2 15 de febrero de 2011. 20:00 horas Antonio Ortiz, piano ESPAÑA Obras de Chopin, Debussy y Prokófiev Teatro de La Zarzuela Pedimos el máximo silencio posible en la sala, en especial en las pausas entre los movimientos, y no aplaudir hasta el final de cada bloque de obras. colaboran Programa I FRYDERYK CHOPIN (1810-1849) Preludios, op. 28 (1839) Nº 1 en do mayor Nº 2 en la menor Nº 3 en sol mayor Nº 4 en mi menor Nº 5 en re mayor Nº 6 en si menor Nº 7 en la mayor Nº 8 en fa sostenido menor Nº 9 en mi mayor Nº 10 en do sostenido menor Nº 11 en si mayor Nº 12 en sol sostenido menor Nº 13 en fa sostenido mayor Nº 14 en mi bemol menor Nº 15 en re bemol mayor Nº 16 en si bemol menor Nº 17 en la bemol mayor Nº 18 en fa menor Nº 19 en mi bemol mayor Nº 20 en do menor Nº 21 en si bemol mayor Nº 22 en sol menor Nº 23 en fa mayor Nº 24 en re menor II CLAUDE DEBUSSY (1862-1918) Estampes (1903-12) (Estampas) Pagodes La soirée dans Grénade Jardins sous la pluie Foto: Wei Lan SERGEI PROKÓFIEV (1891-1953) Sonata nº 7 en si bemol mayor, op. 83 (1942) Allegro inquieto Andante caloroso Precipitato La fragilidad del sueño SANTIAGO MARTÍN BERMÚDEZ F. CHOPIN Preludios, op. 28 Hace tiempo escribí que Chopin era el modelo de pianista virtuoso que deseó el siglo XIX, gente como Liszt, gran defensor de la obra del polaco. Creíamos que estaba claro que Chopin, por cuestiones de salud, no llevó adelante esa carrera. Pero siempre hay quien te tergiversa. Bien: Chopin estaba enfermo, ¿de acuerdo? Era un virtuoso, podría haberse ganado la vida dando conciertos, en París o en gira, pero no pudo ser. Vale. Hay algo que se nos olvida a menudo: Chopin vivía en París porque se marchó de Polonia, un país cuya historia es un sufrimiento permanente, siempre ocupada por potencias voraces, como Alemania o Austria; o, peor, por una potencia como Rusia, que desconoció siempre la libertad y que basó su imperialismo en el temor a cada vecino que sus avances le iban proporcionando. Chopin se marchó del Reino, esto es, la Polonia que no estaba ocupada por Alemania, al oeste, o por Austria, el sur, porque era irrespirable. La represión de las insurrecciones de 1830 hizo que Chopin rompiera con aquello para siempre. No con su patria, sino con la infamia del ocupante, que entre otras utopías trata de que no se hable ni escriba polaco. Sólo ruso. En fin, que gente como Chopin o como Adam Mickiewicz no estaban en París por lujo, por esnobismo, sino huidos de la ocupación y la represión sangrienta de Rusia. Chopin recibió más tarde ofertas, chantajes, se trató de seducirlo, pero nunca regresó, nunca respondió a las ofertas o promesas zaristas de prebendas. Se ha dicho y se ha repetido, así que corremos el peligro de copiarnos unos a otros: el preludio era, en efecto, una pieza que “preludiaba” algo, que introducía, por ejemplo, a una fuga: preludio y fuga. El preludio se convertirá en tiempos de Chopin, o para Chopin, o con él, como prefiramos, en una pieza autónoma que conserva el nombre, y así será hasta el siglo XX, con maravillosas series como los dos cuadernos de Preludios de Debussy. Al mismo tiempo, hay que señalar que esa generación romántica a la que pertenece Chopin es la creadora de un tipo de pieza musical breve (breves o miniaturas son las piezas del Op. 28). Si Schumann crea la secuencia de piezas breves con argumento unificador (Carnaval, Kinderszenen), Chopin es el autor de la pieza breve independiente, que no tiene un sentido narrativo o dramático en su posible secuencia. Series como los Preludios y muchas otras ganan cuando van seguidas, y a menudo no tienen gran sentido sueltas: podemos imaginar el primero de estos Preludios, do mayor, como introducción a los demás, esto es, como preludio a los preludios, pero una pieza de poco más de medio minuto ¿qué haría sola? Estos Preludios son de cuando la baronesa (Sand) se escapa de París con Chopin y alguno de sus hijos para huir del lío que le monta un novio desdeñado. Es el viaje a Mallorca de finales de 1838 y comienzos de 1839. Una serie de 24 quiere decir una serie de 12 más 12 semitonos. Empezamos por do mayor, y el segundo Preludio será su relativo menor: la menor. No hay nada especialmente nacionalista en estas obras, pero sí la continuidad de la obra del autor de Nocturnos, Valses, Estudios… Es algo distinto, pero acaso el mismo, al que compone las Baladas, Polonesas, Mazurcas. Quien explica bien los Preludios es Justo Romero en su libro Chopin (Fundación Scherzo): no se lo pierdan. C. DEBUSSY Estampes Las tres Estampes, las Masques, L’Ile joyeuse, las seis Images, en dos libros, incluso las piezas de Children’s Corner; y, en fin, los Preludios, sobre todo, son las obras que habría que poner en continuidad para captar un sentido concreto en el pianismo de Debussy. Mas también son estas piezas hermanas de las Images para orquesta y de las de La mer: no así de la secuencia rica en motivos contiguos de Jeux (supuestamente, un ballet). ¿Fechas? Primera década del siglo, desde 1903 (Pagodes, primera de las Estampes, precisamente) hasta más o menos 1912. Después del estreno de Pelléas et Mélisande, gran forma, obra dilatada en gestación y conclusión, el poeta de los sonidos vuelve al piano. Pero ahora sustrae el piano del medio en que se hallaba, ahora trae el piano a otras intimidades, otras salas, otras sensibilidades. Y entonces se dan esas preciosas series que cambian el pianismo. Hasta que el propio Debussy decida cambiar ese pianismo suyo por otro, por el de los Estudios de la época tardía. Lástima, no tuvo tiempo más que de demostrarnos que iba a desmentirse claramente. No tuvo tiempo de desarrollarlo, no vivió lo suficiente como para dejar una secuencia semejante a la que va, pongamos, de Pagodes a Feux d’artifice. Por eso el gran pianismo de Debussy lo asociamos sobre todo con ese supuesto poematismo o descriptivismo, que sin duda no es tal, ya que casi siempre el título lo ponía el compositor después de la pieza. No ha de sorprendernos que la insistencia en tales procedimientos llevara a que una segunda naturaleza se apoderara del pianista-compositor, del virtuoso creativo. Como en Liszt, el piano induce el discurso. Como en Liszt, el virtuoso desgrana los atletismos del amplio teclado, pero en el francés el virtuosismo ha dejado atrás determinados experimentos, que han aprovechado muchos otros, como Albéniz o Séverac. Quedan las lecciones: el agua, la sugerencia, el cromatismo encendido, las sonoridades exóticas (que ahora son chinas, o en cualquier caso orientales: desde Liszt hasta este comienzo del siglo, lo exótico se ha ampliado). Queda el compositor ante el piano, y el piano sugiere, te permite un paseo por su infinitud de manera que encuentres un discurso, y a ese discurso se le den títulos. Es conocida la importancia que para Debussy tuvo el gamelán de Java que vio y oyó una y otra vez en la Expo de 1889. Los músicos de Java se exhibían en la sección de Holanda, país ocupante de Indonesia. Lo que hoy resulta sorprendente y hasta inadmisible no lo era entonces. Aquellas sonoridades, sobre todo aquel timbre, aquel color, y aquella gama pentatónica, mas también aquellas figuras rítmicas, le hicieron comprender a Debussy (y a otros) que existían otras voces. Así, en Pagodes (si mayor, 4/4) oímos percusiones con alturas, fuertes o delicadas, matizadoras: colores, colores. No olvidemos que entre el siglo XIX y el XX la música occidental, incluida la rusa muy en especial, tiene un mecanismo importante de renovación: lo externo, lo extranjero, lo exótico, sea imaginado o exista, aunque siempre se lo simplifique; o mejor, se lo estilice. Lo extranjero por antonomasia es esa sonoridad que no se atiene sólo a China, pero que se llama chinoiserie. Es el secreto de la primera de las piezas de Estampes, las Pagodes. Su base es un motivo pentatónico repetido al que apoyan rítmicas superpuestas. Pero otra nación que pintoresca y exótica, España, quedaba más cerca. Por ella viajaron muchos franceses en el siglo XIX. La soirée dans Grénade (fa sostenido menor, 2/4) es una habanera compleja, por decirlo así, y se nota desde el comienzo mismo en la propuesta de graves y agudos tan alejados, ritmo permanente, adorno, apoyo y desarrollo imprevisibles. A Falla le dejaba pasmado esta pieza de Debussy, que nunca estuvo en Granada, ni siquiera en España, ni tomó prestados motivos hispánicos. Siempre la soñó. Como Ravel, pero Ravel sí la conoció, y bastante, y además tenía sangre española. Jardins sur la pluie (mi menor, tonalidad poco debussyana; y, si no, busquen) tiene base lejana de canción infantil, es una toccata en la que la aceleración lo mismo puede sugerir la lluvia de los jardines parisienses que la carrera de una de esas piezas que desde el Barroco prueban la destreza y el virtuosismo del solista del teclado, entre otras cosas mediante la velocidad. Jardins es para correr con las manos por el teclado. Es, si acaso, más lluvia que jardines: por los jardines pasamos a toda velocidad. S. PROKÓFIEV Sonata nº 7 en si bemol mayor, op. 83 En plena guerra mundial, en esos años en los que las autoridades de la URSS ponen a salvo a sus grandes artistas ante el ataque alemán, Prokófiev compone la que será la más conocida de sus sonatas para piano. Prokófiev es un virtuoso. De los tres pianistas-compositores de hoy, es el único que pudo ganarse la vida como virtuosos durante mucho tiempo. Quedan atrás los años de Estados Unidos, Francia, de eso que llamamos Occidente y a lo que renunció, porque siempre había otro considerado mejor que él por allí (Stravinski como compositor, Rachmáninov como pianista), y porque quiso creer que en la URSS los músicos ataban los perros con longaniza. Quedan atrás los primeros años de desengaño, la separación de Lina. Se impone la guerra que la irresponsabilidad del padrecito no supo burlar. Prokófiev está en la URSS, no le dejarán salir. Es la guerra, y ya se ha improvisado un ejército que haga frente a las crueles tropas hitlerianas después de haberlo descabezado. Ese mismo 1942 es el de la atroz batalla de Stalingrado, que no cambia el curso de la guerra, sino que marca el punto de inflexión: desde aquí, el Eje retrocederá en todos los frentes. Un paso adelante ocasional, diez pasos atrás, hasta el desastre final, que tarda demasiado en venir. Mientras tanto, en la URSS “todos somos necesarios”, incluido ese cosmopolita llamado Prokófiev, abandona a su aburguesada esposa y se empareja con una chiquilla del Partido. Ya le ajustaremos las cuentas cuando esto acabe. Mientras, él compone obras como la gigantesca ópera Guerra y paz. La Séptima es la segunda de las tres “sonatas de guerra”, y como la música puede expresar tanto la furia como el rencor, esta secuencia pasa de un Allegro inquieto a menudo furioso a un tremendo “Precipitato” (palabra que tiene sobre todo matiz de caída, de precipitarse, pero en el vacío). Ahora bien, el “Allegro inquieto” incluye pasajes de clara calma que también es aparente. Es la parte Andantino, sosiego ominoso y amargo. Casi se agradece el retorno de la inquietud. Sólo que el Andantino insiste. El Allegro cierra el movimiento, aunque parece más bien una coda que un regreso del tema. El movimiento central, “Andante caloroso”, es de una calma cantabile que ahora no tiene disfraz. Hay canto, sí, pero ese canto se parece a veces al de un nocturno chopiniano. También es como una toccata, pero no precipitada, sino elegante, que apenas se permite un acelerando concreto. Y por fin llega la página de aceleración. De precipitación. Es secuencia para virtuosos, para solistas que quieren lucirse, con una base rítmica endiablada (7/8). Hay tres temas, o mejor, tres bloques temáticos, pero ninguno se presenta como contraste tranquilo, como pausa y sosiego, nada de eso. El tercero queda solitario, mientras que los dos primeros se repiten. Si lo de Debussy es una toccata, si el movimiento anterior se presenta como tal, en este caso estamos ante la toccata sin respiro por excelencia. www.fundacionscherzo.es DISEÑO Y MAQUETACIÓN: ARGONAUTA Nació en 1980 en Campillos (Málaga). Realizó sus estudios de piano con José Felipe Díaz, Dimitri Bashkirov, Claudio Martínez Mehner, Ramzi Yassa, Mª Françoise Buquet y Josep Colom en el Conservatorio Superior de Música de Málaga, la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid, L‘Ecole Normale de Musique Alfred Cortot de París y el Aula de Música de la Universidad de Alcalá de Henares. Ha recibido clases magistrales de Almudena Cano, Ana Guijarro, Maria João Pires, Boris Berman, Andrej Jasinski, Ferenc Rados, Leon Fleisher, Elisso Virsaladze, Vitali Margulis, Bruno Canino y Ralph Gottoni, entre otros. También ha participado en varias ediciones de la Escuela de Verano para Jóvenes Músicos Ciudad de Lucena y en el Encuentro de Música y Academia de Santander. A su reciente éxito en el Premio del Palau de la Música de Barcelona se suman otros premios en concursos nacionales e internacionales. Ha colaborado como solista con distintas orquestas bajo la dirección de J. Judd, B. Aprea, A. Ceccato, F. Kajima, D. Ang, F. de Gálvez y P. Mielgo. Entre sus actuaciones destacan los recitales y conciertos ofrecidos en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, Teatro Real, Palau de la Música de Barcelona, Gran Teatro del Liceo de Barcelona, Palau de les Arts Reina Sofía, Auditorio Manuel de Falla de Granada, Fundación Juan March de Madrid, Palacio de Festivales de Cantabria, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Teatro Galina Vishnevskaya de Moscú, Conservatorio de San Petersburgo, Teatro Cervantes de Málaga, Gran Teatro de Córdoba, Festival Internacional de Música y Danza de Granada, Festival de Primavera de Sevilla, Festival Internacional de Lucena, Festival de Piano Rafael Orozco de Córdoba y Festival Artes no Camiño. Ha efectuado diferentes grabaciones para TVE, Radio Clásica de RNE y Catalunya Radio, y editado un disco con obras de Debussy, Ravel, Albéniz, Bartók y Prokófiev al obtener el Premio de Interpretación Musical Amigos del Colegio de España de París. En la actualidad, además de su carrera como concertista, desarrolla su labor docente en el Conservatorio Profesional de Música de Amaniel y en la Escuela Superior de Música Reina Sofía. COORDINACIÓN EDITORIAL Y GRÁFICA: VÍCTOR PÁGAN Biografía www.scherzo.es PRÓXIMO CONCIERTO 3 7 de marzo de 2011. 20:00 horas David Kadouch, piano Obras de Chopin, Debussy y Prokófiev F.J. HAYDN Variaciones en fa menor, Hob. XVII. 6 R. Schumann Concert sans orchestre (Grande Sonate)en fa menor, op. 14 M. Musorgski Cuadros de una exposición