IES FRAY LUIS DE LEON DE SALAMANCA: UN PROYECTO PEDAGOGICO EN TORNO A LA BIBLIOTECA DEL CENTRO. (Consejo Escolar de Castilla y León. II Jornadas). Guillermo Castán Lanaspa y Rubén Lugilde Yepes, Coordinadores de la Biblioteca. RESUMEN: La biblioteca del IES Fray Luis de León se inauguró en 1997, responde al moderno concepto de centro de información y documentación multimedia y reúne los requisitos exigidos por las recomendaciones internacionales para establecimientos de este tipo. El proyecto pedagógico que se centra en la biblioteca responde a las necesidades curriculares, culturales y sociales que se derivan del sistema educativo y de una sociedad moderna, plural, democrática, tecnológicamente avanzada pero con grandes desigualdades en su seno. Incorporado plenamente en nuestro proyecto educativo y curricular de centro, cuenta con el respaldo y aprobación de la comunidad educativa, con la colaboración de bibliotecas públicas de la ciudad y con la participación directa de la Universidad de Salamanca a través de sus áreas de Biblioteconomía y Trabajo Social. Los variados servicios que presta a lo largo de nueve horas diarias tienen carácter universal, y están al servicio de una enseñanza innovadora especialmente sensible a la diversidad que presenta el alumnado. Producto de esta sensibilidad es el programa de apoyo al estudio que se desarrolla por las tardes, a cargo de un equipo multidisciplinar de profesores, que atiende la necesidad de apoyo individual para resolver dudas, estudiar, preparar sus exámenes, elaborar sus trabajos y hacer sus deberes. Destacamos el Programa de Prevención de la Exclusión, dirigido por el coordinador de la biblioteca y una profesora de la Universidad y que desarrollan siete trabajadoras sociales en prácticas. A pesar de que nuestra biblioteca dispone de los recursos materiales adecuados y de un amplio equipo de trabajo formado por unas treinta y cinco personas, planea sobre todo el proyecto la grave amenaza de su desaparición, por la falta de dos personas contratadas por la administración para atender la apertura y control de las salas diariamente. Concluye esta exposición con una reflexión sobre la necesidad de que los responsables de la educación en nuestra Comunidad se comprometan en el mantenimiento y generalización de este tipo de proyectos si de verdad queremos alcanzar esa enseñanza de calidad que decimos desear para el siglo XXI. ********** INTRODUCCIÓN.Profesores, padres, alumnos, expertos y autoridades educativas coinciden con frecuencia en afirmar que la gran batalla que la Educación y la institución escolar deben ganar en los albores del siglo XXI es la de la calidad. La calidad del sistema educativo, sin embargo, es hoy un concepto escurridizo, por lo que ha de pensarse más como un proyecto en construcción que exige ser permanentemente renovado que como resultado o producto final de unas actuaciones que, por lo demás, no resulta fácil consensuar ni definir a priori en todas sus complejas manifestaciones, posibilidades e interrelaciones. Y es que la problemática de la escuela, como la de las demás instituciones sociales, es susceptible de ser, legítimamente, entendida y abordada desde prismas muy diferentes; y, desde luego, la diversidad de puntos de vista procede tanto de las diferentes visiones existentes sobre el papel de la escuela, de la cultura y de la educación en nuestra sociedad como de la pluralidad de intereses que concurren en estas cuestiones esenciales. Pero independientemente de las opciones diversas que es posible mantener en esta cuestión, un gran consenso en torno a la idea futuro de la sociedad pasa por la por el acierto en la transmisión a los saberes útiles y necesarios nuestra sociedad, y de los valores parece evidente que existe de que parte importante del escuela, por la educación, las nuevas generaciones de para el mantenimiento de esenciales que cimentan la convivencia social y garantizan su estabilidad y su continuo progreso. 2 Este consenso esencial, que se ha plasmado en las grandes finalidades que nuestras normas legales básicas asignan a la educación y a la escuela, exige a la comunidad escolar un constante esfuerzo de adaptación, de debate y de imaginación para definir y abordar los principales obstáculos que día a día se observan en el camino que debemos recorrer, que estamos recorriendo. Y una de las principales dificultades que se alzan entre las grandes finalidades que la sociedad ha asignado a la escuela y su logro como resultado del trabajo cotidiano en nuestros centros es el fracaso escolar. El fracaso escolar es una lacerante realidad que afecta gravemente a un elevado porcentaje de nuestros jóvenes (alrededor del 25% en la ESO), que inquieta a los profesores y a las familias, que cuestiona la calidad de nuestras escuelas y que, en sus manifestaciones más graves y definitivas, incide negativamente en el futuro de quienes lo sufren. Por añadidura, las encuestas conocidas revelan la especial incidencia de este problema en nuestro país. Pero a pesar de su gravedad, no resulta fácil caracterizar este fenómeno y menos aún definir con precisión sus causas y repartir las responsabilidades entre los agentes implicados. Profesores, alumnos, familias y dirigentes de la educación tienen que asumir su parte alícuota en la responsabilidad sobre la extensión y gravedad de un fenómeno que acaba cercenando el futuro de muchos de nuestros jóvenes. Sin embargo no resulta fácil discernir cual sea esa parte proporcional en cada colectivo. En una encuesta realizada en el Instituto Fray Luis de León, la mayoría de los padres encuestados respondían en blanco a la pregunta de quiénes eran los responsables del fracaso escolar, pero la mayor responsabilidad la ponían sobre los alumnos y la menor, curiosamente, sobre los profesores. El INCE, en su informe de 1998, señala que una de las metas prioritarias que debe imponerse el sistema educativo español es la lucha decidida contra el fracaso escolar desde el comienzo mismo de la escolarización obligatoria, pero muy 3 particularmente durante el periodo de secundaria. Por lo que respecta a los profesores y a los centros docentes, nuestra responsabilidad consiste en concebir y desarrollar programas pedagógicos que traten de incrementar la calidad del servicio público que prestamos, de modo que se puedan reducir en la medida de lo posible los resultados no deseados. De acuerdo con la experiencia acumulada y con las opiniones de los expertos, estos programas, para ser eficaces, deben aunar importantes dosis de innovación (tratar de manera diferente los viejos problemas no resueltos), deben prestar especial atención a la diversidad de estilos, formas y ritmos de aprender que presenta el alumnado de acuerdo con sus características personales y su herencia sociocultural (atención individualizada), y exigen tanto el trabajo en equipo de los docentes como la participación de la comunidad escolar y el apoyo de la administración educativa y, a menudo, de otras instituciones. Suele ocurrir, sin embargo, que no es sencillo concebir y menos aún desarrollar programas pedagógicos que cumplan estos requisitos; la carencia de recursos y de medios en muchos de nuestros centros (singularmente de recursos humanos, lo que imposibilita o dificulta gravemente la formación de equipos de apoyo), la falta de apoyo y la parálisis burocrática de la administración educativa (a menudo errática y sin criterios claros a la hora de apoyar nuevas experiencias y proyectos en las escuelas), las rutinas y tradiciones profesionales de los docentes (resistencias corporativas al cambio), la falta de estímulo, apoyo y exigencia por parte de las familias (habitualmente desentendidas de la problemática de la escuela de sus hijos) y otros factores hacen a menudo inviables muchos de los proyectos que han surgido y siguen surgiendo en nuestras escuelas e institutos. Otros, sin embargo, han tenido más suerte aunque su futuro no esté asegurado. Uno de ellos es el proyecto de biblioteca del IES Fray Luis de León, de Salamanca, que va a ser objeto de 4 análisis en las páginas que siguen. EL PROYECTO PEDAGOGICO DE LA BIBLIOTECA DEL IES FRAY LUIS DE LEON DE SALAMANCA. 1.- Planteamientos generales. En febrero de 1997, tras una larga marcha no exenta de graves problemas y de dificultades menores, se inauguró la biblioteca del Instituto Fray Luis. Unos 20.000 volúmenes, algunos muy valiosos procedentes de nuestra larga historia, y numerosos documentos en otros soportes exigían un marco adecuado para poder ser conservados, consultados y ser útiles. Pero fueron las exigencias de una enseñanza de calidad, acordes con nuestro concepto de educación y del papel social que ésta juega, las que nos empujaron a concebir un novedoso proyecto pedagógico que ha ido cobrando cuerpo, ampliándose y ganando terreno en los dificultades que últimos años, a pesar de las encorsetan y amenazan su futuro. constantes Nuestro proyecto de biblioteca parte de una concepción particular de la misma, poco extendida todavía entre los docentes y los responsables educativos. Frente a la idea de que una biblioteca es una sala con libros más o menos organizados que se prestan de vez en cuando, normalmente en los recreos, con unas mesas para que los alumnos estudien cuando no tienen clase, y fundamentalmente al servicio de la promoción de la lectura, nosotros defendíamos la idea de que la biblioteca escolar es un centro de recursos materiales e intelectuales al servicio de las grandes finalidades que tiene asignado el sistema escolar en las sociedades democráticas modernas: instruir, extender la cultura -entendida en un sentido amplio y plural- y ser compensadora de las desigualdades de origen y adquiridas existentes en nuestra sociedad. Dicho de otro modo, nuestra biblioteca debe atender a las 5 necesidades del desarrollo curricular, es decir, a facilitar a profesores y alumnos sus tareas básicas de enseñar y aprender, y, puesto que creemos que estas tareas pueden y deben mejorarse, a fomentar nuevas formas de enseñanza más acordes con los criterios actuales de los expertos y de los profesionales. La concepción semiabierta del currículo (ya casi olvidada), los retos que plantea la escolarización obligatoria hasta los 16 años y los objetivos previstos para la ESO y el bachillerato, entre otros factores, obliga a los profesores y a los centros a replantearse sus tradicionales sistemas de organización, de asignación de recursos y de práctica profesional. A ello se ha pretendido contribuir con la creación de departamentos de actividades extraescolares y de orientación, la política de formación del profesorado, el fomento de la gestión participativa y otras iniciativas entre las que no figura la construcción de verdaderas bibliotecas escolares, a pesar del relevante papel que pueden jugar, como lo demuestran numerosas, aunque aisladas, experiencias españolas y la ya generalizada experiencia en los países de nuestro entorno cultural. Nuestra biblioteca debe ser también un centro de extensión cultural entendido en sentido amplio; un lugar donde conectar la escuela y la sociedad, donde conocer, debatir y convivir con la real pluralidad de ideas existentes sobre las cuestiones básicas que nos afectan como ciudadanos, de entender nuestro mundo y soñar otros mundos; un lugar donde leer, pensar, hablar y escuchar, un lugar donde convivir. Todo ello plantea unas exigencias de espacios, medios, tiempos y programaciones habitualmente ausentes de nuestros centros escolares. Y nuestras bibliotecas, en fin, deben ser unas herramientas fundamentales para contribuir a la igualdad de oportunidades, para llevar adelante efectivas políticas compensatorias frente a la evidencia de las desigualdades socioculturales existentes en el alumnado. Desigualdades procedentes de la herencia cultural y que todos los expertos 6 interpretan como condicionantes muy directos de la trayectoria escolar de los individuos. Todos los estudios empíricos realizados sobre el fracaso escolar ponen de relieve que su incidencia es marcadamente desigual entre los alumnos según su medio sociocultural de procedencia. El citado informe de 1998 del Instituto Nacional de Calidad y Evaluación (INCE) afirmaba que “en todo tipo de comparaciones queda de manifiesto la correlación entre nivel sociocultural y resultados escolares”. Estamos sin duda ante un problema complejo que presenta múltiples facies y sobre el que no es posible simplificar. Pero hay algunos elementos que están claros: no todas las "culturas" existentes en nuestra sociedad -y no hablamos ahora de minorías étnicas o de inmigrantes, sino de culturas de "clase"atribuyen el mismo valor ni el mismo sentido a la escuela, a los conocimientos escolares y al capital escolar –titulación-. tampoco son iguales las claves simbólicas desde las que se interpreta el mundo y la sociedad y que tanto contribuyen a la construcción de expectativas individuales. La sociología de la educación y la pedagogía han puesto de relieve cómo conceptos, lenguajes, visiones de la sociedad y del papel del yo o expectativas sobre el futuro presentan una importante diferencia en los diversos medios socioculturales, y cómo la escuela prima unos sobre otros. Y sin ir tan lejos, los docentes sabemos, y los datos disponibles lo ratifican, que no todos los alumnos disponen en sus casas de medios, de padres con conocimientos y tiempo para ayudarles, quizás tampoco de una habitación donde estudiar y trabajar solo, o de recursos o interés para adquirir en el mercado medios con que superar los déficits escolares -clases particulares especialmente-. Todas estas situaciones de desigualdad provocan, a su vez, mayores desigualdades que acaban por ser una de las causas evidentes de fracaso y abandono escolar. Pues bien, si la escuela de una sociedad democrática se concibe como compensadora de desigualdades parece evidente que tiene que 7 ofrecer, en igualdad de condiciones para todos, aquellos servicios y apoyos esenciales de que ya disponen algunos. Y así es como nuestra biblioteca pone a disposición de todos, los medios necesarios para acceder a los instrumentos que posibilitan el éxito escolar, singularmente un servicio de apoyo al estudio a cargo de un equipo multidisciplinar de profesores, cuya misión básica es prestar ayuda individualizada a quien la solicita. Se trata, para decirlo claro, de resolver las dudas que por cualquier razón tengan los alumnos, de ayudarles a hacer sus deberes, de orientarles en sus trabajos, de ayudarles a profundizar, de buscar los materiales que necesiten, de invitarles a usarlos, de facilitarles el ordenador y la impresora para confeccionarlos y, claro está, todo ello por las tardes, fuera de su horario lectivo. Aquella atención y aquel apoyo que los profesores no pueden prestar individualmente en sus clases por razones obvias, los presta la biblioteca a quienes libremente decidan beneficiarse de ellos. Las miles de clases particulares que pagan nolitis volitis las familias, las horas que muchos padres y madres dedican semanalmente -con un éxito relativo en muchos casos- a ayudar a estudiar a sus hijos, o las quejas de las bibliotecas públicas invadidas por estudiantes en busca de materiales y apoyos ponen de relieve hasta qué punto existe una demanda social importante de ayuda y apoyo al estudio individual que la escuela no atiende. Según el INCE casi una cuarta parte del alumnado recibe clases de apoyo en Matemáticas, Física, Inglés o Lengua Española. Dichos datos se ven confirmados en la realidad de nuestro instituto, donde casi una cuarta parte de los alumnos recibe clases particulares de Matemáticas, seguido de cerca por Inglés, y en menor medida Física y Lengua Española. Pues bien, esa es precisamente la composición básica del equipo de apoyo al estudio de nuestra Biblioteca. ********** Naturalmente, para que nuestras bibliotecas puedan atender estas demandas curriculares, culturales y sociales deben reunir 8 unos mínimos requisitos necesarios que la UNESCO ha señalado con nitidez hace muchos años: espacios amplios y suficientes mínimo de 300 m2 para centros de más de 600 alumnos- colección inicial mínima de entre 8 y 10 volúmenes por usuario, presupuesto suficiente para mantenimiento y renovación de los fondos -entre dos y tres nuevos documentos anuales por usuario, mobiliario adecuado, diversidad de soportes, acceso a las nuevas tecnologías y un amplio horario de apertura dentro y fuera del lectivo del alumnado. Muchas de estas cuestiones fueron recogidas en el Encuentro Nacional de Bibliotecas Escolares organizado por el Ministerio de Educación en 1997 y se pueden consultar en sus conclusiones (página web del MEC). Si añadimos que la apertura y atención a las tareas normales de una moderna biblioteca -catalogación, organización, préstamo, información general, control, orientación en el uso de las NTCI...- requiere contratar personal adecuado, veremos que un proyecto de esta naturaleza no podrá generalizarse sin un ambicioso plan de inversiones; es decir, sin la voluntad política necesaria. 2.- Servicios y funciones de la biblioteca escolar. Por todo lo hasta aquí dicho, puede deducirse que nuestra biblioteca presta una amplia gama de servicios que pueden agruparse en cinco áreas fundamentales: A) Área técnico-organizativa: se encarga de cuestiones tales como selección, catalogación-clasificación, organización e informatización de los fondos, tratamiento técnico de los documentos etc. Se trata de unas actividades que requieren conocimientos técnicos y que en las bibliotecas escolares llevan adelante los profesores que se encargan de ellas. Nuestra biblioteca dispone en estas fechas de unos 20.000 documentos informatizados, siendo muchos los que quedan pendientes de catalogación, sin contar las publicaciones periódicas y los materiales especiales (cartografía, diapositivas, 9 audiovisuales, etc.). Es evidente que no todas las bibliotecas escolares, por su volumen, horarios etc. necesitan un técnico bibliotecario, pero en otras como la nuestra empieza a resultar imprescindible: más de 30.000 libros, incrementándose anualmente en cerca de 800-1000 títulos nuevos (concretamente en este curso 2001/2002 ha habido 479 novedades hasta el mes de febrero) y nueve horas diarias de apertura, de lunes a viernes, avalan esta necesidad. B) Área de dinamización: presenta dos vertientes, la dinamización de los fondos y la formación de los usuarios. En el primer caso abarca acciones dirigidas a la difusión, la presentación de materiales, elaboración de guías de lectura, de recomendaciones, exposiciones, etc., tareas que se realizan tanto dentro de la biblioteca como fuera de ella, por el centro, en tablones, expositores y otros medios. Una parte importante de la dinamización de los fondos, de aquellos que contienen información sobre materias concretas, es tarea del equipo de profesores: qué se debe leer de Historia o de Geología, qué información está actualizada o presenta ventajas para cada lector concreto, cómo usar o contrastar esa información, son tareas que corresponden a la didáctica especial y que requieren el concurso de un especialista. La dinamización de los fondos de una biblioteca escolar requiere, pues, el trabajo en equipo de los profesores. En cuanto a la formación de usuarios, se trata de un conjunto de actividades en las que las bibliotecas públicas han adquirido una gran experiencia que interesa conocer y con las que es importante que las bibliotecas escolares mantengan estrechas vinculaciones. En nuestro caso mantenemos una constante relación de trabajo y de intercambio con la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, de Salamanca, con cuyos profesionales realizamos diversas actividades. Pero la formación de usuarios en su vertiente de técnicas 10 de trabajo intelectual o de uso y reelaboración de información nos remite de nuevo al trabajo en equipo de los profesores. Así es como en nuestra biblioteca desarrollamos una asignatura optativa de técnicas de estudio y de trabajo intelectual que ha sido programada por el equipo de profesores y, en ocasiones, impartida también en equipo. C) Área de extensión cultural: la moderna biblioteca escolar se concibe como un centro cultural al servicio de los objetivos de la escuela, que no son sólo curriculares ni instructivos, sino también formativos; atendemos así a una dimensión necesaria en la formación del alumnado. La biblioteca es el lugar más adecuado para ello tanto por sus medios como por sus espacios, sus posibilidades y la experiencia acumulada. Se trata de desarrollar un conjunto de actividades permanentes o esporádicas abiertas a múltiples articulaciones y expresiones (conferencias, elaboración de debates, lecturas públicas, exposiciones, una revista, confección de la sección de biblioteca de la página web del centro...) que realizamos en colaboración con los departamentos, especialmente con el de actividades extraescolares. Un instrumento básico aquí es el Club de Amigos de la Biblioteca con sus diversas secciones: jóvenes lectores, jóvenes escritores, jóvenes periodistas, jóvenes internautas... abierto a todos, pero en el que nosotros tratamos de integrar especialmente al segmento del alumnado que tiene mayores dificultades para acceder a la cultura y al éxito escolar. Un número importante de alumnos que se sienten muy poco atraídos por las actividades académicas habituales pueden entrar en contacto con la lectura, la escritura y otras manifestaciones culturales a través del Club. D) Área académica: agrupa una serie de servicios del todo necesarios en una institución donde las actividades regladas y sus exigencias son esenciales, donde se evalúa y se clasifica a los alumnos con toda la trascendencia individual y social que esto conlleva. Como ya se ha dicho, el elemento clave de esta área -y de 11 nuestro proyecto de biblioteca- es el servicio de apoyo al estudio por la tarde, fuera del horario lectivo de los alumnos, atendido por un equipo multidisciplinar de profesores que rota, en un horario convenido, de lunes a viernes. La composición de este equipo varía en función de las posibilidades horarias de los profesores, y no está garantizado: hay que negociarlo y "conquistarlo" curso a curso dada la proclividad de la administración educativa a considerar que el horario de los profesores está exclusivamente para atender a grupos enteros de alumnos. Este curso ha habido suerte: contamos en el equipo con profesores Española, Filosofía, labor de alumnos. de Matemáticas, Física y Química, Inglés, Lengua Ciencias Sociales, Ciencias Naturales, Francés y que dedican entre dos y tres horas semanales a esta atender individualmente las necesidades de los Se trata de un servicio universal que resulta relevante, entre otras cosas, para tratar de corregir muy las desigualdades de origen y adquiridas que presenta el alumnado: de allí nuestra insistencia en que sea utilizado más por aquellos que más lo necesitan. El apoyo al estudio se completa con orientación general para el desarrollo de trabajos o el uso de las nuevas tecnologías y el ofrecimiento de todos los medios materiales (fondos, ordenadores, impresoras, calculadoras, internet...) y humanos posibles (coordinadores –uno de mañana y otro de tarde/noche-, profesores de apoyo, voluntarios, alumnos universitarios en prácticas...). E) Área de nuevas tecnologías: como todo centro de formación, de información y de trabajo intelectual, la biblioteca escolar debe estar dotada y promover el uso de las nuevas tecnologías, a cuyo acceso se han constatado importantes desigualdades en nuestra sociedad. Los medios audiovisuales, los multimedia, los informáticos o internet son ya herramientas imprescindibles de trabajo con las que se deben familiarizar todos los alumnos; por ello este servicio es universal (y gratuito, claro), y la insistencia en su uso tiene que ver también con el fomento de la igualdad de oportunidades para todos. 12 En nuestra biblioteca los ordenadores de trabajo y los dos conectados a internet a libre disposición de los alumnos tienen un uso intensivo: facilitamos disquetes, imprimimos los trabajos, buscamos imágenes o textos, alentamos un uso no sólo recreativo de internet... Disponemos también de aparatos de radio, de música, varios vídeos y otros materiales cuyo uso y aceptación resulta desigual a lo largo de las cuatro horas que nuestra biblioteca abre todas las tardes. 3.- Programa de Prevención de la Exclusión Social. Sin embargo, la experiencia de los primeros años nos demostró que, a pesar de nuestra insistencia y de nuestras ingenuas consideraciones, el segmento del alumnado más desfavorecido y en peor situación escolar era el que menos uso hacía de los medios y servicios de apoyo puestos a disposición de todos. La participación en el Club de Amigos de la Biblioteca, la mayor intensidad lectora, el uso de los medios de la biblioteca y del servicio de apoyo al estudio estaba siendo aprovechado especialmente, lo que está muy bien, por los alumnos con buenos resultados. Naturalmente, basta una breve reflexión para concluir que esto resulta lógico: es muy normal que los alumnos en peor situación académica y cultural sean los más desmotivados, los que menos aprovechan los recursos ordinarios del centro; así que ¿por qué razón iban a aprovechar mejor los recursos complementarios? Y sin embargo, en nuestros centros hay un número no desdeñable de alumnos cuya situación académica, conjugada con su procedencia de un medio sociocultural desfavorecido, los coloca en una situación de riesgo de exclusión social que sería conveniente tratar de prevenir. Son alumnos que ante unos resultados académicos negativos que de reiterados son ya casi endémicos, tienden a reaccionar en una espiral descendente de pérdida de la autoestima, falta de motivación, renuencia al esfuerzo, percepción negativa de su relación con el centro, y con una perspectiva pesimista y fatalista de su propio futuro académico 13 y profesional. Además hemos constatado que la mitad de los padres de los alumnos con malos resultados académicos declara desconocer la existencia o no necesitar los recursos de ayuda ofrecidos desde la biblioteca del Centro. Resulta evidente que la actuación con estos alumnos y sus familias no puede limitarse a una reiteración de lo que ya están recibiendo a través de los medios habituales, ante lo cual se nos impone el interrogante de cómo llevar a cabo una intervención eficaz con ellos. El concepto de exclusión social es susceptible de varias interpretaciones y de muchas matizaciones que no es del caso detallar aquí. Nosotros creemos que el fracaso escolar rotundo antes de terminar la escolarización obligatoria impide o dificulta extraordinariamente a quienes lo padecen adquirir una formación mínima para su inserción en el mundo laboral. Si a esta grave dificultad se le añade un desfavorecido es probable que los jóvenes medio familiar que viven esta situación tengan importantes dificultades para su adecuada inserción en la sociedad; se trata de jóvenes que posiblemente se conviertan en adultos con pocas posibilidades de participar en la toma de decisiones colectivas, de razonar y argumentar sus propias opiniones, de ejercer plenamente sus derechos en una sociedad avanzada, democrática, plural y cada vez más compleja. Ante nuestro desconocimiento de experiencias en este terreno de centros o bibliotecas españolas, fueron las experiencias francesas de algunas bibliotecas públicas de "barrios sensibles" las que nos inspiraron. En zonas desfavorecidas de París, Lille, Marsella y otras ciudades industriales, con un importante aporte de inmigrantes mal integrados, algunos bibliotecarios y trabajadores sociales se afanaban en ofrecer a los jóvenes desescolarizados y sin empleo una oportunidad de integración a través de las actividades que desarrollan algunas bibliotecas públicas, con la consideración de que las habilidades de lectoescritura -y no sólo en soporte papel- y de expresión oral son imprescindibles para el 14 desarrollo personal y la auténtica integración social. Así es como el curso 2000/2001 entramos en contacto con el Área de Trabajo Social y Servicios Sociales de la Universidad de Salamanca, elaboramos un programa de actuación y lo pusimos en práctica, incluyéndolo en el Plan de Mejora del Instituto. Un equipo de cuatro trabajadores sociales en prácticas, coordinados por una profesora de la Universidad y por el responsable de la biblioteca del Instituto, llevaron adelante una experiencia de trabajo con 80 alumnos de tercero de la ESO (con cuatro o más suspensos en la primera evaluación y procedentes de un medio familiar desfavorecido) durante dos meses. De esta experiencia inicial y pionera se obtuvieron algunos resultados interesantes: cerca del 40% de los alumnos incluidos en el programa se integraron en algunas de las actividades de la biblioteca; se editó la revista "terapéutica" Mil Estrellas, se incrementaron las visitas a la biblioteca y los préstamos de libros, se ofreció un marco de convivencia a algunos que hasta entonces preferían las calles; se visitó a las ochenta familias explicándoles los medios y recursos del Instituto, se realizaron varias dinámicas de grupos con el fin de sensibilizar y mentalizar a los chicos sobre su situación y otras actividades. Tanto la AMPA como las familias afectadas acogieron con interés el programa, expresando reiteradamente su satisfacción por el mismo, tanto dentro del instituto como a los medios de comunicación. Este curso 2001/2002 repetimos la experiencia. Desde el 28 de enero hasta finales de marzo se encuentran en nuestro centro siete trabajadoras sociales en prácticas, a las que se han unido en febrero dos bibliotecarias en prácticas, trabajando con unos 80 alumnos de segundo y tercero de la ESO y sus familias. El objetivo esencial es tratar de integrar a estos alumnos en las estructuras socioculturales de la biblioteca y animarles a usar los medios necesarios para superar sus dificultades académicas, singularmente el servicio de apoyo al estudio. Dada nuestra experiencia del año pasado, donde vimos que la mayor insistencia en las cuestiones académicas no 15 obtenía los resultados que podíamos imaginar, este curso hemos decidido insistir en la orientación de los alumnos repetidores de tercero de la ESO con cuatro o más suspensos, de modo que conozcan de primera mano, ellos y sus familias, los programas de iniciación profesional; y también en las dinámicas de grupo que tratan de elevar en estos alumnos su nivel de conciencia, de autoconocimiento y autoestima. Naturalmente, se trata de una intervención profesional, de un “Plan de Mediación para la Mentalización” protagonizado por los trabajadores sociales, bajo la tutela de la profesora universitaria, en la que nosotros coordinamos el desarrollo y ponemos los medios de integración de la biblioteca citados líneas arriba (Club de Amigos, revista, servicios académicos, espacios, fondos, etc.) Es muy pronto para hacer valoraciones de la experiencia más allá de su oportunidad y del interés que suscita en la comunidad educativa, pero para nosotros, para nuestro Proyecto Educativo, aun sabiendo que un recurso pedagógico no es una “varita mágica”, resulta una pieza esencial porque nos acerca en la práctica diaria a ese horizonte utópico de poder contribuir a la disminución de las desigualdades sociales. Sí, hay, no obstante, algunos datos objetivos y cuantificables que nos parecen significativos. En más de la mitad de los alumnos del plan se ha producido un cambio de tendencia en esa espiral de distanciamiento y exclusión que mencionábamos anteriormente, ya que se puede observar una mayor integración en la vida del centro, no sólo en su asistencia a la biblioteca fuera del horario lectivo (lo han hecho asidua o esporádicamente un 65%), sino por su integración en las actividades tanto propias de la misma como otras existentes en el instituto. Eso es ya, en sí mismo, un elemento claro de prevención de la exclusión y un ingrediente más en la lucha contra el fracaso escolar. 4.- Algunos datos e incertidumbres. 16 Nuestra biblioteca es un moderno centro multimedia dotado con más de 30.000 volúmenes (de ellos unos seis mil en libre acceso, incluyendo una sección de novedades y otra de literatura infantil y juvenil) y una treintena de publicaciones periódicas además de cuatro periódicos diarios y varios cientos de documentos en otros soportes. Su presupuesto ordinario para la adquisición de fondos es de 750.000 pesetas anuales, a las que se deben añadir las que se obtienen de entidades locales u otras, y las inversiones, mantenimiento, tinta, papel etc., que van por otra partida presupuestaria. Presupuesto aparte tienen los Departamentos para la adquisición de sus propios fondos, que se catalogan y unifican en la biblioteca. En sus aproximadamente 300 m2 disponemos de zona de control, información y préstamo, zona de informática y audiovisuales (ocho ordenadores, dos impresoras, tres conexiones a internet, cuatro ordenadores con CDROM, cuatro videos con sus monitores y varios equipos de música), sala de lectura y estudio con unos 80 puestos y zona de lectura informal y ludoteca (ajedrez y varios juegos educativos); dos almacenes, aula para trabajo en grupo y reuniones, archivo de Fondo Viejo y despacho para el quipo de trabajo con el ordenador central, teléfono etc. Los ordenadores están unidos en una red local y en la actualidad se construye una red para 17 unir todos los ordenadores del centro. En estos días se ha terminado la obra de ampliación de puntos de conexión a Internet, de modo que en la sala de la biblioteca contamos ya con 12 puntos, cuatro más en el aula de audiovisuales y de trabajo en grupo y otros dos en el despacho; estamos a la espera de los nuevos ordenadores para ampliar considerablemente el servicio. El equipo de trabajo está actualmente compuesto de unas 35 personas, que con diversas dedicaciones y niveles de compromiso atienden los servicios básicos: dos coordinadores que suman 18 horas lectivas de dedicación (y todas las complementarias), 20 profesores (de ellos, los que atienden el apoyo al estudio dedican 19 horas lectivas semanales), siete trabajadores sociales, dos de ellas procedentes de la Universidad alemana de Friburgo, dos bibliotecarias en prácticas y varios voluntarios constituyen un equipo entusiasta que, sin embargo, necesitaría incluir dos personas a tiempo total para mantener abierta y en funcionamiento completo a nuestra biblioteca. El curso pasado tuvimos unas 6000 visitas por la tarde y más de 2500 préstamos; el servicio de apoyo al estudio fue intensamente utilizado en Matemáticas, algo menos en Ciencias Sociales y claramente menos en Lengua Española e Inglés. Este curso se mantienen o incluso se incrementan las visitas llegando ya en marzo a un total acumulado de 3.500, y aumentando precisamente durante el tiempo de desarrollo del Plan de Prevención (de una media de 600 entradas en los meses anteriores a más de 1000 en Febrero, habiendo tardes en las cuales la biblioteca estaba al completo); parece que se incrementan los préstamos, y se mantiene un ritmo alto de utilización del apoyo al estudio en Matemáticas, Física y Ciencias Sociales y muy aceptable en Inglés, siendo claramente menor la utilización que se hace del apoyo en las demás materias. Está a punto de salir el segundo número de este curso de la revista Mil Estrellas y, mal que bien, funciona el Club de Amigos de la Biblioteca, al que esperamos darle un buen impulso en estas fechas, con ocasión de la intervención de las 18 trabajadoras sociales (así ocurrió el curso pasado), quienes además están colaborando en la consolidación e integración de nuevos alumnos en otras actividades, como por ejemplo la Plataforma Solidaria. Además se han programado actividades lúdicas de animación a la lectura, realizadas por las alumnas de Bibliotecomía en prácticas. En cuanto a las incertidumbres, que ya planean pesadamente sobre nuestro proyecto, se centran en dos cuestiones esenciales. La primera se refiere a la necesidad de consolidar definitivamente a los dos coordinadores, el equipo de apoyo al estudio y las dedicaciones de los profesores adecuados a tareas de la biblioteca, de modo que no dependan de horas sobrantes, sino que se contemplen en las necesidades de plantilla. Sólo así, terminando con las incertidumbres de cada septiembre sobre la continuidad del proyecto, se podrá trabajar a largo plazo, concebir programas más ambiciosos y rendir servicios de mayor calidad al alumnado. La segunda cuestión es la más grave por ser la más inmediata y porque puede dar al traste con todo el proyecto en este mismo curso. Como hemos dicho, nuestra biblioteca abre de lunes a viernes en un amplio horario que se extiende de 9 a 14 y de 17 a 21 horas. Hasta diciembre la apertura corría a cargo de dos objetores en prestación social sustitutoria, que ya se han ido del centro. A pesar de nuestros esfuerzos, que venimos reiterando desde hace años porque sabíamos que esta situación iba a llegar, la administración educativa no encuentra la solución, que no puede ser otra que contratar a dos personas cualificadas para que el resto del equipo pueda desarrollar su trabajo en una biblioteca abierta. Así hemos llegado a enero, donde sólo la buena voluntad de las trabajadoras sociales permite abrir la biblioteca por la tarde (por la mañana ya sólo abre en los recreos y horas esporádicas, pues los profesores del equipo tienen clases), y ello porque a pesar de no ser su cometido deben hacerlo para desarrollar el programa de prevención de la exclusión. 19 Pero las trabajadoras sociales se irán a finales de marzo, nuestra biblioteca tendrá que cerrar, y difícilmente se abrirá hasta que los responsables de la educación resuelvan el problema, si es que estiman conveniente hacerlo, cosa que empezamos a dudar. Un proyecto ambicioso, innovador y pionero, que aglutina a un importante equipo de profesores con el apoyo del claustro y del Consejo Escolar; incluido en Planes de Mejora aprobados por la administración; que exige y se desarrolla gracias al trabajo en equipo con la Universidad y los trabajadores sociales, con las bibliotecas públicas, que se centra en la atención a la diversidad de estilos, maneras y ritmos de aprender que presentan los alumnos y que se vuelca especialmente en la corrección de las desigualdades y desventajas que presenta un importante sector del alumnado, corre el serio riesgo de desaparecer porque los responsables educativos no encuentran la manera de garantizar la apertura de la biblioteca nueve horas diarias. Esta amarga reflexión final debe servir no sólo para extraer una lección concreta sin valor universal sobre el incierto destino de los proyectos de innovación algo ambiciosos; no sólo para que sus protagonistas hagamos una valoración sobre hasta qué punto los esfuerzos desplegados en un caso concreto merecen la pena si ahora se pierde todo, sino también y especialmente para insistir sobre la conveniencia de que la administración educativa, más allá de las palabras y de los gestos, atienda determinadas necesidades objetivas, especialmente si quiere de verdad impulsar una enseñanza de calidad para el siglo XXI. BIBLIOGRAFÍA: BESSE, J.M.: Culture écrite et illetrisme. En Poulain, (dir.):Lire en France. Cercle de la Librairie, París, 1993. M. BREZMES NIETO, MILAGROS: “Bibliotecas escolares y exclusión 20 social”. En Educación y Biblioteca, 124 (julio-agosto de 2001), pp. 22-26. CASTAN LANASPA, GUILLERMO: Bibliotecas pensar, hacer. Ed. Diada, Sevilla, 2002. escolares. Soñar, CRUZ, ELENA DE LA Y OTRAS: “Programa de prevención de la exclusión social en el IES Fray Luis de León de Salamanca”. En Educación y Biblioteca, 124 (julio-agosto de 2001), pp. 26-28. GRUPO DE TRABAJO DE SALAMANCA: “El bibliotecario escolar: una controvertida figura”. En Educación y Biblioteca, 73 (1996), pp. 52-54. INCE: Elementos para un diagnóstico del Sistema Educativo español. I. Informe global. Ministerio de Educación y Cultura, Madrid, 1998. LOPEZ ROYO, RAQUEL y CENCERRADO, L.M.: “La colección, una cuestión de fondo”. En Cuadernos de Pedagogía, 289 (marzo de 2000), pp. 57-61. PETIT, MICHÈLE: La lecture, un chemin de traverse vers la citoyenneté. En La Documentation Française, 1997, pp. 149-162. RECORS, G.: “La lecture et les eleves en échec scolaire”. En ¿Dónde están los lectores?. La contribución de la biblioteca pública frente a los procesos de exclusión. Quintas jornadas sobre Bibliotecas Infantiles y Escolares. Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Salamanca, 1998, pp. 21-30. VARIOS, “Encuesta a padres y madres. Plan de Mejora 2001/2002, Instituto Fray Luis de León, Salamanca, octubre 2001”. Sin publicar. 21