b R21 LATERCERA Domingo 31 de julio de 2016 La jurado Shelsy Sandoval tuvo un abuelo chileno que sirvió como francotirador en la Armada durante el Gobierno Militar. “Sólo sé que era partidario de Pinochet, nada más”, dice. Fue excusada por el juez. “Quiero expresar mis condolencias a las familias de la gente que murió”, señala Bunster. El juez desaloja la sala. Cree que su frase ha sido inapropiada, porque puede predisponer al jurado a su favor. RR El ex teniente Pedro Pablo Barrientos se radicó en Estados Unidos en 1989, cinco años después de ser dado de baja del Ejército. lógica. Habla de haber evitado las canciones de su padre hasta los 16 años para no echarlo de menos y de la suerte de cierre que les dio haberlo podido exhumar y volver a sepultar con funerales masivos. Dice que lo reconoció apenas abrieron el ataúd, con sólo mirar sus dientes. “Tenía una sonrisa amplia”, cuenta, antes de confidenciar que lo perdona por haber ido a la UTE esa mañana. “Ahora entiendo que fue porque era fiel a sus convicciones, que no se trataba de él, sino de algo más grande”, añade. Los abogados de la familia Jara terminan así con sus pruebas. Le corresponde el turno a la defensa, que llama a María Teresa Castro, ex esposa de Barrientos, quien afirma no haber escuchado de Víctor Jara, pese a escuchar folklore, y tampoco conocer el Estadio Chile. Ambos vivían en Tejas Verdes cuando se inició el Golpe. Ella recuerda que no vio mucho a su marido durante los días posteriores y que sólo se enteró de violaciones a los derechos humanos con el libro Los Zarpazos del Puma, de Patricia Verdugo, publicado en 1987. Después de leerlo, llamó a Barrientos, padre de sus tres hijos, que por entonces ya era su ex marido. “Me dijo que sus manos estaban limpias, porque se había quedado en el regimiento con otros soldados”, declara Castro. Las objeciones se suceden respecto de la obtención de la declaración del conscripto Báez, que Castro alega no haber alterado. La contraexaminación de los demandantes es dura. Le logran sonsacar a Castro que en algún momento se definió como “abogada” de su ex esposa en conversaciones informales y que es parte interesada por querer resguardar la honra de sus hijos. -¿Haría usted lo que fuera para prevenir que sus hijos y nietos sean conocidos como descendientes del hombre que mató a Víctor Jara? -Eso no va a pasar, porque no es verdad. Martes 21 de junio, 9.02 horas El interrogatorio de los abogados de la familia Jara a Castro continúa. Le preguntan si sabía que bajo el casino de Tejas Verdes operaba un centro de detención y también por el capitán Carlos Enriotti, un conocido de la pareja que salió mencionada en Los Zarpazos del Puma. Aunque asegura que verlo mencionado en el libro le generó gran impacto, no recuerda los cargos que se le imputaban ni que estuviera en Tejas Verdes. -¿Le sorprendería saber que su esposo, en una declaración jurada, dijo que le reportaba al capitán Enriotti en Tejas Verdes? -pregunta Beckett. -Voy a objetar basado en testimonio de oídas -exclama Calderón. -Objeción denegada -decide Dalton. -Me sorprendería, porque no estaba ahí. La defensa llama a dos conscriptos que apoyan la versión de Barrientos, Francisco Quiroz, el hombre que convenció a Gustavo Báez de dar su primera versión, y Héctor Hinojosa, ambos ex guardaespaldas del imputado. Las permanentes objeciones de un lado y otro alargan el testimonio hasta que Dalton se molesta. “Están forzando mi paciencia. No importa lo que pase, yo no estaré aquí el jueves”, amenaza el magistrado. Finalmente, es el turno del acusado de instalarse en el podio. Miércoles 22 de junio, 8.05 horas. Después de la declaración grabada, el testimonio presencial de Barrientos se enfoca en explicar por qué traspasó su casa a una sociedad familiar cuando se enteró de que estaba siendo investigado. El ex teniente dice que lo hizo motivado por un mal consejo de una persona llamada Eladio Armesto, que se habría hecho pasar por abogado. “Estos esfuerzos por evadir la notificación o transferir bienes puede ser una admisión de responsabilidad, por eso queremos explicar al jurado que esta acción fue tomada bajo el consejo de esta persona que no es abogado”, argumenta Calderón al juez, quien no le permite entrar en detalles sobre el tema. Ambas partes debaten la fecha del documento de traspaso, que corresponde al 25 de abril de 2012, un día después de ser visitado por el FBI por la investigación en Chile. Barrientos garantiza que el documento fue firmado realmente en septiembre de 2013, cuando le fue interpuesta la demanda de la familia Jara. Poco antes del receso para almorzar, los abogados entregan sus argumentos de clausura al jurado. “Siendo conservadores (a Barrientos) se le vio unas 20 veces en cuatro días dentro del Estadio Chile. El les dice que nunca escuchó del lugar. ¿Por qué alguien diría eso?”, señala Beckett. “Cualquier chiflado o loco que haya sido miembro de los militares en algún momento podría llegar con un registro detallado de información implicando al señor Barrientos (...). ¿Es razonable creer que le dejarían a alguien de su estatura (de Jara) en manos de un teniente cuando hay mil en Santiago. No, esa es una decisión tomada mucho más arriba de su salario”, argumenta Calderón. Estratégicamente, Beckett ha dejado 10 minutos de su tiempo para poder volver a hablar y quedarse con la última palabra: “Respecto de los daños punibles, de los cuales ustedes ya tienen instrucciones, envíen un mensaje de que esto no puede volver a suceder, que este tipo de comportamiento no será tolerado”. Al día siguiente, a las 15.07, y después de almorzar pizza, el jurado le entrega su respuesta con cuatro cifras que suman US$ 28 millones en compensaciones. La batalla continuará ahora en la Corte de Apelaciones del 11° Circuito, que agrupa Florida, Georgia y Alabama. Luego podría volver a Chile si el ministro Miguel Vásquez reabre el proceso contra Barrientos y solicita su extradición, en una causa que tiene otros siete procesados, a 43 años de la muerte de Jara.R