ser utilizado para diseñar nuevos programas de monitoreo en el paradigma de este proyecto. Establecer objetivos. Como con cualquier programa de monitoreo, las metas y objetivos deben estar claramente formulados antes de ponerlo en marcha (Yoccoz et al. 2001). Se delinearán tres preguntas básicas que deben ser adecuadamente contestadas antes de comenzar: (1) ¿por qué el monitoreo? (2) ¿qué debe ser monitoreado? y (3) ¿cómo debe realizarse el monitoreo? Usualmente los objetivos del monitoreo son: (a) identificar el estado del sistema, y (b) proporcionar información acerca de la respuesta del sistema a las acciones asociadas al manejo (Yoccoz et al. 2001). Si la respuesta a “¿Por qué el monitoreo?” está estrechamente ligada con la evaluación de las políticas de manejo o con proporcionar información que ayude a las decisiones de gestión, entonces el monitoreo debería de ser integrado con manejo adaptativo (Walters 1986). Con una respuesta clara a “¿Por qué el monitoreo?,” se vuelve mas fácil determinar qué variables cuantitativas hay que monitorear y de acuerdo a qué diseño de muestreo. Después de decidir qué hay que monitorear, la siguiente etapa es determinar cómo llevar a cabo el monitoreo y definir si un enfoque del tipo de Ciencia ciudadana puede cumplir con la tarea. Puede haber ciertas Ciencia ciudadana 19 Tabla 1. Los proyectos de Ciencia ciudadana pueden ser adaptados a diversas necesidades porque son flexibles y varían a lo largo de diferentes dimensiones Dimensión Valor Marco geográfico Local → regional → nacional → continental → global Marco temporal Toma instantánea (días) → estacional (meses) → en curso, continua Nivel de habilidad de los participantes Habilidad básica → amateur (entusiasta) → profesional Protocolos y métodos Simple (etapa única, variable única) → complejo (colección de múltiples variables o datos jerárquicamente estructurados) Financiera Gratuita, se requiere una contribución monetaria para participar Compromiso en tiempo del participante Oportunista/incidental → controlado, pero por un sólo periodo → controlado, periodos cortos repetidos → controlado, periodos repetidos y largos Tecnología Formularios sobre papel → formularios de datos electrónicos → envío de datos en línea (www) Objetivo educacional Conciencia ambiental, conocimiento científico Objetivo del monitoreo (población) Ocurrencia (presencia de datos) → distribución (presencia y ausencia de datos) → índice de abundancia → abundancia verdadera, densidad local Objetivo del monitoreo (demográfico) Fecundidad, sobrevivencia juvenil, sobrevivencia adulta, dispersión, comportamiento reproductivo 20 P. Allen y C. Cooper Tabla 2. Ejemplos de redes de Ciencia ciudadana, redes de monitoreo voluntario y Proyectos de Ciencia ciudadana en el Laboratorio de Ornitología de Cornell Proyecto FeederWatch1 Great Backyard Bird Count eBird (aVerAves) 2 URL www.birds.cornell. edu/pfw/ www.birdsource. org/gbbc/ www.ebird.org/ aVerAves/ Marco geográfico Nacional (Canadá, Estados Unidos) Nacional (Canadá, Estados Unidos) Continental (América del Norte) Marco temporal Estacional Instantánea anual Continua, en proceso Nivel de habilidad de los participantes Habilidades básicas de identificación de aves Habilidades básicas a avanzadas de identificación de aves Habilidades básicas a avanzadas de identificación de aves Protocolos y métodos Relativamente sencillos Sencillos Soporta múltiples protocolos; sencillo a complejo Financiero Tarifa de participación Gratuito Gratuito Compromiso en tiempo del participante Partes de dos días 5 minutos – 4 días/ consecutivos con año frecuencia cada semana durante el invierno Determinado por el participante Tecnología Formularios escaneables en papel www www Objetivo Distribución, índice de Distribución abundancia www Abundancia; distribución (Continúa) Ciencia ciudadana 21 Tabla 2. Ejemplos de redes de Ciencia ciudadana redes de monitoreo voluntario y proyectos de Ciencia ciudadana en el Laboratorio de Ornitología de Cornell The Birdhouse Network House Finch Disease Survey House Finch Nest Survey URL www.birds.cornell. edu/birdhouse/ www.birds.cornell. edu/hofi/ www.birds.cornell. edu/hofins/ Marco geográfico Marco geográfico nacional (Canadá, Estados Unidos) Nacional (Canadá, Estados Unidos) Nacional (Canadá, Estados Unidos) Marco temporal Estacional Continua, en proceso Estacional Nivel de habilidad de los participantes Habilidades de monitoreo de nidos requeridas Habilidades de identificación de aves Búsqueda de nidos, habilidades de monitoreo de nidos requeridas Protocolos y métodos No son sencillos pero tampoco complejos Simples No son sencillos pero tampoco complejos Financieros Tarifa de participación Gratuita Gratuita Compromiso en tiempo del participante Por lo menos varios días al año Determinada por el participante Por lo menos varios días al año Tecnología www Formularios en papel, Formularios en www papel Objetivo Demográfico (fecundidad, sobrevivencia de los juveniles); comportamiento reproductivo Distribución, índice de abundancia de los individuos enfermos Demográfico (Continúa) 22 P. Allen y C. Cooper Tabla 2. Ejemplos de redes de Ciencia ciudadana, redes de monitoreo voluntario y Proyectos de Ciencia ciudadana en el Laboratorio de Ornitología de Cornell Golden-winged Warbler Atlas Project Urban Bird Studies2,3 BFL URL www.birds.cornell. edu/gowap/ www.urbanbirds.org www.birds.cornell. edu/bfl Marco geográfico Regional Internacional Nacional (Estados Unidos, Canadá) Marco temporal Estacional Continuo, corriente Estacional Nivel de habilidad Avanzado de los participantes Básico a avanzado Amateur/ornitólogo profesional Protocolos y métodos Complejo Relativamente sencillo Complejo Financiero Gratuito Gratuito Gratuito Compromiso en tiempo del participante Varios días por año Determinado por el participante Por lo menos varios días al año Tecnología Formularios sobre papel Formularios sobre papel, www Formularios sobre papel, www Objetivo Distribución; índice de abundancia Educación; conciencia Indice de ambiental; abundancia; abundancia distribución; índice de abundancia; comportamiento reproductivo 1 Materiales del proyecto en francés e inglés. 2 Materiales del proyecto en inglés y español. 3 Estudios urbanos de aves en una secuencia de cinco proyectos enfocado a paisajes urbanos: Birds in the City; (pájaros en la ciudad) PigeonWatch; (observando pichones) Crows Counts; (contando cuervos) Dove Detectives; (detectives de palomas), y Gulls Galore. (Numerosas gaviotas). Ciencia ciudadana 23 limitaciones sobre los tipos de variables que los voluntarios pueden monitorear (vgr. es más fácil tomar los datos sobre la abundancia o la distribución de especies que los datos demográficos o conductuales detallados). El origen de los datos sesgados puede ser la participación de voluntarios múltiples, de muestreos desiguales y la variación inherente a la percepción. Para minimizar los errores de detección y de los observadores, los investigadores pueden explícitamente estimar la probabilidad de detección para los métodos de toma de datos, y usar índices que incorporen (o métodos que estandardicen) el esfuerzo del observador. Identificar las comunidades objetivo para el reclutamiento de participantes. Una manera ideal de crear una red de voluntarios para el monitoreo es incorporar organizaciones comunitarias existentes. En los Estados Unidos, la afiliación formal con grupos cívicos o sociales está declinando (Putnam 2000), lo que podría dificultar los esfuerzos de reclutamiento. La tabla 3 resume los objetivos del Laboratorio de Ornitología de Cornell. Tabla 3. Resumen para el reclutamiento y asociaciones de audiencia objetivo Niños Adultos Programas para después de la escuela Clubs escolares Scouts, clubs de niños/niñas, etc. Escuelas: programas de clases Grupos cívicos (Rotarios, Kiwanis, etc.) Barrios, organizaciones del barrio, pueblos Miembros de organizaciones de conservación sin fines de lucro (ej., Audubon Society) Miembros de organizaciones de aficionados sin fines de lucro (ej., jardines, observaciones de aves, etc.) Clientes de tiendas privadas de venta de menudeo (ej., Wild Birds Unlimited) Jubilados Reclutamiento y estrategias de mercadotecnia. Una vez que las comunidades “objetivo” han sido identificadas, se pueden seguir muchas estrategias, desde el boca a boca hasta anuncios pagados en todo tipo de medios. El CLO ha tenido éxitos con campañas directas de correo, invitaciones a listas electrónicas, anuncios en línea (blogs, sitios web tradicionales, noticias en línea), panfletos 24 P. Allen y C. Cooper promocionales, portavoces, y/o presentaciones formales en museos, centros de interpretación de la naturaleza, zoológicos, y festivales. El CLO también ha reclutado voluntarios con base en lazos derivados de productos (por ejemplo, comederos para aves), acuerdos con clubs/asociaciones (como el reclutamiento dentro de la Sociedad Norteamericana de Azulejos (North American Bluebird Society), comunicados de prensa en todo tipo de medios (periódicos, revistas, hojas informativas, radio, TV), en particular durante eventos relacionados, como el Día de la Tierra, o al declarar nuestros propios eventos (vgr. el Gran Conteo de Pájaros desde el Patio (Great Backyard Bird Count). Un método promocional exitoso y eficiente en términos de costo ha sido el de escribir artículos para revistas populares (vgr. Birds and Blooms). Entrenamiento de los participantes. Una vez que están inscritos en la iniciativa de monitoreo, los voluntarios pueden requerir de varios niveles de capacitación, dependiendo de su experiencia previa y del protocolo de monitoreo. El entrenamiento puede ser muy importante para mejorar la obtención de datos. Los medios para el entrenamiento pueden ser tutoriales escritos (impresos o en línea) manuales, videos, animaciones, o bien oralmente de persona a persona. Retención. Retener a los voluntarios en proyectos de Ciencia ciudadana es importante por consideraciones financieras, logísticas y científicas relativas a la calidad de los datos. La tasa de retención de los voluntarios es más elevada cuando reciben retroalimentación, cuando la que ellos proporcionan es respetada, y cuando son parte de una comunidad. Retroalimentación a los participantes. El factor más importante para mantener un proyecto de monitoreo que se apoya en Ciencia ciudadana es el de proporcionar una rápida retroalimentación sobre el estatus de los esfuerzos de monitoreo. La retroalimentación puede ser tan sencilla como un reconocimiento escrito o verbal (“Gracias por participar”), o tan sofisticado como búsquedas dinámicas de los datos en línea. Otros tipos de retroalimentación incluyen comunicar cómo se ubica cada participante en el proyecto completo, boletines que destacan las contribuciones individuales de participantes seleccionados como dibujos hechos por niños, y presentaciones estáticas de los datos en línea, como tablas, gráficas y mapas de datos importantes. Retroalimentación de los participantes. Aunque los participantes tengan como función primaria obtener y reportar los datos de sus observaciones, muchos buscarán involucrarse en otros aspectos del monitoreo. Con frecuencia, los participantes podrán proporcionar insumos en cuanto a los protocolos de campo. Ocasionalmente los participantes podrán retroalimentar a otras áreas, Ciencia ciudadana 25 como la formación de los objetivos de monitoreo o reclutamiento y estrategias de mercadotecnia, en particular si estos temas son similares a sus propias profesiones. No toda la retroalimentación será útil o dará como resultado cambios al proyecto de Ciencia ciudadana, pero toda la retroalimentación deberá ser cuidadosamente reconocida. Crear una comunidad entre participantes. Demostrar cómo los esfuerzos individuales se inscriben dentro de un marco más amplio y proporcionar espacios para que los participantes interactúen es importante para asegurar que los voluntarios se sientan valorados y, a su vez, le den importancia a los objetivos del proyecto. Los proyectos de Ciencia ciudadana de CLO hospedan listas de servidores electrónicos y foros de discusión en línea en donde los participantes pueden discutir el proyecto. Por ejemplo, durante el pico de la temporada de reproducción, el servidor “Bluebird-L” recibe aproximadamente de 15 a 20 correos electrónicos al día. Obtención de datos y organización. Hay muchas opciones para recolectar, organizar y guardar los datos reunidos por los participantes en Ciencia ciudadana. La opción más sencilla para reunir los datos es usar formularios en papel. Su utilización resulta sencilla para los participantes pero implica un gran esfuerzo para el personal del proyecto, que deberá transcribir manualmente la información a una base de datos u hoja de cálculo (Microsoft Excel, Microsoft Access, FileMaker Pro). El procesamiento manual de formularios escritos es una opción aceptable para el monitoreo a pequeña escala o para un proyecto piloto, pero resulta prohibitiva para esfuerzos de monitoreo a gran escala debido a los costos relativos a la captura de datos. La tecnología de reconocimiento de caracteres ópticos (OMR por sus siglas en inglés), como la que se utiliza para las pruebas estandardizadas en escuelas públicas, utiliza formularios de papel que contienen campos o “burbujas” que se deben de llenar con un lápiz. Los formularios OMR pueden ser automáticamente convertidos en datos digitales, pero a menudo requieren de una edición manual debido a la elevada tasa de errores en el proceso de digitalización. Algunos programas de cómputo de OMR permiten que los cuestionarios hechos en machotes sean reproducidos por medio de fotocopias o distribuidos electrónicamente e impresos por los participantes. Una desventaja de la tecnología OMR es la densidad limitada de información que puede ser contenida en cada formulario. El método de reconocimiento de caracteres ópticos (OCR por sus siglas en inglés) permite que los participantes inscriban cuidadosamente caracteres y números en áreas determinadas sobre los formularios. Conforme se 26 P. Allen y C. Cooper digitalizan los formularios, los programas informáticos de reconocimiento de caracteres convierten a los números y caracteres en datos binarios. Al igual que la tecnología OMR, los programas para OCR permiten que los formularios diseñados sean fotocopiados y distribuidos electrónicamente. Los participantes probablemente encontraran la tecnología OCR más fácil de manejar que la OMR. Una opción que permite eliminar los formularios impresos en papel es la de utilizar formularios en Adobe PDF y la versión 7.0 o posterior de Adobe Reader. La versión gratuita de Adobe Reader permite que los formularios PDF creados en Adobe Acrobat Professional (v 7.0) sean capturados y que su contenido digital le sea enviado por correo electrónico a un proyecto o salvado en un disco. Las herramientas de Adobe permiten que los datos enviados en los formularios PDF sean compilados en una sencilla hoja de cálculo. Esta solución es gratuita para los participantes y relativamente barata para los que están a cargo del proyecto. Sin embargo, los participantes necesitan de la versión 7.0 de Adobe Reader, que hasta la fecha de este escrito no es de uso común. Este método podría ser ideal en una situación en la cual un proyecto pudiese distribuir discos compactos con la versión gratuita de Adobe Reader junto con otro material para los participantes del proyecto. Una solución virtual sencilla para la recolección de datos es la aplicación directa de encuestas en línea (o la compra de un servicio de encuesta en línea como www.keysurvey.com) para producir formularios de recolección de datos, igualmente en línea, al procesar dichos formularios como si fueran encuestas. La validación en línea de los datos puede ser limitada al usar este método. También será difícil comparar de manera confiable la información enviada por un mismo usuario a través del tiempo, puesto que los programas de encuestas no utilizan generalmente el concepto de autentificación (login) y en su lugar, tratan a los usuarios de manera anónima. Una opción que los proyectos de Ciencia ciudadana podrían utilizar para recopilar información son formatos elaborados ad hoc para la captura de datos en línea. Las funciones de la red hechas a la medida pueden ofrecer formularios que pueden ser llenados por cualquier usuario con un buscador y una conexión a internet. Los datos capturados en línea pueden ser validados conforme los introduce el participante, y enviados en línea pueden ser salvados directamente en una base de datos sin ninguna supervisión por parte del personal del proyecto. Divulgación de los resultados. Una parte de los objetivos de un programa de monitoreo debería ser informar sobre las decisiones de manejo y, tal vez, Ciencia ciudadana 27 probar hipótesis. Así, el éxito final de un proyecto puede ser juzgado al ver qué tan bien han sido divulgados los resultados. Los proyectos de Ciencia ciudadana de CLO han producido numerosas publicaciones arbitradas, manuales para gestores de manejo de tierras, tesis y reportes gubernamentales (Apéndice 1). Adicionalmente, el CLO también produce dos publicaciones periódicas, BirdScope (un boletín de prensa trimestral) y Living Bird (una lustrosa revista trimestral), con una circulación de decenas de miles de ejemplares que a través de los años han aportado a los participantes cientos de artículos sobre los resultados de los monitoreos en los que estuvieron involucrados. Otros ejemplos. Aunque hay muchas organizaciones que operan proyectos de Ciencia ciudadana, aquí resaltamos algunas organizaciones cada una con varios proyectos de este tipo como el Laboratorio de Ornitología de Cornel, Bird Studies Canada (www.bsc-eoc.org) y el Consorcio Británico para la Ornitología (British Trust for Ornithology www.bto.org). NatureWatch (www.naturewatch.ca) es un proyecto de cooperación entre Nature Canada, la Universidad de Guelph y la Red de Monitoreo Ecológico de Environment Canada, que es la dependencia federal ocupada de asuntos ambientales. NatureWatch tiene redes voluntarias de monitoreo para anfibios (FrogWatch), para promover la toma de conciencia de la ecología del suelo (WormWatch), y proyectos de fenología relacionados con el cambio climático (PlantWatch e IceWatch). Journey North (www.learner. org/jnorth/) se enfoca a involucrar a estudiantes en el monitoreo de la migración de la fauna silvestre y la fenología a lo largo de un rango de grupos taxonómicos, y MonarchWatch (www.monarchwatch.org) es un portal que da acceso a varios tipos de proyectos de monitoreo de la mariposa Monarca. Limitantes de Ciencia ciudadana. Los proyectos de monitoreo mal planeados que colectan datos simplemente por el hecho de “obtener más información” siempre serán criticados (Yoccoz et al. 2001). Aun así, los datos pueden ser utilizables a posteriori. Incluso los reportes anecdóticos pueden ser de importancia crítica. Por ejemplo, Krajick (2003) reportó en la revista Science que las observaciones incidentales hechas por los observadores de aves sobre ambas costas de América del Norte tenían el mérito de haber ayudado a identificar las causas por las que las poblaciones de las gaviotas marfil (Pagophila eburnea) estuvieran declinando. Sin embargo, un programa de monitoreo con objetivos bien desarrollados será más útil y menos riesgoso que uno con el simple objetivo de colectar más información. Más aún, el ímpetu de planear adecuadamente el monitoreo es más importante cuando el método seleccionado es el de la Ciencia ciudadana, porque es necesario contrarrestar el supuesto de que las redes de voluntarios sólo son útiles para la educación informal. La validez de 28 P. Allen y C. Cooper los datos y las subsecuentes conclusiones serán probablemente cuestionadas cuando el monitoreo es llevado a cabo vía Ciencia ciudadana. Como cualquier proyecto que se basa en voluntarios, los temas de la parcialidad por parte del observador y del error deben ser tomados en cuenta. Aunque una crítica generalizada a los programas basados en la participación de voluntarios como herramienta metodológica no tenga fundamento, sí hay que reconocer que hay verdaderas limitaciones acerca de los tipos de variable y el grado de precisión que los voluntarios pueden obtener. La mejor manera de contrarrestar estas limitantes es aprovechar el trueque de conjuntos de datos de gran escala, burdos (de baja precisión), colectados vía Ciencia ciudadana por datos de alta precisión y de pequeña escala, colectados con métodos tradicionales. El CLO ha elevado a la Ciencia ciudadana a una disciplina creíble, tal y como ha sido reportado en la revista Science (Bhattacharjee 2005). Ciencia ciudadana permite a los investigadores hacer corresponder sus métodos de campo a la escala de sus preguntas, que pueden abarcar un marco temporal y espacial más amplio que el de la ciencia tradicional. Acerca de los autores Paul Allen es el Director Asistente del Departamento de Ciencia de la Información del Laboratorio de Ornitología de Cornell. Caren Cooper es investigadora asociada en el Programa de Estudio de Población de Aves en el Laboratorio de Ornitología de Cornell. El laboratorio de Ornitología de Cornell es una institución sin fines de lucro cuya misión es la de interpretar y conservar la diversidad biológica de la Tierra por medio de investigación, educación y Ciencia ciudadana enfocada hacia los pájaros. Los programas del CLO trabajan con ciudadanos, científicos, agencias gubernamentales y no-gubernamentales a lo ancho de Norte América e incluso más allá. Bibliografía Bonney, R. 2004. Understanding the Process of Research. En: D. F. Chittenden, Graham y B. 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En el transcurso de un ciclo anual (que incluye la reproducción en los Estados Unidos y el sur de Canadá, la migración por un amplio rango latitudinal, y la hibernación en el centro de México y la costa de California) la distribución y abundancia de las monarcas se ve afectada tanto por condiciones ambientales presentes, como por eventos que sucedieron durante etapas previas. Por ejemplo, la abundancia de las monarcas en junio en la parte norte del centro de los Estados Unidos puede ser afectada por tormentas en el centro de México que sucedieron en el mes de enero previo, o por condiciones secas en Texas durante abril y mayo. La cantidad de monarcas se ve también afectada por la abundancia de sus plantas hospederas, por la competencia por parte de otros herbívoros que consumen algodoncillo y por depredadores. Además, las poblaciones de monarcas son vulnerables al cambio de uso del suelo, al uso de pesticidas y al cambio climático inducido antropogénicamente (Zalucki 1982, Malcolm et al. 1987, Zalucki y Rochester 1999, 2004, York y Oberhauser 2002, Oberhauser y Peterson 2003, Batalden et al. en prensa). 33 34 K. Oberhauser Debido a la extensa superficie cubierta por las monarcas y a la variedad de requerimientos de hábitats a lo largo de su ciclo anual, se deben incluir amplias escalas temporales y espaciales y una variedad de enfoques de investigación para contar con una visión completa de sus poblaciones. En este capítulo resumo estudios que han utilizado técnicas de monitoreo variadas para cumplir con este objetivo. Presento datos relevantes de su biología, enfocándome en el ciclo anual de reproducción, migración e hibernación, y después describo cómo los investigadores han monitoreado cada etapa de este ciclo y resumo algunos de sus resultados. Antecedentes acerca de la biología de las mariposas monarcas Rango geográfico. La mariposa Monarca se encuentra en Centro y Sudamérica, en muchas islas del Pacífico y en Australia y Nueva Zelanda, pero el trabajo aquí descrito se enfoca hacia las poblaciones en Canadá, los Estados Unidos y México. América del Norte alberga a dos poblaciones bastante bien definidas, a las cuales a menudo nos referimos como la población migratoria del occidente o la del oriente, aunque algunas investigaciones recientes sugieren que el intercambio entre estas dos podría darse durante las migraciones de primavera y otoño (Pyle 2000, Brower y Pyle 2004). Mientras que México es mejor conocido por sus refugios al este de Michoacán y al oeste del Estado de México, en donde millones de monarcas de la población migratoria del este pasan el invierno, las monarcas también se reproducen en la mayor parte del país. La relación entre éstas últimas y las poblaciones migratorias es poco comprendida, pero probablemente es biológicamente preciso considerarlas como poblaciones separadas. Biología de la reproducción. La reproducción de las monarcas depende por completo de la presencia de plantas hospederas de la familia Asclepiadaceae, principalmente del género Asclepia, para sus larvas (Lynch y Martin 1993). Las hembras ponen huevos sólo sobre estas plantas y cada hembra probablemente pone de 300 a 400 huevos durante el periodo adulto de su vida, que dura de dos a seis semanas (este periodo de vida es más largo para la generación migratoria; véase más adelante). Las larvas emergen de los huevos después de cuatro a ocho días, se desarrollan en nueve a 15 días, y el periodo de crisálida dura de ocho a 14 días. A bajas temperaturas el desarrollo puede tomar más de 60 días, comparado con los menos de 30 en las condiciones más cálidas del verano (Cockrell et al. 1993). Se producen de tres a cuatro generaciones en Monitoreo de mariposa Monarca 35 los Estados Unidos y el sur de Canadá durante cada verano, y sólo la última emigra a los sitios en donde pasan el invierno en México o California. La mariposa Monarca se reproduce en la mayor parte de los Estados Unidos y México. La muy estudiada población migratoria del este se reproduce desde el sur de los Estados Unidos hasta el sur de Canadá y de la costa del Atlántico hasta las Montañas Rocallosas. Un número menor de investigaciones se han enfocado a la biología reproductiva de la población migratoria del oeste, que se extiende de las Rocallosas hasta la costa oeste de los Estados Unidos y de la frontera canadiense hasta el sur de los Estados Unidos, así como en las monarcas que se reproducen en México. Migración de otoño. A diferencia de la mayor parte de los insectos de zonas templadas la mariposa Monarca no puede sobrevivir largos periodos gélidos. Cada otoño, las monarcas de América del Norte vuelan hacia los lugares donde pasarán el invierno en el sur, de donde migrarán las mismas mariposas al norte, hacia sus áreas de reproducción, en la primavera. Durante esta migración, las mariposas vuelan de un rango reproductivo de decenas de millones de hectáreas hacia sus sitios invernales de percha que abarcan menos de unas cuantas docenas de hectáreas, volviendo exactamente a los mismos árboles año tras año. Las monarcas son las únicas mariposas que efectúan una migración de ida y vuelta tan larga, pues recorren hasta 4,800 km en el otoño (Urquhart y Urquhart 1978). Las monarcas que viven al este de las Rocallosas por lo general vuelan a los sitios de hibernación en las montañas del centro de México, mientras que las monarcas al oeste de las Montañas Rocallosas generalmente pasan el invierno a lo largo de la costa de California (figura 1). Sin embargo, algunas monarcas del oeste pueden ir más hacia el sur y el sureste, hacia el estado de Sonora en México (Pyle 2000). Hibernación. Las monarcas con frecuencia se congregan en dos principales regiones en América del Norte durante el invierno: la población migratoria del este en el centro de México y la del oeste en las costas de California (Brower 1995). Las monarcas también residen en el sur de Florida durante el año, pero esta población recibe un influjo de individuos migratorios de la población migratoria oriental cada otoño y por eso muy probablemente no sea una población distinta (Knight et al. 1999, Altizer 2001). Se encuentran poblaciones efímeras adicionales durante el invierno a lo largo de la costa de del Golfo de México al sur de Estados Unidos, pero la fuente y el estatus reproductivo de estas poblaciones es muy poco comprendido. La mayor parte de las monarcas del este de América del Norte pasan el invierno en ecosistemas del tipo de los bosques boreales altos dominados por oyameles (Abies spp.) (Brower 1995). 36 K. Oberhauser Figura 1. Mapa de la migración de otoño. Las monarcas del centro y noroeste de los Estados Unidos y del sureste de Canadá vuelan hacia el sur a los sitios de hibernación en el centro de México. Otra población al Oeste de las Rocallosas en los Estados Unidos migra a la costa de California. Investigaciones recientes sugieren que algunas monarcas del Oeste se desplazan hacia México al Sur; la línea entrecortada sobre el mapa representa este movimiento rra Sie dre Ma rra Sie Oc tal ien Or dre Ma tal en cid Eje Neovolcánico Monitoreo de mariposa Monarca 37 Sus colonias van de 0.5 a 5 ha y se ubican sobre 12 diferentes elevaciones en el Eje Neovolcánico del centro de México (aproximadamente 19° N y 100° W). Los refugios de la costa de California donde pasan el invierno las monarcas están constituidos por áreas boscosas a menudo dominadas por eucaliptos, pinos y cipreses Monterrey (Pinus radiata y Cupressus macrocarpa), respectivamente que se encuentran en bahías protegidas o tierra adentro. Estos sitios les brindan microclimas moderados y protección de los vientos fuertes. Se han reportado más de 300 zonas de congregación (Frey y Schaffner 2004, Leong et al. 2004). En ambas zonas hibernales, las mariposas forman racimos densos sobre las ramas y los troncos de los árboles. Migración de primavera. Tanto las hembras como los machos se dispersan a partir de las zonas de hibernación, aunque muchos se han apareado antes de su salida (Van Hook 1993, Oberhauser y Frey 1999, Frey 1999). La dispersión ocurre a principios de marzo (población occidental) y finales del mismo mes (población oriental). Las mariposas vuelan desde el centro de México hacia el norte, dirigiéndose al sur de los Estados Unidos y hacia el norte y oeste de la costa Californiana. Las generaciones sucesivas recolonizan el resto de sus áreas veraniegas de reproducción (Cockrell et al. 1993, Malcolm et al. 1993, Howard y Davis 2004). Malcolm et al. (1993) y Cockrell et al. (1993) establecieron el patrón general del movimiento de primavera para la población oriental, y demostraron que la recolonización de los hábitats reproductivos hasta sus límites septentrionales requiere de dos generaciones (figura 2). Las monarcas que hibernaron en México repueblan la parte sureste de los Estados Unidos y su descendencia completa el viaje hacia el norte de los Estados Unidos y el sur de Canadá. El patrón de recolonización de la población occidental no está tan claramente comprendido. Atención pública y gubernamental hacia las monarcas Las monarcas proveen una oportunidad excepcional para despertar el interés del publico y del gobierno hacia los temas de la conservación, y representan por ende una excelente especie sobre la cual concentrar los esfuerzos de monitoreo de la biodiversidad. Es probable que ningún otro insecto no-plaga haya atraído más la atención que éste. Dicha atención hace de las monarcas el foco de los esfuerzos de conservación; mientras que las actividades humanas afectan a la mayor parte de los organismos con los cuales compartimos la Tierra, las monarcas generan por sí solas un interés público mayor que el 38 K. Oberhauser Figura 2. Mapa de la migración de primavera. Desde mediados hasta finales de marzo, las monarcas que han sobrevivido al invierno en los bosques mexicanos inician su vuelo de regreso hacia los Estados Unidos. Para la primera semana de abril, las colonias se han dispersado por completo, y las mariposas al Sur de los Estados Unidos comienzan a poner huevecillos. Las mariposas migrantes entran en la totalidad del sureste de los Estados Unidos, y su progenitura continua el vuelo hacia el Norte después de que se transforman en mariposas. Las monarcas salen de las colonias de California a principios de marzo. Esta generación probablemente recolonice la mayor parte de su hábitat de verano Monitoreo de mariposa Monarca 39 que les correspondería. El interés científico y de conservación entre ellas ha aumentado mucho nuestro conocimiento del mundo natural y nuestra preocupación por preservarlo. Ha habido cuatro reuniones internacionales sobre biología y conservación de monarcas: el Simposio sobre Biología y Conservación de la Mariposa Monarca (Morelos, México, 1981), la Segunda Conferencia Internacional sobre la Mariposa Monarca (Los Ángeles, California, 1986 [Malcolm y Zalucki 1993]), la Conferencia de América del Norte sobre la Mariposa Monarca (Morelia, Michoacán, 1997 [Hoth et al. 1999]) y la Conferencia sobre Dinámica de las Poblaciones de las Monarcas (Lawrence, Kansas, 2001 [Oberhauser y Solensky 2004]). En todas se enfatizó la importancia de la cooperación internacional en cuanto a conservación de la Monarca. Dado que el manejo y la conservación sólida de las especies requieren de la comprensión de los factores que afectan la dinámica de las poblaciones, los participantes en la Mesa de Trabajo de la Monarca en su 5ta Reunión Anual del Comité Trilateral Canadá / México / Estados Unidos para la Conservación y Manejo de la Vida Silvestre (South Padre Island, Texas, 2000) recomendó un “diagnostico continental” que identificaría con precisión las etapas y localidades vulnerables para esta especie. Los esfuerzos de monitoreo aquí descritos abordan esta preocupación, aunque la síntesis sólo está empezando. Puesto que el objetivo de este capítulo es presentar la estructura y los métodos de estos proyectos, sólo incluyó ejemplos breves de sus resultados. El monitoreo de las monarcas y de su hábitat Reproducción. Dos programas de monitoreo a largo plazo han fijado su atención sobre la etapa de reproducción del ciclo anual de la monarca, el Proyecto de monitoreo de larvas de la Monarca (Monarch Larvae Monitoring Program, MLMP por sus siglas en inglés; véase www.mlmp.ogr)) y el Conteo de mariposas del Cuatro de Julio (Fourth of July Butterfly Count). El Proyecto de monitoreo de larvas de la Monarca es un proyecto de Ciencia ciudadana que lleva a cabo el Laboratorio de Monarcas de la Universidad de Minnesota. Cuenta con la participación de voluntarios que monitorean por medio de revisiones semanales a las monarcas inmaduras sobre las plantas de algodoncillo en toda su área de reproducción. Los voluntarios de este programa documentan las variaciones de la abundancia y de la sobrevivencia de monarcas en diferentes tipos de hábitats y a lo largo del tiempo (Prysby y Oberhauser 1999, 2004). Semanalmente, monitorean pequeños jardines 40 K. Oberhauser o patios traseros, derechos de paso de vías de tren, campos abandonados, pastizales y praderas restauradas. En los primeros ocho años del proyecto, fueron monitoreados 346 sitios diferentes. Los participantes en este proyecto proporcionan estimaciones semanales de la densidad de monarcas por planta en estos refugios, ya sea buscando en todas las plantas de algodoncillo huevos y larvas en los sitios más pequeños, o muestreando un subgrupo de plantas seleccionadas al azar. Dos actividades opcionales incluyen el estudio de las características de las plantas de algodoncillo escogidas por las hembras de las monarcas para poner sus huevos, y la frecuencia de las moscas y avispas parasitoides en las poblaciones de monarcas. Los voluntarios que participan en el conteo anual de mariposas del 4 de julio de la Asociación Norteamericana de Mariposas (North American Butterfly Association, NABA por sus siglas en inglés; véase www.naba. org) monitorean las poblaciones de verano de muchas mariposas adultas, incluyendo monarcas (Swengel 1995). Durante este conteo anual en curso, los voluntarios seleccionan un área de 24 km de diámetro y llevan a cabo un censo de un día de todas las mariposas observadas en ese círculo. Los conteos se llevan acabo en las semanas cercanas al 4 de julio en los Estados Unidos, al 1° de julio en Canadá y al 16 de septiembre en México. En 2004 se realizaron 467 conteos en 48 estados de los Estados Unidos y el Distrito de Columbia, cuatro provincias canadienses y un estado mexicano. Las comparaciones de los resultados a través de los años pueden ser usadas para detectar cambios en las poblaciones de las mariposas y para estudiar los efectos de los cambios de clima y hábitat sobre las mariposas de América del Norte. Los resultados de estos conteos han sido compartidos con participantes por medio de informes anuales y resúmenes en sitios web y también analizados en la literatura científica (Swengel 1990, 1995; Kocher y Williams 2000). Aunque estos proyectos involucran a los ciudadanos en los esfuerzos de obtención de datos, han sido organizados por científicos que establecen los protocolos de recopilación de datos y los analizan. Además, muchos ciudadanos llevan a cabo proyectos de monitoreo independientes de largo plazo. En algunos casos, estas personas se han interesado en monitorear a las monarcas por medio de su participación en proyectos organizados, y después han obtenido datos más detallados por si mismas, por ejemplo, un equipo compuesto por un matrimonio al norte de Minnesota recorrió más de 5,075 km a pie en un periodo de diez años, registrando las distancias y fechas de cada recorrido, y cada mariposa que observaban. Ellos también participan en el proyecto de monitoreo de larvas y en el conteo del 4 de Monitoreo de mariposa Monarca 41 julio, pero han desarrollado un protocolo propio para recolectar y analizar información que va mas allá de los parámetros de estos proyectos (John Weber, comunicación personal). Migrando hacia el sur. Varios programas han monitoreado la migración otoñal de las monarcas y se pueden dividir en dos categorías, los que se ocupan de marcar mariposas individualmente para rastrear sus movimientos, y los que implican conteos en localidades específicas. Debido a que las migraciones de monarcas más espectaculares (en términos de distancia y cantidad de migrantes) ocurren en la población oriental de América del Norte, una gran parte de la investigación acerca de la migración se enfoca en ella. Dos programas de Ciencia ciudadana han utilizado el marcaje para revelar información clave acerca de los patrones y tiempos de la migración de otoño de las monarcas. La Asociación de migración de los insectos (The Insect Migration Association) fue establecida en 1952 para determinar a dónde van y cómo llegan las mariposas Monarca de la población del este en invierno. Este programa duró hasta 1994, e involucró a niños en edad escolar, naturalistas, y otros ciudadanos en la observación, captura y marcado de monarcas (Urquhart 1977, 1987). Los voluntarios recibieron pequeñas etiquetas que se pegaban sobre las alas anteriores de las Monarca e incluían un número individual, así como información relativa a la Asociación de migración de los insectos. Los participantes registraban la fecha y la ubicación cuando marcaban a una Monarca, y los individuos que encontraban mariposas marcadas mandaban las etiquetas a la asociación que incluía el número así como la fecha de recuperación y la ubicación del sitio donde las encontraban. De esta manera, las rutas migratorias de cada mariposa se podían rastrear. En 1992, un nuevo programa voluntario de marcaje fue establecido por Monarch Watch (www.monarchwatch.org) para continuar con el estudio de las rutas migratorias de otoño. Este programa opera bajo los mismos principios que la Asociación de migración de los insectos, con mejoras en cuanto al tamaño de las etiquetas, adhesivos y el sitio donde debe colocarse. Los datos provenientes del programa Monarch Watch, así como nuevos análisis de la información menos reciente relativa al etiquetado, siguen proporcionándonos información nueva acerca del movimiento de las monarcas por todo el continente, así como las influencias climáticas y de otros factores ambientales que varían año con año (Rogg et al. 1999). Varios programas monitorean el tamaño, tiempo y ubicación de la migración de la monarca en lugares específicos. El proyecto de más larga duración ha sido llevado a cabo en Cape May, Nueva Jersey ( www.concord.org/~dick/mon. 42 K. Oberhauser html) cada año desde 1992 por Dick Walton y sus colaboradores (Walton y Brower 1996, Walton et al. 2005). Cape May es una península bordeada por el océano Atlántico y la bahía Delaware, donde las monarcas se aglomeran durante su migración anual hacia el sur. Del 1° de septiembre al 31 de octubre, los monitores llevan a cabo desde sus automóviles de dos a tres censos diarios (dependiendo de la duración del día) a lo largo de transectos estándarizados de ocho kilómetros. Estos observadores registran el número de monarcas observadas libando, volando, o descansando mientras manejan a diez kilómetros por hora. Los datos de este proyecto nos dan información acerca de las variaciones anuales y estacionales en el número de monarcas, y también acerca de los picos migratorios. Un estudio que utiliza métodos similares se ha llevado acabo en el Refugio nacional de vida silvestre de Chincoteague en la Isla de Assateague, una isla de barrera sobre la Península de Delmarva en Virginia, desde principios de 1997 (Gibbs et al. 2006). El censo se realiza desde automóviles a lo largo de ocho km de largo, y el monitoreo se lleva a cabo desde mediados de septiembre hasta mediados de octubre. Otro programa que monitorea la migración de otoño cuenta con voluntarios trabajando en el Área recreativa de Península Point (Michigan), administrada por el Servicio Forestal del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (Meitner et al. 2004). Este proyecto, iniciado en 1996, se encuentra ubicado en la ribera norte del lago Michigan, en un punto de descanso en la ruta migratoria de las monarcas. Los voluntarios llevan a cabo tres conteos diarios en el tiempo en que las monarcas salen de Michigan, desde la segunda semana de agosto hasta la tercera de septiembre. Estos conteos incluyen uno, temprano por la mañana, de monarcas perchadas y dos conteos realizados a pie a lo largo de un transecto estándar de 4 km. Estos últimos se llevan acabo a las 09:00 y 13:00 hrs. cada día y se cuentan a todas las monarcas observadas conforme avanzan a una velocidad estandarizada. El programa Texas Monarch Watch (www.tpwd.state.tx.us/nature/education/tracker/monarch/) fue establecido para que los ciudadanos aportaran información que ayude a comprender los patrones de movimiento a través de Texas. Las monarcas se desplazan por este estado como si entraran por un embudo en el otoño y la primavera conforme vuelan entre sus principales sitios reproductores en el norte y las áreas de hibernación en México. Los voluntarios llaman a una hot line de monarcas (Monarch Hot Line) para reportar avistamientos en sus áreas, dejando grabados sus nombres, el sitio donde las vieron y una estimación del número que observaron. Aunque el programa impulsa a los voluntarios a llevar un diario tanto de la presencia Monitoreo de mariposa Monarca 43 como de la ausencia de monarcas, también acepta reportes anecdóticos de patrones migratorios. La organización no gubernamental mexicana Profauna ha organizado un proyecto de monitoreo para maestros y estudiantes a lo largo de la ruta migratoria de las monarcas en México y ha recopilado datos con base en las observaciones de los estudiantes durante varios años. Estos apuntan la fecha, hora, ubicación y condiciones climáticas cuando avistan monarcas en sus comunidades y mandan esta información a personal de Profauna en Saltillo. Hasta la fecha esta información no ha sido compilada o analizada en su totalidad, pero esta disponible para una síntesis futura. Hibernación. Los programas de monitoreo en los sitios de hibernación de México y California se han enfocado hacia la abundancia de monarcas, sus tasas de mortalidad así como la calidad y disponibilidad del hábitat. Desde 1993, los investigadores, en colaboración con la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca y el WWF-México, así como investigadores independientes han monitoreado el área ocupada por las monarcas en 22 sitios de hibernación de México. Con la ayuda de una brújula y de una cinta métrica, y ahora con unidades de GPS, los investigadores miden el perímetro de las colonias, trazan en papel sus polígonos y calculan la superficie usando técnicas planimétricas (García et al. 1999, 2004). Para estimar la tasa de mortalidad, muestrean áreas de 1 m2 a lo largo de transectos dentro de estos polígonos, recolectando mariposas muertas y asignando diferentes causas a su muerte. Los esfuerzos más recientes para ubicar y mapear los sitios de hibernación en México han incluido tanto reconocimientos aéreos como uso de imágenes de satélite (de Landsat e IKONOS). El reconocimiento aéreo permite a los investigadores identificar la ubicación precisa de las colonias, y su proximidad a tierras degradadas. Las imágenes de satélite permiten a los investigadores estimar la tasa de degradación de los bosques en las áreas colindantes a los sitios de hibernación, así como la variación de estas tasas de acuerdo con el nivel de protección de estas extensiones, a la tenencia de la tierra y a la proximidad de caminos y senderos (Lincoln Brower y Dan Slayback, comunicación personal). En California, varios grupos toman y mantienen datos de patrones temporales y espaciales relativos a la abundancia de monarcas. El Monarch Program (www.monarchprogram.org) el Monarch Alert ( www.bio.calpoly. edu/BioSci/MonarchAlert/) y la Xerces Society (www.xerces.org/Monarch_Butterfly_Conservation/index.htm) han coordinado conteos anuales 44 K. Oberhauser en los sitios de hibernación desde 1997; estos conteos, llevados a cabo por voluntarios, ocurren a dos semanas del Día de Acción de Gracias (el último jueves de noviembre). Los datos de estos conteos pronto estarán disponibles en el sitio web de la Xerces Society. Además de esto, el Departamento de Pesca y Caza de California mantiene una base de datos de 332 hábitats de invierno ubicados en 17 condados de California. Esta base incluye descripciones de hábitat y estimaciones acerca del tamaño de las poblaciones, la mayoría de los cuales provienen de un investigador del Santa Monica Community College que efectúa muestreos de manera regular, a menudo uno en otoño y otro en enero. Los programas de marcaje llevados a cabo por Monarch Alert proporcionan información más detallada sobre los patrones de movimiento de las monarcas durante el otoño, invierno y primavera en California. Estos programas son similares a los de la Asociación de migración de los insectos y de Monarch Watch en los que participan voluntarios que marcan con etiquetas las alas de las monarcas. Sin embargo, estos programas se enfocan hacia patrones de movimiento dentro y entre los diferentes sitios de hibernación, permitiendo una mejor comprensión de las escalas espaciales en las cuales se mueven las monarcas a lo largo del invierno y los posibles factores causales de estos movimientos. Migración hacia el norte. Journey North (www.learner.org/jnorth), un proyecto de Ciencia ciudadana establecido en 1991, toma datos sobre los movimientos primaverales de varias especies migratorias de animales (Howard y Davis 2004, Davis y Howard 2005). En él participan niños en edad escolar de todos los estados de la Unión Americana y de siete provincias canadienses, que reportan sus primeros avistamientos de estos animales cada primavera, incluyendo a la mariposa monarca. Las fechas y ubicaciones de los primeros avistamientos proporcionan una imagen del movimiento de las monarcas hacia el norte. Los descubrimientos de los proyectos de monitoreo de las monarcas Los proyectos mencionados han generado datos que pueden proporcionarnos información importante detallada acerca de la biología de la monarca, de sus fluctuaciones poblacionales y de los factores que pueden ser responsables de éstas últimas. Un análisis minucioso de lo que estos proyectos han encontrado rebasa el alcance de este capítulo por lo que sólo describo algunos de los resultados de unos cuantos proyectos. Después de esto sintetizo los Monitoreo de mariposa Monarca 45 datos sobre abundancia básica de los últimos nueve años que provienen de varios de ellos. Proyecto de monitoreo de las larvas de la Monarca (MLMP por sus siglas en inglés). Las conclusiones y métodos de este proyecto han sido presentados en varias reuniones científicas y en publicaciones (Prysby y Oberhauser 1999, 2004, Oberhauser et al. 2001, Prysby 2004, Batalden et al. en prensa). Este proyecto ha documentado varios patrones temporales y espaciales en cuanto a la dinámica de las poblaciones de esta especie. Uno de los patrones más interesantes es la extensa puesta de huevos que ocurre en Texas y otros estados sureños de los Estados Unidos durante la migración de otoño, periodo en el cual se ha supuesto que las monarcas no son reproductivas. Todos los sitios MLMP en el sur de los Estados Unidos muestran ya sea que no hay monarcas, o que son muy escasas a medio verano, pero de fines de verano o principios de otoño una generación se observa cada año. Este patrón ha sido documentado por Calvert (1999), pero se desconocía qué tantos huevecillos ponían en el otoño. Mientras que el patrón es evidente en áreas en las cuales el algodoncillo crece naturalmente y en las que ha sido plantado, las densidades de huevecillos son mucho más elevadas en las áreas que han sido sembradas con la variedad no nativa, Asclepias curassavica. Es posible que las monarcas se vuelvan reproductivas al estar expuestas a algodoncillos sanos, y que la siembra de plantas hospederas no nativas en jardines con riego este afectando la biología reproductiva de estas mariposas. Esta posibilidad está siendo investigada por medio de estudios experimentales y a un monitoreo más detallado. Sitios de descanso de la migración de otoño. Los científicos saben poco acerca de dónde y cuándo se paran las monarcas durante su migración. Davis y Garland (2004) usaron métodos de estudios ornitológicos para investigar estos paraderos, lugares a los cuales las monarcas retornan año tras año. Estudiaron los factores que influencian las decisiones de las monarcas para detenerse, el tiempo que se quedan, y el uso consistente de los mismos sitios. Este marco fue usado en el análisis de datos obtenidos en Península Point en Michigan (Meitner et al. 2004), Cape May, New Jersey (Walton et al. 2005) y Chincoteague, Virginia (Gibbs et al 2006). Los datos demuestran variaciones entre cada año relativas al tiempo de parada en estos sitios, pero también patrones relativamente consistentes de disminución de números en el transcurso de la migración de otoño. También evidencian que las monarcas responden a los cambios de los patrones climáticos locales conforme migran hacia el sur, y que los paraderos en los cuales hay néctar disponible representan recursos importantes durante el otoño. 46 K. Oberhauser Texas Monarch Watch. Los ciudadanos que reportan observaciones sobre monarcas conforme van pasando por Texas en el otoño han ayudado a documentar dos rutas principales en su estado. Una atraviesa a Texas de norte a sur en una vía aérea ancha de 482 km que pasa por el centro del estado. Las monarcas llegan a esta vía a finales de septiembre, y para la tercera semana de octubre, la mayoría ya han entrado a México. La segunda ruta aérea sigue la costa de Texas y se usa más o menos desde la tercera semana de octubre hasta mediados de noviembre. Calvert y Wagner (1999) sugieren que estas dos rutas incluyen monarcas provenientes del centro norte y del este de Estados Unidos, respectivamente. El grado al que este patrón ocurre consistentemente de año en año todavía esta siendo determinado. Programa de marcaje de Monarca. En 1975, Kenneth Brugger, un voluntario que le ayudaba a Urquhart en México, y su esposa, Cathy Aguado finalmente descubrieron los sitios de hibernación de las monarcas en el centro de México previamente desconocidos por la comunidad científica (Urquhart 1976). Aunque estos sitios eran conocidos por los pobladores locales, nadie entendía que las monarcas que recubrían estas cimas habían volado desde sitios de reproducción tan lejanos como Canadá. Este hallazgo fue posible porque años de datos de marcaje indicaban un sitio de hibernación de estas mariposas en alguna parte de esta área. Aun después de haber descubierto estos sitios, seguimos aprendiendo acerca de la migración e hibernación de las monarcas por medio de los programas de marcaje. El análisis preliminar de los datos del programa Monarch Watch muestra que más monarcas son marcadas entre los 40° y 45° de latitud N y los 90° y 100° de longitud W (O. R. Taylor, comunicación personal). Aunque los análisis detallados deberían incluir información sobre el número de personas que marcan a las mariposas, estos últimos resultados sugieren que las monarcas son más abundantes en estas zonas de Estados Unidos. Adicionalmente, las tasas de recuperación en México de mariposas marcadas varían dependiendo de los sitios donde fueron etiquetadas. Una mayor proporción de monarcas marcadas entre los 95 y 105o de longitud W son recuperadas en México (O. R. Taylor, comunicación personal), lo que sugiere que las monarcas de estas áreas llegan con más éxito a sus sitios de hibernación. Los datos obtenidos por monitores trabajando con Monarch Alert y otros programas en los sitios de hibernación de monarcas de California demuestran un alto nivel de movimientos de pequeña escala durante todo el invierno. Las monarcas colonizan muchos sitios diferentes al final del otoño, pero la mayor parte de estos lugares son abandonados conforme las mariposas se consolidan en un número reducido de localidades. Frey y Shaffer (2004) sugieren que Monitoreo de mariposa Monarca 47 estos movimientos pudieran servir para mitigar las consecuencias del estrés fisiológico causado por eventos climáticos extremos. Por ejemplo, los hábitats en el condado de San Luis Obispo fueron abandonados después de varios días de condiciones secas y calurosas. Journey North. Los datos provenientes del programa Journey North demuestran una regularidad notable del patrón migratorio año tras año (Howard y Davis 2004). Una de las conclusiones que derivan de estos datos se basa en el orden en el que cada uno de los estados va siendo ocupado por las monarcas mientras recolonizan los Estados Unidos cada primavera y verano. Entran primero a Texas, y se desplazan hacia el este por el sur de los Estados Unidos. Cuando los estados del sur han sido ocupados, comienzan a desplazarse hacia el norte. La velocidad promedio con la cual expanden su rango conforme se desplazan hacia las áreas de apareamiento de verano es de aproximadamente 70 km por día. Mientras que el orden de ocupación es notablemente consistente año tras año, la fecha promedio de llegada en diferentes latitudes así como la duración de la migración varían entre años. Howard y Davis sugieren que esta variación anual podría ser el resultado de diferencias de condiciones ambientales o de la aparición del algodoncillo, y tienen previsto investigar estas causas potenciales utilizando datos adicionales obtenidos por los participantes de Journey North. Al igual que los hallazgos sugeridos por los datos de los programas de monitoreo de otoño, los de Journey North muestran que, aunque el orden de ocupación (el patrón espacial) de la migración es notablemente consistente año tras año, hay una variación significativa en el tiempo y duración (el patrón temporal) de la migración. Síntesis de los datos relativos a abundancia Los datos de largo plazo de múltiples programas nos permiten buscar relaciones entre las cantidades de monarcas en diferentes sitios y en distintos momentos. La figura 3 muestra un resumen de datos de siete programas de monitoreo que nos proporcionan una manera de estimar el número total para una temporada. El número para cada temporada se grafica como una desviación del valor promedio de ese programa (para obtener más detalles acerca de cómo fueron calculados estas cifras para cada programa, favor referirse al pie de la figura). Mientras que existe una variación de un año con el otro, algunos años se definen claramente como “buenos” años para las monarcas (particularmente 1997) y otros como años “malos” (1998 y 2004). Con excepción de los valores del conteo del cuatro de julio de Baraboo y del censo 48 K. Oberhauser Figura 3. Valores de las desviaciones anuales calculados como valor observado–promedio para esta serie de datos/promedio de esta serie de datos 3.5 Desviación de la media Cape May Weber Westches MLMP Pen Point Baraboo Long Pt 3.0 2.5 2.0 1.5 1.0 0.5 0.0 -0.5 -1.0 2004 2003 2002 2001 2000 1999 1998 1997 1996 -1.5 Año Valores utilizados para cada serie de datos: MLMP: densidad pico de huevos de monarca/algodoncillo en todos los sitios de los proyectos de monitoreo de larvas de monarca del Norte de los Estados Unidos del medio este durante julio y agosto (Oberhauser no publicado y www.mlmp.org). Pen Point: número promedio de monarcas adultas observadas por censo en el sitio de monitoreo de Península Point (Meitner et al. 2004 y Meitner et al. no publicado). Baraboo: número de monarcas observado durante el conteo NABA del cuatro de julio en Baraboo, Wisconsin (Jeff Glassberg, comunicación personal). Long Pt: número de monarcas observado durante el conteo NABA del cuatro de Julio en Long Point, New York (Jeff Glassberg, comunicación personal). Westches: número de monarcas observado durante el conteo NABA del cuatro de Julio en Westchester, New York (Jeff Glassberg, comunicación personal). Weber: número de monarcas adultas observado por milla recorrida en Minnesota del Norte (John Weber, comunicación personal). Cape May: número de monarcas observado por censo por transectos (Walton et al. 2004). de Península Point en 2003, los otros siete programas han tenido números promedio menores (desviación < 0) para los tres años pasados (2002-2004). Los números invernales representan la transición entre un verano y el siguiente; las monarcas en las colonias hibernantes tienen su origen en los Estados Unidos y el sur de Canadá durante el verano previo y son el origen de la población para el verano siguiente. De esta manera comparar los núme- Monitoreo de mariposa Monarca 49 ros de monarcas durante el invierno previo y siguiente de cada año resulta informativo. Para calcular un solo número representativo de la abundancia relativa de monarcas durante un año en Estados Unidos, saqué el promedio de la desviación de la media de todos los programas de monitoreo. La figura 4 ilustra este promedio y lo compara con el área ocupada por las monarcas durante el “invierno previo” y el “invierno siguiente” para un año dado. Por ejemplo, los tres números dados para el año 1997 muestran el promedio de la desviación promedio para los programas de monitoreo de los Estados Unidos (valores medios de los Estados Unidos, desviación = aprox. +1.2 en 1997), la desviación de la media del área de hibernación ocupada en el invierno de 1996-1997 (invierno previo, desviación = aprox. +1.4 para 1997) y la desviación de la media del área de hibernación ocupada en el invierno de 1997-1998 (invierno siguiente, desviación = aprox. -0.3 para 1997). La correlación del promedio de los valores de las desviaciones para 1997 en los Estados Unidos es muy cercana al valor para el invierno previo, así como los promedios para 1998, 2000 y 2003. Sin embargo, durante algunos años, el número de monarcas se correlacionan mejor con el tamaño relativo de las poblaciones el invierno siguiente (1999, 2001, 2004). En 1998 los valores del verano y otoño fueron bajos y se vieron precedidos y sucedidos por poblaciones invernales pequeñas, mientras que los valores verano/otoño bajos en 2004 fueron precedidos por una población invernal ligeramente más grande que el promedio y seguidos por la población de invierno más pequeña jamás registrada. La tabla 1 ilustra los coeficientes de correlación de Spearman de comparaciones de pares de desviaciones para todos los programas de monitoreo. La preponderancia de valores positivos (20 de 21) y estadísticamente significativos (8 de 21) dentro de los siete programas de monitoreo de los Estados Unidos sugiere que estos programas están midiendo fenómenos relacionados. Las correlaciones entre el tamaño relativo de la población invernal después de un año dado, y los valores de verano y los migratorios no son todos positivos; de hecho, cinco de los ocho son negativos. Sin embargo, existen correlaciones relativamente fuertes entre verano y valores migratorios y valores del invierno previo. Esto podría deberse a las correlaciones muy estrechas de 1996-1998 (véase figura 4). Conclusiones Cantidad de monarcas. De los siete programas que monitorean monarcas durante las etapas de reproducción y de migración de otoño, sólo dos han 0.2211 -0.022 -0.3181 0.1159 -0.052 -0.0473 0.2822 -0.0099 Invierno Invierno previo siguiente MLMP 0.535 0.4754 0.7532* 0.7515* 0.6493 0.7256* 0.535 Weber 0.2471 -0.109 0.1195 0.6575 0.3138 -0.4027 Baraboo 0.4743 0.7020* 0.8157** 0.4581 0.3376 Westches 0.9145*** 0.3534 0.808* 0.8211** Long Pt 0.6439 0.8451** 0.7648* Pen Point 0.6013 0.1583 Cape May 0.4411 Invierno anterior MLMP Weber Baraboo Westches Long Pt Pen Point Cape May Tabla 1. Coeficientes de correlación de Pearson para comparación de pares de desviaciones de valores medios para cada programa de monitoreo de 1996-2004 (ver los valores de la figura 3). Las abreviaturas de los programas de monitoreo y de los tipos de datos se describen en la leyenda de la figura 3. De las 21 comparaciones entre los programas de los Estados Unidos, sólo una es negativa, comparada con la expectativa de una espera aleatoria de la mitad. No hay correlaciones negativas estadísticamente significativas, y diez correlaciones positivas. Las correlaciones significativas se indican con * (p < 0.05), ** (p < 0.01) y *** (p < 0.001) 50 K. Oberhauser Monitoreo de mariposa Monarca 51 Figura 4. Valores de las desviaciones anuales calculados como valor observado – promedio para esta serie de datos/promedio de esta serie de datos Desviación de la media 2.0 Invierno anterior Invierno posterior Valores medios EUA. 1.5 1.0 0.5 0.0 -0.5 2005 2004 2003 2002 2001 2000 1999 1998 1997 1996 -1.0 Año Valores utilizados para cada serie de datos: Invierno previo – el área total ocupada por monarcas hibernantes durante el invierno previo al verano y otoño dados. Invierno siguiente: el área total ocupada por las monarcas hibernantes el invierno siguiente después del verano o otoño dados. Valor promedio de los Estados Unidos: el promedio del valor de las desviaciones para los siete programas ilustrados en la figura 3. reportado valores por arriba del promedio para cualquiera de los años de 2002 a 2004; el conteo del cuatro de julio de Baraboo Wisconsin (un censo de monarcas adultas en julio de 2003) y el de Península Point (censo repetido de adultos migrantes en 2003). Aunque ésta no es una tendencia estadísticamente significativa, el que los números hayan sido consistentemente tan bajos a lo largo de todo su rango y de todas las estaciones durante tres años si representa un motivo de preocupación. Un análisis detallado de estos datos también nos permitirá apoyar nuevos esfuerzos de toma de datos para poder explicar las causas de los patrones observados. Los análisis de los factores que afectan las condiciones ambientales, incluyendo en particular a las condiciones climáticas y de calidad y disponibilidad del hábitat, también contribuirán a nuestra comprensión de los factores que controlan la abundancia de las monarcas. 52 K. Oberhauser Implicaciones para los programas de monitoreo. El rango de las etapas de la vida de las monarcas y de las localidades que están siendo monitoreados son impresionantes, y la comparación a lo largo de ellos permite ver claramente que el monitoreo puede ser muy efectivo cuando se realiza a través del rango de fenómenos que se están estudiando. Sin embargo, no basta con simplemente documentar patrones, los datos requieren síntesis. Esto presenta tanto un desafío como una oportunidad. Es difícil comparar datos que fueron obtenidos de diferentes maneras y que a menudo miden diferentes fenómenos, pero esto nos brinda una excelente oportunidad para colaborar entre científicos, ciudadanos y los tomadores de decisiones. Las desviaciones de las medias para cada programa utilizadas para el análisis inicial arriba mencionado son una de las maneras de circunvenir los problemas que surgen al comparar fenómenos múltiples. Otra lección que puede ser aprendida de muchos de estos programas es que es científica y educativamente valioso involucrar al público en los monitoreos. Además de proporcionar información científica valiosa a lo largo de escalas que serían imposibles sin su ayuda, los voluntarios aprenden conceptos científicos importantes, requerimientos para la conservación de los fenómenos que están siendo estudiados, y maneras en las cuales los humanos están afectándolos. La inversión de tiempo y dinero en proyectos de monitoreo voluntario es una contribución valiosa para los científicos y profesionales de los recursos naturales. Necesidad de monitoreo de monarcas en México. Hasta la fecha, pocos ciudadanos mexicanos están involucrados en esfuerzos organizados de monitoreo de monarcas. El personal de la Semarnat y de WWF-México coordinan las medidas del área ocupada durante la hibernación de las monarcas, y los miembros de las comunidades locales a menudo están involucrados en estos esfuerzos de monitoreo. Sin embargo, hay muchas oportunidades adicionales para que ciudadanos mexicanos participen en programas de este tipo para monarcas. Los que ya funcionan en Estados Unidos y Canadá podrían ser adaptados a la variada biología de las monarcas en México y a las oportunidades para involucrar a sus ciudadanos. Por ejemplo, el protocolo del Programa de monitoreo de larvas de la Monarca podría usarse en poblaciones de monarcas en México con modificaciones menores, y el personal del MLMP y de Profauna han iniciado conversaciones para extender estos programas hacia el sur. El movimiento de las monarcas en México durante la migración de otoño se comprende pobremente. La compilación de datos de la migración de otoño, que tiene Profauna, le aportarían mucho a nuestro conocimiento de esta etapa Monitoreo de mariposa Monarca 53 del ciclo anual de las monarcas, así como la estandarización de los métodos de toma de datos para las poblaciones de otoño de los tres países de América del Norte. Sería relativamente fácil modificar los protocolos desarrollados para los proyectos de Cape May, Chincoteague y Pen Point para que se usaran en México; y esto sería un paso importante hacia la comprensión de la migración de otoño en su totalidad. Finalmente, se podrían efectuar muchos más conteos anuales de la Asociación Norteamericana de Mariposas (NABA) en México; hasta la fecha, sólo han sido llevados a cabo en dos lugares. NABA está desarrollando una guía de campo que incluirá más de 1,700 especies de mariposas mexicanas; esta guía será invaluable para extender los conteos del NABA en México. Bibliografía Altizer, S. M. 2001. Migratory behaviour and host-parasite co-evolution in natural populations of Monarch butterflies infected with a protozoan parasite. Evolution Ecology Research 3: 611-332. Batalden, R., K. S. Oberhauser y A. T. Peterson. En prensa. Ecological niches in breeding generations of Eastern North American monarch butterflies. Brower, L. P. 1995. Understanding and misunderstanding the migration of the monarch butterfly (Nymphalidae) in North America: 1857-1995. Journal of the Lepidopterists’ Society 49: 304-385. (Hay traducción al español: Para comprender la migración de la mariposa monarca. INE, PNUD, RDS. 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La región ecológica 3 59 La región ecológica como marco geográfico en el monitoreo de espacios Gerardo Bocco Introducción La política pública ambiental y sus instrumentos, en particular los programas de ordenamiento ecológico del territorio (OET) regionales o locales, o las declaratorias y planes de manejo de las áreas naturales protegidas (ANP), se aplican en espacios y ambientes concretos; es decir, se aprovechan, conservan, protegen o restauran porciones de territorio de acuerdo con marcos legales y normativos específicos a cada nivel político-administrativo y consecuente escala. El seguimiento de la efectividad de la política pública, tanto a nivel federal como estatal o municipal, así como la verificación del cumplimiento, debe basarse en el monitoreo de los espacios sobre los cuales se ejecutan. Por otra parte, varias de las etapas técnicas que requiere la elaboración de los instrumentos señalados, tales como las fases de diagnóstico y prospectiva en el OET (aspectos biofísicos y socio-económicos), suponen diversas estrategias de monitoreos de espacios, en particular los prioritarios. El monitoreo de espacios requiere de bases de datos ambientales que permitan: (1) representar en el territorio los indicadores (para el propósito específico), (2) detectar el cambio, y (3) analizar (y de ser posible explicar) la naturaleza de dicho cambio. El objetivo de este trabajo es analizar el concepto de región ecológica como marco geográfico en el monitoreo de espacios. En primer lugar revisamos el concepto de región en su relación con el espacio 59 60 G. Bocco y el territorio; luego analizamos el marco metodológico para regionalizar el territorio a escalas nacional, regional y local; finalmente, y a modo de conclusión, presentamos algunos problemas en el diseño y operación de las regiones ecológicas. Marco conceptual La idea de región está estrechamente relacionada con la de territorio o terreno, ya que estos se definen en nuestra lengua como una porción de aquélla. A su vez, la idea de ambiente, en tanto condiciones físicas, sociales o económicas de un lugar, está directamente vinculada con la de espacio, descrito como la capacidad de un terreno sitio o lugar. La idea de terreno o territorio está presente en las tres nociones: región, espacio y ambiente. La idea de terreno, central en la cuestión, es la raíz de la noción de paisaje (pays, en francés, o land en varias lenguas anglosajonas). De este modo, la noción de región es esencialmente geográfica, y está asociada conceptual e incluso etimológicamente con la idea de paisaje. El concepto de región se ha usado en la literatura ambiental de manera laxa. Se presentan regiones naturales (como la geológica o la de cobertura del terreno), socioeconómicas (como la de indicadores de calidad de vida), o bien otras para propósitos específicos, como las regiones prioritarias, terrestres y marinas para conservación (como las formuladas por la Conabio [véase www.conabio.gob.mx]. Todas ellas son de una gran utilidad, en especial para propósitos aplicados. La idea de región (y la diferenciación o límites entre regiones) encierra la noción de homogeneidad o repetición de la heterogeneidad. En este sentido, existen dos grandes formas de conceptualizar a las regiones. Por un lado, está la región única, irrepetible, tal como la región fisiográfica, donde las clases son descritas en términos de nombres geográficos (El Bajío, la Sierra Madre Occidental, etc.); y por otro, la región como miembro de una tipología de regiones, donde cada clase es parte de un sistema categórico, en general jerárquico, anidado, a varias escalas. Desde el punto de vista científico y también para los propósitos de este trabajo, la segunda noción es la más pertinente. En este sentido, y en líneas generales, la delimitación de una región es el proceso mediante el cual, a partir de determinados sistemas clasificatorios, se delinean unidades relativamente homogéneas según uno o varios criterios (variables), y se representan en forma de mapas (y bases de datos geográficos), utilizando leyendas (modelos cartográficos) jerárquicas (anidadas). Así, la clasificación ecológica del territorio es el proceso de delinear y clasificar áreas ecológicamente distintivas de la superficie de la Tierra. Cada La región ecológica 61 porción del territorio puede ser vista como un sistema, resultado de la interacción de factores geológicos, clima, formas del terreno, suelos, vegetación, fauna silvestre, agua y factores humanos. Sin embargo, esta interacción no se da al azar, sino en forma ordenada, siguiendo la organización jerárquica que guardan los componentes naturales (litosfera, atmósfera, biosfera), mismos que, en conjunto, generan lo que conocemos como ambiente o espacio. El enfoque holista en la clasificación de los territorios se puede aplicar en escalas crecientes, en forma anidada, desde los ecosistemas locales específicos hasta los continentales. Marco metodológico En términos operacionales, el proceso de regionalización ecológica reconoce dos grandes líneas de acción. Una, que podríamos denominar paramétrica, se basa en el uso de capas de información almacenadas en un sistema de información geográfica (SIG), a las cuales se somete a procedimientos automatizados de agrupamiento de homogeneidades en un ambiente multivariado (generalmente componentes principales o clustering). Este enfoque, que supone la disponibilidad de bases de datos robustas y coherentes (igual escala, proyección, datum, etc.) ha sido utilizado en territorios del orden de algunas decenas de miles de kilómetros cuadrados. Su uso a niveles mayores (por ejemplo, México) y en un medio de gran complejidad, como es el caso de los países tropicales, no ha sido aún explorado para fines prácticos. La segunda línea de acción también se basa en el uso de información preexistente, al menos a los niveles más generales, pero partiendo de una armonización de los sistemas categóricos de las variables que se seleccionen para describir las unidades ecoregionales. Por ejemplo, el método utilizado para la parte mexicana en el proyecto Regiones ecológicas de América del Norte (CCA 1997) describe esta segunda línea de acción. Se partió de una delimitación basada en dos ejes, uno físico y otro bioclimático, y se trabajó de lo general a lo particular. Los elementos discriminatorios de la clasificación fueron derivados de ambos ejes, sacrificándose a niveles superiores aspectos específicos (tanto del medio biofísico, como los suelos, o los aspectos socio-económicos), mismos que fueron incorporados en la descripción de las categorías. Luego, a partir de la delimitación de grandes unidades territoriales (de la índole de las provincias fisiográficas del país), se anidaron niveles subordinados, más detallados, pero respetando siempre los dos ejes indicados. De este modo se formuló una leyenda matricial, donde en un eje se describió el medio físico 62 G. Bocco (la dimensión roca-relieve) y en el otro el bioclimático. Así se generaron las leyendas de los niveles 1, 2 y 3. Para la parte física se utilizaron las grandes delimitaciones fisiográficas, del tipo de las sierras (o montañas), lomeríos (elevaciones con menor amplitud de relieve que las anteriores), valles (del tipo Balsas), grandes unidades de piedemonte (es decir, grandes unidades transicionales entre elevaciones y planicies) y planicies (costeras e interiores). Posteriormente, estas grandes unidades se diferenciaron en unidades subordinadas. La idea que subyace a esta propuesta es que, a partir de un sistema clasificatorio dado, relativamente sencillo, tal como el basado en grandes unidades de relieve, es posible ir discriminando las complejidades que quedan encerradas en su interior, una vez que se baja a una escala o nivel de mayor resolución. En esta dimensión se parte de las grandes unidades (como por ejemplo, la Sierra Madre Occidental), para después irlas descomponiendo en sus partes integrantes. Para este fin debe usarse un enfoque geomorfológico o fisiográfico, tal como el utilizado por INEGI en su regionalización fisiográfica de México. A partir de este nivel de grandes unidades (que siempre retienen un componente físico y otro bioclimático), las unidades inferiores se diferencian subsecuentemente por: (a) tipo de roca, utilizando los datos que proporcionan INEGI o el Servicio Geológico Mexicano (www.coremi.gob.mx); (b) tipo de geoforma; (c) tipo de suelo, y (d) tipo de vegetación, en los tres últimos casos utilizando los datos de INEGI. Es importante destacar que todos los datos mencionados están disponibles a la escala 1:250,000. Como información de apoyo se utilizan los modelos digitales de elevación, a la misma escala y de la misma fuente, los que permiten derivar pendientes, pisos altitudinales, etc. Toda esta información se almacena y analiza en forma digital en sistemas de información geográfica, que permiten su edición y actualización en forma eficiente. Sin embargo, es el usuario el que debe garantizar la coherencia de los datos a nivel de las escalas, su calidad, los sistemas clasificatorios, etc. Las geoformas (o formas del relieve o terreno) operan como unidades básicas para la discriminación del territorio (delimitación de unidades relativamente homogéneas, a una escala dada, desde el punto de vista del relieve). Ello es porque las geoformas son estables, están estrechamente ligadas al tipo de roca, son fácilmente diferenciables por las rupturas de la pendiente en el terreno, y constituyen algo así como la arquitectura básica del paisaje. Los otros componentes, es decir, los suelos y la vegetación, tienden a cambiar a lo largo de gradientes más que por rupturas, y además, en especial la biota, está sujeta a tasas de cambio altas en el tiempo (fundamentalmente por cambio La región ecológica 63 de uso del suelo). La forma de vincular los datos de roca, suelo y vegetación con los de relieve, es a través de operaciones de sobreposición en el SIG. Al sobreponer estas capas de datos podemos determinar cuantitativamente cómo es el arreglo de suelos y biota por cada unidad de roca-relieve. Toda la estrategia operativa puede desarrollarse sobre unidades territoriales seleccionadas por el usuario, sean éstas cuencas hidrográficas, unidades municipales, ejidales o comunales, áreas protegidas, u otra zonificación que se requiera para fines prácticos. Limitaciones del enfoque Algo importante a tener en cuenta en el uso de este enfoque es que las unidades ecoregionales, comparadas, por ejemplo, con clases biológicas, pueden encerrar cierta ambigüedad (dado el uso de diversas terminologías). En algunos casos, se hace un uso incorrecto del concepto, como por ejemplo en la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, donde se concibe a las regiones ecológicas no como un punto de partida del ordenamiento ecológico, sino como uno de los objetos del mismo. Asimismo, se presentan dificultades al delinear los límites de las unidades (en particular de la biota), en parte, debidas a las limitaciones en la escala de los datos, pero también por ambigüedad en los límites de las propias regiones. Existe además dificultad en combinar niveles de agregación territorial y niveles de agregación biológicos. En otras palabras, una población vegetal no necesariamente ocupa menos territorio que una comunidad vegetal (la unidad de agregación mayor en relación con la población), lo cual sí ocurre con los niveles de agregación de las geoformas que, esencialmente, son laderas, agregados de laderas, y así sucesivamente. Por otro lado, se presentan dificultades en el uso de técnicas analíticas y validación en grandes extensiones territoriales. En regionalización ecológica no es posible utilizar el método experimental, ni la validación mediante testigos o pruebas vinculadas a parcelas. Sin embargo, sí es posible (y deseable) que se validen las unidades ecoregionales delimitadas contra observaciones de campo. Alcances del enfoque para el monitoreo Al utilizar unidades ecoregionales, el monitoreo se realiza en particular sobre el tema cobertura/uso-tipo de vegetación-hábitat, no así sobre los demás componentes (roca-relieve). En la medida que operamos bases de datos de 64 G. Bocco un SIG, los componentes de las ecoregiones pueden manejarse de manera integrada o en forma individual. Los resultados del monitoreo (a partir del análisis del cambio de cobertura del suelo) pueden referirse a las unidades territoriales ecoregionales, para que pueda aprovecharse como marco geográfico integrado. Asimismo, el uso de suelo y su cambio ofrecen una articulación entre lo biofísico y lo socio-económico en el marco de las ecoregiones. Esto es así porque el uso del suelo nos liga a la actividad productiva y la población humana que la desarrolle. Por tanto, este nivel de monitoreo se liga perfectamente con el análisis socio-demográfico, productivo y cultural del aprovechamiento de los recursos naturales, a través del uso del suelo. Conclusiones Las preguntas que alguien interesado en el enfoque debe hacerse antes de iniciar la fase operativa deben ser, entre otras: (1) qué tan homogéneas deben (pueden) ser las unidades, dada la variabilidad ambiental del territorio donde se esté plateando el monitoreo; (2) qué tan complejas (cuántos niveles de datos, a qué resolución, en qué extensión territorial) deben y pueden ser las unidades; (3) cuál es la disponibilidad de datos, en particular para monitoreo (cobertura vegetal), teniendo en cuenta las escalas espacial y temporal, y los temas que se requiera incluir en el análisis. Ejemplos de aplicaciones prácticas En varias instituciones académicas, de gobierno y organizaciones no gubernamentales se desarrollan enfoques similares al descrito en este texto. Sugerimos que los lectores interesados revisen estudios de caso detallados en: http://www. ine.gob.mx/dgoece/cuencas/proyectos.html (Cuenca Lerma Chapala); así como el sistema de cartografía en línea del mismo instituto (www.ine.gob. mx), donde se presentan diversas bases de datos vinculadas a la construcción de regiones ecológicas. Bibliografía Comisión para la Cooperación Ambiental. 1997. Regiones Ecológicas de América del Norte. CCA. Montreal. Canadá. El uso de la percepción remota 4 65 El uso de la percepción remota y de los sistemas de información geográfica para el monitoreo ambiental Diego Fabián Lozano García y Ma. del Consuelo Hori Ochoa Los sistemas de información geográfica (de aquí en adelante llamados SIG o GIS, del inglés Geographic Information Systems), son sistemas basados en computadora que se utilizan para almacenar y manipular información geográfica. Esta tecnología se ha desarrollado rápidamente en las últimas dos décadas, y es ahora aceptada como una herramienta esencial para el uso efectivo de la información geográfica. La amplia y reciente introducción de los SIG ha creado una repentina necesidad de los usuarios de la información geográfica de ser entrenados por esta tecnología. Gerentes de organizaciones públicas y privadas han sido llamados a tomar sus decisiones en base a la introducción de la tecnología SIG y a establecer políticas para su uso. A los políticos se les ha pedido soportar programas extensos para convertir mapas en papel a la forma digital aplicable para su uso con un SIG. Los estudiantes y educadores que usan la información geográfica están ganando acceso a la tecnología SIG que puede ser usada para incrementar la amplitud y profundidad de sus análisis. La tecnología tiene un gran potencial para que la información geográfica sea usada más sistemáticamente y por una mayor diversidad de disciplinas. Sin embargo, la facilidad con que un SIG puede almacenar la información geográfica ha creado una gran dificultad, los usuarios no familiarizados con la tecnología o con la naturaleza de la información geográfica pueden fácilmente desarrollar análisis cuyos resultados pueden ser válidos o pueden carecer de 65 66 D. Lozano y M. Hori toda validez, lo cual puede llevar a conclusiones que sean o no las correctas. Válidos o no, los resultados tienen el aire de precisión asociado con sofisticadas gráficas de computadora y volúmenes de tablas numéricas. Por esta razón, un mejor entendimiento de la tecnología SIG por los usuarios, gerentes y tomadores de decisiones es crucial para el uso apropiado de la tecnología. La primera parte de este escrito introduce a los sistemas de información geográfica por la descripción de aplicaciones representativas para las cuales un SIG puede ser exitosamente usado; la segunda parte describe en forma muy sucinta la forma en la que empleamos los sensores remotos para complementar a los SIG, y la tercera parte muestra ejemplos de aplicación de estas tecnologías. ¿Qué es un Sistema de Información Geográfica? Los datos geográficos han sido presentados tradicionalmente en forma de mapas en papel o algún medio similar. El uso de mapas temáticos sobre los recursos naturales comenzó con el invento de una herramienta usada para archivar y clasificar observaciones. Los métodos de análisis eran primordialmente cualitativos, es decir, los datos dependían de la inspección visual del mapa. Los mapas cualitativos fueron hechos usando una escala para medir distancias; y con el uso de un planímetro era posible medir las respectivas áreas. Un mapa físico es relativamente fácil de producir, pero tiene muchas limitaciones, como son que los datos son generalizados para que sea fácil de leer y áreas muy extensas tienen que ser representadas por una serie de mapas; son además medios estáticos de representación de la realidad y dada su naturaleza, el análisis de muchas variables al mismo tiempo sobre una porción del territorio es muy difícil. Modificar un mapa es un proceso muy caro, los cambios deben de hacerse manualmente y volverse a imprimir, por lo que el mapa es un documento muy estático. En los años 1960 y 1970 se necesitaron estudios que requerían múltiples factores geográficos, como son diversos datos sobre suelos, uso de la tierra, vegetación, etc. La información de los diversos mapas fue combinada e integrada mediante la sobreposición de copias transparentes en una mesa con luz y analizando visualmente la ocurrencia de cofactores, sin embargo, el procedimiento consume tiempo y se llega a un límite rápidamente. Cuando las agencias cartográficas nacionales llegaron a desarrollar grandes volúmenes de datos, su análisis se volvió prácticamente imposible. Con la El uso de la percepción remota 67 aparición de las computadoras, y su “popularización” en al década de 1970, se desarrolla el SIG basado en computadoras para analizar grandes volúmenes de datos geográficos. El desarrollo de la tecnología computacional en las últimas dos décadas ha permitido el crecimiento de los SIG ahora disponibles. Los dos adelantos más importantes han sido la habilidad de mantener datos georreferenciados actuales y el poder integrar series múltiples de datos eficientemente, además los avances tecnológicos en el despliegue y presentación de datos ha facilitado su visualización y análisis. La habilidad de modernizar rápidamente la base de datos geográfica, junto a la rápida y económica producción de mapas simples significa que un mapa físico puede ser usado como una imagen instantánea de una base de datos geográfica continuamente cambiante. Un SIG está diseñado para la colección, almacenamiento, análisis e impresión (figura 1) de objetos y fenómenos donde la característica geográfica es importante o crítica en el análisis. Por ejemplo, el lugar de un hospital o los lugares donde la erosión del suelo es más severa, son consideraciones clave al usar esta información. En cada caso, lo que es y donde está debe de ser tomado en cuenta. Figura 1. Componentes de un Sistema de Información Geográfica Mapas Reportes Subsistema de entrada Bases de datos, mapas Subsistema de manejo Subsistema de modelación y análisis Bases de datos, atributos Subsistema de salida Mapas Reportes, tablas 68 D. Lozano y M. Hori Mientras se manejen y analicen datos que son referenciados a lugares geográficos (figura 2), se está hablando de las capacidades claves de un SIG, la potencia del sistema es más aparente cuándo la cantidad de datos involucrados es demasiado grande para ser manejada manualmente. Puede haber cientos o miles de características a ser consideradas, o puede haber cientos de factores asociados con cada característica del lugar. Estos datos pueden existir como mapas, tablas de datos, o hasta como lista de nombres y direcciones. Los volúmenes de datos tan grandes no son manejados eficientemente usando métodos manuales; sin embargo, cuando estos datos han sido introducidos a un SIG, pueden ser fácilmente manipulados y analizados en maneras que serían muy costosas y que requerirían mucho tiempo, resultando prácticamente imposibles usando métodos manuales. Las aplicaciones son diversas, por ejemplo, se pueden hallar factores de coincidencia tales como las áreas con cierta combinación de tipo de suelo y tipo de vegetación, o las áreas en una ciudad con un alto índice de criminalidad y bajo nivel de ingresos; actualizar información tal como mapas de cobertura boscosa que muestren la tala reciente o actualizar mapas de uso de tierra que muestren conversión de tierras agrícolas en desarrollos residenciales; la admiFigura 2. Georreferencia de capas en un SIG Edificios Hidrología Topografía Suelos Muestreo Fuente: modificada de: BigSkyCarbon Sequestration Partnership 2005. El uso de la percepción remota 69 nistración de servicios municipales, tales como un programa de las actividades de mantenimiento, notificando a los residentes locales de las aplicaciones de relocalización o áreas donde las patrullas de policía son asignadas. El número y tipo de aplicaciones y análisis que pueden ser desarrollados por un SIG son tan grandes y diversos como la disponibilidad de los conjuntos de datos geográficos y la imaginación de el o los analistas. A pesar del poder analítico de esta tecnología, un SIG, como cualquier otro sistema no está y no puede existir por sí mismo; éste debe hacerlo en un contexto. Debe haber una organización de la gente, servicios, y equipo responsable para su implementación y mantenimiento. Lo que es más, esa organización, como cualquier otra debe tener un propósito, una razón de existir, y los recursos que satisfacen dicho mandato o misión. Sin el contexto organizacional, quién debería de controlar este servicio, y cómo debe juzgarse su éxito o fracaso se vuelve turbio por el considerable gasto que se ha hecho al implementar un SIG. Últimamente, un SIG es usado para producir información que es necesaria para un cliente. Ese cliente puede ser una persona o un grupo de personas, ellos pueden ser miembros del público o representantes de una organización en el gobierno o en la industria privada. La información requerida por un cliente provee el contexto fundamental en el cual el SIG deberá funcionar. Para ser útil al cliente, la información debe ser de la clase correcta y de la calidad adecuada, y presentada en un formato apropiado para ser utilizado por el cliente y estar disponible en el tiempo necesario. La información en un SIG es manejada y presentada en dos formas básicas: como mapas y como tablas (figura I del anexo a color). Un mapa puede mostrar los patrones de distribución de la población (por ejemplo, la población total), y la información de población en formato tabular permite generar estadísticas sobre dicha población o el cálculo de nuevas variables (por ejemplo, densidad de población por unidad de superficie). Al final, el desarrollo de un SIG es juzgado por aquellos que usarán la información que el SIG produce: el cliente. Como un resultado del contexto en el cual opera un SIG, introducirlo es una tarea mucho mayor que introducir una nueva máquina a la oficina. El SIG cambiará fundamentalmente la manera en que la información fluye en la organización y también entre las organizaciones. Este cambio es más organizacional que técnico. Un SIG puede producir información mucho más rápido, lograr estándares más altos en mapas, y mantener datos más actualizados que todo lo que se ha hecho anteriormente. Pero, más importante 70 D. Lozano y M. Hori que la organización, está el quién tenga acceso a la información, y qué poder ejercitan estas personas en su análisis y distribución. Por ejemplo, un Departamento de Obras Públicas municipales puede mantener los mapas de agua de la ciudad y servicios de drenaje. Ellos serían responsables de la calidad de los datos y también controlarían el acceso a ellos. Cualquier otro departamento que quiera usar éstos datos tendría que consultar primero a dicho departamento. Como un resultado, el Departamento de Obras Públicas estaría prevenido de las actividades conducidas por otros departamentos. La solicitud de datos por parte del Departamento de Ingeniería, puede ser una manera informal para que el Departamento de Obras Públicas informe de cualquier actividad de construcción en la ciudad. Sin embargo, si un SIG fuese implementado y el mapa de datos llegara a ser parte de una base de datos en línea, el Departamento de Obras Públicas perdería control sobre el acceso de datos y su uso, y cualquier departamento podría usar los mapas sin el consentimiento del Departamento de Obras Públicas. El flujo de información informal acerca de las actividades de construcción cesaría y el control de la información no estaría más en las manos del Departamento de Obras Públicas. Por sí mismos, estos cambios organizacionales no son ni buenos ni malos. Si los cambios son anticipados, entonces los controles gerenciales de información aplicables pueden ser puestos en su lugar. Aquí es donde está el reto. Para que un SIG alcance las necesidades de una organización, los flujos de información deben de ser explícitamente definidos. Muchos de los más importantes flujos de información son a través de redes informales. Implementar un SIG puede interrumpir estas redes informales, cambiando quién tiene el control de la información y cambiando así quién tiene el poder. ¿Por qué usar un SIG? Un SIG es una herramienta poderosa para la manipulación de datos especiales. Los datos se mantienen en formatos digitalizados, lo que los mantiene en una forma más compacta que los mapas de papel, tabulaciones u otros tipos convencionales. Grandes cantidades de datos también pueden mantenerse y recuperarse a mayores velocidades y menores costos por unidad de área, cuando se usan sistemas computarizados. La habilidad de manipular los datos espaciales y su información respectiva no está ligada a métodos manuales. Poder realizar análisis espaciales complejos rápidamente trae ventajas cualitativas y cuantitativas. Se pueden realizar procesos iterativos, es decir, análisis El uso de la percepción remota 71 sucesivos sobre un fenómeno, debido a que se puede correr en computadora de una manera rápida y de relativamente bajo costo. Las capacidades de realizar análisis espaciales en un SIG computarizado es lo que lo distingue de otros sistemas gráficos o ayudados por computadora. La mayor parte de las capacidades del SIG consiste en un análisis de datos espaciales y no espaciales, múltiples y complejos, lo que no se puede hacer manualmente o con otros sistemas. Esto ha permitido el uso de datos georreferenciados dentro de un contexto completamente diferente a lo anterior, pues se pueden integrar diversos grupos y procedimientos, como lo son la colección, verificación y actualización de los datos, y al momento que cambie algún registro, el SIG puede verificar la exactitud de los cambios, y actualizar los mapas y datos tabulares, pudiendo así el usuario manipularlos para adaptarlos a sus necesidades. Los componentes de un SIG Entrada de datos Este componente convierte los datos de su forma existente a otra que permita que éstos puedan ser usados por el SIG. La información georreferenciada es generalmente obtenida de mapas de papel, tablas de atributos, archivos electrónicos de mapas y atributos de datos asociados, fotos aéreas e imágenes de satélite. La entrada de datos puede ser simple, como lo es la transformación de un formato electrónico a otro, o puede ser muy compleja. La entrada de datos es el mayor cuello de botella en la implementación de un SIG: la construcción de una base de datos larga puede costar de cinco a diez veces más que el software o hardware del SIG. Una base de datos inicial puede tardar en crearse hasta meses o años, por lo que se debe considerar a la entrada de datos como un factor básico al momento de instalar el SIG. Los errores de entrada de datos son muy difíciles de corregir, muchas veces aún más que lo que sería volver a crear toda la base de datos. Se deberán evaluar los varios métodos de entrada de datos en términos del procedimiento que se deberá hacer, la exactitud que se necesitará y la forma de salida de la información que se producirá. 72 D. Lozano y M. Hori Manejo de datos Incluye las funciones necesarias para mantener y recuperar información de la base de datos. Los métodos usados para realizar estas funciones determinarán la efectividad de operación del sistema y de los datos. Existen varios métodos usados para organizar los datos en archivos leíbles para la computadora. La forma en que los datos están estructurados y la forma en que los archivos se pueden relacionar, influyen en la forma y velocidad con que los datos pueden recuperarse. Las necesidades de los usuarios a corto y largo plazo deben de identificarse y evaluarse para los intercambios de operación del SIG. Manipulación de datos y análisis Las funciones de manipulación y análisis de los datos determinan la información que puede ser generada por un SIG. Un SIG no automatiza ciertas actividades, por lo que puede cambiar la forma en que la organización trabaja. Por ejemplo, las restricciones financieras y de tiempo pueden forzar las decisiones que se harán después de un estudio de dos o tres alternativas. Si se logran generar alternativas menos caras y más rápidas, también se logrará un mayor éxito en los planes, por lo que se debe seleccionar la mejor alternativa mediante la evaluación y análisis de las mejoras sugeridas. Esto requiere que los usuarios se involucren en la especificación de las funciones y niveles de operación necesarios. Salida de datos La salida de funciones reportadas de un SIG varía más en calidad, exactitud y facilidad de uso que en las capacidades disponibles. Los reportes pueden ser en forma de mapas, tablas de valores, o textos en duro, como lo es el papel, o en suave, como es el caso de los archivos electrónicos. Las funciones realizadas son en relación a las necesidades del usuario, por lo que su involucramiento en la especificación de las salidas requeridas es importante. Sensores remotos Introducción Los sensores remotos son la técnica utilizada para recolectar información a distancia de objetos de la superficie terrestre. Por convención, el término “a El uso de la percepción remota 73 distancia” es considerado como una longitud relativa a lo que una persona puede tener a su alcance y tocar, puede ser desde unos cuantos metros hasta cientos de kilómetros (figura 3). Actualmente, muchos de los mapeos de recursos naturales se realizan utilizando los sensores remotos. La fotografía aérea ha sido utilizada para producir todos los mapas topográficos y muchos de los mapas forestales, geológicos, de uso del suelo y edafológicos del país. Así también los datos de radar y digitales son tan buenos como las fotografías de satélite utilizadas para este tipo de mapas. Las técnicas de sensores remotos son utilizadas para colectar datos de las características de un terreno para reproducir los contornos de elevación en mapas topográficos. os datos de sensores remotos basados en la radiación gamma y magnetismo son utilizados rutinariamente para exploración geológica y mapeo. Figura 3. Componentes básicos de un sistema de sensor remoto (Modificada del Shannon Crum, 1997) Breve reseña histórica El desarrollo de sensores remotos comenzó con la fotografía aérea con fines militares desde 1860 en Estados Unidos y Alemania principalmente. Fue du- 74 D. Lozano y M. Hori rante los períodos de guerras donde la fotografía aérea, fotointerpretación y fotogrametría se desarrollaron con rapidez. Para la década de 1920 los métodos de fotogrametría eran utilizados para la generación de mapas topográficos y de recursos naturales. La fotointerpretación para arqueología, ecología, ciencias forestales, geología, ingeniería y otras aplicaciones comenzó a utilizarse por parte de agencias de gobierno en sus operaciones de mapeo. La película infrarroja fue desarrollada durante la 2ª Guerra Mundial para identificar equipo militar camuflajeado. Esta película era sensible a las longitudes de onda correspondientes al verde, rojo e infrarrojo cercano. Esto produjo una imagen muy útil con colores no naturales o falso color (esta es la razón de que se le conozca como película infrarroja o de falso color). El ojo humano no es sensible a las longitudes de onda cercanas al infrarrojo, por lo que en una fotografía, la vegetación y la pintura verde parecen ser del mismo color. Sin embargo, en las fotografías de color infrarrojo, la vegetación verde aparece en colores rojizos y los objetivos pintados en verde aparecen en tonos azules. No fue sino hasta después de 1970 que los sensores remotos comenzaron a ser utilizados con fines no militares, el primer satélite que recolectó información acerca de los recursos de la tierra fue el Earth Resources Technology Satelite (ERS‑1), más tarde renombrado Landsat, lanzado por los Estados Unidos en 1972. La serie de satélite Landsat se extiende hasta nuestros días con la operación de Landsat-7 (http://landsat.usgs.gov y http://www.spaceimaging.com). Otros países ingresaron al mercado de imágenes espaciales a partir del éxito del programa americano. En 1986, Francia pone en orbita el primer satélite SPOT (http://www.spotimage/fr/), hoy en día opera el SPOT5. La India lanza el IRS-1 en 1988 (http://www.nrsa.gov.in/) y actualmente tiene en operación el IRS-1D. Rusia pone en órbita el RESURS-01 en 1985 y en 1994 lanzó el tercero de la serie. La tendencia en el desarrollo de los sensores remotos se ha diversificado en varias direcciones, la primera ha sido la de producir imágenes de baja resolución espacial pero con una frecuencia muy alta de visita sobre el mismo sitio, ejemplo de este tipos de sistemas lo son el Advance Very High Resolution Radiometer (AVHRR) y el Moderate Resolution Imaging Spectrometer (MODIS). Otra tendencia ha sido la de producir imágenes con un alto número de bandas espectrales o sensores hiperespectrales, alcanzando hasta 220 bandas (en comparación con las 7 bandas que ofrece el programa Landsat), como ejemplo operacional de estos satélites tenemos a Hyperion (http://eo1.gsfc.nasa.gov/Technology/Hyperion.html), un sensor que forma parte del programa Earth Observation System de la NASA. La tercera ten- El uso de la percepción remota 75 dencia en los sensores remotos ha sido la de producir imágenes con muy alta resolución espacial (píxeles de 1 metro o menores), en comparación con la resolución que ofrece Landsat (30 m) o SPOT (20 m). Ejemplos de estos sistemas son Ikonos de la compañía Space Imaging (http://www.spaceimaging. com) y QuickBird de la compañía DigitalGlobe (http://www.digitalglobe. com). Ambos sistemas producen imágenes multiespectrales y pancromáticas con resoluciones muy finas. La última tendencia en el desarrollo de los sensores remotos es la de los satélite de radar, los cuales producen imágenes de la superficie terrestre en longitud de onda que varía de centímetros a metros (en comparación con los sistemas previamente mencionados que operan en el rango de los micrómetros). Además, los sistemas de radar son del tipo activo, es decir producen su propia fuente de iluminación, a diferencia de los sistemas pasivos que requieren de la iluminación del sol para operar. Una gran ventaja de los sistemas de radar es que las nubes no representan un obstáculo para la observación de la tierra. Ejemplos de los sistemas de radar son el satélite Canadiense RadarSat (http://www.rsi.ca), el satélite de la Unión Europea (ERS http://earth.esa. int/ers) y del Japón (JERS http://www.eorc.jaxa.jp/JERS-1). El rápido desarrollo de la tecnología en sensores remotos ha provisto la capacidad de generar datos en un rango de lejanía muy grande que ha podido ser analizado y estudiado. De hecho, el desarrollo de sensores, captación de datos y capacidad de almacenamiento de los mismos ha procedido mucho más rápido que sus aplicaciones prácticas. Análisis de datos obtenidos con sensores remotos Los pasos a seguir para la recopilación y análisis de datos obtenidos a partir de sensores remotos son: 1. Definición de la información necesaria 2. Colección de datos utilizando sensores remotos y otras técnicas 3. Análisis de datos 4. Verificación de los resultados obtenidos en el análisis 5. Reporte de resultados 6. Planes de acción basados en la información Estos seis pasos para la utilización de los datos de sensores remotos proveen la base sobre la cual se aplica la tecnología de una manera adecuada 76 D. Lozano y M. Hori Definición de la información necesaria El objetivo de utilizar los datos de sensores remotos es generar información. Después de esto, cualquier análisis de datos puede realizarse, por lo que, la utilización de la información requerida debe de haber sido definida con anterioridad. Solo así se pueden identificar las mejores técnicas para satisfacer mejor las necesidades. Aquí deben de tomarse en cuenta ciertos factores, como la exactitud requerida de los datos, así como qué tan rápido se necesitan y en que período de tiempo debe haber sido recolectada la información, el costo para producirla y la forma en que se necesita (formato electrónico, mapa, datos estadísticos, etc.). Recolección de datos Los datos de sensores remotos raramente son utilizados como único recurso de datos. Las observaciones de campo y mediciones son tan buenas como lo ya existente en mapas y otros reportes. Todo esto se utiliza integralmente en el análisis. Nuevamente, encontramos que es importante tener bien definido el requerimiento de datos. Análisis Hay tres tipos de análisis de datos que se aplican a los obtenidos por sensores remotos: medición, clasificación y estimación. Estos tipos pueden utilizarse individual o colectivamente en una determinada aplicación. El análisis por medición usa los valores obtenidos por sensores para calcular las condiciones ambientales, así como la temperatura de la superficie, humedad del suelo, cantidad de material vegetal, o las condiciones de las siembras. Los resultados de las mediciones son producidos normalmente como un largo número de valores individuales, uno para cada punto muestreado. El análisis por clasificación define regiones que han tenido las mismas características, estos resultados normalmente se proveen en la forma de un mapa tipo imagen donde las regiones con las mismas características se muestran identificándolas con un mismo color. La imagen puede ser producida como mapa, como una imagen digital o como un grupo de líneas para cada región. La clasificación puede ser usada para generalizar un análisis de medición para presentación. Por ejemplo, los rangos de temperatura deben ser mostrados como clases coloreadas de distinta forma. El uso de la percepción remota 77 El análisis por estimación es comúnmente aplicado a la clasificación de resultados. El objetivo de este tipo de análisis es estimar la cantidad de un material, así como la cantidad de materiales o humedad por cada área administrada. Este tipo de análisis no es aplicable a un mapeo, y en ese caso una delimitación precisa de las fronteras no es necesaria. El tipo de clasificación usada en este tipo de análisis sirve para dividir el área en regiones, que estadísticamente tienen características similares. Verificación de análisis de resultados Para utilizar la información de manera efectiva se necesita conocer su exactitud. Es por esto que los resultados de los análisis de datos por sensores remotos deben acompañarse de un reporte de la calidad de los datos. El paso de verificación involucra el análisis de los resultados producidos, para verificar que éstos son de suficiente calidad para ser aceptados para su uso (calidad de los datos) Reportando resultados Cuando la calidad de la información ha sido evaluada y se le encuentra aceptable, entonces puede ser “ensamblada” dentro de un formato de reporte adecuado. El formato puede ser un mapa, una imagen caracterizada (como un mapa de humedad), un archivo de datos o un reporte escrito con diagramas, mapas o algunas tablas. El formato utilizado debe mostrar claramente la información que fue solicitada y tener comentarios acerca de cómo ésta debe ser utilizada. Planes de acción El objetivo de producir información es la toma de decisiones. Si la información producida no es utilizada, generalmente es por que no hay alguien interesado en ella o por que no tiene un formato adecuado. Es importante que el tipo de información generada y su formato mantengan la calidad necesaria para mantener el interés de los posibles clientes. 78 D. Lozano y M. Hori Aplicaciones de los SIG y los sensores remotos I. Ordenamiento Ecológico y Modelos para el Manejo Sostenible de los Ecosistemas de la Sierra Madre Oriental, Coahuila y Nuevo León La Sierra Madre Oriental del Noreste de México (figura II del anexo a color) constituye uno de los paisajes de mayor importancia a nivel regional por su riqueza en especies y endemismos, contribuyendo con importantes servicios ecológicos al área. Sus grandes masas forestales regulan el clima, sirven como cuenca de captación, protegen contra la erosión al suelo, evitan azolves, amortiguan avenidas de agua, y brindan zonas de esparcimiento. Otro papel que juega la flora natural es el hábitat que representa la Sierra Madre Oriental para las especies migratorias, fundamentalmente para aquellas que provienen de las zonas montañosas del noreste de Estados Unidos y Canadá. La Sierra Madre constituye el primer macizo montañoso con hábitat de bosque que en la ruta de migración invernal encuentran especies como la mariposa Monarca (Danaus plexippus) y diversas especies de patos. Objetivos ■ Generar las bases para el Ordenamiento Ecológico del área de la Sierra Madre Oriental, en los estados de Coahuila y Nuevo León, para obtener el uso más adecuado del suelo. ■ Proponer una serie de modelos cuya implementación permita el uso racional de los recursos del área. ■ Establecer los criterios necesarios que promuevan el crecimiento sostenible y armónico de los diversos sectores productivos involucrados. ■ Identificar las áreas aptas y no aptas para cada uno de los modelos de manejo (agrícola, pecuario, forestal, acuícola, de servicios ecológicos y de ecoturismo), con criterios de sustentabilidad y recomendando las prácticas de conservación. Se formularon las relaciones entre las distintas variables del medio físico y biológico presentes en el entorno de la Laguna Madre y se obtuvieron seis modelos de diagnóstico para los distintos sectores productivos: agrícola, pecuario, forestal, acuícola, servicios eológicos y ecoturismo en los cuales se determinó la aptitud del suelo para cada uno de ellos. Estos modelos se El uso de la percepción remota 79 integraron en un modelo o propuesta final para el ordenamiento, con las recomendaciones de uso sostenible para cada uno de los sectores productivos y de servicios ecológicos (figura III del anexo a color). II. Identificación y evaluación de las zonas afectadas por incendios forestales en el estado de Nuevo León La temporada de incendios forestales de 1998 ha sido la peor registrada en la historia de México. Durante el transcurso de 1999 volvimos a ser testigos de las devastadoras consecuencias de los incendios en algunas regiones del país, en particular, la Sierra de Arteaga, en la porción norte de la Sierra Madre Oriental, la cual posee una riqueza florística importante debido a que cuenta con una gran diversidad de pinos y encinos. La destrucción de estos hábitats por los incendios ocurridos ha dado por resultado tanto la desaparición de especies como la disminución alarmante de la superficie arbolada de la sierra. Los incendios de 1998 fueron identificados a través del análisis de imágenes de satélite Landsat TM (figura IV del anexo a color) y los de 1999, a través de fotointerpretación (figura 5). Figura 5. Identificación de áreas afectadas en El Bútano, mediante fotointerpretación (1999) 80 D. Lozano y M. Hori Objetivos ■ Identificar y cuantificar las áreas afectadas por las los incendios forestales, mediante el uso de imágenes de satélite Landsat y fotografía aérea. ■ Determinar los tipos de vegetación afectados, de acuerdo al grado de afectación: nivel 1 (destrucción total) y nivel 2 (destrucción parcial), los cuales se presentaron en formato de mapas (figura V del anexo a color) y gráficas (figura 6). III. Diagnóstico Ambiental de una planta extractora de azufre utilizando imágenes de alta resolución Algunas de las actividades industriales llevadas a cabo en países en vías de desarrollo han ocasionado severos impactos al medio ambiente, los cuales representan un riesgo a largo plazo para los habitantes de las zonas aledañas. Actualmente, existe una tendencia mundial hacia el planteamiento de técnicas y proyectos que permitan la remediación de estos sitios que se encuentran contaminados. Figura 6. Cuantificación de las áreas afectadas en la zona de Chipinque/Cañón de Ballesteros (1998) 400 350 Incendio 1 Incendio 2 250 200 150 100 50 Bosque de encino Bosque de encino-pino Bosque de pino-encino Chaparral 0 Matorral desértico rosetóf ilo Hectáreas 300 Anexo a color Anexo a color Capítulo 4. Uso de la percepción remota y los sistemas de información geográfica para el monitoreo ambiental Figura I. Representación de la información en un SIG Saltillo Monterrey Figura II. Límite del área de estudio Capítulo 4. Uso de la percepción remota y los sistemas de información geográfica para el monitoreo ambiental II Espacios, especies y riesgos 6 0 6 12 km Restauración Modelo habitacional Condicionado Pastoreo-fin Uso dominante Uso condicionado Uso complementario Uso complementario condición Modelo forestal Uso dominante Uso condicionado Uso complementario Uso complementario condición No maderable No maderable Modelo agropecuario Uso dominante Uso condicionado Uso complementario Uso complementario condición Modelo agropecuario Uso dominante Otros usos condicionados Figura III. Modelos de Manejo Sostenible de la Sierra Madre Oriental Capítulo 4. Uso de la percepción remota y los sistemas de información geográfica para el monitoreo ambiental Anexo a color III Figura IV. Imagen de satélite Landsat-TM del 9 de mayo de 1998 Capítulo 4. Uso de la percepción remota y los sistemas de información geográfica para el monitoreo ambiental IV Espacios, especies y riesgos Figura V. Calsificación de la imagen de satélite Landsat TM para la identificación de las áreas afectadas en Chipinque y el Cañón de Ballesteros (1998) Capítulo 4. Uso de la percepción remota y los sistemas de información geográfica para el monitoreo ambiental Anexo a color Figura VI. Imagen de satélite Ikonos Capítulo 4. Uso de la percepción remota y los sistemas de información geográfica para el monitoreo ambiental VI Espacios, especies y riesgos Anexo a color VII Capítulo 4. Uso de la percepción remota y los sistemas de información geográfica para el monitoreo ambiental Figura VII. Ubicación de los puntos de muestreo obtenidos en campo VIII Espacios, especies y riesgos Capítulo 4. Uso de la percepción remota y los sistemas de información geográfica para el monitoreo ambiental Figura VIII. Representación en 2D de los parámetros de acidez y pH de los muestreos de suelo, residuos, agua y sedimentos Anexo a color IX Capítulo 4. Uso de la percepción remota y los sistemas de información geográfica para el monitoreo ambiental Figura IX. Relieve de la zona de estudio Capítulo 4. Uso de la percepción remota y los sistemas de información geográfica para el monitoreo ambiental Figura X. A). Imagen Radarsat de la Cuenca del Río Grijalva. B). Clasificación de las áreas inundadas en la cuenca del Río Grijalva A B A Figura XI A). Imagen Landsat TM de la Cuenca del Río Grijalva. B). Clasificación de los tipos de vegetación B Capítulo 4. Uso de la percepción remota y los sistemas de información geográfica para el monitoreo ambiental Espacios, especies y riesgos Figura XII. Sobreposición de la base arquitectónica del Campus Monterrey a una fotografía aérea Capítulo 4. Uso de la percepción remota y los sistemas de información geográfica para el monitoreo ambiental Anexo a color XI Figura XIII. SIG del Arboretum del ITESM Campus Monterrey Capítulo 4. Uso de la percepción remota y los sistemas de información geográfica para el monitoreo ambiental XII Espacios, especies y riesgos Anexo a color XIII Capítulo 4. Uso de la percepción remota y los sistemas de información geográfica para el monitoreo ambiental Figura XIV. Límite de la subcuenca “Monterrey” Figura XV. Límite de la subcuenca “Monterrey” Capítulo 4. Uso de la percepción remota y los sistemas de información geográfica para el monitoreo ambiental XIV Espacios, especies y riesgos Figura XVI. En la esquina superior izquierda, mapa de amenaza por incendios para las especies consideradas amenazadas, en riesgo o en peligro de extinción, en la esquina inferior izquierda, acercamiento en el que se muestra un alto nivel del índice (más oscuro, mayor peligro) Fotografía: Incendio en una plantación de palma en Oaxaca. Fulvio Eccardi Capítulo 5. Programa para detección de puntos de calor mediante técnicas de percepción remota Anexo a color XV XVI Espacios, especies y riesgos Capítulo 5. Programa para detección de puntos de calor mediante técnicas de percepción remota Fotografía: Roza tumba y quema en un bosque de niebla en Chiapas. Fulvio Eccardi Figura XVII. Antena de recepción de imágenes de satélite de tipo AVHRR provenientes de los satélites NOAA Figura XVIII. Base que contiene caminos de acceso, localidades cercanas y el tipo de vegetación Capítulo 5. Programa para detección de puntos de calor mediante técnicas de percepción remota Anexo a color XVII XVIIIEspacios, especies y riesgos Capítulo 5. Programa para detección de puntos de calor mediante técnicas de percepción remota Figura XIX. Imagen de la página electrónica del sistema interactivo de información geográfica Anexo a color XIX Capítulo 5. Programa para detección de puntos de calor mediante técnicas de percepción remota Figura XX. Antena de recepción de imágenes del sensor MODIS XX Espacios, especies y riesgos Capítulo 5. Programa para detección de puntos de calor mediante técnicas de percepción remota Figura XXI. Imagen MODIS del 18 de marzo de 2003 de la península de Yucatán. Se aprecian las columnas de humo de varios incendios El uso de la percepción remota 81 Uno de estos sitios que se encuentra contaminado es un predio de 480 ha que tuvo actividad minera durante 40 años, al principio como una compañía privada y más tarde, como una compañía gubernamental. Durante el tiempo de operación de esta planta extractora no se consideraron los impactos ambientales, en ninguna de sus etapas productivas ni de embarque, por lo que cerca del 20% del área total de estudio se encuentra contaminada con algún tipo de azufre residual y carbón. Cabe mencionar que dentro de la planta también se encuentran algunos asentamientos irregulares, así como zonas que aún se encuentran en estado natural con diversos grados de afectación por actividades antropogénicas. El proyecto de remediación del área involucró dos aspectos: el primero, la determinación de las áreas contaminadas dentro y alrededor de la compañía minera, utilizando imágenes de satélite de alta resolución y técnicas de Sistemas de Información Georreferenciada (SIG), las cuales se vieron complementadas con un extenso trabajo de campo; el segundo, con base en los resultados de la fase de diagnóstico, se determinó el volumen de material contaminado y su distribución tridimensional, lo cual sirvió de base para la selección de la mejor estrategia de remediación del sitio. Objetivos ■ Identificación de áreas afectadas por residuos utilizando imágenes de alta resolución (Ikonos): zona de vats, torta de carbón, lagunas ácidas y derrames ((figura VI del anexo a color)). ■ Levantamiento de puntos GPS para ubicación de los límites del terreno ((figura VII del anexo a color)). ■ A través de un Sistema de Información Geográfica representar los datos de las zonas contaminadas, los cuales se obtuvieron a través de muestreos en campo ((figura VII del anexo a color)). IV. Evaluación de áreas inundadas en la costa del Golfo de México Durante el mes de octubre de 1999 se presentó una de las temporadas de lluvias más severas en los últimos años en las costas del Golfo de México. Se registraron 4 depresiones tropicales entre el 26 de septiembre y el 10 de octubre del mismo año. Los pluviómetros marcaron cantidades promedio de un 44% de lo que normalmente se estima para un año, lo que originó inundaciones a lo largo de la costa del Golfo de México (figura IX del anexo a color). 82 D. Lozano y M. Hori La evaluación de estas zonas se llevó a cabo a través del análisis de imágenes de satélite Landsat TM y Radarsat (Imágenes de radar). Debido a la extensión del área de estudio, ésta se dividió en cuencas, para su mejor análisis. Objetivos ■ Identificar y cuantificar las áreas afectadas por las lluvias registradas durante el mes de octubre de 1999, mediante el uso de imágenes de satélite (figura X del anexo a color). ■ Determinar tanto los tipos de vegetación como el sector de la población afectado ((figura XI del anexo a color)). V. Arboretum del I.T.E.S.M. Campus Monterrey Objetivos ■ Lograr una operación sostenible de las áreas arboladas e incorporar aspectos de sostenibilidad en su manejo (figura XII del anexo a color). ■ Desarrollar un Sistema de Información Geográfica que incluya el inventario de los árboles del mismo. ■ Lograr un mejor control sanitario y formar una base de datos confiable para hacer el cálculo de los servicios ambientales y la conservación del microclima proporcionados por las áreas verdes dentro del campus. Figura 7. Porcentaje de áreas inundadas por cuenca 15 Agua Inudación Urbano/construcción 10 5 Grijalva Coatzacoalcos Palaloapan Palaloapan Actopan Nautla Tecolutla Cazones Tuxpan 0 83 El uso de la percepción remota Las áreas del polígono principal y del Centro de Desarrollo Sostenible (CEDES), cuentan con 947 árboles de los cuales 625 (66%) son especies introducidas y 322 (34%) son especies nativas. La base de datos del Arboretum registra la localización geográfica de cada árbol dentro del campus, así como su nombre científico, nombre común, datos de la especie (cobertura, altura, diámetro a la altura del pecho, etc.), lugar de origen, condición sanitaria, fotografía, lo que permitirá llevar un mejor manejo y control sanitario de los árboles, la planificación del reemplazo de especies introducidas por especies nativas y en el futuro obtener el papel que juega la presencia de estas especies en la captura de CO2 y la regulación del microclima en el campus (figura XIII del anexo a color). VI. Efecto del cambio de uso del suelo en el escurrimiento de la subcuenca 24Bf “Monterrey” Objetivos ■ Determinación de la escorrentía en la subcuenca Monterrey (RH24Bf) (figura XIII del anexo a color) ■ Utilizar un SIG y datos de Percepción Remota para realizar el cálculo de escorrentía de la subcuenca (figura 8) ■ Hacer una comparación de las escorrentías entre años donde se presentaron lluvias extraordinarias, con años en que la cantidad de lluvia fue normal para la región (figura XIV del anexo a color). Figura 8. Cambio de la cobertura del suelo en el periodo 1975-1995 Ha Uso del suelo 1975 1995 Bosque Chaparral Matorral desértico micrófilo Matorral desértico rosetófilo Matorral submontano Pastizal Suelos desnudos Zonas agrícolas 50,140 18,653 27 11,441 25,692 2,759 720 3,455 43,282 25,716 3,470 11,394 18,235 3,329 6,178 1,235 Dife- rencia 6,858 -7,063 -3,443 47 7,457 -570 -5,458 2,220 Dife- % rencia 6.06 6.27 3.06 0.03 6.6 0.51 5.48 1.09 Disminuye Aumento Aumento Disminuye Disminuye Aumento Aumento Disminuye IT ha/año 34 35 17 37 2 27 11 84 D. Lozano y M. Hori Coeficiente de escurrimiento promedio Figura 9. Coeficiente de escurrimiento de 1975 a 1995 0.300 0.250 0.200 0.150 0.100 0.050 0.000 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 Subcuencas Bibliografía BigSkyCarbon Sequestration Partnership. 2005. www.bigskyco2.org. Montana State University, EUA. Crum, Shannon. 1997. The Remote Sensing Core Curriculum, Vol. 2: Overview of Remote Sensing of the Environment. Lecture 2: Energy Sources and radiometric Principles. Department of Geography, The University of Texas at Austin, EUA. Hori Ochoa, M. C. y D. F. Lozano-García. 2000. Identificación y evaluación de las regiones afectadas por los incendios forestales en la sierra de Arteaga, Nuevo León, México, durante 1998 y 1999. IX Simposio Latinoamericano de Percepción Remota. Puerto Iguazú, Misiones, Argentina. Hori Ochoa, M. C., D. F. Lozano-García, N. Reyna, S. Salazar y E. Celis. 2000. Evalaución de áreas inundadas en la costa del Golfo de México durante octubre de 1999. IX Simposio Latinoamericano de Percepción Remota. Puerto Iguazú, Misiones, Argentina. Lozano-García D.F., M. Bremer, P. Caballero, M. Rodríguez, M.C. Hori-Ochoa y S. Correa. 2004. Environmental diagnostic of a former sulfur mine in southern México, using high-resolution Imagery ASPRS 2003 Annual Conference. Mayo de 2004. Denver, EUA. Noriega, J., E. Enkerlin, D.F. Lozano-García. 2000. Ordenamiento ecológico y modelos para el manejo sostenible de la Sierra Madre Oriental, para los estados de Coahuila y Nuevo León, México. IX Simposio Latinoamericano de Percepción Remota. Puerto Iguazú, Misiones, Argentina. Detección de puntos de calor 5 85 Programa para detección de puntos de calor mediante técnicas de percepción remota Raúl Jiménez, Isabel Cruz, Michael Schmith, Rainer Ressl, Silke Ressl, Gerardo López y Enrique Muñoz Introducción Los daños provocados por los incendios forestales en el año de 1998 tuvieron grandes repercusiones en las zonas naturales de México. En respuesta a esta problemática la Conabio realizó el estudio denominado Los incendios en México un análisis de su amenaza a la biodiversidad. Con base en esta experiencia, a partir 1999 se implementó el Programa de detección de puntos de calor mediante técnicas de percepción remota. Desde entonces se halla en continua actualización. Resultados ■ Más de 6,000,000 de visitas, desde 2000, al sitio del programa, año en el cual la página fue de libre acceso. ■ Más de 270 direcciones de correos electrónicos, de personas que reciben todos los días la información sobre incendios. ■ Más de 1,200,000 correos electrónicos enviados. ■ Más de 6,300 imágenes de satélite procesadas hasta mayo del 2005. ■ Alrededor de 3 TB de información disponible al público desde que se inició el programa. ■ Cuatro cursos sobre las capacidades del sistema, tres de ellos nacionales y uno internacional. Más de 50 personas, de México y Centro85 86 R. Jiménez et al. américa, se han capacitado en el uso de los datos y los resultados del programa. ■ Actualmente el sistema publica los incendios detectados de México y Centro América. Cronología del programa 1998. Análisis para evaluar el daño a la vegetación, posterior a la temporada de incendios a través de imágenes de satélite militar La detección de incendios con imágenes militares proporcionadas por el NOAA-NGDC (National Geophysical Data Center), produjo imágenes que se tuvieron que procesar y analizar, mediante procesos desarrollados en la Conabio, ya que la estructura de los datos de estas imágenes no es estándar, así como los valores que contienen. El análisis fue posterior a la temporada de incendios, llevando a cabo la caracterización de las zonas afectadas de acuerdo con los criterios de: duración de incendios, tipo de vegetación afectada, presencia de especies en la NOM059-ECOL-1994 y zona de importancia para la conservación. Para la detección de incendios se utilizaron las imágenes del sensor DMPS-OLS (Defense Meteorological Satellite Program–Operational Linescan System), las bases de datos del Sistema Nacional de Información sobre Biodiversidad (SNIB-Conabio), para la obtención de presencia de especies listadas en la NOM, así como las Regiones prioritarias para la conservación de México, áreas naturales protegidas y las Áreas de importancia para la conservación de las aves. En total se utilizaron 119 imágenes tomadas de pasos de satélites entre febrero y junio de 1998 e información de más de 85 proyectos provenientes del SNIB-Conabio (véase la figura XVI en el anexo a color). Enmarcado dentro de este mismo programa, la Conabio, junto con la Semarnap, realizaron un estudio para valorar el impacto de los incendios desde el punto de vista de la diversidad biológica. El resultado de este estudio fue la determinación de áreas que necesitaban mayor atención. En estas zonas se emprendió la “Campaña de restauración ecológica y contra el cambio de uso de suelo en áeas afectadas por incendios forestales, 1998”. Sus acciones se encaminaron a evitar que las zonas afectadas por incendios fueran convertidas en tierras de cultivo y a tomar medidas para su restauración. Detección de puntos de calor 87 1999. Detección de incendios mediante imágenes de satélite DMPS-OLS y NOAA-AVHRR (pasos nocturnos) En 1999, además de las imágenes DMSP-OLS que ya utilizaban, se comenzaron a procesar imágenes del sensor AVHRR (Avanced Very High Resolution Radiomerter) provenientes de los satélite NOAA, proporcionadas por el Instituto de Geografía de la UNAM. La principal razón para esto fue la disponibilidad de las imágenes, el mismo día de su paso sobre la república, a diferencia de las DMSP-OLS en la que se obtenían cada escena al menos tres días después de su paso. El procesamiento de las imágenes AVHRR se implementó ese año y se sentaron las bases para automatizar el sistema, de manera que se pudieran analizar las imágenes y obtener resultados rápida y eficientemente. Para este momento se había logrado obtener información y enviarla vía internet, el mismo día de la toma de la imagen, a las instituciones dedicadas a la prevención y combate de incendios, como la Semarnap. Los resultados del programa en 1999 fueron: la adaptación e implementación de algoritmos (procedimientos de cálculo y análisis de las imágenes) en el sistema computacional de la Conabio, la obtención de estadísticas diarias de las coordenadas de posibles incendios, las características del sitio en donde se localizaba el incendio y la publicación de los resultados vía internet con acceso restringido. 2000. Detección de incendios mediante imágenes de satélite NOAA-AVHRR (pasos nocturnos y diurnos) A partir de este año se decidió no procesar más las imágenes del tipo DMSP-OLS, dado que su obtención no podía ser diaria; por otro lado, comenzó el procesamiento de pasos diurnos de las imágenes del tipo AVHRR-NOAA. En este momento, gran parte del procesamiento de las imágenes se realizaba de manera no automática por un grupo de analistas especializados en imágenes de satélite; los resultados podían tardar entre tres y cinco horas. Se tomó entonces la decisión de crear un sistema que automatizara la mayor parte del proceso, insertando algunas etapas de control de calidad, realizadas por expertos. La automatización del proceso se realizó tanto con aplicaciones comerciales como con desarrollos propios dentro de los ambientes llamados de código abierto (open source), que permite la utilización y creación de sis- 88 R. Jiménez et al. temas libres de costos de licencias de software. El resultado de este proceso le permitió a la Conabio analizar imágenes de satélite, publicar la información en internet y enviar cerca de 50 correos electrónicos diarios, todo ello en un tiempo que fluctúa entre una hora y una hora y media. 2001. Detección de incendios mediante imágenes del tipo AVHRRR- NOAA En octubre de 2000 la Conabio adquirió su propio sistema de recepción de imágenes de satélite de tipo AVHRR provenientes de los satélites meteorológicos NOAA, con el propósito de disminuir el tiempo de respuesta del programa y evitar algunos problemas de falta de información sobre los que no se tenía control. A partir de febrero de 2001 la Conabio comenzó a recibir y procesar sus propias imágenes AVHRR-NOAA. Además, por medio de internet, se empezaron a ofrecer algunos servicios adicionales, como son la implementación de un sistema de información geográfica interactivo, accesible para todo el público, que permitiera visualizar temas cartográficos como los municipios, las carreteras, la vegetación, entre otros aspectos, con la posibilidad de realizar acercamientos, consultas de información espacial, etc., así como una imagen de la ubicación de los incendios detectados sobre la orografía del área, vías de acceso (carreteras y caminos), algunas localidades y el tipo de vegetación de la zona (véanse las imágenes XVII, XVII y XIX del anexo a color). 2002-2005. Detección de incendios mediante imágenes de satélite tipo AVHRR-NOAA, MODIS-TERRA y MODIS-AQUA En octubre de 2001 se instaló en la Conabio la primera estación MODIS (Moderate Resolution Imaging Spectroradiometer) de Latinoamérica. Este sistema tiene la capacidad de recibir y procesar en forma directa las imágenes del sensor MODIS del satélite TERRA, que tienen exactitud y confiabilidad. La estación MODIS comenzó a operar a partir de mayo 2002 con imágenes provenientes de los satélites TERRA y en 2003 se comenzaron a recibir imágenes del satélite AQUA. Para el procesamiento y análisis de estas imágenes se utilizaron algoritmos desarrollados por la NASA (Nacional Aeronautics and Space Administration) y la Universidad de Maryland; para su implementación un grupo de expertos de la Conabio, tuvo una serie de reuniones con especialistas de ambas instituciones. Detección de puntos de calor 89 Como resultado de un programa de colaboración entre México y Centroamérica, la Conabio cuenta con un programa de detección de incendios para cada uno de los países centroamericanos, cuyos resultados son publicados en internet y enviados por correo electrónico. Actualmente se encuentra en desarrollo la generación de un mapa de amenaza de propagación de incendios, considerando exclusivamente el vigor de la vegetación, haciendo uso del índice de vegetación generado con las mismas imágenes que son utilizadas para la detección de los puntos de calor (véase la imagen XX del anexo a color). Utilidad de un marco ecoregional 6 91 Utilidad de un marco ecoregional en el manejo de áreas continentales de conservación David A. Gauthier Introducción Es fácil pensar en las áreas de conservación como espacios aislados e independientes. Lugares como Banff en Canadá, Janos en México y el Parque Nacional de Yellowstone en Estados Unidos son ejemplos de las áreas emblemáticas pero desarticuladas que los norteamericanos buscan por sus cualidades naturales. Muchas especies silvestres necesitan áreas como éstas para su sobrevivencia. Para las especies con rangos hogareños pequeños, las tierras y aguas incluidas en un área de conservación como Banff, Janos o Yellowstone pueden ser suficientes. Sin embargo, para las especies que tienen rangos hogareños grandes, las áreas de conservación acotadas tienen un valor limitado, a menos de que sean lo suficientemente grandes para abarcarlos. Las especies de rangos amplios, tales como las aves migratorias, requieren una serie de áreas de conservación que puedan actuar como paraderos a lo largo de las extensas rutas migratorias. Por lo general, las especies migratorias o que tienen rangos hogareños amplios requieren de varias áreas protegidas que tengan corredores eficaces y bien conectados y manejados para satisfacer las necesidades de su ciclo de vida y de hábitat. El éxito para la conservación de especies de estas características depende no sólo del conocimiento de su biología sino también de una comprensión ecosistémica sólida (composición, estructura, procesos, funciones) de los ambientes terrestres y marinos (Goverment of Canada 1996). 91 92 D. Gauthier Más allá de la atención a las necesidades de especies particulares, algunos esfuerzos de conservación se centran en la protección de tipos de ecosistemas representativos de América del Norte. Los logros dependen a menudo de las actividades conjuntas de muchas agencias dedicadas a la conservación, en cooperación con organizaciones no gubernamentales, propietarios privados y el sector industrial. La planeación de la conservación a gran escala, que atraviesa límites jurisdiccionales, también requiere de marcos estandarizados para la clasificación de ecosistemas, así como de bases de datos de áreas protegidas que permitan una comprensión común tanto de las contribuciones como de las necesidades al interior y a través de los sistemas de áreas protegidas (Gauthier 1992, Gauthier et al. 1995, Wiken y Gauthier 1997). Para abordar las necesidades de las especies cuyos rangos poblacionales o rutas migratorias atraviesan fronteras nacionales de América del Norte, es esencial integrar bases de datos de áreas protegidas mexicanas, estadounidenses y canadienses dentro del contexto de un marco estandardizado de ecosistemas continentales, como el de la Comisión de Cooperación Ambiental (CCA 1997). El uso de un marco ecosistémico permite que la discusión se centre en la relación crítica de las especies con su ambiente en las etapas iniciales de la planeación de la conservación, y proporciona un punto de partida a partir del cual las relaciones políticas, económicas o socio-culturales pueden ser consideradas al tomar decisiones para la conservación. Conservación: el caso de las praderas de América del Norte Los pastizales centrales son un ejemplo de las muy pocas regiones ecológicas contiguas compartidas entre los tres países norteamericanos. Las tablas 1 y 2 resumen la información del área y de la cobertura para los pastizales centrales. Una conexión tan continental implica una responsabilidad compartida para su conservación. Ver a los pastizales como un sistema ecológico permite que las actividades de conservación se centren en los elementos y los procesos distintivos, tanto biofísicos como humanos, comprendidos en ese sistema. Mientras que el clima, el fuego y el pastoreo se citan a menudo como factores dominantes que influencian a las praderas naturales, los impactos acumulativos de la actividad humana del último siglo han tenido un efecto mayor en la reconfiguración de los pastizales. La población humana y sus tendencias demográficas así como la economía agropecuaria, combinadas con la política agrícola y el desarrollo industrial, han sido fuerzas impulsoras que han dado Utilidad de un marco ecoregional 93 Tabla 1. Estadísticas resumidas sobre pastizales centrales de Norteamérica (Wiken et al. 2002) Pastizales centrales de Nortemerica 4,110,764 km2 o 19% del continente (superficie de México, EUA y Canadá = 21,353,000 km2) Pastizales centrales de Estados Unidos 2,385,417 km2 o 25% de los Estados Unidos continentales (superficie continental de los EUA. = 9,372,000 km2); 58% Pastizales centrales de Canadá 1,156,988 km2 o 12% de Canadá (superficie de Canadá = 9,985,000 km2); 28% de todos los pastizales centrales de Norteamérica Pastizales centrales de México 567,624 km2 o 28% de México (superficie de México = 1,996,000 km2); 14% de todos los pastizales centrales de Norteamérica. Tabla 2. Cobertura de tipo pastizal y no pastizal de Norteamérica (Wiken et al. 2002) Tipos de cobertura vegetal Canadá km2 % E.U.A. km2 % No pastizales 768,236 44.2 809,625 Pastizales 7632 1.85 395,750 Pastizales + tierra de cultivos menores 29,651 8.02 323,131 Pastizales + cobertura natural menor 5,263 1.1 292,524 Tierra de cultivo + pastizales menores 341,255 48.57 336,605 Cobertura natural + pastizales menores 4,951 1.2 227,782 Área de estudio de los pastizales centrales 1,156,988 28.15 2,385,417 46.6 96.2 México km2 % Total km2 % 159,402 9.17 1,737,975 42.3 8,111 1.97 411,494 10 87.4 16,911 4.57 369,693 9 61.4 178,85037.52 47.9 24,766 3.52 702,649 17 55.2 179,58443.55 412,317 10 476,636 11.6 58.03 567,62413.81 4,110,764 100 94 D. Gauthier forma a los impactos de la actividad humana a través de los pastizales. Como resultado de estos impactos la mayoría de los pastizales en América del Norte se encuentran degradados o transformados. Demografía En el año 2000 había 8.58 millones de personas en los 449 condados de los Estados Unidos en la superficie correspondiente a pastizales mixtos y las de pastos cortos (U.S. Bureau of Census 2001). En conjunto, la población de los pastizales centrales de los Estados Unidos ha mostrado el crecimiento más lento de este país durante los últimos 50 años (Rathge 1995). La mayor parte de este aumento ha ocurrido en las pocas áreas metropolitanas de la región, mientras que la mayoría de las áreas rurales ha visto un declive de su población durante el mismo período (Rathge 1995). En los Estados Unidos, por ejemplo, el 56% de la población se ubica en los condados urbanos que abarcan solamente el 7% de este tipo de paisaje. En contraste con los pastizales centrales vistos en su totalidad, las poblaciones rurales han visto aumentos de población en todas partes, y todo parece indicar que estas tendencias continuarán en el futuro. La mayoría de la gente que deja las áreas rurales es joven, lo que crea una disminución natural de la población, y deja una población de ancianos (Rathge 1995). En las zonas rurales de los pastizales centrales se encuentran algunas de las áreas menos pobladas del continente. En el año 2000, en las regiones con pastizales mixtos y de pastos cortos de los Estados Unidos había 229 condados (el 51%) que tenían menos de 2.34 personas por km2, el umbral que el censo de 1890 utilizaba para definir “frontera” (es decir, seis personas por milla cuadrada). Setenta y seis condados (el 17%) tenían menos de 0.78 personas por km2 el umbral que el censo de 1890 utilizaba para definir a una extensión como “tierra silvestre” (es decir, dos personas por milla cuadrada). Las poblaciones rurales de los pastizales del centro han declinando desde los años 1930. En 1996 había aproximadamente 3.97 millones de personas que ocupaban las praderas canadienses (Statistics Canada 1997a). Sin embargo, al igual que en las praderas de los Estados Unidos, la gran mayoría de la población canadiense de las praderas vive en áreas urbanas. En Canadá, la proporción de la población urbana en la ecorregión de las praderas es de 81%, comparada con 76% para todo Canadá, una cifra notable dado que las actividades agrícolas dominan el paisaje y que la utilización del suelo urbano ocupa solo 0.3% de la región (Goverment of Canada 1996). En las praderas canadienses, el Utilidad de un marco ecoregional 95 crecimiento urbano da cuenta del 95% del crecimiento de la población (Statistics Canada 2000a). La disminución de las poblaciones rurales ha sido la norma desde 1990 y las proyecciones indican que esta tendencia continuará. La pérdida de gente joven y el aumento en la proporción de gente mayor, de 65 o más años, son también tendencias comunes en las praderas rurales de Canadá (Roach y Berdahl 2001). Los pastizales centrales mexicanos, una de las áreas menos pobladas de México, exhiben patrones similares a los de Estados Unidos y Canadá. La tasa de crecimiento anual de la población es 1.7%, y el 40% de la población está compuesta por jóvenes de menos de 18 años. Con la excepción de los centros urbanos principales como Monterrey, Chihuahua, Saltillo, Juárez, San Luis Potosí, Zacatecas y Durango, la concentración de la población es de alrededor de 36 personas por km2 en una superficie de 55 millones de hectáreas. Se considera a 10% de la población como trabajadores primarios (agricultores, ganaderos y leñadores), mientras que un 10% adicional pertenecen al sector secundario. El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) de México reporta migración de áreas rurales hacia las áreas urbanas debido a la sequía, a la escasez de posibilidades de empleo, y a las oportunidades de trabajo que van en aumento en la industria “maquiladora” de zonas francas. La proporción de migrantes rurales con respecto a los urbanos va del 2.5 al 27% del segmento económicamente activo de la sociedad. Similarmente, el crecimiento de la población en los pueblos dentro del desierto chihuahuense es mínimo o incluso negativo. La actividad agrícola y la economía agrícola Los pastizales norteamericanos centrales son un ecosistema moldeado culturalmente y han sido formados de diferentes maneras por la influencia de una variedad de culturas humanas a lo largo de toda su extensión. Las praderas de los Estados Unidos y de Canadá se encuentran entre las áreas más grandes de cultivos y de ranchos de la Tierra. La agricultura representa la actividad económica más importante, así como el uso dominante del suelo. Una porción significativa del alimento producido en América Norte proviene de las praderas, incluyendo cereales, semillas de oleaginosas y ganado. La irrigación, las prácticas agrícolas intensivas y las industrias agrícolas han ayudado a aumentar la productividad de la región y han contribuido de manera significativa a la economía regional, que provee una calidad de la vida relativamente alta para sus habitantes. Históricamente, en los Estados Unidos y en Canadá los ranchos 96 D. Gauthier han ayudado a preservar y a mantener los pastizales nativos, mientras que en México han conducido a situaciones severas de sobre-pastoreo y a la pérdida de biodiversidad. Las reses y el ganado lechero, así como los cerdos, caballos, pollos y guajolotes son los principales animales domesticados. La agricultura en los pastizales centrales se ha caracterizado tradicionalmente por una variedad limitada de cosechas. Por ejemplo, en Canadá, solamente 15 cultígenos (granos, oleaginosas y legumbres) y algunas especies forrajeras aún menos numerosas ocupan más del 95% del área cultivada (Goverment of Canada 1996). Hay aproximadamente 535,000 granjas y ranchos en los pastizales centrales de los Estados Unidos que tienen un promedio de alrededor de 400 has. cada uno, más del doble del promedio nacional (Skold 1995). Los cultivos principales son sorgo, trigo, maíz, girasol, canola, algodón y leguminosas. El maíz crece a lo largo de las porciones centrales y del este y en las más húmedas del norte y el centro, mientras que el sorgo y el trigo de invierno predominan en las partes centrales y meridionales. En las tierras onduladas y más secas de los matorrales abiertos en el suroeste, los extensos ranchos de ganado caprino y vacuno son muy importantes. En algunas partes de la región, el matorral ha sido substituido por pastizales forrajeros. El río Bravo cruza esta región, actuando como frontera internacional a lo largo de 650 kilómetros y como área de actividad comercial extensiva. Los pastizales centrales producen cerca del 51% de todo el trigo cosechado, el 50% de todo el alimento para el ganado, el 40% de todo el sorgo, el 22% de todo el algodón, y el 13% de todo el maíz en los Estados Unidos (Skold 1995). Las regiones de pastizales mixtos y cortos de los Estados Unidos produjeron 146 mil millones de dólares de productos agrícolas (valor comercial) en 1997 (National Agricultural Statistics Service 1999). A pesar de esto, la economía agraria en Canadá y los Estados Unidos está deprimida, y previsiblemente así continuará al menos en un futuro cercano. Canadá, por ejemplo, ha vivido una baja general de los ingresos agrícolas netos en las tres provincias de las praderas, en gran parte debido a los bajos precios de los granos y de las oleaginosas en Saskatchewan y Manitoba, y de los costos más altos del ganado en Alberta (Statistics Canada 2000b). Los factores económicos y los programas del gobierno han afectado las opciones de vida de los productores agrícolas. En gran parte como respuesta a las fuerzas económicas, ha habido una tendencia general en Canadá y los Estados Unidos a alejarse de granjas pequeñas y medianas y orientarse hacia las operaciones grandes de negocios agrícolas. El proceso de la consolidación de las granjas en las praderas canadienses es evidenciado por la disminución Utilidad de un marco ecoregional 97 en su número total entre 1991 y 1996, una disminución ligera del área total de granjas, y una disminución substancial del número de propietarios individuales o familiares. La residencia y el empleo lejos de las granjas se han vuelto necesidades de muchos de los productores. Por ejemplo, el 31% de los operadores de granjas en las regiones de los pastizales mixtos y cortos de los Estados Unidos no residieron en las granjas que operaban en 1997, lo que implica un aumento respecto al 27% en 1982. La ocupación principal de 34% de los granjeros no se relacionó con el trabajo de las granjas, lo que implica un aumento del 26% con respecto a 1982. En las praderas canadienses, el empleo fuera de la granja aumentó de 33% en 1991 a 37% en 1996. El empleo no agrícola se ha convertido en una fuente cada vez más importante de sustento económico para las familias de los granjeros (Swidinsky et al. 1998), y ha aumentado la dependencia con las comunidades rurales más grandes. En respuesta a las condiciones económicas, una cantidad enorme de dinero federal, estatal y provincial ha sido usada para apoyar a la región. En 1997, 67% de los granjeros en las regiones de pastizales mixtos y cortos de los Estados Unidos recibió pagos directos del gobierno federal. Quienes se vieron beneficiados con estos pagos recibieron un promedio de 10,650 dólares. En 1997, 45% de las granjas en la ecoregión de los pastizales cortos y 39% en la zona de pastizales mixtos eran, ­cuando se excluyen los pagos del gobierno, granjas deficitarias, porque realmente perdieron dinero. Cuando la ayuda de gobierno se excluye y se cuenta la tierra de barbecho, los beneficios de la ganadería son similares a la producción del trigo, es decir, a la agricultura (Heimlich y Kula 1991). Desde los años 1960 hasta los 1980, los pagos canadienses federales y provinciales destinados al apoyo directo a la agricultura crecieron hasta los 4 mil millones anuales de dólares, aunque para el final de los años 90 estos subsidios habían sido reducidos a cerca de mil millones anuales (MacGregor y McRae 2000). La cantidad de ayuda aumenta dramáticamente durante períodos de sequía. En 1988 en Estados Unidos se gastaron 3,100 millones de dólares en ayuda para víctimas de la sequía. Las pérdidas agrícolas en Canadá en este mismo periodo ascendieron a 1,800 millones de dólares (Wheaton y Arturo 1989). Puesto que las sequías son una característica natural del ambiente de los pastizales centrales, estos costos probablemente no disminuirán, particularmente si son exacerbados por el impacto del cambio climático. Sin embargo, incluso sin cambio climático, una consideración importante es que la mayoría de las sequías históricas han sido más duraderas (~10 años) y más intensas que las 98 D. Gauthier de los años 1930. En los pastizales centrales canadienses las sequías extremas (como las de los años 30 o peores) ocurren cada 60-100 años, y hay una probabilidad de 23 a 45% de que ocurran antes de 2030 (Leavitt 2001). Históricamente, los pastizales norteños de México han sido afectados significativamente por la actividad agrícola. La introducción de ganado español en los pastizales norteños de México en el siglo XVI tuvo un impacto enorme en la cobertura vegetal nativa y en el hábitat de la vida silvestre. Las marcas claras de sobre-pastoreo eran evidentes desde 1580 y se consideraba a las manadas de 20.000 cabezas de ganado como “pequeñas”. Thomas (1956) observó que algunas de las haciendas en la parte central del norte de México tenían más de 150,000 cabezas de ganado. Un visitante francés las describió en 1594 como “grandes llanuras sin fin cubiertas por completo por un número infinito de cabezas de ganado” (Crosby 1973). Para los siglos XVII y XVIII la extensión de las manadas de ganado en los pastizales del norte de México ya habían declinado y esto se relacionó en gran parte con un descenso en la calidad y la cantidad de pastos a través de la mayor parte del área. A principios del siglo XX, el enfriamiento y las condiciones más húmedas que habían permitido el crecimiento de los exuberantes pastizales del desierto chihuahuense cedieron su sitio a un clima más caliente y más seco, con sequías más frecuentes, así como a un decremento de hasta del 70% de la cobertura en áreas muy intensamente pastoreadas. Así, “Conforme las condiciones más calurosas y más secas prevalecían y el sobrepastoreo continuaba, los miles de acres de pastizales del desierto chihuahuense fueron convertidos en matorrales de desierto, un proceso que continúa hasta este día” (Hoyt 2002). En épocas más recientes, la agricultura se ha promovido en los pastizales, con la esperanza de cosechar maíz, leguminosas, avena y otros cultivos de temporal. En los últimos diez años, sin embargo, estos esfuerzos han mostrado pérdidas continuas, destacando la importancia de mantener las áreas bajo la cobertura de los pastizales naturales. Consideraciones de la industria Aunque la producción de energía ocupa un segundo lugar distante de la agricultura, los pastizales centrales de los Estados Unidos produjeron cerca del 39% de la riqueza mineral y energética nacional en 1991 (Johnson y Mankin 1995), la mayor parte de la cual fue derivada del petróleo, del gas natural y del carbón. La mayoría del petróleo y del gas de los Estados Unidos se produce en las llanuras meridionales, mientras que la mayor parte del carbón viene Utilidad de un marco ecoregional 99 de las llanuras del norte. Hasta 2004, en Canadá había 22,336 pozos activos de petróleo y 8,845 de gas en la ecoregión de las praderas (SIR 2004). La industria es notoriamente cíclica y los futuros picos de producción podrían ser más localizados. Según lo observado en un informe del Forest Service (1989), la mayor parte de las fuentes de fácil aprovechamiento se han agotado en los Estados Unidos. La producción de etanol está llevando a la perforación de los pastizales nativos en las praderas del este de los Estados Unidos. En la parte mexicana de los pastizales, la influencia industrial más importante es la presencia de plantas de ensamblaje en los estados del norte de México, donde la gente de diversos estados del país llega y se concentra. Mientras que hay quienes opinan que esta concentración industrial incita a los trabajadores a permanecer en México, otros sugieren que podría también promover la emigración de la gente del norte de México hacia los Estados Unidos, así como el desplazamiento de las áreas rurales a las urbanas. El cambio a una estructura económica más compleja en esta región, influenciada por las fuerzas del mercado internacional, también se refleja en un creciente sector de servicios. En los pastizales centrales, la agricultura de irrigación a lo largo de los ríos Platte, Arkansas y Bravo es muy importante, como lo es también en la porción sureña de los pastizales centrales mexicanos. Cambios en los pastizales Los impactos de las actividades humanas en los pastizales centrales de América del Norte los han llevado a ser el hogar de un número desproporcionadamente alto de especies raras, amenazadas, vulnerables y en peligro. Los pastizales fueron una vez el tipo dominante de vegetación a través del continente entero (Henwood 1998). Hoy día, las praderas de pastos altos se han reducido al 1%, y las mixtas y las de pastos cortos corresponden sólo del 20 al 30% de su extensión anterior; excediendo en conjunto las pérdidas reportadas para cualquier otra comunidad ecológica importante de América del Norte (Gauthier y Wiken 1998, WRI 2001). La declinación de los pastizales ha sido causada sobre todo por la expansión de la agricultura, la urbanización y la explotación de minerales, acompañadas por la expansión de especies invasoras y, cada vez más, por la creciente urbanización y extracción del agua. Así, se ha llegado al punto de volver a las praderas una de las regiones ecológicas más amenazadas del continente (Valdés y Cabral 1993, Samson y Knopf 1994, Goverment of Canada 1996, CCA 1997, Samson et al. 1998, Mosquin 2000) En los Estados Unidos algunos estados originalmente caracterizados por pastizales mixtos 100 D. Gauthier han perdido más del 70% de sus pastos nativos (Samson y Knopf 1994). Las regiones de pastos cortos han sido generalmente menos afectadas por el cultivo, aunque algunos estados como Texas han perdido más del 80% de su praderas de pastos cortos (Samson y Knopf 1994). En Estados Unidos, las tierras de cultivo (cosechadas y no cosechadas) representaron por sí solas el 51% de la región de pastizales mixtos y del 26% de los pastizales cortos en 1997. Las pérdidas netas de vegetación nativa en diferentes tipos de pastizales son de 90% para los pastizales altos, 36-69% para los mixtos del norte, 27-65% para los mixtos del sur, y el aproximadamente 40% restante para la pradera de pastos cortos (Steinauer y Collins 1996, Bragg y Steuter 1996). Desde el establecimiento europeo en las praderas se ha practicado un manejo selectivo a favor o en contra de ciertas especies y procesos. En Canadá, por ejemplo, los intentos de eliminación de las ardillas condujeron a una declinación de los tecolotes llaneros (Atiene cunicularia) y de otras aves de rapiña. La eliminación de los incendios naturales en las praderas afectó negativamente la composición y la integridad de los pastizales y de sus suelos. El bisonte fue virtualmente exterminado, y zorros del desierto, cisnes trompeteros y muchas otras especies silvestres fueron extirpados o vieron sus números severamente reducidos. Otros impactos también han disminuido la diversidad biológica de los pastizales centrales. Reimer et al. (1997) encontraron que muchos remanentes de las praderas en Canadá estaban amenazados por la invasión de plantas exóticas y matorrales, y el sobrepastoreo entre otros factores. Las plantas exóticas como Euphorbia esula, Cirsium arvense (cardo), Centaurea maculosa y Melilotus alba (trébol blanco) amenazan muchas de las praderas restantes. El cambio más grande en las praderas desde 1880 es la sustitución de pastizales nativos por cultivados. La vegetación nativa fue eliminada de gran parte de la pradera, y su rico suelo ahora permite las cosechas de alimentos para seres humanos y ganado. La tasa de cultivo de las praderas nativas ha disminuido en las últimas décadas y algunas tierras marginales están recuperando su cobertura permanente. Las praderas que no eran adecuadas para los cultivos fueron utilizadas como tierras para la producción de ganado. Millones de hectáreas de praderas y de humedales de las zonas de transición entre éstas y los bosques mixtos en los Estados Unidos y Canadá fueron drenados y convertidos al uso agrícola, con pérdidas significativas de hábitat para la fauna silvestre y efectos perjudiciales sobre la calidad del agua y del suelo. Los márgenes de los humedales, que proporcionan incluso un hábitat más rico para la fauna que los humedales mismos, se redujeron o desaparecieron. Utilidad de un marco ecoregional 101 El reconocimiento de los peligros representados por los pesticidas también ha ido aumentando. Si bien la mayoría de los herbicidas que son utilizados hoy día en la agricultura son de baja toxicidad oral aguda para las aves y los mamíferos, pueden, sin embargo, tener efectos indirectos más substanciales en la vida silvestre. Estos productos químicos pueden matar a las plantas de las que se alimenta la fauna, o a las plantas hospederas de insectos que son importantes en la dieta de otros animales. La contaminación de los recursos hídricos por nutrientes se está convirtiendo en el problema más grande a través de las praderas, particularmente en áreas de intensidad agrícola alta. Hasta cierto punto, el ganado sustituyó a las grandes manadas de bisontes, berrendos, y alces que pastaron alguna vez por las praderas, pero los ranchos también ayudaron a que los pastizales nativos fueran conservados al evitar que fueran arados o sustituidos por asentamientos urbanos. El buen manejo de estas tierras practicado por los ganaderos ha incluido un ajuste del número de animales para compensar por períodos de sequía, el uso de sistemas de pastoreo con periodos de reposo para los pastos, mejores sistemas de cercado y de riego para proteger áreas riparias, y cobertura permanente para todos los pastizales. En la última década ha aumentado el uso de métodos saludables para las tierras en Estados Unidos y Canadá por una variedad de agencias y de organizaciones tales como el Natural Resource Conservation Service (Servicio de la conservación de recursos naturales, NRCS por sus siglas en inglés), U. S. Forest Service (Servicio de bosques de Estados Unidos), Bureau of Land Management (Oficina de manejo del suelo), y Alberta Sustainable Resource Development (Desarrollo sostenible de recursos de Alberta) (Busby et al. 1994, Task Group 1995). Muchos rancheros están integrando a su sistema de manejo las necesidades de la fauna silvestre y las especies de plantas nativas se están utilizando cada vez más para recuperar y para mejorar los pastizales perturbados. Los ranchos también han ayudado a proteger la pradera contra la fragmentación, porque los rancheros necesitan grandes extensiones continuas de tierra para su ganado. A pesar de esa protección, las presiones de los fraccionadores y desarrolladores han dividido las praderas en bloques cada vez más pequeños de tierra. Esta fragmentación del hábitat se ha reconocido como la amenaza más seria para la diversidad biológica. La fragmentación de la tierra impide los movimientos de la fauna en su búsqueda de alimento, hábitat y pareja. Las tentativas para desplazarse entre los fragmentos del hábitat pueden ser fatales, particularmente cuando los animales cruzan las carreteras con mucho movimiento. La fragmentación puede causar cambios en el microclima y la vegetación. Por su parte, las comunidades de plantas y animales 102 D. Gauthier se ven afectadas por la pérdida de diversidad genética conforme las especies son substituidas por prados y jardines, desaparecen debido a las condiciones que cambian, o porque son eliminadas por especies exóticas que invaden las áreas perturbadas. Grandes áreas de las praderas norteamericanas se encuentran ahora severamente fragmentadas. Los cultivos, el desarrollo urbano, las instalaciones para la explotación de petróleo y gas y la construcción de rutas de transporte y de presas son los principales agentes de la fragmentación. Las crecientes presiones y los precios en aumento de los pastizales nativos con valor escénico, particularmente al pie de las regiones montañosas en los Estados Unidos y en Canadá, están conduciendo al desarrollo residencial y recreativo, que reduce aun más el hábitat nativo. El aumento en la densidad de los caminos es un agente importante de la fragmentación. Los caminos no solamente permiten que otras clases de desarrollo existan y prosperen, sino que cambian patrones de flujo del agua, reducen la infiltración del agua al suelo y al manto freático, compactan suelos y destruyen el hábitat de animales que viven en madrigueras. Los caminos también actúan como conductos para la dispersión de las especies malezas y de plantas exóticas. Las políticas de recuperación y de mitigación, y las regulaciones ambientales algo más fuertes en lo referente al acceso, están ayudando a aliviar estas presiones. La urbanización ha alterado drásticamente los paisajes nativos de las praderas, aún en ciudades pequeñas. Los pueblos y las ciudades continúan ampliándose sobre tierras rurales. Además, aumentó el número de residentes urbanos que ahora tienen a menudo un segundo hogar en las áreas rurales, usadas principalmente para días feriados. Estos hogares pueden contribuir a la fragmentación y a la eliminación del hábitat y a alterar procesos naturales. Además, las plantas introducidas y las malezas de los predios citadinos son esparcidas por los canales de agua, así como por viento, equipo y vehículos. Las áreas de conservación en América del Norte La información sobre la extensión y la distribución de las áreas de conservación a través de América del Norte es a menudo difícil de localizar y de interpretar. Diversas y múltiples agencias y organizaciones recopilan y mantienen información de áreas protegidas. Las bases de datos de parques nacionales están a menudo separadas de las bases de datos de parques estatales provinciales o territoriales, o separadas de las bases de datos para otras categorías Utilidad de un marco ecoregional 103 de áreas de conservación tales como reservas de vida silvestre o forestales. En lugares donde esta información se combina, se organiza generalmente a nivel de estados, de provincias o de territorios. Raramente la información de áreas protegidas es presentada en términos de ecosistemas (Gauthier y Wiken 1999, Pisanty et al. 1999). Además, hay estandardización inconsistente de los tipos de categorías de áreas protegidas a través de jurisdicciones nacionales o estatales/provinciales (Gauthier y Wiken 1998). Por ejemplo, las actividades que se permiten en los parques de un estado o de una provincia pueden ser diferentes de las permitidas en otro parque estatal/provincial. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) desarrolló un sistema de categorías de las áreas protegidas que proporciona un marco para la estandardización a través de las jurisdicciones (UICN 1994). Sin embargo, estas categorías generalmente se refieren a intenciones de manejo y pueden no ser un reflejo adecuado de las condiciones reales en un sitio protegido. En cada país se están realizando esfuerzos para superar muchos de estos aspectos por medio del desarrollo de bases de datos de áreas nacionales de conservación o naturales. México ha establecido un compendio nacional de información sobre áreas naturales protegidas (conanp, 2005), Estados Unidos ha desarrollado una base de datos de áreas protegidas (CBI 2005), y Canadá ha establecido el Sistema de Reporte y Seguimiento de Conservación de Áreas (CISE 2005) a partir de la base de datos de Conservación de Áreas Canadienses (CCAD) del Consejo Canadiense de Áreas Ecológicas (CCEA) (Beric 1999). A partir de versiones tempranas de las bases de datos de los tres países, se hizo una tentativa inicial para desarrollar una base de datos para las Áreas de Conservación de América del Norte (NCAD, por sus siglas en inglés) (Canadá 1999, Gauthier y Wiken 2002), que contiene la información sobre la distribución de los parques nacionales, estatales y provinciales de América del Norte de acuerdo a las jurisdicciones políticas y a las regiones ecológicas. Sin embargo, es necesario trabajar con las bases de datos más recientes para que sea posible efectuar comparaciones de las tierras conservadas entre los tres países. En la región ecológica de los pastizales, los programas de conservación implican comúnmente una multiplicidad de propietarios, incluyendo dueños y arrendatarios privados, así como condados y municipios rurales y urbanos; gobiernos estatales/provinciales y federales, y una multitud de grupos de interés. A escala regional, la administración privada de la tierra puede ser muy importante. Por ejemplo, aproximadamente 70% de los pastizales centrales de los Estados Unidos es propiedad privada, mientras que el gobierno federal 104 D. Gauthier y los Departamentos del interior y de agricultura poseen y manejan aproximadamente 4% de los pastizales centrales. Los estados también poseen áreas considerables de pastizales. En las tres provincias que abarcan las praderas de Canadá, aproximadamente 30% está bajo régimen de propiedad privada, poco menos de 7% se encuentra en formas federales de propiedad, y el resto en tenencias de los gobiernos provinciales. En México, el 80% del país consiste en propiedad comunal, el 15% en propiedad privada, y el 5% restante es del gobierno (federal, estatal y municipal). Muchas de las tierras privadas están en manos de los productores agrícolas que han argumentado a menudo que la sociedad espera que ellos absorban el costo de conservación de un bien público, es decir de la vida silvestre y sus hábitats, a expensas de pérdidas en sus cosechas por depredación o costos por oportunidades perdidas. Frente a las presiones económicas y las políticas hacendarias que han favorecido tradicionalmente el cambio del uso del suelo para alcanzar objetivos de producción económica, ha habido en el pasado pocos incentivos para que los dueños de la tierra mantengan el hábitat para la vida silvestre. Están ocurriendo cambios en las políticas que reconocen el valor ecológico de las tierras y animan a los dueños a que conserven el hábitat de la vida silvestre, por ejemplo, con acuerdos de protección voluntaria, legislación para facilitar la conservación, y programas tales como el Plan de Manejo de Aves Acuáticas de América del Norte (NAWCA, por sus siglas en inglés) y el Programa Permanente de la Cobertura de la Administración de la Rehabilitación de Granjas de las Praderas (PFRA por sus siglas en inglés) (Reimer 1993, Agriculture and Agri-Food Canada 1997, WHC 2001). Las prácticas agrícolas de conservación actuales pueden prevenir la erosión y mantener, o inclusive aumentar, la materia orgánica del suelo, aún bajo cultivo continuo. Por ejemplo, la siembra directa en el rastrojo y las prácticas que no involucran el arado han reducido pérdidas de la fertilidad y han disminuido la erosión del suelo. Con cambios en las políticas gubernamentales y aumentos en los costos de los ranchos en relación a sus ganancias, las tierras más marginales se podrían liberar del cultivo conduciendo a la disminución de la erosión, salinización, compactación de suelos y de otros problemas agrícolas. Muchos rancheros y comunidades pequeñas están reconociendo la necesidad de una buena administración ambiental y ya existen varios programas que incitan a los dueños de tierras rurales a mantener o crear habitats para las especies de las praderas. Si bien mucha de la ayuda federal a los rancheros viene bajo la forma de programas de reducción de la superficie bajo cultivo y apuntan principalmente a reducir la producción, estos programas tienen ventajas secundarias tales Utilidad de un marco ecoregional 105 como la de reducir la erosión del suelo y proporcionar hábitat para la fauna silvestre. De 1930 a 1990, los programas que implicaron apartar tierras de cultivo para la conservación abarcaron un promedio de 12 millones de hectáreas anualmente en los Estados Unidos, y la superficie ha ido aumentando en los años recientes (Licht 1997). Sólo Programa de Reservas para la Conservación (Conservation Reserve Program) apartó aproximadamente 8.1 millones de has en la región de praderas mixtas y cortas en 1992. En muchas partes de los pastizales centrales el costo de los contratos de apartado excede al valor de la tierra y de la infraestructura instalada (Licht 1997). Actualmente, una limitante de estos programas es la menor diversidad específica y su estructura diferente de estas tierras, comparadas con pastizales nativos, y la estructura diferente. Se siembran lo más a menudo posible con una mezcla pobre (típicamente 5 o menos especies) de pastos nativos (y en algunos casos se incluyen las hierbas y matorrales). También, las especies elegidas para sembrar pueden no ser nativas de la región. En la dependencia canadiense encargada de las praderas, Prairie Farm Rehabilitation Administration (PFRA) inició el Programa de cobertura permanente (Permanent Cover Program, PCP) en 1989, en el cual las tierras marginales de cultivos anuales y de cereales fueron convertidas a la producción de forrajes de largo plazo. Aproximadamente 15,000 parcelas de tierra que suman 518,000 ha están involucradas en el programa. También, el Community Pastures Program (Programa de pastos comunitarios) del PFRA, establecido en los años 1930 para recuperar áreas gravemente erosionadas, ha recuperado la cobertura de las gramíneas en más de 145,000 ha de tierras cultivadas de mala calidad desde 1937, y actualmente abarca más de 900,000 has. de tierras abiertas. Con estos y otros programas, así como a consecuencia del impacto de otros factores, las tierras bajo labranza convencional en las praderas de Canadá disminuyeron en un 22% de 1991 a 1996, mientras que aquéllas bajo labranza de conservación aumentaron en 20% (Statistics Canada 1996). La reducción del área con barbecho de verano y la extensión de pastizales sembrados entre 1981 y 1996 han aumentado la disponibilidad de habitats para algunas especies canadienses de los pastizales (Neave et al. 2000). Sin embargo, las ventajas de la conservación de estas tierras se han visto muy comprometidas por los patrones fragmentados de la propiedad. Por ejemplo, la proporción área/perímetro de las 1.4 millones de ha de pastizales nacionales en los Estados Unidos es de 1:2.3, con un tamaño medio de 128 ha (Licht 1997). Además, los usos de suelo que rivalizan y los programas de uso múltiple a menudo comprometen la conservación de la fauna en tierras federales/estatales/provinciales. Las extensiones pequeñas para la vida silvestre 106 D. Gauthier también tienen a menudo un valor limitado para la conservación de fauna con necesidades espaciales grandes, aunque pueden desempeñar una función ecológica importante como “paraderos” que permitan que los organismos se muevan entre mosaicos o “parches”. Por ejemplo, las aproximadamente 140 áreas de manejo de la vida silvestre en Nebraska tienen un tamaño promedio de solamente 331 ha. En las praderas canadienses, aproximadamente 25,000,000 ha (5.3% de la ecoregión de las praderas) están contenidas en más de mil propiedades resguardadas para los propósitos de la conservación, pero 37% de esas tierras son de menos de mil hectáreas (Gauthier y Wiken 2001). Las entidades no gubernamentales están desempeñando un papel muy considerable en la conservación de los pastizales. La Nature Conservancy de Estados Unidos y de Canadá están conservando activamente zonas grandes de praderas mixtas de pastos cortos por medio de adquisiciones, servidumbres, y otros acuerdos con los propietarios particulares. El magnate de la publicidad Ted Turner ha adquirido propiedades sustanciales en las regiones de las praderas cortas y mixtas, en parte para llevar a cabo operaciones comerciales con bisontes, y en parte para restaurar la diversidad biológica de la región. Aspectos de la planificación de la conservación a escala continental Hay razones apremiantes para colaborar en la planificación de la conservación a escala continental. La literatura ecológica científica indica que el impacto completo de las actividades humanas sobre las especies y los ecosistemas no se puede discernir completamente sólo en una escala espacial o temporal. Los impactos de las actividades humanas, tanto los que sirven como los que van en contra de los objetivos de la conservación, requieren de una visión de escalas múltiples para determinar la eficacia de las actividades de conservación. Las fuerzas que afectan la sustentabilidad de las especies y de sus habitats pueden ocurrir a través de marcos temporales más largos u originarse en un área geográfica más amplia que la del alcance de la actividad local o regional de conservación. Como lo sugieren las experiencias en los pastizales (Gauthier et al. 2003), será difícil, si no imposible, determinar la eficacia de los programas locales o regionales de conservación si no se toma en cuenta la amplia gama de fuerzas involucradas. Un enfoque continental proporciona una visión contextual de las fuerzas impulsoras y de las respuestas a éstas en la evaluación de la eficacia de las actividades locales, regionales y nacionales Utilidad de un marco ecoregional 107 de conservación. Además, muchos ecosistemas han sido afectados de manera significativa, tanto históricamente como en épocas recientes, por una amplia gama de actividades humanas, lo que ha generado un sentido general de urgencia para atender lo que queda de estos sistemas biológicos empobrecidos. Los acuerdos cooperativos que se refieran a este tema deben enfocarse en el “todo”, y no sólo en las “partes”, de los ecosistemas, pues de otro modo es muy difícil desarrollar una descripción comprensiva y contextual para cualquier tema particular que establezca los nexos entre las diferentes fuerzas impulsoras y las respuestas al estado de un ecosistema. Un enfoque estratégico continental ayudaría a mantener una perspectiva integrada más amplia, necesaria para determinar la eficacia de los enfoques para el manejo de uso del suelo y de la conservación. En particular, la conservación de especies transfronterizas de América del Norte requiere de un enfoque trinacional. Las especies transfronterizas no se limitan a las jurisdicciones políticas, y tampoco lo hacen los sistemas de soporte de vida de los cuales dependen (agua, aire). La Convención de Biodiversidad (CDB) ha reconocido el potencial que representan las áreas protegidas transfronterizas como ayuda para alcanzar la meta de la conservación de estas especies. Sin embargo, el desarrollo, establecimiento y mantenimiento de un sistema de áreas protegidas transfronterizas de América del Norte requiere de un plan estratégico que considere el espectro completo de los temas regionales de conservación. En este sentido, hay numerosos temas que se deben de tratar para que la colaboración trinacional sea exitosa. Entre ellos destacan: ■ Niveles variables de protección y de conservación en y entre las jurisdicciones de América del Norte. ■ Las bases de datos de las áreas de conservación no están estandardizadas o integradas. ■ Los datos sobre las variables que miden biodiversidad e integridad ecológica son generalmente débiles, es decir no comprensivos, carecen de suficiente detalle a escalas apropiadas, no están estandarizadas ni integradas. ■ Variación amplia en cuanto al grado de cambio de los paisajes y de las múltiples presiones, que además cambian a través del espacio, de modo que las áreas locales o regionales no comparten necesariamente preocupaciones comunes. ■ Una amplia diversidad de involucrados que representan una multitud de mandatos y jurisdicciones desde niveles locales o de comunidades por medio de asociaciones regionales, jurisdicciones provinciales, estatales y 108 D. Gauthier territoriales, una variedad de agencias federales y muchos acuerdos internacionales. ■ Diversos involucrados con un mandato limitado y recursos generalmente insuficientes. ■ Competencia entre las organizaciones de conservación para obtener financiamientos escasos. ■ Múltiples temas sociales que compiten entre sí y que consideran a la conservación como prioridad baja. Basándonos en experiencias clave de cooperación relacionadas con la conservación de pastizales, resulta claro que el éxito en el logro de los objetivos de la conservación, que sean significativos en el contexto, la sustenabilidad de las regiones ecológicas solamente será alcanzado teniendo una visión integrada, que por lo menos: ■ Combine aún más asociaciones y habilidades entre gobiernos, grupos indígenas, industrias, dueños de tierras privadas y de otros regímenes de tenencia de la tierra; ■ adopte métodos espaciales y temporales jerárquicos basados en el hábitat de la vida silvestre y los principios ecológicos; ■ establezca objetivos y metas mesurables, y proporcione medios para supervisarlos; ■ integre consideraciones biofísicas, socioeconómicas, culturales y políticas en la toma de decisiones en cuanto a hábitat y manejo de recursos; y ■ opere según principios de uso sustentable de recursos, manejo adaptativo y manejo de ecosistemas. 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Zacharias Introducción Mientras que los programas de monitoreo oceanográfico a largo plazo están operando desde hace décadas, muchas jurisdicciones se encuentran apenas estableciendo programas de monitoreo biológico marino (NRC 1990, Schiff et al. 2002, Bernstein y Weisberg 2003). Recientemente, un número creciente de jurisdicciones costeras está poniendo en marcha programas para cumplir con las legislaciones y convenciones internacionales y nacionales para monitorear si las AMP (Áreas Marinas Protegidas) están cumpliendo con sus objetivos, así como para monitorear si las decisiones de manejo de la industria pesquera están dando como resultado cambios mensurables en las poblaciones sujetas a la pesca. Además, otros programas de monitoreo recientes han sido diseñados para establecer líneas de datos de referencia para asistir en varias tareas, que incluyen: predicción del éxito del reclutamiento para un año dado; monitoreo de los cambios en el aumento del nivel del mar como resultado del calentamiento global; y monitoreo de radionucleidos en aguas costeras. Este capítulo discute los diferentes tipos de características, condiciones, o rasgos que se pueden monitorear a nivel genético, poblacional (especies), comunitario, y los niveles de organización ecológica del ecosistema. También revisa las aplicaciones de estos tipos de monitoreo para tratar preguntas perti113 114 M. Zacharias nentes de conservación y de manejo. La intención de este capítulo es delinear las características de un programa bien pensado de monitoreo marino; sugerir los tipos de características, rasgos y condiciones que podrían ser monitoreados dependiendo del objetivo del monitoreo; y discutir cómo los programas de monitoreo se pueden integrar a los programas marinos de conservación. Tipos de monitoreo marino Mientras que hay muchas razones para establecer un programa de monitoreo marino, destacan cuatro: 1. Medir las consecuencias para el medio ambiente de las actividades humanas 2. Detectar problemas de manera temprana 3. Aportan al interés científico y para entender el comportamiento y la función de los ecosistemas 4. Asesorar la toma de decisión y darle seguimiento al éxito de las acciones de manejo (Davies et al. 2001) Medir el impacto ambiental de las actividades humanas incluye el monitoreo de las actividades extractivas (vgr. pesca) y no extractivas (vgr. observación de ballenas), así como el de los niveles de contaminantes en varios sistemas marinos. El monitoreo de detecciones tempranas de problemas incluye generalmente la calidad del agua o las poblaciones de peces. El monitoreo ambiental no está dirigido a una amenaza en particular, pero se monitorean rasgos que pueden indicar la presencia de estas amenazas. Por su parte, el monitoreo científico se puede utilizar para establecer datos de referencia y umbrales (Dayton et al. 1998) así como para entender el comportamiento y la función de sistemas marinos. Establecer relaciones tales como respuestas de la comunidad a las condiciones de la corriente de El Niño puede proporcionar información valiosa para el manejo de la industria pesquera y la localización y la operación de las AMP. Por último, el monitoreo se puede utilizar para evaluar los éxitos o fracasos de las decisiones de manejo y como insumo para el manejo adaptativo. Los ejemplos de estos tipos de programas incluyen la evaluación de los efectos que tienen los confinamientos pesqueros en relación con los objetivos del plan de manejo de las pesquerías. Los tipos de aspectos que se puedan monitorear en ambientes marinos se pueden categorizar, de manera amplia, en características, rasgos y condiciones. Aunque estas definiciones se traslapan, se proponen aquí para asegurar que Programas de monitoreo marino 115 se considera el rango completo de parámetros que se pueden monitorear, ya que muchos científicos y responsables del manejo de los recursos rara vez los toman en cuenta. Como están los ejemplos de las características que pueden ser monitoreadas incluyen las categorías de tamaño y de edad de las poblaciones, así como características morfológicas, rasgos fisiográficos tales como arrecifes, montes marinos, y otras características y las condiciones que pueden ser monitoreadas incluyen características de masa del agua y parámetros de calidad del agua. Un programa de monitoreo riguroso y bien pensado será diseñado para contestar una o más de las preguntas anteriores. Cuando sea posible, estos programas deberán verse como análogos a una investigación científica, en la que la hipótesis se prueba para determinar si el monitoreo de los objetivos (metas) está siendo alcanzado. Los programas de monitoreo deben también comparar la situación actual a un estándar establecido para determinar la condición de una característica. Por último, el monitoreo eficaz requiere que las condiciones reconocidas como objetivo estén claramente definidas. Los científicos y los encargados del manejo de sistemas marinos tienen a menudo opiniones muy distintas sobre cómo se puede y debe realizar el monitoreo. El propósito de este capítulo es delinear de manera amplia algunas de las características de un programa de monitoreo marino bien pensado, así como sugerir los tipos de características, rasgos, o condiciones que se puedan monitorear en dichos ambientes. Apegándonos al enfoque jerárquico para la conservación utilizado por Zacharias y Roff (2000), este capítulo examina las diferentes opciones para monitorear los niveles de organización, genéticos, poblacionales, de comunidad, y de ecosistemas. No tiene la intención de ser una fuente comprehensiva sobre ningún aspecto del monitoreo (vgr. monitoreo de contaminación de cosechas pesqueras), pero busca proveer al lector con varias opciones de monitoreo que podrán entonces ser exploradas a profundidad. Una de las dificultades con el monitoreo es que hay muchas maneras potenciales de abordar una pregunta, y pocos textos proporcionan una descripción de cada metodología y de sus fortalezas y debilidades. Para aquellos que estén interesados en un tratamiento más exhaustivo de los programas de monitoreo marinos se sugiere revisar el manual de Davies et al. (2001). Inicio de un programa de monitoreo El monitoreo marino es un amplio campo que abarca objetivos muy diversos. Todos los programas de monitoreo, sin embargo, están vinculados pues pro- 116 M. Zacharias curan monitorear cambios de una variable durante un cierto período. Aunque haya muchos diferentes rasgos del ambiente marino que podrían ser vigilados, el monitoreo se puede separar generalmente en los tipos siguientes. Los programas de monitoreo ambiental no abordan un amenaza u objetivos específicos, sino que se establecen para buscar cambios en condiciones de referencia. Se establecen generalmente por períodos más largos (décadas en el caso de muchos sistemas de medición por boyas oceánicas), sobre áreas más grandes, y por lo general no presuponen ninguna amenaza. Los programas examinan características ecológicas de gran escala como una base determinada por encuestas, toma de datos automatizada, o percepción remota de información abiótica o biótica. La colocación de las estaciones de monitoreo ambiental se puede basar en un esquema sistemático o azaroso, o puede utilizar naves de oportunidad. Los ejemplos de programas ambientales abióticos incluyen faros y boyas oceánicas, que proporcionan información acerca de un número de variables, incluyendo salinidad, temperatura, velocidad y dirección del viento, e irradiación solar. Los ejemplos de programas de monitoreo bióticos incluyen el Mussel watch que le da seguimiento a diversos contaminantes en ostras y mejillones en varios países (Goldberg y Bertine 2000). El desafío del monitoreo ambiental es distinguir entre la “señal” y el “ruido”, donde la señal se convierte en ruido y viceversa cuando se cambian las escalas espaciales y temporales (Osenberg et al. 1994). Los programas de monitoreo dirigido se fijan en características u objetivos específicos, y se ligan a menudo con objetivos de manejo o evaluación de esfuerzos de recuperación. Son el tipo más común de monitoreo y la eficacia de las decisiones de manejo. Los programas de monitoreo dirigido más comunes incluyen utilizando el monitoreo de comunidades y de hábitat antes y después de un proyecto de desarrollo para determinar sus impactos. Los ejemplos costeros incluyen el monitoreo de comunidades marinas antes y después del establecimiento de un proyecto industrial. Los ejemplos marinos incluyen monitoreo cerca de plataformas de petróleo y gas y monitoreo de las poblaciones de peces para asegurar que las decisiones de manejo de la industria pesquera están alcanzando sus objetivos. Los programas de monitoreo de medidas integradas se diseñan para reportar condiciones y tendencias ambientales y dependen de una combinación de medidas para informar acerca de tendencias esperadas como inesperadas en diferentes escalas espaciales y temporales. Las medidas integradas han sido propuestas por la US Environment Protection Agency (Agencia de protección del Programas de monitoreo marino 117 medio ambiente de los EUA, EPA por sus siglas en inglés), que ha desarrollado un método de tres niveles para proporcionar información sobre monitoreo como insumo de lo que la esta institución llama una valoración integrada (Messer et al. 1991). La EPA tiene la intención de utilizar el monitoreo para: (1) caracterizar el problema, (2) diagnosticar las causas, (3) establecer acciones de manejo, (4) estimar la eficacia de las acciones, (5) reevaluar las causas, y (6) garantizar la eficacia de las acciones. Las tres etapas son las siguientes: Caracterización del problema (etapa 1): examina las propiedades en una escala amplia de las respuestas ecológicas como una base determinada por encuestas toma automatizada de datos y/o percepción remota. Este monitoreo puede ser ambiental o dirigido dependiendo de los objetivos del estudio. Diagnóstico de las causas (etapa 2): examina estudios u observaciones específicas sobre aspectos o recursos concentrándose en interacciones de tipo causa/efecto. Este monitoreo puede también ser ambiental, pero sobre todo es dirigido. Diagnóstico de interacción y pronóstico (etapa 3): consiste en el monitoreo intensivo y sitios índice de la investigación con una resolución espacial y temporal más alta para determinar los mecanismos específicos de la interacción necesarios para el desarrollo de modelos de causa-efecto (NSTC 1997). La información generada en cada etapa es diseñada para ayudar a dirigir e interpretar los resultados de las otras etapas. Etapas en un programa de monitoreo Los programas de monitoreo consisten generalmente de cuatro etapas. La primera es para determinar qué monitorear, y esto se establece generalmente en respuesta a algún problema u objetivo. Cualquier variable de la cual se espera un cambio en el tiempo se puede monitorear, sin embargo, lo que se monitorea debería ser una característica de interés o variar de cierta manera predecible en respuesta a una característica de interés. Los objetivos más comunes del monitoreo se relacionan con la calidad del agua cercana a la costa, donde hay un número de medidas (vrg. turbidez-chl–a, oxígeno disuelto, coliformes fecales, etc.) que se pueden utilizar como indicadores de calidad del agua. La segunda etapa es para determinar la técnica de monitoreo más apropiada que se pueda utilizar. Esto se determina de nuevo evaluando los objetivos a cubrir. Hay centenares de tipos diferentes de monitoreo a niveles genético, poblacional, sinecológico y ecosistémico (tabla 1), en donde cada técnica tiene sus propias fortalezas y debilidades. Las preguntas que se deben responder al momento de determinar la técnica de monitoreo apropiada incluyen: 118 M. Zacharias ■ ¿La técnica dañará a la especie o al ambiente? ■ ¿La técnica proporcionará un tipo de medida consistente con los objetivos de la meta? ■ ¿Medirá la técnica el atributo considerado a lo largo de un rango de condiciones? ■ ¿Proporcionará la técnica observaciones suficientemente precisas para detectar escalas apropiadas del cambio? ■ ¿Se encuentra la técnica dentro del presupuesto disponible? (Davies et al. 2001) La tercera etapa es la de organizar el despliegue de la técnica en el campo y el paso final es determinar la condición de las características de interés. Tipos de características, de rasgos, y de condiciones que se podrían monitorearse en ambientes marinos Las dos clases primarias de características o de condiciones que se pueden monitorear en ambientes marinos incluyen: características, rasgos y condiciones biofísicas y características, rasgos y condiciones del uso humano. Las características, los rasgos, y las condiciones biofísicas se pueden monitorear en los niveles siguientes: ■ ■ ■ ■ ■ Genético Poblacional De comunidades Hábitat/Ecosistemas Combinaciones de niveles (vgr. biotopos o biocenosis) (Zacharias y Roff 2000). Para los propósitos de monitoreo marino, el nivel genético se incorpora generalmente a nivel especie/población puesto que el monitoreo genético se relaciona predominantemente con diversidad genética y grado de distinción (como se expresa por aislamiento y conectividad) entre poblaciones. Nótese que ciertas características, rasgos y condiciones, como el área, se pueden monitorear en múltiples niveles de la jerarquía ecológica. El monitoreo a nivel población/especie se ha encargado tradicionalmente de dar seguimiento los cambios en la abundancia y estructura de la población o de los niveles de contaminantes en una población. El monitoreo de los cambios Programas de monitoreo marino 119 Tabla 1. Tipos de rasgos, características y condiciones biofísicas y humanas que pueden ser monitoreados a nivel de población, comunidad y ecosistema Nivel de población Nivel de comunidad Nivel de ecosistema Uso-humano Densidad Área Tamaño Presencia Rango Distribución Estructura de edades Diversidad genética •Frecuencia genética •Número de alelos •Grado de relación •Depresión de endogamia o exogamia •Deriva genética •Cuellos de botella Migración Reclutamiento Retención Evolución •Marcadores moleculares Dispersión Viabilidad Patógenos Mortalidad / Morbididad Varamientos •Flujo de genes •Nivel de contaminantes /recubrimiento de individuos con petróleo a causa de derrames Abundancia de especies, uniformidad, abundancia Sucesión • Disturbios • Estados estables alternos Depredación Competencia Parasitismo Mutualismo Enfermedad Amensalismo Áreas de transición Grupos funcionales Meta poblaciones Heterogeneidad Endemismo Diversidad Áreas representativas y distintas Biomasa Productividad Movimiento de agua Entrenamiento Propiedades del agua •radiación fotosintéticamente activa (PAR) •turbidez •clorofila •temperatura •salinidad •oxígeno disuelto •carbón orgánico total •sólidos totales •sólidos volátiles totales •sulfitos totales Retención Iluminación Estratificación Discontinuidades Gases disueltos Fronteras Claridad del agua Estatus de nutrientes •Nitrógeno Compuestos ◆ Nitratos, nitritos y amonio ◆ Fósforo Características del sedimento Tipo de sedimento Batimetría Topografía Usos en tierras altas Población Densidad de población Planeación de la densidad Uso del suelo Ocupación del suelo (cobertura) Cobertura impermeable Aguas pluviales Áreas con versus sin desagües Veda de peces y mariscos por contaminantes Reportes de descargas y permisos de contaminación Alteraciones de hábitat Pérdida de humedales Ríos y arroyos urbanos perdidos Usos marinos Veda de peces y mariscos por contaminantes (Continúa) 120 M. Zacharias Tabla 1. Tipos de rasgos, características y condiciones biofísicas y humanas que pueden ser monitoreados a nivel de población, comunidad, y ecosistema (continúa) Nivel de población • Enfermedad • Deformidades • Índice de tamaño individual y condición •Tasa de crecimiento Tasa de cosecha Nivel de comunidad Nivel de ecosistema Uso-humano Tamaño de partícula Reclutamiento Viabilidad de la población Diversidad genética Cobertura béntica Área para reproducción Disponibilidad de sitios de descanso Áreas para alimentación Aumento del nivel del mar Contaminación Metales Captura por unidad de esfuerzo (CUPE) Número de barcos Número de viajes por barco Tiempo en el sitio (TIA) Visitas en día/ personas Número de buzos Número de inmersiones Redistribución de ingresos (vgr.. pescadores y operadores turísticos) Flujos de riqueza Visitantes adyacentes y turismo Tipo de transporte (impulsado, no impulsado) de las características de la población es un aspecto vital de la evaluación de la producción disponible y puede también indicar efectos adversos debidos a contaminantes o a la pérdida del hábitat en las poblaciones no cosechadas. Sin embargo, fuera de los ambientes intermareales (que se observan fácilmente), los cambios en la estructura de las poblaciones son difíciles de detectar. A menudo, solamente se identifican las mortalidades y morbilidades masivas, al igual que cambios en las características sexuales primarias (imposex) en ciertos invertebrados bentónicos. Programas de monitoreo marino 121 El propósito de esta sección no es discutir en detalle los diferentes métodos de monitoreo a nivel poblacional, sino proporcionar varias características, rasgos y condiciones que se pueden monitorear en este nivel, así como algunas técnicas populares y avances recientes. A nivel población/especie, las características, rasgos y condiciones que pueden ser monitoreadas se muestran en la tabla 1. Los programas de monitoreo bien conocidos a nivel población/especie incluyen el programa Mussel Watch cuyo monitoreo no sólo se enfoca las condiciones ambientales sino también en la extensión y el impacto de contaminantes específicos. Iniciado en 1975 para monitorear radionucleidos, hidrocarburos de petróleo, hidrocarburos clorados y metales, las ostras y mejillones fueron seleccionados como indicadores puesto que bioacumulaban sustancias tóxicas a niveles que eran mensurables con el equipo de detección de aquellos tiempos. Este proyecto fue promovido como programa nacional e internacional para monitorear la contaminación en aguas costeras. Goldberg (1988) lo revisó y notó, entre otros aspectos, que aunque detectar las cantidades de contaminantes en los organismos era útil, no lograba evaluar sus efectos en los indicadores ni en los ambientes. Además, se añadían constantemente nuevos productos químicos tóxicos al ambiente marino y se contaba con presupuestos insuficientes para analizarlos (Goldberg y Bertine 2000). También ha habido una cantidad de avances recientes en cuanto a monitoreo de poblaciones que se espera reduzcan costos y mejoren los resultadosde dicha actividad. Uno de los progresos más interesantes son los métodos que evitan el tener que analizar una gran cantidad de agentes contaminantes en el ambiente marino (vgr. agua, sedimentos) o en los organismos, por ejemplo los mejillones, utilizando ciertas enzimas de desintoxicación y de sustancias hormonales activas. De esta manera, el efecto total de una serie de contaminantes en una población o comunidad se puede evaluar de manera mas efectiva en términos de su costo. Esta metodología se conoce de manera general como determinación colectiva de contaminantes. Las enzimas de desintoxicación son producidas (metalotioneína y citocromo p-450) cuando los organismos son expuestos a una cantidad de compuestos, incluyendo hidrocarburos aromáticos policíclicos, bifenilos policlorados, dioxinas y furanos (Roesijadi 1992, Anderson et al. 1995). Unidades de medida para el citocromo P-450 se dan en unidades equivalentes de benzol[a]pireno; los niveles elevados de estas enzimas señalan el potencial de las respuestas tóxicas, carcinogénicas, o mutagénicas de estos organismos. El citocromo P-450 se ha utilizado ampliamente en 122 M. Zacharias Tabla 2. Tipos generales de información para uso humano cosechada como parte de inventarios de uso humano. La información se separa más a fondo en inventarios referentes a las estructuras, las actividades de consumo, las actividades de no consumo y la zonificación Estructuras Actividades de consumo Actividades de no consumo Calidad ambiental Zonificación Muelles /anclaje flotante Pesquerías comerciales Sitios de acampar Agua potable Ubicación de los permisos de aguas /cantidades Facilidades industriales Pesquería recreativa Áreas de navegación Residencias con fosas sépticas Ubicación de los permisos de desechos / cantidades tiraderos /áreas de almacenamiento de troncos Pesquería indígena Otros sitios recreativos Vertederos marinos Zonificación de uso de tierras altas Tuberías [sumergidas] Sitios de cosecha de vegetación marina Rutas de cruceros Fuentes de contaminación puntuales y no puntuales Uso presente de tierra/agua Sitios de cosecha Acuacultura Sitios de apreciación de la naturaleza Sitios de cambio de aguas de lastre Sitios de descarga [permitidos /nopermitidos] Áreas de extracción de agregados Sitios de maricultura de peces y mariscos Capacidad de uso de tierras Zonificación costera Áreas marinas protegidas (Continúa) Programas de monitoreo marino 123 Tabla 2. Tipos generales de información para uso humano cosechada como parte de inventarios de uso humano. La información se separa más a fondo en inventarios referentes a las estructuras, las actividades de consumo, las actividades de no consumo y y la zonificación Estructuras Actividades de consumo Actividades de no consumo Drenajes de tormenta Áreas de extracción de hidrocarburos Sitios de observación de vida silvestre Sitios de construcción Áreas de Evaluaciones extracción de de capacidad otros minerales recreativa Calidad ambiental Zonificación Tenencias marinas Operaciones comerciales Tomas de agua Aeropuertos/pistas de aterrizaje Depósitos para respuesta a emergencias y áreas para filas Diques/malecones estudios de monitoreo debido a los costos bajos del análisis. Sin embargo, se requieren más trabajos para relacionar niveles de citocromo P-450 con la salud y la integridad global de especies y comunidades (Goldberg y Bertine 2000). Las sustancias hormonales activas regulan los metales y la desintoxicación a nivel celular, y son inducidas a menudo por el cobre y el cadmio. Otro campo reciente de estudio se relaciona con la determinación de los efectos endócrinos disruptivos en las poblaciones marinas causadas por los compuestos con características estrogénicas. Los estrógenos miméticos pueden ser naturales o sintéticos y se cree que limitan el éxito reproductivo de ciertos organismos. Las fuentes naturales que han demostrado efectos sobre organis- 124 M. Zacharias mos marinos incluyen a la estrona y el estradiol-17B. Los seres humanos han introducido una gran cantidad de productos químicos que pueden funcionar como estrógenos miméticos, sin embargo, el etinil estradiol estrogénico (que se encuentra sobre todo en anticonceptivos orales) tiene el potencial más grande en cuanto a sus efectos (Matthiessen y Law 2002). Aunque el vínculo entre estos compuestos y el éxito reproductivo de los organismos no ha sido demostrado, la evidencia anecdótica sugiere que estos compuestos miméticos pueden tener un efecto significativo en ciertas especies marinas. Hay un número de técnicas diferentes para determinar el efecto de este tipo de sustancias miméticas sobre la actividad hormonal. Por último, Toxicity Identification and Evaluation TIE (identificación de la toxicidad y su evaluación) y el Scope-for-Growth SFG (Potencial de crecimiento) son nuevos métodos para examinar los efectos de contaminantes en los organismos. La identificación de la toxicidad y su evaluación han sido desarrolladas por la EPA y buscan conocer los efectos sustancias y compuestos químicos sobre organismos individuales o grupos pequeños de organismos, por medio del aislamiento de cada compuesto químico. El potencial de crecimiento (SFG) de un organismo es una medida de la cantidad de energía disponible para su crecimiento somático. El SFG declina en los organismos contaminados que están teniendo que dedicar energía a la desintoxicación y a la reparación del tejido. Si el SFG es cero, el organismo no podrá crecer. Si es negativo, el organismo perderá peso corporal y potencialmente morirá. Los agentes contaminantes que afectan mas comúnmente al SFG son los hidrocarburos aromáticos policíclicos PAH, orgánicos polares, y tributiltina (Kroger et al. 2002). El monitoreo marino sigue desarrollándose. Mientras que los sensores rentables, precisos, y confiables para temperatura, conductividad, profundidad, y turbidez se han desarrollado y han sido desplegados mundialmente, las investigaciones recientes en el campo de los biosensores para monitorear parámetros químicos y biológicos adicionales están progresando. Uno de los aspectos más interesantes en cuanto a avances en biosensores es el uso de la técnica aplicada al campo de la taxonomía molecular, donde la medida del tipo y de la abundancia de especies (generalmente basada en plancton y secuencias características de ácido nucleico) puede indicar disturbios antropogénicos en un sistema (Kroger et al. 2000). Otra área de investigación es la huella molecular (MIP por sus siglas en inglés), que introduce características de reconocimiento en polímeros sintéticos que se pueden utilizar después para reconocer iones, péptidos y proteínas, esteroides y células completas. El proceso desarrolla templetes de polímeros sintéticos que son crea- Programas de monitoreo marino 125 dos al mezclar el compuesto deseado (templete), con un monómero apropiado, a menudo ácido metacrilico, y un entrecruzador apropiado como dimetacrilato de etileno glicol en solventes adecuados. Esta mezcla se polimeriza entonces usando UV o iniciación química. A diferencia de muchos compuestos biológicos como anticuerpos y enzimas, que son intrínsicamente inestables, las MIPS son resistentes a los cambios en pH, presión y temperatura, y son generalmente barata, y compatibles con tecnología existente de micromáquinas (Kroger et al. 2002). Monitoreo a nivel de comunidad Las comunidades marinas son complejas, crípticas, y difíciles de observar y censar. Consecuentemente, también son difíciles de monitorear. La observación más común a nivel de comunidades se dirige a medidas de la composición y diversidad de las especies tales como riqueza, uniformidad, y abundancia (tabla 1). A menudo, las estimaciones de la “salud” o “integridad” de las comunidades marinas se hacen monitoreando a nivel poblacional y ecosistémico debido a la complejidad de realizarlo a nivel de comunidad. Una técnica prometedora a dicho nivel en cuanto a determinación de los impactos de agentes contaminantes es la del uso de “bioindicadores”, que evalúan las actividades humanas usando la composición de ensambles de especies diferentes. Carballo y Naranjo (2002) utilizaron ensambles de esponjas y ascídias como bioindicadores para determinar la calidad del agua costera en la bahía de San Diego. Otros han propuesto usar tasa de “especies indicadoras de contaminación” contra “especies indicadoras de agua pura” para evaluar el grado de contaminación en áreas costeras. El monitoreo a nivel del ecosistema El nivel de ecosistema o de hábitat es probablemente la menos difícil de las jerarquías a monitorear dado la facilidad relativa de tomar datos a nivel del ecosistema (tabla 1). El monitoreo a este nivel se puede también efectuar a las escalas que van desde unos cuantos metros hasta miles de kilómetros. Para que la mayoría de las características, rasgos o condiciones de los ecosistemas sean aplicables para el monitoreo marino, deben ser correlacionadas con una cierta respuesta biológica, o un estrés o cambio externo. La tecnología de monitoreo a nivel del ecosistema está relativamente bien desarrollada (vgr. los sensores de CTD) y muchas de las respuestas biológicas a las variables del ecosistema como temperatura y tasas de crecimiento se han demostrado cuantitativamente. 126 M. Zacharias El monitoreo de los usos humanos Conforme las estrategias de manejo y conservación se diseñan para evaluar y mitigar los impactos humanos en los ambientes marinos, se vuelve imperativo poder documentar y evaluar el nivel de estas actividades a lo largo del tiempo para determinar las relaciones con los cambios en la estructura del hábitat y las comunidades marinas. Dado que los seres humanos somos una especie terrestre, y que los ambientes marinos se encuentran biogeoquímicamente río abajo del reino terrestre, los programas de monitoreo deben, evaluar ambientes marinos así como las actividades y los usos en los ecosistemas terrestres que se sabe impactan a los ambientes marinos. El monitoreo del uso humano se puede separar en programas que consideran características terrestres y programas que se ocupan de características, rasgos y condiciones marinas (tabla 1). El papel de los indicadores en el monitoreo Los indicadores se utilizan como sustitutos para evaluar una tendencia o condición cuando la variable de interés no puede ser medida debido a limitaciones ya sea en la habilidad o en la posibilidad económica de monitorearla directamente. Por ejemplo, la temperatura se puede utilizar como una característica sustituta del éxito y la supervivencia reproductiva de ciertas especies, y los niveles de oxígeno disuelto pueden indicar el nivel de la perturbación humana en un sistema. El monitoreo de tendencias sobre un cierto plazo utiliza generalmente indicadores de condición (según lo definido por Zacharias y Roff 2001), que varían en respuesta al estado, la salud y la integridad ecológica de un sistema. Los indicadores o los parámetros sustitutos para la calidad del agua utilizan con frecuencia la concentración de clorofila, de sedimentos, del oxígeno disuelto y de sólidos suspendidos totales. Los indicadores a nivel genético incluyen la presencia de ciertos alelos. Los indicadores de condición y las especie clave se utilizan en el nivel de especie/población. A nivel de comunidad, los indicadores que podrían ser monitoreados incluyen las relaciones de abundancia entre ciertas especies así como gremios o grupos funcionales. A nivel ecosistémico, los indicadores son generalmente medidas de la calidad del agua tales como clorofila, turbidez, y sólidos disueltos. Un buen indicador es científicamente robusto, fácilmente comprensible o sensible a los cambios que debe medir, mensurable a un nivel de exactitud disponible con la tecnología actual, y que se pueda poner al día regularmen- Programas de monitoreo marino 127 te. Otras preguntas que se deben considerar en la selección de indicadores incluyen: ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ¿Se puede cuantificar el indicador propuesto de manera sencilla? ¿Responde a un amplio rango de condiciones? ¿Es sensible a preocupaciones o condiciones problemáticas? ¿Puede resolver diferencias significativas en tales condiciones ambientales? ¿Esta medida puede proporcionar una visión integrada de los efectos en tiempo y espacio? ¿Los resultados de estas medidas son reproducibles? ¿Hay información de referencia que permita evaluar los resultados obtenidos? ¿Se pueden comparar estos resultados a lo largo de diferencias espaciotemporales? (http://cleanwater.gov/coastalresearch/report.html). Dificultades en el monitoreo marino En contraste con la mayoría de los programas de monitoreo terrestre, el monitoreo marino se vuelve difícil por de características de estos los ambientes más allá del hecho de que a menudo son difíciles de observar y censar. Mientras que el tratamiento a profundidad de las diferencias entre los sistemas terrestres y marinos va más allá del alcance de este capítulo, los programas de monitoreo marino deben considerar y explicar los siguientes aspectos: Determinación de líneas de referencia/estados de referencia. Muchos programas de monitoreo marino se establecen en sistemas que tienen una historia larga de impactos humanos, por lo tanto puede no haber línea de referencia verdadera o un “estado natural” para comparar los resultados del monitoreo (Dayton et al. 1998). Monitoreo en comunidades no-clímax. En muchas comunidades marinas templadas y árticas, se desconoce si estas comunidades alcanzan un estado de comunidad clímax o si se encuentran continuamente en estadios sucesionales tempranos o intermedios. Los esfuerzos de monitoreo (particularmente a nivel de poblaciones y comunidades) podrían estar registrando un proceso de sucesión natural en vez de cambios debido a influencias antropogénicas. Los ejemplos más extremos de este efecto son los cambios de régimen y los estados estables alterados, que pueden cambiar la trayectoria sucesional para las comunidades en escalas temporales de décadas. Descripción Produce mapas de relieve topográfico sombreados que pueden ser utilizados para interpretar geología del fondo marino, relieve, y procesos. Sistema de discriminación acústica terrestre Produce mapas de rugosidad (AGDS) del fondo marino y por ende características del fondo marino Batimetría multi-haz Proporciona información sobre textura del sedimento, topografía, formas de las capas, y detección de objetos Percepción Multiespectral (visible e IR) remota satelital sistemas incluyen IKONOS, GOES, SeaWIFs, Landsat, SPOT, Quickbird Percepción remota aérea Puede ser pasivo (vgr.. multiespectral, filme) o activo (vgr. Sonar lateral LIDAR) Método de muestreo bentónico Difusión de fondo puede ser utilizada para caracterizar el substrato. Menos útil que el sonar lateral para la detección de objetos. 1 1.5 (Continúa) Requiere de procesamiento significativo antes de poder ser interpretado. Sistemas existentes incluyen QTC – View, RoxAnn, y EchoPlus. Normalmente no proporciona datos batimétricos. Bandas de imágenes pueden ser mozaizadas para producir imágenes foto realística. 1 10 1 Aplicable solo en ambientes poco profundos. Firma espectral difícil de interpretar. .1 – 10 > 10 5 Aplicable solo en ambientes poco profundos. Resolución temporal afectada por el clima y el tiempo de repetición orbital. 1 – 1000 > 100 Cobertura Resolución espacial Comentarios Característica (m) (km2 h-1) Tabla 3. Comparación de técnicas de inventario y monitoreo bentónico (adaptado de Kenny et al. 2000) 128 M. Zacharias Puede ser operado por buzos, sumergibles, ROVs, o por control remoto. Difícil establecer una posición exacta puesto que por lo general las tomas son oblicuas. Destructivo, no aplicable en ciertos tipos de fondos Puede ser usado para identificar comunidades biológicas así como para obtener verdades campo sobre otros métodos. Difícil establecer una posición exacta puesto que por lo general las tomas son oblicuas. Requiere de análisis adicional en laboratorio .1 Variable .01 .01 .2 .2 .1 .003 Palangres de fondo Varios métodos remueven objetos en o cerca del fondo Puede ser usado para identificar comunidades biológicas así como para obtener verdades campo sobre otros métodos Fotografía Muestreo bentónico Muestras de volumen fijo son /muestreo por tomadas del bentos por buzos o por extracción de equipo operado por control remoto. núcleos Puede ser usado para identificar comunidades biológicas así como para obtener verdades campo sobre otros métodos. Videocámara Puede ser utilizado para mapear espesor de los sedimentos así como a comunidades infaunales 1 Proporciona definiciones de alta resolución de los sedimentos del fondo marino hasta aprox. 50 m debajo del fondo marino Perfiladores de subsuelo Resolución espacial Comentarios Característica (m) .8 Descripción Método de muestreo bentónico Cobertura (km2 h-1) Tabla 3. Comparación de técnicas de inventario y monitoreo bentónico (adaptado de Kenny et al. 2000) (continúa) Programas de monitoreo marino 129 Velocidad de muestreo depende de la velocidad del navío, así como de la capacidad de los instrumentos Variable >1 Navíos (Continúa) Se usa para calcular niveles de clorofila y sólidos en suspensión así como para censar animales marinos. Las firmas espectrales son de difícil interpretación. .1 – 10 > 10 Percepción remota Puede ser multiespectral o basarse aérea en filmes Muchos instrumentos pueden ser desplegados durante un crucero Imágenes capturan condiciones de la superficie del mar que podrían ser usadas para inferior acerca de las estructuras pelágicas (frentes, olas internas etc.) 10 – 100 >100 Percepción remota Sistemas de radar incluyen por radar Radarsat, JRS-1, SIR Resolución espacial Comentarios Característica (m) Imágenes solo capturan los primeros metros de la columna de agua. Resolución temporal afectada por el clima y el tiempo de repetición orbital. Proporciona datos sobre temperatura de la superficie del mar y color. Cobertura (km2 h-1) 1 – 1,000 Descripción > 100 Percepción remota Multiespectral (visible e IR) satelitales óptica sistemas incluyen IKONOS, GOES, SeaWIFs, Landsat, SPOT, Quickbird Método de muestreo pelágico Tabla 4. Comparación de técnicas de inventario y de monitoreo pelágicas 130 M. Zacharias Descripción Proporciona información sobre corrientes marinas. Puede también proporcionar datos sobre temperatura de superficie, viento, color del océano, presión, o salinidad Proporciona información sobre densidad, distribución, y abundancia. Provee la habilidad de cosechar muestras y tomas video y fotos Buzos experimentados pueden identificar comunidades y hábitats in situ Método de muestreo pelágico Traineras Sonar Sumergibles/ ROVs Buzos Discrimina entre especies en base a datos del sonar y conocimiento de los requerimientos de hábitat de las especies. Medidas de tamaño pueden ser hechas para las especies más grandes. .1 Variable .1 <2 1 .2 Aplicable para estudios detallados de pequeñas áreas en profundidades menores La resolución espacial dependerá del número de traineras desplegadas en el área. Se emplean actualmente para modelar el reclutamiento. 100 Resolución espacial Comentarios Característica (m) N/A Cobertura (km2 h-1) Tabla 4. Comparación de técnicas de inventario y de monitoreo pelágicas (continúa) Programas de monitoreo marino 131 Aplicable solo en ambientes intertidales más anchos y en estuarios. También puede ser muy eficaz como inventario/monitoreo. Muy aplicable en ambientes intertidales y estuarios. Aplicable en zonas intertidales estrechas Puede ser usado para identificar comunidades biológicas así como para obtener verdades campo sobre otros métodos. Difícil establecer una posición exacta puesto que por lo general las tomas son oblicuas. .1 – 10 .1 .1 .01 > 10 .1 .1 .1 Proporciona información sobre densidad, distribución, y abundancia para áreas más grandes. Proporciona información sobre densidad, distribución, y abundancia para áreas más grandes. Puede ser usado para identificar comunidades biológicas así como para obtener verdades campo sobre otros métodos Cuadrantes Transectos Fotografías Percepción remota Puede ser pasivo (ej. multiespectral, aérea filme) o activo (vgr. LIDAR) Aplicable solo en ambientes intertidales más anchos y en estuarios. Resolución temporal afectada por el clima y el tiempo de repetición orbital. 1 – 1,000 > 100 Multiespectral (visible e IR) sistemas incluyen IKONOS, GOES, SeaWIFs, Landsat, SPOT, Quickbird Percepción remota satelital Resolución espacial Comentarios Característica (m) Descripción Método de muestreo intermareal Cobertura (km2 h-1) Tabla 5. Comparación de técnicas de inventario y monitoreo de zonas intermareales / estuarinas 132 M. Zacharias Programas de monitoreo marino 133 Contribuciones terrestres. Las señales de monitoreo pueden ser el resultado de las contribuciones terrestres (generalmente vía insumos de nutrientes y energía), que pueden funcionar independientemente de los procesos marinos. Los esfuerzos de monitoreo en áreas neríticas, por lo tanto, deben considerar los insumos de ambientes terrestres. Disminución de la estabilidad espacial y temporal a partir de la costa. La estabilidad espacial y temporal disminuye con el aumento de distancia de la orilla por lo tanto, hacia la orilla la información del monitoreo tenderá a ser más estable temporal y espacialmente que el resultado de la medición de la misma variable costa afuera. Esto es importante para el diseño de programas de muestreo, que deben reconocer y explicar el aumento de variabilidad conforme uno se aleja de la costa. Conclusiones En conclusión, hay muchas opciones para monitorear ambientes marinos dependiendo de los objetivos que se persigan y de los recursos disponibles para implementar el programa de monitoreo. Es importante, sin embargo, que los encargados de manejo de los sistemas marino consideren todas las opciones para que los objetivos del monitoreo se cumplan. Bibliografía Aylott, J. W., D. J. Richardson y D. A. Russell. 1997. Optical biosensing of nitrate ions using a sol-gel immobilized nitrate reductase. Analyst 122: 77-80. Bernstein, B. y S. B. Weisberg. 2003. 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Aquatic Conservation 11: 59-76. ———. 2000. An ecological framework for the conservation of marine biodiversity. Conservation Biology 14(5): 1327-1334. Gestión de áreas marinas protegidas 135 8 Introducción a una metodología para evaluar la efectividad de la gestión de áreas marinas protegidas * Robert S. Pomeroy, Lani M. Watson, John E. Parks y Gonzalo A. Cid Introducción Evaluar y entender la efectividad de las acciones de gestión de las áreas marinas protegidas (AMP) es una necesidad general identificada en diferentes foros internacionales y por diferentes administradores de tales zonas. Como un esfuerzo inicial para abordar esta necesidad, la Comisión Mundial de Áreas Protegidas (sección marina) de la Unión Internacional para la Conservación (UICN) en conjunto con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) iniciaron en el año 2000 la Iniciativa para la Gestión Efectiva de AMP (IGE), que es un proyecto diseñado para desarrollar una metodología para planificar y llevar a cabo evaluaciones de desempeño de la gestión de AMP. Después de más de dos años de estar implementando un proceso de diseño participativo y pruebas in situ, el proyecto identificó y definió una serie de indicadores biofísicos, socioeconómicos y de gobernabilidad que pueden ser seleccionados y adaptados a las necesidades de evaluación de diferentes de AMP, así como a sus diferentes capacidades y recursos. * Basado en Pomeroy et al. 2005. Traducido y adaptado del original en inglés por Gonzalo Cid. 135 136 R. Pomeroy et al. ¿Para qué evaluar la efectividad de la gestión? La evaluación de áreas protegidas marinas o terrestres es una prioridad de conservación con creciente atención y promoción de la comunidad internacional. Este interés se debe, en parte, a la necesidad de usar evaluación objetiva para determinar las necesidades futuras y adaptar las prácticas actuales con el propósito de mejorar la efectividad de los esfuerzos de gestión y hacer más eficiente la asignación de recursos financieros y humanos. Para efectos de este capítulo, el término “gestión efectiva” se define como el grado en el cual las acciones de gestión y administración logran cumplir con las metas y objetivos establecidos para un área protegida (Hockings et al. 2000). Los casos reales documentados muestran que el grado de efectividad de la gestión de AMP tiene un impacto directo sobre el nivel de las acciones y decisiones que se toman sobre el uso de recursos naturales y cómo afectan a las personas que dependen de ellos (Hockings et al. 2000). Las evaluaciones de la gestión efectiva pueden permitir el mejoramiento de las acciones de gestión de las AMP mediante el aprendizaje, la adaptación y el diagnóstico de los problemas que afectan el logro de las metas y objetivos inicialmente definidos. La gestión efectiva también puede entregar los mecanismos para contabilizar el buen uso de los recursos invertidos en la administración de una AMP. Esto último es especialmente atractivo para áreas que están bajo constante escrutinio o evaluación pública. Interés en la gestión efectiva de las áreas marinas protegidas Se ha identificado a las AMP como instrumentos para: 1 Mantener o restaurar la biodiversidad marina y las funciones del ecosistema, especialmente a través de las reservas marinas, también conocidas como áreas de no intervención (NCEAS 2001, Lubchenco y Palumbi 2003). 2 Mejorar las condiciones socioeconómicas del área por el incremento de los beneficios derivados de un aumento y sustentabilidad de producción pesquera (Pauly et al. 2002, Halpern 2003, Russ et al. 2004) La expectativa general de que las AMP pueden generar estos beneficios ha sido iniciada por la divulgación de algunos casos de estudio exitosos, de la investigación científica, y del respaldo proveniente de los diferentes grupos de promoción de la protección de los recursos marinos. A pesar de esta ex- Gestión de áreas marinas protegidas 137 pectativa, existe la posibilidad de que las visiones ambientales radicalizadas y las expectativas poco realista sobre lo que las AMP pueden generar, lleven al diseño y proliferación de AMP de manera desinformada y sin un objetivo general. Esto último podría poner en peligro muchos esfuerzos e inversiones en la protección de los recursos marinos (Jameson 2002, Agardy et al. 2003). Adicionalmente, las AMP generalmente tienen dificultades para lograr sus objetivos ya que enfrentan los problemas con un reducido número de personal, bajo presupuesto, y falta de respaldo técnico y logístico, falta de información científica, y un insuficiente respaldo político, institucional y para la toma de decisiones. Todos estos factores han sido identificados como inhibidores de la habilidad de las AMP para lograr sus metas y objetivos y para tomar decisiones de gestión de manera informada (Kelleher et al. 1995) La gestión efectiva de AMP requiere de constantes insumos de información para lograr sus objetivos. El proceso de gestión involucra planificación, diseño, implementación, monitoreo, comunicación y evaluación. La evaluación consiste en la revisión de los resultados de las decisiones tomadas y en la estimación de si estas acciones están produciendo los resultados esperados. Esto significa que para lograr éxito en la gestión, es fundamental para la administración de un AMP desarrollar registros consistentes de datos y acciones durante toda la gestión. La evaluación debe ser una parte rutinaria del proceso de gestión; la evaluación de la gestión efectiva se basa en, y documenta a esta rutina. La relación entre acciones y resultados no es siempre tan evidente, ya que los administradores de AMP no siempre tienen el tiempo o la necesidad de analizar los resultados acumulativos de las diferentes decisiones de gestión. Si este ejercicio no se realiza se pueden perder muchos recursos invertidos y al mismo tiempo, puede que no se logren algunos objetivos del AMP. La evaluación de la gestión efectiva entrega un instrumento formal para poder registrar y aprender de los éxitos y de los fracasos y ayuda a los usuarios a entender cómo y por qué ciertas prácticas de gestión son adoptadas. A principios de los años 1990, alrededor de 383 AMP fueron evaluadas en el desempeño efectivo de su gestión. Los resultados arrojaron que aproximadamente un tercio de estos sitios lograban cumplir con sus objetivos de gestión, otro tercio lo hacía parcialmente y el tercio restante tenía información inadecuada, lo que puede sugerir que estos no logran cumplir exitosamente con sus objetivos (Kelleher et al. 1995). Recientemente, en el sureste asiático se determinó que de 332 AMP cuya efectividad de gestión pudo ser medida sólo 14% cumplen efectivamente con sus objetivos, 48% tienen una efectividad parcial, y 38% tiene una gestión inadecuada (Burke et al. 2002). En Belice se desarrolló una 138 R. Pomeroy et al. evaluación de la gestión efectiva del sistema nacional de áreas protegidas, y se concluyó que el sistema general sólo alcanzaba un nivel de moderada satisfacción, indicando que existen deficiencias que pueden reducir la probabilidad de lograr los objetivos de conservación general (McField 2002). Los diferentes niveles de éxito del desempeño actual de muchas AMP nos indican la necesidad inmediata de fortalecer las capacidades del personal administrativo de estas áreas para evaluar la efectividad de sus estrategias y acciones, y así ser capaces de manejar sus esfuerzos adaptativamente y mejorar el efecto y alcance de sus estrategias de conservación en el tiempo. Otro de los factores que restringe la gestión efectiva de las AMP es la falta de información disponible sobre el estado y la naturaleza de las condiciones dentro y fuera de la reserva. Obtener esta información requiere de evaluaciones amplias y periódicas de los procesos naturales y sociales que ocurren dentro y fuera de los límites del AMP. A raíz de esta necesidad, existe interés a nivel internacional de desarrollar y aplicar indicadores adecuados y para medir los productos y resultados de la gestión a nivel biofísico, socioeconómico e institucional y de gobernabilidad. Recientemente, varias organizaciones han priorizado esfuerzos para identificar y desarrollar indicadores como instrumentos para evaluar el desempeño de la gestión de los recursos marinos. Algunas de estas instituciones incluyen la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), el Banco Mundial, la Comisión Oceanográfica Intergubernamental, y la Administración Nacional para el Océano y la Atmósfera de los Estados Unidos (NOAA). El desarrollo de una metodología de evaluación El empleo de indicadores específicos para evaluar la gestión efectiva de ecosistemas marinos puede servir a los propósitos de diferentes grupos o audiencias, tales como agencias donantes, legisladores, administradores, y agencias no gubernamentales ambientales y de desarrollo. Los resultados de las evaluaciones puedes también ser usados para otros propósitos como resaltar los progresos de la gestión del AMP, asistir en identificar y establecer nuevas prioridades para futuras acciones de gestión, mantener un buen estado de cuentas, y promover mejores políticas y prácticas de gestión por parte de las agencias y organizaciones responsables por la implementación de AMP a nivel local y nacional. Los administradores de AMP pueden usar los resultados de las evaluaciones no sólo en mejorar su desempeño inmediato, sino que pueden Gestión de áreas marinas protegidas 139 usarlos para solicitar asistencia que les permita abordar los problemas para lograr las metas y objetivos actuales o, alternativamente, reformularlos. Otros usuarios, incluyendo a las comunidades costeras, pueden también usar los resultados de las evaluaciones para determinar cómo sus intereses han sido considerados en el proceso de gestión del AMP. En el año 2000, la Comisión Mundial de Áreas Protegidas-Sección Marina de la UICN (WCPA-Marine) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), con la coordinación de la NOAA, inauguraron una iniciativa conjunta para ayudar a mejorar las condiciones de la gestión de las AMP. Esta iniciativa se focalizó en el trabajo directo con administradores, planificadores y otros actores clave en la toma de decisiones para desarrollar un conjunto de indicadores para evaluar la efectividad de la gestión de AMP. Las actividades de la iniciativa se concentraron en mejorar el potencial y las capacidades para la gestión adaptativa de AMP, así como ayudar a la comprensión de los factores principales que determinan la efectividad de la gestión de AMP en el mundo. La iniciativa fue desarrollada basándose en otros trabajos y en la experiencia sobre gestión efectiva de áreas protegidas en general, incluyendo el marco para la gestión efectiva de áreas protegidas de la UICN (Hockings et al. 2000). El producto principal de la Iniciativa para la Gestión Efectiva de AMP (IGE-AMP) es un manual diseñado para entregar a los administradores y otros profesionales interesados una guía paso a paso para: (a) seleccionar indicadores biofísicos, socioeconómicos y de gobernabilidad relevantes para la evaluación de cualquier AMP en particular, (b) desarrollar un proceso para planificar e implementar evaluaciones, y (c) usar los resultados de las evaluaciones para informar y adaptar las decisiones de gestión de las AMP (Pomeroy et al. 2004). Durante tres años de la iniciativa, las siguientes actividades fueron llevadas a cabo: 1) desarrollo de un conjunto de indicadores, 2) desarrollo de un manual metodológico con la asistencia y revisión de profesionales y expertos en la materia, y 3) prueba en terreno de los indicadores y metodología del manual en 18 AMP alrededor del mundo. Una visión general de la metodología de evaluación La parte fundamental de la metodología del manual es la selección y medición de indicadores apropiados para determinar la gestión efectiva de un AMP en particular. Para esto, el manual entrega un proceso de 4 pasos (ver figura 1): 140 R. Pomeroy et al. 1. Seleccionar los indicadores apropiados 2. Planificar y preparar la evaluación 3. Recopilar y analizar datos e información para los indicadores seleccionados 4. Usar los resultados de la evaluación para adaptar o mejorar el proceso de gestión. En el manual, el lector es conducido a través de varios pasos para poder completar cada una de estas cuatro partes. Existe un amplio rango de tipos de indicadores que deben ser considerados al evaluar el desempeño general de un área protegida. Estos incluyen el contexto (¿dónde nos encontramos ahora?), la planificación (¿dónde queremos estar?), los insumos (¿qué necesitamos?, ¿cómo lo vamos a hacer?), los productos (¿cuáles son los productos y servicios generados?), y los resultados (¿qué hemos logrado?) (Hockings et al. 2000). En el caso del la IGE-AMP, el trabajo se concentró principalmente en los indicadores de productos y resultados. La evaluación de resultados es, en definitiva, la prueba final de la efectividad de la gestión. Como paso inicial para el desarrollo del manual, se llevó a cabo una encuesta a nivel internacional sobre las metas y objetivos de diferentes AMP, que fueron separados en tres categorías principales: biofísicas, socioeconómicas y gobernabilidad e institucionalidad. El siguiente paso fue hacer una encuesta sobre indicadores existentes que son usados para medir varios aspectos del ambiente marino y las comunidades costeras. En este paso se identificaron más de 130 indicadores, los cuales fueron asociados a las principales metas y objetivos que ellos pudieran medir en AMP. Este producto fue distribuido para revisión por parte de expertos. El borrador inicial de metas, objetivos e indicadores fue revisado, evaluado y priorizado por un grupo multidisciplinario de expertos de 17 países en un taller realizado en octubre del 2001 en Chichiriviche, Venezuela. El principal resultado del taller fue un conjunto de 52 indicadores, cado uno con su información de respaldo. Dos revisiones posteriores y separadas de estos indicadores redujeron la lista final a 42. Cada uno de ellos fue puesto en operación mediante la descripción de sus definiciones, métodos para su medición, y una guía para el análisis de sus resultados. Introducción a los indicadores Las AMP en general operan bajo diferentes condiciones determinadas por las características biofísicas, socioeconómicas y de gobernabilidad. Las in- No Pasos 1-4. Identificar cómo se relacionan los indicadores seleccionados ¿Es posible hacer todo? Paso 1-3. Identificar sus metas y objetivos AMP Priorizar un subconjunto de indicadores ¿Los recursos son suficientes? Paso 1-2. Empatar los indicadores relaventes con sus metas y objetivos AMP Pasos 2-4. Definir un cronograma y un plan de trabajo para la evaluación Paso 2-3. Identificar quién debería participar en la evaluación Paso 2-2. Definir el público que recibirá losresultados de la evaluación Si Paso 2-1. Valorar los recursos necesarios para medir sus indicadores Paso 1-1. Identificar sus metas y objetivos AMP No Aplicar el plan y asegure los recursos necesarios Si ¿Hay un plan para asegurar los recursos? No Establecer un plan para asegurar los recursos necesarios Pasos 3-5. Fomentar la revisión de pares y la validación independiente de los resultados Paso 3-4. Analizar los datos obtenidos Paso 3-3. Manejar los datos obtenidos Paso 3-2. Obtener datos Paso 3-1. Aplicar su plan de trabajo para la evaluación Si ¿Hay un plan para asegurar los recursos? No Identificar las fuentes de error (humanas o de la muestra) y ajuste el plan de evaluación Repetir el proceso Paso 4-3. Mantener el desempeño en la administración del AMP Si ¿Se alcanzaron todas las metas y objetivos? Paso 4-2. Usar los resultados para adaptar las estretegias de adminsitración Paso 4-1. Compartir los resultados con audiencias objetivo No Revisar y ajustar las prácticas de administración AMP Figura 1. Proceso de cuatro etapas con sus respectivos pasos para evaluar la efectividad de la gestión de AMP que describe el manual de la IGE-AMP Gestión de áreas marinas protegidas 141 142 R. Pomeroy et al. terrelaciones causales entre estas condiciones son numerosas y complejas, incluyendo su localización geográfica, el ecosistema asociado y las comunidades que viven y dependen de estas áreas. La figura 2 es una representación muy simplificada de estas interrelaciones y de cómo influencian de una u otra forma la capacidad de lograr las metas y objetivos de un AMP. Por ejemplo, las regulaciones pesqueras de un país influencian directamente el esfuerzo pesquero permitido dentro de las aguas costeras. Igualmente, los derechos de propiedad privada y pública sobre la tierra y el mar pueden influir en los aspectos socioeconómicos de un país, como la distribución de los beneficios de uso de los recursos, la economía de la población, las tasas de pobreza y la seguridad alimentaria. En otros casos las condiciones sociales existentes pueden influenciar el entorno natural en el cual la AMP opera. Las prácticas culturales de un grupo étnico dominante, por ejemplo, o los valores, actitudes y creencias sostenidas por un grupo de residentes costeros pueden determinar directamente cuáles especies o tipos de hábitat son los más fuertemente explotados. A su vez, las condiciones biológicas y físicas del sistema que son afectadas por factores socioeconómicos o institucionales pueden influenciar la integridad del ecosistema del área bajo protección y la habilidad del AMP para lograr sus objetivos de conservación. La experiencia de las diferentes AMP que participaron en la iniciativa más la información obtenida de otros sitios y revisores expertos, nos señala que en la realidad, aunque un AMP haya sido diseñada apropiadamente y operada bajo las condiciones disponibles, ninguna cantidad de tiempo y esfuerzo invertido en una AMP permitirá que tenga éxito en cumplir con sus metas y objetivos si no es administrada bajo un sistema de gestión efectiva. Considerando esta necesidad, el manual desarrollado por la IGE-AMP identifica 42 indicadores para medir el desempeño de la gestión: diez indicadores biofísicos (tabla 1), dieciséis socioeconómicos (tabla 2) y dieciséis de gobernabilidad (tabla 3). Cada conjunto de indicadores está asociado con metas y objetivos genéricos que pueden ser parte de cualquier AMP. Los indicadores biofísicos cubren varios factores relativos al ambiente natural: ■ Seis se concentran en factores bióticos (indicadores B1, B2 B3, B4, B5, y B6), incluyendo dos a nivel de especies (B1 y B2), uno a nivel de hábitat (B3), y tres en ecología de comunidades (B4, B5, y B6) ■ Un indicador mide los bienes generados (B7) ■ Un indicador mide un factor abiótico (B8), y ■ Dos indicadores miden cambios observados (B9 y B10) Gestión de áreas marinas protegidas 143 Figura 2. Marco conceptual de las condiciones operativas potenciales dentro y alrededor de las áreas marinas protegidas Factores biofísicos Factores socioeconómicos Seguridad alimentaria Valores Cultura Especies Trama tróf ica Condición económica Liderazgo y equidad Mercados Sustento y uso de recursos Económico Creencias y actitudes Comunidad Calidad ambiental Hábitat Conocimiento Conductual Biológico Esfuerzo pesquero Características del ANP Físico Factores de gobernabilidad Planif icación de gestión Cumplimiento y f iscalización Reglas y regulaciones Organización y participación Legislación Uso sustentable Legislativo Conductual Lograr las metas y objetivos establecidos del AMP 144 R. Pomeroy et al. Tabla 1. Metas e indicadores genéricos biofísicos desarrollados durante el proceso de la IGE-AMP Metas (número de los objetivos asociados) Indicadores 1. Protección y sustentabilidad de los recursos marinos (6) 2. Protección de la diversidad biológica (7) 3. Protección de especies individuales (4) 4. Protección del hábitat (4) 5. Recuperación de áreas degradadas (5) B1 Abundancia de especies clave B2 Estructura poblacional de las especies clave B3 Distribución y complejidad del hábitat B4 Composición y estructura de la comunidad B5 Éxito del reclutamiento dentro de la comunidad B6 Integridad de la trama trófica B7 Tipo, nivel y retorno del esfuerzo pesquero B8 Calidad de agua B9 Área que muestra señales de recuperación B10 Área con reducido o nulo impacto humano Los indicadores socioeconómicos cubren varios aspectos relativos al contexto social de los usuarios y comunidades asociadas: ■ Tres se centran en la percepción de las personas (S4, S5, y S6) ■ Siete se centran en las familias y los usuarios (S1, S2, S3, S7, S9, S10, y S13) ■ Cuatro se orientan a la comprensión de las personas (S2, S3, S13, y S14) ■ Siete tienen base en aspectos económicos (S1, S6, S7, S9, S10, S11, y S12) Los indicadores de gobernabilidad abarcan factores relativos a los procesos empleados para administrar, controlar y fiscalizar las actividades y regulaciones asociadas a las AMP: ■ Cuatro enfatizan la participación de los usuarios (G9, G11, G12, y G13) ■ Cuatro entregan medidas sobre los aspectos de insumos y procesos para la gestión (G10, G11, G15, y G15) Gestión de áreas marinas protegidas 145 Tabla 2. Metas e indicadores genéricos socioeconómicos desarrollados durante el proceso de la IGE-AMP (continúa) Metas (número de los objetivos asociados) Indicadores 1. Mantener o mejorar la seguridad alimenticia (2) 2. Mejorar o mantener el sustento (4) 3. Mejorar o mantener los beneficios nomonetarios para la sociedad (6) 4. Distribuir equitativamente los beneficios del AMP (3) 5. Maximizar la compatibilidad entre gestión y cultura local (2) 6. Mejorar la conciencia y el ambiente es conocimiento (4) S1 Patrones de uso de los recursos marinos locales S2 Valores y creencias locales sobre los recursos marinos S3 Nivel de entendimiento de los impactos humanos sobre los recursos S4 Percepciones sobre la disponibilidad de alimentos provenientes del mar S5 Percepciones sobre la extracción de recursos locales S6 Percepciones sobre valores no asociados al mercado ni al uso S7 Estilo material de vida S8 Calidad de la salud humana S9 Distribución del ingreso familiar según su fuente S10 Estructura ocupacional de los hogares S11 Infraestructura y negocios de la comunidad S12 Número y naturaleza de los mercados S13 Conocimiento de los usuarios sobre historia natural S14 Distribución del conocimiento con base científica hacia la comunidad S15 Porcentaje de usuarios en posiciones de liderazgo S16 Cambios en las condiciones de los sitios, rasgos y/o monumentos ancestrales e históricos ■ Cuatro son indicadores de resultados que se centran en los logros obtenidos (G2, G3, G8, y G12) Para cada indicador se desarrolló un perfil (también revisado por expertos), que proporciona la descripción, los métodos para la recopilación de datos, y una guía para el análisis de resultados (tabla 4). También, para ayudar a los usuarios del manual a seleccionar indicadores, cada uno de ellos tiene una 146 R. Pomeroy et al. Tabla 3. Metas e indicadores genéricos de gobernabilidad desarrollados durante el proceso de la IGE-AMP Metas (número de los objetivos asociados) Indicadores 1. Mantener estructuras y estrategias de gestión efectiva (6) 2. Mantener estructuras y estrategias legales efectivas para la gestión (5) 3. Asegurar la participación efectiva y representación de los grupos de interés (3) 4. Mejorar el cumplimiento del plan de gestión por los usuarios (6) 5. Manejar y reducir los conflictos por el uso de recursos (1) G1 Nivel de conflicto por los recursos G2 Existencia de un cuerpo de gestión y toma de decisiones G3 Existencia y adopción de un plan de gestión G4 Entendimiento local de las normas y regulaciones del AMP G5 Existencia y suficiencia de legislación que posibilite la función del AMP G6 Disponibilidad y asignación de los recursos administrativos del AMP G7 Existencia, aplicación y aporte de investigación científica en el AMP G8 Existencia y nivel de actividad de organizaciones comunitarias G9 Grado de interacción entre administradores y usuarios G10 Proporción de usuarios capacitados en uso sustentable de recursos G11 Nivel de capacitación proporcionado a los usuarios sobre participación en la gestión G12 Nivel de participación y satisfacción de los usuarios en las actividades y proceso de gestión G13 Nivel de participación de los usuarios en la vigilancia, monitoreo y fiscalización G14 Procedimientos de fiscalización claramente definidos G15 Cobertura de la fiscalización G16 Grado de divulgación de la información para fomentar el cumplimiento por parte de los usuarios Gestión de áreas marinas protegidas 147 clasificación por nivel de dificultad (que tan fácil o difícil es medir el indicador) basado en el tiempo empleado, en las habilidades técnicas y en los recursos financieros y humanos necesarios para medir cada indicador. Los indicadores fueron desarrollados teniendo en consideración un amplio rango de AMP, de tal forma que fueran flexibles y adaptables a las condiciones y situaciones específicas de varios tipos de AMP. Prueba in situ de la metodología de evaluación Un paso fundamental en el proceso de la IGE-AMP fue probar los indicadores en casos reales. Esto sirvió para mejorar el uso del manual y las metodologías Tabla 4. Información entregada para cada uno de los 42 indicadores contenidos en el manual ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ Nombre del indicador Metas y objetivos relativos al indicador Qué tan difícil es medir el indicador (escala del 1 al 5) ¿Qué es [nombre del indicador]? (definición) ¿Por y para qué medir el indicador? (propósito y fundamento) ¿Qué se requiere para medirlo? (recursos necesarios) ¿Cómo se recolectan los datos? (método) ¿Cómo se interpretan y comparten los datos? (análisis y comunicación de resultados) Productos de las mediciones (lista de sugerencias) Fortalezas y limitaciones del indicador Ejemplo (de un sitio piloto) Referencias y información de utilidad de medición. Los 18 sitios elegidos para hacer esta prueba representan a un amplio rango de características y propósitos de AMP (ver figura 3 y tabla 5). El proceso se inició en un taller realizado en Hawai en septiembre del 2002, donde representantes de estas AMP seleccionaron, entre los tres conjuntos de indicadores disponibles en el manual, aquellos que fueran más apropiados a los intereses de cada sitio, basándose en sus capacidades, intereses y recursos. Esta fase de prueba duró seis meses en promedio y cada sitio creó un grupo especial de evaluación para hacer este trabajo. Sin embargo, otros sitios dispusieron de mucho más tiempo y los resultados de sus evaluaciones no están incluidos en los resultados presentados en este trabajo. Al final del periodo de la prueba, los 17 9 6 2 15 7 1 Banc D’Arguin National Park 2 Reserva de la Biosfera Banco Chinchorro 3 Bunaken National Park and Pulau Sebesi Marine Reserve 4 Channel Islands Nacional Marine Sanctuary 5 Far Eastern Marine Reserve 6 Reserva Marina Islas Galápagos 7 Hol Chan Marine Reserve 8 Lenger Island Marine Protected Area 9 Parque Nacional Bahías de Loreto 10 Mafia Island Marine Park 4 18 10 11 Managaha Conservation Area and Sasanhaya Fish Reserve 12 Miramare Marine Protected Area 13 Ngemai Conservation Area y Ulong Channel Grouper Spawning Area 14 Piti Bomb Holes Preserve and Achang Reef Flat Preserve 1 12 13 14 11 8 15 Reserva de la Biosfera Sian Ka’an 16 Tubbataha Reef National Marine Park 17 Reserva de la Biosfera Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado 18 Saguenay-St. Lawrence Marine Park 3 16 5 Figura 3. Localización geográfica de las 18 áreas marinas protegidas que participaron en la medición de los indicadores y la evaluación de la metodología del manual en terreno 148 R. Pomeroy et al. País Mauritania México Indonesia Estados Unidos Federación Rusa Ecuador Nombre del área marina protegida 1 Banc D’Arguin National Park 2 Banco Chinchorro Reserve de la Biosfera 3 Bunaken National Park and Pulau Sebesi Marine Reserve 4 Channel Islands Nacional Marine Sanctuary 5 Far Eastern Marine Reserve 6 Reserva Marina Islas Galápagos Ecoregión marina** África Oriental Mesoamérica Sulu-Sulawesi Corriente de California Mar de Japón Galápagos Estatus de ingresos del país* Bajo Medio alto Medio bajo Alto Medio bajo Medio bajo 135,000 643 4,349 790 1,443 12,000 Tamaño (km2) 0 30-45 N 30-45 N 0-15N 0-15N 15º-30º N Latitud (Continúa) Comanejo Convencional Comanejo Comanejo y gestión comunitaria Convencional Convencional Tipo de gestión Tabla 5. Resumen de las características de las 18 áreas marinas protegidas participantes en la iniciativa Gestión de áreas marinas protegidas 149 País Belice Estados Federados de Micronesia México Tanzania Islas Marianas del Norte Italia Nombre del área marina protegida 7 Hol Chan Marine Reserve 8 Lenger Island Marine Protected Area 9 Parque Nacional Bahías de Loreto 10 Mafia Island Marine Park 11 Managaha Conservation Area and Sasanhaya Fish Reserve 12 Miramare Marine Protected Area Ecoregión marina** Mesoamérica Pacifico central Golfo de California Africa occidental Pacifico central Mediterráneo Estatus de ingresos del país* Medio alto Medio bajo Medio alto Bajo Medio alto Alto 1 1; 2 822 2,065 2 18 Tamaño (km2) 45-60 N 0-15 N 0-15S 15-30 N 0-15 N 0-15 N Latitud (Continúa) Comanejo Convencional Comanejo Convencional Gestión comunitaria Comanejo Tipo de gestión Tabla 5. Resumen de las características de las 18 áreas marinas protegidas participantes en la iniciativa (continúa) 150 R. Pomeroy et al. País Republica de Palau Guam México Filipinas México Nombre del área marina protegida 13 Ngemai Conservation Area y Ulong Channel Grouper Spawning Area 14 Piti Bomb Holes Preserve and Achang Reef Flat Preserve 15 Reserva de la Biosfera Sian Ka’an 16 Tubbataha Reef National Marine Park 17 Reserva de la Biosfera Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado Ecoregión marina** Palau Pacifico central Mesoamérica Sulu-Sulawesi Golfo de California Estatus de ingresos del país* Medio alto Alto Medio alto Medio bajo Medio alto 9,340 332 6,000 5; 4 30; 15 Tamaño (km2) 30-45 N 0-15 N 0-15 N 0-15 N 0-15 N Latitud (Continúa) Convencional Comanejo Convencional Convencional Convencional y gestión comunitaria Tipo de gestión Tabla 5. Resumen de las características de las 18 áreas marinas protegidas participantes en la iniciativa (continúa) Gestión de áreas marinas protegidas 151 Canadá 18 Saguenay-St. Lawrence Marine Park Ecoregión marina** Atlántico noreste Estatus de ingresos del país* Alto 1,138 Tamaño (km2) 45-60 N Latitud Convencional Tipo de gestión * Fuente : The World Bank (2004), Income Groupings of Global Economies. El estatus de ingreso de un país (bajo, medio bajo, medio alto, o alto) es aceptado como una clasificación más acertada para diferenciar entre economías desarrolladas y en desarrollo. ** Fuentes: Olson y Dinerstein (1998) “The Global 200: a representation approach to conserving the Earth’s most biologically valuable ecoregions.” Conservation Biology 12: 502; y NOAA (2003) “Large Marine Ecosystems of the World”. País Nombre del área marina protegida Tabla 5. Resumen de las características de las 18 áreas marinas protegidas participantes en la iniciativa (continúa) 152 R. Pomeroy et al. Gestión de áreas marinas protegidas 153 sitios entregaron un reporte con los resultados, que fueron revisados, evaluados y clasificados por el grupo de trabajo del IGE-AMP y que sirvieron para validar y mejorar el contenido final del manual e incorporar ejemplos reales del uso de cada indicador. Como ejemplo de la flexibilidad de la metodología en diferentes tipos de AMP, en forma paralela al manual se publicaron cuatro casos de estudio para ejemplificar las experiencias de estos sitios en la identificación, uso y principales resultados de su evaluación (para más información sobre estas experiencias véase http://effectivempa.noaa.gov/cases.html). Los resultados y las lecciones Resumen de los resultados Todos las AMP participantes completaron la prueba siguiendo los pasos indicados en el manual. No hubo relación entre la cantidad de indicadores y la dificultad de su medición en cada sitio y el tiempo utilizado en hacer la medición. Las diferencias en el tiempo de entrega del reporte fueron originadas principalmente por problemas administrativos y de organización de los grupos de trabajo. Según lo indicado por los representantes de las diferentes AMP, es posible implementar una metodología de evaluación usando la guía del manual en un periodo que varía entre los seis meses y un año. La mayoría de los sitios reportaron que pudieron hacer coincidir sus metas y objetivos con aquellos genéricos indicados en el manual, y al mismo tiempo, identificar los mejores indicadores para cada caso en particular. Cerca de 80% de los sitios reportaron que el proceso seguido les permitió elegir el número y tipo de indicadores más apropiado para evaluar la efectividad de la gestión en cada AMP. Al mismo tiempo, todos los sitios participantes evaluaron la metodología como un proceso muy útil para determinar el desempeño de sus AMP, ya que hubo un alto grado de compatibilidad entre los indicadores seleccionados y sus objetivos de gestión. Entre todos los sitios participantes, el rango y tipo de indicadores seleccionados fue muy amplio. En promedio, cada sitio escogió tres indicadores biofísicos, cuatro socioeconómicos y cinco de gobernabilidad. Sin embargo, no hubo correlación entre el número y tipo de indicadores seleccionado por cada AMP y las diferentes características de cada lugar. Tal vez los principales problemas identificados durante el período piloto de evaluación fueron las restricciones de tiempo para las mediciones de algunos indicadores (especialmente biofísicos), problemas con el clima y períodos estacionales, falta 154 R. Pomeroy et al. de experiencia del personal para realizar evaluaciones, y la poca familiaridad con ciertos indicadores y sus sistemas de medición. Los indicadores biofísicos y socioeconómicos fueron los que costaron más tiempo y recursos para ser medidos, debido al alto costo de materiales, tiempo invertido en salidas a terreno y preparación de encuestas, y en la preparación y movilización del respaldo técnico necesario. En general, el costo reportado para medir los indicadores de gobernabilidad fue de cuatro a cinco veces menor que el requerimiento para medir los otros dos tipos de indicadores. El proceso general de cuatro pasos indicado en el manual fue evaluado como útil o muy útil, especialmente como proceso de aprendizaje para autoevaluar el desempeño y clarificar los objetivos específicos de las AMP. Esto fue especialmente enfatizado en aquellos sitios sin previa experiencia en evaluaciones de gestión, o sin un mandato definido en sus planes de gestión para desarrollar estas evaluaciones, ya sea al nivel local o nacional. Los aspectos técnicos del manual no fueron una barrera para su entendimiento y aplicación. Lecciones aprendidas Tal vez lo más importante de esta experiencia fue descubrir que, durante el trabajo de selección de indicadores, muchas AMP reconocieron no tener metas y objetivos adecuados o claramente definidos y/o especificados en sus programas de manejo. Para cubrir esta deficiencia, muchos sitios usaron las metas y objetivos entregados por el manual, no sólo para elegir sus indicadores, sino que para reevaluar el propósito de su gestión y revisar el lenguaje de sus planes de manejo. Aquellas AMP sin previa experiencia en evaluaciones de desempeño o sin programas de monitoreo establecidos, enfatizaron la necesidad de establecer claramente las metas y objetivos de cada sitio como paso fundamental antes de seleccionar los indicadores y de comenzar un programa de evaluación. Otro aspecto importante fue que las técnicas de medición del manual para ciertos indicadores tuvieron que ser adaptadas, en algunos casos, para medir los problemas y/o variables específicas de cada AMP. Algunos de los aspectos que influyeron en estos cambios fueron la accesibilidad a las comunidades para ser encuestadas, el nivel de participación de las comunidades locales, y el tamaño y distancias a cubrir en cada sitio. Esta experiencia en particular demostró que los indicadores son lo suficientemente flexibles para ser adaptados a diversos tipos de AMP. La mayoría de los sitios siguieron los procedimientos y métodos indicados en el manual. Sólo dos sitios, en consideración Gestión de áreas marinas protegidas 155 de sus capacidades y recursos, ofrecieron métodos de medición adicionales o sistemas de recolección de información alternativa para el caso puntual de algunos indicadores. En otros casos, los métodos de medición, especialmente en el caso de indicadores biofísicos, ya eran parte de programas de monitoreo establecidos por las AMP. Para determinar el efecto de la gestión en casos muy específicos, dos sitios propusieron adicionar dos indicadores socioeconómicos y uno de gobernabilidad, aspectos que fueron incorporados en la lista de indicadores de la versión final del manual. Las AMP participantes también identificaron desafíos que deben ser abordados en el corto plazo. La falta de especialistas en temas socioeconómicos e institucionales entre el personal de la mayoría de las AMP es uno de principales problemas identificados. Generalmente el personal de estos sitios son profesionales o técnicos en ciencias naturales o ambientales, y muy pocos tiene experiencia trabajando en tema sociales o económicos. A pesar de esta falta de capacidades, cada una de las AMP reportó que, siguiendo los pasos del manual, fueron capaces de medir los indicadores socioeconómicos. Más específicamente, en el tema social, uno de los principales problemas identificados fue la dificultad de obtener información de las comunidades locales asociadas al área protegida ya sea por desconfianza para entregar información o participar en actividades grupales, por la falta de tiempo para dedicarlo a esta prueba, o por el desinterés o desconocimiento del tema. Un problema común identificado por las AMP fue la necesidad de recursos financieros, tiempo, equipamiento y capacidades técnicas adicionales para medir ciertos indicadores. Según indicaron los sitios participantes, estas necesidades identificadas por el personal a cargo de las evaluaciones, servirán para priorizar y documentar acciones de gestión orientadas a la evaluación de su desempeño, así como medida para indicar a las autoridades la necesidad de atender e invertir en actividades de evaluación adaptativa. Conclusión Durante el proceso de medir los indicadores de evaluación de la efectividad de la gestión de AMP, una de las limitaciones más frecuentemente citada en los reportes enviados por los administradores de estas áreas es la falta de habilidades técnicas y experiencia para llevar a cabo evaluaciones. El manual resultante de este proceso, publicado por UICN, es una herramienta que puede proveer una guía útil y pragmática para ayudar a resolver, en parte, el problema de capacitación en técnicas y métodos de evaluación de AMP 156 R. Pomeroy et al. (Pomeroy et al. 2004). La falta de experiencia es sólo parte del problema; éste es aun más grave si consideramos que muchas AMP tienen una pobre definición de sus metas y objetivos y un plan de trabajo o de manejo poco claro o sin mandato y definiciones para actividades de evaluación. Los sitios participantes de este proceso enfatizaron que la metodología descrita por el manual establece claramente y define la necesidad de tener metas y objetivos bien delineados y mesurables antes de comenzar un proceso de evaluación de un AMP. Los equipos de trabajo de muchos de los sitios participantes indicaron que el sólo ejercicio de clarificar y especificar las metas y objetivos de sus AMP fue, tal vez, el resultado más práctico producido por el uso del manual. Esto puede ser de gran relevancia para las AMP que hayan sido decretadas recientemente o estén en ese proceso, ya que incorporar un proceso de evaluación de la efectividad de la gestión desde el comienzo, puede tener una utilidad inmediata y ahorrar tiempo y recursos al proceso de su gestión. La respuesta de los representantes de las AMP a la pregunta de si el manual fue un instrumento útil para medir la efectividad de la gestión, fue que representó una herramienta muy flexible y adaptable, tanto en sus métodos como en sus indicadores, para cada caso de estudio en particular. Esto fue afirmado incluso por aquellos sitios administrados a nivel comunitario y con un modesto nivel de respaldo técnico y financiero, lo que acredita la flexibilidad y adaptabilidad del manual como instrumento de evaluación, lo que fue definido en los objetivos iniciales de la iniciativa (ver información complementaria en Agardy et al. 2003). La metodología que entrega el manual de la IGE-AMP es sólo un esfuerzo inicial. Sin duda este instrumento deberá ser mejorado con los resultados y la experiencia de AMP que lo empleen para la evaluación de su desempeño, así como con los avances en las ciencias naturales y sociales en el desarrollo de nuevos métodos e indicadores relevantes a las AMP. Es de esperar que este esfuerzo inicial pueda llevar al mejoramiento de los actuales indicadores y al desarrollo de otros nuevos que puedan ser útiles a los desafíos de evaluar la gestión de AMP. Basados en las experiencias recibidas hasta la fecha, evaluar la efectividad de la gestión de AMP tiene el potencial de asistir a los grupos de administración de estas áreas, a las autoridades, donantes, y a otros usuarios y grupos de interés para emprender acciones de gestión adaptativa y, de esta manera, fortalecer las acciones de gestión, mejorar la definición de prioridades, y maximizar la inversión de los recursos en conservación. Gestión de áreas marinas protegidas 157 Agradecimientos El desarrollo de la IGE-AMP fue posible gracias al generoso aporte y respaldo de la Fundación David and Lucille Packard, la WCPA-Marine de la UICN, la WWF de los Estados Unidos, y a la NOAA. Los autores desean agradecer la activa participación de decenas de administradores de AMP y al personal de los 18 sitios piloto por su valiosa contribución durante la prueba de los indicadores en terreno y por sus aportes al manual. Nuestros agradecimientos además a todos los expertos y revisores externos, quienes contribuyeron enormemente durante todo el proceso al desarrollo y revisión del manual y sus indicadores. Especiales agradecimientos a Charles Ehler (WCPA-Marine Chair), Simon Cripps (WWF, Programa de Especies en Riesgo) y a Miguel Jorge (WWF- Estados Unidos) por posible hacer esta iniciativa. Gracias a Leah Bunce, Steve Morrison y Alison Hammer (de NOAA/NOS), y a Lisa Max (ex-becaria NOAA Sea Grant) por sus importantes contribuciones a la iniciativa. Bibliografía Agardy, T., P. Bridgewater, M. P. Crosby, J. Day, P. K. Dayton, R. Kenchington, D. Laffoley, P. McConney, P. A. Murray, J. E. Parks y L. Peau. 2003. Dangerous targets? unresolved issues and ideological clashes around marine protected areas. Aquatic Conservation: Marine and Freshwater Ecosystem 13(4): 353-367. Burke, L., L. Selig y M. Spalding. 2002. Reefs at Risk in Southeast Asia. The World Resources Institute, Washington DC. EUA. Halpern, B. S. 2003. The impact of marine reserves: do reserves work and does reserve size matter? Ecological Applications 13: S117-137. Hockings, M., S. Stolton y N. Dudley. 2000. Evaluating Effectiveness: A Framework for Assessing the Management of Protected Areas. IUCN, WCPA Best Practice Protected Area Guidelines Series # 6. IUCN, Gland. Suiza y Reino Unido. Jameson, S. C., M. H. Tupper y J. M. Ridley. 2002. The three screen doors: can marine “protected” areas be effective? Marine Pollution Bulletin 44(11): 1177-1183. Kelleher, G., C. Bleakley y S. Wells. 1995. A Global Representative System of Marine Protected Areas, Volume I-IV. The Great Barrier Reef Authority, The World Bank and The World Conservation Union. IUCN, Gland, Suiza y Cambridge, Reino Unido Lubchenco, J.y S. R. Palumbi. 2003. Plugging a hole in the ocean: the emerging science of marine reserves. Ecological Applications 13: S3-7. 158 R. Pomeroy et al. McField, M. 2000. Evaluation of management effectiveness: Belize marine protected areas system. Coastal Zone Management Authority and Institute and World Wildlife Fund. Belice. Pauly. D., V. Christensen, S. Guenette, T.J. Pitcher, U.R. Sumaila, C.J. Walters, R. Watson y D. Zeller. 2002. Towards sustainability in world fisheries. Nature 418:689- 695. Pomeroy, R.S., L.M. Watson, J.E. Parks y G.A. Cid. 2005. How is your MPA doing? A methodology for evaluating the management effectiveness of marine protected areas. Ocean & Coastal Management 48(7-8): 485-502. Pomeroy, R., J. Parks y L. Watson. 2004. How is Your MPA Doing? A Guidebook of Natural and Social Indicators for Evaluating Marine Protected Area Management Effectiveness. IUCN, Gland, Suiza y Cambridge, Reino Unido. Se puede consultar en: http://www.effectivempa.noaa.gov/guidebook/guidebook/html. Russ, G. R., A. C. Alcala y A. P. Maypa. 2004. Marine reserves benefits local fisheries. Ecological Applications (2): 597-606. Scientific consensus statement on marine reserves and marine protected areas. 2001 http://compassonline.org/files/inline/NCEAS%20Scientific%20Consensus.pdf. Técnicas de monitoreo 159 9 Técnicas de monitoreo para el manejo de especies invasoras Jenny A. Ericson Introducción Cuando entran en un ambiente nuevo, las especies invasoras tienen poco respeto por los límites políticos o jurisdiccionales. El movimiento natural de las especies se ha dado por toda la faz de la tierra durante cientos de millones de años, pero en tiempos recientes la extensión y velocidad de las invasiones han crecido mucho (Ruiz y Carlson 2003, Fofonoff et al. 2003, Kraus 2003). De hecho, la propagación de especies exóticas invasoras se ha vuelto rápidamente un tema de relevancia internacional, y una de las amenazas más serias del siglo XXI (Haber 1997, Mooney y Hobbs 2000). Al disolver los límites espaciales y temporales, la actividad humana ha permitido que muchas especies, que bajo condiciones naturales no hubieran podido hacerlo, cambien de ubicación. A una especie que no es nativa de un ecosistema dado se le designa como exótica o no nativa. Existe un subgrupo de especies exóticas que se consideran como invasoras en virtud de la capacidad que tienen de causar daños ambientales o económicos, o a la salud humana (U.S. Executive Order 13112). Estas especies por lo general exhiben características como altas tasas de crecimiento y de fecundidad, cualidades excepcionales de dispersión y una amplia tolerancia ambiental. El uso de técnicas efectivas para hacer el inventario y monitoreo de estas especies es crucial para el manejo de su extensión por los paisajes, continentes y límites políticos. Los datos provenientes de inventarios y de 159 160 J. Ericson programas de monitoreo pueden ayudar en la identificación de infestaciones nuevas o incipientes, en el seguimiento del frente de avance de una población, en la evaluación de su impacto sobre el ecosistema, y en la determinación del grado de efectividad de los esfuerzos realizados para controlarla. Al hablar de inventarios y monitoreo es importante empezar por aclarar los conceptos y la terminología. El término inventario se utiliza para definir la extensión de una población. La extensión de la población de las especies invasoras es representada por el número de individuos en el caso de animales o insectos invasores y por el número de acres o hectáreas plagadas en el caso de plantas invasoras. Un inventario crea un punto de referencia para el monitoreo, frecuentemente asociado al tratamiento de una población invasora. Además de proporcionar información acerca del estado de una población, el monitoreo ayuda a determinar qué tan efectivo ha sido el manejo de las tierras en lo que al tratamiento de la infestación se refiere, y nos proporciona una base para el manejo adaptativo. Al desarrollar sistemas de monitoreo y de inventarios es importante adherirse a los estándares aceptados para la toma de datos. Las técnicas que se emplean hoy día para obtener datos son variadas, algunas representan métodos muy avanzados, como la percepción remota, el modelaje y la elaboración de predicciones, y otras son el reflejo de una recolección muy innovadora que se basa en datos obtenidos del campo. Los sistemas de monitoreo y de inventario usualmente son administrados por científicos profesionales y por los que manejan las tierras pero hay un esfuerzo creciente en Estados Unidos para equipar y entrenar a científicos ciudadanos voluntarios. El National Wildlife Refuge System (Sistema Nacional de Refugios Silvestres), administrado por el U. S. Fish and Wildlife Service (Servicio de Pesca y Vida Silvestre, USFWS por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, participa en un proyecto piloto que integra a voluntarios para la conservación a nivel comunitario por medio de inventarios y monitoreo de especies invasoras en estos refugios. Estándares para los datos La falta de estandarización de datos ha sido identificada como uno de los principales desafíos a los cuales hacemos frente en el monitoreo de áreas de conservación, tanto a nivel nacional como internacional (Gauthier, en este volumen). En el campo del manejo de especies invasoras, el desarrollo de estándares para la toma de datos empezó hace alrededor de cinco años, cuando un comité bilateral de científicos y de responsables del manejo de malezas fue Técnicas de monitoreo 161 convocado en Montreal. Los miembros del comité reconocieron la necesidad de estandarizar la manera en la cual se toman los datos para permitir que los responsables del manejo de las tierras los compartan y se puedan producir mapas que vayan mas allá de los limites de las áreas individuales. Estos estándares permitirían referencias cruzadas de datos y ayudarían a facilitar el desarrollo de planes integrados de manejo de paisajes que se basaran en conjuntos compatibles de datos. El compartir información con estándares comunes de datos a través de las fronteras políticas es vital para los esfuerzos cooperativos de manejo. El conjunto de estándares que surgieron de esta reunión son hoy día conocidos como los estándares NAWMA (North American Weed Management Association–Asociación Norteamericana de Manejo de Malezas) y son reconocidos abiertamente como el mínimo necesario que debe ser obtenido cuando se esté haciendo el inventario y el mapeo de las plantas invasoras en el paisaje (www.nawma.org). La información se toma para un número de variables que deben de responder a tres preguntas básicas: ¿qué es?, ¿dónde está? y ¿cuánto hay? Una respuesta a la pregunta qué identifica a la especie invasora con el nombre científico. La identificación del nombre común es opcional. Las respuestas a la pregunta dónde incluye la ubicación exacta (UTM, Lat/Long) así como el tipo de propiedad (vgr. si la tierra es propiedad federal, estatal, de un condado o privada) en la que se encuentra. La pregunta cuánto define al área infestada de acuerdo a la cobertura del dosel, que puede ser un buen indicador de la severidad de la invasión. Se dibuja un polígono alrededor del perímetro del área infestada que contenga una o más especies de hierbas y se estima la cobertura del dosel como un porcentaje del terreno cubierto por el follaje de una maleza en particular. La anotación de metadatos, como fecha en la que se tomaron los datos, y su fuente, entre otros, es también un requisito de los estándares NAWMA. Es importante apuntar que los estándares NAWMA siguen en desarrollo. Poco tiempo después de que fueran aprobados y avalados por la comunidad más amplia de gente preocupada de una u otra forma por las especies invasoras, Stohlgren et al. (2002) publicaron Beyond NAWMA Standards (Más allá de los estándares NAWMA). Con la perspectiva del manejo de datos, Beyond NAWMA propone métodos de campo para que los estándares originales se vuelvan aún más robustos estadísticamente hablando, y recomienda la toma de datos adicionales para realzar el rigor del conjunto. Estas sugerencias fueron diseñadas para incrementar el poder de los datos y para permitir una mayor posibilidad de inferencia a lo largo de áreas no muestreadas. Por ejemplo, 162 J. Ericson Beyond NAWMA recomienda el registro de ausencia de la especie, además de su presencia. La identificación de la ubicación de cada región muestreada y libre de especies no nativas de plantas puede aumentar nuestra comprensión acerca de áreas resistentes a la invasión. Además, puesto que la toma de datos bajo los estándares NAWMA originales se basa principalmente en un muestreo subjetivo, Beyond NAWMA argumenta a favor de la adjudicación de diez por ciento de los recursos financieros totales dedicados a la toma de datos a fin de tener un proceso estadísticamente más riguroso que siga un diseño estratificado, al azar y con medidas de control de calidad. Técnicas de monitoreo Conforme aumenta el desafío que presentan las especies exóticas e invasoras a nivel global, se desarrollan nuevas y mejores técnicas de monitoreo. Uno de los métodos más nuevos y más emocionantes tanto para los inventarios como para el monitoreo de especies invasoras se inspira en tecnologías de la National Aeronautics and Space Administration (Agencia Nacional Aeronáutica y Espacial, NASA por sus siglas en inglés) y en el uso de satélites y de técnicas de medición con naves que alcanzan grandes altitudes. Otras técnicas incluyen el modelado predictivo y de evaluación de riesgos, métodos de muestreo con base en observaciones visuales de campo, y uso de aparatos manuales innovadores para tomar datos. Percepción remota. En estos últimos años hemos empezado a comprender las ventajas que ofrecen el uso de tecnologías geoespaciales tales como la percepción remota para predecir, detectar, mapear y monitorear plantas invasoras. De acuerdo con el U. S. Department of Agriculture (Departamento de Agricultura de Estados Unidos–USDA por sus siglas en inglés), el uso por parte de los Servicios forestales de tecnologías geoespaciales puede reducir los costos y aumentar la eficiencia y efectividad de programas de manejo de malezas cuando se enfrenta uno a ciertas especies de plantas. El sitio web del USDA (www.fs.fed.us) enumera más de treinta plantas invasoras comunes a los Estados Unidos que muy posiblemente sean identificables por medio de tecnologías de percepción remota. El sitio web también identifica la mejor estación para tomar datos y enumera las características biológicas por medio de las cuales estas plantas pueden ser distinguidas con esta tecnología. Por ejemplo, durante los periodos de floración máxima, las plantas como Euphorbia esula, Cardaria draba, y Lepidium latifolium, que son difícilmente distinguibles de la vegetación que las rodea, son fácilmente identificables. Técnicas de monitoreo 163 Además de su detección, la percepción remota puede proporcionar claves para determinar los efectos de las invasiones biológicas en los ecosistemas. Un ejemplo de esto es el caso reciente en el cual la tecnología de percepción remota de la NASA permitió detectar cambios en la composición química del dosel de los bosques tropicales de montaña del parque Nacional de los Volcanes de Hawai (Asner y Vitousek 2005). En la región del parque del Volcán Kilauea, una versión mejorada del espectrómetro de imágenes visibles e infrarrojas de aeronaves de la NASA (AVIRIS por sus siglas en inglés) fue utilizada para estimar la concentración en nitrógeno de las hojas y el contenido de agua del dosel. Los datos del AVIRIS identificaron áreas en donde un árbol nativo, el metrosideros o árbol de hierro (Metrosideros polymorpha), localmente conocido como ‘ohia’, estaba siendo desplazado por otro árbol, la faya (Myrica faya), un árbol originario de las Islas Canarias. Metrosideros polymorpha es normalmente el árbol dominante en estos bosques y tiene típicamente una concentración baja de nitrógeno foliar, cuyo rango varía entre 0.6 y 0.8 %. Los sensores de gran altitud del AVIRIS identificaron niveles de nitrógeno foliar y un contenido de agua mucho más elevados, en el dosel. Por medio de investigaciones adicionales, la presencia de fayas de las Islas Canarias, que contienen entre 1.5 y 1.8 % de nitrógeno foliar y un alto contenido de agua, fue confirmada. A diferencia de la vegetación nativa que prolifera en los suelos volcánicos jóvenes del parque, la faya es un fijador de nitrógeno, y su presencia aumenta la entrada y la disponibilidad de nitrógeno y está, al parecer, afectando de manera profunda la dinámica del ecosistema en esta área. Por supuesto, las observaciones aéreas no sustituyen a los estudios biogeoquímicos de campo, pero pueden ayudar a orientar estos estudios con base en una comprensión regional de la química del dosel. Modelaje predictivo. El modelaje puede ser utilizado para identificar lugares que pudieran ser vulnerables a la invasión, facilitando así el monitoreo de nuevas infestaciones. El modelaje puede incrementar nuestra comprensión acerca de la susceptibilidad de ciertos tipos de vegetación a la invasión de determinadas especies. Los modelos de propagación de malezas pueden ayudar a los que manejan programas de especies invasoras a visualizar la tasa y los límites de la propagación, permitiéndoles priorizar los diferentes tratamientos. Al usar variables como las del clima, también pueden hacerse predicciones acerca del movimiento de insectos y patógenos invasores. En la mitad oeste tanto de los Estados Unidos como de México, una especie arbórea invasora particularmente resistente, conocida como tamarisco o cedro de sal (Tamarisk spp.), está ocupando rápidamente las orillas de los arroyos 164 J. Ericson y otras áreas riparias, desplazando árboles nativos como el álamo (Populus fremontii), el sauce negro (Salix gooddingii) y el mesquite (Prosopis glandulosa) a lo largo del río Mojave. El tamarisco llegó primero a los Estados Unidos como una planta ornamental durante los años 1800. Los manchones grandes de tamarisco pueden cambiar la composición química del suelo y utilizar vastas cantidades de agua (Zavaleta 2000). De acuerdo con Pearce y Smith (2003), las poblaciones naturalizadas y relativamente extensas de tamarisco ya están presentes en los estados norteños de Montana y Dakota del Norte, a menos de aproximadamente cincuenta millas de la frontera canadiense. El National Institute of Invasive Species Science (Instituto Nacional de Especies Invasoras - NIISS por sus siglas en inglés) del Servicio Geologico de los Estados Unidos (USGS por sus siglas en inglés) en Fort Collins, Colorado, ha hecho del tamarisco la especie bandera de un proyecto conjunto que desarrolla con el Goddard Space Flight Center de la NASA. En colaboración con un gran número de agencias gubernamentales y no gubernamentales, tanto locales como nacionales, y con científicos, la distribución actual del tamarisco está siendo mapeada por medio de puntos con datos de presencia/ausencia. Se están desarrollando mapas de la probabilidad de su distribución futura potencial con base en la latitud, la disponibilidad de agua y la proximidad a áreas ya invadidas por esta especie. Los datos utilizados para crear los mapas facilitarán la calibración de los sensores de los satélites que se usarán en la próxima etapa del proyecto. Un sistema en línea facilita la captura y descarga de datos en cualquier momento por medio del sistema Internet T-Map de mapeo del USGS (www.tamariskmap.org). Los mapas de probabilidades son útiles pues identifican áreas en riesgo de ser invadidas y ayudan a guiar a los responsables del manejo de los recursos hacia las zonas en las que pueden concentrar el financiamiento limitado en la defensa contra la invasión. En un proyecto relacionado, el USGS, el Fort Collins Science Center (FORT), la NASA, y la Universidad del Estado de Colorado (Colorado State University CSU, por sus siglas en inglés) para desarrollar un sistema nacional de predicción para el manejo de especies invasoras en las propiedades del Departamento del Interior de Estados Unidos, y en tierras y aguas aledañas (www.niiss.org). Los responsables del manejo podrán usar los modelos predictivos desarrollados por FORT y CSU, con datos de cobertura generados por la NASA, para crear estimaciones regionales de patrones de especies invasoras y para identificar hábitats vulnerables. El resultado final será un sistema adaptable para generar mapas electrónicos e impresos de puntos críticos (hot spots) sobre invasiones potenciales de especies exóticas, incluyendo plantas, animales y patógenos. Técnicas de monitoreo 165 Dado el significativo potencial de pérdidas para los ecosistemas nativos y para la economía, la Comisión Nacional para el Conocimiento y el Uso de la Biodiversidad (Conabio) de México ha desarrollado un mapa de evaluación de riesgo basado en el modelaje de puntos donde se encuentra la especie invasora conocida como “palomilla del nopal” (Cactoblastis cactorum). La amenaza para el nopal (Opuntia spp) por parte de esta polilla es considerable, particularmente en vista de los impactos potenciales para el enorme mercado mexicano de productos agrícolas obtenidos de este cactus, como las tunas y los nopales. El mapa de evaluación de riesgos representa una superposición de dos mapas predictivos que muestran grandes partes de los Estados Unidos y de México con el clima adecuado para la polilla y abundantes nopales, la fuente preferida de alimento de la polilla (Simonson et al. 2005). Originalmente exportada de Sudamérica como un agente biológico para el control de malezas en Australia, la presencia de la polilla fue documentada primero en los Cayos de Florida en 1989. Se sabe ahora que habita regiones tan al norte como Carolina del sur y tan al oeste como Alabama. Los mapas de evaluación de riesgos muestran la probabilidad de que la distribución de la polilla del nopal pueda extenderse hasta el suroeste de los Estados Unidos (en particular en Texas) y hasta México en los años venideros. Métodos de muestreo basados en campo. El uso de métodos de muestreo innovadores basados en trabajo de campo es a menudo esencial para monitorear el frente de avance de una población invasora. Es interesante notar que aunque el mapa de evaluación de riesgo para la polilla del nopal recién mencionado predecía una baja probabilidad de que hubiera condiciones climáticas favorables para este insecto a lo largo de la costa de Florida, la especie ya se ha extendido exitosamente por toda esta área. Dada la severidad de la amenaza, se está llevando a cabo una investigación financiada por la Agencia Internacional para la Energía Atómica para determinar la mejor manera de rastrear y eliminar el frente de avance de esta población. Las poblaciones de polilla de nopal han sido tradicionalmente detectadas por medio de muestreos visuales, que identifican la presencia de cadenas de huevecillos (que asemejan espinas) y daños al nopal. Sin embargo, las trampas que usan hembras vírgenes (o la feromona producida por las hembras) como carnada están resultando efectivas para detectar niveles poblacionales bajos, antes de que los daños sean aparentes. Las trampas sirven para atraer y capturar especimenes machos que podrán ser contados y después esterilizados por medio de radiaciones. Los riesgos inherentes a este tipo de método incluyen la liberación no intencional de hembras fértiles en áreas que previamente no habían sido infestadas 166 J. Ericson (Simonson 2005). Con base en observaciones de campo, se estima que la tasa actual de expanción es de aproximadamente 158 kilómetros por año, lo que significa que la polilla del nopal podría llegar a la frontera de Louisiana-Texas muy pronto, en el año 2007, y llegar a México poco después. Otro ejemplo de métodos innovadores de muestreo de campo se utiliza para el monitoreo de las poblaciones de lamprea de mar (Petromyzon marinus) en los Grandes Lagos. Esta especie, parecida a una anguila, es nativa del Atlántico norte y llegó a los Grandes Lagos a principio de los años 1900; para 1938 se había propagado a toda la parte superior de los Grandes Lagos (Mooney y Hobbs 2000). Las lampreas de mar son parásitos de peces como el salmón y la trucha lacustre y llegan a matar hasta cuarenta libras de pescado durante los doce a dieciocho meses de su ciclo de alimentación. La devastación resultante de la pesquería de los Grandes Lagos llevó a la formación de la Comisión Binacional de la Pesquería de los Grandes Lagos (Great Lakes Fishery Comission) por los gobiernos de los Estados Unidos y Canadá y a la implementación de un programa de manejo de dicha especie (www.glrc.us). Como parte de este programa, los arroyos son monitoreados para determinar la presencia de lampreas de mar en estadios larvarios. Se utilizan remos de electropesca para llevar a cabo los muestreos de los estadios larvarios. Los remos emiten una corriente eléctrica pulsada que incita a las larvas a salir del sedimento y luego las aturde con corriente continua. Las larvas son colectadas y contadas, y los datos resultantes son procesados por un modelo que estima la población total del arroyo. Si los números poblacionales llegan a un cierto umbral el río será tratado con una sustancia química conocida como lamprecite (Gerald Klar, comunicación personal). Otros esfuerzos de control incluyen la construcción de barreras especiales para lampreas y la liberación de machos estériles. Los resultados han sido diversos. Este año las poblaciones de lampreas parecen ir en aumento en el Lago Superior y en el Lago Erie, pero van en descenso en todos los otros Grandes Lagos. laparticipación de voluntarios en el monitoreo de plantas invasoras Un método para aumentar el nivel de educación y la conciencia pública acerca de las especies invasoras animales y vegetales, así como para aumentar el número de personas que las combaten, es la de involucrar a la población local en el monitoreo. A lo largo de los dos últimos años, en Estados Unidos, los voluntarios se han unido al personal de los Refugios Nacionales de Vida Silvestre Técnicas de monitoreo 167 en proyectos piloto para tomar datos y mapear la expansión de las especies invasoras en las tierras de los refugios, por medio de computadoras de mano y geoposicionadores (GPS) (http://www.refugenet.org/new-invasives/vimp.html). El monitoreo de la presencia y la expansión de especies exóticas e invasoras sobre áreas protegidas para la conservación es de particular importancia debido a la diversidad biológica que albergan (Haber 1997). Los datos tomados pueden ser utilizados para desarrollar programas de manejo y control de especies invasoras que, a su vez, pueden llevar a la protección de especies raras y en peligro, así como de habitats frágiles de vida silvestre. Los mapas de datos producidos por este programa piloto ayudarán a los biólogos de estos refugios a seguir las infestaciones a través del tiempo, a priorizar los esfuerzos de control y además, a evaluar su efectividad. El proyecto piloto fue establecido con el propósito preciso de involucrar a voluntarios y a grupos de amigos del refugio en el manejo de especies invasoras. El proyecto reúne una variedad de socios incluyendo a la National Wildlife Refuge Association (NWRA), la Nature Conservancy (TNC) y al National Institute of Invasive Species Science (Instituto Nacional de Ciencia de las Invasiones - NIISS por sus siglas en inglés) del USGS. El proyecto busca aumentar el número de observadores de campo provenientes del público ya involucrado y entrenado para reconocer nuevas infestaciones. Esta estrategia se basa en la premisa de que la erradicación de poblaciones incipientes nuevas de especies invasoras es más efectiva en cuanto a su costo, que los esfuerzos para controlar poblaciones bien establecidas. La erradicación completa de poblaciones firmemente establecidas puede representar un desafío formidable e incluso a veces insuperable para los responsables del manejo de tierras. Además de producir mapas a nivel de los refugios individuales, los datos contribuirán al desarrollo de sistemas nacionales de previsión coordinados por el USGS, como fue mencionado antes en este capítulo. Al diseñar este proyecto piloto de programa de voluntarios fue importante pensar cuidadosamente en la selección y capacitación de voluntarios así como también en el sistema mismo para la toma de datos. El USFWS optó por la calidad y no por la cantidad al seleccionar a los voluntarios. El personal de los refugios y los entrenadores del proyecto tenían un interés específico en aquellos voluntarios que tenían conocimientos existentes, o la voluntad de aprender acerca de tecnología GPS, habilidad para caminar largas distancias y capacidad de pasar largas horas al aire libre. El sistema de toma de datos utilizado por la mayor parte de los refugios como parte de este proyecto se llama Weed Information Management System (Sistema de Manejo de Información de Malezas, WIMS por sus siglas en inglés). Este sistema fue original- 168 J. Ericson mente desarrollado por el Bureau of Land Management (Oficina de Manejo de Tierras –BLM por sus siglas en inglés) y después adoptado y modificado por TNC. Está disponible al público y puede ser descargado de su sitio web (http://tncweeds.ucdavis.edu/wims.html).WIMS es una base de datos tanto espacial como relacional, que registra ubicación, datos relativos al monitoreo (porcentaje de cobertura, cálculo de la superficie infestada en un polígono) y acciones de manejo. Se conforma a los estándares NAWMA ya discutidos y puede producir reportes en Microsoft Access y mapas en ArcGIS basados en archivos de formas creados con el programa ArcPad. Los datos son tomados en computadoras de mano y GPS. La tabla 1 muestra los resultados de un ejercicio de mapeo con base en WIMS en el Refugio Nacional Ottawa de Vida Silvestre, en Ohio (EUA), durante la temporada de campo de 2004. El número de estimaciones indica cuántos polígonos o manchones fueron mapeados para cada especie indicada. Si el área mapeada fue meticulosamente examinada y todas las concentraciones de especies fueron registradas, el número de estimaciones, combinado con la superficie total mapeada, puede fungir como un indicador burdo de nuevas invasiones. La detección temprana de nuevas invasiones es crucial para su manejo exitoso, porque el control de pequeñas infestaciones es más efectivo que el ataque de invasiones más grandes y mejor establecidas. Un número relativamente bajo de estimaciones de invasiones que infestan una extensión reducida de espacio, como la madreselva y el allanto, listados en la tabla, indican especies cuya erradicación debería ser prioritaria antes de que tengan la oportunidad de extenderse y transformarse en un problema mayor. Por el contrario, los juncos y la salicaria púrpura han infestado superficies considerablemente mayores y por ende, su erradicación completa tomará sin duda más tiempo y requerirá de mayores recursos. En el caso de la salicaria púrpura los datos muestran un mayor número de estimaciones con un rango amplio de extensiones ocupadas por ella. Esto sugiere que la planta se encuentra en muchos lugares dentro del área mapeada, creciendo abundantemente en algunas áreas e incipientemente en otras. Los manchones más pequeños deberían ser prioritarios para un primer control y para evitar que se extiendan más. Las superficies más grandes requerirán técnicas de manejo tales como la poda para evitar que se desarrollen flores, así como la creación de zonas de amortiguamiento alrededor de las áreas ya invadidas para evitar que la gente y la maquinaria propaguen semillas. Además se requiere de la aplicación, en un esquema de años múltiples, de un control biológico o herbicidas, seguido de una restauración ecológica. Olivo de otoño (Eleagnus umbellata) Espino (Ramnus cathartica) Madreselva (Lonisera implexa) Junco (Butomus umbellatus) Rosa multiflora (Rosa multiflora) Carrizal (Phragmites sp.) Salicaria púrpura (Lythrium salicaria) Allanto (Ailanthus altísima) Especie desconocida 1 Especie desconocida 2 Total: Nombre de la maleza 156 5 1 19 230 93 149 1 4 2 660 Estimación 0.00000023239 0.00181048378 0.11837539582 0.01272933969 0.00000947490 0.00255911382 0.00017784002 0.01233286223 0.00093537368 0.01096362849 Mínimo de m2 0.18514991977 0.01381807654 0.11837539582 38.42187371150 0.47386093330 0.76966895189 27.46793460820 0.01233286223 0.00735046577 0.01394287536 Máximo de m2 0.0117 0.0102 0.1184 5.6366 0.0272 0.0961 1.0441 0.0123 0.0049 0.0125 Promedio de m2 1.8238 0.0511 0.1184 107.0954 6.2592 8.9378 155.5647 0.0123 0.0194 0.0249 279.9070 Total de m2 Tabla 1. Tabla generada en WIMS mostrando los resultados del ejercicio de mapeo del Refugio Nacional Ottawa de Vida Silvestre, para la temporada de campo 2004. (nota del editor. Se presentan las unidades de superficie con las que opera el programa) Técnicas de monitoreo 169 170 J. Ericson Al proporcionarle al público experiencia directa por medio de este tipo de enfoque, el USFWS está dotándose de una base social de largo plazo que apoyará el control de especies invasoras tanto al interior del Sistema de Refugios como más allá de sus fronteras. Conclusiones En algunos casos las diferentes técnicas discutidas en este capítulo pueden combinarse para proporcionar la base sólida de un programa efectivo de manejo de especies invasoras. Por ejemplo, el Hart Mountain National Antelope Range en el sureste de Oregon se extiende por 108 860 hectáreas de accidentados barrancos, acantilados, colinas y pastizales. El reconocimiento a pie de las especies invasoras en este paisaje necesitaría un gran número de personas y mucho tiempo. La falta de financiamiento para reconocimientos intensivos en el campo llevó al diseño de modelos predictivos, que fueron creados por el NIISS del USGS y que están basados en datos derivados de mapas de vegetación y muestreo selectivo de áreas claves por botánicos entrenados. Los mapas que resultan de estos modelos serán utilizados para guiar a los voluntarios con computadoras portátiles y unidades de GPS hacia áreas del refugio que puedan hospedar a las malezas invasoras. Después, usando los datos tomados por estos voluntarios, las áreas serán priorizadas para su control y manejo. Nadie podrá negar que la erradicación, y en algunos casos hasta el control, de plantas y animales invasores puede representar un gran reto. Sin embargo, al utilizar los enfoques innovadores para hacer el inventario y monitoreo que se describen en este capítulo, el éxito se vuelve más realista. Los que manejan y planean a todos los niveles deben de trabajar por una mayor estandarización de la toma de datos, utilizando nuevos avances de la tecnología, incorporando a voluntarios y gente local, y trabajando a través de múltiples paisajes y fronteras políticas, con una amplia variedad de socios, para poder enfrentar el desafío de las especies invasoras. Bibliografía Asner, G. P. y P. M. Vitousek. 2005. Remote analysis of biological invasion and biogeochemical change. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America 102(12): 4383-4386. Fofonoff, P. W., G. M. Ruiz, B. Steves y J. T. Carlton. 2003. Ships or on ships? Mechanisms of transfer and invasion for nonnative species to the coasts of North Ame- Técnicas de monitoreo 171 rica. In. Ruiz G. M y J. T. Carlton (eds). Invasive species: vectors and management strategies. Island Press. Washington. EUA. Pp. 152-182. Erich, H. 1997. Guide to monitoring exotic and invasive plants. Reporte preparado para: Ecological Monitoring and Assessment Network. Environment Canada. Kraus, F. 2003. Invasion Pathways for terrestrial vertebrates. En: G. M. Ruiz y J. T. Carlton (eds). Invasive species: vectors and management strategies. Island Press. Washington, D. C. EUA. Pp. 68-92. Mooney, H.A. y R.J. Hobbs (eds.). 2000. Invasive species in a changing world. Island Press. Washington D. C. EUA. North American Weed Management Association. 2002. North American invasive plant mapping standards. Report approved by the North American Weed Management Association and endorsed by the Federal Interagency Committee for the Management of Noxious and Exotic Weeds. Pearce, C.M. y D.G. Smith. 2003. Saltcedar: distribution, abundance, and dispersal mechanisms, northern Montana USA. Wetlands 23(2): 215-228. Ruiz, G. M. y J.T. Carlton. 2003. Invasion vectors: A conceptual framework for management strategies. Island Press. Washington. D. C. EUA. Simonson, S.E., T. J. Stohlgren, L.Tyler, W.P. Gregg, R. Muir y L.J. Garett. 2005. Preliminary assessment of the potential impacts and risks of the invasive cactus moth, Cactoblastis cactorum Berg, in the U.S. and Mexico. Reporte final a la Agencia Internacional de la Energía Atómica. Stohlgren, T. J., D.T. Barnett y S.E. Simonson. 2002. Beyond North American Weed Management Association standards. Reporte interno: National Institute of Invasive Species Science. Fort Collins, Colorado EUA. Zavaleta, E. 2000. Valuing ecosystem services lost to Tamarisk invasion in the United States. En: H. A. Mooney y R. J. Hobbs (eds). Invasive species in a changing world. Island Press, Washington D. C., EUA. Pp. 261-300. Los derrames de petróleo 173 10 Los derrames de petróleo en el ambiente marino Alfonso V. Botello, Susana Villanueva F. y Leonardo García Hernández Introducción El problema de la contaminación por petróleo en los ambientes marino y estuarino ha recibido gran atención en los últimos años y sobre todo en los aspectos del destino y los efectos tóxicos del petróleo derramado. Hay certeza de que la incidencia de los derrames resultantes del transporte marino y terrestre, de los accidentes de tanqueros, de las operaciones de exploración y explotación y de las actividades asociadas, se incrementarán en los años por venir en tanto la demanda de petróleo como el principal recurso energético del planeta siga en aumento. Tomando en cuenta que el petróleo es una compleja mezcla de cientos de componentes orgánicos (hidrocarburos) y otros de tipo inorgánico (metales y azufre, tabla 1), el destino de un derrame en el mar estará determinado por la acción de procesos físicos, químicos y biológicos complejos e interrelacionados como son: la acción del viento y las mareas, la corriente litoral, la intensidad luminosa, la dispersión, la evaporación, la disolución, la degradación física y microbiana, la emulsificación, la sedimentación y el enterramiento (figura 1). Se consideran como los más importantes derrames petroleros marinos a los ocurridos en las costas de Bretaña, Francia (1975), el Exxon-Valdez en el estrecho Príncipe Guillermo de las costas de Alaska (1989), el del Pozo Ixtoc-I 173 174 A. Botello, S. Villanueva y L. García Figura 1. Principales procesos de transformación del crudo derramado en el mar Aerosoles Transporte por viento Tierra Aportes terrestres, partículas, polvo atmosférico, ríos y arroyos Precipitación atmosférica Aporte por: organismos marinos, Microcapa superficial 10.2 μ algas bentónicas, Hidrocarburos organismos cosdisueltos teros y estuarinos, fitoplancton, zooBiosíntesis, plancton, bacterias, ingestión, hongos, levaduras, bioacumulación, organismos de mares liberación profundos Adsorción de MOP Fotooxidación, evaporación, formación de burbujas y aerosoles, interacción con compuestos disueltos (ácidos húmicos, fúlvicos y complejos orgánicos), formación química de otras moléculas, disolución Hidrocarburos particulados Sedimentación detrítica Sedimentación pelágica Sedimentos Diagénesis Filtraciones naturales Transformación y degradación Tabla 1. Concentrado de azufre y vanadio en crudos y combustóleos mexicanos Azufre (90 en peso) Crudo Istmo Crudo Maya Combustóleo (25% Maya) Combustóleo (50% Maya) 103 3.2 3.1 4.1 Vanadio (partes por millón) 65 300 328 435 en la Bahía de Campeche, México (1981) y muy recientemente el de las costas de La Coruña, España (2003). A partir de ellos ha emanado una importante información científica sobre su comportamiento y sus efectos en el medio marino sobre los recursos pesqueros. Los derrames de petróleo 175 Dispersión La dispersión del petróleo derramado en el mar es uno los procesos más significativos durante las primeras 6 a 10 horas después del derrame, ya que de este factor depende el grosor de la mancha de petróleo y su formación de emulsiones con el agua de mar. Las principales fuerzas que influyen en la dispersión lateral del petróleo son la gravedad específica del petróleo, la tensión superficial, las fuerzas de inercia y las fuerzas de fricción. Entre mayor sea el área de dispersión de petróleo, más rápida es su degradación, y además se originan cambios importantes en su composición original. En un tiempo muy corto, de varias horas, cerca del 90% de los hidrocarburos más ligeros que el n-C10 son removidos por evaporación y disolución, lo cual permite un importante decremento en el grosor de la mancha y un incremento en su viscosidad y gravedad específica. La temperatura del agua también es un factor importante en la dispersión del petróleo, sobre todo en las áreas tropicales en las que, en promedio, la temperatura ambiente es mayor a los 28° C. De manera general, el petróleo comienza a dispersarse inmediatamente después de que ocurre el derrame y este factor es muy significativo en las primeras 10 horas posteriores al mismo. Una vez dispersado comienza a fraccionarse en pequeñas partículas que se mantienen en la columna de agua por un tiempo determinado, dependiendo de su viscosidad y tamaño, siendo transportadas por las corrientes y los vientos hasta su total dispersión. Se calcula que 100 horas después del derrame la dispersión alcanza su máximo nivel y distribuye al petróleo a partir del centro de su masa. La dispersión origina una emulsión de petróleo en agua conteniendo pequeñas partículas o glóbulos de petróleo de aproximadamente 0.5 micrómetros. Estas partículas se mantienen flotando en la columna de agua por agitación continua de la columna de agua, la cual es generada por la alta turbulencia de las aguas costeras. Evaporación La evaporación y la disolución son dos de los más importantes factores físicos que afectan la degradación y el intemperismo del petróleo después de que se ha derramado. La evaporación remueve la mayoría de los componentes volátiles de bajo peso molecular (nC9-C14), ya que en general el pentadecano ( n-C15) es el alcano más común en los petróleos derramados. En pruebas de laboratorio 176 A. Botello, S. Villanueva y L. García conducidas en muestras de petróleo del derrame del barco Ekofisk Bravo, en Noruega, se comprobó que más del 60 % de los componentes originales se perdió por evaporación a los 9 días. En otro estudio sobre el intemperismo de muestras de crudo colectadas después del derrame del Amoco Cadiz, Calder (1979) señaló que la evaporación fue el factor más importante para el intemperismo de todos los componentes de bajo peso molecular, incluyendo hidrocarburos alifáticos, aromáticos y algunos hetreoaromáticos como el benzotiofeno. La tasa de evaporación para hidrocarburos específicos está en función de su presión de vapor, la cual es inversamente proporcional a su peso molecular. Así, los componentes del petróleo con pesos moleculares mayores al n-C15 se evaporan en períodos de tiempo muy largos y, por lo tanto, los componentes con presión de vapor mayor que el n-C8 no persisten en un derrame, en tanto que aquellos con una presión de vapor menor que el n-C18 no se evaporan muy fácilmente bajo condiciones normales. Fotoxidación En presencia del oxígeno, la luz solar (radiación) posee suficiente energía para transformar a una gran cantidad de componentes del petróleo y este mecanismo se describe como una reacción autocatalítica, que da como resultado la formación de compuestos hidroxilados, aldehídos, cetonas y ácidos carboxílicos. Se pueden formar intermediarios de alto peso molecular vía radicales libres (polimerización) o por reacciones de condensación de los aldehídos y cetonas. La radiación solar puede causar también copolimerización por medio de la oxidación térmica. Disolución Las tasas de disolución de los componentes del petróleo dependen de interacciones entre las propiedades inherentes al petróleo (estructura molecular, tipo y abundancia de componentes) y de las propiedades físico-químicas del ambiente (salinidad, temperatura). Además la desaparición de las manchas de petróleo también depende de las interacciones entre la evaporación y los procesos de disolución. Muchos estudios han provisto información para definir a la solubilidad como una función de la estructura molecular. Las principales determinantes de la solubilidad de los petróleos incluyen al volumen molecular y la presencia de grupos activos como anillos aromáticos y ligaduras olefínicas. Así, la Los derrames de petróleo 177 solubilidad es inversamente proporcional al volumen molar, el cual, a su vez, es una función linear del número de átomos de carbono. los hidrocarburos en el mar La contaminación marina por petróleo y sus derivados es un problema de gran importancia ambiental en nuestros días y sobre todo en las costas del Golfo de México. Las descargas y el lavado de los buques-tanque son en la actualidad la mayor fuente de contaminación por petróleo en las costas, y se presentan en elevadas concentraciones de breas y alquitranes tanto en el Golfo de México como en el Caribe mexicano. En la actualidad, aproximadamente 5,000,000 de barriles son transportados diariamente a través del área del Gran Caribe y de estos, casi 3,000,000 son movilizados en el área del Golfo de México, lo cual genera un intensivo tránsito de buques-tanque en nuestras costas. Cabe mencionar que la producción de hidrocarburos fósiles en México ha sido ascendente desde 1975, hasta llegar a un nivel de 3, 000,000 de barriles por día, lo cual hace elocuente el alto riesgo asociado a las intensas actividades de extracción y manejo del producto, que se presenta cuando no se toman medidas preventivas necesarias y se llega a afectar el ambiente marino. Los grandes derrames o accidentes petroleros ocurridos en zonas templadas y frías han sido bien estudiados y documentados, demostrándose sus efectos nocivos a corto plazo sobre las comunidades marinas. Sin embargo, en zonas tropicales y subtropicales no existe suficiente información disponible sobre este tipo de problemas, lo cual dificulta hacer una evaluación correcta del efecto sobre el ecosistema. los siniestros marinos La región petrolera de la sonda de Campeche, así como otras zonas petroleras del mundo están expuestas de alguna manera a contingencias marinas, como el descontrol de un pozo, fugas en un oleoducto o gasoducto, derrames por colisión o desperfecto en algún buque tanque, o fugas de petróleo en las monoboyas marinas de carga. La mayor contingencia registrada en la sonda de Campeche fue el descontrol del pozo exploratorio Ixtoc 1, a 94 km al noreste de Ciudad del Carmen, Campeche, a 7 meses de estar en perforación, con un tirante de agua de 52 m. El 3 de junio de 1979, cuando la perforación había 178 A. Botello, S. Villanueva y L. García llegado a 3,627 m, el pozo quedó fuera de control, y se presentaron fugas de gas y aceite que provocaron el incendio y colapso de la plataforma. Como consecuencia de ello se suscitó el derrame de hidrocarburos fósiles más grande registrado hasta esa fecha en el medio marino; tuvo una duración de 281 días, del 3 de junio de 1979 al 9 de marzo de 1980. Petróleos Mexicanos estimó que durante ese período fluyeron 3,100,000 barriles de los cuales 1,800,000 fueron quemados y evaporados, 105,000 fueron recuperados mecánicamente cerca del sitio del derrame y 170,000 de la superficie del mar. Otros 170,000 barriles se recuperaron por la campaña de recolección en playas y costas. Finalmente, 1,023,000 barriles quedaron a la deriva, y su destino final fue la sedimentación al ser arrastrados por las corrientes marinas dominantes. La presencia de hidrocarburos fósiles en el medio marino ya es evidente; y no es difícil encontrar breas y alquitranes flotando en las capas superficiales del mar y en playas aún lejanas de los sitios de exploración y explotación, como las del Caribe mexicano. La contaminación de petróleo plantea problemas analíticos que impiden determinar los niveles actuales de hidrocarburos fósiles en las aguas y en los organismos marinos. Esto se debe a que el petróleo contiene miles de componentes que varían en cuanto a su composición y su estructura. La National Academy of Sciences de Estados Unidos (1975) indica que de un total de 6.2 millones de toneladas de petróleo crudo que se introducen al océano anualmente, la mayor cantidad (aproximadamente 202 millones de toneladas) es aportada por el transporte marítimo, y señalan que 28% del total de petróleo depositado en el océano tiene como destino final las zonas costeras (tabla 2). Las principales fuentes de hidrocarburos fósiles en el océano y en las zonas costeras son las siguientes: hidrocarburos generados por actividades humanas, hidrocarburos biogénicos naturales producidos por organismos marinos, e hidrocarburos que fluyen por el fondo oceánico. El plancton dispersa y consume los componentes del petróleo que se encuentran en el mar y en las costas. De esta manera los componentes pasan a formar parte de las cadenas alimenticias, de los organismos bentónicos que los bioacumulan o de los sedimentos marinos en los que permanecen por un período largo, ya que allí los procesos de degradación y de transformación son muy lentos. Una vez que se han dispersado, el petróleo y sus derivados producen efectos nocivos en los organismos marinos sobre todo si el tiempo de exposición es largo y la concentración alta. Por ejemplo, las concentraciones inferiores a 0.1 ppm inhiben la fotosíntesis y retardan la división celular y el crecimiento del plancton y las concentraciones mayores a 1 ppm ocasionan la Los derrames de petróleo 179 Tabla 2. Estimaciones recientes de hidrocarburos del petróleo en el medio marino (millones de toneladas por año) Fuentes Océano Océano costero abierto Océano costeros y abiertos Filtraciones naturales 0.6 - - Producción en alta mar 0.08 - - Transportación, operación de buques 0.6 1.25 1.85 Operación en puertos 0.003 - 0.003 Aporte de ríos 1.6 - 1.6 Aporte atmosférico 0.06 0.54 0.6 Áreas urbanas e industriales Desechos urbanos 0.3 - 0.3 Acarreo 0.3 - 0.3 Desechos industriales 0.3 - 0.3 Refinerías 0.2 - 0.2 Total 4.2 1.9 6.1 Porcentaje 9.8 1.3 30.3 4.9 26.2 9.8 4.9 4.9 4.9 3.3 100 Fuente: National Academy of Sciences (1975). muerte de gran cantidad de especies planctónicas y de las larvas y huevecillos de peces que flotan junto con el plancton. Los organismos bentónicos y principalmente los bivalvos (ostiones y mejillones), que filtran su alimento, reciben los componentes del petróleo a través de pequeñas partículas que se adhieren a sus tejidos. Esto les da un sabor y un olor a petróleo y, por lo tanto afecta su calidad comercial. Además dichas partículas pueden obstruir su sistema respiratorio y por ende matarlos. En peces adultos el petróleo parece tener efectos de tipo mecánico más que biológico, porque suele cubrir sus branquias e impedir el intercambio gaseoso lo que acaba por matarlos. El grado de toxicidad de estos contaminantes varía según la especie de que se trate, pero por lo general las concentraciones de 0.5 a 10 ppm dañan los sentidos, alteran la quimiorrecepción y destruyen las células del epitelio bronquial. El petróleo daña también la vegetación marina, ya que en concentraciones de 10 a 100 ppm inhibe la fotosíntesis. Esto es muy grave pues los vegetales desempeñan un papel fundamental en la producción primaria, que es la base de la economía energética de los ecosistemas costeros y marinos al igual que de los terrestres. 180 A. Botello, S. Villanueva y L. García Discusión A pesar de la vasta información publicada con referencia a los derrames petroleros, aún hay campos de investigación que requieren atención por parte de las universidades, institutos tecnológicos, agencias gubernamentales y legisladores, para comprender de manera correcta los impactos y los efectos de estos desastres sobre los ecosistemas en donde ocurren. Es necesario incrementar los estudios de laboratorio para evaluar correctamente los cambios químicos que ocurren en el petróleo, su degradación, y las alteraciones que ocurren por medio de factores bióticos y abióticos durante y después del derrame. Parece indudable que la evaporación es el proceso principal para la remoción y pérdida de los compuestos más volátiles cuando ocurre un derrame y su efecto es mayor en las zonas tropicales. Es necesario realizar mediciones sobre muestras de aire para documentar el tipo de hidrocarburos con mayor facilidad para evaporarse. Hasta hoy, la literatura sobre concentraciones de hidrocarburos en muestras atmosféricas durante un derrame es muy pobre. Es vital incrementar los estudios y pruebas de toxicidad de los derrames petroleros sobre las comunidades marinas y estuarinas y, sobre todo, en los estadios larvarios y postlarvarios, ya que son los más afectados por la toxicidad del petróleo. Se necesita fortalecer la investigación en aquellas áreas que son más susceptibles a derrames como son las áreas costeras y estuarinas, y desarrollar las capacidades técnicas y humanas necesarias para este propósito. De igual manera, es necesario más trabajo de investigación para determinar si los residuos del petróleo derramado son aislados, redistribuidos o degradados una vez que son introducidos a los sedimentos. Bibliografía Calder, J. 1979. Weathering effects on chemical composition of the Amoco Cadiz oil Spill. Ann. Meeting of the American Association for the Advancement of Science. Houston, Texas. EUA. National Academy of Sciences. 1975. Petroleum in the marine environment. National Academy of Science. Washington, D.C. EUA. Los reportes del estado del ambiente 181 11 Los reportes del estado del ambiente con base en indicadores ambientales: un puente entre la política pública y la ciencia Jane Barr Introducción Este capítulo pretende proporcionar un contexto más amplio para el monitoreo de la biodiversidad. Se enfoca en cómo los resultados del monitoreo de la biodiversidad pueden integrarse a los ciclos de políticas públicas a través de los reportes del estado del ambiente (REA). El objetivo es el de mejorar la toma de decisiones para el manejo sustentable de la biodiversidad. La mayor parte del material en este capítulo deriva de un estudio de referencia sobre los indicadores ambientales de nivel nacional, usados por Canadá, México y los Estados Unidos que fue preparado para el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Comisión para la Cooperación Ambiental de América del Norte (CCA). Su propósito era desarrollar informes sobre el estado del medio ambiente así como indicadores con una perspectiva única para la región. Este texto provee una definición de indicadores, analiza el papel que juegan en la toma de decisiones, delinea los pasos para identificar posibles indicadores, sugiere criterios para seleccionar indicadores ideales, discute la noción de describir indicadores sin datos, ilustra el marco para organizar indicadores de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y, para terminar, presenta los indicadores de biodiversidad usados por el primer Informe del Estado del Medio Ambiente, titulado El mosaico de América del Norte (CCA 2000). 181 182 J. Barr Los indicadores y su papel Actualmente los reportes REA intentan cada vez más atender las necesidades de, o influir en, usuarios específicos, especialmente los tomadores de decisiones. La tendencia es hacia el uso de un número selecto de indicadores para tratar pocos temas. Los esfuerzos para reportar el estado del medio ambiente buscan la reducción de las listas comprensivas de indicadores y el desarrollo de cuerpos centrales para una mejor comunicación, así como a usar índices que suman varios indicadores en una imagen más concisa de sistemas complejos. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) define a un indicador como “un parámetro, o un valor derivado de parámetros, que indican o proporcionan información acerca de, o describen el estado de un fenómeno/ambiente/área, con significado que va más allá de la que se asocia directamente al valor del parámetro” (OCDE 2001). Los indicadores ambientales, sociales y económicos son utilizados para reportar acerca del progreso hacia el desarrollo sostenible o la sustentabilidad. Los indicadores ambientales enfocan y condensan información acerca de ambientes complejos y presentan esta información para usos de manejo, monitoreo y elaboración de informes (CSIRO 1999). La selección y desarrollo de indicadores usualmente sigue uno de dos métodos. El método ascendente (bottom-up) comienza con los datos disponibles, crea los parámetros y finalmente, agrega los datos dentro de indicadores. La dependencia que el desarrollo de indicadores tiene de los datos puede llevar a una situación en la cual su disponibilidad guíe la selección de los indicadores, lo que a su vez refuerza la toma de los mismos (UNESCO 2003). Recientemente ha habido un cambio alejándose del desarrollo de indicadores porque los datos están disponibles, y acercándose al desarrollo de indicadores porque los usuarios finales —los tomadores de decisiones y el público— los necesitan para tomar decisiones robustas. Los métodos descendentes (top-down) empiezan con una visión que lleva a objetivos de políticas públicas orientadas hacia resultados vinculados al mundo real y de ahí a un conjunto de indicadores objetivamente verificables, seguidos a su vez de acciones concretas. Los indicadores son desarrollados para todos los niveles, desde el objetivo hasta las actividades. El método descendente es el preferido actualmente, puesto que su propósito es el de ligar los indicadores con las decisiones políticas. Los reportes del estado del ambiente 183 Los indicadores son reconocidos y utilizados cada vez más por su papel clave en la mejora de la toma de decisiones. En otras palabras, los indicadores ambientales no son un fin en sí mismos y más bien deben formar parte de un ciclo interactivo de políticas. El papel de los indicadores es el de incorporar el conocimiento ambiental en la toma de decisiones en su fase de evaluación y análisis, que debería de llevar al subsiguiente ajuste de las políticas públicas (figura 1). Figura 1. El papel de los indicadores en el ciclo de las políticas Ajuste Aplicación de políticas Análisis y evaluación Aplicación de políticas Fuente: Adaptado de Pinter, Zahedi y Cressman 2000. El desarrollo y el uso de indicadores deben también estar “conectados” al ciclo de gestión ambiental, que opera al interior de los ciclos de política pública. Los programas de monitoreo son parte del ciclo de gestión ambiental en el cual las políticas públicas recibe retroalimentación a través de los mensajes proporcionados por los indicadores. Los indicadores dependen del monitoreo y de la obtención de datos para proveer los insumos necesarios. El desarrollo de indicadores debería de comenzar planteando una pregunta en alguna etapa del ciclo y terminar devolviéndole respuestas. De esta manera, los indicadores deberían de ayudar a los responsables a determinar si se están cumpliendo sus objetivos (CSIRO 1999). Los indicadores pueden ayudar a mostrar a los tomadores de decisiones los progresos en relación con las metas de las políticas públicas o hacia aspectos científicos de referencia. El ciclo de políticas depende de objetivos, mientras que el ciclo de manejo de la biodiversidad utiliza niveles de referencia. Un nivel 184 J. Barr de referencia (o umbral) es el valor de un indicador que tiene algún significado ambiental definido en el funcionamiento del sistema natural. Mientras que los objetivos se basan en políticas públicas y reflejan valores humanos, los puntos de referencia son determinados científicamente (CSIRO 1999). La mayor parte de los indicadores son desarrollados para uso a nivel nacional. Encontrar indicadores significativos para representar condiciones en varias subregiones y ecosistemas de un país es un desafío. Muchos indicadores ecológicos sólo se aplican a un área o un ecosistema específicos, o bien a una especie o una población en particular, y por ende no pueden servir como indicadores a escala nacional (CGER 2000). Por consiguiente, pueden necesitarse diferentes indicadores para quienes operan a diferentes escalas. Pueden a menudo basarse en los mismos datos; sin embargo, encontrar formas confiables de agregar o desagregar datos de un lado a otro a través de escalas temporales es un reto difícil y persistente (CSIRO 1999). Selección de indicadores Generalmente, el primer paso en una iniciativa de indicadores es definir los temas y asuntos ambientales y de biodiversidad prioritarios a tratar. El siguiente paso es identificar indicadores asociados. A menudo, esta etapa es llevada a cabo con la ayuda de un ejercicio de reflexión conjunta de expertos, con la correspondiente lluvia de ideas, para desarrollar una lista inicial de candidatos a indicadores. Con frecuencia estos son identificados al reformular objetivos como preguntas. Este ejemplo está tomado del Draft Report on the Environment 2003 (EPA 2003). Los indicadores que responden a estas preguntas están basados en datos disponibles (tabla 1). Más que depender exclusivamente de indicadores para los cuales los datos ya están disponibles, es útil identificar faltantes en los datos y en los programas de monitoreo y sugerir indicadores que todavía queden por desarrollar. En sus reportes, el Heinz Center presenta indicadores de este tipo en la secuencia o perfil del tema con el objetivo de estimular el monitoreo y así completar los datos en cuanto estén disponibles. La tabla 2 muestra un ejemplo de un indicador para el cual los datos son todavía inadecuados para reportar a nivel nacional y un indicador que todavía no ha sido desarrollado. Una de las desventajas mayores de los reportes REA y del desarrollo de indicadores es la carencia de datos, o de datos confiables y adecuados. En teoría, los indicadores e índices deberían de constituirse con la información de una amplia base de datos primarios confiables, como en la pirámide de Los reportes del estado del ambiente 185 Tabla 1. Etapas del desarrollo de indicadores para reportes REA ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ Identificar temas y asuntos en relación con la visión y objetivos generales Proponer un cuerpo inicial de posibles indicadores Seleccionar un marco analítico que vincule objetivos e indicadores Desarrollar una lista de criterios para la selección de indicadores Evaluar los indicadores de acuerdo a estos criterios Definir un cuerpo central y/o una secuencia o perfil de cuerpos de indicadores para diferentes usuarios Identificar fuentes de datos y carencias de datos Reunir datos y poblar los indicadores; estandardizar las medidas cuando sea posible Comparar valores de los indicadores con objetivos, umbrales y objetivos de las políticas publicas según sea apropiado Dar a conocer los resultados ampliamente Evaluar las fortalezas y debilidades del cuerpo de indicadores Continuar con el desarrollo de indicadores superiores Fuente: compilado por la autora con base en Rump 1996, Hardi y Zdan 1997, CEC 2003. Tabla 2. Preguntas para obtener indicadores de la condición del ecosistema Pregunta Indicador ¿Cuál es la condición general del paisaje? Extensión de los tipos de ecosistemas y coberturas Especies nativas con riesgo Índice de las comunidades bentónicas Tendencias poblacionales de especies de aves invasoras y nativas--no invasoras Condición de los árboles Niveles de nitratos en arroyos cerca de ecosistemas Cambios en el flujos de los arroyos Erosión de los suelos ¿Cuál es el estado de las condiciones bióticas? ¿Cuáles son las características químicas y físicas de los ecosistemas nacionales? ¿Cuál es el estado de las condiciones hidrológicas y geomorfológicas? ¿Cuál es el estado de los regímenes naturales de disturbios? Fuente: adaptado por la autora de EPA 2003. Extensión y frecuencia de los incendios Infestaciones de insectos Ocurrencia de enfermedades 186 J. Barr Figura 2. La pirámide de la información Índice Agregación Índice Indicador Datos Indicador Datos Realidad Teoría Fuente: Singh, Moldan y Loveland 2002. la izquierda en la figura 2; en realidad, la pirámide de la información está invertida (Singh, Moldan y Loveland 2002). Una vez que está construida una lista de indicadores potenciales o “candidatos” se pueden proponer criterios con los cuales evaluar y reducir la lista. La literatura muestra que hay un consenso amplio sobre los criterios clave para identificar indicadores potenciales (figura 5). Uno de los criterios principales, como enfatizamos anteriormente, es su relevancia respecto del diseño de políticas públicas. La selección y las reglas para calcular los indicadores deberían ser hechas de manera transparente y objetiva. Los indicadores deberían de estar basados en datos robustos y proporcionar una manera efectiva, en términos de su costo, de medir condiciones ambientales y avances hacia los objetivos de las políticas o los puntos científicos de referencia. La selección y desarrollo de indicadores se ve facilitada al aplicar un marco que corresponde a la misión de la iniciativa y que ayuda a organizar el trabajo de reporte. Los reportes del estado del ambiente 187 El marco PER Un marco conceptual ayuda a estructurar la selección y desarrollo de indicadores, a sistematizar su análisis e interpretación, a identificar las carencias, y a simplificar y hacer explícito el proceso de informe para la audiencia de objetivo (Rump 1996). El método más comúnmente utilizado es el del marco PresiónEstado-Respuesta (PER o PSR, por sus siglas en inglés), que organiza los indicadores de acuerdo a cómo responden a las preguntas siguientes: ¿qué le pasa al ambiente? ¿Por qué le pasa? y ¿qué estamos haciendo al respecto?’ (tabla 3). Una de las mayores contribuciones de la OCDE al campo de los indicadores ambientales son sus esfuerzos para armonizar las iniciativas individuales de sus miembros desarrollando un enfoque y un marco conceptual comunes basados en el modelo de Presión–Estado-Respuesta (PER) (figura 4). tabla 3. Criterios para la selección de indicadores ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ ■ Significativos/notables: ¿A alguien le resultará de interés? Claros y fáciles de interpretar: ¿La gente los entenderá? Relevantes para las políticas: ¿Llevarán a alguna acción? Confiables/creíbles: ¿Son científicamente válidos? Neutrales y legítimos: ¿Son confiables? Comparables: ¿Son compatibles con otros grupos de indicadores? Efectivas en término de su costo: ¿Son costeables? Participativos: ¿Fueron seleccionados y desarrollados de manera transparente? Las “presiones” o ambientales se refieren a actividades humanas ejercidas sobre el ambiente y los recursos naturales. Los indicadores de ‘Estado’ describen la cantidad de activos en recursos y la condición y tendencias en medios ambientales o sus componentes. Los indicadores de ‘respuesta’ muestran la extensión de la respuesta de la sociedad a las preocupaciones ambientales, para mitigar, prevenir, detener y revertir la degradación ambiental y para preservar y conservar la naturaleza y los recursos naturales (OECD 2001). El modelo PER es flexible y puede ser ajustado para mayores detalles o para rasgos específicos. Por ejemplo, la Agencia Ambiental Europea y otras han modificado el marco sumándole dos categorías. “Impulsores” o indicadores de fuerzas motrices para indicadores que describan presiones socioeconómicas subyacentes, tales como el crecimiento de la población y el consumo, e indi- 188 J. Barr tabla 4. Preguntas para obtener indicadores de presión-estado-respuesta Preguntas por responder Tipo de indicadores Qué muestran los indicadores ¿Qué pasa con el estado del medio ambiente y de los recursos naturales? Indicadores de estado Cambios o tendencias en el estado físico o biológico del mundo natural ¿Por qué está pasando? Indicadores de presión Presiones por parte de actividades humanas que puedan causar cambio ambiental ¿Qué estamos haciendo al respecto? Indicadores de respuesta Acciones adoptadas en respuesta a los problemas y preocupaciones ambientales Fuente: adaptado de MAP 1998. Figura 3. El marco Presión-Estado-Respuesta de la OCDE Presiones respuesta Estado Indirectas o impulsos directos Actividades humanas • Energía • Transporte • Industria • Agricultura • Otros (producción, consumo, comercio) Contaminantes y generacion de desechos Uso de recursos Ambiente y recursos naturales Información Condiciones: • Aire/atmósfera • Agua • Tierra/suelo • Vida silvestre/Biodiversidad • Recursos naturales Respuestas de la • Otro sociedad Respuestas de la sociedad (intenciones-acciones) Fuente: OECD 2003. Agentes sociales económicos y ambientales • Administraciones • Propietarios • Empresas • Regional • Nacional • Internacional Los reportes del estado del ambiente 189 cadores de “Impacto” para responder a la pregunta ¿Por qué son significativas las condiciones ambientales y los cambios?; por ejemplo, ¿qué impacto tienen las presiones sobre los ecosistemas, el bienestar económico y social, y la salud humana? (NIRO 2003). La figura 4 ilustra el marco DPSIR para organizar a los indicadores de biodiversidad para el tema de las especies invasoras. La presentación de un “perfil del tema”, como éste, les permite a los responsables de la toma de decisiones reconocer los nexos entre la acción humana y los cambios ambientales, y evaluar el éxito de las políticas propuestas. Armonizando indicadores La Conferencia de Naciones Unidas de 1992 sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Cumbre de la Tierra) reconoció el importante papel que los indicadores pueden jugar para ayudar a los países a tomar decisiones informadas respecto Figura 4. El marco DPSIR para especies invasoras Impulsos/Conductores Economía (libre comercio) Población (crecimiento, distribución); consumo; tecnología, etc. Presiones Causas directas (agua de lastre, comercio de bienes, turistas etc.) Respuestas Tratamiento (químico, biológico, mecánico). Monitoreo público: nuevas tecnologías. Educación: nuevas leyes/ regulaciones Impactos En ecosistemas; en la economía (pesca, agricultura, costos de migración y prevención). Sociales: (empleos y salud humana, etc.) Estado Las características bioquímicas de especies invasoras (¿qué especie es?, ¿dónde está?, ¿cuantas hay?) Fuente: producido por la autora. 190 J. Barr al desarrollo sustentable. La Agenda 21 hace un llamado a la armonización de los esfuerzos, incluyendo la incorporación de un conjunto adecuado de indicadores en informes y bases de datos comunes, fácilmente accesibles y actualizadas constantemente (Shah 2004). La Comisión para la Cooperación Ambiental (CCA) está coordinando los esfuerzos de América del Norte para armonizar los indicadores en los tres países. La CCA seleccionó un conjunto básico de indicadores para América del Norte de los efectos ambientales en salud ambiental de los niños. También, en colaboración con el PNUMA, la CCA está analizando las iniciativas sobre indicadores en los tres países para evaluar el potencial que tendría el desarrollo de un conjunto de indicadores ambientales norteamericanos. Como miembros de la OCDE, Canadá, México y los Estados Unidos cooperan proporcionando datos que le permiten a la OCDE informar de manera coherente acerca de las condiciones ambientales en los países que la conforman. Los miembros cooperan en el desarrollo de indicadores ambientales internacionales armonizados, basándose en un acuerdo para usar el modelo PER como un marco común de referencia. Los indicadores se identifican por tres criterios básicos: relevancia para las políticas públicas y utilidad para los usuarios, solidez analítica, y carácter mesurable. Los países miembros acuerdan usar el enfoque de la OCDE a nivel nacional al adaptar un conjunto de indicadores a sus circunstancias nacionales e interpretarlas en el contexto necesario para que adquieran su pleno significado (OCDE 2003). Mientras que el desarrollo de indicadores ambientales para ciertos sectores (como el forestal) y ciertos temas (como aire y agua) han logrado progresos significativos, muchos menos avances se han alcanzado en el desarrollo de indicadores para la diversidad biológica. Esto se debe a un conjunto de factores, que incluyen la complejidad del tema, la incertidumbre científica asociada al significado de las tendencias y una pobre comprensión de los procesos de los ecosistemas y de sus funciones. Los indicadores más ampliamente utilizados para la diversidad biológica se enfocan en las tendencias poblacionales de las especies o grupos taxonómicos (las aves, por ejemplo, frecuentemente utilizadas como indicadores). El porcentaje de especies amenazadas o en peligro es otro indicador de biodiversidad comúnmente utilizado en informes del estado del medio ambiente. Los indicadores de diversidad genética y ecosistémica se encuentran en una fase más temprana de desarrollo (CBIN 2004). Esta falta de progreso se refleja en los pocos indicadores utilizados por la CCA en su primer informe sobre el estado del ambiente en América del Norte. La falta de datos y la dificultad para integrar la información de los tres países Los reportes del estado del ambiente 191 también dificulta el desarrollo de indicadores. Las figuras 5-7 muestran los indicadores de biodiversidad que fueron usados en el Mosaico de América del Norte, publicado a finales de 2001. Los datos de la figura 5 se obtuvieron del World Resources Institute, en colaboración con el PNUMA, PNUD y el Banco Mundial y publicados en informes de World Resources, que también intentan armonizar datos para informar a nivel internacional. La fuente original de datos para la figura 6 es la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Este indicador muestra que una proporción significativa de las especies de plantas y de animales de América del Norte está amenazada, en particular en México y los Estados Unidos. El problema no se ve limitado de ninguna manera por las fronteras políticas entre los países. Tomados en conjunto, hay por lo menos 235 especies de mamíferos, aves, reptiles y anfibios amenazadas en América del Norte, de las cuales 14 son compartidas por los tres países, 35 por México y los Estados Unidos, 15 por Canadá y los Estados Unidos y 7 por Canadá y México (CEC 2001). La figura 7 muestra la tendencia en el número y tamaño de las áreas protegidas de América del Norte, de acuerdo a las Categorías I-VI del UICN. Figura 5. Especies endémicas en Norteamérica 100 Porcentaje 80 60 40 20 Canadá México 0 EUA Mamíferos Fuente: CCA 2001. Aves Angiospermas Reptiles Anfibios Peces dulceacuícolas 192 J. Barr Figura 6. Especies amenazadas de Norteamérica 100 Porcentaje 80 60 40 20 Canadá México 0 EUA Mamíferos Aves Angiospermas Reptiles Anfibios Peces dulceacuícolas Fuente: CCA 2001. Figura 7. Tendencia en el número y tamaño de las áreas protegidas de Norteamérica 3,500 Sitios/superficie (1,000 km2) 3,000 2,500 2,000 1,500 1,000 ANP 500 Cantidad de sitios 0 1905 1915 Fuente: CCA 2001: 42. Año 1925 1935 1945 1955 1965 1975 1985 1997 Los reportes del estado del ambiente 193 Aunque haya un crecimiento evidente en el número de áreas protegidas, el indicador no refleja el nivel de protección. Los informes sobre el estado del ambiente y el desarrollo de los indicadores dependen de los datos proporcionados por sistemas de monitoreo y por eso es de particular importancia que mejoremos nuestra comprensión de todos los elementos de la diversidad biológica si pretendemos desarrollar mejores indicadores. Bibliografía CBIN. 2004. 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Barr NIRO. 2003. Current Status, Trends, and Perceptions Regarding Environmental Indicators and State of the Environment Reporting in Canada, Background Paper No. 1 to an Environment Canada Strategy for Environmental Indicators and State of the Environment Reporting in Canada: National Indicators and Reporting Office, Environmental Reporting Branch, Knowledge Integration Directorate, Environment Canada: http://www.ec.gc.ca/soer-ree/English/documents/default. cfm 27 Octubre 2004. OECD. 2003. OECD Environmental Indicators: Development, Measurement and Use, Reference Paper. Organisation for Economic Co-operation and Development: Paris Francia. http://www.oecd.org/dataoecd/7/47/24993546.pdf 14 Mayo 2004. ———. 2001. OECD Environmental Indicators: Towards Sustainable Development. Organisation for Economic Cooperation and Development. Paris. Francia. Pintér, László, Kaveh Zahedi y David R. Cressman. 2000. 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Capítulos 3: Signing progress: Indicators mark the way. En: The UN World Water Development Report: Water For People, Water For Life. Editado por UNESCO. United Nations Economic Commission for Europe. Disponible en: http://www.unesco.org/water/wwap/wwdr/pdf/chap3.pdf. Consultado el 14 de junio de 2004. Indicadores ambientales 195 12 Indicadores ambientales y retos conceptuales para operar políticas públicas Cuauhtémoc León En este ensayo se proponen y exploran, a partir de cuatro grandes apartados, ciertos elementos conceptuales que vinculan las variables socio-económicas con las territoriales y las propiamente ambientales. Se plantean también ciertos retos que desde nuestra perspectiva son necesarios explicitar para dilucidar relaciones entre fenómenos y procesos estudiados por disciplinas distintas (las ciencias sociales y las naturales). Lo anterior es importante entre otras razones porque el origen de los indicadores, lo que documentan, y su complementariedad está en función precisamente de reconocer las diferencias entre esas disciplinas. Por otra parte, es importante plantear este tipo de reflexión, particularmente porque es con base en sus resultados que se dan respuestas y construyen propuestas de políticas públicas desde los diferentes sectores y secretarías del gobierno, para una misma realidad, digamos interconectada. 1) Es un enigma qué significa y cómo hacer para pasar de indicadores sectoriales, construidos en y para una escala local a indicadores multisectoriales de escala regional o global. Los indicadores mejor definidos son aquellos que se diseñaron o están asociados a un sector, tienen sentido y aplicabilidad conocida, y generalmente cuentan con una fuente de datos con buena certidumbre a escalas geográficas homogéneas y por llamarlas de algún modo, locales. Visto así, habría un gradiente de definición y certidumbre en los indicadores que decrece conforme aumenta la complejidad, ya sea que provenga del incremento del número de sectores contemplados (de lo sectorial a lo multisectorial) o 195 196 C. León bien por la escala geográfica (micro-macro, homogéneo-heterogéneo, localglobal). Hasta donde sabemos no hay traductores o herramientas conceptuales para ser utilizadas en la interpretación de estos cambios o en la adaptación de los indicadores respectivos. Para un espacio sectorial dado habría, sin embargo, cierta facilidad para transitar de escala, manteniendo la definición, validez o incluso la certidumbre, y explicar, interpolar o extrapolar utilizando los mismos indicadores; lo que conllevaría a que sea posible mantener su aplicabilidad. Moverse con un cambio de escala en un sólo sector o ámbito multisectorial (de local a global o viceversa, siempre en el eje de las abscisas) sería en principio posible utilizando y adaptando los indicadores. Lo que hasta ahora parece estar en un vacío conceptual o teórico es la transición, explicación, construcción o modelación de lo local y sectorial a lo global-multisectorial, es decir, no hay elementos para explicar (o incluso describir) las relaciones entre fenómenos locales y globales, especialmente cuando se desea explicar vínculos o efectos causales. Poder realizar las operaciones anteriores supone marcos teóricos que hasta la fecha no existen. No hay una teoría de lo global. Independientemente de la escala espacial que se desee utilizar, los indicadores de sustentabilidad hasta ahora propuestos por los distintos artículos e instituciones, tienen menor definición que aquellos sectoriales y netamente disciplinarios. Independientemente de la escala espacial o temporal (otro problema que no se abordará en esta ocasión) no hay hasta la fecha indicadores compuestos que vinculen fenómenos socioeconómicos con biofísicos (o ambientales); a lo más hay ciertos estudios que explican esto (García 1986). El divorcio entre las ciencias sociales y las naturales se expresa aquí. Los indicadores explican los procesos al interior de la disciplina pero no los vínculos con otros procesos, como sería el caso del Producto Interno Bruto (PIB), que por razones de escala no incluye fenómenos de la microeconomía, como tampoco explica o describe la evolución de la pobreza y mucho menos el deterioro ambiental. Lo que hasta ahora no existe es la explicación de la relación entre crecimiento económico y deterioro ambiental. En este tipo de matriz conceptual habrá que esperar todavía algunos años para tener esquemas e indicadores que mezclen ambas esferas (y escalas), y mientras tanto será necesario simplificar los esquemas interpretativos, tanto como sea posible, sin perder de vista que la complejidad podría llevarnos a conclusiones falsas y riesgosas. Si bien no es posible combinar indicadores, las correlaciones se irán develando conforme se sistematice con cautela y se planteen claramente las dudas y limitaciones de lo que se sabe y puede explicar. Indicadores ambientales 197 2) Al interior de cada grupo o tipos de indicadores generalmente existen al menos dos problemas, uno conceptual (enfoques) y, en consecuencia, otro de comparabilidad (métodos para construirlo). La combinación de estos dos problemas puede ser perniciosa, particularmente para la toma de decisiones. Veamos esto con un ejemplo. En la construcción de la línea de la pobreza, existen varios métodos cuyos resultados conducen a darle dimensiones a la magnitud del problema y jerarquizarlo de manera distinta. En función de los resultados se reconoce que hay varios millones de pobres más o menos, y por tanto la gravedad del asunto y la inversión social para atenderlo son distintas también, al grado de que para unas instituciones incluso la pobreza no es grave, mientras que, dependiendo del método utilizado para estimarla, la presencia de pobres puede incrementarse más de 50 % y, entonces, se reconoce como uno de los problemas mas serios del país. Al interior de cada enfoque (dentro de una misma disciplina) hay discrepancias conceptuales o incluso ideológicas además de las institucionales. Así lo demuestra la discusión de la línea de la pobreza a la que acabamos de hacer referencia. Entre otras implicaciones de las discrepancias entre enfoques, la confirmación de que hay menos pobres de los originalmente imaginados conllevaría una menor necesidad de inversión por parte del Estado para paliar los efectos de la pobreza. Dado que la relación entre pobreza y deterioro ambiental no ha sido muy estudiada, aunque se propone que hay una espiral decreciente que va de de mayor pobreza a mayor deterioro (Provencio et al. 1993), las diferentes apreciaciones también supondrían una necesidad de conexión o coordinación de políticas públicas o de inversión intersectorial, con magras experiencias. En este contexto y ante el interés de los profesionales de las ciencias naturales por comprender la relación entre la pobreza y el deterioro, o de realizar modelos que relacionen algún fenómeno ambiental (ecológico) con la pobreza (social), se corre el riesgo de que, en aras de la simplificación, se tomen y mezclen indicadores provenientes de las instituciones sectorizadas o de las ciencias sociales, lo que podría llevar a resultados y/o correlaciones más que riesgosas. Si, por un lado, se documenta el deterioro ambiental en cualquiera de sus muchas vertientes, y por otro, el deterioro social y económico con indicadores que obedecen a dinámicas y lenguajes distintos dados por su origen disciplinario o institucional, el intercambio, interconexión o expresión territorial de los indicadores que puede ir desde de un poblado hasta una cuenca, enfrentarán algo que podríamos denominar dislexia o esquizofrenia de interpretación. Un 198 C. León ejemplo sobre simplificado de este riesgo sería, por ejemplo, querer estimar el Producto Interno Bruto (PIB) de una cuenca, la pobreza de una zona forestal, la biodiversidad de un municipio o la deforestación de un pueblo. En todos estos casos la definición y los límites territoriales de unos y otros son incompatibles, por ejemplo, el PIB a lo más está definido para el país o un estado y sus recortes son inexistentes. El llamado del Instituto Mundial para los Recursos (WRI 2002) toma relevancia: “la creciente presión sobre los ecosistemas no sólo está vinculada al aumento de la población. De hecho, es más una cuestión de qué y cuánto consumimos”; lo que buscamos no son las relaciones directas simples, para los ambientalistas esto se pone en evidencia cuando hablamos del consumo, así, el efecto de la ganadería no es importante ni por el número de cabezas de ganado ni por los ranchos o el número total de propietarios, sino por el tipo de prácticas productivas, la extensión (no estabulados) y por el hecho de que se da en el trópico húmedo. La expansión de la ganadería en México no puede correlacionarse con el incremento de la población en términos absolutos, sino que debe considerar los patrones de consumo que nos obligan a verificar parámetros como el número de los habitantes urbanos y los volúmenes de exportación, así como las políticas públicas que la subsidiaron. En este sentido y ante la escasez de recursos naturales, la nueva agenda de indicadores seguramente deberá documentar las relaciones del territorio y el potencial de conflictos. 3) El reto más importante no es solamente lograr identificar indicadores que muestren de mejor manera procesos ecológicos o biológicos complejos de manera explicita, sino particularmente vincularlos a fenómenos sociales y económicos, es decir, a los indicadores de esas otras dimensiones.1 Lo más común y, hasta cierto punto impresionante, es que la simplificación de los indicadores conlleva a seleccionar unos cuantos de mucho significado social (lo ideal) y a mantenerlos separados en las tres grandes dimensiones: social, económica y ambiental. Éste es el caso de los indicadores de Gran Bretaña. La medición, o al menos la contabilidad de la sustentabilidad vista como la evolución del sistema humano, está ante un reto del conocimiento, ya que entendemos de manera separada o segmentada la realidad, y deseamos mediante 1 “Ha habido un creciente interés en los últimos años en el uso de indicadores para monitorear el cambio. El desarrollo de indicadores útiles requiere no solo entender los conceptos y definiciones sino también un buen conocimiento de Indicadores ambientales 199 tres libros de contabilidad ver si por serendipia surge algo de entendimiento o el indicador compuesto, que simplificado y unificado sea suficientemente claro para los estudiosos, pero sobre todo, para los políticos. Ante la enorme confusión que esto provoca, es común que en reuniones sobre problemas ambientales se limite o acote lo ambiental a un tipo de agenda, sea verde o gris (preferentemente una u otra), y posteriormente a lo terrestre o a lo marino, a lo urbano o lo rural, y así sucesivamente. El carácter, necesidad del enfoque y trabajo intra e interdisciplinario, se vuelve un mantram tanto como la invocación o necesidad de la “sustentabilidad”. Me refiero a un efecto difícil de entender, que deriva de las condiciones institucionales que conducen a trabajar de manera sectorial o disciplinaria, casi inevitablemente, y por otro lado, a la difícil tarea del trabajo en equipo que requiere de mucho tiempo y de condiciones institucionales que lo propicien y garanticen, lo cual implica para cualquier profesional la necesidad de aprender otro lenguaje. 4) A los clásicos aspectos ambientales, entendidos como la agenda que clasifica los problemas y sus soluciones, que por consenso se le conoce como verde y café-gris, ahora se suman nuevos procesos, poco estudiados pero a la vez de gran importancia derivada de su virulencia (ritmo) y magnitud (superficie e impacto). Dichos fenómenos se están documentando de manera muy reciente por lo que existen pocos elementos analíticos que a su vez impiden y dificultan la creación o construcción de indicadores. Entre los temas o procesos emergentes podemos citar a los fenómenos urbanos y su relación con la geografía, algo que podríamos denominar área de influencia o zonas tributarias. Una forma de visualizar esto es a través de la representación de las zonas urbanas en un mapa en el que, dependiendo de la escala, las ciudades pueden aparecer como diminutos puntos, pero el contraste y la dificultad de la representación es que no corresponden con el fuerte impacto ambiental que provocan a gran distancia del propio punto. La representación mental o geográfica de estas relaciones o de su influencia es complicada. El espacio vinculado a esos puntos puede ser “vecinal” (los alrededores de la ciudad) o distante y por tanto determinado por lo que hace las necesidades de políticas (públicas). De hecho la clave de un buen indicador radica en el vínculo que hay entre la medida de alguna de las condiciones ambientales con las opciones prácticas de políticas.” World Bank Environmental Economics and Indicators. 200 C. León la propia ciudad. Este sería el caso de los trasvases de cuencas para el abasto de agua, las “exportaciones” de aguas negras o aire contaminado (conocido como metabolismo urbano). También existen importantes efectos a mayor distancia derivados de los niveles y patrones de consumo, como por ejemplo la ganadería del trópico para abastecer de carne a la ciudad de México o la generación de energía eléctrica y sus impactos ambientales. Si bien lo más cercano a modelar este tipo de influencias es la propuesta de la “huella ecológica”, este tipo de fenómenos es difícil de representar a partir de indicadores. Otra particularidad de este problema se expresa en el divorcio conceptual y sectorial del propio territorio, que conduce a políticas públicas incompatibles, no complementarias y contraproducentes. Mencionaré dos formas o casos, uno del espacio rural y otro de la frontera urbana. Con respecto al territorio rural del país, donde se expresa la agenda verde y donde las selvas, bosques, matorrales, montañas, ríos y lagos pertenecen a, o están habitados por campesinos, ejidatarios o propietarios particulares, por un lado, estarían aquellos que entienden el territorio como un espacio productivo y social (léase Sagarpa), y para el mismo territorio, quienes lo entienden o ven como un espacio ecológico, con biodiversidad o garante de los servicios ambientales (léase Semarnat). Uno y otro tienen políticas dirigidas a lograr sus propósitos, los habitantes son vistos y atendidos por instrumentos, subsidios, inversión, promoción productiva, conservación de recursos, y demás programas que no reconocen o ignoran unas y otras condicionantes, para un punto dado del mapa, hay dos concepciones del actor social y de sus capacidades o problemas. El clásico ejemplo es el impacto asociado a Procampo que estimulaba el desmonte por lograr un subsidio al cultivo del maíz en tierras inapropiadas para el mismo, y por el que perdimos bosques y selvas al avanzar inadecuadamente la frontera agrícola. En el caso del espacio rural de México, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Alimentación y Pesca es la responsable, entre otras cosas, de impulsar y concebir el desarrollo rural. Las políticas de urbanización que determinan la calidad de vida de los habitantes de los pueblos y ciudades, dependen de otra secretaría, en este caso Sedesol; esto es incluso válido a nivel estatal o municipal para aquéllas instituciones encargadas de la vivienda. Sin embargo, formalmente podría decirse que en el territorio los fenómenos económicos de uno y otro sector no son independientes, esto es, si lo que rodea a una ciudad es una zona agrícola (con buenas tierras, como sucede en casi todas las ciudades), el crecimiento urbano se da precisamente sobre ellas. El valor productivo agrícola no compite con el valor de suelo inmobiliario, la expansión urbana puede Indicadores ambientales 201 entenderse como una expresión de mecanismos económicos: la superficie productiva, digamos una hectárea, de algún cultivo competirá contra el valor de la misma hectárea pero como vivienda. El resultado es que la tierra se vende para vivienda. En este caso una y otra secretaría intervienen en el mismo territorio, y lo enfrentan y ven desde enfoques y disciplinas distintas. Lo mismo sucede con el territorio productivo rural (Sagarpa) y el territorio propiamente ambiental (Semarnat), siendo la misma extensión de suelo (sea un metro cuadrado productivo, comunal, arbolado o no), para unos y para otros es diferente e incluso excluyente. Los indicadores utilizados o construidos son finalmente distintos, exactamente para el mismo territorio. Una consecuencia de esto son las superficies ganaderas, forestales o agrícolas reportadas por el INEGI y por las otras secretarias, que se traslapan y cuya suma es difícil o no cuadra. Continuemos en esta perspectiva del divorcio de los fenómenos y de las políticas que los enfrentan. No parece que a corto plazo se vaya a modificar el hecho de que el territorio esté segmentado por las estructuras institucionales gubernamentales. En el caso de grandes superficies agrícolas particularmente de temporal, el suelo productivo es tema de una secretaría, la propiedad y su regulación de otra(s), este espacio que se erosiona o empobrece, que se expande a expensas de bosques es, en términos de servicios ambientales (el valor físico, químico, biológico del suelo, la infiltración, su potencial para reconvertirlo a cultivo perenne o bosque), relativamente ignorado por la Secretaría de Medio Ambiente. Incluso para los encargados de ver el territorio como cuencas, el espacio productivo agropecuario está segmentado. Con frecuencia, las acciones que se podrían emprender desde una u otra dependencia se enfrentan con las regulaciones y atribuciones de otra. En el caso de consumo de agua, el subsidio de áreas aledañas a las ciudades crece a ritmos asombrosos. Las ciudades como Hermosillo, Coatzacoalcos, Guadalajara o la Ciudad de México dependen del agua que se trae de distancias crecientes. De esta manera esos puntos inducen, someten o al menos se relacionan de manera novedosa e intensa con elementos del territorio o del paisaje cada vez más distantes. Así, el desarrollo rural, sea de los alrededores de la ciudad, de las zonas de abasto de alimentos o de agua (localizadas a mayor distancia) está determinado cada vez más por los patrones de consumo de las ciudades. No contamos con indicadores para estimar o medir esta situación. La transición social que enfrentamos en términos de las relaciones entre las ciudades y las zonas de abasto de agua se perfila como un espacio institucional y de relaciones económicas distintivas, nuevas y hasta ahora 202 C. León inexistentes; las que hasta el momento aparecen como zonas tributarias que recibirán creciente presión por parte de las zonas urbanas están siendo ahora exploradas por incipientes esfuerzos institucionales relativamente informales, como lo son hasta ahora el pago de servicios ambientales. También podría decirse que a pesar de movernos aún en una especie de caja negra con conceptos todavía borrosos, hay una imperiosa necesidad para abandonar ese estado de estupor que generalmente conduce a documentar solamente la desgracia ambiental, para pasar a un esfuerzo por divulgar e influir en las políticas públicas y actitudes de la población para frenar y modificar las tendencias de ese deterioro. Los indicadores construidos y documentados hasta ahora incluyen cada vez más aspectos analíticos que vinculan esos fenómenos con las esferas de las implicaciones y de los procesos causales, de tal manera que muy pronto veremos que los ecólogos se animarán a fijar los umbrales de la vulnerabilidad de poblaciones y ecosistemas, para exponer las consecuencias de haber traspasado los umbrales de la recuperación de los mismos. De aquí se desprende que es indispensable invitar a los distintos profesionales de todas las disciplinas a hablar de umbrales, proponer indicadores y su vínculo con los umbrales y relacionarlos con las implicaciones en la salud, en la economía o en la producción de alimentos. Y con esto seguramente nos iremos acercando a influir y construir políticas públicas más robustas y congruentes para enfrentar los actuales retos de la humanidad. Bibliografía Astier, M. y O. Masera. 1997. Metodología para la evaluación de sistemas de manejo incorporando indicadores de sustentabilidad (MESMIS). GIRA A. C..Documento de Trabajo Pátzcuaro. Michoacán. México. Atkinson, G. 2000. Sustainable Development and Policy. En: D. Helm (ed.). Environmental Policy. Objectives, Instruments, and Implementation. Oxford University Press. Oxford, Inglaterra. Pp. 29-47. Boltvinik, J. 2005. Ampliar la mirada: un nuevo enfoque de la pobreza y el florecimiento humano. 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Los Principios de Bellagio, resultado de un proceso iniciado por el Instituto Internacional para el Desarrollo Sustentable que dirigió a un grupo muy particular de personas que abordaron el tema del DS, son una síntesis de lo que se requiere para la Sustentabilidad (http://iisd1.iisd.ca/measure/1.htm). La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN)- envió a Robert Prescott-Allen, autor del Barómetro de la Sustentabilidad a esta reunión: http://iucn.org/themes/ eval/english/assess.htm) Bibliografia nacional y oficial sobre indicadores ambientales INE. 2000. Indicadores para la evaluación del desempeño ambiental. Instituto Nacional de Ecología, Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca. México. INEGI. 2000. Sistema de cuentas económicas y ecológicas 1993-1999. Aguascalientes: Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. México. INEGI e INE. 2000a. Indicadores de desarrollo sustentable en México. 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Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales. Mexico. ———. Sistema Nacional de Indicadores Ambientales, SNIA (National System on environmental indicators): http://www.semarnat.gob.mx. Indicadores biofísicos 205 13 Indicadores biofísicos en sedimentos acuáticos Ma. Luisa Machain-Castillo y Ana Carolina Ruiz-Fernández Introducción La salud del ambiente es motivo de preocupación en nuestros días debido a la rápida modificación del entorno causado por el desarrollo de actividades antropogénicas y el consecuente efecto que la degradación del ambiente tiene sobre la población humana. Para evaluar en qué condiciones se encuentra un ambiente en particular se han propuesto una serie de indicadores que proporcionan una medida de la calidad del ecosistema. Estos indicadores pueden estar relacionados con las características biológicas, físicas, de calidad del agua o del sedimento, así como con factores socioeconómicos, antropogénicos o de manejo. Entre las características necesarias para ser un buen indicador se incluyen: que sea fácilmente medible, preciso, consistente, sensible a los cambios y simple. Su selección estará basada principalmente en los objetivos particulares del estudio en cuestión, así como en el tipo de ecosistema o comunidad, su tamaño, complejidad, etc. Los indicadores biofísicos en el sustrato sedimentario El sedimento está formado por partículas tanto de origen biológico como de origen inorgánico; por tanto, el estudio de sus características aporta informa205 206 M. Machain y C. Ruiz ción tanto de factores bióticos como abióticos de relevancia para la evaluación de cualquier sistema acuático. Los sedimentos pueden ser considerados como un banco de información ambiental ya que tanto los procesos naturales como las actividades antropogénicas que se realizan en los alrededores de los cuerpos de agua y sus cuencas de drenaje dejan, directa o indirectamente, una huella en el registro sedimentario. Ésta es la razón por la cual el estudio de los sedimentos es de especial relevancia en los programas ambientales relacionados con cambios climáticos regionales y en los programas de control de contaminación acuática (Håkanson 1984). La presente contribución se enfocará en el estudio de los dos tipos de constituyentes sedimentarios (orgánicos e inorgánicos) e incluirá la descripción de aquellos parámetros clave que permiten evaluar no sólo el estado presente del sistema, sino también reconstruir la evolución temporal de las condiciones del ambiente, a partir de la determinación de abundancia y asociaciones de especies de organismos fósiles, así como de la evaluación de las tasas de sedimentación y las concentraciones y flujos de materia orgánica y nutrientes (carbono y nitrógeno). Organismos fósiles Dentro de los componentes de origen biótico, existen numerosos organismos con estructuras resistentes que al morir escapan a la degradación bacteriana, entre otras, y se preservan en el sedimento. Algunos de estos organismos mantienen una relación estrecha con su ambiente y una alta especificidad por su microhábitat, por lo que su presencia indica características específicas. Los foraminíferos y los ostrácodos son dos grupos de tales organismos. Los foraminíferos (orden Foraminifera) son protozoarios ameboideos microscópicos acuáticos, que en su gran mayoría forman una testa secretada de carbonato de calcio o aglutinada de los materiales circundantes. La mayoría de estos organismos viven en el medio marino, donde juegan un importante papel en la cadena alimenticia y en los ciclos biogeoquímicos de compuestos orgánicos e inorgánicos. Los estudios sobre la ecología de este grupo han alcanzado un gran auge debido a su gran potencial como indicadores ambientales tanto en el presente como en el pasado histórico y geológico (Whatley 1988). En el campo de la contaminación se han realizado varios trabajos sugiriendo la utilidad de este grupo como indicadores de contaminación marina. (Shafiri et al. 1991, Yanko et al. 1999). Los ostrácodos son artrópodos (clase Crustacea, subclase Ostracoda) generalmente de tamaño microscópico, cuyo cuerpo está encerrado por un Indicadores biofísicos 207 caparazón bivalvo. Viven en todos los ambientes acuáticos y muchos de ellos se encuentran adaptados a parámetros específicos del medio tales como salinidad, tipo de sustrato, cantidad y calidad de nutrientes, entre otros. Al morir, los caparazones de ambos grupos se preservan en el sedimento y registran las características ecológicas del ambiente en que vivieron, por lo que han sido ampliamente utilizados en estudios ecológicos y paleoecológicos (DeDeckker y Forester 1988). Algunas de las características que permiten que tanto foraminíferos como ostrácodos sean utilizados como indicadores ambientales son las siguientes: Especificidad ambiental. Varias especies presentan rangos estrechos de tolerancia a parámetros ambientales. En el Golfo de México se han determinado asociaciones de ambos grupos característicos de diferentes profundidades de plataforma, talud, zona batial y abisal (Pong 1981, Machain-Castillo et al. 1990). Asimismo, se han reconocido asociaciones dentro de la plataforma interna y media, representativas de las provincias terrígena y carbonatada (Machain-Castillo 1989). La asociación de ostrácodos dominada por Cytherella vermillionensis Kontrovitz, es indicativa de la masa de agua cálida y de alta salinidad (36.5 a 37 ups) de la plataforma continental del Golfo de Campeche. Amplia distribución. Como grupos, los foraminíferos y los ostrácodos se encuentran distribuidos en todos los ambientes acuáticos. Los foraminíferos son primordialmente marinos, los ostrácodos se presentan tanto en medios dulceacuícolas como salobres y marinos, y resultan grupos característicos y fácilmente diferenciables para cada tipo de salinidad, por lo cual son de gran utilidad en los cambiantes ambientes costeros. Tamaño. El tamaño promedio de ambos grupos es de 0.5 mm, aunque algunos ejemplares de foraminíferos fósiles han alcanzado hasta varios centímetros. Su tamaño hace posible que en muestras pequeñas se puedan obtener grandes cantidades de organismos, y por lo tanto es posible tener poblaciones estadísticamente representativas. Preservación en los sedimentos. Sus testas resistentes permiten su preservación en los sedimentos, y con ellas la preservación de las características ambientales en las cuales habitaban. Rápido crecimiento y ciclos reproductivos cortos. Los foraminíferos presentan una serie de complejas alternancias entre reproducción sexual y asexual. Aunque no se conocen los ciclos de vida de todas las especies de estos grupos, se conocen varias especies de foraminíferos que poseen ciclos de vida cuya duración va de de unos meses a un año, además de ser de rápido crecimiento (Walton 1964). Las ventajas que esto les confiere son la rápida obtención de 208 M. Machain y C. Ruiz respuestas a las modificaciones ambientales y la preservación de las mismas en su registro sedimentario. Lo mismo sucede con los ostrácodos que, al crecer por medio de mudas, pueden preservar en el caparazón de cada una de ellas, el registro de los cambios ecológicos en períodos cortos de tiempo. (Palacios-Fest y Dettman 2003). Calcificación rápida. Los ostrácodos, como otros crustáceos, crecen por mudas. Presentan hasta ocho estadios larvarios, y al pasar de uno a otro desechan el caparazón y secretan uno nuevo de mayor tamaño. Durante la secreción del nuevo caparazón, el organismo incorpora, junto con el carbonato y el calcio, otros elementos afines disponibles en el medio, como magnesio, estroncio, cadmio, bario u otros contaminantes presentes. Este proceso tarda de 1 a 2 días y los elementos presentes no varían una vez que el caparazón ha calcificado. Lo anterior puede ser de gran utilidad para la determinación de contaminantes en el medio, ya que a diferencia de otros organismos que acumulan o degradan la cantidad de contaminantes que han absorbido, el caparazón de los ostrácodos los mantiene en las mismas concentraciones que se presentaban al momento de su calcificación y permite conocer su cantidad en proporciones inalteradas. Respuesta al cambio ambiental La respuesta de estos organismos al cambio ambiental puede ser de diversas formas. Las poblaciones pueden cambiar en cuanto a su diversidad y abundancia, así como en lo que a la estructura de la población, a su morfología, ultraestructura o a su composición química se refiere. Estructura poblacional. Al igual que en otros organismos, en condiciones de estrés ambiental la diversidad disminuye debido a que un menor número de especies puede tolerar dichas condiciones. Sin embargo las especies que se pueden adaptar, particularmente si la cantidad de alimento no es una limitante, tienden a desarrollarse en grandes números, debido a la falta de competencia. En las zonas de bajo contenido de oxígeno del Pacífico mexicano se encuentran abundantes poblaciones de foraminíferos bentónicos con baja diversidad, diferentes a las poblaciones en las mismas donde la cantidad de oxígeno no es limitante (Pérez-Cruz y Machain-Castillo 1990, Sen Gupta y Machain-Castillo 1993). La composición taxonómica de los ostrácodos en la zona de plataformas de extracción petrolera del Golfo de Campeche es similar a aquella de las áreas aledañas, sin embargo, sus patrones de abundancia cambian. Hay una tendencia general hacia el aumento en el número de or- Indicadores biofísicos 209 ganismos, relacionado con el aumento de materia orgánica en el sedimento. (Machain-Castillo y Gío-Argáez 2004). Morfología. Se han documentado una serie de respuestas morfológicas a diversas escalas en ambos grupos de organismos en respuesta a cambios ambientales. En las zonas de oxígeno mínimo del Golfo de Tehuantepec se registró que las testas de foraminíferos del género Hanzawaia presentaban poros más numerosos y de mayor tamaño en condiciones hipóxicas por debajo de 0.5 mL/L, que en áreas donde la concentración de oxígeno disuelto era mayor a 1 mL/L (Pérez-Cruz y Machain-Castillo 1990). Leuteneger y Hansen (1979) encontraron que las mitocondrias (organelos celulares responsables de la respiración) en el protoplasma de foraminíferos bajo condiciones de hipoxia se encontraban dispuestas alrededor de los poros, mientras que en foraminíferos bajo condiciones normales de contenido de oxígeno las mitocondrias tendían a estar diseminadas por todo el protoplasma. Se han reportado testas de foraminíferos deformadas en áreas de alta contaminación por aguas negras, desechos industriales y otros (Boltovskoy et al. 1991, Alve 1995, Yanko et al. 1998) Las deformidades, al igual que su frecuencia, pueden ser muy variadas. Yanko et al. (1998) reportan que al menos 30% de todos los foraminíferos en áreas contaminadas del norte de Israel presentaban al menos algún tipo de deformidad. Mas aún, Yanko et al. (1999) sugieren que la posibilidad de deformidades específicas en algunas especies. Por ejemplo, Adelosina cliarensis exhibe un aumento en la deformación de sus testas en respuesta al decremento en salinidad, mientras que Amphistegina lobifera parece mostrar esta tendencia conforme aumenta la concentración de cadmio. La especie Cibicides advenum responde al aumento en la concentración de cromo y Psedotriloculina subtriangulata al de titanio. Los ostrácodos no marinos del género Cyprideis presentan tubérculos fenotípicos con las condiciones cambiantes de salinidad. En el pantano de Cobweb, en el sur de la Península de Yucatán, se detectaron cambios en la línea de costa y la influencia de prácticas agrícolas de los mayas en la zona mediante diversos grupos de microorganismos, incluyendo la presencia/ausencia de tubérculos fenotípicos en ostrácodos (Machain-Castillo et al. 1992, Alcalá-Herrera et al. 1994). Composición química del caparazón. Varios autores han investigado el efecto de las concentraciones elevadas de metales pesados en el sedimento en la morfología y la química de las testas de foraminíferos. Sharifi et al. (1991) mostraron que las testas deformadas contenían una alta proporción de metales tales como cobre y zinc, y Yanko y Kronfeld (1993) encontraron que las testas 210 M. Machain y C. Ruiz deformadas presentaban un aumento en la tasa de Mg/Ca. Yanko et al . (1998) encontraron una estrecha correlación entre la presencia de testas deformadas, piritización y decremento de la diversidad y abundancia con la contaminación por metales pesados. En zonas contaminadas con altas concentraciones de H2S y deficientes en oxígeno se han encontrado altos porcentajes (2-50%) de testas piritizadas (Yanko y Kravchuk 1992). En cuanto a los ostrácodos, Holmes y Chivas (2000) sugieren que los elementos traza en su caparazón pueden reflejar niveles de contaminación urbana e industrial por metales que puedan ser incorporados en la molécula de calcita tales como cobalto, níquel, cobre, cadmio, zinc o plomo; sin embargo, lo anterior aún ha sido poco explorado. Tasas de sedimentación La acumulación de material sedimentario puede evaluarse a partir de la tasa de sedimentación (acumulación vertical por unidad de tiempo, cm año-1) o por medio de la tasa de acumulación sedimentaria (peso del material por unidad de área y tiempo; g cm-2 año-1), siendo esta última, una medida más apropiada pues toma en consideración tanto la compactación de los sedimentos más profundos a causa del apilado de las capas de sedimento más superficiales, como los cambios en la densidad (y por ende, la composición) de los sedimentos. Los cambios en el aporte de sedimentos en un cuerpo de agua son indicativos de su funcionamiento y de su estado. Entre las causas naturales más importantes que determinan este aporte se encuentran el clima (precipitación, estacionalidad), geología, topografía, vegetación y el tamaño de la cuenca de drenaje. La deforestación y el cambio en el uso del terreno (creación de campos agrícolas o de zonas urbanas) son factores que refuerzan los procesos erosivos y, por tanto, el incremento en las tasas de acumulación. Conocer las variaciones en las tasas de acumulación de un sistema tiene dos ventajas: (1) evaluar el azolvamiento (y la pérdida de tiempo de vida del sistema) a través del tiempo y (2) estimar el flujo de los componentes del sedimento, que se calcula como sigue: F=w*x donde F es el flujo del componente de interés (g cm-2 año-1), w es la tasa de acumulación sedimentaria (g cm-2 año-1) y x representa la concentración específica (mg g-1) del componente en cuestión (C, N, metales pesados, etc.). Indicadores biofísicos 211 Las tasas de sedimentación y acumulación en sedimentos recientes pueden ser obtenidas de una manera confiable a partir del fechado con 210Pb en núcleos sedimentarios de buena resolución, es decir, cortados en intervalos de 0.5 a 1 cm de espesor. El 210Pb es un radionúclido de vida corta, miembro de la cadena natural del 238U, que es útil para estimar edades en sedimentos inalterados, en un periodo de hasta 100 o 150 años. En la figura 1(a) se presenta el perfil de 210Pb por medio del cual se reconstruyó la geocronología de la acumulación de metales pesados (Cu, Pb y Cd; figura 1(b) en el Golfo de Tehuantepec [Ruiz-Fernández et al. 2004]. Figura 1. (a) 210Pb en exceso con respecto a la profundidad y 1(b) flujos de metales en el Golfo de Tehuantepec (a) PBxs (Bq kg-1) 210 (b) 10 100 1,000 Flujos de Cu, Pb (ξ g cm-2 y-1) 0 10 20 30 40 50 0 2 3 4 5 6 R2 = 0.98 Año Profundidad (cm) 1 2000 1980 1960 1940 1920 1900 1880 1860 Pb Cu Cd 0123 7 Flujos de Cd (ξ g cm-2 y-1) 8 Materia orgánica en sedimentos El término materia orgánica se refiere a la mezcla de lípidos, carbohidratos, proteínas y otros compuestos producidos por los organismos que han vivido en y alrededor de los cuerpos de agua (Meyers 1997). La materia orgánica de origen natural puede ser producida in situ o transportada de la cuenca de drenaje por transporte eólico o escorrentía (Kordel 1997). También existen desechos de origen antropogénico ricos en materia orgánica, como los desechos urbanos y los efluentes de plantas procesadoras de alimentos, de la industria del 212 M. Machain y C. Ruiz papel y las granjas de cultivo acuícola. Usualmente el contenido de la materia orgánica se estima a partir del contenido de carbono orgánico (Corg) en los sedimentos o a través de las pérdidas por ignición (LOI) a 550 º C. La diagénesis temprana de la materia orgánica es la combinación de procesos biológicos, químicos y físicos que destruyen entre 30 y 99 % de la materia orgánica durante la sedimentación, usualmente influenciados por la acción bacteriana, así que la concentración de materia orgánica presente en la columna sedimentaria es en realidad la fracción remanente que ha escapado de la remineralización (Radke et al. 2003). Conforme se consumen las fracciones más lábiles de la materia orgánica en los sedimentos y se forman las sustancias húmicas refractarias, la reactividad del material orgánico remanente respecto a la sulfatoreducción bacteriana decrece con el tiempo, de modo que las concentraciones de materia orgánica presentes en la columna sedimentaria mostrarán un perfil exponencial con relación a la profundidad de enterramiento de los sedimentos (Müller y Mangini 1980). Asumiendo que se cuenta con una columna sedimentaria razonablemente preservada, las alteraciones en la tendencia exponencial de la concentración de la materia orgánica en los sedimentos indicarían que el equilibrio del sistema podría estar siendo impactado por cambios climáticos regionales o por actividades antropogénicas. Generalmente la acumulación de materia orgánica es mayor donde hay mayor precipitación y temperaturas mas frías, así como es mayor la descomposición en climas mas calientes y secos. (AESA 2005); asimismo, los sedimentos por debajo de aguas anóxicas contienen mayor concentración de materia orgánica que aquellos que se encuentran bajo aguas oxigenadas, aunque el elevado contenido de materia orgánica en sedimentos anóxicos no es consecuencia de las condiciones anóxicas sino más bien de la alta productividad que dio origen a las condiciones anóxicas (Deuser 1975). La concentración de materia orgánica comúnmente se incrementa conforme disminuye el tamaño de grano y por lo tanto, las concentraciones de materia orgánica son mayores en las áreas más profundas de los cuerpos de agua, donde los sedimentos finos se depositan más lentamente que en las zonas someras donde se acumulan los sedimentos gruesos (Meyers y Teranes 2001). Adicionalmente, el aporte de materia orgánica puede aparecer diluido por la adición de partículas sedimentarias clásticas como en el caso del incremento del aporte sedimentario por erosión en la cuenca de drenaje, o incrementadas por la disolución de carbonatos en el caso de ambientes acidificados (Dean 1999). En la figura 2 se presenta un ejemplo de un perfil de materia orgánica del maars Lago Verde, en la Sierra de los Tuxtlas, Veracruz, en el cual se observan dos secciones subsuperficiales Indicadores biofísicos 213 del núcleo (entre 9 y 50 cm) que muestran decaimiento exponencial respecto a la profundidad y una sección superficial en la que el contenido de materia orgánica está siendo “diluido” por el aporte de sedimentos empobrecidos en constituyentes biogénicos (Ruiz-Fernández et al. en prensa). Figura 2. Perfil de Corg en Lago Verde Corg (%) 0.0 0.5 1.0 1.5 0 y = 0.53x - 0.74, r2 = 0.82 Profundidad (cm) 10 20 y = 123.2e-0.13x r2 = 0.92 30 40 Y = 107.5e r2 = 0.64 50 La proporción C/N en sedimentos El nitrógeno se considera uno más de los indicadores de abundancia de la materia orgánica, ya que es prácticamente inexistente en la porción mineral de los sedimentos. Al igual que el Corg, tiene su origen principal en el material detrítico alóctono y el tejido de los microorganismos autóctonos, siendo ésta la razón principal por la cual existe una fuerte correlación positiva entre los contenidos de materia orgánica y de nitrógeno total en la columna sedimentaria (Håkanson, 1984) (figura 3). La proporción de Corg/Nt, además de ser un indicador de condiciones tróficas de los cuerpos de agua, sirve igualmente como indicador de procedencia de la materia orgánica. La materia orgánica autóctona es mas rica en compuestos proteínicos de bajo peso molecular, ricos en nitrógeno y de baja proporción C/N (típicamente < 10), en tanto que la materia orgánica alóctona terrestre se encuentra enriquecida en material húmico, que tiene 214 M. Machain y C. Ruiz Figura 3. Perfiles de nitrógeno y Corg en el estuario del río Culiacán. Ambos componentes tienen un patrón de acumulación muy similar y presentan una alta correlación positiva (r=0.96, P<0.05) (Ruiz-Fernández et al. 2002) 3 30 2 1 20 15 N OC 10 Corg (mg-1) N (mg g-1) 25 5 0 1860 1880 1900 1920 1940 1960 1980 2000 0 Año un peso molecular más elevado, es rica en compuestos de carbono y la proporción C/N tiende a ser mucho mas elevada, con valores que oscilan entre 20 y 30 (Meyers y Ishiwatari 1993). La proporción C/N>10–12C es típica de sedimentos superficiales de lagos mesotróficos-eutróficos y, en general, los valores por debajo de este intervalo indican un incremento en la productividad primaria, usualmente provocada por contaminación antropogénica. El aumento en estos valores es característico de lagos distróficos, alimentados por aguas ricas en sustancias húmicas arrastradas desde la cuenca de drenaje por lluvia y escorrentías (Punning y Tõugu 2000). En la figura 4 se presenta como ejemplo el perfil de C/N en sedimentos del estuario del río Culiacán, en Sinaloa (Ruiz-Fernández et al. 2002), en el cual se observa que las proporciones típicas del sistema, hasta antes de la apertura de los campos agrícolas del valle de Culiacán, correspondían a la materia orgánica fitoplanctónica (18-30 cm), y a partir del desarrollo agrícola de la región esta señal muestra la influencia del aporte terrestre al provocar un incremento en las proporciones de C/N en los sedimentos mas superficiales. Adicionalmente, los valores de C/N en un perfil sedimentario pueden también disminuir debido a la deforestación de la cuenca de drenaje. La tala de la vegetación original generalmente está asociada a la pérdida de Corg por la combustión y descomposición de la cubierta vegetal original, al igual que la Indicadores biofísicos 215 Figura 4. Perfil de C/N en el estuario del río Culiacán C:N 0 5 10 15 20 0 Profundidad (cm) 5 10 15 20 25 30 erosión de los suelos, que provocará la exposición de capas subsuperficiales, pobres en carbono (Grünzweig et al. 2004). En la figura 5 se muestra el perfil de C/N en un núcleo sedimentario recolectado en Lago Verde, en el estado de Veracruz, en el que se observa una reducción en la proporción de C/N en las capas superficiales, que fueron atribuidas a un incremento en la tasa de erosión de la cuenca de drenaje, debido a la severa deforestación que se ha llevado al cabo en la Sierra de Los Tuxtlas en las últimas décadas (Ruiz-Fernández et al. en prensa). Figura 5. Perfil de C/N en Lago Verde, Veracruz C /N 10 11 12 14 0 Profundidad (cm) 10 20 30 40 50 216 M. Machain y C. Ruiz Conclusiones El registro sedimentario a través de sus diversos componentes es un fiel indicador de los procesos tanto naturales como de influencia antropogénica, que se llevan a cabo no sólo dentro de los cuerpos de agua, sino de sus cuencas de drenaje. De la larga lista de indicadores biofísicos de probada eficiencia en la evaluación de la salud del medio acuático, los relacionados con la composición y calidad del sedimento tienen la ventaja de que permiten evaluar no sólo el estado actual del sistema, sino también reconstruir la evolución temporal de las condiciones del medio y establecer las causas que han provocado los cambios observados. Sin embargo, el punto crucial en la reconstrucción de la historia ambiental de un sistema implica la obtención de un fechado confiable, generalmente obtenido a partir de la determinación de 210Pb y/o 137Cs, que son trazadores muy ampliamente usados en la investigación de procesos oceánicos y manejo costero desde hace más de 4 décadas en el mundo, pero cuyas aplicaciones en México son aún escasas en comparación con otros países del hemisferio norte. Sirva esta contribución para promover su uso y el aprovechamiento de los registros de la columna sedimentaria para mejorar las estrategias de evaluación de nuestros recursos acuáticos. Bibliografía AESA (Alberta Environmentally Sustainable Agricultura). 2005. Soil organic matter. Soil Quality Benchmarks. Fact Sheet FS2001-1SQ. Alcalá-Herrera, J. A., J. S. Jacob, M. L. Machain-Castillo y R. W. Neck. 1994. Holocene Paleosalinity in a Maya Wetland, Belize, inferred from the microfaunal assemblage. Journal of Quaternary Research 41: 121-130. 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A modo de conclusión 221 14 A modo de conclusión: monitoreo para la sustentabilidad Irene Pisanty y Margarita Caso Cuando dio inicio la organización del Primer taller de conservación de la biodiversidad de América del Norte: especies, espacios y riesgos (cuyas ponencias recoge este volumen), todos los involucrados coincidimos en que debía enfocarse al fortalecimiento de capacidades regionales para alcanzar la sustentabilidad. Muy pronto se identificó al monitoreo como un componente esencial de ésta. Por ello el Taller tuvo una estructura particular, y por ello también hemos reunido las ponencias que componen este volumen. Quizá en este último capítulo debemos retomar la idea inicial que fue implícitamente el eje conductor de este ejercicio: la sustentabilidad. El filósofo francés Gaston Bachelard hablaba de la “vulgarización” del conocimiento como un proceso en el que los términos científicos eran incorporados al pensamiento colectivo y al lenguaje cotidiano. Lejos de ser esto un éxito derivado de intensas e inteligentes campañas de educación y divulgación de las ciencias, se trata más bien de la pérdida del concepto científico y su sustitución por un mero elemento ideológico y retórico, de una parte más de un inconciente colectivo que limita el alcance del conocimiento preciso sustituyéndolo por una vaga generalización y, sobre todo, limitando las posibilidades de acción alrededor de aquello a lo que apunta. Quizá los términos ecológicos sean uno de los ejemplos más relevantes de este proceso en los últimos cincuenta años. 221 222 I. Pisanty y M. Caso La ecología surge, como disciplina científica, a partir de la histórica obra El origen de las especies, publicada en 1859 por el inglés Charles Darwin. En ella, se establece por primera vez que todas las especies, incluyendo la nuestra, y las interacciones ecológicas que vemos a nuestro alrededor son el resultado de fuerzas naturales que actúan sin una dirección superior y sin un objetivo o finalidad definidos. A partir de esta concepción, los procesos ecológicos adquieren un peso científico que no habían tenido antes, al grado de que el término “ecología”, que no existía, aparece por primera vez en 1869, propuesto por el médico alemán Ernest Haeckel para referirse al estudio de las interacciones entre los organismos y su medio ambiente. Desde su origen y durante las primeras décadas del siglo XX, las ocupaciones y preocupaciones de la nueva disciplina estuvieron básicamente circunscritas al terreno científico, específicamente al biológico. Sin embargo, el conocimiento ecológico volvió necesario para explicar una serie de procesos ambientales que derivaban únicamente del uso que las sociedades humanas estaban haciendo de los recursos naturales y de una forma inédita en la historia de la naturaleza en la que una especie se relacionaba con el mundo natural. Los atisbos de la gran crisis ambiental de nuestros días estaban presentes para quien los quisiera ver desde, cuando menos, el inicio del siglo XX, pero no estaban documentados en conjunto ni eran necesariamente explícitos para el grueso de la sociedad ni para los responsables del diseño e implementación de políticas públicas. A partir de la década de los años 1960, la discusión sobre el efecto del desarrollo, el crecimiento poblacional, la pobreza y la riqueza –siempre contrapunteadas como el sospechoso principal– el deterioro ambiental entraron al escenario social, político y académico. Diversos niveles y grupos de las diferentes sociedades se empaparon rápidamente del discurso ambiental y éste fue incluido en muchas agendas políticas. Desde los años setenta, los temas ambientales están irremediablemente presentes, y no han desaparecido a pesar de los esfuerzos que muchos grupos políticos y muchos de intereses económicos han hecho por eliminarlos de las agendas políticas. Entre las respuestas que han alcanzado trascendencia política están algunas de las diferentes reuniones internacionales que se han sostenido en torno a los problemas ambientales: la Conferencia de Estocolmo, en 1972, la Cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro, realizada en 1992, y la cumbre conocida como Río + 10, que se llevó a cabo en Johannesburgo, en 2002. Además, se ha firmado una serie de acuerdos internacionales alrededor de los problemas ambientales, entre los que podemos destacar el Protocolo de Montreal, que regula las emisiones que afectan a la capa de ozono de la atmósfera, la Con- A modo de conclusión 223 vención de Biodiversidad, el Protocolo de Kioto, que se centra en el cambio climático global y, más recientemente, el Protocolo de Cartagena, que atiende los problemas ambientales relacionados con la biotecnología, especialmente con el manejo de organismos genéticamente modificados. La Cumbre de la Tierra de 1992, centrada en la búsqueda de la sustentabilidad, destaca entre las reuniones internacionales por el gran poder de convocatoria que tuvo y por los resultados que de ella derivaron, entre los que se encuentra la Convención de Biodiversidad. El término sustentabilidad es uno de los más utilizados entre los ambientalistas académicos, sociales y gubernamentales. Éste es uno de los términos ambientales más relevantes y al mismo tiempo más vulgarizados sensu Bachelard, y tuvo grandes alcances a partir del texto de la ministra sueca Gro Harlem Brundtland denominado Nuestro futuro común, publicado en 1994. En él se analizaban los problemas ambientales más importantes de ese momento, y que siguen siéndolo más de diez años después y se define al desarrollo sustentable como una manera de satisfacer las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer la satisfacción de las generaciones futuras. Esta definición reconoce tácitamente la responsabilidad que tienen las generaciones actuales con la sobrevivencia, con el bienestar y con la calidad de vida de las que nos sucederán. De esta forma, se abordó un problema ético que no por ser extremadamente difícil de resolver deja de ser de primera relevancia. Sin embargo, la definición de Brundtland, rápidamente incorporada al lenguaje político y social, deja una serie de lagunas y huecos que la vuelven más un buen deseo, a lo mucho un criterio general –aunque no por ello menos valioso– y no siempre una herramienta práctica para la toma de decisiones y la aplicación de políticas públicas. En muchos sentidos, el uso político repetitivo de este término ha convertido al concepto en un elemento más retórico que práctico. Aún así, no hay que olvidar que este término aparece como una necesidad de reconocer que el desarrollo económico no estaba satisfaciendo las necesidades de grandes grupos sociales pero, a cambio, sí estaba causando una degradación alarmante de los recursos naturales y del ambiente en general, con lo cual, entre otras cosas, ponía aún más en entredicho el bienestar de estos mismos grupos y el futuro de la sociedad en su conjunto (Kermath 2006). Una primera pregunta que surge casi automáticamente del planteamiento de Brundtland es de qué necesidades, de las necesidades de quiénes, estamos hablando al referirnos al desarrollo sustentable. Habrá que reconocer que las necesidades que tienen los habitantes de un suburbio elegante en una ciudad del primer mundo son diferentes a las que tienen quienes habitan en caseríos 224 I. Pisanty y M. Caso rurales, carentes de servicios como energía eléctrica y sobre todo agua potable, como los que son frecuentes en América Latina, África y Asia. Ambos extremos sociales requieren de agua y aire limpios, y de alguna manera de hacerse de alimentos, pero la premura de estas necesidades hace que en el segundo caso sean la principal preocupación, mientras que en el primero se den por hechas. Desde su aparición, el término sustentabilidad ha ido cambiando de connotación, ha sufrido múltiples críticas y ha sido utilizado como una manera económica de expresar un tipo de desarrollo que implica no agotar los recursos en esta generación para asegurar la sobrevivencia de las siguientes. Siguiendo la línea de pensamiento de Sánchez (2002), habría que considerar al desarrollo sustentable como “…un proceso multidimensional y multiespacial y no como un estado final”. Concebido como un proceso dinámico, el desarrollo sustentable implica necesariamente la reconsideración periódica de los elementos que están involucrados, la ponderación continúa de sus magnitudes y la participación de todos los actores sociales involucrados. Las dimensiones múltiples del desarrollo sustentable incluyen aspectos sociales, económicos y ecológicos, y en cualquier escenario de sustentabilidad debe haber un equilibrio entre estos. En la misma línea de pensamiento, Masera et al. (2000) señalan que las metas del desarrollo sustentable se redefinen constantemente como resultado de la interacción entre las sociedades y el ambiente, y también del propio devenir social. Los aspectos ecológicos de la sustentabilidad ambiental han ocupado un espacio singular. Dado que su análisis con frecuencia deriva de modelos y métodos científicos, se tiende a considerarlos neutrales políticamente y carentes de facetas polémicas, por lo que a primera vista parecieran incuestionables. Sin embargo, no son neutrales y sí son polémicos, tanto en su faceta estrictamente científica como en su aplicación. La incorporación de criterios científicos en la toma de decisiones, en el diseño de políticas públicas y en la búsqueda de formas confiables de prevenir, analizar, cuantificar y resolver los problemas ambientales es extremadamente importante y en muchas ocasiones es aún urgente. Sin embargo, los criterios estrictamente técnicos son una condición necesaria, mas no suficiente, para atender los problemas ambientales. No es posible hablar del diseño de programas de manejo sustentable sin considerar los aspectos físico-químicos y biológicos que conforman a un sistema ecológico, pero tampoco es posible hacerlo partiendo de la base de que los conceptos biológicos son inmutables y alcanzan para regular la relación entre una sociedad y el mundo natural al cual está ligada desde sus orígenes y del cual dependerá, A modo de conclusión 225 independientemente de cuánto desarrollo tecnológico se alcance en el futuro. Seguramente dentro de un siglo las ciencias y la tecnología habrán cambiado radicalmente el modo de vida de muchísimas personas, pero éstas seguirán siendo de la misma especie y tendrán los mismos requerimientos biológicos que tienen hoy y que han tenido desde sus orígenes (Wilson 2001). En el análisis de la sustentabilidad y en el monitoreo de sus indicadores se debe contar con información y criterios ecológicos científicos, sólidos y estadísticamente robustos para diseñar políticas públicas y para evaluar sus resultados, así como para difundir y socializar el conocimiento que debe ser pilar de la educación ambiental. Paralelamente, se tiene que tomar en cuenta que los expertos en un área no lo son en todas, y que los problemas ambientales no son sólo ecológicos. Así, no podemos prescindir de las mediciones y criterios derivados de las ciencias naturales, pero tampoco es posible adjudicarles a los científicos expertos en estas áreas toda la responsabilidad de resolver los problemas ambientales que caracterizan al mundo de nuestros días. El monitoreo de parámetros ecológicos relevantes para la sustentabilidad, que se analiza en este volumen, debe ser siempre visto como parte del proceso dinámico y amplio, multidimensional, que es el desarrollo sustentable (Sánchez 2002), así como atender lo que Kermath (2006) reconoce como los pilares de la sustentabilidad: la integridad ambiental y la justicia social. En el contexto del Primer Taller de América del Norte para la Conservación de la Biodiversidad, la pregunta necesaria es qué monitorear cuando queremos ponderar los resultados de los esfuerzos que se hacen en pos de la sustentabilidad sensu lato en lo que a especies, espacios y riesgos compartidos se refiere. En primera instancia, quizá debemos aceptar que es mucho más fácil reconocer procesos que no son sustentables de los que teóricamente sí lo son. En este mismo volumen se revisan indicadores de sustentabilidad derivados de diferentes enfoques que, en muchos casos, representan no solamente medidas cuantitativas estandarizadas y comparables, que son muy necesarias, si no también la posición de diferentes grupos con enfoques distintos. Sin embargo, también hay mediciones puntuales que se desarrollan a nivel local y que permiten a las personas directamente involucradas manejar adecuadamente sus recursos. Ningún esfuerzo global, regional o local debe ser minimizado cuando de sustentabilidad se trata, pues los problemas ambientales se dan en todos los niveles y requieren de acciones también en todos los niveles. Los alcances de los acuerdos y protocolos internacionales pueden resultar insatisfactorios y a veces hasta frustrantes, pero nadie duda que el contar 226 I. Pisanty y M. Caso con ellos es de suyo un gran logro en el que repetidamente la sociedad civil ha jugado un papel muy relevante. Hay, sin embargo, acuerdos de los cuales con frecuencia no queda ni siquiera un registro escrito, a pesar de que tienen grandes impactos locales. Los bienes comunes son con frecuencia manejados con base en estos acuerdos, algunas veces con resultados extraordinariamente buenos, y otras con consecuencias catastróficas. Las consecuencias de este tipo de toma de decisiones dependen mucho del conocimiento que las comunidades tienen de su entorno, pero también de las instituciones con las que cuentan, así como de las relaciones intra e inter-comunidades (Ostrom 1990, Merino 1997). Hay ocasiones en que las grandes decisiones globales, nacionales o locales tienen consecuencias indeseadas por haberse tomado con base en un conocimiento insuficiente o equivocado, y también hay ocasiones en que, contando con el conocimiento correcto, se toman decisiones erróneas debido a diversas causas entre las que se pueden contar los diferentes intereses y conflictos que entran en juego. En estos momentos, considerar estos aspectos es de fundamental importancia, pues no parece ser posible dar un paso adelante en la conservación del ambiente como una condición de sobrevivencia de las sociedades humanas sin considerar diferentes tipos de saberes, de necesidades y de estrategias para atenderlas. Lovejoy y Bierregaard (1990) han insistido en el problema de la escala como un elemento central de la ecología y de la conservación, así como en la importancia de poder valorar con criterios no económicos los servicios ambientales que nos brindan los ecosistemas y la biodiversidad que albergan. Este último aspecto es de particular importancia, porque en una economía de mercado como la prevaleciente los valores a largo plazo no son debidamente aquilatados. La economía de mercado parece impermeable a los plazos largos y a las ganancias que no son inmediatas. Aunque hay esfuerzos por desarrollar instrumentos económicos que permitan ponerle precio a los costos y los servicios ambientales, aún no se dispone de un sistema de cuentas ambientales práctico, eficiente y orientado a la sustentabilidad. Aún cuando son necesarios los esfuerzos que permitan el desarrollo de instrumentos económicos para la sustentabilidad, no todos los elementos del desarrollo sustentable deben ni pueden ser medidos en términos monetarios. La cultura, la percepción estética, el bienestar, el conocimiento, y los múltiples servicios ambientales que prestan los ecosistemas aún no figuran del todo en las cuentas nacionales de las sociedades modernas a pesar de haber estado presentes de una u otra forma en las culturas que las precedieron. Esto dificulta el diseño y la aceptación de muchos indicadores. A modo de conclusión 227 Los esfuerzos de monitoreo requieren de elementos que permitan la comparación a lo largo del tiempo del estado del ambiente o de algunos de sus componentes, a diferentes escalas. Por ello, los indicadores son uno de los aspectos más polémicos de la discusión sobre la sustentabilidad. Consecuentemente, se han desarrollado muchos indicadores de salud ambiental y de bienestar socioeconómico, y esta diversidad es adecuada y deseable. En la búsqueda de la sustentabilidad, como hemos dicho, entran en juego muchos intereses y muchas escalas que generan diferentes perspectivas, a veces encontradas, por lo que el monitoreo de las acciones y de sus resultados tiene que hacerse de manera rigurosa y confiable, pero también versátil y flexible, a modo de amoldarla a las condiciones ambientales y sociales prevalecientes y al tipo de actividad que se esté evaluando (Masera et al. 2000). Han habido, sin duda, grandes avances en lo que al monitoreo de parámetros ecológicos se refiere. Los conocimientos científicos y los avances técnicos han sido un apoyo y un motor simultáneamente, como se evidenció tanto en las ponencias de este taller como en los capítulos agrupados en este libro. También ha habido una importante apertura en torno a las contribuciones que puede hacer una ciudadanía no especializada en temas ambientales, pero sí bien informada y debidamente orientada. A nivel poblacional, la medición de parámetros demográficos tales como tasas de natalidad, fecundidad y mortalidad de las poblaciones vegetales y animales han permitido determinar los puntos críticos de algunas poblaciones en peligro, y tomar acciones más específicas para su rescate y protección. Una vez que se acepta que una especie, o una población particular de la misma, se encuentra en algún nivel de riesgo, es necesario identificar sobre qué parte de su ciclo de vida se concentran las presiones que la están afectando. Aunque los componentes de las historias de vida de las especies y sus poblaciones con frecuencia son desconocidas, existen las herramientas científicas y metodológicas para determinarlos, y su monitoreo a lo largo del tiempo y en diferentes ambientes permite establecer medidas de recuperación de las poblaciones. El monitoreo de estos parámetros permite, como lo ha hecho en el caso de la vaquita marina (Rojas-Bracho y Jaramillo-Legorreta 1999), establecer el número máximo de muertes que puede tolerar la población. En este caso en particular, esta cifra es extremadamente importante, pues la principal causa de muerte de la vaquita marina es el enmallamiento accidental en las redes agalleras. Estos datos, junto con los de abundancia y distribución, se han usado como base para definir el polígono de protección para este mamífero marino endémico del Alto Golfo de California. Los criterios poblacionales 228 I. Pisanty y M. Caso son tan importantes que deben usarse siempre que se haga un plan de manejo para el uso de un recurso, esté en riesgo o no, y de hecho, representan una importante herramienta para diseñar estrategias de uso sustentable que impidan llegar a situaciones de riesgo. Entre muchos otros aspectos relevantes para las poblaciones, las consideraciones demográficas permiten identificar también hábitats asociados a los puntos críticos de las historias de vida. Tal es el caso de programas ambiciosos que parten de una valoración científica de las especies, las poblaciones y los hábitats, como el proyecto de Áreas de importancia para la conservación de las Aves (CEC 1999, Arizmendi 2000). En la identificación de un área como importante para la conservación de las aves es necesario asociarla al ciclo de vida, o a una parte específica del mismo, de una o varias especies y poblaciones. Por ejemplo, algunas áreas son extremadamente importantes para las aves migratorias aún cuando no se reproduzcan en ellas, porque representan sitios de descanso o de alimentación a lo largo de las rutas que siguen. Otras, por el contrario, son importantes porque en ellas se realiza la reproducción y el cuidado de las crías. En el caso de aves residentes (no migratorias) hay sitios que son importantes por albergar un número crítico de individuos. En el monitoreo de poblaciones vegetales de distribución amplia o restringida, o en expansión, como es el caso de las especies invasoras, el manejo de las especies, su conservación y la reducción del riesgo que puedan representar también está ligado al manejo y la conservación, de los hábitats naturales. Las especies y los espacios están íntimamente vinculados, y prueba de ello es que los programas iniciales de conservación especies que no incluyeron la conservación de los espacios que las albergan fueron menos exitosos de lo que podrían haber sido. Independientemente de la forma que las diferentes legislaciones y prácticas tomen, los hábitats fragmentados siguen siendo una de las principales amenazas para la biodiversidad, a pesar de que autores tan paradigmáticos como Lovejoy y Bierregaard (1990); Dirzo y Miranda (1991) y Primack (1993) y Dirzo y Miranda (1991), entre otros, llevan muchos años señalándolos como uno de los principales riesgos para la sustentabilidad. Desde esta óptica, resulta evidente que el monitoreo de espacios es tan importante como el de las especies y cabe señalar que su relevancia no se limita a que aquellos representan los hábitats de éstas, si no que brindan servicios ambientales de los cuales no podemos, como ya hemos dicho, prescindir. Las medidas ecosistémicas específicas (Vitousek y Walker 1989), han permitido detectar alteraciones en el flujo de nutrientes y en los ciclos biogeoquímicos en repetidas ocasiones, y ya podemos ver en el monitoreo a esta A modo de conclusión 229 escala una herramienta de detección temprana que es de mucho valor. Los métodos de percepción remota han permitido el monitoreo a gran escala, y han proporcionado información que pasaría desapercibida en escalas menores. Hoy en día, las imágenes de satélite son una realidad cotidiana de gran utilidad, y permiten desarrollar sofisticados sistemas de alarma temprana que son de gran valor. La tecnología que nos permite monitorear los riesgos que enfrentan las especies y los espacios, ya sea que tengan sólo alcances locales o que lleguen a amenazar a grandes superficies (independientemente de las fronteras políticas), es una herramienta fundamental. Los riesgos y amenazas incluyen a los resultados de algunos aspectos inherentes a ciertos ecosistemas, como los incendios forestales, cuyos efectos se han tornado catastróficos por la reducción y la fragmentación de las superficies que ocupan y por la consecuente falta de integridad ecosistémica que impide su regeneración natural. También abarcan a eventos climáticos que llegan a ser extremos, como huracanes, tormentas y ciclones particularmente intensos, y a todas aquellas variaciones asociados al cambio climático, a las cuales las especies no están adaptadas, y ante las cuales las sociedades humanas no cuentan aún con medidas de adaptación. Adicionalmente, el monitoreo de riesgos debe poner particular atención a una de las mayores amenazas contemporáneas de dimensiones globales, que son las especies invasoras. Como se discutió en este taller, las especies invasoras ocupan espacios en los que no encuentran mayores presiones de selección, más allá de las que puedan representar los recursos y condiciones que encuentran en los ambientes a los que llegan, generalmente como resultado del descuido, de la ignorancia o de ambas. Los depredadores que podrían haber afectado a estas especies en sus hábitats nativos suelen no estar presentes en los nuevos espacios que colonizan, y con frecuencia son competitivamente superiores a las especies nativas con las que coexisten por primera vez. El monitoreo permanente de las especies invasoras, es una buena manera de prevenir sus muy nocivos efectos. Los riesgos ambientales contemporáneos incluyen un aspecto que resulta una presión de selección sin precedentes en la naturaleza, que es la contaminación del aire, el agua y los suelos. Hoy día es prácticamente imposible encontrar sitios que no se han visto afectados por alguna forma de contaminación, aún cuando no se produzca contaminante alguno localmente. Los ejemplos de sitios distantes, poco habitados y desde muchos puntos de vista prístinos que se ven afectados por masas de contaminantes desplazados por la atmósfera o por el agua son innumerables, y representan una importante 230 I. Pisanty y M. Caso señal de alarma que no puede ser ignorada. El desarrollo de indicadores de los efectos de la contaminación es extremadamente importante en el ámbito ecológico, de la salud humana y de la vida silvestre, y también en el comercial. Muchas especies de valor comercial producidas a nivel local han salido de los mercados por contener niveles inaceptables de contaminantes, y el efecto sobre las economías locales ha sido tan devastador como el del agotamiento y la extinción de especies comerciales que enfrentan, por ejemplo, muchas pesquerías. El monitoreo de especies, de espacios y de riesgos debe incorporar criterios que no necesariamente se expresan a través de una medición ecológica u otra. Por ejemplo, si comparamos las estrategias de manejo forestal de los tres países de América del Norte con base en algún indicador económico o ecológico, la interpretación de los resultados deberá necesariamente incluir el hecho de que la tenencia de las tierras forestales es no sólo diferente, si no en muchos sentidos contrastante. En Canadá, país en el que más del 50% del PIB depende de las actividades forestales, 90% de las tierras de este tipo son públicas (i.e., son propiedad gubernamental) y sólo 10% son privadas. En Estados Unidos, por el contrario, 27% se encuentra bajo un régimen público de la propiedad, y 73% pertenece a dueños particulares, i.e., es privada y cada uno de sus dueños es libre de decidir qué uso le da (dentro de los márgenes de la ley, claro está). México es un caso muy particular en América del Norte, pues 80% de las tierras forestales son de propiedad comunal, 15% son privadas y sólo 5% son públicas. Esto significa que la mayor parte de las decisiones sobre las tierras forestales son tomadas a través de algún mecanismo colectivo. En muchas comunidades las decisiones colectivas llegan a traducirse en verdaderos planes de manejo orientados a la sustentabilidad, aunque localmente nadie les otorgue ese nombre, en contra de todas las predicciones hechas por Hardin (1968) sobre lo que él denominó la tragedia de los comunes. Cualquier análisis de sustentabilidad, cualquier intento de comparación entre los tres países norteamericanos, muchos de cuyos ecosistemas tienen continuidad transfronteriza (llegaron primero que las fronteras), debe tomar estas diferencias sociales como base. Adicionalmente, el nivel socioeconómico de los dueños de las tierras forestales de los tres países es muy contrastante. Los habitantes de zonas forestales públicas y privadas de Estados Unidos y Canadá tienen ingresos mucho más altos que los comuneros mexicanos, que son campesinos, muchas veces indígenas, frecuentemente en condiciones de pobreza y pobreza extrema. Nuevamente, estas consideraciones son imprescindibles para ponderar los resultados de cualquier programa de monitoreo A modo de conclusión 231 ambiental. La estructura comunitaria es la explicación necesaria para muchos casos exitosos de estrategias locales de conservación, como es el caso de los bosques mesófilos de Oaxaca, en la región de Capulalpan, y el ecoturismo comunitario implementado por los habitantes de Santa María Yavesía, también en Oaxaca. Igualmente, la estructura comunitaria ha permitido el cuidado de zonas forestales de Quintana Roo (Negreros-Castillo et al. 2000), y la conservación del bosque a fin de salvaguardar el agua necesaria para el regadío de los campos de alcatraz, que son la única fuente de ingreso de los habitantes en Santo Tomás Teipan, en la Sierra Sur de Oaxaca (Merino y Pisanty, obs. pers.). Uno de los ejemplos más relevantes es el caso de la comunidad forestal de San Juan Nuevo, en Michoacán (Pulido y Bocco 2003). Como último punto, es necesario recalcar la necesidad de esfuerzos concertados y de acuerdos de cooperación a todos los niveles a fin de contar con programas de monitoreo de especies, espacios y riesgos que nos permitan acercarnos a la sustentabilidad. Los esfuerzos de monitoreo son complejos, pues requieren de programas de trabajo y mecanismos de financiamiento a largo plazo. A pesar de estas dificultades, y muchas otras que las acompañan, vale siempre la pena recordar los casos de éxito que han sido capaces de mantenerse como actividades constantes durante largos periodos de tiempo. El monitoreo en estos casos ha jugado un papel muy importante no sólo para identificar el status de un problema y para determinar su magnitud, sino también para diseñar las medidas preventivas y/o correctivas necesarias y evaluar sus resultados. Entre los casos exitosos se encuentran algunos que requirieron una concertación internacional con esfuerzos nacionales centrados en algunas localidades, como es el caso de la recuperación, lenta pero progresiva, de las poblaciones de tortugas marinas como la golfina y la lora. Igualmente, se cuenta con la información suficiente en la Reserva de la Biosfera el Vizcaíno sobre el tamaño de la población de ballena gris como para suponer que esta población se encuentra en recuperación. En todos los casos exitosos, las barreras a vencer fueron y siguen siendo inmensas. Lograr que se cumplan los acuerdos tomados internacional o nacionalmente, e incluso a nivel local, es siempre complejo, y requiere tanto de consensos constantemente renovados como de una vigilancia estrecha por parte de todos los involucrados. Un acuerdo tomado e incluso implementado nunca debe darse como totalmente establecido, pues muchas polémicas se prolongan, por muy diversas causas, a pesar de haber medidas que resultan a todas luces exitosas. Las apremiantes necesidades económicas de muchas personas que comparten el hábitat con estas especies, las malas prácticas comerciales, el 232 I. Pisanty y M. Caso comercio desleal e incluso los usos y costumbres que ya no pueden ser parte de las prácticas sustentables contemporáneas, pero que están arraigados en las culturas y costumbres de diferentes sociedades, demandan ser atendidos y, en muchos casos, monitoreados como parte de un sistema sustentable. Las aportaciones de las ciencias naturales a los planes de manejo orientados hacia la sustentabilidad son incuestionables, y las herramientas de monitoreo con las que hoy contamos están estrechamente vinculadas a las ciencias naturales y a las sociales, y no sólo a la ecología. La apertura de todos los involucrados en el uso adecuado y en la conservación de los recursos naturales y del ambiente en general es sin duda algo que hay que celebrar y continuar impulsando. Sin embargo, como hemos mencionado, es necesario integrar estos elementos a los parámetros socioeconómicos, sobre todo a nivel más local. A modo de conclusión, baste insistir en que el monitoreo con bases científicas de parámetros ecológicos y socioeconómicos no es sólo una herramienta de gran utilidad. Es también, un elemento fundamental en el diseño de políticas públicas contemporáneas, y es deseable que así sea reconocido por los responsables de la toma de decisiones no sólo directamente relacionadas con el ambiente y los recursos naturales, sino también con la salud, la economía y el comercio. Los datos sólidos derivados de investigaciones formales o del conocimiento tradicional no producen modelos sustentables por sí solos, pero sin ellos estos son prácticamente una quimera. Bibliografía Arizmendi, M. C. y L. Márquez Valdemar. 2000. Áreas de importancia para la conservación de las Aves en México. CIPAMEX. México. CEC (Comission for Environmental Cooperation). 1999. North American Important bird Areas. A Directory of 150 Conservation Key Sites. Comission for Environmental Cooperation. Montreal, Canadá. Darwin, C. 2003 (original 1859). El origen de las especies. Alianza Editorial, España. Dirzo, R. y A. Miranda. 1991. Altered patterns of herbivory and diversity if the forest understorey: a case study of the posible consequences of contemporary defaunation. En: P.W. Price, W. Lewinsohn, G.W. Fernandes y W. W. Benson (eds.). Plant-animal interactions: Evolution and Ecology in Tropical and Temperate Regions. Wiley Nueva York EUA. Hardin,G. 1968. The Tragedy of the Commons. Science 162(1968):1243-1248. Jaramillo Legorreta, A. y L. Rojas Bracho. 1999. A new abundance estimate for vaquitas: first step for recovery. Marine Mammal Science 15 (4): 957-973. A modo de conclusión 233 Kermath, B. 2006. What is sustainability? Consultado el 28 de julio de 2006 http://www. uwsp.edu/cnr/gem/ambassador/What _is_sustainablity.htm. Lovejoy, T. E. y R. O. Bierregaard. 1990. Central Amazonian forest size of ecosystems Project .En: A.H. Gentry (ed.). Four neotrpoical Forests. Yale Unviersity Press. New Haven, Connecticut. EUA. Masera, O. M. Astier y S. López-Ridaura. 2000. Sustentabilidad y manejo de recursos naturales. El marco de evaluación MESMIS. Mundi-Prensa, GIRA, UNAM. México. Merino, L. (coord.). 1997. El manejo forestal comunitario en México y sus perspectivas de sustentabilidad. UNAM, Semarnap, Consejo Mexicano para la Silvicultura Sostenible, WRI. México. Negreros Castillo P., J. C. González Núñez y L. Merino P. 2000. En: O. Masera y S. López-Riadura (eds). Sustentabilidad y sistemas campesinos: cinco experiencias de evaluación en el México rural. PUMA, Mundi-Prensa, Instituto Ecología UNAM, GIRA. México. Pp 83-131. Ostrom, E. 1990. Governing the Commons. Cambridge University Press. EUA. Primack, R.B. 1993. Essentials of conservation Biology. Sinauer Associates Massachusretts, EUA. Pulido, J. S. y G. Bocco. 2003. The tradicional farming system of a Mexican indigenous community: the case of Nuevo San Juan Parangaricutiro, Michoacán, Geoderma 111: 249-269. Rojas Bracho, L. y A. Jaramillo Legorreta. 1999. Todo lo que quería saber de la vaquita y no había a quién preguntarle. Disponibl en: www.ine.gob.mx/dgoece/con_eco/ vaquita.html. Sánchez, R. A, 2002. En: E. Leff, E. Ezcurra, I. Pisanty y P. Romero-Lankau (comps.). La transición a la sustentabilidad. Perspectivas de América Latina y El Caribe. INE-PNUMA-UAM-X, México. Pp. 305-326. Vitousek, P. M y L. R. Walter. 1989. Biological invention of Myrirca faya in Hawai’i: plant demography, nitrogen fixation and ecosystem effects. Ecological Monographs 59(3): 247-265. Wilson, E. 2001. The Future of Life. Knopf. Random House. EUA. , Agradecimientos 235 Agradecimientos El camino que recorrimos en el Instituto Nacional de Ecología desde que se decidió el desarrollo del Taller como parte de las actividades del grupo de trabajo para la Conservación de la Biodiversidad de América del Norte (BCWG por sus siglas en inglés) de la Comisión de la Cooperación Ambiental involucró a muchas organizaciones, dependencias y personas. El proceso de organización fue tan enriquecedor y relevante como el taller mismo, y por ello extendemos nuestro reconocimiento todos los involucrados en él. Agradecer a todos quienes de una u otra forma contribuyeron al éxito del taller y a la publicación de sus memorias es casi imposible, pero no quisiéramos dejar de mencionar a las siguientes personas e instituciones, sin demeritar a quienes, por cuestiones de espacio, no citaremos. Los ponentes, cuyas conferencias y participación en las mesas de trabajo permitieron el desarrollo del taller y su enriquecimiento. Sus conocimientos profundos y la generosidad y el entusiasmo con el que los compartieron hicieron de este evento un ejercicio extraordinario para todos los asistentes. Estamos especialmente agradecidas con quienes encontraron el tiempo, en medio de sus múltiples ocupaciones, para escribir los capítulos que hoy salen a la luz. Nuestras contrapartes estadounidense y canadiense, con quienes hemos compartido muchos años de trabajo a favor del medio ambiente, abrieron este camino con nosotros, hicieron suyo este esfuerzo y brindaron siempre todo 235 236 Especies, espacios y riesgos el apoyo necesario para garantizar las actividades de fortalecimiento de las capacidades en México. La participación de Mélida Tajkhbash y Herb Raffaelle de la Oficina de Asuntos Internacionales del Servicio de Pesca y Vida Silvestre del Departamento del Interior de Estados Unidos, de Patrick Cottler de la Agencia de Protección al Ambiente de Estados Unidos, y de Linda Maltby, Carolina Cáceres y Steve Wendt, de Environment Canada, fue esencial. La sección mexicana del BCWG fue parte medular del Taller, que simplemente no hubiera podido ser concebido ni implementado sin Hesiquio Benítez, Patricia Koleff, Mariana Bellot y Humberto Berlanga, de la Conabio; Pía Gallina, Ruth Morales, Ivonne Bustamante y Rocío Esquivel de la Conanp; Francisco Giner, Dulce Ma. Ávila y Óscar Ramírez de la Subsecretaría de Gestión para la Protección Ambiental de la Semarnat. El apoyo de Exequiel Ezcurra, Adrián Fernández, Ernesto Enkerlin, Jorge Soberón y Francisco Giner a lo largo de este proceso fue invaluable. Hans Herrmann, Jürgen Hoth y Karen Schmidt hicieron todo posible, y después prácticamente todo lo imposible para apoyarnos, junto con Art Martell. Su esfuerzo permitió que los fondos aportados por la Comisión para la Cooperación Ambiental fueran exitosamente utilizados, y su profesionalismo nos liberó de los sobresaltos y angustias que suelen aparecer cuando menos se les necesita. Manuel Valdés, Alejandra García-Naranjo y Carlos Manterola, de Unidos por la Conservación, fueron nuestros aliados y, en realidad, nuestros cómplices en el arduo trabajo de hacer el taller una realidad. Su paciencia, su visión, su tenacidad y su entusiasmo mantuvieron un espíritu que se prolongó desde los primeros pasos en la organización del taller hasta que éste culminó. La organización del Taller en todas y cada una de sus etapas se vio muy fortalecida por el trabajo intenso, entregado y profesional de nuestras compañeras del INE, Patricia Arendar y Claudia Hoyos. Cristóbal y Anais Vignial se hicieron cargo de la traducción de los textos en inglés. La revisión final del manuscrito, seguiría en proceso sin la intervención providencial de Luisa Alejandra Domínguez. El equipo de publicaciones del INE llevó a cabo el espléndido acto de magia que implicó condensar todo el trabajo previo en este libro. La convicción en la cooperación y el desarrollo de las capacidades, y el profundo compromiso con las causas ambientales, de Exequiel Ezcurra y de Adrián Fernández, presidentes consecutivos del INE durante el periodo abarcado por esta iniciativa, son el motor que la puso en movimiento y le permitió llegar a su meta. Los autores 237 Los autores Paul E. Allen. Laboratorio de Ornitología, Cornell University. Jane Barr. Consultora de la Comisión para la Cooperación (CCA) y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Gerardo Bocco. Dirección General de Ordenamiento Ecológico y Conservación de los Ecosistemas. Instituto Nacional de Ecología, Semarnat. Alfonso V. Botello. Centro de Ecología, Pesquerías y Oceanografía del Golfo de México. Universidad. Autónoma de Campeche. Margarita Caso. Coordinación Ejecutiva de Investigación e Integración de Proyectos Especiales. Instituto Nacional de Ecología, Semarnat. Gonzalo A. Cid. Especialista en Asuntos Internacionales, NOAA National Ocean Service, International Program Office. Caren B. Cooper. Laboratorio de Ornitología, Cornell University. Isabel Cruz. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, Conabio. 237 238 Especies, espacios y riesgos Jenny A. Ericson. National Wildlife Refuge System. U. S. Fish and Wildlife Service. Leonardo García Hernández. Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. Ma. del Consuelo Hori Ochoa. Laboratorio Sistemas de Información Georreferenciada, Centro de Calidad Ambiental, ITESM. Raúl Jiménez. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, Conabio. Cuauhtémoc León. Asesor del Corredor Biológico Mesoamericano-México, Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, Conabio. Gerardo López. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, Conabio. Diego Fabián Lozano García. Laboratorio Sistemas de Información Georreferenciada, Centro de Calidad Ambiental, ITESM. Ma. Luisa Machain Castillo. Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, Universidad Nacional Autónoma de México. Enrique Muñoz. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, Conabio. Karen S. Oberhauser. Universidad de Minnesota. Departamento de Pesca, Vida Silvestre y Biología de la Conservación. John E. Parks. Especialista en Asuntos Internacionales, NOAA National Ocean Service, International Program Office. Irene Pisanty. Coordinación Ejecutiva de Investigación e Integración de Proyectos Especiales. Instituto Nacional de Ecologia, Semarnat. Robert S. Pomeroy. Departamento de Agricultura y Recursos Económicos, Connecticut Sea Grant, Universidad de Connecticut, Avery Point. Los autores 239 Ana Carolina Ruiz-Fernández. Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, Universidad Nacional Autónoma de México. Rainer Ressl. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, Conabio. Michael Schmith. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, Conabio. Silke Ressl. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, Conabio. Susana Villanueva F. Laboratorio de Contaminación Marina, Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, Universidad Nacional Autónoma de México. Lani M. Watson. Analista de Programas, NOAA National Ocean Service, Special Projects Office. Mark A. Zacharias. Departamento de Geografía, Universidad de Victoria, Victoria, Columbia Británica, Canadá. Especies, espacios y riesgos. Monitoreo para la conservación de la biodiversidad, compilado por Irene Pisanty y Margarita Caso se terminó de imprimir durante el mes de octubre de 2006 en los talleres gráficos de la empresa Delmo Comunicaciones S.A. de C.V., Tehuantepec 149, interior 1, colonia Roma, C.P. 06760, en la Ciudad de México. Se tiraron 300 ejemplares más sobrantes para reposición