Repartir o no repartir, he ahí el dilema

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El Clarí-n de Chile
Repartir o no repartir, he ahí el dilema
autor René Dintrans
2007-08-30 16:11:31
El presidente Lagos que gusta de fabricar algunas frases con fines didácticos, ha sintetizado el conflicto social de
nuestros dÃ-as en 2 posiciones contrapuestas aquÃ- recogidas: i) no repartir y crecer, ii) repartir y no crecer. Hasta aquÃcon Lagos y que él nos perdone el abuso de confianza de seguir trabajando con sus construcciones gramaticales. La
primera da cuenta de lo que ocurre efectivamente en la realidad, de modo que serÃ-a ocioso hacer comentarios puesto
que todo el mundo conoce sus efectos en carne propia y cada uno sabe de lo que ha mirado desde el ángulo
determinado por su posición en el tramado social.
La segunda es un fantasma que supone que si se reparte no se crece, ya que la acumulación de riqueza en manos de
los agentes económicos, potencia a los que serÃ-an los impulsores del progreso. Se impone en consecuencia a la gran
mayorÃ-a de la sociedad constituida por los trabajadores, un sacrificio obligatorio garantizado férreamente por el código
del trabajo que impide a los trabajadores pactar en forma moralmente justa su contrato de trabajo.
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Es asÃ- como el verdadero dilema que existe detrás de estas aparentes inofensivas frases es: crecer o no crecer,
derivado a su vez del dilema primario de los empresarios de: crecer o repartir. El reparto, que implica volver a partir, no
está en el vocabulario de estos poderosos señores, que están convencidos que sus ganancias han sido legÃ-timas y no
derivadas de los bajos salarios que cancelan a sus trabajadores.
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La economÃ-a del paÃ-s, que es dirigida por las autoridades elegidas por el pueblo, cuenta para el desarrollo de esta, con
el sacrificio obligatorio de los trabajadores chilenos en favor de sus patrones. Esta situación es percibida por muchos
como algo totalmente normal y lógico, incluyendo a muchos de los propios afectados que la padecen de la misma
manera como se padece una enfermedad congénita. Con resignación infinita.
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Lo más sorprendente de esta poco explorada situación, es asistir al travestismo polÃ-tico de algunos próceres de la
Concertación que fueron elegidos precisamente por las vÃ-ctimas de la impunidad empresarial para que hicieran el
esfuerzo en revertirla, nadie se imaginó jamás, que desde sus cargos de representación popular, se iban a dedicar a
promoverla.
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Es asÃ- como escuchamos voces como si fueran ecos de algún sueño maldito, las de connotados socialistas que se
muestran abiertamente partidarios de la llamada flexibilización laboral.
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 A modo de ejemplo, el senador Ominami, se ha declarado abierto partidario de eliminar el derecho de indemnización
que le corresponde al trabajador por años de servicio y cambiarlo por una indemnización menor pero más efectiva. Él
ha dicho, que su posición se explica porque en la práctica, los trabajadores pierden esas demandas entre otras causas,
derrotados por acciones dilatorias en los tribunales. Si aplicáramos el mismo criterio a otros ámbitos de las
indemnizaciones, en los derechos de propiedad por ejemplo y en el supuesto que existieran maniobras dilatorias que
hicieran difÃ-cil el pago de estas, creo que el esfuerzo de los afectados, serÃ-a la exigencia a la sociedad para que sus
legisladores corrijan esa situación anómala, pero por ningún motivo, supongo, aceptarÃ-an el cambio de ese derecho
por uno menor. Nadie quiere retroceder en materia de derechos. SerÃ-a demencial.
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Paradójicamente, la legislación laboral que fue elaborada por los asesores económicos de Pinochet, y resguardada
con rango constitucional, vale decir para que nadie la cambiara, para que fuera necesario el casi imposible quórum
calificado, ahora opera en contra de ciertos cambios puntuales que necesita con urgencia el capitalismo salvaje.
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Me explico: los asesores de la dictadura que fue sostenida por el apoyo incondicional de los empresarios, se quedaron
cortos en la legislación laboral que hicieron a su medida. En esos tiempos no consideraron que el salario mÃ-nimo era
un estorbo al desarrollo de los negocios y ahora producto de su apetito insaciable, deben necesariamente convencer
con muy buenos argumentos a los congresistas de la Concertación para sacarse esos cachitos que involuntariamente,
se les quedaron en el camino.
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Mucho me temo que el inusitado interés de los empresarios y de ciertos polÃ-ticos influyentes que vislumbran la
posibilidad de un nuevo pacto, de un gran acuerdo nacional, tenga encerrada en su agenda el golpe mortal a los
trabajadores, flexibilizando la legislación laboral al punto de eliminar el salario mÃ-nimo, reduciendo definitivamente el
trabajo humano a una simple mercancÃ-a que tenga su ámbito propio en el mercado.
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