1 - Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria

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Esta edición conmemora el 35 Aniversario de la Capilla Alfonsina
Biblioteca Universitaria y es el homenaje que la UANL
y un grupo de escritores de lengua española hace
a Alfonso Reyes en su faceta de traductor y en el centenario
de la escritura de Visión de Anáhuac.
A la vez celebramos el centenario de la primera publicación del
poema “The Love Song of J. Alfred Prufrock”, de T. S. Eliot.
La canción de amor
de J. Alfred Prufrock
La canción de amor
de J. Alfred Prufrock
T. S. Eliot
Versión y prólogo de Hernán Bravo Varela
“El dilema de Prufrock”, de John Berryman
Traducción de Rafael Vargas
“El canto de amor de J. Alfred Prufrock”
Traducción de Rodolfo Usigli
Jesús Ancer Rodríguez
Rector
Rogelio G. Garza Rivera
Secretario General
Juan Manuel Alcocer González
Secretario Académico
Minerva Margarita Villarreal
Directora de la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria
la literatura entre los estudiantes de nivel medio y superior, por lo que
no tiene carácter lucrativo.
Edición:
Rodrigo Alvarado, Nancy Cárdenas, Diana Garza Islas,
Carlos Lejaim Gómez y Martha Ramos
Diseño de la colección:
Marta Hoyos González Luna
Portada:
Carlos Palomo, composición a partir de la obra Test de la casa, de
Marco Arce
Las portadas de los libros que integran la colección El oro de los tigres V
están ilustradas con obra del artista Marco Arce.
Primera edición, 2015
© D.R. Universidad Autónoma de Nuevo León
© D.R. Thomas Stearns Eliot
© D.R. Hernán Bravo Varela, por la versión y el prólogo
© D.R. John Berryman, por “El dilema de Prufrock”
© D.R. Rafael Vargas, por la traducción de “El dilema de Prufrock”
© D.R. Rodolfo Usigli, por la traducción de “El canto de amor de
J. Alfred Prufrock”
© D.R. Marco Arce, por la ilustración de la portada
ISBN-978-607-27-0423-7
DE LA COBARDÍA CONSIDERADA COMO UNA DE LAS BELLAS ARTES
En su ensayo “El dilema de Prufrock”, John Berryman
frock” (1915) como la entrada de T. S. Eliot a la mayoría
de edad de lo moderno. Ya desde la primera estrofa, un
señorito apellidado Prufrock invita a un anónimo acompañante a dar un paseo por la ciudad. Pero una comparación cambia de golpe el tono y el paisaje tardíamente
victorianos del inicio: “Hora de irnos, tú y yo, / pues la
tarde se tiende contra el cielo / como un anestesiado en
una plancha”. La caída de la noche, que en la poesía romántica anunciaba el arribo del sueño y sus quimeras, es
comparada aquí con la postración de un paciente. Del
sueño a la anestesia, del dormitorio al hospital y, en última instancia, del gran teatro del mundo inconsciente al
John Keats, al cuerpo inerte del crepúsculo, a punto de
los bisturíes.
Las elegías de John Donne, el
dantesco y el
Hamlet shakesperiano, Jules Laforgue y W. B. Yeats… Todos los espectros tutelares que acompañan a Eliot se disi-
estar “en medio del camino de la vida” —un poeta que,
por inseguridad o modestia juvenil, no se ha propuesto ser
el comediógrafo de lo divino— invita a su acompañante
(que tal vez no sea otro que su propia conciencia) a recorrer el purgatorio de los bajos fondos:
Hora de irnos por calles más o menos desiertas,
murmurantes refugios
de noches ajetreadas en hoteles de paso
y fondas de aserrín y conchas de ostras;
(…)
Hora de ir a nuestro compromiso.
¿Cuál es ese compromiso que Prufrock y su acompade la cita que ambos tienen con el confortable tedio de la
madurez, el fracaso u olvido de las promesas de juventud,
los arrepentimientos y achaques de la edad. El alma aventurera de Prufrock cede ante el miedo al ridículo, la duda
metódica y las obligaciones de la vida cotidiana: autocontremendista de las primeras estrofas se resuelve en simple
aunque vi mi cabeza (un poco calva) puesta en una charola,
no soy ningún profeta, y no tiene importancia;
he visto mi momento de gloria disiparse,
8
al eterno Lacayo que sostenía mi abrigo entre risitas
y, en resumidas cuentas, tuve miedo.
confesión de sus limitaciones: “no soy ningún profeta, y
no tiene importancia; / he visto mi momento de gloria
disiparse”. A lo largo del poema la voz descarta, uno a
uno, los arquetipos del amor, la poesía, la tragedia, la fe y
la cultura clásica que no pudo encarnar: Don Juan, Orfeo,
Hamlet, Lázaro, san Juan Bautista, Ulises, Odiseo… Cermeroso de su propia vida.
¡No! Yo no soy ni estaba destinado a ser Hamlet;
soy de la comitiva, uno que basta y sobra
para engordar la trama, arrancar una escena o tal vez dos,
aconsejar al príncipe; un títere a la mano,
sin duda, comedido, dichoso de ser útil,
diplomático, cauto, escrupuloso;
lleno de grandes frases, aunque algo testarudo;
a veces, en verdad, casi ridículo
y casi, por momentos, el Bufón.
Así como los padres de este Hamlet hiperracional se
amour fou,
razón, a la ley y al sentido común. Habiendo admitido su
9
cobardía, orfandad y falta de talento, Prufrock da rienda
suelta a su castigada imaginación para participar de un
cia. Presa de un lirismo impetuoso, Prufrock recurre a la
mitomanía, es decir, a la creación y propagación de una
leyenda delirante:
Mar adentro las vi cabalgando las olas,
peinar el pelo blanco de olas encrespadas
cuando el viento que sopla sobre el agua la torna blanca
y negra.
En los cuartos del mar permanecemos
hasta que nos despiertan unas voces humanas y, entonces,
nos ahogamos.
ma parecen anunciar la vita nuova de Prufrock, el triunfo
de la fantasía sobre los sentidos cruelmente enajenados
perturbar al universo entero”; tras preguntarse “¿cómo
podría comenzar, entonces, / a arrojar las colillas de mis
vida a cucharadas”; al cuestionarse si “¿Debo prestarme
10
Prufrock asegura haber visto a las sirenas cabalgar las olas
mientras peinaban su pelo canoso, y haber permanecido
“En los cuartos del mar” donde se encontró a una suerte
Prufrock sucumbe ante el verdadero canto de las sirenas:
la voz del hombre. Se hunde en las profundidades, toca
da”, concluye Berryman en su ensayo sobre “La canción
de amor de J. Alfred Prufrock”, pero la vida y la obra de
Eliot harán de esa denuncia una forma de colaboración;
se volverá el alter ego de Prufrock, uno que pensó redimirse
cuyos miembros se hunden entre sí, cantándose himnos
de guerra al oído.
Ezra Pound, mecenas y promotor del joven Eliot, pronto advirtió los riesgos de su progresiva religiosidad y le
aconsejó seguir en la línea de Prufrock y otras observaciones
(1917). No se equivocaba. Tierra baldía (1922), segundo libro de Eliot, concluye dando tres veces la paz en sánscrito:
Shantih shantih shantih. Durante la Segunda Guerra Mundial, un Eliot anglicano conjetura en Cuatro cuartetos (1943):
“Y todo saldrá bien y / toda clase de cosas saldrá bien /
cuando se trencen las lenguas de la llama / en el nudo
de fuego coronado / y el fuego se haga uno con la rosa”.
11
Para su propia dicha, “La canción de amor de J. Alfred
Prufrock” nunca aspiró a tanto.
Hernán Bravo Varela
23 de febrero de 2011-20 de junio de 2013
12
El traductor agradece a Luis Miguel Aguilar, Tedi López
Mills, Mauricio López Noriega, Pablo Duarte, Antonio
Saborit, Álvaro Uribe, Minerva Margarita Villarreal
y Ezequiel Zaidenwerg sus observaciones al cuerpo de
esta versión.
La canción de amor
de J. Alfred Prufrock
The Love Song
of J. Alfred Prufrock
S’io credesse che mia risposta fosse
A persona che mai tornasse al mondo,
Ma perciocchè giammai di questo fondo
Non tornò vivo alcun, s’i’odo il vero,
L et us go then, you and I,
When the evening is spread out against the sky
Like a patient etherised upon a table;
Let us go, through certain half-deserted streets,
The muttering retreats
Of restless nights in one-night cheap hotels
And sawdust restaurants with oyster-shells:
Streets that follow like a tedious argument
Of insidious intent
To lead you to an overwhelming question...
Let us go and make our visit.
In the room the women come and go
Talking of Michelangelo.
The yellow fog that rubs its back upon the
window-panes,
The yellow smoke that rubs its muzzle on
the window-panes,
Licked its tongue into the corners of the evening,
16
S’io credesse che mia risposta fosse
A persona che mai tornasse al mondo,
Ma perciocchè giammai di questo fondo
Non tornò vivo alcun, s’i’odo il vero,
Hora de irnos, tú y yo,
pues la tarde se tiende contra el cielo
como un anestesiado en una plancha.
Hora de irnos por calles más o menos desiertas,
murmurantes refugios
de noches ajetreadas en hoteles de paso
y fondas de aserrín y conchas de ostras;
calles que se prolongan como un árido
debate con perversas intenciones
para llevarte a algún dilema abrumador…
Hora de ir a nuestro compromiso.
Las mujeres deambulan por el cuarto
mientras conversan sobre Miguel Ángel.
La neblina amarilla que se rasca la espalda en
las ventanas,
la humareda amarilla que restriega el hocico en
las ventanas,
metió su lengua húmeda en las esquinas del atardecer,
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Lingered upon the pools that stand in drains,
Let fall upon its back the soot that falls
from chimneys,
Slipped by the terrace, made a sudden leap,
And seeing that it was a soft October night,
Curled once about the house, and fell asleep.
And indeed there will be time
For the yellow smoke that slides along the street,
Rubbing its back upon the window-panes;
There will be time, there will be time
To prepare a face to meet the faces that you meet;
There will be time to murder and create,
And time for all the works and days of hands
That lift and drop a question on your plate;
Time for you and time for me,
And time yet for a hundred indecisions,
And for a hundred visions and revisions,
Before the taking of a toast and tea.
In the room the women come and go
Talking of Michelangelo.
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se entretuvo en los charcos de las alcantarillas,
dejó que le cayese en la espalda el hollín
de chimeneas,
cruzó por la terraza, dio un salto inesperado
y al ver que era una noche apacible de octubre,
rondó la casa y se quedó dormida.
Y claro que habrá tiempo
para aquella humareda que se va deslizando por
la calle,
rascándose la espalda en las ventanas.
Habrá tiempo, habrá tiempo
de preparar un rostro para afrontar los rostros que
uno afronta.
Tiempo de asesinar y de crear,
y tiempo para todos los días y tareas de las manos
que levantan y dejan caer sobre tu plato una pregunta.
Un tiempo para ti y un tiempo para mí,
y tiempo para cien indecisiones,
visiones, revisiones,
Las mujeres deambulan por el cuarto
mientras conversan sobre Miguel Ángel.
19
And indeed there will be time
Time to turn back and descend the stair,
With a bald spot in the middle of my hair—
(They will say: “How his hair is growing thin!”)
the chin,
My necktie rich and modest, but asserted by a
simple pin—
(They will say: “But how his arms and legs are thin!”)
Do I dare
In a minute there is time
For decisions and revisions which a minute will
reverse.
For I have known them all already, known them all:—
Have known the evenings, mornings, afternoons,
I have measured out my life with coffee spoons;
I know the voices dying with a dying fall
Beneath the music from a farther room.
20
Y claro que habrá tiempo
Tiempo de arrepentirse y bajar la escalera
con una calva en plena coronilla.
(Y dirán: “¡Cómo está perdiendo pelo!”)
el mentón;
En un minuto hay tiempo
de tomar decisiones y de hacer revisiones que un
minuto habrá de revertir.
Pues las conozco todas, las conozco:
ya conozco las noches, las mañanas, las tardes;
he medido mi vida a cucharadas.
Yo conozco las voces que fallecen de una
mortal caída,
debajo de la música del cuarto más distante.
21
And I have known the eyes already, known
them all—
And when I am formulated, sprawling on a pin,
When I am pinned and wriggling on the wall,
Then how should I begin
And I have known the arms already, known
them all—
Arms that are braceleted and white and bare
(But in the lamplight, downed with light brown hair!)
Is it perfume from a dress
Arms that lie along a table, or wrap about a shawl.
***
Shall I say, I have gone at dusk through
narrow streets
And watched the smoke that rises from the pipes
22
Y conozco los ojos, los conozco,
los ojos que te clavan en una frase hecha,
clavado y retorcido en la pared,
¿cómo podría comenzar, entonces,
Y conozco los brazos, los conozco,
brazos con brazaletes, blancos y descubiertos
¿Podría ser el perfume de un vestido
Brazos en una mesa o envueltos en un chal.
***
¿Debo decir que he andado por entre callejuelas
cuando la noche cae,
y contemplado el humo que sube de las pipas
23
Of lonely men in shirt-sleeves, leaning out
I should have been a pair of ragged claws
***
And the afternoon, the evening, sleeps so peacefully!
Asleep... tired... or it malingers,
Should I, after tea and cakes and ices,
But though I have wept and fasted, wept
and prayed,
Though I have seen my head (grown slightly bald)
brought in upon a platter,
I am no prophet—and here’s no great matter;
And I have seen the eternal Footman hold my coat,
and snicker,
And in short, I was afraid.
24
de hombres solitarios en mangas de camisa que
barrenaran el fondo de mares silenciosos.
***
Y la tarde, el crepúsculo, ¡duerme tan apacible!
Acariciada por esbeltos dedos,
estirada en el piso, junto a ti y junto a mí.
tener la fortaleza de orillar el momento hasta
aunque vi mi cabeza (un poco calva) puesta en
una charola,
no soy ningún profeta, y no tiene importancia;
he visto mi momento de gloria disiparse,
al eterno Lacayo que sostenía mi abrigo entre risitas
y, en resumidas cuentas, tuve miedo.
25
And would it have been worth it, after all,
After the cups, the marmalade, the tea,
Among the porcelain, among some talk of
you and me,
Would it have been worth while,
To have bitten off the matter with a smile,
To have squeezed the universe into a ball
To roll it toward some overwhelming question,
To say: “I am Lazarus, come from the dead,
Come back to tell you all, I shall tell you all”—
If one, settling a pillow by her head,
Should say: “That is not what I meant at all.
That is not it, at all.”
And would it have been worth it, after all,
Would it have been worth while,
After the sunsets and the dooryards and
the sprinkled streets,
After the novels, after the teacups, after the skirts
It is impossible to say just what I mean!
But as if a magic lantern threw the nerves
in patterns on a screen:
26
habría valido, pues, así la pena
zanjar de tajo la cuestión, sonriendo,
meter el universo en una bola
y arrojársela a algún dilema abrumador,
y decir: “Yo soy Lázaro, vengo de entre los muertos,
vengo a contarles todo, les voy a contar todo…”,
si alguna, acomodándose
la almohada en la cabeza, dijera: “No, no es eso
¿Acaso habría valido así la pena,
las calles mojadas,
faldas que arrastran por el suelo…
Como si una linterna mágica proyectase los nervios
en dibujos sobre una pantalla,
27
Would it have been worth while
If one, settling a pillow or throwing off a shawl,
And turning toward the window, should say:
“That is not it at all,
That is not what I meant, at all.”
***
No! I am not Prince Hamlet, nor was meant to be;
Am an attendant lord, one that will do
To swell a progress, start a scene or two,
Advise the prince; no doubt, an easy tool,
Deferential, glad to be of use,
Politic, cautious, and meticulous;
Full of high sentence, but a bit obtuse;
At times, indeed, almost ridiculous—
Almost, at times, the Fool.
I grow old... I grow old...
I shall wear the bottoms of my trousers rolled.
28
¿acaso habría valido así la pena
si alguna, acomodándose una almohada o tirando
su chal,
mirando a la ventana, hubiese dicho:
“No es eso, en absoluto; no, no es eso
***
¡No! Yo no soy ni estaba destinado a ser Hamlet;
soy de la comitiva, uno que basta y sobra
para engordar la trama, arrancar una escena o
tal vez dos,
aconsejar al príncipe; un títere a la mano,
sin duda, comedido, dichoso de ser útil,
diplomático, cauto, escrupuloso;
lleno de grandes frases, aunque algo testarudo;
a veces, en verdad, casi ridículo
y casi, por momentos, el Bufón.
Envejezco… Envejezco…
29
the beach.
I have heard the mermaids singing, each to each.
I do not think that they will sing to me.
I have seen them riding seaward on the waves
Combing the white hair of the waves blown back
When the wind blows the water white and black.
We have lingered in the chambers of the sea
By sea-girls wreathed with seaweed red and brown
Till human voices wake us, and we drown.
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He oído a las sirenas cantándose entre sí.
Yo no creo que vayan a cantarme.
Mar adentro las vi cabalgando las olas,
peinar el pelo blanco de olas encrespadas
cuando el viento que sopla sobre el agua la torna
blanca y negra.
En los cuartos del mar permanecemos
con muchachas del mar ceñidas de algas rojas
hasta que nos despiertan unas voces humanas
y, entonces, nos ahogamos.
31
El dilema de Prufrock
John Berryman
Traducción de Rafael Vargas
EL DILEMA DE PRUFROCK1
Para comenzar, observemos el título elegido por Eliot:
“El canto de amor de J. Alfred Prufrock.” ¿Corresponde su segunda parte a lo que la primera nos conduce a
mado J. Alfred Prufrock cante un canto de amor; como
que suena a demasiado bien vestido. Su nombre roba algo
a la idea de un canto de amor. Así, la forma del título se
Let us go then, you and I,
When the evening is spread out against the sky2
parecería, a pesar de su nombre, invitar a la mujer a pacomo tantos otros versos románticos. Viene entonces la
tercera línea:
Like a patient etherised upon a table…3
Con esta línea hace su entrada la poesía moderna.
En primer lugar, la tercera línea demuestra que el autor
de las dos primeras no las pronuncia convencido. Son sólo
Las citas en español de “El canto de amor de J. Alfred Prufrock” provienen de la traducción de Rodolfo Usigli.
2
Vayamos pues, tú y yo, / cuando la tarde se haya tendido contra el
cielo
3
como un paciente eterizado sobre una mesa;
1
35
una llamada, cuya intención es atrapar al lector con la
guardia baja, de manera que sea posible noquearlo. Una
vez más, la forma es reductiva; se ha creado una atmósla. (Por otra parte, esto nos hará ver que el “Tú” al que
se habla no es en absoluto una mujer, puesto que el Tú es
invitado por el Yo a hacerle una visita a Ella; difícilmente
ción ha sido destruida.) Y la palabra “pues” es en realidad
muy poco prometedora; si hubiese dicho solamente “vayamos”, hubiera sonado más a que tenía la decisión de ir;
“Vayamos pues” suena en cambio como si antes lo hubiera pensado; y aquí el haberlo pensado sugiere vacilación.
Desde luego, nunca llega a ir: la visita, que implica la
“cuestión abrumadora” —la propuesta de matrimonio—,
nunca se realiza. Una vez más llegamos a una reducción.
Asimismo, el símil no es visual: solamente pretende serlo. Es imposible que un lector vea la tarde tendida contra
tinamente en un paciente tendido sobre una mesa de operaciones. Aquí el recurso del símil se somete a un nuevo
uso, que viola la lógica ordinaria del verso, al igual que la
abrupta visión de un hospital violenta la noción lírica de
un paseo nocturno.
a la sugerencia, no a la lógica. La situación de un paciente
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eterizado no es envidiable, es riesgosa: está a punto de ser
intervenido y es posible que muera pronto. La referencia
a este miedo es clave en el poema. De hecho, Prufrock
del paciente puede considerarse deseable en tanto que
ha tomado una decisión y ahora el resultado está fuera
de sus manos, no tiene ya responsabilidades ulteriores;
corresponde al cirujano salvarlo o no. Este deseo —haber hecho la proposición, y dejar su destino en manos de
esto, podemos considerar cuánto trabajo habrá costado
esa línea y, por supuesto, la sugerencia de que Prufrock
se ve a sí mismo como un enfermo
Más tarde volveremos sobre esto.
Entre el título, ligeramente ambiguo o engañoso, y esas
líneas iniciales, que conllevan una doble intención muy clara, el poeta ha inscrito un epígrafe de seis líneas en italiano.
En nuestro caso, el sólo saber italiano no es de mucha ayuda. Todo lo que esas seis líneas dicen es: “Si yo creyese
que lo que voy a decirte habría de volver al mundo, nunca
tera. Lo que uno tiene que saber es quién es el que habla
en la Divina comedia de Dante. Se trata de un alma perdida
comprar la absolución antes de cometer un crimen. Esto
nos lleva a considerar si el dilema de Prufrock —proponer
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o no matrimonio— y la razón fundamental por la cual no
lo hace —es decir, su pecado— tiene que ver con su rechazo a aceptar los riesgos humanos comunes e inevitables:
Prufrock quiere saber de antemano si será aceptado o no:
de hecho, cree
sobre esto volveremos más adelante.
Todo lo que hemos dicho nos presenta un cuadro completamente distinto de aquel de un escritor que se sienta a
escribir para entretener, cautivar, encantar o arrullar a un
lector o lectores. En el acervo de este poeta abundan obstáculos y sorpresas muy poco complacientes. Lo primero
brá de ocurrir una cosa. Muchas cosas han de ocurrir simultáneamente. Uno siente, incluso, una cierta hostilidad
de parte del poeta. Una de las características del poeta
moderno es que ha
en sus lectores (lo
cual no es del todo sorprendente, si se considera la calidad
de la mayor parte de la educación contemporánea); pero
Nunca ha sido
fácil leer la buena poesía ni anticiparse a comprenderla,
pero en raras ocasiones había sido escrita con tan delibe-
cursos reductivos analizados antes y suponer que la impaciencia del poeta se basa en el hecho de que la mente del
38
lector está llena de vagas y pomposas asunciones que el
mo una voz de advertencia, como un profeta hebreo que
llama al pueblo a arrepentirse y a comprender el mundo y
a sí mismo. En este caso se trata, desde luego, de un mundo
astronómica, en el siglo XVI, que enseñó al hombre cuán
lejos estaba de ocupar una posición central en el corazón
del universo; le mostró que más bien vivía en un barrio
de poca importancia. Digirió esta desagradable informapor boca de Darwin y de algunos otros, que no era una
había subyugado. Y los periodos de tiempo entre este tipo
de noticias se acortan cada vez más: apenas habían transcurrido cincuenta años durante los cuales había aprendido a aceptar este insulto biológico, cuando la revolución
psicológica asociada con el nombre de Freud le informó
que ni siquiera era el rey de sí mismo, sino que se hallaba
a merced de gigantescas fuerzas inconscientes provenientes de su interior. Todo esto debe haberlo colocado en una
situación particularmente incómoda y, en efecto, así lo ha
hecho, dependiendo del grado de autoconciencia, que es
un grado todavía difícilmente aceptable en relación a la
39
había leído a Freud cuando escribió este poema. No obstante, en cierto sentido su pensamiento es paralelo, pues
ser otra parte de su propia personalidad, a la que en vano
invita a unírsele para enfrentar la enorme tarea que tiene
ante sí. Es la parte instintiva del hombre (contrapuesta a la
fachada que de sí misma conoce: el Yo, el ego), y a la cual
dido, para nuestra sorpresa, en este monólogo dramático;
ción adoptado por Eliot en el poema. Este tono no es oriLaforgue (1860-1887
su voz por primera vez.
Algunas de las propiedades características en “Prufrock” derivan de Laforgue, como las alusiones a Hamlet
isabelino, que se observa en el ritmo de su discurso (el poema está escrito en el así llamado verso libre, que sólo signi-
del novelista Henry James. De cualquier manera, las inber escrito este poema. Solamente proveyó la manera, y su
40
música —muy hermosa algunas veces— difícilmente se
parece a la de Eliot.
ma intenta ser un canto de amor. Es algo mucho más
práctico. Es un estudio —un debate de Prufrock consigo
mismo sobre el negocio de proponer matrimonio y de aceptar poner el propio destino en las manos de alguien más,
empeñarse en pasar la vida con esa persona, tener hijos, etma apunta hacia la proposición; la segunda mira en retrospectiva lo que hubiera ocurrido si la proposición hubiese
sido hecha. El poema es intensamente antirromántico, y su
de amor…” es una reprimenda al lector, probablemente
romántico. Las sociedades primitivas adoptan una visión
reprobatoria de aquellos que no se casan. La mitología
hawaiana, por ejemplo, habla de un llamado Nanganaag,
cuya tarea consiste en situarse en el camino al Paraíso, con
un inmenso garrote, y aplastar a todo aquel hombre que,
sin haberse casado, intenta pasar. Esta manera de pensar
Prufrock mira con desaliento (y un cierto pathos ostentoso)
su interminable soltería, la monotonía y trivialidad que
conforman la suerte de aquel que nunca logró adoptar sus
responsabilidades humanas. Es obvio que el poeta simpa-
41
Prufrock.
son primitivas —miedo, malicia—, pero la lujuria está
de civilizada, ultracivilizada angustia. Los sentimientos de
Prufrock son más bien abstractos; nunca asume a la mujer
que guardaremos silencio durante un rato. Sólo se preocupa por sí mismo. Está mentalmente enfermo, es neurótico, incapaz de amar. Pero el problema que enfrenta es
un problema primitivo.
Para enmarcar el dilema de Prufrock, Eliot utiliza a
cuatro personajes de la historia espiritual del hombre: Miguel Ángel, san Juan Bautista, Lázaro y Hamlet. En su
ro; dice que no es Hamlet o el Bautista. Acerca del primero
todo lo que dice es:
In the room the women come and go
Talking of Michelangelo…4
lina volcánica —escultor, pintor, arquitecto, en la cúspide
4
En la pieza las mujeres vienen y van / hablando de Miguel Ángel.
42
de uno de los periodos supremos de energía humana: el
Renacimiento italiano. Cháchara. Reducción, podríamos
olvidado o no comprendido, se ha convertido en el tópico
de voces femeninas, destructivas, aun sin darse cuenta de
ello. Luego Prufrock dice:
Though I have seen my head (grown slightly bald) brought
in upon a platter,
I am no prophet…5
La circunstancia es una visita, o la imaginación de una
visita, a una mujer; fueron mujeres las que decapitaron al
ha de venir, soy el predicador, no de hijos ni de un Salvador; de nada. Luego Prufrock especula cómo habrían sido
las cosas si
…squeezed the universe into a ball
To roll it toward some overwhelming question,
To say: “I am Lazarus, come from the dead,
Come back to tell you all, I shall tell you all”—…6
aunque he visto mi cabeza (ya levemente calva) traída en una charola,
/ no soy profeta
6
…comprimido el universo en una bola / para rodarlo hacia alguna
cuestión abrumadora, / para decir: “Soy Lázaro vuelto de entre los
5
43
Hemos visto que Prufrock se ha imaginado muerto ya
a sí mismo; tenemos además la sugerencia del epígrafe, y
mismo como
Quizá Lázaro sea la persona a quien
más nos gustaría entrevistar; ese personaje de la historia
sagrada, no el profeta sino el sujeto del milagro supremo
(narrado solamente, por desgracia, en el Cuarto Evangelio); el hombre que podría decirnos… cómo es. Prufrock
tiene un mensaje para la mujer que es, o debería ser, de
una importancia similar: heme aquí, surgido de mi soleza, esperanza; decide mi destino.
Ahora bien —dejemos a Hamlet a un lado por un momento—, lo que Prufrock imagina que la mujer diría en
respuesta a este mensaje tan importante como el de Láza-
If one, settling a pillow by her head,
Should say: “That is not what I meant at all.
That is not it, at all.”7
Aquí la razón de su incapacidad para declararse se
vuelve clara. Está convencido de que ella responderá (o
respondería) con la más insultante y brutal de todas las
actitudes posibles: seamos amigos
si una, arreglando una almohada junto a su cabeza, / dijera: “No es
eso lo que quise decir, de ningún modo, / no es eso, de ningún modo”.
7
44
amante o marido, sólo amigo. Aquí, Prufrock imagina que
la voz de esa mujer le hace lo que las voces de esas otras
mujeres hicieron a Miguel Ángel: castrarlo. Las voces de
lejos. Ésta es la imagen central del temor de Prufrock: lo
que no puede enfrentar. Ahora entendemos mejor por
operación aparece tan temprano en
el poema, y los pasajes de paranoia se dejan percibir con
claridad:
…when I am formulated, sprawling on a pin,
When I am pinned and wriggling on the wall8
(…)
But as if a magic lantern threw the nerves in patterns on
a screen…9
llevaría no sólo a nuestro bien conocido temor al ridículo
tragedia. Una vez más, tengamos en mente las revoluciones
8
X
Pero como si una linterna mágica proyectara los nervios en pautas
sobre una pantalla;
9
45
de Franz Kafka: El proceso, quien repentinamente dice:
“Oh, he olvidado a la persona más importante de todas: a mí mismo”. Prufrock es apenas, en su propio decir,
un cortesano, un consejero (un muy mal consejero para
sí mismo —por cierto, el nombre Alfredo
camente, buen consejero, y el personaje de la Divina comedia que aporta el epígrafe fue un mal consejero). Pero,
desde luego, Prufrock es Hamlet, por lo menos de acuerdo
con un aspecto del personaje de Shakespeare: un hombre
una carga intolerable (de venganza, cabría acentuar), que
tuosa madre) y abandona a la mujer que ama.
perado, en su prueba de fuego— que escudriña el pasado en busca de ayuda para el presente y no la encuentra;
encuentra tan sólo paralelos irónicos, o ejemplos reales,
de su predicamento. La tradición asequible, parece decir
el poeta, no nos sirve. Solamente nos brinda metáforas y
analogías de nuestro dolor. Casi sobra decir que el autor
de este poema no era cristiano en el momento de compo-
nar y sentir e imaginar. Aquí cabría recordar aquellas
46
Coming”:
The best lack all conviction, while the worst
Are full of passionate intensity.10
Es cierto que Prufrock se contaría entre aquellos a los
que Yeats llama los “mejores”, pero sólo por su sensibilidad e inteligencia; de otro modo su fracaso humano sería
positivas de imaginación; la “carga intolerable” de Hamlet y su
abandono de Ofelia nos señalan el camino.
indicio alguno de que alguien más lo haga) puede considerarse como algo agresivo: aunque el precio sea muy
grande para sí mismo; la priva de una pareja, una vida
matrimonial normal. Ante el temor y la humillación que
Prufrock padece, cabe esperar que se tome algún tipo de
gún podemos imaginar, acompañan a un hombre tan te-
en el poema. Notemos particularmente las líneas.
Los mejores carecen de convicción / mientras los peores rebosan
apasionada intensidad.
10
47
(…)
It is impossible to say just what I mean! 11
Su incoherencia es una prenda de su lucha, y apenas
puede sorprender que su resentimiento contra la mujer
(rencorosos, diríamos), como al referirse a sus brazos:
…in the lampligth, downed with light brown hair!12
Lo que sigue es, abiertamente, una manera de imaginar una escapatoria a su dilema.
La carga de Prufrock consiste en proponer matrimonio
sin saber de antemano si será o no ridiculizado.
Su deseo de terminar con el asunto, no importa cómo,
poema, en un pasaje tan brillante como emocionante
exaltación negativa, imagina
—como Hamlet— su muerte: una escapatoria, a cualquier precio, de la angustia ante las temidas ordalías.
Ésta es representada por las sirenas, y así las mujeres del
poema se revelan abiertamente como asesinas:
11
que quiero decir!
12
…bajo la lámpara cubiertos de claros vellos castaños!
48
I have seen them riding seaward on the waves
Combing the white hair of the waves blown back
When the wind blows the water white and black.
We have lingered in the chambers of the sea
By sea-girls wreathed with seaweed red and brown
Till human voices wake us, and we drown.13
Esta muerte es tan deseada como temida, al igual que el
internamiento en un hospital. Pero la imagen fundamental de la escapatoria se da a la mitad del poema, en un
dístico que aparentemente no guarda relación con nada,
pero sin el cual el poema no sería tan impresionante:
I should have been a pair of ragged claws
14
De entrada, uno advierte que no se trata de un dístico particularmente importante, aunque es un dístico heroico; la rima interna deja ver cierta incongruencia. En
seguida vemos que hemos sido llevados, así como de una
velada romántica a un hospital, lejos de la moderna vida
Las he visto cabalgar hacia el mar sobre las olas, / peinando los blancos cabellos de las olas revueltas / cuando el soplo del viento vuelve el
agua blanca y negra. // Nos hemos quedado en las cámaras del mar /
13
/ hasta que nos despiertan voces humanas y nos ahogamos.
14
Yo debí ser un par de melladas tenazas / que rasaran los suelos de
mares silenciosos.
49
de que emergiera de entre las mareas; en su deseo, Prufrock se ve a sí mismo como su propio ancestro, antes de que
tuviera que enfrentarse a la prueba, cuando se bastaba consigo
mismo, “un par”, sin necesidad de una pareja. Pero aquí
la imaginación no evoca al crustáceo entero, sólo a la parte guerrera, que es tomada por el todo: las tenazas, si bien
de miedo (“rasaran”), semejante a aquella en la que Prufrock se encuentra. Pero los mares son silenciosos: ninguna
mujer habla. Por lo tanto, la situación es agradable, acogedora. En realidad, necesitamos acudir a algunos de los
últimos planteamientos de Freud para comprender esto.
Freud pensaba que cuando un ser humano se encuentra
ante un problema que rebasa su capacidad de enfrentarlo,
tiene lugar una regresión: toda la organización emocional
e instintiva de la persona huye de la realidad intolerable
rrollo personal, pagando el precio de ello con síntomas
de patología pero asegurando su olvido parcial. En este
dístico de Eliot el antagonismo hacia la civilización es inconfundible. De hecho, es una especie de catálogo de las
penas que la civilización ha impuesto a la vida instintiva
50
miedo, del disgusto, del remordimiento, y de una serie de
responsabilidades intolerables.
“No soy profeta”, dice Prufrock. No obstante, debe
ambicioso, que incluye punzantes esbozos no sólo de la
biológica, no fue planeado para entretener, diga lo que
superior de entretenimiento”), y sea cual sea la máscara
nado, la del dandy con sus particulares problemas bostonianos, así como le ocurrió a Baudelaire en París y en
la guisa del verso ligero, pero escribe como un profeta, sin
el menor indicio de que desee conciliarse con un posible
lector. No escribe de manera
Utiliza la máscara de
Prufrock —cuyo destino es como el de aquellos a quienes Dante llamaba Vigliacchi. Estos pecadores no hicieron
ni bien ni mal, de manera que no pueden ser admitidos
cierta superioridad sobre ellos— y sufren eternamente en
dice Eliot en uno de sus ensayos críticos, hacer el mal que
el mundo moral. Bajo esta máscara Eliot endereza un
51
letal ataque contra la esperanza victoriana, y en particular contra lo que debe haberle parecido el vacuo optimismo del más reciente maestro del monólogo dramático en
está condenada. Los resultados de la civilización se dramatizan, eso es todo, particular mente la destrucción de
la capacidad de amar y —en el hombre bien intencionado— de decidir. El poeta habla, en este poema, de una
1960
52
El canto de amor de
J. Alfred Prufrock
Traducción de Rodolfo Usigli
S’io credesse che mia risposta fosse
A persona che mai tornasse al mondo,
Ma perciocche giammai di questo fondo
Non torno vivo alcun, S’i’odo il vero:
Vayamos pues, tú y yo,
cuando la tarde se haya tendido contra el cielo
como un paciente eterizado sobre una mesa;
murmurantes asilos
de inquietas noches en hoteles baratos de una noche
y restoranes con serrín y ostras;
calles que se siguen como una discusión tediosa
de intención insidiosa
para llevarte a una cuestión abrumadora…
Vayámonos a hacer nuestra visita.
En la pieza las mujeres vienen y van
hablando de Miguel Ángel.
La niebla amarilla que frota su lomo sobre las
vidrieras,
el humo amarillo que frota su hocico sobre las
vidrieras
lamió los rincones del atardecer,
55
se demoró sobre los canales en desagüe,
dejó caer sobre su lomo el hollín que cae de las
chimeneas,
se deslizó por la terraza, dio un súbito salto,
y viendo que era una suave noche de octubre,
se enroscó una vez a la casa y cayó dormido.
Y a la verdad habrá tiempo
para el humo amarillo que resbala al largo de
la calle
frotando su lomo sobre las vidrieras;
habrá tiempo, habrá tiempo
de preparar un rostro para el encuentro de los
rostros que encuentres;
habrá tiempo para asesinar y para crear,
y tiempo para todas las labores y días de manos
que levanten y dejen caer una pregunta en tu plato;
tiempo para ti y tiempo para mí;
y tiempo aún para ciento indecisiones
y para cien visiones y revisiones
En la pieza las mujeres vienen y van
hablando de Miguel Ángel.
56
Y a la verdad habrá tiempo
Tiempo para volverse atrás y bajar la escalera
con un paraje calvo en mitad de mi pelo.
la barbilla,
mi corbata rica y modesta, pero asegurada por un
sus piernas!”)
¿Me atrevo
En un minuto hay tiempo
para decisiones y revisiones que un minuto
trastocará.
Porque ya las he conocido a todas ellas, a todas ellas:
he conocido las noches, las mañanas, las tardes,
conozco las voces que mueren en un diminuendo
al fondo de la música en un cuarto alejado.
57
Y he conocido ya los ojos, todos ellos—
los ojos que nos clavan en una frase formulada,
X
¿cómo podría entonces empezar
Y he conocido ya los brazos, todos ellos—
brazos con brazaletes y blancos y desnudos
(¡pero bajo la lámpara cubiertos de claros
vellos castaños!)
¿Es el perfume de un vestido
Brazos que yacen sobre una mesa o sujetan un chal.
***
de hombres solitarios en mangas de camisa
58
Yo debí ser un par de melladas tenazas
que rasaran los suelos de mares silenciosos.
***
¡Y la tarde, la noche, duerme tan apacible!
Alisada por largos dedos,
dormida… fatigada… o bien, se hace la enferma
Pero aunque he llorado y ayunado, llorado y orado,
aunque he visto mi cabeza (ya levemente calva)
traída en una charola,
no soy profeta— y esto no importa mucho;
he visto parpadear el momento de mi grandeza
y he visto al eterno lacayo recibir mi abrigo y
sonreír estúpidamente,
y en suma, tuve miedo.
entre la porcelana, entre una plática de ti y de mí,
hubiera valido la pena
59
haber hincado el diente en el asunto con
una sonrisa,
haber comprimido el universo en una bola
para rodarlo hacia alguna cuestión abrumadora,
para decir: “Soy Lázaro vuelto de entre los muertos,
si una, arreglando una almohada junto a su cabeza,
dijera: “No es eso lo que quise decir, de ningún modo,
no es eso, de ningún modo”.
hubiera valido la pena,
las calles regadas,
y esto, y tanto más—
Pero como si una linterna mágica proyectara los
nervios en pautas sobre una pantalla;
hubiera valido la pena
si una, arreglando una almohada o quitándose
un chal
60
“No es eso, de ningún modo,
no es eso lo que quise decir, de ningún modo”.
***
¡No! No soy el príncipe Hamlet ni nací para serlo;
soy un señor cortesano, uno que servirá
para llenar una pausa, iniciar una escena o dos,
aconsejar al príncipe; sin duda un instrumento fácil,
deferente, contento de servir,
político, cauteloso y meticuloso;
lleno de altos conceptos pero un poquito obtuso;
a veces, a la verdad, casi ridículo—
Casi, a veces, el Bufón.
Envejezco… Envejezco…
la playa.
He oído a las sirenas cantándose una a otra.
61
No creo que canten para mí.
Las he visto cabalgar hacia el mar sobre las olas,
peinando los blancos cabellos de las olas revueltas
cuando el soplo del viento vuelve el agua blanca
y negra.
Nos hemos quedado en las cámaras del mar
al lado de muchachas marinas coronadas de algas
hasta que nos despiertan voces humanas y
nos ahogamos.
62
Índice
7
De la cobardía considerada
como una de las bellas artes
Hernán Bravo Varela
The Love Song of 16/17 La canción de amor de
J. Alfred Prufrock
J. Alfred Prufrock
T. S. Eliot
Traducción de Hernán Bravo Varela
35
El dilema de Prufrock
John Berryman
Traducción de Rafael Vargas
55
El canto de amor de
J. Alfred Prufrock
Traducción de Rodolfo Usigli
Esta obra se terminó de
imprimir en abril de 2015.
En la composición se utilizaron tipos
Baskerville de 8, 9, 10, 11 y 18 puntos.
La edición consta de 2000 ejemplares
impresos en papel cultural de
90 gramos.
El oro de los tigres I
G. K. CHESTERTON
Lepanto
ANNE HÉBERT
La alcoba cerrada
PHILIPPE JACCOTTET
Cantos de abajo
Muere mi madre
A DONIS
Rey de los vientos
W ALLACE S TEVENS
Cuatro poemas
C ZESLAW M ILOSZ
Un libro de cosas luminosas
El oro de los tigres II
C ATULO
Poemas a Lesbia
G OTTFRIED B ENN
Morgue y otros poemas expresionistas
E UGÈNE G UILLEVIC
Ella
G EO B OGZA
Orión
F ERREIRA G ULLAR
Poema sucio
B ERNARD N OE L
El rumor del aire
N UNO J ÚDICE
El oro de los tigres III
J OHN D ONNE
C ONSTANTINO C AVAFIS
Una noche
M ARINA T SVIETÁIEVA
Poemas sueltos
Lê DO I VO
Una antología de una antología personal
S YLVIA P LATH
Tulipanes
F RANC D UCROS
Aquí compartido
El oro de los tigres IV
V ICTOR H UGO
Dios
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