DOMITILA LA VOZ DEL PUEBLO Flavia Delmas “—El enemigo

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DOMITILA
LA VOZ DEL PUEBLO
Flavia Delmas
“—El enemigo principal, ¿cuál es? ¿La dictadura militar? ¿La burguesía boliviana? ¿El
imperialismo? No, compañeros. Yo quiero decirles estito: nuestro enemigo principal es el
miedo. Lo tenemos adentro.
Estito dijo Domitila en la mina se estaño de Catavi y entonces se vino a la capital con
otras cuatro mujeres y una veintena de hijos. En Navidad empezaron la huelga de
hambre. Nadie creyó en ellas. A más de uno le pareció un buen chiste:
—Así que cinco mujeres van a voltear la dictadura.
El sacerdote Luis Espinal es el primero en sumarse. Al rato ya son mil quinientos los que
hambrean en toda Bolivia. Las cinco mujeres, acostumbradas al hambre desde que
nacieron, llaman al agua pollo o pavo y chuleta a la sal, y la risa las alimenta. Se
multiplican mientras tanto los huelguistas de hambre, tres mil, diez mil, hasta que son
incontables los bolivianos que dejan de comer y dejan de trabajar y veintitrés días
después del comienzo de la huelga de hambre el pueblo invade las calles y ya no hay
manera de parar esto.
Las cinco mujeres han volteado la dictadura militar”.
Eduardo Galeano en Memorias del Fuego
Era una tarde de enero en la que comenzaba a sentirse el frío de la montaña paceña.
Estábamos casi en penumbras en el departamento céntrico donde vivían Antonio Peredo
y María Marta González Quintanilla. Charlábamos sobre el periodismo y el movimiento de
mujeres en Bolivia, ahí, por primera vez escuché su nombre. Antonio contó que Domitila
Chungara de la liga de Amas de Casas mineras, conocida por un testimonio que se llama
“si me permiten hablar” 1, inauguraba un género periodístico “el del testimonio, diferente al
reportaje, a la entrevista”.
Domitila nació el 7 de mayo de 1937, en la comunidad minera Siglo XX, de Potosí.
Falleció el 13 de marzo de 2012 y fue velada en el salón de honor de la gobernación en
Cochabamba y condecorada por el presidente Evo Morales, con la Orden del Cóndor de
los Andes.
Cómo se ligaban la imagen de una luchadora, nacida en las entrañas del pueblo minero,
con la hacedora de un género periodístico, y cómo la mujer que encabezaba la
organización cuyo nombre, “Amas de Casa”, parecía reivindicar el papel reproductivo y el
lugar de lo privado que el patriarcado nos asigna, con la revolucionaria, batalladora
incansable que rompía los moldes de la mujer sumisa.
En una de las últimas entrevistas2 que le hicieron, ella señaló “me llamo Domitila Barrios
Cuenca porque cuando una se casa en Bolivia siempre lleva el apellido del marido:
Chungara”.
Recorrer rápidamente el trayecto de su vida nos permite comprender estas supuestas
contradicciones.
El Comité de Amas de Casa
En 1961 unas 60 mujeres forman el Comité de Amas de Casa, se organizan, para
reclamar tras meses de no cobrar sueldos, ni recibir medicamentos y alimentos, y de sufrir
el encarcelamiento de los dirigentes mineros.
1
2
La vida de Domitila Chungara, “si me permiten hablar”, de Moema Viezzer (1978). Siglo XXI, México.
“Habla Domitila”, Página 12, Suplemento las 12, 23 de marzo de 2012, por Malena Bystrowicz.
La primera acción en la que se involucra Domitila fue en el cuidado de rehenes
norteamericanos, con el fin de intercambiarlos por los dirigentes sindicales apresados.
En esa oportunidad toman una resolución extrema, difícil, se trasladan con sus hijos y
compañeros al Sindicato, y disponen dinamita de tal forma que, “si fuera necesario,
desaparezcamos todas, con más el edificio, pero cosa de que ninguno salga allí con vida,
ni nosotras ni ellos”.
Dos veces la llevan presa en 1967, amenazas con asesinar a sus hijos, le provocan un
aborto por la tortura en la cárcel, finalmente la confinan a las Yungas3, donde conoce la
realidad del pueblo campesino y el nivel de opresión en que lo mantenían los gobiernos.
En el 70, tiene la oportunidad de hablar con el Presidente de la Nación, el General Torres,
le pide que arme al pueblo, “nosotras ya estamos cansadas de ver morir impunemente a
nuestros compañeros”, y le regala un ramo de flores con una rosa roja en el centro “que
representa la sangre derramada por nuestra gente en todas las masacres que ha hecho
aquí el ejército”.
No somos tan iguales
Su voz se alzó en la Tribuna de Naciones Unidas durante la Conferencia por el año
Internacional de las Mujeres, en el año 1975. Superar el sistema capitalista, era para
Domitila el principal objetivo, esta postura la llevó a debatir con Betty Friedan4, a quien le
dijo: “Señora, hace una semana que yo la conozco a usted. Cada mañana usted llega con
un traje diferente; y sin embargo, yo no. Cada día llega usted pintada y peinada como
quien tiene tiempo de pasar en una peluquería bien elegante y puede gastar buena plata
en eso; y, sin embargo, yo no. Yo veo que usted tiene cada tarde un chofer en un carro
esperándola a la puerta de este local para recogerla a su casa; y, sin embargo, yo no. Y
para presentarse aquí como se presenta, estoy segura de que usted vive en una vivienda
bien elegante. Nosotras las mujeres de los mineros, tenemos solamente una pequeña
vivienda prestada y cuando se muere nuestro esposo o se enferma o lo retiran de la
empresa, tenemos noventa días para abandonar la vivienda y estamos en la calle. Ahora,
señora, dígame; ¿tiene usted algo semejante a mi situación? ¿Tengo yo algo semejante a
su situación de usted? Entonces, ¿de qué igualdad vamos a hablar entre nosotras? ¿Si
usted y yo no nos parecemos, si usted y yo somos tan diferentes? Nosotras no podemos,
en este momento, ser iguales, aun como mujeres”.
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Las Yungas es una región cálida, tropical, ubicada al norte de La Paz.
Betty Friedan; (Peoria, Illinois, 1921 - Washington, 2006). Escritora y activista estadounidense, autora de La
mística de la feminidad (1963), obra de referencia del movimiento feminista. Colaboradora habitual de
McCall’s, Harper’s, The New York Times, The New Republic y The New Yorker, escribió numerosos trabajos
sobre los derechos de las mujeres. Entre sus obras posteriores a La mística de la feminidad destacan La
segunda fase (1981), La fuente de la edad: vivir la vejez como una etapa de plenitud (1993) y el libro de
memorias Mi vida hasta ahora (2000).
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