Reflexiones sobre el Lazarillo de Tormes El problema de la

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Reflexiones sobre el Lazarillo de Tormes
El problema de la composición artística
Vahan Sarkisian
Universidad Estatal de Yereván
Armenia
Indudablemente, en la historia de la literatura española La Vida del Lazarillo
de Tormes ocupa un puesto de honor, a pesar de que es una obra del género menor de la
novela picaresca y presentar tantos problemas para estudio. Nacida como una variedad de
la literatura popular, casi anecdótica, empezó a errar por el mundo, como su
protagonista. El problema de su nacimiento es tan enigmático como el de su autoría.
Libro singular, tuvo tres nacimientos simultáneos, en Burgos, Alcalá de Henares y
Amberes, en 1554, pero siempre sin padres. Podemos suponer que algunos pedazos de
esta joya ya circulaban oralmente mucho antes de la fecha indicada hasta caer en
manos del gran artista que acabase de pulir este diamante en bruto.
Más adelante, El Lazarillo de Tormes adquiriría una estructura y contenido
relativamente estables sin contar, claro, las falsas continuaciones y El Lazarillo,
castigado por la Iglesia Católica.
El problema de la composición artística o literaria de La Vida de Lazarillo de
Tormes es una cuestión muy compleja, puesto que en toda obra artística se refleja la
impronta de su autor, una persona central, que en el caso de La Vida de Lazarillo de
Tormes queda oculta a los ojos del investigador. Cuando se desconoce el autor de una
obra, ello significa que se desconoce la medida de su intervención en la elaboración de
la obra, es decir, la parte que refleja su personalidad y su visión del mundo.
Sin embargo, ello no quiere decir, que todas las puertas estén cerradas: la
primera novela picaresca contiene mucha información y un análisis minucioso permite
obtener más datos sobre la composición artística de la obra, sin necesidad de tener que
resolver el problema de su autoría.
La Vida de Lazarillo de Tormes no es la simple biografía de un pícaro, sino
una historia de la educación social de un individuo, la historia de la formación del
sistema de valores de un miembro de la sociedad. El protagonista entra en la obra
siendo un niño inocente y sale como un verdadero cínico, ladrón y pícaro. Y la culpa
no es suya: él aprendió lo que había visto y el resultado no podía ser otra cosa.
Por lo que respecta a la ideología central de la obra, todo ha sido ya debidamente
estudiado por los especialistas.
Cabe señalar también que, junto al problema de la educación social del
protagonista, no es menos interesante el estudio del proceso de la educación o
formación del Lazarillo. A primera vista, esta educación se logra muy fácilmente,
motivada por el ambiente. Pero el análisis minucioso de la estructura de La Vida de
Lazarillo de Tormes demuestra que en realidad la formación del protagonista transcurre
como una lucha silenciosa entre dos mundos diametralmente opuestos.
A continuación presentamos algunas consideraciones sobre este aspecto de La
Vida de Lazarillo de Tormes.
Tratado primero
Como dice el autor desconocido, en este capítulo Cuenta Lázaro su vida y
cuyo hijo fue. En realidad, este subtítulo no se ajusta exactamente al contenido
fundamental del primer capítulo, puesto que, desde el punto de vista cuantitativo, el
grueso del tratado está dedicado a la descripción de las aventuras con el ciego, del que
no se dice nada en el subtítulo.
Pensamos que esta discordancia no fue casual, porque en el transcurso de todo
su servicio al ciego, Lázaro sigue siendo un niño. Esto quiere decir que, en conjunto, el
primer tratado nos describe la infancia de Lázaro, sin dividirla en distintas etapas, y el
servicio al ciego es la continuación orgánica de su infancia. Y realmente, las aventuras
de Lázaro con el ciego no son desgracias, sino niñerías. Literalmente: Para esto le
hacia burlas endiabladas, de las cuales contaré algunas, aunque no todas sean a mi
favor.
Según el orden cronológico, el primer tratado presenta los siguientes puntos
culminantes en las relaciones entre Lázaro y el ciego:
1. El ciego se burla de Lázaro en el episodio del toro de piedra, no lejos de
Salamanca.
2. Lázaro se burla del ciego, bebiéndose su vino.
3. El ciego castiga a Lázaro, dándole un golpe con el jarro de vino.
4. Lázaro engaña al ciego en el episodio de las uvas, comiendo más que su
amo.
5. El ciego castiga a Lázaro por haber robado su longaniza asada.
6. El episodio final, cuando Lázaro se venga del ciego haciéndole chocar con
el poste de piedra.
Como vemos, en la lucha entre Lázaro y su primer amo se estableció un
equilibrio relativo: tres veces ganó el ciego y tres veces Lázaro. Esto significa que las
fuerzas eran más o menos parejas: un niño frente a un ciego. Pero el niño crecía día a
día, aprendiendo las lecciones de su amo, y esto condicionó el carácter de su última
burla que, a diferencia de las anteriores, es una venganza por todas sus desgracias.
El joven protagonista comprende todo y al final del primer tratado hace balance
de su lucha contra el ciego, diciendo así:
¿Cómo olisteis la longaniza y no el poste? ¡Oled,
oled! - le dije yo.
Parece que la venganza fue por su desgracia en el episodio de la longaniza,
pero el significado del episodio final es muy otro. El genial autor desconocido termina
allí donde había empezado: durante el primer contacto de Lázaro con el ciego, el
elemento clave fue el toro de piedra y durante la despedida, el poste de piedra. En
ambos episodios tenemos la misma situación, los mismos protagonistas y los mismos
elementos. Pero el tiempo ya era otro, y otro, claro está, el vencedor.
Tratado segundo
Asentándose con el clérigo, Lázaro entra en una nueva etapa de su vida. Ahora
la situación es muy otra y las fuerzas son evidentemente desiguales. El protagonista
empieza a enfrentar gravísimas dificultades: las burlas y niñerías ya no son suficientes
para sobrevivir. En este nuevo mundo rigen otras leyes, que Lázaro todavía no conoce
ni comprende.
El segundo tratado está dedicado fundamentalmente a la descripción de los intentos
de Lázaro de sobrevivir, recurriendo a distintos ardides contra su amo, pero siempre sin
salir de los límites de niñerías. Al contrario, el clérigo pasa el tiempo en busca de
sus enemigos desconocidos, ratones o culebras. Largo tiempo el amo no puede hallar
un remedio eficaz de defensa y, en realidad, su lucha no es contra Lázaro.
El desenlace fue muy triste para el protagonista, el golpe dirigido a la culebra
cayó en la cabeza de Lázaro, en reminiscencia de episodios análogos del primer tratado.
Y otra vez el autor culmina su narración tendiendo un puente psicológico con el
primer tratado. En este sentido, la sentencia del clérigo es muy curiosa:
Lázaro, de hoy más eres tuyo y no mío. Busca amo y
vete con Dios, que yo no quiero en mi compañía tan diligente
servidor. No es posible sino que hayas sido mozo de ciego.
La derrota de Lázaro fue total y muy amarga. Los conocimiento adquiridos en la
escuela del ciego fueron insuficientes para hacer frente al clérigo. Este último es un
antagonista del ciego: fuerte y bien defendido era, además, cruel, mezquino, mentiroso,
cínico e hipócrita. En el segundo tratado, Lázaro condena todos estos defectos, pero,
sin darse cuenta, los admite poco a poco, como elementos importantes de su
educación social. El cinismo, la mentira, la hipocresía etc. son cosas malas cuando son
otros quienes adolecen de ellas, pero cuando se trata de su propia persona, pueden ser
perfectamente admisibles. Lo que se le podía permitir al clérigo, se le podía permitir también
a Lázaro.
Esto es la idea central de la segunda etapa de la educación social de Lázaro.
Tratado tercero
Por su contenido fundamental, el tercer capítulo se aleja sustancialmente de los
tratados anteriores. Se trata de un mundo muy diferente, donde no hay antagonismo ni
lucha entre el criado y su amo. Si en los dos capítulos anteriores la ocupación
principal de Lázaro era el engaño, ahora es su amo quien quiere engañar a Lázaro.
Pero en este caso el carácter del engaño es muy otro: el escudero no quiere hacer
mal a su criado, sino que engaña para ocultar su pobreza.
Encontrándose en nuevas condiciones, Lázaro se siente incómodo, es una
situación que él desconoce totalmente. En este mundo los valores materiales pasan a
segundo plano, cediendo su terreno a los fenómenos abstractos, al orgullo, la dignidad,
honor, linaje etc. Son todas cualidades absolutamente ajenas a nuestro héroe, que empieza a
cambiar. Los primeros contactos con la dignidad humana provocan cambios sustanciales
en su visión del mundo y su actividad habitual. Lázaro no habla mal de su amo y
hasta busca comida para el escudero.
La comparación entre los tres amos de Lázaro es, sin duda alguna, favorable al
escudero. Pero éste último representa otro extremo, un mundo demasiado alejado de lo
físico, y esto no permite que Lázaro admita totalmente el nuevo mundo. Lázaro no lo
rechaza, sino que quiere moderarlo un poco. Y dice así:
Solo tenia de el un poco de descontento, que quisiera
yo que no tuviera tanta presunción, mas que abajara un poco
su fantasía con lo mucho que subía su necesidad.
Se ha advertido que el escudero tiene también algo de quijotesco: es cierto, pero
Lázaro, materialista por su educación social, tiene algo de Sancho Panza: no
comprende el mundo de su amo, pero no lo rechaza.
Sin embargo, Lázaro tenía que sobrevivir y para ello, según la experiencia de
su amo, el honor y orgullo eran insuficientes. Ése no era su mundo.
Al final del tercer capítulo, el escudero huye de su criado y esto no es
solamente un alejamiento físico, sino que es también el mismo mundo de los valores
abstractos el que huye de Lázaro.
Tratado cuarto
La educación social de Lázaro continúa. Ahora, Lázaro se encuentra en una
encrucijada, compuesta, por una parte, por el mundo físico del ciego y el clérigo y , por
otra, por el mundo abstracto del escudero. Dos mundos que él conoce bien.
¿ Qué va a hacer nuestro protagonista, por qué camino optará ?
Parece que la respuesta no es difícil, puesto que, al fin y al cabo, Lázaro opta
por el primer camino. Esa elección, pero, no se le da fácilmente al protagonista. El
cuarto capítulo no contiene indicaciones claras sobre el futuro de Lázaro. Es un
tratado muy corto que no dice nada, pero este silencio es muy elocuente. En realidad
es una pausa antes de la decisión definitiva, una pausa del gran director de orquesta,
pausa a la que que debía seguir la tempestad.
Tratado quinto
El resto ya está claro. El protagonista se asienta con un buldero, un personaje
no muy diferente del clérigo. El autor desconocido construye un puente entre el
clérigo y el buldero, pasando por alto todo lo ocurrido con el escudero. El mundo de
este último está totalmente ausente en el quinto capítulo. Lázaro también ha
evolucionado: ya no participa personalmente en los engaños de su amo. El
protagonista se ha convertido en un perfecto espectador de la curiosísima
representación que interpreta el buldero.
Lázaro no admite el mundo del buldero ni lo rechaza, sino que se limita a aprender
a sobrevivir.
Tratado sexto
Por fin, el protagonista empieza a hablar de sí mismo, diciendo que en aquel
tiempo ya era un buen mozuelo. ¿Qué puede significar esto: buen servidor, obediente,
honesto? Su nuevo amo es un capellán y Lázaro no habla mal de él. La educación
social de Lázaro esta casi finalizada y se puede hacer un breve balance. El
protagonista, trabajando con el capellán, es decir, otro clérigo, sin embargo, vuelve a
los valores del escudero. Ya piensa en vestirse mejor y subir por la escalera de la
buena vida. Es muy curiosa la descripción de sus vestidos:
Fueme tan bien en el oficio, que al cabo de cuatro años
que lo usé, con poner en la ganancia buen recaudo, ahorre para
me vestir muy honradamente de la ropa vieja. De la cual
compré un jubón de fustán viejo, y un sayo raido de manga
trenzada y puerta, y una capa que había sido frisada, y una
espada de las viejas primeras de Cuéllar.
Este pasaje es la variante un poco modificada de la descripción de los vestidos
del escudero, que dice textualmente:
La mañana venida, levantámonos, y comienza a limpiar y
sacudir sus calzas y jubón y sayo y capa. ¡Y yo que le servía
de pelillo! Y vistese muy a su placer, despacio. Echéle
aguamanos, peinóse y puso su espada en el talambre…
Este procedimiento era
una larga ceremonia, un rito habitual, algo muy
indispensable para los hombres de honor.
Lázaro no habla mas de sus engaños, porque ya ha aprendido a engañarse a sí
mismo, como el escudero. En este caso su engaño sirve para ocultar su procedencia y
facilitar la subida por la escalera de la buena vida.
El protagonista no dice nada del escudero, pero la prioridad de éste último en
el sexto capítulo es mas que evidente: la preocupación por su aspecto exterior.
La formación social de Lázaro queda ultimada y el genial autor desconocido no
oculta nada. En la persona de Lázaro se han concentrado la avaricia del ciego, la
crueldad del clérigo, el cinismo del buldero, etc.
Y todo esto, envuelto en los vestidos del escudero.
Tratado séptimo
Aunque en el subtítulo se habla del trabajo de Lázaro con el alguacil, este
episodio ocupa un muy breve espacio en la narración. En cambio, ya se habla de una
mujer. Lázaro se casa con la criada del arcipreste. Las malas lenguas dicen que la
boda es vergonzosa para Lázaro, pero nuestro protagonista cuenta ya con las buenas
defensas de los vestidos del escudero y la protección del arcipreste.
El autor anónimo termina allí, donde había empezado. Los mundos del clérigo
y escudero se han mezclado en la individualidad de Lázaro.
La Vida de Lazarillo de Tormes tiene forma de una carta y esto tampoco es
casual. La carta va dirigida a una alta dignidad, a una hipotética Vuestra Merced, pero,
en realidad, el destinatario de la carta es la sociedad, cada uno de sus miembros y , antes
que nadie, el mismo Lazarillo de Tormes, tan interesado en ser un buen día destinatario
de una carta que empezase así: Pues sepa Vuestra Merced, Señor Lázaro de Tormes.
El protagonista lee su carta para los lectores, pero, ante todo, lee para sí
mismo.
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