Taller de la Bandera ¿Quiénes son los universitarios de Schoenstatt? Desde el Santuario, Dios nos ha regalado ser una Juventud Masculina Universitaria Chilena activa por más de 50 años, con una vida que se proyecta fecunda y crece en este nuevo milenio, en la identidad y misión que hemos formulado como el Ideal Nacional de nuestra Rama. La historia no comienza ni termina con nosotros, pues somos herederos de un camino rico y profundo que Dios y la Mater han ido gestando a través de los años con el Schoenstatt chileno. 1. Historia El riesgo y osadía de los primeros miembros de nuestra Juventud los llevó a creer en la presencia de la Mater en el Santuario, a creer en el Padre Fundador como profeta y portador de una gran misión. Vemos en ellos "a los que creyeron sin ver". Ellos fueron llamados en los años 40 desde el colegio y la universidad a participar en los primeros grupos. Los padres palottinos P. Benito Schneider y P. Ernesto Durán, asesores de Santiago en la sede de calle República, y de Valparaíso en la Parroquia del Cerro Alegre, fueron los instrumentos para acompañar los primeros pasos de esas ramas. El primer grupo histórico nació en Valparaíso - Viña del Mar, con el nombre “Torre de David” dado por el mismo P. Kentenich. En Santiago surgieron los "Caballeros del Santo Grial" y los "Caballeros del Fuego", antes de 1949. La conquista y bendición del Santuario de Bellavista reunió a los grupos de los dos lugares, que regalaron la campana del Santuario con la inscripción “Juventud Masculina – Santiago y Valparaíso”. En los años 50, se estrenó el grupo "Sicut Ventus" mientras el P. Kentenich pasaba por Bellavista camino a Milwaukee, y con el tiempo fueron llegando otros grupos que conformaron definitivamente la Juventud Masculina de Santiago - Bellavista como una rama grande. Ellos se encaminaban muy temprano en tren a Bellavista para participar en las eucaristías de las 06.30 AM, y participaban cada verano en los campamentos de formación, que reunían a más de 120 jóvenes durante un mes a orillas de un lago o río del sur de Chile. De esos grupos emergieron laicos comprometidos con su profesión y forjadores de familias con un cuño distintivo de Schoenstatt, a la vez que un número considerable de vocaciones sacerdotales. Entre esos primeros, Mario Hiriart mostró una senda para su tiempo, para nosotros y para el futuro, asumiendo su vocación como Hermano de María y entregando su vida por la liberación del P. Kentenich y el crecimiento de Schoenstatt en Chile. Somos herederos de las grandes y pequeñas decisiones personales a partir de los altos ideales que Schoenstatt mostraba. Admiramos el espíritu apostólico y misionero de los que se jugaron por la misión más allá de nuestras fronteras. ¿Cómo olvidar el viaje de "los tres Hernanes" a Argentina en el año 1956 o aquel campamento "internacional" del año 1960? La irradiación internacional hacia Argentina y Paraguay es un fruto de la Juventud del Cenáculo de Bellavista, que como los primeros apóstoles con María partieron a llevar la Buena Nueva a otras tierras. Pero también fueron probados como ellos en la Unidad, en la llamada crisis de Bellavista que significará una brecha de varios años entre la primera y la segunda generación de la Juventud Masculina de Santiago-Bellavista. La Cruz de la Unidad es el fruto de ese proceso de desconfianza y reconciliación, y Mario Hiriart la ofrenda. Nuestra Juventud vivió también los procesos de cambio y búsqueda de lo nuevo en los años 60. El quehacer y compromiso estudiantil la hizo asumir tareas y desafíos en los cuales dejaron su huella los jóvenes schoenstattianos, asumiendo algunos como presidentes de Centros de Alumnos (por ejemplo en Santiago: Psicología, Periodismo, Química e Ingeniería en la UC). Comienzan también los primeros grupos en Temuco junto a la Parroquia del Perpetuo Socorro, en la zona Oeste de Santiago bajo el alero de la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores de Carrascal, y en Concepción, creciendo a pesar de las pocas visitas de los asesores. A fines de esa misma década se abre también una nueva brecha en el ámbito de formación: las Escuelas de Jefes (que se siguen realizando hasta el día de hoy en Chile y otros países, incluso en la década de los 80 tomaron forma las "Escuelas Internacionales de Jefes"). Un dato importante de consignar es el esfuerzo de forjar una coordinación nacional de la Juventud Masculina, cosa que se logra en el año 1969. En los años 70, las celebraciones del 31 de Mayo de 1974 en Bellavista culminaron con la coronación de la Mater bajo el lema "En el Padre, Corazón de la Iglesia", con una Juventud Masculina Universitaria de Santiago - Bellavista que ese día se constituyó como Generación con el nombre "Pentecostés del Padre", después de experimentar una fuerte corriente de coronación y de Alianza filial con el Padre Fundador. Una proyección importante de toda esta vida joven se produce en los primeros pasos de la fundación del Movimiento en Bolivia por parte de integrantes de la Juventud Masculina. La segunda parte de la década de los '70 estuvo marcada por el compromiso y por la búsqueda de nuevos caminos de acción y proyección apostólica, para así paulatinamente ir consolidando diferentes focos de Juventud Masculina repartidos en las diferentes ciudades de nuestro país (Rancagua y Los Ángeles fundamentalmente) . Los años 80 trajeron una nueva dinámica, que enmarcada en los grandes cambios de nuestro país, le imprimieron a nuestra Juventud un sello de unidad y cuerpo a nivel nacional. En Santiago, surge la generación “Ciudad del Padre” en los primeros años de la década, y la generación “Santuario Vivo” en la segunda mitad. Los encuentros de Juventud bautizados con el nombre de “Cenáculo Joven” fueron un signo característico de lo que se estaba viviendo. La experiencia de comunidad, la búsqueda de respuestas a problemas y preguntas concretas, el sentirse responsables por la historia de nuestro país, fueron desarrollados y proyectados desde los diferentes encuentros. Con la bendición de los Santuarios de Providencia y Campanario, la Juventud Masculina de Santiago – Bellavista se establece en dos núcleos enmarcados en las zonas Cordillera (Campanario) y Oriente (Bellavista) de la Arquidiócesis, que conformarán dos ramas distintas en el cambio hacia los años 90. La participación masiva de la Juventud Masculina en el Jubileo del 20 de Enero en Argentina el año 1992 constituyó un gran impulso para la vida de la Rama a nivel local y nacional. Desde allí aparecieron dos grandes líneas que incorporaban las diferentes vivencias: la presencia del Padre Fundador como cabeza de la Familia y a la vez la identificación con él, asumiendo en lo personal un estilo de vida marcado por la paternidad, es decir, encarnar "figuras paternales". Por otro lado se percibía la urgencia de jugársela heroicamente por la misión a imagen de los primeros Congregantes, así como también lo hicieron los integrantes del "Ver Sacrum", segunda Generación fundadora en Schoenstatt. Quedó así plasmada a nivel nacional la “Generación de Padres, Héroes para la Misión”. Ese mismo año 1992 en el 50º aniversario de la entrega heroica del P. Franz Reinisch, como expresión de esa primera corriente nacional los jefes de rama reunidos en Viña del Mar llegaron a la decisión de convocar a todas las Ramas a realizar un gran encuentro nacional para gestar un símbolo de unidad, regalar a la Mater la Bandera Nacional. Así se fijó para el 8 al 11 de Octubre del año 1993 un nuevo Cenáculo Joven. El anhelo de poseer una Bandera a nivel nacional indujo a unificar criterios en torno a los elementos que deberían ser considerados en su confección: la MTA, el P. José Kentenich, el Santuario Cenáculo de Bellavista, la Misión del 31 de Mayo y la Cruz de la Unidad. También se mencionaron algunas actitudes que deberían estar presentes: la Paternidad, la Esperanza, la Pureza, la Radicalidad y la Reciedumbre. Todo este proceso sería acompañado de un capital de gracias a concretar por las diferentes Ramas. Preguntas: 1.- ¿Experimentamos la misma Juventud Masculina hoy? ¿Vemos una línea conductora desde la historia hasta nosotros? 2.- ¿Con qué características de la JMU chilena podemos vernos reflejados hoy? 3.- ¿Qué rasgos son centrales en nuestra Juventud Masculina Nacional? Actividad: Invitar a un antiguo miembro de la Rama, que hoy destaque en el ámbito schoenstattiano, social, político-económico, de Iglesia, nacional, etc... para conversar acerca de la identidad e ideales que han permanecido en la Juventud Masculina. 2. La Bandera Nacional El 12 de Septiembre de 1992, en Campanario, se reunieron los Jefes venidos de los diferentes lugares del país para revisar los diferentes proyectos sobre la bandera y decidir acerca del modelo definitivo. Después de largas presentaciones, discusiones y búsqueda, se logró unificar criterios y diseñar una bandera en la misma reunión, un modelo nuevo que poco tenía que ver con los preparados para la ocasión. Lo percibido por los jefes en ese momento y posteriormente fue un sentimiento que Dios mismo había hecho un gran regalo a nuestra Juventud. El color de fondo de la bandera se fijó en rojo después de realizarse una consulta a las respectivas Ramas. Con ocasión del Cenáculo Joven '93 en Viña del Mar se entregó solemnemente la bandera que fue bendecida en la Eucaristía final. Cada uno de los Jefes de Rama allí presentes, a nombre de toda la Juventud, sellaron también su compromiso pronunciando las mismas palabras que recitaban los primeros jóvenes schoenstattianos en los inicios del Movimiento: "Esta es la bandera que he escogido libremente, no la dejaré jamás, se lo juro a María". La primera bandera nacional se regaló a la Juventud Masculina de Bellavista por su unión con el Santuario Cenáculo y por ser fruto de los primeros brotes de vida joven en el Schoenstatt chileno. Esa misma bandera sería años más tarde, en Enero del '95, depositada sobre el féretro de Ignacio Gajardo, miembro de la Juventud de Bellavista, uno de aquellos Jefes de los que tuvo en sus manos la bandera el día que se entregó y que se empeño en vivir los ideales allí reflejados. Actividad: Poner la Bandera de Rama en medio del grupo para reconocer los elementos y los colores, imaginando su significado, o qué vemos en ella antes de profundizarlo. Significado: La bandera en su color de fondo es roja. Sobre ella hacia el costado izquierdo está presente la cruz de la unidad en color negro. Sobre ella la Jerusalén celestial con sus doce entradas que se prolongan en las cuatro direcciones en color verde. En el centro de esta ciudad se encuentra el Santuario en color rojo sobre un fondo blanco. El costado inferior derecho se acordó dejarlo como un lugar en el cual cada Rama pudiese allí poner un símbolo que reflejara originalmente sus ideales y características propias. Fondo rojo: El rojo simboliza nuestra propia entrega en grado heroico por la Misión del Padre Fundador. Esta entrega se concreta a través de nuestro Capital de Gracias. Así el fondo rojo simboliza nuestras propias almas encendidas por el Fuego de un nuevo Pentecostés. Cruz de la Unidad negra: La Cruz de la Unidad es el elemento en torno al cual nuestra Juventud se experimenta unida. Además es el símbolo que identifica a Chile en el Movimiento Internacional, es el icono por excelencia de nuestra misión del 31 de Mayo. El color negro deja de manifiesto el grado de nuestro entrega: a la altura de la Inscriptio, tal como la vivieron los primeros Congregantes, los integrantes del Ver Sacrum y especialmente Mario Hiriart. La Cruz simboliza finalmente que Cristo es el centro de nuestra vida y que a Él no lo entendemos sin la unidad íntima con María. Ellos son el fundamento de toda nuestra Misión. En ella se inscriben el Santuario y la Comunidad. Santuario: El Santuario es nuestro Cenáculo. Allí en presencia de María nuestra Juventud implora la venida del Espíritu Santo sobre cada uno de sus miembros para transformarnos en Padres, Héroes de la Misión. El rojo es el fuego del Espíritu Santo, que en el Santuario de Bellavista forjó nuestra Juventud Masculina, y la hace fecunda como centro y seguro de vitalidad. La Comunidad: La Juventud rodea férreamente unida el Santuario como una sola alma. Se trata de una comunidad santa - ya que santa es su misión - reflejada en el color blanco. Este color es también el interior de la ciudad de Sión, la Jerusalén Celestial, signo de María, donde sus habitantes vestidos de blanco alaban la victoria de Cristo Resucitado. La ciudad santa se abre hacia el mundo a través de doce puertas, los apóstoles que llevan a Cristo a los hombres, y luego los conducen a ser parte de su ciudad. De esa Comunidad surge también la esperanza, representada en las líneas verdes que se prolongan desbordando la superficie de la bandera, y que se ha de llevar a los diferentes ámbitos de la vida de apostolado de cada uno. Significa la Misión del 31 de Mayo. Preguntas: Repartir los elementos entre los miembros del grupo para que cada uno sea presentado, cada color o figura, y luego unirlos para conversar el conjunto, qué nos dice como símbolo, en qué refleja a la Juventud Masculina Universitaria de Chile. Actividad: Analizar la canción “En Nuestra Llameante Bandera” hecha en los años 50, que expresa anticipadamente lo que en 1992 llegó a ser la Bandera Nacional. A destacar: Finalmente, la bandera es el reflejo de nuestros anhelos, vivencias, identidad y misión que tenemos como Juventud Masculina Universitaria. Pero ella es aún algo más. La bandera de nuestra vida es María, es nuestra Mater. Nuestra Bandera Nacional es entonces, la forma original y personal como queremos entregar a la Mater al mundo y a la Iglesia. 3. El Ideal Nacional La decisión de realizar el Primer Campamento Nacional de la Rama de universitarios en Enero de 1997 se fundamentó en su objetivo principal: la formulación del ser y misión de la Rama, es decir encontrar el Ideal Nacional. Se escogió un nombre que estuviese en continuidad con los encuentros anteriores de Juventud: "Cenáculo Joven '97". El lema ya había sido determinado en el encuentro de Jefes y se agregó un símbolo que estaría presente constantemente en la búsqueda del Ideal Nacional: el Fuego. a) El Campamento del Ideal: "Cenáculo Joven - Catillo '97" El Campamento se realizó entre el 12 y 20 de Enero de 1997 en la localidad de Catillo, cercana a Parral en la Séptima Región. Hasta allí llegaron las diferentes Ramas de Juventud Masculina Universitaria provenientes de Ayinrehue (Temuco), Montahue (Concepción), Maipú, Bellavista, Campanario, Nuevo Belén, Agua Santa y La Serena. Desde la historia de la Rama nos preguntamos acerca del compromiso y desafíos asumidos hasta allí, también acerca de lo que viven los jóvenes de nuestro tiempo para descubrir la realidad en la cual estamos insertos. El desafío era mirar con la mirada del Padre, y fortalecernos en su palabra profética que nos muestra respuestas y caminos a seguir. El 18 de Enero, día de Alianza, reunidos los jefes y los asesores por un lado, e implorando la fuerza y claridad del Espíritu Santo en la Capilla del Campamento el resto de la Juventud, surgió la formulación final. Formulación larga: "Desde el Cenáculo, Santuarios Vivos, Padres Forjadores de Historia, Fuego de la Misión". Lema "Fuego del Cenáculo, Padres de la Misión". b) Significado Los elementos y palabras que son parte de nuestro ser y misión como Rama, y que reflejaban los contenidos de nuestro Ideal: * Padre / Paternidad * Fuego * Heroísmo / Radicalidad * Creatividad / Forjadores de historia * Líderes santos / Vanguardia / Protagonismo * Misión del 31 de Mayo * Cenáculo / Pentecostés * Amor a María * Santuario vivo * Vínculo / Comunidad / Comunidad de corazones 3.1 El Fuego como símbolo La confluencia de la vida presente en las diferentes ramas de Juventud Masculina en Chile, nos ha regalado un elemento central que nos une, interpreta y representa: el Fuego. Él ha estado acompañando diferentes procesos en las diversas ramas a través de los años, ha sido expresión de anhelos y capital de gracias, ha simbolizado entrega y radicalidad, se ha expresado en lemas y nombres de grupo por nombrar algunos momentos significativos. El Fuego es en primer lugar para nosotros, símbolo del Espíritu Santo derramado sobre los apóstoles el día de Pentecostés. Donde el fuego está presente experimentamos unidad, un ambiente de intimidad y cobijamiento, en torno a él percibimos un ambiente de Cenáculo donde se nos regala siempre de nuevo el Espíritu Santo. El arder del fuego nos evoca fuerza, vida, radicalidad, consumirse por la misión. El fuego quema, purifica, acrisola y deja su huella por donde pasa. Además el fuego nos recuerda con su dinamismo que él no es para guardarlo, sino para salir a repartirlo, para ir a iluminar y encender a otros. Todo esto nos permite afirmar que nuestro fuego es el Fuego de la Misión que nuestro Padre Fundador nos dejara en el Santuario de Bellavista. 3.2 Cenáculo Nuestro Ideal Nacional une sus raíces más profundas a diversas vivencias y experiencias, tanto personales como de Ramas locales y Rama Nacional, al Santuario Cenáculo de Bellavista, cuna y origen de la Familia de Schoenstatt chilena. Como parte de esta Familia, la JMU reconoce y experimenta el Cenáculo como su fuente de vida. 3.2.1 Cenáculo Bíblico Los evangelistas Marcos y Lucas nos transmiten que Jesús y sus apóstoles celebraron la última Cena en la habitación superior de una casa de Jerusalén. A esa habitación se le ha denominado "cenáculo", término que proviene del latín y que significa "comedor". El Cenáculo está íntimamente unido a la vida de Jesús y de sus seguidores, pues es en este lugar donde el Señor nos regaló la Eucaristía, el Sacerdocio y el Mandamiento de amar como Él nos amó. Al manifestarse Jesús como el Señor Resucitado a sus discípulos, les promete no dejarlos solos, sino que acompañarlos con el don de su Espíritu. El regalo de su Espíritu a los apóstoles ocurre el día de Pentecostés, marcando así de modo definitivo el carácter público y misionero de la Iglesia naciente. La acción del Espíritu Santo en el Cenáculo alcanza su fecundidad más plena, en la medida que encuentra hombres anhelantes y orantes, dispuestos a dejarse transformar y enviar por Él. Así nos lo cuenta Lucas, resaltando a la vez el papel de María: "Todos perseveraban unánimes en la oración con algunas mujeres, con María la madre de Jesús y con los hermanos de éste" (Hech 1, 14). 3.2.2 El Santuario Cenáculo de Bellavista Cada Santuario posee su misión. Durante el paso del Padre Kentenich por Chile, nos regaló en un gesto profético el ideal del Santuario de Bellavista: el Cenáculo. Con esto nos dice que nuestro Santuario Cenáculo asume y actualiza de modo original la realidad del Cenáculo Bíblico: En unión con María imploramos en actitud orante y anhelante la irrupción del Espíritu Santo, y por Él somos transformados para vivir plenamente un espíritu de totalidad, radicalidad e idealismo. Tal transformación, como los discípulos el día de Pentecostés, nos mueve a transmitir, portar y contagiar la misión que Dios nos regala en este Cenáculo: la misión del 31 de Mayo. 3.2.3 El Cenáculo como fuente Para nuestra Juventud Masculina, el Santuario Cenáculo pasa a ser un punto de referencia necesario para su vida de Alianza, de compromiso con Dios: Ella nos hace ser "un sólo corazón y una sola alma", es allí donde experimenta la fuerza y poder educativo de María que la acoge, transforma y envía para que sus miembros sean padres forjadores de historia, gestadores de vida, líderes santos, colaboradores activos en la obra de Redención del Señor. El Cenáculo de Bellavista lo reconocemos como nuestra fuente de vida y en él reconocemos también el regalo de nuestro Ideal Nacional. Al mismo tiempo nos regala el sello distintivo de los apóstoles en Pentecostés: Desde el Cenáculo somos una Juventud esencialmente misionera. Hacemos nuestra la misión del Padre. Nuestro Cenáculo posee la impronta de la intimidad y cercanía con Dios, con nuestra Mater y con nuestros hermanos. Nuestro compromiso es la vinculación permanente al Cenáculo como fuente de gracias. “Madre y Reina Tres Veces Admirable de Schoenstatt... Junto con nosotros, imploraste esta mañana, al Espíritu Santo. Haz de nuestro Santuario de manera especial tu Cenáculo. Cuida que el Espíritu Santo descienda sobre todos aquellos que pisen esta tierra y que reconozcan con fe que Tú eres la Reina. Vela para que este lugarcito se haga de manera perfecta un segundo Cenáculo, en el cual el Espíritu Santo se despliegue con su triple fuerza: como Espíritu Creador, como Espíritu Transformador y como Espíritu Consumador” [Palabras del P. J. Kentenich en la coronación de la Mater el 5 de Junio de 1949 en Bellavista] 3.3 Padres La palabra "padre" nos remite necesariamente al ideal que cada varón porta en sí y está llamado a vivir: ser hijo y padre a la vez. Es Dios Padre quien en Jesucristo su Hijo nos abre el camino de hacernos sus hijos, somos hijos en el Hijo, y la vez nos hace participar de su actividad creadora, gestadora de vida, en el fondo, nos hace partícipes de su actividad más esencial: ser Padre. Como Juventud Masculina vemos el ejercicio de la paternidad unida a la imagen del Buen Pastor y a la vivencia profunda de la filialidad. El Padre que es Buen Pastor Encarnar la paternidad a imagen del Buen Pastor nos hace centrar la atención en tres actitudes fundamentales: Poseer vida: El Buen Pastor tiene vida y vida en abundancia. Esa vida a su vez es capaz de engendrar, suscitar y plasmar nueva vida. Pero esta capacidad supone una plenitud de vida interior. El padre que se inspira en el Buen Pastor se esfuerza constantemente para poseerse a si mismo, es aquel que a través del proceso de autoeducación lucha constantemente por ser una persona recia, libre y apostólica, venciendo con ello los restos de infantilismo que pudieran existir en su personalidad. Para este "Padre Buen Pastor" es un desafío constante la preocupación por el crecimiento y desarrollo de la originalidad propia, de sus talentos y el vencimiento de sus debilidades. De esta forma la nueva vida que emana de él es el regalo y proyección de su propio ser. Gestar vida Gracias a que posee vida, el varón que encarna la paternidad a imagen del Buen Pastor, puede -¡ y tiene la misión de hacerlo! - irradiarla, transmitirla, comunicarla, regalarla y portarla a otros. La paternidad es tomar parte en la actividad creadora de Dios, en la transformación del mundo, en imprimir a las cosas y acciones un sello distintivo. Por esto es que el Padre está llamado a gestar vida en los demás. El Padre gestador respetuoso de vida en otros se puede transformar a la vez en un ejemplo a seguir. Ser responsable de la vida gestada La paternidad no es plenamente vivida, si es que además de gestar vida no asume la responsabilidad por esa vida gestada. La paternidad es por eso acompañar, servir, ayudar a crecer, alimentar, educar, conducir la vida de otros. El padre sirve a esa vida original en los otros en forma desinteresada y con generosidad. Jesús el Buen Pastor al entregarse a los suyos "hasta el extremo" en la Cruz se transforma en ejemplo constante para todo miembro de la Juventud Masculina que busque vivir su paternidad en forma radical, exigiendo del varón un crecimiento personal constante, animado por la fuerza del amor y dispuesto a darlo todo por los suyos.. Paternidad y Filialidad Si la paternidad es el núcleo central del ser varón, la filialidad es su raíz. Para poder ser Padre, primero hay que sentirse profundamente Hijo. El Padre Kentenich sintetizaba habitualmente la naturaleza y vocación del varón con la expresión “Puer et Pater” (Hijo y Padre). Él veía en Cristo la encarnación más profunda y fiel de este ideal: Jesucristo es el Hijo Unigénito y fiel del Padre, que siempre gira en torno al Padre Dios. Cristo como Hijo se entrega plenamente a la voluntad de Padre y experimenta así su profundo arraigo y abandono confiado de sí mismo en Dios su Padre. La filialidad madura es la que experimenta por sobre todo la misericordia infinita del Padre Dios. Arraigarnos en su corazón paternal es lo que nos da la confianza y seguridad; pero también es la entrega total a su voluntad y a sus deseos, lo que nos mueve a vivir la obediencia, la disponibilidad para el sacrificio y la entrega heroica. Sólo quien se sabe niño y se experimenta arraigado en el corazón del Padre Dios tiene la fuerza para salir victorioso en la vida. El varón que es niño en su corazón resiste con entereza las dificultades de la vida. Forjador de vínculos La vivencia de la paternidad evidentemente no se debe restringir a una dimensión meramente biológica, sino que debe proyectarse en todos los ámbitos de la vida del varón, como por ejemplo en el plano de la familia, del lugar de estudio, del trabajo, de la vida social y política. Un verdadero padre es siempre principio de vida, origen de valores, de fuerza, de dinamismo, de lazos personales, de iniciativas fecundas y creadoras. Nuestra forma de vivir la paternidad quiere estar marcada por el cultivo consciente de los vínculos personales tanto en el orden natural como también sobrenatural. Por eso creemos que la Juventud Masculina está llamada a vivir profundamente su "ser de padre", teniendo la convicción de que somos poseedores y gestadores de vida como fruto de un proceso de autoeducación y de crecimiento personal. Queremos que nuestra paternidad nos permita gestar vida y vínculos profundos en todos los ambientes donde nos desarrollamos y a su vez, asumir su desarrollo y cultivo con profunda responsabilidad. Por último manifestamos nuestro convencimiento de que nuestra paternidad será fecunda solamente si nos sentimos realmente hijos amados y predilectos de nuestro Padre Dios. Como Juventud Masculina nos sentimos coautores de la historia que el Padre Dios va forjando con el hombre; nos sentimos responsables de ser protagonistas de ella y de asumir un liderazgo marcado por la aspiración a la vida de santidad, llegar a ser líderes santos es nuestro ideal. Toda nuestra entrega descansa en la firme convicción de que el Padre Dios es nuestro aliado y a fin de cuentas, el último gestor de la historia. “ ¡Vosotros, padres, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial! Esto vale para todos aquellos que procrean vida natural. Vale también para todos los padres que engendran hijos espiritualmente, para todos los “padres sustitutos”, que de alguna manera toman parte en la autoridad divina paternal. ... ¡Cultivemos la conciencia paternal! ¡Dichoso el padre que de este modo se encuentre en el centro de su familia! Dichoso el padre que toma parte en la actividad creadora del eterno Padre Dios. En ese caso, las fuerzas creadora que se encuentren en él difícilmente correrán peligro de descender a un nivel más bajo. El varón debe ser creador, no solamente un ‘hacedor’. Y mientras menos oportunidad tenga de desarrollarse creadoramente, por ejemplo en el campo de su profesión, tanto más creador debe mostrarse en el ámbito de su familia... ¡Sean lo más posible imágenes vivas del eterno Padre Dios! ... ¡Ustedes, padres, deben, ser santos!....¡ la imagen viva del eterno Padre Dios debe tomar forma viva en nosotros! [P. Kentenich, 1951] “ Para (la concepción creadora de la historia) la historia del mundo es comparada a una gran corriente cuya fuente y desembocadura está en el corazón de Dios, cuyo reflujo y pleamar, cuyo cauce, cuya orientación y fin están ordenados y guiados por Dios a través de un sabio plan de manera que sus olas y ondas no se empujen mecánicamente unas otras sino que están interiormente unidas. Mutuamente se favorecen y reclamen, mutuamente se motivan y deducen como causa y efecto. El hoy ha nacido del ayer y lleva el mañana en su fecundo seno. En el hoy viven ambos al mismo tiempo si bien de distinta manera: pasado y futuro. El pasado en sus repercusiones ... tales como ebulliciones e incendios que todavía no han alcanzado el reposo, o ... como madura moderación y orden suave y tranquilizador; el futuro a manera de germen capaz de desarrollo, como fruto y flor en la simiente...” [Carta de Octubre, 1949] 3.4 Misión Como Juventud Masculina somos conscientes de que desde el primer momento de la gestación del Movimiento el Padre Fundador tenía una misión para nosotros. Creemos que esa misión es la misión del 31 de Mayo, "la cruzada del pensar, amar y vivir orgánicos", la misión del restablecimiento del organismo de vinculaciones natural y sobrenatural y su mutua relación. 3.4.1 El P. Kentenich nos trajo su fuego El Padre Kentenich visitó nuestro país y sus primeras palabras haciendo eco a aquellas de Cristo "He venido a traer fuego a la tierra y no quiero otra cosa sino que arda" nos revelan su intención clara de transmitir y entregar la misión que Dios le había confiado llevar a cabo. El Padre y Profeta nos trajo un fuego que hasta hoy sigue ardiendo en el corazón de nuestro Santuario Cenáculo de Bellavista. El Padre Fundador vino en busca de aliados a Chile, pasó simbólicamente su sombrero en busca de capital de gracias entre los primeros miembros de la Juventud Masculina antes de partir a Milwukee en 1952, haciendo así conciencia de que estaban ante un gran desafío que exigiría una entrega radical por la misión. La historia nos ha mostrado que surgieron verdaderos aliados y que fieles al plan de Dios comprendieron y captaron lo que el Padre Kentenich vino a entregar. En el transcurso de nuestra historia como Juventud Masculina chilena, ha habido personas que asumieron y encarnaron esta misión de un modo especial. En esa perspectiva es que reconocemos a Mario Hiriart como su principal exponente y también en la historia más reciente de la Rama, a las figuras de Pedro ("Pipo") Unda en Montahue y de Ignacio Gajardo en Bellavista. En la conciencia de nuestra rama está presente la responsabilidad que tenemos con esta misión y con nuestra historia. Somos herederos y a la vez portadores de la misión. Debemos conocerla, entenderla y asumirla, debemos hacerla nuestra y vivirla en toda ocasión y lugar. No podemos permanecer pasivos ante el encargo profético de nuestro Padre Fundador. Él mismo es quien nos pide hoy una respuesta y un compromiso radical de vida. Este compromiso con la misión es lo que nos anima como jóvenes, para buscar plasmar y transmitir el Fuego que arde en nuestros corazones. El Fuego que nos anima, nos impulsa a buscar y generar modelos eficaces, respuestas coherentes con la visión del Evangelio de Cristo, ante a las grandes interrogantes y problemas que nos plantea el tiempo actual. Ser Padres de la Misión significa para nosotros luchar por la realización de la misión y llevarla a cabo asumiendo las características que el padre tiene para nosotros: Nos dejamos encender por la misión, nos jugamos en su transmisión y en vivirla radicalmente, para que otros sean iluminados por ella. Creemos que debemos aspirar a ser alma de la misión, ejemplos para los demás, especialmente para nuestra familia de Schoenstatt. Como Juventud Masculina queremos cambiar el mundo y la historia, queremos ser el fuego ardiente que no se extingue, el fuego siempre joven que arde con nuevos bríos y energía. Queremos vivir el acogimiento cálido que nos recuerde el Cenáculo, queremos ser Padres dispuestos a escuchar y forjar vínculos, queremos ser Padres comprometidos con el destino de la historia. Que el mundo sea encendido en el fuego de la misión depende de cuanto aportemos para que ese fuego no se extinga. Mantener encendido el fuego y encender a otros es nuestra misión. “Cuando San Ignacio enviaba a sus hijos, solía decirles: ¡Debéis dejar el mundo en llamas! ¡Id y encended el mundo! ¡Esta debe ser también nuestra tarea! Ahora, esta semana iré a Norteamérica. Allí no voy a encontrar ningún Santuario. Por eso me gustaría mucho que me ayudaran. En el Cenáculo no sólo había mujeres, sino que en primer lugar hubo hombres. Por eso, ¡ayúdenme también ustedes a mí! Queremos salir como un solo corazón y una sola alma, encender el mundo. [Palabras del P. Kentenich al grupo “Sicut Ventus”, 1952] “Es hermoso y conmovedor constatar que lo que yo vi claramente en 1949, ahora se manifiesta como una parte más del Plan de Dios, tal como sucediera también en 1914. Han transcurrido tres años. ¿Estaba en el Plan de Dios lo que fue dicho en 1949? Me parece que sí, y Dios cuidará que vengan continuamente hombres y mujeres que hagan suya la misión del 31 de Mayo. Y ahora al partir, yo sé que la misión del 31 de Mayo está en buenas manos, que aquí también podrán seguir adelante ya sin mí; que también tenemos una misión para Europa, pero no algo en general. Se trata de un nuevo acto de envío, realizado el 31 de Mayo de 1949. Esto es lo que nos une profundamente a todos, tanto a las Hermanas como a nosotros” [Palabras del P. Kentenich a la Juventud, 1952] c) ¡Fuego del Cenáculo, Padres de la Misión! 1- Fuego del Cenáculo Nuestro hogar espiritual es el Santuario Cenáculo de Bellavista. En él se sumergen nuestras raíces como Juventud Masculina y en él encendió nuestro Padre Fundador un Fuego que nos marca como Familia y como Juventud: la Misión del 31 de Mayo. El Santuario Cenáculo encuentra en nosotros la disposición de vivir nuestra Alianza de Amor con profundidad y ser así santuarios vivos en medio del mundo. Cuando decimos que queremos ser “Fuego del Cenáculo” afirmamos que nuestra Juventud Masculina siente la responsabilidad de arder, consumirse y asegurar el espíritu que permita realizar el legado profético que el Padre Fundador nos dejó en la Misión del 31 de Mayo. 2- Padres de la Misión La dimensión de la Paternidad, asumiendo la infancia espiritual como camino de arraigo en el corazón paternal de Dios, nos recuerda la tarea del varón de enfrentar creativamente y audazmente la configuración del mundo según los rasgos de Cristo y de María. La Misión de que hablamos y por la cual vibramos es la Misión del Padre Fundador, la Misión del 31 de Mayo, la cruzada del amar, pensar y vivir orgánico. “Padres de la Misión “ quiere expresar nuestra más íntima adhesión al P. José Kentenich, padre y fundador de nuestra Familia. Nos sentimos llamados a asumir con él - como sus hijos - nuestra paternidad, una paternidad creadora, gestadora de vida y de historia, marcada por un espíritu joven y de radicalidad, orientada al servicio de la Iglesia. Es por eso que nos sentimos con él “Padres de la Misión”, en nosotros su misión se debe prolongar y realizar creadoramente. Preguntas: 1) ¿Qué me llama la atención del Ideal nacional? 2) ¿Con qué me identifico más? 3) ¿Qué rasgos del ideal nacional coincide con nuestro grupo (ideal de grupo)?