COMENTARIO DE MAPAS HISTÓRICOS:
LOS FRENTES EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y
EUROPA DESPUÉS DE VERSALLES
CLASIFICACIÓN.−
De 1914 a 1918 Europa será el escenario en donde se desarrolle la primera contienda de carácter mundial que
afectará primero a Europa (mapas 1, 3 y 4), pero posteriormente se extenderá a la mayor parte del mundo a
causa de la participación en ella de los grandes imperios, cuyas posesiones se distribuían por todo el mapa
(mapa 2).
Las causas de esta Gran Guerra nos remiten a mediados del siglo XIX; se pueden resumir en las siguientes:
Ruptura del equilibrio europeo salido de Westfalia (nacimiento de Alemania e Italia como países soberanos en
1870); Imperialismo político−económico y rivalidades de los países (entre Austria y Rusia en los Balcanes;
entre Inglaterra y Rusia; entre Inglaterra y Alemania; entre Japón y Rusia); Política nacionalista (la revancha
francesa, el paneslavismo y la reducción de minorías); Sistema de paz armada (que dará lugar en 1914 a la
existencia de dos bloques: la Triple Alianza y la Triple Entente); recelos por la crisis de 1905−1913 (la crisis
marroquí de 1905; la crisis de Bosnia en 1906; la segunda crisis marroquí en 1911 y, las guerras balcánicas de
1912−1913).
Una vez terminada la guerra, el 11 de noviembre de 1918 con la firma del armisticio en el bosque de
Compiègne los mapas 5 y 6 muestran las fronteras europeas entre las dos Guerras Mundiales tras la Paz de
Versalles (Tratado del 28 de junio de 1919) firmada en París por Alemania ante el temor de que los aliados
invadieran en territorio del Reich. Por lo que respecta a Alemania, este tratado la despojaba de su categoría de
gran potencia, tanto por las pérdidas territoriales como por la reducción de su capacidad económica y militar.
ANÁLISIS.−
Los frentes en la Primera Guerra Mundial, (tal como vemos en el mapa 1), se dividieron entre las Potencias
Centrales (Austria−Hungría, Alemania e Italia), que constituyeron la Triple Alianza (firmada en 1882, un
tratado defensivo secreto por el que se obligan a ayudarse mutuamente tras la toma de Túnez por Francia) y
los Aliados de la Triple Entente (Rusia, Francia e Inglaterra), firmada en 1907 como consecuencia de la
primera crisis marroquí y siendo el bloque más potente puesto que comprendía los grandes imperios
coloniales de Inglaterra, Francia y Rusia.
Alemania, tras su Declaración de Guerra a Francia invadió el territorio belga con la intención de destrozar al
ejército francés con una maniobra envolvente y mantenerse a la defensiva ante Rusia. En el frente oriental, la
ofensiva rusa fue frenada en Prusia con las victorias alemanas de Tannenberg y lagos Masurios. Pero la
contraofensiva francesa consiguió detener a los alemanes y el repliegue de éstos hacia la línea del Aisne y las
derrotas de Austria ante Rusia, equilibraron las fuerzas estabilizando los frentes.
En una segunda fase (mapas 2 y 3), con la imposibilidad de romper los frentes y la lucha en el mar hicieron
que el conflicto europeo se convirtiera en mundial, puesto que los países neutrales van a ir interviniendo poco
a poco en él: Junto a la Triple Entente en 1914 se alinea Japón (para apoderarse de las posesiones alemanas en
China y el océano Pacífico), Italia en 1915 (que rompió con la Triple Alianza e intentó conseguir
ampliaciones territoriales), en 1916 Portugal y Rumania y, en 1917, Grecia, Estados Unidos y numerosos
países de Latinoamérica (Bolivia, Perú y Ecuador). Junto a las Potencias Centrales luchan Turquía en 1914
(por su oposición a Serbia y a la intervención franco−británica en el norte de África), y Bulgaria en 1915 (por
1
su enfrentamiento a Serbia).
La alianza de las Potencias centrales con Turquía tuvo como consecuencia impedir que los rusos fueran
abastecidos por la Entente. Al mismo tiempo, hizo que los alemanes pasaran a la ofensiva en Rusia y a la
defensiva en el frente occidental (1915). Los triunfos alemanes en Rusia, que supusieron que a ésta la pérdida
de Polonia y Lituania, inducen a Bulgaria a entrar en la guerra al lado de las Potencias Centrales. Cuando los
aliados atacan a Turquía, el plan de Alemania consistirá en ayudar a dicha nación, unir los territorios centrales
con Bulgaria y ocupar Serbia.
En el frente occidental, las acciones alemanas fueron coronadas también con éxito: los italianos fueron
detenidos en los Alpes y en la región de Karst, y los franceses en Artois y Champaña. En 1916 Alemania
planeó una batalla de desgaste en este frente occidental (Verdún), que tuvo como resultado el derrumbamiento
de la línea enemiga. En ese mismo año los aliados realizaron una ofensiva simultánea en ambos frentes (en el
oriental en Volinia y en el occidental en Somme), sin resultados positivos; Rumania entró a formar parte de la
Entente y; tuvo lugar la batalla de Jutlandia, que enfrentó a las flotas inglesa y alemana con resultado indeciso.
La pujanza alemana se manifestó en 1917 al romper el frente italiano con la batalla de Caporetto, aunque
Italia lo reconstruyó en la línea del Piave.
El gobierno comunista presidido por Lenin firmó en diciembre de 1917 un armisticio con las Potencias
Centrales, que luego ratificaría en la Paz de Brest−Litovsk el 3 de marzo 1918 (mapa 4), cediendo en todos los
puntos reclamados por los alemanes (Independencia de Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y
Ucrania) a cambio de tener libertad para implantar su programa revolucionario y hacer frente a la guerra civil.
Tras la firma de esta paz con los rusos, y la de Bucarest con los rumanos en mayo de 1918, los alemanes
desencadenan una nueva ofensiva en el frente occidental y la contraofensiva aliada se vio favorecida por la
participación de los Estados Unidos haciendo retroceder a los alemanes en la batalla de Marne.
En el frente oriental, en septiembre de 1918, los aliados ocupan Bulgaria y Siria, y el ejército italiano rompía
el frente del Piave. Los alemanes fueron obligados a replegarse sobre la línea de Sigfrido y, posteriormente a
pedir un armisticio (mapa 4).
Como se aprecia en los mapas 5 y 6, en el plano territorial Alemania tuvo que ceder, tras el Tratado de
Versalles, Alsacia y Lorena a Francia; Eupen y Malmédy, a Bélgica; Schleswig del Norte, a Dinamarca; y la
Prusia occidental, la Posnania y parte de la Alta Silesia, a Polonia. Quedó establecido, además, que el Sarre
sería administrado por la Sociedad de Naciones (organismo internacional, residente en Ginebra y destinado a
mantener la paz y garantizar la independencia de las pequeñas naciones. De esta sociedad quedaban excluidas
las Potencias Centrales, sus aliados y Rusia, que podrían ser admitidos en el futuro). Y Francia ocuparía
durante quince años la orilla izquierda del Rhin. La ciudad de Danzig fue erigida en ciudad libre. De esta
forma Alemania perdió su unidad territorial, ya que Prusia oriental quedó separada del cuerpo de la nación por
el denominado Corredor Polaco, es decir, la región en torno a Danzig, en favor de Polonia esencialmente.
En lugar del Imperio Austro−húngaro, encontramos los estados de sucesión: Austria, Hungría,
Checoslovaquia, Yugoslavia, y Rumania. Polonia recuperó su independencia, y Finlandia y los tres estados
bálticos, Estonia, Letonia y Lituania, surgieron del imperio zarista. La mayor parte de Irlanda se convirtió en
estado libre dentro de la Commonwealth Británica de Naciones, continuando solamente el Ulster dentro del
Reino Unido.
COMENTARIO.−
Una vez finalizada la guerra franco−prusiana y realizadas las unificaciones de Alemania e Italia, una serie de
hechos van a caracterizar el período comprendido entre 1870 y el estallido de la Primera Guerra Mundial en
1914.
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Durante esta época los Estados europeos permanecen en paz, pero una paz inestable, puesto que se verá
alterada por sucesivas rivalidades y crisis internacionales. Por este motivo los países europeos reforzarán sus
armamentos con vistas a la defensa nacional.
Para mantener el equilibrio continental se preparó un sistema de alianzas de tipo secreto. Los estados se
agruparon en grandes bloques políticos y se mostraron solidarios de sus aliados en casi todos los problemas
para no perder su apoyo político−militar y de raíces económicas. La política internacional europea entre 1870
y 1890 se caracteriza por la formación de un bloque de alianzas en torno a Alemania. El objetivo de Bismarck,
canciller alemán, era consolidar la posición de Alemania y garantizar la organización política de Europa tal
como había quedado estructurada en 1870 tras la guerra franco−prusiana. Su problema esencial era la
oposición francesa por la incorporación a Alemania de Alsacia y Lorena tras la citada guerra. Por este motivo
la política de Bismarck se esforzó por atraer a las potencias orientales (Rusia y Austria) y aislar a Francia.
Para conseguir estos fines, llevó a cabo las siguientes alianzas:
− Liga de los Tres Emperadores (1873−1878), con Alemania, Rusia y Austria, entre Guillermo I, Alejandro II
y Francisco José, a los que acompañan sus respectivos ministros de asuntos exteriores: Bismarck, Gortchakov
y Andrassy. La alianza llega a su apogeo en 1874, pero a partir de 1875 comienza a debilitarse por las
fricciones entre Rusia y Austria en los Balcanes. En 1876 un golpe de Estado en Turquía fue aprovechado por
Serbia y Montenegro para sublevarse, con el apoyo de Rusia. La guerra terminaría con el Tratado de San
Estéfano y el Congreso de Berlín en 1878. La creación de la Gran Bulgaria en este tratado hizo temer a la
diplomacia imperial las consecuencias que la constitución de un gran Estado eslavo pueda tener, no solo para
los intereses austríacos en la Turquía europea, sino para la paz entre los pobladores eslavos del propio
imperio. Así, Austria aprovecha los recelos de Inglaterra y exige la revisión del pacto. El Congreso de Berlín
de 1878 disuelve la Gran Bulgaria y otorga a Austria el derecho de administrar Bosnia−Herzegovina. Como
consecuencia de esta crisis balcánica, la Liga de los Tres Emperadores dejaba de ser viable.
− Dúplice Alianza (1879), fue realizada por Bismarck entre Alemania y Austria para contar con el apoyo de
este país frente a Rusia y Francia. Tuvo un carácter secreto y defensivo y fue, hasta 1914, el eje de la política
germana.
− Alianza de los Tres Emperadores (1881−1887). En 1881 la llegada al poder del nuevo zar Alejandro III,
antiliberal y enfrentado con el sistema democrático y el anticlericalismo de la tercera República, va a impedir
el acercamiento de Rusia a Francia. Por otra parte, la expansión colonial de Rusia por Asia provoca su choque
con Inglaterra, lo que inclina la política rusa hacia un entendimiento con Alemania. Así pues, la Alianza de los
Tres Emperadores, secreta y no conocida hasta 1918, se firmará entre Austria, Rusia y Alemania. Estas tres
potencias se comprometieron a mantenerse neutrales en el caso de que una de ellas fuese atacada por otra
tercera. Se reconoció a Austria el derecho de anexionarse Bosnia−Herzegovina y se permitió a Rusia la
navegación por los Estrechos, que no serían forzados por Inglaterra.
− Triple Alianza (1882): la ocupación de Túnez por Francia en 1881induce a Italia a buscar el apoyo germano.
A fin de asegurar la cohesión del bloque y en vista de las reivindicaciones italianas sobre el Trentino y Trieste
austríacos, Bismarck condicionó el acuerdo a la inclusión en él de Austria. Ratificado este tratado en 1887,
Italia obtuvo una serie de ventajas diplomáticas, puesto que Austria se comprometió a compensarla por sus
conquistas en los Balcanes y Alemania a apoyarla en las reivindicaciones en el Mediterráneo.
Vemos que Francia, en 1887, se encuentra sola. El emperador alemán Guillermo II no sólo mantuvo el apoyo
de Alemania a Austria en la cuestión balcánica, sino que se niegó a renovar el Tratado ruso−alemán de 1887,
convencido de la imposibilidad de un acercamiento entre Francia y Rusia. Sin embargo, la necesidad de
Alejandro III de contar con un aliado en la cuestión de los Balcanes y el interés de Francia en salir de su
aislamiento llevó a un entendimiento entre ambos países. En 1893 se firmó la Entente franco−rusa, de carácter
secreto y defensivo, que previó la ayuda rusa a Francia en caso de que ésta fuese atacada por Alemania o Italia
con el apoyo de Alemania, y la ayuda francesa a Rusia, si ésta era atacada por Alemania o Austria−Hungría
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con el apoyo de Alemania.
Los Tratados de Navegación y Comercio de 1898, el Tratado franco−italiano de 1900, por el que se
reconocían mutuamente sus aspiraciones respectivas sobre Marruecos y Libia, y el Tratado de neutralidad de
1902, fueron el resultado de las negociaciones entre Francia e Italia.
A partir d 1900 se produce un hecho que va a alterar el orden establecido hasta ese momento: el abandono por
parte de Inglaterra de su política de aislamiento. Desde 1985, como consecuencia de los choques con Francia
y Rusia en África y Asia, respectivamente, Inglaterra se vio en la necesidad de buscar en el continente un
aliado que le respaldase en sus ambiciones coloniales. El acercamiento de Inglaterra a la Triple Alianza había
proseguido entre 1887 y 1901, con diversas iniciativas británicas para suscribir un pacto normal. Los intentos
habían fracasado por la actitud de la diplomacia alemana, recelosa primero de Inglaterra y partidaria después
de un acuerdo más amplio.
Pero en 1901, la muerte de la reina Victoria y la entronización del francófilo Eduardo VII condujo a que en
1904 Inglaterra firmara un acuerdo con Francia, referente a sus problemas coloniales (hegemonía de Francia
en Marruecos y de Inglaterra en Egipto), que dio nacimiento a la llamada Entente Cordial.
Tras la primera crisis marroquí y como consecuencia inmediata de la misma se constituyó en 1907 la Triple
Entente entre Inglaterra, Francia y Rusia. También en 1907 Inglaterra y Rusia convinieron en solucionar las
rivalidades coloniales que tenían en Asia. La Triple Entente nacía sin pactos ofensivos o defensivos entre los
países firmantes, pero de esta forma quedaba constituido el bloque más potente, puesto que comprendía los
grandes imperios coloniales de Inglaterra, Francia y Rusia.
Una vez formados los dos bloques − Triple Alianza y Triple Entente −, entre 1905 y 1914 se suceden una
serie de tensiones internacionales que contribuyeron a consolidar los dos frentes y actúan como causas
desencadenantes de la Primera Guerra Mundial. Son las crisis marroquíes y balcánicas:
− La Primera Crisis Marroquí (1905): Aceptada la protección de Francia sobre Marruecos por el Tratado
franco−británico de 1904, en ese mismo año se delimitaron las respectivas zonas de protectorado entre España
y Francia. El gobierno alemán se manifestó contrario a estos acuerdos, porque consideró que afectaban a sus
intereses comerciales en Marruecos. Guillermo II visitó Tánger y exigió una reunión de representantes de las
potencias afectadas. La Conferencia de Algeciras (1906) aceptó el establecimiento del protectorado
hispano−francés, pero impuso la internacionalización económica del país. Consecuencia de la crisis es el
alejamiento de España respecto a Alemania y su inclinación hacia la Triple Entente (1907).
− La Crisis de Bosnia (1908): En 1906 tanto Rusia como Austria reanudaron su política imperialista en los
Balcanes. Pero la crisis no se produjo por esta causa, sino por una nueva conmoción revolucionaria en
Turquía: la de los Jóvenes turcos. Su actuación provoca la intervención de Austria en los Balcanes con el fin
de anexionarse Bosnia−Herzegovina, territorio administrado por el Imperio austríaco desde 1878, pero
legalmente incluido aún en el otomano. Rusia accedió a los planes de Austria, al igual que Turquía, a pesar de
la oposición de Serbia. Y en 1908 los austríacos ocuparon las dos provincias.
− La Segunda Crisis Marroquí (1911): Las discrepancias en asuntos mineros entre las compañías alemanas y
francesas prepararon el incidente. Habiendo estallado una revuelta en Fez, las tropas francesas fueron
encargadas de garantizar el orden de la población mientras que las tropas españolas ocupaban Larache y
Alcazarquivir. Estos actos parecieron una violación de los acuerdos de Algeciras. En consecuencia, Alemania
envió al puerto de Agadir al cañonero Panther para proteger los intereses de sus súbditos en la localidad.
Francia protestó apoyada por Inglaterra, la cual temía el establecimiento de una base naval alemana tan cerca
de Gibraltar. En 1911 Alemania y Francia llegaron a un acuerdo por el cual ésta cedía al Imperio germano
determinados territorios congoleños.
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− Las Guerras Balcánicas (1912−1913): En 1911 Italia decidió apoderarse de Trípoli y declaró la guerra a
Turquía. Vencida ésta, Italia recibe Trípoli y Cirenaica. La guerra italo−turca favoreció las aspiraciones de los
Estados balcánicos. En 1912 Bulgaria, Serbia, Grecia y Montenegro formaron una coalición contra Turquía.
Se acercaba el momento de la descomposición del Imperio turco tan cuidadosamente evitada por las potencias
europeas durante un siglo. Para completar la decadencia del mismo, Albania proclamó su independencia
(noviembre de 1912). Los aliados bálticos obtuvieron una serie rápida de victorias frente a los turcos y en
1913 se firmaron los Preliminares de Londres, por los que Turquía cedía a la Liga balcánica vencedora las
islas del Egeo, Creta, Macedonia y Adrianápolis. Pero aún antes de firmarse los Preliminares, Serbia y
Bulgaria querían repartirse Macedonia. El gobierno de Sofía, con la ayuda de Austria, invadió el territorio
serbio (junio de 1913). Los serbios rechazaron la ofensiva y pasaron al contraataque. Grecia, Montenegro y
Rumania se agruparon contra búlgaros y los griegos tomaron Kavalla. Mientras, los turcos recuperaron
Adrianápolis. Bulgaria se vio en grave aprieto al tener que capitulas ante los adversarios, que le hicieron sentir
el peso de la derrota. Se firmó el Tratado de Bucarest (agosto de 1913), por el cual Grecia adquirió Tesalia,
Salónica, las islas del Egeo, la parte meridional de Macedonia y la región de Kavalla; Rumania se adjudicó la
Drobrudja meridional; y Serbia, una gran parte de la Macedonia central. La Gran Bulgaria quedó reducida a
un territorio de poca extensión.
Como resultado de las guerras balcánicas, Austria vio debilitada su posición en los Balcanes, donde
predominaba ahora el grupo pro ruso, cuya cabeza era Serbia. Para recuperar su influencia, Austria se propuso
aislar a Serbia. Al mismo tiempo, Alemania había apoyado a Turquía en las guerras. Todo esto significó que
las potencias centrales contaran con dos aliados: Turquía y Bulgaria.
Como conclusión final a este período hay que añadir que, en 1912, los países de la Triple Entente reforzaron
sus alianzas; igualmente, los Estados de la Triple Alianza renovaron sus pactos en el mismo año. Ambos
bandos se prepararon para la guerra. La carrera de armamentos prosiguió. En 1914, Europa estaba dividida en
dos bloques antagónicos que se enfrentaron en los Balcanes, en África y en los mares.
La guerra parecía inevitable, no obstante, el desencadenamiento se produjo porque el 28 de junio de 1914 el
archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero de la corona imperial, fue asesinado en Sarajevo por un
estudiante bosniano. El atentado fue organizado por los miembros de la organización secreta Mano Negra,
dirigida por el oficial del Estado Mayor serbio, como resultado de la política paneslavista en los
Balcanes.Austria pidió a Serbia explicaciones, le envió un ultimátum y, entre otras cosas, le exige garantías de
que impedirá la propaganda paneslavista en el futuro y el compromiso de dar participación a agentes oficiales
del Imperio en la investigación del atentado.
La negativa de Serbia a aceptar estos dos últimos puntos, que considera denigrantes, lleva a Austria a
declararla la guerra el día 28 de julio. El día 30 del mismo mes, Rusia declara la guerra a Austria y Alemania
en apoyo de Serbia. El 3 de agosto Alemania declara la guerra a Rusia y a Francia. El 4 de agosto Inglaterra
declara la guerra a Alemania. En poco tiempo, la guerra se había generalizado.
Al finalizar la guerra los alemanes son obligados a replegarse y a pedir el armisticio el 11 de noviembre de
1918. El emperador alemán Guillermo II tuvo que abdicar y el 9 de noviembre se proclama la República
Alemana. La paz fue elaborada por las potencias vencedoras sin la participación de representantes de las
potencias vencidas. Por este motivo, los alemanes la consideraron como una imposición por la fuerza.
La conferencia de paz se celebró en el palacio de Versalles con la participación de 70 delegados de las
naciones vencedoras. Se constituyeron numerosas comisiones de trabajo, de las cuales la que mayor
importancia tuvo fue el Consejo de los Diez, compuesto por dos representantes de cada una de las cinco
grandes potencias aliadas (Francia Inglaterra, Estados Unidos, Italia y Japón), y más tarde la de los Cuatro
Grandes (Wilson por los Estados Unidos, Lloyd George por Inglaterra, Clemenceau por Francia, y Orlando
por Italia).
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En ellas, los 14 puntos de Wilson −(principios por los que había que establecerse la paz, después de la
victoria, que exigían que se pusiera fin a los tratados secretos y a la diplomacia secreta; la libertad de los
mares; la eliminación de las barreras y de las desigualdades en el comercio internacional; la reducción de
armamentos por parte de todas las potencias; los reajustes coloniales; la evacuación de territorios ocupados; la
autodeterminación de las nacionalidades y el nuevo trazado de las fronteras europeas a lo largo de líneas
nacionales; y, una organización política internacional para evitar la guerra)− y el programa de la paz del
mundo, base teórica de las negociaciones, fueron pasando a un segundo plano ante las ambiciones de las
distintas potencias. Francia deseaba aniquilar para siempre la potencialidad militar de Alemania; Inglaterra
quería eliminar su presencia de las colonias, de los mares y del comercio mundial; Italia deseaba la disolución
de Austria−Hungría.
Alemania se vio privada también de su imperio colonial al tener que ceder Togo y Camerún a Francia e
Inglaterra, y sus posesiones de África occidental y oriental a Inglaterra. En Oceanía, la porción alemana de
Nueva Guinea y el archipiélago de las Bismarck fueron puestos bajo el mandato de Austria y Nueva Zelanda,
mientras que Japón recibió las islas Marianas y Carolinas. La economía nacional alemana quedó deshecha.
Además de perder el hierro lorenés, la potasa alsaciana, la hulla del Sarre y de la Alta Silesia, Alemania fue
obligada a entregar gran parte de su flota mercante, a pagar elevadas reparaciones de guerra (300.000 millones
de francos) y un desarme casi completo (el ejército fue reducido a 100.000 hombres).
Los demás tratados redactados por la Conferencia de París, en conjunción con el Tratado de Versalles,
trazaron un nuevo mapa para la Europa oriental, y registraron la recesión de los imperios ruso, austríaco y
turco.
Se trata, para el Imperio austro−húngaro, de la Paz de Sain−Germain, impuesta a Austria el 10 de septiembre
de 1919 y Trianon a Hungría el 4 de junio de 1920. Consecuencias de estos tratados fueron la independencia
de Hungría; el nacimiento de nuevas nacionalidades: Checoslovaquia, (que integran Bohemia, Moravia y
Eslovenia) y Yugoslavia, (que abarca Eslovenia, Croacia, Bosnia−Herzegovina, Montenegro, Serbia y parte
del Banato); los cambios territoriales de algunos países: Rumania (recibe, de Hungría, Transilvania y el resto
del Banato), Polonia (recibe de Austria la Galitzia), e Italia (también de Austria recibe el Trentino e Istria).
Fiume fue erigida en ciudad libre. Asimismo, Austria y Hungría fueron obligadas al pago de reparaciones de
guerra y a la reducción de armamentos.
Con Bulgaria se firmó la Paz de Neuilly el 27 de noviembre de 1919, en la que perdió Tracia occidental y la
Dobrudja, que recuperará más tarde.
La paz con Turquía se firmó el 11 de agosto de 1920 y supuso la desintegración del Imperio otomano. En
Europa, Esmirna, las islas del Egeo y Tracia oriental son cedidas a Gracia, la cual obtiene también de Bulgaria
la Tracia occidental; el Dodecaneso y Rodas se entregan a Italia.
Estas fronteras se mantuvieron hasta 1938−1940, cuando, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, los
alemanes se anexionaron Austria y partes de Checoslovaquia, y los rusos se anexionaron (o re−anexionaron)
los estados bálticos, mientras alemanes y rusos ocupaban Polonia.
La significación más general del acuerdo de París era el reconocer el derecho a la autodeterminación nacional,
por lo menos en Europa. Cada pueblo o nación, tal como se define por el lenguaje, se establecía, en principio,
con su estado nacional soberano e independiente. El nacionalismo triunfó, en la creencia de que era
consustancial con el liberalismo y con la democracia. Pero los forjadores de la paz no tenían mucho que
decidir a este respecto porque no tuvieron en cuenta el movimiento y el intercambio real de las poblaciones
para separarlas, de ahí que los problemas de las minorías y el irredentismo perturbasen a la Europa oriental,
como había ocurrido antes de 1914. Finalmente fue la queja de los alemanes en Checoslovaquia de que eran
una minoría oprimida, juntamente con la demanda irredentista de Alemania de unir aquellos hermanos lejanos
a la Patria, lo que provocó la crisis de Munich que presidió a la Segunda Guerra Mundial.
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En conclusión, los tratados de paz surgidos de la Conferencia de Versalles no dieron solución a los problemas
causantes de la guerra, sino que contribuyeron a incrementar la inseguridad internacional originada por la
tensión existente entre vencedores y vencidos y los nacionalismos de zonas divididas entre varios países.
El Tratado de Versalles estaba destinado a poner fin a la amenaza alemana. No fue un tratado afortunado: fue
demasiado severo para conciliar, pero no lo suficiente para destruir. Desde el principio, los alemanes no
mostraron ninguna intención real de cumplir el tratado ya que, por una parte, no fue lo suficientemente
agresivo como para destruir la fuerza económica y política de Alemania. Incluso el grado de severidad que
reflejaba no tardó en verse que era superior al que los aliados estaban dispuestos a hacer cumplir. Los
elaboradores del tratado de París, en 1919, al trabajar precipitadamente y todavía en el calor de la guerra, bajo
la presión de la prensa y de la propaganda de sus respectivos países, redactaron un conjunto de condiciones
que la prueba del tiempo demostró que ni ellos mismos, a largo plaza, querían imponer. A medida que los
años pasaban, mucha gente, en los países aliados, declaraba que algunas cláusulas del Tratado de Versalles
eran injustas e insoportables. La pérdida de fe de los aliados en su propio tratado no sirvió más que para
facilitar la tarea de los agitadores alemanes que exigían que fuese repudiado. Así se abría la puerta, de par en
par, a Adolfo Hitler y a los únicos que sufrieron la vergüenza de Versalles fueron, el general Ludenforff (que
en los últimos años de la guerra había concentrado poderes dictatoriales), los socialdemócratas y los liberales.
La Paz de Versalles, al fomentar las rivalidades internacionales, hará inevitable el desencadenamiento de los
conflictos entre los nuevos Estados que acabarán, finalmente, en una nueva contienda mundial.
Pero además del impacto y los cambios políticos tras la guerra, en Europea se dieron otros muchos cambios: a
las destrucciones directas, tanto materiales como financieras, hay que añadir que la guerra afectó gravemente
al capitalismo tal como antes se conocía (liberalismo económico o libre empresa privada). Por primera vez el
Estado intentó dirigir toda la riqueza (economía regulada por los gobiernos), los recursos y el propósito moral
de la sociedad a un solo fin. La nueva meta era la coordinación o racionalización de la producción, al servicio
del país como conjunto. El comercio exterior se convirtió en monopolio del Estado, en que las empresas
operaban de acuerdo con licencias y cuotas rigurosas. Se disuadió a los trabajadores de protestar contra los
honorarios o contra los salarios, y los grandes sindicatos, por lo general, estaban de acuerdo de abstenerse a
plantear huelgas. En cuanto a las clases media y alta, les resultaba embarazoso mostrar demasiado
abiertamente sus comodidades. La guerra dio un nuevo impulso también a la idea de la igualdad económica,
aunque sólo fuese por reunir a los ricos y a los pobres en el servicio a una causa común.
El reclutamiento militar fue el primer paso para la asignación de la mano de obra. Las juntas de reclutamiento
decían a unos que se incorporasen al ejército, y concedían exenciones a otros para trabajar en las industrias de
guerra. Incluso las mujeres se ocuparon de muchos trabajos, de los que se pensaba que sólo podían hacer los
hombres, revolucionándose la posición de las mujeres en la sociedad.
Hubo un control absoluto de la libertad de pensamiento, la propaganda y la censura se mostraron mucho más
activas de lo que ningún gobierno, por despótico que fuese, habría sido nunca capaz de imaginar.
BIBLIOGRAFÍA.−
• Historia Contemporánea, R. Palmer & J. Colton. Akal Editor, Madrid, 1981.
• Historia del Mundo Contemporáneo, I. Zapater − J.M. Rodríguez − F. Lahoz. Santillana, Madrid,
1991.
• Europa de 1815 a nuestros días. Vida política y relaciones internacionales, Jean Baptiste Duroselle,
Editorial Labor, Colección Nueva Clio, La Historia y sus problemas, Barcelona, 1983.
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