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Anuario Escuela de Archivología III 2011-2012
Universidad Nacional de Córdoba
Resumen
La Inquisición llevó adelante una cuidadosa y clara política
archivística. Los tribunales y comisarías que funcionaron tanto en
España como en América debieron ceñirse al cumplimiento de
numerosas instrucciones dictadas por los Inquisidores generales, que
disponían un cuidadoso tratamiento con el objetivo de optimizar la
persecución contra las personas que caían bajo la tacha de “herejes”.
A partir de 1613 en Córdoba funcionó una comisaría de la Inquisición,
dependiente del tribunal de Lima, hasta que fue abolida en 1813, por
mandato de la Asamblea del año 13.
En el presente trabajo, intentaremos dar cuenta de la existencia del
Fondo Inquisición en el Archivo del Arzobispado de Córdoba, haciendo
especial hincapié en el origen del mismo, las reglas que debieron
cumplir los comisarios respecto del cuidado del archivo y la descripción
del fondo. Se trata de uno de los pocos fondos existentes en la Argentina.
ARCHIVO DEL ARZOBISPADO DE CORDOBA
Fondo Inquisición
Jaqueline Vassallo *1
Resumen: En el presente trabajo, intentaremos dar cuenta de la existencia del Fondo
Inquisición en el Archivo del Arzobispado de Córdoba, haciendo espacial hincapié en
el origen del mismo, las reglas que debieron cumplir los comisarios respecto del
cuidado del archivo y la descripción del fondo que data del siglo XVII.
Palabras clave: Inquisición- documentos-Arzobispado de Córdoba- comisaría
A partir de su creación, a finales el siglo XV, la Inquisición llevó
adelante una cuidadosa política archivística.
El archivo se erigió como un elemento imprescindible para el
funcionamiento de la institución; en un contexto en que la iglesia y
monarquía comenzaban a considerarlos fundamentales para llevara
adelante sus fines específicos2.
Summary: The present work, we will try to give an account of the existence of the
Fund Inquisition in the file of the Archbishopric of Cordoba, making space emphasis in
the origin of the same, the rules that were called to serve the commissioners regarding
the care of the file and the description of the fund from the XVII century.
Key words: Archive of the Archbishopric of Cordoba. Fund Inquisition.
*
2
Doctora en Derecho y Ciencias Sociales. Profesora titular de la cátedra “Instituciones
Hispanoamericanas”, Escuela de Archivología, Facultad de Filosofía y Humanidades.
Universidad Nacional de Córdoba. Investigadora del CONICET.
Cabezas Fontanilla, Susana (2004). “El Archivo del Consejo de la Inquisición
ultrajado por Gaspar Isidoro de Argüello, secretario y compilador de las Instrucciones
del Santo Oficio”. Documenta & Instrumenta. Nº 2. España. pp 7-22.
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Los tribunales y comisarías que funcionaron tanto en España
como en América debieron ceñirse al cumplimiento de numerosas
instrucciones dictadas por los Inquisidores generales, que disponían un
cuidadoso tratamiento con el objetivo de optimizar la persecución contra
las personas que caían bajo la tacha de “herejes”3.
A partir de 1613 en Córdoba funcionó una comisaría de la Inquisición,
dependiente del tribunal de Lima, hasta que fue abolida en el marco de lo
dispuesto por la Asamblea constituyente de 1813.
La presencia de un comisario, de su notario y de numerosos “familiares”
trajo aparejada la iniciación de causas de oficio, la recepción de
denuncias, la toma de confesiones y testimoniales, el dictado de órdenes
de captura y la numerosa correspondencia entablada con el superior.
Recordemos que los comisarios que actuaron en la jurisdicción de
Córdoba, formaron parte de una red diseñada con el objetivo de asegurar
la presencia constante del Santo Oficio. Gozaron, como todos los que
trabajaron en América, de amplias atribuciones, y resultaron dueños de
un significativo espacio de poder, viviendo y actuando muy lejos de la
sede del tribunal. Como sostiene Escandel Bonett, “sus actuaciones
apenas dependían de nadie más que de sí mismos”, lo que originó no
pocos conflictos y choques institucionales.4
Estos funcionarios debieron convivir
con una serie de
autoridades y jurisdicciones que ya existían en América al momento de
ser instalada- es decir, cabildos catedralicios, obispados, audiencias y
virreyes-; razón por la cual, la Suprema procuró que se establecieran
fluidas relaciones inter- institucionales, y que la inquisición no las
invadiera- en una clara estrategia de protección de las “conveniencias
colonizadoras”.5
Habida cuenta del especial empeño que puso la Inquisición en la
conservación de sus documentos, como también del secreto- un
instrumento clave – de su engranaje institucional, les ordenó que
deberian trabajar de la siguiente manera:
“El Comisario para mayor recato y seguridad pondrá su
despacho en una pieza secreta y con llave, y en ella tendrá con buena
custodia y guarda esta instrucción y los papeles que tocaren o
pertenecieren a los negocios y causas del Santo Oficio; de manera que
solo los pueda ver su persona, y la del Notario a quien los entregará en
caso de ausencia ó muerte, para que los tenga en este mismos secreto y
recato, hasta que este Tribunal ordene a quién se han de entregar,
porque de no hacerse así, suelen llegar a manos d personas que revelan
lo contenido en ellos, de que siguen graves inconvenientes”.6
3
Véase: Vassallo, Jaqueline (2007). “La Inquisición en los Archivos”. Actas del VII
Congreso de Archivología del MERCOSUR. Organizado por el Archivo Histórico de
Viña del Mar y la Asociación de Archiveros de Chile. Viña del Mar 20 al 23 de
noviembre de 2007. CD
4
Pérez Villanueva, José y Escadell Bonet, Bartolomé (1983). Historia de la Inquisición
en España y América, Madrid, Biblioteca de autores cristianos; Haempe Martínez,
Teodoro (1998). Santo Oficio e historia colonial: aproximaciones al Tribunal de la
Inquisición de Lima (1570-1820): 131 Lima, Ediciones del Congreso del Perú.
5
Di Stefano, Roberto y Zanata, Loris ( 2002). Historia de la Iglesia en Argentina.
Desde la Conquista hasta fines del siglo XX: 573 Buenos Aires, Grijalbo- Mondadori,
p. 573.
6
Art. 76.Instrucción y orden que comúnmente han de guardar los comisarios y notarios
del Santo Oficio. Lima, 1818. ( Texto obtenido en la Biblioteca Nacional de Chile)
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Ahora bien, los comisarios debían acompañar cada despacho que
enviaban, con una carta, siguiendo las precisas instrucciones referidas en
la disposición 74:
servicio sólo para los asuntos inquisitoriales. En tanto que añadió que si
la correspondencia se perdía o era robada al chasqui, “se les encarga
sobre ello las conciencias porque lo que por este e camino quitaren á los
chasqueros estarán obligados a sustituírselo”.10
“Los comisarios tendrán mucho cuidado, como está dicho , de
escribir con cada despacho una carta á este tribunal , poniendo encima
Muy Ilustres Señores, y dando después en el discurso de ella tratamiento
de Señoría, y diciendo los autos que remiten tocantes á N. por tal delito,
y en tantas fojas, con fecha del lugar, día, mes y año y al fin M. Ilustre
Señor de US , su Capellan N. Comisario del Santo Oficio . Y el sobre
escrito se pondrá de esta forma. A los muy Ilustres Señores Inquisidores
Apostólicos de estos Reynos del Perú, guarde Dios muchos años”.7
Pero los comisarios no sólo recibían cartas de sus superiores, de
colegas o funcionarios de la justicia real que eran requeridos por éste para
la realización de algún trámite procesal. También podían recibir
correspondencia de particulares; aunque se les prohibió expresamente
que no receptaran denuncias a través de “memoriales ni cartas” - ni
siquiera cuando estuvieran firmadas. Quien quisiera denunciar, debía
comparecer y hacerlo personalmente ante el comisario.11
Estaban obligados a enviar a Lima “por el medio más seguro”,
las sumarias que iniciaban, así como los estatutos de limpieza de sangre;
de los que no podían conservar ninguna copia.8
Según la información arrojada por los documentos existentes en el
Arzobispado, deducimos que el mandato del artículo 37 fue cumplido,
ya que la misma denota la existencia de una aceitada red de
comunicación y consulta
entre el Comisariato de Córdoba y el
Tribunal de Lima, a pesar de la distancia que los separaba; mientras que
los restantes no fueron totalmente observados, ya que la existencia de
tres volúmenes que acopian material entre 1613 y 1827, con
aproximadamente 400 fojas cada uno, así lo demuestran ( AAC- Sección
Inquisición).
Estos documentos debían ser enviados “cerrados y sellados”, por
medio de chasquis o “personas seguras”. Se les ordenaban, asimismo,
tomar la precaución el registro del envío en un libro encuadernado y
foliado, “el día, mes y año, y con quien lo envió, para que en todo tiempo
conste”.9
Finalmente, la Inquisición determinó la gratuidad de los envíosde hecho la Inquisición como institución gozaba de este privilegio
también en España-; al mismo tiempo que les conminó a usar este
1644
A tal punto cobró notoriedad el trabajo de la comisaría que hacia
las autoridades inquisitoriales de Lima dieron el apoyo para
7
Ibidem, art. 74.
Ibidem, arts. 26 y 46.
9
Ibidem, art. 26.
8
10
11
72
Ibidem, art. 73.
Ibidem, art 33.
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solicitar a la Corona y a la Suprema, la instalación de un tribunal
inquisitorial en la ciudad; pero el proyecto nunca se concretó.
sino también el pulso cotidiano de la actividad del tribunal, sus
problemas, preocupaciones y la obsesión por el cumplimiento de las
formas y la persecución de los “herejes”, aún cuando el paradero de los
supuestos responsables se ignorara.
El hecho que la substanciación del juicio tuviera lugar en Lima,
implicó que el acervo local se dispersara, ya que hoy para poder
consultar las causas completas debemos trasladarnos a Lima, o inclusive
hasta España, porque algunas causas fueron solicitadas por el Consejo
(atendiendo cuestiones procedimentales), que por entonces era el superior
del Tribunal de Lima, y allí quedaron. De esta manera, los originales de
causas iniciadas en nuestra jurisdicción se encuentran en el Archivo
Nacional del Perú y/o el Archivo Histórico Nacional de Madrid.12
Asimismo, existe correspondencia enviada por los comisarios de
Córdoba a sus colegas de otras ciudades del Virreinato, proveyendo e
intercambiando información. En igual sentido, notas dirigidas a
autoridades seculares para el cumplimiento de arrestos y/o embargos, y
cartas de particulares que colaboraban con el tribunal.
También hallamos autos y certificaciones de publicaciones de
edictos, citaciones a particulares para que declararan como testigos e
inventarios de los papeles del comisario, que hacían al trabajo diario.
En cuanto a los documentos conservados en los volúmenes
albergados en el Archivo del Arzobispado cordobés, encontramos gran
cantidad de denuncias que conformaban las “cabezas del proceso” , así
como también cartas, autos, notas edictos e inventarios. Asimismo,
hallamos documentos que dan cuenta de la comunicación frecuente
que existía entre los comisarios y el tribunal limeño: cartas, notas,
certificaciones, acuso de recibo de documentos, consultas ( y sus
respuestas), nombramientos, pedidos de información, edictos de “fe y
anatemas” e instrucciones para interrogar.
Todo lo cual demuestra la existencia de una extensa red de
información y colaboración entre funcionarios religiosos, seculares y
particulares.
El estado de conservación es sumamente aceptable, aún cuando
no se hallen debidamente catalogados (salvo el tomo III que comprende
los años 1711-1827). Sus hojas se conservan aún sueltas, según las
prescripciones de la normativa del siglo XVI que prohibía la
encuadernación de sus causas y no presentan foliatura original.
Sin lugar a dudas, nos muestran no sólo la existencia de una
comunicación fluida y colaboración recíproca entre ambas instancias,
A manera de conclusión diremos, que esta peculiar metodología
de organización y conservación del material documental, denota no sólo
la existencia de una estrategia de control endógeno del propio tribunal,
que era consciente de la imposibilidad de “depurar”, sin la previa
12
Millar Carvacho, René (1990). “La Inquisición de Lima y el delito de solicitación”,
La Inquisición en Hispanoamérica. Buenos Aires, Ciudad Argentina.
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“depuración” y organización interna, como también de una maquinaria
que fue ajustada y engrasada a través del tiempo, mediante el dictado de
normas específicas. En definitiva, nos devela una Inquisición, discreta y
hasta silenciosa - a la par de la ostentosa y ceremonialista que
aterrorizaba con el humo de las hogueras-, que supo trazar a través de los
papeles una extensa red que cubría el territorio de sus dominios,
buscando eficacia y eficiencia en la persecución de “herejes” y
“herejías”.
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