CAPÍTULO V: El gnosticismo y su literatura

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El gnosticismo y su literatura
CAPÍTULO V: El gnosticismo y su literatura1
1. ¿Por qué este tema?
El movimiento gnóstico se presentó desde sus orígenes en el siglo II y III d.C., con una fuerte
dosis de responsabilidad cuyo fin, era dar una respuesta concreta a la condición humana, al
hombre que vivía en circunstancias caracterizadas por la miseria del hombre, la confusión y la
pérdida de sentido. Así, el movimiento gnóstico se presentó con una fachada de humanismo,
que en el fondo resultaba ser un humanismo equivocado porque en el afán de hacer eco a la
condición humana y ubicar al hombre en su estructura ontológica de señalarle su meta y de
darle incentivos para construir su historia mundana, resultaba a fin de cuentas un humanismo
negativo porque su presentación clave era afirmar en el hombre un agudo sentido renegación
y resentimiento del mundo2.
Una vez que la alta especulación griega había derrapado de lo ontológico y metafísico
hacia intereses puramente éticos y de superficialidad pragmática, para decirlo con palabras de
M. Heidegger: el mundo ultrasensible de las esencias y las ideas había perdido su tuerza
normativa, y sobre todo, su fuerza para despertar y elevar al hombre3. O como observa Dodds:
el desprecio a la condición humana y el odio al cuerpo era una enfermedad endémica en la
cultura de la época y más extremos se dieron precisamente en los gnósticos y los cristianos4.
Si bien es cierto que el gnosticismo dio una respuesta a la condición miserable del
hombre, no alcanzó a ser un eco válido para todo el hombre ni para todos los hombres:
a) Por caer en un elitismo esotérico reducido a unos cuantos elegidos.
b) Por lanzar al hombre a un mundo de imágenes fantasiosas que caía en una
mitologización pseudorrenovada.
c) Por establecer una dicotomía irreconciliable entre el mundo de la realidad y un
mundo de valores inalcanzables que sólo inducía al hombre a la frustración y al engaño.
d) Por despojar al hombre de la razón y la fe para llevarlo a un pretencioso
superconocimiento salvífico, la llamada gnosis.
1
Cf. H. JONAS, Lo gnosticismo, (Torino, SEI 1993).
Cf. E.R, DODDS, Paganos y cristianos en una época de angustia, (Madrid, Cristiandad 1975) 50.
3
Cf. M. HEIDEGGER, Holzwegw, (Firanze, 1968) 198.
2
4
Cf. . E.R, DODDS, Paganos y cristianos en una época de angustia, 60.
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Nos encontramos, pues, con un fenómeno histórico muy particular y digno de ser
tomado en cuenta.
2. Origen y Naturaleza del Gnosticismo
Para indagar sobre el origen y naturaleza del Gnosticismo es conveniente tener presente sobre
todo, la situación cronológica que va de fines del siglo II al siglo III d.C. Por un lado, el
pensamiento filosófico se había erosionado tanto que los altos ideales de la paideia griega se
habían reducido y diseminado en una afloración de grupos que ya no siguieron la alta
tradición gestada por Platón y Aristóteles. Realmente no se dio una continuidad en el
pensamiento. Se había abandonado la obra de Aristóteles y se le redujo a un mero interés
lógico y retórico. De Platón se pasó a hacer diversas exégesis a nivel metafísico, pedagógico y
político. Plotino mismo nos dice que su máxima aspiración era el ser un humilde exegeta de
Platón5. En cuestión religiosa se registró una contusión de sectas que deambulaban al rededor
del Mediterráneo. La cultura se había reducido a una tradición sumamente debilitada. Surgía,
al mismo tiempo, un hambre y una sed por adquirir seguridad subsistencial para el ser y hacer
del hombre, misma que no era fácil aferrar dado el mundo de caos y confusión en que se
vivía.
Los estudiosos del fenómeno del gnosticismo6 han acordado hacer una distinción de
términos. Así, con el nombre de «gnosticismo» se hace referencia a la existencia de un
complejo de doctrinas y sectas: simonianos7, marcionitas8, valentinianos9, oofitas10,
Enéadas, V, 1, 8.10-14: «Nosotros no somos más que exegetas de esas antiguas tradiciones…»
Cf. R,M. GRANT,, H.C. PUECH, Histoire des Religions, (París 1970); H. JONAS, Lo gnosticismo; S. HUTIN, Les
gnostíques, (París 1959).
7
«Discípulos gnósticos de Simón el Mago. Precisamente es a éste a quien se debe el término de “simonía”, o
“simoníaco”, con el que se designa el tráfico de objetos sagrados, empleos, beneficios y dones espirituales. La
expresión procede del pasaje de Hch 8,9,26 (…). Fue Simón contemporáneo de los apóstoles, pero también lo
fue Nicolás (nicolaítas) y de Dositeo (dositeanos), del que probablemente fue discípulo. (…) La doctrina de
Simón sólo nos es conocida por lo que refieren de ella sus oponentes: Justino, Ireneo, Clemente Alejandrino,
Orígenes, etc. Según Hipólito, Simón utiliza el viejo simbolismo del árbol que vio en sus sueños
Nabuconodosor: el tronco, las ramas y las hojas son consumidos por un fuego aparente, en tanto que el fruto no
arde ni debe ser recolectado. Este fruto es el alma del hombre, un alma que está hecha principalmente de un
fuego invisible. Y ese fuego no engendrado es la fuerza, la Potencia infinita y el principio de todo. Los
simonianos habrían practicado la magia, comerciando con la interpretación de los sueños, y habrían poseído la
facultad de domeñar los genios familiares. Sus adversarios les acusaron de complacerse en costumbres
licenciosas. Daban gran importancia al bautismo; y al bautismo de agua (por inmersión) añadieron el bautismo
de fuego. El Mago –decían- hacia aparecer una bola de fuego sobre la cabeza del recipiendario durante la
ceremonia». H. MASSON, Manual de herejías, (Madrid, Rialp 1989) 316-317.
8
«Gnósticos dualistas del siglo II, discípulos de Marción. Nació éste alrededor del año 85 en Sínope del Ponto,
en la Turquía actual. Siendo muy joven fue excomulgado por su padre, que era obispo de Sínope, probablemente
por conducta inmoral o quizás por interpretar erróneamente la doctrina cristiana. Viajó por Asía y, finalmente, se
marchó hacia Roma hacia el 140, donde conoció a Cerdón, que le hizo conocer la ideas gnósticas. Marción se
5
6
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herméticos, maniqueos11, por mencionar los más grandes sistemas gnósticos según Jonas. En
cambio, con el término «gnosis» se hace referencia a un conocimiento que se opone a la fe de
las masas cristianas y que supera a la misma razón. Propiamente dicha, la gnosis es una
revelación secreta y misteriosa dada a un espíritu privilegiado, selecto, a un enviado celeste.
Este conocimiento es del todo subjetivo y el hombre se hace de él mediante un rito esotérico
que le revela su origen y destino. Con la iniciación al rito el hombre recibía una iluminación
especial que tocaba su interior.
Con los términos gnosticismo y gnosis se incluyen fundamentalmente tres elementos:
a) La presencia en el hombre de una chispa divina que cayó en la materia y quedó
aprisionada y dormida allí en el cuerpo material que, está sometido al destino, al nacimiento y
a la muerte. La gnosis despierta a la chispa celeste, al yo interior del hombre que ha de
incorporarse a lo divino.
b) Esta idea se funda sobre la concepción de una degradación de lo divino, cuya
periferia (Sophia) debía entrar fatalmente en crisis y producir este mundo. Aquí encontramos
un dualismo, un doble movimiento de degradación y de reincorporación en el mundo divino,
el llamado pléroma, ogdoada o plenitud del ser.
c) La auténtica gnosis es aquella que implica la connaturalidad con lo divino, o sea
una identidad divina de cognoscente (gnóstico) con lo conocido (la sustancia divina) y el
medio con lo que conoce (La facultad divina implícita que debe ser despertada y actuada).
Estos tres elementos que integran la gnosis nos llevan a observar que ella respondía
siempre a una angustia subjetiva del individuo y porque había sido degradado su ser (la
chispa celeste) debía interesarle el mundo pero en dimensión puramente intimista y de
interioridad, para reincorporarse al pléroma, al mundo de la plenitud y subsistencia total,
En el fondo, el fenómeno del movimiento gnóstico se presentaba con un cariz
fuertemente humanista, aunque parcial y equivocado. Ciertamente le preocupaba el hombre,
pero un hombre totalmente desubicado, como un pez fuera del agua en un habitat que le era
apoyaba en las palabras evangélicas de Lc 5,36-38 y Lc 6,43, para deducir que de tales textos que si había
árboles buenos que daban abundantes frutos malos, es porque había dos dioses: el Dios del rigor, cruel y celoso,
y del AT, y un Dios bueno, el anunciado por Jesús en el evangelio. Y Marción defendía la existencia de ambos
principios, opuestos –según él- radicalmente». Cf. H. MASSON, Manual de herejías, 221-223.
9
Cf. H. MASSON, Manual de herejías, 342-344.
10
Cf. Ibid., 260-261.
11
Cf. Ibid., 214-219.
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totalmente ajeno. El gnosticismo establecía de manera especial una dicotomía infranqueable
entre el hombre-chispa celeste y la dimensión material más inmediata: su cuerpo.
Respecto a los orígenes del gnosticismo existen diversas opiniones. Lo cierto es que
no es fácil focalizar en el inmenso océano del movimiento gnóstico cuál sea su origen. Uno de
los grandes especialistas12 ha logrado establecer cuatro explicaciones principales acerca del
origen del Gnosticismo:
a) Origen helénico. Esta corriente piensa que el gnosticismo tuvo su origen en la
aguda helenización del cristianismo, especialmente con las doctrinas platónicas combinadas
con un elemento de la religión iránica, es decir que la forma fue dada por el platonismo y el
contenido por la religión iránica.
b) Origen Oriental. El gnosticismo nace de una combinación de la religión persa
zoroástrica que plantea la existencia de dos principios enemigos y en lucha entre ellos, con la
concepción griega de los altos ideales espirituales en oposición al mundo sensible y material.
c) Origen judeocristiano. El gnosticismo nace en la novísima religión cristiana que se
vale de categorías apropiadas según la cultura y religión que se trate para hacerse entender y
propagar la propia doctrina.
d) Origen del judaísmo heterodoxo. El gnosticismo tiene su origen entre los judíos
renegados que se sintieron defraudados en sus esperanzas mesiánicas.
3. Fuentes bibliográficas para conocer el gnosticismo
Las fuentes para conocer el fenómeno del gnosticismo han sido muy bien clasificadas. Esto
prueba el grande interés que ha suscitado el estudio del gnosticismo. Los especialistas han
clasificado las fuentes en dos grandes secciones:
Las fuentes primarias que se concretan en:
a. La obra egipcia del siglo II d. C., denominada Poimandres escrita en lengua griega.
b. Los escritos contenidos en el papiro berlinés que van del siglo I al IV d.C., en
lengua copta (Sabiduría de Jesucristo, Evangelio de María Magdalena, Apócrifo de Juan,
Hechos de Pedro).
12
Cf. R.M. GRANT, Gnosticism and Early Christianity, 24-25.
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c. Los manuscritos de Nag-Hamadi descubiertos en esta pequeña aldea egipcia al
norte de Luxor. Estos son 53 tratados contenidos en 13 códigos escritos en lengua copta, entre
el II y IV siglo d.C.
Las fuentes secundarias. Estas fuentes están contenidas en los escritos de los padres de
la Iglesia y algunos filósofos. Generalmente, estos escritos son denominados en su conjunto
como literatura anti-gnóstica y es juzgada por algunos como fuente de noticias un tanto
tendenciosos sobre el gnosticismo. Normalmente estas son noticias dispersas contenidas en
indicaciones, citas, fragmentos o escritos más o menos completos. De estas fuentes, tenemos
las siguientes:
a. En el siglo II d.C. San Justino, Apología I, San Ireneo, Contra los herejes. Ambos
escritos en original griego.
b. En el siglo III d.C.: Hipólito de Roma, Philosophumena o el elenco de todas las
herejías; san Clemente Alejandrino, Stromata o notas sobre verdadera filosofía y Extractos de
Teodoro; Orígenes, Contra Celso y el Comentario al Evangelio de san Juan; Tertuliano,
Scorpiace, De praescriptione haeretícorum, Atversus Marcionem, De carnis resurretione, De
anima, De carne Christi; Plotino, Eneada II, 9; III, 8; V, 5, 8; Polirio, Vida de Plotino.
c. En el siglo IV d.C.: Egemonio, Acta de Arquelao; Epifanio, Panario; Efrén el Sirio,
Tres escritos Contra Bardesán, Manes y Marción; Filastro, Libro sobre los herejes; Eusebio
de Cesarea, Historia eclesiástica.
d. En el siglo V d. C.: Teodoro de Ciro, Compendio de las fábulas de los herejes.
4. La Doctrina del Gnosticismo
Como es de notarse, las fuentes del gnosticismo son tan vastas que seria imposible abarcar en
pocas páginas su doctrina. Para los fines que perseguimos en nuestro curso, nos limitamos a
tres puntos capitales de la doctrina gnóstica, a saber: su concepción del hombre que se
constituye en el punto focal de su doctrina en donde se trata de esclarecer el origen, la
naturaleza y destino último del ser humano. En segundo lugar se dará un esbozo de la ética
gnóstica como medio de elevación del hombre a alcanzar su plena humanización. Finalmente
tocaremos el destino último del hombre, el esjatón al que se dirige el hombre.
4.1. Punto de partida: La miseria del hombre
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Las fuentes secundarias, especialmente Epifanio, nos reporta más de 60 sectas gnósticas de la
antigüedad. Casi todas estas sectas confluyen en un punto de partida común centrado en el
problema del hombre, de su condición de miseria. El punto clave nos lo presenta Clemente
Alejandrino en una serie de cuestionamiento:
 ¿Quiénes éramos?
 ¿Qué cosa hemos llegado a ser?
 ¿Dónde existíamos?
 ¿A dónde hemos sido arrojados?
 ¿Hacia dónde vamos?
 ¿De qué cosa requerimos ser liberados?
 ¿Qué es la generación y qué la regeneración?
El problema antropológico se vincula casi siempre al problema cosmológico y
teológico: un mundo intrínsecamente malvado y una concepción terrorífica de Dios, está
separada diametralmente de la naturaleza y de todos los seres materiales.
El gnóstico acusa a la materia y especialmente al cuerpo (la dimensión material del
hombre) como algo que lleva en su estructura ontológica el mal, a causa del apego del
corazón del hombre a la materia que lo pervierte y aleja de Dios.
Las grandes cuestiones gnósticas acomunadas al problema del nombre las podemos
cifrar en: 1) ¿Cuál es el origen de la materia? No podía estar en Dios, el ser perfecto del cual
no puede provenir algo que por naturaleza es malvado. 2) ¿Cuál es el origen del mal en el
hombre y en el mundo? ¿Acaso sería Dios quien infundió el mal en la naturaleza? 3) ¿Puede
liberarse al hombre del mal? ¿Cómo se libera el hombre del mal (de la materia) y cómo
participa del mundo espiritual y celeste? 4) ¿Cuál es el criterio que se debe usar para
comprender la actual situación de miseria del hombre y del mundo? ¿Será un criterio de
verdad humana o de verdad revelada?
Para explicar la condición humana de miseria el gnóstico acuña una concepción
ecléctica del hombre, como un compuesto ternario: el cuerpo, el alma y el espíritu (soma,
psijé y pneuma). El Demiurgo (un ser malvado, celeste, intermediario entre Dios y los
hombres) creó al hombre aprisionando una chispa divina en la materia (el cuerpo humano) y
al que le confirió una potencia (psíjé) que lo entretenga y haga dormir en la materia. El
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hombre (la chispa celeste y divina) está en manos y bajo el gobierno despótico del Demiurgo.
Sólo la gnosis, el conocimiento de los misterios divinos puede dar acceso a que el hombre se
libere de la materia. Desde esta concepción antropológica, el gnóstico se siente con el derecho
de fomentar en el hombre una repugnancia inflexible e intransigente a las diversas
manifestaciones de la sexualidad: deseo sexual, unión, concepción y nacimiento. Procrear
sería colaborar con el Demiurgo, aprisionando chispas divinas en la materia. Todos los
acontecimientos principales de la vida humana son negados: nacer, enfermedad, vejez, morir.
Se crea en el hombre un fuerte sentimiento de nostalgia, de inquietud y extrañeza frente al
cuerpo y el mundo.
Así, el cuerpo humano es visto como tumba, prisión, cadáver, un compañero
indeseable. Se trata, pues, de un irresistible pesimismo de la vida humana que termina por
provocarle al hombre angustia, desesperación y falsa salida. De tan humana que pretende ser
la respuesta gnóstica a la condición humana de miseria, resulta ser algo sofocante, llena de
fracaso y de frustración, algo equivocada, llena de destrucción para el hombre mismo.
4.2. Ética
La ética gnóstica se fundamenta en un dualismo ontológico radical: la oposición
irreconciliable entre Dios y la materia, lo divino y anti-divino. En el fondo, es un monismo
quasi panteísta. De Dios emanan todos los seres, en la medida en que se alejan de El se
degeneran y corrompen hasta llegar a la materia, la cual se liga a Dios mediante una serie de
seres intermedios: demiurgo, ángeles, demonios.
Por tanto, la ética gnóstica excluye la libertad. Todo es reducido a un conformismo
fatalista, al desprecio y renegación de la materia. El bien es la gnosis, el mal es la ignorancia.
Se propicia en el hombre un dualismo radicalmente polarizado: por un lado una ascesis
severamente antihumana y, por otro, una licenciosidad extrema. Estas dos actividades se
centran en torno a la sexualidad como expresión nata del cuerpo material. Orígenes, en su
obra Perí arkón (Sobre los principios) nos transmite la noticia de que los valentinianos hacían
una clasificación de los hombres: hílicos (materiales), psíquicos (los cristianos) y pneumáticos
(espirituales). Un hombre pneumático podía hacer lo increíble en cualquiera de los dos polos
y le era lícito, nada lo podía alterar, pues ya estaba más allá del bien y del mal. No así un
psíquico que tenía que doblegarse a la ascesis de renuncia, sacrificio y mortificación El hílico
ya estaba dañado en forma irremediable e irreversible.
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Los expertos en gnosticismo señalan que en cuestión ética, algunos gnósticos llegaban
padecer de una verdadera patología sexual13. Epifanio nos describe actos y ritos de culto
donde algunos gnósticos se daban a la espermatología, aborto, comida de fetos en banquetes
rituales. Algunos padres de la Iglesia, unos un tanto mal informados y otros un poco
tendenciosos, describen a ciertos gnósticos en términos de libertinos, permisivistas,
verdaderos degenerados inmorales. Lo cierto es que los gnósticos, en su equivocada
concepción del hombre, no soportan un juicio moral porque bandeaban entre la severidad y la
licenciosidad.
4.3. La historia y el destino último del hombre
Para el gnóstico la historia humana no existe. El tiempo y la historia son producto del mal que
produjo el Demiurgo al aprisionar la chispa celeste en el materia No hay cabida para la
rehabilitación y rescate del hombre. En tal caso, el circunscribir al hombre en el tiempo y en
la historia es algo derivado, algo fatal que debe soportarse como un castigo inevitable14.
Siguiendo la división que hacen los valentinianos de la humanidad encontramos que
los pneumáticos son los poseedores de la gnosis salvífica; para ellos el rescate les viene en
forma necesaria. Lo contrario sucede con los hílicos a quienes se les asigna un destino
necesariamente de perdición final y total. Para estos dos géneros de hombre no hay tiempo
histórico. Para los pneumáticos el tiempo es algo que tienen que soportar como algo ya
predeterminado; para los hílicos el tiempo les significa el perderse y degradarse en su ser
material. Los psíquicos (que serían los cristianos), en el tiempo y la historia ejercen su libre
albedrío, en ellos sí tienen sentido lo temporal y lo histórico, sobre todo en lo que respecta a
las tomas de decisión que hagan, tal vez lograrán rescatarse pero con las mismas posibilidades
de quedar perdidos en la materia.
El destino último del hombre se cifra, por tanto, en reincorporarse al pléroma, al
mundo superior de la plenitud en forma altamente subjetiva e individual. El gnóstico concede
una importancia clave al intimismo, a la interioridad, a su yo poseedor de la gnosis. Se
concibe el destino último como una predestinación ya calculada unos al mundo de la materia
y otros al mundo superior luminoso.
13
14
Cf. S. HUTIN, Les gnostíques, 76
Cf. H.I. MARROU, Patristique et Humanisme, 391.
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5. Evaluación del gnosticismo
Ciertamente el gnosticismo, en sentido estricto no es una filosofía, pero no podemos negar su
influencia en la historia del pensamiento humano, que desde la antigüedad hasta nuestros días
siguen surgiendo movimientos que se asimilan y asemejan muchísimo al antiguo fenómeno
del gnosticismo. Desde los tiempos de la Edad Media, pasando por los alquimistas, las
teosofías del s. XVI y XVII, hasta llegar a la masonería y tantos fenómenos exóticos de
nuestra época: rosacruces, dianética. Todos son movimientos que en algo se asemejan al
antiguo gnosticismo que pretenden llevar al hombre a la búsqueda y encuentro consigo
mismo, búsqueda que se torna sorda y frustrante porque el valor y significado de la vida que
no se busca más sino que «se confiere». De lo cual puede resultar un humanismo equivocado
en el que el hombre es desposeído de su soporte ontológico. Los valores quedan reducidos a
mero esfuerzo de valorización y se les cancela su realidad objetiva.
El hombre lanzado, arrojado en el cosmos, se queda perdido. Se llega a una especie de
nihilismo. El hombre solo consigo mismo. El famoso homo absconditus caracterizado por el
perfil nietzsceano de la voluntad de poder.
De tan humano que puede parecer el Gnosticismo antiguo como los brotes de neognósticos, se camina a lo irracional, Es una especie de ideología monolítica y cerrada que
acaba por deshumanizar al hombre que en principio pretendía rescatar mediante una supergnoseología aristocrática u oligárquica, con instrumentos míticos que identifican y tipifican al
pensador irracionalista.
En el fondo, el gnosticismo propone una concepción antirracionalista del hombre y su
destino. Así, desde el nihilismo de Nietszche, el existencialismo, el romanticismo, el
marxismo y tantos otros pensamientos actuales colaboran para confundir al hombre en su
esfuerzo por adquirir una mayor humanización.
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