EL ORGANISMO PIERDE A SU INICIADOR

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EL ORGANISMO
P I E R D E A SU INICIADOR
Por razones especiales, el Organismo Internacional de
Energía Atómica comparte el dolor del mundo entero
por el fallecimiento de Dwight D. Eisenhower. En el
presente artículo se relata parte de la historia — empleando en gran parte sus propias palabras - de cómo
concibió y expuso al mundo la idea que condujo a la
creación del Organismo.
El Dr. John A. Hall, actual Director General Adjunto de Administración,
cuyas tareas desde 1953, tanto en Washington como en Viena, han estado
estrechamente relacionadas con el fomento de la colaboración internacional,
nos remite las siguientes notas:
En un número reciente del Boletín (Vol. 10, N- 5), se dice que Henry
De Wolf Smyth y el autor de estas líneas fueron «los dos asesores que tuvo
el Presidente Eisenhower para preparar su discurso «Átomos para la Paz»,
pronunciado en 1953 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, como
resultado del cual se creó el Organismo».
En aquel entonces, el Dr. Smyth era miembro de la Comisión de Energía
Atómica de los Estados Unidos, y el que esto escribe era Director de Asuntos
Internacionales. Ninguno de nosotros dos asesoró al Presidente Eisenhower
en la preparación del mencionado discurso. La labor que hayamos podido
realizar el Dr. Smyth y yo es posterior al 8 de diciembre de 1953. En vista
de que los hechos anteriores a diciembre de 1953 no son muy conocidos, y
en la certeza de que interesarán a nuestros lectores, deseo dejar constancia
de ellos, tal como los describe el Presidente Dwight Eisenhower en su
interesante relato 1 .
«Un día se me ocurrió que, con donaciones en especie de nuestras
reservas de materiales nucleares, entonces sin igual, podía crearse un fondo
común con fines pacíficos. Esto significaba que las donaciones habían de
correr a cargo de Rusia y los Estados Unidos, participando también la Gran
Bretaña, al menos en escala modesta. Mi deseo era desarrollar esta idea
de manera que se c r e a s e , cuando menos, una atmósfera de serenidad y
sensatez que permitiese estudiar la cuestión desde todos los puntos de vista.
«En consecuencia, en septiembre hablé de ella a mi Ayudante Especial
para Asuntos Nucleares, del Consejo Nacional de Seguridad, General Cutler,
quien pocos minutos después de abandonar mi despacho, ya estaba escribiendo a Lewis Strauss. << El Presidente quisiera que Vd. estudie la siguiente
1
Presidente Eisenhower, « Mandate for C h a n g e » (Copyright by Doubleday & Company, Inc., Garden
City, Nueva York, 1962), págs. 357 a 359.
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propuesta, en la que nadie ha pensado todavía, según cree . . . Supongamos
que los Estados Unidos y los Soviets entregara a las Naciones Unidas, para
fines pacíficos, X kilogramos de materiales fisionables . . .».
«En las semanas que siguieron, Strauss, Cutler, Jackson y sus ayudantes trabajaron intensamente, analizando las posibles consecuencias de
la idea. Fruto de sus deliberaciones fueron la sugerencia, debida al Almirante
Strauss, de almacenar el uranio en baja concentración y en disolución para
impedir robos, y la propuesta de crear un Organismo Internacional de Energía
Atómica. Strauss y Jackson se reunieron una y otra vez a desayunar en el
Metropolitan Club de Washington para trabajar en el borrador del discurso
sobre este tema; el nombre de Wheaties (un plato a base de cereales que
se toma en el desayuno) convenido para designar el proyecto fue, pues, muy
oportuno.
« Finalmente, el trabajo terminó, unos minutos tan sólo antes de empezar
el discurso. El texto, que yo había corregido tan repetidamente, estaba
abierto ante mí, mecanografiado al fin en forma definitiva, cuando comencé
a hablar ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 8 de diciembre.
«Aquella tarde, a las 4, tras un vuelo directo desde las Bermudas, pronuncié mi segundo discurso importante sobre relaciones internacionales,
esta vez ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.
Me había llevado el borrador del discurso a las Bermudas, con el propósito
sobre todo de seguir trabajando en él hasta convertirlo en una exposición
fiel de mis pensamientos. Al mismo tiempo, deseaba comentarlo con Winston
(Churchill) en detalle, y con M. Laniel a grandes rasgos. Quería cerciorarme de que ambos estadistas comprendían bien los móviles que me impulsaban,
para que muchos aliados no se sintieran heridos en el caso de haberse deslizado alguna formulación poco feliz. Mr. Churchill y sus asesores, Anthony
Eden y Lord Cherwell, creyeron encontrar en el borrador dos frases de esa
naturaleza, juzgando que su inclusión tendería a hacer dudosos nuestros
propósitos pacíficos y constructivos, y a subrayar la actitud ' belicosa e
inflexible de los Estados Unidos. Foster y yo discutimos la cuestión, vimos
que los cambios sugeridos eran acertados e introdujimos dos modificaciones.
« C D . Jackson, que iba en el avión que nos llevaba a Nueva York,
colaboró durante todo el viaje con Foster Dulles, con Lewis Strauss, Presidente de la Comisión de Energía Atómica, y conmigo en la revisión y corrección final del texto. Trabajamos hasta el último momento, para dar tiempo
a la Sra. Ann Whitman a que terminara de pasarlo a máquina, y tuve que
rogar al Coronel Draper que estuviera media hora dando vueltas sobre Nueva
York antes de aterrizar. Entonces Foster, Lewis y C D . pusieron también
manos a la-obra. Tenía gracia ver al Secretario de Estado, al Presidente
de la Comisión de Energía Atómica y a mi asesor principal en cuestiones
de "Propaganda" ayudar a manejar la multicopista y a coser las hojas».
Así es como se presentó al mundo, una idea sugestiva, hace 15 años.
El Organismo Internacional de Energía Atómica tiene en la actualidad 102
Estados Miembros y algo más de 1000 funcionarios. La contribución a la
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paz y la seguridad internacionales, que se propusieron al Presidente
Eisenhower, Lewis Strauss y demás figuras de la época, s e r á pronto una
realidad, cuando el Organismo Internacional de Energía Atómica ejerza las
funciones que se le han asignado en virtud del Tratado sobre
la no proliferación.
A continuación se transcriben algunos pasajes de la alocución pronunciada por el Presidente Dwight D. Eisenhower el 8 de diciembre de 1953:
«La era atómica ha avanzado a pasos tan agigantados, que cada ciudadano
del mundo debiera tener una idea, por lo menos relativa, de la magnitud
de este avance, que reviste la máxima importancia para todos y cada uno
de nosotros. Es evidente que si los pueblos del mundo quieren buscar la
paz de manera inteligente, tienen que saber cuáles son los hechos importantes
que caracterizan la época en que vivimos.
« . . . Mi país quiere ser constructivo, no destructivo. Desea el acuerdo,
no la guerra entre las naciones. Desea vivir libre y tener la confianza de
que los pueblos de las demás naciones disfrutan, igualmente, del derecho
de elegir su propia forma de vida. El anhelo de mi país es, pues, contribuir
a que salgamos de estas pavorosas tinieblas para marchar hacia la luz; el
de encontrar un camino por el cual la mente humana, la esperanza y el alma
de todos los hombres, puedan avanzar hacia la paz, la felicidad y el bienestar.
« . . . No basta con quitar esta arma de manos de los soldados. Debe
ser puesta en poder de aquellos que sepan cómo despojarla de su mecanismo
militar y adaptarla a las artes de la paz.
« . . . Si los hombres de ciencia y los técnicos del mundo contaran con
cantidades adecuadas de materiales fisionables para experimentar y desa r r o l l a r sus ideas, ¿quién podría dudar de que esta potencialidad s e r í a
rápidamente utilizada de una manera universal, eficiente y económica?
« Por consiguiente, hago las siguientes propuestas:
« Que los gobiernos principalmente interesados, hasta donde lo permita
una prudencia elemental, comiencen a hacer ahora y continúen haciendo
contribuciones conjuntas, procedentes de sus existencias de uranio normal
y de materiales fisionables, a un organismo internacional de energía atómica.
Nos parece lógico que un organismo de esta clase se cree bajo los auspicios
de las Naciones Unidas. . . .
« La función más importante de este organismo de energía atómica sería
la de idear métodos mediante los cuales el material fisionable pudiera
destinarse a servir los propósitos pacíficos de la humanidad. Se llamaría
a expertos para que asegurasen la aplicación de la energía atómica a las
necesidades de la agricultura, la medicina y otras actividades pacíficas.
Un objetivo especial consistiría en suministrar abundante energía eléctrica
a las zonas del mundo que carecen de ella.
«De esta manera, las Potencias contribuyentes dedicarían parte de su
fuerza al servicio de las necesidades del mundo, en vez de sacrificarla a
sus temores. »
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