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EJEMPLO DE TEXTOS HUMORISTICOS
A una nariz
FRANCISCO QUEVEDO A UNA NARIZ
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.
Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.
Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce Tribus de narices era.
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Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.
Estrofa:
Soneto (catorce versos de once sílabas:
dos cuartetos [o serventesios] y dos tercetos)
Mi criado tiene de mesa lo cuadrado y el estar en talla al alcance de la
mano. Por tanto es un mueble cómodo; su color es el que indica la
ausencia completa de aquello con que se piensa, es decir, que es bueno;
las manos se confundirían con los pies, si no fuera por los zapatos y
porque anda casualmente sobre los últimos; a imitación de la mayor
parte de los hombres, tiene orejas que están a uno y otro lado de la
cabeza como los floreros en una consola, de adorno, o como los
balcones figurados, por donde no entra ni sale nada; también tiene dos
ojos en la cara; él cree ver con ellos, ¡qué chasco se lleva!
Mariano José de Larra , La Nochebuena de 1836
Giussep ARCIMBOLDO Pintor manierista italiano, cuyas grotescas composiciones alegóricas
(grutescos) parecen anunciar el arte surrealista del siglo XX. Comenzó realizando diseños para
ser reproducidos en tapices y vidrieras y utilizados en la catedral de Milán. En 1562 se trasladó
a vivir a Praga y después a Viena, donde trabajó como pintor en la corte de los Habsburgo.
Arcimboldo inventó un estilo de retrato en el que los rostros estaban compuestos por
agrupaciones de animales, flores, frutas y toda clase de objetos. Algunos son retratos satíricos
de personajes de la corte y otros son retratos alegóricos, destacando La primavera (1563) y El
verano (1573) . Sus obras fueron consideradas piezas curiosas populares y no adquirieron su
justo valor artístico hasta que los surrealistas redescubrieron el juego visual. Sus obras fueron
también fuente de inspiración de Salvador Dalí.
En el Nº
91, de febrero de 1865, nos encontramos con
una interesante caricatura dibujada por Henry
Meyer, que tiene como protagonistas a
Bartolomé Mitre y Justo José de Urquiza. Se
comentaba por esos tiempos que el presidente
Mitre solía "abrir el paraguas" y mostrarse
indiferente ante la lluvia de problemas que
caía sobre su gobierno (La Guerra contra
Paraguay, el bloqueo del puerto de
Montevideo, etc. –palabras de las que se
cubre con su paraguas), y Urquiza se
adaptaba a las decisiones de quien lo había
vencido.
Raúl Alfonsín
sentado en el sillón presidencial; detrás lo empujan Aldo Rico, Jorge Rafael Videla, Roberto
Viola, Leopoldo Fortunato Galtieri y Reynaldo Bignone.
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