PROMETEO ENCADENADO (2ºESO A) Adaptación de la obra. IES

Anuncio
PROMETEO ENCADENADO (2ºESO A) Adaptación de la obra.
IES JARANDA. Chelo Hidalgo Sánchez
PRÓLOGO
(Al anochecer, en un lugar desértico y helado, donde sólo se escucha el murmullo desolador del viento,
un impresionante muro se levanta, amenazante ante todos. Llegan Hefesto, acompañado de Poder,
Violencia y Fuerza que tira arrastrando a Prometeo)
PODER: Estamos ya en el último confín de la Tierra, en la más absoluta soledad. Hefestos, ha llegado
la hora de que cumplas lo que, Zeus, el gran líder te ordenó y ates a ese forajido con cadenas de hierro
irrompible a este muro irrompible. Robo tu preciado don, el brillante fuego y lo entregó a los hombres.
Justo es, pues, que pague la pena merecida. Tal vez así aprenda a resignarse a la dominación de Zeus.
HEFESTO: (llorando) Muy a mi pesar, Prometeo, te sujetaré con lazos de hierro. Aquí no vendrá nadie a
socorrerte. Abrasado por los ardientes rayos del Sol, verás destruirte poco a poco. Pasarán los días y las
noches y el dolor de tus desdichas no cesará de atormentarte ni un momento. Mira lo que has conseguido
con tu soberbia y orgullo. Has pasado los límites de lo permitido y en castigo, permanecerás encadenado a
este muro, siempre de pie sin dormir ni doblar las rodillas. En vano gritarás pidiendo auxilio. El corazón
de Zeus es inflexible contra los que le traicionan.
PODER: ¡Deja de hablar y encadénalo de una vez! Que es lo que ha decidido Zeus, dios de los dioses.
¡Violencia!, ¡Fuerza! ¡Obligadle a que lo encadenen al muro!
VIOLENCIA: Estate quieto de una vez, maldito titán. Hefesto, ¡Rodea con el hierro sus brazos; golpea
luego con el martillo con toda tu fuerza y clávale en la roca! ¡Ahora!
FUERZA: Sujétalo y asegúrate de que esté bien encadenado. Pégale para que esté quieto. Este maldito
tiene la habilidad de escaparse en cuanto pueda. ¡Agárralo fuerte y golpéale, golpea sin piedad!
VIOLENCIA: Hefesto, vamos, no vaciles ni llores ante el enemigo de Zeus. ¡Cuida de que no te toque
algún día a ti!
HEFESTO: (con la mirada baja) Ya hemos acabado. Vámonos. Ya se ha cumplido la ley impasible de
Zeus. He visto lo que nadie debería haber visto jamás. El temor y el pánico me paralizan. Perdóname,
Prometeo.
(Se marchan todos y se queda Prometeo solo encadenado al muro) MÚSICA
PROMETEO: ¡Ay de mí, ay! Miradme con que torturas me han desgarrado. Tal es lo que quiere de mí el
que tiene el máximo poder sobre todos. Lloro por lo que le esperará a mi pueblo, ahora que se ha quedado
solo sin mis consejos y protección. ¿Resignación? Yo solo no puedo contra la fuerza del Poder. Y, no
obstante, ni puedo hablar de mis desdichas ni puedo callarlas .
(Canción del coro)
¡Ah! ¡Ah! ¿Qué rumor de cantos oigo cerca de mí? Un suave sonido hace vibrar la brisa, aunque todo lo
que se acerca me produce espanto.
EPISODIO 1
(Un grupo de jóvenes alternativos se acerca al muro donde está sujeto Prometeo. Son las Oceánidas)
OCEÁNICAS: -Nada temas. Queremos estar contigo para que sepas que no estás solo. ¿Por qué sufres
tan terrible castigo? ¿Qué tiene Zeus contra ti? Cuéntanos qué ocurrió entre vosotros.
PROMETEO: Doloroso es para mí hablar, pero hable o calle solo hay para mi dolor. Desde el día en
aquel odio se alojó en el corazón de los hombres y la tiranía se levantó entre ellos. El poder, el líder
quería someter al pueblo; y el pueblo luchaba por la libertad. Ante el temor de la violencia y la opresión,
yo me adelanté entonces e intenté con prudentes consejos convencer a los titanes del partido para obrar
con justicia y evitar la dictadura. Pero no se dignaron ni siquiera a mirarme.
OCEÁNIDAS: Ante tal oposición y lucha, ¿qué pasó?
PROMETEO: Apenas el gran líder se había sentado en el trono paternal, repartió sin tardanza los honores
entre los más poderosos y empezó a ordenar las jerarquías en su imperio. Pero en ningún momento se le
ocurrió pensar en el pueblo. Quería, por el contrario, aniquilarlos, someterlos o crear una nueva raza.
Yo me opuse; sólo yo me atreví y sólo yo me dirigí a los hombres para evitar que siguieran esclavizados y
sometidos ciegamente a Zeus y al partido. Y con Zeus, pronto los males se extendieron por todas partes.
Se abrió de nuevo la caja de Pandora.
OCEÁNIDAS: Te escuchamos y las lágrimas empañan nuestros ojos cuando contemplamos sobre este
muro tu cuerpo. Nuevos dueños rigen el timón de Olimpo. Y en nombre de nuevas leyes, Zeus ejerce un
poder, sin límites. Pero ¿cómo liberaste a los hombres? ¿Qué hiciste para provocar la ira de Zeus?
PROMETEO: Les otorgué un don mayor: les di el fuego y nació en ellos la esperanza, lo único que quedó
en el fondo de la caja de Pandora. Les indiqué cuál era el camino para la libertad.
OCEÁNIDAS: ¡Y por eso te castigó Zeus!
PROMETEO: Sí. Y no perdonará jamás. Estaré aquí hasta que quiera su férrea voluntad.
OCEÁNIDAS: ¿Y cuándo será ello?
PROMETEO: llegará un día en que el gran poder me necesitará si quiere saber cómo se le puede destruir
y despojarle de sus honores. Yo sé cuándo y cómo hacerlo. Pero no le revelaré el secreto hasta que me
libere de aquí.
OCEÁNIDAS: Entonces, no será en vano tu sufrimiento, Prometeo. Nos vamos, no sea que nos escuche
Zeus. El partido tiene muchos ojos y demasiados oídos. No olvides que estamos todos contigo.
(Se marchan las Oceánidas y se presenta Océano)
EPISODIO 2
OCÉANO: Llego hasta ti, Prometeo, a través de duro camino. De tus males, quiero que lo sepas, me
compadezco. No hay nadie por quien sienta mayor afecto en mi corazón.
PROMETEO: ¡Oh, querido amigo! ¿También tú vienes a presenciar mi suplicio? ¿Cómo te has atrevido?
El líder tomará duras medidas contra ti. No quiero que te hagan daño por mí.
OCÉANO: Nunca podrás decir que tienes un amigo más firme que yo. Por eso, quiero darte el único
consejo que conviene a tu fortuna. Si continúas lanzado palabras duras contra Zeus y llegan hasta sus
oídos, tu castigo será peor todavía. Y todo lo que hayas hecho por el pueblo, habrá sido inútil.
Deja tu cólera, oh desgraciado, aprende a ser humilde con el poder y pídele perdón. Debemos estar todos
juntos y unidos.
PROMETEO: ¡Eso! ¡Jamás lo haré! Aunque me consuma en este muro hasta el final de mis días.
OCÉANO: ¡No olvides que se trata de un líder duro y sin escrúpulos y que a nadie ha de dar cuenta de lo
que hace! Reflexiona. Si tú mueres, el pueblo se quedará solo ante Zeus. Intentaré, si puedo, convencer a
Zeus para que se apiade de ti.
PROMETEO: ¡No! Vete, créeme, aléjate de aquí y mantente al margen de todo esto.
(OCEÁNO se aleja. Un silencio. Luego las OCEÁNIDAS, empiezan a cantar)
EL CORO: ¡Oh Prometeo!, el pueblo está asustado. No saben qué hacer. Tú eres su guía y ahora ante tu
situación, sólo se desesperan y lloran por ti. Piensa en el consejo de Océano.
(Un largo silencio.) Después, MÚSICA
EPISODIO 3
PROMETEO. No creáis que mi silencio nace por orgullo. Una idea me destroza el alma: que si cedo ante
las amenazas de Zeus, entonces todo lo perderemos. Quiero que sepas qué hemos conseguido para que
entiendas mi actitud.
La situación resulta insostenible. Bien sabéis que este sistema ya no sirve, está en crisis. No producimos
lo suficiente y la mayor parte del pueblo vive en la pobreza. Aquí ya no hay progreso, no avanzamos ni
crecemos. La gente sufre penurias y tiene hambre, pero no puede hacer nada.
CORIFEO: Es cierto, Prometeo, que la situación ha cambiado y que ya no somos la gran potencia que
fuimos. Pero la culpa es de las naciones enemigas, que nos cierran sus fronteras y nos aíslan, La culpa es
de los traidores a la patria, de los que desobedecen a los dioses. Eso dice el gran Zeus y es lo que defiende
el partido.
PROMETEO: También yo pensaba eso. Creía que nuestro sistema era perfecto, infalible y que Zeus no
podía errar ni equivocarse. Pero es el régimen el que falla. No se puede dejar al pueblo sin libertad. La
democracia es el fuego que lo mantiene vivo. Ni el partido ni Zeus pueden arrebatar lo que pertenece a la
humanidad, que debe volver a ser libre.
CORIFEO: Pero el partido encarna a todos los hombres, sabe lo que hacer por ellos. El pueblo debe
obedecer y someterse a la voluntad de Zeus, que todo lo sabe y que obra por su bienestar.
PROMETEO: No, Zeus todo lo hace por sí mismo, para mantener y acrecentar su poder. Nada le importa
el pueblo al que dice amar. Lo tiene oprimido, sometido. Aquél que se atreve a cuestionarle y pensar algo
distinto de las consignas que lanza el partido, ya ves lo que le ocurre. Los más tremendos castigos, los
campos de reeducación, el gulag y la muerte.
COREFEO. Ay, pobre Prometeo. El pueblo está afligido y llora tu suerte. Pero no puede seguir tus pasos.
Tiene miedo a Zeus y a su poder. El partido está en todas partes, vigila y detiene a cualquier sospechoso
que se atreva a escuchar tus ideas revolucionarias.
EL CORO: Yo alimento aún en mi pecho la segura esperanza de que un día, liberado de estas cadenas,
puedas tratar con Zeus de igual a igual.
PROMETEO:-No; para esto, la hora señalada no ha llegado aún.
(Un largo silencio.) Después, MÚSICA
ÉXODO
PROMETEO Llegará un día, puedo jurarlo, en que Zeus, a pesar de su soberbia, se tornará humilde y se
le derribará de su poder y de su trono. Y en ese día, sabrá lo que va de «reinar» a «servir». Pero veo
acercarse al mensajero de Zeus, al servidor del joven tirano. No hay duda que viene a anunciarnos cosas
nuevas.
(HERMES llega hasta PROMETEO.)
HERMES: -A ti, hábil embaucador, espíritu de hiel, ofensor de los que nos dirigen, que luchas por los
privilegios del pueblo, a ti, portador del fuego y la esperanza, me dirijo. El líder te ordena que hables, que
declares por quién y cómo debe ser él derribado del poder. Habla y hazlo sin enigmas; explícalo con todo
detalle y no me obligues a volver, Prometeo. No es así como se aplaca la ira de Zeus.
PROMETEO: Solamente sabes hablar con soberbia, como Zeus. Crees que al estar al servicio del poder,
te librarás de todo mal y que estarás a salvo. Sin embargo, yo he visto ya arrojar de él a dos líderes y al
tercero, al que ordena hoy, ha de verlo también mis ojos derribado, con mayor violencia aún. Ya puedes
ver que no temo ni tiemblo de terror ante ti, ni al partido. Tampoco temo a Zeus. Vete, pues de aquí.
Nunca sabrá cómo se le destruirá hasta que lo vea él mismo.
HERMES: ¡Qué arrogante eres! Por tus opiniones y decisiones, por traidor tienes este castigo. No lo
olvides.
PROMETEO: Por nada del mundo trocaría mi dolor por tu servilismo. ¡Mejor quiero verme atado a este
muro que ser dócil! ¡Justo es que la soberbia con la soberbia se conteste!
HERMES: ¿Te sientes orgulloso de estar ahí atado? No has aprendido todavía a ser prudente. ¿No me vas
a decir quién, cómo y cuándo destruirán a Zeus, el Todopoderoso?
PROMETEO: Dile a él que venga a hablar conmigo y lleguemos a un acuerdo.
HERMES: ¿Un acuerdo contigo? ¿Con un esclavo como lo eres ahora? En qué poca estima tienes a Zeus.
PROMETEO: Mucho le debo, es cierto, y debería estarle reconocido.
HERMES: Te burlas de mí, como si fuera un niño.
PROMETEO: Tú sí que actúas como un niño, esperando a que hable sin más. No hay sufrimiento que
valga con que Zeus pueda obligarme a declarar lo que desea, como no me haya librado antes de estas
malditas cadenas. ¡Nada me hará ceder para revelarle el nombre del que ha de derribarle de su trono!
HERMES: No te lo voy a decir más. ¡Habla! Porque si no, vas a callar para siempre.
PROMETEO: Me cansas y no sirve para nada tu esfuerzo; es como si hablases con el mar. No quieras
pensar que aterrado con las amenazas de Zeus vaya a volverme débil, y que le suplique a aquel a quien
más aborrezco que me desligue de estas cadenas. Eso no lo verás. Nunca pediré perdón.
HERMES: Demasiado he hablado ya, y continuar haciéndolo sería perder el tiempo vanamente. Sólo te
diré lo que te espera. Primero, este muro hará saltar mi padre en pedazos, por medio de su trueno y del
fuego abrasador de su rayo. Saltará también tu cuerpo y, sepultado bajo los despojos, no tendrás otro
lecho que el duro abrazo de las piedras y no volverás a ver la luz. Entonces el perro alado de Zeus, el
águila salvaje, se cebará ferozmente con tu cuerpo y lo despedazará bajo sus garras. Y de este tormento
no esperes que nadie venga a socorrerte.
CORO. Prometeo, ¡Reflexiona! ¡No seas obstinado! ¡Obedécele!
HERMES: Te advierto. No son simples amenazas. Los labios Zeus no saben decir mentiras y todo cuanto
anuncia se realiza sin falta.
PROMETEO: Antes de que llegara Hermes, ya sabía qué venía a decirme, como también sé lo que me
hará Zeus después. Zeus podrá maltratar mi cuerpo y quitarme la vida; pero una cosa no podrá, sin
embargo, y es quitarme mi voluntad.
HERMES: Pensamientos son esos y razones dignas de un loco. Y a vosotras, (dirigiéndose al coro) que os
compadecéis de sus desgracias, os advierto: alejaos de estos lugares sin tardanza si no queréis que un
súbito terror os sobrecoja ante el rugido implacable de la ira del poderoso Zeus.
CORO: Háblanos con otras palabras que puedan convencernos. Tus amenazas son intolerables. No nos
iremos, sufriremos con él. (Se acercan a Prometeo) Hemos aprendido a odiar a los traidores y a no tener
miedo del poder.
HERMES. Ya hemos advertido a todos. Ahora, cuando la ira de Zeus empiece a actuar, no os lamentéis.
Ya no hay marcha atrás.
(HERMES se va. Se oye un trueno subterráneo horrible. Las rocas saltan en pedazos y PROMETEO
queda sepultado en ellas.)
CORO: El muro por fin ha sido derribado. Pero no ha sido la cólera de Zeus. Es el pueblo quien lo ha
hecho caer. Prometeo yace muerto bajo sus piedras, pero su grito de libertad ha despertado a la
humanidad. Los hombres han levantado sus manos y cerrado sus puños, transformando la ira en
esperanza. Ha caído el muro y con él la opresión y la tiranía. Adiós al despotismo de Zeus; adiós a la
dictadura del partido. Nace un hombre nuevo sobre las ruinas de este muro.
FIN (MÚSICA)
Descargar