Tengamos higiene al hablar

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REFLEXIONES ESPIRITUALES.
“Tengamos higiene al hablar”
Para lograr el éxito en la vida hay que tener una higiene al hablar, para darnos cuenta
sino estamos cavando nuestra sepultura con nuestra propia lengua, al criticar, juzgar y
destrozar la honra de nuestros semejantes. Es por lo cual podemos si queremos, analizar si
no estamos teniendo higiene en el hablar y en el pensar.
Tenemos que empezar por no dar falso testimonio de nuestro prójimo. Cuantas
personas tienen el deseo de ser importantes al contar un chisme o fabricar un cuento sobre
otros, en algo que no existe o jamás pasó. Pero ellos al usar su lengua viperina, creen que
serán mas importantes y las demás personas los va a valorar mas. Difundir una mentira, que
no nos consta que es cierta, es atentar contra la vida y honra de un ser humano.
No hay que permitir que nuestros prejudicios influyan de como hablamos de los
demás. Cuantas veces tenemos algún rencor, un odio latente o envidia contra cierto sujeto. Y
usamos nuestra lengua para destilar esa ira reprimida en lastimar y destruir su honra o fama.
Podemos si queremos no hablar y no opinar, cuando alguna persona se le esté destrozando
con la lengua por los demás. Saber callar y guardar silencio, es lo mas sano y recomendable.
Nunca te vas arrepentir de la frase que no dijiste.
No hay que mentir ni exagerar cuando hablamos sobre otras personas. Se nos antoja
aumentar los defectos del prójimo y empequeñecer sus virtudes o cualidades. Solo nosotros
nos sentimos perfectos e infalibles. Y cuando alguien cae o falla, encontramos una excusa
para pisarlo y destrozar su honra, aumentando en lo que fallo y nos engolosina lastimar su
reputación. No perdonamos ni aceptamos los defectos del prójimo.
Hay que vigilar nuestra forma de hablar, y siempre que sea posible abstenernos de
decir cosas dañinas o privadas sobre otras personas. A veces se nos pide la opinión de tal o
cual persona, buscando que contribuyamos a destruirlo o dañarlo. Es recomendable en esos
casos responder: “Si ya se murió Dios lo está juzgando, y si no se ha muerto Dios lo va a
Juzgar”. Porque nosotros no somos nadie para juzgar al prójimo.
Lo que para ti es detestable, no se lo hagas a tu prójimo. Ya se dijo hace años, “El
Respeto al derecho ajeno es la paz”. Y podríamos agregar el respeto a no criticar, dañar y
lastimar con la lengua a nuestro prójimo, es mas importante que dañarlo en otras formas.
Porque si dañas las honra de un ser humano, es mas fácil recoger un costal de plumas
lanzado al viendo en un ciclón, que restituir su honra.
Hay que amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos. ¡Cuantas personas
aman a Dios y odian a su prójimo!. Tal vez hoy sería bueno escuchar la frase de San Pablo
cuando dice: “Si amas a Dios que no ves y no amas a tu hermano que ves, eres un
hipócrita”. La moneda de la felicidad es amar al prójimo, respetarlo y aceptarlo; para que
nosotros recibamos lo mismo.
Tengamos higiene al hablar. Aventuremos el reto de la discreción, el respeto y el
interés de los unos por otros. Podemos tener un cielo anticipado si aprendemos a cerrar la
boca y conectarla con nuestro cerebro, antes de ponerla a funcionar. Hay que manejar la
discreción en los errores del prójimo, respetándoles sus defectos y aumentando sus
cualidades. Eso hará que crezca el interés de ellos por nosotros, y tendremos en esta vida:
paz, amor y armonía. Cada quien cava la sepultura de su desgracia lesionando con su
lengua, o labra su destino en ser feliz generando palabras de estimulo, aliento y comprensión
por el prójimo.
DR- ROBERTO DIAZ Y DIAZ.
[email protected]
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