Señor, este Lugar está Ocupado

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¡Señor, este Lugar está Ocupado!
Con estas palabras la azafata me indicó que el asiento en el que acababa de colocar mi
equipaje de mano y donde me disponía a instalarme durante el vuelo ya estaba ocupado.
Esto me recuerda a un cristiano de otros tiempos llamado Bede el Venerable, conocido por
su saber y su piedad, quien vivió en los años 672-735 en el norte de Inglaterra. Se cuenta que
un día ciertos monjes que luchaban contra las tentaciones fueron a visitarle para pedir su ayuda
y sus consejos. –Por experiencia sé de qué hablan ustedes, les contestó el sabio. Voy a darles,
pues, mi secreto. Es simple: cuando la tentación viene a llamar a la puerta de mi corazón,
acostumbro contestar: Este lugar está ocupado… y con esto todo se acaba.
Ocurre lo mismo con nosotros, cristianos del presente siglo. Desarrollemos nuestro amor
por Cristo y por los suyos, de manera que seamos capaces de rechazar sin esfuerzo las
vanidades y tentaciones de este mundo, porque apreciamos otros gozos. Fue la experiencia de
Moisés, quien dejó las ventajas de la corte de Faraón para compartir las esperanzas del pueblo
de Dios: “Por la fe Moisés… rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón… teniendo por mayores
riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios” (Hebreos 11:24-26).
Cuando el corazón de alguien está lleno de Cristo, el diablo no puede poner otra cosa en
él. Si la tentación llama a nuestra puerta, contestemos: –¡Inútil insistir, este lugar está
ocupado!
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