Cómo casar la oferta y la demanda Daniel Albiñana Expansión 13/06/2003 Las nuevas tecnologías han hecho posible la producción bajo demanda en las empresas. Entre sus principales ventajas están la reducción casi total de los inventarios y un recorte de costes significativo A mediados de los noventa, el fabricante de coches Volvo se enfrentó a un excesivo número de automóviles color verde. El departamento de marketing y ventas lanzó agresivas ofertas y descuentos a los distribuidores para intentar deshacerse de su excedente. La campaña fue un éxito. Sin embargo, los responsables de la producción, a partir de los datos sobre las ventas de coches verdes, decidieron aumentar la fabricación de automóviles de ese color para asimilar el incremento de la demanda. El resultado final fue un extensísimo inventario de coches verdes a final del año. Pesadilla Justo lo contrario ocurrió en Hewlett-Packard con la introducción de su línea de ordenadores personales Pavillion. En respuesta al nuevo lanzamiento, sus principales competidores, Compaq y Packard Bell, iniciaron una política de reducción de costes que provocó la caída en picado de la demanda de estos PCs. El departamento de fabricación de HP disminuyó la producción, para después darse cuenta de que el departamento de márketing había decidido igualar los recortes de precios de la competencia. Para HP, la campaña navideña se convirtió en una auténtica pesadilla debido a la imposibilidad de servir los pedidos. Estos ejemplos ponen de manifiesto que la demanda no sólo es un componente de la cadena de aprovisionamiento, sino también del márketing, las ventas, y los procesos financieros. La descoordinación entre diferentes departamentos resta efectividad a la gestión de la demanda, que exige compartir información procedente de todas las divisiones corporativas. Hoy en día las herramientas de gestión de la demanda permiten a cualquier empresa conocer en tiempo real el ritmo de sus ventas. Forrester calcula que las empresas norteamericanas invertirán un total de 35.000 millones de dólares en los próximos cinco años para mejorar los procesos que monitorizan, gestionan, y optimizan sus redes de suministro. Sin embargo, la gran mayoría de las herramientas actuales se revelan insuficientes para gestionar de forma eficaz la demanda. Este se debe a que las herramientas de producción bajo demanda no tienen en cuenta todos los efectos de las posibles eventualidades, como las variaciones de precio, las nuevas políticas de distribución o las acciones de la competencia. Para coordinar la producción de la demanda con todos los departamentos, la empresa debe conocer con exactitud sus procesos internos. Sólo así es posible parametrizar y cuantificar los elementos que influyen en ellos, así como los efectos e interdependencias de unos sobre otros. Este tipo de control es posible gracias a las herramientas de gestión de procesos de negocio (BPM; Business Process Management), que permiten dibujar escenarios de futuro y anticipar, por ejemplo, las consecuencias de una acción de marketing propia o de la competencia. Según estimaciones de Gartner, en la actualidad estas herramientas mueven 83.000 millones de dólares y, para 2006, generarán 114.000 millones de dólares. Las BPM suponen un paso más para hacer realidad el sueño de la empresa extendida, cuyo sistema de aprovisionamiento y suministro está conectado al de sus proveedores y clientes. Se trata de lograr que, en el instante que un consumidor adquiere un producto, toda la cadena de distribución, desde el vendedor final hasta el proveedor de la materia prima, registre esa compra y anticipe el efecto que tendrá sobre la demanda para ajustar la producción. Esto conllevaría la reducción casi total de los inventarios y una enorme reducción de los costes. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que la producción bajo demanda exacta no depende simplemente de instalar y aplicar una aplicación o herramienta que automatice los procesos de negocio, sino que obliga a la empresa a ir más allá. De hecho, sólo las empresas capaces de utilizar las tecnologías de la información para rediseñar sus procesos críticos obtendrán realmente una ventaja competitiva frente al resto de compañías. ¿Cómo puede Internet integrar todos los departamentos en la producción bajo demanda? La Red como vehículo Pedro Alberto Gómez, Gerente PwC La producción bajo demanda se basa en tres pilares fundamentales: la personalización de la oferta y de la relación con el cliente; la interactividad entre todos los participantes de la cadena de valor; y la flexibilidad de los procesos de aprovisionamiento, producción, logística y comerciales para responder a las oscilaciones del comportamiento de la demanda. Internet es una tecnología capaz de dar respuesta a estas tres cuestiones de forma sumamente ágil y eficiente, además de resolver otra de las cuestiones clave de la producción bajo demanda, la ubicuidad. Sin embargo, Internet no es un destino, sino un vehículo. La Red debe ser ante todo un medio para facilitar el proceso de la toma de decisiones y priorización --dentro de los límites físicos de flexibilidad de la cadena de valor--, la comunicación entre todos los participantes de la cadena de valor, y la sincronización de todos los factores productivos. Primero captar datos, luego procesarlos Jaume Ribera, profesor del IESE La integración implica la captación de datos, su proceso y la toma decisiones integradas, además de la transmisión de órdenes y su transformación en acciones. A estas alturas no existe duda sobre la capacidad de Internet para transmitir datos o para consultar niveles de stock o pedidos en diversos puntos de la cadena. Es decir, de captar información. Procesar esta información es el siguiente paso. En este sentido, Internet no cambia esencialmente el panorama ya existente, a menos que los propietarios de todos los procesos, que pueden pertenecer a diversas compañías, los estandaricen y los hagan accesibles a los demás socios. Existen otros dos factores importantes. En primer lugar, la reducción del tiempo, que ofrece mejores resultados con menores niveles de stock. En segundo lugar, la posibilidad de saltarse etapas tanto en el flujo de información de pedidos como en el envío de productos o servicios, especialmente cuando son digitalizables, que recorta plazos de servicio y stocks intermedios.