Doña Agueda Gallardo Guerrero

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1813: AÑO CRUCIAL EN LA
INDEPENDENCIA DE CÚCUTA
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CÚCUTA
1813: AÑO CRUCIAL EN LA
INDEPENDENCIA DE CÚCUTA
Carmen Adriana Ferreira Esparza
1813: AÑO CRUCIAL EN LA
INDEPENDENCIA DE CÚCUTA
Carmen Adriana Ferreira Esparza∗
A comienzos del año 1813, casi tres años después de iniciados los movimientos
de Independencia, la Nueva Granada se encontraba sumida en intensos debates
políticos entre federalistas y centralistas, que desencadenaron una guerra civil que
llevó a descuidarse frente a la amenaza de los ejércitos realistas dispuestos a no
perder estos valiosos territorios. De tal suerte, que si bien algunas provincias y
ciudades de la Nueva Granada estaban libres de la presencia española, otras aún
eran ocupadas por tropas realistas. Tal era el caso de las poblaciones que
ocupaban el valle de Cúcuta, lugar estratégico en la frontera nororiental con
Venezuela y que en febrero de 1813 se encontraba dominado por los ejércitos
realistas.
El joven Coronel Simón Bolívar 1, que años más tarde sería reconocido como El
Libertador de América, había recibido la solicitud del Coronel Castillo para
acompañarlo en la defensa de la provincia de Pamplona y liberarla de la presencia
realista. Para unirse a las tropas del Coronel Manuel Castillo, Bolívar salió de
Ocaña con 400 hombres y algunos fusiles, por el “fragoso camino que
atravesando la gran cordillera” (Restrepo III 253) y llegó a la antigua ciudad de
Salazar de las Palmas, donde los realistas tenían un fuerte destacamento de más
de 100 hombres en el alto de la Aguada. Bolívar los derrotó sin utilizar las armas,
solamente su genio militar. Les hizo creer mediante falsos espías que el ejército
patriota que venía a combatirlos era mucho más numeroso, sembrando el pánico
entre los realistas quienes decidieron huir dejando sus armas. Bolívar para darle
credibilidad a la estrategia empleada los hizo perseguir hasta que logró su
dispersión y la huida también de los 200 hombres que se encontraban en la ciudad
de Salazar y los que tenían en San Cayetano. Golpeado de esta manera el jefe del
ejército realista, Ramón Correa, decidió concentrar sus tropas en la villa de San
José de Cúcuta.
A los patriotas que llevaba Bolívar, se les unieron dos compañías del batallón de
Castillo, en el camino que conducía a Arboledas. Con estos refuerzos Bolívar
decidió tomarse la Villa de Cúcuta. El 28 de febrero de 1813 a las nueve de la
mañana, y luego de atravesar el río Zulia en canoa, se encontraba en un cerro al
occidente de Cúcuta, desde donde se podía divisar la Villa. Ante el inminente
peligro, Correa decidió esta vez hacerle frente y envió su ejército al alto donde se
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Historiadora, Grupo de investigación sobre Desarrollo Regional y Ordenamiento Territorial,
Escuela de Economía, Universidad Industrial de Santander. (Amado Antonio Guerrero Rincón,
Dir.).
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Simón Bolívar había llegado de Caracas a Cartagena en noviembre de 1812 y se unió a las
tropas patriotas al mando del francés Labatud.
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encontraba el ejército patriota, apoderándose de la margen izquierda del cerro. La
batalla a tiro de fusil duró aproximadamente cuatro horas, pero ante el
agotamiento de las municiones Bolívar ordenó a sus tropas atacar con la
bayoneta, decisión que le aseguró la victoria.
Así describe la batalla el propio Bolívar:
El enemigo sobrecogido, en este momento de un terror pánico, se escapó
precipitadamente dejando en nuestro poder, la plaza, artillería, pertrechos,
fusiles, víveres y cuantos efectos pertenecían al gobierno español y a sus
cómplices. Hemos alcanzado la más completa victoria, aprovechándonos de
sus fuertes posiciones y de estos floridos valles que ellos oprimían,
matándolos e hiriéndoles una multitud de oficiales y soldados inclusive el
mismo comandante Correa; siendo por nuestra parte la pérdida tan
desproporcionada, que sólo tenemos que deplorar, dos hombres muertos y
catorce heridos, entre ellos el valeroso teniente de las tropas de la Unión, el
ciudadano Concha. (Febres 25)
Bolívar al frente de su ejército entró triunfal a la villa de Cúcuta, donde fue recibido
con honores. Entre los hechos más significativos de este recibimiento está el
obsequio de una casaca de paño azul bordada en oro y lentejuelas, elaborada por
una costurera del valle de Cúcuta, llamada Mercedes Abrego Reyes, quien se
convertiría, gracias al apoyo que dio a los ejércitos patriotas, en una de las
mujeres que pasaría a la historia como símbolo del patriotismo en las guerras de
Independencia.
Esta batalla más que importancia militar tuvo una significación moral de gran
trascendencia en la campaña libertadora, este triunfo permitió despejar la ruta que
llevaría a Bolívar a emprender la Campaña Admirable con el apoyo del Gobierno
General de la Unión, quienes le otorgaron grado de Brigadier de los ejércitos de la
Unión y el título de ciudadano de la Nueva Granada, en reconocimiento a este
triunfo.
Los meses que siguieron, los habitantes del valle de Cúcuta fueron testigos de
cómo les fueron confiscados todos los bienes, muebles, dineros etc., de los
españoles que apoyaron a los realistas y cómo empezó a circular el papel moneda
del Estado de Cartagena, reemplazando las monedas españolas. Los magistrados
civiles, párrocos y padres de familia de todo el distrito de Cúcuta se presentaban
en la Villa a rendir juramento de fidelidad al Gobierno de la Unión. Casi tres meses
después, Bolívar partió hacia Venezuela el 14 de mayo, dejando al mando al
joven militar, Francisco de Paula Santander 2, sargento mayor del quinto batallón
2
Francisco de Paula Santander, quien en ese momento tenía 21 años, nació en Villa del Rosario el
dos de abril de 1792, en 1805 partió a Santa Fe a seguir sus estudios en el Colegio Mayor de San
Bartolomé. Se enroló en el ejército patriota el 26 de octubre de 1810 como subteniente. El 20 de
septiembre de 1819 es designado como Vicepresidente de la recién liberada Nueva Granada y es
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de línea, quien mantuvo el control del valle de Cúcuta y sus alrededores, con tan
sólo 260 soldados reclutados entre la población, la mayoría infantes, y 30
soldados de caballería, obteniendo triunfos en San Faustino y Capacho, contra las
guerrillas realistas de Matute y Casas (Restrepo IV 110).
Sin embargo, ocho meses después de la sonada victoria de la que se conocería
como la batalla de Cúcuta, el 18 de octubre, sobrevino la derrota en la fatídica
batalla del Llano de Carrillo, en que las huestes libertadoras perdieron el control de
este territorio a manos de Bartolomé Lizón, capitán de Cazadores del Regimiento
de Puerto Rico. Esta derrota deja ver la otra cara de las guerras de
Independencia, la del horror, la barbarie y la muerte.
Los últimos días de septiembre y primeros de octubre se habían librado varias
batallas, en las poblaciones cercanas a Cúcuta y Villa del Rosario como San
Faustino, Limoncito, Táriba y Capacho, que dejaban entrever la superioridad
numérica y militar de los destacamentos realistas que venían de Venezuela.
Informado Santander de la presencia de tropas realistas por todos los flancos,
decidió mover su ejército hacia el Llano de Carrillo, distante dos leguas en el
camino que conducía a Pamplona, por considerarlo un lugar estratégicamente
mejor ubicado. Sin embargo, los cálculos militares de Santander estaban
equivocados pues Lizón con un destacamento de más de 1000 hombres, ocupó
sin mayores tropiezos las poblaciones de Cúcuta y el Rosario, emprendiendo el
ataque que le permitió derrotar definitivamente a Santander en el Llano de Carrillo,
con el apoyo de las guerrillas de Aniceto Matute e Idelfonso Casas que atacaron
sorpresivamente por la retaguardia, cerrándoles el paso y haciendo huir al
comandante Santander 3 con unos pocos oficiales hacia Pamplona.
Esta derrota causó lo muerte de cientos de patriotas, no solo en el campo de
batalla, sino de todos los capturados los días posteriores. Gracias al relato que,
mes y medio después, hacen los testigos en el proceso que se le instauró, en
Maracaibo, a Bartolomé Lizón, por los desmanes cometidos contra las poblaciones
de Cúcuta y Villa del Rosario, se pudo conocer en detalles los días de terror que
se vivieron.
elegido Vicepresidente de la Gran Colombia en el Congreso Constituyente de 1821. En 1829 es
condenado al exilio al ser vinculado a la conspiración septembrina que pretendía derrocar a
Bolívar. En 1832 regresa como presidente de la Nueva Granada. Muere en Bogotá el 6 de mayo de
1840.
3
Años después en sus escritos autobiográficos así narra Santander los hechos “Mientras que
Bolívar llevaba al cabo con audacia inimitable su gloriosa empresa de arrojar a Monteverde de
Caracas, yo quedé encargado de la seguridad del valle de Cúcuta, y después de varios encuentros
con los enemigos en San Faustino, Capacho y Zulia, en que fueron derrotados, lo fui a mi turno en
el llano de Carrillo. No me acusa mi conciencia de haber dejado de llenar mi deber en aquella
desgracia. Yo pedí un juicio militar, que se me negó por el gobierno; pedí mi licencia absoluta, y
también se me negó” (113)
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La misma noche de la derrota, los guardias que custodiaban a los patriotas que
habían sido capturados recibieron la orden de “pasar a cuchillo a todos los
capturados”, quienes la ejecutaron después de recibir la absolución por parte del
capellán de la división, el capuchino fray Antonio. Murieron arcabuceados y sin
recibir confesión 44 patriotas, solo se salvaron un tamborcito y un religioso
franciscano pues el encargado de la ejecución se opuso a asesinar a un
sacerdote. Quedaron con vida otros cuatro prisioneros entre los que se
encontraban Antonio Cañete, de la artillería, Domingo Peralta y Eduardo Fortoul,
que según los testigos habían prometido “entregar la artillería de la ciudad de
Pamplona y muchos caudales y armamentos” (Molina 15), si se les perdonaba la
vida. Sin embargo, al otro día en el paraje de los vados fueron degollados, por
Ignacio de Salas 4, junto con otros 10 o 12 patriotas capturados, entre los que se
encontraban Florentina Salas y Carmen Serrano, que al parecer hacían parte de
una red de espías e informantes organizada por Mercedes Abrego.
Tras su victoria en el llano de Carrillo, Bartolomé Lizón ordenó la captura y muerte
de todos aquellos que hubieran colaborado con la causa patriota. Así, narra uno
de los testigos la crudeza de los hechos:
que el 21 de octubre en que entró el comandante Lizón con su división en
San José de Cúcuta, se le presentó a este el Alcalde Don Francisco Salas,
dándole parte de que tenía presos un número de personas, que se le habían
presentado armados unos y sin armas otros, a lo que contestó el
comandante Lizón: Ya los había usted de haber paseado…hallándose
presente José Ignacio Salas, éste le dijo: lo que el señor Comandante le
quiere decir a usted es que los pase a cuchillo; y dirigiéndose este Salas a la
cárcel, se ejecutó el degüello; que el número de muertos en este día fueron:
Don Juan Agustín Ramírez, Don Andrés Colmenares, Don Francisco
Santander, Don José Otero, Don Francisco Sánchez, Mariano Quintero,
Emigdio Callejón, Doña Mercedes Reyes, Fulano Carvajal, y Fruto
Santander, este murió sin confesión porque pedía que se le siguiera causa…
y que a todos les quitaban la ropa y a la mujer doña Mercedes Reyes la
desnudaron dejándole el ajustán por los hombros (Molina 9) .
Los saqueos y robos fueron generalizados y se hicieron bajo el beneplácito del
comandante del ejército vencedor, quien lideró el atraco a la Iglesia de la Villa del
Rosario en la que se encontraban algunos baúles con pertenencias de los
pobladores más prestantes de la villa, entre las que se encontraban las patriotas
Doña Josefa Rangel y Doña María de Jesús Santander, a las que solamente les
devolvieron su ropa de uso personal.
4
Este era natural de San Faustino de los Ríos, población distante 25 kilómetros de Cúcuta, sin
embargo combatía con los ejércitos realistas en la guerrilla de Idelfonso Casas. Era reconocido
entre sus compañeros por la crueldad contra los patriotas y la sevicia con que los asesinaba.
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Un poco más de tres meses de terror vivieron los habitantes del valle de Cúcuta.
Finalmente el 4 de febrero de 1814, el ejército patriota, del que hacía parte
Francisco de Paula Santander, liberó al valle de Cúcuta, quien a su llegada “no
encontró más que lágrimas, luto y miseria. Los huesos esparcidos de doscientos
patriotas cubrían la llanura funesta de Carrillo” (Restrepo IV 238)
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BIBLIOGRAFÌA
1. Febres Cordero, Luis. Batalla de Cúcuta. Cúcuta: Cámara de Comercio,
1989. Impreso.
2. Restrepo, José Manuel. Historia de la Revolución de la República de
Colombia. Paris: Librería Americana, 1827. Tomos III y IV. Impreso.
Documentos:
1. Molina Lemus, Leonardo. “Proceso contra el Comandante Bartolomé Lizón”.
Gaceta Histórica. Órgano de la Academia de Historia de Norte de
Santander. 1982: 3 – 21. Impreso.
2. Santander, Francisco de Paula. Escritos Autobiográficos 1820-1840.
Bogotá: Biblioteca de la Presidencia de la República, 1988. Impreso
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