En la Sagrada Casa de Dios En la Sagrada Casa de Dios

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Perspectivas del turismo islámico
En la
Sagrada Casa
de Dios
He podido este año realizar el Hajj (la peregrinación mayor a La Meca),
después de años de haber cumplido por primera vez esta obligación
religiosa. Esta feliz circunstancia me ha impulsado a reflexionar sobre La
Meca, y en particular sobre la denominación, la historia y los rituales
relacionados con la Kaaba.
En el sagrado Corán a la Kaaba se la ha llamado la Casa Antigua, la Casa
Sagrada, la Casa Frecuentada, y sencillamente la Casa. Dios ha dicho: «...y
que den vueltas alrededor de la Casa Antigua» (sura La peregrinación, aleya
29). Y ha dicho: «Dios ha hecho de la Kaaba la Casa Sagrada, estación para
los hombres» (sura La mesa, aleya 29). También ha dicho: «¡Por el Monte! ¡Por
una Escritura, puesta en un pergamino desenrollado! Por la Casa
Frecuentada!» (sura El Monte, aleyas 1 a 4). Y en la sura La familia de Imran,
aleya 97, ha dicho: «Dios ha prescrito a los hombres la peregrinación a la Casa,
si disponen de medios para ello».
Para todo musulmán, la Kaaba es la dirección hacia la cual orienta sus
oraciones, esté donde esté en el planeta tierra, y a la Kaaba se dirige desde los
rincones más recónditos para cumplir la obligación de la peregrinación.
Algún curioso podría preguntar: «¿Cuál de las dos es anterior? ¿La Meca o la
Kaaba?». La respuesta exacta, en base a las sagradas aleyas y a los textos de
los mejores libros de historia, es que la Kaaba es la primera casa y es tan
antigua como la historia, pues Dios ha dicho: «La primera Casa erigida para los
hombres es, ciertamente, la de Bakka [otro nombre de la Kaaba], casa bendita
y guía para el universo» (sura La familia de Imran, aleya 96). Y los exegetas
afirman: «La Casa Sagrada existía antes del descenso de Adán a la tierra.
Cuando descendió, Dios le ordenó que hiciese la peregrinación a ella y diese
vueltas a su alrededor, para que perdurase la relación entre la criatura y su
Creador».
Y cuando Abraham llegó a la Península de los Árabes para instalar a su esposa
Agar y a su hijo Ismael en La Meca, pidió a Dios misericordioso que hiciese de
estas tierras un lugar seguro y próspero: «¡Señor! He establecido a parte de mi
descendencia en un valle sin cultivar, junto a tu Casa Sagrada, ¡Señor!, para
que hagan sus oraciones. ¡Haz que los corazones de algunos hombres sean
afectuosos con ellos! ¡Provéeles de frutos! Quizás, así, sean agradecidos»
(sura Abraham, aleya 37).
La búsqueda de agua por parte de Agar, madre de Ismael, y el brotar del agua
de Zem Zem para que pudiese satisfacer su sed y la de su hijo y para proveer
de bienes La Meca y sus alrededores es historia harto conocida.
El agua de Zem Zem
La primera tribu en llegar a La Meca fue la yemenita de los Yurhum. Pidieron
autorización a Agar, propietaria de la fuente, para instalarse y beber y les dio el
permiso con condiciones. Después llegó la tribu de los Amalika, también de
Yemen. Solicitaron que los dejara pasar y disfrutar del agua y se instalaron en
las alturas de los montes que rodean La Meca. Las dos tribus vivieron en la
región en paz y buena convivencia durante cierto tiempo. Ismael creció, se
casó con una mujer de los Yurhum y se hizo domador de caballos salvajes. La
región de "Ayiad" (de la doma) es conocida en La Meca hasta hoy día.
Volvió Abraham para reencontrarse con su hijo Ismael, al que había dejado
siendo niño, y comenzó una nueva etapa de la historia de la fe y de la
civilización en estas tierras santas. Abraham e Ismael acabaron la construcción
de la Kaaba: «Y cuando Abraham e Ismael levantaban los cimientos de la
Casa: ¡Señor, acéptanoslo! Tú eres quien todo lo oye, quien todo lo sabe» (sura
La vaca, aleya 127). Acabaron la construcción de la Kaaba e invitaron a todos
los hombres a peregrinar a ella y orar en ella, y así fue una casa bendita,
sagrada, purificada, elegida por Dios para ser añadida a sus moradas: «Y
cuando hicimos de la Casa lugar de reunión y de refugio para los hombres. Y
concertamos una alianza con Abraham e Ismael, para que no me asociaran a
nadie y purificaran mi Casa para los que dieran las vueltas, se inclinaran y se
prosternaran, y os permitimos que llamarais a los hombres a hacer la
peregrinación desde los rincones más recónditos» (sura La vaca, aleya 125).
Dios hizo suya la Casa, como símbolo de fe, recinto de veneración y oración,
lugar de recogimiento y peregrinación, morada de hospitalidad y de visita a la
gloria divina, porque el que entra en su interior es como si entrara en la Casa
de Dios bendito, y el que da vueltas a la Kaaba es como si diera vueltas
alrededor de la sombra del trono, y se alza la invocación: «¡A tus pies, Señor,
a tus pies ! ¡Tú que no tienes ningún asociado, a tus pies! Tuyos son la
misericordia, los bienes y la soberanía, Tú que no tienes asociado».
La construcción de la Kaaba
Demuestran los documentos que poseemos que la Kaaba fue construida
cinco veces.
Primero: se ha dicho que la Kaaba fue construida por los ángeles y que su
construcción se remonta a los primeros años de la humanidad, como figura en
la sura La familia de Imran, aleya 96.
Segundo: la reconstruyó Adán, pues cuando descendió a la tierra Dios
todopoderoso le ordenó que hiciese la peregrinación y diese las vueltas
a su alrededor.
Tercero: la reconstruyeron Abraham e Ismael cuando cayó en ruinas y que sólo
quedaron los cimientos cubiertos por la arena y las piedras. Y es evidente,
según la aleya 127 de la sura La vaca, que Abraham no puso los cimientos,
sino que edificó sobre los que ya existían.
Cuarto: la reconstruyeron los koraishíes durante la época ante-islámica, antes
de que comenzase la predicación del santo Profeta Muhammad. En efecto, un
incendio había destruido sus estructuras y debilitado sus piedras. Los
Para más información,visite nuestra página web: www.islamictourism.com Turismo Islámico – número 16 – Marzo-Abril / 2005
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La Kaaba es una construcción de forma cúbica [en árabe, mukaab significa cúbico]. Sus
cuatro esquinas, llamadas por los árabes arcan (pilares), están orientadas a las cuatro
direcciones: la orientada hacia el norte se llama la esquina iraquí, la orientada hacia el oeste se llama
la esquina siria, la orientada hacia el sur es la esquina yemenita y la que da al este es la esquina negra,
porque hacia ese lado está la Piedra Negra.
koraishíes no supieron qué hacer. Vacilaron en acabar de destruirla, hasta que
Al-Walid Bin Al-Maghira arrancó la primera piedra. El Profeta participó con los
de la tribu de Banu Hachim en transportar las piedras y fue él quien puso la
Piedra Negra en su sitio. Las tribus no acertaban a ponerse de acuerdo sobre
quién había de realizar tal acto y decidieron que pedirían consejo al primer
hombre que entrara en la Casa. Fue el Profeta quien lo hizo y acordaron
acogerse a su decisión. Les dijo que trajesen una cortina con cuatro puntas.
Cada tribu cogió la cortina de una de las puntas y, al levantar los hombres la
cortina, el Profeta cogió con sus santas manos la Piedra Negra y la depositó en
su lugar. Esta historia se encuentra en los libros que cuentan la santa biografía
de Muhammad.
Quinto: la reconstruyó Abdallah Bin Al-Zubair, pues cuando éste se negó a
rendir pleitesía a Yazid Bin Muawiya, temió su furor y se fue a La Meca para
refugiarse en la santidad de la Casa Frecuentada. Envió Yazid un ejército y
ordenó que se lo llevasen encadenado. Entonces Bin Al-Zubair reunió a los
suyo y se atrincheraron en la Kaaba y a su alrededor. A causa del gran número
de tiendas, se declaró un incendio en una de ellas. Las llamas, por el fuerte
viento que soplaba, alcanzaron la Casa Sagrada. Eso ocurrió el tercer sábado
del mes de Rabî Primero del año 64 de la Hégira. Los muros de la Kaaba
se debilitaron y cayeron, provocando el espanto de los habitantes de La
Meca y de toda Siria. Mientras tanto, Al-Hussain Bin Numair (¿????) seguía
cercando a Bin Al-Zubair. Éste le envió mensajeros de La Meca que le
dijeron: «Yazid, a quien Bin Al-Zubair había rechazado rendir pleitesía, ha
muerto. ¿Por qué luchamos, pues?». En efecto, Yazid Bin Muawiya había
muerto veintisiete días después del incendio de la Kaaba. Al-Hussain
levantó el cerco y se volvió a Siria. Fue entonces cuando Bin Al-Zubair llamó
a los nobles de La Meca y les pidió consejo en cuanto a destruir la Kaaba.
Unos pocos dijeron que había que destruirla, pero la mayoría rechazó la
destrucción. Entonces dijo Al-Zubair: «Por Dios, ninguno de vosotros
acepta que se remiende la casa de sus padres, ¿cómo voy yo a remendar
la Casa de Dios, viendo de qué manera se está cayendo?». Al-Zubair
quería reconstruir la Casa sobre los cimientos de Abraham e Ismael.
Destruyó la Kaaba y la reconstruyó sobre sus antiguos cimientos, cosa en
la que había fracasado la tribu de los Koraish, le puso dos puertas, una
hacia el Este y otra hacia el Oeste, y después instaló la Piedra Negra.
El santo lienzo
Este lienzo representa uno de los fenómenos más importantes de veneración
de la Sagrada Casa de Dios. Algunas fuentes históricas dicen que fue Ismael,
hijo de Abraham, el primero que cubrió la Kaaba con el lienzo, y otras afirman
que el primero que lo hizo fue Adnan, antepasado del Enviado de Dios. Pero lo
comprobado, históricamente, es que el primer hombre que cubrió la Kaaba fue
Tab Abi Kurb Assad, rey de Humeir, cuando pasó por La Meca, viniendo de su
razzia contra Yathrib, el año 220 antes de la Hégira. Primero lo hizo con tela de
"jussaf", después con diversos tipos de telas finas de Yemen. La tradición se
perpetuó desde entonces. Cada vez que los príncipes y nobles le ponían un
nuevo lienzo, éste cubría los antiguos, hasta que Kassi Bin Kilab obligó a las
tribus a volver a llevarse sus lienzos cada año.
¿Por qué la llaman Al-Kaaba?
La Kaaba es una construcción de forma cúbica [en árabe, mukaab significa
cúbico]. Sus cuatro esquinas, llamadas por los árabes arcan (pilares), están
orientadas a las cuatro direcciones: la orientada hacia el norte se llama la
esquina iraquí, la orientada hacia el oeste se llama la esquina siria, la orientada
hacia el sur es la esquina yemenita y la que da al este es la esquina negra,
porque hacia ese lado está la Piedra Negra.
Lo hasta ahora mencionado no es más que una descripción brevísima de las
noticias contenidas en las aleyas coránicas, libros de historia y explicaciones
sobre la importancia de esta morada, la Casa Antigua de Dios, la Kaaba,
situada en tierras de la santa Meca y de la que Dios hizo que fuese la dirección
hacia la cual los musulmanes dirijan sus plegarias desde cualquier punto del
planeta, a sabiendas de que sus oraciones sólo son válidas si así lo hacen.
Dios honró esta santa Casa con Abraham y su familia, con Muhammad y su
familia. Los musulmanes del mundo entero repiten esta invocación: Dios, reza
por Muhammad y la familia de Muhammad, lo mismo que rezaste por Abraham
y la familia de Abraham.
Abraham trajo la profesión de fe que ordena adorar a Dios único, y a ningún
otro asociado, y, por orden divina, Muhammed fue el último en traer la misma
profesión, para que fuese la guía de todos los hombres. Así, acabó Dios su
obra y mundializó el Islam miles de años antes de que la palabra
mundialización fuese conocida. Y Dios hizo de la Kaaba, en La Santa Meca, el
centro de la tierra, para que la humanidad musulmana, sea cual sea el lugar
del planeta donde se encuentre, dirija sus oraciones hacia ella, cinco veces al
día, durante todo el año. Es decir, son oraciones e invocaciones en una lengua
unificada, en frases unificadas, con rituales idénticos, dirigidos a Dios
todopoderoso, de modo que los vínculos entre Dios y los habitantes de la tierra
permanecen a lo largo del tiempo, sin interrupción. ¿Existe otra mundialización
después de ésta?
Durante el Hajj resalta la grandeza de esta religión. Viene gente de todos los
rincones del mundo en igualdad de condiciones, con la misma vestimenta, los
mismos rituales y las mismas posturas ante Dios, solicitando su perdón y
misericordia. «¡Hombres!, os hemos creado de una hemba y de un varón y
hecho de vosotros pueblos y tribus para que os conozcáis unos a otros. Para
Dios, el más noble de vosotros es el más piadoso. Dios es omnisciente, lo
sabetodo» (sura Las habitaciones privadas, aleya 13). Los que este año
estaban de pie frente al monte Arafat superaban los dos millones de
peregrinos. Arabia Saudí otorga mil visados de entrada por cada millón de
habitantes de cualquier país, pero si diese visados a todos los que desean
realizar la peregrinación, la cantidad alcanzaría seguramente los cien millones
de personas, cantidad que sería imposible recibir en los espacios reservados
a los rituales de la peregrinación. ¿Existe otro turismo más importante que este
turismo religioso? Rogamos a Dios que guíe a todos hacia el recto camino. Dios decide del éxito
de todos.
Turismo Islámico – número 16 – Marzo-Abril / 2005 Para más información,visite nuestra página web: www.islamictourism.com
A. S. Shakiry
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