Conciliación Laboral - Proyecto de Mejoramiento de los Servicios

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CONCILIACIÓN LABORAL
PRINCIPIOS BÁSICOS Y DIFERENCIAS CON EL PROCESO DE
MEDIACIÓN (*)
RODOLFO NEMESIO
Conciliador Laboral
A manera de introducción, les quiero contar que mi nombre es Rodolfo
Nemesio, soy abogado, mediador y conciliador laboral.
Sabiendo que tenemos dos horas para trabajar, la idea es presentar el taller
a partir de una comparación. Tomando como presupuesto que esta es una jornada
de actualización para mediadores, marqué algunos tópicos que nos pueden servir
para cumplir con el objetivo. En un primer momento, vamos a partir de tres
preguntas disparadoras:
1) ¿Es lo mismo mediar que conciliar?
2) ¿Un conciliador tiene que tener la misma formación que un mediador?
3) ¿Un conciliador laboral tiene que ser experto en derecho laboral?
1) ¿Es lo mismo mediar que conciliar?
Aporte: El mediador cumple una función de director del procedimiento, es un
tercero neutral y son las partes las que van a tener el protagonismo. La
conciliación es un pariente, pero distinto; no necesito ni un procedimiento especial,
ni necesito ser neutral, sino que el conciliador tenga más intervención, más
protagonismo; uno puede jugar diferentes roles, se unifican varios roles. Es un
pariente más cercano a la negociación.
Aportes: Me parece que la mediación es un proceso muy específico, con reglas
muy claras. La conciliación, me parece, que es un proceso donde se proponen
formas, esa es la idea que yo tengo, el conciliador propone fórmulas para ver si las
partes llegan a un acuerdo.
Tallerista: Aparecen respuestas que se vinculan con muchas de las dudas que
uno tenía, seguramente, antes de empezar con la conciliación laboral y que, luego
se fueron disipando con la práctica. Hoy en día también hay diferencias marcadas
tomando en cuenta quién sea el conciliador y qué formación tenga.
Aporte: En cuanto a la imparcialidad, tanto el mediador como el conciliador laboral
son pilares de la imparcialidad; lo que sí es diferente es que el conciliador tiene
que velar por el resguardo del orden público, pero con eso no viola el equilibrio
que tiene que haber entre las partes.
Tallerista: El colega nos trae una de las diferencias fundamentales. En algunos
casos, el resguardo del orden público, sólo funciona modelando la tarea
conciliadora, y en otros, algunos conciliadores lo toman como una directiva que los
condiciona fuertemente en su labor. En el campo laboral, por estar en juego
principios de orden público, hay un procedimiento pensado en protección del
trabajador, y esta nota típica nos va a marcar algunas diferencias.
Aporte: Al principio yo pensaba que una conciliación laboral era así, con principio
tuitivo, que se velaba por el orden público, y que de esa tarea se encargaba
bastante el conciliador. Ahora, no sé si por el avance del tiempo, o por
conciliadores que tienen otro estilo; he visto conciliadores que toman la
calculadora, se fijan en los rubros, me preguntan a mí y verifican la liquidación; en
cambio otros tienen una actitud bastante prescindente, desde otro lugar, no
parecen preocuparse demasiado por los números, ni tampoco los chequean.
Tallerista: Están apareciendo otros elementos que se vinculan con el orden
público. Recordemos que en materia laboral, cuando se llega a un acuerdo, el
mismo se debe luego elevar para homologación a las autoridades del SECLO (
Servicio de Conciliación Laboral Obligatoria); es decir que hay alguien afuera, que
no estuvo presente en la conciliación, y que va a analizar si dicho acuerdo respeta
o no principios generales que se prevén en la ley de contrato de trabajo y que no
se pueden violar. Si esto último ocurre, el acuerdo no se homologa.
Veamos que nos puede aportar otra de las preguntas.
2) ¿Un conciliador tendría que tener la misma formación u otra distinta de la
del mediador?
Tallerista: Sobre todo vinculado a la cuestión procedimental, si yo digo que
mediar es distinto a conciliar, debo suponer que la formación para llevar a cabo
una tarea que defino como distinta, debiera ser diferente. Si, por el contrario, creo
que hay una formación general y básica aplicable a todo tipo de conflictos que
solamente deberé complementar, en función de la materia a abordar, con mayor o
menor conocimiento de lo que voy ayudar a las partes a resolver, me estoy
posicionando desde otro lugar.
Aporte: Yo creo que el conciliador laboral tiene que tener las aptitudes y la
formación de un mediador. Hasta ahora, los conciliadores laborales eran
funcionarios del Ministerio de Trabajo que no eran abogados y cumplían las
funciones de conciliador. Fundamentalmente trasladaban números. Creo que la
tarea de conciliar debe ir mucho más allá; se trata de buscar intereses, desarmar
posiciones. Creo que es importante que el conciliador tenga formación como
mediador. Adelantándome a la última pregunta, creo que el conciliador laboral
debe tener importante conocimiento de derecho laboral, porque los que hacen
laboral saben en qué casos se viola el orden público y cuáles derechos son
irrenunciables. Hace falta que el conciliador tenga la aptitud y los cursos de un
mediador pero, además como valor agregado, el conocimiento específico en
materia laboral.
Tallerista: Acá se trae otro tema clave. Yo pienso que, hoy por hoy, los ciento
ochenta conciliadores que integramos el registro, con mayor o menor
conocimiento del derecho laboral, sabemos cuándo se está violando el orden
público. Pero, de todas maneras, creo que el gran dilema es: ¿cómo debe actuar
el conciliador cuando sabe que se está violando el orden público?; ¿Cómo pone
en acto ese conocimiento?; ¿Qué debe decir: “este acuerdo no se firma; ustedes
deben acomodar esto”?.
Agregamos, para los que no estuvieren informados, que el Registro de
Conciliación Laboral nació cerrado, a diferencia del Registro de Mediadores que
nació abierto. Aquél comenzó con 180 conciliadores en Septiembre de 1997, y
hasta hoy siguen los mismos, salvo renuncia o fallecimiento. Igualmente, en estos
dos últimos supuestos, se realizaron reemplazos a partir de una lista de suplentes
que existía desde aquella fecha.
Completemos, salvo mejor opinión, algo más acerca de la tercer pregunta
disparadora:
3) ¿Un conciliador laboral tiene que ser experto en derecho laboral?
Aporte: Yo hago mucho laboral y voy casi todos los días a conciliaciones como
abogada de parte. Uno escucha que a los conciliadores “se les escapó” detectar
violación al orden público, ¿cómo que se les escapó?. Esto es casi cotidiano, y la
mayoría de los abogados con los que uno habla dicen lo mismo. Acá hay un tema
muy importante y es el Derecho Laboral y el trabajador, que ya sabemos que está
en un nivel de desigualdad respecto del empleador. Es un tema muy complicado,
creo que en la conciliación en sí se tienen que aplicar todas las técnicas de
mediación. Contando con la colaboración del conciliador, en muchos casos, el
trabajador se va con la sensación que no se violaron sus derechos, que se lo trató
como un ser humano, como una persona en la dignidad del trabajo. Pero en otros
casos vemos conciliadores que no tienen conocimiento, no están actualizados con
el derecho del trabajo, y menos en técnicas de mediación.
Tallerista: A partir de este comentario, yo repreguntaría: ¿Cuál puede ser el
parámetro para medir que un acuerdo ha violado o no el orden público?
Aporte: El parámetro es el orden público.
Tallerista: Lo pregunto porque, cuando estudiamos derecho, conocimos que la
definición de orden público era bastante ambigua e imprecisa; es cierto que en
Derecho Laboral tenemos una definición propia, pero yo pregunto si tenemos un
parámetro concreto que nos sirva de guía. Tratando de imaginarlo en la práctica y,
tomando un criterio resultadista, uno podría suponer que todo acuerdo que termina
siendo homologado no viola el orden público. Pero: ¿hay posibilidad de
anticiparnos al resultado?; ¿cómo hacemos para que una persona que no fue
parte de la conciliación, basándose en datos objetivos, pueda saber si se ha
violado o no el orden público laboral?. Creo que, salvo los casos muy flagrantes de
violación, hay toda otra serie de casos en los que el homologador no podrá saber
que fue lo que realmente se trató en la conciliación porque, no podemos ser
ajenos al hecho de que las partes cuando están de acuerdo en que determinada
cuestión no va a ser homologada, terminan “dibujando” otra realidad para obtener
la homologación.
Aporte: ¿Porqué depositar toda la responsabilidad en el conciliador? El
responsable de que no se viole el orden público no es nada más que el
conciliador; los abogados de parte también tienen que cumplir una función.
Tallerista: Tal cual como está pensado el sistema, mientras no tengamos un
parámetro objetivo, va a haber siempre una mirada subjetiva; no digo que esté
mal, lo que digo es que tenemos que ser concientes que el sistema funciona de
esta forma. Posiblemente, en varios casos en los que uno se fue con la idea de
que no se respetó el orden público laboral, si se lo contáramos a otra persona, a lo
mejor nos diría que para él, sí se resguardó. Todo esto nos hace reflexionar
acerca de la necesidad de tener un parámetro objetivo para evitar la sensación de
discrecionalidad.
Aporte: Yo no me refería tanto a cuando existe un acuerdo firmado. Cuando no se
llega a un acuerdo, muchas veces es por la falta de conocimiento del conciliador, y
esto se hace más evidente cuando uno tiene conocimientos de mediación. Yo que
hice una especialización en derecho laboral pensaba: “pobre los trabajadores, les
privatizaron la justicia, lo peor que pueden haber hecho es la conciliación laboral
obligatoria”
Tallerista: Es importante que traigas esta cuestión porque, nos remonta a una
actitud general asumida por los abogados en los comienzos de la mediación. Un
profesional con muchos años de experiencia, cuando apareció la mediación,
adoptaba dos actitudes casi clásicas: 1) esto yo ya lo hice toda la vida o; 2) ahora
se intenta hacerlo y se lo hace mal. En mi formación académica, yo no tuve una
sola materia que tuviera en su contenido algo vinculado a la negociación o a los
métodos alternativos. Es entendible y esperable que quienes tengan formación en
derecho laboral piensen que ahora se privatizó la justicia, porque antes, con la
intervención insoslayable del juez, tenían asegurado a alguien que protegiera el
orden público laboral. En este tema van a aparecer muchas variantes.
Aporte: Pienso esto desde la mediación, me cuesta mucho pensarlo desde lo
jurídico. En la mediación siempre tenemos criterios objetivos de los cuales no nos
podemos alejar. El esquema de Harvard los incluye como parte del análisis de las
opciones. Entonces, si nosotros pensamos la ley laboral como un criterio objetivo
al cual podemos recurrir, la cuestión no presentaría matices absolutos. Yo me
pregunto: ¿Qué pasa si en la conciliación hay un criterio subjetivo que es
legitimado por las partes y no está contenido dentro de este orden público?
Respuesta: Esto ha suscitado bastante inquietud.
Aporte: Yo no tengo experiencia en conciliación laboral pero sí en conciliaciones
aisladas. Tengo el prejuicio que los conciliadores laborales tienen excelencia
académica, como es un grupo pequeño, con exámenes sumamente rigurosos, al
ser un número cerrado, al no existir la conciliación privada...
Tallerista: Es acertada la idea que casi no existe la conciliación privada; hasta
donde yo sé, el 95% de los conflictos van a sorteo. Yo intenté alguna experiencia
privada, pero generó más inconvenientes que aceptaciones (hago la aclaración
que los inconvenientes provinieron desde el SECLO, no desde los involucrados).
Letrados que me habían conocido de alguna conciliación, intentaron otras conmigo
en forma privada. En estos casos uno actúa típicamente como facilitador de la
comunicación. Hasta allí, ningún problema; el tema es el de los honorarios. Los
letrados me pedían que apareciera en el acuerdo para justificar los honorarios.
Cuando se presentó la documentación ante el SECLO, desde allí me cuestionaron
la ausencia de sorteo y hubo que dar bastantes explicaciones. Hoy un conciliador,
como cualquier otro facilitador de la comunicación, puede intervenir como un
consultor que dos personas contratan cuando quieren resolver un problema
laboral. Tendría idéntico valor que cualquier acuerdo privado. Lo que se da en la
práctica es lo siguiente: si se recurre a los servicios de un conciliador privado y
luego se llega a un acuerdo, las partes se presentan ante el SECLO solicitando
una audiencia “espontánea”, se paga un arancel y es un acuerdo tan válido como
el que proviene de sorteo. En estos casos no importa la intervención del
conciliador privado porque lo hizo en los términos de una labor ajena al sistema
implementado. Las partes le abonan los honorarios convenidos (que pueden o no
coincidir con los legalmente regulados) y allí concluye el trámite.
Aporte: Dentro de las diferencias que yo observaba entre mediación y conciliación
creo que ambos métodos coinciden por tener en su base a la negociación. Lo que
yo digo es que para ser conciliador laboral se requiere una formación específica.
Se hizo un curso para conciliadores y no se hizo más.
Tallerista: Es verdad que la misma ley exige tener antecedentes en derecho
laboral para formar parte del Registro. Al ser un número cerrado de conciliadores,
el curso no se repitió, pues no habría necesidad de formar otros.
Aporte: Para muchos conciliadores, la conciliación les parece un mero trámite.
Evitando detenerse en los elementos emocionales.
Aporte: Pero hay un montón de conciliadores muy buenos. Demos una mirada
positiva.
Tallerista: Esto nos provoca distintas reflexiones. Para que se queden tranquilos,
yo estoy más de acuerdo con lo que ustedes dicen pues, desde sus comienzos, en
los cursos de actualización de treinta horas que debemos cumplir todos los años,
cuestioné el contenido de la capacitación continua. Cuando uno se detiene en el
contenido, nota una fuerte ausencia en temas de negociación, comunicación y
análisis de intervenciones y, por otro lado, se aprecia un marcado acento en el
análisis de la jurisprudencia y la doctrina sobre diversos temas. No digo que esto
último esté necesariamente mal (sí lo primero), lo que digo es que, si dicho
contenido es avalado por quien debe controlar el accionar de los conciliadores, se
estaría dando una directiva de actuación contraria a los principios estudiados.
¿Cuál es el sentido que conozca la última doctrina o la última jurisprudencia si, el
intento de aplicarla es totalmente contrario a los principios de imparcialidad,
confianza, neutralidad y otros?. Es cierto que algunos piensan que la actuación del
conciliador debiera centrarse en marcar lo correcto y lo incorrecto: si alguien dice
“A”, el conciliador dira que está equivocado, que es “B”, porque lo acaba de
estudiar en una reciente actualización del tema.
En el diseño original, se pensó el sistema de conciliación con similitudes al de
mediación, con las salvedades de que el conciliador fuera experto en derecho
laboral. Para algunos alcanzaba con ejercer la profesión en temas laborales, para
otros haber trabajado en la Justicia Laboral. Ahora bien, ese requisito existió como
condición para formar parte del Registro, pero otra cosa distinta es reforzar dicho
requisito año tras año con los cursos de actualización, en lugar de profundizar los
aspectos comunicacionales o negociales..
Aporte: Me preocupa esta cuestión de que todo tiene que cerrar formalmente. Yo
creo que hay algo más profundo con el tema laboral, hablo de la experiencia en
Córdoba. La conciliación laboral se hace, o en el Ministerio de Trabajo, o ante el
juez laboral que es parte del proceso del juicio laboral; no tenemos conciliadores
laborales. Yo lo que veo es que en el derecho laboral se plantea básicamente un
regateo: yo pido más para que me den menos, y el obrero queda fuera. El
trabajador es alguien que está mirando cómo discuten y cómo negocian otros y los
acuerdos, generalmente, no reflejan lo que en justicia le corresponde sino lo que al
juez o al Secretario le interesa que cierre, sin importar que al obrero le cierre.
Quería saber si hay alguna forma de controlar eso. Yo creo que, antes de
requerírsele mucha capacitación, el conciliador tiene que ser buena persona y
tiene que tener en cuenta a la gente.
Tallerista: Uno de los temas está relacionado con la estructura del procedimiento.
Acá sí hay una característica que vos incorporás y que constituye un limitante para
otorgarle riqueza a la forma de trabajar. En la conciliación laboral, casi
exclusivamente se habla de dinero (esté uno de acuerdo o no con esta realidad).
Porque, cuando he intentado otros acuerdos donde al mismo trabajador le
interesaba, por ejemplo, que su empleador como acuerdo final le entregara
camperas para revender; el SECLO dijo que eso no era factible de homologación.
Entonces, nos guste o no, acá tenemos un límite que es la realidad. Yo puedo
negarme e insistir en el acuerdo pensado, pero me lo van a rebotar
constantemente.
Todos los conciliadores que estamos desde el año 1997, tenemos alrededor de
1300 casos asignados. De 400 acuerdos en los que intervine, me habrán
observado 3, el resto se homologaron directamente. Ahí tenemos la realidad de la
actividad homologatoria. El SECLO puede rechazar directamente el acuerdo,
pidiendo que se lo reescriba, o puede hacer simplemente una observación, que es
lo que generalmente hace. Siempre nos encontramos con el hecho que es muy
difícil para alguien que no fue parte, conocer qué se ventiló en el caso para poder
decidir si dicho acuerdo satisfizo o no los intereses en juego.
Hasta donde yo conozco, somos varios los conciliadores que tratamos que el
trabajador esté presente durante toda la conciliación, porque en general hablan
poco y suelen descansar su relato en lo que diga su abogado. En los casos en los
cuales noté que el trabajador firmaba el acuerdo porque su abogado lo quería así
(uno lo puede vislumbrar a través de gestos o posturas del trabajador), traté de
repreguntarle al obrero acerca de su satisfacción respecto al acuerdo que se
estaba por firmar. Yo postulo la teoría que nuestra intervención, en estos casos,
debe circunscribirse a chequear, de todas las maneras posibles, la “satisfacción”
de todos los involucrados tanto respecto al procedimiento de conciliación como
con el eventual acuerdo que se esté por suscribir. No comparto la idea de
“imponer otro acuerdo” porque uno crea que el trabajador no está satisfecho (con
esta idea uno puede llegar a cometer más injusticias que reparaciones).
Pregunta: Cuando un acuerdo es espontáneo, se presenta ante el SECLO.
¿Cómo es la revisión en estos casos?.
Respuesta: En la misma audiencia espontánea, el funcionario del SECLO
interviniente controla que esté otorgado válidamente el consentimiento, analiza el
contenido y, en un promedio de cuarenta y ocho horas, se obtiene la
homologación. Te diría que, en esos casos, es difícil hablar de una observación,
por cuanto el funcionario que ha intervenido es parte del mismo sistema. El
conciliador, en cambio, si bien es parte del sistema, en un primer momento (año
1997 y 1998) parecía apreciarse cierto enfrentamiento con el SECLO pues éste
observaba cada punto y cada coma; creo que esa situación ya se superó; hoy en
día se cuestionan solo los casos de flagrantes violaciones al orden público.
Aporte: Me ha pasado que no podíamos cerrar un acuerdo porque el conciliador
no tenía idea sobre un aspecto puntual de derecho laboral. No pudo colaborar en
la negociación. Y en el SECLO no se controla nada, típica forma de trabajar en la
Administración Pública. Me ha pasado tener inconvenientes en una conciliación de
monto importante; obtuvimos un acuerdo gracias al trabajo de la conciliadora que,
en ese caso, actuó claramente como facilitadora de la comunicación. Como la
empresa contaba con poco efectivo, pretendía pagar con mercadería; y la
conciliadora nos explicaba que el SECLO no lo iba a homologar (era una situación
paradojal porque el acuerdo iba a ser beneficioso para todos).
Aporte: Quiero expresar mi estupor por el hecho de que la homologación se
niegue en este tipo de casos. Yo siempre entendí la homologación, no como un
control de un acuerdo correcto, sino como un control para que no se viole el orden
público.
Tallerista: Acá las compañeras que hacen laboral han vivido esta experiencia. Es
un debate que tenemos que hacer y, si estamos todos de acuerdo, barajar y dar
de nuevo. Hablar de la homologación del acuerdo es un tema muy afín al derecho
laboral pero, con las características actuales, pareciera que termina siendo un
trámite y convirtiéndose en un adversario de todos los que participamos en el
sistema.
Me gustaría, después de todos los aportes que han aparecido, contarles mis
respuestas a cada una de las preguntas que se han planteado:
1) Yo creo que hay diferencias entre mediar y conciliar. 2) Igualmente, creo que el
conciliador tiene que tener la misma formación que el mediador, tanto en los
aspectos comunicacionales como negociales. 3) Respecto a si el conciliador debe
o no ser un experto en derecho laboral, acá voy a quedar sólo en la doctrina.
Pienso que para trabajar en un conflicto, uno debiera tener una información
genérica y de base, la cual serviría para abordar cualquier tema. Después, cuando
a uno le toca un tema de cuyo contenido no tiene mucha idea, debiera informarse
mínimamente para no perder una hora tratando de saber de qué están hablando
las partes. Pero el mismo inconveniente se presentaría si uno media en una
comunidad Toba, entonces previamente, debemos familiarizarnos un poco
respecto al idioma y a las costumbres de dicha comunidad. Entre los conciliadores
estoy bastante solo en esta opinión, porque la mayoría opina y concuerda que el
conciliador tiene que ser experto en derecho laboral y, además, volcar dicho saber
en cada uno de los momentos de la conciliación laboral concreta.
Creo que, hasta ahora, hemos mencionados más inconvenientes que ventajas que
tiene la conciliación respecto de la mediación. Pero, debo aclararles que, en otros
aspectos, a mí entender tiene marcados avances respecto del sistema pensado
para la mediación. Dichas ventajas tienen que ver con el procedimiento en sí
mismo, por ejemplo en materia de notificaciones.
A todos los conciliadores nos han instalado en nuestras computadoras un software
(Lotus Notes) que nos brinda los servicios de un correo electrónico. Por ejemplo,
la conciliación que tengo sorteada a las dos de la tarde de hoy, me llegó vía
informática, la imprimí y me proporciona algunos datos de las partes (nombre,
domicilio, monto reclamado, etc.). Así me la notifican. Si hay, por ejemplo, diez
reclamados en una conciliación, el SECLO se encarga de cursar todas las
notificaciones. Hay que recordar que todo el proceso es gratuito para el
trabajador. Los honorarios del conciliador ($225 en caso de acuerdo), siempre los
paga la parte reclamada. Aquí encontramos una diferencia con la mediación pues,
aparte del monto, en ésta el pago de los honorarios es también materia de
acuerdo.
En varios aspectos, el sistema está bastante bien organizado: las nuevas
audiencias, las ampliaciones de reclamados, las recusaciones, los cambios de
lugar para conciliar; todo se hace vía correo electrónico. Tanta importancia
adquirió esta vía de comunicación que, en la última reforma del decreto
reglamentario, se estableció que todas las notificaciones vía informática
constituían notificación fehaciente para el conciliador. Si me notifican una
observación de una homologación, por ejemplo, y yo me olvidé de chequear el
correo electrónico, soy responsable por el vencimiento de los plazos.
Aporte: ¿Los homologadores del SECLO tienen la misma formación que los
conciliadores?
Tallerista: No es un requisito previo; son abogados y expertos en derecho laboral,
pero no se les requiere idéntica formación que los conciliadores, entiendo que de
otra manera, estarían siendo poco aprovechados para la tarea que en definitiva
tienen que cumplir.
Aporte: En realidad me refiero a que, con la formación adecuada, podrían
entender algunas formas de acuerdo que hoy el SECLO rechaza.
Tallerista: Es un tema para debatir. Todos sabemos que, desde sus orígenes, el
derecho laboral ha sido protectorio para el trabajador. Hay trabajadores que dicen:
“gracias, que no me protejan más, que no saquen una ley de emergencia
económica que dice que si me despiden después del 9 de enero de 2002 me
tienen que pagar el doble de la indemnización si, en definitiva, eso no se cumple”.
El otro día me encontraba entregando documentación al SECLO y la empleada me
comenta un caso en el que un trabajador llegó a un acuerdo y, al día siguiente le
solicita al SECLO que no lo homologue (el expediente, obviamente, todavía estaba
en trámite). Yo creo que, salvo los supuestos de vicios de la voluntad (que los
puede haber), no podría tener acogida dicho planteo porque, de lo contrario, se
lesionaría la seguridad jurídica y, por criterios únicos de conveniencia, se estaría
proponiendo una nueva negociación (hablaríamos de conciliación al cuadrado o al
cubo). El ámbito adecuado para debatir los criterios de conveniencia, justamente,
es el de la conciliación, pero terminada ésta, el caso debiera tener un cierre
definitivo.
Aporte. ¿Cuál es el rol del conciliador?
Tallerista: Si bien el sistema se pensó en términos similares a la mediación,
estadísticamente, los conciliadores trabajan en forma más directiva. Yo creo que
estoy en la minoría porque trato de proponer una forma de trabajo en la cual los
protagonistas estelares sean las partes. También en la conciliación laboral se
trabaja con parámetros objetivos; la cuestión no se vincula con la existencia o no
de dicho parámetro, sino cómo el conciliador incorpora dicha herramienta en la
tarea concreta. En una mediación, por ejemplo, uno puede saber que determinada
propiedad vale para el mercado inmobiliario unos $50.000. A partir de ello, un
mediador puede pensar: “cualquier venta por debajo de los $50000 acá no se va a
firmar”. Se estaría aplicando un parámetro objetivo pero, a mí entender, de
manera muy inadecuada. Otra manera consiste en proponer una forma de trabajo
en la cual, conociendo el dato anterior, se haga reflexionar a los involucrados en
las ventajas o desventajas de realizar un acuerdo que se acerque o se distancie
de la suma referida. Reitero que la tarea del conciliador fuertemente
intervencionista y dirigista está reforzada por el contenido y diseño de los cursos
de actualización. Yo no la comparto, pero se que tiene un grado de aceptación
importante entre los colegas conciliadores.
Aporte: Yo creo que, lamentablemente, la conciliación laboral tiene sus
limitaciones porque el paso posterior, que es la vía judicial, tampoco funciona.
Todos sabemos que, muchas veces, nos encontramos con sentencias hermosas
que no se pueden ejecutar. Muchas veces, en las conciliaciones, se presiona para
que el trabajador reciba lo poco que se ha podido conseguir porque, la etapa
posterior (el juicio), no defiende los intereses del trabajador. Allí nos encontramos
con plazos muy extensos, dificultad en la toma de las medidas precautorias, etc.
Tallerista: Comparto la idea que hay una realidad y un contexto que moldea el
trabajo del conciliador y de todos los involucrados. Todos sabemos que la ley de
mediación se sancionó en un contexto en el cual la justicia no brindaba las
respuestas esperadas por la sociedad. Ello constituyó y constituye un contexto
que moldea la tarea de todos los mediadores y nos imprime un sello fundamental
en la tarea. Si hoy, el contexto de la justicia laboral fuera otro, el contenido de la
conciliación laboral sería distinto, porque es difícil pensar el sistema con dos
instancias totalmente independientes una de la otra. De presentarse otro contexto,
un trabajador pensaría: cuál es el inconveniente que no se me ofrezca en la
conciliación lo que estoy reclamando si, planteándolo ante la justicia en una
semana obtengo sentencia. El contexto que tenemos es este.
En otra época, las empresas utilizaban como argumento frente al trabajador:
“arregle ahora porque mañana me presento en concurso”. Este argumento ahora
se ha convertido en una realidad palpable que modifica las expectativas del
Reclamante.
Aportes: Es cierto que con la creación del SECLO se ha descongestionado la
justicia laboral, y quizás la celeridad que tiene ahora no se deba a que sea más
eficiente sino a que no tienen causas. Incluso algunos juzgados esconden las
estadísticas para que no les saquen empleados.¿Tenés estadísticas del nivel de
acuerdo y cumplimiento de acuerdos homologados? Yo comparto esto de que no
es apropiado que el conciliador trabaje de una forma tan indicativa, sería mejor
que lo haga con técnicas menos propositivas. Pero quizás está funcionando......
Tallerista: Estadísticas: en las mediaciones civiles y comerciales,
aproximadamente, de cada doce casos considerados, cuatro tienen acuerdo,
cuatro no tienen acuerdo y cuatro se cierran por incomparecencia. A partir de esto,
se puede decir que hay un 33% de acuerdos con respecto a la totalidad de los
casos. En materia laboral, el índice de incomparecencia es mucho más bajo, si
bien se ha incrementado en lo que va de este año, por ello la estadística refleja
una situación distinta. Considerando igualmente doce casos, aproximadamente,
cinco tienen acuerdo, cinco no tienen acuerdo y dos se cierran por
incomparecencia. Por eso hablamos de más de un 40% de acuerdos sobre el total
de casos. Cierto es que los resultados son contundentes aunque, en algunos
casos, uno no comparta el método con el que se trabaja.
También durante este año, ha aumentado el número de casos. Anteriormente el
SECLO nos asignaba una audiencia por día y, excepcionalmente, dos.
Actualmente, casi todos los días nos asigna dos audiencias.
Hablando el tema de honorarios, en la mediación oficial sabemos que por cada
gestión de mediación genero los mismos honorarios (llegue o no a acuerdo); la
diferencia se manifiesta con respecto a cuándo los cobro: al momento del acuerdo
o cuando éste lo establezca; y si no hay acuerdo, estoy a las resultas del juicio. En
lo laboral la tarea del conciliador termina con la conciliación. Nunca interviene en
el proceso judicial; es una tarea típicamente administrativa. Entonces, en caso de
lograrse un acuerdo, cobro unos honorarios únicos de $225, si no hago acuerdo el
SECLO me paga $25. Con estas características, la tarea queda muy atada al
resultado. Conviene aclarar que, en materia de montos, existe una triple escala
pero sólo vinculada a la cantidad de reclamantes que intervienen en la
conciliación. El sistema ha previsto un límite de tres reclamantes por conciliación.
Si se logra acuerdo con un Reclamante, se cobra $225, con dos Reclamantes
$285 y con tres Reclamantes $335.
Aquí se presenta otro debate que se vincula con la cuestión respecto a cómo
tendría que ser retribuida la tarea de un mediador y/o de un conciliador. Tengo que
decir que el premio por resultado, no me gusta. Prefiero un sistema que se
abonara una suma fija por audiencia. De esta manera, se desvincula el trabajo del
mediador/conciliador con el resultado de su tarea. Cobraría lo mismo,
independientemente si se llegara o no a hacer un acuerdo.
Dado que estamos en hora, para concluir, respondería algunas últimas
inquietudes.
Pregunta: ¿Es obligatorio para el SECLO discriminar los montos?
Tallerista: No, no es obligatorio. Al iniciarse un Reclamo ante el SECLO basta con
poner un monto, que no es vinculante. Tampoco es necesario detallar los rubros
que componen dicho monto. Sólo, genéricamente, hay que poner: “despido”,
“accidente”, etc.
Pregunta: ¿Un acuerdo no homologado por el SECLO habilita para algún reclamo
con los mismos montos, o significa que no existió?
Tallerista: Habría que tomar en cuenta los argumentos por los cuales el SECLO
no homologó dicho acuerdo. Si la observación realizada sólo apunta a cuestiones
formales, tendría validez para futuros reclamos con los mismos montos, pero no
con las seguridades que da la ejecución laboral de un acuerdo homologado
(podría tomarse como un principio de prueba por escrito). Si la observación apunta
a cuestiones de fondo, se procedería como si nunca se hubiese realizado dicho
acuerdo.
Pregunta: Si, en el marco de un acuerdo firmado, se llegó a recibir una cuota
antes de la homologación y después el acuerdo no se homologa ¿Qué efectos
tendría?.
Tallerista: Quien paga mal paga dos veces, por eso se suele esperar a la
homologación para comenzar a pagar (si se trata de cumplimiento en cuotas). De
todas maneras, en la práctica, dicho pago se toma a cuenta de lo que, en
definitiva, se establezca como monto final (no es un pago sin causa).
Bueno, si no quedan más inquietudes, muchas gracias.
(*) Se deja aclarado que cuando se dice aportes (el que interviene es un
asistente al taller) y cuando se menciona tallerista (el que habla es el
conferencista).
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