disfruta - Que tengas un gran día

consigue
tus objetivos,
disfruta de
tu trabajo
y vive una
vida plena
Juan Manuel Martín Menéndez
Las cinco palancas
de disfrute
en el trabajo
CLAVE #6:
Activar las palancas
de disfrute en
el trabajo
“¿Cómo se levanta uno cada día con ganas de ir a trabajar?”
Esta pregunta me la hizo hace poco una persona que conocí en
una cena que dieron unos amigos. Estábamos hablando del trabajo
que hacíamos cada uno y yo comenté la ilusión y las ganas de ponerme a trabajar con las que me levanto cada día, a lo cual este chico me respondió con esta pregunta que muestra una realidad muy
común: la vivencia del trabajo como un mal necesario para ganarse
uno la vida; hasta el punto de que hay personas que literalmente
viven pensando en el fin de semana o en las vacaciones como los
días en los que realmente vivir y disfrutar de la vida. Siempre me ha
sorprendido observar en los transportes públicos a primera hora de
la mañana las caras de muchos de sus pasajeros que parecen decir:
“voy a trabajar porque no me queda otro remedio”.
El trabajo es una actividad universal que forma parte de la vida
de los seres humanos; necesitamos trabajar para ganarnos la vida, y
a trabajar hemos dedicado una parte muy importante de nuestro
tiempo a lo largo de nuestra historia como especie. Los pueblos
QUE TENGAS UN GRAN DÍA •
Juan Manuel Martín Menéndez
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L A S S E I S C L AV E S PA R A . . .
primitivos dedicaban la mayor parte del día a cazar y buscar alimentos para sobrevivir. En épocas más recientes, en las fábricas y
las minas del siglo XIX, los obreros trabajaban doce horas diarias, seis
días a la semana, para poder vivir. En la actualidad, aunque las cosas
han cambiado mucho, especialmente en los países desarrollados,
todavía seguimos teniendo que dedicar al trabajo una buena parte
de nuestro tiempo para ganar el dinero con el que poder pagar
nuestros gastos y permitirnos algunas de aquellas cosas que deseamos. Desde esta perspectiva histórica es fácil entender cómo el trabajo ha llegado a estar rodeado de esa aureola de “mal necesario”.
Sin embargo, más que un mal necesario, el trabajo supone una
verdadera fortuna; si no que se lo pregunten a las personas que se
quedan en paro.Y no me refiero únicamente al tema económico y
el problema que puede suponer la pérdida del trabajo; me refiero
al nivel de satisfacción vital. Las encuestas indican que la mayoría
de hombres y mujeres en paro manifiestan un nivel de satisfacción
vital muy inferior al de aquellos que tienen trabajo.
El trabajo, además de ser la actividad con la que nos ganamos la
vida, es una fuente de bienestar psicológico y también de satisfacción y plenitud de vida. Es indudable que hay muchas posibles circunstancias laborales, y que en ocasiones el trabajo se puede convertir en una fuente de infelicidad y de insatisfacción. Sin embargo,
nuestra forma de vivirlo y de enfocarlo tienen un papel determinante en que éste sea eso que debe ser: un ámbito de nuestra vida
que contribuye de manera positiva a nuestra felicidad, satisfacción
existencial y disfrute de la vida, además de a pagar nuestras facturas.
Si limitamos el disfrute a los fines de semana y las vacaciones, nos
lo limitamos demasiado.
Todo gran día es un día que hemos disfrutado. Es por ello que
es importante que nuestro trabajo, además de un medio de vida o
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de realización de una carrera profesional, sea también una fuente de
disfrute. En este sentido hay personas que lo tienen más fácil porque han conseguido hacer de su pasión su profesión.
Siempre recuerdo, con enorme cariño y admiración, como muchos otros españoles, la figura de Félix Rodríguez de la Fuente, ese
ser humano especial que la vida se llevó demasiado pronto y que
a muchos nos enseñó a amar la naturaleza y los animales gracias a
su serie para televisión El hombre y la tierra. Félix era un verdadero
apasionado de su trabajo, amaba lo que hacía y disfrutaba enormemente con ello; no había más que verle en su programa para darse
cuenta de esto último.
Pero aunque esta situación sería la ideal para todos nosotros, la
realidad es que muchas personas no sienten una verdadera pasión
por el trabajo que realizan, incluso aunque esté relacionado con la
carrera profesional que en su momento eligieron porque era lo que
más les gustaba. La necesidad de ganarnos la vida y las posibilidades que ofrece el mercado laboral en muchas ocasiones nos lleva a
desempeñar ocupaciones que no son exactamente lo que más nos
apasiona en la vida. Puedo amar la música pero acabo trabajando
en un departamento de marketing porque es la oportunidad que se
me presentó; o puede apasionarme la naturaleza y por eso estudié ingeniería forestal pero acabo trabajando en el Ministerio de
Agricultura en una oficina rodeado de papeles todo el día y lejos
de eso que tanto me apasiona: el entorno natural, o puedo haber
estudiado ingeniería de telecomunicaciones porque me apasionaba
la electrónica y acabo trabajando en áreas de gestión empresarial
con poco o ningún contacto con los aparatos electrónicos.
Esto último es lo que yo viví. Desde muy temprana edad me
sentí atraído por la electrónica; la radio y el televisor que teníamos
en casa me causaban verdadera fascinación, y para mí era una fiesta
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cuando este último se rompía, uno de aquellos primeros aparatos
en blanco y negro, y tenía que venir el técnico. Cuando llegaba, yo
me pegaba a su lado para poder ver los entresijos que se escondían
dentro de aquella caja fascinante. No es extraño que con el correr
del tiempo decidiese estudiar ingeniería de telecomunicaciones y
trabajar con aparatos electrónicos. Sin embargo, al acabar los estudios dirigí mi carrera hacia áreas de gestión y, aunque trabajé en
empresas que fabricaban equipos de telecomunicaciones, mi trabajo estaba muy lejos de eso que tanto me gustaba.
Las realidades de la vida son las que son y aunque creo que es
muy importante seguir nuestro corazón y buscar por todos los medios la manera de hacer de nuestra pasión nuestra profesión, también es muy importante hacer que nuestro trabajo sea una fuente
de satisfacción y disfrute independientemente de si hacemos o no
lo que más nos apasiona. Incluso haciendo lo que nos gusta, con el
correr de los años podemos caer en una cierta rutina y monotonía
que dificulte nuestro disfrute. En una ocasión estaba haciendo un
programa formativo en una empresa y estábamos hablando de motivación cuando un participante me preguntó: “¿Cómo se puede
enfrentar la rutina”, a lo que yo le respondí con algo que le había
escuchado a Celia Cruz, la cantante cubana, en una entrevista en
televisión. La periodista le preguntó: “Celia ¿cómo es posible estar
casada más de cuarenta años con el mismo hombre y seguir feliz
en tu matrimonio?” A lo que ella le respondió: “Poniéndole a cada
día su sal y su pimienta”.
La verdad es que la rutina, entendida como actividades que
realizamos cada día, es algo inevitable en el trabajo. La mayoría de
la gente que conozco tiene una cierta rutina diaria: cada día realizan actividades que son muy similares a las del día anterior, y al
anterior y al anterior. Indudablemente hay momentos de cambio
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como cuando se empieza en una nueva empresa o en un nuevo
puesto, pero pasado un tiempo siempre hay una cierta rutina. Hasta
los trabajos que parecen más alejados de ésta, como por ejemplo el
de los actores de cine, también la tienen. Aunque cada película sea
un nuevo proyecto, los actores tienen que hacer lo mismo: aprenderse el guión, ensayar, realizar tomas y volver a realizarlas, y volver
a realizarlas de nuevo hasta que salen como el director desea; y así
para cada película. El problema no está tanto en la rutina sino en
caer en la monotonía y en lo rutinario. Por eso hablaba Celia Cruz
de la importancia de ponerle a cada día su sal y su pimienta.
Hacer lo que nos gusta o realizar un trabajo variado y estimulante son factores de peso para disfrutar en nuestro trabajo. Sin
embargo, hay otros factores como los que veremos en este capítulo
que cuentan tanto como éstos y que pueden hacer de cualquier
trabajo una fuente de disfrute.
Disfrutar en el trabajo no es baladí, ya que tiene un alto impacto en el bienestar general, la felicidad y la plenitud que sentimos.
También tiene una gran repercusión en nuestros logros: el rendimiento de las personas que disfrutan de su actividad es mayor que
el de las que no lo hacen. Esto se traduce en un mejor estado de
ánimo que, a su vez, potencia nuestras capacidades, lo que en última instancia contribuye a nuestra excelencia en lo que hagamos y
a que logremos aquellos objetivos que estemos persiguiendo.
Levantarte cada día con ganas de ir a trabajar es posible y depende fundamentalmente del disfrute que experimentas en tu trabajo. Para ello, hacer algo que te gusta y que te resulta estimulante
es importante, y en la medida de lo posible esto es algo que debemos buscar. Pero aparte de esto, hay otros aspectos —o palancas de
disfrute, como yo las llamo—, cuya activación nos vitaliza y genera
contento en lo que hacemos cada día.Veamos cuáles son.
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Palanca de disfrute 1: Divertirte
En una ocasión, una amiga mía le decía a otra: “Tienes que conseguir que tu trabajo sea divertido, tienes que ingeniártelas como sea
para conseguirlo”. Esto me recordó un libro que había leído hacía
tiempo titulado Fish y que había regalado a los participantes en un
programa que había hecho con los directivos de una empresa. Este
libro es una historia ficticia que trata sobre la transformación que
se produce en el departamento administrativo de una empresa de
seguros que si por algo se caracterizaba era por el ambiente aburrido, gris y deprimente, al decidir las personas que en él trabajaban
transformar su trabajo y su día a día en algo divertido y lleno de
energía y de vitalidad. La inspiración para escribirlo provino de una
pescadería de Seattle, en Estados Unidos, en la que los empleados
un buen día decidieron divertirse en su trabajo.
El primer factor de disfrute en nuestro trabajo es que nos lo
pasemos bien y nos divirtamos, esto está incluso por encima de
hacer algo que nos gusta. Puedo estar emitiendo facturas en un
departamento de administración —algo que puede que no sea lo
que más me gusta hacer pero que es el trabajo con el que me gano
la vida— y disfrutar muchísimo de mi día a día si me divierto cada
jornada en la oficina. Una participante en uno de mis programas
estuvo haciendo precisamente esto durante una época que, según
ella, fue el tiempo en que más disfrutó por lo bien que se lo pasaba
cada día con los compañeros en la oficina. Incluso hablaba con
añoranza de aquellos años en los que hacía un trabajo bastante
menos estimulante que el que tenía en el presente.
Como nos demuestra Fish, cualquier trabajo puede ser aburrido si lo hacemos aburrido o divertido si lo hacemos divertido.Todo
comienza por nuestra propia actitud. Los pescaderos de Seattle de-
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cidieron que sus días iban a ser divertidos, y apoyándose en esta firme decisión y actitud, encontraron las maneras de divertirse a base
de hacer pequeñas cosas con las que se lo pasaban muy bien, tanto
ellos como los clientes que iban a comprarles su pescado. No sólo
empezaron a pasárselo muy bien, sino que sus ventas aumentaron
de forma espectacular; esa atmósfera y esa energía que crean actúan
como un imán para los clientes porque todos nos vemos atraídos
por la energía, la buena atmósfera y el buen rollo.
La diversión en el trabajo tiene mucho que ver con la gente y
la dinámica que se crea.Te hago una pregunta, ¿Cuándo has tenido
tus momentos más divertidos, en soledad o con otras personas? La
actividad que desarrollamos puede ser algo que disfrutamos porque nos gusta y nos estimula, pero la diversión tiene un altísimo
componente relacional, y el disfrute en el trabajo también. En una
encuesta que se realizó en España entre 1.800 trabajadores de diferentes empresas para averiguar cuáles eran los factores que consideraban más importantes de cara a su satisfacción laboral, el que
encabezó la lista fue el buen ambiente laboral, incluso por delante
del sueldo, que fue el segundo. Tal y como vimos en el capítulo
dedicado a la felicidad, las relaciones, el contacto social y la gente
son factores clave de felicidad en la vida, pero también del disfrute
y la felicidad en el trabajo.
La diversión es un estado emocional que proviene fundamentalmente de cómo hacemos el trabajo; incluso el trabajo más
aparentemente monótono y rutinario puede ser tremendamente
divertido. En una ocasión me hablaron del caso de un conductor
de autobús de Nueva York que se lo pasaba genial cada día. Había encontrado la manera. Como era un apasionado de la música,
el teatro y los musicales —pero que por esas circunstancias de la
vida acabó conduciendo un autobús—, y su ruta pasaba por los
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diferentes teatros de Manhattan, decidió que en lugar de limitarse
a conducir el autobús iba a hacer de guía y a contar a los pasajeros
cosas interesantes sobre los diferentes musicales que se representaban en los teatros por los que iban pasando, algo de lo que sabía
muchísimo y que disfrutaba enormemente contando. De repente
se encontró pasándoselo genial cada día, y no sólo él, sus pasajeros,
que solían subir al autobús serios, cansados y estresados, salían con
una sonrisa, y sintiéndose livianos y animados; literalmente este
conductor autodesignado animador y guía de espectáculos les alegraba el día.
Que un trabajo sea divertido o aburrido depende más de
nosotros —y de las personas con las que trabajamos— que del
trabajo en sí. Cualquier trabajo es aburrido si lo hacemos aburrido y divertido si lo hacemos divertido. Todo comienza por
la actitud positiva y la firme decisión diaria de divertirte en tu
trabajo. Después viene la proactividad —el paso a la acción, a
utilizar tu imaginación y tus recursos— para hacer que tu trabajo
sea divertido. Cuanto más firme es la decisión, más fácil resulta
encontrar la manera. Esto adquiere mayor potencia cuando todas
las personas que trabajan juntas deciden que se van a divertir cada
día en su trabajo, como pasó en el caso del que nos habla Fish; sin
embargo, ésta es una decisión que podemos adoptar a título individual, como el caso del conductor de autobús de Nueva York,
y convertirnos en agentes de “buen rollo” y diversión tanto para
nosotros como para las personas con las que interactuamos cada
día en nuestro trabajo.
Por lo tanto, y como resumen de esta primera palanca de disfrute en el trabajo, podemos decir:
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oma cada día la decisión de pasártelo bien y divertirte
T
en el trabajo.
Adopta una actitud proactiva para lograrlo.
tiliza tu imaginación y tus recursos para hacer pequeñas
U
cosas que te diviertan y diviertan —incluyo aquí a las
personas con las que trabajas—.
Busca
la manera de generar vitalidad y “buen rollo” en tu
entorno y con quienes trabajas.
•
La actitud es más importante que el carácter. Las personas aparentemente más serias son en muchos casos las más divertidas.
Palanca de disfrute 2: Dotar a tu trabajo del propósito
más elevado
Ganarse la vida es obviamente un propósito de nuestro trabajo.
Para muchas personas también lo es hacer una carrera profesional.
Sin embargo, éstos no son los dos únicos propósitos que pueden
darle sentido al trabajo que hacemos cada día. Esto es algo que
saben muy bien todos aquellos que se dedican a profesiones y trabajos de ayuda y bien social. En estos casos es este último propósito
el que dota a su trabajo de un gran sentido y el que les proporciona
un gran disfrute.
Para los pescaderos de Seattle, el propósito de su trabajo no es
simplemente despachar pescado y ganarse el sueldo con ello; ellos
van cada día a trabajar para hacer felices a sus compañeros y a sus
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clientes, y el pescado es el vehículo. Este propósito más elevado
hace su trabajo muy gratificante, más allá de lo que se divierten con
su forma de trabajar.
Con el conductor de autobús de Nueva York pasa lo mismo.
Ha dotado a su trabajo de un propósito humano más allá de transportar gente; él decidió alegrar el día a las personas que se subiesen
a su autobús, y esto convierte un trabajo que para otros puede ser
tedioso y aburrido en algo tremendamente gratificante, y también
divertido.
En una ocasión un consultor amigo mío me contó el caso de
un proyecto en el que había trabajado en Venezuela. Se trataba de
una compañía que fabrica tubos de plástico que luego se utilizan
para diversas funciones como canalizar cables eléctricos y de telefonía. El problema que tenían era que el nivel de motivación entre los
obreros de fábrica era bajo y se limitaban a hacer el mínimo posible
durante su jornada laboral. Mi amigo se dio cuenta de que la mayoría de estos trabajadores llevaba mucho tiempo realizando la misma
tarea y que para ellos el sentido que le veían a su trabajo era producir metros de tubo. Un día los llevó a una instalación que estaba
haciendo la compañía telefónica y en la que utilizaban sus tubos
para meter los cables que daban servicio telefónico a todos los vecinos de un barrio de su ciudad. El ingeniero jefe de la instalación les
explicó que gracias a esos tubos los cables quedaban protegidos de
los roedores y los vecinos podían disfrutar del servicio telefónico.
Al día siguiente la atmósfera de la fábrica había cambiado por completo, los obreros tenían más energía, estaban más animados y se les
veía disfrutar más haciendo su trabajo.Y todo ello porque le veían
un sentido más elevado a lo que hacían, ya no estaban produciendo
metros de tubo, estaban creando un componente clave para que sus
vecinos pudiesen tener servicio telefónico en sus casas.
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Esta historia me recordó un cuento que he utilizado alguna
vez en mis programas y conferencias. Se trata de un hombre que
pasa por una calle donde hay una obra en la que están trabajando
un grupo de obreros. Se acerca a uno de ellos que no parecía estar
disfrutando mucho de su trabajo y le pregunta qué está haciendo,
a lo que éste le responde: “Pues no lo ve, estoy poniendo piedra
sobre piedra”. Camina unos pasos y le hace la misma pregunta a
otro que parecía un poco más animado, a lo que éste le responde:
“Pues estoy haciendo una pared”. Camina otros pasos más y ve a
otro obrero que parece muy contento y animado, e intrigado le
pregunta:“¿Qué está haciendo usted?” a lo que el obrero le responde: “Estamos construyendo una catedral”.
El disfrute en nuestro trabajo no solamente tiene que ver con
lo divertido que puede ser o lo bien que nos lo pasamos; el propósito humano y el sentido también son fuente de satisfacción y
disfrute porque hacen el trabajo gratificante desde un nivel más
interno y más profundo. Para los pescaderos es muy gratificante
hacer felices a sus compañeros y a sus clientes, éste es un propósito
humano evidente. Para el conductor de autobús, alegrar el día a sus
pasajeros es otro propósito humano que le llena y le hace sentirse
muy bien. Para los obreros de la fábrica de tubos, ver el sentido que
tiene su trabajo hace éste más gratificante.
En este orden de cosas, la pregunta que te hago es ¿cuál es el
propósito y el sentido que tiene tu trabajo más allá de ti mismo? O
mejor aún, ¿cuál es el propósito y el sentido más elevado del que
puedes dotar a tu trabajo?
Palanca de disfrute 3: “Aplicarte” a retos
Google es en la actualidad una de las empresas más admiradas del
mundo por su éxito y su capacidad innovadora. Pero también es
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una de las empresas que siempre aparece en el ranking de mejores
lugares en los que trabajar; lista elaborada por una organización
independiente y basada en las opiniones de los empleados. La razón de esto último tiene obviamente que ver con las políticas de
recursos humanos de la compañía y con la atmósfera que en ella se
respira, pero más allá de todo esto, tiene mucho que ver con lo gratificante que resulta el trabajo para sus empleados. Como empresa
innovadora que es y que está en permanente proceso de evolución,
crecimiento y desarrollo de lo nuevo, sus empleados, la mayoría de
ellos ingenieros de software, tienen un trabajo basado en retos a los
que aplican sus conocimientos, sus habilidades y su talento; y esto
hace que éste sea estimulante y generador de disfrute.
El psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, uno de los mayores expertos mundiales en el disfrute, nos explica en su excelente libro
Fluir que cuando aplicamos nuestras habilidades y capacidades a
retos adecuados a éstas, entramos en un estado mental placentero
que él llama “fluidez”. Esto es lo que les ocurre a los ingenieros de
Google cuando están trabajando en el desarrollo de un programa o
aplicación software, y también lo que les ocurre a los tenistas cuando
están totalmente metidos en un partido buscando la victoria, o lo
que les ocurre a los abogados cuando están inmersos en los detalles
de un caso buscando la manera de ganarlo.
Junto con las dos palancas que hemos visto hasta ahora, otra
manera de disfrutar en nuestro trabajo es por la vía del estímulo
y del disfrute que enfrentarnos a retos produce. Indudablemente
que hay trabajos, como los tres que acabo de mencionar, que por
su naturaleza están más enfocados a retos que otros. Sin embargo,
cualquier trabajo puede ser orientado en este sentido, todo es una
cuestión de cómo se aborde. Un peluquero puede limitarse a descargar de pelo las cabezas de sus clientes o considerarse un estilista
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que afronta cada “proyecto” —léase cada corte de pelo— como un
reto en el que conseguir darle estilo y donaire a la persona que tiene delante con pequeños detalles que son los que le van al cabello
de ese cliente. Abordando así su trabajo, cada cliente se convierte
en un reto al que aplicar todo su talento y habilidad. Estos peluqueros suelen disfrutar bastante más de su trabajo que los otros.
Además, suelen ser a los que mejor les va.
Los retos son tales porque nos desafían y hacen que nos esforcemos y utilicemos toda nuestra capacidad para lograr algo. Si no
hay desafío y esfuerzo no hay reto, y por lo tanto el estímulo y el
disfrute que experimentamos es limitado o nulo. Si Rafa Nadal
juega un partido de tenis con un principiante se aburre porque no
necesita hacer ningún esfuerzo para ganar, no hay reto, no hay estímulo y no disfruta como cuando juega con alguien de su nivel que
le fuerza a meterse por completo en el partido y a utilizar toda su
capacidad y talento. El reto te obliga a emplearte a fondo, y cuanto
más te empleas más disfrutas. Eso sí, el reto también tiene que ser
adecuado a tu nivel de habilidad y capacidad, de lo contrario no
hay estímulo ni disfrute. El reto te ha de exigir pero no abrumar.
La principal clave en esta tercera palanca de disfrute es adoptar
una actitud proactiva y orientar nuestro trabajo a retos si la naturaleza de éste no está tan basada en éstos o si hemos entrado en una
cierta rutina y mecánica. Cualquier trabajo puede ser orientado a
retos, todo es cuestión de nuestra propia decisión y de cómo queremos y vamos a trabajar. Un administrativo de un departamento
de contabilidad puede limitarse a introducir datos de facturas en el
sistema informático o autoadjudicarse el reto de utilizar sus conocimientos para, al tiempo que introduce los datos, buscar patrones
que puedan proporcionar una inteligencia de negocio que contribuya a mejorar los costes. Este segundo planteamiento le hará
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disfrutar mucho más de su trabajo y, seguramente, prosperar más
porque la gente proactiva y que aporta valor es a la que mejor le
va. Esto lógicamente le va a requerir salir de la zona de comodidad
y hacer un esfuerzo adicional, pero ¿se está realmente cómodo en
un trabajo que se ha convertido en rutinario, mecánico y falto de
vitalidad? Como alguien me dijo una vez, “no siempre puedes elegir el trabajo que haces, pero siempre puedes elegir cómo lo vas a
hacer y con qué actitud”.
Aplicarte a retos significa que te planteas retos adecuados y
que utilizas tus capacidades para lograr el resultado que te propones. Y aquí no solamente me refiero a la capacitación profesional,
sino también al conjunto de tu persona. El disfrute no sólo proviene de la movilización y utilización de nuestras habilidades y
capacidades profesionales, también procede, y mucho, de la movilización y utilización de nuestros talentos y fortalezas personales.
Puedes tener un talento natural para conectar y empatizar con la
gente que al movilizarlo y ponerlo en uso en tu trabajo te genera
disfrute; o puedes tener una fortaleza personal de carácter, como
el ingenio o el entusiasmo, que si utilizas en tu trabajo y en los
retos a los que te enfrentes te proporcionará una gran satisfacción
y también disfrute.
Uno de los descubrimientos de los investigadores de la psicología positiva ha sido que cuanto más usamos en nuestro trabajo nuestras fortalezas personales de carácter, más gratificante nos
resulta éste. Para averiguar cuáles son tus fortalezas personales de
carácter y que así puedas movilizarlas y utilizarlas consciente y
proactivamente en tu trabajo, el equipo de Martin Seligman de la
universidad de Pensilvania ha desarrollado un test cuyo acceso está
disponible en la página web en la que se encuentran los recursos
adicionales de este libro.
CLAVE 6: ACTIVAR LAS PALANCAS DE DISFRUTE EN EL TRABAJO
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Palanca de disfrute 4: Aprender, desarrollarte y crecer
Otra manera de disfrutar en nuestro trabajo es por la vía del
aprendizaje y del crecimiento. Aprender y desarrollarnos es algo
que nos resulta gratificante porque de alguna manera nuestra naturaleza está programada para ello. Igual que cuando tenemos sed
y bebemos sentimos el placer de saciarla, cuando aprendemos
y crecemos sentimos el disfrute de saciar esta otra necesidad de
nuestra naturaleza humana. Cada vez que he preguntado a los
participantes en mis programas qué es lo que más valoraban en
el trabajo, la posibilidad de aprender y desarrollarse siempre ha
ocupado los primeros puestos junto con la atmósfera laboral y la
remuneración.
Es verdad que no todos los trabajos brindan la misma posibilidad de aprender; no es lo mismo un biólogo que trabaja en un
laboratorio de investigación y asiste a congresos, que un camarero
cuyo trabajo consiste en poner cafés, cañas y tapas. En este sentido,
el primero tiene una “aparente” mayor posibilidad de disfrute por
la vía del aprendizaje y el desarrollo. He utilizado la palabra aparente porque en realidad es eso, aparente, ya que el camarero podrá
obtener tanto o más disfrute por esas mismas vías que el biólogo;
eso sí, esto provendrá de su propia iniciativa y proactividad, ya que
su trabajo seguramente no le exigirá mucho aprendizaje una vez
cubierto el nivel requerido.
Esto nos lleva de nuevo a uno de los caballos de batalla que
aparecen continuamente a lo largo de este libro: la importancia de
nuestra propia iniciativa y proactividad en nuestro bienestar, disfrute del trabajo y plenitud de vida. Este camarero puede decidir
aprender y desarrollar sus habilidades más allá del mínimo que le
exige su trabajo, para que éste sea más gratificante y disfrutar más
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de lo que hace cada día. Para ello podría decidir desarrollar sus
habilidades en preparar diferentes tipos de café que luego ofrecer a los clientes; o aprender algunas cosas sobre psicología del
consumo en espacios comerciales para organizar el espacio de la
cafetería en la que trabaja, de manera que los clientes se sientan
más a gusto y consuman más, o entablar conversaciones con los
clientes con la intención de conocer más a las personas y crecer en
su conocimiento y sabiduría de la naturaleza humana. Las opciones
son muchas. Lo único que se requiere es el deseo y la iniciativa.
Decidiendo introducir el aprendizaje y el desarrollo en su trabajo,
este camarero estará dando un paso muy importante en su disfrute
laboral, pero también en su éxito profesional porque en el mundo
actual, la prosperidad y el éxito están íntimamente relacionados
con nuestras capacidades, conocimientos y habilidades.
Igual que afrontar retos hace que el trabajo sea estimulante y
gratificante, aprender cosas, desarrollar nuestras habilidades y crecer
profesional y personalmente, tiene el mismo efecto, y por ello es
una palanca de disfrute en nuestro trabajo diario.
La clave está en ir al trabajo cada día con la intención de aprender cosas nuevas y de avanzar en nuestra capacidad y habilidades,
y luego buscarlo proactivamente. Una conversación con un compañero es una excelente oportunidad para aprender algo; un artículo en una revista que cae en nuestras manos nos puede dar las
claves para hacer algo que el día anterior no hubiésemos podido
hacer porque no sabíamos cómo; un libro que vamos leyendo en
el Metro nos puede proporcionar el conocimiento para hacer algo
creativo e innovador ese día en nuestro trabajo que a la postre
nos granjee un gran éxito. Son estas pequeñas iniciativas las que
nos proporcionan diariamente el disfrute de aprender y crecer en
nuestro trabajo. Junto con ellas, obviamente, existen otras inicia-
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tivas de aprendizaje más formales, como hacer cursos, programas
de E-learning, ver vídeos formativos, etc. Estas últimas pueden ser
iniciativa de la organización para la que trabajamos, si es que trabajamos para una organización o empresa, o responder a nuestra
propia iniciativa.
Hace unos años conocí a una persona que encarna a la perfección este espíritu y lo que esta actitud puede proporcionar. Dori
es la recepcionista y secretaria en una clínica dental a la que una
vez acudí. Lo primero que me llamó la atención fue lo contenta
y feliz que parecía en su trabajo; su cara estaba realmente radiante.
Entablamos conversación y enseguida me di cuenta de la razón de
su felicidad. Además de que parecía ser una persona bastante positiva, sabiendo que yo era ejecutivo de una multinacional, empezó
a contarme que le interesaban mucho los asuntos de empresa, que
estaba aprendiendo marketing y lo mucho que disfrutaba con ello
y analizando posibles maneras de promocionar la clínica, iniciativa
que había tomado a título personal. La verdad es que tuvimos una
conversación de lo más interesante y enriquecedora y en la que los
dos aprendimos cosas y disfrutamos mucho.Y todo ello por iniciativa de esta mujer excepcional que había decidido hacer de su trabajo
algo interesante y disfrutar cada día del placer de aprender y crecer.
El trabajo es algo que nos brinda la oportunidad de aprender
cosas nuevas cada día. Comenzar nuestro trabajo diario con esta
actitud contribuye notablemente a hacerlo interesante y estimulante, como le ocurría a Dori, independientemente de la naturaleza
del trabajo o de que sea o no lo que más nos apasiona y motiva.
Esto no es otra cosa que tomar uno mismo las riendas de la propia
satisfacción y disfrute y no quedar al albur del tipo de trabajo que
hacemos, de cómo funciona la organización para la que trabajamos
o de lo que hacen otros.
CLAVE 6: ACTIVAR LAS PALANCAS DE DISFRUTE EN EL TRABAJO
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Como dicen en náutica, un buen capitán puede navegar bajo
cualquier estado de la mar y lograr su objetivo, en este caso llegar al
puerto al que va. En nuestro caso, el puerto es disfrutar cada día en
nuestro trabajo, y un medio es utilizarlo para aprender y crecer, dos
fuentes naturales de disfrute. Recuerda que la naturaleza, de la que
somos parte, está programada para crecer y evolucionar; es por esto
que crecer, desarrollarnos y aprender nos hace sentir bien, y que, por
el contrario, estancarnos nos hace sentir mal y ahogados. El trabajo
puede y debe ser una vía de crecimiento y evolución.Y que esto sea
así depende más de nosotros que de las circunstancias particulares de
nuestro trabajo. Obviamente, determinados trabajos y entornos ayudan, pero nuestra actitud e iniciativa es lo que más cuenta.
Palanca de disfrute 5: Tener ilusión
Hace unos años conocí a un alpinista español que había hecho
múltiples expediciones a las montañas más altas del planeta, como
el Everest, el Aconcagua o el K2. Contándome sus aventuras había
algo que transmitía con gran claridad, y era la ilusión que tenía por
escalar esas montañas, por vivir esas experiencias y por llegar a la
cima. En cada expedición, la ilusión de vencer el reto y coronar
esos picos, lo permeaba todo y le hacía gozar todavía más de algo
que le gustaba mucho hacer.
La ilusión es una emoción positiva gozosa que nos hace sentir
felices y disfrutar más de cualquier cosa que hagamos en la que esté
presente. Para los montañeros, la ilusión de llegar a la cumbre aumenta el disfrute del camino. Para una pareja de enamorados, la
ilusión de casarse aumenta su felicidad. Para un emprendedor,
la ilusión de ver su proyecto materializado le hace disfrutar más del
trabajo que hace cada día.
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En una entrevista al famoso arquitecto inglés Norman Foster
que vi en televisión, comentaba lo mucho que disfrutaba con su
trabajo. En este disfrute, indudablemente, entran en juego factores
como lo que le gusta y apasiona su profesión, los retos a los que se
enfrenta en cada proyecto o el propósito más elevado con que realiza su trabajo, buscando crear espacios que faciliten la vida a las
personas y les ayuden a sentirse bien en ellos. Sin embargo, junto a
éstos hay otro factor muy importante: la ilusión que siente en cada
proyecto por ver ese edificio que tiene que construir, que en un
principio no es más que un concepto en su cabeza, convertido en
algo tangible.
La realidad es que cuando estamos ilusionados en nuestro trabajo disfrutamos más de él. Ésta es la razón por la que buscar la
ilusión es otra manera de incrementar nuestro disfrute laboral. Es
verdad que hay personas que por carácter son más dadas a ilusionarse que otras. También es verdad que determinadas ocupaciones
tienen una mayor capacidad de generar ilusión que otras porque
involucran proyectos, metas o sueños ilusionantes. Sin embargo, la
ilusión es un estado interior que podemos encender y alimentar
para que esté presente en nuestra vida y en nuestro trabajo. La
clave está en mirar hacia el futuro e imaginar lo que nos gustaría
ver hecho realidad. Puede ser un puesto de mayor responsabilidad,
puede ser emprender algún día nuestro propio negocio, puede ser
un equipo de trabajo cohesionado y que disfruta mucho cada día,
puede ser llegar a un alto grado de maestría en nuestra profesión…
La ilusión siempre tiene que ver con el futuro y con algo que nos
importa y que deseamos ver hecho realidad.Y esto es algo que depende más de nosotros que de las circunstancias.
Ir a trabajar cada día con ilusión es un excelente medio de disfrutar de nuestro trabajo. Llegados a este punto, la pregunta que te
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hago es: ¿Qué ilusión tienes en tu trabajo? Podría ocurrir que no
sientas mucha ilusión. Si éste es el caso, cambio la pregunta por las
siguientes: ¿Dónde podrías encontrar ilusión en tu trabajo? ¿Qué
realidad te gustaría ver materializada? Permítete entrar en estas preguntas y conectar con tu corazón y con algo que realmente te importe y desees ver hecho realidad en tu vida laboral. La ilusión hay
veces que es algo que “nos ocurre”, sencillamente nos ilusionamos
con algo, pero otras veces es algo que “hacemos que nos ocurra”,
nosotros mismos buscamos y elegimos una ilusión. ¿Cuál es la tuya?
Una vez que la tenemos o que la identificamos es importante
que la avivemos y alimentemos cada día igual que se aviva un fuego
para que no se consuma. Para esto es clave conectar cada día con la
ilusión, traer a nuestra mente aquello que queremos ver materializado, visualizarlo, verlo hecho realidad, vernos en esa realidad, y
luego, hacer cada día algo para avanzar en esa dirección.
Lo importante, al igual que veíamos en la palanca anterior, es
hacernos responsables, en este caso de nuestra propia ilusión, y ser
proactivos. “Tengo ilusión porque elijo tenerla y porque elijo mis
ilusiones”. ¡Cuánto poder hay en esta afirmación!
•
Disfrutar de nuestro trabajo diario es un componente clave
para que nuestros días sean grandes días. Para ello hemos visto cinco palancas que tienen un gran poder generador de disfrute. Poniéndolas todas juntas, éstas son:
1. Divertirte.
2. Dotar a tu trabajo del propósito más elevado.
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3. Aplicarte a retos.
4. Aprender, desarrollarte y crecer.
5. Tener ilusión.
•
Se cuenta que Arquímedes, en sus estudios sobre palancas dijo:
“Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Ésa es la potencia que tienen las palancas para mover pesos; y esa misma es la
potencia que tienen las cinco palancas anteriores para disfrutar de
nuestro trabajo diario. Cuantas más palancas actives mayor será tu
disfrute y satisfacción en tu trabajo. Lo mejor de todo es que todas
ellas dependen más de uno mismo que de las circunstancias o de la
naturaleza del trabajo en sí.
•
Con esto llegamos al final de la parte informativa de esta sexta
clave de todo gran día. Si estás siguiendo el programa “Cada día, un
gran día”, la parte práctica te está esperando.
Pero no sólo hemos llegado al final de la sexta clave, también
hemos llegado al final de este viaje que hemos realizado por las tierras de la energía y la vitalidad, el pensamiento positivo y potenciador, la felicidad, las relaciones positivas, la creatividad y las palancas
de disfrute del trabajo. Todas ellas constituyen las seis claves que
tienen el poder de hacer de nuestros días grandes días; de ayudarnos a tener el éxito que deseamos, a disfrutar de lo que hacemos y
a experimentar plenitud y satisfacción.
A lo largo de las seis etapas del viaje hemos ido viendo hábitos
y actitudes que de manera natural generan satisfacción, logros y
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disfrute en el trabajo, y, en última instancia, en la vida. Cada una
de ellas se ha centrado en un plano de nuestro ser, desde el plano
físico, al plano espiritual pasando por el emocional, el mental y el
relacional. Esto ha sido así porque somos seres multidimensionales,
en los que todas las dimensiones forman una unidad y están íntimamente relacionadas unas con otras, y se afectan mutuamente. Si
nos encontramos bajos de energía y vitalidad, cansados, fatigados,
esto tiene un efecto en nuestro estado emocional y nos hace más
proclives a emociones negativas, como la tristeza, la frustración o la
insatisfacción; pero también en nuestro plano mental, haciéndonos
más susceptibles de tener un pensamiento negativo, pesimista, derrotista o crítico. Ahora bien, también ocurre en sentido inverso: un
estado emocional de tono bajo literalmente nos drena de energía y
de vitalidad, al igual que lo hace el pensamiento negativo. Al actuar
sobre todos los planos, el modelo de las seis claves es realmente
potente para producir el resultado que buscamos, y que yo he resumido en hacer de nuestros días grandes días.
Si estás siguiendo el programa “Cada día, un gran día”, o si has
puesto en práctica algunas de las iniciativas y hábitos que hemos
ido viendo, seguro que ya estarás notando sus efectos positivos. Si
no ha sido así y has decidido leer todo el libro antes de tomar esta
iniciativa, aprovecho este final para animarte de nuevo a pasar a la
acción si es que deseas y sientes la necesidad de que se produzcan
cambios positivos en tu vida en los ámbitos de la satisfacción en
tu trabajo, el logro y la plenitud de vida. Hay tres estadísticas que
siempre me han parecido demoledoras. La primera es que la mayoría de los libros de no ficción que se compran nunca se leen más
allá de unos cuantos capítulos. La segunda, que la mayoría de las
personas que leen libros como éste en busca de ideas e información para hacer algún cambio positivo en su vida, nunca ponen en
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práctica esas ideas.Y por último, la tercera proviene del ámbito de
la formación en empresas: los datos indican que de todo lo que se
dice en un curso de formación, al cabo de un mes, los participantes
no recuerdan más de un cinco o un diez por ciento si es que no
ha habido algún tipo de continuidad. Ésta es la razón por la que he
insistido tanto a lo largo del libro sobre la importancia de pasar a
la acción, y la razón por la que he creado el programa “Cada día,
un gran día”. Mi deseo es que este libro sea una herramienta que
produzca resultados positivos en la vida de quien lo lea, y no una
mera compilación de ideas más o menos sabias o ingeniosas.
Si estás haciendo el programa, con esta sexta etapa terminamos
la primera fase y pasamos a la segunda, en la que iremos afianzando
y consolidando los nuevos hábitos. Si no lo estás siguiendo, ahora
puede ser un buen momento para comenzarlo, o para avanzar en
aquellos ámbitos de los que hemos visto en los que sientas una
mayor motivación. El hecho de haber llegado a este punto en la
lectura del libro habla de tu interés por hacer cambios positivos en
tu vida. Esto es posible, mi propia experiencia así me lo indica; sólo
se necesita la decisión de hacerlos y contar con la guía y el apoyo
necesarios. Con este libro y con el programa “Cada día, un gran
día”, mi objetivo ha sido proporcionarte ambas cosas.
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