un biombo del siglo xviii en Nueva España - FES Acatlán

Anuncio
Año II No. 4
Septiembre - Diciembre 2009
pp. 29
Pintura y vida cotidiana:
un biombo del siglo xviii
en Nueva España
Adria Paulina Milagros Pichardo Hernández
•
Resumen
En el presente trabajo se hace un análisis de un biombo novohispano del siglo xviii, el cual
representa la escena de un sarao —reunión de personas cuyo objetivo es bailar o escuchar
música— en una casa de campo en San Agustín de la Cuevas, hoy Tlalpan. Durante el virreinato estos lugares eran pueblos alejados del centro, utilizados como sitios de descanso, para
apartarse del ruido y bullicio de la ciudad. Era común organizar fiestas en días de descanso.
Se presenta una visión general de lo que son los biombos, su empleo y función en Nueva
España; la arquitectura como recinto de estos biombos; y la revisión, hoja por hoja (está formado por diez), analizando a los personajes, la función que tienen en la fiesta, la actividad
que realizan, el vestuario, el mobiliario que los acompaña, el paisaje, los colores —que tienen
mucho que ver con el conjunto de la obra—, la composición y la forma de pintar.
Palabras clave
Pintura. Biombo. Sarao. Vestuario. Mobiliario.
Abstract
In the present paper, we carry out an analysis of a Novo-Hispanic 18th century folding
screen, which represents the scene of a “sarao” (which is a gathering of people whose objective is dancing or listening to music) in a country house in San Agustín de las Cuevas, Tlalpan today. During the viceroyalty, these places were very far away from the center and they
were used as resting places, to get away from the “noise” and “hustle and bustle” of the city.
Therefore, it was very common to organize parties on holidays. A general vision of folding
screens is presented, therefore: its use and role in New Spain, the architecture that enclosed
these screens, and the fundamental part, which is the study of them, leave by leave (it is made
up of ten leaves), analyzing the characters, the role they have in the party, what they do, the
clothes, the furniture, the landscape, the colors that have a lot to do with the work altogether,
the composition and the way of painting.
Key words
Painting. Folding screen. Sarao. Clothes. Furniture.
29
Revista Multidisciplina
Tercera Época
ción; es decir, con la vida que tenían determinados fragmentos de la sociedad.
El biombo tiene su origen en el Oriente y llegó a Nueva España en el siglo xvii, aunque su uso
se generalizó y pasó a formar parte del mobiliario
de las casas señoriales en el xviii.
El biombo es un mueble que sirve para dividir
un espacio. La mayoría de las veces se encuentra
en la sala del estrado de una casa, donde se recibe a las visitas, se reúne la familia para comentar
las cosas importantes que sucedían en la ciudad:
política, economía, modas del momento, calamidades o accidentes.
En Nueva España los biombos que se conocen
son de la segunda mitad del siglo xvii y del siglo
xviii. Los primeros hacen alusión a Los cuatro
elementos y las artes liberales del pintor mulato
novohispano Juan Correa y otros atribuidos a él,
como Los cuatro continentes y el encuentro de
Cortés y Moctezuma. Los del siglo xviii son los
más ricos y variados en cuanto a temas, ya que se
hicieron representaciones de proverbios, temas
mitológicos, alegóricos y sobre todo los que se
refieren a la vida cotidiana, en los que nos dan a
conocer la ciudad de México y la forma en que se
vivía en ella.
Llama la atención que la mayoría son anónimos, como es el caso del biombo que nos ocupa. No creo que el anonimato se deba a que los
pintores no fueran reconocidos, ya que la calidad
de las obras nos dan cuenta de lo contrario, más
bien son obras de taller, son obras de conjunto,
hechas por varios pintores, donde la autoría es
compartida.
Algunos de los biombos realizados en estos
siglos en Nueva España fueron llevados a Europa
por virreyes y obispos, quizá para hacer gala de
las maravillas que se hacían en estas tierras, sabiendo el valor que tenían esas obras. Por suerte
unas han podido ser recuperadas, aunque otras
permanecen en manos desconocidas.
Introducción
Los biombos formaban parte importante del
mobiliario de uso doméstico en Nueva España.
Elemento indispensable en las casas de los siglos
xvii y xviii, tienen un origen oriental. Los primeros llegaron en el siglo xvii y se empezaron
a hacer con temas propios, relacionados con la
historia, en especial el encuentro entre la cultura
prehispánica y la española, artes, ciencias, sociedad y vida cotidiana.
El biombo tiene la función de dividir un espacio. Los hay de recámara, sala, salones, como los
del estrado en las residencias y casas señoriales
del siglo xviii. Los primeros biombos con temas
novohispanos se hicieron en la capital del virreinato en el siglo xvii, pero la mayor producción la
encontramos en el xviii.
En el presente trabajo se pretende hacer un
análisis de uno de estos biombos, el que representa la escena de un sarao —reunión de personas
cuyo objetivo es bailar o escuchar música— en
una casa de campo en San Agustín de la Cuevas
(hoy Tlalpan). Durante el virreinato estos lugares
eran pueblos alejados de la ciudad, utilizados como sitios de descanso, para apartarse del ruido y
bullicio de la ciudad. Era común organizar fiestas
en los días de descanso.
Daremos una visión general de lo que son los
biombos, su empleo y función en Nueva España; la arquitectura como recinto de estos biombos y la revisión, hoja por hoja (el presente está
formado por diez), analizando los personajes, la
función que tienen en la fiesta, la actividad que
realizan, el vestuario, el mobiliario que los acompaña, el paisaje, los colores —que tienen mucho
que ver con el conjunto de la obra—, la composición y la forma de pintar.
Los biombos en Nueva España
El biombo es una mampara compuesta de varios
bastidores unidos por medio de goznes, que se
cierra, abre y despliega, donde se pintan escenas
que tienen que ver con pasajes religiosos o con la
vida cotidiana de diferentes sectores de la pobla-
Vargas Lugo, Elisa, Victoria, José Guadalupe et al., Juan
Correa, su vida y su obra, t. ii, México, unam, 1985, p.
393.
30
La arquitectura del siglo xviii,
gran recinto de biombos
población virreinal. Una invitación a una fiesta
de este tipo significaba, por lo general, llegar a un
acuerdo político, designar a tal o cual persona para
ocupar cargos en el comercio y la administración,
entre otras componendas que allí se fraguaban. Las
suntuosas y desbordantes francachelas podían durar varias semanas y en ellas se gastaban enormes
fortunas en atender a los invitados.
La arquitectura civil del siglo xviii en Nueva España cambió con relación a la de los dos anteriores debido a la forma de vida, a las clases sociales.
Las más altas, que tenían gran poder económico,
construyeron grandes residencias. Al respecto
comenta don Manuel Toussaint:
Las residencias señoriales contaban con gran número de habitaciones y se puede decir que fue en
el siglo xviii cuando fueron especializándose como un espacio para la convivencia, privilegio que
sólo tenían las familias adineradas. Las casas humildes no contaban con un espacio para ello. El
comedor, el salón del dosel, también conocido como el del trono, se preparaban muy bien esperando que algún día los visitara el virrey; había capilla
doméstica, recámaras, el salón del estrado, donde
se colocaban entre otros muebles los biombos, y
otras dependencias para diferentes servicios.
Los colonos, criollos, es decir, españoles nacidos en
América, ricos por sus minas o por sus haciendas y
propiedades, han sido ennoblecidos por los reyes
de España, y se forma así una nueva casta: la de los
títulos. Pero no es bastante tenerlos y disfrutarlos:
es necesario hacerlos ostensibles por medio de
lujosos palacios que constituyen el solar de la estirpe, donde se fincarán los mayorazgos cuando se
funden. Además, la simple casa, así sea sola o de
vecindad, alta o baja, no implica ni enseña más que
la urgencia de la vida cotidiana. Parece existir una
diferencia entre residir y vivir. Residir es vivir con
holgura, sin necesidad del trabajo obligado que exige el simple vivir. Por otra parte, la residencia es fija,
puesto que el señor es propietario y su rango social
le impone obligaciones y derechos que carece el que
sólo posee o habita una casa. Los saraos, los bailes,
los banquetes requieren disposición especial…
Escena de un sarao en una casa de campo
de San Agustín de las Cuevas
Esta escena aparece representada en uno de los
más bellos biombos novohispanos del siglo xviii.
Está formado por diez hojas donde el autor —o
autores— nos dan cuenta detallada de una fiesta en una casa de campo, mostrándonos árboles,
objetos, personas, vestimentas de la época, música, bailes, entre otros, con gran colorido y maestría. En la actualidad el biombo se encuentra en la
ciudad de México, en el Museo Nacional de Historia, en el Castillo de Chapultepec.
La pintura representa una fiesta que abarca
las diez hojas. Ésta se desarrolla en una casa de
campo ambientada para la ocasión. En ella aparecen once personajes, que se analizarán más
adelante, cada uno desempeñando funciones diferentes, desde los que sirven, pasando por los
que tocan un instrumento, los que bailan y los
Muchos de estos personajes eran dueños de residencias señoriales, haciendas y casas de campo
conocidas también como casas de placer. Estas
construcciones de descanso estaban situadas al
sur y al poniente —en las afueras en aquel entonces— de la ciudad de México, y eran visitadas en
múltiples ocasiones. En cuanto a las actividades
realizadas en ellas nos dicen Gustavo Curiel y
Antonio Rubial:
Una vez instalados y repuestos del corto pero pesado viaje, las peleas de gallos, las mascaradas, los
juegos de naipes, la pirotecnia, los juegos de agua,
la música, el baile, el canto y el galanteo amoroso
eran las reglas a seguir por la adinerada y ociosa
Curiel, Gustavo y Antonio Rubial, “Los espejos de lo propio: Ritos públicos y usos privados en la pintura virreinal”, en Pintura y vida cotidiana en México: siglos xvii-xx,
México, Fomento Cultural Banamex / Fundació Caixa de
Girona / Fundación Del Monte, 2002, p. 62.
Toussaint, Manuel, Arte colonial en México, México,
unam, 1974, pp. 161-162.
31
Humanidades
Año II No. 4
Septiembre - Diciembre 2009
pp. 31
Revista Multidisciplina
Tercera Época
ja ver en el cuello, y que cae al frente formando
un pico; manga ancha terminada en holán, o faralá como se le llamaba en México; falda de color
amarillo quemado, amplia y con una cenefa en la
parte inferior. Para mayor elegancia porta collar
y aretes. El rostro con una expresión de atención
a lo que realiza. Está atenta al vino que sirve en
la copa, por tanto la vista hacia abajo —igual que
el personaje de la cuarta hoja, son los únicos que
aparecen con esta expresión—. El cabello recogido hacia atrás parece que con una mascada.
Esta mujer está frente a una mesa de la época
—elevada, porque está encima de una tarima—;
la mesa tiene influencia inglesa, la cual se nota
en las patas curvas; parece ser de madera y sobre
hay ella un recipiente de plata que contiene hojas y flores; la tapa del recipiente y una cuchara,
de plata también, aparecen a un lado, además de
otra vasija rectangular con una servilleta de color
verde que cuelga y dentro de ella hay una botella
de otro licor.
En el mismo plano de la mujer aparece un árbol no muy frondoso, con ramas formadas por
hojas de verde intenso; más al fondo, y en otro
plano, hay un arbusto, porque tiene ramas desde
la base. Sobre un fondo que parece una mampara
de color azul y al fondo de ésta hay árboles, arbustos, nubes y un cielo muy azul, que es el que
predomina en todas las hojas del biombo, quizá
tomado de la realidad de la época, donde no existía
la contaminación que tenemos en la actualidad.
invitados especiales o los virreyes que parece que
posan para el pintor. La escena se desarrolla en
un espacio abierto, al parecer una terraza, con
un fondo donde se pueden apreciar árboles, bosques, un canal de agua, montañas, nubes y aves.
El análisis de cada una de las hojas del biombo se hará tomando en cuenta a los personajes,
los objetos, el fondo de la pintura, las actividades
que realizan, entre otros, empezando de izquierda a derecha.
Hoja i
En esta hoja aparece una sirvienta
vaciando vino de una botella a una
copa de plata, va vestida a la usanza
de la época. Durante la etapa virreinal la moda cambiaba a la llegada de
cada virrey, sobre todo de la virreina, quien marcaba la moda europea
del momento; además eran vestidos
utilizados sólo para eventos oficiales
y públicos. No existe gran diferencia
entre los criados y el resto de los representados en el biombo.
En el siglo xviii como consecuencia de la llegada al trono de España de la dinastía
de los Borbones, como sucedió en toda Europa,
cambia la moda y la sociedad novohispana empieza a utilizar ropa según la moda francesa. Esto
se ve hasta en la servidumbre, la cual lleva una
blusa blanca ajustada, sobre una negra que se de32
el cielo. Todo tiene la misma tonalidad, aunque
no se hace monótona esta parte porque se colocaron entre el cielo, los arbustos y la montaña,
nubes blancas y en ellas un pájaro estilizado que
desciende.
Hoja ii
El personaje que ocupa el primer plano es un mozo que lleva una bandeja
de plata con pie; en ella hay cinco vasos
llenos de vino y que se dispone a servir
a los invitados.
El mozo viste a la moda de la época,
con camisa blanca, sobre ella una chaqueta del mismo color con solapa y el
puño de las mangas de color ocre; pantalón negro ajustado que le llega a las
rodillas para dejar ver la pierna cubierta con medias de color blanco y zapatos
negros con hebilla plateada en la parte
delantera, en actitud de caminar, porque aparece la pierna izquierda adelantada. En el
suelo se puede ver una maceta casi imperceptible
en la que está plantado un rosal, con siete flores.
Sobre la cabeza lleva una cinta para recoger el cabello hacia atrás; la expresión del rostro es serena; está atento a la actividad que realiza, porque
tiene los ojos muy abiertos.
En la parte de atrás del mozo hay una pequeña barda, en la que no se puede apreciar si es la
pintura o cuelga de ella un paño de color ocre y
sobre él una maceta de cerámica; parece ser del
tipo de loza blanca de origen árabe que se hizo en
las ciudades de México y Puebla desde la segunda
mitad del siglo xvi; realizada con pasta conocida como de buena calidad y decorada con líneas
de color azul, común en este tipo de cerámica.
La maceta tiene sembrada una planta con cuatro
flores. Un poco hacia atrás del mozo, pero casi en
el mismo plano, hay un árbol con dos ramas. Una
de ellas está rota y la otra tiene gran cantidad de
hojas de color café, igual que otras que aparecen
en el biombo, señalando que se acerca el otoño.
En esta parte se pueden apreciar arbustos de follaje muy verde, como que el artista quería mostrarnos los grandes contrastes que se dan en la
naturaleza.
Al fondo, en un segundo plano, se puede apreciar un canal de agua muy limpia, de color azulverde, para regar todas esas tierras. Junto a éste
crecen arbustos a los cuales se les da el mismo
tono que el agua, al igual que una montaña que
aparece más lejana con un fondo que representa
Hoja iii
En la tercera hoja empiezan a aparecer los invitados, mostrando cada
quien sus habilidades. En este caso
es una mujer tocando el violín, la
cual aparece vestida elegantemente
con un traje color azul de fondo y tul
blanco encima, decorado con flores
este último; la blusa de escote cuadrado, ceñida al cuerpo terminando
en pico en la parte delantera; mangas ceñidas al brazo y ancho holán
a la altura del codo; falda ancha, con
cenefa en la parte inferior y sentada
en una silla sin brazos, la cual no se puede apreciar porque la cubre la mujer; porta collar, aretes
y unas cintas en las muñecas de ambos brazos; en
la cabeza lleva como adorno una redecilla, que
le sirve también para recoger el cabello. Expresa
en el rostro la concentración propia de la actividad que realiza —tocar las armoniosas notas en
el violín—, con los ojos muy abiertos.
Detrás de ella aparecen dos árboles cuyos
troncos se cruzan, las ramas de ambos de verde
intenso; un arbusto en la parte inferior. Detrás de
los árboles se puede ver la barda que está presente en toda la composición. Tiene forma mixtilínea, arco invertido y línea recta, pintada de color
ocre, sobre ella una maceta de cerámica de loza
blanca muy parecida a la de la hoja anterior, pero
sin planta. Junto a ella hay un pedestal de formas
curvas, más ancho en la parte inferior que en la
superior y decorado en el frente, aunque parece
que también en la posterior, por dos roleos y encima una maceta o florero con un ramo de flores
de diversas formas, colores y follaje verde. Al fondo en un tercer plano aparecen árboles, la montaña que continúa, nubes y el cielo.
33
Humanidades
Año II No. 4
Septiembre - Diciembre 2009
pp. 33
Revista Multidisciplina
Tercera Época
Hoja iv
Esta parte del biombo es un complemento de la hoja anterior. Aparece en
un primer plano uno de los invitados
tocando el contrabajo, el cual cubre
parte del cuerpo del hombre. Sin
embargo podemos apreciar su forma de vestir: camisa negra; chaqueta
roja larga; pantalón verde ajustado
y hasta la rodilla, moda de la época
en Europa y Nueva España; medias
blancas y zapatos negros con hebilla
plateada en la parte de adelante, como todos hombres representados en
el biombo, lo cual presupone era la moda del momento. Lleva la cabeza descubierta, el cabello hacia atrás y la mirada en actitud de estar pensando,
tal vez en los acordes de la música que ejecuta.
A sus pies aparecen unas flores plantadas
directamente en el suelo, como era costumbre
entonces; casi todos los pintores utilizaban este
recurso para adornar sus cuadros, en este caso el
biombo, ya que en varias de las hojas está presente. Junto a las flores podemos apreciar unos arbustos y detrás otro pedestal, igual que en la hoja
anterior, sosteniendo un florero con un ramo de
flores de gran colorido. En un segundo plano la
barda que conocemos ya, con una maceta de cerámica un poco más oscura que las anteriores, la
cual contiene una planta sin flores y encima de ésta parte de las ramas del árbol de la hoja anterior.
En un tercer plano el paisaje de fondo está
formado por árboles espigados, presentes en casi
todas las hojas del biombo, conocidos como huejotes, los cuales sólo crecen en las inmediaciones
de los canales del sur de la ciudad, una montaña,
nubes y el cielo muy azul.
La mujer viste un traje elegantísimo: blusa plateada
y recubierta con una tela
transparente, de escote cuadrado, ceñida al cuerpo bajando a la cintura en forma
de pico; mangas ajustadas
al brazo, terminando en un
holán; falda del mismo color,
parece que bordada en diferentes tonos de hilos, formando un florero con flores
en el centro y esparcidas por
toda la falda diversas flores,
terminando en la parte de abajo con dos filas de
cenefas, una en amarillo y otra formando flores
blancas y separando ambas por listones, el primero verde y el segundo ocre.
Al estar de pie se pueden apreciar sus zapatos
rojos, que casi no pueden ver en las otras mujeres
—solo una, en la siguiente hoja, deja asomar la
punta del zapato por la posición que tiene. Porta
un collar verde con piedras rojas, haciendo juego
con los aretes del mismo tono y las pulseras; el
cabello recogido; sombrero negro, que la distingue de las demás mujeres presentes en el biombo,
quizá por la actividad que realiza.
Una parte del cuerpo del hombre está cubierto por la mujer. Sin embargo podemos apreciar
su vestimenta: camisa blanca; chaqueta amarillo
quemado, no muy larga y con botonadura en plata; pantalón negro, también con adorno y botones
en plata, no se puede apreciar hasta dónde llega
porque se cubre con la falda de la mujer; asoma
uno de los zapatos, como todos los anteriores es
negro con hebilla plateada; porta en la cabeza un
sombrero gris con un listón negro y, algo curioso,
en la mano derecha muestra lo que parece ser un
anillo o tal vez es la cinta de la castañuela que empuña, que en la izquierda es muy visible, la cual
aparece levantada, como parte del baile que lleva
a cabo y de la galantería que rodea la escena.
En el mismo primer plano en que están los
personajes se encuentran sembradas en el suelo
algunas plantas con flores, a ambos lados de la
pareja hay pedestales sosteniendo ramos de flores que comparten con las hojas iv y vii.
Hojas v y vi
Debido a que estas dos hojas son las centrales y
forman una sola escena dentro del biombo, se
tratarán en conjunto. En ellas aparece una pareja
(hombre y mujer) bailando la música que toca el
cuarteto, posiblemente formado por invitados a
la fiesta.
Ibid., p. 63.
34
claro que el traje. No podemos apreciar los zapatos porque los tapa el traje de la mujer. Lleva en
la cabeza una cinta que le recoge el cabello hacia
atrás.
La mujer aparece sentada, con un vestido rojo,
encima del cual lleva una chaquetilla blanca, con
mangas ceñidas al brazo y holán a la altura del
codo; sobre ésta una especie de mantilla transparente que cubre la parte superior y cae sobre la
falda del vestido, la cual es amplia y con cenefa en
la parte inferior; desde ésta se asoma uno de los
zapatos blancos; porta collar y pulsera negros haciendo juego y aretes de perlas; el cabello lo lleva
recogido hacia atrás con una mascada.
Junto al hombre que toca la flauta se halla un
pedestal compartiendo la hoja con la anterior, con
un florero y un ramo de flores de gran colorido.
Al fondo hay una barda que aparece en todo el
biombo, con una maceta de cerámica blanca con
decoración en azul y una planta floreada. En un
tercer plano el paisaje que nos es familiar, donde
vemos los huejotes, la montaña azul, nubes y el
cielo también muy azul característico de la ciudad en aquel momento.
En un segundo plano y como fondo de la
composición aparece un nicho de arquitectura
para jardín, que es el centro de la barda que forma parte del conjunto. Por las características que
presenta y la época en que se hizo, el nicho es barroco: tiene formas mixtilíneas, tanto en la base
como en las pilastras que sostienen la bóveda semiesférica que sirve como techo y se corona con
un elemento también mixtilíneo con dos roleos
a los lados y en la parte central; como remate un
macetón, el cual no se puede apreciar si tiene flores o no, porque ahí termina el biombo. Sobre las
pilastras se encuentran dos formas que parecen
guirnaldas, para decorar este espacio. Del fondo
del paisaje surgen árboles pintados con unas pinceladas muy gruesas, para formar las hojas, algo
muy común en la época; nubes, el cielo muy azul
y unas aves que vuelan y que anuncian posiblemente algún cambio de estación.
Esta parte central es quizá la más importante
de la composición, porque muestra la actividad
principal de la fiesta, que es el baile, por un lado. Por otro vemos a unos personajes únicos en
lo que se refiere a vestimenta, postura, adornos,
paisaje de fondo, la arquitectura representada en
la pintura, entre otros.
Hoja viii
En esta hoja sólo aparece un personaje. Es un hombre muy relacionado
con la mujer de la hoja anterior, pues
hay gran comunicación entre ellos.
Él aparece sentado tocando la guitarra y mirándola absorto, mientras
ella coloca la mano izquierda sobre
su hombro. Por cierto el dedo mayor
de esta mano aparece desproporcionado, ya que se extiende mucho más
que los otros. Él lleva una vestimenta poco común, que se caracteriza
por un traje estampado: compuesto
por pantalón ajustado hasta la rodilla y chaqueta
con botonadura de plata. El estampado de la tela
color gris consiste en rombos de formas onduladas blancas y flores rojas en el centro. Viste camisa blanca con cuello de tortuga; sobre ella hay
una chaqueta gris plata que se asoma por delante
y encima de la del traje; la chaqueta gris combina con las medias que le cubren las piernas; sólo
Hoja vii
En esta hoja encontramos algunos
elementos que presentan una continuidad con respecto a la hoja VI,
lo que confirma la unión en una
sola escena del biombo. Aparecen
aquí un hombre y una mujer; aunque están en la misma hoja no hay
gran relación entre ellos. El hombre
es uno de los músicos y la mujer está
sentada y se une más al hombre de la
otra hoja, en quien recarga la mano
izquierda.
El hombre toca un travesero o
flauta y viste a la usanza del momento, con camisa roja, adornada con botones dorados; chaqueta
azul oscuro o índigo con holanes blancos en los
puños; pantalón del mismo color que la chaqueta, ceñido y hasta la rodilla. A diferencia de los
demás, este hombre porta medias color azul, más
35
Humanidades
Año II No. 4
Septiembre - Diciembre 2009
pp. 35
Revista Multidisciplina
Tercera Época
un rojo casi vino; pantalón ceñido y hasta la rodilla; chaqueta de la misma tela con botonadura
de plata, del mismo largo del pantalón, sobre otra
más corta, decorada con bordado también de plata; corbata de moño negra, que hace juego con el
sombrero tipo bombín; completan el atuendo las
medias color plateado y los zapatos negros con
hebilla plateada.
Detrás de él se puede apreciar uno de los extremos de la barda, que en la siguiente tabla no
aparece, con una maceta, de la cual sólo se ve la
parte superior, con una planta sin flores. Al fondo
colocó el pintor parte de una construcción, puede ser alguna dependencia de la casa, con arcos
que dejan ver parte del paisaje de fondo con árboles y sobre el cielo y las nubes, aves que vienen
volando.
se puede apreciar uno de los zapatos negros con
hebilla plateada. En su rostro podemos ver una
expresión de satisfacción, de gusto por estar junto a su amada. El cabello lo lleva peinado hacia
atrás.
Junto a él, en primer plano, aparecen en el
suelo unas plantas floreadas; en segundo plano
otro pedestal con un ramo de flores diferentes a
las demás. Las flores son distintas en cada uno
de los cuatro floreros que aparecen en el biombo.
Detrás de éste, la barda sobre la cual hay otra maceta de cerámica blanca con decoración en azul,
como las demás, con una planta floreada. En un
tercer plano aparecen arbustos, unos con un follaje muy verde y pinceladas muy gruesas y otros
con un tono más bien verde azuloso. Se deja ver
todavía un poquito de la montaña que viene de la
hoja anterior, nubes blancas, el cielo azul y un ave
volando.
Hoja x
La última hoja del biombo la llena la mujer que
acompaña al hombre de la hoja ix, en las que se
ve claramente la relación de pareja que nos quiso
mostrar el pintor, quienes van llegando a la fiesta.
Esta mujer, que bien podría ser la virreina,
por la gallardía y atuendo que porta, viste un traje de blusa roja, ceñida al cuerpo y terminando en
pico en la cintura, como las demás; falda amplia
en diferentes tonos de verde, rojo, café y ocres,
que caen en forma vertical y una cenefa muy delgada en la parte inferior; lleva sobre los hombros
una capa roja adornada con blanco en el frente y
con capucha; pese a la capa deja entrever el collar
verde que hace juego con los aretes; porta en la
cabeza un sombrero discreto, de encaje, colocado hacia atrás para que
podamos apreciar la expresión de
agrado y gusto del rostro al asistir a
esta fiesta.
En las manos lleva, en la izquierda,
dos rosas y un abanico cerrado, en
la derecha —que aparece en la hoja
anterior—. Esto nos indica que ella
no tiene nada que decir; podríamos
interpretarlo como sumisión al marido. Él es quien debe hablar. Detrás
de la mujer aparece un tronco seco
del cual surgen unas flores azules,
Hoja ix
Esta hoja se complementa con la diez. El personaje principal es un hombre que va llegando a la
fiesta acompañado de una mujer que llena la siguiente y última hoja. Se ven diferentes a los demás invitados, quizá tengan una jerarquía social
más elevada. Podría pensarse que son los virreyes
que acuden a la fiesta, él por el sombrero y la vestimenta que porta, igual que ella.
El hombre aparece en un primer plano rodeado de plantas en el suelo, unas floreadas, otras
no; muestra gran gallardía en la postura y en el
movimiento del cuerpo. Está de pie, con la pierna derecha adelantada en actitud de
caminar, mientras mueve la cabeza
hacia la izquierda. En la mano izquierda lleva una vara, que se puede
considerar como un bastón, símbolo
de la dignidad que ostenta; con la derecha señala con el dedo índice hacia
arriba, tal vez indicando a la mujer el
lugar hacia donde deben dirigirse, lo
divertida de la fiesta o lo agradable
del lugar.
Otro detalle que hace pensar en
la dignidad de este personaje es el
color de la vestimenta: el traje es de
36
cuanto al paisaje hay que hacer notar la variedad
de tonalidades que se pueden apreciar en los verdes, azules y sepias de las ramas y hojas de los
árboles.
3. El biombo nos habla de una fiesta, de un
conjunto de personas, donde hay una unidad, pero en ella hay muchas individualidades, cada uno
de los personajes tiene una postura diferente, de
acuerdo a la actividad que realizan. Unos aparecen de pie, otros sentados y otros en actitud de
caminar. La pintura guarda un gran equilibrio.
Las dos hojas centrales nos muestran la actividad
de la fiesta que es el baile y en las demás, siguiendo un orden hacia ambos lados; los que tocan
instrumentos musicales y amenizan la fiesta; en
los extremos, los que no pueden faltar, a mano
izquierda los sirvientes y a mano derecha los invitados especiales, que en este caso podrían ser los
virreyes.
La barda da una gran unidad a la composición, ya que está presente en casi todas las hojas; las macetas de cerámica proporcionan ritmo,
porque están colocadas en cada una de las partes
planas de la barda; lo mismo sucede con los cuatro pedestales que repartidos en cuatro espacios
equidistantes enmarcan el nicho de jardín que
centra la composición. Es conveniente destacar
el tratamiento que se da a los árboles: las ramas
están hechas con grandes pinceladas, las cuales
parecen anunciar la llegada de los movimientos
pictóricos modernos, como es romanticismo,
donde se pone énfasis en el movimiento del pincel, en la luz que se puede apreciar a través de los
árboles y en la perspectiva aérea que parece que
está presente en toda la composición.
Estas son sólo algunas de las razones por las
que se considera éste como uno de los más bellos
biombos novohispanos, que además tenemos la
suerte de conservar en nuestro país.
no muy acordes con el ambiente de esta hoja. En
otro plano aparece parte de la construcción mostrada en la hoja anterior y unos árboles con ramas
en color sepia, otras verdes, nubes y el cielo azul,
presente en toda la composición.
Conclusiones
El biombo que lleva por título Escena de un sarao
en una casa de campo de San Agustín de las Cuevas es una de las obras más representativas de la
pintura novohispana del siglo xviii. Las razones
que le dan esta importancia son:
1. La cantidad de personajes que aparecen
—once, cinco mujeres y seis hombres—, que representan a la clase social que tenía el poder en
ese momento, cada uno de ellos realizando actividades diferentes. Dejando a un lado el trabajo de
la ciudad se relajan en una casa de campo, donde
se puede casi palpar el galanteo entre las parejas, vistiendo como señala la ocasión y a la usanza
de la época. El ambiente del momento es ilustrado, ya que con la presencia de este movimiento
en Nueva España se manifiesta un gusto por la
descripción de carácter racionalista de lugares
de interés a través de la imagen. Por otra parte
la Ilustración aportó al arte una nueva visión en
la que los objetos de la vida diaria, el bienestar
y la intimidad cobraron una gran importancia,
así como la representación de los múltiples tipos
humanos que conforman a la variada sociedad
novohispana. Con la llegada de los Borbones se
cambia el modo de vivir, de vestir, de comer, de
divertirse. La influencia europea fue muy fuerte;
además esta clase podía darse esos lujos.
2. El color. Es una pintura que llama la atención por el gran colorido y la forma en que se distribuyen los colores, logrando dar una armonía al
conjunto; no hay tonos que se repitan en la vestimenta de los personajes, si bien existe parecido entre la falda de la sirvienta, la chaqueta del
hombre que baila, la guitarra y los adornos del
nicho, los tonos son diferentes. Lo mismo sucede
con los rojos: la chaqueta del que toca el contrabajo no es igual a la que lleva debajo el que toca
la flauta o el vestido de la mujer que aparece sentada coqueteando con quien toca la guitarra. En
Bibliografía
Curiel, Gustavo y Antonio Rubial, “Los espejos de
lo propio: Ritos públicos y usos privados en la
pintura virreinal”, en Pintura y vida cotidiana en
México: siglos xvii-xx, México, Fomento Cultural Banamex / Fundació Caixa de Girona / Fundación Del Monte, 2002.
37
Humanidades
Año II No. 4
Septiembre - Diciembre 2009
pp. 37
Revista Multidisciplina
Tercera Época
Adria Paulina Milagros Pichardo Hernández es licenciada en historia y maestra en historia del arte por la Facultad de Filosof ía y Letras (ffyl) de la unam. Ha impartido clases en
las carreras de historia y arquitectura en la fes
Acatlán; letras modernas en la ffyl. Ha publicado “El templo de la Encarnación en la ciudad de
México”, en Estudios acerca del arte novohispano
(México, unam, 1983); “San José, el patrono de
la Nueva España”, en Juan Correa, su vida y su
obra, coordinado por Elisa Vargas Lugo; Pintura
mexicana en lámina, un territorio por descubrir,
México, 2006.
Gámez Martínez, Ana Paulina, Artes y oficios en la
Nueva España, México, conaculta (Círculo
de Arte), 2000.
Gómez de Orozco, Federico, “El mobiliario en general”, en El mobiliario y la decoración en la Nueva
España en el siglo xvi, México, unam, 1983.
Martínez, Rodrigo, “El México colonial”, en Tepotzotlán: La vida y la obra en la Nueva España,
México, Bancomer / Sociedad de Amigos del
Museo Nacional del Virreinato, 1988.
Rubial García, Antonio, “La nobleza novohispana y
sus palacios”, en Casas señoriales del Banco Nacional de México, México, Fomento Cultural Banamex, 1999.
Toussaint, Manuel, Arte colonial en México, México, unam, 1974.
_________, Pintura colonial en México, México,
unam, Instituto de Investigaciones Estéticas,
1990.
Valle Arizpe, Artemio del, Notas de Platería, México, Polis, 1941.
Vargas Lugo, Elisa, Victoria, José Guadalupe et al.,
Juan Correa, su vida y su obra, t. ii, México,
unam, 1985.
Las ilustraciones del presente número son
de Angélica Carrasco Acevedo, artista plástico
del Sistema Nacional de Creadores
38
Descargar