SALMO 126 Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no protege la ciudad, en vano vigila el centinela. En vano te levantas tan temprano y te acuestas tan tarde, y con tanto sudor comes tu pan; Él lo da a sus amigos mientras duermen. Un regalo del Señor son los hijos; recompensa el fruto de las entrañas. Como flechas en manos de un guerrero son los hijos de la juventud. Feliz el hombre que con tales flechas ha llevado su aljaba, cuando a la puerta vayan a litigar sus contrarios no los haran callar. Lo que se construye sin Dios está llamado al fracaso. De nada nos sirve gastar nuestros días y años en busca de mil cosas, adelantos y comodidades, si pasamos ciegos e insensibles entre tantos hallazgos y alegrías que nos trae el momento presente. Hoy, aquí y ahora, amigas y amigos de la UAM, gracias a tantas y a tantos que en estos 35 años han dado lo mejor de sus vidas en aras de la formación y educación de generaciones porque este don maravilloso que hoy recibimos de la providencia, EL NUEVO EDIFICIO a través de buenos administradores y educadores, nos permite avanzar seguros mejorando las oportunidades para quienes confían en la tarea que llevamos a cabo con el gozo y la esperanza que siempre hemos tenido. Dios, la ciudad y cada uno de ustedes con nosotros, estamos prontos a continuar la brega y acertar en el ejercicio del bien en favor de los necesitados de orientación, formación y educación. A los graduandos de la UAM en estos 35 años corresponde por derecho mantener en alto su nombre y conducirla en los próximos años a la excelencia deseada. Muchas gracias.