Estudio de Gálatas - Valley Bible Church

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Gálatas
GÁLATAS
INTRODUCCIÓN
Gálatas 1:1-2
1 Pablo, apóstol (no de parte de hombres ni mediante hombre alguno, sino por medio de Jesucristo
y de Dios el Padre que le resucitó de entre los muertos), 2 y todos los hermanos que están
conmigo, a las iglesias de Galacia:1
Observaciones
Los primeros versículos nos dicen que fue Pablo quien escribió esta carta, y que la
escribió a la iglesias de Galacia, o sea, a los creyentes que eran miembros de las iglesias
en Galacia. Comenzaremos nuestro tratado de esta epístola con un breve estudio del
trasfondo de los protagonistas principales, tanto el autor como los destinatarios de su
correspondencia.
Pablo
Pablo fue uno de los Apóstoles, y así se identifica a sí mismo al comienzo de su carta a
los gálatas. Pero, ¿qué más sabemos acerca de Pablo? Lo siguiente es un breve resumen
de hechos y características acerca del Apóstol Pablo:
Nacido en Tarso
Sabemos que Pablo era de la región que ahora es Turquía. Específicamente, Pablo era
de la ciudad de Tarso en la región que entonces se conocía como Cilicia (Hechos 21:39).
Tarso era una ciudad muy prospera en los tiempos de Pablo. La localización geográfica
de Tarso era en un plano fértil donde se cultivaba lino que se usaba para hacer hilo para
tejer. Otro prominente producto del área era algo llamado “cilicium,” un material tejido
con pelo de cabras del cual se hacían coberturas diseñadas para proteger del frió y del
agua. Este “cilicium” pudo ser el material que Pablo utilizaba en su ocupación de hacer
tiendas. Quien sabe, quizás Pablo también tejía el material que usaba para hacer las
tiendas.
Tarso también era conocida como un centro de estudio, pero a nivel local. Es decir, a
pesar que Tarso tenía mejores oportunidades académicas, gentes de otros lugares no
viajaban a Tarso para aprovechar estas oportunidades.
Tarso estaba localizada en la provincia romana de Cilicia. Cilicia había sido
gradualmente conquistada por los romanos, hasta que en el año 25 A. de C. la región
oriental de Cilicia, que incluía Tarso, fue unida con Siria, la cual se había convertido en
una provincia romana bajo Pompeyo en el año 64 A. de. C. No sería hasta el año 72 D. de
C. que las regiones del oriente y del occidente de Cilicia serían unificadas. Así que por
toda la vida de Pablo, el área de Cilicia donde él nació, fue parte de la provincia unida de
Siria-Cilicia, algo que él nos indica en Gálatas 1:21.
1
Todas las citas bíblicas son de la Biblia de las Américas; The Lockman Foundation; La Habra, California; 1986.
Notas de Escuela Dominical
Valley Bible Church, 3347 West Avenue J, Lancaster, California 93536, www.valleybible.net/spanish_ministry.php
1
Gálatas
Figura 1: Galacia y Sus Alrededores2
Provincias
Bitinia y Ponto (Bithynia & Pontus)
Asia
Galacia (Galatia)
Licia (Lycia)
Capadocia (Cappadocia)
Cilicia
Siria (Syria)
Chipre (Cyprus)
Regiones
Pisidia
Panfilia (Pamphylia)
Licaonia (Lycaonia)
Ciudades
Dorileo (Dorylaeum)
Antioquía de Pisidia (Antioch in Pisidia)
Atalia (Attalia)
Mira (Myra)
Perge (Perga)
Listra (Lystra)
Iconio (Iconium)
Derbe
Ancyra
Tarso (Tarsus)
Seleucia
Antioquía de Siria (Antioch in Syria)
Salamina (Salamis)
Pafos (Paphos)
2
Figuras y Tablas han sido adaptadas de la English Standard Bible; Crossway Bibles; 2008. Los nombres en
paréntesis son los de ingles como aparecen en el mapa.
Notas de Escuela Dominical
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2
Gálatas
Ciudadano Romano
Pablo no solamente era de una región de prestigio sino que también era ciudadano
romano, y lo era por nacimiento (Hechos 22:3). En esos tiempos el ser ciudadano
romano llevaba mucho prestigio y privilegios. No muy distinto como ahora el ser
ciudadano de Estados Unidos provee privilegios que el gobierno del país no les extiende
a los que no son ciudadanos. Por ejemplo, en los tiempos de Pablo, un ciudadano
romano tenía el derecho a un juicio al ser acusado por algún crimen, y es por eso que los
magistrados de Filipos durante el primer viaje misionero de Pablo tuvieron temor al
saber que le habían violado este derecho a ciudadanos romanos, incluyendo a Pablo
(Hechos 16:22-24, 37-39). Los ciudadanos romanos también disfrutaban del derecho de
apelación al Emperador al ser acusados de algún crimen, y Pablo uso ese derecho
(Hechos 25:11) para aprovechar compartir el evangelio al Emperador (Hechos 9:15) y a
la gente que lo rodeaban (Filipenses 1:12-14).
Que Pablo era ciudadano romano por nacimiento quiere decir que su padre tenía que
haber sido ciudadano romano. La ciudadanía romana se otorgaba originalmente
solamente a gente que nacían en la ciudad de Roma, y que nacían siendo libres y no
esclavos. Pero al extender Roma su control sobre Italia y el resto del Mediterráneo, la
ciudadanía romana también fue extendida a gente que no eran romanos por nacimiento.
Entonces, ¿cómo fue que una familia judía de Tarso obtuvo la prestigiosa ciudadanía
romana? Simplemente no se sabe. Hay distintas posibilidades pero son solamente
especulaciones. El hecho es que de cualquier modo por el cual la familia de Pablo
obtuvo la ciudadanía romana, sí la tenían, y Pablo era ciudadano romano por
nacimiento. Es posible que Pablo hasta andaba con sigo alguna prueba de su
ciudadanía. Aunque esto es difícil dado todas las tragedias por las que él paso (por
ejemplo Hechos 27-28). Pero lo que sí sabemos es que la gente no mentían tan
fácilmente acerca de la ciudadanía romana. Tal mentira llevaba pena capital y con
segura y cruel tortura.
“Hebreo de Hebreos”
Para Pablo, quizás más importante que ser ciudadano romano, nacido en una ciudad
distinguida, era el hecho que él era hebreo, y no hebreo cualquiera (Filipenses 3:5-6),
sino que “hebreo de hebreos”. Pablo era judío de nacimiento. Él no solo sabía que era
judío sino que también sabía su linaje, que era de la tribu de Benjamín (Romanos 11:1).
Que Pablo sabía su linaje es impresionante y testifica de su devoción a las tradiciones de
su ascendencia. El territorio de la tribu de Benjamín fue originalmente localizado al
norte del área más grande de Judá. La ciudad de Jerusalén, a pesar de haber sido parte
de la tierra de Benjamín, se formo como un territorio enclavado entre Judá y Benjamín.
Eventualmente estos territorios constituirían el reino del sur, el reino de Judá. Siendo
tan pocos, la gente de la tribu de Benjamín perdieron su identificación como tribu, pero
pocos se mantuvieron sabedores e informados de sus raíces, de su linaje (Nehemías 11:78). Y es de estos de quienes probablemente Pablo fue descendiente.
Al decir que él era hebreo, Pablo aparentemente quería dar a entender algo más que
simplemente afirmar que era un israelita. Por ejemplo en Hechos 6:1 hay una distinción
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Gálatas
entre hebreos helenistas y hebreos nativos.3 La distinción probablemente tenía que ver
con el idioma y la cultura que estos grupos de judíos usaban. Los hebreos de nacimiento
se reunían en sinagogas donde las actividades se conducían en hebreo y en su vida diaria
estos hablaban arameo. Por otro lado, los hebreos helenistas iban a sinagogas donde se
enseñaba en griego y ellos hablaban griego en sus hogares. Pablo hasta estudió bajo uno
de los eruditos de los hebreos nativos, Gamaliel (Hechos 22:3).
Fariseo
Gamaliel, bajo quien Pablo había estudiado, fue un prominente fariseo en su día. Los
fariseos eran judíos que seguían las tradiciones de sus ancianos con mucha disciplina,
pensando que de esa manera cumplían con la ley. Los fariseos seguían sus creencias con
tanta devoción que se separaban o se alejaban de todo lo que consideraban
ceremonialmente sucio. Por eso se cree que el término “fariseo” viene de la misma
palabra hebrea de la que viene la palabra “separar.” Pablo repetidamente se describe a sí
mismo como un fariseo, y antes de su conversión su vida reflejaba el tipo de disciplina
que el partido de los fariseos tenía. Los fariseos deseaban obedecer la ley basándose en
la interpretación de sus ancianos y sus tradiciones; y lo hacían principalmente por
medio de ritos ceremoniales.
Es importante notar que fácilmente podríamos decir que los fariseos eran, más que
nada, un partido político. Constituían un partido unido por las creencias y tradiciones
religiosas de sus miembros. Fue por su devoción a las tradiciones de cómo cumplir con
los mandatos de la ley que Pablo llegó a ser el mayor perseguidor de la iglesia, hasta que
el Señor lo llamara a Su obra.
Creyente
En su afán por perseguir a los seguidores del “Camino” Pablo pidió y obtuvo permiso de
las autoridades religiosas en Jerusalén para aprender a estos seguidores del “Camino” y
traerlos a Jerusalén para ser juzgados, y posiblemente acecinados como Esteban. Pero
el Señor tenía otros planes para Pablo y lo llamó a Su servicio (Hechos 9:1-6; 22:6-11;
26:12-18; 1 Corintios 15:8).
Apóstol
Al ser llamado por Cristo, Pablo no solamente se convirtió en creyente del “Camino” que
él había tratado de destruir, sino que también fue hecho, o designado, un Apóstol por
Dios mismo. Los Apóstoles fueron creyentes a quienes Cristo les reveló directamente el
mensaje del evangelio, y quienes fueron dados el encargo de fundar la iglesia de Cristo
(Efesios 2:19-22; 4:11-12; 1 Corintios 12:28-29). Estas son unas de las razones porque
no hay apóstoles ahora. Es decir, la revelación de Dios al hombre ya está completa en Su
Palabra, en la Biblia (Apocalipsis 22:18-19); y la iglesia ya fue fundada, y todos aquellos
en quienes ahora habita el Espíritu Santo son sus miembros (Efesios 4:1-6).
Los Apóstoles fueron hombres a quienes Dios les dio revelación especial, para que
comunicaran, tanto por hablado como por escrito, las cosas que Dios les reveló. Dios
confirmó como autentico el mensaje de los Apóstoles, o sea, como verdaderamente el
3
La Biblia de las Américas traduce el termino griego “HEBRAIOUS” como “judíos” en Hechos 6:1, el cual sería
más apropiadamente traducido “hebreos”.
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Gálatas
mensaje que Dios les dio, por medio de los milagros que ellos hicieron (Hechos 2:43; 2
Corintios 12:12).
Habiendo sido encargados directamente por Dios los Apóstoles tenían más autoridad (1
Tesalonicenses 2:6) al enseñar ya que ellos habían recibido el mensaje directamente de
Jesús, así como Pablo (Gálatas 1:1).
Evangelista y Misionero
El evangelizar a gente de todo trasfondo es la responsabilidad de todo creyente (Mateo
28:19-20), incluyendo a Pablo. Pero el encargo apostólico que Cristo le dio a Pablo fue
específicamente de evangelizar a los gentiles (Gálatas 1:16; 2:8-9). Esto Pablo lo hizo
ejemplarmente en su vida cotidiana (Filipenses 1:13) y en sus viajes misioneros.
Miembro de Familia
Es interesante que la Biblia no nos dice mucho acerca de la familia de Pablo. En Hechos
23:16 hay una oscura referencia a la hermana de Pablo y a un sobrino de Pablo, pero no
hay mucho más sobre sus parientes. Sabemos que Pablo no estaba casado por lo que él
nos dice en 1 Corintios 7:1, 7-8. Unos han especulado que Pablo fue viudo ya que las
tradiciones judías le hubieran requerido que fuera casado antes de darle los cargos que
los lideres fariseos le dieron. La verdad es que la Palabra simplemente no nos dice.
Los Gálatas
Galacia fue establecida por los célticos en Asia Menor durante el tercer siglo A. de C,
después de que se disolviera el reino de Alejandro Magno. Los gálatas, como grupo
étnico, se concentraron en el área norte-central del moderno país de Turquía. Sin
embargo después de ser conquistados por los romanos, éstos usaron el nombre de
Galacia para la provincia que incluía al área donde vivían gálatas étnicos en el norte y el
área donde no habían tantos al sur de Ancyra.
Dado el hecho que los gálatas étnicos se habían conglomerado alrededor de Ancyra, por
muchos años estudiantes de la Biblia habían pensado que fue a estos a quienes les
escribió el Apóstol Pablo. Pero desde el siglo pasado, estudio más detallado ha llevado a
muchos al entendimiento que Pablo les escribió a la gente que vivían en la provincia
romana de Galacia, y no solamente a la gente quienes eran gálatas étnicos. Hay varias
razones muy sólidas en apoyo de este punto de vista. Para empezar, Pablo típicamente
usa los nombres romanos de provincias en sus epístolas. A más de esto, las ciudades de
Galacia que Pablo visitó se encuentran en la provincia romana de Galacia pero no en el
área donde se congregaron los gálatas étnicos. Es más, dada la evidencia que la Epístola
a los Gálatas fue escrita alrededor del año 48 D. de C., es prudente entender que Pablo
les escribió esta carta a las iglesias que él acababa de fundar durante su primer viaje
misionario, que tomo lugar en los años 46 y 47 D. de C.
El Marco de Gálatas
El mejor entendimiento es que el libro de Gálatas fue escrito por Pablo alrededor del
año 48 D. de C., muy pronto (Gálatas 1:6) después de regresar de las ciudades de Galacia
donde fundó iglesias durante su primer viaje misionero de los años 46 y 47. Las
ciudades de la provincia romana de Galacia que Pablo visito en su primer viaje
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Gálatas
misionero incluyeron Antioquía (Hechos 13:14-52, y 14:24), Iconio (Hechos 13:51-14:16, y 19-21), Listra (Hechos 14:6, 8-19, y 21-23), y Derbe (Hechos 14:6, y 20-21).
Figura 2: El Primer Viaje Misionero del Apóstol Pablo
Provincias
Asia
Galacia (Galatia)
Licia (Lycia)
Capadocia (Cappadocia)
Cilicia
Siria (Syria)
Chipre (Cyprus)
Palestina (Palestine)
Regiones
Pisidia
Panfilia (Pamphylia)
Licaonia (Lycaonia)
Ciudades
Antioquía de Pisidia (Antioch in Pisidia)
Atalia (Attalia)
Mira (Myra)
Perge (Perga)
Listra (Lystra)
Iconio (Iconium)
Derbe
Tarso (Tarsus)
Seleucia
Antioquía de Siria (Antioch in Syria)
Salamina (Salamis)
Pafos (Paphos)
Damasco (Damascus)
Jerusalén (Jerusalem)
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Gálatas
Tabla 1: Itinerario del Primer Viaje Misionero de Pablo
Ciudad
Provincia/Región
Referencia en Hechos
Antioquía
Siria
13:1-3
Seleucia
Siria
13:4
Salamis
Chipre
13:5
Pafos
Chipre
13:6-12
Perge
Licia (región de Panfilia)
13:13
Antioquía
Galacia (región de Pisidia)
13:14-52
Iconio
Galacia
14:1-6
Listra
Galacia (región de Licaonia)
14:6, 8-19
Derbe
Galacia (región de Licaonia)
14:6, 20-21
Listra
Galacia (región de Licaonia)
14:21-23
Iconio
Galacia
14:21-23
Antioquía
Galacia (región de Pisidia)
14:24
Perge
Licia (región de Panfilia)
14:24-25
Atalia
Licia
14:25
Antioquía
Siria
14:26-28
Tabla 2: Eventos Principales en la Vida del Apóstol Pablo
Año
Evento
5 A. de
Pablo nace en Tarso como un israelita de la tribu de Benjamín y como
C.–10 D. ciudadano romano (Hechos 22:3, 28; Romanos 11:1; Filipenses 3:5).
de C.?
Posiblemente criado en Jerusalén (Hechos 22:3) y en Tarso.
15-20?
Pablo es educado como un fariseo bajo el tutelaje de Gamaliel I (Hechos 22:3;
26:5; Gálatas 1:14; Filipenses 3:5-6).
†
Muerte y resurrección de Cristo
33
31-34
Pablo está presente para el asesinato de Esteban, y persigue cristianos (Hechos
7:58; 8:1; 22:4ª; 26:9-11; 1 Corintios 15:9; Gálatas 1:13; Filipenses 3:6).
33/34*
En camino a Damasco Pablo es convertido, llamado y encargado con llevar el
evangelio a los gentiles (Hechos 9:1-19; 22:6-11; 26:12-18; Gálatas 1:15-16).
33/34Pablo se queda por un poco tiempo en Damasco (Hechos 9:19b); se va a
36/37
“Arabia” (al reino Nabateo; 2 Corintios 11:32; Gálatas 1:17); regresa a
Damasco (Gálatas 1:17; Hechos 4:20-22?); lo tratan de arrestar y matar los
judíos y el rey Aretas; y Pablo escapa por medio de la pared de la ciudad
(Hechos 9:23-24; 2 Corintios 11:32-33).
36/37*
Pablo se reúne con Pedro, y también visita a Santiago (o sea, Jacobo) en
Jerusalén (Hechos 9:26-30; Gálatas 1:18).
Judíos helenistas buscan como matar a Pablo, causando que él huya a Tarso
(Hechos 9:28-30; Gálatas 1:21).
37-45
Pablo desempeña su ministerio en Siria-Cilicia (2 Corintios 11:22-27).
42-44
Pablo recibe su “espina en la carne” (2 Corintios 12:7-9).
44
Herodes Agripa I muere (Hechos 12:20-23).
44-47*
Pablo pasa un año desempeñando su ministerio junto con Bernabé en
Antioquía (de Siria) (Hechos 11:25-26).
Pablo visita Jerusalén por segunda vez durante el tiempo de una severa carestía
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7
Gálatas
46-47
48*
48-49*
48/49-51*
49
49-51*
51
52-57*
52
52-55
55-56*
57*
57-59
60*
62*
62-67
(Hechos 11:27-30; Gálatas 2:1-10).
Primer viaje misionero de Pablo, dura alrededor de año y medio (Hechos 13:414:26).
Pablo y Bernabé pasan “mucho tiempo” en Antioquía (de Siria) (Hechos
14:28; Gálatas 2:11-14); Pablo escribe su epístola a los Gálatas.
Pablo regresa a Jerusalén para el concilio apostólico (Hechos 15); Pablo y
Bernabé regresan a Antioquía (de Siria) (Hechos 15:30-33), pero tienen un
desacuerdo sobre Juan Marco que causa que se separen (Hechos 15:36-41).
Segundo viaje misionero de Pablo, dura alrededor de dos años y medio
(Hechos 15:36-18:22).
Decreto de Claudio (Hechos 18:2).
Pablo y Silas viajan a Galacia del sur por medio de Asia Menor; y de allí a
Macedonia, incluyendo a Filipos (1 Tesalonicenses 2:2), Tesalónica (1
Tesalonicenses 2:2; Filipenses 4:15-16) y Berea (Hechos 17:10-15); y después
a Acaya, incluyendo Atenas (1 Tesalonicenses 3:1) y Corinto (2 Corintios
11:7-9).
Pablo pasa año y medio en Corinto (Hechos 18:11); se presenta frente a Galión
(Hechos 18:12-17); y escribe 1 y 2 Tesalonicenses.
Pablo regresa a Jerusalén? (Hechos 18:22).
Tercer viaje misionero de Pablo, dura alrededor de 5 años (Hechos 18:2321:17).
Pablo viaja a Antioquía (de Siria) y pasa allí “algún tiempo” antes de viajar por
Galacia y Frigia (Hechos 18:22-23).
Pablo llega a Éfeso (Hechos 19:1; 1 Corintios 16:8) y desempeña su ministerio
allí por tres años (Hechos 20:31). Es en esta visita a Éfeso que escribe 1
Corintios en su última primavera allí. También durante esta estadía en Éfeso
hace una breve visita, la “visita dolorosa”, a Corinto (2 Corintios 2:1).
Después de esa visita regresa a Éfeso y escribe “con muchas lagrimas” la
“carta severa” (la cual no tenemos) a Corinto (2 Corintios 2:3-4; 7:8-16),
Pablo viaje hacia el norte a Macedonia, donde se encuentra con Tito (Hechos
20:1; 2 Corintios 2:12-13). Pablo escribe 2 Corintios.
Pablo pasa el invierno en Corinto (Hechos 20:2-3; 2 Corintios 9:4), escribe su
epístola a los Romanos desde Corinto; viaja a Jerusalén y es arrestado (Hechos
21:27-36).
Pablo, como prisionero romano, es transferido a Cesarea, donde pasa dos años
(Hechos 24:27).
Pablo sigue siendo prisionero romano y mandado a Roma. En camino a Roma
su barco se hunde y pasa como naufrago por tres meses en la isla de Malta
(Hechos 28:11), pero eventualmente llega a Roma.
Pablo pasa bajo arresto pero le permiten que rente donde vivir y le permiten
que tenga visitantes (Hechos 28:30-31). Durante este tiempo escribe las
“epístolas de la prisión”: Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón.
Pablo es soltado de su arresto en Roma y viaja un poco más, posiblemente
visitando España. Pablo escribe 1 Timoteo, posiblemente desde Macedonia, y
Tito (posiblemente desde Nicópolis). Pablo es arrestado de nuevo y durante
este arresto escribe 2 Timoteo desde Roma un poco antes de su ejecución.
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8
Gálatas
64-67*
Pablo es ejecutado
† El año 33 D. de C. es la fecha con mejo evidencia pero hay unos argumentos para fijar la muerte
y resurrección de Cristo en el año 30 D. de C.
* Denota una aproximación.
/ Denota que es uno o el otro año
Observaciones Adicionales
Hemos visto quién fue el autor — Pablo. Y a quienes les escribió esta epístola — a las
iglesias de Galacia. También hemos considerado cuando es que Pablo escribió esta carta
— posiblemente alrededor de año 48 D. de C. Pero todavía no hemos visto
detalladamente por qué fue que Pablo les escribió. Encontraremos los detalles del por
qué Pablo escribió esta epístola al estudiar el resto del libro, pero en breve resumen
encontraremos que:
•
•
•
Pablo escribió para defenderse de ataques a la autoridad de su mensaje. Los
ataques eran en contra de su apostolado, o sea, ataques que negaban que él había
sido encomendado por Dios.
Pablo les escribió el libro de Gálatas a las iglesias de Galacia porque falsos
maestros estaban enseñándoles que el evangelio que él les había predicado no era
suficiente para la salvación ya que no incluía a la ley.
Pablo les escribió a las iglesias de Galacia porque éstos falsos maestros
enseñaban erróneamente que las obras de le la ley eran necesarias para vivir bien,
para acercarse a Dios; y que sin la ley la gente se deteriorarían a todo exceso y
libertinaje.
Tabla 3: Las Primeras Visitas de Pablo a Jerusalén en Gálatas y Hechos
Gálatas
Evento
Hechos
Evento
1:15-17
La conversión de Pablo
9:1-25
La conversión de Pablo
1:18-19
Tres años después de su
9:26-30
Pablo llega a Jerusalén con
conversión Pablo visita
Bernabé
Jerusalén, por primera vez
como cristiano
2:1-10
Catorce años después de su
11:29-30
Visita de socorro por el hambre
conversión, Pablo se reúne con
en Jerusalén
los de “alta reputación” de la
iglesia en Jerusalén
2:11-14
Disputa en Antioquía (incluso 15:1-2
Disputa en Antioquía
con Pedro)
Pablo escribe la Epístola a los
Gálatas
15:2-29
El concilio de Jerusalén
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Gálatas
Figura 3: Los Primeros Viajes del Apóstol Pablo
Numero
1
2
3
4
5
Evento
Jesús se le apareció a Pablo en camino a Damasco y él creyó. (Hechos 9:3-9)
Pronto después de su conversión Pablo fue por un tiempo a Arabia (Gálatas 1:17)
Después de pasar un poco tiempo en Arabia Pablo regreso a Damasco (Gálatas 1:17).
Al darse cuenta que Pablo estaba en peligro unos creyentes lo llevaron a Cesarea.
(Hechos 9:30)
Pablo regreso a Tarso por un tiempo. (Hechos 11:25)
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Gálatas
SALUDOS
Gálatas 1:3-5
“3 Gracia a vosotros y paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo, 4 que se dio a sí mismo
por nuestros pecados para librarnos de este presente siglo malo, conforme a la voluntad de
nuestro Dios y Padre, 5 a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”
En las epístolas del Apóstol Pablo vemos que él normalmente expresa deseos de gracia y
de paz para con la gente a quienes les escribe, pero también acostumbra expresar algún
tipo de gratitud o algún elogio a su audiencia (ver por ejemplo: Romanos 1:5-12; 1
Corintios 1:2-9; 2 Corintios 1:2, 7, 11, 13-14, 21-22, 24; Efesios 1; Filipenses 1:1-11; 1
Tesalonicenses 1; 2 Tesalonicenses 1:1-5).
Sin embargo, en el caso de los gálatas, Pablo no expresa gratitud por ellos ni les da algún
elogio en su saludo. Aún a los corintios, quienes quizás eran los hijos espirituales de
Pablo que se habían quedado más carnales que otros y que le dieron mucho que hacer
por sus pecados, sí recibieron elogios de parte de Pablo en sus cartas a ellos.
Lo que la ausencia de tales elogios nos indica es la seriedad de las faltas por las cuales
Pablo les estaba escribiendo a los gálatas. Ellos se habían dejado llevar a creer y
practicar un evangelio distinto al que Pablo les había enseñado. Los gálatas habían
aceptado las enseñanzas de falsos maestros quienes le habían agregado obras, las obras
de la ley judía, al evangelio.
El ejemplo que Pablo nos da en cómo él trata con las distintas iglesias de su tiempo es
algo muy interesante, ya que él parece darle más importancia a la enseñanza que a las
faltas o pecados de las iglesias. Toda iglesia cristiana tendrá cosas que podremos
reconocer como malas, cosas por las que el mundo nos acusará de ser hipócritas. ¡Pero
en realidad lo que somos es pecadores! Por supuesto, el ser pecador no es algo de
tolerar pero sí de reconocer y por medio de la Palabra de Dios corregir (2 Timoteo 3:1617). Por lo tanto, parece que lo principal para que Pablo le de elogios a una iglesia no es
que el pecado no exista en ella, ya que eso será imposible (Romanos 3:23), sino que la
enseñanza sea sana y pura, donde la Palabra sea escudriñada (Hechos 17:10-11). Ya que
si la enseñanza es corrupta no hay modo de cómo combatir el pecado. Es mas, si la
enseñanza es corrupta tampoco habrá salvación ya que ésta sólo es por medio de la
Palabra de Jesús (Juan 14:16).
Pero veamos qué es exactamente lo que Pablo les dice a los gálatas. Para comenzar él les
desea “gracia,” o en griego “CHARIS.” La “gracia” de Dios es un favor sin merito. La
“gracia” de Dios nos da a entender el favor de Dios hacia nosotros que no merecemos
recibir. Nos recuerda de la posición del creyente ante Dios — salvados a pesar de no
merecerlo. Era esta gracia, que Pablo tanto deseaba para los gálatas, que estaba siendo
atacada por las enseñanzas de los falsos maestros, quienes querían agregarle obras a la
gracia. Al agregar obras para poder recibir la gracia por la cual somos salvados por
medio de la fe estamos negando la intención y la eficacia de la gracia de Dios (Efesios
2:8-9).
Notas de Escuela Dominical
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11
Gálatas
Pablo también les desea “paz,” o en griego “EIPENE,” el equivalente del común saludo
hebreo “SHALOM.” Es una expresión que indica un deseo de armonía entera. La “paz”
nos da a entender que no hay conflicto. Éste es el estado real de un creyente: que Dios
ya no tiene conflicto con él. Y el creyente puede llegar a este estado por la gracia — el
favor de Dios que nadie se merece recibir pero que Dios le regala a los que son llamados
conforme a Su propósito para que hagan la voluntad de Dios (Romanos 8:28; Efesios
2:10).
Que Pablo dice qué tanto esta gracia como esta paz son “de Dios nuestro Padre y del
Señor Jesucristo” nos indica la igualdad de Dios nuestro Padre y de Jesucristo nuestro
Señor. La divinidad de Jesús es parte del evangelio. La divinidad de Cristo es parte de
la verdad que Dios nos ha revelado. El negar esta verdad es negar el evangelio. Sin esta
verdad no hay salvación.
Porque Jesús era Dios, Él nos hizo el favor de pagar por nuestros pecados
voluntariamente. Él “se dio a sí mismo por nuestros pecados.” Es importante notar que
Jesús estuvo en control de su muerte, ya que su vida no le fue quitada sino que fue Él
quien entrego su espíritu al momento predestinado: “Entonces Jesús, cuando hubo
tomado el vinagre, dijo: ¡Consumado es! E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.”
(Juan 19:30)
Que Jesús voluntariamente se dio a sí mismo como substituto nuestro por el pago de
nuestros pecados indica que la salvación que Él nos ofrece no es algo que nosotros nos
ganamos ni podríamos haber ganado por medio de nuestros esfuerzos o nuestras buenas
obras, por muy buenas que éstas fueran o por muy sinceras que nuestras intenciones
fueran. La salvación se obtiene al confiar (o sea al creerle a Dios) que Él cumplirá con
Su promesa de perdonar los pecados de todo el que crea que lo que Jesús hizo por él en
la cruz fue, es y será suficiente para pagar por todos los pecados.
Es importante también notar que ésta fue la voluntad de Dios, o sea, que el ofrecer la
salvación por gracia por medio de la fe, fue tanto la voluntad de Dios el Padre como la
voluntad de Jesús, Dios el Hijo, también. Nadie forzó a Jesús a que muriera por
nosotros, sino que es algo que Él quiso hacer y que predestinó haría por sus elegidos
desde antes de la creación. La voluntad de Jesús siempre ha sido la voluntad de Dios
porque Él es Dios (por ejemplo ver: Mateo 26:36-46; Lucas 22:39-46; Juan 18:11; Mateo
16:21-23; Romanos 11:7; 1 Corintios 1:27; Colosenses 3:12; 2 Tesalonicenses 2:13; 2
Timote 2:10; Tito 1:1; 1 Pedro 1:1-2).
¿Por qué se dio Jesús a sí mismo? Porque Él pagó “por nuestros pecados.” Y ¿por qué
pagó por nuestros pecados? Él pagó por nuestros pecados “para librarnos de este
presente siglo malo.”
¿De qué nos libró Jesús? La palabra “librarnos” es traducida de la palabra griega
“EXAIREO” que indica un rescate de peligro. Jesús nos libró tanto del castigo que
merecemos por nuestros pecados, como de la esclavitud al pecado de la que sufrimos en
la carne ahora (Marco 14:38), o sea, en “este presente siglo malo.”
Notas de Escuela Dominical
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Gálatas
¿Qué es “este presente siglo malo”? La palabra traducida “siglo” aquí es la palabra
griega “AION”, pero aquí no se refiere a un definido periodo de tiempo sino que a un
sistema transitorio o pasadero que presentemente existe. En este caso se refiere a un
“malo” sistema, al sistema mundial satánico que ha dominado al mundo desde la caída
de Adán y continuará dominando al mundo hasta el regreso de Cristo en gloria.
Pablo concluye sus saludos con una breve doxología en el versículo 5: “a quien sea la
gloria por los siglos de los siglos. Amén.” La costumbre de Pablo era más de concluir sus
cartas con una doxología que comenzarlas con una. Pero en este caso la doxología que
usa sirve un propósito muy importante: establece la centralidad de la preeminencia del
Señor Jesucristo y Su obra en el evangelio. Es a Él que se le dará gloria “por los siglos de
los siglos,” o sea para siempre, por toda la eternidad. Estamos pasando por un “siglo
malo” ahora, por un tiempo; pero Dios será glorificado siempre.
Resumen de la Introducción y los Saludos
En su comentario sobre el libro de Gálatas John MacArthur reconoce que Pablo en los
primeros cinco versículos, en su introducción y saludos, logra cubrir las cuatro etapas de
la salvación del hombre. MacArthur indica que estas etapas son:
1. El soberano decreto de Dios para salvar.
2. La muerte, o sea el sacrificio de Cristo por los pecados del hombre.
3. La designación de apóstoles por Dios para que testifiquen de la provisión divina
de la salvación.
4. El don de la gracia y la paz de Dios a los que creen en Jesús.
En cada una de estas etapas el Padre y el Hijo trabajan en conjunto porque Su voluntad
y Sus obras siempre son las mismas (Juan 5:30; 6:38; 10:30).
De hecho, Pablo establece desde el principio de esta carta que él defenderá su
apostolado y la pureza del evangelio. Es por su apostolado, o sea, por ser directamente
encomendado a llevarles el evangelio a los gentiles por Dios mismo, que Pablo predica
su mensaje con autoridad. El mensaje con el que él fue encomendado es el único
evangelio y éste es que Jesús pagó por nuestros pecados por completo y ya no hay qué se
pueda o tenga que ser agregado a lo que Él ya hizo por nosotros.
LA RAZÓN POR LA CUAL PABLO ESCRIBIÓ
Gálatas 1:6-10
6 Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo,
para seguir un evangelio diferente; 7 que en realidad no es otro evangelio, sólo que hay algunos que os
perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. 8 Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo,
os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema. 9 Como hemos
dicho antes, también repito ahora: Si alguno os anuncia un evangelio contrario al que recibisteis,
sea anatema. 10 Porque ¿busco ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O me esfuerzo por
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Gálatas
agradar a los hombres? Si yo todavía estuviera tratando de agradar a los hombres, no sería siervo
de Cristo.
Como ya hemos notado, Pablo no les da elogios a los gálatas, y es aquí, después de los
saludos, que él normalmente lo hace en sus otras epístolas. Pero en el caso de la iglesias
de Galacia, su problema y su error era tan serio que Pablo comienza dirigiéndose más
directamente al problema.
Pablo dice, “me maravillo,” en griego “THAUMAZO,” o sea, “me sorprendo o me admiro
de gran manera.” Pablo no esperaba lo que estaba pasando en Galacia hubiera
acontecido. Él de verdad estaba sorprendido y entristecido por los acontecimientos.
Pablo no sólo estaba sorprendido por lo qué había pasado, sino que también por la
rapidez con la que esto vino a pasar.
Cuando Pablo dice “que tan pronto,” indica que lo que pasó vino a pasar con mucha
rapidez y con mucha facilidad. Es mas, la palabra traducida “pronto” es la palabra
griega “TACHEOS,” la cual se puede traducir también como “fácil.” Cómo la usa Pablo
aquí la palabra puede dar a entender ambas ideas. De modo que Pablo estaba muy
sorprendido por la rapidez y por la facilidad con la que los gálatas estaban abandonado a
Cristo.
La frase “hayáis abandonado” en español traduce la palabra griega
“METATITHESTHE,” que es mejor traducida “estáis abandonando,” ya que el verbo
está en el tiempo presente. Por lo tanto, el abandono, o la deserción de la que los gálatas
eran culpables no estaba completa todavía y podía aún ser parada y cambiada. No
obstante, el “abandono” del que Pablo acusa a los gálatas sí es algo serio; es el mismo
tipo de abandono o de deserción por la cual un soldado sería merecedor de pena capital,
o sea de la ejecución. Éste abandono nos da la idea de una traición.
Algo que quizás haya contribuido bastante a la sorpresa de Pablo es que los gálatas
estaban abandonando a Cristo voluntariamente. Esto también se puede ver en la
conjugación del verbo en griego ya que está en la voz media, la cual indica que la acción
del verbo está siendo hecha en o por el sujeto. En otras palabras, los gálatas no eran
inocentes en este asunto.
Pablo también les hace ver a los gálatas que por su conducta ellos no lo están
abandonando a él, sino que a Cristo, porque es Cristo quien los llamó. Si Pablo, que sólo
fue el mensajero, está disgustado con ellos, ¿cómo no lo va a estar el que les mandó el
mensaje que ellos ahora estaban rechazando?
El abandono había sido “para seguir un evangelio diferente; que en realidad no es otro
evangelio.” De nuevo, estudiando las palabras griegas que Pablo usa nos explica
bastante de lo que está pasando en este pasaje. La palabra “diferente” traduce la palabra
griega “HETERON,” y la palabra “otro” traduce la palabra griega “ALLO.” “HETERON”
expresa una diferencia cualitativa y denota otra cosa de un distinto tipo. Por otro lado,
“ALLO” expresa una diferencia en cantidad y denota otra cosa del mismo tipo. En otras
palabras, aquí Pablo da énfasis al usar estas palabras al hecho que sólo hay un evangelio.
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Gálatas
Es probable que los falsos maestros que habían llegado a Galacia llamaban lo que
estaban enseñando “evangelio.” Dado que éstas enseñanzas eran diferentes a lo que
Pablo les había enseñado, él las llama un evangelio “diferente” (HETERON). Pero
explica más detalladamente que “en realidad no es otro (ALLO) evangelio,” ya que sólo
hay un evangelio y no puede haber otro del mismo tipo. Por tanto, lo que los falsos
maestros estaban enseñando no era otro evangelio, sino que enseñanza opuesta al único
evangelio, el cual Pablo les había predicado.
Pablo les advierte a los gálatas que los falsos maestros “os perturban y quieren pervertir
el evangelio de Cristo.” Estos falsos maestros estaban alborotando y agitando a los
gálatas. Y lo hacían porque querían pervertir el evangelio. La palabra griega traducida
“pervertir” aquí es “METASTREPHO,” y da a entender la idea que la perversión era de
cambiar algo convirtiéndolo en lo que está completamente opuesto. Y esto era
exactamente lo que los falsos maestros estaban haciendo al agregarle obras a la gracia
de Dios. ¡Al agregarle obras a la gracia, la gracia deja de ser gracia! Al agregarle obras a
la gracia — el favor de Dios no merecido por el hombre — deja de ser un don y comienza
a ser un merito. Si la salvación fuera por medio de algún merito, llegaría a ser algo que
nos mereceríamos. Si hay algo que nos merecemos, entonces podríamos gloriarnos en
esto. Claramente, este pensar era lo que los falsos maestros estaban enseñando y lo que
Pablo estaba combatiendo fuertemente. Es importante notar que lo qué estos falsos
maestros estaban enseñando estaba completamente opuesto a lo que nos enseña Efesios
2:8-9 acerca de qué sí es el evangelio.
En Gálatas 1:8 Pablo les explica hipotéticamente lo que debería pasar si alguien, tanto él
o aun un ángel del cielo fuera a predicar un evangelio distinto. Él dice: “Pero si aun
nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos
anunciado, sea anatema.”
La palabra “anatema” es la transliteración de la palabra griega “ANATHEMA.” Esta
palabra frecuentemente se usa en la Biblia Septuaginta (LXX) para traducir la palabra
hebrea “CHEREM,” la cual describe lo que es dedicado a Dios, como a Su servicio en el
caso del sacrificio (Levíticos 27:28); o algo para ser destruido, como un ídolo
(Deuteronomio 7:26), una ciudad (Josué 6:17). Con el tiempo “ANATHEMA” llegó a
obtener el sentido más general de la desaprobación de Dios (Zacarías 14:11), que es
como es más frecuentemente usada en el Nuevo Testamento. “ANATHEMA” es usada
para describir una sentencia declarada (Hechos 23:14); o el objeto sobre el cual es
puesta la sentencia de condena o de maldición. Es así como es usada en nuestro pasaje.
En otras palabras, Pablo está declarando de la forma más fuerte posible que el evangelio
que él predicó a los gálatas era el único evangelio — las únicas buenas noticias acerca de
cómo la salvación es ofrecida al hombre. Y la peor condena le espera al que predique lo
opuesto.
En el versículo 9, Pablo repite algo que ya les había dicho a los gálatas cuando los visitó
por primera vez: “Si alguno os anuncia un evangelio contrario al que recibisteis, sea
anatema.” Pero en este caso Pablo no habla hipotéticamente, ya que alguien ya había
enseñado algo diferente al evangelio. Y la máxima condena es lo que Pablo expresa
como la merecida recompensa por tal maldad al decir que el que enseñe tales cosas “sea
anatema.”
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Gálatas
En el versículo 10, Pablo comienza la transición de explicar la razón por la cuál él
escribió su epístola a los gálatas — la defensa de su apostolado.
Dice Pablo, “Porque ¿busco ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O me esfuerzo
por agradar a los hombres?” Estas preguntas por supuesto son retóricas, ya que los
gálatas deberían de saber que Pablo no andaba buscado el favor o el agrado de los
hombres. Pablo les explica lo obvio: “Si yo todavía estuviera tratando de agradar a los
hombres, no sería siervo de Cristo.” De hecho, si alguien quiere ser amado por el
mundo, si alguien quiere ser famoso o popular, el evangelio de Pablo no es el camino a
esa meta.
LA DEFENSA DEL APOSTALADO DE PABLO
Gálatas 1:11-24
11 Pues quiero que sepáis, hermanos, que el evangelio que fue anunciado por mí no es según el
hombre. 12 Pues ni lo recibí de hombre, ni me fue enseñado, sino que lo recibí por medio de una
revelación de Jesucristo. 13 Porque vosotros habéis oído acerca de mi antigua manera de vivir en
el judaísmo, de cuán desmedidamente perseguía yo a la iglesia de Dios y trataba de destruirla, 14
y cómo yo aventajaba en el judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, mostrando
mucho más celo por las tradiciones de mis antepasados. 15 Pero cuando Dios, que me apartó
desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien 16 revelar a su Hijo en mí
para que yo le anunciara entre los gentiles, no consulté enseguida con carne y sangre, 17 ni subí a
Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui a Arabia, y regresé otra vez a
Damasco. 18 Entonces, tres años después, subí a Jerusalén para conocer a Pedro, y estuve con él
quince días. 19 Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo, el hermano del Señor. 20
(En lo que os escribo, os aseguro delante de Dios que no miento.) 21 Después fui a las regiones de
Siria y Cilicia. 22 Pero todavía no era conocido en persona en las iglesias de Judea que eran en
Cristo; 23 sino que sólo oían decir: El que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en
un tiempo quería destruir. 24 Y glorificaban a Dios por causa de mí.
Pablo les escribió esta carta a los gálatas porque ellos se estaban dejando llevar por las
enseñanzas de falsos maestros. Lo que Pablo les había enseñado había sido puesto en
duda, al igual que la autoridad de Pablo para enseñar. De manera que Pablo tubo que
defender su apostolado.
La Fuente del Evangelio
La fuente del evangelio tiene que ser Cristo, y es de Cristo que Pablo recibió el evangelio
que les predicó a los gálatas, y es este punto con el que Pablo comienza la defensa de su
apostolado.
En le versículo 11 Pablo comienza su defensa con la frase: “Pues quiero que sepáis.” Ésta
usa una forma fuerte del verbo griego “GNORIZO,” y da a entender una garantía o una
certitud. En otras palabras, Pablo está certificando de una manera muy fuerte “que el
evangelio que fue anunciado” por él “no es según el hombre.” Lo que Pablo les predicó a
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Gálatas
los gálatas no fue basado en algo que él aprendió de hombres, sino en lo que el Señor
mismo le enseñó.
Distintivamente, el evangelio que Pablo les predicó a los gálatas no dependía en las
obras humanas, sino que dependía de la gracia de Dios. El orgullo del hombre se ofende
con la idea que sólo la misericordia y la gracia de Dios pueden salvarlo del castigo y la
esclavitud del pecado, y es por eso que las religiones del hombre siempre tienen las
obras del hombre tomando parte en la salvación. Cultos y religiones falsas como los
Judíos, los Testigos de Jehová, los Mormones, los Musulmanes, y los Católicos, por
ejemplo, incluyen las obras humanas como requisitos en sus versiones de la salvación.
Por lo tanto, el hecho que Pablo predicó un evangelio en el cual las obras de los hombres
no toman parte en su salvación es evidencia de la fuente divina de ese mensaje.
Efectivamente, el mensaje que Pablo les predicó no fue inventado por hombres.
No solo no fue inventado por hombres el mensaje que Pablo les predicó a los gálatas
sino que él tampoco lo recibió por medio de hombres, ni le fue enseñado o explicado por
hombres. En otras palabras, Pablo da énfasis al hecho que él no aprendió el evangelio
por medio de la enseñanza de algún creyente, sino que le fue revelado directamente por
Dios.
Los judíos enseñaban las interpretaciones y las tradiciones de sus ancestros, pero Pablo
les predicó lo que él recibió de Jesucristo. Lo que Pablo predicaba él lo recibió “por
medio de una revelación de Jesucristo.” La palabra “revelación” viene de la palabra
griega “APOKALUPSIS” y da a entender que algo nuevo ha sido destapado, que algo que
era secreto ha sido divulgado. Cómo se usa la palabra “revelación” en la Biblia siempre
tiene que ver con nuevo conocimiento que Dios le manifiesta al hombre. Y aquí en este
versículo, fue Jesucristo quien fue el objeto de la revelación a Pablo. En otras palabras,
fue Jesucristo quien le fue revelado a Pablo.
Debemos notar que no es que Pablo no tenía conocimiento acerca de Jesús antes de su
conversión, ya que fue porque Pablo sabía algo de Jesús que él perseguía a sus
discípulos – Pablo sabía lo que los cristianos creían cuando él todavía los perseguía.
Pero Pablo no llegó a creer que lo que los cristianos creían era cierto hasta que él tuvo
un encuentro personal con Jesucristo, un encuentro supernatural en el cual Pablo
recibió revelación divina.
Es importante aclarar que Pablo no estaba diciendo que una revelación supernatural es
necesaria para cada uno de nosotros, como lo es para alguien que dice ser un Apóstol.
Sino, él estaba aclarando que la razón por la cual él tenía la autoridad de un Apóstol era
porque, al igual que los otros Apóstoles, él también había recibido su mensaje
directamente de Dios. Él predicaba lo que recibió directamente de Jesús y no lo que le
fue enseñado por otros.
También es importante aclarar la importancia de una relación personal. Algo distintivo
acerca de un cristiano es su relación personal con su Salvador. Es decir, al igual que
Pablo, cuando verdaderamente llegamos al punto de nuestra salvación es porque hemos
llegado a tener una relación personal con Jesús. Pero, ¿qué quiere decir el tener una
relación personal con Jesús?
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Gálatas
El tener una relación personal con Jesús quiere decir que:
1. Creemos intelectualmente lo que la Biblia nos dice acerca de Jesús. En otras
palabras, creemos el evangelio intelectualmente. Creemos que Cristo es Dios
encarnado, que Él dio su vida humana como el pago por los pecados del mundo, y
que todo el que verdaderamente cree esto tendrá sus pecados perdonados por
Dios.
2. Confiamos que nuestra vida eterna, incluyendo lo que será de nuestras almas
después de morir, depende exclusivamente en lo que Cristo Jesús hizo por
nosotros.
3. Dado el conocimiento y la confianza que tenemos, si estos son reales, vamos a
estar extremamente agradecidos; agradecidos de una manera personal a Dios por
su gracia y su misericordia para con nosotros. Le tendremos un amor personal a
Dios, y la meta principal de nuestras vidas será el buscar cómo conocerlo mejor
con el propósito de poder adecuadamente demostrar el agradecimiento que le
tenemos por ser quien Él es. Buscaremos conocerle mejor por medio de lo que Él
ha revelado de sí mismo en la Biblia. Sabiendo que la obediencia a Dios le
glorifica nos esforzaremos para obedecerle, y nos dolerá el fallar en esto de la
misma manera que nos duele cuando decepcionamos a otra persona a quien
amamos (Juan 14:15; Romanos 12:1; Efesios 4:30; Hebreos 13:15-16).
La Conversión de Pablo
Pablo usa los hechos de su vida como evidencia de la legitimidad de su Apostolado,
tanto lo que pasó antes de su conversión, como también lo que pasó durante y después
de su conversión.
En los versículos 13 y 14 Pablo les recuerda a los gálatas acerca de su “antigua manera de
vivir en el judaísmo.” Antes de su conversión Pablo había oído el mensaje del evangelio
y Pablo no había creído. Es mas, el mensaje lo había disgustado tanto que él se había
propuesto a perseguir “a la iglesia de Dios y trataba de destruirla.” Su celo por las
tradiciones de sus antepasados fue demostrado en su dedicación a la persecución de la
iglesia, y por esto Pablo fue recompensado por otros judíos.
Desde un punto de vista materialista o secular, a Pablo le aventajó en su vida el
perseguir a los cristianos. Que Pablo llegara a cambiar su punto de vista – para ser
perseguido en vez de perseguir – es evidencia que él estaba considerando algo más que
su simple bien estar físico. No sólo eso, sino que lo que Pablo ya sabía acerca de los
cristianos tampoco fue suficiente para hacerlo creer. Tuvo que haber otra cosa que
llevara a Pablo a cambiar su punto de vista.
De nuevo, el punto que Pablo estaba haciendo, no es que todos necesitamos revelación
divina para creer, sino que el mensaje que él predicaba era autoritativo y de un Apóstol
porque él sí había recibido revelación divina.
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Gálatas
Dado lo que Pablo nos cuenta acerca de su “antigua manera de vivir en el judaísmo” el
cambio en su vida no vino para mejorar su estación social. Es mas, de acuerdo a Pablo
en los versículos 15 y 16, fue Dios quien había preparado de antemano que Pablo llegara
a creer, y que llegara a representar a Cristo del modo en el que lo hizo. De acuerdo a
Pablo, Dios lo “apartó desde el vientre” de su madre. En otras palabras, que Pablo
llegara a creer en el evangelio no fue por sabias palabras que alguien le dijo, sino porque
Dios así lo había predestinado. Y de acuerdo a Pablo, Dios no lo escogió por algo que
Pablo había hecho o que llegaría a hacer en el futuro. Sino que Dios lo “llamó por su
gracia.” Que el llamado de Pablo al apostolado fue por la gracia de Dios indica que de
ningún modo fue su apostolado algo que él escogió por sí mismo, sino algo que Dios
preparó para él. El apostolado de Pablo fue un favor no merecido que Dios hizo por él.
Y el enfoque especifico que Dios le dio a Pablo para su apostolado fue hacia los gentiles.
Cómo Pablo respondió al ser llamado al apostolado a los gentiles también es evidencia
que él da de la legitimidad de su apostolado. Pablo no dudó lo que Cristo le había
revelado, por eso nos dice que él no consultó a nadie acerca de esto. Pablo no consideró
necesario el ir a Jerusalén inmediatamente después de su conversión para aprender más
o comprender mejor de los otros apóstoles porque la validez de lo que él recibió no venia
de otros hombres sino que de Dios — de Cristo quien se lo revelo. Y cuando Pablo sí fue
a Jerusalén, ni se quedó allí por mucho tiempo, ni lo consideró necesario el reunirse con
todos los apóstoles en su primera visita.
Aunque Pablo no era conocido en persona en las iglesias de Judea, su reputación sí lo
era. En los versículos 22 a 24 Pablo nos dice: “22 Pero todavía no era conocido en
persona en las iglesias de Judea que eran en Cristo; 23 sino que sólo oían decir: El que en
otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en un tiempo quería destruir. 24 Y
glorificaban a Dios por causa de mí.”
La reputación de Pablo había sido reconocida aun en estas iglesias. Este hecho también
da testimonio por la legitimidad del apostolado de Pablo ya que el que anteriormente
perseguía a los cristianos ahora predicaba “la fe que en un tiempo quería destruir.” Y
quizás el punto más fuerte de todo esto es con el que Pablo termina este capitulo. El
hecho de su conversión, y la evidencia de la legitimidad de su apostolado resultó en que
los cristianos glorificaran a Dios por causa de él.
ACEPTACIÓN DEL MENSAJE DE PABLO
En Gálatas 2:1-10 vemos cómo Pablo usó la aceptación de su mensaje por los Apóstoles
y lideres de la iglesia en Jerusalén, no como algo que en sí confirmaba su mensaje, sino
que, más que nada, demostraba que estos Apóstoles y lideres no estaban de acuerdo con
los falsos hermanos que habían introducido el legalismo a la iglesia en Galacia.
Comenzando con Gálatas 2:1 Pablo les recuerda de su visita a Jerusalén.
Gálatas 2:1
“Entonces, después de catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también a
Tito.”
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Gálatas
Como ya hemos visto, esta visita a la que Pablo se refiere en este pasaje de Gálatas 2:110 coincide más probablemente con la visita de socorro de la cuál Lucas nos habla en
Hechos 11:29-30 (ver la Tabla 3: Las Primeras Visitas de Pablo a Jerusalén en Gálatas y
Hechos).
Con la frase “después de catorce años” Pablo nos indica cuando es que regresó a
Jerusalén. Pero a pesar de esta información siempre hay duda sobre la fecha exacta. En
otras palabras, ¿fue esta visita catorce años después de su conversión? O ¿fue esta visita
catorce años después de su previa visita? Es más probable que Pablo se refería a catorce
años después de su conversión, y esto nos ayuda un poco más para determinar la fecha
de la cuál él estaba hablando. Pero dada la duda sobre cuando fue que Jesús fue
crucificado, entre el año 30 y el año 33 D. de C., se estima que esta visita de Pablo a
Jerusalén tomó lugar entre los años 44 y 47 D. de C. (ver la Tabla 2: Eventos Principales
en la Vida del Apóstol Pablo).
En esta visita a Jerusalén, Pablo nos dice que llevó consigo a Bernabé y a Tito. ¿Quiénes
eran Bernabé y Tito?
Bernabé aparece por primera vez en Hechos 4:32-37. En este pasaje Bernabé es
específicamente citado como un ejemplo de alguien quien voluntariamente, y
honestamente, dedicó sus riquezas para el beneficio del evangelio. Es importante tomar
nota que si la práctica de vender propiedad propia para ofrendar las ganancias fuera
algo obligatorio Bernabé no habría sido citado específicamente como un ejemplo de
caridad, en contraste a los protagonistas del siguiente capitulo de Hechos, Ananías y
Safira.
Ananías y Safira mintieron diciendo que ofrendarían más de lo que
verdaderamente intentaban ofrendar, y por eso fueron castigados con la muerte. Esta
pareja querían recibir halagos y glorificarse por hacer algo “bueno” y no tenían los
intereses de los necesitados en mente, ni el darle honor a Cristo con sus ofrendas.
Este pasaje en Hechos 4:32-37 nos enseña que Bernabé era un creyente honesto y
caritativo. En este pasaje también aprendemos que el nombre “Bernabé” era sólo un
apodo y que su verdadero nombre era José. El apodo, “Bernabé,” era un nombre
descriptivo de este José, y se nos dice que la palabra significa “hijo de consolación”. La
palabra griega “PARAKLESEOS” traducida aquí como “consolación” también quiere
decir “exhortación” o “estimulo,” así que todas estas palabras son descriptivas de
Bernabé. Aquí también aprendemos que él era de la tribu de Leví, y que había nacido en
la isla de Chipre, en el mediterráneo (ver la Figura 1: Galacia y Sus Alrededores).
En Hechos 9:26-30, vemos que Bernabé defendió a Pablo al dar testimonio sobre él y
sobre su conversión a los discípulos en Jerusalén durante la primera visita de Pablo
como creyente a esta ciudad. Es evidente que Bernabé acompañó a Pablo en esta visita
también.
Podemos deducir que Bernabé era considerado como un fiel creyente y como alguien
maduro en su discernimiento. Vemos que éste era el caso por la confianza que la iglesia
en Jerusalén le tenía, primero al tomar su testimonio en defensa de Pablo en Hechos
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20
Gálatas
9:26-30; y después, en Hechos 11:19-26, al enviarlo a Antioquía para confirmar que las
conversiones de gentiles que habían sido reportadas eran verdaderas.
Después de confirmar que gentiles estaban siendo convertidos en Antioquía, Bernabé se
fue a Tarso, a traer a Pablo y llevarlo de regreso a Antioquía, donde pasaron un año
desempeñando su ministerio juntos (Hechos 11:25-26).
En Hechos 11:27-30 vemos que al regresar a Jerusalén, Bernabé regresó con Pablo y con
provisiones que la iglesia de Antioquía mandaba como socorro para los creyentes en
Judea. Ésta es la visita que mejor corresponde con la visita detallada en el pasaje que
estamos estudiando de Gálatas 2:1-10.
Después de esta visita, Bernabé y Pablo regresaron a Antioquía, y se llevaron con ellos a
Juan Marcos (Hechos 12:25). Y éste fue el trío que la iglesia en Antioquía envió en una
misión evangélica, el primer viaje misionero de Pablo detallado en Hechos 13. Es
interesante que el primer lugar que visitaron fue Chipre, el hogar de Bernabé; y que fue
en este viaje cuando Pablo y Bernabé fundaron las iglesias de Galacia (ver la Tabla 1:
Itinerario del Primer Viaje Misionero de Pablo).
En Hechos 15:39 vemos que Bernabé y Pablo partieron caminos sobre el desacuerdo que
tuvieron acerca del deseo de Bernabé de volver a incluir a Juan Marcos, quien era su
primo, en otro viaje misionero. A pesar que su desacuerdo fue tan grande que dejaron
de desempeñar su ministerio juntos, es aparente que sí hubo reconciliación entre ellos,
dado cómo Pablo habla de Juan Marcos más tarde en sus epístolas (ver Colosenses 4:10,
2 Timoteo 4:11).
Por otro lado Tito, era un gentil que parece haber sido un hijo espiritual de Pablo. En
otras palabras, parece que Tito vino a tener fe en Cristo por medio de la obra evangélica
de Pablo. Tito no sólo llegó a ser un compañero de viaje de Pablo, sino que también un
importante ayudante en el ministerio de Pablo. Vemos esto en varios pasajes de 2
Corintios, donde Tito es el enviado de Pablo por un tiempo a los corintios. Tito también
es a quién Pablo le escribió la epístola por ese nombre. Evidentemente Pablo le había
confiado el ministerio de la iglesia en Creta a Tito, y la epístola pastoral que le escribió
era para darle ánimos en e instrucciones sobre ese ministerio.
El hecho que Pablo llevó a Tito, un gentil, con él a Jerusalén en esta visita ha sido visto
por unos como un reto de parte de Pablo para con los lideres de la iglesia en Jerusalén.
Es decir, si ellos verdaderamente creían que los gentiles deberían ser circuncidados
antes de poder convertirse en cristianos, como los falsos maestros que habían llegado a
Galacia decían, entonces los lideres de la iglesia en Jerusalén tratarían de determinar si
Tito ya había sido circuncidado, y si no lo había sido entonces lo forzarían a que lo fuera.
Talvez el mejor modo de considerar el hecho que Pablo llevó consigo a Tito a Jerusalén,
no es tanto como un reto, sino como un ejemplo o una prueba (evidencia). En la
persona de Tito Pablo llegó a tener un caso ejemplar de alguien que no había sido
circuncidado para poder convertirse en creyente y quien así había sido aceptado como
creyente no sólo por los creyentes en Antioquía sino también por los creyentes y los
lideres de la iglesia en Jerusalén.
Notas de Escuela Dominical
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Gálatas
Gálatas 2:2
Subí por causa de una revelación y les presenté el evangelio que predico entre los gentiles, pero lo
hice en privado a los que tenían alta reputación, para cerciorarme de que no corría ni había
corrido en vano.
Pablo estaba en Antioquía antes de viajar a Jerusalén. A pesar que Antioquía está al
norte de Jerusalén Pablo dice “subí” porque Jerusalén está localizada en una altitud más
alta que Antioquía (por ejemplo ver la Figura 3: Los Primeros Viajes del Apóstol Pablo).
Es importante tomar nota de la razón por la cuál Pablo dice que fue a Jerusalén en esta
visita caritativa: fue “por causa de una revelación.” En otras palabras, Dios le reveló o le
hizo saber a Pablo que debía ir a Jerusalén a presentar el evangelio que él estaba
predicando a los gentiles a los lideres de la iglesia en Jerusalén.
Pablo les presentó en privado a los lideres de la iglesia en Jerusalén lo que él predicaba a
los gentiles. Hizo esto, en parte, fuera de respeto; pero principalmente para no poner en
riesgo enseñar algo con lo que ellos no estuvieran de acuerdo. No porque Pablo no
estaba seguro de la veracidad de lo que él enseñaba, ya que lo que él enseñaba lo había
recibido de Cristo; sino que Pablo no quería causar divisiones. No obstante sí estaba
listo a hacerlo si los lideres de la iglesia en Jerusalén no hubieran estado de acuerdo con
él.
De nuevo, sabemos que Pablo no dudaba su mensaje porque el mensaje que él había
recibido por medio de revelaciones divinas, igual como la revelación de ir a Jerusalén a
presentar ese mensaje, él sabía era de Dios y por lo tanto era autoritativo y verdadero sin
importar quién lo rechazara o quién lo aceptara.
Cuando Pablo dice que les presento su mensaje en privado a los lideres de la iglesia en
Jerusalén, dice que lo hizo para cerciorarse que “no corría ni había corrido en vano.”
Con esta frase Pablo no está poniendo la veracidad de su mensaje en duda, sino que nos
está haciendo saber que él no sabía si los lideres en Jerusalén iban a estar de acuerdo o
no. Pablo temía que podría haber una división entre creyentes, entre los que estaban de
acuerdo con él y los que creían que la circuncisión era necesaria antes de poder
convertirse en cristianos. Pablo no iba a hacer concesiones de su mensaje, así que si no
hubiera sido aceptado habría habido una división entre los creyentes, y Pablo habría
tratado en vano mantener la unión.
Gálatas 2:3
“Pero ni aun Tito, que estaba conmigo, fue obligado a circuncidarse, aunque era griego.”
Por la gracia de Dios, todos habían tenido la misma revelación. El Espíritu Santo estaba
obrando en Pablo y el resto de los lideres de la verdadera iglesia temprana de la misma
manera. Por lo tanto, los lideres de la iglesia en Jerusalén aceptaron el mensaje de
Pablo. La evidencia de esto fue dada inmediatamente, ya que los lideres de la iglesia en
Jerusalén no obligaron a Tito a que fuera circuncidado, ni Tito se sintió obligado a ser
circuncidado – que es lo que este versículo nos indica.
Los Falsos Hermanos y Sus Enseñanzas
Notas de Escuela Dominical
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Gálatas
Gálatas 2:4-5
4 Y esto fue por causa de los falsos hermanos introducidos secretamente, que se habían infiltrado
para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, a fin de someternos a esclavitud, 5 a los cuales
ni por un momento cedimos, para no someternos, a fin de que la verdad del evangelio
permanezca con vosotros.
Varios comentarios sobre los versículos 3 a 5 indican que la gramática griega usada en
éstos es muy difícil de traducir. No obstante, el punto que Pablo trató de hacer sí se
puede entender claramente. Es decir, los lideres de la iglesia en Jerusalén no vieron la
necesidad de que Tito, un gentil, fuera circuncidado para poder hacerse creyente. El
pensar que habrían obras que hacer antes de poder convertirse, fue algo introducido por
“falsos hermanos.”
La frase “falsos hermanos” traduce la palabra griega
“PSEUDADELPHOS” que indica a gentes que pretenden ser hermanos, es decir, que
pretender ser creyentes.
Estos falsos hermanos, de acuerdo a Pablo, habían sido introducidos secretamente, o
sea, no habían revelado su verdadera identidad — no habían revelado que no eran
creyentes. Unos comentaristas piensan que estos falsos hermanos fueron introducidos
secretamente por fariseos que deseaban corromper lo que ellos consideraban como una
amenaza al judaísmo. Pero, es muy posible también que estos “falsos hermanos”
simplemente creían en lo que enseñaban, sin haber sido provocados directamente por
los fariseos. Es posible que ellos simplemente pensaban que tenían el verdadero
evangelio y era por eso que lo querían compartir. No obstante, por muy buenas que
puedan haber sido sus intenciones, Pablo los trata como espías, o sea, como ladrones, o
traidores. Lo que estos “falsos hermanos” estaban haciendo estaba en contra del
verdadero evangelio.
El propósito de su infiltre es claramente ilustrado como algo malo por Pablo. Su
propósito era: “espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, a fin de someternos a
esclavitud.”
¿Cuál es la libertad que tenemos en Cristo Jesús? En este contexto, la libertad que
tenemos es la de no tener que cumplir con la ley para poder ser salvados. La libertad
que tenemos en Cristo es que nuestra salvación no depende de nosotros o de nuestras
buenas obras. Sino que nuestra salvación depende en la obra de Cristo, en Su sacrificio
por nosotros y en la confianza que tenemos en ese sacrificio que Cristo hizo por nosotros
como suficiente para pagar nuestra deuda por el pecado. Si tuviéramos que ser
circuncidados o de algún modo seguir la ley o algunas reglas, eso sería algo que nos
esclavizaría. Si tuviéramos que hacer buenas obras para merecer la salvación
estaríamos esclavizados a las buenas obras. Esas buenas obras serían adicionales a lo
que Cristo ha hecho por nosotros.
La gente que, al igual que estos falsos hermanos, piensan que algo adicional es necesario
para poder merecernos la salvación menosprecian y disminuyen el valor de lo que Cristo
ha hecho; y efectivamente, demuestran su falta de confianza (o sea su falta de fe) al no
creerle a Cristo. ¡Esta gente rechazan el evangelio y a Cristo!
Notas de Escuela Dominical
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Gálatas
Es útil tomar nota que la libertad del cristiano no sólo tiene que ver con el no tener que
hacer buenas obras para poder ser salvado. Sino, tiene mucho más que ver con el poder
hacer las buenas obras que han sido preparadas para que las hagamos. Es decir, es
porque el cristiano ha sido liberado del yugo del pecado que puede hacer las buenas
obras; es por la libertad que el cristiano tiene en Cristo que ahora tiene la opción de
hacer buenas obras. Sin Cristo en nuestras vidas, sin ser liberados del castigo y el yugo
del pecado, no podemos hacer las verdaderas buenas obras que le agradan a Dios.
Debemos tener muy en mente que la libertad que tenemos en Cristo es la que nos
permite someternos a Su voluntad. Antes de tener a Cristo en nuestras vidas
simplemente nos sometíamos a nuestra propia voluntad. Estábamos esclavizados al
pecado porque no conocíamos a Cristo para saber cuál es Su voluntad, y no estábamos
interesados en complacerlo por quién Él es. No deseábamos complacerle a Él más que a
nosotros mismos.
¡Por la gracia de Dios, los creyentes hemos sido liberados de la esclavitud al pecado!
En estos versículos Pablo nos dice que él y otros no cedieron a las enseñanzas de estos
falsos hermanos. Y no lo hicieron para no ser esclavizados, para no someterse a
doctrinas o a obras erróneas. Sabiendo que si ellos se hubieran sometido a estas falsas
doctrinas otros creyentes podrían haber caído en el mismo error, ellos podrían haber
dado un mal ejemplo, y más importante, ellos podrían haber ofendido a Cristo.
La palabra “permanezca” traduce la palabra griega “DIAMENO” que da énfasis a un
estado que no cambia. ¡El evangelio no cambia!
Es importante tomar nota que Pablo está hablando de asuntos doctrinales. Él aquí está
defendiendo el evangelio, la enseñanza de cómo es que uno puede ser salvado del
castigo del pecado y de la vida en el pecado. Pero cuando Pablo habla de métodos de
ministerio o de asuntos no doctrinales él cedía más fácilmente. Es hablando de esto que
en 1 Corintios 9:22 nos dice: “A los débiles me hice débil, para ganar a los débiles; a
todos me he hecho todo, para que por todos los medios salve a algunos.”
Pablo no estaba interesado en ganar un argumento. Que Pablo atacó con tanta fuerza a
los falsos hermanos y sus enseñanzas es evidencia de qué tan en serio Pablo tomó los
errores que ellos estaban enseñando.
Gálatas 2:6-10
6 Y de aquellos que tenían reputación de ser algo (lo que eran, nada me importa; Dios no hace
acepción de personas), pues bien, los que tenían reputación, nada me enseñaron. 7 Sino al
contrario, al ver que se me había encomendado el evangelio a los de la incircuncisión, así como
Pedro lo había sido a los de la circuncisión 8 (porque aquel que obró eficazmente para con Pedro
en su apostolado a los de la circuncisión, también obró eficazmente para conmigo en mi apostolado
a los gentiles), 9 y al reconocer la gracia que se me había dado, Jacobo, Pedro y Juan, que eran
considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra de compañerismo, para que
nosotros fuéramos a los gentiles y ellos a los de la circuncisión. 10 Sólo nos pidieron que nos
acordáramos de los pobres, lo mismo que yo estaba también deseoso de hacer.
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Gálatas
Pablo comienza el versículo 6 con la frase “Y de aquellos que tenían reputación de ser
algo.” Aquí, muy probablemente, se refiriere a Jacobo, Pedro y Juan, a quienes nombra
en el versículo 9; y quines probablemente también son los de alta reputación a quienes
Pablo les presentó su mensaje por privado en el versículo 2. Que Pablo subió a
Jerusalén para reunirse con ellos indica que él los consideraba como los verdaderos
lideres de la iglesia en Jerusalén, y como Apóstoles igual a él. Que Pablo se reunió con
ellos en privado indica que les tenía mucho respeto. Así, que el modo en el que Pablo se
refiere a ellos en estos versículos no es derogatorio a ellos. Sino que es dirigido a los
falsos hermanos.
Continuando, Pablo nos da su opinión acerca de la alta reputación, “lo que eran, nada
me importa; Dios no hace acepción de personas.” Como hemos dicho, aquí Pablo no los
está poniendo de menos a los Apóstoles lideres de la iglesia en Jerusalén. Sino, Pablo
está dando énfasis a la verdad que “Dios no hace acepción de personas.” Es decir, en los
ojos de Dios todos somos iguales — todos somos pecadores en necesidad de ser
salvados.
La importancia de estos lideres no venía de ellos mismos sino que del mensaje que
Cristo les había dado a que predicaran. Y el punto al que Pablo va a llegar en este pasaje
es que ese mensaje que estos Apóstoles predicaban a los judíos era el mismo que él
predicaba a los gentiles. Por eso, Pablo termina el versículo 6 con esta frase: “pues bien,
los que tenían reputación, nada me enseñaron.”
Los que tenían reputación, los Apóstoles quienes eran los lideres de la iglesia en
Jerusalén, no le enseñaron nada a Pablo porque el mensaje que él predicaba él lo había
recibido de Cristo mismo y ese era el mismo mensaje que estos lideres en Jerusalén
predicaban.
Es posible que los falsos hermanos habían dicho que ellos habían aprendido lo que ellos
enseñaban de los Apóstoles lideres de la iglesia en Jerusalén y que por eso, a pesar de
ser diferente a lo que Pablo enseñaba, ellos tenían más autoridad. Y parece que este
argumento es lo que Pablo les está refutando. Los lideres de la iglesia en Jerusalén no
tenían más autoridad que Pablo, ya que ambos habían recibido el evangelio
directamente de Jesucristo; y ese mensaje era el mismo. Y es eso a lo que Pablo da
énfasis en el versículo 7.
Continuando en el versículo 8, Pablo nos dice por qué ellos tenían el mismo mensaje:
“porque aquel que obró eficazmente para con Pedro en su apostolado a los de la
circuncisión, también obró eficazmente para conmigo en mi apostolado a los gentiles”
El mismo Espíritu Santo que obró en Pedro también había obrado en Pablo. Dada esta
verdad, los Apóstoles lideres de la iglesia en Jerusalén, Jacobo, Pedro y Juan, les dieron
“la diestra de compañerismo” a Pablo y Bernabé. Esta frase, “la diestra de
compañerismo,” tiene que ver con la costumbre cultural del medio oriente por la cual al
dar la mano de esta manera se demostraba apoyo, camaradería, amistad, confianza, y
complicidad. Los falsos hermanos podían decir, o aún creer, que lo qué ellos enseñaban
lo habían aprendido de los lideres de la iglesia en Jerusalén, pero ellos no habían
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Gálatas
recibido el apoyo y la confianza que Pablo y su mensaje habían recibido de estos lideres.
De nuevo, tal apoyo no era necesario para validar el mensaje de Pablo, pero tal apoyo sí
demostraba que el mensaje de Pablo era el mismo que el de los demás Apóstoles, y no el
mensaje de los falsos hermanos.
La única diferencia era que Pablo y Bernabé irían a los gentiles y los lideres de la iglesia
en Jerusalén a los de la circuncisión, o sea, a los judíos.
En el versículo 10, Pablo da énfasis a la única petición que los lideres de la iglesia en
Jerusalén le hicieron: “que nos acordáramos de los pobres, lo mismo que yo estaba
también deseoso de hacer.” El acordarse de los pobres es algo que tiene que acompañar
al evangelio, tanto a los gentiles, como a los judíos — quienes eran quizás los más
necesitados en este contexto, especialmente los judíos creyentes en Judea.
LA JUSTIFICACIÓN POR MEDIO DE LA FE
La parte final del capitulo 2 de Gálatas nos recuerda que la justificación, o sea, el ser
considerado como justo o piadoso ante Dios, no se obtiene por medio nuestras obras, y
tampoco se obtiene por medio del cumplir con ciertas reglas, ritos o disciplinas; sino que
se obtiene por medio de la fe, y solamente por medio de la fe. Y, por la gracia de Dios,
¡la fe es un regalo que Dios mismo nos da! (Efesios 2:8)
¿Por qué es que la gente ven, y han visto, las obras, los ritos o las disciplinas personales
como requisitos necesarios para la salvación? Es posible que sea porque todos sentimos
un sentido de culpa por nuestros pecados, y el hacer cosas como estas nos puede dar
alivio a nuestra conciencia engañándonos a nosotros mismos. Al hacer buenas obras
sentimos como que nos hemos ganado el favor de Dios.
Pero deberíamos de saber que el sacrificio de Cristo es todo lo que es necesario y lo
único que en verdad vale. Es mas, desde la caída del hombre, Dios nos hizo saber que el
derrame de sangre era necesario para el perdón de los pecados (Hebreos 9:22).
Cuando Adán y Eva pecaron, Dios los cubrió con vestiduras de piel, o sea, animales
fueron sacrificados y su sangre derramada para cubrir al hombre por su pecado (Génesis
3:21). Esto fue una ilustración de lo que Cristo llegaría a hacer por nosotros.
No obstante el hombre es testarudo y ha rechazado lo que Dios le ha demostrado.
Podemos decir que desde la caída del hombre, el hombre ha querido que sus obras sean
lo que complace a Dios, a pesar que Dios ordene lo contrario.
Por ejemplo, Caín no sólo trajo su sacrificio de mala gana, sino que también trajo el
sacrificio que Dios no había ordenado. Pónganse a pensar: Dios le dio permiso al
hombre que comiera solamente plantas (Génesis 1:29-30), y después de expulsar al
hombre del jardín del Edén Dios le dijo al hombre que tenía que labrar la tierra para
obtener su comida. De modo que Caín labraba la tierra y le trajo ofrenda a Dios de los
frutos por los cuales él había trabajado muy duro (Génesis 4:3). Es más, su ofrenda fue
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Gálatas
de algo necesario para la vida — la comida. En el modo de pensar del mundo, el modo
de pensar pecaminoso del hombre, tal sacrificio debería serle agradable a Dios.
No obstante, ¿qué nos dice la Biblia que opinó Dios de esta ofrenda? Nos dice que a
Dios ¡no le agradó! (Génesis 4:4) ¿Por qué? Obviamente porque el sacrificio que Dios
había ordenado no era el de la comida, sino el derrame de sangre, ya que este sacrificio
sí señalaba al sacrificio que Cristo daría por nuestros pecados. Es posible que Caín no
pudo entender por qué Dios había ordenado lo que había ordenado — el sacrificio de
animales, y por eso decidió desobedecer a Dios y ofrecer lo que él pensó era algo mejor
— Caín sacrificó lo que necesitaba para vivir.
Que Caín trajo su ofrenda de mala gana es evidente en que él se enojo con Dios porque a
Dios no le agrado el sacrificio que Caín quería que le agradara.
Hoy día, el hombre continua con sus ritos, con sus tradiciones religiosas y quiere que
Dios las acepte y que le agraden; pero el hombre, sin ser movido por el Espíritu Santo,
no trata de agradar a Dios con el sacrificio que sí le agrada a Él (Romanos 12:1; Hebreos
10:1-10).
Por otro lado, el sacrificio de Abel sí le fue agradable a Dios, no porque Abel ofrendó
más que Caín, no porque Abel ofrendó de lo que necesitaba para vivir, sino porque
ofrendó lo que Dios había ordenado, lo que sí señalaba al sacrificio que Cristo daría por
nosotros. Talvez Abel tampoco comprendía por qué Dios quería que animales fueran
sacrificados, animales que no se podían comer todavía, pero a pesar de no comprender,
Abel fue obediente, Caín no.
En esta sección de Gálatas 2:11-21, vemos cómo unos judíos que decían ser creyentes
habían infiltrado la iglesia en Antioquía, y habían causado que la gente comenzaran a
pensar como Caín. Es decir, a que pensaran que las cosas que les parecían mejores a
ellos le deberían de agradar a Dios y por tanto necesitaban hacer estas cosas que ellos
habían razonado en vez de lo que Dios sí había mandado. Ellos comenzaron a tratar sus
obras de obediencia a la ley como que eran necesarias para la salvación, o para
complacer a Dios.
La confianza en los rituales de la ley estaba reemplazando la confianza en la obra de
Cristo. Y hasta creyentes prominentes, como Pedro y Bernabé, estaban cayendo en este
error.
Pablo Confronta la Hipocresía de Pedro
Gálatas 2:11-13
11 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, me opuse a él cara a cara, porque era de condenar. 12
Porque antes de venir algunos de parte de Jacobo, él comía con los gentiles, pero cuando
vinieron, empezó a retraerse y apartarse, porque temía a los de la circuncisión. 13 Y el resto de los
judíos se le unió en su hipocresía, de tal manera que aun Bernabé fue arrastrado por la hipocresía
de ellos.
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Gálatas
Aparentemente los falsos hermanos, los que decían que habían llegado a Antioquía de
parte de Jacobo, también habían acusado a Pablo de no ser un verdadero Apóstol. Así
que cuando Pedro, comenzó a acceder a las reglas de la ley judía que estos querían que
los creyentes en Antioquía cumplieran, Pedro le dio credibilidad al error que estos
enseñaban. Pablo, sabiendo que Pedro estaba en error, indica en este pasaje que él tenía
tanta autoridad apostólica como la de Pedro, tanto como para corregirlo y hasta
condenar su conducta.
La conducta de Pedro era de condenar porque Pedro tomó una posición que él sabía no
estaba correcta. Pedro sabía que no era necesario para la salvación el seguir las reglas
de la ley. Es mas, no fue hasta que los falsos hermanos llegaron a Antioquía que Pedro
comenzó a comportarse como ellos. Antes de esto, Pedro sí se había asociado con los
hermanos gentiles y había disfrutado con ellos la libertad de la ley que se tiene en Cristo.
Es importante notar que era la conducta de Pedro lo que Pablo estaba condenando y no
a Pedro. El seguir estas obras de obediencia a la ley (como interpretada por los fariseos)
no condenaría a nadie en sí. Pero el ponerle la confianza para la salvación en cualquier
cosa otra que la obra redentora de Cristo sí condena. Es decir, Pablo estaba condenando
el comportamiento de Pedro porque éste iba a confundir a la gente, posiblemente
haciéndoles pensar que sí se necesitaba algo más que simplemente la fe en la obra de
Cristo para la salvación.
Nos dice este pasaje que Pedro temía a los que decían que habían llegado a Antioquía de
parte de Jacobo. Pero ya que éstos decían que eran creyentes, Pedro no les temía por su
vida — Pedro no temía que ellos le fueran a hacer daño físico. Eran los judíos quienes
rechazaban a Cristo y que no admitían de ningún modo ser creyentes a los que sí les
podría haber temido por su vida. A éstos que habían llegado a Antioquía, el temor que
Pedro les tenía, era probablemente el de ser hecho ridículo. Los falsos hermanos
estaban haciendo cosas por las que ellos se consideraban piadosos. Pedro parece haber
temido no ser considerado piadoso por ellos o por la gente a la que ellos estaban
convenciendo.
Lo peor fue que la conducta de Pedro, dada su reputación como el líder de los Apóstoles,
le sirvió de ejemplo a otros creyentes judíos. Hasta Bernabé “fue arrastrado” por las
enseñanzas de los falsos hermanos ya que aparentemente él también estaba siguiendo el
ejemplo de Pedro.
La importancia de la oposición de Pablo a la conducta de Pedro y de Bernabé, y a las
enseñanzas de los falsos hermanos no puede ser recalcada suficientemente. Al oponerse
Pablo a lo que Pedro estaba haciendo, no sólo demostró Pablo su autoridad, sino que
rectificó el error de su hermano.
También, la importancia de esta corrección debe ser estimada apropiadamente en la
iglesia ahora. Creyentes no se pueden separar entre sí por raza, por costumbres, por
clases sociales, o por otras distintivas. Es posible que este tipo de prejuicio haya
contribuido a que los falsos hermanos, y los judíos creyentes (como Pedro y Bernabé)
aceptaran las falsas enseñanzas de los que decían haber llegado de parte de Jacobo. Es
posible que estas falsas enseñanzas de los falsos hermanos simplemente hayan dado la
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Gálatas
oportunidad para que practicaran sus verdaderos sentimientos sin sentirse culpables de
hacer algo malo.
Los judíos de esos días no querían a los gentiles. Los creyentes judíos pueden haber
tenido ese mismo sentimiento pecaminoso aún después de haber sido salvados. El tener
un motivo para no asociarse con gentiles, aunque fueran creyentes, o de hacer que los
creyentes gentiles se hicieran culturalmente judíos antes de asociarse con creyentes
judíos, les puede haber parecido atractivo en su carne. Pablo condenó aquí ese tipo de
pensar, ya que en Cristo no hay tal división ni distinción (Romanos 10:12).
También es posible que los falsos hermanos que llegaron a Antioquía verdaderamente
fueron enviados por Jacobo, y que Jacobo también había sido engañado por la atracción
de no tener que convivir con creyentes gentiles, por el común prejuicio de los judíos de
ese día contra los gentiles. Pero Jacobo sí apoyó a Pablo y el verdadero evangelio, como
ya vimos. El punto principal es que por la gracia de Dios, Pablo supero todo esto, y nos
lo ha enseñado a nosotros.
Pablo Confronta el Error de Pedro
Gálatas 2:14-16
14 Pero cuando vi que no andaban con rectitud en cuanto a la verdad del evangelio, dije a Pedro
delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como los judíos, ¿por qué
obligas a los gentiles a vivir como judíos? 15 Nosotros somos judíos de nacimiento y no pecadores
de entre los gentiles; 16 sin embargo, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la
ley, sino mediante la fe en Cristo Jesús, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para que
seamos justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley; puesto que por las obras de la
ley nadie será justificado.
Podemos aprender unas lecciones muy valiosas de Pablo en este pasaje. Para comenzar,
Pablo usó el evangelio para evaluar, medir y juzgar la conducta de Pedro. La impresión
que Pablo da es que él primero investigó lo que los que habían llegado a Antioquia, (los
falsos hermanos, supuestamente) de parte de Jacobo estaban enseñando; y que cuando
se dio cuenta de qué era lo que enseñaban, lo comparó a la verdad del evangelio. Y fue
porque esta enseñanza no estaba de acuerdo con el evangelio – que la salvación es un
regalo de Dios y no es algo que el hombre se merece o se gana por medio de las obras –
que Pablo concluyó que estos visitantes “no andaban con rectitud.”
De similar manera hoy día vemos creencias de todo tipo que son enseñadas por todos
lados, incluyendo en la iglesia. Lo que se enseña en la iglesia, lo que se enseña como la
verdad revelada por Dios, es algo serio. No debemos permitir que alguna falsedad sea
introducida a la enseñanza del evangelio. No podemos quitarle ni agregarle nada a la
Palabra de Dios (Apocalipsis 22:18-19).
Ya que Pedro no había corregido a los falsos hermanos sino que había accedido a sus
falsas enseñanzas, Pedro había dado un mal ejemplo y necesitaba ser corregido. Porque
la ofensa de Pedro — el no distinguir, el no corregir el error que se estaba enseñando en
la iglesia de Antioquía, y el comenzar a imitar y apoyar ese error — fue una ofensa
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Gálatas
publica, y una ofensa de la que los creyentes en Antioquía se habían dado cuenta, fue
importante que Pablo lo corrigiera en publico.
La corrección en publico les demostró varias cosas muy valiosas a los creyentes en
Antioquía, y a nosotros también:
1. Comunicó que creyentes deben darse cuenta cuando una falsedad estaba siendo
enseñada entre ellos.
2. Lo que se enseña en la iglesia es algo serio.
3. La enseñanza de errores en la iglesia no puede ser tolerada.
4. Errores cometidos en público deben ser corregidos en público.
5. Doctrina errónea debe ser corregida sin importar quién la enseñe o quien la
acepte.
6. Aún los creyentes más maduros, como Pedro, pueden ser engañados y caer en
error o pecado.
7. Porque todos somos vulnerables a las mentiras demoníacas, y podemos ser
engañados y caer en error, necesitamos creyentes alrededor nuestro que nos
corrijan cuando erramos.
8. Cuando vemos a otros creyentes siguiendo enseñanzas erróneas debemos
corregirlos (aún si esto los ofende).
Así como la iglesia de Antioquía nosotros hoy día también podemos aprender de la
corrección publica de Pedro por parte de Pablo. Aprendemos que Pedro no fue perfecto.
Pedro, el Apóstol principal, cayó en estos errores aún después de haber sido el medio
por el cual la fe de los gentiles había sido confirmada. La verdad que vemos es que aún
los más espirituales de entre nosotros podemos caer en pecado. Podemos ser engañados
si en vez de enfocarnos en el evangelio, y en lo que Dios verdaderamente enseña, nos
enfocamos en lo que nos agrada, o en lo que nos parece mejor a nosotros.
También es muy útil ver que Pablo no permitió que la posición o que la reputación de
Pedro lo intimidara, previniendo que él hiciera lo que por la Palabra de Dios él sabía era
lo correcto. Es mas, en su corrección de Pedro, Pablo parece no haber tratado de decir
lo que le dijo a Pedro de manera que Pedro no fuera a ofenderse. Pablo no parece
haberle puesto mucha atención a los sentimientos de Pedro al corregirlo. ¿Por qué cree
usted que fue así? ¿Cree que eso estuvo bien?
Es probable que fue así porque la mala doctrina no puede ser tolerada en la iglesia. Y sí
estuvo bien que Pablo corrigiera la mala doctrina en la iglesia con fuerza, así como lo
está bien ahora también, porque ese fue el ejemplo que Cristo nos dio — Él no fue muy
amable al corregir a los que enseñaban o apoyaban doctrinas erróneas (ver por ejemplo:
Mateo 12:1-14, 22-45; 21:12-17, 23ff; Lucas 6:1-5; Lucas 20:27ff).
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Gálatas
Es muy probable que Pedro reconoció su error inmediatamente, y sabemos que le estuvo
agradecido a Pablo por haberlo corregido. Pablo quizás no incluyó eso aquí para no
darse crédito, pero sí sabemos que Pedro no termino pensado de esta errónea manera
(Hechos 15:12ff) y que Pedro le tenía mucho respeto y aprecio a Pablo (2 Pedro 3:14-18).
¿Cuál era el error de Pedro en particular? Comenzando con el versículo 14 Pablo le dice
a Pedro: “… Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como los judíos, ¿por qué
obligas a los gentiles a vivir como judíos? 15 Nosotros somos judíos de nacimiento y no
pecadores de entre los gentiles.”
Pedro era judío pero él mismo había dejado de seguir las tradiciones de los judíos al
comenzar a seguir a Cristo. Efectivamente, lo que los falsos hermanos estaban forzando
que los gentiles en Antioquía hiciera era que comenzaran a practicar tradiciones judías
(las que Pedro ya no practicaba), antes de poder ser considerados creyentes en Cristo.
Por eso Pablo le dice a Pedro que él vivía como gentil, pero al apoyar a los falsos
hermanos estaba haciendo que los creyentes gentiles de Antioquía vivieran como judíos.
Pablo aquí también le recuerda a Pedro que ellos (Pablo y Pedro) sí tenían más razón
para seguir algunas de las tradiciones, posiblemente Pablo tenía en mente la
circuncisión, ya que ellos habían nacido siendo judíos.
El versículo 16 es muy poderoso. Pablo nota que no importa si se es judío de nacimiento
o pecador de entre los gentiles ya que “… el hombre no es justificado por las obras de la
ley, sino mediante la fe en Cristo Jesús.” Y es por eso que de los creyentes judíos él dice
que “… también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para que seamos justificados
por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley; puesto que por las obras de la ley nadie
será justificado.”
¡Amen! Pablo aquí aclara que los creyentes judíos como él y Pedro no han sido
justificados por cumplir con las obras de la ley, o sea las obras que los falsos hermanos
estaban tratando de instituir. Sino que ellos habían sido justificados por la fe en Cristo.
Y puesto que nadie sería justificado por las obras de la ley, no tenía sentido hacer que los
creyentes gentiles cumplieran con la ley.
La Justicia No Viene por medio de la Ley
Gálatas 2:17-21
17 Pero si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros hemos sido hallados pecadores,
¿es Cristo, entonces, ministro de pecado? ¡De ningún modo! 18 Porque si yo reedifico lo que en
otro tiempo destruí, yo mismo resulto transgresor. 19 Pues mediante la ley yo morí a la ley, a fin de
vivir para Dios. 20 Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive
en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí. 21 No hago nula la gracia de Dios, porque si la justicia viene por medio
de la ley, entonces Cristo murió en vano.
En los versículos 15 a 16 Pablo estableció la justificación por medio de la fe, y ahora en
los versículos 17 a 21 él defiende esa enseñanza.
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Gálatas
Lo que estos versículos defienden está claro: defienden el hecho que la ley o cualquier
obra o grupo de reglas, por muy buenas y sabias, no son necesarias para la justificación,
o sea para la salvación.
Los enemigos de Pablo estaban enseñando que si la salvación fuera sólo por medio de la
fe en Cristo, entonces la ley sería puesta al lado completamente, y ellos no querían
aceptar el no tener que seguir con las demandas de la ley. En su modo de pensar, el no
tener que seguir las demandas de la ley era algo imposible de imaginarse — era algo
inaudito. Desde su punto de vista, la ley de Dios no podía ser abrogada o abolida.
Pensaban así porque ignoraban que Cristo no abolió la ley sino que la cumplió (Mateo
5:17). Consideraban que el dejar de seguir las demandas de la ley sería pecado. Pero
más al punto, si no tenían que seguir las demandas de la ley, y ésta no fuera el medio por
el cual se obtenía la salvación, entonces los judíos se encontrarían en la misma posición
que los gentiles. Es decir, los judíos se encontrarían en necesidad de la gracia de Dios
para su salvación, al igual que los gentiles. En otras palabras, el merito étnico del que
los judíos se enorgullecían no tendría valor, y ellos no podrían discriminar a los gentiles.
Los judíos que se convirtieran a creyentes ya no podrían justificar el tratar a los gentiles
como seres inferiores. Esto era lo que en verdad no les era aceptable a los enemigos de
Pablo.
Aunque el punto que estos versículos enseñan sí está claro, cómo es que lo enseñan no
está tan claro. Es decir, hay varias interpretaciones del versículo 17 que son validas y
que enseñan el mismo punto, solo que de distintos modos. Aquí veremos tres de éstas
interpretaciones:
1. Pablo ve la enseñanza de los que habían llegado a Antioquía supuestamente de
parte de Jacobo como una ofensa a Cristo mismo y como un ataque al evangelio.
Por tanto, Pablo con sus palabras, estaba repudiando el insulto a Cristo de una
manera muy fuerte. Por eso declara que el buscar ser justificados en Cristo
aparte de la ley los puso en una posición de pecadores, ya que esa era su
verdadera posición ante Dios. Siendo pecadores, ellos necesitaban un Salvador; y
Cristo los salvó. Cristo no los había llevado al pecado sino que Él los había
salvado de sus pecados.
2. Pablo se estaba dirigiendo a Pedro, Bernabé y los demás judíos que estaban
siguiendo las enseñanzas de los (falsos hermanos) que habían llegado a Antioquía
supuestamente de parte de Jacobo. Entonces Pablo les dice que si ellos habían
buscando la justificación en Cristo, pero si ahora tenían que regresar a la practica
de la ley para obtener la salvación, entonces ellos habían comprobado ser
pecadores al haber seguido a Cristo. Por tanto, Cristo los había llevado al pecado
y era un ministro del pecado. Este pensar le habría sido detestable a Pedro, quien
amaba a Cristo. Pero todos sabían que sería imposible que Cristo fuera culpable
de esta manera, así que al hacerles Pablo su pregunta, “¿es Cristo, entonces,
ministro de pecado?” les estaba demostrando que ellos habían errado al pensar
que necesitaban algo más que la fe en Cristo para su justificación. Por eso
continua diciéndoles “¡De ningún modo!”.
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Gálatas
3. Una posible paráfrasis va algo así: “Pero si [nosotros] buscando ser justificados
en Cristo, también nosotros hemos sido hallados [o juzgados como] pecadores
[por nuestros enemigos porque hemos abandonado la ley, entonces Cristo nos ha
llevado al pecado].” Ya que los enemigos de Pablo estaban enseñando que el
dejar de seguir las demandas de la ley era pecado, por tanto Cristo sería un
ministro de pecado ya que por Él era que la ley ya no se tenía que segir. Que
Cristo fuera un ministro del pecado era algo imposible, por tanto el argumento de
los falsos hermanos, los judíos que habían llegado a Antioquía supuestamente de
parte de Jacobo, estaba en error.
En el versículo 18, al decirles Pablo que “Porque si yo reedifico lo que en otro tiempo
destruí, yo mismo resulto transgresor” les está haciendo ver que el dejar de seguir las
demandas de la ley no es pecado como los falsos hermanos enseñaban, sino que el
regresar a la ley lo es, o sea el reedificar lo que fue destruido. El restaurar lo que uno ya
había destruido previamente, o sea la justificación por medio de la ley, lo hace a uno un
verdadero transgresor. Y esto era lo que Pedro había hecho al dejar de comer con los
gentiles en Antioquía. Efectivamente, Pedro había saboteado uno de los principios
básicos del evangelio. No se le puede agregar nada a lo Cristo ha hecho, la fe en lo que
Él ha hecho por nosotros, en Su sacrificio y resurrección, es suficiente para la
justificación.
Pablo continua con este mismo pensar en el versículo 19, al declarar “Pues mediante la
ley yo morí a la ley.” Pablo no solamente había rechazado la ley como el medio a la
salvación, él había muerto a ésta, y por tanto no podía regresar a ella. Pablo había sido
un fanático de la ley, pero al ver su vida antes de su conversión él sabía que el haber
vivido bajo la ley le había demostrado que la ley era inadecuada para obtener la
salvación. Ésta solamente le demostró su necesidad por un Salvador al demostrarle que
no podía cumplirla. Efectivamente, la ley le demostró que era un pecador y lo castigo
por serlo.
Pablo continua, diciendo que “a fin de vivir para Dios.” [Yo] “20 Con Cristo he sido
crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora
vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo
por mí.” Pablo se volteo de la ley hacia Cristo para encontrar la vida y para vivir para
Dios. El vivir para Dios y para complacerle no es lo mismo que el vivir para cumplir con
la ley. El haber sido crucificado con Cristo significa que este evento pasado está
teniendo un efecto presente, o sea, Dios ha hecho al creyente participe con Cristo en su
muerte. El creyente, por tanto, está muerto al pecado y ahora vive en y por Cristo. Es
decir, el creyente puede dejar de centrar su vida en sí mismo y puede centrarla en Cristo.
El creyente puede y va a desear comprender qué es lo que le complace al Señor y va a
tratar de agradarlo, no para obtener la salvación, sino porque la ha obtenido por medio
de la fe por la gracia de Dios.
Y la salvación tiene que ser por la gracia de Dios, “porque si la justicia viene por medio
de la ley, entonces Cristo murió en vano.” Este es un apto resumen del mensaje de este
capitulo.
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Gálatas
DEFENSA DE LA JUSTIFICACIÓN POR MEDIO DE LA FE
Gálatas 3:1-5
1 ¡Oh, gálatas insensatos! ¿Quién os ha fascinado a vosotros, ante cuyos ojos Jesucristo fue
presentado públicamente como crucificado? 2 Esto es lo único que quiero averiguar de vosotros:
¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? 3 ¿Tan insensatos sois?
Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿vais a terminar ahora por la carne? 4 ¿Habéis padecido
tantas cosas en vano? ¡Si es que en realidad fue en vano! 5 Aquel, pues, que os suministra el
Espíritu y hace milagros entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley o por el oír con fe?
En los versículos anteriores, Pablo acaba de hacerles ver a los gálatas cómo él le puso
alto a los errores que los judíos que habían llegado a Antioquía estaban enseñando; y
cómo él hasta a Pedro corrigió al ver que él estaba en error. Este era el mismo error en
el que los gálatas habían caído y ahora Pablo regresa a corregirlos a ellos directamente, y
lo hace con palabras muy fuertes.
Para empezar, Pablo llama a los gálatas “insensatos.” La palabra griega traducida
“insensatos” es la palabra “ANOETOI,” la cual indica pereza mental o descuido. En
otras palabras, los gálatas habían disfrutado la enseñanza de Pablo, ellos habían sido
testigos de la obra del Espíritu Santo en sus vidas, ellos habían visto milagros
aconteciendo entre ellos, pero ellos se habían descuidado al no haber puesto mucho
esfuerzo para saber y entender lo que la Palabra de Dios enseña. Los gálatas se habían
hecho haraganes y habían dejado de seguir lo que Pablo les había enseñado.
Inmediatamente después de llamarlos “insensatos” a los gálatas, Pablo les hace la
primera de una serie de preguntas retóricas: “¿Quién os ha fascinado a vosotros…?” Los
gálatas habían sido “fascinados” o encantados. La palabra “fascinados” traduce la
palabra griega “BASKAINO” que indica el ser encantado, o el ser engañado como por
falsos halagos. El uso de esta palabra aquí indica que las enseñanzas erróneas que los
gálatas habían aceptado les habían sido atractivas a sus emociones. Los gálatas habían
creído con sus emociones, no porque hubieran estudiado y evaluado las enseñanzas de
los falsos hermanos.
Es común hoy día que al hablar de la mente uno se refiere al entendimiento, y al hablar
del corazón uno se refiere a las emociones. Si no ponemos atención a lo que la Biblia
enseña podríamos pensar que eso es cómo la Biblia usa la metáfora del corazón. Pero en
realidad, cuando la Biblia habla del corazón del hombre habla tanto de su
entendimiento y no de sus emociones. La palabra griega que es principalmente
traducida corazón es la palabra “KARDIA” y es de la cual vienen muchas palabras que
ahora usamos con referencia al corazón, como ataque cardiaco.
La palabra griega “KARDIA” da a entender toda la actividad mental y moral del hombre,
tanto sus elementos emocionales como los racionales. En otras palabras, el corazón es
usado de una manera figurativa para significar la parte interna del hombre, que incluye
a nuestra mente — nuestro entendimiento.
Lo que los falsos hermanos habían llegado a enseñarles a los gálatas les había agradado
a sus emociones, y ellos habían fallado en discernir lo que estos falsos hermanos
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Gálatas
enseñaban porque les había agradado. Esto le ha de haber sido especialmente difícil
para Pablo, ya que como él les dice a los gálatas, que fue ante ellos “ante cuyos ojos
Jesucristo fue presentado públicamente como crucificado” por medio del verdadero y
único evangelio que Pablo les había predicado.
Lastima que aún es común hoy día que los cristianos se congreguen en iglesias donde se
sientan mejor que en iglesias donde se les enseñe la Palabra.
Recordándoles a los gálatas de su propia conversión y su experiencia de ésta, Pablo les
hace su próxima pregunta retórica en el versículo 2: “¿recibisteis el Espíritu por las
obras de la ley, o por el oír con fe?” Es decir, cuando Pablo les compartió por primera
vez la verdad del evangelio, él no les habló de la ley sino de la fe. Y cuando ellos
aceptaron originalmente el evangelio no sabían de la ley ya que ellos eran gentiles y no
judíos. Si ellos habían verdaderamente recibido el perdón de sus pecados y la
justificación que es sólo por medio de la fe, ¿por qué ahora pensaban que tenían que
agregarle obras a esa fe? Si fue porque sus obras no podían ser suficientes para salvarlos
que necesitaban la fe, ¿por qué ahora pensaban que habrían obras que pudieran
añadirle algo a la justificación que ya habían recibido?
Ésta es la idea con la que Pablo les hace las siguientes preguntas retóricas en el versículo
3: “¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿vais a terminar ahora
por la carne?” Pablo les quiere hacer que razonen que si necesitaron el Espíritu Santo
para creer, cómo es que ahora pudieran pensar que sus mismas obras, en su carne
pecaminosa, podrían añadirle o mejorar lo que la carne y sus obras no pudieron hacer
anteriormente.
Con su siguiente pregunta retórica en el versículo 4, Pablo les recuerda de nuevo de las
experiencias que los gálatas habían tenido al oír el evangelio, y les hace pensar si eso
había sido en vano o no: “¿Habéis padecido tantas cosas en vano? ¡Si es que en realidad
fue en vano!” Aunque talvez no hayan “padecido” dolores, sí han de haber padecido algo
en el sentido de que sus vidas habían cambiado al haber recibido el mensaje de Pablo.
¿Fue en vano que “padecieron” tales cambios? Claramente que no, y es eso lo que Pablo
les quería hacer ver. Su cambio había sido verdadero, y había ocurrido sin que ellos
supieran o siguieran la ley que los falsos hermanos ahora les querían hacer cumplir.
En el versículo 5 Pablo les hace la última, y quizás la más fuerte de sus preguntas
retóricas: “Aquel, pues, que os suministra el Espíritu y hace milagros entre vosotros, ¿lo
hace por las obras de la ley o por el oír con fe?” Los milagros que Cristo mismo había
hecho y estaba haciendo entre ellos, los hacia por medio de la fe que ellos le habían
tenido y no porque ellos hayan sido fieles seguidores o cumplidores de la ley de la que
hasta ahora estaban aprendiendo.
La epístola a los creyentes en Galacia fue probablemente la primera epístola del apóstol
Pablo. La escribió durante tiempos apostólicos, cuando los milagros todavía estaban
pasando para verificar y confirmar la validez y la veracidad del mensaje. Por medio de
Pablo, Cristo había hecho milagros ante los gálatas. Estos milagros testificaban de la
validez, de la veracidad del mensaje de Pablo; que al contrario de las enseñanzas de los
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Gálatas
falsos hermanos, enseñaba que la justificación del creyente se obtiene sólo por medio de
la fe, y no por medio de la fe y las obras de ley.
Por tanto, si una persona había recibido el don la salvación eterna al haber creído el
mensaje de Pablo, al haber puesto su fe en Cristo Jesús, al haber puesto su confianza
para la vida eterna en la obra y la promesa de Cristo; ¿cómo era posible que ahora
quisieran agregarle algún merito obtenido por obras al don que Cristo ya les había
dado?
Defensa de la Justificación por medio de la Fe de Abraham
En este tercer capitulo Pablo comenzó a defender la justificación por medio de la fe;
primeramente acordándoles a los gálatas de su propia experiencia, de cómo fue que
ellos llegaron a la fe en Cristo. Segundamente les explica cómo es ilógico que ellos,
después de haber sido salvados sin haber hecho nada que merite esa salvación, ahora
estén queriendo hacer que nuevos creyentes hagan obras que les meriten recibir la
salvación. Si no fue necesario cumplir con la ley para obtener la salvación antes, no es
necesario ahora; si la fe fue suficiente para obtener la salvación antes sin obras
meritorias, la fe es suficiente ahora todavía sin obras meritorias.
En la siguiente sección del capitulo 3, Pablo les da el ejemplo más obvio de cómo es que
la fe ha sido, es, y será suficiente para obtener la salvación dado lo que enseñan las
Escrituras. El ejemplo que Pablo usa es el de Abraham.
Gálatas 3:6-9
6 Así Abraham CREYÓ A DIOS Y LE FUE CONTADO COMO JUSTICIA. 7 Por
consiguiente, sabed que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. 8 Y la Escritura, previendo
que Dios justificaría a los gentiles por la fe, anunció de antemano las buenas nuevas a Abraham,
diciendo: EN TI SERÁN BENDITAS TODAS LAS NACIONES. 9 Así que, los que son de fe son
bendecidos con Abraham, el creyente.
El versículo 6 comienza con la palabra “Así,” la cual traduce la palabra griega
“KATHOS,” que generalmente se usa para introducir una nueva idea, pero que enlaza a
la idea precedente. Y es exactamente eso lo que hace Pablo aquí al introducir una nueva
idea, la justificación de Abraham en el Antiguo Testamento, y enlaza esa idea con el
contexto de la justificación por medio de la fe del que ha comenzado a presentar en este
capitulo.
En el versículo 6, Pablo sita Génesis 15:6, “Y Abram creyó en el SEÑOR, y Él se lo
reconoció por justicia.” Al ver este versículo en su contexto podemos hacer unas
observaciones clave.
En los versículos anteriores a Génesis 15:6 vemos qué es lo que Abraham (o quizás
mejor dicho, Abram, ya que Dios no le había cambiado el nombre todavía), le creyó a
Dios.
Primeramente, Abraham le creyó a Dios cuando Él le dijo que le daría un heredero que
saldría de sus entrañas (Génesis 15:4). O sea, Abraham le creyó a Dios que a pesar de su
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Gálatas
avanzada edad (de alrededor de cien años), Dios le daría un hijo. Abraham demostró
que le tuvo confianza a la lo que Dios le dijo. Abraham comprendió que Dios tenía el
poder de hacer lo que fuera — aún darle un hijo a alguien de edad tan avanzada; y
Abraham confió que Dios cumpliría con Su Palabra. Abraham creyó que Dios podía y
haría lo que le prometió.
Abraham también le creyó a Dios cuando Él le dijo que le daría descendencia (Génesis
15:5) tan innumerable que, como las estrellas del cielo, no se podrían ni contar. No sólo
comprendió Abraham que Dios milagrosamente le proveería un descendiente sino que
también de éste Dios proveería innumerables descendientes.
El punto es que Abraham creyó la Palabra de Dios. Esta fe que Abraham le tuvo al
Señor le fue reconocida por justicia; o sea, la justicia de Dios le fue imputada a
Abraham.
Es interesante notar que la palabra hebrea traducida “reconoció” en Génesis 15:6 es la
palabra “CHASHAD,” la cual quiere decir “imputar.” Ésta es la primera vez que la
palabra “imputar” es usada en la Biblia. Por tanto, desde antes que Dios le diera la ley a
Israel vemos que la justicia que salva es imputada, o sea, ¡que la salvación es un don de
Dios!
Romanos 4:1-12 es un pasaje parecido notable. En Romanos 4 Pablo también usa este
pasaje de Génesis 15 para explicar el significado de la fe de Abraham. Pero en el pasaje
de Romanos 4 es que Pablo explícitamente hace varios puntos que son hechos más
implícitamente en nuestro pasaje de Gálatas 3:6-9. Unos de estos puntos:
1. Abraham creyó la Palabra de Dios siendo pagano, no siendo circunciso, y a pesar
de eso su fe le fue contada por justicia.
2. Dado que éste fue el caso para Abraham, que la justicia le fue imputada, ¿por qué
sería diferente para los romanos (o para los gálatas, o para la gente ahora)?
3. Abraham es padre de todos los que siguen los pasos de la fe, tanto circuncisos
como incircuncisos, ya que él recibió esta bendición siendo todavía incircunciso.
En Gálatas 3:7 vemos uno de estos puntos reiterados: “Por consiguiente, sabed que los
que son de fe, éstos son hijos de Abraham.”
¿Quiénes son hijos de Abraham? De acuerdo a Pablo, “los que son de fe.” En otras
palabras, todos los creyentes, tanto los del Antiguo Testamento como los del Nuevo
Testamento, y los creyentes del presente y del futuro “son hijos de Abraham.” Éste fue
el punto que Jesús les quiso dar a entender a los judíos en Juan 8:31-47, pero que ellos
se rehusaron a aceptar. Estos judíos a los que Jesús les dijo “Sois de vuestro padre el
diablo” (Juan 8:44), tenían la misma perspectiva que parece evidente en los falsos
hermanos que habían introducido erróneas doctrinas en Galacia. Ambos pensaban que
su descendencia física o étnica de Abraham los hacía merecedores o dignos de ser “hijos
de Abraham” en el sentido de su posición en el reino de Dios. Es decir, ellos creían que
porque eran descendientes carnales de Abraham esto les ganaría la salvación. Es por
eso que los falsos hermanos querían que los gálatas, y todos los gentiles, se identificaran
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Gálatas
como descendientes de Abraham por medio de la circuncisión antes de ser aceptados
como creyentes en Cristo.
Pablo explica detalles adicionales sobre este tema en el siguiente versículo, Gálatas 6:8
dice “Y la Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, anunció de
antemano las buenas nuevas a Abraham, diciendo: EN TI SERÁN BENDITAS TODAS
LAS NACIONES.”
Pablo usa la palabra griega “DE,” que traducida “Y” en español aquí indica continuación
del punto anterior. Pablo la usa para dar énfasis al hecho que el punto del versículo 8
está conectado con el punto del versículo 7. En el versículo 8 Pablo está introduciendo
la evidencia de la Escritura que apoya el punto del versículo 7.
Antes de ver esta evidencia, es importante notar cómo Pablo personaliza “la Escritura.”
Es decir, Pablo usa “la Escritura” como equivalente a “Dios.” Esto es aceptable ya que es
Dios quien se puede decir que estaba “previendo.” El decir que la Escritura dice algo es
equivalente al decir que Dios dice algo ya que la Escritura es la Palabra de Dios. Tal
intercambio de “la Escritura” con Dios es usado por Pablo también en Romanos 9:17, y
es evidencia que tanto los autores humanos de la Biblia y los Apóstoles consideraban “la
Escritura” como la verdadera Palabra de Dios.
Y ¿qué es lo que la Escritura previó? Que Dios justificaría a los gentiles por la fe. Y ¿qué
fue lo que la Escritura anunció de antemano a Abraham? Las buenas noticias (o sea el
evangelio) que en él serían benditas todas las naciones. ¿Dónde vemos esto en la
Escritura? Lo vemos en Génesis 12:3, “Bendeciré a los que te bendigan, y al que te
maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.”
¿Cuáles son los puntos clave de Génesis 12:3 que Pablo está notando aquí? Hay dos
puntos principales:
1. La bendición que Dios le prometió a Abraham, fue desde un principio dada y
revelada con toda intención de incluir a los gentiles.
2. La promesa de las buenas noticias, o del evangelio, fue dada antes que la ley.
La bendición de la salvación vino por medio de Cristo Jesús, el descendiente de
Abraham. Y esta bendición le es accesible a toda familia de la tierra, o sea, todas las
naciones.
Pero, ¿cómo es que esta bendición es obtenida por todos, judíos o no? La respuesta a
esta pregunta es el contenido del siguiente versículo (Gálatas 3:9), ya que “los que son
de fe son bendecidos con Abraham, el creyente.”
La frase, “los que son de fe,” intencionalmente incluye tanto a judíos como a gentiles.
“Los que son de fe” son todos los que creen la Palabra de Dios. Y es la Palabra de Dios
que nos dice que la salvación es por gracia por medio de la fe, por medio de la confianza
en que Jesús pagó la pena de muerte que como pecadores merecemos, y que Dios ha
reconocido esa fe en la obra de Cristo Jesús como justicia. La muerte de Cristo paga por
nuestros pecados y la perfecta y justa vida de Cristo nos es imputada como justicia.
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Gálatas
Estas son las buenas noticias que las Escrituras previeron y le anunciaron desde antes
que la ley fuera dada a Israel.
Comparación de la Ley con la Fe
Pablo acaba de explicar las buenas noticias, o sea el evangelio, que encontramos en las
Escrituras. En particular, que la salvación se obtiene solamente por medio de la fe en
Cristo Jesús. Fe en que Jesús ya pagó la deuda y ya sufrió el castigo por nuestros
pecados. Y porque ese es el caso, ya no hay nada más que podamos o necesitemos hacer
para poder ganarnos o merecernos la salvación — el ser vistos como justos ante Dios.
Ahora, en la siguiente sección de su epístola, Gálatas 3:10-14, Pablo se refiere a pasajes
del Antiguo Testamento para demostrarle a los gálatas que el tratar de ser justificados
por la ley lleva a la maldición.
Gálatas 3:10-14
10 Porque todos los que son de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está:
MALDITO TODO EL QUE NO PERMANECE EN TODAS LAS COSAS ESCRITAS EN
EL LIBRO DE LA LEY, PARA HACERLAS. 11 Y que nadie es justificado ante Dios por la ley
es evidente, porque EL JUSTO VIVIRÁ POR LA FE. 12 Sin embargo, la ley no es de fe; al
contrario, EL QUE LAS HACE, VIVIRÁ POR ELLAS. 13 Cristo nos redimió de la maldición
de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros (porque escrito está: MALDITO TODO EL
QUE CUELGA DE UN MADERO), 14 a fin de que en Cristo Jesús la bendición de Abraham
viniera a los gentiles, para que recibiéramos la promesa del Espíritu mediante la fe.
Pablo comienza esta sección dirigiéndose a “todos los que son de las obras de la ley.” En
la sección anterior ya se dirigió a “los que son de fe” (v. 7). Y son estas personas, “todos
los que son de las obras de la ley,” quienes se encuentran en la condición de
transgresores. Una condición de la cuál él les hablo anteriormente en el versículo 2:18
(“Porque si yo reedifico lo que en otro tiempo destruí, yo mismo resulto transgresor”).
Es decir, “todos los que son de las obras de la ley” están agregándole estas obras a la fe.
Por lo tanto no están considerando la fe como suficiente para la justificación y esa falta
de confianza en la obra de Cristo los hace transgresores.
Y “todos los que son de las obras de la ley” no solo son transgresores, sino que están
maldecidos por Dios. Porque por mucho que traten con toda su dedicación, nunca
podrán obedecer la ley a la perfección. Y Pablo aquí les demuestra que esto siempre a
sido el caso al citar el Antiguo Testamento: “pues escrito está: MALDITO TODO EL
QUE NO PERMANECE EN TODAS LAS COSAS ESCRITAS EN EL LIBRO DE LA LEY,
PARA HACERLAS” (Deuteronomio 27:26; Jeremías 11:3).
De hecho, nadie puede cumplir con todos los mandamientos de la ley. Por lo tanto,
todos los que están confiando en que su cumplir con la ley los salvará están equivocados,
ya que para que ese fuera el caso tendrían que obedecer la ley perfectamente todo el
tiempo, sin falla alguna.
Es mas, que la justicia no se puede lograr por medio de obras es también explícitamente
dicho en el Antiguo Testamento, el documento que los judíos y los falsos hermanos
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Gálatas
decían creer. Pablo cita a los Profetas para dar énfasis a este punto: que el justo lo es
por la fe, o sea “que nadie es justificado ante Dios por la ley es evidente, porque EL
JUSTO VIVIRÁ POR LA FE” (v. 11).
Habacuc 2:4 dice, “He aquí el orgulloso: en él, su alma no es recta, mas el justo por su fe
vivirá.” En verdad, el orgulloso tiene confianza en sí mismo; pero el justo confía en
Dios. En el contexto de Habacuc, “el orgulloso” se refiere principalmente a Babilonia,
pero la verdad que este versículo nos da sí es aplicable a toda persona: el orgullo no es
indicativo de una alma sumisa al Señor.
El orgulloso se enorgullece en las obras de la ley que cumple. “Sin embargo, la ley no es
de fe” (v. 12a). Así que el que cumple la ley no será justificado por hacerlo, ya que la
justificación solamente es por medio de la fe, y la ley no es de fe. Es mas, el que se
confía en sus obras tendrá que vivir por ellas, y obedecer las reglas de la ley por
completo para recibir la justificación. Y es por esto que Pablo cita Levítico 18:5 (“Por
tanto, guardaréis mis estatutos y mis leyes, por los cuales el hombre vivirá si los cumple;
yo soy el SEÑOR.”) al final del versículo 12, donde dice: “al contrario, EL QUE LAS
HACE, VIVIRÁ POR ELLAS.”
En este versículo, Levítico 18:5, se encuentran dos temas de debate interpretativos.
Primeramente, ¿qué quiere decir el autor con la palabra “vivirá”? ¿Se refiere ésta
simplemente al mantener la vida física, o se refiere a una vida en el complacer de Dios, o
se refiere a la vida eterna? Segundamente, ¿cuál es la relación entre el vivir y el
guardar? Principalmente, ¿nos dice este versículo que el guardar los estatutos de Dios
nos ganará la vida? Esto parece ser lo que el “cierto intérprete de la ley” en Lucas 10:25
creía (“Y he aquí, cierto intérprete de la ley se levantó, y para ponerle a prueba dijo:
Maestro, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”).
Cuando el Pentateuco habla del “vivir” por medio del guardar los estatutos de Dios,
típicamente se refiere al disfrutar de una vida que le complace a Dios. Con respecto al
“guardar” los estatutos de Dios, el Antiguo Testamento da énfasis a esto como la
respuesta apropiada a la gracia de Dios. El Antiguo Testamento, al igual que el Nuevo
Testamento, nunca presenta la obediencia como el modo por el cuál se gana la gracia.
Por lo tanto, Levítico 18:5 está describiendo cómo los que tienen fe genuina dirigirán sus
vidas para permanecer en el amor de Dios (Juan 15:10, “Si guardáis mis mandamientos,
permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y
permanezco en su amor”). Sin embargo, parece haber un elemento de una promesa
condicional dentro de la ley, y de este pasaje, que implica que la obediencia resultaría en
justicia. Sin embargo, no implica que la condición se pueda satisfacer. Vemos esto
repetido en Deuteronomio 6:25: “Y habrá justicia para nosotros si nos cuidamos en
observar todos estos mandamientos delante del SEÑOR nuestro Dios, tal como Él nos
ha mandado.”
No obstante, esta promesa se mantiene sin ser cumplida ya que su cumplimiento
depende de una condición que nunca puede pasar, o sea, depende en que la gente
observen los mandamientos de Dios así como el ha mandado – perfectamente. Y aquí,
en el versículo de Gálatas 3:12, es muy probable que eso era lo que Pablo les estaba
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Gálatas
dando a comprender. Los falsos hermanos estaban diciendo que con el obedecer la ley
recibirían la justicia, pero faltaban de notar que tendrían que cumplir con toda la ley,
con todo requisito, y hacerlo de una manera perfecta para que esta promesa pudiera ser
aplicable como ellos deseaban. De modo que si es por el cumplir con la ley que alguien
confía que tendrá justificación se equivoca, ya que no podrá cumplir con la ley y por lo
tanto tendrá que vivir con las consecuencias de esa falla.
Que por medio de la ley nadie puede ser justificado es una maldición, la maldición de la
ley de la cuál Pablo nos continua hablando en el versículo 13.
Pablo claramente nos dice lo que Cristo ha hecho por nosotros: “Cristo nos redimió de la
maldición de la ley.” Y Pablo también nos dice cómo es que Cristo hizo esto:
“habiéndose hecho maldición por nosotros.” ¿Qué nos da a entender Pablo cuando nos
dice que Cristo se hizo maldición por nosotros? Nos da a entender que Él tomó el lugar
de los que habían quebrantado la ley, el lugar de los que no habían cumplido con todos
los requisitos de la ley; y por tanto sufrió el castigo, o sea, la maldición que estos
merecían.
Pablo de ahí cita Deuteronomio 21 para dar énfasis al hecho que Cristo sufrió maldición.
En particular, Deuteronomio 21:22-23 dice: “22 Y si un hombre ha cometido pecado
digno de muerte, y se le ha dado muerte, y lo has colgado de un árbol, 23 su cuerpo no
colgará del árbol toda la noche, sino que ciertamente lo enterrarás el mismo día (pues el
colgado es maldito de Dios), para que no contamines la tierra que el SEÑOR tu Dios te
da en heredad.”
En el contexto de Deuteronomio vemos que los judíos comprendían que el colgar a un
sentenciado de un árbol, o de una cruz, demostraba que éste había sido maldito por
Dios. A pesar de ser inocente de todo pecado, Cristo tomo el lugar de los culpables y
sufrió todo castigo que estos merecen, incluyendo la maldición de Dios. Pero tal
sufrimiento no fue en vano, y no fue por accidente, sino que fue parte del plan de
salvación de Dios. Que Cristo sufrió la maldición de Dios fue “a fin de que en Cristo
Jesús la bendición de Abraham viniera a los gentiles, para que recibiéramos la promesa
del Espíritu mediante la fe” (v. 14).
¿Cuál es “la bendición de Abraham”? Es la justificación por medio de la fe, la cual es
ofrecida tanto a judío como a gentil. Y fue para este fin que Cristo sufrió maldición.
Pero no solo para esto sino también “para que recibiéramos la promesa del Espíritu
mediante la fe.” O sea, los creyentes de la edad de la iglesia, no solamente tenemos el
perdón de nuestros pecados, sino que también tenemos la viviente presencia de Dios en
nosotros. Y esto Pablo explica más detalladamente más adelante en su epístola a los
gálatas.
La Ley y la Promesa
En la sección anterior de este capitulo Pablo acaba de demostrar cómo y por qué la
justificación es por medio de la fe y no por medio de la ley. Ahora Pablo anticipa un
posible argumento en contra del suyo. Es decir, hay quienes le puedan decir que están
de acuerdo que Abraham sí fue hecho justo por medio de la fe, pero que ese fue el caso
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Gálatas
porque ocurrió antes de que la ley fuera dada; y al haber sido dada la ley, ésta suplantó a
la fe y por lo tanto la ley es superior a la fe. En la siguiente sección de Gálatas 3, Pablo
refuta este argumento.
Gálatas 3:15-16
15 Hermanos, hablo en términos humanos: un pacto, aunque sea humano, una vez ratificado
nadie lo invalida ni le añade condiciones. 16 Ahora bien, las promesas fueron hechas a Abraham
y a su descendencia. No dice: y a las descendencias, como refiriéndose a muchas, sino más bien a
una: y a tu descendencia, es decir, Cristo.
Para empezar en el versículo 15 Pablo les hace ver a los gálatas que les dará una
comparación en “términos humanos.” Efectivamente les da por ejemplo un pacto entre
personas, un pacto que “aunque sea humano” tiene notables características. O sea,
cuando un pacto, o un contrato humano es ratificado ya no se cambia. Una ratificación
tiene que ver con la manifestación de voluntad por la cual una persona presta su
consentimiento a ser alcanzado por los efectos del acuerdo. O sea, una ratificación
confirma que los participantes en un pacto o contrato están de acuerdo con el contenido
de éste. Y porque están de acuerdo con su contenido ya no lo cambiaran.
¿Cuál es el pacto al que Pablo se refiere aquí? Por supuesto es el pacto de Abraham (v.
16). Y ¿qué es lo que dice este pacto? ¿Cuáles son las condiciones? Para comenzar a
responder estas preguntas estudiemos un poco el pacto de Abraham.
Encontramos el contenido y las condiciones del pacto de Abraham en Génesis 12:1-;
13:14-17; 15:1-21; 17:1-16; 22:15-18.
¿Qué es un pacto? Un pacto es un acuerdo llegado por dos personas o campos. En el
caso del pacto de Abraham (el Convenio Abrahámico), fue Dios Padre y Abraham
quienes entraron en un acuerdo.
Durante la época de Abraham habían varios tipos de pactos. De estos, el pacto de sangre
era el más solemne. Durante un pacto de sangre, al llegar a un acuerdo de los términos
del pacto, un animal era matado, partido por mitad, y las mitades eran colocadas
ordenadamente en el piso.
Entonces cada persona participante en el pacto caminaba en medio de las dos mitades,
efectivamente diciendo por medio de este acto, que lo mismo que le pasó al animal le
llegara a pasar a ellos si quebrantaran las condiciones del acuerdo al que habían llegado.
Es decir, cada persona accedía a perder su vida si ellos fallaban en cumplir con el pacto.
El entrar en un pacto era algo serio.
El pacto de sangre tiene unos aspectos muy similares al pacto de Abraham, pero
también tiene unas diferencias notables. Aspectos similares incluyen que los animales
fueron partidos por mitad, y sus cuerpos fueron puestos en el piso para que los que
entraran en el pacto pudieran pasar entre ellos. Lo qué es diferente es quién pasó por en
medio de las mitades. En el pacto de Abraham solamente Dios caminó por en medio de
las mitades de los animales partidos. Al hacer esto, este pacto fue uno incondicional.
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Gálatas
Es decir, Abraham no prometió hacer nada, él no prometió cumplir con su parte del
pacto, ya que ¡no había parte que él cumpliera! Es por eso que no importa cuantas veces
Abraham o su descendientes fallen en cumplir con el pacto de Abraham, el pacto no
depende de ellos o de su obediencia. Es más, al acabar de ser dado el pacto de Abraham
en Génesis 15, vemos en Génesis 16 que Abraham mismo falló en cumplir con el pacto.
Las personas involucradas en el pacto de Abraham son solamente Dios y Abraham. Pero
Abraham no es el represéntate de todo el mundo en este pacto, el cuál había sido el caso
con Adán y con Noe anteriormente. Abraham solamente es el representante de los
judíos, de la nación de Israel. No obstante, los beneficiarios de las promesas hechas por
Dios a Abraham no solamente son judíos, sino que todo el mundo.
Podemos encontrar las provisiones de este pacto en los previos pasajes. Estas son unas
de estas provisiones:
1. Dios haría de Abraham a una nación nueva y muy grande.
2. A esta nueva nación Dios le promete que le dará una tierra que entonces se
conocía por el nombre de Canaán. Es mas, Dios hasta específica las áreas que
esta nueva nación abarcaría.
3. Abraham mismo sería bendecido. Como la promesa era incondicional, Abraham
disfrutó de la bendición de Dios aún cuando hizo cosas malas, como su viaje a
Egipto por ejemplo.
4. El nombre de Abraham sería engrandecido.
5. Aquellos quienes bendijeran a Israel serían ellos bendecidos también.
6. Aquellos quienes maldijeran a Israel serían ellos maldecidos también.
7. Eventualmente todas las familias de la tierra llegarían a ser bendecidas por medio
de Abraham.
• Al igual que los otros pactos, éste también tenía aspectos físicos y aspectos
espirituales.
• Los aspectos físicos, como las promesas sobre la tierra, tendrían que ver con la
nación de Israel.
• Los aspectos espirituales tendrían que ver con todos, como la promesa de
bendición a todas las familias — Isaías y otros profetas enseñaron que el
medio por el cual esta provisión se haría efectiva sería por medio del Mesías.
8. Abraham tendría un hijo por medio de Sara, y el descendiente prometido vendría
por medio de ella.
9. La esclavitud en Egipto. Dios le advirtió a Abraham que no recibiría la tierra
prometida inmediatamente, sino que sufrirían esclavitud en Egipto primero.
10. Otras naciones también vendrían de Abraham.
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Gálatas
11. La señal del pacto sería la circuncisión. No todos los pactos tenían tales señales,
y la circuncisión no comenzó con los judíos, lo que sí fue novedad fue el nuevo
ritual de hacerlo al octavo día después de nacer.
Como podemos anticipar, hay unas ramificaciones notables asociadas con este pacto:
1. Hay provisiones del pacto de Abraham que todavía no han tomado efecto. Un
pacto puede ser firmado y sellado, pero eso no quiere decir que todas sus
provisiones van a tomar efecto inmediatamente. Pueden haber algunas
provisiones que sí tomen efecto inmediatamente, pero pueden haber otras que
tomen efecto mucho más tarde.
2. Al hacer referencia al pacto de Abraham en Gálatas, Pablo indica explícitamente
que al usar la palabra “descendencia,” ésta es usada de forma singular; o sea, es
usada en referencia al Mesías. La palabra hebrea traducida “simiente” (Génesis
3:15) o “descendencia” (Génesis 22:17) solamente aparece en forma singular,
principalmente dando a entender solamente una persona.
No obstante
“descendencia” sí se entiende de una manera plural dependiendo del contexto en
el que se encuentra, especialmente cuando la “descendencia” es comparada con
las estrellas.
3. Las promesas y bendiciones con aspecto físico fueron dadas a la nación de Israel,
o sea, a los judíos. Dios sí prometió dar salud y riquezas por la obediencia, pero
les prometió esto a la nación de Israel, no a la iglesia. Las promesas sobre la
tierra de Canaán por ejemplo, fueron dadas específicamente a los judíos.
Hay tres promesas básicas en el pacto de Abraham que son elaboradas a mayor detalles
en otros pactos:
1. La promesas sobre la tierra, elaboradas en el pacto de la tierra (Deuteronomio
29-30).
2. La promesa de la descendencia, elaborada en el pacto de David (2 Samuel 7:11-17;
1 Crónicas 17:10-15).
3. La promesa de las bendiciones espirituales, elaboradas en el nuevo pacto
(Jeremías 31:31-34; 32:41; Isaías 59:21; 61:9; Ezequiel 24:24-27; 36:27).
El pacto de Abraham es confirmado en Isaac. A pesar que Abraham tuvo un total de
ocho hijos nombrados en la Biblia, fue solamente por medio de Isaac que las promesas
principales, como la de la tierra prometida, la de la descendencia de Abraham, y la de la
bendición de todas las familias del mundo serían seguidas. Fue así porque Isaac fue el
único hijo de Sara. Isaac tuvo dos hijos, pero el pacto fue solamente pasado a uno de
ellos, a Jacobo. Jacobo tuvo doce hijos y Dios decidió pasarles el pacto a todos los doce,
quienes colectivamente con sus familias formaron la nación de Israel.
La Ley No Anula el Pacto
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Gálatas
Ahora Pablo se mueve a explicar cómo la ley no anula el pacto de Abraham porque este
pacto es irrevocable.
Gálatas 3:17-18
17 Lo que digo es esto: La ley, que vino cuatrocientos treinta años más tarde, no invalida un pacto
ratificado anteriormente por Dios, como para anular la promesa. 18 Porque si la herencia
depende de la ley, ya no depende de una promesa; pero Dios se la concedió a Abraham por
medio de una promesa.
Las promesas que constituían el pacto de Abraham son promesas de Dios. Promesas
que Él dio sin condición, ya que como hemos visto, Abraham ni fue participe en hacer
promesa alguna. De modo que el cumplimiento de estas promesas no depende del
hombre sino de Dios. Para el hombre, no hay promesas que cumplir en asociación con
el pacto de Abraham.
La ley fue dada 430 años después de la última declaración del pacto de Abraham. Como
hemos visto, el Señor repitió las promesas que originalmente le dio a Abraham con su
hijo Isaac (Génesis 26:24) y con su nieto Jacobo (Génesis 28:15). De modo que la ley
verdaderamente vino 645 años después de Abraham, pero como 215 años después de
haberle dado estas promesas a Abraham el Señor se las repitió a Jacobo, es a este evento
al que Pablo se refiere aquí al decirnos que la ley le fue dada a Moisés 430 años más
tarde. Así que estos 430 años incluyen los 400 años de esclavitud en Egipto (Éxodo
12:40-41; Génesis 15:13; Hechos 7:6).
Es interesante también notar que la conjugación en griego de la palabra traducida
“ratificado” (v. 17) usa un participio perfecto pasivo, que indica que la condición es
continua; o sea, la ratificación del pacto todavía es valida. El pacto de Abraham no se
puede anular.
Pablo concluye este pasaje notando que “si la herencia depende de la ley, ya no depende
de una promesa; pero Dios se la concedió a Abraham por medio de una promesa.” En
otras palabras, si el recibir la herencia fuera algo que se pudiera obtener por medio de
obras o por medio del cumplimiento de la ley, ya no sería por medio de una promesa.
Pero como hemos visto, el pacto entre Dios y Abraham no puede ser anulado, y las
promesas de Dios tienen que ser cumplidas. Así que la herencia no es recibida por
medio de la ley sino que por medio de la promesa de Dios a Abraham.
Es mas, la herencia es algo que Dios, cumpliendo Su promesa, se la “concedió”
(KECHARISTAI) a Abraham; o sea, se la dio por medio de una acción de gracia. El
tenso perfecto del verbo da aún más énfasis al hecho que esta concesión por gracia, por
medio de la promesa de Dios, todavía está en efecto.
¿Para Qué la Ley?
En el siguiente pasaje de Gálatas, Pablo continua anticipando posibles objeciones.
Ahora, dada su explicación sobre el carácter del pacto de Abraham, que éste todavía está
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Gálatas
en efecto y no ha sido anulado por la ley, las pregunta que alguien podría hacer:
Entonces ¿para qué hay ley? ¿De qué sirve la ley? ¿Se contradicen la ley y la promesa?
Gálatas 3:19-22
19 Entonces, ¿para qué fue dada la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que
viniera la descendencia a la cual había sido hecha la promesa, ley que fue promulgada mediante
ángeles por mano de un mediador. 20 Ahora bien, un mediador no es de uno solo, pero Dios es
uno. 21 ¿Es entonces la ley contraria a las promesas de Dios? ¡De ningún modo! Porque si se
hubiera dado una ley capaz de impartir vida, entonces la justicia ciertamente hubiera dependido
de la ley. 22 Pero la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por fe en
Jesucristo fuera dada a todos los que creen.
De modo que, de acuerdo a Pablo, ¿para qué fue dada la ley? En el versículo 19 Pablo
comienza a contestar esta pregunta que él mismo hace. Puntos interesantes en su
respuesta:
1. La ley fue dada o “añadida.” En otras palabras, la ley no fue la cosa principal que
fue dada sino que algo secundario. La ley no suplantó nada. El propósito de la
ley no fue el de suplantar el pacto que Dios había hecho con Abraham.
2. Quizás el punto más fuerte a la respuesta del propósito de la ley es que fue
añadida o dada “a causa de las transgresiones.” Fue por medio de la ley que Dios
le demostró al hombre que tan pecaminoso es. Sin la ley no habría transgresión
(Romanos 4:15), pero fue por medio de la ley que llegamos a tener el
conocimiento del pecado (Romanos 3:20). No es decir que no había pecado antes
de la ley, pero al haber ley, al violar ésta, el pecador se puede dar cuenta de su
transgresión, y por lo tanto de su pecaminosidad también. Por lo tanto la ley no
trajo la salvación sino que le demostró al hombre su necesidad de la salvación. Y
aún después de dar la ley, Dios continuó salvando, así como continua salvando
ahora, por medio de la fe. La ley le demostró al hombre que él no podía cumplir
con la ley.
3. La naturaleza de la ley es temporal. Es decir fue ésta temporal en el sentido que
fue dada solamente “hasta que viniera la descendencia a la cual había sido hecha
la promesa.” Con la venida de Cristo, la ley cumplió con su propósito de
demostrarle al hombre su necesidad por Cristo, el Salvador.
4. La ley fue administrada, o sea, dada al hombre mediante ángeles — los
mensajeros de Dios. La “ley que fue promulgada mediante ángeles por mano de
un mediador.” La ley fue dada por ángeles a Moisés (Hechos 7:53 y Hebreos 2:2).
Comentaristas han notado que el siguiente versículo, Gálatas 3:20 (“Ahora bien, un
mediador no es de uno solo, pero Dios es uno”), es difícil de traducir del griego. No
obstante sí hay puntos importantes que se pueden interpretar de este corto versículo:
1. Mediadores son usados al hacer pactos. Los mediadores son independientes y no
actúan a favor de un campo o de otro. Es esto lo que la frase “un mediador no es
de uno solo” da a entender. De modo que lo que implica aquí Pablo es que se está
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Gálatas
refiriendo a Moisés, quien fue el mediador entre la gente y Dios cuando Dios les
dio la ley.
2. El pacto de Abraham no usó un mediador. La promesa que Dios le dio a
Abraham en el pacto de Abraham no fue dada por medio de algún mediador sino
que fue dada directamente por Dios. Y ese pacto no fue uno en el cual dos
partidos o campos acordaron cumplir con algo, sino que solamente Dios acordó
con Sí Mismo que El cumpliría con la promesa a la descendencia de Abraham.
Es importante notar que la referencia a Cristo Jesús como nuestro mediador en 1
Timoteo 2:5 (“Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los
hombres, Cristo Jesús hombre”) es en un contexto distinto al de Gálatas 3. Aquí el
contexto es de cómo fue dada la promesa sin mediador. En 1 Timoteo 2:5 el contexto es
de la salvación del hombre. El Mesías, el descendiente prometido a Abraham, es el
único mediador entre el hombre y Dios.
Pablo continua anticipando preguntas u objeciones que la gente pudieran tener dado lo
que les está explicando. Si la ley no salva, entonces ¿está en contra a la promesa?
La respuesta que Pablo da a su propia pregunta es un fuerte no: “¡De ningún modo!” (v.
21). Que este es el caso, que la ley y la promesa de fe no están opuestas la una con la
otra, es obvio ya que ambas vienen de Dios. Es mas, de acuerdo a Pablo en Romanos
7:12, “la ley es santa.” El propósito de la ley cumplió con el plan eterno de Dios. Es
decir, la ley le comprobó al hombre que no era “capaz de impartir vida” (v. 21). Y por lo
tanto la justicia no podía depender de la ley, sino que algo distinto era necesario.
El propósito de la ley no fue el de dar vida sino el de demostrar la necesidad de la
salvación, y salvación externa al hombre, aparte de las obras. Es por eso que Pablo
concluye este pasaje en versículo 22 con el resumen que “la Escritura lo encerró todo
bajo pecado, para que la promesa que es por fe en Jesucristo fuera dada a todos los que
creen.”
Cuando nos dice que la Escritura encerró “todo” bajo pecado, sabemos que se está
refiriendo a toda la humanidad. La frase griega traducida aquí “todo” es la frase “TA
PARTA,” la cual está en el genero neutral, dando a entender “toda cosa;” pero dado el
contexto, se entiende que es todo ser humano quien está bajo el pecado. Todos son
pecadores.
Y la promesa que es por fe en Jesucristo fue dada, o es valida, a todo aquel que cree. O
sea, es valida para toda persona para quien Jesucristo es el objeto de su fe.
El Nuevo Testamento de Fe Ha Venido
En los previos versículos Pablo nos ha hecho ver que el propósito de la ley no fue el de
dar vida sino el de demostrar la necesidad por la salvación que todo tenemos. La
salvación es externa al hombre y no depende en sus obras. Dios, en Su Palabra, le ha
prometido la salvación por medio de la fe en Jesucristo a toda persona que
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Gálatas
verdaderamente crea. O sea, la salvación es recibida por toda persona para quien
Jesucristo es el objeto de su fe.
Ahora Pablo explica más detalladamente cómo ese fue el caso aún cuando estábamos
bajo la ley.
Gálatas 3:23-29
23 Y antes de venir la fe, estábamos encerrados bajo la ley, confinados para la fe que había de ser
revelada. 24 De manera que la ley ha venido a ser nuestro ayo para conducirnos a Cristo, a fin de
que seamos justificados por fe. 25 Pero ahora que ha venido la fe, ya no estamos bajo ayo, 26 pues
todos sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús. 27 Porque todos los que fuisteis bautizados
en Cristo, de Cristo os habéis revestido. 28 No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay
hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús. 29 Y si sois de Cristo, entonces sois
descendencia de Abraham, herederos según la promesa.
El comienzo del versículo 23 puede ser algo confuso. Hay quienes puedan mal entender
la frase “Y antes de venir la fe” como dando a entender que hubo algún tiempo cuando
no había fe o que en algún tiempo la fe no fue necesaria para la salvación. De hecho, el
punto que Pablo está haciendo con esta frase es que antes de que viniera el objeto de
nuestra fe algo estaba pasando. Pablo aquí está refiriéndose de una manera más literal a
“esta fe” de la que él acaba de hablar en el versículo 22, la “fe en Jesucristo” que fue
“dada a todos los que creen.” Efectivamente, Pablo está conectando el versículo 23 con
el versículo 19. O sea, “la fe” que el versículo 23 indica ya ha venido y es presente, está
ligada con Jesucristo, quien es “la descendencia” del versículo 19. En otras palabras,
antes que Jesucristo, el objeto de la fe del cristiano viniera, algo estaba pasando.
Y ¿qué era lo que estaba pasando? Dos cosas primarias estaban tomando lugar:
1. Que estábamos encerrados bajo la ley.
2. Que estábamos confinados para la fe que había de ser revelada.
¿Qué quiere Pablo darnos a entender al decir que antes que Jesucristo viniera
estábamos encerrados bajo la ley? Que estábamos “encerrados bajo la ley” nos indica
que éramos prisioneros, y que estábamos encarcelados hasta que Cristo nos fue revelado
— hasta que llegamos a tenerle fe a Cristo. La palabra traducida “encerrados” en
español viene de una palabra griega con la raíz de la palabra griega “PHROUREO.”
“PHROUREO” era una palabra militar, usada para denotar un bloqueo, o la protección
de una ciudad. En otras palabras, al estar bajo la ley — tanto la ley escrita en el Antiguo
Testamento como la ley escrita en nuestros corazones (Romanos 2:14-16), y al cumplir
los términos de la ley, estábamos siendo protegidos contra el pecado. La ley nos
demostró nuestra propia pecaminosidad y nos sirvió de guía para buscar a Dios, para no
cometer la idolatría y los pecados que tanto ofenden a Dios.
¿Qué quiere darnos a entender Pablo al decir que estábamos “confinados”? La palabra
traducida “confinados” en español viene de la palabra griega “SUGKLEIO” que da a
entender el hacer pricionero de alguien, o el mantener o declarar a alguien un
prisionero. Es esta misma palabra que es traducida “encerró” en el versículo 22.
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Gálatas
Antes de continuar es notable que de este punto en adelante en este pasaje Pablo regresa
a usar la segunda persona plural, incluyéndose a sí mismo con los gentiles y con los
judíos.
En fin, la ley nos protegía y nos encarcelaba de una manera que Pablo nos explica con
más detalles en el versículo 24: “De manera que la ley ha venido a ser nuestro ayo para
conducirnos a Cristo.” La palabra clave aquí es la palabra “ayo.”
Un “ayo” es un tutor, o un maestro privado. Pero esta traducción no nos provee todo lo
que la palabra griega usada aquí, la palabra “PAIDAGOGOS,” nos puede dar a entender.
Un pedagogo era un esclavo empleado por griegos o romanos afluentes para que tuviera
la responsabilidad de criarles a uno de sus hijos. Un pedagogo era dado el cargo del
niño desde alrededor de la edad de seis años hasta la edad de dieciséis años. Durante
este tiempo el pedagogo se encargaba de corregir la conducta del niño, y eran muy
estrictos al hacerlo. El pedagogo también se encargaba de llevar al niño a la escuela,
pero el pedagogo en sí no era instructor o maestro.
Unos comentaristas han notado que el punto que Pablo estaba haciendo al usar esta
palabra era el de notar que así como el pedagogo estaba encargado del niño solamente
temporalmente, hasta el punto que el niño llegaba a tener los derechos completos de un
hijo, así la ley solamente estuvo encargada temporalmente y ya no está encargada de
aquellos que llegan a tener los derechos de hijos de Dios ahora.
El pedagogo dirigía de una manera geográfica al niño bajo su cargo hacia la escuela para
aprender, o sea, lo guiaba de lugar a lugar. Pero la ley ha sido nuestro ayo, o pedagogo,
dirigiéndonos o conduciéndonos a Cristo no de una manera geográfica, sino de una
manera temporal, haciéndonos saber que Cristo, el objeto de nuestra fe, vendría.
La siguiente frase en este versículo nos recalca el objetivo primario de la ley en su papel
como nuestro ayo, o mejor dicho, pedagogo: “que seamos justificados por fe.”
Antes que Cristo viniera teníamos la ley. La ley estaba constituida por muchos rituales y
ceremonias, y por cosas con las que la gente debían cumplir externamente. Los
repetidos sacrificios, en particular, nos daban un retrato o una representación del
sacrificio final — del sacrificio perfecto que pagaría por todos los pecados.
Es por eso que Pablo continua en los siguientes versículos recalcando como “ahora que
ha venido la fe, ya no estamos bajo ayo,” o sea, bajo pedagogo. Y este es el caso porque
“todos sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús.” Así como el pedagogo ya no
tenía al niño bajo su cargo cuando éste llegaba a ser reconocido como hijo, así nosotros
no necesitamos la ley, nuestro ayo o pedagogo, porque ya somos hijos de Dios.
En estos versículos finales del capitulo 3 Pablo nota unos puntos que son el resultado o
el efecto que la fe llega a tener sobre nuestra condición frente a Dios:
1. Somos hechos hijos de Dios (v. 26), bautizados en Cristo y revestidos de Cristo (v.
27).
2. Tenemos igualdad en Cristo Jesús al ser Suyos (v. 28).
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Gálatas
3. Somos unidos juntos, somos uno en Cristo Jesús (v. 28).
4. Somos hechos descendencia espiritual de Abraham (v. 29).
5. Somos herederos de las promesas que Dios le dio a Abraham (v. 29).
Hijos de Dios
¡Qué gran honor! ¡Qué gran favor que no merecemos es el ser llamados y reconocidos
como hijos de Dios por Dios mismo! Que somos ahora hijos de Dios es “mediante la fe
en Cristo Jesús.” En otras palabras, la única razón por la cual podemos ser vistos por
Dios como hijos Suyos es porque por la gracia de Él hemos llegado a tener fe en la obra
redentora de Cristo Jesús y le hemos recibido come el Señor y Salvador de nuestras
vidas que Él es. El Apóstol Juan captura esto muy bien en Juan 1:12, “Pero a todos los
que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen
en su nombre.”
Al igual que Pablo, Juan nos recuerda que el derecho de ser hijos de Dios es dado por Él
a aquellos que creen en su nombre. O sea, no todo el mundo recibe este honor — este
derecho — porque no todo el mundo cree en Su nombre. No todo el mundo tiene fe.
Los que podemos disfrutar del honor de ser llamados hijos de Dios somos aquellos que
hemos puesto nuestra fe en la obra redentora de Cristo: que Él, siendo Dios, vino a
tomar forma humana y dar su perfecta vida humana como sacrificio — como pago.
Como pago por los pecados, por todas las ofensas que nosotros hemos cometido,
estamos cometiendo y cometeremos en el futuro. Jesús sufrió el castigo que nosotros
nos merecemos recibir por nuestros pecados, pero que ahora no tendremos que sufrirlo
al confiar en Su obra.
Sabemos que somos solo los creyentes en Cristo que somos considerados por Dios como
hijos Suyos. Y sabemos que los creyentes en Cristo son todos los que han sido
“bautizados en Cristo” (v. 27). Claramente al hablar Pablo aquí del bautismo no está
hablando de la obra ceremonial de ser sumergido en agua. El punto más fuerte de la
epístola es que la salvación no es por obras sino por medio de la fe. Así como la
salvación no puede ser obtenida al cumplir con las obras de la ley; la salvación — el ser
considerados hijos de Dios por Dios mismo — no se puede obtener al cumplir con el
mandamiento de ser bautizado ya que esto también es una obra.
Entonces ¿a qué se refiere Pablo cuando dice que los hijos de Dios son aquellos que son
“bautizados en Cristo”? Pablo nota que los que han sido “bautizados en Cristo, de
Cristo” se han revestido. Estas dos frases denotan cosas equivalentes. El ser bautizado
en Cristo significa lo mismo que el revestirse de Cristo. Pero ¿qué significan estas
frases?
El ser bautizado en agua (algo que todo cristiano debe hacer en obediencia a la Palabra
de Dios) es simplemente un símbolo de la relación del creyente con Cristo. El bautismo
es una señal externa de la unión que existe entre el creyente y Cristo por medio de la fe.
De similar manera el ser “revestido” en Cristo indica de manera externa esa misma
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Gálatas
unión. Pablo aquí nos dice que los que son considerados como hijos de Dios por Dios
mismo son aquellos que “de Cristo os habéis revestido.”
La palabra traducida “revestido” en español viene de la palabra griega “ENDUO” que es
usada de similares maneras metafóricas de “ponerse” o “vestirse de” alguna cosa o
alguna persona como que fuera ropa en otros pasajes:
Romanos 13:12-14
12 La noche está muy avanzada, y el día está cerca. Por tanto, desechemos las obras de las
tinieblas y vistámonos con las armas de la luz. 13 Andemos decentemente, como de día, no en
orgías y borracheras, no en promiscuidad sexual y lujurias, no en pleitos y envidias; 14 antes bien,
vestíos del Señor Jesucristo, y no penséis en proveer para las lujurias de la carne.
Efesios 4:24
y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y
santidad de la verdad.
Colosenses 3:10
y os habéis vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento,
conforme a la imagen de aquel que lo creó;
Efesios 6:11-15
11 Revestíos con toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las insidias del
diablo. 12 Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad
en las regiones celestes. 13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el
día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes. 14 Estad, pues, firmes, CEÑIDA VUESTRA
CINTURA CON LA VERDAD, REVESTIDOS CON LA CORAZA DE LA JUSTICIA, 15 y
calzados LOS PIES CON EL APRESTO DEL EVANGELIO DE LA PAZ;
1 Tesalonicenses 5:8
Pero puesto que nosotros somos del día, seamos sobrios, habiéndonos puesto la coraza de la fe y
del amor, y por yelmo la esperanza de la salvación.
Colosenses 3:12
Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad,
humildad, mansedumbre y paciencia;
En estos pasajes vemos que son las cualidades de aquello con lo que nos “revestimos”
que están siendo recalcadas. Por tanto, al hablar en Gálatas 3:27 de “todos los que
fuisteis” revestidos de Cristo, Pablo nos está diciendo que los que han tenido fe en Cristo
son considerados por Dios como hijos suyos (v. 26). Ellos han sido bautizados
espiritualmente en Cristo, o sea, han sido inmersos en Cristo tomando las características
de Él. Asimismo estos que son considerados por Dios como hijos Suyos han sido
vestidos espiritualmente en Cristo, o sea, se han identificando por medio de sus vidas
como seguidores de Cristo.
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Gálatas
Igualdad en Cristo
Ante Dios ahora todos los creyentes somos iguales, nadie es mejor o de mayor
importancia que otros. A los ojos de los judíos ellos eran más importante y de mayor
valor que los gentiles. Los judíos consideraban a los gentiles como la leña que Dios
usaría como el combustible del fuego del infierno. Los judíos tenían mucho orgullo de
ser descendientes carnales de Abraham, y veían de menos a toda persona que no lo era.
Los esclavos eran vistos como los miembros más bajos de la sociedad. Ellos no tenían
derecho alguno y eran la propiedad de sus dueños. Un dueño podía tomar la vida de su
esclavo sin repercusión alguna. Los ricos del mundo eran los libres que podían comprar
otra gente como esclavos, o tomar a sus deudores como esclavos. Los esclavos eran los
pobres, la gente de más bajos recursos.
Por toda la historia humana las mujeres han sido vistas de menos en casi todas las
culturas. Así como los esclavos las mujeres han sido vistas como la propiedad de sus
padres o de sus esposos y han tenido pocos o ningún derecho.
Al notar la igualdad en Cristo que miembros a opuestos extremos de la sociedad tienen,
Pablo no estaba diciendo que estos ahora son iguales en toda manera. Claramente Dios
les ha dado promesas específicamente a los judíos (a la nación de Israel) que Él
cumplirá con ellos en el futuro. Aún Dios ve que hay una diferencia, pero esa diferencia
no les impide ni a judío ni a gentil el poder llegar a tener fe en Cristo. Tener la fe que los
salva.
De igual manera, no todos los cristianos son ricos. No todos los cristianos en Galacia a
quienes Pablo les estaba escribiendo eran libres. Por mucho que quisieran ser libres, si
sus dueños no les daban su libertad no la tendrían. De la misma manera ahora no todos
los creyentes son ricos. Es mas, es quizás más probable que hayan creyentes entre los
pobres del mundo de hoy que entre los ricos. No obstante, Dios no discrimina entre
estos. Tanto ricos como pobres pueden llegar a tener fe en Cristo ya que la salvación no
depende de ellos, si no de Dios (Mateo 19:24-26). Los ricos en la iglesia no son más
importantes que los pobres; y los pobres no son más importantes que los ricos (Santiago
2:1-9). A Dios le somos iguales.
Es importante notar que Pablo no está aboliendo la esclavitud aquí. Pero también es
importante notar que Pablo tampoco está ratificando aquí la institución de la esclavitud.
Pablo simplemente está notando que las discriminaciones materiales que existen entre
los hombres en el mundo no existen en Cristo para los que están en Cristo.
También es bueno tener en mente que Pablo en Gálatas, o que la Biblia en general, no
ratifica ni condena la institución de la esclavitud. Pero sí sabemos que el estandarte
bíblico con el que seremos medidos es de cómo tratamos a los demás, sean ellos
nuestros maestros o nuestros esclavos. El cristiano no puede estar satisfecho con sigo
mismo si no trata a su prójimo como alguien que es más importante que el mismo
(Filipenses 2:3). Ese debe ser el punto de vista tanto de un esclavo cristiano como de un
maestro cristiano.
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Gálatas
La igualdad entre los hombres y las mujeres de la que Pablo habla aquí, así como los
otros extremos sociales que está dando como ejemplo, son igualdades para la salvación.
Los hombres no tienen algún merito mayor que las mujeres ante Dios. Eso no quiere
decir que los hombres y las mujeres tienen los mismos papeles, o las mismas
responsabilidades en todos los aspectos de la sociedad o, más importante aún, en la
iglesia. Por ejemplo, en la institución de la familia solo hombres pueden ser los papás
de sus hijos, y solo mujeres pueden ser las mamás de sus hijos. De similar manera, en la
institución de la iglesia solo los hombres pueden tener el papel de liderazgo sobre otros
hombres; solo los hombres pueden ser obispos, ancianos o pastores del rebaño de
Cristo, pero eso no quiere decir que los hombres son más importantes que las mujeres
que pertenecen a Cristo (1 Corintios 12).
Hay algunos que han mal interpretado la igualdad entre los hombres y las mujeres a la
que Pablo se refiere aquí como igualdad en todo aspecto, incluyendo sus papeles y
responsabilidades en la familia y en la iglesia. Es este pasaje que se usa como excusa por
muchos para permitir que mujeres sean pastoras de iglesias, para que mujeres les
enseñen e instruyan a hombres sobre la Palabra de Dios en las iglesias, y para que
mujeres tengan autoridad sobre los hombres en la iglesia a pesar de lo que vemos en
todo el resto de la Biblia. Por ejemplo en 1 Timoteo 2:12 vemos que Pablo dice: “Yo no
permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que
permanezca callada.”
El pensar que el libro de Gálatas fue escrito al final del ministerio de Pablo les ayuda a
estos malos interpretes de la Palabra. Estos dicen que Pablo en Gálatas corrige lo que
había dicho antes acerca de lo que no se les permitía a las mujeres que hicieran en la
iglesia. Pero en realidad, como ya hemos visto, es más probable que Gálatas fue la
primera epístola que Pablo escribió. Y aún más importante, si alguna parte del mensaje
de Pablo fuera a cambiar, ese mensaje dejaría de ser de Dios. En realidad Pablo nunca
cambió su mensaje ya que no era de él de quien comenzó el mensaje, sino que provino
de Dios, y Dios no cambia.
Unión en Cristo
En Cristo Jesús los creyentes son uno. En Cristo Jesús los creyentes de toda parte de la
sociedad — los judíos y los gentiles, los ricos y los pobres, los libres y los esclavos, los
hombres y las mujeres — todos están juntos en una unión indivisible.
Muchos han dudado que los cristianos sean unidos. Al ver cuantas denominaciones hay
y cómo estas son diferentes en sí es fácil ver cómo esa confusión existe. Pero debemos
darnos cuenta que Pablo está hablando de una unión espiritual y no de una unión
material.
Los cristianos individualmente tienen una unión espiritual con Cristo. Todo cristiano
está bendecido con esta unión. ¿Cómo podemos explicar la unión del creyente con
Cristo? ¿Cómo podemos explicar la unión de los creyentes en Cristo? No en términos
materiales ya que es un misterio espiritual.
Esta unión es un hecho, y es efectivo en las vidas y en la salvación de todo creyente; pero
en un sentido es un misterio ya que está más allá de nuestras capacidades para
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Gálatas
comprenderla completamente. No obstante, sí sabemos unas de las características que
nos demuestran la veracidad de la unión en Cristo para todo creyente. Por ejemplo:
• Es por la unión en Cristo del creyente que estos pueden disfrutar igualmente de
sus bendiciones (Romanos 10:12).
• Es por la unión en Cristo del creyente que nada les falta en algún don espiritual
para avanzar el reino de Dios (1 Corintios 1:4-9).
• Es por la unión en Cristo del creyente que estos buscaran cómo agradar al Señor
(Juan 14:15).
Es interesante notar que a pesar que la unión del cristiano en Cristo es caracterizada por
la igualdad con la que Dios trata a los suyos, por la igualdad con la que Dios ve a los
suyos, y por la igualdad que los cristianos tienen para poder obedecerle y servirle; la
unión entre creyentes en Cristo es algo a lo que todo creyente le tiene que poner mucho
esfuerzo para poder obtenerla y mantenerla (Efesios 4:3).
La unidad de la fe es una meta para todo creyente (Efesios 4:13). Es para que los
creyentes obtengan y mantengan esta unidad entre creyentes que Dios les ha proveído
con los mensajeros que les han traído Su Palabra (Efesios 4:11-12), para que al estudiar y
seguir las enseñanzas de la verdad los Suyos no sean engañados “por todo viento de
doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error” (Efesios
4:14). Claramente para Dios la unidad entre los Suyos es algo importante, pero la
unidad que cuenta no es la unidad con compromisos, sino la unidad que se basa en la
verdad de Su Palabra.
Descendencia Espiritual de Abraham
La unión que creyentes tienen en Cristo los hace “descendencia de Abraham” (v. 29).
Claramente no descendientes de una manera física sino que de una manera espiritual.
Es muy probable que los falsos hermanos que estaban atacando a Pablo en las iglesias
de Galacia no podían dejar su orgullo y aceptar esta verdad espiritual. Ellos, como
judíos, se veían como los únicos posibles descendientes de Abraham; y si alguien quería
unirse con ellos en los privilegios de esa descendencia física, esa persona tenía que por
lo menos someterse a las reglas de la ley, como la circuncisión, que era el símbolo de la
descendencia de Abraham.
En el Gálatas 3:16 vemos que es Cristo quien es la “descendencia” de Abraham. La
palabra traducida “descendencia” aquí es la palabra griega “SPERMATI,” y es precedida
por el articulo “TO,” el cual en español lo podemos traducir como “la” en este caso. Pero
en griego, “TO” es el articulo en el género masculino, en el número singular, y el caso
dativo.
En la gramática de los idiomas declinables, como el español, el caso dativo indica la
atribución o la destinación, y se expresa con las preposiciones “a” o “para.” Por tanto,
“las promesas” fueron hechas “a” o “para” la “descendencia” (masculino, singular,
dativo). Y la “descendencia” es identificada como Cristo (v. 16).
En contraste notable, en el versículo 29, vemos la ausencia de algún articulo frente a la
palabra “descendencia.” Esto da énfasis a la necesidad de unión con Cristo. Es Cristo
quien es “la descendencia.” Es Cristo a quien las promesas fueron hechas, así que los
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Gálatas
creyentes son “descendencia de Abraham” solamente en el sentido que están en Cristo.
Y están en Cristo en un sentido espiritual. Los creyentes le pertenecen a Cristo, y ese
grupo está unido por tener esa relación en común. Pero es porque tienen esa relación
con Cristo que cada uno de ellos es visto por Dios como que si fuera Su Hijo.
Los falsos hermanos estaban tratando de convencer a los gálatas que para obtener las
promesas que Dios le había dado a la “descendencia” (i.e., “SPERMATI” - masculino,
singular, dativo) de Abraham, ellos tenían que unirse físicamente con los judíos — a
quienes ellos decían esas promesas habían sido hechas. Pablo aquí les aclara que las
promesas fueron hechas a la descendencia, específicamente a Cristo Jesús; y que tanto
judío como gentil puede disfrutar de esas promesas al ser unidos con el que recibe las
promesas.
Que el ser considerado descendiente de Abraham sería algo espiritual puede ser
considerado un misterio en el Antiguo Testamento que se nos fue revelado por completo
en el Nuevo Testamento. Por tanto, fue por su falta de fe que los falsos hermanos no
podían aceptar o creer esta verdad.
Herederos Según la Promesa
Es porque los creyentes han sido unidos con Cristo al momento de su salvación que son
vistos como hijos de Dios, y por tanto vistos como merecedores de la herencia prometida
a Cristo, el Hijo de Dios.
Es por medio de la fe en la obra redentora de Cristo Jesús que todo el que cree es unido
con todos los demás que han sido salvados por medio de la fe por todos los tiempos. Por
tanto, por su unión con Cristo, los creyentes se convierten en “descendencia de
Abraham,” y por ser “descendencia de Abraham,” ellos también son hechos “herederos
según la promesa.”
De modo que en el versículo 29, lo que Pablo ya había declarado como la propiedad de
Cristo en el versículo 16, ahora lo atribuye a la iglesia, o sea, a los creyentes en Cristo. Y
lo hace por virtud de la unión espiritual que existe entre Cristo y Su iglesia.
¿Qué es un heredero? La palabra “KLERONOMOI” es traducida aquí como “herederos.”
En la Biblia, esta palabra denota a alguien quien obtiene mucho por medio de una
herencia. Se usa de personas quienes obtienen la propiedad de otra persona cuando
ésta muere. Pero también es usada de gente a quienes algo les ha sido asignado por
Dios, pero a quienes Él todavía no les ha dado la posesión de aquello que les ha
asignado. Es usada para referirse a los creyentes, como en el caso de nuestro versículo,
en el sentido que los creyentes compartirán en la nueva orden de cosas al regreso de
Cristo. Finalmente la palabra también indica a aquellos quienes reciben algo, por una
razón aparte del merito.
HEREDEROS DE DIOS
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Gálatas
En el capitulo 3 Pablo comparó la ley con la promesa para demostrar cómo la ley era
algo temporal pero la promesa es algo permanente. En el capitulo 4 ahora Pablo
compara la posición del creyente bajo la ley y bajo la gracia. Al hacer esto, Pablo
continua con su tema básico: que la salvación no es ganada por el merito del hombre ni
por sus obras, sino que solamente por medio de la soberana gracia de Dios que causa y
obra la fe del hombre.
Gálatas 4:1-7
1 Digo, pues: Mientras el heredero es menor de edad en nada es diferente del siervo, aunque sea
el dueño de todo, 2 sino que está bajo guardianes y tutores hasta la edad señalada por el padre. 3
Así también nosotros, mientras éramos niños, estábamos sujetos a servidumbre bajo las cosas
elementales del mundo. 4 Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido
de mujer, nacido bajo la ley, 5 a fin de que redimiera a los que estaban bajo la ley, para que
recibiéramos la adopción de hijos. 6 Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a
nuestros corazones, clamando: ¡Abba! ¡Padre! 7 Por tanto, ya no eres siervo, sino hijo; y si hijo,
también heredero por medio de Dios.
Un heredero es alguien quien obtiene los bienes de otros. Aquí en el versículo 1, Pablo
comienza hablado de un heredero cuando este es “menor de edad.” La palabra griega
que la Biblia de las Americas (BDLA) traduce “menor de edad”, y que la Reina-Valera
(R-V 1960) traduce “niño” es la palabra “NEPIOS.” Esta palabra literalmente indica a
alguien que “no habla,” o sea, un “infante.” Pablo usa esta misma palabra en 1 Corintios
13:11, donde ambas traducciones en español (BDLA y R-V 1960) la traducen “niño.”
El punto que Pablo está haciendo aquí acerca de este “niño” es que a pesar de ser
heredero no es diferente al siervo, o mejor dicho, al esclavo por ser “menor de edad.”
Es este sentido de “menor de edad” que está más de acuerdo con el contexto y con las
culturas que habían influenciado a los gálatas: los romanos, los griegos y los judíos.
Tanto la cultura judía, como la cultura griega y la cultura romana tenían costumbres por
las cuales los hijos, principalmente los varones, llegaban a una edad en la cual dejaban
de ser considerados “niños” o “menores de edad,” y comenzaban a ser tratados como
adultos y ya no como esclavos.
En la cultura judía, un niño estaba bajo el control directo de su padre hasta la edad de
doce años. El primer sábado después de cumplir su decimosegundo año el ritual
llamado “bar mitzvah” tomaba lugar, y aún ahora este es el caso en familias judías. Se
dice que la “bar mitzvah” es la ceremonia de iniciación religiosa en la cual un niño varón
judío comienza a ser visto como listo para observar los preceptos religiosos, y comienza
a ser considerado elegible para participar en la alabanza publica.
El termino “bar mitzvah” literalmente quiere decir “hijo del mandamiento.”
Se dice que durante la ceremonia “bar mitzvah” el padre del niño dice algo similar a la
siguiente oración: “Bendito seas tú, Oh Dios, quien has tomado de mí la responsabilidad
por este niño.”
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Gálatas
El niño responde con una oración como la siguiente: “Oh Dios mío y Dios de mi padre,
en este solemne y sagrado día que marca mi pasar de niño a hombre, humildemente
levanto mis ojos hacia Ti y declaro con sinceridad y verdad que desde ahora en adelante
mantendré Tus mandamientos y seré responsable hacia Ti por mis obras.”
Los judíos comprendían la diferencia entre el “menor de edad” y el que llega a disfrutar
la plenitud de ser hijo.
De similar manera los griegos también tenían costumbres que celebraban el dejar de ser
“menor de edad.” Los griegos consideraban a un “menor de edad” como bajo el control
de su padre hasta la edad de dieciocho años. Al llegar a esa edad el niño, los griegos
celebraban un festival llamado “APATOURIA” (literalmente, “sin padre”). Durante esta
celebración el niño era designado un “EPHEBOS,” un tipo de cadete con especificas
responsabilidades hacia su clan o hacia su ciudad por un periodo de dos años. Era
acostumbrado que durante esta ceremonia el pelo largo del niño se le cortaba y se le
ofrecía al dios Apolo.
Los romanos, de un modo parecido, también tenían un festival anual cuando el niño
comenzaba a ser considerado como un adulto. Consideraban esta una ceremonia
sagrada y la llamaban “Liberalia.” Interesantemente, los romanos la celebraban en una
fecha especifica cada año, la celebraban el diecisiete de marzo. Era en esta ceremonia
que el padre formalmente adoptaba al niño y lo reconocía como hijo y heredero. En esta
ceremonia el niño recibía una “toga virilis” y dejaba de usar la “toga praetexta.” Una
toga era un pieza de ropa romana, y era hecha de una tela de cerca de 20 pies (~6
metros), y los romanos se vestían, o se envolvían, con esta tela.
Más específicamente, la “toga praetexta” era una toga blanca simple con una franja
morada y era usada por niños libres todavía considerados “menores de edad.”
La “toga virilis” era la “toga alba” o “toga pura;” una toga blanca que se usaba para
ocasiones formales por jóvenes romanos de edad legal, o sea, ya no “menores de edad”.
Se cree que los romanos no tenían una edad especifica cuando celebraban “Liberalia”
para sus hijos, o sea, no tenían una edad especifica cuando el “menor de edad” lo dejaba
de ser. Sino que los padres de los niños llegaban a decidir cuando el hijo estaba listo
para ser reconocido como hijo. Si este es el caso, es muy probable que Pablo le estaba
dando más énfasis a la practica romana (v. 2).
Cuando éramos “menores de edad” (v. 1) Pablo dice que estábamos “bajo guardianes y
tutores hasta la edad señalada por el padre” (v. 2). Es interesante que aquí Pablo deja de
usar el término “ayo” o “pedagogo” que uso en el previo capitulo para describir a
aquellos bajo la autoridad de quienes el “menor de edad” estaba. En vez Pablo ahora
usa las palabras “guardianes” y “tutores.”
“Guardianes” es la traducción de la palabra griega “EPITROUPOUS” y es un término
general que se usaba para referirse a alguien que cuidaba a un niño libre menor de edad.
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Gálatas
“Tutores” es la traducción de la palabra griega “OIKONOMOUS” que significa
“mayordomo hogareño.”
Eran estos “guardianes,” “tutores,” y “ayos” los esclavos de la familia quienes se
encargaban en todos los aspectos de las vidas de los niños libres mientras ellos eran
considerados menores de edad. El “menor de edad” estaba bajo la autoridad de estos
esclavos de la familia, y era efectivamente un esclavo igual que los esclavos quienes se
encargaban de él.
Esta era la situación del “menor de edad” hasta que llegara a “la edad señalada por el
padre.” Así como el padre humano tenía el control de decidir cuando el tiempo era
apropiado para dejar de considerar a un niño como un “menor de edad,” así Dios es
soberano y decidió cuando “la plenitud de tiempo” (v. 4) llegaría.
La frase “la edad señalada” traduce la palabra griega “PROTHESMIAS” que literalmente
indica “el término previamente señalado o fijado.” Que Dios previamente había
designado, señalado, o fijado la venida de Cristo es dado énfasis en el versículo 4 más
adelante.
En versículo 3 Pablo demuestra cómo la analogía entre el “menor de edad” y el cristiano
están relacionadas. Pablo dice, “Así también nosotros, mientras éramos niños,
estábamos sujetos a servidumbre bajo las cosas elementales del mundo.”
Ya sabemos qué es lo que Pablo quiere dar a entender al decir que “éramos niños,” pero
en este versículo ¿a quiénes se refiere Pablo como “nosotros”? Y ¿cuáles son las “cosas
elementales del mundo” bajo las cuáles “estábamos sujetos a servidumbre”?
Al decir “nosotros,” ¿se refiere Pablo solo a los judíos, o a los judíos y gentiles en ese
punto ya cristianos? Cuál de estas interpretaciones es la más aplicable aquí depende de
cuáles son las “cosas elementales del mundo” bajo las cuáles “estábamos sujetos a
servidumbre.”
La frase “cosas elementales” traduce la palabra griega “STOICHEIA.” Esta palabra es
típicamente usada en su forma plural, como lo es aquí. Principalmente significa
cualquier cosa primera de una serie, o de la cuál vienen otras cosas, o de la cuál otras
cosas están compuestas empezando por ésta. La palabra denota un elemento, un
principio primordial. Viene de una palabra que se usa para indicar una serie, una línea,
o una fila; y que en su forma de verbo indica una marcha en fila, en orden de grado o
categoría. Esta palabra también era usada de las letras del alfabeto. En el Nuevo
Testamento la vemos usada para referirse a la sustancia del mundo material (2 Pedro
3:10, 12). Asimismo la vemos usada como los erróneos principios religiosos de los
gentiles o de los judíos (Colosenses 2:8). Además la vemos significando los principios
elementales, el A-B-C (el abecedario) del Antiguo Testamento, y de la revelación de Dios
(Hebreos 5:12). Y también la vemos representando los principios rudimentarios de
religión en el mundo bajo los cuáles hay esclavitud (Gálatas 4:3, 9).
Hay mucho debate acerca de cuál es la interpretación más apropiada de “STOICHEIA”
en este pasaje. Tres interpretaciones con mucho sentido son las siguientes:
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Gálatas
1. La referencia a las “cosas elementales” se puede tomar como refiriéndose a las
creencias elementarías de la experiencia religiosa que le son comunes a todo el
hombre. Si este fuera el caso, Pablo se estaría refiriendo a las creencias
elementales de la experiencia religiosa de judíos y de gentiles, ya que ambos eran
su audiencia, aunque ya ambos cristianos. La desventaja de esta interpretación
es que las creencias de los judíos eran diferentes a las de los gentiles, o paganos.
Los judíos tenían la Palabra de Dios pero los gentiles no. Por tanto unos lo
consideran difícil ver cómo Pablo habría considerado las experiencias religiosas
paganas de los gentiles como preparación rudimentaria para la venida del
evangelio cristiano.
2. Pablo de nuevo se está refiriendo a la ley de Israel. Este punto de vista es
consistente con la previa enseñanza de Pablo sobre la ley. O sea, que la ley nos
mantiene en esclavitud. Pero esta interpretación se encuentra con dos fuertes
dificultades:
i.
No se ve aplicable a los gentiles ya que la dificultad que estos tenían no
era de estar esclavizados por la ley en el pasado sino que lo podrían
estar en el presente y el futuro.
ii.
No explica por qué o cómo Pablo podría añadir la frase “del mundo.”
3. La palabra “STOICHEIA” también quiere decir “elementos” en el sentido que esa
palabra es usada en tiempos modernos. Es decir, en tiempos antiguos los
elementos se veían del mismos modo que vemos los elementos químicos ahora.
Solo que nada más tenían unos cuantos, principalmente: el fuego, el agua, el aire
y la tierra. Estos elementos habían sido asociados con dioses, y posiblemente en
los tiempos de Pablo también con cuerpos celestiales como el sol, la luna, los
planetas, y las estrellas; los cuales eran también asociados con dioses. Estos
dioses se han visto en veces como teniendo alguna influencia diabólica. Entonces
unos ven la esclavitud a la que Pablo se refiere como una esclavitud al diablo
basándose en esta línea de interpretación.
Dado el uso de la misma palabra, “STOICHEIA”, en el versículo 9, la mejor de estas
interpretaciones puede ser la primera: que las “cosas elementales” se refiere a las cosas
básicas en la experiencia religiosa.
La desventaja acerca de las religiones paganas de los gentiles también siendo
rudimentarias como la ley de los judíos es explicada por el uso de la misma palabra por
Pablo en Colosenses 2:8, “Mirad que nadie os haga cautivos por medio de su filosofía y
vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios
elementales del mundo y no según Cristo.”
En Colosenses 2:8 Pablo indica que las filosofías de los hombres, las vanas sutilezas, y
las cosas que son según las tradiciones son los principios elementales del mundo. Los
judíos tenían la ley, pero ésta había sido corrompida por los hombres. Los judíos se
habían llevado por sus tradiciones y no por la ley. Los errores religiosos del hombre
solamente apuntan hacia la falta de estos mismos. Las religiones del hombre,
incluyendo las tradiciones judías, estaban centradas alrededor del sistema de obras
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Gálatas
meritorias del hombre. Las religiones de los hombres están llenas de reglas que al ser
obedecidas pondrían al obediente bajo el favor de un dios o de los dioses.
Las “cosas elementales” de todas las religiones humanas, tanto judía como gentil,
anciana como moderna, inevitablemente tienen que ver con la idea del obtener la
aceptación divina por medio de los esfuerzos propios del creyente en esas religiones. Y
son “elementales” en el sentido que solamente son humanas, nunca siendo más que
mundanas, y nunca llevando a lo divino.
De modo que cuando pablo habla de “nosotros,” incluyéndose él mismo, está hablando
de todos los creyentes. Tanto creyentes que eran de entre los judíos como creyentes que
eran de entro los gentiles. Ambos habían sido influenciados por sistemas religiosos
humanos. Ambos habían tenido experiencias con las cosas elementales del mundo que
estas religiones humanas practicaban. Cosas que claramente no llevaban al creyente a
tener una relación satisfactoria con su Creador, sino que los llevaba a notar que algo les
faltaba (Romanos 1:18-23).
En resume del versículo 3, vemos que todos nosotros, todos los creyentes, antes de
llegar a una madures espiritual en un momento señalado o fijado por Dios, vivíamos
bajo esclavitud a las cosas elementales del mundo. Vivíamos en esclavitud a las
filosofías y los puntos de vista del mundo.
La analogía entre el “menor de edad” y el cristiano están relacionadas ya que todos los
cristianos hemos estado perdidos en algún punto en nuestras vidas. Todo cristiano ha
sido un “menor de edad” espiritual, o sea alguien no listo para ser llamado hijo de Dios.
Cuando éramos menores de edad, Pablo dice, “éramos niños, estábamos sujetos a
servidumbre bajo las cosas elementales del mundo.” Concientes o no, seguíamos los
valores de este mundo — seguíamos las cosas elementales del mundo.
En el versículo 4 Pablo introduce un maravilloso contraste con el versículo 3. Pablo nos
acaba de decir que estábamos sujetos a la esclavitud bajo las cosas elementales del
mundo. Ahora nos dice que hay algo mejor, por la gracia de Dios. “Pero cuando vino la
plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley” (v. 4).
Hay cuatro frases, y cuatro puntos clave en este versículo:
1. La plenitud del tiempo
2. Dios envió a su Hijo
3. [Jesucristo] nacido de mujer
4. [Jesucristo] nacido bajo la ley
1. La plenitud del tiempo
¿A qué se refiere Pablo al hablar de “la plenitud del tiempo”? Al hablar de “la plenitud
del tiempo” Pablo indica el final de un tiempo ya señalado o fijado, y el comienzo de otro
periodo. Es decir, al llegar “la plenitud del tiempo” comenzó un nuevo modo por el cuál
Dios se relaciona con el hombre.
Que el tiempo llegó a su plenitud cuando llego no fue por accidente. Dios no estaba
simplemente esperando que las circunstancias estuvieran de la manera necesaria,
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aunque sí era necesario que estuvieran de cierta manera. Dios no estaba observando los
eventos humanos esperanzado que las cosas en el mundo algún día llegarían a su
plenitud, aunque sí ciertas condiciones eran necesarias. Sino, Dios estaba directamente
y activamente involucrado y en control de todos los eventos de la historia humana. Y
por su santa gracia, ¡todavía lo está y siempre lo estará!
Dios había decretado y fijado el momento cuando llegaría “la plenitud del tiempo” desde
antes de la fundación del mundo. Dios de igual manera había decretado y fijado cuales
serían las condiciones necesarias. Y por Su soberana gloria, Dios trajo “la plenitud del
tiempo” al momento exacto cuando Él lo había decretado y fijado.
Que gran paz nos da el saber que Dios es soberano — el saber que Dios está en control y
que continuará estándolo en control.
Y ¿cuáles eran las cosas que habían llegado a las condiciones necesarias para que viniera
“la plenitud del tiempo”?
a. El decreto divino
Las “siete semanas y sesenta y dos semanas” de Daniel 9:25 se habían cumplido. El
“Mesías Príncipe” ya había llegado así como había sido profetizado por Daniel.
Daniel 9:24-27
24 Setenta semanas han sido decretadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para poner fin a
la transgresión, para terminar con el pecado, para expiar la iniquidad, para traer justicia eterna,
para sellar la visión y la profecía, y para ungir el lugar santísimo. 25 Has de saber y entender que
desde la salida de la orden para restaurar y reconstruir a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá
siete semanas y sesenta y dos semanas; volverá a ser edificada, con plaza y foso, pero en tiempos
de angustia. 26 Después de las sesenta y dos semanas el Mesías será muerto y no tendrá nada, y el
pueblo del príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario. Su fin vendrá con
inundación; aun hasta el fin habrá guerra; las desolaciones están determinadas. 27 Y él hará un
pacto firme con muchos por una semana, pero a la mitad de la semana pondrá fin al sacrificio y
a la ofrenda de cereal. Sobre el ala de abominaciones vendrá el desolador, hasta que una
destrucción completa, la que está decretada, sea derramada sobre el desolador.
Las “setenta semanas” de Daniel 9:24 representan un periodo de tiempo durante el cual
algo acontecerá al pueblo de Israel, es decir al pueblo de Daniel.
Es al final de este periodo de tiempo, de estas “setenta semanas,” que Dios promete
ponerle fin a la transgresión, terminar con el pecado, expiar la iniquidad, traer justicia
eterna, sellar la visión y profecía, y ungir el lugar santísimo. Podríamos decir que
después de este periodo de “setenta semanas” decretados sobre la nación de Israel, Dios
terminara con todo lo malo en el mundo.
Pero, ¿se refieren las “setenta semanas” literalmente a setenta semanas? Sí y no. Es
decir, para comprender qué quieren decir las “setenta semanas” debemos comprender el
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uso de la palabra “semanas,” ya que aquí no quiere decir lo mismo a lo que estamos
acostumbrados.
La palabra traducida “semanas” traduce la palabra hebrea “shabua’ ” que simplemente
quiere decir “sietes” o “un grupo de sietes.” Es usada de una manera muy parecida a
como usamos la palabras “decena” y “docena” en español para indicar que estamos
hablando de diez o doce cosas respectivamente. De modo que Daniel está hablando de
setenta grupos de sietes, no necesariamente de siete semanas.
También, dado los acontecimientos históricos, sabemos que Daniel no pudo haber
estado refiriéndose a setenta semanas de días, sino que se estaba refiriendo a setenta
semanas de años. Es en este sentido que “setenta semanas” se comprende literalmente.
De modo que en el versículo 24 vemos que un periodo de setenta semanas de años, o
sea, de 490 años ha sido establecido por Dios para culminar con el pecado.
En el versículo 25 Daniel nos explica unos eventos que acontecerían después del
comienzo de estos 490 años, los cuales debemos comprender.
Es claro que deberíamos “de saber y entender” (Daniel 9:25) después que una orden
fuera dada “para restaurar y reconstruir a Jerusalén” habrían “siete semanas y sesenta y
dos semanas” para que llegara el Mesías Príncipe. Aquí Daniel nos está dando la
profecía de la venida de Cristo al mundo. Si podemos determinar a cuál decreto, o a
cuál orden, es que Daniel se refiere podríamos saber cuando fue profetizado que llegaría
el Mesías Príncipe. Y sabríamos desde cuando comenzar a contar los 490 años. Por la
gracia de Dios esta es información con la que Él nos ha proveído en Su Palabra.
De modo que ¿cuál fue la orden a la que Daniel se refiere en el versículo 25 que fue dada
y desde cuándo deberíamos comenzar a contar las 69 “semanas” de años, o sea los 483
(69 x 7 = 483) años?
Hay cuatro ordenes posibles:
i. El decreto de Ciro en 2 Crónicas 36:22-23
2 Crónicas 36:22-23
22 Y en el primer año de Ciro, rey de Persia, para que se cumpliera la palabra del SEÑOR por
boca de Jeremías, el SEÑOR movió el espíritu de Ciro, rey de Persia, y éste envió a proclamar
de palabra y también por escrito, por todo su reino, diciendo: 23 Así dice Ciro, rey de Persia: “El
SEÑOR, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha designado para
que yo le edifique una casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien de entre vosotros sea de su
pueblo, el SEÑOR su Dios sea con él, y suba.”
¿Es esta la orden a la que Daniel 9:25 se refiere? No. ¿Por qué? Porque esta orden
tiene que ver con la reconstrucción del templo solamente, y no con la reconstrucción de
toda la ciudad.
ii. El decreto de Darío en Esdras 6:1-8
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Gálatas
Esdras 6:1-8
1 Entonces el rey Darío proclamó un decreto, y buscaron en los archivos donde se guardaban los
tesoros allí en Babilonia. 2 Y en Acmeta, en la fortaleza que está en la provincia de Media,
hallaron un rollo en el que estaba escrito lo siguiente: Memorándum: 3 En el año primero del rey
Ciro, el rey Ciro proclamó un decreto: “En cuanto a la casa de Dios en Jerusalén, que sea
reedificado el templo, el lugar donde se ofrecen los sacrificios, y que se conserven sus cimientos,
con su altura de sesenta codos y su anchura de sesenta codos; 4 con tres hileras de piedras
enormes y una hilera de madera; y que los gastos se paguen del tesoro real. 5 “Y que también se
devuelvan los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, los cuales Nabucodonosor sacó del
templo en Jerusalén y trajo a Babilonia, y que se lleven a sus lugares en el templo en Jerusalén y
sean colocados en la casa de Dios.”
6 Ahora pues, Tatnai, gobernador de la provincia al otro lado del río, Setar-boznai, y
vuestros compañeros, los oficiales del otro lado del río, alejaos de allí. 7 No impidáis esta obra de
la casa de Dios, y que el gobernador de los judíos y los ancianos de los judíos reedifiquen esta
casa de Dios en su lugar. 8 Además, éste es mi decreto en cuanto a lo que habéis de hacer por
estos ancianos de Judá en la reedificación de esta casa de Dios: del tesoro real de los tributos del
otro lado del río se han de pagar todos los gastos a este pueblo, y esto sin demora.
¿Es esta la orden a la que Daniel 9:25 se refiere? No. ¿Por qué? Porque esta orden
tiene que ver con el mismo decreto que Ciro había dado para reconstruir el templo.
iii. El decreto de Artajerjes en Esdras 7:7-23
Esdras 7:7-23
7 También algunos de los hijos de Israel y de los sacerdotes, levitas, cantores, porteros y sirvientes
del templo subieron a Jerusalén en el año séptimo del rey Artajerjes. 8 Y él llegó a Jerusalén en el
quinto mes; era el año séptimo del rey. 9 Porque el primer día del mes primero comenzó a subir
de Babilonia; y el primer día del mes quinto llegó a Jerusalén, pues la mano bondadosa de su
Dios estaba sobre él. 10 Ya que Esdras había dedicado su corazón a estudiar la ley del SEÑOR, y
a practicarla, y a enseñar sus estatutos y ordenanzas en Israel.
11 Ésta es la copia del decreto que el rey Artajerjes dio al sacerdote Esdras, el escriba,
instruido en las palabras de los mandamientos del SEÑOR y de sus estatutos para Israel: 12
Artajerjes, rey de reyes, al sacerdote Esdras, escriba de la ley del Dios del cielo: Paz perfecta. Y
ahora 13 yo he proclamado un decreto de que cualquiera del pueblo de Israel, de sus sacerdotes y
de los levitas en mi reino que esté dispuesto a ir a Jerusalén, puede ir contigo. 14 Por cuanto eres
enviado por el rey y sus siete consejeros para investigar acerca de Judá y de Jerusalén conforme a
la ley de tu Dios que está en tu mano, 15 y para llevar la plata y el oro que el rey y sus consejeros
han ofrendado voluntariamente al Dios de Israel, cuya morada está en Jerusalén, 16 y toda la plata
y el oro que halles en toda la provincia de Babilonia, con la ofrenda voluntaria que el pueblo y
los sacerdotes hayan ofrecido voluntariamente para la casa de su Dios que está en Jerusalén. 17
Con este dinero, pues, comprarás diligentemente novillos, carneros y corderos, con sus ofrendas
de cereal y sus libaciones correspondientes, y los ofrecerás sobre el altar de la casa de vuestro Dios
que está en Jerusalén. 18 Y lo que a ti y a tus hermanos os parezca bien hacer con la plata y el oro
que quede, hacedlo conforme a la voluntad de vuestro Dios. 19 También los utensilios que te son
entregados para el servicio de la casa de tu Dios, entrégalos todos delante del Dios de Jerusalén.
20 Y lo demás que se necesite para la casa de tu Dios, para lo cual tengas ocasión de proveer,
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Gálatas
provéelo del tesoro real. 21 Yo, el rey Artajerjes, proclamo un decreto a todos los tesoreros que
están en las provincias más allá del río, que todo lo que os pida el sacerdote Esdras, escriba de la ley
del Dios del cielo, sea hecho puntualmente, 22 hasta cien talentos de plata, cien coros de trigo,
cien batos de vino, cien batos de aceite y sal sin medida. 23 Todo cuanto ordene el Dios del cielo,
sea hecho con esmero para la casa del Dios del cielo, no sea que venga la ira contra el reino del
rey y sus hijos.
¿Es esta la orden a la que Daniel 9:25 se refiere? Tampoco lo es. ¿Por qué? Porque
también se refiere a la reconstrucción del templo.
iv. El decreto de Artajerjes en Nehemías 2:1-8
Nehemías 2:1-8
1 Aconteció que en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, estando ya el vino delante
de él, tomé el vino y se lo di al rey. Yo nunca había estado triste en su presencia, 2 y el rey me
dijo: ¿Por qué está triste tu rostro? Tú no estás enfermo; eso no es más que tristeza de corazón.
Entonces tuve mucho temor, 3 y dije al rey: Viva para siempre el rey. ¿Cómo no ha de estar triste
mi rostro cuando la ciudad, lugar de los sepulcros de mis padres, está desolada y sus puertas han
sido consumidas por el fuego? 4 El rey me dijo: ¿Qué es lo que pides? Entonces oré al Dios del
cielo, 5 y respondí al rey: Si le place al rey, y si tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame
a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, para que yo la reedifique. 6 Entonces el rey me
dijo, estando la reina sentada junto a él: ¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás? Y le agradó
al rey enviarme, y yo le di un plazo fijo. 7 Y dije al rey: Si le agrada al rey, que se me den cartas
para los gobernadores de las provincias más allá del río, para que me dejen pasar hasta que llegue a
Judá, 8 y una carta para Asaf, guarda del bosque del rey, a fin de que me dé madera para hacer
las vigas de las puertas de la fortaleza que está junto al templo, para la muralla de la ciudad y
para la casa a la cual iré. Y el rey me lo concedió, porque la mano bondadosa de mi Dios estaba
sobre mí.
¿Es esta la orden a la que Daniel 9:25 se refiere? Sí. ¿Por qué? Porque se refiere a la
ciudad de Jerusalén y no solamente al templo.
¿Cuándo dio Artajerjes esta orden, este decreto? Sabemos que aconteció “en el mes de
Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes.”
¿Se sabe cuándo fue el año veinte del reinado de Artajerjes? Se cree que el vigésimo año
del reinado del rey Arajerjes corresponde alrededor del la década de los años 450-440 A.
de C. Si comenzamos a contar las 69 “semanas” de Daniel 9:25 supuestamente
llegaremos cerca de la década de los años 30-40 D. de C., cuando ocurrió la llegada del
Mesías Príncipe. La exactitud de las fechas no se sabe con certidumbre, o el tipo de
calendario al que Daniel se refería; pero es claro que fue la venida de Cristo Jesús que
cumplió con esta profecía.
Interesantemente, sí sabemos que el mes “Nisán” es el nombre del mes hebreo
babilónico que corresponde con el mes de “Abib” en el calendario hebreo usado en
Israel. Y sabemos que con nuestro calendario el mes de “Abib” corresponde de
mediados de marzo a mediados de abril.
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Gálatas
Al comenzar a contar vemos que los 483 años están constituidos por dos periodos de
tiempo en Daniel 9:25, “siete semanas y sesenta y dos semanas,” o 69 “semanas” en
total. Ya que estas son “semanas” de años, los periodos de tiempo aquí son de 49 (7 x 7
= 49) años, y de 434 (7 x 62 = 434) años. Pero, ¿por qué dos periodos? Y ¿por qué de
estas duraciones?
Hay dos eventos que se nos presentan en Daniel 9:25. Uno es la llegada del Mesías
Príncipe al fin de los 483 años (49 + 434 = 483), y el otro es la reconstrucción de
Jerusalén. Así que es muy probable que los primeros 49 años se refieren al tiempo que
tomaría después que la orden para reconstruir la ciudad fuere dada por Artajerjes hasta
que la construcción fuera completada.
Podríamos decir que en los primeros 49 años después que la orden de Artajerjes fue
dada, la infraestructura de la ciudad de Jerusalén sería y fue completada. Ya que Daniel
nos dice que “volverá a ser edificada, con plaza y foso” podemos deducir que:
• La “plaza” indica que la ciudad tendría sus defensas
• El “foso” indica que la ciudad tendría una trinchera, o una excavación profunda
protectiva alrededor de la ciudad
De modo que 49 años después que Artajerjes dio su decreto, su orden, en Nehemías 2,
alrededor de la década de los años 450-440 A. de C., las infraestructuras y las defensas
protectivas de la ciudad de Jerusalén fueron completadas.
El segundo periodo de 62 “semanas” resulta en 434 años. Más los 49 años de la primera
etapa resultan en los 483 años totales.
Buenas autoridades calculan el decreto de Artajerjes con mayor exactitud y lo ponen
ocurriendo en el año 444 A. de C. Esto causa un aparente problema en que 483 años
después del año 444 A. de C. es el año 40 D. de C. (no 39 D. de C. ya que no hay año
cero). Pero la muerte y resurrección de Jesús, al igual que su entrada triunfal, se cree
más probablemente tomo lugar alrededor del año 33 D. de C. (ver Tabla 2). ¿Cómo se
puede explicar esta diferencia de alrededor de 7 años?
Parte de la explicación de este aparente problema se resuelve cuando tomamos en
cuenta que el autor del libro de la profecía, Daniel, era judío y es muy probable que
habría usado el calendario hebreo babilónico. Es mas, comenzamos contando del mes
Nisán en Nehemías 2, que es el nombre babilónico del mes Abib, como ya vimos.
El significado que tanto Daniel como Nehemías estaban usando el calendario hebreo es
que este calendario está basado en el año lunar, y por consiguiente consiste de 360 días
y no de los 365,25 días que constituyen el año de nuestro calendario moderno, o
calendario gregoriano, al que estamos acostumbrados. Es decir, el calendario hebreo
consideraba cada mes siendo igual de 30 días.
De modo que si contamos los días en ves de los años, los 483 años resultan en 173.880
días. Usando nuestro calendario gregoriano vemos que eso resulta en 476 años.
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Tomando en cuenta que no hay año cero, ¡vemos que 476 años después del año 444 A.
de C. fue el año 33 D. de C.!
Para aumentar la evidencia de la secuencia de eventos, vemos en Daniel 9:26 que fue
“Después de las sesenta y dos semanas” que el Mesías sería muerto y no tendría nada.
De hecho, se considera que la profecía de Daniel acerca de la llegada del Mesías Príncipe
en versículo 24 coincide con las profecías de Isaías 62:11, Zacarías 9:9 y Salmos 118:26
acerca de la entrada triunfal del Mesías a Jerusalén. Profecías que de acuerdo a Mateo
21:1-9 sí fueron cumplidas con la entrada triunfal.
Encontramos la ultima semana de las “setenta semanas” de Daniel 9:24 en Daniel 9:27.
Mateo 24:15 nos explica que esta semana es aún algo futuro, dándonos a comprender
que hay un indefinido espacio de tiempo entre el final de las primeras 69 semanas y el
comienzo de la septuagésima semana.
Mateo 24:15
Por tanto, cuando veáis la ABOMINACIÓN DE LA DESOLACIÓN, de que se habló por
medio del profeta Daniel, colocada en el lugar santo (el que lea, que entienda),
El espacio de tiempo que existe entre las 69 “semanas” de años ya cumplidas y la
septuagésima “semana” de años todavía futura es la época de la iglesia en la cual vivimos
ahora. Esta época culminara con el rapto de la iglesia (1 Tesalonicenses 1:17) , y será
después que la iglesia sea recibida con el Señor en el cielo que la septuagésima “semana”
de años de Daniel 9 podrá comenzar.
Por tanto, la septuagésima “semana” de años de Daniel 9 más apropiadamente coincide
con los eventos de los siete años de la gran tribulación del Apocalipsis.
Finalmente, el punto principal que Pablo estaba haciendo en Gálatas 4:4 acerca de “la
plenitud del tiempo” era que Dios había fijado cuando este momento llegaría y que ese
momento ya había llegado. Y que fue Cristo Jesús quien llevó a cabo esta profecía.
b. La ley había satisfecho su propósito
El propósito de la ley fue el de demostrarle al hombre la necesidad de la salvación, y
salvación externa, aparte de las obras. Como hemos visto el propósito de la ley cumplió
con el plan eterno de Dios ya que la ley le comprobó al hombre que él no era capaz de
salvarse a sí solo. El hombre no es capaz de ser tan bueno o perfecto como para poder
cumplir con la ley, y por lo tanto la justicia no puede depender de la ley, sino que algo
distinto es necesario.
Que el hombre no podía cumplir con las demandas de la ley ya había sido comprobado.
Y ahora el pecado ya era comprendido como rebeldía en contra de la autoridad de Dios.
Ahora ya había venido la fe (v. 3:25).
c. La inmoralidad había llegado a sus profundidades
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Gálatas
Aún los gentiles paganos se estaban dando cuenta que sus dioses no eran reales y
estaban recibiendo y creyendo el mensaje del evangelio. Es por esto que grandes
multitudes de paganos se estaban convirtiendo al cristianismo a pesar de la persecución
que les esperaba al hacerlo. Dios había preparado las mentes y los corazones de estos
para que recibieran Su mensaje.
Figura 4: El Imperio Romano4
d. El clima sociopolítico
El imperio romano había establecido paz y comercio a niveles nunca antes vistos. Los
romanos habían construido carreteras, unas que aún existen en varios lugares, para que
sus soldados pudieran movilizarse con facilidad por todo su imperio. Estas mismas
carreteras permitieron y causaron el crecimiento del comercio y la movilización de gente
de lugar a lugar con facilidades que nunca antes se habían visto. Los romanos cuidaban
las carreteras para mantenerlas en buenas condiciones y para que los viajeros pudieran
viajar en relativa seguridad.
Con la facilidad del movimiento los romanos habían importado la cultura griega a roma
al conquistar a los griegos. Los romanos también habían exportado la cultura griega a
4
Mapa obtenido en la Internet.
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Gálatas
los territorios que ellos habían conquistado. Es decir, el idioma griego era la lengua
franca, el idioma común para el comercio y la comunicación entre gentes de distintos
trasfondos culturales en el imperio romano.
El imperio romano llego a abarcar los extremos del mar mediterráneo. Desde España en
el oeste hasta Mesopotámica, o el moderno Irak, en el este. Llegó a abarcar desde las
islas británicas en el norte hasta las costas del norte de África, incluyendo Egipto y el
valle del Río Nilo.
La facilidad con la que la gente se podía mover y comunicar en el gran ensanchamiento
del imperio romano abrió las puertas al movimiento y la difusión del evangelio. El clima
sociopolítico que los romanos habían establecido por el entero mar mediterráneo
permitió que cristianos llevaran el evangelio a “los confines de la tierra” (Hechos 1:8).
2. Dios envió a Su Hijo
Qué amor tan grande le ha tenido Dios al hombre que envió a Su Hijo para salvar a
pecadores inmerecidos de Su misericordia.
¿A quién se le habría ocurrido que Dios realizaría la obra redentora por medio de Su
Hijo en la manera en que la hizo?
Es en el Nuevo Testamento que se nos revela más detalladamente que Dios mandaría a
Su Hijo para que fuera el Salvador del mundo (1 Juan 4:14; 1 Timoteo 1: 15).
Los judíos sabían que Dios mandaría al Mesías pero no habían comprendido que el
Mesías sería el Hijo de Dios. Fue porque los judíos no quisieron creer en el Hijo de Dios
que ellos no creyeron que Jesús era el Mesías prometido. Los judíos sí comprendían que
al Jesús llamarse el Hijo de Dios se estaba comparado como igual a Dios. Fue por esto
que lo mataron (Juan 5:18).
De hecho, la relación entre Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo no había sido
claramente revelada hasta que Jesús vino. Es mas, aún para el cristiano la Trinidad no
es algo que se puede comprender completamente.
A pesar que al llamarse Hijo de Dios Jesús estaba declarando Su igualdad con Dios, el
ser Hijo no se refiere a la esencia divina de Jesús. Es decir, Jesús en Su naturaleza no ha
siempre sido subordinado a Dios Padre sino que igual a Él. No obstante, Jesús
voluntariamente se sometió al Padre durante Su encarnación.
Que Jesús no ha sido eternamente subordinado al Padre y que se sometió solamente
durante Su encarnación humana se hace aparente al ver lo que Pablo nos dice acerca de
Jesús antes de la encarnación en Filipenses 2:6-7, “6 el cual, aunque existía en forma de
Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, 7 sino que se despojó a
sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.”
Pero aún en Su encarnación, Jesús es la expresión exacta de la naturaleza divina
(Hebreos 1:3).
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Gálatas
Segunda de Samuel 7:14 y Hebreos 1:5 recalcan este pensar, que en la eternidad pasada,
a pesar que siempre han habido tres personas Divinas en la Trinidad, el papel de Padre e
Hijo todavía no aparecía hasta la encarnación.
Juan 1:1, 14, y 18 también indican que el ser Hijo de Dios fue un nuevo papel para la
Palabra, o sea para el Verbo, que Él tomó al tomar forma humana.
De modo que fue hasta cuando el Verbo “se hizo carne” que “el unigénito de Dios” tomo
el papel y la función de Hijo.
Al hacer esto Dios demostró Su amor por el hombre, Su gran compasión por los esclavos
del pecado, y Su gran misericordia al ofrecerles el perdón por los pecados.
3. [Jesucristo] Nacido de mujer
Al referirse a Jesús como nacido de mujer Pablo no le está dando énfasis al hecho que
Jesús nació de una virgen sin tener padre humano, aunque esto es correcto e
importante; sino, Pablo le está dando énfasis a la humanidad de Jesús.
El significado que Jesús fue un ser humano es enorme. Si no lo hubiera sido no podría
haber sufrido y muerto por los pecados de los hombres. Es mas, que Él fue hombre nos
da la paz y seguridad que Él comprende las tentaciones con las que tenemos que luchar
(Hebreos 4:15).
Él demostró Su perfección al no caer en tentación y al seguirle fielmente podemos
también más efectivamente combatir el pecado en nuestras vidas.
Jesús no pudo haber sido el Salvador del mundo sin ser humano. Y Jesús no pudo
haber sido el Salvador del mundo sin ser Dios, ya que tenía que ser Dios par poder ser
perfecto y poder pagar por los pecados del mundo.
4. [Jesucristo] Nacido bajo la ley
Que Jesús nació bajo la ley indica que fue de descendencia étnica judía. Siendo judío
estaba sujeto a la Ley. Por tanto, por ejemplo, fue circuncidado al octavo día después de
su nacimiento (Lucas 2:21). Por ser judío Él tuvo que cumplir con toda la ley, y Él fue la
única persona que ha cumplido y cumplirá con toda la Ley. Solamente Jesús fue y pudo
ser el ser humano perfecto para cumplir con toda la ley.
De modo que Jesús, fue encarnado como Hijo de Dios, naciendo al momento fijado por
Dios. Jesús vivió una perfecta vida humana, cumpliendo con todos los requisitos de la
ley al igual que cumpliendo con toda profecía pertinente al momento fijado para que
esto aconteciera. Hay cumplimientos de profecías que podemos identificar más
fácilmente que otros, pero como vimos en el versículo anterior, aún con los
cumplimientos que no son tan fáciles de identificar, sí podemos ver, aún con nuestro
limitado entendimiento, que Dios está en control y que Dios cumple con Sus promesas y
Sus profecías literalmente.
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Gálatas
Específicamente, en el versículo 5, vemos el propósito porque Jesús fue encarnado como
Hijo de Dios, naciendo y dio Su vida como sacrificio por nuestros pecados a los
momentos fijados por Dios. Jesús hizo esto para redimirnos y para que fuéramos
adoptados por Dios como hijos Suyos.
De modo que al llegar la plenitud del tiempo, Dios envió a Su Hijo, nacido de mujer (o
sea siendo hombre), con el propósito de redimir a los que estaban bajo ley (Gálatas 4:5).
La palabra “redimiera” (Gálatas 4:5) traduce la palabra griega “EXAGORASE” que es la
forma más fuerte del verbo griego “AGORAZO” que significa “comprar.” El prefacio
“EX” denota que el verbo causa que algo salga afuera, o en otras palabras, indica la
compra de algo o alguien fuera de algo o de alguna condición. Es usada para describir la
compra de un esclavo con el propósito de liberarlo. De modo que cómo esta palabra es
usada en este pasaje, vemos que Cristo tomó forma humana para comprar esclavos de la
ley con el propósito de darles su libertad.
A pesar que aquí Pablo habla específicamente de la redención de creyentes judíos, ya
que eran ellos los que habían estado bajo la ley, sabemos que la oferta de redención sí es
dada a todos dado el contexto de Gálatas (ver versículos 3:13-14, 25-29; 4:5). Es más, en
la siguiente frase del mismo versículo 5, Pablo nos recalca que el resultado de la
redención es para todos al usar la primera persona plural, incluyendo a los creyentes
judíos y los creyentes gentiles como los recibidores de “la adopción de hijos.”
¡Qué gran amor le tiene Dios al hombre, que no solamente proveyó a Cristo para que
pagara la pena de nuestros pecados, sino que también para que recibiéramos la
adopción de hijos Suyos!
La frase “adopción de hijos” traduce la palabra griega “HUIOTHESIAN.” La cual es una
unión de las palabras “HUIOS”, que quiere decir “hijo;” y la palabra “THESIS,” que
quiere decir “poner.” De modo que al redimir Cristo a una persona, ésta es puesta como
hijo de Dios. El creyente es puesto en la posición de hijo de Dios. ¡Qué honor!
Al hablar de la adopción de hijos aquí podemos notar que el ser puestos como hijos es
distinto al ser nacidos como hijos. Debemos notar que nuestra relación como hijos de
Dios se nos es otorgada al hacernos creyentes, y no es la misma relación que tiene Cristo
Jesús con Dios Padre.
También es útil notar que en el versículo 5 Pablo habla de “la adopción de hijos,” dando
a entender que el que es adoptado, es adoptado con todos los derechos de un hijo adulto
y no bajo algún ayo, tutor o guardián como sería el caso de un infante. Es por eso que
usa como raíz la palabra “HUIOS” y no la palabra “NEPIOS” como en el versículo 1,
donde sí estaba hablando de hijos niños.
Esto en sí es algo que nos debería de dar mucho gozo – ¡qué el Creador del mundo nos
ha adoptado, y que Él nos a dado los derechos de hijos ya maduros es algo enorme!
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Gálatas
¿Cómo puede un creyente ponerse deprimido, falto de gozo, triste o amargado dada esta
verdad? Dios no solamente nos ha salvado de nuestros pecados, también nos ha salvado
del castigo que merecemos por esos pecados. Pero a más de eso también nos ha
adoptado como hijos.
Y a pesar de lo enorme que esto es, Pablo no termina allí, sino que continua en el
versículo 6: “Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros
corazones, clamando: ¡Abba! ¡Padre!”
No solamente nos ha puesto Dios en la posición inmerecida de hijos suyos, sino que
además de eso ha enviado al “Espíritu de su Hijo a nuestros corazones.”
Este es el único pasaje en el cual el titulo “Espíritu de su Hijo” es usado en toda la Biblia.
Un frase parecida aparece en Romanos 8:15, donde se nos dice que hemos recibido “un
espíritu de adopción como hijos.” Más literalmente, Gálatas 4:6 nos dice que “Dios ha
enviado el Espíritu del Hijo Suyo dentro de nuestros corazones.”
No solamente nos ve Dios como hijos, sino que ha puesto el Espíritu de Su Hijo en
nuestros corazones para que tengamos una relación intima con Dios. Es porque
tenemos al Espíritu de Cristo en nuestros corazones que podemos decir, o clamar
“¡Abba! ¡Padre!”
¿Qué quiere decir esta frase? La palabra “Abba” aquí es una transliteración de la
palabra griega “ABBA,” que en sí también es una transliteración de una palabra aramea.
Se cree que “ABBA” también quiere decir padre, pero en su forma diminutiva. O sea, en
español la traduciríamos “papi.” De modo que “Abba” demuestra intimidad entre el hijo
adoptivo y su Padre.
Es interesante que la palabra “Abba” es usada solamente tres veces en el Nuevo
Testamento (Marcos 14:36 y Romanos 8:15 siendo los otros versículos), y cada vez
aparece antes de la palabra “Padre.”
Marcos 14:36 dice: “Y decía: ¡Abba, Padre! Para ti todas las cosas son posibles; aparta de
mí esta copa, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que tú quieras.” En este versículo
Jesús está pidiéndole al Padre la fuerza para poder pasar la noche y llegar a cumplir con
el plan divino (ver Lucas 22:40-46). Este fue un momento muy intimo y solemne; y es
así como Jesús se dirigió a Su Padre.
Romanos 8:18 dice: “Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra
vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual
clamamos: ¡Abba, Padre!” En este versículo, al igual que en Gálatas 4:6, vemos que es
por medio del “Espíritu de su Hijo” que podemos llegar al punto de intimidad con Dios
Padre para poder y ser conmovidos a llamarle “¡Abba! ¡Padre!”
Estas palabras juntas, “¡Abba! ¡Padre!,” nos expresan intimidad y respeto. Al reconocer
a Dios como nuestro Padre por la obra redentora de Cristo, la obra que nos ha llevado a
la adopción de hijos inmerecida, estamos reconociendo que hemos puesto nuestra
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Gálatas
confianza en Su Palabra. Estamos reconociendo que dependemos de Su gracia, que le
amamos, y que la devoción que tenemos por Él solo viene de un corazón devoto.
Así que Dios no solamente envió a Su Hijo para redimirnos, sino que también nos ha
adoptado como hijos y nos ha puesto en la posición de hijos Suyos. A más de eso Él ha
puesto el Espíritu de Su Hijo en nuestros corazones para comprobarnos que somos
Suyos. Se nos comprueba a nosotros mismos que verdaderamente somos hijos de Dios
al poder regocijarnos de estos hechos: de que ya no somos esclavos al pecado sino que
hijos libres para vivir en alabanza y gratitud a nuestro Creador y Salvador.
Y como que si eso no fuera suficiente, Dios “también” ha hecho a cada creyente
“heredero” (Gálatas 4:7).
La palabra griega “KLERONOMOS” es traducida en Gálatas 4:7 como “heredero,” y
como ya hemos visto, en la Biblia esta palabra denota a alguien quien obtiene mucho
por medio de una herencia. De nuevo, la palabra se usa tanto de personas quienes
obtienen la propiedad de otra persona cuando ésta muere, así como de gente a quienes
algo les ha sido asignado por Dios, pero a quienes Él todavía no les ha dado la posesión
de aquello que les ha asignado. Y también es usada, como en el versículo 7, para
referirse a los creyentes que compartirán en la nueva orden de cosas al regreso de Cristo.
Los que por ser hijos adoptivos compartirán inmerecidamente de la herencia que le
pertenece a Cristo por ser Hijo de Dios.
Es interesante notar el cambio a segunda persona singular que Pablo hace en el
versículo 7. En el versículo 6 Pablo ya había cambiado a usar segunda persona plural, o
sea ya no incluyéndose a sí mismo como lo había hecho en los previos versículos. Pero
aquí en el versículo 7 Pablo se dirige al creyente individualmente, acordándole al
creyente que estas son verdades para él:
• El creyente ya no es esclavo del pecado
o Cristo lo ha redimido
• El creyente es hijo de Dios
o Dios lo ha adoptado como hijo Suyo
• El creyente es heredero
o Dios le ha prometido lo que le pertenece a Cristo
• Y todo esto es por medio de Dios
o La salvación es obra de Dios
Dios no solamente nos ha salvado de nuestros pecados, también nos ha salvado de la
esclavitud a nuestros pecados. Dios no solamente nos ha salvado de una vida de
esclavitud al pecado sino que también nos ha salvado del castigo que merecemos por
esos pecados. Aún más ha hecho Dios por nosotros ya que también nos ha adoptado
como hijos, poniéndonos en una posición de honor junto con Cristo, el unigénito Hijo de
Dios. No solo nos ha adoptado como hijos sino que también nos ha dado el derecho de
recibir la herencia que le pertenece a Cristo.
Como que esto no fuera suficiente, cómo Dios realizo esto, es igualmente asombroso:
Cristo tomo forma humana para poder ser el perfecto sacrificio que pagaría por nuestros
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Gálatas
pecados. Dios encarnado sufrió el castigo que todo creyente merece por sus pecados en
su lugar. Y no para Su bien, sino el nuestro.
¿Cuál es la respuesta del creyente al pensar acerca de estas verdades? ¡Gratitud! ¡Gozo!
¡Alabanza!
LAS DIFICULTADES DEL CREYENTE
Cómo un creyente responde a las verdades de la Palabra de Dios, y más específicamente,
cómo un creyente responde al ser hecho heredero de Dios junto con Cristo Jesús, su
Salvador, le indican a él la seguridad y confianza que puede tener en su fe.
Como creyentes, los cambios que vemos en nuestras vidas nos demuestran a nosotros
mismos más que nada, pero también a los que nos conocen, el poder de Dios obrando en
nosotros.
Si podemos ver cambios en nuestras vidas que testifiquen de nuestra gratitud por lo que
Dios ha hecho por nosotros; si podemos ver cambios en nuestras vidas que le
demuestren al mundo el gozo que tenemos aún en las circunstancias más difíciles de la
vida; si podemos ver cambios en nuestras vidas que nos conmuevan a la alabanza de
Dios al ver Su poder siendo plenamente desplegado en nuestras vidas; entonces
tendremos paz y seguridad de nuestra posición como hijos adoptados y herederos de
Dios.
Es entonces cuando más añoramos el estar con Dios y no en este mundo. Ya no más le
tenemos temor a la muerte sino que anhelosamente deseamos dejar el materialismo y el
pecado de esta vida.
Pero tristemente este no es el caso todo el tiempo. Es decir, somos tentados
continuamente a no dar gracias, a no regocijarnos, a no alabar a Dios, etc. Y muchas
veces somos derrotados por estas tentaciones.
Cuando nos encontramos en dificultades de la vida (dificultades económicas, problemas
en nuestras familias, sufriendo de enfermedades, sufriendo por los pecados de otros,
etc.) somos tentados a olvidarnos de lo que Dios ha hecho por nosotros y lo que Él
eternamente nos promete y terminamos no dándole gracias, no alabándolo, y sin el gozo
de Su salvación en nuestras vidas.
Muchas veces nos vemos pensando que hay cosas que nosotros podemos haber logrado
por medio de nuestros propios meritos, nos ponemos a pensar que somos “buenos” y
que merecemos algo. ¡Esto es pecado! (Marcos 10:18).
En veces nos entristecemos o nos enojamos al no obtener las cosas que queremos,
cuando las queremos, y cómo las queremos. ¡Esto es pecado!
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Gálatas
Otras veces renegamos por lo que no tenemos, o por lo que tenemos, en vez de darle
gracias a Dios por la condición de falta o de abundancia en la que estemos. ¡Esto es
pecado! (Santiago 5:9; Marcos 7:21-23).
Otras veces, es al sufrir ya bastante que respondemos con tristeza, enojo, o de algún
modo alejándonos de Dios. Es en estas situaciones que nos olvidamos que el
sufrimiento es parte de la vida cristiana (Romanos 8:15-18; Filipenses 1:29; 2 Timoteo
2:3; 1 Pedro 4:12-13, 19).
El sufrir es parte de la vida del cristiano y no nos debe sorprender cuando padezcamos
inocentemente. Cristo mismo padeció sin ser culpable de nada. El mundo no aprueba
de Cristo y así como no aprueba de Él, tampoco aprobará de nosotros si le somos fieles a
Cristo (2 Tesalonicenses 1:5).
De modo que, el enojarnos, el entristecernos, o el renegar acerca de las dificultades de la
vida, o aún, del sufrimiento por el que padecemos sin ser culpables son pecados.
¿Por qué son estas acciones pecaminosas? Porque son respuestas que indican que no
vemos a Dios como soberano. Son respuestas que indican que no tenemos confianza en
que Dios está en control como Él nos dice. Son respuestas que alguien que no está
familiarizado o cerca de Dios tendría. Son respuestas que como veremos más adelante
en Gálatas denuncian las obras de la carne.
Estas son nuestras actitudes que los incrédulos, y en veces los creyentes, tomamos
cuando nos vemos a nosotros mismos como más importantes de lo que realmente somos
(Filipenses 2:3).
Hay veces que le pedimos y le pedimos cosas a Dios para saciar nuestros propios gustos,
sin alabarle por quién Él es, y sin darle gracias u homenaje por lo que ha hecho por
nosotros. Es mas, en veces hasta nos disgustamos con Dios si Él no nos da lo que le
pedimos, aún si aquello que pedimos no tiene valor eterno, o no es para la alabanza de
Dios. ¡Todo esto es pecado! (Santiago 4:3).
Aún siendo creyentes todavía pecamos de estas maneras y de muchas otras también.
¿Quiere decir esto que en realidad no somos creyentes? ¿Quiere decir esto que hemos
perdido nuestra salvación al comenzar o volver a actuar de este modo?
Estas son preguntas muy importantes y podemos ver parte de las respuestas en el
próximo pasaje, Gálatas 4:8-11.
Gálatas 4:8-11
8 Pero en aquel tiempo, cuando no conocíais a Dios, erais siervos de aquellos que por naturaleza
no son dioses. 9 Pero ahora que conocéis a Dios, o más bien, que sois conocidos por Dios, ¿cómo
es que os volvéis otra vez a las cosas débiles, inútiles y elementales, a las cuales deseáis volver a
estar esclavizados de nuevo? 10 Observáis los días, los meses, las estaciones y los años. 11 Temo
por vosotros, que quizá en vano he trabajado por vosotros.
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Gálatas
Para comenzar, en el versículo 8 Pablo les recuerda a los gálatas que hubo un tiempo
cuando ellos no conocían a Dios — un tiempo cuando ellos eran esclavos de “dioses.”
Estos “dioses” eran los ídolos, las imágenes, y las estatuas hechas por hombres para
representar a los dioses que ellos alababan.
La idolatría de imágenes todavía es practicada. La Iglesia Católica Romana y la Iglesia
Ortodoxa Griega son unos ejemplo de modernos grupos religiosos que todavía practican
la idolatría de imágenes en sus rituales. Hay muchas otras religiones y sectas que
practican la idolatría, solo que muchas sin las imágenes.
La idolatría no solamente cosiste de objetos físicos que se pueden tocar o a los cuales
hombres les pueden dar alabanza. La idolatría también consiste en cómo el hombre
piensa.
Cómo el hombre se ve y se trata a sí mismo es la idolatría más común en Estados
Unidos. La búsqueda moderna por el materialismo es una forma de idolatría que
impregna la cultura norteamericana. En California en particular, vemos que la
búsqueda moderna por la salud y por la apariencia física han hecho ídolos de estas
cosas.
Los gálatas, al dejarse llevar por los falsos hermanos, estaban regresando a las “cosas
débiles, inútiles y elementales” (v. 9). Aunque esta vez bajo el manto del judaísmo y no
del paganismo. No obstante la alabanza de falsedad siempre lleva a la esclavitud al
pecado.
Lo que es interesante es que los gálatas a quienes Pablo les está escribiendo ya eran
creyentes y ya sabían la verdad, pero a pesar de eso se estaban desviando del camino
verdadero. Vemos aquí en Gálatas, que Pablo no los trata como incrédulos sino como
creyentes, como hermanos en la fe con él. Este es uno de los ejemplos bíblicos donde
podemos ver que aún un creyente puede descarrilarse y regresar al pecado, aún a la
idolatría, pero no pierde su salvación.
Y sabemos que este tiene que ser el caso porque un verdadero creyente no puede perder
su salvación. Un verdadero creyente no puede perder su salvación porque ésta no
depende de él o de sus obras, sino que depende de Cristo y de Su obra. Si este no fuera
el caso entonces la salvación del creyente dependería de su conducta, o sea, de sus obras
(Romanos 9:16).
Si con cometer un nuevo pecado, o con regresar a cometer los mismos pecados de los
que fue salvado le causara perder la salvación a un creyente, entonces el mantener esa
salvación — y por eso su salvación en sí — dependería de sus obras de obediencia.
Pero por la gracia de Dios sabemos que ese no es el caso.
La salvación del creyente es obra de Dios, y si es Él quién ha comenzado esa obra
sabemos que Él la terminara (Filipenses 1:6).
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75
Gálatas
Es más, hasta la fe por medio de la cual somos salvados tampoco viene de nosotros sino
que es don de Dios (Efesios 2:8).
Aún el buscar a Dios es ajeno a nosotros. El hombre en sí no busca a Dios. Dado este
hecho, es imposible para el hombre obtener su salvación. Así que el simple hecho que
alguien llegue a creer, o que alguien llegue a tener fe en Cristo Jesús, es obra de Dios
(Romanos 3:10-12; Mateo 19:23-26; Juan 6:29).
Podemos estar seguros que los verdaderos creyentes oirán la Palabra, la voz de su
Pastor, y le obedecerán al fin de cuentas (Juan 10:26-27).
También podemos estar seguros que los que son verdaderos creyentes no se perderán
porque Cristo sabe quienes son ellos y Él se encargará de salvarlos y mantenerlos
porque ésta es Su voluntad (Juan 6:39-40).
Que nuestra salvación no depende de nuestras buenas obras es una verdad que nos debe
de dar mucho animo. Y como creyentes, el hecho que continuemos pecando, que
continuemos fallando de hacer lo que queremos, que continuemos fallando de hacer lo
que sabemos que Dios quiere que hagamos, no nos deprimirá porque sabemos que Dios
está en control de nuestra salvación. A pesar de nuestras fallas, podemos tener
confianza que no perderemos esa salvación ya que nuestra salvación no depende de
nosotros. ¡Es Dios quien salva!
Vemos que David reconoció esto al pedir perdón por su pecado con Betsabé.
Salmos 51:12
Restitúyeme el gozo de tu salvación, y sostenme con un espíritu de poder.
Es bueno también notar en este versículo que el pecado sí causó que David perdiera el
gozo que la salvación nos da.
Debemos tener muy en mente que el hecho que nuestra salvación no depende de
nuestras obras no quiere decir que vamos a comenzar a pecar para que Dios nos
perdone y nos provea aún más de su gracia. Si pensamos así no hemos llegado a la fe
verdadera que salva, ya que esta fe que salva ve a Dios como nuestro Señor (a quién le
queremos complacer y obedecer), no solo como nuestro Salvador (Romanos 6:1-7).
Al comienzo de Gálatas 4:9, Pablo recalca cómo nuestra salvación depende de Dios y no
de nosotros de una manera muy clara: “Pero ahora que conocéis a Dios, o más bien, que
sois conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis otra vez a las cosas débiles, inútiles y
elementales, a las cuales deseáis volver a estar esclavizados de nuevo?”
Los creyentes somos salvos no porque conocemos a Dios, sino porque hemos sido
conocidos por Dios. Es decir, fue Dios quién inició la relación y no nosotros (Romanos
8:29-30).
Pero ¿cuál es el efecto que estas verdades deberían tener en el creyente?
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Gálatas
Podemos comenzar con el efecto que no deberían tener, o sea, lo que les estaba pasando
a los gálatas. Es por eso que Pablo termina el versículo 9 con la pregunta “¿cómo es que
os volvéis otra vez a las cosas débiles, inútiles y elementales, a las cuales deseáis volver a
estar esclavizados de nuevo?”
El hecho de ser conocido por alguien importante nos debería de dar honor, nos debería
hacernos sentir importantes a esa persona. ¿Cómo nos deberíamos sentir al ser
conocidos por Dios, y conocidos no por esfuerzo nuestro sino que Suyo? Para que el
Creador del universo, quien es responsable de mantener Su universo, tome Su tiempo y
ponga esfuerzo para darnos la atención para llegar a conocernos nos debería de dar un
gran sentido de honor inmerecido y de gratitud a la misma vez (Colosenses 1:17).
Otro punto principal que debemos notar en la pregunta de Pablo en el versículo 9 es su
expectativa que los gálatas, siendo conocidos por Dios, deberían de andar en las buenas
obras que Dios había preparado para ellos, y no en las “cosas débiles, inútiles y
elementales” como en las que ellos estaban regresando a andar.
Como veremos más adelante en Gálatas (5:22-24), el creyente debe ser caracterizado
por el fruto del Espíritu. El creyente no es caracterizado por los días, los meses, las
estaciones o los años que celebra (Gálatas 4:10).
Dado el contexto de Gálatas, en el cuál Pablo ha advertido a los creyentes en Galacia que
no se dejen llevar por las enseñanzas erróneas de los falsos hermanos que habían
llegado a decirles que tenían que cumplir con las tradiciones de la ley judía, podemos
concluir que las celebraciones a las que Pablo se refiere en el versículo 10 eran
celebraciones judías.
“Días” probablemente se refiere los días de reposo, tanto a los sábados como a los otros
días festivos del calendario judío.
“Meses” probablemente se refiere a las festividades ligadas con el ciclo mensual, como la
luna nueva (ver Isaías 1:14).
“Estaciones” probablemente se refiere a las festividades asociadas con las temporadas
del año. Estas eran festividades que duraban más de un día, tal como la Fiesta de las
Cabañas (o Tabernáculos), o la Pascua.
“Años” muy probablemente se refiere a la observación del año de jubileo, en la tradición
judía, no en la tradición Romana Católica.
Las fiestas judías habían sido establecidas por Dios en el Antiguo Testamento con el
propósito de preparar a Su gente para la llegada del Mesías. Con el Mesías ya habiendo
venido, estas fiestas ya no tenían que ser observadas por creyentes, y al hacerlo era
como que estuvieran observando las festividades paganas como las que los gálatas
habían observado antes de creer. De modo que al observar estas festividades estaban
viviendo como que si la obra redentora de Cristo y la obra evangélica y misionera de
Pablo fueron en vano.
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Gálatas
Pablo había sufrido bastante para establecer la iglesia en Galacia. Pero al descarrilarse
los creyentes en esa iglesia, la meta por la que Pablo había laborado tanto se podría
perder. Es interesante que a pesar que la generación a la que Pablo les escribió no se
quedaron descarrilados del camino de la verdad, eventualmente las iglesias establecidas
por él sí entraron en decae. Pero por la gracia de Dios, es Él quién edifica Su iglesia
(Mateo 16:18), y es Él por quién la labor de Pablo no ha sido en vano.
LA SÚPLICA DE PABLO
Con muchos sentimientos, Pablo comienza su súplica a los gálatas para que no sigan el
camino erróneo de la ley.
Gálatas 4:12-20
12 Os ruego, hermanos, haceos como yo, pues yo también me he hecho como vosotros. Ningún
agravio me habéis hecho; 13 pero sabéis que fue por causa de una enfermedad física que os
anuncié el evangelio la primera vez; 14 y lo que para vosotros fue una prueba en mi condición
física, no despreciasteis ni rechazasteis, sino que me recibisteis como un ángel de Dios, como a
Cristo Jesús mismo. 15 ¿Dónde está, pues, aquel sentido de bendición que tuvisteis? Pues testigo
soy en favor vuestro de que de ser posible, os hubierais sacado los ojos y me los hubierais dado. 16
¿Me he vuelto, por tanto, vuestro enemigo al deciros la verdad? 17 Ellos os tienen celo, no con
buena intención, sino que quieren excluiros a fin de que mostréis celo por ellos. 18 Es bueno
mostrar celo con buena intención siempre, y no sólo cuando yo estoy presente con vosotros. 19
Hijos míos, por quienes de nuevo sufro dolores de parto hasta que Cristo sea formado en
vosotros, 20 quisiera estar presente con vosotros ahora y cambiar mi tono, pues perplejo estoy en
cuanto a vosotros.
Pablo comienza su súplica rogándoles a los gálatas, a quienes llama “hermanos,” a que
se hagan como él. Y ¿cómo se había hecho Pablo? Pablo se había hecho como muerto a
la ley a fin de vivir para Dios (ver Gálatas 2:19). Pablo, a pesar de haber sido un fariseo
devoto – hebreo de hebreos – había dejado de poner su fe en la ley, en las obras de los
hombres (ver. Filipenses 3:4-6), y había puesto su fe en Cristo.
Tanta era la fe de Pablo que él se había hecho como los gálatas. Es decir, él se había
hecho como un gentil para poder testificarles el evangelio a los gentiles (1 Corintios
9:20-23).
Pablo había puesto al lado los requisitos de la tradición de la ley de los fariseos para
poder obedecer el mandamiento de Cristo de llevarle Su mensaje a todas las naciones
(Mateo 28:19-20).
Las tradiciones de la ley judía no permitían que judíos se acercaran mucho a los gentiles.
Pero esto es lo que Jesús les ordeno a Sus elegidos, comenzando con los que habían
andado con Él, y continuando con todos los que llegarían a creer después de su regreso
al cielo.
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78
Gálatas
Pablo aquí les acuerda de esto para que los gálatas estuvieran convencidos que no era
necesario guardar la ley. Cuando Pablo originalmente les llevó el mensaje de salvación a
los gálatas, él dejo las tradiciones de la ley para que ellos supieran que ésta no era
necesaria para la salvación.
En los siguientes versículos de este pasaje, (vv. 12b-15) vemos que Pablo parece haberse
quedado en Galacia más tiempo que él había planeado porque se enfermó durante su
visita. No se sabe cuál fue la enfermedad que causo que Pablo se quedara más tiempo
en Galacia anunciándoles el evangelio, pero sí vemos que la enfermedad fue
suficientemente seria para prevenir que Pablo viajara. Es admirable que aún estando
debilitado por una enfermedad Pablo no dejo de compartir el evangelio. Es mas, él usó
la enfermedad como una oportunidad para compartir el evangelio, y para testificar del
poder de Cristo. Claramente Pablo no tenía ninguna queja de cómo los gálatas lo habían
tratado cuando él estuvo con ellos previamente. Es mas, Pablo sintió que lo trataron
muy bien, como que si él fuera Cristo.
En la cultura judía, y también en la cultura griega, las enfermedades se veián como
castigo divino por algo. Es decir, creían que la gente que se enfermaba, se enfermaba
porque habían hecho algo malo. A pesar de eso, los gálatas consideraron a Pablo como
alguien quien ellos debían de tratar muy bien.
Pablo también les recuerda a los gálatas que el tratarlo bien a él entonces les dio mucho
gozo a ellos, y hasta les dio un sentido de bendición. ¿Cómo se sentían los gálatas ahora
al tratarlo mal? Es muy probable que no se sentían bendecidos y es por eso que Pablo
les hace ver el por qué.
Se ha especulado que la enfermedad de la que Pablo sufrió cuando en Galacia por
primera vez fue la malaria. Si fue la malaria que tenia, los síntomas extremos de ésta
van y vienen. Esto le pudo haber dado a Pablo la oportunidad de predicar cuando no
estaba tan mal. La especulación que fue la malaria lo que Pablo tuvo también se hace
atractiva al ver el ejemplo que Pablo usa para notar qué tan bien lo trataron los gálatas:
que si hubiera sido posible le habrían dado sus ojos. Un síntoma serio de la malaria es
que puede afectar la visión, y pueda ser por eso que Pablo les recuerda que tanto cariño
le demostraron que hasta sus propios ojos le habrían ofrecido.
Pero cómo trataron a Pablo entonces, y cómo lo estaban tratando al escribirles su
epístola fue diferente. Y es por eso que Pablo les pregunta en el versículo 16, “¿Me he
vuelto, por tanto, vuestro enemigo al deciros la verdad?”
Al escribirles ahora, Pablo parece sentir que ha sido tratado como un enemigo por los
gálatas. Y esto porque ellos efectivamente habían tratado lo que Pablo les enseñó como
que no fuera la verdad al dejarse llevar por las enseñanzas de los falsos hermanos. Estos
habían llegado a confundir la verdad. Ellos habían llegado a predicar que había
necesidad de cumplir con las obras de la ley, y en particular con la circuncisión, para
poder obtener la salvación. La verdad, que Pablo les había enseñado, es que ni la
circuncisión, ni ninguna otra provisión de la ley, es necesaria para la salvación. Ésta era
la verdad que Pablo defendía. Y porque los gálatas habían rechazado esta verdad él
ahora sentía que lo estaban tratando como un enemigo.
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79
Gálatas
Pablo continua en el versículo 17 con una advertencia acerca del “celo” de los falsos
hermanos que habían llegado a predicar la salvación por medio de las obras de la ley.
¿Qué quiere dar a entender Pablo con “celo” en los versículos 17 y 18? La palabra “celo”
usada aquí viene de la palabra griega “ZELOO,” la cual se puede usar de distintas
maneras. Se puede usar para dar a entender envidia, pero también se puede usar para
dar a entender algo que se desea o se busca con mucho esfuerzo. Y es de esta segunda
manera en la que Pablo la usa aquí. Los falsos hermanos deseaban con mucho afán, con
muchas ganas, que los gálatas los siguieran a ellos.
Que este es el sentido que Pablo da a la palabra se confirma con la siguiente frase, “no
con buena intención.” Los “celos” que los falsos hermanos les tenían a los gálatas no
eran buenos. Ellos buscaban, o deseaban con mucho afán a los gálatas con malas
intenciones. Los falsos hermanos se querían agrandar y hacerse sentir más importantes
que Pablo; era por eso que querían que los gálatas los siguieran a ellos y no a Pablo.
Estos falsos hermanos no estaban tan interesados en el bien estar, o en la salvación, de
los gálatas como estaban interesados en el avance personal de ellos mismos.
De la misma manera, los falsos hermanos querían excluir a los gálatas. ¿Excluirlos de
qué? Del mensaje del evangelio de Cristo. Excluirlos de la gracia de Dios. Es de la
gracia de Dios que nos alejamos, de la que nos separamos, al pensar que existe algo que
nosotros podemos hacer para obtener la salvación. De la misma manera nos alejamos
de la gracia de Dios cuando pensamos que existe algo que si lo dejamos de hacer
perderemos nuestra salvación.
Pablo nos dice que la razón por la cuál los falsos hermanos querían que los gálatas se
alejaran (literalmente, que “se quedaran fuera”) de la gracia de Dios es para que los
gálatas los buscaran anhelosamente a ellos.
Pablo también nota que es bueno el desear o buscar a alguien anhelosamente, pero si se
hace “con buena intención.” Pablo dice esto con referencia a sí mismo. Es decir, el les
dice a los gálatas que el desear de ellos de ver, de aprender, de convivir con Pablo es algo
bueno. Es un buen “celo.” ¿Por qué? Porque en contraste a los falsos hermanos, Pablo
les llevo la Palabra de Dios. Él les predicó la verdad de una manera desinteresada, y lo
hizo para que ellos quisieran acercarse más y más a Dios.
El deseo de seguir a Pablo debería de ser algo que los gálatas deberían de tener siempre,
y no sólo cuando Pablo estuviera con ellos.
Tanto era su cariño por los gálatas que Pablo los llama sus “hijos.” Aquí usa la palabra
“TEKNIA,” traducida “hijos,” la cuál es diminutiva y se usa cariñosamente de niños
pequeños. Los gálatas habían sido fruto espiritual de Pablo y es por eso que los veía
como hijos — como sus “hijitos.”
Pablo había laborado duramente para llevarles el evangelio, y él continuaría “sufriendo”
por ellos hasta que Cristo fuera “formado” en ellos. La palabra “formado” traduce la
palabra griega “MORPHOTHE,” la cual lleva la idea de cambio en esencia, no en
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Gálatas
hechura externa. O sea, el deseo de Pablo era que la vida de los gálatas esencialmente
caracterizara a Cristo. Pedro quería que su cambio fuera interno. De hecho esta es la
meta de todo creyente: el ser más y más como Cristo.
Dios ha predestinado creyentes para ser “hechos conforme a la imagen de su Hijo”
(Romanos 8:29). Y es en Sus elegidos que Dios está obrando. Es a Sus elegidos que
Dios está transformando a la misma imagen de Su gloria (2 Corintios 3:18).
Pablo claramente amaba a los gálatas y le dolía ver que se habían desviado del camino
de la verdad. Concluyendo esta sección Pablo les recalca a los gálatas que él no
solamente quisiera estar en persona con ellos para hablar de estas cosas, pero que
también quisiera poder tener un distinto tono. Pero el tono con el que Pablo les había
escrito hasta este punto, y el tono con el que continuaría escribiéndoles, era necesario y
reflejaba la seriedad del error de los gálatas.
LA ALEGORÍA DE SARA Y AGAR
Gálatas 4:21-5:1
21 Decidme, los que deseáis estar bajo la ley, ¿no oís a la ley? 22 Porque está escrito que Abraham
tuvo dos hijos, uno de la sierva y otro de la libre. 23 Pero el hijo de la sierva nació según la carne,
y el hijo de la libre por medio de la promesa. 24 Esto contiene una alegoría, pues estas mujeres son
dos pactos; uno procede del monte Sinaí que engendra hijos para ser esclavos; éste es Agar. 25
Ahora bien, Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, porque ella
está en esclavitud con sus hijos. 26 Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésta es nuestra madre. 27
Porque escrito está: REGOCÍJATE, OH ESTÉRIL, LA QUE NO CONCIBES;
PRORRUMPE Y CLAMA, TÚ QUE NO TIENES DOLORES DE PARTO, PORQUE
MÁS SON LOS HIJOS DE LA DESOLADA, QUE DE LA QUE TIENE MARIDO. 28 Y
vosotros, hermanos, como Isaac, sois hijos de la promesa. 29 Pero así como entonces el que nació
según la carne persiguió al que nació según el Espíritu, así también sucede ahora. 30 Pero, ¿qué dice
la Escritura? ECHA FUERA A LA SIERVA Y A SU HIJO, PUES EL HIJO DE LA SIERVA
NO SERÁ HEREDERO CON EL HIJO DE LA LIBRE. 31 Así que, hermanos, no somos hijos
de la sierva, sino de la libre.
5:1 Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto, permaneced firmes, y no os
sometáis otra vez al yugo de esclavitud.
La Alegoría
Antes de comenzar a estudiar este pasaje más detalladamente es útil enterarnos de lo
qué es la “alegoría.”
¿Qué es una alegoría? Se considera una alegoría como siendo una narrativa, un relato o
un cuento, que puede ser verdad pero que por lo general no necesariamente lo es; y que
es usada para que sus partes simbólicamente representen verdades espirituales.
En español la palabra “alegoría” es generalmente usada de manera sinónima con
palabras como “alusión,” “metáfora,” “imagen,” “figura” o “emblema.” En alegorías
bíblicas las interpretaciones de los puntos analógicos son presentados en el relato.
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Gálatas
Es importante notar que en este pasaje Pablo mismo nos dice que está usando una
alegoría para dar otro ejemplo con respecto a su punto de las diferencias entre la ley
(Agar) y la gracia (Sara).
En la historia de la iglesia muchos se han inventado interpretaciones alegóricas de
narrativas bíblicas que no indican ser alegóricas. Otros han considerado que toda la
Biblia está llena de estas alegorías, o sea de significados ocultos. Hay unos que han
demandado múltiples niveles alegóricos para toda la Biblia. Y lo peor, ha habido
quienes han enseñado que el verdadero mensaje que Dios quiso comunicarle al hombre
solamente se puede encontrar al obtener entendimiento de estas alegorías ocultas. Este
método alegórico de interpretar la Biblia es muy peligroso ya que deja el significado de
las Escrituras a la interpretación personal.
Sabemos que la Biblia no se puede comprender con interpretación personal (2 Pero
1:20). Sino que requiere que el interprete se someta con diligencia y mucho esfuerzo a la
obra de interpretación (2 Timoteo 2:15). Este tiene que ser el caso porque toda la Biblia
ha sido inspirada por Dios, la Palabra de Dios es perfecta, y es la mayor autoridad que
gobierna al hombre (2 Timoteo 3:16-17).
Toda la Biblia debe ser interpretada de una manera literal normal; es decir, no
ignorando las figuras donde estas suceden, pero no forzando alegorías donde estas no
son delineadas por el texto mismo. Debemos manejar la Palabra de Dios con precisión
ya que ésta es inspirada por Dios.
El Trasfondo Histórico de la Alegoría de Sara y Agar
Pablo abre este pasaje (Gálatas 4:21-5:1) de una manera muy directa. Pablo
inmediatamente se dirige a los hermanos gálatas que se habían dejado llevar por los
falsos hermanos que habían llegado a negar que la salvación es por la gracia por medio
de la fe. Estos hermanos gálatas a los que Pablo se dirige son los que al seguir las
enseñanzas de los falsos hermanos habían estado deseosos de seguir la ley, y de ser
circuncidados para sentir que habían cumplido con algo que debían hacer. Pero estos
mismos, al querer someterse a la ley, lo estaban haciendo a ciegas ya que no estaban
poniendo atención a lo que la ley, es decir, el Pentateuco (los primeros cinco libros del
Antiguo Testamento) realmente enseña.
¿Qué enseña la ley acerca de la superioridad de la gracia sobre las obras? ¿Qué enseña
la ley sobre la superioridad de lo espiritual a lo carnal? ¿Qué debían haber oído y
comprendido estos hermanos gálatas? Pablo señala a Abraham. No se puede creer en la
ley verdaderamente sin notar el significado de Abraham. Al considerar a Abraham se
tiene que dar cuenta uno de la superioridad de las obras de la fe sobre las obras del
hombre.
No solo el hecho que Abraham fue el padre de los judíos es de importancia, sino que
también cómo es que él vino a ser el padre de tal grupo.
Dios le ordeno a Abraham que dejara su tierra y sus parientes y que se fuera a la tierra
que Él le daría a él y a sus descendientes (Génesis 11:26-12:7). Dios le prometió a
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Gálatas
Abraham que le daría muchos descendientes, y que a estos le daría la tierra prometida
(Génesis 13:14-17). Dios le prometió a Abraham que le daría un hijo propio que sería su
heredero (Génesis 15:1-6). Abraham le creyó a Dios que Él le daría un hijo propio, pero
al no poder tener hijos por medio de su esposa, Sara, él busco un modo alternativo para
tener descendientes. Con el consentimiento de Sara, Abraham tomo a la esclava de ella,
Agar, como una concubina y tuvo un hijo, Ismael, por medio de ella (Génesis 16:1-4ª, 1516). En la carne, Abraham pudo haber justificado su adulterio pensando que era de esta
manera como Dios le daría un descendiente propio para que fuera su heredero, y la
persona a quién el Señor le daría la tierra prometida. Abraham ya tenia una edad
avanzada, 86 años, y Sara era estéril; así que es comprensible como esta solución le
pareció bien a él. Es posible que las intenciones de Abraham hallan sido “buenas” (es
decir él deseaba un buen resultado, el resultado que era la voluntad de Dios). Pero dado
que “cómo” Abraham trato de obtener el buen resultado para Dios fue pecaminoso,
vemos que fue la carne, y no la fe que estaban controlándolo.
Cuando el hombre no ve cómo es que Dios va a cumplir con Sus promesas, o cuando el
hombre no ve cómo Dios va a causar que Su voluntad venga a pasar, el hombre trata de
ayudarle a Dios. Es algo así lo que parece que Abraham hizo.
Dios le recalca a Abraham que le dará la descendencia prometida y hace un pacto con él.
Y la circuncisión es la señal de ese pacto. Como parte del pacto Dios también le cambió
el nombre de Abram a Abraham, porque Dios lo haría padre de muchas naciones
(Génesis 17:1-10).
Dios le hace ver a Abraham que Él cumplirá con Su promesa por medio de un hijo,
Isaac, que le dará a Sara; y es por eso que le cambió el nombre a ella también de Sarai a
Sara. Que Abraham en este punto le creyó al Señor es visto en que tanto él como el resto
de los hombres bajo él fueron circuncidados (Génesis 17:15-24). Dios hasta repitió la
promesa que el descendiente que sería el heredero de Abraham le nacería a Sara, y
predijo cuando el nacería, a pesar de las dudas iniciales de Sara. Parte de la razón por
qué el descendiente tenía que ser hijo de Sara era para demostrar que nada es muy
difícil para el Señor (Génesis 18:9-15).
Isaac nació así como Dios lo había predicho. Y Abraham lo circuncido como Dios había
ordenado para señalar el pacto que Dios había hecho con él (Génesis 21:1-7). De modo
que Ismael nació por causas naturales, por medio de la carne; pero Isaac nació por obra
de Dios – Isaac nació para cumplir la promesa que Dios había dado a Abraham. Dada la
edad de Abraham y de Sara, y dada la condición de esterilidad de Sara, que ellos
llegaron a ser padres de Isaac fue un milagro. En el sentido bíblico de lo que es un
milagro – una obra supernatural de parte de Dios para darle evidencia al hombre de Su
poder y de la veracidad de Su mensaje y Su mensajero.
Es interesante notar que al recordarles Pablo de esto a los hermanos gálatas les está
haciendo ver que no solo Isaac fue descendiente de Abraham, sino que Ismael también.
Pero es la descendencia de la promesa que es de mayor valor que la simple descendencia
carnal. Los fariseos se confiaban en ser descendientes carnales de Abraham, y creían
que había algún valor especial en esto. Pero aún Juan el Bautista les corrigió ese modo
repensar, como vemos en Mateo 3:7-9, “7 Pero cuando vio que muchos de los fariseos y
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Gálatas
saduceos venían para el bautismo, les dijo: ¡Camada de víboras! ¿Quién os enseñó a huir
de la ira que vendrá? 8 Por tanto, dad frutos dignos de arrepentimiento; 9 y no
presumáis que podéis deciros a vosotros mismos: ‘Tenemos a Abraham por padre,’
porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras.”
En Juan 8:31-45, Jesús también les hizo ver a los fariseos cómo la descendencia carnal
no les ayudaría sin que tuvieran fe en que el Hijo es quién salva.
La Interpretación Divina de la Alegoría de Sara y Agar
Pablo específicamente nos dice que la ilustración histórica de Sara y Agar es una
analogía (v. 24).
La palabra “alegoría” aquí es transliterada de la palabra griega “ALLEGOREO.” La
palabra “ALLEGOREO” está compuesta por dos palabras. La palabra “ALLOS,”
queriendo decir “otros;” y la palabra “AGOREUO,” queriendo decir “hablar en una
asamblea publica.” Por lo tanto, podemos decir que la palabra “alegoría” significa: “el
hablar algo que es lo otro de lo que uno parece decir.”
La palabra “ALLEGOREO” era usada en los tiempos bíblicos para describir una historia
que daba a entender algo más que el simple significado literal. La palabra da la idea de
alguna cosa siendo representada por otra. En este caso, una verdad espiritual es
ilustrada por una historia verdadera; de modo que la traducción de “AGOREUO” como
“analogía” no sería fuera del significado que Pablo estaba dándole, y sería más
descriptivo que la simple transliteración “alegoría.”
Pablo comienza explicando cómo estas dos mujeres, Agar y Sara, son análogas con – o
sea, representan – dos pactos. Agar y su hijo Ismael representan el pacto que procede
del monte Sinaí, el cuál es el pacto de la ley. Mientras que Sara e Isaac representan el
pacto de la promesa.
La ley fue dada por medio de Moisés en el monte Sinaí. Ésta requería que los judíos
guardaran los mandamientos que Dios les dio allí como parte del pacto. Pero como el
guardar la ley al pie de la letra era algo humanamente imposible, lo que produjo fue un
tipo de esclavos religiosos. Esclavos sujetos a un dueño, la ley, de quién no podían
escapar. Por lo tanto, de acuerdo a la analogía que Pablo presenta: cualquier judío que
tratara de satisfacer a Dios y ganar su libertad por medio de sus esfuerzos para cumplir
con el pacto, o sea con todos los mandamientos de la ley, por medio de su propia
autosuficiencia era espiritualmente como un hijo de Agar (v. 25).
Agar es asociada con el monte Sinaí, y de acuerdo a Pablo este corresponde a la
“Jerusalén actual.” El monte Sinaí es donde la ley fue dada y la “Jerusalén actual” es
donde la ley se trata de cumplir. Ambos lugares, el monte Sinaí y la “Jerusalén actual,”
representan lugares donde la esclavitud a la ley están presentes.
Que Pablo califica descriptivamente a Jerusalén como “actual” indica que él sabía que
habría otra Jerusalén futura. Él llama a ésta la “Jerusalén de arriba,” la cual es libre. La
“Jerusalén de arriba” corresponde a Sara, y por lo tanto es “nuestra madre” espiritual; si
hemos puesto nuestra fe en Cristo y no en la ley, o nuestras buenas obras (v. 26).
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Gálatas
Los ciudadanos de la Jerusalén celestial, la “Jerusalén de arriba,” son libres. Ellos no
están en esclavitud a la ley y han sido liberados de la esclavitud a la carne. Por tanto,
tienen la libertad para genuinamente hacer lo bueno y complacer a Dios. Debemos
reconocer que antes de venir a Cristo nadie es libre, estábamos esclavizados al pecado
(Efesios 2:1). Es decir, antes de venir a Cristo, toda persona tiene la libertad de hacer
todo lo malo que ellos quieran, pero no tienen la libertad de hacer nada bueno, ni nada
que pueda complacer a Dios. Es el Espíritu Santo en el hombre regenerado que le
capacita para poder hacer lo que es justo en los ojos de Dios.
En el versículo 27, Pablo sita Isaías 54:1. Este pasaje fue originalmente escrito para
darle ánimos a los judíos en exilio en Babilonia, pero aquí Pablo lo usa con referencia a
Sara; o sea, Sara es la “estéril,” y es a ella y a sus descendientes espirituales a quienes
Pablo quiere darles ánimos de la misma manera. Es decir, así como los judíos bajo
exilio en Babilonia podían ver hacia un mejor futuro en Jerusalén, también los hijos de
Sara pueden ver un mejor futuro en la “Jerusalén de arriba.”
En el corto versículo 28 Pablo les recuerda a los gálatas de su posición en Cristo. Se
refiere a ellos como hermanos. A pesar del desvió con el que estaban titubeando, Pablo
no los ve como perdidos, sino como creyentes como él mismo. Y les hace ver que el
hecho que ellos son hermanos suyos, es decir, que junto con él los hermanos gálatas son
hijos de Dios, se debe a que son “hijos de la promesa.” O sea, los creyentes gálatas, a
pesar de estar en pecado, son hijos de la misma manera que Isaac. ¿Qué características
podemos ver acerca del nacimiento de Isaac?
•
•
•
El nacimiento de Isaac cumplió con la promesa que Dios le había dado a
Abraham.
El nacimiento de Isaac fue algo supernatural.
El nacimiento de Isaac demostró la superioridad de la voluntad de Dios sobre la
del hombre.
Así cómo el nacimiento de Isaac fue prometido por Dios, la salvación le es prometida al
que cree (Juan 6:39, 47). Así cómo el nacimiento de Isaac fue algo supernatural, el
nacer de nuevo o de arriba (Juan 3:3), es algo supernatural. La salvación es obra de
Dios (Juan 6:29). Así cómo el nacimiento de Isaac demostró la voluntad de Dios, que
alguna persona llegue a creer es por la voluntad de Dios, y no de la persona (Juan 6:44;
Romanos 8:29-30).
Es importante acordarnos que los gálatas eran gentiles y no judíos. Por tanto, que Pablo
los llama “hijos” en igualdad a Isaac nos da a entender que la descendencia de Abraham
a quienes la promesa de ser gente de Dios les fue dada no es la descendencia carnal, sino
la descendencia espiritual. Esto no quiere decir que las promesas específicamente dadas
a la nación de Israel ahora se pasan a la iglesia. Las promesas que Dios les dio a los
judíos Él las va a cumplir para con ellos.
Pero esto sí nos da a entender que es por la gracia de Dios que alguien, tanto gentil como
judío, puede llegar a ser visto por Dios como un hijo; y no por la descendencia carnal de
una persona.
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Gálatas
Tabla 4 – Elementos Análogos de Gálatas 4:21 – 5:8
Agar
Sara
Ismael
Isaac
Pacto de la ley
Pacto de la Promesa
Antiguo Testamento
Nuevo Testamento
Sinaí
Monte Sion
Jerusalén de arriba
Jerusalén actual
Libertad
Esclavitud
Confianza en la promesa
Confianza en la carne
Lo espiritual
Lo carnal
El Cristianismo
El judaísmo
Así como Ismael se burlo de Isaac (Génesis 21:9), así se burlarán los incrédulos de los
creyentes. Así como los descendientes carnales de Ismael han perseguido y continúan
persiguiendo a los descendientes carnales de Isaac, así los descendientes espirituales de
Ismael continúan persiguiendo a los descendientes espirituales de Isaac. De este
ejemplo debemos aprender que los que son nacidos solamente según la carne, persiguen
a los que son nacidos según el Espíritu. En otras palabras, los creyentes (los
descendientes espirituales de Isaac) debemos anticipar que de alguna manera seremos
perseguidos por los incrédulos (los descendientes espirituales de Ismael).
En el caso de los gálatas, eran los judíos, o sea los falsos hermanos que habían llegado de
Jerusalén, los que los estaban persiguiendo al forzarlos que adoptaran las tradiciones de
la ley. Estos falsos hermanos debían ser echados fuera de la misma manera que Agar e
Ismael fueron echados fuera.
Pablo concluye esta sección con un importante punto al comienzo del capitulo 5. A
pesar que los creyentes son hermanos en y con Cristo Jesús, y por tanto no son hijos de
la sierva sino que hijos de la libre, los creyentes siempre tienen la obligación a ser fieles
al Señor (Gálatas 5:1).
Es por eso que Pablo dice que fue para libertad que Cristo nos hizo libres. ¿Qué es esta
libertad? La libertad del creyente constituye en la capacidad de este de poder hacer la
voluntad de Dios. Sin el Espíritu en uno, uno no puede hacer la voluntad de Dios. Así
que es solamente el creyente que tiene la libertad de obedecerle a Dios. Todo incrédulo
está subyugado al pecado. Ningún incrédulo tiene la libertad para complacer la
voluntad de Dios. Siendo creyentes debemos permanecer “firmes” en nuestra fe.
Debemos continuar poniendo nuestra confianza en Cristo – tanto para nuestra salvación
como para nuestra santificación. Sin Él no podemos hacer nada bueno, pero por Él todo
lo bueno que le agrada a Dios lo podemos hacer.
Es cuando nuestra voluntad es el agradar a Dios que verdaderamente somos libres. Dios
es agradado cuando le creemos Su Palabra y vivimos nuestras vidas de acuerdo a Su
Palabra – con la glorificación de Dios como nuestra meta principal.
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Gálatas
UN POCO DE ERROR CORROMPE POR COMPLETO
Al principio del capítulo 5 de Gálatas Pablo comienza a explicar cómo poner en practica
la doctrina de la que ha hablado en los previos capítulos. En los primeros dos capítulos
Pablo le dio énfasis a la defensa de su apostolado. En los capítulos 3 y 4 Pablo se enfocó
en el mensaje de la justificación por medio de la fe y no por medio de las obras. Ahora,
Pablo comienza a explicarles a los gálatas cómo la doctrina se debe poner en practica. Al
hacer esto Pablo nos demuestra qué tan importante es tener una doctrina sana, ya que la
falta de una doctrina sana nos pone en peligro de responder en maneras que están en
contra de Dios. Esta realidad nos ayuda a comprender la importancia de la doctrina
sana, ya que aún un pequeño error en doctrina puede corromper toda nuestra practica y
dañar nuestra relación con nuestro Salvador.
Gálatas 5:2-12
2 Mirad, yo, Pablo, os digo que si os dejáis circuncidar, Cristo de nada os aprovechará. 3 Y otra
vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a cumplir toda la ley. 4 De Cristo
os habéis separado, vosotros que procuráis ser justificados por la ley; de la gracia habéis caído. 5
Pues nosotros, por medio del Espíritu, esperamos por la fe la esperanza de justicia. 6 Porque en
Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión significan nada, sino la fe que obra por amor. 7
Vosotros corríais bien, ¿quién os impidió obedecer a la verdad? 8 Esta persuasión no vino de aquel
que os llama. 9 Un poco de levadura fermenta toda la masa. 10 Yo tengo confianza respecto a
vosotros en el Señor de que no optaréis por otro punto de vista; pero el que os perturba llevará su
castigo, quienquiera que sea. 11 Pero yo, hermanos, si todavía predico la circuncisión, ¿por qué
soy perseguido aún? En tal caso, el escándalo de la cruz ha sido abolido. 12 ¡Ojalá que los que os
perturban también se mutilaran!
En su súplica a los gálatas para que vivan una vida en la libertad de obediencia a Dios y
no en esclavitud a sus pecados, Pablo comienza con un par de advertencias. Pablo
advierte a los gálatas acerca de los peligros de las doctrinas erróneas (v. 2-6), y los
peligros de los falsos maestros (v. 7-12).
La doctrina errónea que Pablo ha estado combatiendo en su epístola a los gálatas es la
idea que hay obras que son necesarias para la salvación. En los primeros versículos de
este pasaje Pablo incida consecuencias notables del seguir esta errónea doctrina:
• La obra de Cristo no nos beneficia, Cristo de nada nos aprovecha (v. 2).
• Estamos obligados a cumplir con toda la ley, o sea, a ser perfectos (v. 3).
• Nos hemos separado de la gracia de Dios (v. 4).
• Estamos esperando justicia por medio de nuestras obras y no por medio de la fe
(v. 5).
En el versículo 2, Pablo comienza acordándoles a los gálatas de su autoridad apostólica
que ya había establecido en los primeros capítulos. Que él hace esto demuestra la
seriedad de lo que les está hablando. No es el dejarse circuncidar en sí que es el error
por el cuál la obra redentora de Cristo no beneficia — Pablo mismo había sido
circuncidado. Es el propósito por el cuál uno se circuncida al que Pablo se refiere aquí.
Es cuando la circuncisión es tomada como necesaria para la salvación, o como necesaria
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Gálatas
para que uno sea cristiano, que la obra de Cristo no nos aprovecha nada. Este es el caso
con cualquier obra que le queramos agregar a la obra redentora de Cristo.
Es al pensar que nosotros podemos, o debemos, hacer algo para ganarnos (o no perder)
la salvación que estamos menospreciando la obra de Cristo. Menospreciamos la obra
redentora de Cristo cuando pensamos que ésta no es suficiente para justificarnos ante
Dios y que nosotros somos necesarios (o tan importantes) que debemos completar lo
que Cristo mismo no termino.
Pablo en el versículo 3 recalca de nuevo cómo la circuncisión no aprovecha nada. Si uno
cree que la circuncisión es necesaria para obtener la salvación, uno efectivamente está
pensando que la obra redentora de Cristo no fue suficiente para pagar por todos los
pecados de uno. Pero si el sacrificio de Cristo en la cruz y Su resurrección de entre los
muertos no ha pagado por completo por nuestros pecados entonces no es solo el cumplir
con la circuncisión que necesitaríamos para ser justificados sino que el cumplir con toda
la ley. Es decir, debemos ser perfectos si es que Cristo no pago por nuestros pecados
(Mateo 5:48; Deuteronomio 27:26; Gálatas 3:10).
Si queremos que nuestras obras cuenten para nuestra salvación, todas nuestras obras
van a contar. Y si no somos perfectos no tenemos esperaza alguna de poder
“merecernos” el favor divino.
La consecuencia del tratar de ser justificados por algo diferente o adicional a la obra de
Cristo es la separación de Cristo. O como Pablo le dice en el versículo 3 al que cree de
esta manera: “de la gracia habéis caído.”
Como ya hemos visto, la salvación es obra de Dios. Nadie que verdaderamente ha
creído, o sea, nadie que ha sido salvado por Dios ha ganado esa salvación por sus obras.
De modo que nadie que ha sido salvado por Dios podrá perder esa salvación por sus
obras (o por su falta de obras). Si la salvación de una persona es verdadera es porque es
Dios quién ha obrado y está obrando en esa persona (Filipenses 1:6).
De modo que en Gálatas 5:4, Pablo no está hablando acerca de la seguridad de la
salvación del creyente, sino que está comparando la gracia y la ley. Pablo no está
enseñando que un creyente que se hace legalista perderá su salvación. El punto
principal de este versículo es que la gracia y la ley no pueden ser mezcladas.
Con respecto a un incrédulo, la idea del caer de la gracia tiene que ver con el haber
escuchado el mensaje del evangelio pero sin haber respondido de una manera genuina.
Mucha gente que vienen a nuestras iglesias vienen por razones ajenas a Dios. Muchos
incrédulos se congregan con la gente de Dios (Mateo 13:24-30; 36-43).
Con respecto a un creyente, la idea del caer de la gracia a la que Pablo se refiere aquí
tiene que ver con el regresar o el comenzar a vivir una vida bajo el dominio de rituales
legalistas a pesar de haber llegado a tener fe en Cristo. Los rituales siendo obras de
obediencia realizados por medio de esfuerzos propios y no por la sumisión al control del
Espíritu Santo.
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Gálatas
De modo que el creyente que ha caído de la gracia es alguien que depende de sus obras
para ganarse (o mantener) la justicia. Esta persona, al hacer esto, se ha regresado a la
esclavitud bajo el pecado y se ha alejado de la libertad que tenemos en Cristo por la
gracia de Dios.
Un verdadero creyente no perderá su salvación, pero sí se alejará de Dios al practicar
esta errónea doctrina, y confundirá a incrédulos que no puedan distinguir la diferencia.
Que el creyente verdadero permanecerá bajo la gracia de Dios, y que siempre mantendrá
su salvación, es algo que Dios garantiza (Romanos 8:28-30). Pero de un punto de vista
humano, el permanecer bajo la gracia, o sea el ser salvo, es demostrado por la vida del
creyente. El permanecer bajo la gracia de Dios es demostrado por el creyente al vivir
una vida de dedicación y obediencia a la doctrina sana que nos enseña la Palabra de
Dios.
Un verdadero creyente va a llevar una vida que demuestra su fidelidad y obediencia a la
Palabra de Dios (Juan 8:31). Un verdadero creyente va a tener una relación cercana con
Cristo; y Cristo estará en él y con él, habilitándolo a que produzca fruto. Es solo por
medio de Cristo que el creyente puede producir frutos (Juan 15:4-9). Un verdadero
creyente tendrá como meta el permanecer fiel al Señor, sin dudar en Su Palabra y sin
titubear en su andar (Hechos 11:23; 13:43).
El perseverar en la gracia no es algo que es necesariamente fácil para el creyente, pero es
algo que Dios, por la obra de Cristo y por la presencia del Espíritu Santo, habilita al
creyente a que pueda realizar. Un verdadero creyente debe anticipar que se enfrentará a
obstáculos que le tentarán a dudar la Palabra de Dios, o a caer en toda forma de pecado.
Pero por la gracia de Dios el verdadero creyente puede perseverar (Hechos 14:21-23;
Romanos 2:7).
Un verdadero creyente permanecerá dedicado a la fe verdadera, pero un falso creyente
será el que saldrá de la asamblea de la gente de Dios (1 Juan 2:19).
Es bueno tomar nota en este momento que así como la gracia que justifica no se puede
abolir, la gracia que nos santifica sí se puede interrumpir.
Como ya hemos visto, la palabra “justificación” viene de la palabra griega “DIKAIOSIS”
y quiere decir “declarar como justo.” Es una acción legal por medio de la cuál Dios
declara que el creyente pecador ha sido acreditado con todas las virtudes de Jesucristo.
Así como el perdón denota el aspecto negativo de la salvación, ya que trata con la
sustracción del pecado humano, así la justificación denota el aspecto positivo de la
salvación denotando la adición de la justicia divina.
Por otro lado, la palabra “santificación” viene de la palabra griega “HAGIASMOS” que
quiere decir “separar” o “apartar.” Es usada de dos maneras:
1. El creyente es santificado en su posición, o sea está santificado ante, o apartado
para, Dios.
2. El creyente puede crecer progresivamente en su santificación diariamente, unos
días más que otros, con la posibilidad de tropezar. El creyente puede crecer en su
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Gálatas
santificación al acercarse más y más a Dios. Pero todo creyente que no se está
acercando a Dios está interrumpiendo su santificación, o sea, su progreso en el
proceso de ser más y más como Cristo. La santificación en este sentido es un
proceso progresivo.
La consecuencia para los creyentes gálatas que se habían separado de Cristo era que el
progreso de su santificación se había retrasado.
La consecuencia del desear ser justificado por obras es que se pierde la esperanza de la
justicia personal. Nadie puede ser justo por sí mismo — por medio de sus obras. Pero
sabemos que por medio del Espíritu Santo que habita en el creyente, el creyente tiene la
esperanza que recibirá la justicia completa. Es decir, sin el Espíritu Santo obrando en el
creyente, nadie puede hacer lo que le agrada a Dios.
Por toda la epístola Pablo les ha dicho a los gálatas que la circuncisión no tiene valor, y
aquí les aclara que la incircuncisión tampoco tiene valor en sí. Así como la salvación no
se obtiene por haber sido circuncidado, tampoco se obtiene por no ser circuncidado. El
punto que Pablo aquí hace es que la salvación no se debe a alguna obra que el hombre
pueda hacer, o no hacer, sino que en lo que Cristo ha hecho.
Para el creyente que está “en Cristo Jesús,” el estar circuncidado o no, no le tiene valor
alguno. El motivo para ser circuncidado es lo que cuenta. La circuncisión que Dios les
ordeno a los judíos que practicaran en el Antiguo Testamento no salvaba entonces y no
salva ahora. El propósito de esta circuncisión era para que los judíos, en obediencia a
Dios, confesaran su fe en las promesas que Dios les había dado y reconocieran su
responsabilidad personal de obedecer la ley que Dios les dio. Este propósito ya no es
valido ya que no estamos gobernados por la ley sino que por la fe. Cristo vino a cumplir
los requisitos de la ley para liberarnos de ella.
De modo que tanto creyentes judíos como creyentes gentiles pueden ser circuncidados
ahora, con tal que no le pongan algún valor al ser circuncidados. O sea, con tal que
sepan que la circuncisión no les agrega nada de manera espiritual. La circuncisión no
significa nada. Así como la incircuncisión no significa nada tampoco (1 Corintios 7:19).
Lo que tiene valor en los ojos de Dios es la fe. Y la fe verdadera se da a conocer en las
obras de amor verdadero. En otras palabras, las obras que son de fe genuina son hechas
con amor y por amor. Es decir, las obras de amor son obras que tienen en mente el
bienestar de otros, especialmente su bienestar espiritual.
Las obras de fe son el trabajo de amor (Santiago 2:14-18). Quienquiera puede “decir”
que tiene fe, pero si en realidad tiene fe, esta fe será desplegada por medio de obras de
amor verdadero. Las características del amor estarán presentes en las obras del
creyente que son hechas en fe verdadera (1 Corintios 13:3-7). Cuando tratamos a otros
con amor, aún nuestros errores son perdonados. El tratar a otros con este amor es obra
de fe (1 Pedro 4:8; 1 Corintios 16:14; Juan 14:15).
Le complace a Dios que hagamos todo lo que hacemos por amor a otros, por amor a
nuestros hermanos, y más importante por amor a nuestro Salvador. La obediencia a
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Gálatas
Dios solamente viene cuando le conocemos, cuando le tenemos fe en su Palabra. El
amor verdadero es desplegado cuando actuamos en respuesta a esta fe verdadera.
Pablo concluye esta parte recalcando que el que está en Cristo, o sea el que tiene la fe
verdadera, tiene lo que cuenta en los ojos de Dios. Que alguien tiene la fe verdadera se
demuestra en sus obras de amor, tanto hacia el hombre como hacia Dios. Las obras de
amor verdadero, obras que vienen de una fe verdadera, son el resultado de una doctrina
sana.
Pablo comienza la próxima sección (vv. 7-12) de este pasaje hablando sobre los peligros
de los falsos maestros. En estos últimos versículos de este pasaje Pablo incida
características notables de estos falsos maestros. Los falsos maestros:
• Impiden la verdad (v. 7)
• No son de Dios (v. 8)
• Contaminan a la iglesia (v. 9)
• Serán juzgados (v. 10)
• Persiguen a los maestros verdaderos (v. 11)
• Deberían ser cortados por completo (v. 12)
Aparentemente los gálatas a quienes Pablo se refiere al decir que “vosotros corríais
bien,” habían andado bien en el camino del Señor hasta que los falsos maestros, o sea
los falsos hermanos, llegaron a impedir el progreso de la verdad. Los creyentes gálatas
que habían andado bien probablemente habían llegado a la fe en Cristo por medio del
ministerio personal de Pablo o por el ministerio de los que él había dejado encargados
de la iglesia en Galacia.
La pregunta “¿quién os impidió obedecer a la verdad?” es retórica. Pablo sabía que eran
los falsos hermanos que llegaron hablando en contra de lo que él había enseñado los que
habían impedido que los gálatas obedecieran la verdad. La verdad era el evangelio que
Pablo les había enseñado y no lo que estos falsos hermanos estaban enseñando.
Es útil tomar nota que aún los más fieles creyentes son vulnerable a los engaños
diabólicos. Los argumentos que los falsos hermanos — hombres que no eran de Dios —
habían traído eran suficientemente persuasivos que habían confundido hasta a estos
creyentes que tan bien habían andado anteriormente. Estos argumentos persuasivos no
eran de Dios quién es el que llama a los Suyos.
¿Cómo nos podemos proteger de ataques diabólicos como estos? Para empezar
debemos tener la humildad necesaria para aceptar que somos falibles, y que todos
podemos caer en error.
Sabiendo que somos vulnerables, debemos acudir
consistentemente al Señor que nos mantiene en la fe. Debemos mantenernos en
relación constante con Él. Estudiando Su Palabra con mucho cuidado y orando para que
ésta tenga impacto en nuestras vidas. Debemos mantenernos andando en el camino del
Señor, y esto no lo haremos si no estamos activamente estudiando Su Palabra.
Los falsos hermanos que habían llegado con enseñanzas falsas, aunque ellos eran pocos,
ellos habían contaminado la iglesia en Galacia. Vemos cómo solo un poquito de mala
doctrina es suficiente para corromper el modo de pensar y el modo de vivir de un grupo
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Gálatas
grande. La referencia a levadura en el versículo 9, “Un poco de levadura fermenta toda
la masa,” es consistente con el frecuente uso de ésta en la Biblia para ilustrar el pecado
(Mateo 16:6, 12). Otra característica de la levadura es que extiende sus propiedades
muy rápidamente. Y toda la mezcla se considera como tomando las propiedades o las
características de la levadura. Toda la masa se considera fermentada con la menor
presencia de la levadura (1 Corintios 5:6). De modo que el permitir que unos pocos
enseñen doctrina errónea termina dándole a todo el grupo la característica del error.
En el versículo 10 Pablo les da ánimos a los gálatas. Les expresa su confianza en el
Señor. Confianza que por Él ellos llegarían a optar por la enseñanza verdadera, que era
el verdadero evangelio que Pablo les había enseñado desde el principio.
¿Por qué tenía Pablo esta confianza? Porque la salvación no depende del hombre, ni de
sus obras sino en Dios. Pablo había visto el cambio que había ocurrido en los gálatas
cuando ellos creyeron. Él había sido beneficiado por el amor verdadero que ellos le
habían expresado. Pablo sabía que el cambio que había acontecido no era por causa
suya sino que por causa de Dios. Y si es Dios el que llama a los Suyos, ninguno se
perderá.
Así como podemos tener confianza que el destino de salvación del creyente está seguro,
también podemos tener confianza que el destino de los falsos maestros está seguro, y
éste será el castigo. También sabemos que Dios es justo, así que no importa qué
posición en organizaciones religiosas estos falsos maestros tengan, “quienquiera que
sea” el que enseñe falsedad y descarrile a lo hijos de Dios, será juzgado por Dios y
recibirá el castigo que Dios tiene preparado para él.
Pueda que los falsos hermanos que habían llegado a corromper a los gálatas habían
llegado diciendo que ellos enseñaban lo mismo que Pablo, solo que ellos lo enseñaban o
lo explicaban más claramente. Por eso Pablo les hace ver que si él hubiera predicado la
circuncisión, los judíos no lo estarían persiguiendo a él (v. 11). Es porque él enseñaba el
evangelio verdadero – la salvación por la gracia por medio de la fe en Cristo – que él era
perseguido. Y los falsos maestros eran unos de los que lo perseguían. Los falsos
maestro enseñaban en contra de lo que Pablo había enseñado; así podían corromper lo
que Pablo había hecho y causar que sus seguidores se alejaran de él. Esto en sí era
persecución de Pablo.
Lo que los falsos maestros habían hecho era que enseñaron que se necesitaban
elementos de la ley, como la circuncisión, para que fueran agregados a la gracia que
Pablo había enseñado para poder llegar a la salvación. El agregarle obras a la gracia
acaba con la gracia. Por eso el poder de la cruz se apaga si le agregamos obras a la
gracia. El “escándalo” de la cruz es que fue la obra del sacrificio y resurrección de Cristo
que salva sin la ayuda de alguna obra en nuestra parte, aún una buena obra en
obediencia.
Pablo termina su ataque a los falsos hermanos en este pasaje con unas palabras muy
fuertes (v. 12); les desea que ellos mismos se mutilaran. La palabra “mutilaran” traduce
la palabra griega “APOKOPTO” que quiere decir “cortar,” y se usa cuando se habla de
cortar las extremidades del cuerpo. Por lo tanto era la palabra usada con relación a la
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Gálatas
castración, y es esto a lo que Pablo se refiere aquí. Es probable que Pablo tenía en mente
el culto de Cibeles al decirles esto acerca de los falsos maestros.
Cibeles era una diosa frigia (o sea una diosa local del área de Galacia). Era considerada
la diosa de la Madre Tierra, quien era una diosa de la fertilidad. Cibeles era adorada en
Anatolia, que ahora es el área del moderno país de Turquía, la región donde se
encontraba Galacia. Los sacerdotes de Cibeles y muchos de sus devotos eran castrados
como una contribución a la madre tierra.
Pablo no estaba expresando un deseo par un cruel castigo de los falsos hermanos, él
sabía que Dios se encarga de castigar el pecado (v. 10). Sino, es más probable que Pablo
estaba aludiendo a esta practica pagana de castración. De modo, si las obras humanas
podían hacernos merecer el favor divino como los falsos maestros enseñaban, estos
paganos estaban ganando más favor divino ya que ellos sacrificaban más; si los falsos
hermanos querían que sus obras humanas les contaran para su salvación ellos deberían
de sacrificar por lo menos tanto como los paganos.
De lo que los falsos maestros sí deben ser cortados es de la comunión de los creyentes.
La iglesia tendrá falsos hermanos o cizaña (Mateo 13), pero la iglesia no puede tolerar
que estos sean los que enseñen o guíen a la congregación.
EL PROPÓSITO DE LA LIBERTAD
La “libertad” quiere decir muchas cosas a mucha gente. Especialmente en Estados
Unidos oímos de muchas demandas para la libertad: la libertad de expresión, la libertad
de la prensa, la libertad femenina, la libertad personal, etc. Pero básicamente lo que la
gente quieren dar a entender cuando hablan acerca de la libertad es el poder hacer las
cosas que ellos quieran hacer, y hacerlas a su modo. Aún mas, la gente quieren que el
resto de la gente acepten y apoyen sus deseos.
La cadena de restaurantes “Burger King” por mucho tiempo tuvo como su eslogan de
propaganda que le preparan su “hamburguesa a su modo.” Este es un ejemplo de cómo
el mundo, y en particular la sociedad en los Estados Unidos, quieren hacer y obtener
cosas a sus propios modos. Hasta la gente que se encargan de anuncios comerciales
saben que el publico quiere las cosas como ellos las quieren. El poder querer y obtener
cosas al modo que uno las quiera es lo que el mundo considera la libertad.
En un modo más noble se nos dice que las fuerzas armadas pelean guerras para obtener
o conservar nuestra “libertad.” ¿Cuál es esa libertad? Para unos es la democracia, o sea
la habilidad de poder votar por los gobernantes que uno quiere, o sea, los candidatos
que prometen satisfacer nuestros deseos.
En realidad, podemos notar que la perspectiva del mundo de ahora hacia la libertad es
muy parecida a la perspectiva israelita del Antiguo Testamento. La gente quieren hacer
lo que ellos quieren y consideran eso como “libertad.”
Vemos este modo de pensar en varios pasajes del Antiguo Testamento:
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Gálatas
Jueces 17:6
En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que a sus ojos le parecía bien.
Jueces 21:25
En esos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía bien ante sus ojos.
Deuteronomio 12:8
De ninguna manera haréis lo que hacemos aquí hoy, que cada cual hace lo que le parece bien a
sus propios ojos;
Lo triste es que lo que la gente consideran como libertad, en realidad su esclavitud al
pecado.
Nuestra sociedad está llena de todo tipo de adicciones. Mucha gente están adictos a las
drogas, al alcohol, a las depravaciones sexuales, a la violencia, y a todo tipo de placer. Y
es a estas cosas a las que el mundo está esclavizado; es al pecado que el mundo está
esclavizado (Juan 8:34).
El hombre del mundo no solo comete pecados, sino que le da gusto hacerlo y considera
el poder darse esos gustos “libertad.” No solo está el hombre del mundo esclavizado al
pecado, sino que también, al dejarse llevar en la satisfacción de sus deseos, y de sus
lujurias, se aleja más y más de Dios (Romanos 1:24-27).
El hombre del mundo caído está. Está esclavizado a su naturaleza pecaminosa. Es
adicto a sus placeres, y no puede controlar sus pensamientos u obras pecaminosas, aún
cuando quiere hacerlo. El hombre del mundo en realidad no tiene la “libertad”
verdadera, ya que no puede dejar su pecado. El hombre del mundo no puede optar por
no pecar. El hombre del mundo no tiene la capacidad para obedecer o agradar a Dios.
Pero los creyentes de Galacia sí habían sido llamados a la libertad, y por eso sí podían
obedecer y agradar a Dios. Y es por eso que Pablo les recuerda de su libertad.
Gálatas 5:13-15
13 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; sólo que no uséis la libertad como
pretexto para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. 14 Porque toda la ley en una
palabra se cumple en el precepto: AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO. 15 Pero si
os mordéis y os devoráis unos a otros, tened cuidado, no sea que os consumáis unos a otros.
En los capítulos anteriores Pablo ya ha hablado acerca de la libertad, pero aquí en este
quinto capítulo Pablo aclara lo que es esta libertad. Principalmente, Pablo les aclara a
los gálatas que ellos, como creyentes, han sido llamados por Dios a la libertad (v. 13).
En particular, han sido llamados a la libertad para que sean libres de la esclavitud de la
ley – el sistema que gobernaba la vida cotidiana de los judíos.
Por tanto, Pablo les recalca que para un cristiano el someterse a los ritos de la ley, como
la circuncisión, era como que regresaran a la esclavitud al pecado.
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Gálatas
Es aparente que los judíos consideraban a Pablo como un maestro de la antinomia, o sea
como un libertino, como alguien que dice que no hay ley alguna. Pensaban así porque
Pablo no enseñaba que el seguir la ley judía o cualquier otro tipo de obras era necesario
para la salvación.
En resumen, Pablo no enseñaba que los cristianos tenían la libertad de agradar sus
lujurias y deseos carnales. Sino que Pablo enseñaba que los cristianos tenían la libertad
de obedecerle a Dios.
Es interesante notar que ambos extremos, tanto el libertinaje como el legalismo, están
centrados en el hombre y es por eso que ambos le son tan atractivos al mundo. Un
libertino se satisface a sí mismo con no someterse a ninguna regla que no le complazca;
se satisface a sí mismo con el hacer lo que quiera hacer, cuando lo quiera hacer, sin
tener que considerar lo que Dios u otros prefieran. Por otro lado, un legalista se
satisface a sí mismo – y demanda que Dios también se satisfaga – con su seguir rígidas
reglas que él se ha inventado y que supone le hacen merecer el favor de Dios.
La verdadera libertad del pecado la obtenemos cuando el Espíritu Santo mora en
nosotros y por causa de Él queremos, y deseamos con todas nuestras ganas, el poder
obedecer y complacer a Dios. Y no solo deseamos hacer esto, sino que al fin podemos.
Es solo por medio del Espíritu Santo en nosotros que podemos desear las cosas
correctas, y hacer las cosas correctamente. La verdadera libertad la tenemos cuando
gozosamente nos sometemos a la voluntad de Dios.
Es porque Dios ha llamado al creyente que éste puede llegar a tener una relación con
Dios. Es porque Dios ha llamado al creyente que éste puede responder con obediencia.
Es porque Dios ha llamado al creyente que éste puede realizar su capacidad completa.
Es porque Dios ha llamado al creyente que éste puede cumplir con los propósitos para
los que fue llamado. Es al que Dios ha llamado al que Él le dará el Espíritu Santo para
que habite en él.
Aquí Pablo comienza a catalogar unos de los propósitos para los cuáles Dios ha llamado
a los creyentes. El primer propósito que Pablo trata es el de no usar la libertad como
pretexto para la carne. Es decir, el tener libertad no quiere decir que cualquier cosa que
queramos hacer está bien.
La palabra “pretexto” traduce la palabra griega “APHORME.” Esta palabra era usada
para indicar una base central de operaciones de guerra, un ponto de donde se
comenzaban las operaciones militares. De modo que aquí Pablo les dice a los gálatas
que no permitan que la libertad que tienen se convierta en un punto de comienzo de
darle gusto a sus placeres; o que no permitan que la libertan se convierta un punto de
donde venga alguna oportunidad para caer en pecado. Es decir, que no usen su libertad
como un pretexto para darle oportunidad a la “carne.”
La palabra “carne” traduce la palabra griega “SARX.” Esta palabra tiene un amplio
significado. Da a entender la sustancia del cuerpo, y el cuerpo humano en sí. Pero aún
más al punto da a entender lo más débil de la naturaleza humana: el estado no
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Gálatas
regenerado del hombre. Y es este significado, del estado no regenerado del hombre,
como Pablo la usa aquí.
Es a este estado no regenerado que no le debemos dar oportunidad alguna para que nos
guíe. Los deseos de complacer nuestras ambiciones o nuestros apetitos nos pueden
llevar al pecado. Es decir, no es pecado darnos gusto de algo que la Biblia no prohíba.
Pero no debemos permitir que el buscar darnos gustos nos domine, o que esto se
convierta en prioridad sobre el buscar darle gusto a Dios.
Por ejemplo, no es pecado el beber vino o algún licor – la Biblia no lo prohíbe. Lo que es
pecado es el embriagarse. Pero si alguien al beber, aunque sea un poco, se embriaga ha
pecado por darle gusto a la carne. A esta persona le hubiera sido de mayor ganancia el
no beber, o sea, el no darle esta oportunidad a la carne. Esto no quiere decir que para
no darle esta oportunidad a la carne todos deberían de no beber. El decir eso es el
extremo opuesto, el legalismo.
El punto es que debemos saber cuales son nuestras debilidades y no ponernos en
posiciones en las cuales se nos será más fácil el caer en tentación. La oportunidad a la
carne que le debemos negar es la oportunidad de tentarnos a que consideremos (por
nuestras obras o por nuestros pensamientos) el agradarnos a nosotros mismos como
más valioso, o como más importante, que el agradar a Dios.
Debemos mantener en mente que Cristo nos ha liberado tanto del castigo del pecado
como del pecado en sí. Cristo no nos ha liberado para que pequemos. Es decir, Cristo
nos ha liberado del dominio del pecado en nuestras vidas, no para que dejemos nuestras
vidas sean dominadas por el pecado.
El pensar constante del creyente debe ser como Pablo nos dice en Romanos 13:14, “antes
bien, vestíos del Señor Jesucristo, y no penséis en proveer para las lujurias de la carne.”
Así como Cristo no se agrado a Sí mismo (Romanos 15:3) sino que vino a hacer la
voluntad de Dios (Juan 5:30), así debemos de pensar y proponernos nosotros. No
debemos proveer nada para los gustos del estado no regenerado del hombre.
Todavía en Gálatas 5:13, Pablo nos dice otro propósito de la libertad: que por amor nos
sirvamos los unos a los otros. Nuestro propósito en ser libres no solo es el de oponernos
a los deseos de la carne, sino también el de ayudarle a nuestros hermanos en la fe, y el
de someternos a nuestros hermanos en la fe.
La palabra traducida “servíos” en español es la palabra griega “DOULEUETE” que viene
de la palabra que quiere decir “esclavo.” En otras palabras, la libertad que el creyente
tiene, por el amor a Cristo y a su hermano, es la libertad de someterse a su hermano de
la misma manera que se sometería a su maestro si el cristiano fuera un esclavo.
Un esclavo no tenía libertad de nada. Su maestro era su dueño y tenía poder sobre todo
su ser. Y es de esa manera como debemos pensar de nosotros mismos en relación con
otros creyentes. Y es para poder pensar de ese modo que hemos sido liberados por
Cristo. Es para poder considerar a otros como más importantes que nosotros mismos
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Gálatas
que hemos sido liberados (Filipenses 2:3). Cristo mismo nos dio el ejemplo de esta
sumisión (Filipenses 2:5-8). Es solamente cuando el Espíritu Santo mora en los
creyentes que estos pueden demostrar estas características.
Otro propósito de la libertad Cristiana lo vemos en Gálatas 5:14, y es el cumplir con la
ley moral de Dios. La libertad del creyente no es licencia para hacer como le complazca
o para ignorar la voluntad de Dios, sino que es la oportunidad para cumplir con la
voluntad de Dios.
Dios siempre ha llamado a Su gente a que le obedezcan porque le aman (Levítico 19:18;
Deuteronomio 6:5; Mateo 22:36-37).
No debemos pensar que el cristiano está sujeto a algún sistema de ley, sino nada más
que es cuando por la libertad que el cristiano tiene en Cristo que éste puede cumplir con
el requisito de la ley de amar a su prójimo.
Es importante notar aquí cómo la Palabra de Dios presume que todo el mundo es. Es
decir, el mandamiento que Pablo repite en Gálatas 5:14 es que el cristiano debe de amar
al prójimo de un modo en particular. Es decir, debe de amar al prójimo como se ama a
él mismo. Esto presupone que a quien se le esta dando este mandamiento (todo el
mundo) se ama a sí mismo, y se ama a sí mismo mucho.
Porque la Biblia lo dice sabemos que esto es la verdad: que toda persona que ha vivido
se ama a sí misma — toda persona tiene amor por sí misma. La psicología, que es el
modo de pensar del mundo moderno, niega esta verdad. De acuerdo a la psicología la
gente se deprimen al no amarse o no amarse lo suficiente. Los psicólogos les
recomiendan a sus “pacientes” a que se tengan “auto estima” o “amor propio,” como que
eso fuera lo que le falta a la gente. Cuando en realidad ese es el problema principal que
tienen — se aman a sí mismos mucho.
En realidad, el hombre del mundo está esclavizado al pecado y se ama a sí mismo más
de lo que debe. Muchos de los problemas del hombre que la psicología trata de resolver
están envueltos en este pecado – el hombre se ama a sí mismo más que ama a otros, y
más que ama a Dios.
La libertad del creyente nos ayuda a ver cómo esta mentira engaña al mundo, y cómo
Cristo nos a liberado de este erróneo modo de pensar. El precepto básico de la
psicología es que el hombre es naturalmente bueno, y es este error de donde salen
manantiales de enseñanzas que descarrilan a la gente – ¡aún a creyentes!
Es muy triste que hay muchas iglesias que apoyan la “psicología cristiana,” la cual la
llaman “consejería cristiana” en veces para darle un sabor religioso, pero siempre usan
los preceptos seculares. La consejería que no es basada exclusivamente en la Biblia es
sospechosa, y posiblemente tiene más en común con la psicología que con la Biblia.
Muchas iglesias, sin darse cuenta, permiten que su gente sean engañados por las
mentiras de la psicología.
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Gálatas
La psicología trata que la gente se sientan bien acerca de sí mismos. Al hacer esto la
gente se engañan ya que no hay nada sobre lo cuál debemos sentirnos bien acerca de
nosotros. Es cuando nos damos cuenta que tan malos somos que sabemos que tanto
merecemos el castigo de Dios, y hasta entonces que al fin podemos llegar a pedirle el
perdón por nuestros pecados a Dios.
Al contrario de lo que la psicología enseña, la Biblia nos enseña que necesitamos la
salvación porque no somos buenos ya que todos hemos pecado (Romanos 3:10, 23; 1
Juan 1:8, 10).
¡Si fuéramos buenos no habríamos tenido necesidad de que Cristo muriera por nuestros
pecados! Pero porque somos pecadores necesitamos la salvación que Cristo nos ofrece.
Como ya mencionamos, tanto la salvación del castigo de nuestros pecados como la
salvación del yugo de nuestros pecados. Es por la gracia de Dios que no tenemos que
estar sujetos al pecado. Cuando Cristo toma residencia en el creyente es cuando éste al
fin puede llegar a amar a otros como se ha amado a sí mismo.
El propósito de la libertad cristiana es para que comprendamos y practiquemos estas
verdades.
El último propósito de la libertad cristiana al que Pablo se refiere en este pasaje es el de
no dañar a otros. Es cuando los creyentes no cumplen con los otros propósitos que
Pablo ha notado que estos se hacen destructivos. Es decir, es cuando los creyentes le
dan oportunidad a la carne, cuando no se someten a servirse los unos a los otros, y
cuando no se aman los unos a los otros que se consumen o dañan (muerden y devoran)
los unos a los otros.
¿Cómo es que nos podríamos consumir o dañar los unos a los otros? Hay muchos
modos en los que podríamos hacer esto. Por ejemplo, es más fácil notar los defectos en
otros que en nosotros mismos. En veces lo que para nosotros son defectos en realidad
solamente son debilidades en otros, y nosotros mismos tenemos nuestros propios
defectos y debilidades también. Es fácil criticar o ver de menos a otros, y es de esto que
Pablo nos advierte a abstenernos.
Lo bueno es que si estamos previniendo el darle alguna oportunidad a la carne (a ser
tentados), si estamos activamente considerando y tratando a nuestros hermanos como
más importante que nosotros, y si estamos amando a nuestros hermanos como nos
amamos nosotros mismos, vamos a querer ayudarnos los unos a los otros – vamos a
querer llevar las cargas de otros – y no dañarnos los unos a los otros.
EL ANDAR POR EL ESPÍRITU
En los capítulos anteriores Pablo ha hecho claro cómo la salvación no se puede obtener
por nuestras propias obras. De la misma manera ahora Pablo nos dice cómo la
santificación no puede ser obtenida por medio de nosotros mismos tampoco. Así como
necesitamos a Cristo para nuestra salvación también necesitamos del Espíritu Santo
para nuestra santificación.
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Gálatas
¿Qué es la santificación? La palabra “santificación,” como ya hemos visto, viene de la
palabra griega “HAGIASMOS” que quiere decir “separar” o “apartar.” Es usada de dos
maneras en la Biblia:
1. De la santificación del creyente con respecto a su posición. Es decir, el creyente
está santificado ante, o apartado para, Dios.
2. De la santificación del creyente con respecto a su progresivo crecimiento
espiritual. Es decir, el creyente crece en su santificación al acercarse más y más a
Dios — al andar por el Espíritu.
Y es con el mandamiento de andar por el Espíritu que Pablo comienza la próxima
sección.
Gálatas 5:16-18
16 Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne. 17 Porque el deseo de la
carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro,
de manera que no podéis hacer lo que deseáis. 18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis
bajo la ley.
La palabra “andad” traduce la palabra griega “PERIPATEO,” que se refiere al “andar” o
“caminar” físicamente. Pero de una manera figurativa se refiere a todas las actividades
de una vida individual. Es en este sentido figurativo que es usada en este pasaje. Aquí
“PERIPATEO” es usada en el tiempo presente y el modo imperativo. Que es usada en el
tiempo presente indica que se está hablando de una acción continúa, o sea, de un modo
de andar o vivir habitual. Que se usa en el modo imperativo nos indica que es un
mandamiento, o sea, algo que debemos obedecer. El andar por el Espíritu no es algo
opcional para el creyente.
Es útil notar una interesante implicación del uso de la palabra “PERIPATEO” o “andar”
— el andar implica progreso: ir de donde uno está a donde uno debe estar. Al andar de
un lugar (donde estamos) a otro lugar (donde queremos estar) pueden haber tropiezos,
pero con tal que la dirección no cambie, llegaremos a nuestro destino. Efectivamente, al
someterse el creyente al control del Espíritu Santo, el creyente va a avanzar en su andar
al acercarse más y más a su destino.
A pesar que es el Espíritu Santo por medio de quién el creyente puede vivir de una
manera santa, o en santificación, es al creyente a quién Pablo le da el mandamiento de
“andar” por el Espíritu. Así como el hombre tiene la responsabilidad de creer con
respecto a su salvación, así también tiene la responsabilidad de obedecer con respecto a
su santificación.
La capacidad para vivir una vida de santificación viene del Espíritu Santo, de la misma
manera que la eficacia para ser salvado viene de Jesucristo; pero en ambos casos, la
voluntad y la dedicación del hombre son llamados por Dios a participar.
El creyente no es mandado a que espere y vea cómo el Espíritu Santo luchará su batalla
por él; sino es mandado a luchar su propia batalla (Romanos 6:11-13).
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99
Gálatas
El creyente que es guiado por el Espíritu Santo debe acceder a ir donde el Espíritu Santo
lo lleve, y a hacer lo que el Espíritu Santo le de para hacer. El decir que uno se ha
sometido al Espíritu Santo pero no estar personalmente dedicado a la obra de Dios es
inconsistente a una verdadera dedicación. Es a alguien así, alguien quien cree que
puede acercarse a Dios con simplemente decir que es creyente, a quien Jesús le habla en
Lucas 6:46, “¿Y por qué me llamáis: ‘Señor, Señor,’ y no hacéis lo que yo digo?”
La palabra “deseo” traduce la palabra griega “EPITHUMIA” que más comúnmente se
refiere directamente a lujurias o deseos malos, pero que también se puede referir a
deseos muy fuertes, buenos o malos; y es así, a fuertes deseos buenos o malos, que
“EPITHUMIA” se refiere en este pasaje. Otros pasajes donde “EPITHUMIA” se usa de
esta manera incluyen Lucas 22:15 y Filipenses 1:23.
En el versículo 16, “EPITHUMIA,” es usada en relación con los malos “deseos de la
carne,” pero en el versículo 17 “EPITHUMIA” es usada de ambos, de los malos deseos de
la carne y de la santa voluntad del Espíritu. De modo que el andar por el Espíritu y no
cumplir con los deseos de la carne es otro modo de decir que nos vistamos del Señor y
no “proveer para las lujurias de la carne” (Romanos 13:14). Y el andar por el Espíritu es
el andar decentemente (Romanos 13:13).
El cumplir con los deseos de la carne es el andar en malas cosas; cosas como orgías,
borracheras, promiscuidad sexual, lujurias, pleitos y envidias. Estos extremos en
comportamiento son mutuamente exclusivos — no se puede andar por el Espíritu y
satisfacer los deseos de la carne al mismo tiempo. De modo que en cualquier momento
el creyente está andando por el Espíritu o funcionando en sus deseos carnales, pero
nunca está en ambos al mismo tiempo.
Una vida que es caracterizada por el andar por el Espíritu, es una vida vivida en la
piedad de Cristo. Es decir, es una vida en la que el creyente está saturando sus
pensamientos con la verdad de la Palabra de Dios, y el amor y la gloria del Señor; y una
vida en la que el creyente está deseando ser más y más como Cristo.
El vivir una vida andada por el Espíritu es el vivir continuamente consiente de la
presencia del Señor y de Su voluntad. Es una vida vivida con el mayor deseo de darle
respeto, amor, gloria y alabanza al Señor.
Los versículos 17 y 18 hacen claro el hecho que una vida verdaderamente guiada por el
Espíritu es una vida en conflicto. Hay una batalla constante entre “el deseo de la carne”
— que son los caminos del “viejo hombre” que continúan tentando y seduciendo al
creyente — y los deseos del Espíritu (Romanos 6:6; Efesios 4:22; Colosenses 3:9).
El diablo y sus demonios saben cómo tentarnos, y aún como cristianos siempre
estaremos en una batalla constante para no caer en las mismas tentaciones en las que
nuestro “viejo hombre” andaba antes de llegar a tener fe en el Señor Jesucristo. Pero,
como veremos, ahora hay una gran diferencia. Antes no podíamos ni imaginarnos que
ganaríamos la guerra o alguna batalla. Ahora, podemos ganar todas las batallas.
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Gálatas
Es útil notar que el término “la carne,” como usado comúnmente por Pablo, así como en
este pasaje, describe lo que queda del “viejo hombre” después que una persona es
salvada. Se refiere a la humanidad no redimida, o sea, aquella parte del creyente que
espera la futura redención a la hora de su glorificación (Romanos 8:23).
Hasta que “la redención de nuestro cuerpo” llegue a pasar, el creyente, a pesar de estar
redimido en Cristo, continua viviendo en su humanidad no redimida, y por tanto, en
continuo conflicto (Gálatas 2:20). Pablo vivió en este conflicto, y nos habla acerca de
esto en Romanos 7:18-23.
Como ya hemos visto la palabra “carne” traduce la palabra griega “SARX.” Esta palabra
tiene un amplio significado. En veces se refiere al cuerpo físico, en particular a los
músculos, a la piel, y al tejido que cubre los huesos. Y en veces se refiere a la humanidad
general de una persona (ver Lucas 24:39; Mateo 26:41).
La palabra “carne” también es usada para describir el estado general del incrédulo. El
incrédulo es descrito como alguien quien está “en la carne” y por tanto bajo el control de
sus paciones pecaminosas.
Al hablar Pablo acerca de Abraham en Romanos 4, no se estaba refiriendo a la
descendencia racial de Abraham. Sino, en el contexto de ese pasaje, Pablo se estaba
refiriéndose a los gentiles y judíos siendo descendientes espirituales de Abraham. Ya
sea “de acuerdo a la carne” (o sea antes que Abraham pusiera su fe en el Señor), o de
acuerdo a la fe, por medio de la cuál Abraham fue convertido en el padre de todos los
que creen.
En nuestro pasaje de Gálatas 5:16-18, la palabra “carne” da a entender lo más débil de la
naturaleza humana; el estado no regenerado del hombre. La “carne” nos da a entender
la debilidad e inhabilidad moral y espiritual que todavía está presente en la naturaleza
humana de las almas redimidas por el Señor Jesús. La “carne” del cristiano es su
tendencia a pecar; es la parte de su humanidad que todavía espera ser redimida. La
“carne” es aquella parte del creyente que funciona en contra del Espíritu. La “carne” se
opone a la obra del Espíritu en el creyente.
Una típica persona incrédula comúnmente se puede sentir mal por las cosas malas que
hace, y hasta las puede reconocer como pecados. Tal persona se puede sentir mal
porque siente culpa por lo que ha hecho, o porque sufre las consecuencias de su pecado;
pero por muy mal que se sienta no está pasando por una batalla espiritual en sus
adentros. Por muy mal que un incrédulo se sienta por las malas cosas que haga, estas
son las cosas que un incrédulo hace consistente con su naturaleza como un enemigo de
Dios. No debemos olvidarnos que toda persona que no ha puesto su fe en Cristo Jesús
es un enemigo de Dios (Romanos 5:10).
Un incrédulo no va a tener un mayor conflicto interno; no va a tener algún conflicto
mayor que lo que su pecaminosa conciencia le de. Por otro lado, un creyente se va a
encontrar devastado por sus pecados y en activa batalla en contra de la “carne.” Es
solamente en la vida de un creyente que la batalla entre el Espíritu y la “carne” puede
acontecer; porque es en el creyente que el Espíritu Santo mora. Es solo el creyente que
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Gálatas
puede estar de acuerdo con Romanos 7:22-23, “22 Porque en el hombre interior me
deleito con la ley de Dios, 23 pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace
guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en
mis miembros.”
Solamente en el creyente es que ambos están: la carne no redimida y el Espíritu Santo
morando en el individuo redimido. Por tanto esperamos el conflicto entre estos
aspectos del nuevo hombre.
La carne y el Espíritu “se oponen el uno al otro” de tal manera que el creyente no puede
hacer lo que desea. Es decir, cuando andamos cerca del Señor, gozando Sus caminos, el
Espíritu Santo nos guarda y pone la voluntad de Dios en nuestro corazón. Por tanto, al
andar en el Espíritu no vamos a darle lugar a los deseos de la carne (Salmos 37:4).
Pero desafortunadamente ningún creyente anda en el Espíritu continuamente. Por eso
hay veces que son los deseos cristianos de hacer lo que sabemos le agrada a Dios lo que
no hacemos por satisfacer los deseos de la carne. Es porque en cualquier manera que
esté el andar de un creyente, éste no podrá satisfacer ambos deseos, de la carne y del
Espíritu, que Pablo dice “no podéis hacer lo que deseáis”.
Pero a pesar del persistente conflicto que existe entre su carne y el Espíritu Santo
morando en el creyente, el creyente siempre puede triunfar sobre la carne. En su
oración como Sumo Sacerdote en Juan 17, Jesús dice que Su Padre le ha dado autoridad
sobre todo “ser humano,” o sea, sobre toda “SARX.”
Dado que Jesús tiene esta autoridad, y que todo creyente está en Cristo Jesús, todo
creyente tiene acceso a este poder. Es más, ya que el Espíritu Santo — Dios mismo —
mora en el creyente, éste puede obedecer con la fuerza del Espíritu.
La manera más efectiva para que un creyente triunfe sobre los deseos de la carne la
vemos en Romanos 13:14, “antes bien, vestíos del Señor Jesucristo, y no penséis en
proveer para las lujurias de la carne.”
De la misma manera, la mejor oportunidad para que los deseos de la carne sean
victoriosos sobre los deseos del Espíritu es cuando el creyente se permite ser tentado —
cuando el creyente permite ponerse en situaciones en las que pasará por tentaciones. A
pesar de ser creyente una persona, siempre puede caer en pecado, y en veces hasta en
los mismos pecados en los que anduvo antes de su conversión.
Es porque aún ya como creyentes somos tan vulnerables a caer en pecado que Jesús nos
ordenó a que oráramos pidiéndole que no fuéramos a caer en tentación (Mateo 6:13).
Un creyente que no esté activamente tratando de batallar en contra de los deseos de su
carne, o que no esté activamente tratando de satisfacer los deseos del Espíritu, no está
siendo guiado por el Espíritu. Debemos tener en mente que los creyentes son seres
humanos, por tanto no pueden lograr nada ellos mismos, o ellos solos, en honra de Dios.
Por más que un creyente trate de ser pío en su andar, si lo hace independiente del
Espíritu, fallará en llevarle honor a Dios. El Espíritu tampoco puede lograr que el
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Gálatas
creyente sea de honra o alabanza a Dios a solas. El Espíritu necesita que el creyente se
someta y se dedique — que rechace los deseos de la carne y que busque satisfacer los
deseos del Espíritu (2 Pedro 1:3-6).
Un misterio que se nos revela en las Escrituras es que a pesar que la salvación y la
santificación son obras de Dios en el creyente, el creyente siempre es llamado a la
obediencia. El creyente siempre tiene la responsabilidad de obedecer. El creyente debe
ocuparse en su salvación con mucho respeto (Filipenses 2:12-13).
En Gálatas 5:18 Pablo regresa al tema que ha estado combatiendo en su epístola a los
gálatas – que las obras de la ley no son necesarias para la justificación, para la salvación,
y ahora, para la santificación del creyente. Efectivamente, el que está esperando ser
santificado por sus propias obras de fiel obediencia a la ley está equivocado ya que al
hacer eso no está siendo guiado por el Espíritu.
Aquí vemos que el vivir por la ley viene siendo efectivamente lo mismo que el vivir por la
carne. Por otro lado, el ser guiado por el Espíritu es lo mismo que el andar por en el
Espíritu (Gálatas 5:16, 25). Nos ayuda ver quién es el líder de esa relación – el Espíritu
Santo. El cristiano no anda junto con el Espíritu, sino que debe someterse al Espíritu
como Soberano y Divino guía (Romanos 8:14).
En el libro de Gálatas hemos encontrado que Pablo enseña cómo la ley y la gracia son
incompatibles. Es por la gracia que la salvación se obtiene y no por la ley. Así como una
persona por medio de obras de la ley no puede llegar a tener una relación personal con
Cristo, las obras de esa persona tampoco pueden mantenerlo viviendo para Cristo.
Así como Cristo es la persona principal tras la justificación del creyente, así el Espíritu
Santo es la persona principal tras la santificación del creyente.
La verdadera vida cristiana es una vida vivida en fiel sumisión a la Palabra de Dios; una
vida vivida bajo la dirección y el poder del Espíritu Santo.
LAS OBRAS DE LA CARNE
En el pasaje anterior, Pablo dio la orden de andar por el Espíritu. A más de eso explicó
cómo hay conflicto entre el complacer los deseos de la carne y el complacer los deseos
del Espíritu. En la sección que sigue Pablo nos describe las obras de la carne, antes de
compararlas con las obras del Espíritu.
Gálatas 5:19-21
19 Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza,
sensualidad, 20 idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones,
sectarismos, 21 envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales os advierto,
como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
“Las obras de la carne” son los deseos pecaminosos del hombre. Como ya vimos, en el
pasaje anterior, la palabra “carne” da a entender lo más débil de la naturaleza humana.
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Gálatas
“La carne” se refiere al estado no regenerado del hombre. “La carne” nos da a entender
la debilidad e inhabilidad moral y espiritual que está presente en toda persona, tanto
incrédulo como creyente.
De modo que “las obras de la carne” son esas obras que satisfacen la naturaleza humana.
Son las obras que satisfacen los deseos depravados del hombre. En el creyente, los
deseos por nuestra indulgencia en “las obras de la carne” son aquellos deseos que
batallan dentro de nosotros en contra de cumplir con los deseos del Espíritu.
Pablo nos dice que estas obras de la carne que el hombre tanto desea “son evidentes.”
Son evidentes no en el sentido que siempre se notan en la gente, sino que son evidentes
en el sentido que la gente normalmente las consideran como cosas depravadas. Es
decir, aún el mundo, perdido y sin la iluminación del Espíritu Santo, puede ver que “las
obras de la carne” son cosas malas (Romanos 2:14-15).
Por instinto aún los que no son creyentes comprenden que hay cosas en las que la gente
se deleita que son indulgencias depravadas, o sea, indulgencias en los deseos de la carne.
El querer satisfacer los deseos de la carne — el querer hacer las obras de la carne — es
algo que viene de los adentros del hombre, a pesar de lo que el mundo diga.
Hay dos puntos de vista acerca de la naturaleza del hombre. Uno es que el hombre es
naturalmente bueno. Esta es la perspectiva que la psicología enseña y que se ha hecho
reinante en el mundo.
Hay gente que atribuyen el modo de ser de una persona a su medio ambiente. Los
servicios sociales que los gobiernos del mundo establecen tienen este pensar en mente.
El mundo piensa que son solamente las influencias externas las que causan que el
hombre haga las cosas que aún el mundo considera como malas. Pero en realidad es el
hombre que tiene la mala influencia a su medio ambiente, tanto con sigo mismo como a
otros.
A pesar que gente inocente pueden sufrir por las malas obras de otros, cómo responden
estas victimas a las malas cosas hechas en contra de ellas es su responsabilidad. Si
responden con pecado, son responsables por hacerlo.
Por ejemplo, consideren un joven que se hace miembro de una pandilla callejera porque
la delincuencia de pandillas es el único modo de vida que ha conocido y visto en su
hogar. Su medio ambiente lo introdujo a la maldad de la delincuencia, la cual es una
“obra de la carne.” Pero que él escogió un andar descarrilado es evidencia de la maldad
dentro de él. La culpa por sus pecados son suyas y no de su medio ambiente.
De la misma manera, un joven que ha crecido en la iglesia pero que decide seguir un
camino de delincuencia y se hace miembro de una pandilla a pesar que en su hogar la
delincuencia nunca fue enseñada o tolerada, está actuando de las cosas que vienen de
sus adentros. La culpa por sus pecados son suyas y no de su medio ambiente.
El otro punto de vista acerca de la naturaleza del hombre es que el hombre es
naturalmente malo. Este punto de vista no es muy popular; aún en la iglesia (entre la
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Gálatas
gente de Dios) hay quienes dudan esta verdad. Pero la realidad es que todos los seres
humanos somos pecadores (Romanos 3:9-18).
Por mucho que no le guste al mundo, o que le duela a los creyentes, la maldad de “las
obras de la carne” originan dentro del hombre mismo (Marcos 7:20-23).
En Marcos 7:20-23 Jesús nos da una lista de las malas cosas que salen del corazón del
hombre. Tanto esa lista como la de nuestro pasaje en Gálatas 5:19-21 están incompletas.
Pero ambas son listas de “cosas semejantes” con las que todos pecamos.
Las cosas en la lista que Pablo nos da en Gálatas 5:19-23 pueden ser agrupadas en tres
categorías: asuntos sexuales, asuntos religiosos y asuntos relacionales. Veamos qué son
“las obras de carne” de las que Pablo nos informa en este pasaje.
La palabra “inmoralidad” traduce la palabra griega “PORNEIA” y da a entender todo
tipo de acto sexual ilícito. Esta palabra se puede referir a muchos pecados, pero es más
fácil comprenderla como la palabra que describe toda obra sexual cometida fuera del
matrimonio.
La palabra “impureza” traduce la palabra griega “AKATHARSIA” y quiere decir
suciedad. Esta palabra era un término medico usado para describir una herida con
infección. Es usada de una manera figurativa en varios pasajes bíblicos dando a
entender la suciedad espiritual, en otros la suciedad ceremonial, y en otros (como en
nuestro pasaje) la suciedad moral. Nuestros propios pensamientos pueden fácilmente
causar que haya impureza en nosotros.
La palabra “sensualidad” traduce la palabra griega “ASELGEIA” que da a entender
exceso, libertinaje, desenfreno, y la ausencia de cohibición.
Es una palabra
generalmente asociada con el abandono a un goce sexual. Da a entender la falta de pena
al insultar la decencia publica. Esta palabra describe el tipo de ausencia de cohibición
que vemos en los programas de televisión de hoy día, en los cuales frecuentemente
tratan con temas sexuales sin vergüenza alguna.
La palabra “idolatría” traduce la palabra griega “EIDOLOLATRIA” que es formada por
las palabras “EIDOLON,” que quiere decir “ídolo,” y la palabra “LATREIA,” que quiere
decir “servicio.” De modo que la “idolatría” es el servicio, o más bien dicho, la
esclavitud, a un ídolo. Un ídolo es algo creado, tanto por el hombre (como una estatua)
o por Dios (como un demonio), al cuál el hombre le da servicio de alabanza que es
solamente merecido por Dios. Un ídolo no tiene que ser una estatua, puede
simplemente ser un modo de pensar que el hombre estima mucho y que lo distrae de la
verdad bíblica. Casi cualquier cosa puede llegar a ser un ídolo. Hay gente que tratan
cosas inocentes o inofensivas, cosas que en sí no son malas, como ídolos. Por ejemplo,
la dedicación que unos le ponen a un deporte, a un hijo, a un padre, a una novia, a un
pasatiempo puede hacerse idolatría.
La palabra “hechicería” traduce la palabra griega “PHARMAKEIA” que originalmente
era usada en asociación con el tomar medicamentos. La palabra llegó a ser usada
principalmente de drogas que alteran el estado mental y los sentidos — los tipos de
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Gálatas
drogas que causan muchos problemas ahora, y que en tiempos antiguos eran usadas en
ritos religiosos. Habían drogas que eran usadas en ceremonias paganas para obtener
una embriaguez que creían era habilidades de comunicación con sus dioses, y fue por
eso que “PHARMAKEIA” llegó a ser íntimamente asociada con la “hechicería.” El uso
de drogas que alteren nuestras habilidades de razonar para darnos placeres o para
olvidar las cosas de nuestra vida es algo muy común hoy día. En Estados Unidos, la
venta de drogas legales que alteran los sentidos ha llegado a once miles de millones
($11.000.000.000) al año. La supuesta necesidad de estas drogas ha sido exagerada por
la pecaminosidad del mundo (¡incluyendo la psicología!).
A este punto es interesante notar que de la misma manera que los pecados sexuales
vienen de los adentros del hombre, así también los pecados religiosos – la “idolatría” y
la “hechicería” – vienen de adentro del hombre. Todas las religiones humanas que
vemos en la historia del mundo, desde el budismo hasta el mormonismo y todas las
iniciativas que han habido de por medio y que están siendo inventadas aún en nuestros
días, son invenciones de la mente del hombre. Que el hombre (y especialmente
creyentes) fallan en comprender esto es una victoria para el engaño satánico.
La palabra “enemistades” traduce la palabra griega “ECHTHRA” y da a entender el odio,
lo opuesto al amor incondicional. Desafortunadamente es muy común ver gente que no
tienen algún interés en el bienestar de otros. El orgullo de la gente los lleva a ser tan
sensitivos que al ser ofendidos de algún modo responden con enemistad.
La palabra “pleitos” traduce la palabra griega “ERIS” y da a entender la presencia de
hostilidades y odio. La cantidad y la frecuencia de guerras son evidencia de cómo la
gente entran en pleitos. Pero los pleitos no existen solo entre países sino que también
entre personas. Con solo manejar las carreteras, o con usar transportación publica, se
pueden ver muchos ejemplos de qué tan fácilmente la gente comienzan pleitos.
La palabra “celos” traduce la palabra griega “ZELOS,” y aquí se refiere a una forma de
enojo y de resentimiento que es causada por la codicia. La codicia es el desear lo que
otra persona tiene. Los malos tiempos económicos por los que estamos viviendo en este
país desde el 2007 han causado que muchos de los afectados por ruinas en los mercados
financieros codicien lo que otros tienen.
La palabra “enojos” traduce la palabra griega “THUMOS,” que a menos de ser usada con
referencia a Dios, es siempre usada para dar a entender algo muy malo. Da a entender
enojos fuertes pero temporales — momentos de ira sin control. Así como “enemistades”
motivan a tener “pleitos,” también los “celos” motivan tener “enojos.”
La palabra “rivalidades” traduce la palabra griega “ERITHIA” que denota la ambición y
el buscar ventaja propia. Es el tipo de rivalidad que causa que partidos se formen para
buscar su propia voluntad. La palabra “ERITHIA” es derivada de la palabra
“ERITHOS,” la cual quiere decir “asalariado,” o sea, alguien que es empleado o
convencido a seguir a alguien creando facciones, y por tanto, también rivalidades con
otros. La palabra “ERITHEIA” llegó a ser usada con el significado de un candidato para
alguna oficina, o sea, alguien que busca el prestigio de una posición en vez del bienestar
de otros.
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Gálatas
La palabra “disensiones” traduce la palabra griega “DICHOSTASIA” que quiere decir
“parar aparte.” La palabra da énfasis a personas que toman el lado de alguna persona
sobre el lado de otra, como gente que causan divisiones entre creyentes.
La palabra “sectarismos” traduce la palabra griega “HAIRESEIS” y denota el escoger
una opinión por beneficio propio que sustituye la sumisión al poder de la verdad; por
tanto este escoger lleva a la división y formación de sectas o partidos. Estas erróneas
opiniones que la gente escogen resultan por preferencia personal o por la posibilidad de
obtener alguna ventaja.
La palabra “envidias” traduce la palabra griega “PHTHONO” que expresa el sentir
desagrado o disgusto producido al ver u oír de la prosperidad de otros. “PHTHONO”
(envidia) es diferente a “ZELO” (celo) en que la envidia desea despojar a alguien de lo
que tienen pero el celo solamente desea tener lo que otro tiene.
Es interesante notar que “rivalidades, disensiones, sectarismos” y “envidias” son
pecados más detallados que los anteriores en la lista. Estos cuatro representan
animosidades entre personas o grupos que en veces continúan por mucho tiempo
después de la causa inicial del conflicto.
La palabra “borracheras” traduce la palabra griega “METHE” que denota intoxicación
habitual que resulta por beber bebidas alcohólicas en exceso.
Y finalmente la palabra “orgías” traduce la palabra griega “KOMOS” que da a entender
el andar de parranda, o el andar en fiestas u orgías. Este es el resultado que le espera al
que se emborracha.
Pablo concluye este pasaje de una manera sobria (v. 21). La advertencia que Pablo nos
da es algo muy serio. En la lista que nos da Pablo en este pasaje encontramos ejemplos
de tantos pecados que es difícil no encontrar por lo menos uno del que somos culpables.
Y si no lo encontramos allí, la frase “y cosas semejantes” sí incluye las malas cosas que
hemos hecho.
Hay creyentes que han llegado a dudar su salvación al leer este pasaje y honestamente
analizarse ellos mismos. Pero si estudiamos el versículo 21 más detalladamente
podemos ver qué es lo que Pablo en realidad estaba advirtiendo.
La palabra clave en este pasaje es la palabra “practican”, la cual traduce la palabra griega
“PRASSO.” La gramática de esta palabra es que es un participio presente activo. Lo
cuál indica que la acción con la que está asociada es algo que está en continúo progreso.
De modo que es por la continúa practica de estos pecados por lo que Pablo advierte a los
Gálatas que una persona no heredará el reino de Dios. O sea, es de la practica habitual
de “las obras de la carne” que Pablo da su advertencia. Por la gracia de Dios, en la Biblia
el carácter de una persona siempre es evaluado por sus obras habituales y no por sus
obras casuales.
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Gálatas
EL FRUTO DEL ESPÍRITU
Lo opuesto a la indulgencia habitual en los deseos de la carne es una vida habitual
caracterizada por “el fruto del Espíritu.” Una persona incrédula va a vivir una vida para
agradar los deseos de la carne, aunque no se den cuenta y aunque lo nieguen, esa es la
realidad que la Biblia enseña. Cuando una persona verdaderamente viene a tener fe en
Cristo Jesús, esta persona va a querer y a poder vivir una vida que honore a Dios. Por
tanto, el creyente verdadero va a vivir una vida que va a manifestar el fruto del Espíritu.
Si el fruto del Espíritu no caracteriza la vida de una persona que profesa ser un creyente,
esta persona debe examinar sus motivos y determinar si verdaderamente ha dado su
vida a Cristo o no. A pesar que todos pecamos, aún creyentes maduros, el andar en las
obras de la carne es algo que es reemplazado por el andar en las obras del Espíritu en el
creyente verdadero. De modo que es muy útil saber qué es este “fruto del Espíritu” que
debe caracterizar al creyente verdadero. Pablo nos explica esto en los siguientes
versículos.
Gálatas 5:22-24
22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, 23
mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley. 24 Pues los que son de Cristo Jesús
han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
El “fruto del Espíritu” es aquí comparado con las “obras de la carne” (v. 19), y hay unos
muy interesantes aspectos en esta comparación de los que es útil tomar nota. Por
ejemplo, “las obras” son cosas que el hombre hace; es decir, son el producto del hombre.
Por otro lado, un “fruto” no es producido por el hombre sino que es el resultado de una
obra de Dios en la cuál el hombre toma parte.
Por ejemplo, es Dios quién ha creado los árboles que dan fruta; pero es el hombre quién
los planta y los cultiva, tomando parte en el crecimiento de estos árboles a una madures
para que den fruta. El punto es que las “obras de la carne” son hechas por el hombre
solo, pero las cosas que constituyen “el fruto del Espíritu” son causadas por la presencia
de Dios obrando en la vida del creyente.
Otro punto interesante es que “las obras de la carne” son muchas; pero “el fruto del
Espíritu” es uno. En otras palabras, al hablar Pablo de las cosas que el hombre hace
para darse los gustos de sus deseos carnales usa una palabra plural: “obras.” Pero al
hablar del producto del Espíritu en el creyente, Pablo usa una palabra singular: “fruto.”
Dado este hecho, unos consideran que el único fruto del Espíritu es el amor, la primera
característica en la lista de este pasaje. Hay mucho merito en apoyo de esta
interpretación ya que la falta de alguna de las otras características en la lista resultaría
también en la falta del amor. De cualquier modo, lo que sí está claro es que hay una
unidad en la lista de características del “fruto del Espíritu.”
Otro punto interesante sobre la unidad de las características del “fruto del Espíritu” se
puede ver al considerar cómo incrédulos y creyentes son diferentes. Es decir, un
incrédulo puede pecar de una manera habitual en una de las “obras de la carne” pero
puede no gozar (o ser culpable de) unas de las otras. Por ejemplo, una pareja pueden
vivir juntos sin ser cazados, por tanto cometiendo el pecado de la inmoralidad (o el
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Gálatas
adulterio); pero al mismo tiempo ambos pueden no tener deseo alguno de usar drogas o
embriagarse con licor, o sea, de cometer los pecado de la hechicería o de la borrachera.
Sin embargo, siempre están perdidos y separados de Dios.
Otro ejemplo, es una persona que es muy devota a una falsa religión, por ejemplo al
Islam. Esta persona puede no cometer los pecados de “inmoralidad, impureza,
sensualidad” o muchos otros, pero está perdido en la idolatría de su falsa religión.
Un verdadero creyente por otro lado, siempre va a demostrar todas las cosas en la lista
del “fruto del Espíritu.” Unas veces unas cosas más que otras, pero todas las
características en la lista son evidente en un verdadero creyente.
Unos comentaristas ponen las características en la lista de Pablo en tres grupos. El
primer grupo teniendo que ver con cosas que se dirigen a Dios: “amor, gozo, paz.” En el
segundo grupo ponen las características que tienen que ver con las relaciones entre
personas: “paciencia, benignidad, bondad.”
Y en el tercer grupo ponen las
características que tienen que ver con cómo debe ser un cristiano en sí mismo:
“fidelidad, mansedumbre, dominio propio.”
De cualquier modo, lo que sí está claro es que el amor sí toma prioridad (1 Corintios
13:13).
Ahora, veamos lo qué son estas características del “fruto del Espíritu;” teniendo muy en
mente que cada una de estas características también son mandamientos que debemos
obedecer.
El Amor
La palabra “amor” traduce la palabra griega “AGAPE” que es la palabra griega que
describe al amor que más refleja una decisión personal. “AGAPE” es más que simple
amor emocional o sentimientos de cariño hacia otra persona (o cosa). “AGAPE,” como
detallado en la Biblia, es amor voluntario que se demuestra en el servicio y el sacrificio
por el bien de otros. Y no solamente por el bien de nuestros seres queridos, sino que
especialmente por el bien de extraños o de enemigos.
“AGAPE” es el amor que Dios ha tenido por nosotros (Juan 3:16; Romanos 5:8; Mateo
5:43-47). “AGAPE” es el amor que Cristo ha tenido por nosotros, y que lo demostró al
darse como sacrificio por nuestros pecados (Juan 15:13).
La Palabra también nos enseña que “AGAPE” tiene que ver con sacrificio voluntario, así
como el sacrificio de Cristo por nosotros (1 Juan 3:16). “AGAPE” es el amor que nos da
evidencia a nosotros mismos que hemos verdaderamente sido salvados, ya que
solamente un verdadero cristiano tendrá este tipo de amor por sus hermanos en la fe (1
Juan 3:14). Es “AGAPE” el amor que demostramos cuando nos ayudamos los unos a los
otros (1 Juan 3:17).
Ya que “AGAPE” no es simplemente un sentimiento emocional, sino que un verdadero
sacrificio por el bienestar de otros, el simple compartir de cosas materiales no es
suficiente. El compartir con los que tienen necesidad debe ser acompañado con
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109
Gálatas
instrucción, o corrección si necesario. Es decir, si la razón por la que alguien se
encuentra en necesidad es por malas decisiones que han tomado, es tan (y en veces más)
amoroso el ayudarles a corregir sus decisiones o a tomar mejores decisiones en el futuro
que el simple abastecer de cosas materiales. Veremos más sobre esto cuando
estudiemos cómo corregir a un hermano.
De modo que todo creyente es mandado a que tenga este amor, “AGAPE,” por otros. Es
decir, somos ordenados a que voluntariamente decidamos sacrificar algo que valuamos
por el bienestar espiritual y material de otros. Y Dios Padre y Cristo Jesús nos han dado
excelentes ejemplos de este amor distinguido por el sacrificio voluntario.
Como cristianos siempre debemos comportarnos con amor (“AGAPE”); o sea, con una
actitud de sacrificio voluntario por el bienestar de todos, aún nuestros enemigos (Efesios
5:2; Romanos 13:8; Mateo 5:44).
Es útil acordarnos que el tipo de amor que un esposo es ordenado a tener por su esposa
es este amor que voluntariamente se sacrifica a sí mismo por el bienestar de ella (Efesios
5:25). Y 1 Corintios 13:4-8 nos ayuda ver cómo demostramos ese amor: “4 El amor es
paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es
arrogante; 5 no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en
cuenta el mal recibido; 6 no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; 7
todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El amor nunca deja de ser…”
El Gozo
La palabra “gozo” traduce la palabra griega “CHARA” que significa sentimientos de y
actitudes con gozo, alegría o deleite. Es un sentimiento basado en realidades
espirituales. Es el gozo que llena a todo verdadero creyente al saber con satisfacción que
todo está bien entre él y Dios. Este no es un gozo que se base en nuestro bienestar
material, y no es un gozo que se base en las circunstancias de la vida en las que nos
encontremos. Es mas, este “gozo” no solamente no viene de las circunstancias
favorables que encontremos en nuestras vidas, sino que es aún más enfático cuando nos
encontramos en circunstancias difíciles y dolorosas. Este “gozo” es lo que nos permite
deleitarnos en el pensar que, a pesar de las malas cosas que estén pasado alrededor
nuestro, “todo está bien entre Dios y yo.”
Fueron palabras similares, “todo está bien con mi alma,” que Horatio Spafford, el autor
del himno “Alcancé Salvación,” usó en inglés como el coro de su lindo himno. La
versión en español del himno dice algo así:
Himno “Alcancé Salvación”
De paz inundada mi senda ya esté, o cúbrala un mar de aflicción,
Mi suerte cualquiera que sea, diré:
Alcancé, alcancé salvación.
CORO Alcancé salvación. Alcancé, alcancé salvación.
Ya venga la prueba o me tiente Satán,
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110
Gálatas
No amenguan mi fe ni mi amor;
Pues Cristo comprende mis luchas, mi afán
Y su sangre vertió en mi favor.
Feliz yo me siento al saber que Jesús,
Libróme de yugo opresor;
Quitó mi pecado, clavólo en la cruz:
Gloria demos al buen Salvador.
La fe tornaráse en gran realidad
Al irse la niebla veloz;
Desciende Jesús con su gran majestad,
¡Aleluya! Estoy bien con mi Dios.
Las palabras de este himno, y las palabras “todo está bien con mi alma,” toman mayor
significado, y nos dan a comprender de mejor manera lo que es el “gozo” que constituye
el “fruto del Espíritu,” cuando nos damos cuenta de las circunstancias de la vida de
Horatio Spafford al escribir este himno.
Horatio Spafford era un creyente que vivía en la ciudad de Chicago en el siglo 19. Fue
contemporáneo y amigo del evangelista D.L. Moody. Spafford escribió este himno
después de una serie de tragedias en su vida personal. En 1871 su único hijo varón
murió. El mismo año, malas inversiones financieras evaporaron una gran cantidad de
su dinero. Meses más tarde, El Gran Incendio de Chicago consumió una gran parte de
la ciudad, incluyendo las propiedades de Stafford y todo lo que estaba en ellas,
completamente arruinándolo financieramente.
En 1873, Spafford era un abogado, y decidió tomar vacacione y viajar a Europa para
visitar amigos con su familia, su esposa, Anna; y sus cuatro hijas, Annie de 11 años,
Margaret Lee de 9 años, Bessie de 5 años, y Tanetta de 2 años. En los días antes de la
edad de la aviación, el único medio de trasporte trasatlántico eran barcos. Spafford,
compró boletos para todos pero en último momento tuvo que atender asuntos legales
con relación a sus perdidas durante El Gran Incendio de Chicago y no pudo tomar su
barco trasatlántico, pero sí pudo llevar a su familia a que bordaran el barco.
Mandándolas adelante, el plan era que él tomaría otro barco en unos días y se reuniría
con ellas en Inglaterra.
De modo que en noviembre de 1873 su familia embarcó el trasatlántico SS Ville du
Havre, el cuál sufrió una tragedia en camino: se estrelló con el barco inglés Lorchean y
se hundió en solo 12 minutos después del accidente. La mayoría de la tripulación y de
los pasajeros del SS Ville du Havre fallecieron, incluyendo las cuatro hijas de Spafford.
Su esposa sobrevivió y al ser rescatada y llevada a tierra le envió un telegrama a
Spafford, el cuál solamente tenía dos palabras: “única sobreviviente”. Fue en camino a
reunirse con su esposa en Inglaterra que Spafford escribió su himno.
Traducción más literal:
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111
Gálatas
Cuando la paz, como un río, atiende mi camino,
Cuando la tristeza como olas del mar tumbea,
Cualquiera que sea mi suerte, Usted [Señor] me ha enseñado a decir,
Está bien, está bien con mi alma.
(Coro:) Está bien (está bien),
con mi alma (con mi alma),
Está bien, está bien con mi alma
A pesar que Satanás me abofetee, a pesar de las pruebas y tribulaciones que vengan,
Permita [Señor] que este santo sentido de seguridad me controle,
Que Cristo ha considerado mi ser desamparado,
Y ha derramado Su propia sangre por mi alma.
(Coro)
Mi pecado, Oh la dicha de este glorioso pensar,
Mi pecado, no en parte sino que por completo,
Está clavado en Su cruz, y yo ya no lo cargo,
Alaba al Señor, alaba al Señor, Oh alma mía!
(Coro)
Para mí, sea Cristo, sea Cristo por quién vivir,
Si el Jordán fuera a caer sobre mí,
Ningún dolor será mío, porque tanto en la muerte como en la vida
Usted [Señor] me susurrará Su paz a mi alma.
(Coro)
Y Señor apresure el día, cuando mi fe será vista,
Las nubes descubrirán como rollo;
La trompeta sonará, y el Señor descenderá,
Aún así, está bien con mi alma.
(Coro)
El gozo que es fruto del Espíritu no depende de las circunstancias materiales sino que en
la naturaleza de Dios. El gozo en el cristiano es una manifestación del Espíritu de Dios
en él. Es por eso que Pedro nos dice en 1 Pedro 1:8, “a quien sin haberle visto, le amáis,
y a quien ahora no veis, pero creéis en Él, y os regocijáis grandemente con gozo inefable
y lleno de gloria.”
A pesar que el gozo es un regalo de Dios para los que le pertenecen a Cristo, también es
un mandamiento para ellos (Filipenses 4:4).
Es importante darnos cuenta que dado que el gozo es un regalo de Dios, el
mandamiento que Dios da al creyente de regocijarse, no es un mandamiento a fabricar o
fingir felicidad. El mandamiento es para que todo creyente con gratitud siempre se
deleiten en la gran bendición que ya tienen – la salvación, el perdón de sus pecados y la
promesa de la vida eterna con Dios (Romanos 14:17).
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112
Gálatas
La Paz
La palabra “paz” traduce la palabra griega “EIRENE” que es usada en la Biblia para
describir la armonía entre hombres y entre naciones; es usada para denotar amistad y
libertad (o falta) de ataque; es usada para describir el orden del Estado y el orden en la
iglesia; describe la armonía entre Dios y el hombre que es realizada por medio del
evangelio; y da a entender un sentido de descanso y de estar satisfecho, o contento en
ese descanso.
La “paz” se refiere a la tranquilidad mental que una persona solamente puede obtener al
ser salva. Al igual que el “gozo,” la “paz” no depende de las circunstancias. Todo
verdadero creyente puede tener confianza que Dios cumplirá con Su promesa de que
todas las cosas “cooperan para bien” (Romanos 8:28), y esta confianza le da tanto gozo
como paz. Dios le da la “paz” al creyente y éste es ordenado a practicarla (Juan 14:27;
Filipenses 4:6-7, 9).
El tener paz no es opción para el creyente, sino que es una respuesta normal. Si un
creyente no está disfrutando la paz de Dios, por cualquier razón (las dificultades de la
vida, las malas circunstancias en las que se encuentre, etc.), está pecando. Y es probable
que la falta de paz se debe a una falta de comunión con Dios, una falta de sumisión a la
voluntad de Dios.
La Paciencia
La palabra “paciencia” traduce la palabra griega “MAKROTHUMIA” que da a entender
tolerancia y paciente sufrimiento. Es decir, el que practica “paciencia” le soporta
pacientemente las ofensas (los insultos y todo tipo de daño) a otros. El que practica la
“paciencia” voluntariamente acepta situaciones irritantes o dolorosas. La “paciencia” es
una característica de Dios, Él es lento a la ira (Salmos 86:15). Y es Su ejemplo que Dios
ordena a los creyentes a que practiquen (Colosenses 3:12-13; Efesios 4:2).
La Benignidad
La palabra “benignidad” traduce la palabra “CHRESTOTES” que da a entender un
corazón benevolente o una amabilidad. Describe el ser servicial, generoso, y agradable.
El deseo de todo cristiano debe ser el tener esta benignidad para con todos.
“Benignidad” es ordenada por Dios también (2 Timoteo 2:24; 2 Corintios 6:1, 3-6).
Pablo nos dio el ejemplo de la benignidad que debemos tener con otros (1
Tesalonicenses 2:5-7).
La Bondad
La palabra “bondad” traduce la palabra griega “AGATHOS” que describe aquello que,
siendo bueno en su carácter o constitución, es beneficial en su efecto. Es usada en la
Biblia de cosas materiales, pero también en un sentido moral, frecuentemente de gente y
de cosas. La “bondad” es la excelencia moral y espiritual que todo creyente es ordenado
a practicar (Romanos 12:2, 9, 21; 13:3; Gálatas 6:10; 1 Pedro 3:11; Efesios 4:28; 6:7-8; 3
Juan 11).
La Fidelidad
La palabra “fidelidad” traduce la palabra griega “PISTIS” que es usada en la Biblia para
describir a alguien que es fiel, leal, que puede ser confiado, y en quien se puede
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Gálatas
depender. La “fidelidad” es la manifestación del fruto del Espíritu que tiene que ver con
la lealtad y la confianza. La “fidelidad” o lealtad verdadera es característica divina (1
Tesalonicenses 5:24; Apocalipsis 19:11). Así como todo fruto del Espíritu, la “fidelidad”
es algo que todo creyente debe tener (1 Corintios 4:1-2; Apocalipsis 2:10).
La Mansedumbre
La palabra “mansedumbre” traduce la palabra griega “PRAUTES” que denota suavidad,
humildad, y docilidad. En su uso bíblico tiene un significado mucho más profundo. La
“mansedumbre” bíblica no se refiere al comportamiento externo de una persona, ni a
sus relaciones con otros. Sino que la “mansedumbre” bíblica se refiere a la gracia del
alma tejida en los adentros del creyente, y la practica de ésta en particular con relación a
Dios. La “mansedumbre” es el temperamento del espíritu del creyente por el cuál el
creyente acepta lo que Dios hace con nosotros como bueno y por tanto no lo disputa o lo
resiste, y no reniega acerca de ello.
La “mansedumbre” no es una característica divina, Dios no se resiste a Sí mismo y no
reniega acerca de nada. Él es omnipotente y está en control de todo. En el Nuevo
Testamento “PRAUTES” es usada para describir actitudes que el cristiano es ordenado a
tener (Colosenses 3:12; Santiago 1:21 [“humildad”]; Efesios 4:2).
El Dominio Propio
La frase “dominio propio” traduce la palabra griega “ENKRATEIA” que da a entender
templanza, o sea, la virtud que conste de moderar los apetitos. Al igual que la
“mansedumbre,” el “dominio propio” no es característica divina. Dios no tiene que
dominar sus apetitos. Él es perfecto y en perfecto control de todo. Dios encarnado,
Cristo Jesús, nos dio el perfecto ejemplo de cómo mantenerse en control y no desviarse
de la voluntad de Dios; Él nos demostró el “dominio propio.” El “dominio propio”
también es ordenado de todo creyente (1 Corintios 9:25; 2 Pedro 1:5-7).
Contra estas virtudes no hay ley. Estas virtudes están presente en el creyente que anda
en el Espíritu. Estas virtudes constituyen el fruto del Espíritu. Así como un árbol de
manzana produce manzanas, el creyente en quien mora el Espíritu Santo produce el
fruto del Espíritu.
¿Es posible que un creyente no produzca el fruto del Espíritu?
La respuesta es un enfático ¡no! Sí es posible que un creyente no ande consistentemente
en el Espíritu Santo, y al tropezar no desee demostrar las virtudes que Dios demanda de
Su gente. Pero todo verdadero creyente va a anhelar el poder responder siempre con el
fruto del Espíritu a todas las circunstancias de la vida. Es por eso que Pablo continua
con el versículo 24 de Gálatas 5, “Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la
carne con sus pasiones y deseos.”
La Crucifixión de la Carne
En Gálatas 5:24 Pablo nos enseña que todo verdadero creyente va a anhelar el poder
responder siempre con el fruto del Espíritu – con amor, gozo, paz, paciencia,
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Gálatas
benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio — a todas las
circunstancias de la vida.
¿Cómo nos enseña esto Pablo? Comienza identificándonos a los que “son de Cristo
Jesús.” Estos son efectivamente los que son la propiedad de Cristo Jesús. Estos son los
verdaderos creyentes, las ovejas de Cristo quienes oyen la voz de su Pastor y la siguen
(Juan 10:14, 4-30).
¿Qué es lo que las verdaderas ovejas de Cristo hacen de acuerdo a Pablo en Gálatas
5:24? Los que le pertenecen a Cristo, las verdaderas ovejas del único buen Pastor, son
los verdaderos cristianos. Los verdaderos cristianos, de acuerdo a Pablo, “han
crucificado la carne.” Y, ¿qué quiere decir esto? ¿Qué es lo que los verdaderos creyentes
han hecho? Para mejor comprender esto es bueno ver las otras ocasiones en las cuales
se habla acerca de la “crucifixión” en el Nuevo Testamento.
Lo que hayamos es que la “crucifixión” consistentemente se refiere a una ejecución. En
la mayoría de las veces que es usada en el Nuevo Testamento, la “crucifixión” se refiere a
la “crucifixión,” o sea la ejecución, de Jesús para el pago de nuestros pecados. Hay
solamente cuatro excepciones a ese uso, este uso en Gálatas 5:24 siendo una de esas
excepciones. Al ver más detalladamente cómo “crucifixión” es usada en estas otras tres
excepciones nos ayudará a comprender un poco más cómo es usada aquí, en Gálatas
5:24.
La primera excepción que veremos es Romanos 6:6.
Romanos 6:6
sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con Él, para que nuestro cuerpo de
pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado;
Aquí Pablo afirma que cuando fue el momento de nuestra justificación, cuando “nuestro
viejo hombre fue crucificado con Él [o sea, con Cristo].” Efectivamente, de acuerdo a
Pablo, lo que fue ejecutado en este pasaje fue el “viejo hombre.” El “viejo hombre,”
como hemos visto, es una referencia a nuestro pasado modo de vivir; una referencia a
cómo éramos antes de llegar a tener fe en Cristo.
De modo que al llegar a tener fe en Cristo, nuestro pasado modo de ser fue puesto a un
fin; nuestro pasado modo de ser fue destruido y ya no existe.
La segunda excepción del uso de “crucifixión” para referirse a otra cosa en vez de la
ejecución de Cristo que veremos se encuentra en Gálatas 2:20.
Gálatas 2:20
Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida
que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí
mismo por mí.
Aquí Pablo habla de él mismo habiendo sido crucificado, o sea, ejecutado con Cristo.
Así como en Romanos 6:6, Pablo se está refiriendo a su pasado modo de ser como lo que
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Gálatas
ha sido destruido. Y es porque el pasado modo de ser ya no vive que Pablo puede decir
que ya no es ese modo de ser el que vive, sino el modo de ser que es guiado por Cristo
viviendo en él. Pablo no dice que la carne ha muerto, sino que su vida en la carne ahora
que el viejo modo de ser a sido destruido o ejecutado puede ser vivida “por fe en el Hijo
de Dios.” O sea, por medio de la fe en Cristo es que Pablo nos dice que podía vivir una
vida que reflejaba a Cristo y no a su pasado modo de ser.
La tercera excepción del uso de “crucifixión” para referirse a otra cosa en vez de la
ejecución de Cristo que veremos se encuentra también en Gálatas, ésta en Gálatas 6:14.
Gálatas 6:14
Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el
mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo.
En este uso de “crucifixión”, lo que ha sido crucificado, o sea ejecutado, son el mundo a
Pablo, y Pablo al mundo. En otras palabras, Pablo considera a los placeres del mundo
como destruidos. Para él los placeres del mundo ya ni existían. Y de igual manera, lo
que él en otros lados llama “el viejo hombre” efectivamente ya no existía para disfrutar
los placeres del mundo.
Es importante notar que en ninguna de estas citas que hemos visto da Pablo a entender
que su uso figurativo de la crucifixión quiera decir que hay una situación en la cuál todas
las influencias del mundo o de los deseos del viejo hombre hayan parado de existir. Lo
que sí nos da a entender al usar la crucifixión de una manera figurativa es que, en un
sentido muy real, el poder del mundo para dominar al creyente ha sido derrotado. Las
influencias del mundo, los deseos del viejo hombre, ya no dominan al verdadero
creyente.
Es en este sentido que debemos ver el uso de “crucifixión” en nuestro versículo de
Gálatas 5:24. Los que son verdaderos creyentes pueden derrotar las influencias de la
carne – las obras de la carne – en sus vidas.
¿Cómo está este punto de vista en armonía con el hecho que el pecado todavía está
presente en los creyentes? ¿Cómo es que la carne ha sido crucificada?
Claramente que la influencia de la carne ha sido crucificada o destruida completamente
en el creyente no es lo que Pablo enseña. Si así fuera ya no habría conflicto con la carne,
pero sabemos que ese conflicto existe aun en creyentes (Romanos 7:14-25).
De modo que el mejor entendimiento de lo que Pablo nos enseña acerca del crucificar la
carne en Gálatas 5:24 es que primeramente es un evento en el pasado. El evento por el
cuál los verdaderos creyentes efectivamente “han crucificado la carne” ocurrió en el
pasado, o sea, en la crucifixión de Cristo.
Pero así como el uso del tenso gramático aoristo en griego nos indica en la frase “han
crucificado,” el evento que ha acontecido en el pasado continua aconteciendo en el
presente. Este evento que continua aconteciendo no puede ser la muerte de Cristo, sino
que tiene que ser otra cosa. Es decir, a pesar que la efectiva derrota de la carne fue
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Gálatas
realizada por la crucifixión de Cristo, todavía hay algo que debe ser hecho
continuamente en relación a eso.
De modo que todo verdadero cristiano diariamente tiene que continuar crucificando la
carne, o sea, todo verdadero cristiano tiene que continuar diariamente destruyendo sus
deseos de hacer las obras de la carne; y debe reemplazar esos deseos con deseos de
realizar el fruto del Espíritu.
Que las “paciones y deseos” de la carne han sido crucificados, o destruidos, para el
creyente ahora es cierto en el sentido que estas cosas ya no reinan sobre ellos y los
creyentes ya no están esclavizados a éstas.
Las “paciones” traduce la palabra griega “PATHEMA” que indica malos impulsos o
tendencias, pero es generalmente reconocida como algo pasivo. Por otro lado, “deseos”
traduce la palabra griega “EPITHUMIA” que sugiere fuertes deseos que son activos.
De modo que el cristiano que está poniendo a muerte la carne estará poniendo a muerte
sus paciones y deseos. Los deseos de hacer malas cosas y el disfrutar el hacer las malas
cosas que uno desea hacer son las cosas que el verdadero cristiano podrá derrotar
diariamente sabiendo que la victoria final ya ha sido ganada por Cristo.
VIVIENDO POR EL ESPÍRITU
Cuando nuestras vidas son caracterizadas por consistentes victorias sobre las
tentaciones que enfrentamos, entonces es que estamos viviendo por el Espíritu. Es
decir, todo verdadero creyente puede ver su vida y notar si está viviendo por el Espíritu
o no. Es así, al ver las victorias que podemos tener sobre el pecado en nuestras vidas,
cómo podemos tener seguridad acerca de nuestra salvación personal.
El par de versículos que concluyen el capitulo cinco de Gálatas son de transición. Pablo
les indica a los gálatas que dado su estado viviendo en el Espíritu, esa verdad debe ser
reflejada en sus vidas y da detalles de cómo el vivir en el Espíritu es manifestado en las
vidas de los creyentes.
Gálatas 5:25-26
25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. 26 No nos hagamos vanagloriosos,
provocándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.
En español la palabra “si” es una conjunción y denota alguna condición o alguna duda.
Por ejemplo: “si está lloviendo no voy a salir ahora,” o “si hay café voy a tomar una taza.”
La palabra “si” en español traduce la palabra griega “EI.” Pero “EI” tiene un significado
más extenso. Puede dar a entender “si,” “si solamente,” “seguramente,” “dado que,” o
“ya que.” Es decir, puede denotar tanto una duda como una certeza. Es el contexto que
nos ayuda a ver cuál es la mejor interpretación.
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Gálatas
En este caso, en el contexto de los versículos que estamos viendo, Pablo no está dudando
de su propio vivir por el Espíritu, ni el de los creyentes a quienes les está escribiendo. Él
está usando ese hecho para animarlos a que anden por el Espíritu. Así que la mejor
interpretación de la palabra griega “EI” en este caso es “ya que.” Es así cómo la Nueva
Traducción Viviente (NTV) traduce esta palabra en nuestro versículo:
Gálatas 5:25 (NTV)
Ya que vivimos por el Espíritu, sigamos la guía del Espíritu en cada aspecto de nuestra vida.
Es decir, “ya que” tenemos vida por el Espíritu debemos dejar que Él nos guíe paso a
paso.
La palabra “andemos” traduce la palabra griega “STOICHOMEN,” la cuál es distinta a la
palabra traducida “andad” en el versículo 16, la cuál traduce la palabra griega
“PERIPATEITE.”
Como ya vimos, “PERIPATEO” se refiere al “andar” o “caminar” físicamente. Pero de
una manera figurativa se refiere a todas las actividades de una vida individual. Es en
este sentido figurativo que es usada en Gálatas 5:16.
La palabra “STOICHOMEN” viene de la palabra “STOICHOS” que quiere decir “fila,”
“hilera,” “ringlera,” o “línea.” Así que aquí denota el andar en una fila o una línea de
gente. Es decir, nos da a entender que debemos tener en mente la relación de nuestra
vida con la de otros. Si verdaderamente estamos viviendo por el Espíritu, o sea, si
verdaderamente somos creyentes; y ya que sí somos creyentes, debemos estar viviendo
nuestras vidas con, y como otros creyentes.
Solamente podremos vivir vidas en fila junto con otros creyentes si humildemente nos
sometemos al Espíritu. Si nos sometemos al Espíritu, nuestras relaciones con otros
serán en armonía. Podremos imitar las ejemplares características que veamos en otros,
y corregirnos los unos a los otros (como veremos en los versículos siguientes) cuando
veamos la necesidad de hacerlo.
Inmediatamente Pablo nos dice qué significa el andar en línea con otros por el Espíritu.
Nos dice que no seamos “vanagloriosos” (v. 26). La palabra “vanagloriosos” traduce la
palabra griega “KENODOXOI” que quiere decir “orgulloso,” “creído,” o “vano.” Es decir,
aun como creyentes, podemos llegar a tener una opinión errónea y exaltada de nosotros
mismos y de las cosas que podemos hacer. Es más, entre más en línea con el Espíritu
vemos que llevamos nuestras vidas, nos podemos descarrilar en pensar que es por
nosotros que hemos podido mejorarnos y ser tan obedientes. Nos podemos olvidar que
es el Espíritu obrando en nosotros a quién le debemos el crédito por todo lo bueno que
podamos hacer (Romanos 7:18).
El orgullo puede llevarnos a juzgar a otros, o es mas, a tratar de corregir a otros en una
manera legalista. Al tratar de hacer que otros sean como nosotros podemos provocar a
otros. La palabra “provocándonos” traduce la palabra griega “PROKALOUMENOI” que
da a entender un reto, o sea una provocación a un pleito, o una competencia. Si
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Gálatas
tenemos orgullo, Pablo nos dice que eso nos puede llevara a desear competir con otros
para demostrar (a ellos o a nosotros mismos) la superioridad que creemos que tenemos.
Debemos tener en mente que el orgullo no viene de Dios, y ¿qué es lo opuesto al orgullo?
La humildad, la cual que sí complace al Señor (1 Juan 2:16; Santiago 4:6).
El orgullo también nos puede llevar a la envidia. La palabra “envidiándonos” traduce la
palabra griega “PHTHONOUNTES” que describe el sentimiento de descontento
producido al ver u oír acerca de la ventaja o la prosperidad de otros. Personas
orgullosas envidian hasta los dones espirituales de otros. O hasta tratan de prevenir que
buenas cosas les pasen a otros.
Es útil notar las otras palabras que Pablo usa en este versículo: “unos a otros.” Pablo
usa esta frase dos veces en el mismo versículo. Tal repetición nos indica que Pablo veía
esto como algo importante que debemos notar con atención.
¿Por qué repitió Pablo esta frase? Es posible que Pablo nos está advirtiendo qué tan
difícil es el convivir con otros. Es muy fácil decir o hacer cosas que sean dolorosas a
otros, a propósito o no. Si nos proponemos a no ser orgullosos, a no provocar a otros y a
no envidiar a otros, entonces tendremos mejores oportunidades de evitar hacer cosas
que ofendan o lastimen a otros a propósito.
El tener en mente cómo nuestras obras impactan a otros es un tema principal de los
versículos siguientes. En los versículos 25-26 del capitulo cinco, Pablo nos ha explicado
cómo los que son creyentes deben vivir bajo un criterio más estricto que lo que el mundo
espera — el cristiano debe andar por el Espíritu. Y Pablo comenzó a detallar cómo el
andar por el Espíritu debe impactar cómo nos consideramos a nosotros mismos y cómo
nos relacionamos con otros. La importancia de esta relación con otros, específicamente
con hermanos que han caído en pecado, será el enfoque de los próximos versículos.
LA CORRECCIÓN DE UN HERMANO
Una de las cosas más difíciles para un creyente es la corrección de un hermano en la fe.
Mucha sabiduría y mucha oración son necesarias para tener la humildad requerida para
poder hacer tal cosa. Y como veremos en los siguientes versículos, el corregir a otros es
algo que Dios nos ordena que hagamos. Es por eso que es tan importante que como
creyentes no seamos orgullosos o envidiosos, y que no nos deleitemos en provocar a
otros; sino que continuamente exhibamos el fruto del Espíritu en nosotros.
De hecho, en los versículos con los que Pablo cerró el capitulo cinco, él comparó las
obras de la carne con el fruto del Espíritu, llegando a la conclusión que los cristianos, los
verdaderos creyentes, deben vivir vidas que son guiadas por el Espíritu Santo viviendo
en ellos.
Pero ¿qué quiere decir el vivir una vida llena del fruto del Espíritu? ¿Cuál es el
significado de vivir una vida caracterizada por amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fidelidad, mansedumbre, y dominio propio?
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Gálatas
En el capitulo seis, Pablo decepciona a aquellos que piensan que el vivir una vida llena
del Espíritu tiene un significado místico, ya que él apunta de nuevo a cómo el vivir en el
Espíritu es algo objetivo y muy pertinente en nuestras vidas. Efectivamente, el vivir en
el Espíritu, el andar en el Espíritu, el estar llenos del fruto del Espíritu, se hace evidente
en nuestras vidas por medio de cómo conducimos nuestras relaciones con otra gente
(Gálatas 6:1-5) y con cómo usamos el dinero que Dios nos da la responsabilidad de
aplicar para Sus propósitos (Gálatas 6:6-10). Ciertamente, Pablo nos enseña que la
espiritualidad no se mide de una manera mística sino que se mide de una manera
objetiva por medio de nuestra obediencia en estas áreas.
Gálatas 6:1-5
1 Hermanos, aun si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales,
restauradlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas
tentado. 2 Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. 3 Porque si
alguno se cree que es algo, no siendo nada, se engaña a sí mismo. 4 Pero que cada uno examine
su propia obra, y entonces tendrá motivo para gloriarse solamente con respecto a sí mismo, y no
con respecto a otro. 5 Porque cada uno llevará su propia carga.
Que el pecado existe en las vidas de creyentes es una triste realidad, pero no obstante
una realidad. Es con este pensar que Pablo abre el capitulo seis de Gálatas. Debemos
tener en mente que el hombre es un pecador; y el creer algo distinto, en sí, es pecado (1
Juan 1:8, 10; Santiago 3:2). Si los creyentes no fueran susceptibles al pecado no
tendríamos todas las advertencias para prevenir caer en pecado en el Nuevo Testamento
(Efesios 6:11). Si como cristianos no sufriéramos del pecado no necesitaríamos “la
armadura de Dios,” y tampoco necesitaríamos estar “firmes contra las insidias del
diablo,” ya que ninguna de sus insidias nos podría hacer caer (Santiago 1:14, 21). Si
como cristianos no sufriéramos del pecado Santiago no nos advertiría que cada uno
puede ser tentado por sus propias pasiones; y no nos ordenaría a que desecháramos
“toda inmundicia” si la capacidad para ésta no quedara en nosotros ya.
Lamentablemente el pecado es muy real en la vida del creyente. Es por esto que la
santidad es una meta importante para todo creyente. Tanto la santidad personal como
la santidad de la iglesia. Se ha dicho que el propósito principal del creyente es el darle
honor y la alabanza a Dios; y Dios solamente puede ser honorado y alabado por Su gente
cuando éstos están siendo transformados en su carácter a ser más y más como el Señor.
A pesar que el ministerio del evangelismo es indispensable para la iglesia, la santidad es
fundamental para todo ministerio. La pureza interna del creyente y de Su iglesia es algo
que el Señor puede usar para el avance de todo ministerio y de todos los deseos de Dios.
¿Cuál es la importancia de reconocer que tan vulnerables somos para caer en pecado? Si
tenemos en mente que nosotros podemos caer en pecado, no nos enorgulleceremos al no
pecar en alguna situación y no veremos de menos a los que sí caigan en pecado. Sino
que con amor y ternura desearemos hacerles ver su error y les ayudaremos a que
regresen a una sana relación con Dios. Así al arrepentirse ellos podrán alabar al Señor y
honorarlo con sus vidas de nuevo. Es esta restauración del creyente pecador penitente
que es el primer tema con el que Pablo trata al comienzo Gálatas 6.
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120
Gálatas
Es cierto que todo cristiano debe estar principalmente atento a su santidad propia, pero
la Palabra de Dios también indica que todo cristiano tiene una responsabilidad por la
santidad y la pureza de la iglesia. Pablo, por ejemplo, instruyó a Tito a que tomara
acción al encontrar pecado en su iglesia (Tito 2:15; 3:10-11).
El mundo no comprenderá la disciplina de la iglesia — la disciplina entre hermanos en
la fe. Para el mundo tales cosas son necias (1 Corintios 2:14). Pero para un creyente, la
disciplina es evidencia del amor de Dios y de sus hermanos en la fe (Hebreos 12:11-14).
Parte de la disciplina para un hermano que se niega a arrepentirse es la separación de
ellos. Es esto lo que Pablo le mandó que hicieran a los tesalonicenses en 2
Tesalonicenses 3:6, “Ahora bien, hermanos, os mandamos en el nombre de nuestro
Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no
según la doctrina que recibisteis de nosotros.”
Es importante también tener en mente que son los pecados de creyentes los que son
tratados de esta manera. Es la iglesia que se debe mantener pura, así que todo el que se
asocié con la iglesia debe satisfacer el mismo criterio de santidad. Los que están fuera
de la iglesia, no siendo creyentes, están viviendo en sus pecados y están viviendo de la
manera que para ellos es natural. Lo que ellos necesitan es oír y responder al evangelio.
La corrección de su pecado no es algo que todavía puedan comprender porque no han
reconocido su pecado o a Cristo cómo su Salvador y Señor (1 Corintios 5:9-13).
La disciplina en la iglesia debe ser algo que se debe practicar aún con los líderes de ésta.
Es mas, éstos deben esperar ser examinados aún más detalladamente en todo lo que
hacen y dicen (1 Timoteo 5:19-20). Jesús, anticipando lo que el pecado causaría en Su
iglesia, estableció el método de disciplina para la restauración de un hermano que caiga
en pecado (Mateo 18:15-20).
Hay puntos muy importantes que hacer acerca de la disciplina de un hermano de esta
manera. El primero es la tentación en la que caen muchas congregaciones de errar en
no hacer nada. Unas iglesias deciden no confrontar el pecado en sus miembros por el
temor de ser vistas como faltas de amor, o por el temor de perder gente al hacer tal cosa.
Tal vez los que están en el error son instrumentales a algún ministerio o son
contribuidores generosos. El no ayudar a nuestros hermanos a ver su pecado y dejarlo
en su pecado es pecado también.
Pero así como es fácil caer en el error de no corregir el pecado, también es fácil caer en el
error de ser legalista y disciplinar de mal modo, con malas intenciones, o de acudir a la
disciplina muy precipitadamente. Lo que hace el caer en este error tan fácil es el
sentimiento del orgullo que le es tan natural al hombre. Efectivamente, ¡hasta nos
podemos hacer orgullosos de que no pecamos de la manera que otros pecan! Es mucho
más fácil ver el pecado en otros que el pecado en nosotros mismos. Al ver el pecado en
otros se nos puede hacer fácil el ver cómo corregirlos sin darnos cuenta que debemos
examinarnos nosotros mismos primero, y estar seguros de nuestra propia pureza para
poder ayudar a nuestros hermanos.
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Gálatas
Pero ¿cuáles pecados son los que debemos corregir?
deducir el siguiente criterio.
De Mateo 18:15-20 podemos
Primeramente el pecado que se puede y debe ser corregido debe ser pecado voluntario.
No todos los pecados que cometemos los cometemos voluntariamente. Vemos que hay
una clara distinción con respecto a cómo tratar las distintas formas de pecado en las que
caemos en 1 Tesalonicenses 5:14, “Y os exhortamos, hermanos, a que amonestéis a los
indisciplinados, animéis a los desalentados, sostengáis a los débiles y seáis pacientes
con todos.”
De acuerdo a este versículo, a los débiles les debemos ayudar a no pecar. A los que están
desalentados les debemos dar ánimos para que disfruten de su vida en Cristo. Pero a los
que son “indisciplinados,” u “ociosos” (RV), a éstos debemos amonestar. Alguien que es
“ocioso” es alguien que no tiene uso ni ejercicio para aquello a lo que está destinado. Un
creyente está destinado a la obediencia, pero el “ocioso” o “indisciplinado” no está
poniendo en practica su obediencia. Esta es una persona rebelde e ingobernable.
Cuando una persona sabe la verdad de la Palabra de Dios y aún así decide
desobedecerla, no hay otro recurso más que la disciplina.
Es muy importante darnos cuenta que igual de importante a la disciplina del pecador es
la paciencia que debemos tener con todos los hermanos. Como ya hemos visto, la
paciencia es uno de los elementos característicos del fruto del Espíritu.
Segundamente, el pecado debe ser una obra específicamente prohibida en la Biblia (1
Corintios 5:9-13). A pesar que la gente puede pecar con sus pensamientos y con sus
actitudes, para poder amonestar a alguien por un pecado, ese pecado debe ser expresado
en obra o en palabra. Este debe ser el caso porque primeramente tenemos limitado
conocimiento del corazón del hombre (1 Samuel 16:7), y segundamente porque lo que
está en el corazón del hombre eventualmente será expresado (Mateo 15:15-20).
De modo que las áreas de la conciencia están excluidas para la disciplina. Es decir, ya
que lo que puede ser pecado para una persona, pueda no serlo para otra persona, estas
cosas están excluidas de la disciplina. Por ejemplo, un hombre puede sentir convicción
que el Señor no aprobaría de que él viera cierto tipo de programa de televisión, y por
tanto para esta persona el ver ese tipo de programa sería pecado. Pero esta persona no
puede confrontar a un hermano que sí ve ese tipo de programa, pero quién no siente la
convicción que el Señor no aprueba que él haga eso. Efectivamente, no podemos
confrontar a otros basándonos solamente en nuestra propia conciencia (Romanos 14:112).
De modo, aunque no debemos disciplinar a una persona por ver algún programa de
televisión, sí debemos disciplinar a alguien por robarse un televisor, ya que la Biblia sí
nos enseña que el robar es pecado.
Pensando de esta manera vemos que las áreas de justicia o rectitud personal también se
excluirían de ser disciplinadas. Por ejemplo, no podríamos disciplinar a alguien por no
ser amoroso. Simplemente porque todos estamos faltos en el área del amor y estamos
en distintas etapas de nuestra madures o nuestro desarrollo espiritual. No obstante, a
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Gálatas
pesar que no deberíamos disciplinar a un hermano por no ser amoroso, sí lo deberíamos
disciplinar si comete un acto no amoroso, como el no serle fiel a su esposa.
El propósito de la disciplina siempre tiene que ser la restauración del hermano que está
en pecado. Si tenemos eso en mente tendremos también en mente que cómo lo
corrijamos debe demostrar el amor de Dios para con él. Esto nos ayudará a ser más
discretos, tanto en cómo corregir a un hermano, así como cuando corregir a un
hermano.
Debemos estar muy concientes de estas debilidades antes de juzgar a nuestros
hermanos. Y es con esta caución que Pablo cerró el capitulo cinco y ahora abre el
capitulo seis.
Pablo dirige su mensaje a “hermanos” (v. 6:1). Es decir, Pablo nos hace ver que el tema
de la corrección, o sea de la restauración, de un creyente por otro creyente es lo que él
está enseñando. La restauración de un hermano en pecado es la responsabilidad de un
hermano en la fe. Y es con el amor que Dios manda que tengamos para con un hermano
en la fe que debemos hacer esta corrección.
Todo hermano merece ser restaurado si cae en pecado, por cualquier razón. La frase
“sorprendido en alguna falta” (v. 6:1) puede dar la impresión que el hermano pecador
fue descubierto en el acto del pecado, pero ese no es necesariamente el sentido aquí. El
sentido que la falta en sí o sus consecuencias han causado una situación en la cuál el
hermano en pecado nota o sufre su error. Unos comentaristas ven el descuido moral de
la persona como la razón por la sorpresa. Es decir, piensan que el pecado no fue
necesariamente cometido con premeditación sino que sucedió porque la persona se
descuido o creyó que podía soportar más tentación que realmente podía, y por eso se
dejo ser tentado. También puede ser la persona que quiere vivir su vida bien, pero nada
más está confiando en sus propias fuerzas y no sometiéndose al Señor.
La palabra “falta” (v. 6:1) es traducida de la palabra griega “PARAPTOMATI” que más
literalmente quiere decir tropiezo, o un desvío de un camino de rectitud moral.
La responsabilidad de la corrección de los hermanos que tropiezan, o que cometen otros
pecados más serios, le es dada a los hermanos que son “espirituales” (v. 6:1). En el
capitulo anterior vimos qué caracteriza a un hermano “espiritual.” Un hermano
“espiritual” es alguien que anda en el Espíritu. Un hermano “espiritual” es alguien que
manifiesta el fruto del Espíritu en su vida cotidiana. Un hermano “espiritual” es alguien
que no está orgulloso de su rectitud moral, sino que es alguien que reconoce que tan
fácil él estaría en pecado si no fuera por la gracia de Dios. Un hermano “espiritual” es
alguien que no se verá a sí mismo como mejor que el hermano que está en alguna falta.
Un hermano “espiritual” es alguien que reconocerá su responsabilidad de corregir al
hermano que está en alguna falta.
A este punto es importante comprender la distinción entre la espiritualidad y la
madures. La madures es algo relativo, es decir, depende en el crecimiento y el progreso
que un creyente hace al llegar a la fe. La espiritualidad, por otro lado, es una realidad
absoluta que no está relacionada al crecimiento. En otras palabras, un creyente, desde
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Gálatas
el momento de su conversión, es espiritual o no. Como vimos al hablar sobre las obras
de la carne y el fruto del Espíritu, un creyente no puede estar viviendo en la carne y en el
Espíritu al mismo tiempo.
La madures puede ser considerada como el efecto cumulativo del andar en el Espíritu.
Pero cuando sea que andemos en el Espíritu, llenos del Espíritu, demostrando el fruto
del Espíritu en nuestras vidas, seremos los “espirituales” a quienes Pablo llama a que
tomen la responsabilidad de corregir a sus hermanos cuando éstos tropiecen.
Los “espirituales” son los fuertes que deben sobrellevar las flaquezas de los débiles,
exhortar a los indisciplinados, animar a los desalentados, sostener a los débiles, y ser
pacientes con todos (Romanos 15:1; 1 Tesalonicenses 5:14).
Los “espirituales” no son los que son sospechosos de sus hermanos, ni curiosos de lo que
otros hacen; pero sí son suficientemente sensitivos al pecado para reconocerlo cuando lo
ven y saber cómo confrontarlo.
Al ver la disciplina en la iglesia el mundo comúnmente acusa a la iglesia de no cumplir
con la orden de Jesús en Mateo 7:1 de no juzgar. Es mas, muchas iglesias usan este
versículo para no tomar la responsabilidad de corregir el pecado en sus congregaciones.
Esto es lamentable, ya que visto en su contexto, este versículo es parte de la explicación
de qué se debe hacer para poder juzgar a otros (Mateo 7:1-5).
Mateo 7:1-5
1 No juzguéis para que no seáis juzgados. 2 Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados;
y con la medida con que midáis, se os medirá. 3 ¿Y por qué miras la mota que está en el ojo de tu
hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo? 4 ¿O cómo puedes decir a tu
hermano: “Déjame sacarte la mota del ojo,” cuando la viga está en tu ojo? 5 ¡Hipócrita! Saca
primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu
hermano.
Debemos notar nuestra propia pecaminosidad y debemos guardarnos del pecado para
poder ver con claridad los pecados de otros y poder ayudarlos a ser restaurados. La
caución de no juzgar es dada a la persona orgullosa de su propia conducta, quién al
hacer eso efectivamente juzga a otros basándose en sí mismo como el ejemplo de la
perfección. Es esta persona orgullosa de su supuesta rectitud moral la que no debe
juzgar a otros ya que esta persona no es “espiritual.”
De modo que es la persona que es “espiritual” quien sí debe hacer algo acerca de su
hermano que se encuentre en “alguna falta.” Pero, ¿qué es lo que el hermano espiritual
tiene que hacer con el hermano en falta?
El hermano espiritual tiene que “restauradlo” al hermano en falta. La palabra
“restauradlo” traduce la palabra griega “KATARTIZETE” que quiere decir reparar,
remendar, completar. Es usada en el tenso continuo presente indicando que es
necesario tener paciencia y perseverancia en el proceso de la restauración.
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Gálatas
Esta misma palabra aparece en Mateo 4:21 y es traducida “remendando” para dar a
entender que unas redes estaban siendo reparadas, que una rotura estaba siendo
compuesta; o sea, que las partes que se habían separado estaban siendo reunidas.
Mateo 4:21
Y pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la
barca con su padre Zebedeo, remendando sus redes, y los llamó.
En 1 Corintios 1:10 la misma palabra es traducida a la frase “enteramente unidos”,
demostrando cómo lo que ha sido separado debe ser reunido. De modo, que el punto de
la disciplina es la restauración del creyente que ha caído en pecado. El punto de la
disciplina es de traer al creyente caído a estar de nuevo “enteramente unido” con sus
hermanos.
1 Corintios 1:10
Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos os pongáis de
acuerdo, y que no haya divisiones entre vosotros, sino que estéis enteramente unidos en un
mismo sentir y en un mismo parecer.
En 1 Tesalonicenses 3:10, “KATARTISAI” es traducida “completemos”, indicando que lo
que ha sido separado no está completo. El hermano en pecado no está completo al estar
separado de Su Salvador y de sus hermanos.
1 Tesalonicenses 3:10
según oramos intensamente de noche y de día que podamos ver vuestro rostro y que
completemos lo que falta a vuestra fe?
De modo que la restauración en sí consiste del hacerle ver al hermano que ha caído en
pecado que él ha pecado. Él tiene que reconocer su error para poder confesarlo y
cambiar lo que tiene que ser cambiado en arrepentimiento.
De modo que los hermanos espirituales deben restaurar al hermano que ha caído en
pecado. Pero, ¿cómo han de hacer esto ellos?
Lo deben hacer “en un espíritu de mansedumbre” (v. 6:1). Como vimos, la
mansedumbre es una característica del fruto del Espíritu (v. 5:23), y por tanto del que es
“espiritual.” Un hermano que critica al hermano que está corrigiendo no lo está
haciendo “en un espíritu de mansedumbre.” De modo que nuestra corrección de alguien
debe ser hecha con amor, con la meta de que tanto nosotros estamos obrando para la
honra y gloria de Dios así como esperamos nuestro hermano querrá obrar al darse
cuenta de su error.
De modo que la amorosa corrección es lo primero que hacemos al ver un hermano en
pecado. Si él reconoce su error y se arrepiente, que gran gloria le hemos ambos traído a
nuestro Señor.
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Gálatas
Pero si el hermano que estamos corrigiendo se niega a ser corregido, o no reconoce su
error, entonces este es el hermano que es “indisciplinado” (1 Tesalonicenses 5:14), u
“ocioso” (RV). Y es este hermano al que debemos disciplinar por medio de la iglesia
(Mateo 18) y no solamente por medio personal (Gálatas 6). Pero en este caso también
haciéndolo con amor y con la meta de que todo lo que hagamos, nosotros y el hermano
siendo disciplinado, llegue a ser para la gloria de Dios.
Si el proceso de la disciplina de la iglesia es necesario para traer al hermano al
arrepentimiento la mansedumbre siempre debe caracterizar cómo, al arrepentirse, lo
recibamos de regreso a la congregación. Hablando de un pecador que se había
arrepentido en 2 Corintios 2:7, Pablo dice que lo debemos perdonar y consolar para
evitar que el pesar de la gran tristeza por lo que ha hecho lo agobie.
La advertencia que Pablo da al hermano “espiritual,” al hermano que le ordena que
restaure al hermano en falta, es que se examine a sí mismo. Porque él también, el
hermano espiritual, puede ser tentado y caer en el mismo u otro pecado.
La palabra “mirándote” (Gálatas 6:1) traduce la palabra griega “SKOPON,” que es una
forma fuerte para decir que algo se tiene que observar o considerar con mucha atención.
La palabra se encuentra en el tenso presente, el cuál da énfasis a la continuidad de la
acción. Es decir, el hermano espiritual debe continuamente, y diligentemente, observar
cómo él anda en el Espíritu para poder mantener una pureza que le sea agradable al
Señor.
Nunca debemos pensar que somos inmunes al pecado, sino que debemos tener la
humilde actitud que reconoce que necesitamos la fuerza del Espíritu Santo en nosotros
para poder combatir las tentaciones que nos atacan. Siendo humanos es nuestra
naturaleza el ser vulnerables a la tentación. Pero por la gracia de Dios, podemos
triunfar y ayudarnos los unos a los otros a tener victoria sobre el pecado.
De modo que la primera responsabilidad que Pablo le da al hermano que es “espiritual”
con respecto a un hermano que se encuentra en pecado es la de restaurarlo a un estado
de unión con Cristo y Su cuerpo — la iglesia. La segunda responsabilidad que Pablo da
al hermano que es “espiritual” con respecto a un hermano que se encuentra en
dificultades lo encontramos en el versículo 2.
La segunda responsabilidad que Pablo le da al hermano que es “espiritual” es de llevar
las cargas de otros. La palabra “Llevad” (v. 2), o “Sobrellevad” (RV), traduce la palabra
griega “BASTAZETE,” que viene del verbo griego “BASTAZO,” y da a entender el cargar
o soportar con alguna carga, o algún peso, o algún agobio. Pablo usa esta palabra
metafóricamente cuatro veces en su epístola a los gálatas.
En Gálatas 5:10 es usada para denotar que los falsos hermanos que estaban perturbando
a los gálatas “llevarán” o “cargarán” con su castigo apropiado.
En Gálatas 6:5 es usada para denotar que cada creyente “llevará” la carga del efecto de
su falla en desempeñar su obligación como creyente. Es decir, que cada creyente es
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Gálatas
responsable ante Dios por cómo lleva sus propias cargas, por cómo él o ella responde a
las circunstancias de su vida.
En Gálatas 6:17 es usada para denotar que Pablo “levaba” sobre él las cargas de
Jesucristo.
Aquí en Gálatas 6:2, Pablo usa la palabra “BASTAZETE” para dar la orden a creyentes
que participen en llevar las cargas de otros. Es decir, que el hermano que es “espiritual”
debe ayudarle a otros hermanos en la fe con sus cargas, sus preocupaciones, y sus
agobios.
¿Cuáles son las “cargas” de otros creyentes con las que debemos ayudarnos los unos a
los otros? La palabra “cargas” traduce la palabra griega “BARE,” que quiere decir
“peso.” Esta palabra denota cualquier cosa que presiona físicamente a una persona, o
que demanda el gasto de los recursos de una persona — tanto recursos materiales como
espirituales.
Las enseñanzas claras que vemos en este versículo son:
1. Que todos tenemos cargas, penas, o agobios de algún tipo.
2. Que todos los creyentes nos debemos ayudar los unos a los otros con estas cargas,
penas o agobios.
Es importante notar un par de detalles acerca del mandamiento que Pablo da aquí de
“llevar” las cargas:
1. La palabra griega “BASTAZETE,” la cual acabamos de examinar, está aquí
gramaticalmente en el modo imperativo, y es por eso que es una orden. Pero
también está gramaticalmente en el tiempo presente, lo que quiere decir que esto
es algo que todo creyente, todo aquel que es “espiritual,” debe practicar
continuamente. El llevar las cargas no es algo que se debe hacer de vez en
cuando, sino que todo el tiempo.
2. La orden es para que todos los creyentes lleven “los unos las cargas de los otros.”
Es decir, debemos buscar asistencia de otros creyentes para que nos ayuden con
nuestras cargas. No debemos de pensar que porque somos “espirituales” no
necesitaremos que otros nos ayuden. Es mas, lo opuesto es lo correcto — el que
es verdaderamente “espiritual” reconoce su pecaminosidad y su necesidad. Si
estamos manifestando en nuestras vidas el fruto del Espíritu, seremos mansos, o
humildes. No dejaremos que el orgullo nos impida buscar ayuda. Sea esta ayuda
espiritual, como es el sentido principal en nuestro pasaje, o ayuda material, como
es el sentido más amplio de las cargas que nos pueden agobiar o tentar al pecado.
Pablo concluye el versículo diciéndonos que al hacer esto, al llevar las cargas de nuestros
hermanos junto con ellos, y al pedir que ellos nos ayuden con nuestras cargas también,
estaremos cumpliendo con la ley de Cristo.
¿Cuál es la ley de Cristo? Encontramos detalles sobre esta ley en Juan 13:34, Romanos
13:8-10, y Gálatas 5:14.
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Gálatas
De modo que al ayudar a un hermano a ser restaurado y mantenerse andando en el
Espíritu lo estamos amando como Jesús nos amó a nosotros. Al llevar las cargas de
nuestros hermanos, al ponernos a la par de ellos cuando están en dificultades, sean estas
por pecado o no, estamos amándolos como Jesús nos amó a nosotros. Al pedir que
nuestros hermanos nos ayuden a soportar los agobios en los que nos encontramos
estamos dándoles la oportunidad de que nos amen como Jesús nos ha amado. Y porque
nos estamos amando los unos a los otros como Cristo nos amó estamos cumpliendo con
la ley de Cristo.
El hermano que es “espiritual” es quién ama a otros como a sí mismo. Y es a él a quien
Pablo aquí ordena a que restaure al hermano que se encuentra en pecado y que lleve la
carga del hermano que se encuentra en pecado.
Para poder ayudar a un hermano en pecado debemos ser espirituales. Para
verdaderamente ser espiritual un creyente debe pensar de sí mismo de una manera
adecuada, con buen juicio y del punto de vista de Dios. Es decir, no debe pensar más
alto de sí mismo de lo que debe pensar. Todo creyente que es espiritual debe reconocer
que no es nada, si no reconoce esto, se engaña a si mismo (Romanos 12:3).
Es muy fácil ver los errores en otros, pero muy difícil ver los errores en nosotros
mismos. Es también muy fácil pensar que la razón por la cuál no estamos en las mismas
circunstancias que otra persona es porque somos mejores que ellos, o más buenos en
algo o de algún modo.
Al pensar de este modo nos estamos poniendo a nosotros mismos en un lugar más alto
de lo que debemos. Nos estamos dando crédito por algo que no es nuestro hacer.
Para ser espirituales debemos reconocer nuestra vulnerabilidad propia. Debemos
reconocer que no somos mejores que el hermano en pecado. Debemos reconocer que si
no fuera por la gracia de Dios en nuestras vidas estaríamos en la misma o peores
circunstancias que el hermano en pecado. Todo el crédito por algo bueno en nuestras
vidas le debe ser dado al Señor con sinceridad (Romanos 7:18).
Una realidad muy útil para mantener en mente y que Pablo aquí enseña es que aún el
creyente que es espiritual, aún la persona a quién él está ordenándole que ayude al
hermano en pecado, o sea, la aún la persona que anda en el Espíritu, es nada.
Al pensar de nosotros mismos de este modo — reconociendo que no somos nada —
tendremos la humildad requerida para corregir y poder ayudar al hermano en pecado
con mansedumbre.
Es también útil darnos cuenta que este modo de pensar — reconociendo que no somos
nada — va en contra del orgullo del hombre, y va en contra de la arrogancia que se
estima tanto en nuestra cultura (1 Juan 2:16; Santiago 4:6; 1 Pedro 5:5; Salmos 138:6).
¿Qué diría Pablo del moderno concepto psicológico de la autoestima? El mundo apoya
que nos amemos a nosotros mismos, suponiendo que no lo hacemos. Dios, quien
conoce nuestros corazones mejor que nosotros mismos, en Su Palabra toma por hecho
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Gálatas
que nos amamos a nosotros mismos más de lo que debemos. Dios sabe que nos
apreciamos y valuamos más de lo que debemos. Ya que pensamos de nosotros como
que si fuéramos algo, cuando en realidad no somos nada. El orgullo del mundo es algo
de lo que nos debemos guardar con mucho cuidado.
En el versículo 3 Pablo nos da una útil advertencia. En este versículo vemos una razón
por la cuál un creyente pueda fallar en ayudarle a su hermano en la fe cuando lo ve caído
en pecado es por el orgullo. El creyente que no ha caído en el pecado puede
considerarse a sí mismo como más importante, más santo, que su hermano y por eso
pueda no querer bajarse de su supuesta alta posición para ayudarle a alguien con las
consecuencias del pecado.
Es por el orgullo que lo encontramos difícil ver cómo poder ayudar a nuestro hermano
en pecado. Y también es por el orgullo que lo encontramos fácil criticarlo; aún si solo lo
hacemos con nuestros pensamientos.
La realidad es que al pensar que somos algo nos estamos engañando nosotros mismos.
De igual manera, al pensar que somos mejores que otros nos estamos engañando
nosotros mismos. Dios no nos ve de ese modo.
El mejor modo para salir del engaño que es el pensar que somos algo, es el examinar
nuestra propia obra por sí sola, sin compararla con la obra de otra persona.
Nos ayuda ver con un poco más detalle la orden que Pablo da de que “cada uno examine
su propia obra.” La palabra griega que se traduce aquí “examine” viene de la palabra
“DOKIMAZO,” que denota un examen con la expectativa de aprobación. Y dado que el
tenso es presente, es constantemente que debemos estar examinándonos con la
expectativa que debemos llegar a ser aprobados por Dios.
Efectivamente, el examen personal es un requisito que debemos satisfacer antes de
poder ayudar a un hermano en pecado. Cuando examinamos nuestra propia obra sin
tratar de compararnos con otros, ya que la expectativa es que debemos ser aprobados
por Dios y Él no nos evalúa en comparación con otros, llegaremos a tener un punto de
vista apropiado de nosotros mismos.
Es cuando nos examinamos correctamente, y vemos que hemos sido obedientes, que
llegaremos al punto de vista que Jesús describe en Lucas 17.
Lucas 17:10
Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha ordenado, decid: “Siervos
inútiles somos; hemos hecho sólo lo que debíamos haber hecho.”
De modo que al examinar nuestras propias obras tendremos motivo para gloriarnos,
pero sólo con respecto a lo que nosotros hemos hecho y no con respecto a lo que otros
han hecho. Al no poder vernos como mejores que otros por las cosas que hemos hecho,
o no hecho, todo lo que queda es la evaluación de nuestras obras con respecto a lo que
Dios manda. Y si nuestro examen propio nos demuestra que hemos sido obedientes, lo
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Gálatas
mejor que podemos concluir de nosotros mismos es que sólo lo que debíamos de haber
hecho es lo que hicimos.
¿Cómo nos podemos gloriar de nosotros mismos? ¡No podemos! Y ese es el punto que
Pablo está haciendo. El creyente que se examina constantemente a sí mismo se va a dar
cuenta que tan gran pecador él es y cómo no merece la gracia de Dios. Pero un examen
detallado de un creyente que ha sido fiel al Señor, de un creyente que está andando en el
Espíritu, va a demostrarle al creyente las cosas que Dios ha hecho y está haciendo en su
vida. Y es en lo que el Señor ha hecho que sí se puede uno gloriar, ya que la gloria
entonces va a quién le pertenece, al Señor (2 Corintios 10:12-18).
¿Cómo nos podemos gloriar en el Señor? Nos gloriamos en el Señor al reconocer que es
Él quien hace lo bueno y lo justo y no nosotros. Si hay algo bueno en nosotros es porque
Dios está obrando y usándonos — gloria a Dios (Jeremías 9:23-24).
La evaluación personal, el continuo examen personal que el creyente debe hacer de sí
mismo con la expectativa de ser aprobado, es importante “porque cada uno llevará su
propia carga.” Es esto lo que el versículo 5 nos dice, pero ¿está esto en contradicción del
versículo 2? En el versículo 2 vimos que debemos llevar las cargas los unos de los otros,
pero aquí en el versículo 5 ahora vemos que cada uno va a llevar su propia carga; ¿están
en contradicción estos versículo?
Claramente la respuesta es que no – la Biblia no tiene contradicciones. Es útil ver de
nuevo las palabras que son usadas en estos versículos en el idioma original. Como ya
vimos en el versículo 2, la palabra “cargas” traduce la palabra griega “BARE,” que quiere
decir “peso,” un peso que demanda el gasto de las fuerzas y de los recursos de una
persona.
Por otro lado, en el versículo 5, la palabra “carga” traduce la palabra griega
“PHORTION,” que quiere decir algo que se lleva o se carga sin ser pesado.
La diferencia entre “PHORTION” y “BAROS” es que “PHORTION” es simplemente una
carga que es soportada — es una carga llevada con uno sin alguna referencia a su peso.
Pero “BAROS” siempre indica que la carga es pesada y difícil de llevar.
En Mateo 11:30, es la palabra “PHORTION” que Jesús usa para describir la carga liviana
que es la obediencia a Él.
De modo que en el versículo 5 Pablo simplemente nos acuerda que todos somos
responsables por nuestras propias obras. Incluso en nuestras obras, van las
responsabilidades del ministerio que Dios nos da a cada uno.
EL USO DE LOS BIENES
Pablo terminó el capitulo 5 explicando lo que es el andar en el Espíritu. Y al comienzo
del capitulo 6 nos da un par de ejemplos de lo que es el andar en el Espíritu, o sea,
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Gálatas
ejemplos de los resultados que debemos esperar de nosotros cuando andamos en el
Espíritu.
Primeramente, de los versículos 1 al 6, Pablo se enfocó en el hecho que la corrección de
un hermano en pecado es la responsabilidad del hermano que es “espiritual.” Es decir,
el hermano que es espiritual va a poner el esfuerzo necesario, así como el cariño y la
ternura necesarias para ayudarle al hermano que está en pecado a que vea su error y se
arrepienta. No sólo eso, sino que el hermano espiritual también va a cargar con las
cargas de su hermano. De modo que una de las razones por las que debemos
mantenernos andando en el Espíritu es para poder ser ese hermano espiritual que puede
ayudar a su hermano en pecado cuando éste necesita su ayuda.
El segundo punto que Pablo hace en esta sección lo encontramos en los versículos que
completan la sección de Gálatas 5:25-6:10.
Gálatas 6:6-10
6 Y al que se le enseña la palabra, que comparta toda cosa buena con el que le enseña. 7 No os
dejéis engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará. 8
Porque el que siembra para su propia carne, de la carne segará corrupción, pero el que siembra
para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. 9 Y no nos cansemos de hacer el bien, pues a su
tiempo, si no nos cansamos, segaremos. 10 Así que entonces, hagamos bien a todos según
tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe.
Unos comentaristas han notado que hay un tipo de cambio en contexto inmediato.
Pablo pasa del tema de la restauración de un hermano en pecado al tema de compartir
toda cosa buena. Otros han notado como este nuevo tema se relaciona con la enseñanza
de las ofrendas. Unos de los comentaristas que consideran este cambio en tema como
muy drástico piensan que el tema de las ofrendas no es parte de lo que Pablo nos quería
dar a entender por medio de este pasaje.
A pesar que sí hay un cambio en enfoque, el pensar que Pablo no estaba incluyendo las
ofrendas en su orden a creyentes que compartan “toda cosa buena con el que le enseña”
diminuye la totalidad de lo que Pablo estaba comunicando.
Por lo general, comentaristas sí están de acuerdo que el punto principal que Pablo en
realidad está haciendo es que todos los creyentes “hagamos bien a todos según
tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de fe” (v. 10). Pero no
debemos perder la oportunidad de aprender qué es lo que Pablo enseña acerca del
ofrendar aquí.
Aunque el ofrendar pueda estar en drástico contraste a la restauración del hermano en
pecado en el contexto inmediatamente antes de este tema, el ofrendar no está fuera del
contexto del libro. Es mas, el hecho que Pablo regresa al tema del individuo que enseña
la verdadera Palabra de Dios, es una excelente manera para comenzar a cerrar su
epístola.
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Gálatas
De hecho, el tema principal del libro ha sido la salvación por medio de la fe, y cómo toda
enseñanza que va en contra de esa verdad debe ser rechazada, así como los que enseñan
tales errores.
Un breve repaso de este tema en el libro de Gálatas nos demuestra que el tratar con el
tema de la ofrenda en este punto del libro es muy apropiado. Es mas, los hermanos
espirituales a quienes Pablo les estaba escribiendo, son quienes iban a tener que
restaurar a los hermanos en pecado, incluyendo los hermanos que habían caído bajo el
engaño que la salvación dependía de las obras de obediencia a la ley y no solamente de
la fe. Efectivamente, es este el error principal con el que Pablo trata en esta epístola. Y
eran los falsos hermanos que habían invadido Galacia los que estaban engañando con
sus enseñanzas y buscando obtener ganancia financiera por su falsa instrucción. El
apoyo de tal obra era, y es, una mala inversión de los bienes con los que Dios nos ha
confiado.
En Gálatas 1:6-12 Pablo introduce el tema de la enseñanza falsa que había llegado a
Galacia, y cómo los gálatas habían fácilmente caído en ese engaño. Estos hermanos que
habían caído de esta manera necesitaban ser corregidos y restaurados ya que ellos
estaban en pecado al creer falsas enseñanzas.
En Gálatas 2:11-16 vemos que Pedro era uno de los hermanos en necesidad de
corrección y restauración, y es eso específicamente lo que Pablo hace. Pedro se había
dejado llevar por las enseñanzas de los falsos hermanos, y por tanto estaba en pecado y
con necesidad de ser corregido y restaurado. Pablo, siendo el hermano espiritual, nos
demuestra cómo él corrigió a Pedro. La restauración de Pedro no es explícitamente
mencionada en Gálatas, pero sí es implícitamente razonada. Sí sabemos que Pedro
cambió su perspectiva, y por tanto también es prudente pensar que su amor por Pablo
solamente creció como un resultado de la corrección de parte de Pablo (2 Pedro 3:15).
En Gálatas 3:1-4 vemos que es el error del ser dejados llevar por la falsa enseñanza, en
vez de lo que Pablo les había enseñando, que Pablo está corrigiendo en los gálatas. Y es
de esperar que más tarde en su epístola Pablo les diría a los que se habían arrepentido o
no caído en error que, siendo ellos espirituales, fueran, corrigieran y restauraran con
mansedumbre a los hermanos que sí habían caído en error.
En Gálatas 4:12-20 Pablo les recuerda de nuevo a los gálatas que fue él quien les enseñó
la verdad de la Palabra de Dios por primera vez. Pablo también les recuerda cómo fue
que ellos respondieron al oír la verdad, y cómo esa respuesta fue apropiada.
Especialmente, en cómo fue que ellos respondieron hacia él. Aparentemente, los gálatas
que habían llegado a tener fe en Cristo trataron a Pablo de tal manera que hubieran
hecho cualquier cosa por él. Ese era el tratamiento que los falsos hermanos envidiaban
y que estaban tratando de obtener de los gálatas. Pero el apoyo de las falsas enseñanzas
es pecado, por lo tanto, los falsos maestros estaban tentando a los gálatas a que pecaran
al apoyarlos.
Lucas 20:45-21:4 y Marcos 12:38-44 nos hablan de un evento ejemplar con respecto al
pecado que puede haber cuando se ofrenda para apoyar a aquellos que enseñan
falsedad. En estos pasajes vemos los extremos de la maldad a la que los falsos maestros
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Gálatas
llegan – de quitarles hasta a las viudas todo lo que tienen. Y los grandes pecados a lo
que esto llevan a la gente – darles a los falsos maestros todo con lo que Dios les ha
confiado, así como hizo la viuda. El apoyo de tales maestros y sus organizaciones es
pecado.
En Gálatas 5:9-10 vemos cómo Pablo tenía confianza que el Señor se encargaría de
tratar justamente con los falsos maestros, y cómo los verdaderos creyentes de Galacia no
seguirían a tales hombres.
Finalmente, en Gálatas 6:12-13, Pablo regresa al tema de los falsos maestros de nuevo.
Allí Pablo señala cómo estos solamente buscan y enseñan el embriagar la carne. Y se
glorían por las cosas de la ley que hacen, sin verdaderamente haber cumplido la ley.
Estos son los que buscan apoderarse de los bienes de los creyentes. Ellos quieren ser
con quienes los creyentes compartan todas las buenas cosas, y es eso los que los motiva
en vez del darle gloria y honor a Dios. Los que verdaderamente enseñan la Palabra de
Dios para la gloria y honra del Señor no van a tener ambiciones o expectaciones
lucrativas. Los auténticos ministros del Señor no van a esperar obtener riquezas como
el resultado de su enseñanza de la Palabra.
De modo que podemos decir que Pablo sí enseña en Gálatas 6:6 que todo creyente que
es instruido en la auténtica Palabra de Dios tiene la responsabilidad de compartir toda
cosa buena con la persona que le enseña.
¿Cómo se hace esto? El compartir es una buena obra con la que debemos cumplir
cuando tengamos las oportunidades para hacerlo, y lo debemos hacer con toda la gente.
Pero principalmente con los hermanos en la fe, y eso incluye a los hermanos que han
dedicado su vida al ministerio de la Palabra de Dios.
Cuando alguien dedica su vida a la obra del ministerio de la Palabra, ese hombre no va a
tener tiempo para ganarse la vida por medio de un empleo. Es decir, el hombre que en
vez de trabajar para ganarse la vida dedica su tiempo a la obra del ministerio, es el
hombre que va a tener escasez y por tanto mayor necesidad de recibir ayuda. Del punto
de vista de Pablo, y por tanto de Dios, este hombre que decide dedicar su vida a la obra
del ministerio es digno de obtener ayuda económica de su iglesia local. En otras
palabras, el apoyar a y el compartir con este hombre es la responsabilidad y el honor de
la iglesia local donde él ejerce su ministerio.
En tiempos modernos, en este país, es de las ofrendas que los miembros aportan a su
iglesia local de donde viene el auxilio para los pastores que se han dedicado al ministerio
de la Palabra de Dios. De modo que podemos decir que en este sentido la ofrenda está
incluida en lo que Pablo aquí dice.
Efectivamente, el hombre que dedica su vida al ministerio — que hace el ministerio su
oficio – tiene derecho a vivir u obtener su sostenimiento y el sostenimiento de su familia
por medio de su dedicación al ministerio (Lucas 10:7; 2 Corintios 2:17; 1 Timoteo 5:17; 1
Corintios 9:3-18; Hebreos 13:7).
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Gálatas
El pensar que no tenemos la responsabilidad de asegurarnos del bien estar de nuestros
hermanos que nos enseñan la Palabra es un engaño. Debemos tener cuidado a no caer
en tal mentira. El pensar que por alguna razón esto no es nuestra responsabilidad o
nuestro encargo, sino que es la responsabilidad de otros en la iglesia — de los
encargados de la iglesia — también es un engaño.
Al dejarnos ser engañados, o sea, al creer en doctrinas erróneas aún después de haber
oído la verdad, nos estamos burlando de Dios. Es a esto a lo que Pablo se refiere en
Gálatas 6:7.
La palabra “burla” traduce la palabra griega “MUKTERIZO.” Esta palabra viene de la
palabra “MUKTER,” que quiere decir “nariz.” De modo que “MUKTERIZO” da a
entender el hacer gestos o muecas con la intención de burlar y de faltar el respeto. Esta
palabra es usada en la voz media, o sea que no indica que el hombre no se burla de Dios,
ya que los hombres sí le faltan el respeto a Dios constantemente. Sino, estando en la voz
media, indica que Dios no cae en el engaño en el que el hombre sí cae. Las burlas del
hombre son sin sentido y el resultado de tales no serán para su bien. Dios sabe cuál es la
verdad aún si nosotros no lo sabemos o pensamos que Dios no lo sabe. No sólo no
podemos esconder nada de Dios, sino que Él hasta sabe lo que está en nuestros
corazones mejor que nosotros mismos.
Pablo concluye este versículo con este punto: el hombre obtendrá el resultado de sus
burlas de Dios. Para ilustrar este punto Pablo usa aquí una comparación con la
naturaleza. Es de lo que el hombre ha plantado de lo que puede esperar segar. La
cosecha que obtenemos es de la misma semilla que plantamos. Si el hombre siembra un
árbol de manzana, al crecer el árbol y dar fruta, no le va a dar naranjas o peras, sino que
le va dar manzanas.
Así también con la vida moral del hombre, si cultivamos las cosas materiales,
cosecharemos los frutos materiales – que son impredecibles y no nos acercan a Dios. Si
cultivamos las cosas espirituales, cosecharemos las cosas espirituales que sí nos acercan
a Dios.
Si invertimos nuestro tiempo, nuestras fuerzas y nuestras riquezas en las cosas del
mundo, no podemos esperar que recibiremos frutos espirituales, sino que recibiremos
los frutos del mundo. Por muy buenos que los frutos del mundo parezcan – más
riquezas, las oportunidades de darnos los gustos que nos complazcan cuando nos
complazca, etc. – estos frutos no nos van a acercar a Dios. Lo que no nos acerca a Dios
no es bendición.
Es cuando andamos en el Espíritu y desplegamos en nuestras vidas el fruto del Espíritu,
que estaremos sembrando semillas espirituales y podremos cosechar frutos espirituales.
En otras palabras, es al hacer inversiones espirituales que sabemos que recibiremos
dividendos espirituales. Es al desplegar el fruto del Espíritu en nuestras vidas que nos
acercamos a Dios y en eso obtenemos bendición – al acercarnos a Dios y prepararnos
para mejor servirle y alabarle en la eternidad.
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Gálatas
De igual manera, si nuestras inversiones son materiales, si invertimos nuestras vidas
con el complacer los deseos de la carne; los dividendos que colectaremos por esta
inversión serán materiales también. Esos dividendos son la corrupción (Job 4:8;
Proverbios 1:31-33; 2 Corintios 9:6).
Efectivamente lo que estos pasajes nos dicen, así como vemos en Gálatas 6, es que hay
una ley de causa y efecto que gobierna los asuntos del hombre. Esta ley está en efecto
tanto en asuntos materiales como en asuntos espirituales.
Dado lo que acabamos de ver, alguien podría hacer la siguiente pregunta: “Si hay una ley
de causa y efecto que gobierna los asuntos del hombre, entonces ¿cómo se escapa el
hombre del efecto de su pecado?”
Esta ley de causa y efecto, o sea, que el hombre siega lo que siembra, no contradice al
evangelio de gracia. Es mas, la ley de la salvación en Cristo Jesús es, de hecho, la más
alta demostración de la ley de la causa y efecto. Jesucristo sembró la justicia perfecta y
segó la vida eterna para nosotros. Y es esta vida eterna que Él ahora da como regalo a
los que han confiado en Su obra redentora ya completa. De modo que el creyente siega
vida eterna porque, por medio de su fe, está unido con Cristo y con lo que Él ha
sembrado y cosechado por y para el hombre.
No obstante, esto no quiere decir que el creyente está completamente exento de las
consecuencias de las cosas que él ha sembrado, o sea, de las consecuencias de los
pecados que ha cometido. Sí es verdad que el creyente nunca va a cosechar o segar el
fruto final del pecado — la muerte espiritual, la separación eterna de Dios — ya que
Jesucristo ya segó esas consecuencias al sufrir el castigo del pecado que el creyente
merece sufrir. Pero mientras el creyente continúe en este mundo, continuara segando
los frutos que él a sembrado. Es decir, el creyente continuara sufriendo las decepciones,
las heridas, las penas, las vergüenzas, y los dolores, que son los frutos de sus pecados y
sus necedades. La ley de la causa y efecto continua operando en las vidas de Sus hijos.
Es útil darnos cuenta que es algo bueno cuando cosechamos un genuino sentimiento de
culpa como el fruto de un pecado que habemos cometido, o sembrado. Es bueno porque
tal sentimiento de culpa no viene del hombre en sí, sino que de Dios. Cuando sentimos
esa culpa podemos estar seguros que Dios nos está ayudando a que nos purifiquemos y
nos expiemos del pecado. Este sentimiento de culpa no solamente lo tendremos para
arrepentirnos, sino que también para ayudarnos a prevenir que caigamos en pecado.
Que “el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” no quiere decir
que solamente creyentes que están llenos del Espíritu irán al cielo. Sabemos que todo
creyente va al cielo porque todo creyente verdadero ha sido adoptado como hijo de Dios,
y esto gracias a la obra redentora de Cristo.
De modo que lo que la declaración “el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará
vida eterna,” sí quiere decir, es que la calidad de la vida que el creyente que está lleno del
Espíritu segará es consistente con la calidad de la vida eterna que le espera en el cielo. A
pesar que ningún pecado puede prevenir que un creyente continúe teniendo lo que Dios
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Gálatas
le ha dado – la vida eterna; el pecado sí puede prevenir que el creyente disfrute la
plenitud de ese regalo.
En el versículo 9 Pablo les da ánimos a los gálatas para que no dejen de dedicarse a
buscar el fruto del Espíritu. Es muy posible que Pablo tenía su relación con los gálatas
en mente al decirles esto. Y pueda ser por eso que cambia de hablar en tercera persona
singular en el versículo 8 a tercera persona plural, incluyéndose a sí mismo, en el
versículo 9. De hecho, Pablo había pasado por muchas penas por ellos. Pablo les había
hecho el bien a ellos sin cesar. Pablo había sembrado la semilla original del evangelio en
Galacia, y con paciencia había soportado que ellos trataran a otros mejor que a él, otros
que hasta habían llevado falsa doctrina.
A pesar de los esfuerzos de Pablo, el fruto que había podido cosechar de allí había sido
poco. No obstante, Pablo confiaba que habría un tiempo cuando segaría, si no dejaba de
enfocarse en las buenas obras que el Padre había preparado para él.
De acuerdo al versículo 10 vemos que el hacerle el bien a todos todo el tiempo debe ser
nuestra meta. La palabra traducida “oportunidad” en el versículo 10 es la palabra griega
“KAIROS,” y es la misma palabra traducida “tiempo” en el versículo 9. “KAIROS” da a
entender una medida de tiempo, determina una duración en particular y es usado de
temporadas o épocas.
De modo que en el versículo 10, la frase “hagamos bien a todos según tengamos
oportunidad” no está diciéndonos que debemos buscar distintas ocasiones cuando
podamos hacer el bien, sino que nos está enseñando que el tiempo, o la época, en la que
vivimos es la oportunidad que tenemos para hacer el bien a todos (Juan 9:4).
El tiempo que queda en esta época es limitado y debemos aprovechar el tiempo de ahora
para avanzar el evangelio de Cristo.
Es interesante notar que al decir “hagamos” Pablo está dando una orden, y está
incluyéndose a sí mismo también. Pero, ¿qué es lo que dice Pablo que debemos hacer?
Debemos hacer el “bien.” La palabra “bien” traduce la palabra griega “AGATHOS;” pero
en el texto griego es precedida por el articulo definitivo “TO,” o sea, el articulo “el.” Por
tato, “el bien,” da a entender aquello que es bueno, es decir, lo que es bueno.
“El bien” es aquello que es moralmente honorable, aquello que le complace a Dios, y
aquello que es beneficioso. “El bien” no es simplemente bien o beneficio temporal o
material, sino que es el bien que es producido por el Espíritu Santo internamente en el
corazón de fieles y obedientes creyentes.
Este es “el bien” que debe ser demostrado “a todos,” incluyendo a los incrédulos.
Debemos tener un genuino interés en los incrédulos y demostrarlo por medio del bien
que podemos hacer por ellos. Debemos interesarnos en la salvación de todos porque ese
es el deseo de Dios (1 Timoteo 2:1-4).
Aún más importante que el hacer “el bien” para con los incrédulos, es el hacer “el bien”
para con los creyentes. Si nos amamos los unos a los otros, haremos “el bien” para cada
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Gálatas
uno, y de esa manera demostraremos nuestro amor por Dios (1 Juan 3:14, 23; Juan
15:12, 17). Les debemos el bien a nuestros hermanos, y por tanto debemos no negárselos
(Proverbios 3:27).
Claramente aquí “el bien” incluye tanto nuestros bienes materiales, como nuestro
tiempo y nuestras fuerzas. Debemos dar prioridad a la ayuda y el sostenimiento de
aquellos en nuestra familia espiritual. Los bienes materiales que tenemos, los tenemos
para el propósito de compartirlos con los hermanos que tengan necesidad (Efesios
4:28). Una verdad que debemos tener en mente es que debemos guardar por los
hermanos en la fe (1 Timoteo 5:8). Pero tampoco debemos apoyar la haraganería o que
hermanos no tomen la responsabilidad por ellos mismos ya que eso no sería verdadero
amor (2 Tesalonicenses 3:6-13).
Es bueno tener en mente otras razones por las cuales los incrédulos son beneficiados
cuando hacemos el bien entre creyentes. Tanto sea el bien de ayudar a los hermanos en
la fe que tienen verdadera necesidad, o de no ayudar a los que no se interesan en
trabajar para poder ser ellos los que el Señor use par ayudar a otros; estas buenas obras
demuestran el amor que tenemos los unos por los otros; y ese amor testifica de nuestra
relación con Cristo (Juan 13:35).
Conclusión
Para concluir con su epístola a los gálatas, Pablo les repite lo que les ha enseñado, y lo
hace de una manera especial para recalcar la importancia de su mensaje.
Gálatas 6:11-18
11 Mirad con qué letras tan grandes os escribo de mi propia mano. 12 Los que desean agradar en
la carne tratan de obligaros a que os circuncidéis, simplemente para no ser perseguidos a causa
de la cruz de Cristo. 13 Porque ni aun los mismos que son circuncidados guardan la ley, mas ellos
desean haceros circuncidar para gloriarse en vuestra carne. 14 Pero jamás acontezca que yo me
gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo ha sido crucificado para
mí y yo para el mundo. 15 Porque ni la circuncisión es nada, ni la incircuncisión, sino una nueva
creación. 16 Y a los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea sobre ellos y sobre el
Israel de Dios.
17 De aquí en adelante nadie me cause molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas
de Jesús.
18 Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.
En el versículo 11 del capitulo 6 de Gálatas, Pablo nos explica que es él quien está
escribiendo, y que lo está haciendo con letras grandes. ¿Cuál es el significado de esta
declaración?
Para empezar, es bueno notar que Pablo acostumbraba usar un amanuense, o sea, una
persona que tomaba el dictado de Pablo y escribía sus epístolas. Pero Pablo también
acostumbraba concluir o firmar estas cartas él mismo. Vemos evidencia de estas
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Gálatas
costumbres en Romanos 16:22; 1 Corintios 16:21; Colosenses 4:18; y 2 Tesalonicenses
3:17.
De modo que es posible que Pablo está practicando su costumbre de “firmar” sus
epístolas él mismo al notar que “os escribo de mi propia mano.”
No obstante, la frase “os escribo” traduce la palabra griega “GRAPHO,” que en esta
forma también se usa para identificar lo que ya se ha escrito. De modo que Pablo pudo
haber estado notando cómo en el caso de la epístola a los gálatas él mismo escribió la
carta y no uso un amanuense.
Pero, ¿cuál es el significado de “qué tan grandes letras”? El significado principal de esta
declaración es que el mensaje que Pablo les está dando es muy importante. Si Pablo
escribió la carta él mismo y lo hizo de una manera especial para dar aún más énfasis a la
importancia de su mensaje. Si Pablo dictó su epístola y fue solo la última parte que él
escribió, el énfasis siempre es en la importancia del mensaje.
Se ha pensado que una de las razones por la cuál Pablo usaba amanuenses para que
escribieran sus cartas era porque tenía problemas de visión. La mala visión de Pablo ha
sido interpretada por unos como la “espina en la carne” (2 Corintios 12:7) que lo
mantenía humilde. De modo que unos dicen que fue por su mala visión que al escribir
él en ves de su amanuense en esta sección, Pablo tuvo que escribir con letras grandes.
Esta es una muy posible interpretación, pero aún continua dando énfasis al mensaje en
sí.
Es el mensaje que ha dado por toda la carta el que Pablo ahora resuma en los siguientes
versículos.
En el versículo 12, Pablo regresa a advertirles a los gálatas acerca de los falsos hermanos,
de quienes él comenzó a advertir desde Gálatas 2:4. Estos falsos hermanos deseaban
“agradar la carne.” Es decir, deseaban ser vistos como buenos por las cosas que hacían.
Es útil notar que la palabra griega traducida aquí como “agradar” es la palabra
“EUPROSOPESAI.” Esta palabra quiere decir “dar una buena impresión,” pero lleva en
sí una intención de insinceridad. Es decir, lo que los falsos hermanos trataban de hacer
era el ser nada más vistos como buenos por otros al demandar que la circuncisión fuera
practicada como detallada en la ley, sin tener interés en realidad hacer algo bueno; o sin
tener interés en el bienestar espiritual de las personas de quiénes demandaban la
circuncisión.
Los falsos hermanos tenían un orgullo religioso y querían ser vistos como buenos por
practicar rituales religiosos públicamente. Pablo nota que no solo era por su orgullo que
querían esto, sino que para no tener que soportar la persecución que la cruz de Cristo
causa. Es decir, estos falsos hermanos estaban enseñando que la ley judía debía ser
seguida para poder ser cristianos, y siendo así el caso, entonces los lideres judíos no
tendrían razón para perseguirlos. Los lideres no judíos no perseguirían a los falsos
hermanos porque ellos continuaban enseñando que la ley judía debía ser obedecida.
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Gálatas
La “cruz de Cristo” es causa de persecución porque va en contra de todo lo religioso del
mundo. La ley judía que los falsos hermanos deseaban que se practicara hacía la
obediencia del hombre a ésta el merito para la salvación. El verdadero evangelio hace la
“cruz de Cristo,” el sacrificio de Cristo Jesús en la cruz para pagar por nuestros pecados,
el único merito por el cuál alguien puede ser salvado. La salvación no es por nuestras
obras, o nuestro merito, sino por medio de la fe en lo que Él hizo por nosotros. La
salvación no es el resultado de lo que merecemos por nuestras obras, sino es un regalo
que no nos merecemos.
Las faltas de los falsos hermanos eran muy grandes; no solamente tenían orgullo por las
obras religiosas que forzaban que otros hiciera, y no solo lo hacían para no tener que
sufrir persecución; pero ellos mismos no cumplían con las obras que demandaban de
otros.
Vemos dos muy malos errores en parte de los falsos hermanos aquí. Primero, querían
convertir gente a una creencia religiosa corrupta – querían que los gentiles obedecieran
la ley judía antes de poder ser cristianos, a pesar que ni los falsos hermanos mismos
podían obedecer la ley judía.
Segundo, los falsos hermanos eran motivados por su propio orgullo. Ellos simplemente
querían poder decir que ellos habían ganado conversos.
En contraste a los falsos hermanos, vemos lo que motivaba a Pablo. Pablo no buscaba
gloriarse por la cantidad de gente que él ganara, sino que él buscaba gloriarse “en la cruz
de nuestro Señor Jesucristo.”
La palabra griega “KAUCHAOMAI” es de donde viene la palabra “gloriar,” y casi
siempre se refiere a mal orgullo, por ejemplo 1 Corintios 1:29; 3:21; y Efesios 2:9.
1 Corintios 1:29
para que nadie se jacte delante de Dios.
1 Corintios 3:21
Así que nadie se jacte en los hombres, porque todo es vuestro:
Efesios 2:9
no por obras, para que nadie se gloríe.
Pero en unas ocasiones, así como aquí, “KAUCHAOMAI” da a entender ideas positivas.
Por ejemplo en Romanos 5:2, 3, y 11; y Filipenses 3:3.
Romanos 5:2, 3, 11
2 por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos
firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. 3 Y no sólo esto, sino que también
nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; … 11 Y no
sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por
quien ahora hemos recibido la reconciliación.
Notas de Escuela Dominical
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139
Gálatas
Filipenses 3:3
porque nosotros somos la verdadera circuncisión, que adoramos en el Espíritu de Dios y nos
gloriamos en Cristo Jesús, no poniendo la confianza en la carne,
En estas ocasiones Pablo no está hablando de orgullo personal sino que de alabanza a
Dios. Los falsos hermanos se gloriaban en sus obras de convencer gente a que los
siguieran. Pablo daba gloria a Dios por la obra de Jesucristo.
Al cierre de este versículo Pablo aplica la imagen de la cruz a su propia vida. Pablo había
crucificado las actitudes interesadas y carnales del mundo – es decir, el mundo estaba
muerto para él. Y así como el mundo estaba muerto para él, él también estaba como
muerto al mundo.
Pablo da un breve resumen de la epístola en versículo 15. Ni el ser circuncidado, ni el no
ser circuncidado cuenta por algo para nuestra salvación. Es decir, el obedecer alguna ley
no nos salva. Lo único que cuenta es el ser nacidos de nuevo — el ser “una nueva
creación.” El llegar a ser “una nueva creación” no se obtiene al obedecer los mandatos
de alguna ley sino al recibir y confiar en la verdad del evangelio.
Pablo continua dando su bendición en el versículo 16, “Y a los que anden conforme a
esta regla, paz y misericordia sea sobre ellos y sobre el Israel de Dios.”
Aquí Pablo hace tres puntos:
1. La paz y misericordia de Dios son dados solamente a aquellos quienes “anden
conforme a esta regla,” es decir, conforme al evangelio. Estos son los que son
“una nueva creación” (v. 15).
2. Todos los que creen el mensaje del evangelio, es implicado, tienen la
responsabilidad de continuar andando en el. Es decir, tienen la responsabilidad
de continuar viviendo sus vidas de una manera que refleje su nuevo modo de
pensar — un modo que refleje lo que creen.
3. Solamente los que verdaderamente creen el mensaje del evangelio son “el Israel
de Dios.” El término “el Israel de Dios” incluye a los creyentes judíos, a los que
son descendientes físicos y espirituales de Abraham (Gálatas 3:7), y a los
herederos de la promesa en vez de la ley (Gálatas 3:18). Estos son los verdaderos
judíos, el verdadero Israel de fe, como los referidos en Romanos 2:28-29 y 9:6-7.
Pablo concluye su carta con una caución y una bendición. La caución es que sus lectores
no sean molestados, o que no sean preocupados, porque él en su cuerpo llevaba las
marcas de Jesús. Es decir, los verdaderos creyentes no tienen de qué preocuparse al
creer el mensaje de Pablo ya que ese mensaje sí es de Dios. Si otros vienen y enseñan
algo distinto, no hay que preocuparse que algo nos falta, sino que hay que darnos cuenta
que estos falsos maestros están tratado de cambiar el mensaje de verdad.
Implicado aquí está también la idea que no hay preocupación de qué nos pueda pasar al
oponernos a falsa enseñanza, ya que no importa qué nos llegue a pasar; lo que importa
es la verdad del evangelio y que la apoyemos cuando podamos.
Notas de Escuela Dominical
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Gálatas
Pablo concluye su epístola con el mismo tono que la comenzó: deseándoles la gracia (el
favor no merecido) de Dios a los gálatas (Gálatas 1:3). Es muy apropiado que Pablo
cierre su carta de esta manera ya que es la real y formidable gracia de Dios que él ha
defendido en el cuerpo de su mensaje.
De modo que Pablo desea que la gracia de Dios crezca y sea realizada en sus lectores.
Pablo desea que busquemos la alabanza de Dios, no en rituales, sino en obras de servicio
que naturalmente resultan por nuestra gratitud y amor al Señor.
Notas de Escuela Dominical
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