Consistencia y evaluación de la tendencia al riesgo

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Consistencia y evaluación de la tendencia al riesgo.
Víctor J. Rubio, José Manuel Hernández, José Santacreu
Facultad de Psicología
Universidad Autónoma de Madrid
e-mail: [email protected]
página web: http://www.uam.es/proyectosinv/psimasd
Palabras Clave: Consistencia, Evaluación objetiva de la personalidad, Tendencia al
riesgo
Key words: Consistency, Objetive personality assessment, Risk taking behavior.
Introducción
Desde una aproximación conductual al estudio del comportamiento humano, se
entiende que la conducta de un individuo depende, en el momento “ti”, de las
interacciones establecidas en el contexto por dicho individuo en un momento previo
inmediato al analizado (Santacreu, Hernández, Adarraga y Márquez, 2002). Ello
entraña que es el contexto, sus relaciones de contingencia y la interacción entre éste y
la persona, las principales fuentes de explicación del comportamiento de un individuo.
Ahora bien, al momento del análisis se llega después de que hayan existido otras
experiencias de interacción que se han producido en momentos anteriores formando
una cadena de experiencias interactivas que conforman la historia de aprendizaje
(historia interactiva) de un individuo. La interacción estará mediada por la experiencia
previa del individuo, sintetizada en factores disposicionales: conocimientos,
competencias, motivación o estilos interactivos (Ribes, 1990; Hayes, Ribes y López,
1994). Los estilos interactivos serían aquellas tendencias de actuación que los
individuos van conformando en contextos que son funcionalmente equivalentes
(Santacreu, Rubio y Hernández, 2004)
Un caso particular se refiere a los contextos que se relacionan con la decisión de
riesgo en los que los individuos tienen que elegir entre alternativas de alta posibilidad
de aparición pero baja recompensa asociada y alternativas de baja probabilidad de
aparición pero elevado premio asociado.
El análisis de la tendencia al riesgo ha sido objeto de mucha atención desde distintos
puntos de vista (Rubio, Santacreu & Hernández, in press). Uno de ellos ha sido el del
campo de la personalidad: ¿existen personas cuyas tendencias de actuación les llevan
a tomar de forma sistemática decisiones arriesgadas? Plantearse esto entraña
considerar que la tendencia al riesgo es una característica estable y consistente de las
personas.
La noción de consistencia individual está a la base de toda teoría de la personalidad.
De hecho, la personalidad, entendida como el patrón idiosincrásico pero
(relativamente) estable de comportarse no puede concebirse sin apelar a la
consistencia. El análisis de la consistencia intraindividual, sin embargo, remite a un
tema muy polémico dentro de la psicología de la personalidad (Mischel y Peake, 1982,
1983; Epstein, 1983, 1984; Bem, 1983; Funder, 1983; Ozer, 1986; Kenrick y Funder,
1988). Desde una perspectiva dimensional se asume a priori la consistencia y la
estabilidad de los individuos (Johnson, 1997). Esta asunción ha sido cuestionada por
los autores (Hernández, Rubio, Revuelta y Santacreu, in press) que comprobaron que
se puede identificar un porcentaje importante de individuos que no muestran esa
supuesta consistencia intraindividual. Ahora bien, ésta representa un requisito
imprescindible para poder hacer predicciones sobre el comportamiento de los
individuos. En ausencia de consistencia se reducen las posibilidades de establecer
predicciones acertadas sobre cómo las personas se comportarán en otras situaciones
equivalentes. Precisamente, las limitaciones en la predicción del comportamiento han
sido uno de los más importantes lastres de la psicología de la personalidad aplicada a
diversas áreas, particularmente en la selección de personal (Schmidt & Hunter, 2004).
En este trabajo se plantean dos hipótesis: a) la consistencia debe reflejarse en los
instrumentos que midan un mismo constructo y b) las correlaciones entre las pruebas
que miden el mencionado constructo serán mayores en aquellos sujetos que se
muestren consistentes.
Método
Participantes
En el estudio participaron 233 titulados universitarios de grado medio o superior (45%
mujeres y 55% varones; rango de edad: 21-45 años, Mo = 26, X = 28).
Medidas y Procedimiento
Los participantes completaban tres tareas para la evaluación objetiva de la tendencia
al riesgo: Test de Riego asumido en Dados (BDT), Test de Riesgo asumido en Ruleta
(RT) y Test de Riesgo asumido al Cruzar (CtST). La estimación del riesgo asumido
viene dada por la conducta específica que los individuos muestran en las distintas
situaciones (véase Rubio et al, in press). Para cada uno de ellos, los diferentes
ensayos son idénticos. Así, se ha considerado que cuanto menor sea el valor de
desviación típica de un individuo en el total de las ejecuciones de un instrumento, más
similares serán sus ejecuciones en los distintos ensayos de su propio test y, por tanto,
más consistente su comportamiento ante las situaciones evaluadas.
Por último, se procedió a seleccionar a los individuos en función de los valores de
consistencia intraindividual mostrados en una de las tareas. El criterio utilizado fue
considerar individuo consistente aquél cuya desviación típica intraindividual fuera Sx <
0.20 (lo que conformó un subgrupo con 52 participantes) e individuo poco consistente
aquél cuya desviación típica Sx > 0.67 (50 participantes cumplieron este criterio) en
CtST.
Resultados
La Tabla 1 muestra las correlaciones entre los índices de consistencia intraindividual
de cada prueba (Sx intraindividuales). Como se puede observar, sólo es alta en el
caso de los test de ruleta y dados (rBDT,RT = 0.767) de tal manera que no podemos
confirmar la primera hipótesis referida a la congruencia de la consistencia intraindividal
en las pruebas estudiadas.
Tabla 1. Correlaciones Rho de Spearman entre los índices de consistencia
intraindividual en las tres tareas analizadas. Muestra total.
Riesgo al cruzar
Dados
Dados
Ruleta
.271
.291
.767
La Tabla 2 muestra cómo las correlaciones entre los índices de riesgo asumido son
mucho más altas en el subgrupo de sujetos consistentes que en el de sujetos no
consistentes, lo que en este caso confirma la segunda hipótesis planteada.
Tabla 2. Correlaciones Rho de Spearman entre los índices de riesgo en el grupo de
sujetos consistentes en TRAC Sx<0.20, en el grupo de los no consistentes, Sx>0.67 y
en la muestra total
Riesgo al
cruzar/Dados
Riesgo al
cruzar/Ruleta
Dados/Ruleta
*
**
Consistentes
(N=52)
.694**
No consistentes
(N=50)
.449*
Muestra total
.573**
.290
.479**
.896**
.692**
.773**
.550**
p < .05
p < .01
Discusión
La correlación de las tareas de apuestas entre sí es mayor en el caso de éstas con la
tarea de cruzar la calle. Sin entrar en un detallado análisis del significado de las tareas,
“cruzar una calle”, puede ser un tipo de tarea en el que las personas se arriesguen
más que en tareas de apuestas. Se puede decir que éstas presentan una mayor
equivalencia funcional y morfológica.
Los resultados permiten también señalar que los sujetos tienden a ser relativamente
consistentes en su comportamiento ensayo a ensayo si bien el patrón de consistencia
intraindividual tiene un cierto carácter idiosincrásico en cada tarea.
La consistencia intraindividual, calculada por la desviación típica de los sujetos en
cada tarea, resulta definitivamente importante en la medida en que las correlaciones
entre los índices de “riesgo asumido” entre las tres pruebas son mucho mayores entre
los sujetos consistentes que entre los sujetos no consistentes. Este dato apunta que
no se puede mantener el supuesto de consistencia intraindividual en todos los sujetos
y demuestra que no todos los sujetos tienen el mismo grado de consistencia lo que
indica que, para establecer una correcta predicción del comportamiento, deberemos
conocer, además de las cualidades clásicas del test, el valor de la consistencia
intraindividual.
Referencias
Bem, D.J. (1983). Further déjà vu in the search for cross-situational consistency: A
response to Mischel and Peake. Psychological Review, 90, 390-393.
Epstein, S. (1983). The stability of confusion: A reply to Mischel and Peake.
Psychological Review, 90, 179-184.
Epstein, S. (1984). The stabilty of behavior across time and situations. En R.A. Zucker,
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York: Academic Press.
Funder, D.C. (1983). Three issues in predicting more of the people: A reply to Mischel
and Peake. Psychological Review, 90, 283-289.
Hayes, L.J., Ribes, E. y López, F. (1994). Psicología interconductual. Contribuciones
en honor a J.R. Kantor. México: Universidad de Guadalajara.
Hernández, J.M., Rubio, V.J., Revuelta, J. y Santacreu, J. (in press). A procedure for
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Measurement.
Johnson, J.A. (1997). Units of analysis for the description and explanation of
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Kenrick, D.T. y Funder, D.C. (1988). Profiting from controversy: Lessons from the
person-situation debate. American Psychologist, 43, 23-34.
Mischel, W. y Peake, P.K. (1982b). Beyond déjà vu in the search for cross-situational
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Mischel, W. y Peake, P.K. (1983). Some facets of consistency: replies to Epstein,
Funder y Bem. Psychological Review, 90, 394-402.
Ozer, D.J. (1986). Consistency in personality: A methodological framework. Berlin:
Springer.
Ribes, E. (1990). La individualidad como problema psicológico: el estudio de la
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Santacreu, J., Hernández, J.M., Adarraga, P. y Márquez, M.O. (2002). La personalidad
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Santacreu, J., Rubio, V. y Hernández, J.M. (2004). Evaluación objetiva de la
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Conducta, 30, 803-825.
Schmidt, F.L. & Hunter, J. (2004). General mental ability in the world of work:
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