Austerlitz: la batalla de los tres emperadores, 2 diciembre 1805

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Austerlitz: la batalla de los tres emperadores, 2 diciembre 1805
Esta batalla que los soldados se obstinan en llamar la jornada de los tres emperadores; que otros llaman la jornada del aniversario, y que el emperador
ha llamado la jornada de Austerlitz, será memorable para siempre en los fastos de la gran nación.
El emperador, rodeado de todos los mariscales, esperaba para dar las últimas órdenes a que el horizonte estuviese bien iluminado: al asomar los
primeros rayos del sol, estas órdenes fueron dadas y cada mariscal partió a galope a unirse con su cuerpo.
Al pasar frente a las banderas de muchos regimientos, el emperador dijo: «Sol-dados, es preciso concluir esta campaña por un rayo que confunda el
orgullo de nuestros enemigos». Al momento los morriones en las puntas de las bayonetas y los gritos de viva el emperador, fueron la verdadera señal
del combate. Un instante después empezaron a oírse los cañonazos al extremo de la derecha que el enemigo había invadido ya; pero el encuentro
imprevisto del mariscal Davout enfrenó al enemigo, y se trabó el combate. En este instante, el mariscal Soult se dirigió hacia las alturas de la aldea de
Pringen con las divisiones de los generales Vandamme y Saint-Hilaire, y cortó enteramente la derecha del enemigo, cuyos movimientos eran
inciertos; pues sorprendida por una marcha de flanco mientras huía, y viéndose atacada en lugar de acometedora, se creyó medio derrotada.
El príncipe Murat se movió con su caballería, y la izquierda mandada por el mariscal Lannes, marchó escalonada por regimientos, como en el
ejercicio. Un fuego espantoso se trabó por toda la línea: 200 piezas de artillería y cerca de 200 000 hombres hacían un horroroso estruendo. No hacía
una hora que peleaban y toda la izquierda del enemigo estaba cortada. Su derecha había llegado ya a Austerlitz, cuartel general de los dos
emperadores, que hicieron marchar inmediatamente a la guardia del emperador de Rusia para ver de restablecer la comunicación del centro con la
izquierda. La guardia imperial rusa a caballo, cargó a un batallón del 4. ° de línea y le hizo retirar, pero el emperador no estaba lejos; se apercibió de
este movimiento y mandó al mariscal Bessieres marchase al socorro -de su derecha con sus invencibles: muy pronto las dos guardias vinieron a las
manos. El éxito no podía ser dudoso: en un momento fue derrotada la guardia rusa, y coronel, artillería, estandartes, todo fue cogido. El regimiento
del gran duque Constantino quedó destruido y él mismo debió su salvación a la ligereza de su caballo.
Desde las alturas de Austerlitz vieron los dos emperadores la derrota de toda la guardia rusa. En el mismo momento el centro del ejército, mandado
por el mariscal Bernadotte, se adelantó: tres de sus regimientos sostuvieron una soberbia carga de caballería. La izquierda, mandada por el mariscal
Lannes, cargó tres ve-ces y todas victoriosamente. La división del general Caffarelli se ha distinguido: las de coraceros se han apoderado de las
baterías del enemigo. A la una de la tarde la victoria estaba decidida; no había sido dudosa ni un momento. Ni un solo hombre de la reserva fue
necesario ni tomó en ella ninguna parte. El tiroteo se sostenía más a nuestra derecha. El cuerpo del enemigo, que había sido cercado y arrojado de
todas sus alturas, se encontraba en una hondonada y estrechado junto a un lago. El emperador se trasladó allí con veinte piezas de artillería: este
cuerpo fue arrojado de posición en posición y viose entonces un espectáculo tan horrible como el que se había visto en Abukir: 20 000 hombres
arrojándose al agua y ahogándose en los lagos.
Dos columnas, cada una de 4 000 rusos, rindieron las armas y se entregaron prisioneros; todo el parque del enemigo ha caído en nuestro poder. Los
resultados de esta jornada son 40 banderas rusas, entre las cuales están los estandartes de la guardia imperial ; un número considerable de prisioneros;
aunque el estado mayor todavía no sabe cuántos son, se tenía ya la nota de 20000; 12 o 15 generales; y muertos en el campo de batalla al menos 15
000 rusos. Aunque todavía no se tienen las relaciones, a la primera ojeada puede calcularse nuestra pérdida en 800 muertos y 1 500 o 1 600 heridos.
Esto no admirará a los militares que saben que sólo en la derrota es donde se pierden los hombres; y sólo el batallón del 4. ° de línea ha sido roto.
Entre los heridos están: el general Saint-Hilaire, que habiéndolo sido al principio de la acción ha permanecido todo el día en el campo de batalla y se
ha cubierto de gloria (...)
Fuente: http://www.historiacontemporanea.com/pages/bloque1/el-imperio-napoleonico/documentos_historicos/austerlitz-la-batalla-de-los-tres-emperadores-2-diciembre-1805
Última versión: 2016-11-20 01:08
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