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¿QUE APORTA EL PENSAMIENTO DE CLORIVIERE-CICÉ
A LA CONSTRUCCIÓN DE LA PAZ?
(primera ponencia)
Maritza Rivero F.
Hija del Corazón de María
Comunidad de Caracas, Venezuela
Nos encontramos inmersos en un fenómeno mundial que denominamos VIOLENCIA. Quién de
nosotros no fue estremecido aquel 11 de septiembre cuando ardieron las Torres Gemelas? Y
posteriormente, sufrimos cuando se emprende la lucha contra el terrorismo, primero en
Afganistán, luego en Irak, sobre todo por el sufrimiento de personas inocentes, mujeres y niños,
pero igualmente por ver cercenada la vida de jóvenes soldados, con lo que esta pérdida representa
para sus familiares. No nos hemos recuperado aún y nos sacude el acto terrorista sucedido en
España el pasado 11 de marzo.
Además de estos hechos puntuales, la violencia ensangrienta diversas regiones del mundo: desde
hace años es el pan diario en el medio oriente, con el conflicto permanente entre palestinos e
israelitas. La guerrilla en Colombia; el conflicto político de Venezuela que ha desembocado en el
desconocimiento de los DDHH fundamentales.
Se dice que el siglo XX que acaba de culminar, es el siglo en el que han ocurrido más muertes,
por las dos guerras mundiales, el exterminio de los judíos, los enfrentamientos bélicos entre
naciones: Vietnam, Timor. Kosovo. Albania. Y la lucha intestina de tantas naciones como El
Salvador, Cuba, Argentina, Chile, provenientes de tensiones políticas, económicas, ideológicas.
Este fenómeno mundial de la VIOLENCIA ha acrecentado en la humanidad el deseo y la
búsqueda de la PAZ.
Se ha querido reconocer a través del premio Nobel de la Paz a personas u organizaciones cuya
acción ha sido un significativo aporte a la construcción de la paz. Martín Luther King, Dalai
Lama, Kofi Annan. Jimmy Carter, Teresa de Calcuta, Rigoberta Menchú, Nelson Mandela y
tantos otros, creo que tienen un denominador común, construyen la paz por sus acciones
concretas, pero sobre todo por el compromiso de sus personas con la causa de la paz, muchos de
ellos son portadores de paz, especie de estandartes vivientes de la paz.
También la Iglesia como Madre y Maestra, se ha pronunciado siempre sobre este valor
indispensable a la convivencia humana. Ha establecido la jornada mundial de la paz el primero de
Enero, y este año 2004 la denominó: “Un compromiso siempre actual: educar a la paz”. En su
Mensaje, Juan Pablo II evoca las palabras de Pablo VI en el Año Nuevo de 1968 cuando por
primera vez iniciaba estas jornadas: “Sería nuestro deseo que después, cada año, esta celebración
se repitiese como presagio y como promesa, al principio del calendario que mide y describe el
camino de la vida en el tiempo, de que sea la Paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine
el desarrollo de la historia futura”.
Paulo VI en sus once mensajes dirigidos al mundo, fue ilustrando los diversos capítulos de una
verdadera y propia “ciencia de la Paz”. Siguiendo esta línea Juan Pablo II a lo largo de sus 25
años de pontificado ha exhortado a las personas de buena voluntad a reflexionar a la luz de la
razón y de la fe, sobre los diversos aspectos de una convivencia ordenada. Es importante repetir
lo que el Papa dice: “los distintos aspectos de la paz ya han sido ilustrados abundantemente.
Ahora no queda más que actuar para que el ideal de la convivencia pacífica, con sus precisas
exigencias, entre en la convivencia de los individuos y de los pueblos”
La Iglesia ha enseñado siempre y sigue enseñando que la paz es posible y no se cansa de repetir
que la paz es necesaria. ¿Cómo construir la paz? Es el Papa, hoy Beato Juan XXIII quien en su
Encíclica Pacem in terris nos indica las cuatro bases indispensables para la construcción de la
Paz: LA VERDAD, LA JUSTICIA, EL AMOR Y LA LIBERTAD, educarnos en estos valores
es contribuir a preparar “una era mejor para toda la humanidad”.
Dada la extrema importancia de la Paz en el mundo actual, merece nuestro reconocimiento al
comité organizador de la Cátedra Clorivière- Cicé por haber escogido como primer tema para
desarrollar, “la construcción de la Paz”. Intentaremos hacer una aproximación a las figuras de
Pedro José de Clorivière y Adelaida de Cicé para descubrir cómo ellos fueron constructores de
paz en la difícil época que les tocó vivir y cuál es el Mensaje que nos dan a quienes vivimos
también urgidos de ser constructores de paz en tiempos bien difíciles.
Debo confesarles, me parece que habría tanto que decir en este aspecto sobre cada uno de ellos,
que vacilé en limitarme sólo a uno para tratarlo in extenso, pero finalmente opté por hacer una
aproximación a los dos, segura que los aportes de todos los participantes en esta Cátedra
Clorivière- Cicé nos permitirá una visión tan global y profunda como lo deseamos.
Quiero hacer una mención especial, llena de agradecimiento a Petra Bello, mi hermana y
compañera de comunidad en Caracas y miembro de la comisión de Justicia y Paz de los
Religiosos de Venezuela por sus valiosos aportes cuando preparaba este trabajo.
Construir la Paz en tiempos de crisis.
ARRAIGADOS EN LA VERDAD Y CIMENTADOS EN EL AMOR
Este hombre que fue Clorivière vivió una historia muy densa que, sobre todo para él, marcó su
vida. Me refiero a la supresión escalonada de la Compañía de Jesús, sucedida progresivamente
desde 1750 en Portugal, 1764 en Francia, 1767 en España, proceso que culmina en 1773 con la
abolición de la Compañía por el Papa Clemente XIV.
Ante la persecución, el odio y el deseo de destruir la Compañía, después de su supresión en
Francia, él elabora un “Proyecto de Venganza Evangélica” y lo propone a su amigo y hermano
en la Orden, el Padre Fleury, ¿de qué se trata? De extender un complot, de formar una red con
un centenar de personas que se comprometerían a devolver bien por mal, orando diariamente
en la Misa por aquellos que han buscado destruirlos. Para concretar y precisar en la práctica tal
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proyecto, enumera la lista de los beneficiarios: en primer lugar el Rey ( para Clorivière, que es
realista, supone el reconocer que el Rey ha caído en la trampa en pro de la supresión) los
eclesiásticos, los jueces, los magistrados del reino y otros.
No se trata de una red que sólo ora, con esa especie de pensamiento mágico que espera que Dios
hará solo la transformación necesaria, Cloriviere indica la carta de identidad de quienes quieran
formar parte: una centena de (l) verdaderos (2) imitadores (3) de Jesús (4) crucificado. Esto
supone una selección en las personas a reclutar. Deberían distinguirse especialmente por “recibir
con agradecimiento las parcelas de la verdadera cruz que le sean enviadas” dirigiendo todas sus
acciones, oraciones y buenas obras a la mayor gloria de Dios y de su santa Madre. Sin ninguna
búsqueda de intereses personales, con este noble desprendimiento y esta pureza de intención es
que podrán orar por los enemigos.
Estamos frente a un sacerdote y un jesuita, su vocación de seguir a Jesucristo a la manera propia
de la Compañía de Jesús, le lleva a pronunciar sus votos solemnes en medio de una gran crisis
político religiosa que rechaza y persigue a la Compañía. Clorivière emite sus votos solemnes la
víspera de ser promulgado el decreto papal de la abolición. Para apreciar en su justo valor la
valentía de Clorivière y la experiencia de vivir en la verdad que él hizo, nos conviene recordar
algo de este proceso histórico.
Lo que bien puede ser llamado "el proceso del siglo" empezó el 22 de julio de 1769, cuando el
Cardenal Bernis entregó al Papa una nota en nombre de las cortes de España, Francia y Nápoles
en la que pedía al Pontífice la inmediata supresión de la Compañía de Jesús. El breve de la
supresión, fue publicado el 16 de agosto de 1773. El motivo invocado, justificando la supresión,
era el de que los jesuitas llevaban los gérmenes de la discordia no sólo en el seno de su misma
organización, sino entre las demás Órdenes religiosas. También eran acusados los jesuitas de
haber tomado una actitud contraria a las demás instituciones, academias, escuelas, colegios y
hasta de los soberanos que les habían admitido en sus estados. La acusación consistía, por
consiguiente, en haber amenazado el orden existente en los varios países donde se habían
establecido, pero ninguna acusación era formulada en contra de la ortodoxia y las costumbres de
la Compañía.
La abolición de la Compañía produjo un inmenso alboroto en todo el mundo. Era fácil ver cómo
en toda aquella campaña que había culminado con el famoso breve de la supresión, se escondía el
influjo poderoso de la filosofía de las luces, coincidía con el afán de las Logias y de los enemigos
del Vaticano en general, para que dejase de existir el apoyo más firme de la Iglesia. Con el fin de
los jesuitas se esperaba llegar pronto al fin de la Iglesia en el mundo. Verdaderos tiempos de
crisis en los que las filosofías ateas se introducen camufladas en la Iglesia. El 21 de septiembre
de 1774, el Papa Ganganelli (Clemente XIV) falleció, su cuerpo se descompuso rápidamente, lo
que hizo hablar de su posible envenenamiento por los jesuitas. La autopsia probó que se trataba
de una absurda calumnia.
El P. Lorenzo Ricci, General de la Orden, fue arrestado y encerrado en el Castillo de
Sant’Angelo, junto con varios de sus colaboradores después de la abolición de la Compañía y
falleció un año después del Papa Clemente XIV, en la celda de su cárcel. Cinco días antes de su
muerte cuando iba a recibir el Santo Viático, hizo su doble protesta: (1)" Declaro y protesto que
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la suprimida Compañía de Jesús no ha dado ninguna causa para su supresión; esto yo lo declaro y
protesto con toda la certeza moral que un superior bien informado puede tener de su orden.” (2)
“Declaro y protesto que yo no he dado causa alguna, incluso la más ligera, para mi
encarcelamiento; esto lo declaro y protesto con la certeza suprema y la evidencia que cada uno
tiene de sus propias acciones. Sólo hago esta segunda protesta porque es necesario para la
reputación de la suprimida Compañía de Jesús de la que yo era el general.”
Estas sombras y estas luces rodean a Clorivière, momentos oscuros, propicios a mucha confusión,
tensiones muy fuertes provocadas por grandes pasiones, pero también grandes ejemplos de
quienes viven la lucha en la Verdad. Cómo construye Clorivière la Paz en este torbellino de
ideas, emociones y conflictos?
Regresemos a las bases fundamentales de la Paz que señala Juan XXIII: La paz sólo se
construye en la verdad y en el amor. Clorivière recorre el camino que conduce a la paz
inalterable. “Ver todo con los ojos de la fe” escribía. Ver todo, tiene clara conciencia de lo que
sucede: “He aquí un tiempo de crisis y de grandes acontecimientos”. Por esa clarividencia de lo
que pasa es que puede emprender acciones concretas. Clorivière es un hombre que tiene el gusto
de la resistencia, él hubiera sido un remarcable capitán de navío, avesado en enfrentar tormentas.
El primer mensaje que nos da Clorivière es que sólo en la Verdad podremos construir la Paz:
saber discernir los acontecimientos, mirarlos con los ojos de la fe para comprometer la propia
vida en actitudes y conductas que sean un correctivo histórico a las causas que destruyen la Paz.
A la Verdad la acompaña el Amor verdadero y éste, pasa por la organización, la formación de
redes, pues la Paz es la obra de todos.
Adelaida también se deja impactar por la realidad, sabe mirar a su alrededor y las múltiples
necesidades de los pobres la llevan a comprometerse con ellos, desde la fe, los veía como los
miembros dolientes de Jesucristo. Aunque desea consagrarse a Dios, no encuentra en las formas
de vida religiosa existentes en ese momento, la posibilidad de seguir al servicio de los pobres. Así
en 1785, en unos retiros, Adelaida elabora un Proyecto de una sociedad religiosa, que realmente
contiene en germen todo lo que más tarde será la Sociedad de las Hijas del Corazón de María. La
verdad social de una pobreza creciente, la conduce a abrir un camino nuevo, inexistente; ella
desea aunar la consagración y la presencia en el mundo especialmente para servir a los más
necesitados… que tengan pobres a su alcance, escribía en su proyecto.”
Construir la paz desde el amor y la verdad no es fácil. Todos sabemos que la concentración de
las riquezas y privilegios en manos de los nobles fue una de las causas que movió a la inmensa
mayoría pobre a seguir las propuestas revolucionarias. Adelaida perteneció a la nobleza pero su
adhesión a la verdad y a la justicia la lleva a tomar posiciones contra-cultura; hace el contrapeso
de los excesos que viven los de su condición social y un 4 de octubre, rompe con las costumbres
establecidas en el vestir, con el mismo espíritu de Francisco de Asís, se despoja de sus galas y
comienza a vestir como lo hacían las mujeres de la servidumbre. Hermana de dos obispos
provoca censuras y críticas pero ella sabe lo que quiere y lo quiere. No se trata sólo de un
cambio exterior, Adelaida se entrega con amor a servir a los otros y vive disponible para
responder a cualquier necesidad. Por no dar sino algún ejemplo, ella se traslada a vivir en el
hospital de los incurables donde se encuentra recluida una enferma, para poder atenderla mejor, y
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esto a pesar de los riesgos que supone, para una frágil salud como la suya, el vivir en medio
hospitalario.
Clorivière y Adelaida bebían la verdad en el discernimiento de la realidad a la luz de la fe para
vivir el amor.
EN LA TORMENTA REVOLUCIONARIA.
Vivir en tiempos de revolución es como avanzar en el camino en medio de la polvareda. Toda
revolución presenta un doble aspecto: uno destructivo y otro creador. La destrucción nunca es
total, ni pretende serlo, salvo en el radicalismo ingenuo. En el caso de la Revolución Francesa,
encontramos efectivamente que el cambio fue tan grande pues enfrentó los contenidos culturales
e hizo una reordenación de la estructura socio-política que se realizó, pasando por un período
sumamente destructivo denominado “el terror”, se pretendía exterminar toda persona que se
opusiera al cambio. Tal extremismo destruía los valores que la Revolución pretendía implantar.
Así la divisa “Igualdad, libertad, fraternidad” de innegable valor humano y cristiano, se impuso
violentamente, destruyendo por el cadalso, la cárcel, la guillotina, la muerte a quienes fuesen
considerados opuestos a la Revolución.
DEFENDER LA LIBERTAD CON PALABRAS Y CON LA PROPIA VIDA
¿En tal tormenta, cómo construir la paz? Clorivière y Adelaida lo gritan con su vida,
defendiendo la libertad, fundamento de la paz, con su palabra, su acción, sus mismas personas.
En rápido recorrido tratemos de seriar algunos acontecimientos para encontrar cómo sus
pequeñas o grandes acciones proclaman y desarrollan este valor de la libertad negado o ahogado
por la sociedad revolucionaria.
El año 1789 se destaca por tres acontecimientos importantes: el 14 de Julio por la toma de la
Bastilla, el 4 de Agosto se decreta la abolición de los privilegios del clero y de la aristocracia y el
26 del mismo mes se proclama la Declaración de los Derechos del Hombre y del ciudadano.
Al inicio del año siguiente, el 13 de febrero 1790 las comunidades religiosas con votos solemnes
son suprimidas, los votos de los religiosos eran considerados como un atentado a la libertad y a la
dignidad humana. Doce días más tarde, el 25 de Marzo Clorivière, en un sermón, desde el púlpito
de la Iglesia, hace una verdadera defensa pública de los votos religiosos, tal fue el ardor de sus
palabras que al día siguiente es llevado al consejo de la comunidad y es advertido que es
imprudente hablar así, y que de continuar, esto lo podría llevar al martirio. “No soy digno de tal
gracia, responde el Clorivière, pero si esta fuera la Voluntad de Dios, lo bendeciría de todo
corazón”. Con voz profética, Clorivière construye la paz defendiendo la libertad religiosa, él
denuncia la estrangulación de la libertad religiosa. El 12 de julio del mismo año se implanta la
Constitución Civil del Clero, éste sería considerado funcionario público y los obispos serían
nombrados por los alcaldes. Inicialmente una buena mayoría del clero francés no encontraba
abominable el juramento constitucional. Con la Convención se obliga a los sacerdotes a casarse,
y por este camino 1750 sacerdotes evitan la guillotina. De 83 Obispos que juraron, 23
apostataron públicamente, 9 se casaron, 24 se retiraron y 27 fueron guillotinados.
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Clorivière es un hombre de su tiempo, el orden para él estaba en el régimen monárquico y en la
autoridad de la Iglesia. Todo eso es derrumbado por la ilustración y por la Revolución, su actitud
de discernimiento lo lleva a luchar como constructor de la paz, dedica gran parte de su tiempo a
dirigir retiros a los sacerdotes. Su discernimiento se alimenta de su conciencia histórica.
Clorivière vive interpretando la historia, buscando su significado y esto lo hace desde su fe.
Hombre creyente sabe que Dios actúa en la historia, conduce la historia para hacerla Historia de
Salvación, a pesar de su mentalidad realista descarta todo fundamentalismo, él decía:”la religión
puede acomodarse a todo régimen político”.
Siete días más tarde de la implantación de la Constitución Civil del Clero, el 19 de julio,
Clorivière recibe “la Inspiración” de fundar un nuevo tipo de vida religiosa, adaptada a los
tiempos difíciles que vivía Francia y cuya originalidad está en abrir un camino para salvaguardar,
conservar clandestinamente, la consagración por los votos religiosos. Clorivière, hombre libre,
veía en estas fundaciones la manera de reparar las pérdidas sufridas por la Iglesia con la extinción
de las órdenes religiosas.
Se construye la paz defendiendo la libertad. ¿De qué manera? Podría ilustrarnos el caso de
Nelson Mandela, figura prominente y portavoz de las libertades oprimidas. Mandela un activista
que sacrificó su vida por buscar una salida al racismo, por esta causa pasa 28 años en prisión,
había sido condenado a cadena perpetua pero al llegar De Klerk como presidente, le devuelve la
libertad en 1990 y conjuntamente reciben el premio Nobel de la Paz en 1993. Toda su experiencia
la recoge en su libro “Larga marcha hacia la libertad”. También Clorivière y Adelaida
construyen la Paz detrás de las rejas. El 23 de agosto de 1799, Adelaida fue detenida y
encarcelada, ¿por qué motivo? Por temor a un levantamiento de la extrema derecha, se había
promulgado una ley llamada “de los rehenes”, designando a los parientes de los emigrantes o de
los realistas, como responsables de los desórdenes que se produjeron en el país. Una carta de
Adelaida a uno de sus hermanos emigrados, fue interceptada. La policía hizo una inspección
detallada de todos los pisos y habitaciones en la calle Cassette, donde ella residía, revisaron sobre
todo los papeles. Adelaida fue detenida y encerrada en el Depósito de acusadas de donde salió
para ser sometida a un interrogatorio y finalmente se determinó poner en libertad a esta
ciudadana, pero quedó bajo la vigilancia de la policía del barrio.
El 19 de enero de 1801 es nuevamente detenida como comprometida en el complot de la
máquina infernal. Efectivamente ella había enviado donde una amiga suya, a Carbón, uno de los
cómplices del atentado contra Bonaparte. Se lo había recomendado el P. de Clorivière, engañado
por su sobrino quien le pidió asilo para un amigo suyo, cuyos papeles no estaban todavía en
regla. Fue encarcelada en Santa Pelagia donde se encontraban prostitutas, criminales,
alborotadoras, etc. Allí pasó tres meses, interesándose por todas, compartía sus ropas con las más
desprovistas, les contaba historias, les ensañaba canciones.
El proceso de Adelaida, en razón de las circunstancias, era de una extrema gravedad: su cabeza
peligraba. Es su amor por la verdad la que la sostiene en su silencio heroico al no querer revelar
el nombre del P. de Clorivière a quien sabía inocente. Manifiesta además cómo la defensa de la
libertad y de la vida del otro la sostienen. Ella dijo a su abogado, quien le pedía encarecidamente
que hablara porque podía costarle la muerte: “Tengo miedo de morir. No importa, moriré si es
preciso, pero no entregaré a un inocente a la justicia.”
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Clorivière igualmente defiende la libertad detrás de las rejas: En 1794, durante el terror se
esconde en un corredor secreto de la rue Cassette y, como la libertad nunca está encarcelada, es
allí donde él produce muchos de sus ricos escritos, entre ellos las páginas del comentario del
Apocalipsis en lo concerniente al inicio de las dos Sociedades, como Sociedad de Apóstoles de
los últimos tiempos.
Posteriormente en 1804 es detenido como sospechoso de complicidad en el complot contra
Bonaparte. Permanece cinco años en la prisión del Temple. Período denso en rica e intensa
espiritualidad, abundantes escritos y la hora de confiar a los cuidados de Adelaida las dos
Sociedades en quien él ve “la digna madre de las dos Sociedades” y en quien él encuentra todo el
apoyo moral en los momentos difíciles por los que atraviesa sobre todo la Sociedad del Corazón
de Jesús. Ellos construyen la paz atravesando y superando muchas crisis y dificultades.
PRACTICANDO LA JUSTICIA
La práctica de la justicia es inseparable del respeto a los Derechos Humanos ya que cuando estos
son desconocidos o atropellados desaparece la justicia. La libertad es un derecho inherente a la
dignidad humana y la vida y la acción de Clorivière nos lo revelan como un verdadero defensor y
apóstol de la libertad religiosa. Contra todos los riesgos que ello suponía, nunca aceptó la
Constitución Civil del Clero, ni fue sacerdote juramentado. El es un hombre libre que defiende
su libertad, pero sobre todo es un defensor y verdadero apóstol de la libertad religiosa. Para
contrarrestar el atropello que abolía la libertad de escoger como estilo de vida propio la
consagración religiosa, y por fidelidad a una inspiración recibida, funda una nueva forma de vida
consagrada que clandestinamente, en medio del mundo, vive lo esencial del seguimiento de
Cristo, por eso es también llamado profeta de lo esencial. El anticipa el modelo de vida religiosa
que requiere el mundo de hoy para que en todas las latitudes y en diversas situaciones haya
constructores de la paz.
Sólo en la libertad se vive la justicia. “La verdad os hará libres” dice Jesús, por eso otra forma de
practicar la justicia es respetar el derecho a la información veraz. Hoy valoramos mucho a los
analistas políticos que son capaces de informarnos objetivamente las causas y posibles
consecuencias de los acontecimientos, al dar a conocer los diferentes escenarios del acontecer
histórico, ofrecen elementos para asumir posiciones, actuar asertivamente y tomar
responsabilidades.
Clorivère fue un hombre de discernimiento, preocupado de comprender el alcance y el
significado profundo de los acontecimientos. Entre sus numerosos escritos figura el autógrafo
inédito “Comentario del Apocalipsis” contenido en siete volúmenes. Hombre de su tiempo,
como muchos cristianos de su época, buscaba en el Apocalipsis de San Juan, respuesta a las
pruebas por las que atravesaba la Iglesia y el mundo. En el Coloquio público del Centro Sèvres
de París, realizado en 1985 con ocasión de los 250 años del nacimiento de Clorivière, Jean
Seguy, director de investigaciones, presenta y analiza el contenido de esta sorprendente obra. En
ella Clorivière intenta descifrar los signos de los tiempos en una época especialmente turbulenta:
¿Qué podía significar la ruptura, el choque, la conmoción revolucionaria en el plan de Dios? ¿Por
qué la aparente pérdida de la eficacia salvadora, del sentido mismo de la Iglesia? ¿Por qué el
triunfo y difusión aparentemente irresistible de la incredulidad en el corazón de la cristiandad? El
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triunfo de los enemigos de la Iglesia podría ser definitivo y la obra de Cristo vana? Estos son
algunos de los interrogantes allí planteados.
Clorivière se interesa en lo que él llama la historia profética de la Iglesia. Leyó varios
comentarios del Apocalipsis antes de la Revolución y fijó su sistema de interpretación de las
profecías apocalípticas. Esta obra permite recorrer la historia de la Iglesia e interpretar las
grandes crisis que ella atraviesa como el enfrentamiento entre Dios y Satanás, pero todo es visto
como el proceso del inevitable triunfo final de Dios y por la tanto de su Iglesia. Esta mirada
Pascual de la Historia es en sí misma constructora de Paz al otorgar a los creyentes la certeza de
que la Justicia de Dios siempre triunfará.
Adelaida vive de forma excepcional el respeto y la defensa de los Derechos Humanos. En
primer lugar defiende la vida, no sólo arriesgando su propia vida por salvar la de un inocente
como ya se ha dicho, sino que vive, dando respuesta a las necesidades fundamentales de los
pobres, alimenta a los hambrientos, da vestidos a los que carecen de ellos, cuida a los enfermos.
En su diario vivir y de forma continua ella era realmente la “Madre de los pobres”. En el proceso
judicial a la que se vio sometida, como sospechosa de complicidad con los autores de la máquina
infernal contra Bonaparte, los testigos que llenaban la sala, fueron precisamente sus asistidos;
sus testimonios y las palabras de su abogado defensor llevaron a los jueces a declararla inocente y
pusieron en evidencia que se trataba de una mujer que había entregado toda su vida para dar vida.
Algunos llegaron a decir que este proceso parecía más bien un proceso de canonización de
Adelaida.
Convencida de la dignidad humana, establece relaciones de respeto y valoración de las
personas, sin importarle su condición. En su estadía en la cárcel de Santa Pelagia, trata de tal
manera a las allí detenidas que provoca un cambio notorio en el ambiente carcelario.
Por su solidaridad Adelaida rectifica la injusticia y así construye la Paz. Ella se pone en el lugar
del otro, asume su situación y se compromete en la búsqueda de una solución. Una de las
testigos del proceso presentó su caso: Estaba muy enferma de infección en un dedo y recurrió a
ella, la cuidó con esmero y dedicación, al despedirse la enferma le pregunta: ¿puedo volver
mañana?, no, responde Adelaida, estás demasiado adolorida, yo iré a tu casa; y lo hizo todo el
tiempo que fue necesario hasta su total curación.
Estamos en la semana de semanas de Pascua, hoy como ayer el Resucitado nos dice:”Mi paz les
dejo, mi paz les doy” .no se las doy como la da el mundo, les doy la paz que se fundamenta en la
verdad, el amor, la libertad y la justicia. A ejemplo de Clorivière y Adelaida, sed constructores
de paz aquí y ahora.
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