LA PALMA. tía, por que si bien entonces carecia de con

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LA PALMA.
tía, por que si bien entonces carecia de con-
mas picantes apostrofes cuyas palabras caían
suelo, quedaba al menos abandonado á s o -
en mi corazón como otras tantas gotas de
la su desventura, pero no; es que á guisa
hirviente plomo. Las razones con que pro-
de feroz hiena, desgarramos las entrañas de
curaba atacar sus argumentos, no servían
quien tal vez recibimos un señalado favor;
mas (]ue para estimularle en su infernal in-
es que tenemos la bárbara complacencia de
vecli\a. Entonces mi vista se hizo trému-
agrandar á los ojos de nuestros semejantes,
la; cuantos objetos me rodeaban vílos c u -
las proporciones de la desgracia.
biertos de nogra gasa y que giraban y me
Mi reloj era otro; no era ya el reloj de
arrastraban con su movimiento de rotación;
mis ilusiones, era cl reloj de la realidad y
vacilé, cai en una silla abandonado á mi pro-
como tal, debia yo pasar por una no i n -
pio peso, inerte, insensible, cadavérico; en
terrumpida serie de calamidades, porque ca-
una palabra atacado de un vcrtiffo
lamitoso es un reloj siempre que le miremos con ojos de fdósofo.
tenebroso.
Fuera ya de tan terrible trance merced
á la solícita asistencia que me fué prodiga-
Al dia siguiente de eí en que le com-
da,
rcítábanme aun nuevas y duras prue-
pré, y á poco de haber abandonado el l e -
bas á que someterme; por que el destino
cho, invade mi habitación uno de esos ami-
es ínecsorable con sus victimas.
gos corretones y sulfúricos, alegres y sar-
(luince dias habían trascurrido. Era una
cásticos; de esos hombres para quienes t o -
larde del mes de Setiembre asaz calurosa.
das las cosas tienen su faz risible; que to-
El astro del dia estaba ya prócsimo á d e -
do lo trastornan y enredan, y que por su
saparecer de nuestro horizonte Sentado e s -
fama tle buen humor, la sociedad sanciona
tramuros de esta ciudad sobre un ancho y
sus cosas
tosco sillar, respirando la brisa fresca, p u -
aun aquellas que pertenecen
al
género atroz.
ra y juguetona como diría un poeta; con-
Después de un diálogo cuyas noventa y
versando alegremente con uu amigo sobre
nueve centésimas eran de la cosecha de mi
negocios amorosos todo lo cual me propor-
interlocutor y que por lo tanto debiéramos
cionaba el mas grato y espansivo solaz, lle-
llamarle monólogo; después que soltando el
ga presuroso cierto personaje muy análogo
fecundo raudal de sus dotes oratorias se me
al de marras, y en la mas visible agitación
dio
de ánimo me requiere en nombre de nues-
á conocer como un perfecto hablador,
digno émido de la parlera reputación
D.
del
tra amistad para que le sirva de padrino en
Facundo de Bretón de los Herreros y
un lance de honor y por apéndice me pide
con el vivo deseo de distraerle y oponer un
el reloj que yo ledi sin repugnancia alguna.
di(pie á aquel torrente de impetuosa locua-
Algo enterado yo de esta práctica emi-
cidad; á aquel avismo de p.ilabras que me
nentemente francesa, planta ecsólica que ya
tenia en la mas angustiosa zozobra por mía
vá aclimatándose en la patria de los Viria-
inminente sumersión, saqué mi reloj, p e -
los y Guzmanes, accedí á su traspirenaica
ro
¡in.sensato de mi! Entonces suelta,
solicitud, nu sin haberle manifestado que
no la sonrisa burlona del diplomático, sino
pudo muy bien haber concluido el negocio
la estrepitosa carcajada del hombre-trueno.
en el calor de la improvisación con cuatro
Me inunda de los mas agudos epigramas;
bofetadas altamente españolas, y que yo no
ridiculiza mi prosaico gusto; cree y hasta se
habia podido concebir hasta la fecha, como
esfuerza en probarme que estoy loco. D e s -
á sangre fria terminaban alicuandó,
pués se dirige al reloj y le cubre de los
con la muerte, asuntos de este j.aez.
hasta
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