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OPINIÓN
 CUARZO ROSA
Cecilia Lavalle
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Twitter: @cecilavalle
Es algo
personal
La supremacía blanca no se sostiene bajo ningún argumento
científico, mucho menos ético o moral. Y sin embargo, sin ningún
pudor lo sostienen millones de personas alrededor del mundo

A
la menor provocación surge el tema en muchas
mesas. Sólo que ya nadie se ríe, ni lo minimiza con
el ademán de quien espanta a una mosca. Incluso
yo, que no sé nada del tema, he dicho, parafraseando a
Serrat: “Entre ese tipo y yo hay algo personal”.
Hasta hace poco, que el magnate norteamericano
Donald Trump manifestara su intención de ser presidente de Estados Unidos causaba hilaridad, incluso
compasión ante tal ingenuidad. Pero el tiempo demostró que en nuestro vecino país la ideología de la supremacía blanca goza de cabal salud entre amplios y poderosos grupos de su población.
La premisa de esa ideología es muy simple. La raza
blanca es superior a cualquier otra raza. ¿Superior en
qué? ¡En todo! ¿Por qué? Porque pertenecen a la raza
blanca. ¿Y?
Y ahí termina la discusión, porque casi siempre quienes hacen las preguntas son quienes no pertenecen a esa
raza y, dado que somos inferiores, ¿quiénes nos creemos
para preguntar semejante cosa a alguien superior? Fin
de la conversación.
La supremacía blanca no se sostiene bajo ningún argumento científico, mucho menos ético o moral. Y sin
embargo, sin ningún pudor lo sostienen millones de personas alrededor del mundo. Es precisamente este argumento -disfrazado o no- bajo el cual se edifican todos los
racismos, y otras discriminaciones, porque en esa ideología de supremacía las mujeres blancas no valen lo mismo que los hombres blancos. “Las mujeres son en esencia, objetos estéticamente agradables”, Trump dixit.
Analistas de política y economía de medio mundo ya
hacen cálculos de lo devastador que puede ser para el
propio Estados Unidos y para otros países que Trump
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•
SIGLO NUE V O
sea el próximo presidente de Estados Unidos, por sus
diversas posiciones acerca de distintos temas, al margen o no de su ideología de supremacía.
Pero para mí, que no sé nada de política norteamericana y ni siquiera soy ciudadana de ese país, el asunto se
ha vuelto personal.
Y no sólo por lo que canta Joan Manuel Serrat en su
canción Algo personal: Hombres de paja que usan la
colonia y el honor / para ocultar oscuras intenciones
/ tienen doble vida, son sicarios del mal. / Entre esos
tipos y yo hay algo personal.
Sino porque mi hijo y mi nuera viven legalmente en
ese país. Muchas amistades de nacionalidad mexicana
viven legalmente en ese país. Muchas mujeres y hombres de nacionalidad mexicana, aportan lo mejor de sí
cada día a ese país, vivan ahí legalmente o no.
Pero el señor Trump afirma que: “Cuando México
manda a su gente, no envía a los mejores. Envían a gente con muchos problemas con los que nosotros tenemos
que lidiar. Envían drogas, envían crimen. Son violadores y algunos, asumo, son gente buena”.
No los enviamos, señor Tump. Se van porque su país
les queda a deber. Y se están yendo las y los mejores,
para desgracia nuestra y fortuna de su país. Algunos
son delincuentes, asumo, como algunos de sus conciudadanos, pero la mayoría, asumo, son gente buena.
Así pues, que usted pierda es un asunto personal
para millones de personas latinas, africanas, norteamericanas, sudamericanas, europeas, árabes, asiáticas,
nativas, indígenas, mestizas, católicas, protestantes,
musulmanas, cristianas, judías, budistas, ateas, que opinamos que si usted representa a la raza superior, francamente nos queda muy por debajo. 
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